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00 - Resumen Teoría y Crítica 2013
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La globalización imaginada
Néstor García Canclini
FADU – UNL
Teoría y Crítica/2013
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Transferir las instancias de decisión de la política nacional a una difusa economía transnacional está
contribuyendo a reducir los gobiernos nacionales a administradores de decisiones ajenas. Los
simulacros y traiciones son mas difíciles de identificar en las relaciones lejanas existentes hoy entre
ciudadanos y entidades supranacionales (la información es manejada por élites políticas
transnacionalizadas, únicos poseedores de las competencias necesarias para “resolver” los
problemas).
Integración de ciudadanos o lobby empresarial
1- ¿Cómo reaccionan las sociedades latinoamericanas, que en los últimos cincuenta años mudaron la
mayor parte de su población del campo a la ciudad, basándose en el desarrollo industrial sustitutivo
y en espacios de intermediación modernos, al afrontar este súbito reordenamiento que en una o
dos décadas desmonta esa historia de medio siglo? Se desindustrializan los países, se acentúa la
dependencia económica y cultural respecto de los centros globalizadores. Pero a la vez las
integraciones económicas y los convenios de libre comercio regionales generan signos de
esperanza. En la década de los noventa los Estados latinoamericanos estaban reordenando las
economías nacionales para atraer inversiones, pero desde la crisis mexicana de 1994 y 1999 en
Brasil queda a la vista la baja confiabilidad y el escaso poder de los gobiernos. Se observa un
desencuentro entre lo que las elites económicas o políticas predican y lo que opina la mayoría de
los ciudadanos (ejemplo de la II Cumbre de las Américas en Chile); las instituciones con más poder
eran aquellas en las que menos se confiaba.
Al ver que el alejamiento político y las desigualdades engendran descreimiento, turbulencias en las
economías, hay que preguntarse si este modo injusto de globalizar es gobernable, si la
globalización hecha así tiene futuro.
¿Qué se puede evitar de este debilitamiento de los Estados nacionales, de la impotencia
ciudadana?¿Qué implica este proceso en la cultura y las comunicaciones? La globalización, que
exacerba la competencia internacional y desestructura la producción cultural endógena, favorece la
expansión de industrias culturales con capacidad de homogeneizar y atender de forma articulada
las diversidades sectoriales y regionales. Destruye a los productores poco eficientes.
La concentración en EE UU, Europa y Japón acentúa la distancia entre el Primer Mundo y las
naciones periféricas.
2-¿Tiene mayor consenso ciudadano la integración supranacional en las metrópolis? Los estudios
muestran dificultades para construir una esfera pública, debido a que en los acuerdos
supranacionales prevalecen los compromisos entre grupos empresariales sobre los intereses
públicos mayoritarios, y el “lobbysmo” sobre las instancias de gobierno regional. En la UE se ha
intentado reducir la opacidad de los acuerdos supranacionales y acercarlos a la comprensión
ciudadana. Se busca integrar a las sociedades. Los ciudadanos de los quince países comparten un
pasaporte europeo, se crearon una bandera e himno de Europa, y el Euro como única moneda.
De estudios antropológicos y sociopolíticos surge que los problemas destinados a construir
proyectos comunes no son suficientes para superar la distancia entre la Europa de los gobernantes
y la de los ciudadanos. No logran mucho estos programas voluntaristas de integración si no se sabe
qué hacer con la heterogeneidad.
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particulares, sino públicos en varios países a la vez, cómo hacerlos sintonizar con lo que se
programa.
¿A dónde nos conducen la expansión de las empresas transnacionales, y del otro lado, la
proliferación de las disidencias de las ONG y sus imaginarios alternativos? Se duda de que puedan
ser alternativas al comprobar cuántas veces acaban subordinadas al orden totalizador. Al final del
siglo XX todo parece institucionalizarse bajo reglas de una reproducción a corto plazo, desvalida de
proyectos. Tal vez podemos explicar este achicamiento del horizonte social saliendo de la oposición
frecuente entre lo global y lo local. Es necesario comunicarnos con los diferentes o que imaginamos
semejantes, y construir conceptos que permitan analizar la redistribución que este tiempo
globalizado está ocurriendo entre lo propio y lo ajeno.
La globalización ha complejizado la distinción entre “relaciones primarias”, donde se establecen
vínculos directos entre personas, y “relaciones secundarias”, que ocurren entre funciones
desempeñadas en la vida social. El carácter indirecto de muchos intercambios actuales lleva a
identificar “relaciones terciarias”, mediadas por tecnologías y grandes organizaciones. El último tipo
diferenciado, las “relaciones cuaternarias”, en las que una de las partes no es consciente de la
existencia de la relación: vigilancia, espionaje, datos censales).
¿Es posible despegarnos de sus procedimientos de selección y segregación, de exclusión y
vigilancia, reconvertirnos en sujetos del trabajo y el consumo? No pienso que la opción central sea
hoy defender la identidad o globalizarnos. Los estudios del proceso globalizador conducen a
entender las oportunidades de saber qué podemos hacer y ser con los otros, cómo encarar la
heterogeneidad, la diferencia y la desigualdad. Es necesario que la globalización se haga cargo de
los imaginarios con que trabaja y de la interculturalidad que moviliza.
Al desplazar el debate sobre la globalización de la cuestión de la identidad a los desencuentros
entre políticas de integración supranacional y comportamientos ciudadanos, nos negamos a
reducirlo a la oposición global/local. Más que enfrentar identidades escencializadas a la
globalización, se trata de indagar si es posible instituir sujetos en estructuras sociales ampliadas. Es
cierto que la mayor parte de la producción y del consumo son organizados en escenarios que no
controlamos, pero en medio de las tendencias globalizadoras los actores sociales pueden abrir
nuevas interconexiones entre culturas y circuitos que potencien las iniciativas sociales. Entre los
organismos internacionales y los ciudadanos hay instituciones flexibles que se manejan en varias
lenguas, expertos formados en códigos de diferentes etnias y naciones, promotores culturales
entrenados para desempeñarse en diversos contextos. Para no fetichizar lo global y polarizar
excesivamente sus relaciones con lo local, un principio es considerar, entre centro y periferia, norte
y sur, la proliferación de redes dedicadas a la “negociación de la diversidad”.
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En estos cuatro casos se trasciende la comunidad local. Pero su articulación con lo global es
imaginada de diversas maneras. Representan modos actuales de reelaborar los enlaces y quiebres
entre lo concreto y lo abstracto, lo inmediato y lo intercultural. La dificultad de denominar estos
cambios y comunicarnos con los diferentes induce a imaginarlos con metáforas. Necesitamos
discutir con los datos más objetivos posibles para determinar si estas recomposiciones son
internacionalización, transnacionalización o globalización.
Las metáforas tienden a figurar, a hacer visible, lo que se mueve, se combina o se mezcla. Las
narraciones buscar trazan un orden en la profusión de los viajes y las comunidades, en la
diversidad de “otros”.
De las narrativas a la teoría cultural de la globalización
La cultura redefinida; los cambios globalizadores han modificado la manera de concebir la cultura.
Entre los años 60 y 80, diversos estudios establecieron que la cultura designaba los procesos de
producción, circulación y consumo de la significación en la vida social.
Sin embargo esa definición no incluye lo que constituye a cada cultura por su diferencia con otras.
Los años 90 se reconceptualizar este término para poder hablar de la interculturalidad.
Es evidente el papel clave que juega en lo cultural lo imaginario intercultural. En primer lugar, las
imágenes representan e instituyen lo social. En segundo término, hoy es evidente que
representamos e instituimos en imágenes lo que a nuestra sociedad le sucede en relación con
otras. Esas formas de organización de lo imaginario que son las metáforas y narrativas tratan de
ordenar lo que el imaginar tiene de dispersión de sentido, rasgo que se acentúa en un mundo
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globalizado. Y por ultimo, ese ordenamiento es siempre una “delimitación fluctuante”: instrumento
para hacer funcionar con sentido a la sociedad y deriva poética hacia lo no visible. En suma: lo
cultural abarca el conjunto de procesos a través de los cuales representamos imaginariamente lo
social, concebimos las relaciones con los otros, ordenamos su dispersión mediante una delimitación
que fluctúa entre el orden que hace posible en funcionamiento de la sociedad (local y global).
La globalización haciéndose cargo de la cultura; los procesos globales y las imágenes que los
representan, se vienen constituyendo por la circulación de capitales, bienes y mensajes, pero
también de personas que se trasladan entre países y culturas como migrantes, turistas, ejecutivos,
estudiantes, profesionales, con frecuentes idas y vueltas, manteniendo vínculos asiduos entre
sociedades de origen y de itinerancia. Incorporar este aspecto a la teoría de la globalización es
reconocer el soporte humano de este proceso, sin el cual se cae en la reducción de los movimientos
económicos a flujos anónimos.
Hablar de las personas que hacen, reproducen y padecen la globalización, vuelve posible encontrar
responsables de esos procesos. La teoría social no puede desentenderse de los sujetos de las
acciones. Necesita identificar a los grupos responsables y a los destinatarios de los cambios.
La reorganización mundializada de las sociedades parece ser un proceso irreversible y que deja
pocas posibilidades de éxito a quienes buscan construir sociedades alternativas desenchufadas de
lo global. Pensar la globalización como una consecuencia lógica de la convergencia de cambios
económicos, comunicacionales y migratorios no impide concebirla a la vez como un proceso abierto
que puede desarrollarse en varias direcciones.
Dejar hablar a los actores desde sus peculiares experiencias de la interculturalidad transnacional
puede contribuir a reconquistar poder frente al fatalismo predominante de los economistas.
Si Benedict Anderson llamó a las naciones “comunidades imaginadas” porque aun los miembros de
la nación mas pequeña no conocerán jamás a la mayoría de sus compatriotas, no los verán ni oirán
siquiera hablar de ellos, es todavía mas pertinente llamar imaginada a la globalización.
LA MODERNIDAD DESBORDADA
Arjun Appadurai
(Es una síntesis, no resumen del texto)
Dimensiones culturales de la globalización
Appadurai, en su argumento, se asocia de manera frontal y directa a la discusión acerca del futuro
del Estado – nación; a lo que en estos términos, puede transformarse o resignificarse en lo local a
partir de la nueva situación en que se encuentra el Estado – nación frente a los distintos tipos de
desestabilizaciones transnacionales.
9. La producción de lo local
Lo local como algo primariamente relacional y contextual, en vez de algo espacial o una mera
cuestión de escala. Una cualidad fenomenológica compleja, constituida por una serie de relaciones
entre un sentido de la inmediatez social, las tecnologías de la interacción social y la relatividad de
los contextos. Esta cualidad fenomenológica, que se expresa en determinados tipos de agencia
social, de sociabilidad y de reproductibilidad, es el predicado principal de lo local y categoriza el
objeto del análisis.
El termino vecindario, refiere a las formas sociales existentes en la realidad y en las que lo local, en
tanto dimensión o valor, se concreta de diferentes maneras. En este sentido, los vecindarios serian
comunidades situadas, caracterizadas por su naturaleza concreta, ya sea espacial o virtual, y por su
potencial para la reproducción social. El uso de este termino se explica desde la imposibilidad de de
designar idealmente lo local en tanto forma social concreta, evitando la referencia literal a
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terminología de uso asociada que implica otras comprensiones, meritos, y debilidades por si sola al
momento de explicar lo local.
Appadurai define al concepto de local como una construcción. Una propiedad en relación al sujeto
de estudio y de sus relaciones; “(…) una estructura de sentimientos producida mediante
formas particulares de actividad intencional que genera distintos tipos de efectos
materiales. (…)” Sin embargo, y como concepto necesario, es preciso establecer el concepto de
contexto como aspecto dimensional necesario de la definición. Es decir, lo local esta sujeto a los
escenarios concretos donde el sujeto, y a través de los cuales, establece, reproduce e interactua en
su vida social.
Lo local en tanto consecución relacional no es lo mismo que lo local como un valor practico en la
producción cotidiana de sujetos, de colonización del espacio (el medio físico donde el sujeto se
establece).
Appadurai define al concepto de local como una construcción. Una propiedad en relación al sujeto
de estudio y de sus relaciones; “(…) una estructura de sentimientos producida mediante
formas particulares de actividad intencional que genera distintos tipos de efectos
materiales. (…)” Sin embargo, y como concepto necesario, es preciso establecer el concepto de
contexto como aspecto dimensional necesario de la definición. Es decir, lo local esta sujeto a los
escenarios concretos donde el sujeto, y a través de los cuales, establece, reproduce e interactua en
su vida social.
Lo local en tanto consecución relacional no es lo mismo que lo local como un valor practico en la
producción cotidiana de sujetos, de colonización del espacio (el medio físico donde el sujeto se
establece).
EPISTEMOLOGIA DE LA COMPLEJIDAD
Edgar Morin
I- La palabra complejidad implica una dificultad para explicar. Si existe un pensamiento complejo,
este no será un pensamiento capaz de abrir todas las puertas, sino un pensamiento donde estará
siempre presente la dificultad. Quisiéramos evitar la complejidad, nos gustaría tener ideas simples,
leyes simples, formulas simples. Pero son cada vez más insuficientes, estamos confrontados al
desafió de la complejidad. Un desafío en primer lugar “¿Qué quiere decir complejidad?”
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II- En la escuela aprendimos a pensar por separado. Aprendimos a separar las materias, pero si
miramos mejor, por ejemplo vemos que la química, en un nivel experimental, esta en el campo de
la microfísica. Y sabemos que la historia siempre ocurre en un territorio, en una geografía. Esta
bien distinguir las materias pero no hay que establecer separaciones absolutas.
Buscamos la explicación de un todo a través de la constitución de sus partes. Queremos eliminar el
problema de la complejidad. Este es un obstáculo profundo, pues obedece al arraigamiento de una
forma de pensamiento que se impone en nuestra mente desde la infancia, que se desarrolla en la
escuela, en la universidad y se incrusta en la especialización.
Los especialistas son excelentes para resolver los problemas que se plantean en su especialidad,
con la condición de que no surjan interferencias pertenecientes a especialidades vecinas. El
problema es que, en cuanto aparece una novedad o interferencia, el experto se equivoca un poco
más a menudo que el no experto. De ahí llegamos a menosprecias las ideas, no han sido probadas.
Pero los expertos no pueden prescindir de ellas. Solo que estas ideas son las más pobres de las
ideas, ya que nunca intentas repensarlas y controlarlas.
Hasta hace unos 20 o 30 años, la ciencia clásica ha desintegrado el cosmos, ha desintegrado el
problema global e incluso al hombre, puesto que, podía considerarse al hombre como un objeto
indigno del conocimiento especializado, casi una ilusión. No podemos renunciar al as preguntas
básicas que los seres humanos se han planteado “¿de dónde venimos? ¿Cuál es el sentido de la
vida?”.
No podemos vivir escamoteando esas cuestiones como si fueran tontas o insanas; se las puede
eliminar, sin duda, pero entonces la única función del conocimiento será la manipulación. Como
bien lo vio HUSSERL, a partir del momento en que dejó plantearse interrogantes sobre si misma,
sobre su marcha, sus fundamentos, su alcance, la ciencia, o mejor dicho la tecnociencia, se
convirtió en una maquina ciega. Lo paradójico es que esa ciencia moderna, que tanto contribuyó a
elucidar el cosmos, las estrellas, la bacteria y tantas cosas, es completamente ciega a si misma y a
sus poderes; ya no sabemos adónde nos conduce.
III- Si tenemos grabados en nosotros esas formas de pensamiento que nos llevan a reducir, a
separar, a simplificar, a ocultar los grandes problemas, esto se debe a que reina en nosotros un
paradigma profundo , oculto, que gobierna nuestras ideas sin que nos demos cuenta. Podemos
preguntarnos si ha comenzado una revolución paradigmática. Orientada evidentemente en
dirección a la complejidad. Creo que se puede plantear el problema en tres planos: el de las
ciencias físicas, el de las ciencias del hombre y el de la política.
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¿Por qué pensamos que ha comenzado una revolución paradigmática en los planos de las ciencias
físicas?
En nuestra época hemos presentado el derrumbe de lo que fue el dogma central de la física clásica.
En Descartes, en Newton, el mundo era perfecto, porque emanaba de la perfección divina. Ese
mundo estaba constituido por pequeños ladrillos elementales indivisibles, los átomos. Este mundo
se derrumbo por dos lados, por la base, a nivel del átomo, cuando se vio que este no era un ladrillo
sino un sistema sumamente complejo constituido por partículas, y que las partículas mismas eran
entidades altamente complejas, en el limite entre lo materia y lo no-material.
Nuestro universo es el fruto de lo que llamaré una dialógica de orden y desorden. Dialógica en el
sentido de que se trata de dos nociones totalmente heterogéneas- que se rechazan mutuamente-
Es esa dialógica de orden y desorden lo que produce todas las organizaciones existentes en el
universo. Debemos trabajar con el desorden y la incertidumbre y nos damos cuenta de que trabajar
no significa dejarse sumergir por ellos; es poner a prueba un pensamiento enérgico que los mire de
frente. HEGEL decía.
El verdadero pensamiento es el que mira de frente, enfrenta el desorden y la incertidumbre.
Vemos nacer ciencias de otro tipo, diferentes de las disciplinas clásicas. Ejemplo las ciencias de la
tierra: la geología, la meteorología, la vulcanología, la sismología, que eran hace 30 años disciplinas
sin comunicación alguna. Hasta que, gracias a las tectónica de las placas, se concibió a la tierra
como un sistema vivo.
Y todas esas diferentes disciplinas como conectadas en tormo de la idea de ese sistema tierra.
Son ciencias cuyos objetos es un sistema. Todos los objetos que conocemos son sistemas, es decir,
dotados de algún tipo de organización.
IV- se creía que la organización dependía pura y simplemente de orden, en realidad es lo que liga
un sistema, que es un todo constituido de elementos diferentes ensamblados y articulados. El todo
tiene una cantidad de propiedades y cualidades que no tienen las partes cuando están separadas.
Podemos llamar emergencias a esas cualidades que nacen a nivel del todo, llegan a ser cualidades
a partir del momento en que hay un todo. Esas cualidades emergentes pueden retroactuar sobre
las partes. El todo es más que la suma de las partes porque la organización de un todo impone
construcciones e inhibiciones a las partes que los forman, ya no tienen entera libertad. Una
organización social impone sus leyes, tabúes y prohibiciones a sus individuos, quienes no pueden
hacer todo lo que quisieran.
En nuestras anteriores conferencias hemos hablado de la auto-eco-organización, que concierne, de
modo general, a la organización viva. Podemos notar una diferencia fundamental entre estas
maquinas vivientes y las maquinas artificiales que producimos en fabricas. Estas diferencias fueron
señaladas por NEUMANN en los años 50, quien partía de la siguiente paradoja: una maquina
artificial esta hecha de constituyentes sumamente confiables; las piezas han sido fabricadas y
controladas, las mejores piezas adaptadas para le trabajo que deben hacer, las más duraderas. En
cambio una maquina viva esta hecha de componentes muy poco fiables, las moléculas se degradan
muy fácilmente. Hay diferencias enormes entre las maquinas vivas y la artificial. La maquina
artificial no tolera el desorden, apenas aparece un elemento en desorden, se detiene. La maquina
viva puede tolerar una cantidad considerable de desorden.
Las sociedades humanas toleran una gran parte de desorden: un aspecto de este desorden es el
que llamaremos libertad. Podemos entonces utilizar el desorden como un elemento necesario en los
procesos de creación e invención, toda invención y toda creación se presentan como una desviación
y un error con respecto al sistema previamente establecido. He aquí como es necesario pensar la
complejidad de base de toda realidad viviente.
Sabemos que la realidad que percibimos, la percibimos solamente gracias a nuestras estructuras
mentales, que nos permiten organizar nuestra experiencia en el tiempo y en el espacio.
La naturaleza del estimulo visual será traducida en un código. Y todos los códigos que llegan a
diferentes regiones del cerebro son mezclados y transformados para darnos una percepción, una
representación. De modo, traducimos y reconstruimos.
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Hace poco se publicó el caso de una mujer que se convirtió en madre y abuela a la vez porque era
portadora de un embrión de su hija. Y este es un caso bastante simple, porque se puede ser madre
y abuela la vez.
Pero hay otros casos absolutamente trastornantes, que se convirtieron en problema político. Todas
las ciencias, en su desarrollo, crean problemas políticos.
La política cubre, un espacio de protección social muy amplio.
Esto significa que, en la practica, la política se ha complejizado enormemente.
Es absolutamente necesario elaborar un pensamiento complejo capaz de comprender que la política
se ha vuelto multidimensional.
Y esto ocurre cuando más y más nos adentramos en la era planetaria; en el momento en que se
producen innumerables interconexiones entre los diferentes segmentos del planeta.
La política debe hoy enfrentar esta complejidad planetaria.
Se creía que podía haber algunos zigzagueos, algunas determinaciones, pero que el futro estaba
garantizado. ¿Por qué? Porque la ciencia se desarrollaba por lo tanto no podía sino fomentar la
racionalidad y sus beneficios. Porque la democracia no podía sino extenderse.
Pero hoy, después de Hiroshima, después de las manipulaciones genéticas, nos damos cuenta de
que la ciencia es ambivalente, que puede tanto ser beneficiosa para la humanidad como destruirla.
Sabemos que la racionalidad no se incrementa por sí misma, que puede retroceder, que puede
adquirir formas delirantes de nacionalización, es decir, de un sistema lógico cerrado, aislado,
incapaz de ver lo real. Esta es la gran crisis y es el duelo del futuro.
Estamos en una época en que las viejas formulas, como “el futuro nos pertenece” o “hay que
seguir este camino”, se han desmoronados y la política esta destinada a la complejidad.
La política se encuentra en un océano de interacciones en medio de las cuales intenta navegar.
VIII- aquí hay un principio fundamental de complejidad que es el principio ecológico de la acción.
Este principio nos dice:”la acción escapa al a voluntad del actor político para entrar en el juego de
las Inter.-retroacciones, retroacciones recíprocas del conjunto de la sociedad”.
Dos consecuencias: la primera es que el nivel de eficacia máxima de la acción se sitúa siempre al
comienzo de su desarrollo.
Por eso, cuando se quieren hacer reformas hay que hacerlas muy rápido. La segunda es que las
consecuencias últimas de una acción no son predecibles. En esas condiciones es que uno puede
entender, entonces, el cambio epistemológico. La política no gobierna sino que navega el timón.
Es necesario proyectar valores, ideas-fuerzas, ideas motoras. Y la acción es siempre una estrategia.
Es necesario establecer la diferencia entre programa y estrategia; pienso que allí esta la diferencia
entre pensamiento simplificante y pensamiento complejo. Un programa es una secuencia de actos
decididos a priori y que deben empezar a funcionar una tras otro sin variar. Por supuesto, un
programa funciona muy bien cuando las condiciones circundantes no se modifican y sobre todo,
cuando no son perturbadas. La estrategia es un escenario de acción que puede modificarse en
función de las informaciones, de los acontecimientos de loas azares que sobrevengan en el curso e
la acción. La estrategia es el arte de trabajar pensar con la incertidumbre. Hay una diferencia entre
la acción y el pensamiento, porque hay muchos modos de acción que son complejos en la práctica
pero no en la teoría.
Quisiera proponer, por ejemplo, un juego popular el fútbol. No se trata de construir un juego, sino
de construir un juego que va a reconstruir el juego del adversario, mientras que el adversario va a
buscar reconstruir el juego de uno. Entonces, lo que va a desempeñar un papal importante son los
errores del adversario. En otras palabras, el fútbol que vemos todas las semanas es una
demostración de complejidad. Y de la misma manera como nuestra visión es algo muy complejo,
nuestra percepción también lo es. Somos capaces de ver de manera compleja. Pero no somos
capaces de pensar de manera compleja. Creo que es a ese nivel, el del pensamiento pensante,
donde es necesario dirigirse en el sentido de complejidad.
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en ambientes de ocio casi exclusivo y que casi nunca se hace objeto de consideraciones negativas
de “incividad”.
Hace tiempo que los espacios festivos no son capaces de cumplir con la misión que se les tiene
encomendad, que es la de constituirse en ámbitos felices de cohesión social. Y es que la fiesta
continua siendo en Barcelona un territorio en que la condición crónicamente problemática de la vida
social encuentra una oportunidad para expresarse. Pero el llamado “aumento del incivismo” no es
el resultado de un excesivo índice de libertad, sino todo lo contrario. Inmediatamente después de la
aprobación de la ordenanza municipal para disciplinar a la ciudadanía, se produjeron grandes
estallidos de violencia colectiva (Octubre de 2006, una protesta contra los planes inmobiliarios para
el barrio de la Ribera acabó con graves disturbios ante el Macba, considerado simbólicamente
culpable de los desmanes urbanísticos cometidos en nombre de la “cultura”).
A todo lo expuesto hasta aquí cabria añadir toda la retahíla de “impresentables”, cuya presencia en
la calle debe ser evitada o sometida a control. Las mismas autoridades que se muestran
complacientes con la depredación capitalista, se muestran inflexibles con cualquier expresión
externa de fealdad, pobreza o injusticia. Ninguna tolerancia no solo con las mujeres de las
esquinas, vagabundos, inmigrantes, sino también con skaters, ciclistas, vendedores ambulantes,
músicos y artistas callejeros; cualquiera que sea sorprendido viviendo de o en la calle o que no
cuente con los preceptivos permisos para ser libre.
Lo que se da a llamar incivismo no es otra cosa que la afloración de realidades sociales que se
niegan a esconderse, el desorden social o la creatividad humana no han sido todavía derrotados
por el virtuosismo y la “buena educación” burguesa.
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comunicarse. Los hábitos de consumo también son mediados por la tecnología (uso de tarjeta de
crédito para comprar).
En estos tres ámbitos (el tecnológico, el referido a las infraestructuras, y el consumo), la actividad
human se define por el contacto con lugares que implican una espacialidad y una temporalidad
peculiares.
Las personas se identifican con el espacio habitando lugares que contienen símbolos culturales y
calores comunes compartidos por una comunidad. Este contenido colectivo es lo que llamamos
cultura (local) y, los lugares la sintetizan y le dan cabida en el espacio. Esto es lo que es diferente
en los “no lugares” de Marc Auge. En ellos, el individuo no se identifica con una cultura local. Tiene
su propia temporalidad y espacialidad, las cuales tienen mucho más que ver con el espacio de los
flujos que con el espacio de los lugares; más con la lógica de los espacios electrónicos que con la
lógica de los espacios físicos urbanos.
Sin embargo, esto no excluye transiciones de lugar a no lugar, y viceversa. En ambas situaciones se
produce un uso diferente de aquel diseñado (las poblaciones sin techo que usan los espacios de los
cajeros automáticos como lugares para dormir en la noche y no como un no-lugar, para generar
flujos económicos en el ciberespacio. O el uso intensivo que los centros históricos soportan por
parte de los turistas globales que lo usan a tiempo parcial como un espacio para el consumo y el
ocio).
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La política urbana no quedó al margen de este cambio. La mayor participación privada y menor
control público en la gestión de la ciudad fueron traduciéndose en una nueva manera de entender
el gobierno de lo urbano caracterizada por cuatro elementos: el diseño de políticas de marketing y
promoción urbana orientadas a la competición con otras ciudades; el auge de la planificación
estratégica planteada como concierto entre agentes tanto públicos como privados; la multiplicación
de equipos de gestión urbana en los que esta colaboración público-privada se entendía como un
medio para agilizar y flexibilizar el gobierno de la ciudad; y la privatización de infraestructuras y
servicios urbanos hasta ese momento en manos públicas.
La política urbana pasaba a ser algo negociado entre el sector público y los agentes privados, entre
las demandas de la economía global y las exigencias (muchas veces desatendidas) del territorio
local.
Este giro ha llevado a escenarios urbanos caracterizados por algunos rasgos comunes como:
La pérdida de control sobre la ciudad por parte de las instancias de gobierno público.
La progresiva desinversión en áreas económicas y de infraestructura derivada de las
privatizaciones.
La especialización absoluta en monocultivos como el turismo y el abanico de usos
vinculados al entretenimiento urbano mientras sectores y problemas urbanos quedan sin
ser atendidos.
La distribución desigual de la inversión, dirigida en gran parte a sufragar ambiciosos
proyectos de imagen.
La segunda mitad de la década de 1980 muestra un cambio esencial: la intervención urbana
concebida como un instrumento para regenerar la ciudad, fue dejando paso a un discurso orientado
hacia la participación especializada de la ciudad en los mercados globales de producción y
consumo. Esta orientación acabó priorizando la “venta” de la ciudad como un producto orientado
hacia un mercado transnacional.
Estadios de fútbol con los que Qatar se adjudicó la realización del Mundial en 2022
Si las ciudades actuales necesitan del marketing urbano es porque la imagen de la ciudad es un
factor básico para atraer inversiones y capital. No es esta una cuestión poco importante pues el
papel de las políticas urbanas se va reduciendo en cierta medida a la producción de imágenes
urbanas. Arquitectura espectacularizada.
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ciudad “elitizada” es el resultado de una tendencia estructural en la historia reciente de las ciudades
contemporáneas: conversión de los centros urbanos en lugares especializados y orientados a la
economía de los servicios o al consumo.
En aquellos casos en que la función residencial se ha mantenido, los espacios centrales e históricos
han ido adquiriendo una nueva función a una escala metropolitana, regional y global. Se configuran
como un espacio urbano diseñado para ser visitado intensivamente y a tiempo parcial.
El espacio urbano se convierte en espacio “temático”, se decora a partir de determinado “tema”, la
mayoría de veces relacionado con el pasado de la ciudad y los estilos de vida del pasado.
Los lugares tradicionales de la ciudad van siendo transformados según un modelo de intervención
muy similar. Se presenta un tipo similar de experiencia urbana estandarizada. Una ciudad hecha de
lugares temáticos y objetos arquitectónicos especializados se va expandiendo, reducida en cuanto a
sus atributos y simplificada en cuanto a sus contenidos. Un itinerario común hacia la banalidad y
banalización.
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selecto de mercados y la formación de alianzas estratégicas entre los mercados financieros. Estos
centros no solo compiten entre ellos, sino que existe una colaboración y división del trabajo. En las
fases iniciales de la desregulación de los años 80 existió una fuerte tendencia a considerar la
relación entre los principales centros como de competencia directa. Sin embargo, hay una clara
evidencia de una división del trabajo. Lo que estamos presenciando en la actualidad es un tercer
patrón en el cual esta división de funciones esta institucionalizada de alguna manera: alianzas
estratégicas no solo entre empresas internacionales sino también entre mercados. En suma, existe
competencia, colaboración estratégica y jerarquía.
3- Programas y elites desnacionalizados: la identidad y vínculos nacionales se están debilitando para
estos actores globales y sus clientes. La desregulación y la privatización han debilitado además la
necesidad de centros financieros “nacionales”. La cuestión de nacionalidad simplemente funciona
de manera diferente en estos sectores. Sassen describe en uno de sus libros a este proceso como
la incipiente desnacionalización de ciertos sectores institucionales. Es una cuestión necesaria para la
globalización económica. Las ciudades globales producen una nueva sub-cultura; contribuyen a
desnacionalizar las elites corporativas. No se trata de que esto sea bueno o malo, sino que es una
de las condiciones para establecer los sistemas y subculturas necesarias para un sistema económico
global.
Conclusión
La globalización económica y las telecomunicaciones han contribuido a producir una espacialidad de
lo urbano que oscila entre redes transnacionales parcialmente desterritorializadas y localidades
territoriales con masivas concentraciones de recursos. La nueva espacialidad urbana es parcial en
un doble sentido: constituye solo parte de lo que sucede en las ciudades y de lo que representa la
ciudad, y por otro lado, se instala solo en parte del espacio urbano.
La modernidad superada
Josep María Montaner
ESPACIO Y ANTIESPACIOS, LUGAR Y NO LUGAR EN LA ARQUITECTURA MODERNA
La sensibilidad hacia el lugar por parte de la arquitectura es un fenómeno reciente. El mayor
esfuerzo del movimiento moderno consistió en definir una nueva concepción de espacio utilizando
las estructuras de acero, hormigón y cerramientos de cristal.
I: espacio y antiespacio
El momento en que se define la arquitectura como “el arte del espacio”, este mismo espacio recién
descubierto es superado. La concepción que desarrollan las vanguardias se basa en un espacio
libre, ligero, abierto, infinito, indiferenciado. A esta nueva modalidad de espacios unos la
denominaron “espacio-tiempo”, y otros como “antiespacio”, por generarse como contraposición del
tradicional espacio cerrado. La revolución copérnica de la ciencia del siglo XVII está en el origen del
antiespacio. Este empieza a emanciparse.
La casa-museo de John Soane en Londres (1792), las plantas cuadriculadas y repetitivas de
Durand, el interior del palacio de Cristal de Paxton… todo ello culminará en la concepción
internacional del espacio conformado sobre un plano horizontal libre, con fachada transparente. El
espacio moderno gira en torno al pilar.
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Teoría y Crítica/2013
Teoría y Crítica – Resúmenes seminarios 2013 23
Los conceptos de espacio y de lugar se pueden diferenciar claramente, el primero tiene una
condición ideal, teórica, genérica, y el segundo posee un carácter concreto, empírico, existencial,
definido. El espacio moderno se basa en medidas, posiciones y relaciones. Aunque el espacio queda
siempre delimitado, por su misma esencia tiende a ser infinito e ilimitado. En cambio, el lugar viene
definido por las cualidades de las cosas y los elementos, por los valores simbólicos e históricos, y
está relacionado con el cuerpo humano.
Ante una incipiente conciencia de la insuficiencia del lenguaje y de la tecnología moderna, las
referencias tenían como objetivo otorgar “carácter” expresivo y “sentido común” constructivo. Le
Corbusier empieza a considerar el valor de la naturaleza y de las características del lugar en su
viaje a Latinoamérica. El GATEPAC y el GATCPAC también conformaban algunas correcciones
respecto a los criterios del recién iniciado movimiento moderno.
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En las últimas décadas la idea de lugar ha tenido un peso específico muy variable y se ha
interpretado de distintas maneras. En la pequeña escala se entiende como una cualidad del espacio
interior que se materializa en la forma, textura, color, luz natural. En la gran escala se interpreta
como capacidad para hacer aflorar las preexistencias ambientales como paisaje característico.
En todos estos casos se pasa de una arquitectura basada en la idea de espacio a una basada en la
idea de lugar. El pensamiento de Heidegger ha sido el catalizador de toda reflexión contemporánea
sobre el concepto de lugar: “los espacios reciben su esencia no del espacio sino del lugar…los
espacios donde se desarrolla la vida han de ser lugares”.
Fue Giedion quien estableció las dos actitudes que la arquitectura ha adoptado respecto a la
relación con la naturaleza: la del contraste, que se había expresado en las pirámides y en los
templos griegos, y la de la amalgamación, que encontramos en los templos de piedra en la India, o
en la obra de Wright.
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Moneo (1992) obtiene mejores ventajas del paisaje aterrazado de Son Abrines. Moneo genera una
solución tipológicas empíricamente ajustada al lugar, mientras que Sert aplicó una tipología previa y
repetible, utilizando el lugar concreto como una simple plataforma de pruebas.
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ser las pautas dominantes. Para otros, críticos radicales, la sociabilidad, el contacto humano, la
especialidad física, son valores imprescindibles que están siendo puestos en peligro por un nuevo
sistema elitista, individualista, fragmentario y consumista.
¿Se disolverá la arquitectura como espacio y la ciudad como estructura articulada o, por el
contrario, siempre se necesitaran el espacio y el lugar por su función de legibilidad e identidad? De
todas formas los conceptos de espacio y lugar están en continua transformación e incluso
disolución. El lugar y el no lugar son polaridades límite. Tampoco el lugar podrá nunca ser
completamente borrado ni el no lugar se cumple radicalmente. En nuestra condición presente,
espacios, antiespacios, lugares y no lugares se entrelazan, complementan, conviven.
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edificio. Funcionalista no quería decir precisamente útil, práctico, eficaz. Proponía que el cometido
funcional del edificio fuese explicito, comunicable, reconocible.
Una arquitectura nacida de la abstracción buscaba en el programa una de las razones de su
justificación formal. Las razones funcionales articulaban la forma arquitectónica.
Criticado el Funcionalismo, en los años actuales el mensaje de los edificios se produce mucho más
mediato. A través de la noción de “carácter”, las obras actuales despliegan su forma a través de
contenedores formales. Las referencias al perfil elemental, las geometrías básicas como referencias
a lo congénito, la evidencia de los materiales como retorno a lo originario. Todos estos rasgos, que
ha experimentado el Minimalismo (Gehry, Siza, Ando, Herzog y De Meuron).
La inseguridad con la que se plantea a la arquitectura moderna la definición formal del objeto tuvo
la respuesta de disolución del objeto en el paisaje. Integración, continuidad, conexión entre interior
y exterior, fueron los tópicos con los que se explicaron opciones en las que la desmaterialización,
fragmentación o camuflaje constituyeron estrategias recurrentes para la nueva arquitectura.
Hoy tampoco el paisaje constituye un fondo en el cual pueda pensarse que se inserta el objeto
arquitectónico. Procesos de “desterritorialización” colocan a los objetos arquitectónicos en no-
lugares, en no-paisajes. Las arquitecturas contemporáneas surgen inesperadamente. Su presencia
no está conectada a ningún lugar. Se diría que estamos en el polo opuesto de la integración
pintoresquista a la que aludíamos sino considerados como las dos caras del mismo problema;
ambas son manifestaciones de que el objeto arquitectónico ya no establece una relación estable
con su entorno. Hay un abandono del discurso artístico tradicional y en la preocupación por toda
suerte de fenómenos globales de percepción. Se ponía en crisis no solo la separación académica
entre el arte y la vida cotidiana sino también el final de una concepción según la cual el objetivo de
la arquitectura era producir efectos ligados a una idea de belleza como orden superior de lo
estético formal.
Esta percepción errática de la realidad es un rasgo tan característico de nuestra crisis que la
arquitectura lo manifiesta en multitud de aspectos. Que lo inacabado, parcial, acumulativo, domina
en un modo de hacer que se presenta como incapaz de proponer niveles superiores de integración.
Al desvanecerse estos ideales la tarea de la arquitectura se presenta frágil, como una insuperable
provisionalidad. De entre los ideales de la arquitectura moderna uno de los más celebrados por sus
exegetas ha sido el de la incorporación del movimiento y del tiempo como una cuarta dimensión.
Significaba que la arquitectura potenciaba los efectos de recorrido en su interior y exterior. La
arquitectura era un espacio para la movilidad. La arquitectura posterior a la segunda GM tiende a
mostrarnos un molde negativo para nuestra experiencia de la permanente movilidad. El espacio
que antaño era capaz de desencadenaren el usuario experiencias en el vacío, en la abstracta
sinestesia de la percepción dinámico-temporal parece haberse vuelto menos proyectivo.
La calidad de la obra de arte y por tanto también de la arquitectura ya no puede medirse ni con un
patrón objetivo ni por la fuerza de la invención, de la novedad o de la peculiaridad del sujeto.
De poco sirve hacer un diagnostico de la situación actual si carecemos de una idea de salud
compartida. La única tarea de la crítica es la de medir con toda la precisión que sea posible el
estado de cosas en el que nos hallamos.
Publicar la cartografía de la arquitectura actual es la única posibilidad de someterla al juicio de
cualquiera, en cualquier tiempo y lugar.
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Para la arquitectura la noción de espacio está ligada al desarrollo de la cultura moderna. Nuestras
visiones lejanas y próximas crean situaciones distintas en la experiencia de cualquier obra de modo
que es el espacio percibido el que finalmente determina dicha experiencia.
Voluntad artística significaba que las obras de arte a lo largo de la historia eran tales por una
voluntad, un deseo de manifestar una visión del mundo no solo a través de símbolos sino de
nuevas y cambiantes experiencias espaciales. El espacio no era un dato inicial sino que resultaba de
una proposición arquitectónica. No eran la causa sino la consecuencia. Esta creatividad espacial
debía producirse a través de mecanismos psicológicos, ligada a la explotación de los mecanismos
perceptivos del sujeto humano.
El clima cultural posterior a la segunda GM cambia la noción de espacio e inicia un proceso de
revisión basado en el retorno a los datos empíricos. La arquitectura está referida a las condiciones
particulares concretas de cada situación dada en un espacio y un tiempo preciso. No hay esencias
universales sino existencias históricas, particulares y concretas. El cambio que las filosofías
existenciales introducen en la arquitectura europea y americana es mucho más radical que lo que
se pensó en aquellos momentos. La obra de Alvar Aalto, la de los nuevos fenomenólogos del Team
X y del historicismo italiano, significaban la entrada triunfal de la historia, de la complejidad
estructural, del ambientalismo, de la atención a las cualidades particulares por encima de los
enunciados generales.
Christian Norberg Schulz ha sido el historiador y crítico que más claramente ha caracterizado esta
posición. La arquitectura es vista desde la noción central que encuentra en ella una actividad
destinada a señalar lugares. La tarea de la arquitectura está siempre anclada a algo previamente
existente. La geografía y la historia se dan la mano en el lugar que determina la idea general de
espacio y tiempo.
Con la noción de lugar como categoría central para la definición de la arquitectura han pensado de
forma central personas como Aldo Rossi o Robert Venturi. El primero ha teorizado la arquitectura
como un continuo retorno de arquetipos, de formas permanentes que constituyen su identidad mas
allá de los cambios solo aparentes.
Ha habido una trivialización de los estilos históricos, y ésta es la parte mas banal de la cultura
posterior a la crisis existencialista, pero ha habido en Europa y en America un retorno sincero de los
lenguajes ya dados por el tiempo y la historia que ha producido una cultura conservadora de la
ciudad, comprometida con cualquier idea de recuperación, permanencia y rememoración del genio
del lugar.
Hoy la situación parece haberse modificado. Estamos en la experiencia de una cultura mediática en
la que las distancias se acortan hasta convertirse en instantáneas y en la que la reproducción de las
imágenes hace que éstas ya no estén ligadas a un lugar, deambulan a lo largo y ancho del planeta.
Al mismo tiempo la sociedad ha producido sentimientos de extrañeza (“somos extranjeros de
nuestra propia patria”). Somos bárbaros en lugares en los que se supone que deberíamos ser
ciudadanos. El fenómeno del deconstructivismo ha sido ilustrativo. Descomposición, distorsión,
desplazamiento y ambigüedad son valores comunes. Es una reacción al orden estructuralista, a la
presencia de los arquetipos y a la continuidad como valor primordial en el espacio.
Las arquitecturas deconstructivistas han sido el correlato de una situación cultural en la que cada
vez mas la ausencia de principios se convierte en una experiencia sólo soportable desde
manifestaciones privadas de rechazo e individualismo.
El formalismo de este fenómeno arquitectónico es más un reflejo del vacío y del nihilismo cultural
que una manifestación estética.
En la arquitectura de estos últimos años no hay lugares. Los monumentos para la memoria son
arqueología.
La noción de lugar aparece indisolublemente ligada a la noción de tiempo. Los lugares de la cultura
histórica han sido desafíos al tiempo, monumentos que acumulan la memoria combatiendo el
olvido. El lugar como fundamento, pertenece a culturas que encuentran la identidad contra el paso
del tiempo. Pero hay también una cultura del acontecimiento, capaz de generar momentos
energéticos, de tomar algunos de sus elementos para construir, desde el presente, hacia el futuro,
un nuevo pliegue en la realidad múltiple.
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ARQUITECTURA DEBIL
Ignasi de Solá-Morales
Cuando se dice “arquitectura débil” hay una alusión al término “pensamiento débil”; hay una
interpretación de la situación contemporánea ¿En qué sentido se produce la obra de arte
arquitectónica de acuerdo con esa estética afín al pensamiento débil contemporáneo?
Manfredo Tafuri plantea que la experiencia contemporánea, la de toda la arquitectura del siglo XX,
ya no puede ser leída como una experiencia compleja.
El término “arquitectura débil” lo propongo como un corte diagonal, como el intento de detectar, en
situaciones muy diversas, una constante que ilumina la situación actual.
La interpretación de la crisis del Proyecto Moderno solo puede hacerse desde “la muerte de Dios”,
desaparición de cualquier tipo de referencia absoluta.
La crisis del pensamiento de la Edad Clásica es la crisis producida por esta pérdida de fundamento
y por la pérdida de un proyecto artístico que se producía desde un propósito de representación.
Pero el fin de la Edad Clásica era, en realidad, el agotamiento de algo que todavía alienta, en lo
que hemos dado a llamar el Proyecto Moderno: se trata de la ilusión, en el doble sentido que en
castellano tiene esta palabra, ilusión como esperanza y engaño. En este sentido el proyecto de la
Ilustración, base de la modernidad, participa todavía de un teismo laico, de la idea de que es
posible encontrar un absoluto de la realidad. Cuando este sistema entra en crisis estamos frente a
la verdadera crisis del Proyecto Moderno, y ante la situación crítica de la contemporaneidad.
La arquitectura contemporánea se encuentra con la necesidad de construir sobre el aire, en el
vacío. Lo estético constituye en la experiencia contemporánea, una referencia especialmente
significativa. Tiene el valor de un paradigma. A través de lo estético se reconoce el modelo de
nuestras experiencias más ricas, más verdaderas en relación con una realidad de perfiles borrosos;
aquello que es sentido como “la experiencia misma”, en la cual se funde el sujeto perceptor de la
realidad y esa misma realidad, está en la obra de arte.
No se trata de que las experiencias estéticas contemporáneas estén en el centro del sistema de
referencias; ocupan una posición periférica. Pero tiene un valor paradigmático. Son el modelo más
“fuerte” de una construcción “débil” de la verdad de lo real.
Podemos recordar la fortuna que lo artístico tiene en la sociedad de masas y en los tiempos
recientes. La explosión de los museos tienen q ver con una sociedad mas ociosa, pero también con
el hecho de que el mundo del arte aparece como una reserva de “realidad”. El arte es entendido
como el espacio en el que la fatiga del hombre contemporáneo puede ser resarcida.
Pero esta experiencia estética contemporánea no es normativa. Por el contrario, el universo
artístico actual es percibido con la máxima heterogeneidad, nuestra aproximación a lo estético se
produce de una manera débil.
En el ámbito de la cultura arquitectónica y a partir de la experiencia de la crisis, podemos detectar
a lo largo de los años sesenta, respuestas fundamentalistas. Se trata de fundamentalismos en dos
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direcciones: por un lado aquellos que frente a la crisis llamaban al orden para volver a las esencias
de la experiencia moderna. Desde algunos discursos teóricos, se desarrollaba la pretensión de que
solo volviendo a lo esencial, a lo inicial de la experiencia moderna, era posible recuperar el paso.
Había un fundamentalismo de lo moderno, entendida por unos como la recuperación del lenguaje
mas prístino de las vanguardias de los años veinte mientras que para otros esta experiencia les
llevaba a la época ilustrada.
Esta respuesta, a pesar de sus buenas intenciones, no era otra cosa más que puro historicismo.
Frente a esto, una postura mas dialéctica y menos cerrada en si misma ha sido la que en tiempos
recientes ha propuesto Frampton, con su idea del Critical regionalism. Tiene dos caras
diferenciables: por una parte la idea de la resistencia. Solo mediante una actitud crítica frente a la
realidad se puede desarrollar una posición exigente, inconformista para la arquitectura
contemporánea. Pero junto con la noción de resistencia parece bastante más ingenua la idea de
regionalismo. Un concepto más rural y menos urbano, proclive al pensamiento arcaizante. Cuando
Frampton reclama la reapropiación del sentido del lugar, de la luz, sobre lo estrictamente visual,
está realizando una operación inútil: la de entender que ya no es posible un sistema y por lo tanto
que hay que entender la realidad arquitectónica desde una estrategia policéntrica.
El uso del término arqueología procede del posestructuralismo Francés, y luego de la
deconstrucción. Pero la noción de arqueología ha hecho fortuna para describir la lectura
superpuesta de la realidad tectónica: una realidad que ya no puede verse como un todo unitario
sino que aparece como la yuxtaposición de capas diversas ante las cuales la obra de arte no hace
otra cosa mas que releer este sistema de superposiciones. Introduce la idea de que no estamos
frente a una realidad cerrada, sino frente a un sistema entrecruzado de lenguajes.
Este modo de pensar tiene una traducción en la experiencia de la producción de la forma
arquitectónica. La experiencia de ciertas arquitecturas recientes es la experiencia de la
superposición. Se ofrecen en una discontinuidad en el tiempo cuya lectura como yuxtaposición es la
mejor aproximación que nos es posible dar de la realidad.
Por otra parte la relación entre arqueología y lenguaje ha introducido en el discurso contemporáneo
la noción del tiempo. Se trata de un tiempo distinto al de la Edad Clásica; este podía o estar
simplemente reducido a cero (renacentista) o ser un tiempo controlado (barroco).
Pero el tiempo moderno es una explosión difractada, lo que hay son tiempos diversos. Esta
confrontación es la lucha del arte en el siglo XX.
Lo cierto es que cada vez mas la cultura metropolitana nos ofrece tiempos como diversidad y éste
es un reconocimiento que una aproximación arqueológica a los lenguajes de las arquitecturas ha
puesto de manifiesto en no pocos aspectos.
Esta diversidad de los tiempos en lo que he querido llamar “arquitectura débil”, se hace central
convirtiendo la experiencia estética de la arquitectura en ACONTECIMIENTO (primera
característica de la arquitectura débil). En ciertas obras de arte contemporáneas, la experiencia de
lo temporal como acontecimiento dado de una vez y, después, desvanecido, explica una noción de
la temporalidad que tiene en el acontecimiento su mejor forma de expresión.
La segunda característica de la arquitectura débil es el PLIEGUE. En la comprensión de cómo en el
pensamiento contemporáneo lo objetivo y lo subjetivo constituyen pliegues de una misma y única
realidad. La realidad aparece como un continuo en el cual el tiempo del sujeto y el tiempo de los
objetos exteriores están circulando en una misma cinta sin fin y donde el encuentro entre lo
objetivo y lo subjetivo solo se produce cuando esa realidad continua se pliega en un desajuste de
su propia continuidad.
Junto a la precariedad del acontecimiento y del pliegue, encontramos la tercera característica de la
arq. Débil, la DECORATIVA. Esta palabra es maldita en la tradición moderna y sin embargo hay
que volver a reflexionar sobre el significado de esta palabra y sobre el sentido que la noción tiene
por debajo del término decoración. Lo decorativo es lo inesencial. Se nos ofrece como algo que
realza, hace soportable la realidad, sin la pretensión de imponerse, de ser central. La condición
decorativa no es una condición de la trivialidad de lo vulgar, sino que constituye el reconocimiento
de que para la obra arquitectónica la aceptación de una cierta debilidad y su colocación en un lugar
secundario es la condición de su mayor elegancia y de su máximo peso.
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ARQUITECTURA LÍQUIDA
Ignasi de Solá Morales
La definición clásica de la arquitectura se ha hecho en base a la tríada de conceptos vitrubianos:
comodidad, firmeza y hermosura. Firmitas (firmeza) es el que determina sus características
materiales. Una arquitectura firme, estable, es también una arquitectura sólida cuyas características
dimensionales y formales no cambian a pesar de los cambios de temperatura, humedad, viento,
etc.
La cultura occidental ha mantenido la centralidad de este principio de estabilidad, permanencia y
especialidad como uno de los tres rasgos definitorios de la noción de arquitectura.
Si la firmitas tiene que ver con la delimitación del espacio, su voluntad de permanencia tiene que
ver con la solidez de su forma material.
En occidente los tratados de arquitectura contienen consideraciones materiales y constructivas.
¿Qué sucede si intentamos pensar desde el otro extremo de estos conceptos tradicionales? ¿Existe
una arquitectura materialmente líquida, más del tiempo que del espacio?
En nuestra cultura contemporánea atendemos prioritariamente al cambio, a la transformación y a
los procesos que el tiempo establece, ya no podemos pensar en recintos firmes, establecidos por
materiales duraderos sino en formas cambiantes. Una arquitectura líquida será aquella que
sustituya la firmeza por la fluidez y la primacía del espacio por la primacía del tiempo. Hoy nos
interesan aquellas arquitecturas que están en medio camino entre el espacio y el tiempo.
Deleuze hace una reflexión sobre los conceptos de espacio/tiempo tal como la moderna física los ha
propuesto, y el modo según el cual proponen como dos polos a la vez opuestos pero relacionados.
En el siglo XX la noción de espacio/tiempo se convierte en el soporte teórico a la hora de formular
una teoría de la arquitectura moderna. La noción estética de espacio se despliega como algo
indisoluble a la experiencia temporal.
La teoría de la relatividad resolvía lo espacial en lo temporal y viceversa. En Bergson la experiencia
del devenir introduce plasticidad en la experiencia espacial y temporal.
Una arquitectura basada en la intuición del devenir como multiplicidad de la experiencia de los
espacios y los tiempos, ha de fundarse en la continuidad múltiple en la cual los acontecimientos no
fijan objetos, ni delimitan espacios, ni detienen tiempos. Al contrario, la experiencia moderna del
espacio/tiempo desvela la continuidad y la multiplicidad, de modo que lo que eran espacios fijos se
convierten en dilataciones, lo que eran tiempos cronometrables se convierten en flujos.
Esta reivindicación significa que hoy podemos pensar la arquitectura desde categorías cambiantes y
múltiples.
Una arquitectura líquida significa un sistema de acontecimientos en los que el espacio y el tiempo
están presentes como categorías abiertas, organizadoras de multiplicidad, como composición de
fuerzas creativas, como arte.
En la experiencia artística del grupo Fluxus hay una serie de referentes recurrentes, el más
importante: la música. El tiempo se convierte para Fluxus en el soporte material mas evidente de
modo en que las acciones, los conciertos, las instalaciones, exploran tanto nuevas posibilidades de
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la producción de sonidos y de silencios como el sentido musical de cualquier otro tipo de acción
entendida en su valor temporal limitado. Los movimientos de los actores, la música propiamente
dicha, pero también las acciones de subirse a una escalera, romper papeles, pintarse el rostro o
verter agua desde lo alto, está ampliando la forma musical de la interpretación a partir de eventos
no solo musicales sino físicos, corpóreos, visuales. El nombre de Fluxus viene de que toda la
realidad formada por los cuatro elementos (aire, agua, tierra y fuego) era un fluir permanente.
Pero Fluxus, que desarrolla la radicalidad de una crítica al arte convencional, muestra también una
sensibilidad hacia el entorno contemporáneo del espacio metropolitano, posconsumista. La
prioridad del evento supone un desplazamiento desde la preocupación por la permanencia y la
durabilidad hacia lo instantáneo y fugaz. Este desplazamiento se produce asumiendo la condición
múltiple que encierra todo evento. La experiencia de Fluxus pone ante nosotros una noción
completamente diversa de la arquitectura resuelta más que evidente.
En 1953 Louis Kahn proponía una estrategia para el centro de Filadelfia y lo hacia a partir de una
representación del movimiento de los flujos urbanos. La ciudad no podía entenderse como sistema
de espacios generados por la masa construida, sino que estos eran los bordes por donde fluían los
tráficos de automóviles, de transporte público o de peatones.
ARQUITECTURA INMATERIAL
Ignasi de Solá Morales
Es cierto que la arquitectura tiene una base material evidente, pero esta noción de material ha
cambiado en los últimos 150 años. La larga duración de las nociones vitrubianos hizo siempre
pensar que la arquitectura arrancaba de unas condiciones constructivas y de unos materiales
convencionales a partir de los cuales se establecían ordenes, estilos y lenguajes.
Stanford Anderson mostraba su escepticismo ante el tema propuesto: lo invisible. “Un improbable
tema para el departamento relacionado con la arquitectura, el arte y con el entorno material”. Este
es el punto de vista que pertenece al paradigma clásico de la arquitectura. Pero no es menos
evidente que uno de los grandes objetivos de la arquitectura moderna consistió en avanzar en un
proceso de transparencia que podemos entender como desmaterialización.
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La arquitectura cristalina no era solo transparencia sino que contenía una concepción no
necesariamente tectónica del material constructivo: la separación entre envolvente y estructura
portante. Transparente a la vista, por una parte, pero medición visible de una nueva condición de
visibilidad explicita, intencionada. El soporte convertido en referente de la nueva poética del cristal
a la vez material pero transparente.
El los presupuestos modernos había una ambición mas radical: hacer una arquitectura en la que el
desarrollo tecnológico permitiese pasar de espacios cerrados por muros, mas o menos
transparentes, al control del ambiente a través del control energético. En el desarrollo tecnológico
desde finales del siglo XIX se encontraba una idea distinta de desmaterialización. No eran los
materiales de arquitectura los que estaban dispuestos para diferenciar los flujos energéticos. Había
tecnologías para producir directamente luz, sonido, calor, que no dependían de sus envolventes
sino del directo tratamiento de estas radiaciones (ejemplo: Well-Tempered Architecture, de Reyner
Banham, de Archigram). La energía era material, invisible y móvil, transportable.
Un verdadero efecto de disolución se producía gracias a avances tecnológicos no relacionados con
los materiales de construcción.
La exposición que se realizó en el Centre Pompidou en 1985 tuvo a Lyotard como pensador
referencial. Él ampliaba la noción de posmodernismo estilístico a una noción interpretativa de la
condición contemporánea. Se ocupaba del arte y de la arquitectura pero también de la vida
cotidiana, de la comunicación, de los nuevos medios.
En la exposición también destacaba la obra de Duchamp. Se caracterizaba por una continua
negación de los soportes convencionales de la producción de significado. Realiza una constante
reflexión sobre el problema del material del arte.
Bajo el síndrome duchampiano la arquitectura aparece como una serie de lugares instantáneos:
como objetos efímeros.
Por una parte, el entorno parece perder consistencia. Por otra, crece con efectos de dilatación y
extensión ilimitados. El espacio de la información es a la vez real y virtual. Permite la transmisión
de datos objetivos pero también de simulaciones.
Esta interacción entre el campo real con la producción de formas, espacios y lugares virtuales
constituye un fenómeno decisivo de la modificación de nuestros referentes. En la medida en que
estas formas, espacios, pueden ser visualizados, forman parte de nuestro mundo. Porque lo virtual
no solo existe sino que es capaz de convertirse en plena realidad.
Posiblemente la obra de Toyo Ito sea un ejemplo literal de una arquitectura de la luz (ejemplo:
torre de los vientos de Yokohama 1994, exposición Visions of Japan, en Londres 1992, o la
mediateca de Sendai 1995). Experimenta la construcción de espacios producidos por la luz, sobre
todo eléctrica.
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Instituto del Mundo Arabe – Exterior e interior, juego de luces, transparencia, y fachada
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Lo que aquí está en juego es la diferencia entre un empleo vernáculo y un empleo pop. Igualmente
en juego está la diferencia entre un repensamiento material de la forma y el espacio, que puede o
no ser escultórico, y un empleo simbólico de una imagen preexistente o de un objeto de consumo.
La primera opción puede poner en contacto el diseño elitista con la cultura común; la segunda
tiende a congraciar la arquitectura con un público proyectado como consumidor en masa. Se trata
de una dialéctica por la que Gehry navegó a principios de los noventa y que propulsó su ascenso de
arquitecto de LA a diseñador internacional.
Realizó también una combinación de etiquetas arquitectónicas: primero estructuras modernas y
luego los símbolos posmodernos. Gehry no carga con los estigmas de aquellas ni de estos. Combinó
el “pato formal” con el “tinglado decorado” (expresiones extraídas del libro “Aprendiendo de Las
Vegas”, de Venturi, haciendo referencia a un tipo moderno y posmoderno de diseño). Gehry realizó
esta combinación de manera casi literal en su enorme Escultura de Pez diseñada para la Villa
Olimpica de Barcelona en 1992. Constituye su primer empleo de un ordenador (CATIA, programa
CAD).
Sus edificios diseñados con CATIA privilegian la forma y la piel, la configuración global exterior por
encima de cualquier otra cosa. Estos efectos son evidentes en el Guggenheim de Bilbao (1997),
considerado la obra maestra de su “estilo escultórico”, y ha servido de modelo para sus
subsiguientes proyectos.
Carl Andre, un escultor minimalista que ha influido en Gehry, nos marca las tres fases del arte,
traza una transición en la escultura moderna: del modelado académico de la figura humana
sostenida por una armadura oculta, a la exhibición moderna de la “estructura interior” del objeto, y
al interés contemporáneo por un lugar dado ¿Cómo encaja Gehry, el arquitecto-escultor, en esta
historia? Él da un salto en el tiempo. Como muchos otros nuevos museos, sus colosales espacios
están diseñados para acomodarse al campo ampliado del arte de posguerra, pero en realidad tales
museos hacen trampa: su gran escala, en principio planteada como desafío al museo moderno, la
utilizan como pretexto para convertir el museo contemporáneo en un espacio para el espectáculo
que pueda engullir a cualquier arte.
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Con el presunto final de la era industrial, la arquitectura moderna fue declarada pasada de moda, y
ahora la estética pop de la arquitectura posmoderna parece asimismo datada. La búsqueda de la
arquitectura de la era cibernética está en marcha, pero ha llevado a Gehry a la escultura académica
como modelo.
No es que Foster esté llamando al regreso a una transparencia moderna de la estructura,
simplemente se opone a una versión cibernética. Pues la desconexión entre piel y estructura en
Gehry puede tener dos efectos problemáticos: en primer lugar, puede llevar a espacios que no son
tanto sorprendentes ni mistificadores. En segundo lugar, esta desconexión puede favorecer una
ulterior desconexión entre el edificio y el sitio.
Un punto evidente de comparación para el Guggenheim de Gehry es el Guggenheim de Wright. Con
frecuencia se lo ve también como un objeto escultórico, pero el de Wright tiene una lógica formal,
la espiral blanquecina, así como un concepto programático, el museo como una rampa continua;
Wright utiliza brillantemente la diferencia con respecto a su contexto.
El New York Times tituló una vez: “La visión de Gehry de una democracia que se renueva” ¿En qué
consiste esta visión de la libertad y la expresión? ¿Es perverso encontrarla perversa, incluso
opresiva? En el sentido de Gehry como Nuestro Gran Artista Vivo, es opresiva; se ve al artista como
la única figura social a la que se permite ser libremente expresiva en primer lugar. Su expresión
libre implica nuestra inhibición no libre, su libertad es privilegio en el cual él, más que ponerla en
práctica, la representa. En otro sentido, esta visión es opresiva porque de hecho Gehry sí diseña
partiendo de “la lógica cultural” del capitalismo avanzado. Evoca una individualidad que parece más
exclusiva que democrática. Más que “foros de compromiso cívico”, sus centros culturales aparecen
como sedes de una espectacularidad espectacular, de sujeción turística.
El singular impacto económico y cultural producido por su inauguración en octubre de 1997, se nos
dice del “efecto Bilbao”, ha desatado una feroz demanda de hazañas similares de los arquitectos en
todo el mundo.
ARQUITECTURA E IMPERIO
En “Delirious New York”, Rem Koolhaas publicó una postal coloreada del horizonte de la ciudad a
principios de los años treinta. En ella se ve el Empire State, el Chrysler y otros edificios
emblemáticos de la ciudad de entonces, junto a un dirigible. Era la imagen de la ciudad del siglo XX
como espectáculo del nuevo turismo. Celebra a Manhattan por su “cultura de la congestión”. “La
aguja y el globo”: la aguja en el rascacielos es lo que demanda “atención”, el globo es lo que
promete “receptividad”.
Después del 11S el marco discursivo de este manhattanismo se ha desplazado. Al rascacielos se
asocian nuevos temores en cuanto objetivo terrorista, y los valores de “atención” y “receptividad”
se han vuelto sospechosos. El “ego urbanístico” y la diversidad cultural están bajo presión.
Tenemos el ejemplo de Koolhaas, arquitecto-polemista, nacido en Holanda en 1944. Estudió en la
Asociación Arquitectónica de Londres a principios de los setenta, en 1975 fundó OMA, que se
traslada a Rotterdam en 1978. Las producciones literarias y arquitectónicas han ido a la par. A
partir de 1995 sus publicaciones sobre las mutaciones de la ciudad contemporánea son también
vastas.
La OMA había de guiar este “segundo advenimiento del manhattanismo”: si la esencia del
manhattanismo era “vivir dentro de la fantasía”, entonces la OMA seria una “maquina de fabricar
fantasía”, y sus primeras propuestas fueron narraciones surrealistas más que programas prácticos.
Su corazón pertenece a la retícula de Manhattan, las doce avenidas norte-sur y sus 155 calles este-
oeste. La retícula implicó en todas partes especulación inmobiliaria. Sin embargo Koolhaas la llama
“el acto mas valiente de predicción en la civilización occidental”. Pues la retícula permitió que
diferentes formas y funciones se yuxtapusieran a lo alto, la “unidad máxima del ego urbanístico”,
mientras que el rascacielos hizo lo mismo a lo ancho. Este doble cisma entre la retícula regular y los
rascacielos irregulares es fundamental para el manhattanismo, pues la disociación de exteriores e
interiores resuelve el conflicto entre forma y función, y crea una ciudad donde monolitos
permanentes celebran la inestabilidad metropolitana.
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“Delirious New York” fue intempestivo. 1978 conoció el primer apogeo de la arquitectura
posmoderna, los esquemas urbanos tenían una muy mala reputación, Nueva York estaba en
bancarrota. Sin embargo, “intempestivo” también puede significar “estratégico”, y “Delirious…”
surgió en un contexto dividido entre modelos opuestos de ciudad que dejaban a Koolhaas un
amplio margen de maniobra.
Koolhaas rechazó el historicismo reaccionario de los hermanos Krier y el populismo comercial de R.
Venturi, y rechazar el compromiso entre ambos lados del historicismo pop que se convirtió en la
receta habitual del diseño posmoderno. Pero la jugada mas atrevida no era repudiar la modernidad,
sino reubicar su forma ejemplar en un episodio abandonado. Koolhaas reivindicó un prototipo de
una modernidad renovada: los arquitectos del Manhattan de los rascacielos (Hood y Harrison).
Cuando en los años setenta volvió a Europa, se llevó este ejemplo de pragmatismo. Orientaba a
OMA hacia “demostraciones polémicas de que había aspectos de la modernidad, tanto americana
como europea, que podía hacerse coexistir con el núcleo histórico, y de que solo un nuevo
urbanismo que abandona las pretensiones de armonía y coherencia global puede convertir en una
nueva cualidad las tensiones y contradicciones que desgarran la ciudad histórica”.
La OMA participó en varios concursos públicos y ganó unos cuantos. Como para toda Europa, 1989
fue su “primera dosis de grandeza”. Algunos ejemplos (no construidos): terminal marítima en
Zeebrugge (Bélgica), la Muy Grande Biblioteca en Paris, y el Centro para la Tecnología de Arte y los
Medios de Comunicación en Karlsruhe. Pero el más reconocido, y que sí fue llevado a cabo, es el
plano maestro para “Euralille” (1990-1994), un nuevo centro para la Nueva Europa en Lille; previó
una estación para trenes de alta velocidad, dos centros comerciales y un parque urbano, todo
asignado a otros arquitectos, pero se quedó con el diseño “congrexpo”: un Grand Palais
contemporáneo en forma de venera deformada, con una gran sala de conciertos, tres auditorios y
un espacio para exposición.
En 1995, un año después de terminar el plano de Lille, se publicó S, M, L, XL, un profuso
compendio de “ensayos, manifiestos, diarios, cuentos de hadas, relatos de viajes, un ciclo de
meditaciones sobre la ciudad contemporánea, con obra producida por la OMA en los últimos 20
años.
A finales de los años 80 Koolhaas hablaba menos de congestión y más de “vacíos” y “nada”. Sentía
que la nueva economía de los media y de las comunicaciones no podía favorecer una ulterior
disolución de la ciudad, su muerte final, sino mas bien su mayor congestión, su vida metafísica, en
lo cual economistas políticos como Saskia Sassen no tardarían en insistir. En este punto sus nuevas
publicaciones están llenas de alarmas estadísticas.
En 1995 Koolhaas comenzó a impartir clases en la Escuela de Diseño de Harvard, donde inició el
“proyecto sobre la ciudad”, para documentar y entender las mutaciones de la cultura urbana, que
ya no se pueden describir dentro de las categorías tradicionales de arquitectura, paisaje y
planificación urbana.
“guía para comprar de la Escuela de Diseño de Harvard” fue el primero en aparecer. Es un
compendio de 45 ensayos escritos por quince participantes con las habituales imágenes y
estadísticas impactantes. A la vez tecnológico y económico, social y cultural, el análisis rastrea el
consumo postindustrial conforme este va transformando la ciudad casi en la misma medida que
hiciera la producción industrial. Los inventos clave aquí son el aire acondicionado y la escalera
mecánica; juntos han favorecido una nueva fluidez del espacio que niega la relevancia tanto de los
departamentos como de las plantas, y sin ellos el centro comercial no podría haber emergido. El
nexo entre la escalera mecánica y el aire acondicionado ayudó a llenar los suburbios de comercios,
y a hacer a estos semiautónomos. En las últimas décadas, sin embargo, el centro comercial
suburbano ha vuelto a la ciudad.
En este análisis, mientras que las mega-tiendas gobiernan cada vez más el movimiento en las
ciudades, la arquitectura y el urbanismo se presentan cada vez mas como meros coordinadores del
Flujo. Sin embargo, la misma victoria de la Meg-atienda puede revelarse como su derrota final,
pues es “casi siempre obsoleta”, y para 2101 se prevé que más de la mitad de toda la venta al por
menor se realice a través de Internet: si el comprador no viene a la tienda, la tienda debe ir al
comprador.
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LA NOCHE AMERICANA
Ensayos sobre la crisis ambiental de la ciudad y la arquitectura
Roberto Fernández
CAPÍTULO 5: Hacer la calle
Experiencia y construcción de lo urbano público
En la tradición occidental el concepto de “calle” es constitutivo del hábitat social de toda clase de
agrupamiento comunitario, incluso de las ciudades. No hay idea de ciudad y urbanidad sin la
vigencia de la calle.
Para poder usar las calles y dar seguridad se crean, en primer lugar, artefactos de protección extra
(murallas), y luego, instituciones como la policía, por la necesidad de usar la calle como intercambio
entre personas y entre lo privado y lo público. El “intercambio”, no solo de bienes y productos, sino
también el de los cuerpos, y el simbólico, se da mediante la existencia del concepto de calle.
“Hacer la calle”, en el sentido de proyectarla y construirla, nunca fue un objetivo de la práctica
arquitectónica, sino mas bien una tarea de la política. La arquitectura se limitó históricamente a
desarrollar “piezas llenas” del tejido urbano, nunca calles. La arquitectura no hizo la calle, sino más
bien “la deshizo”, de manera abierta y programática en la modernidad, en su vertiente organicista o
racionalista. Pero antes, en medio del momento en que emergían las formas modernas del
capitalismo urbano, se anticipaban algunos fenómenos que iban a distorsionar la antigua tradición
de la calle como el lugar del intercambio; “la galería”, primer elemento diversificador de la
urbanidad moderna, pero tal vez, contenedor de nuevas formas de intercambio social.
El Movimiento Moderno había instituido un credo anticalle, la propia arquitectura debía incluir las
calidades de garantía de la especialidad social y no la calle. La modernidad racionalista propone
otra manera de articular espacio privado y público, supone el otro filón de actitud anticalle: su no-
lugar, es la que surge de la negación de la calle.
La contrarracionalidad vernácula del movimiento de “las casas blancas”, más en sintonía con el
pensamiento de Wright, se retiraba a una idea de suburbio, también practicando la utopia de la
negación de la calle.
La renovación posmoderna corrigió el talante anticalle de la modernidad y a lo sumo validó lo que
llamaríamos “poscalles”. Por ejemplo, los elitizantes “Front Rivers” de Puerto Madero, shoppings,
barrios cerrados, parques temáticos, híper museos o los grandes centros comerciales periféricos. En
estos ejemplos, no solo “no habrá calle” sino que “no habrá ciudad”.
Por una parte, ha sido constituida una descalificación del espacio público y de la calle, como su
falta de seguridad, su suciedad, la carencia de iluminación, lo deficitario del transporte, etc. Pero
por otra parte, empieza una reivindicación múltiple de la calle, casi como el estandarte concreto de
una resistencia al mundo globalizado. El sociólogo Richard Senner preconiza la necesidad de
reconstruir la identidad y la subjetividad, exigiendo de los poderes locales la necesaria atención
para hacer posible un modo de vida que por social sea público.
Hay toda una tipología posible de calles en la que deberíamos pensar para indagar posibilidades de
rescate. Podemos encontrar:
La calle temática: predomina cierta homogeneidad de localizaciones sobre todo
comerciales (calle Libertad, aglutina joyeros de Bs As). A veces hay calles temáticas que
devienen en áreas (barrio judío, La Boca), y también ha divergido para acoger nuevas
modalidades de consumo, como las calles outlet.
La calle étnica: receptáculo acumulativo de un grupo especifico de la sociedad,
minoritario, que buscaba seguridad y ayuda mutua en estas instalaciones (judíos,
armenios, coreanos, negros, etc).
La calle emblemática: concentran y expresan la identidad de una ciudad,
emblematizadoras del modo de ser de una determinada sociedad urbana. Corrientes es el
mejor ejemplo porteño.
La calle histórica: recoge alguna clase de referencia documental a la historia de un país
y/o ciudad (Avenida de Mayo en Bs As).
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La calle microhistórica: es la que tiene que ver con la pequeña historia barrial, con
algún suceso o práctica significativa en un fragmento de la ciudad.
La calle peatonal: ha conquistado un derecho a la peatonalidad, calles en que es
imposible pensar otro modo de uso y que están signadas por la característica del paseo
lento, llena de comercios y cafés (Florida en Bs As).
Calles que resisten su remisión al desván posmoderno del recuerdo virtual o de la nostalgia a más
tardar, rememorada en las pseudo calles de shoppings.
De modo que una buena manera de ser arquitecto y crítico del aplanamiento de la cultura con que
la globalidad nos homogeneiza para abajo, seria justamente, “hacer la calle”.
CRISIS DE AUTENTICIDAD
Cambios en los modos de producción de la arquitectura Argentina
Fernando Diez
CONTEXTO DE PRODUCCIÓN
Las características analizadas en la producción de la arquitectura argentina en la última década del
siglo XX muestran unos cambios que la acercan a la producción de los objetos de consumo. Una
arquitectura estandarizada en sus condiciones simbólicas, y sujeta al criterio del éxito es la
manifestación de un sistema de producción y validación basado en el criterio de los expertos de
medición de la opinión pública. Esto obliga a un análisis de la producción de significado en una
esfera más amplia que la de la producción de la arquitectura.
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Una vez que la época contemporánea puso el éxito como fundamento, las masas se volvieron cada
vez más concientes de la posibilidad de ser manipuladas. Descreen de la mayoría de los mensajes
de los medios, y todo lo que se les ofrece como verdadero se les aparece como probablemente
falso.
En este punto, la expresión arquitectónica perdió gran parte de su autonomía y especificidad. El
principio del éxito nace de haber suplantado el principio de utilidad por el de felicidad. La mas
directa ejemplificación de esta estrategia es la de las grandes corporaciones de la industria del
entretenimiento (“Vendemos felicidad” es el slogan de Disney).
El “confort” no es solo el ideal que la arquitectura moderna comparte con la sociedad de consumo,
también es la expresión cotidiana del principio de felicidad de Bentham: “la suma total de placeres
menos dolores”. Es la sociedad de la abundancia la que crea las condiciones para que el principio
de felicidad desplace al de utilidad. En esta percepción, todos los objetos se tornan superfluos,
descartables, medios necesarios para la puesta en escena de un proceso de gratificación personal.
Al ideal contemporáneo del confort, se suman el clima artificial y la naturaleza convertida en
espectáculo y paisaje, en el que todos los parámetros de la percepción sensible – la vista, el sonido,
y la temperatura – son controlados desde la propia mano por medio del control remoto.
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Los adolescentes deben hacer uso de esta nueva libertad para construir por sí mismos su
personalidad e identidad. Elecciones que pueden estar relacionadas con el arte, la música o la
vestimenta, pero que se combinan hasta constituir un estilo o lo que se llama una subcultura. El
primero corresponde más a una fabricación, y el segundo a una historia. La maquinaria del
marketing opera como un lector y escritor de estos estilos. Estos procesos se hacen evidentes en lo
que se ha dado en llamar “tribus urbanas”.
Actitudes, formas de vida, culturas locales o ancestrales, todo puede ser reducido a producto y
corporizado en objetos o lugares. Así, el componente simbólico del producto se extiende a la
manera en que es anunciado. El “producto” y su valor se extienden mas allá del objeto mismo. Este
se hace visible en la marca y sus signos. El producto-objeto es el medio para adquirir el producto-
estilo (ejemplo de la campaña de la casa de relojes Tag Heuer en Bs As en 1997). Se evita crear la
sensación de que se está vendiendo el producto, pues no publicitan el producto sino que
comunican la “filosofía del producto”. Una diferencia que centra la atención sobre el “estilo” y la
“marca”.
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En la escala del objeto, esta obsesión por la duplicación encuentra una expresión en las tiendas de
los museos. Allí es posible encontrar perfectas replicas de los objetos que acaban de contemplarse.
La pieza única se encuentra en peligro de definitiva extinción, y con ella, la posibilidad de una
identificación mágica con el objeto. También los acontecimientos quedan convertidos en
especulación al ser transformados en producto. Incluso las costumbres y las ideas pueden
comercializarse.
La autenticidad refiere a una correspondencia entre apariencia y contenido a la vez que entre
apariencia y origen. Es autentico aquello que no oculta su origen, pero no necesariamente es falso
lo que no lo explica, sino aquello que lo oculta premeditadamente. La distancia entre la replica y la
falsificación está en esta intencionalidad de la presentación.
¿Es autentica una iglesia desmontada e importada piedra por piedra de otro continente? A finales
del siglo XX, el parque temático se extendió a múltiples aspectos de la vida contemporánea. No se
trata solo de una posible perfección de la simulación, sino de la escala que alcanza.
En “La estrategia de la ilusión”, Eco hace notar que la obsesión norteamericana por la duplicación
no oculta la imitación sino que la resalta. En Las Vegas se ha levantado el Hotel Venetian que
agrupa arbitrariamente varios monumentos de Venecia en escala reducida, capaces de sustituir la
identidad y la memoria de la verdadera Venecia. La devaluación de la verdadera Venecia ocurre no
por la simulación de Venecia sino por la posibilidad de su sustitución funcional y mental.
Si todo es objeto de reproducción y premeditada manipulación, si todo es mercantilizado por una
maquinaria de que espía al público día y noche para anticiparse, e incluso para alimentar su deseo,
¿Dónde encontrar lo verosímil, lo autentico?
La sospecha de la simulación vacía las cosas de sentido. La promesa de la exclusividad, irónico
producto de la época, es la farsa de una identidad forzosamente precaria. Cada promesa de
exclusividad ofrece una identidad cuya efímera vida será inversamente proporcional a la de su
éxito. Fatal e irónico destino: lo que no tiene éxito pierde sentido, lo que lo tiene, también lo
pierde.
En la arquitectura sucede algo no demasiado distinto, y las provocativas obras de la arquitectura de
proposición son seguidas por imitaciones suavizadas de esa apariencia vanguardista, que
paulatinamente se diluye, se difunde y se banaliza. Esto sucede en un campo de atención
circunscripto por los medios de difusión antes que por el escenario urbano donde esos edificios se
levantan.
Asistimos así a un ciclo continuo de construcción y devaluación de sentido, que se amplifica y
acelera a medida que más aspectos de la vida se integran al espectáculo de la cultura global.
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4.11 El pasado
La geología, la arqueología, la paleontología, se especializan en la reconstrucción de los hechos
más remotos a partir de fragmentos auténticos. La huella, accidental y verdadera, es una forma
central del pensamiento y la cultura humanas.
La fragilidad que se aprecia en ese registro matérico y el creciente miedo ante la posibilidad de su
pérdida es una expresión de nuestra época que se refleja, irónicamente, en la película de Jurassic
Park. Tenemos ahora el poder de rediseñar cualquier sistema biológico sobre el planeta, dice Bill
McKibben. Lo viejo se puede imitar, pero no reproducir, de manera que la reproducción es
irremediablemente “falsa”. El pasado es inmune a la manipulación, y esa inmunidad a la
reproducción es lo que le da su autenticidad. Esta se basa en que la historia produce una grabación
de los hechos y depende de nuestra capacidad de observación cuánta información podamos leer y
reconstruir de ese pasado. La geología, la arqueología y la paleontología están edificadas sobre
esta noción. Que la grabación es irreproducible, que el pasado no puede modificarse desde el
presente. Es esta “grabación” lo que da valor al patrimonio, saber quiénes somos, y reconstruir
nuestra identidad autentica, no programada.
No es de sorprender entonces que el pasado sea uno de los temas preferidos del parque temático.
Intenta apropiarse de la condición fenomenológica de lo histórico.
Lo antiguo empieza a perder sentido porque se va haciendo contemporáneo. El mercado se apropia
de un significado del pasado, y lo multiplica hasta que la abundancia de reproducciones neutraliza
ese valor de autenticidad, no solo en las reproducciones contemporáneas, sino también en los
propios originales.
Toda clase de materiales de revestimiento para la construcción – recién fabricados – son ofrecidos
ya cubiertos con las mas diversas patinas del tiempo (bronce viejo, bronce antiguo). Puede
revestirse un edificio entero con chapas de cobre avejentadas, según distintos procesos que
adelantan 5, 10 o 20 años su envejecimiento aparente. Cuando se remodela una casa antigua y se
deben demoler las partes deterioradas o los revoques sueltos, se elige dejar “como están” las
superficies descubiertas. Se trata de una nueva forma de transparencia literal en la que se ve a
través de los “ocultamientos” que las superficies de revestimiento habían producido. La búsqueda
de tal transparencia explica la acción de desnudar los muros históricos que nacieron cubiertos para
producir un efecto de “revelación”. Se naturaliza la ficción de la ruina. Para los años 90, el efecto
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Los reciclajes logran saltar el vacío constituido por la distancia que existía entre los signos de
autenticidad y prestigio social que se reconocen en las arquitecturas del pasado, y los signos de
actualidad, juventud e innovación con que se identifica la abstracción moderna.
Se exige cada vez más de la correlación entre pasado y autenticidad, un tópico cuya tensión
aumenta a medida que ejerce una influencia mas concreta sobre la realidad, y la ascendencia del
concepto de “conservar” desplaza al de “modernizar”, no solo en el discurso de los profesionales
sino también en el de la sociedad en general. Definitivamente, lo primero adquiere más importancia
que lo segundo. Se define lo patrimonial como lo autentico y lo autentico como fidedigno a una
identidad a la que el presente pareciera no poder aspirar. Con entusiasmo o resignación, se acepta
la conveniencia de que el patrimonio arquitectónico adquiera una condición próxima a lo sagrado,
porque la profesión encuentra en ello un fundamento, que es capaz de reclamar un campo de
incumbencia ante la sociedad y defenderlo con creciente éxito.
4.12 La pobreza
La pobreza surge como fuente de autenticidad en cuanto define un límite. No es lo que se busca
sino aquello de lo que se huye. La pobreza es en sí misma limitación. Sin embargo, de allí emana
su fuerza cultural, su raíz de autenticidad, pues queda naturalmente fuera de la sospecha de lo
fingido. En ella se originan potentes movimientos culturales. El jazz y el tango tienen su origen en
estas limitaciones, en la pena y el consuelo que se encuentran en la música. Donde las limitaciones
eran mayores, la música fue mas autentica. Como el jazz, el rock proviene de la misma raíz, de la
marginalidad negra, secuela de la esclavitud. El rap o hip-hop provienen de los ghetos urbanos
norteamericanos.
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La historia del pantalón Jean ilustra esa apropiación de los valores de la pobreza por parte del
mercado. Se ha llegado al extremo de que un pantalón roto sea más caro y más difícil de producir
que uno sano.
Si la decoración del pantalón Jean sustituye el tiempo del desgaste, que en algún momento
significaba “pobreza”, luego es sustituido por “juventud”. Hasta el punto de que es capaz de
identificarse con “abundancia” y “riqueza”. Al fin, son los ricos los que primero se permiten comprar
ropas rotas.
Una serie de colores asociados a la pobreza surgen en las corrientes de la moda centradas en lo
étnico, en la imitación de culturas que son vistas como “primitivas”, y por lo tanto autenticas. La
actitud ante las tribus “primitivas” oscila entre su “civilización”, lo que significa su destrucción
cultural, y su “preservación”, lo que puede condenarlos al estancamiento y convertirlos en un
producto cultural de alto potencial comercial.
No es difícil leer en distintas arquitecturas apelaciones estéticas a lo étnico aunque estas se
manifiesten más en el diseño de interiores, en donde la incorporaron de tapices y muebles de
“otras culturas” agregan un tono de “autenticidad”. La pobreza también se convierte en producto
en la forma de espectáculo de lo real, en el cine y la TV (peregrinación de los turistas por las
barridas pobres de Nápoles, o las favelas de Rio de Janeiro). En el arte, lo pobre se vincula a una
expresividad menos artificiosa, más figurativa.
La apropiación de los valores de autenticidad de la pobreza por parte de la industria cultural se
superpone naturalmente a los significados de autenticidad reconocidos en lo viejo y lo gastado. En
la medida que pobreza y limitación son sinónimos, la adopción de materiales baratos, o que
parecen baratos, es un recurso estético que recupera la preferencia por materiales industriales
utilizados en situaciones domesticas. No pocas veces, las declaraciones que acompañan las obras
insisten en la descripción de limitaciones de presupuesto que se presentan salvadas por las
economías obtenidas con el uso de los materiales mas rústicos que los corrientes (pero no
necesariamente mas baratos), aunque puede advertirse la forzada justificación que tiene por fin
camuflar una voluntad antes que nada estética. Es decir, la ficción de una solución que parece
barata, aunque no lo sea.
Hay una arquitectura pobre en las propias manifestaciones de la construcción popular. Pero estas
alcanzan la regularidad identificable de un estilo no tanto por su intencionalidad como por la propia
repetición de los patrones de la pobreza. La idea de improvisación, del collage, están próximos a lo
pobre en tanto son rasgos propios de la escasez. Pero en la práctica profesional, debido a la propia
naturaleza de la arquitectura como disciplina de la previsión, se neutraliza la espontaneidad de la
improvisación.
La autoconstrucción y las formas de arquitecturas liberadas de la regimentación estricta del plan
conforman una serie de movimientos estéticos que ven en la pobreza y elementalidad de los
materiales un sentido profundo. Caveri declara a la cultura como una emergencia de la acción y la
construcción colectivas, de un arraigo y una historia intransferibles. Emparentado con esta
sensibilidad, el movimiento de las Casas Blancas que se había desarrollado en Argentina en los
años 60, recuperaba una dignidad del muro de adobe o simples ladrillos, simples pisos de terracota
y detalles artesanales de herrería y cerámica, significados que remiten a una humanidad y
autenticidad que ya no se reconocían en los materiales altamente industrializados.
4.14 La violencia
Lo irreversible aparece como incontrolable. El sentido estético de lo irreversible surge de lo trágico,
de la desproporción entre la acción destructiva y su efecto. La vida, una vez quitada sobreviene una
profunda certeza, no puede tratarse de una simulación debido a lo irremediable de la muerte.
Ámbito del efecto de la violencia que se torna en fuente de autenticidad.
Se pone en evidencia que la violencia ocupa en las pantallas de TV, en el protagonismo que tiene
en el cine y la iconografía de movimientos culturales populares como el hard-rock o el punk. El
tatuaje aparece como autentico por esta condición violenta de su ejecución y porque es inseparable
del cuerpo.
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En una faceta opuesta, alejada de lo marginal y del escepticismo, la violencia aparece bajo la forma
de salud y deporte, de desafío y superación. Se trata de la vocación por los deportes peligrosos o el
desafío extremo. El riesgo de la vida es pieza clave.
Una forma de consumo pasiva de esta vocación por atravesar los límites es el culto popular por los
récords, como el Guiness.
(Ejemplo campaña publicitaria Benetton, no se publicita el objeto que producen, sino a la gente en
situaciones extremas de riesgo, usando ese producto).
En un campo entre el arte y la arquitectura, la obra de Gordon Matta-Clark, caracterizada por
cortes de edificios, focaliza este aspecto de la destrucción. Si sus edificios seccionados o
agujereados producen una visión de destrucción quirúrgica, en cambio la rotura de los cristales del
IAUS disparando con un arma como parte de la exposición “Ideas as model”, expresan la violencia
de una destrucción que es capaz de escandalizar incluso a Peter Eisenman, entonces director del
IAUS.
Pero la destrucción literal de Matta-Clark cede paso a la representación de la destrucción. Robin
Evans establece la relación entre una arquitectura de fragmentos y una destrucción figurada: “Un
fragmento es una parte de algo mayor. Usualmente alto que ha sido roto. De todos modos, para
tener algún sentido para nuestros propósitos, un fragmentos es algo que se ve como si hubiera
sido roto”. Evans atribuye a Tschumi una arquitectura de transgresión, si no capaz de incitar al
asesinato, al menos receptiva a él. En la deconstrucción de Tschumi o la vehemencia provocativa
de Coop Himmelblau, Evans rastrea procedimientos que niegan la unidad, el centro, el orden. La
subjetividad debe ser conservada a toda costa. El edificio luce como si hubiese sido arrojado o
explotado (ej: oficinas de abogados en un ático de Viena).
En remodelaciones como el departamento para Guido Di Tella en Bs As, el Centro Cultural Recoleta
o la casa Ghirardo en Martinez, Clorindo Testa literalmente corta las estructuras para evidenciar la
violencia de una transformación que no acepta las limitaciones de lo existente. Declara muertos a
los edificios que deciden recortar, para volver a hacerlos habitables, funcionales a las nuevas
necesidades. Pero Testa desdramatiza la destrucción, mediante el color la acerca a la curiosidad, a
la sorpresa de lo imprevisto, de un modo parecido que la fingida “destrucción” de los
supermercados Best de SITE, que proponía una faceta cómica en que la violencia de un imaginario
accidente muestra lo absurdo de las formas resultantes. La revelación de lo absurdo aparece en
metales retorcidos, paredes desmoronadas o piezas seccionadas exponiendo lo que nunca había
sido visto.
El deseo de eliminar la “representación”, que comienza con la abstracción, argumenta Virilo, lleva a
la “presentación”: “ya el arte de pintar intenta sobrepasar toda re-presentación, para ofrecer la
presencia misma del acontecimiento, como lo hará la fotografía instantánea”. Hace un caso de la
vida y obra de Rothko, quien libre de todo compromiso ético y sentimental, quiere ir hacia la
eliminación de todos los obstáculos entre el pintor y la idea, entre la idea y el espectador. Pero esta
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repentina sobreexposición de la obra, como de aquellos que la observan, va acompañada por una
violencia que ya no es solamente simbólica como era ayer, sino práctica.
La fotografía de RES muestra en un plano frontal el aspecto de un boxeador antes e
inmediatamente después de la pelea. Las consecuencias de una violencia reglamentada se exponen
con la objetividad de la cámara certificando que lo sucedido deja una huella indeleble en las
personas.
En cualquier caso, la violencia se revela como una faceta de lo irreversible. La muerte es
irreversible, y la destrucción aproximadamente también, pues siempre es difícil o imposible restituir
la forma y la unidad originales. En la arquitectura, los fragmentos y las formas rotas representan
esa violencia o accidente, pero son consecuencia de él, la cuidada intervención del autor. En la obra
de Herzog y De Meuron, emerge la destrucción bajo una forma poética, como deformación,
abolladura, desgarramiento, cortes que alteran unas formas regulares, previstas, para crear otras
imprevistas. Aquí el sentido de una forma inesperada, se propone como una forma de autenticidad,
de verdadera consecuencia de un proceso que se aproxima al accidente.
4.14 El azar
Las formas más visibles del azar son el accidente y la coincidencia. El accidente es una ruptura del
curso esperado de los acontecimientos, a veces graciosa, otras trágica, pero siempre reveladora de
lo incierto, haciendo emerger súbitamente esa condición del destino. La coincidencia toma la forma
de un encuentro. La simultaneidad de acontecimientos que no habían sido programados. La
coincidencia puede ser una virtud, el accidente en cambio es una contrariedad. La propia idea de
accidente es paradójica, porque denomina algo que no se esperaba que pudiera suceder. En ello
radica su belleza terrible. En este sentido, el concepto de accidente es una forma de apreciación de
los hechos, una pura subjetividad. La sola diferencia es capaz de producir un valor superior a lo
meramente planeado, un valor de autenticidad.
La coincidencia emerge en la vida cotidiana como una certeza que escapa de la programación
social, de las normas y de los ritos del consumo. La coincidencia radica en lo azaroso. El arte se
apodera del valor de autenticidad de lo casual elaborando mecanismos capaces de desencadenar
situaciones imprevistas. El dejarse llevar por los acontecimientos, el ofrecerse al destino vagando
por la ciudad es una forma de entregarse al azar, a la posibilidad de lo no planeado. Encuentros no
programados, que logran escapar a la previsibilidad y a la programación de una sociedad abocada a
la reproducción.
No teniendo dueño, la casualidad se presenta como incontaminada, digna de confianza, verdadera.
Ficción y casualidad, azar y coincidencia, se revela como lo más probablemente cierto. El destino
puede ser absurdo, las ficciones pueden ser caprichosas, pero no nos engañan. Ficciones absurdas
pero verdaderas, que Testa prefiere a racionalizaciones o formulas. Casualidades y coincidencias
que toma como certeza. Testa no intenta convencernos, no nos adula ni nos complace,
simplemente deja ver que solo se trata de casualidades y ficciones.
Lo casual y lo azaroso como fuente de valor también asumen otros modos en la arquitectura y la
construcción del paisaje. Lo pintoresco es la reproducción de una situación azarosa, producto de un
proceso desarrollado en el tiempo. Pero lo que se reproduce es un efecto ya producido. En la
jardinería, la arquitectura y el urbanismo, lo pintoresco simula una historia de acontecimientos
diversos mas o menos independientes, que hubieran dado por resultado una forma compleja y
variada. El paisaje es cuidadosamente planeado recreando lo aleatorio, incluso con sus falsas ruinas
falsamente rotas. Esta tradición se afirma en el romanticismo del siglo XVIII y XIX y en el
neogótico. La obra se presenta como abierta, como un proceso que podría continuarse en oposición
a la obra cerrada y completa del neoclasicismo. El pintoresquismo persiste como estrategia en la
ciudad jardín y reaparece en la tematización. En este sentido, el jardín pintoresco es el precedente
próximo del parque temático.
Lo acumulativo y lo histórico son la condición natural de la ciudad, pero lo urbano también
sucumbe a una reproductibilidad que se exacerba en el suburbio norteamericano, en las nuevas
villas turísticas del Mediterráneo o la Polinesia y en el ya comentado parque temático, lo pintoresco
es imitación, pero esa fabricación requiere medida, porque el exceso impide el “dejarse engañar”.
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Sin embargo, la repetida imitación de ciertos temas termina por consolidarse como figuras que el
público acepta. En ese punto el signo de lo antiguo no precisa parecerse verdadero, le basta con
sugerir “antiguo”.
En la narración del accidente, la forma remite a un acontecimiento imaginario o a la narración del
propio proceso del proyecto o la construcción. En el primer caso, la materia figura una
transformación del material. En el segundo, la narración refiere al proceso del proyecto o de la
construcción, donde se exaltan las condiciones particulares y contextuales. Mas literalmente cuando
la expresión arquitectónica refleja el proceso de la propia construcción, donde se amplifican las
variaciones y circunstancias, como en las obras de Lucien Kroll para la Universidad de Lovaina
(1974), dando preeminencia a la diversidad de circunstancias de los residentes (mediante la
participación) antes que a la unidad formal de la obra.
En el tercer caso, la narración se vuelve la ilustración, no ya de condiciones que se presentan como
objetivas, “contextuales”, sino del proceso de proyecto, de la íntima interacción entre el arquitecto
y su proceso de gestión. En estas arquitecturas narrativas, la forma es el resultado del propio
proceso de su proyectación. La narración aparece trágicamente en el Museo Judío de Berlín, de
Libeskind, rememorando el accidentado destino de los judíos berlineses en la fría brutalidad de los
tajos con que corta el edificio.
No puede dejar de advertirse un paralelo entre el recurso pintoresco y los experimentos
proyectuales de vanguardia, que de algún modo también simulan unos procesos más o menos
aleatorios. Venturi describe el Parque de La Villette: “Una visión del siglo XX tardío del viejo jardín
inglés de la última parte del siglo XVIII”. Pues todos estos accidentes, colisiones, deformaciones, se
presentan “como si” hubieran sucedido. Son la imitación de las consecuencias de un proceso
imaginario. Parentesco entre pintoresquismo y deconstructivismo, vinculados a través de ese
interés moderno por el fragmento que arranca en el cubismo: el rasgo distintivo de la arquitectura
deconstructivista es su exageración de alguna propiedad ya recurrente en la arquitectura del siglo
XX.
Herzog y De Meuron construyen sus edificios con una reproducción en tamaño agigantado de
procesos que ensayan formas y materiales. Estos procesos están destinados a producir formas
azarosas mediante acciones a veces violentas, a veces aberrantes, pero siempre buscando producir
un espacio para lo accidental, un resultado que contenga algún grado de imprevisión. Lo imprevisto
lo es en dos sentidos: en el de una forma no diseñada, pero también en el de una forma no
esperada, poco conocida, que a la vez puede saciar la necesidad de originalidad de un consumo
cultural basado en la constante renovación. Como ellos mismos la llaman, la rigurosa “genealogía”
de la forma se torna en una condición de autenticidad, pues refiere a un proceso que, si bien es
producido, también es aleatorio. En esa condición radica su fundamento, en ser la huella
amplificada de un accidente controlado.
Los mecanismos azarosos, que había cultivado el surrealismo, se enlazan con la noción de dibujo
automático, según Josep Montaner: “Es posible encontrar influencias parciales de los mecanismos
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del azar y la escritura automática en proyectos de Rem Koolhaas, Tschumi, Libeskind, Coop
Himelblau (The Open House en 1983, garabateando en un papel con los ojos vendados)”. En azar
provee de una legitimidad a estas formas. Ese valor de autenticidad depende de la fidelidad al
proceso, por eso los modelos originales deben conservarse, y se registran en las publicaciones con
mayor espacio que la propia obra.
4.15 Lo natural
La figura del accidente se asocia a lo natural en la catástrofe. Lo incontrolable se manifiesta en el
desastre natural: la inundación, el terremoto, se convierten en eventos fascinantes con las curiosas
disposiciones de elementos conocidos abatidos, tumbados o partidos.
Lo natural está definido como lo que es dado, lo que es ajeno a la voluntad del hombre, y por esa
misma condición aparece como incontrolable, como autentico. Sin embargo, esa independencia es
engañosa en tanto la condición de lo natural está retrocediendo a medida que aumenta la
capacidad del hombre de controlarla. Esto estimula la valoración de los paisajes vacíos, no tocados
por el hombre. En ellos puede alimentarse un sentido de lo autentico. De distintas formas emerge
una percepción de lo natural que toma el sentido de lo saludable y lo benéfico. Lo natural es el
lugar donde volver para recomenzar, renacer desde un principio percibido como sano. Encarna la
ilusión de una suerte de refugio de la civilización, donde el hombre moderno se imagina libre de las
decisiones que esta misma civilización le exige.
En los movimientos preservacionistas del Sierra Club en EE UU, Rossana Vaccarino identifica cuatro
percepciones de lo natural: nacionalismo (naturaleza percibida como un tesoro público),
comercialismo (como un “commodity” para el turismo), espiritualismo (como un refugio a los males
de la civilización), y una ética biocéntrica (como el reino de lo no humano). Se percibe lo natural
como un capital, un bien que se posee. Lo natural se transforma en una idea-figura que se integra
a los ritos urbanos en la forma de distintos “estilos”. El “escape” de la ciudad hacia los suburbios se
sostiene en buena parte en esta percepción de “lo natural” como algo benéfico, saludable, en una
idealización de la naturaleza que prefiere no ver su aspecto terrible, incontrolable tormentas,
imprevisibles terremotos. En los suburbios acomodados de Bs As todas las semanas se alzan las
columnas de humo de la quema del pasto cortado, en una irónica escena que convierte el mejor
forraje en inútil residuo. Menos visible será el hecho de que la expansión de los suburbios ha tenido
como principal consecuencia el consumir los paisajes naturales que rodeaban a las ciudades. Las
obras paradigmáticas de la arquitectura moderna habían mistificado esa relación con la naturaleza:
la casa de las cascadas de Wright, no está próxima o frente a la cascada, sino “sobre” la cascada, o
la Casa Puente de Amancio Williams, sobre el río. La aplicación a escala masiva de este paradigma
ha producido las grandes extensiones suburbanas norteamericanas que Mario Gandelsonas llama
“exurbia”.
Paradójicamente, la popularización de la ecología produce un efecto de boomerang, donde la
creciente “conciencia ecológica” de las personas y sus deseos de entrar en contacto con la
naturaleza estimulan prácticas mas nocivas para el medio ambiente. El vehiculo todoterreno 4x4
consumas mas litros de nafta y produce mas gases de CO2. La transformación de la ecología en un
producto de consumo deviene en un consumo mas intenso y mas irracional de esos mismos
recursos naturales.
Frecuentemente el reciclado es ofrecido como argumento exculpatorio de prácticas notoriamente
perjudiciales, que encuentran una disculpa a la voracidad de los consumidores. Todos estos
recursos están imbuidos de una retórica moralista y actúan como coartada de una conciencia
pública que necesita mostrar su simpatía con la naturaleza, para continuar al mismo tiempo, con un
estilo de vida basado en la intensificación del consumo. Sin proponérselo, la extensión de las
actividades naturistas a más entornos naturales tiende a degradarlos.
El público percibe como más ecológicos los edificios construidos o revestidos con maderas, pero
frecuentemente se trata de maderas duras taladas de bosques tropicales centenarios, árboles que
no se reponen por su prolongado período de crecimiento (Biblioteca Nacional de Francia).
La arquitectura no puede decidirse sobre si los edificios “ecológicos” son los más tecnológicos o los
realizados con materiales “naturales”, menos procesados, en la medida que parece imposible
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acordar si debe primar su funcionamiento o su aspecto simbólico. En una exploración guiada tanto
por el sentido común como por una voluntad expresiva, Enrique Browne recurre en Chile a grandes
parrones vegetales para controlar la incidencia de la luz sobre los ventanales. En otra vertiente, la
preferencia por formas orgánicas, como el diseño de Utzon para la Opera de Sidney, no
necesariamente serán mas favorables al medio ambiente, debiendo desarrollarse complejas
soluciones técnicas para hacerlas posibles. En este sentido, la representación de una “conciencia
ecológica” es completamente divergente de las medidas más convenientes y racionales, y la
búsqueda de una “estética ecológica” no ha logrado converger con las prácticas mas sustentables
para el medio ambiente ni ha podido encontrar una expresión dominante.
Sin embargo, este debate se empequeñece frente a la diseminación de las ciudades en suburbios.
Esta dispersión exige una sobredependencia del automóvil que termina constituyendo el principal
costo ambiental de la ciudad.
En otro orden, la figura de lo natural aparece como frontera. La exploración de los limites
geográficos es una práctica que contiene una noción de lo natural como una extensión siempre
mayor que lo conocido. Traspasar la frontera del territorio para alcanzar lo inaccesible. El espacio
exterior se convierte en un producto de consumo a través de los medios de difusión: libros,
revistas, documentales y películas de ficción alimentan una fascinación por lo desconocido tanto
como por el peligro que encierra su exploración. Lo inexplorado, el riesgo y la aventura contienen
así valores de autenticidad en la medida que quedan más allá de la previsibilidad de la vida
moderna.
4.16 La inocencia
Cuando la TV ofrece lo que el obsesivo monitoreo del rating indica, cuando la premeditación de la
media se hace consciente en el espectador medio, surge el descreimiento. Todo es pasible de duda
y sospecha. La sinceridad se hace imposible; entonces lo verosímil será buscado mas allá del limite
de lo que se percibe como una extendida conspiración en contra del espectador, más allá del
montaje del espectáculo de la vida diaria: la inocencia de la cámara se valida por una declaración:
EN VIVO (tiempo real, omite la manipulación del montaje).
La “cámara sorpresa” es un claro ejemplo. El placer del espectador surge por la sensación de
realidad. En la Argentina, este engaño filmado se presenta en el programa Videomatch,
consiguiendo el mayor rafting de la TV. El punto culminante llega cuando la victima está a punto
del llanto o la violencia, objeto de toda expectativa: el desborde y el descontrol. El propio éxito del
programa exige su repetición y la invención de escenificaciones más complejas. Pero la misma
reiteración va levantando una nueva sospecha: ¿No será la farsa también una farsa, y la aparente
victima un actor profesional, y la verdadera victima es otra vez el público, al que se le vende una
falsa inocencia? Baudrillard plantea la creciente falta de credibilidad de los medios de comunicación
a partir de una serie de escándalos derivados del descubrimiento de montajes. Cuando todas las
personas que nos rodean, desconocidos e incluso familiares y amigos que nos acompañan en un
viaje, los choferes, los policías que los detienen, todos pueden ser actores conjurados para burlar la
realidad ¿Cuál es la medida de lo real? El film “The Truman show” presenta esa terrible posibilidad.
El E24 la televisión argentina documenta las urgencias de un hospital. Este tipo de programas se
sustentan en hechos reales, lo que da valor a las imágenes es el hecho de que sea en vivo.
El reality show se convierte en la ventana a una autenticidad que pronto se adivina amplificada por
los medios que la presentan. El drama, el dolor, el desconcierto complementan esta inocencia de lo
privado exhibida en público.
No es facil ver cómo se expresa esta frontera de la inocencia en la arquitectura. No por casualidad
que The Truman Show haya sido filmada en la ciudad modelo del Nuevo Urbanismo: Seaside,
diseñada por Duany y Plater-Zyberk.
Si los edificios antiguos se han convertido en una eleccion preferida para ocuparlos con actividades
que aspiran a un lustre cultural, no es solamente porque puede explotarse una autenticidad del
pasado. También porque se recupera su condición ruinosa, su destino de abandono y aspectos
inesperados de su deterioro, “tal cual están”. En tal categoría podrían ubicarse varios aspectos del
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proyecto de Clorindo Testa, como el Centro Cultural Conex y el Recoleta, o el Design Center (todos
en Bs As).
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una de estas “fuentes” de autenticidad. El ya mencionado caso del explorador y su figura más
próxima: el coleccionista (ejemplo de Indiana Jones).
La unidad entre persona y colección se revela en la casa de sir John Soane en Lincoln Inn Fields, a
la vez residencia y museo. Y será la arquitectura el medio de hacer visible esa personalidad,
adoptando un rol simbólico y comunicacional que llega a hacer más importante al contenedor que
el contenido. Constantini o Fortabat en la Argentina ejemplifican la construcción de una identidad
pública a través del coleccionismo. La transformación de la colección particular en museo sigue al
deseo de hacer pública esa identidad tanto como de consagrar un estatus para la colección y que
ese nombre pueda trascender más allá de la finitud de la vida. No es de extrañar entonces, que el
museo haya resultado también un sitio donde la compra de reproducciones se convierte en un
simétrico acto de identificación.
Un nuevo interés por lo popular abrió la puerta a otras manifestaciones culturales, incluso
contemporáneas. La multiplicación del tema del museo en la ultima parte del siglo XX fue
acercando el museo a los temas del folklore y luego a lo popular, alejando la atención de lo
excepcional y acercándola a lo representativo. Esta tendencia alimenta la ampliación de la temática
del museo y legitima la aparición de los objetos ordinarios de la vida diaria. La elevación de los
objetos populares, del graffiti o el rock a una nueva sacralizad de lo “real”, compite con el arte
formal sospechado de premeditación complaciente, de frío cálculo del éxito en cada gesto que
habilita su entrada al museo. La dimensión de la cultura popular refiere a una noción de cultura
como identidad.
El museo no solamente se hace más importante en la sociedad contemporánea, también extiende
su área de influencia a la historia, la naturaleza, el deporte, el arte, la ciencia, etc. El museo se
convierte en el templo destinado a contener lo autentico. Se espera que sea el lugar de “lo
verdadero”, y la tendencia a su monumentalización parece el intento de indicar la autenticidad de
un contenido crecientemente sospechado de falsedad. La monumentalización del museo es el
correlato de su sacralización. Su multiplicación y extensión de temáticas de todo tipo sugiere que la
institución del museo es el último recurso de identidad que encuentran ciudades y comunidades.
Su extensión amplifica su esfera de influencia y deja de ser exclusivo terreno de instituciones del
Estado, integrando las iniciativas individuales, las modernas corporaciones y las empresas
comerciales. Esto produce una ambigüedad en la que la frontera entre el museo y el espectáculo se
ha difuminado, el espectáculo prevalece, haciendo del público un espectador predispuesto a
aceptar la certificación que le ofrece el museo. El “diseño” es el mediador entre el arte y el
producto de consumo. La metamorfosis del “showroom” en museo es parte de una cuidada
estrategia comunicacional que consigue validar los objetos de consumo mediante su apelación a
una condición museográfica.
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Esto puede observarse como una fatalidad funcional, como lo hace Koolhaas: “Los museos
pretenden ser templos de cultura, cuando por todos es sabido que su programa es diferente, y que
el enorme volumen de visitantes ha hecho inclinarse la balanza o cambiar de concepto”.
El museo también se fusiona con el parque temático, se extiende sobre la ciudad, y porciones
enteras de ella quedan certificadas como históricas. Por ejemplo, South Street en Nueva York,
donde la museificación de varias cuadras de la ciudad logra mezclar hasta hacer indescifrable la
preservación, la reconstrucción y la imaginación.
Diseñados por Koolhaas, el Guggenheim Las Vegas y el Hermitage-Guggenheim son dos piezas
sobrias y eficaces que deben su notoriedad a la importancia de las instituciones promotoras, a la
singularidad de la operación y a la fama de su arquitecto, tres ingredientes que se unen a la común
preocupación de sus protagonistas por el comercio, la publicidad y la moda, dice Luis Fernández
Galiano.
La “verdadera innovación” es solicitar a corporaciones como BMW, Giorgio Armani o Hugo Boss
“auspiciar shows” de sus propios productos, convirtiendo al museo en boutiques, y a las boutiques
en franquicias.
Esta concurrencia de factores hace del museo el centro de una nueva estrategia de comunicación
que incorpora la experiencia del mundo de la publicidad, la comunicación profesional y los
emprendimientos comerciales.
El acercamiento del museo al espectáculo reemplaza cada vez más las colecciones fijas por las
muestras, y las exhibiciones por el evento. El nuevo interés por el evento radica en la combinación
entre lo que sucede “en vivo” y lo imprevisto. Se convierte en un acontecimiento de una
verosimilitud mayor en cuanto sucede en tiempo real.
Koolhaas se ha convertido en el moderno explorador. Explora la frontera entre el “arte” y lo
popular, entre la cultura y el consumo. Con sus publicaciones como S, M, L, XL, Content, y Guía de
Harvard para comprar…, se presentan como provocativos objetos de consumo. Está claro que
Koolhaas no se conforma con la arquitectura como campo de trabajo, y extiende sus esfuerzos
creativos a la comunicación de masas y al nudo del problema contemporáneo de la identidad: la
construcción de “marcas”.
Existe una separación cada vez mas grande entre el mundo formal de la arquitectura en su sentido
estrictamente disciplinar y los fenómenos urbanos. Pareciera que para el arquitecto más exitoso, el
éxito ya no está en la arquitectura. Es que el espectáculo, el showroom, y el museo concurren en
un mismo punto para dar cabida a la comunicación de masas, la seducción y la autenticidad. Este
fenómeno demanda una nueva clase de actores profesionales, capaces de conjurar
simultáneamente los secretos de difusión, del deseo y de lo verdadero. El éxito emerge como la
mas importante medida con que la sociedad evalúa estas tres condiciones, invirtiendo la relación:
ahora es verdadero aquello que alcanza la máxima difusión que da el éxito.
El imperio de la frivolidad
Jorge Liernur
“Todo lo sólido se disuelve en el aire”:
Suele sostenerse que el episodio de la guerra de Malvinas es el que dio lugar a la caída de la
dictadura, pero esta tenía sus días contados desde la crisis de 1980. el país además de hacerse
cargo de una herencia de terror y sangre debió reconstruir una economía en estado de colapso,
con empresas estatales empobrecidas y con una abultada deuda externa. La recuperación de la
democracia encontró a la cultura arquitectónica vaciada de contenidos y con su joven generación
aniquilada. Con la dictadura militar había culminado también una parte del sistema de ideas del
modernismo que vinculaba formas y contenidos de la nueva arquitectura a la realización de
programas de alcance social y envergadura colectiva.
La frivolidad a la que hace referencia el título debe entenderse pues en dos sentidos. Primero el
despilfarro de recursos, el prestigio de los asuntos banales o el goce hedonista, indiferente a las
miserias propias. Por otra parte, las transformaciones que experimentó el país en las dos últimas
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décadas del siglo XX fueron resultado de una reestructuración general del capitalismo en todo el
mundo.
Según Castels, a partir de los 80 se ha operado un pasaje de lo que él denomina mono de
desarrollo industrial al modo de desarrollo informacional. Este cambio, que por simplificar se
identifica con la idea de “globalización” y “mundialización”. De todas las características de estos
procesos, la desencadenante de los efectos más espectaculares es la velocidad. El último siglo
terminó signado por cambios vertiginosos, como si se cumpliera al pie de la letra la afirmación de
Carl Marx: “todo lo sólido se disuelve en el aire”. La velocidad que determina esos vértigos (la del
capital fluyendo por la red) condiciona de un instante a otro el florecimiento o la ruina de barrios,
centros urbanos o regionales.
En las dos décadas finales del siglo XX la concentración de riquezas ha alcanzado en la Argentina
un nivel desconocido hasta entonces: nunca antes había sido tan grande la brecha entre pobres y
ricos. La manifestación material de esto fue el aumento de consumos superfluos al tiempo que
quedaron descubiertas necesidades de salud, educación, cultura, esparcimiento, justicia y vivienda.
Buena parte de las construcciones urbanas fueron frívolas en este sentido, desde los lofts hasta los
centros de compras y sus oropeles, desde los restaurantes hasta los multicines u hoteles de lujo.
El interés por muchos de los consumos superfluos atraviesa al conjunto de la sociedad. También
esa expansión del consumismo constituía una expresión local de un fenómeno económico y cultural
de alcance universal que atraviesa a toda la sociedad contemporánea: el mercado de íconos
infantiles o futboleros, del rock, las bailantas, de la tecnobasura importada, las gaseosas, los Fast
food o las zapatillas deportivas no se reduce a un determinado sector o clase y no excluye ni
siquiera a los más desesperados.
La arquitectura de este período ha sido una arquitectura de la frivolidad. Una arquitectura que
asumió plenamente la idea de la autonomía de la disciplina. De alguna manera, la noción derridiana
de lo frívolo puede asociarse a cuestiones de la velocidad y la extrema flexibilidad a que hemos
hecho mención antes. Bajo su dominio la unión fija de significante y significado que carateriza al
signo en la cultura clásica no solo pierde vigencia debido a la crisis moderna de fundamentos, sino
que se constituye en un obstáculo. Por ese motivo un gran número de manifestaciones de la
cultura de fin de siglo se caracteriza por la aceptación e incluso el auspicio de la intercambiabilidad
y el flujo de significantes sin significado alguno. No otra cosa son las llamadas estéticas del
videoclip o la actitud de zapping que han estado colonizando a distintas expresiones artísticas de
las que no escapa la arquitectura.
En 1982 la llegada de Charles Moore a la Facultad de Arquitectura del Proceso, pero sobre todo la
de Aldo Rossi a la Escuelita, recibido esta vez con bombos y platillos luego de una furtiva primera
visita en 1978, fueron las primera señales de importancia que indicaron la difusión de las posiciones
antimodernistas, que la crítica norteamericana difundió como “posmodernistas”. Antes del
posmodernismo se podía auspiciar un modernismo orgánico, tecnicista, puro, monumentalista, pop
o brutalista. En los 80, y con distintas expresiones en los 90, se dieron por liquidados los lazos que,
hasta entonces, habían mantenido unidos significado y significante.
Mucho más allá de los estrechos límites de la arquitectura, la pérdida de contenidos estaba
produciéndose en todos los planos: en el económico, con la rendición del Estado a las fuerzas del
mercado; en el político, con la renuncia a las utopías que habían abonado los movimientos de
progreso social en el período anterior; y en el cultural, con el ya señalado ataque a los
modernismo.
La liquidación de las antiguas características del Estado, en especial en la última década del siglo,
tiene para las estructuras del territorio consecuencias en dos aspectos: el de la privatización de
empresas y servicios, y el de la descentralización de una importante cantidad de funciones en las
provincias y municipios.
A diferencia de los planes del período anterior, los planes estratégicos procuran construirse como
un acuerdo político entre los distintos actores que protagonizan los hechos urbano-territoriales, y se
definen como estructuras dinámicas, capaces de pilotear los obstáculos para la realización de esos
proyectos o adaptarse a los cambios que la dimensión temporal, fundamental para las
transformaciones de estas formas humanas. El primer Plan Estratégico fue elaborado para la ciudad
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de Cordoba en 1991, y luego se presentaron unos 80 planes más de este tipo en otras ciudades
importantes.
Los aeropuertos y la gestión y construcción privada de autopistas en relación con los centros
urbanos más grandes, parecen los motores principales de nuevos procesos de reestructuración
territorial y urbana. En Bs As debemos referirnos a las dos principales aglomeraciones articuladas
con ella por las nuevas vías de circulación: Rosario y La Plata. Como ocurre entre Rosario y Bs As,
también entre La Plata y Bs As, la modernización de los accesos ha provocado el surgimiento de
countries y barrios privados.
La privatización de la ciudad: en algunos casos, la crisis de las economías regionales,
particularmente la del noroeste, continuó estimulando la llegada de inmigrantes y acentuó la
formación de cordones de miseria. En el área metropolitana de Bs As, el crecimiento demográfico
se atenuó, a pesar de esto, en la Capital las “villas miseria” aumentaron su población, habiendose
producido además un crecimiento de la población en los antiguos conventillos y en sus versiones
modernas los “hoteles”. A esto debe agregarse los edificios “intrusados”, antiguas construcciones
ocupadas de manera ilegal con destino a vivienda.
La caída de la inversión pública ha contribuido al deterioro de estas tareas centrales, provocando la
expulsión de los sectores medios y el crecimiento de la tugurización. De manera que las acciones
que se han verificado a escala urbana en este último período deben entenderse como un producto
de la articulación entre esas presiones y las acciones del capital concentrado estimuladas por la
mundialización.
La reducción de la distancia/tiempo entre el centro y los cinturones periurbanos determinó la
aparición del nuevo fenómeno de los barrios cerrados. Usando una denominación utilizada en EE
UU podríamos decir que más allá del “cinturón del óxido” (talleres, industrias, barrios de lata y
basura) comenzó a construirse el “cinturón del sol” (casitas soñadas y ambientes artificialmente
pacificados). Si la construcción de estas casas en los cinturones del sol aporta una nueva
caracterización a las ciudades argentinas de fines de siglo XX, una señal tanto o más relevante de
las transformaciones estructurales es el traslado a la periferia de sedes administrativas de empresas
de primer nivel (Volkswagen, Lloyds Bank, Capsa-Capex).
La creación de ghettos ricos no se reduce a la forma de cinturón de sol, puesto que muchos
sectores acomodados siguen prefiriendo la intensidad de vida en la ciudad. Insertos en la trama,
este otro tipo de ghettos ha requerido grandes predios y del relajamiento de las normas
urbanísticas tradicionales. De este modo ha sido posibles la construcción de grandes volúmenes
como la torre Le Parc de M R Alvarez. Aquí los nuevos edificios generalmente torres con jardines
cerrados y equipados en las plantas bajas, suelen ser indiferentes al contexto inmediato.
Uno de los edificios que puede destacarse desde el punto de vista de la operación arquitectónica es
el de Alto Palermo, del estudio de Solsona y Urgell. El conjunto fue iniciador de una tendencia
consistente en la construcción de edificios gemelos.
Los capitales concentrados, muchas veces internacionales, se convirtieron en actores de
importancia en la construcción de la ciudad. La construcción de viviendas de alta densidad para
sectores medios, a los que se suman centros de compra, recreación oficinas y servicios. La escasez
de fondos públicos y la gran demanda de vivienda hicieron que estas inversiones fueran recibidas
por las autoridades sin oponer resistencia. Ejemplo de estas intervenciones de gran envergadura
fueron los proyectos para la zona del ex albergue Warnes y del ex Mercado de Abasto.
A mediados de los 90, saturada la demanda de viviendas de altos estándares, el crédito comenzó a
dirigirse a los sectores medios y el programa de las islas urbanas se extendió a este tipo de
unidades de menor costo, las que comenzaron a construirse en barrios como Liniers, Villa del
Parque o Abasto.
El mercado de viviendas en altura para sectores medio en Córdoba capital albergó en los 80 y 90
una experiencia singular, del arquitecto José Antonio Díaz. Sus obras se caracterizan por el empleo
masivo del ladrillo a la vista, material que él mismo fabrica.
El espacio público se privatizó de 2 maneras. Por un lado, se acentuó la privatización con destino a
la especulación inmobiliaria, de predios pertenecientes a la ciudad; por otro lado, numeroso lugares
de esparcimiento de propiedad pública pasaron a ser accesibles para quienes estaban en
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condiciones de pagar por ello. En Bs As las superficies que en estos años dejaron de pertenecer al
Estado: terrenos de Puerto Madero, La Rural, Santa María del Buen Ayre, Warnes y otros.
Rosario y Córdoba ofrecieron ejemplos de una actitud diferentes recuperando áreas para usos de la
población.
Como contracara de la débil acción pública, la acción privada transformó en pocos años varios
kilómetros de la costa entre Olivos y Tigre, mediante la reconstrucción del Tren de la Costa, uno de
los emprendimientos de escala urbana de mayor envergadura en la Argentina del fin del siglo.
En el concurso para el Plan Maestro de los terrenos de Puerto Madero confluyeron de la manera
más intensa los modelos de acciones que se deducían de las nuevas actitudes frente al fenómeno
urbano. “Ciudad por partes”, ghuettos ricos, “gentrificación”, creación de una zona privilegiada con
una máxima renta, de posición histórica y paisajística y con el máximo valor absoluto de los
predios. Por su ubicación junto a los terrenos centrales de la ciudad, Puerto Madero permitió
imaginar una verdadera isla, una imagen urbana perfecta para los nuevos ideales de los poderosos
en los 90. El concurso no tuvo resultados destacables, en los trabajos de los equipos seleccionados
fue dominante la consagración del damero y la ausencia de ideas innovadoras.
En consonancia con la tendencia a la gentrificación de áreas centrales obsoletas comenzó a usarse
un nuevo espacio habitable: el loft. El loft constituye una respuesta al cuestionamiento de la familia
clásica, a la revalorización del individuo, a la pérdida de vigencia de antiguas normas de
comportamiento y a la estética “sucia” producida por la consagración del caos metropolitano.
En 1992 se inauguraron los insólitos apartamentos extraídos de un viejo silo, proyectado por M, SG,
S, S y Juan Carlos López y Dujovne, Hirsch.
Retomando la tipología que en los 30 tuvo realizaciones memorables, fueron a la manera de
aquellos ¡ateliers de artistas! Que se planearon varios edificios. El estudio Baudizzone-Varas-Lestard
proyectó alguno de ellos en Bv Chenaut y Juncal 4559, recicló el dock 7 de Puerto Madero y
proyectó de cero el nº 8. otro de los docks reciclados en la misma zona fue por M, SG, S, S, y
quienes poco después demolieron el magnifico edificio construido por Mario Palanti sibre Figueroa
Alcorta para convertirlo en un conjunto de lofts para jóvenes ejecutivos.
La tipología de espacios únicos, por lo general con entrepisos, fue desarrollada de manera
sistemática en numerosos edificios de esta finalidad (para jóvenes, divorciados y parejas sin hijos).
La creciente inseguridad urbana y la incapacidad de la administración para reorganizar zonas
comerciales existentes, más el proceso de concentración de capitales, generó un programa que
había sido freciente en EE UU y distintos países latinoamericanos: los centros de compra. El
funcionalismo acrítico que caracteriza estas arquitecturas se oculta bajo el gesto del uso de un
lenguaje aplicado, lenguaje que en los centros de compras se superpone a su estructura,
disfrazándola de dama decente o de muchacha divertida. Para este fin, la banalización del
“posmodernismo” y la jibalización de las teorías populistas de Venturi constituyeron un fundamento
tan efímero como las palmeras de plástico o los moños rojos que suelen decorarlos.
En algunos casos estos centros de compra se instalaron en la periferia, y en otras ocasiones lo
hicieron en zonas densas, sin resolver problemas de accesibilidad y otros efectos causados. Las
obras que mejor expresan las actitudes estéticas adoptadas frente al tema: Alto Palermo,
Unicenter, Paseo Alcorta (Bs As), Patio Olmos y Córdoba Shopping (Cba). El primero tiene el mérito
de haber introducido una inedita solución urbana consistente en un puente que permitió abrir a la
circulación pública la calle Arenales. Pero el principal logro residió en el carácter del edificio, una
construcción espectacular perfectamente adecuada a las previsiones de duración del edificio y al
gusto telemasificado del público.
Con una interpretación técnica y simbólica más flexible del programa, Gramática, Guerrero, Morini,
Pisani, Rampulla y Urtubey construyeron un buen ejemplo, que si bien acepta la condición efímera
y celebrativa de estos festivales consumistas, conserva las cualidades de cierto rigor, e intención de
búsqueda que diferencian a la profesión de las operaciones meramente publicitarias. También
Clorindo Testa en estos años condujo a una solución del programa del Bs As Design Center en
Recoleta.
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Se trata de advertir, en que medida la aplicación de esos medios provoca cambios fundamentales
en las respuestas generadas o simplemente alteraciones de orden superficial. En Puerto Madero se
han erigido sendas torres, por arquitectos argentinos y oficinas norteamericanas. Con una
volumetría construida por piezas de distintas alturas y texturas, la ubicada en el extremo norte,
destinada a una de las empresas de telefonías proyectada por KPF, no ofrece mayores novedades
además de la aplicación de tecnología avanzada. La del extremo sur, en cambio, se presenta como
una retórica que alude al high tech de origen británico, fue proyectada por Hok con el estudio
Aisenon y constituye una de las piezas más elaboradas de la zona.
La mayoría de las torres de oficinas de Catalinas Norte, ha empleado estas nuevas tecnologías sin
conseguir generar hitos significativos.
El edificio para la piscina cubierta en Mar del Plata constituye un ejemplo de las distorsiones de las
poéticas tecnológicas en las condiciones reales de un país como Argentina. La piscina fue realizada
con estándares de precisión en el máximo nivel. Paradójicamente, aunque por motivos obvios, las
poéticas tecnológicas no tuvieron su principal expresión en la arquitectura industrial.
La oficina de Aslan y Ezcurra construyó numerosos edificios industriales destacables como piezas
arquitectónicas. El caso de Hoechst y más recientemente la firma ideó los laboratorios Bayern.
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socialista o tercermundista” (Convenio Andrés Bello, 1997). ¿Fin de algunas narrativas? Algunas
están resurgiendo. Por ejemplo, el de la civilización occidental y su misión redentora de toda la
humanidad, el del patriotismo, y el de Dios y sus muchos pueblos elegidos. Al reavivarse estas
narraciones antiguas, uno se pregunta si sólo esos recursos les quedan a los predicadores del relato
único del mercado integrador de la humanidad mediante el libre comercio. En rigor, se trata de la
mezcla de múltiples narrativas que ocultan sus contradicciones, por ejemplo la de la CIA que
contrata terroristas y narcotraficantes por todo el mundo.
¿Dónde quedan ahora los relatos del latinoamericanismo? A partir del “ataque a Nueva York” se
redujo las fantasías de muchos latinoamericanos de buscar trabajo en EE UU. La pregunta sobre
qué significa ser latinoamericano está cambiando a comienzos del siglo XXI, surgen dudas sobre la
utilidad de tomar compromisos continentales. Aumentaron las voces que intervienen en este
debate: indígenas y afroamericanas, campesinas y suburbanas, femeninas y provenientes de otros
márgenes. Las incertidumbres y regresiones económicas y políticas de fines del siglo XX
suspendieron muchas expectativas. El horizonte mundializado cambió a las naciones, los mercados
y los medios. Ni siquiera se mueven en un solo sentido porque la globalización es multivalente.
Un punto de partida de este ensayo es prestar atención a lo que en la globalización no se deja
nombrar como mercado. La variedad de transformaciones no económicas irrumpe cuando vemos
las muchas razones por las que se van médicos argentinos y físicos brasileños a investigar en EE
UU, psicoanalistas y empleadas domésticas a España, etc. América Latina no está completa en
América Latina.
En varias naciones latinoamericanas las remesas de dinero enviadas por los migrantes representan
más del 10% del producto bruto interno. La intensificación de las migraciones está modificando la
ubicación de “lo latinoamericano” en el mundo.
Por lo tanto, en vez de captar una identidad latinoamericana autocontenida, queremos averiguar
cómo se entrecruzan los nuevos y viejos procesos. Sobre todo, qué tareas son posibles en los
próximos diez años. EE UU está impulsando que se firme en 2005 el ALCA, con adhesión de la
mayoría de de los gobiernos y suspicacias de sindicatos, indígenas, ecologistas y empresarios de la
región.
Miles de personas que hoy viven en estas naciones ya no estarán al final de esta década porque
concluyeron que no queda nada por celebrar. Por las migraciones y los exilios, por la suspicacia
hacia la capacidad de los Estados de administrar el sentido de lo nacional, “lo latinoamericano”
anda suelto, desborda su territorio, va a la deriva.
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A esta altura de los logros y fracasos de unos y otros, es razonable no concebir ni a los Estados, ni
a los medios de comunicación, ni al mercado como omnipotentes. Tampoco podemos entender a
los ciudadanos sin los actores estatales y las industrias culturales. El método consiste en explorar
algunas interacciones estratégicas en las que “lo latinoamericano” está disputándose y
negociándose. Es posible que al ir distinguiendo lo que pueden hacer los Estados, los medios y los
ciudadanos se aclaren las opciones hoy viables para América Latina.
La primera hipótesis es que “lo latinoamericano” no es una esencia, y másque una identidad es una
tarea.
Colocar en relación los intentos pasados y próximos de integración de América Latina es útil para
valorar los logros, las frustraciones, y proyectar razonablemente lo posible. No podemos olvidar
cómo constituimos naciones independientes y modernas. Pese a las acentuadas desventajas hemos
logrado alcanzar resultados más altos que Asia y África.: así lo demuestran el mayor nivel educativo
promedio, el acceso más extendido a los bienes económicos y comunicacionales, la incorporación
(insuficiente) de las etnias y los sectores populares a la representación política, etc.
Pese a estos avances, la integración latinoamericana se queda detenida en declaraciones de buena
voluntad. Hay que indagar por qué América Latina no suma su creatividad y variedad literaria,
musical y comunicacional para convertirse en una economía cultural de escala. Averiguar en la
historia las causas de estas frustraciones parece un desafío clave en este tiempo en que la
globalización y las integraciones regionales son imaginadas como requisitos de supervivencia.
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Ya a fines de la década del 60 los gobiernos militares en Argentina y Brasil señalaban las aporías de
las democracias modernizadoras. Unos cuantos artistas de vanguardia enfrentaron a las
instituciones culturales asociadas al desarrollismo, y a las que representaban la influencia
estadounidense. Las irreverencias artísticas y literarias trasladaron las búsquedas culturales a las
escenas de la denuncia y la protesta. En parte, el esplendor creativo de este período se desenvolvió
bajo la represión y entre políticas erráticas.
De modo semejante a como el desarrollismo y la teoría de la dependencia languidecieron,
perdieron convicción aquellas vanguardias artísticas y propuestas nacionalistas en la cultura. No
han venido a sustituirlas otras teorías con consistencia e impulso equivalentes. La situación actual
se caracteriza por una crisis general de los modelos de modernización autónoma.
Encontramos un efecto paradójico. Acumulamos desde los años 70 y 80 un conjunto d estudios
sociológicos, antropológicos y comunicacionales sobre las artes, las culturas populares y los medios
masivos que permiten plantear los vínculos entre ofertas culturales, consumo y movimientos
sociales. Pero este avance académico ocurre en medio de una incertidumbre socioeconómica y
política acerca de la viabilidad del continente.
Tener una identidad equivalía a ser parte de una nación, una entidad espacialmente delimitada.
Esos referentes identitarios fueron embalsamados en un estadio “tradicional” de su desarrollo y se
los declaró esencias de la cultura nacional. Exhibidos en los museos, se los transmite en las
escuelas y los medios masivos de comunicación.
La transnacionalización de la economía y la cultura ha vuelto poco verosímil ese modo de legitimar
la identidad. La noción de identidad nacional es erosionada por los flujos económicos y
comunicacionales, los desplazamientos de migrantes, los intercambios financieros multinacionales,
etc.
En el contexto de la posguerra se comenzó a imaginar cómo podían articularse sociedades
latinoamericanas volcadas hacia adentro. La CEPAL: al tecnificar la producción, ir autoabasteciendo
el consumo interno y exportar manufacturas, llegaríamos a superar el deteriorado intercambio de
los países periféricos con los centrales.
Aún cuando entre 1960 y 1980 el producto bruto interno creció 6% en promedio, el modo de
desarrollo concentrador y excluyente frustraron los programas de integración regional. Las crisis
petroleras, la acumulación irresponsable de deuda externa, las dictaduras, fueron ahogando la
acción independiente de toda la región.
Ahora, los estudios sobre nación y cultura descreen de esas identidades forzadas y de esa etapa de
integraciones voluntaristas.
Frente a las deudas y las migraciones algunos sectores creen encontrar en las tradiciones populares
las reservas últimas que podrían jugar como esencias resistentes a la globalización. Reavivar
nacionalismos, regionalismos; así se pretendió, en la última curva del siglo XX, ahorrarse el “trabajo
histórico” de la construcción y readaptación de las identidades mediante la simple exaltación de
tradiciones locales.
Por una parte, la crisis de los modelos políticos nacionales y de los proyectos de modernización
estimula esta búsqueda de alternativas autonomistas. Por otra parte, las dificultades
experimentadas en Venezuela por el gobierno de Chávez para reorientar la economías de su país,
hacen dudar de soluciones nacionalistas que no toman en cuenta la formación heterogénea de las
sociedades latinoamericanas, ni su inserción en los mercados mundiales. Más que las afirmaciones
identitarias aislacionistas, cabe retomar de la herencia indígena el sentido comunitario de
convivencia. Villoro dice que quienes ya no nos definimos por el arraigo a la tierra, ni dependemos
para subsistir de tareas agrícolas comunes, necesitamos reelaborar esa perspectiva comunitaria en
las condiciones de la ciudad moderna, y a la medida de un mundo interdependiente.
Desde una perspectiva sociocultural es poco fecundo reducir las muchas maneras de ser argentino
a un paquete fijo de rasgos. Ni el fracaso de los movimientos nacionalistas, ni su distorsión (por
ejemplo, del peronismo en la gestión privatizadora y corrupta de Menem), pueden oscurecer la
legitimidad de muchas aspiraciones autogestivas de sectores populares. En movimientos que no
han triunfado ni fracasado, advertimos las promesas de fuerzas identitarias que buscan la
autogestión como un modo de sobrevivencia. Cabe recordar la importancia de movimientos que
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reclaman no desde identidades sino desde nociones más amplias de derechos y reivindicaciones de
la memoria, como las Madres de Plaza de Mayo.
EL ASALTO NEOLIBERAL
El replanteamiento más radical de las relaciones entre lo nacional y lo global se ha hecho a través
de políticas de apertura económica, transferencias de los bienes públicos de la administración
estatal al control privado y transnacional. La asociación de quienes auspician estas políticas con las
tendencias más dinámicas de la internacionalización tecnológica y cultural, fue dando a este
movimiento una capacidad operativa y una eficacia extensas. Jamás una política de
reestructuración económica había logrado imponerse en forma simultánea con tal homogeneidad
en el conjunto de los países latinoamericanos. Algunos sostienen que existen las condiciones para
acuerdos de libre comercio regionales, una nueva forma de integración.
¿Qué efectos ha tenido este modelo de modernización e integración en los veinte años que lleva
aplicándose? La propuesta neoliberal nos lleva a una modernización selectiva: pasa de la
integración de las sociedades al sometimiento de la población a las elites empresariales
latinoamericanas, y de éstas a los bancos, inversionistas y acreedores transnacionales. Amplios
sectores pierden sus empleos y seguridades sociales básicas, se cae el sentido de los proyectos
nacionales.
Si miramos las estadísticas de las dos últimas décadas, América Latina parece un continente en
decadencia. El control de la inflación mediante las políticas “de ajuste” y el dinero obtenido a través
de privatizaciones logró reimpulsar las economías de algunos países latinoamericanos a principios
de los 90. Fue una recuperación frágil, casi sin efectos en aumentos de empleo, seguridad o salud.
Toda recuperación temporal será precaria mientras no se renegocie la deuda externa e interna de
un modo que permita crecer en conjunto. El hecho más desestabilizador y empobrecedor de los
últimos 30 años es el aumento sofocante de la deuda externa.
La modernización innegable de zonas prósperas de México, San Pablo, Bs As, no alcanza a
disimular la pauperización extendida en los suburbios; pérdida de credibilidad de los partidos y
líderes políticos, marchas indígenas, piquetes, narcotráfico, robos, inseguridad constante.
¿Por qué atrasa nuestra modernización? Pasamos de situarnos en el mundo como un conjunto de
naciones con gobiernos inestables a ser un mercado: un repertorio de materias primas con precios
en decadencia y un enorme paquete de clientes para las manufacturas y tecnologías del norte. Al
deshacernos del patrimonio y de los recursos para administrarlo, expandirlo y comunicarlo, nuestra
autonomía nacional y regional se atrofia.
No faltan en esta etapa proyectos de integración o liberalización comercial. En 1991 surge el
Mercosur; buscan armonizar sus sistemas productivos, hacen reuniones de rectores universitarios y
varios programas de intercambio cultural; pero las iniciativas más audaces, como alcanzar una
moneda común y aranceles cero entre los países, naufragan en las penurias internas de cada uno y
en las transgresiones de los acuerdos.
El agotamiento de las utopías regionalistas tal vez sea el legado dejado por la deuda externa y su
agravada dependencia. La lista de acuerdo de libre comercio coloca las economías nacionales en
una apertura sin rumbo, con reglas contradictorias, con crisis recurrentes. No habrá mejoras
sustantivas mientras no se establezcan acuerdos regionales para que América Latina y el Caribe
enfrenten la deuda externa de un modo que permita crecer.
Casi agotados los modelos de gestión autónoma, la transnacionalización ha traído nuevos
administradores de las imágenes de “lo latinoamericano”. Encuentro 4 fuerzas en la cultura que
ponen de manifiesto la redistribución actual del poder académico y comunicacional: a- los grupos
editoriales españoles, b- algunas empresas comunicacionales estadounidenses (CNN, MTV), c- los
latinoamerican Studies, concentrados en las universidades estadounidenses y con enclaves en
Canadá y Europa, y d- los estudios latinoamericanos, conjunto heterogéneo de especialistas en
procesos culturales.
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Podría existir un quinto actor: los gobiernos latinoamericanos y sus políticas socioculturales. Pero
no es fácil justificar su lugar por su deprimida participación respecto de las tendencias estratégicas
del desarrollo.
En relación con la producción intelectual y los modelos de desarrollo, aún es baja la incidencia de
las empresas audiovisuales. Los editoriales españoles ven este continente como creador de
literatura y como ampliación de las clientelas de su país. Su poder económico y de distribución ha
dado trascendencia internacional no sólo a los autores boom (Cortazar, García Marquez, etc) sino
también promueve a escritoras (Isabel Allende, Laura Esquivel) y a autores jóvenes que en pocos
años son difundidos en muchos países e impulsados para su traducción. Al intensificarse el diálogo
de literaturas iberoamericanas, se está desplegando una comunidad literaria en español que
contribuye a robustecer la proyección cultural de nuestra lengua y comunicarse con una diversidad
que el cine y la televisión no consienten.
El fortalecimiento se realiza de modo asimétrico. De la producción editorial española, 70% se
exporta a América Latina, en tanto solo 3% viaja a España. El desequilibrio mayor no ocurre en la
narrativa, sino por la casi ausente publicación de estudios culturales, sociológicos o antropológicos
de latinoamericanos en las editoriales españolas. Cuando lo hacen, las filiales de esas empresas en
Argentina, Chile Colombia o México limitan la circulación de los libros al país de origen. La re-visión
de América Latina tiene pocos observatorios generalizados en nuestras lenguas. A veces, Internet
establece circuitos de valor para formas de solidaridad y reflexión. Pero gran parte de esa energía
no se acumula porque las estructuras institucionales más consolidadas las ignoran o ya son
incapaces de darles duración.
a- identificar las áreas estratégicas de nuestro desarrollo. Colocar en el centro a las personas y
las sociedades, no las inversiones, ni otros indicadores financieros o macroeconómicos, que
articulan en forma difusa a América Latina con el mundo. Qué productos materiales y simbólicos
propios (e importados) pueden mejorar las condiciones de vida de las poblaciones latinoamericanas
y potenciar nuestra comunicación con los demás. Conviene consolidar el patrimonio histórico
tangible (monumentos, sitios arqueológicos, bosques, artesanías) e intangible (lenguas, tradiciones
y conocimientos). Necesitamos ministerios de cultura que promuevan este capital cultural y sepan
promoverlo entre las poblaciones hispanohablantes de EE UU y Europa.
b- desarrollar políticas socioculturales que promuevan el avance tecnológico y la
expresión multicultural de nuestras sociedades, centradas en el crecimiento de la
participación democrática de los ciudadanos. Necesitamos pasar del período de acuerdos
aparentemente destinados sólo al libre comercio, a una etapa en que la cooperación internacional
trabaje con lo que puede homogeneizarse, con las diferencias que persistirán y con los crecientes
conflictos interculturales. América Latina será una “utopía” mientras no se articulen trabajadores,
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Los años 80 fueron la década perdida de América Latina por el crecimiento cero de la región ¿Cómo
llamar a los 90? Fue la década de la impunidad: apropiación del patrimonio latinoamericano por
corporaciones transnacionales. Achicaron la posibilidad de participar digna y competitivamente en la
globalización. Una novedad que irrumpe en estos primeros meses del siglo XXI es que se reabren
preguntas. Por ejemplo, sobre la viabilidad de un capitalismo que creyó posible agigantar su lucro
aliando las operaciones financieras con el narcotráfico, la industria de armas y la corrupción de los
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políticos. Comienza a reducirse la impunidad de los negocios turbios y del pensamiento único que
los “autorizaba”.
Explorar la potencialidad conjunta de nuestras prácticas culturales puede ayudarnos a imaginar otro
modo de globalizarnos. La lista de insatisfacciones está repleta de asuntos culturales: cómo tratar
la pérdida de identidades, cómo superar la desconfianza hacia los líderes. No se trata de creer que
vamos a salvarnos por la cultura. Lo latinoamericano puede crecer si se nutre de intercambios
solidarios y abiertos, renovados y renovables.
No partimos de cero. Los latinoamericanos encontramos lugar coproduciendo y comunicando lo que
ya filmamos, los discos que se graban o están esperando.
Buscar otro lugar. Contar lo que fantaseamos y planeamos hacer antes de tropezar con los
ladrones. Imaginar la cultura como ese relato, la inminencia de lo que todavía no ocurrió, el
derrumbe que tal vez aún puede evitarse. Contar la experiencia posible de los otros. Contar con los
otros.
LA ARQUITECTURA DESCENTRADA
Marina Waisman
CAPÍTULO 3: Identidad
El concepto de identidad implica el de unidad, comprende dos aspectos: el concepto de “ser” y la
experiencia de una “diversidad”. La identidad solo adquiere sentido si está en presencia de una
multiplicidad que le es ajena. Si quisiéramos abordar el problema de la identidad en la arquitectura
latinoamericana será necesario analizar la posible indivisibilidad de su “ser”, y por el otro, su
diversidad, su condición diferencial con respecto a otras arquitecturas.
La necesidad de identidad: no encontramos debates acerca de la identidad en los pueblos de los
países desarrollados. A lo sumo, se producen reacciones ante la invasión de inmigrantes que
“contaminan” la nacionalidad nativa. Se rechaza lo que la perturba. La necesidad de afirmar una
identidad suele producirse como reacción ante una situación de negación externa de esa identidad;
algunos casos: hacia 1956 el concepto de identidad se coloca en el centro de la reflexión de
arquitectos y urbanistas. Ignasi Solá Morales señala la influencia que el existencialismo ejerció en el
pensamiento arquitectónico del momento: “La identidad adquiere el papel principal porque su
ausencia se interpreta como el mal más grave de la actual y futura ciudad”. Frente a la propuesta
de masificación, arquitectos y urbanistas apelan a la reivindicación de la identidad: la búsqueda de
un espacio existencial, marcan la reacción. El otro caso: a lo largo de 1992, la celebración del V
Centenario del Descubrimiento de América ha desatado un masivo movimiento de protesta de
comunidades indígenas de todo el continente, que reclaman el reconocimiento y el respeto de su
propia identidad.
La cuestión de la unidad: ¿Se cumple con respecto a América Latina, y en consecuencia a su
arquitectura, la condición de “unidad del ser”? se habla de América Latina como si representara una
unidad indiscutida; tal unidad sin embargo es un problema. La unidad nació de un acto ajeno: la
conquista. Crea una unidad de lengua, administración y religión.
Al mismo tiempo crea marginalidad: aquellas comunidades que se mantuvieron fieles a su lengua y
costumbres quedaron marginadas del desarrollo general de la nueva civilización.
La unidad es una voluntad antes que una condición dada. De esta creciente voluntad de unidad, no
está ajena la conciencia de la diversidad de situaciones de cada una de las regiones, pero asimismo
la convicción de la existencia de un complejo conjunto de problemas que afectan a toda la región
en relación al sistema mundial.
LA CONSTRUCCIÓN DE LA IDENTIDAD
Una identidad se construye a partir del reconocimiento del propio ser y del ser diverso. Y cuando
este diverso es hostil u opresor, la necesidad de afirmar el propio ser se agudiza. Reconocerse una
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LA IDENTIDAD EN ARQUITECTURA
Así entendida la relación comunidad/entorno, puede traducirse dicha relación a la de
arquitectura/entorno. Esta relación está, sin embargo, mediatizada cada vez más en la época actual
por otro flujo, que surge de la información difundida desde los países ultra desarrollados. Este flujo
externo existió siempre; la presencia ajena actuó como estímulo para el cambio, confiriendo
dinamismo al desarrollo local. Pero para que eso ocurriera, era menester que la cultura local tuviera
fuerza suficiente como para asimilar las novedades adecuándolas a sus propias pautas.
En el momento actual podría pensarse que la internacionalización de las corrientes arquitectónicas
ha tornado imposible la diferenciación de distintas culturas arquitectónicas. Sin embargo, una
observación de Alan Colquhoun acerca de la arquitectura high tech señala que el tratamiento de la
tecnología de avanzada tiene características diferentes entre los arquitectos de Inglaterra y los de
EE UU. Una relación cultural diferente con la tecnología se traduce en un tipo de arquitectura que
parece el más universal. Deberemos admitir que estas arquitecturas “internacionales” revelan
actitudes propias de distintas culturas, arquitecturas dotadas de identidad propia.
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Las transformaciones en los modelos de sociedad tienden a producir fragmentación donde antes
había estructura. Los sociólogos han advertido la pérdida de importancia de las clases sociales en el
período actual. El individuo debe luchar aisladamente por su lugar en el sistema.
La conversión de sociedades múltiples en sociedades duales, separadas por diferencias económicas,
diferencias en las oportunidades, en los modos de vida, ha creado el fenómeno de la
“marginalidad”, la existencia de una población que vive en el seno de una sociedad diferente de la
legal.
Estas distancias establecidas en el seno de las sociedades se repiten en el conjunto de las naciones,
separadas entre sí por abismos cada vez más insalvables entre naciones pobres y ricas.
Las ideologías
La muerte de las ideologías (políticas) ha dejado a la población corriente sin marco alguno que le
permita estructurar su visión del mundo y de las instituciones. Se trata de la desaparición de los
“contenedores” ideológicos, con lo que el individuo queda librado a sus propias fuerzas. La
despolitización de la juventud actual es un fenómeno extendido, y marca una característica más del
proceso de fragmentación.
EL TERRITORIO Y LA CIUDAD
La tendencia a la fragmentación se hace clara en las formas de ocupación del territorio: en la
periferia de las ciudades, conjuntos “amurallados” en los que se encierran grupos de habitantes en
busca de seguridad o privacidad. Lo que en un principio pudo ser un signo de privilegio o un modo
de afirmar un determinado status social, se ha convertido en un modo de vivir en relativa
tranquilidad.
Por distintas razones, en grandes centros urbanos de países desarrollados se ha producido un
éxodo de las ciudades por parte de industrias, laboratorios y otros establecimientos. Ha aparecido
una ciudad a-geográfica, en la que el espacio físico concreto ha perdido sentido.
Los centros de compras separados del cuerpo urbano respondieron a una estructura urbana ya
despiezada en un centro de negocios y suburbios residenciales, así como a la cultura del automóvil.
Exportados a países sin tales necesidades ni condiciones, están contribuyendo al vaciamiento de los
centros de ciudad como lugares de condensación de vida urbana.
Espacio público y el espacio privado
Debido al dominio de las comunicaciones masivas y al citado proceso de desurbanización, está
cambiando el status del dominio público. La suburbanización implica la disminución de la
orientación de la población hacia el centro de la ciudad y por tanto de su participación en una
actividad pública compartida.
La sustitución del espacio público como lugar de la vida urbana por el espacio privado de los
centros de compras, merece una consideración especial. El espacio privado tiene un significado
único, el del consumo. Por el contrario, el espacio público es plurisignificante. El espacio público del
centro de la ciudad es una representación condensada de la riqueza de la vida urbana, con todas
sus dimensiones vitales e históricas. El espacio privado, en tanto, está precisamente “privado” de
significados. En él actúa sin trabas la “presentificación” que caracteriza a la sociedad posmoderna,
carente de pasado y por tanto de futuro. Está imponiendo un determinado gusto y modo de
percibir el espacio.
El espacio público es siempre abierto, en el que comitentes y arquitectos ofrecen y reciben una
multiplicidad de imágenes, un espacio en el que la vida misma es el espectáculo. En contraste, el
privado es cerrado, que ofrece una visión unificada de la realidad.
El pensamiento sobre la ciudad
Dice Francoise Choay que, en el pensamiento occidental, el concepto de ciudad como objeto
construido no existe desde el siglo XV. Y la relación entre mundo ético y marco construido, el valor
que se asigna al marco construido para asegurar un modelo social, “se convierte para el misionero
(en la época de la conquista de América) en la piedra angular del proceso de evangelización.
En los siglos XVIII y XIX se producen dos visiones contrapuestas sobre la ciudad que marcan
posiciones encontradas acerca de la sociedad: Rosseau ve en la ciudad el lugar por excelencia de la
sociedad que deprava y pervierte al hombre.
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Marx, si bien denuncia los males de la ciudad, los considera propios de un estadio que se superará,
y al ser la ciudad industrial el lugar por excelencia de la lucha de clases, es el lugar de la realización
de la historia. Situado en el extremo opuesto del pensamiento de Rousseau, cree que el hombre
debe alejarse de la Naturaleza.
Las utopías
Este desarraigo del lugar, está en la base de las utopías. Imágenes de una sociedad ideal, que una
vez establecida no cambiará jamás. La utopía se basa en el funcionamiento perfecto de un sistema.
Para que el sistema sea perfecto, deben eliminarse el tiempo y el espacio – contenedores y
motores de la vida. Aquello que se deteriora se reconstruye de manera idéntica, de tal modo que
no hay memoria.
Las ciudades de Hispanoamérica
Las ciudades de Hispanoamérica se trazaron a la manera de las utópicas: una traza cuadriculada
que hace caso omiso del “lugar”, de su posible historia o topografía: un modo de convertir un lugar
en cualquier lugar. Afirma Sibyl Moholy Nagy que la traza cuadriculada impuesta desde fuera,
motivada por razones políticas o religiosas.
En la ciudad europea de origen medieval, el centro se forma en base a núcleos fundamentales:
catedral, ayuntamiento, mercado, los que a su vez generan espacios, plazas, que se convierten en
lugares de actividad pública especializada. Los edificios y los espacios que les corresponden
concentran los significados de la ciudad.
El centro original de la ciudad americana, por el contrario, es un vacío urbano, a cuyo alrededor se
concentran algunos de los edificios simbólicos. De este modo en la ciudad europea el edificio es el
elemento creador; en la americana lo es el vacío.
La ciudad europea se va “tejiendo” a partir de los edificios simbólicos y los espacios que a ellos les
pertenecen. La ciudad americana se construye colocando “objetos” sobre una trama abstracta, e
intentando con ellos darle alguna consistencia.
Otro elemento diferencial es la limitación original de la ciudad europea, donde el crecimiento se dio
por anillos concéntricos; contrasta con esto la ilimitación americana, en la que la subdivisión del
terreno urbano no prevé bordes físicos.
Otra diferencia muy notable lo constituyen los respectivos “tempi”: las transformaciones en la
ciudad europea son lentas, los trazados originales permanecen sin cambios notables; la ubicación
de la población tiende a ser estable. Las transformaciones en la ciudad americana son dinámicas;
los tipos edilicios se sustituyen frecuentemente, los trazados originales sufren superposiciones.
Todo esto hace que la ciudad europea tenga una cierta estabilidad en su identidad, en tanto que en
la americana la identidad sea indecisa y cambiante. La teoría arquitectónica latinoamericana: la
identidad no reside exclusivamente en el pasado, sino que se construye día a día.
Es verdad que las ciudades europeas están cambiando en su conformación étnica, pero el entorno
físico parece gozar de una condición de permanencia en otros porque los nuevos problemas se
trasladan a las nuevas periferias.
Volviendo a América, solamente en ciudades emplazadas en ámbitos culturales precolombinos muy
fuertes (México, Cuzco), se mantuvieron las memorias de la organización espacial aún cuando se
destruyeran los edificios. En el resto, la cuadrícula pasó sobre el territorio como una marca de
posesión, como un signo de la creación de un mundo nuevo.
La memoria de la ciudad
La ciudad con memoria es lo opuesto a la utopía sin tiempo y sin lugar. ¿En qué consiste la
memoria de la ciudad en la América colombina, y que aun estamos en la tarea de descubrir, ahora
que estamos ya en peligro de perderla?
La ciudad es un lugar, y es su gente. En su compleja estructura intervienen objetos físicos y flujos
de diversa índole. De tal modo, su memoria es también compleja, es acertado hablar de las
memorias de la ciudad, en plural.
Hay una memoria básica, la MEMORIA DE LA MATERIA. Cada decisión en el desarrollo urbano
requiere una suma de energía que se acumula en las estructuras físicas, y se constituye en
información, en memoria, que condicionará los desarrollos sucesivos y los hará más eficientes, y
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permitirá al mismo tiempo leer los desarrollos pasados. Esa memoria reside también en quienes
manipulan la materia, de quienes construyen, y se transmite a lo largo del tiempo.
Está luego la MEMORIA MORFOLOGICA. La persistencia de ciertas organizaciones del espacio
evidencia la existencia de este tipo de memoria. Dos ejemplos lo constituyen los tipos edilicios y los
trazados urbanos. Los tipos sobrevienen a las funciones para los que fueron creados. El auge de las
refuncionalizaciones lo demuestra día a día. La arquitectura actúa como soporte físico de la
memoria.
Podríamos hablar de una MEMORIA DINAMICA, que concierne a los modos de experimentar el
espacio urbano. La vivencia del orden urbano se constituye en memoria social.
La MEMORIA SOCIAL es capaz de persistir aun cuando los lugares hayan sido modificados o los
edificios destruidos (ejemplo de la ex plaza Vélez Sarfield en Córdoba).
También puede hablarse de una MEMORIA PERCEPTUAL, que se refiere a temas como el color de
una ciudad, o de la relación de las viviendas con el entorno, o al lenguaje de las fachadas que nos
ahce reconocer el carácter de un área.
Y está la MEMORIA CULTURAL, esa memoria “construida” por la literatura, por las canciones, el
cine o la pintura. ¿Existió realmente el Bs As del tango, tal como nos lo pintaron la literatura, las
canciones, o el cine? ¿Has qué punto eran reales, hasta qué punto eran construcciones
imaginarias?
La literatura llega a crear verdaderos espacios urbanos. La memoria de la ciudad se carga de tales
imágenes, que entran a formar parte de su pasado con tanta o más fuerza que la memoria física.
Las pérdidas de la memoria
Esas memorias que se producen y acumulan se ven amenazadas continuamente por pérdidas,
olvidos, amnesias, debidas a las más diversas causas. Una de ellas: nuestras ciudades están en
permanente cambio, siempre “modernizándose”, pero nunca terminan de hacerlo, por lo que están
plenas de fragmentos de proyectos inacabados, de “borradores de ciudad”, que, además, en casi
todos los casos son portadores de memorias ajenas: una diagonal a la francesa, o un jardín a la
inglesa.
Una y otra vez la ciudad debe rehacer sus memorias, anclarse en un pasado diferente. La velocidad
de los cambios impide que el habitante llegue a apropiarse de la nueva memoria.
Otra grave dificultad para la conservación de una memoria urbana es el cambio profundo que están
sufriendo las poblaciones de las principales metrópolis de ambos mundos: en los países
desarrollados, el cúmulo de inmigrantes no asimilados ni asimilables; en América las inmensas
poblaciones marginales.
El desmesurado crecimiento de las ciudades, y el descentramiento, constituyen otro factor de
pérdida y de dificultad de crear nuevas memorias.
La creación de suburbios – así como la de asentamientos marginales – hace perder protagonismo al
centro, lugar privilegiado de las memorias. La ciudad actual aparece así como un conglomerado de
áreas, cada una con su historia y sus memorias. La situación sería menos grave si una de estas
áreas poseyera a su vez una personalidad definida, memorias, una historia propia. Nada más triste
que esos suburbios anónimos, puro presente, sin pasado ni futuro.
Conspiran contra semejante consolidación de identidades muchos factores: la forma de producción
de la arquitectura masiva, que crea ámbitos indiferentes al tiempo y al lugar; la imitación de
imágenes de otras ciudades, que tiende a homogeneizar los ambientes urbanos, la creación de
centro artificiales, espacios sin memoria, etc.
CRISIS DE AUTENTICIDAD
Cambios en los modos de producción de la arquitectura Argentina
Fernando Diez
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Desaparecen los límites interiores, pone en primer plano las figuras ornamentales y alegóricas del
entretenimiento.
Toda la atmósfera de los cines Village supone una “estrategia de la ilusión”, en la que el impacto y
la excitación visual de los interiores son una representación del entretenimiento.
Eco se refiere a una “estrategia de la ilusión” en la cual la especialidad y materialidad de la
arquitectura quedan relegadas a un segundo plano, pues se antepone el efecto visual a la
geometría de la forma. Lo falso no oculta su condición fantástica sino que la resalta.
Esto implica una necesaria rendición del espacio y los elementos constitutivos del proyecto
arquitectónico a la apariencia, destruyendo la “integralidad” del proyecto en el sentido en que era
imaginado por los maestros modernos. Implica también una definitiva ruptura con la pretensión de
una correspondencia didáctica entre construcción y expresión.
La ruptura con el sistema compositivo de la arquitectura Moderna se produce también a través de
una renovación generacional, pues la “vieja guardia” opondrá una resistencia pasiva, mientras que
la generación siguiente de arquitectos que emerge a la competencia profesional en la década del
90 los aceptará como una realidad de hecho.
Un caso experimental lo constituye la sucursal Recoleta de los Village Cines, donde la destacada
ubicación en uno de los barrios más caros y elegantes de la ciudad permitió a los arquitectos salir
del programa simbólico estándar y gozar de una “carta blanca” para desarrollar su propia propuesta
de interiores. El uso de materiales más caros, la inclusión de obras de arte, produjeron un resultado
sorprendente. El interior intenta evocar el lujo de un teatro de Brodway de los años 30, pero la
libertad con que se ejerció esta declarada intención produjo un interior ecléctico e impactante,
pleno de la estética de saturación antes mencionada.
“Aprendiendo de Las Vegas” no hacia más que reconocer una influencia en el escenario
contemporáneo que era ya imposible de disimular. Su indignación en lo no erudito se fue
convirtiendo en una obligación cotidiana para la mayoría de los arquitectos, en la medida que el
encargo arquitectónico ha virado a una modalidad en la que el programa comunicacional ya está
establecido cuando llega el arquitecto.
3.2 Estandarización
La creciente estandarización de los edificios abarca al menos dos esferas: una que tiende a hacerlos
intercambiables en términos inmobiliarios, y otra que estandariza su apariencia.
En el primer caso, se tiende a una neutralidad expresiva, una simplificación que da a los edificios
un carácter genérico.
Richard Sennett vincula una intensificación de esta estandarización centrada en la neutralidad a lo
que llama el “nuevo capitalismo”. En el segundo caso se trata de una estandarización de la
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identidad, una regularidad en la apariencia de las ofertas de las marcas en distintas localizaciones
geográficas. Se trata de dos procesos de estandarización, uno funcional y otro simbólico.
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proyectar y construir el edificio concreto encuentra una capacidad limitada de acción. Esto último
significa poco menos que eliminar del proyecto lo que en las escuelas se considera arquitectura.
Aunque pueda distraernos la existencia de referencias arquitectónicas, como arcos, tejados u otras
formas constructivas, estas no son usadas como tales sino como referencias icónicas de la marca.
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muro cortina, que en el proyecto original debía estar constituido por perfiles exteriores. Pero ya
avanzado el proyecto, los comitentes y sus asesores insistieron en una solución mas conveniente:
un nuevo sistema de curtain wall ofrecido en el mercado, en el cual los perfiles estructurales
quedan del lado interior, y hacia el exterior la continuidad del vidrio es completa. La fachada se
transforma en un puro revestimiento. Este tipo de revestimientos produce una superficie uniforme
que equipara el edificio a un objeto.
La solución final es paradójica: el compromiso entre comitente y arquitectos condujo a la utilización
del sistema sin perfiles estructurales exteriores, pero por su lado externo se colocaron perfiles que
simulan ser estructurales; estos cumples una función expresiva, decorativa.
Mientras los primeros edificios exhibían esta condición como una novedad caracterizadora, la
difusión del sistema rápidamente neutralizó esta diferencia. Una situación que hace anodinos los
edificios, pero satisface la “liquidez” al proveer un producto más genérico e intercambiable.
El nuevo edificio Telefónica, apenas terminada la colocación de la fachada, se le colocaron primeros
fajas horizontales de perfiles y luego un dibujo en forma de un gran pórtico. La libertad en la
utilización de los perfiles decorativos va pasando de la simulación de la condición estructural a la
condición decorativa.
El Intercontinental descansa en una relación de contraste con el entorno, efecto subrayado por la
piel lisa, pero dibujando franjas horizontales que diferencian el revestimiento de metal del vidrio.
Sin embargo, el proyecto original de Mario Roberto Álvarez no tenía este curtain wall ininterrumpido
y unitario, sino balcones corridos que permitían arrojar sombra sobre los vidrios de la fachada.
Tampoco tenía una estructura de acero sino de hormigón.
La sustitución de esta solución por una fachada estandarizada revela la intercambiabilidad
alcanzada por los “sistemas” en el proceso de decisión del proyecto. Aún un estudio de la
trayectoria y prestigio con que cuenta Mario Roberto Álvarez y Asociados debió rendirse ante
argumentos que se le presentan como soluciones de sentido común del negocio, economía o
facilidad de construcción.
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3.2.7: Provisionalidad
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A causa del modo en que construimos hoy, muchas de las formas que hacemos no son realmente
permanentes. Las arquitecturas para el comercio tienden a una renovación cada vez más rápida,
que define una nueva provisionalidad de los edificios.
La necesidad de una continua renovación de los edificios para el comercio lleva a una inestabilidad
de su forma que los empuja a asumirse como contenedores neutrales, revestidos de una apariencia
exterior mutable, tanto como sus divisiones interiores. La nueva provisionalidad es una
exacerbación al extremo del principio de flexibilidad enunciado primero en la planta libre. Juan
Pfeifer dice: “La novedad, como estímulo al consumo, está siempre presente en la mercancía. Este
atributo es indispensable para captar la atención del público. La novedad se extiende a todo:
envoltorio, manera de presentarlo, mensajes subliminales, etc. También forma parte de estos
valores la escena en la que son presentados, por lo que la arquitectura no estará fuera de esta
lógica. La arquitectura para el comercio difícilmente podrá mantener autonomía de esta cultura de
lo efímero”.
La vida promedio de un local en los centros comerciales es de dos a cuatro años. Para el centro
comercial que los contiene, ese plazo es de 10 años. La renovación se hace necesaria, sino por la
percepción de que es necesaria para mantener una fascinación sobre el consumidor.
La provisionalidad sugiere también el uso de materiales menos durables y una concepción del
edificio donde sus partes sean sustituibles. Todo esto contribuye a una liviandad de las superficies
visibles para el público. Donde antes los detalles indicaban la unión, tal vez para siempre, de
materiales dispares, ahora hay un acoplamiento fugaz que espera ser deshecho, un abrazo
temporal al que quizá no sobreviva ninguno de sus componentes. Esa es la descripción de Rem
Koolhaas de la materialidad de aeropuertos, centros comerciales, oficinas.
A esta provisionalidad de materiales y técnicas constructivas debe agregarse una nueva
obsolescencia técnica de los “sistemas constructivos”. Un piso flotante debe ser reemplazado
porque ha envejecido, un cielorraso debe cambiarse porque ha quedado descolorido por la luz.
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Desde el punto de vista urbanístico, la modalidad de desarrollo del enclave está independizada de
la parcela y sus restricciones de espacio merced a una concentración de suelo que permite saltar a
una consideración especial por parte de los reguladores (Consejo de Planificación Urbana de Bs As,
por ejemplo).
La estrategia del tamaño rompe la ecuación del negocio de los pequeños y medianos edificios. En el
aspecto arquitectónico aumentó la necesidad de definir una identidad visual que trascendiera la
calle donde se emplazaban. Se observó un cambio que incorporó un tratamiento más intenso y
figurativo de los remates de los edificios, su iluminación artística. Remarcan la sensación de
inaccesibilidad al resto de los vecinos y dibujan una nueva geografía, dirigiendo la orientación a
través de grandes hitos que sobresalen por sobre las edificaciones comunes.
Tanto en los enclaves residenciales dirigidos a los segmentos de altos ingresos como en los de
bajos ingresos, las unidades de vivienda obedecen a patrones altamente estandarizados. Definidos
por un mercado de la vivienda que establece el programa desde una autoridad indiscutible: la del
desarrollador. La arquitectura se ha mediatizado, ha perdido su categoría transformadora disciplinar
para ser incluida como parte de un sistema productivo complejo. Los arquitectos se debaten en una
nueva situación en la que la estrategia del negocio los somete a “la intensa fricción del mercado”,
La actitud conciliadora de los grandes estudios revelaba las nuevas prioridades del encargo. Este ya
no se focaliza en el interés por las características personales de un arquitecto o estudio, sino que se
dirime en una dura puja por el honorario y frecuentemente se consigue mediante asociaciones
estratégicas entre dos o más estudios grandes. Estas asociaciones son circunstanciales y están
relacionadas con las vicisitudes del encargo antes que con los intereses o afinidades proyectuales
de los arquitectos, una despersonalización del proyecto. Lo que se llama “arquitectura corporativa”,
un tipo específico de servicio profesional.
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encontraron completamente congestionadas, fue porque alentaron una ocupación suburbana que
depende estructuralmente de los autos.
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En todos los casos, la condición de estos desarrollos es la del enclave. El gran tamaño físico del
enclave es la precondición que establece su viabilidad, al mismo tiempo que crea grandes
discontinuidades en el territorio: Pilar está desconectada internamente a lo largo y ancho de la
Panamericana.
La discontinuidad física se corresponde con una discontinuidad jurisdiccional. Cada enclave
responde a una organización administrativa y legal distinta, posee una vigilancia interna autónoma.
Se trata de una especialización más profunda que toma el carácter de una tematización. La
tematización define una serie de perfiles que incluyen eventualmente el concepto de usos mixtos o
complementarios, en la medida que contribuyen a reforzar el carácter del tema y la autonomía del
enclave.
La lematización es un concepto paralelo a la segmentación de mercado. Vivir en un barrio cerrado
es muy diferente a comprar simplemente una casa: se trata de adquirir todo un estilo de vida.
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lugar y la forma en que este se consume. En los 90 se ve una creciente sustitución de las “cosas”
que consumimos por “experiencias”.
3.4.3: Simultaneidad
La tematización también aparece como funcional a la estrategia urbana del enclave en cuanto el
control unificado de todos los aspectos, urbanísticos, arquitectónicos y comunicativos, permite
definir una identidad. La simultaneidad es uno de los factores primordiales de la eficiencia de los
enclaves.
Una calle comercial se va formando paulatinamente, atrayendo más y más clientes hasta
convertirse en una cotizada localización, con lo cual el valor generado es una suerte de dominio
público. En cambio, el enclave puede crear ese valor de afluencia en poco tiempo, y por lo tanto,
de un día para otro disputar de una forma tal, clientes y vecinos a la ciudad tradicional. La
contraparte de este efecto de instantánea capacidad de funcionamiento está dada por la
artificialidad del resultado. La estrategia del enclave carece de la variedad propia de la ciudad
tradicional, que crece y se desarrolla manteniendo una independencia entre urbanismo y
arquitectura. Esa condición histórica, que podemos llamar cultural, se contrapone a la del enclave,
próxima a la noción de lo artificial.
Ese control unitario y simultáneo de todos los aspectos del proyecto es la fortaleza de la estrategia
del enclave, que puede conjurar las debilidades del urbanismo público y asegurar previsibilidad y
control sobre todos los aspectos del desarrollo.
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ferroviarios”, las que se conservaban en pie fueron restauradas. Estas se alternan con los motivos
festivos característicos de los centros de compras con que se erigieron las nuevas edificaciones,
como la Estación Libertador (un supermercado, dos cines, ocho locales de comidas rápidas, etc). El
relativo fracaso económico del parque llevó al borde de la ruina al grupo Soldati. Se pronosticaban
extraordinarias afluencias de público, algo que no sucedió. Las explicaciones macroeconómicas de
la debacle de una iniciativa arriesgada y original, que de hecho relativizó importantes sectores
urbanos, no debería obviar que el valor urbano generado por el emprendimiento, representado en
el aumento de los precios inmobiliarios de la zona, no quedó en manos de la empresa, sino de los
vecinos. Pues el emprendimiento no previó desarrollos residenciales ni contó con tierras propias
que pudieran capitalizar esa valorización inmobiliaria. El Parque de la Costa había sido imaginado
como un parque abierto en comunicación con el Puerto de Frutos y la Feria Artesanal preexistentes;
más integrado a la ciudad de Tigre, hubiera tenido mejor desempeño. Pero el programa tomó la
forma de un parque cerrado de entretenimientos y un puerto fluvial que lo vincula al Denta del
Tigre, pero no al puerto de frutos (público). Otro ejemplo que se puede citar es el de Tierra Santa,
en la Costanera Norte de Bs As.
Ante la creciente tematización del contexto general, las ciudades convencionales se ven empujadas
a elaborar una estrategia de marketing propia, sobre todo aquellas que dependen del turismo
(ejemplos de Cariló y Las Vegas). Si la tendencia incremental del fenómeno ofrece dudas, puede
mirarse la ciudad europea, que parecía afirmada en su pasado “verdadero”. Allí Montaner observa
dos procesos asociados a la globalización y el turismo de masas: la museificación y la tematización.
Venecia y Florencia son los emblemas de esta museificación. Otro indicio: parques temáticos
recreando en escala reducida los propios monumentos y ciudades del patrimonio construido.
Este tipo de situación comienza a manifestarse en Bs As, como en el caso de San Telmo que llegan
a exigir la “recreación” de fachadas históricas documentadas.
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Los arquitectos que intentan aprovechar esta llamarada de crecimiento suburbano comprenden
rápidamente la necesidad de dar una inequívoca y complaciente respuesta en las cuestiones de
estilo, y numerosos arquitectos adaptan su producción a esta demanda, aun contra sus propias
convicciones.
Empresas locales pronto ofrecen el mismo servicio llave en mano. Lo que refleja cuál es el
problema que ha tomado prioridad: el de la ejecución de la construcción y la previsibilidad de la
gestión. Muchas de estas empresas están dirigidas por arquitectos que asumen esta actividad como
una extensión necesaria de su práctica profesional.
Estos desarrollos ponen la cuestión estilística de la vivienda suburbana claramente en el terreno de
los “productos inmobiliarios” y, por lo tanto, aceptan una oferta arquitectónica y una cultura de
consumo que se desplaza de patrones tipológicos y desarrollos estilísticos locales, a referentes
pintorescos internacionales, sepultando ricos movimientos locales en el olvido (casas blancas o
neocolonial).
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bienes inmateriales o servicios. Este cambio macroeconómico está generando una variación
significativa: desde el político hasta el socio-económico y cultural, desde el legal hasta el educativo.
Algunas disciplinas como las del diseño son todavía muy reacias a cambiar sus currículas
admitiendo que se debe formar gente capacitada para diseñar servicios, no tanto productos. Esa
adaptación la tiene que hacer cada uno. Hoy un 40% de la matrícula de arquitectos se dedica a
prestar servicios, pero no le dieron ni una palabra de todo esto en sus planes de estudio. Queda
mucho por definir acerca del rol del diseñador-servidor.
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entre 8000 y 10000. la respuesta a esta ecuación es hambre y carencialidad. Un efecto colateral es
la crisis que afecta a los productos: todos los productos y muchos servicios necesitan alguna
cantidad de matera y emergía. Los diseñadores siempre proyectaron sin demasiada conciencia de
una escasez, sólo recientemente se empezó a hablar de reciclaje de materiales o de ahorro
energético. Estas cuestiones van a afectar mucho más profundamente el proyecto de cualquier tipo
de objeto. Hay muchas consecuencias de esta crisis: una es la orientación del diseño japonés ligado
a la “miniaturización”, que es una forma de reducir el uso de materia.
Un tema es lo que llaman el “fin de la funcionalidad”; llegados a un momento del desarrollo
industrial en el que la función es como un piso, los nuevos problemas del diseño se ligan a obtener
diferenciales estéticos o semánticos.
La cuestión de la sustentabilidad
Otro tópico habitual en los discursos políticos es la llamada crisis de la sustentabilidad productiva,
política y social:
La crisis de sustentabilidad productiva se basa en la desinversión en capital fijo, la supuesta
evolución concentrada del capital monopólico se apoya frágilmente en un continuo
desgaste de la infraestructura física de las actividades humanas.
La crisis de la sustentabilidad política se liga a que los gobiernos nacionales cada vez más
están orientados a gobernar la exclusión social, a controlar las protestas de los excluidos.
La crisis de la sustentabilidad social supone el deterioro creciente de la calidad de vida
social.
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Insertarse en las dimensiones de las tomas de decisión local y/o social, en los procesos de gestión y
en la producción de bienes, productos y servicios son otras oportunidades. Habrá una serie de
exigencias en el campo de la investigación acerca de la inmaterialidad, del reciclaje integral de
productos, de la economización de energías convencionales o del desarrollo de energías
alternativas. Superar el esquema tradicional de conservación del patrimonio edilicio por el más
amplio de gestión de los recursos culturales exigirá nuevas formaciones y una interacción con
algunas disciplinas sociales como la antropología.
EL ARTESANO
Richard Sennett
8. RESISTENCIA Y AMBIGÜEDAD
Gran parte de la planificación urbana del siglo XX respondía a derribar todo lo que puedas, arrásalo
y luego construye a partir de cero. Esta agresiva receta ha demostrado ser desastrosa, pues
destruye muchos edificios viables y, con ellos, modos de vida. A menudo, lo que se levantó en lugar
de los edificios destruidos resultó peor que éstos.
Con el cambio histórico los edificios se vuelven obsoletos. Así las cosas, el buen artesano urbano
debe trabajar menos agresivamente, aceptar de buen grado la ambigüedad. Éstas son actitudes;
pero ¿cómo convertirlas en habilidades?
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mismo tubo ovoidal, la nueva ingeniería hizo posible el inicio de la red del Metro de Londres. Los
Brunel lucharon contra la resistencia del subsuelo, Greathead trabajó en colaboración con ella.
Este pasaje de la historia de la ingeniería plantea un problema psicológico que es menester elimiar.
Una afirmación clásica de la psicología sostenía que la resistencia produce frustración y que la
frustración produce cólera. El síndrome de frustración-agresión proviene de las reflexiones de los
observadores del siglo XIX sobre las multitudes revolucionarias. Las frustraciones reprimidas
aumentan el número de participantes de las multitudes.
Los Brunel, Barlow y Greathead, todos ellos tuvieron un elevado nivel de tolerancia a la frustración
en su trabajo.
¿Hay habilidades que permitan convivir, y convivir productivamente, con la frustración? Se destacan
tres.
La primera recurre a dar un nuevo formato, que puede inaugurar un salto de la imaginación.
Barlow se imaginó a sí mismo cruzando el Támesis a nado. Luego imaginó qué forma inaimada se
parecía más a su cuerpo; su cuerpo tenía más de tubo que de caja. El problema es reformulado con
nuevos protagonistas: un nadador en lugar de un canal en el agua.
Esta manera productiva de abordar la resistencia podría compararse también con una traducción
literaria; por mucho que pueda perderse al pasar de una lengua a otra, la traducción mantendrá los
significados.
La segunda respuesta a la resistencia tiene que ver con la paciencia. La paciencia en forma de
concentración sostenida es una habilidad adquirida que puede mejorar con el tiempo. Podemos
volver a formular una regla, de naturaleza opuesta al síndrome de frustración-agresión: cuando
algo se prolonga más de lo que esperas, deja de pelear con ello. Pero esta regla no es en absoluto
tan simple como parece. La dificultad reside en calibrar el tiempo. Si una dificultad perdura, una
alternativa a la renuncia es la reorientación de las expectativas. En casi todos los trabajos
calculamos cuánto tiempo llevará hacerlo; la resistencia nos obliga a revisar el cálculo. El error
parece hacer sido imaginarnos que podíamos terminar rápidamente un trabajo, pero en realidad el
truco está en que para poder hacer esa revisión debemos fracasar repetidamente. Por tanto, la
paciencia de un artesano puede definirse como la suspensión temporal del deseo de finalizar.
De esto se desprende una tercera habilidad para trabajar con la resistencia: la de identificarse con
la resistencia. Al imaginarse a sí mismo nadando en el Támesis contaminado, Barlow respondió más
al flujo del agua que a su presión. Brunel se había centrado en el elemento que menos resistencia
ofrece – la presión del agua – y había luchado contra ese desafío mayor. La identificación que
practica un buen artesano es selectiva, la que en una situación difícil busca el elemento que menos
resistencia ofrece. Es un error tratar primero las grandes dificultades y luego limpiar los detalles; el
buen trabajo procede en sentido opuesto.
En resumen, las habilidades para trabajar bien con la resistencia son las de reconfigurar el
problema en otros términos, readaptar la conducta propia si el problema se prolonga más de lo
esperado e identificarse con el elemento del problema que menos resistencia ofrezca.
LA CREACIÓN DE DIFICULTADES
El trabajo de la piel
Nosotros mismos podemos crear dificultades. Esto se debe a que muchas veces las soluciones
fáciles ocultan complejidad. El urbanismo moderno ofrece un ejemplo: el museo Guggenheim de
Bilbao, de Frank Gehry. La construcción del edificio contiene una historia oculta a la mirada del
visitante. Las autoridades encargaron un museo de arte con la esperanza de estimular la inversión
en un puerto exhausto. Se eligió a Gehry, cuyos intereses son escultóricos, porque advirtieron que
otra elegante caja de vidrio y acero no enviaría la señal decisiva del cambio que buscaban. Gehry
ha esculpido edificios de metal, un material flexible que se puede adaptar a las inclinaciones y
curvas de la maraña de calles. La aleación de plomo y cobre era el material que más fácilmente y
con menor coste se habría adaptado al proyecto de Gehry, pero en España este metal es ilegal. Así
las cosas, Gehrry buscó otro material; eso llevó mucho tiempo. Experimentó con acero inoxidable,
pero no reflejaba el juego de luces sobre las superficies curvas. Cambió al titanio, que tenía “calidez
y carácter”, pero resultaría demasiado caro.
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Gehry visitó una fábrica en Pittsburgs y trató de modificar la manera de producir el metal, había
que crear una maquinaria nueva. Se exploró la composición del metal teniendo en cuenta las
herramientas de laminación; esto llevó un año. Finalmente, los fabricantes produjeron láminas de
una aleación de titanio que recubrían una estructura acolchada y tenían un tercio de milímetro de
espesor. Estas hojas se mueven ligeramente con el viento.
El espíritu artesanal que orientó esta investigación material fue más flexible que el de la mera
solución de problemas. El aspecto más interesante de esta historia previa a la construcción del
museo es lo que el arquitecto consiguió gracias a haber creado él mismo todas estas dificultades en
torno a la piel del edificio. Con sus trabajos sobre la superficie llegó a cuestionar un aspecto básico
de la estructura. Es cierto que la sencillez constituye un objetivo de la artesanía, pero crear
dificultades sin ninguna necesidad es una manera de pensar acerca de la naturaleza de la solidez.
Ésta observación más bien general tiene hoy una aplicación práctica. Muchas veces la planificación
urbana centra la atención en la complejidad innecesaria. El planificador que intenta dar vida a
espacios públicos muertos puede tener éxito introduciendo elementos en apariencia innecesarios.
La complejidad puede servir como herramienta de diseño para contrarrestar la neutralidad. Los
incrementos de complejidad pueden estimular en el público un compromiso mayor con su entorno.
Las resistencias pueden ser espontáneas o provocadas por nosotros mismos. En ambos casos se
necesitan tolerancia a la frustración e imaginación. Para tratar las primeras nos identificaremos con
el obstáculo abordando el problema desde su punto de vista. Las dificultades que uno mismo crea
encierran la sospecha de que las cuestiones podrían ser más complejas de lo que parecen; es
posible que para averiguarlo tengamos que complicarlas más aún.
LUGARES DE RESISTENCIA
Paredes y membranas
Todo organismo vivo tiene dos lugares de resistencia: las paredes y las membranas celulares. La
pared celular es más excluyente, mientras que la membrana permite más intercambio fluido y
sólido; una membrana es un contenedor resistente y a la vez poroso. Estas distinciones se reflejan
en el medio construido por el hombre. El muro que Israel está levantando en los territorios de
Cisjordania está concebido para que funcione como una pared celular, el muro es de metal, el
menos poroso de los materiales. Otra variante es la urbanización cerrada, que mantiene la vida
herméticamente confinada entre sus muros custodiados por cámaras de vigilancia.
Merece la pena reflexionar un poco más sobre las murallas porque a veces nacieron como fronteras
inertes y se transformaron en lindes más activos. La gente se protegía detrás de las murallas
cuando era atacada; en las ciudades medievales, las puertas que se instalaron en las murallas
regulaban el comercio que entraba en la ciudad. Algunas grandes murallas medievales, sin
embargo, sufrieron modificaciones a lo largo del tiempo; dentro de los muros de la ciudad, el
alojamiento creció sin ninguna regulación ni control; fuera, las murallas daban abrigo a mercados
ilegales y atraían a exiliados extranjeros y marginados. Esas murallas funcionaban más bien como
membranas celulares, a la vez porosas y resistentes.
Los primeros ghetos de Europa también se transformaron en lugares con murallas de este tipo. En
Venecia, las islas reservadas para los judíos y los edificios llamados “fundacos” estaban rodeadas
de muros en cuya proximidad la actividad económica se hacía cada vez más intensa.
En urbanismo, trabajar en colaboración con la resistencia significa convertir las fronteras en lindes.
Impulsan esta estrategia tanto valores económicos como de tolerancia. Una ciudad necesita
absorber constantemente nuevos elementos.
En toda actividad artesanal aspiramos a seguir el impulso del urbanista a trabajar junto con la
resistencia en situaciones liminares. Desarrollamos la habilidad en la zona liminal de la vida.
El mayor reto con el que se encuentra cualquier buen artesano: el de reconocer la dificultad con los
ojos de la mente.
Este reto casa perfectamente con el problema con el que comenzamos, que trataba de precisar el
“lugar de la resistencia”. La frase tiene dos sentidos: o bien denota una frontera, una resistencia a
la contaminación, excluyente, letal, o bien un linde, un lugar de intercambio y a la vez de
separación. Las murallas de las ciudades han encarnado ambos sentidos. En el contexto de una
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ciudad multicultural, el segundo tipo de espacio es al mismo tiempo más desafiante y más
necesario, también en el trabajo, la frontera es un espacio de contención; el medio más productivo
para trabajar con la resistencia es un linde.
AMBIGÜEDAD
¿Cómo abordar las imprecisiones?
La anticipación de la ambigüedad
La creación de un borde
Se trata de la realización de un movimiento que sabemos que producirá un resultado ambiguo. En
diseño urbano podemos producir ambigüedad ideando lugares en los que la gente no sabe bien
dónde está. Un espacio de esas características es el laberinto. La ambigüedad planificada aspira a
que la gente aprenda algo. Ámsterdam ofrece un ejemplo gráfico. En los años posteriores a la 2º
Guerra Mundial, el arquitecto Aldo Van Eyck comenzó a llenar los espacios vacíos de Amsterdam
con zonas de recreo: patios traseros llenos de basura, glorietas, rincones abandonados y bordes de
calzadas. Estos miniparques callejeros eran también atractivos para los adultos. Otras ciudades
holandesas siguieron el ejemplo de Amsterdam, pero desgraciadamente pocos han sobrevivido.
El objetivo que se proponía el diseñador con estos pequeños parques era enseñar a los niños a
prever y manejar las transiciones ambiguas en el espacio urbano (ausencia de clara definición física
constituía un reto; había bordes, pero no separaciones nítidas; la exploración de esta condición
tenía la finalidad de estimular el deseo de investigar). Van Eyck fue partidario de las formas simples
de mobiliario lúdico, que dieran pocas indicaciones de uso.
En este dominio público, más que interactuar verbalmente, la gente se mezclaba físicamente. Pero
el dominio público no era neutral ni indiferente; atraía a los jóvenes y a los ancianos del vecindario.
Aquí había proyectos que cumplían concretamente el objetivo de crear un borde vital, una
membrana porosa. Van Eyck encontró maneras sencillas y claras de lograr que los usuarios de sus
parques, jóvenes y ancianos, aumentaran su capacidad de anticipación y manejo de la ambigüedad
en el borde.
Estos parques son una demostración de seguridad en oposición a la regulación de salud y
seguridad de la mayor parte del actual diseño de parques, que encierran y aíslan a los niños.
El gran antagonista de Van Eyck fue Le Corbusier. LC fue enemigo de la vida en la calle; él pensaba
que, en el mejor de los casos, era desorden, y en el peor, confusión irracional en el plano. Su “Plan
Voisin” para París vacía por completo sus calles de seres humanos para hacer de ellas meras
arterias, espacio depurado para la circulación del tráfico. Van Eyck expresó el contraste entre LC y
él mismo como el que se da entre crear espacio y crear lugar.
IMPROVISACIÓN
Escaleras
Las casas de vecindad del Lower East Side de New York son un ejemplo de que es posible hacerse
experto en ambigüedad. Los edificios de esta parte pobre han adquirido un aspecto uniforme. Los
residentes migrantes ignoraron las prescripciones legales. La escalera de entrada se diseñaba para
que cumpliera la función de pasaje de entrada y salida. Muy pronto los moradores comenzaron a
utilizar los escalones como asientos; las paredes laterales de las escaleras se convirtieron en
bastidores en los se exponían artículos en venta y se secaba la ropa. La entrada terminó siendo un
espacio público habitado donde la gente pasaba el tiempo.
El arquitecto Bernard Rudofsky se inspiró en el ejemplo de estas escaleras. Documentó cómo la
mayoría de las ciudades se construyó sobre todo improvisando. La improvisación es una habilidad
de usuario. Se inspira en la metamorfosis de la forma-tipo que se produce con el paso del tiempo.
No se entendería correctamente la creación de estos territorios si se los considerara espontáneos y
por tal cosa se entendiera que todo ha sido fortuito. En las escaleras de las viviendas los
improvisadores observan y experimentan con las escaleras de entrada de sus casas en relación con
su propio cuerpo.
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En las culturas de la calle supervivientes del Lower East Side, los libreros están completamente
apiñados, pero extienden artículos que los separan de sus vecinos. Los moradores cuelgan la
colada de una casa a otra para no obstruir ventanas clave. Al visitante accidental esto puede
parecerle un caos, pero en realidad los ocupantes de la calle han improvisado una forma coherente
y económica de usarla. Este orden oculto corresponde a la manera en que se desarrolla la mayor
parte de los asentamientos de población pobre. Mientras que los proyectos de “renovación”, que tal
vez proporcionen una calle más limpia, casas bonitas y grandes tiendas, no ofrecen a los habitantes
ninguna manera de marcar su presencia en el espacio. En los talleres, las oficinas y los laboratorios
se producen tanta improvisación como en las calles.
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ÉTICA
Orgullo por el trabajo propio
El orgullo por el trabajo propio anida en el corazón de la artesanía como recompensa de la
habilidad y el compromiso. Aunque, tanto para el judaísmo como para el cristianismo, el orgullo a
secas constituye un pecado, porque es ponerse en el lugar de Dios, el orgullo por el trabajo propio
parecería sustraerse él, pues el trabajo tiene una existencia independiente.
Lo que más enorgullece a los artesanos es el desarrollo de las habilidades. Por eso la simple
imitación no produce una satisfacción perdurable: la habilidad tiene que evolucionar. La lentitud del
tiempo artesanal es una fuente de satisfacción. Pero el orgullo por el trabajo también plantea su
propio problema ético, que se ejemplifica en los creadores de la bomba atómica.
El pragmatismo carece de buena solución para el problema ético que plantea el orgullo del trabajo
propio, pero dispone de un correctivo parcial, que consiste en llamar la atención sobre la conexión
entre medios y fines. La intención es enfatizar el valor de la indagación ética durante el proceso de
trabajo, en oposición a la investigación que comienza tras la consumación de los hechos.
Por esta razón he insistido (el autor) en las etapas y las secuencias del proceso de trabajo,
indicando el momento en que el artesano puede hacer una pausa y reflexionar sobre lo que está
haciendo.
Ignacio Fontanellaz
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2) Montaner aborda la crisis del Movimiento Moderno, desde la crisis del concepto de
espacio como continium universal, frente a las particularidades del lugar. Cómo lo
explica y en qué situación ubica la noción de lugar hoy en día.
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Montaner escribe que la concepción que desarrollan las vanguardias, en cuanto a espacio, se basa
en un espacio caracterizado como libre, fluido, ligero, continuo, abierto, infinito, transparente,
abstracto. Esta nueva concepción se contrapone a la de espacio tradicional del cual Riegl presenta
como paradigma al Panteón de Roma con su espacio interior delimitado y prefecto, un espacio
diferenciado volumétricamente de forma identificable, discontinua, estática y cartesiana.
Cuanto a lo anterior, el autor hace una diferenciación entre quienes denominaron como espacio-
tiempo a esta nueva concepción vanguardista en relación a la teoría de la relatividad e introducción
de la variable del movimiento y quienes, por generarse en contraposición con el tradicional espacio
cerrado, lo calificaron como antiespacio. Respecto al último ubica el origen en el siglo XVIII (con el
nacimiento del Neoclasicismo y el surgimiento de la Ilustración) cuando el espacio comienza a ser
independiente y relativo a objetos en movimiento dentro de un sistema cósmico infinito.
Todo esto evolucionara hacia la concepción internacional del espacio: como un vacio fluido, que
gira en torno a elementos estructurales (el pilar), dinamizado por planos cortados que no cierran
recintos.
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Para toda la arquitectura moderna la idea de lugar es irrelevante ya que el objeto arquitectónico
surge autónomamente.
El autor diferencia lugar y espacio conceptualmente. El espacio es ideal, teórico, genérico e
indefinido; frente al concepto de lugar, el cual es concreto, empírico, existencial, articulado y
definido hasta los detalles.
El espacio moderno es cuantitativo, desplegado sobre geometrías tridimensionales, es abstracto,
lógico, científico y matemático que se construye mentalmente; contrapuesto a lo cualitativo del
lugar, definido por sustantivos, símbolos y la historia; es ambiental y fenomenológico.
Montaner escribe sobre un actual cambio en la sensibilidad hacia el lugar; para el “los lugares ya no
son recipientes existenciales permanentes, sino focos intensos de acontecimientos, concentraciones
de dinamicidad, escenarios de hechos efímeros, etc.” Frente a este “…enmarañamiento de
acciones…” escribía Morín; Montaner distingue tres grupos de fenómenos:
Espacios mediáticos: donde ya no es predominante el espacio físico sino que la arquitectura se ha
transformado en un contenedor neutro caracterizado por interiores modificables y dinámicos con
sistemas de objetos, maquinas y equipamientos que lo configuran. Los museos contemporáneos
son un ejemplo de esto donde la forma espacial y luz natural ya no son definitorios; donde se
centra la atención en focos desmaterializados de luz artificial, en la información, como también en
la experimentación e interacción. Esto también puede suceder en espacios domésticos o de trabajo.
Ejemplo: El Museo de los Niños en Recoleta.
Los no lugares: definidos por la superabundancia y el exceso, se relacionan al transporte rápido, el
consumo y el ocio; opuestos a la cultura local. Autopistas y aeropuertos son espacios de vacios
culturales donde se permanece lo menos posible. El no lugar es un espacio presente pero sin
historia, no crea identidad, ni relación, solo soledad y similitud.
El ciberespacio o espacio virtual: es el que utilizan para proyectar y crear en las computadoras, los
ingenieros, los arquitectos, los diseñadores, músicos, etc. También es el lugar impalpable generado
por quienes hablan por teléfono o internet. “No solo es la máxima creación de la inteligencia y la
ciencia, sino de la imaginación y la ficción, la capacidad de soñar y crear del hombre”.
Estos tres fenómenos, según Montaner, son polaridades extremas que nunca se cumplen
idealmente sino que se cruzan, conviven e interpenetran.
El autor comienza escribiendo que el papel de la crítica de arquitectura a lo largo del siglo XX, ha
variado mucho y que analizando lo sucedido desde la vanguardia hasta la actualidad, se detecta
como el crítico ha ido adoptando diversas actitudes ante las cambiantes situaciones.
Junto al proyecto moderno de vanguardia hubo una actividad crítica comprometida, cómplice del
mismo que buscaba generar un discurso de demostración de los nuevos valores arquitectónicos.
Coincidían los objetivos de arquitectos, diseñadores y críticos y se justificaban buscando legitimar la
nueva arquitectura para que sea una contribución valiosa a cultural y social.
La situación de la suspensión crítica en el clima posterior a la segunda guerra mundial, genera la
pérdida de confianza entre prácticos y críticos de la arquitectura. A dicha situación le sigue una
nueva concepción de la crítica como “crítica radical”, como razonamiento global a esta construcción
ideológica. Durante los años 60 y 70, la actividad arquitectónica fue blanco de continuas
descalificaciones respecto de sus discursos manipuladores, tramposos, que ocultaban las
verdaderas intenciones perversas de los procesos de construcción de las ciudades y espacios para
la vida. Según el autor, el crítico tiene que ser “…la conciencia lucida…” que se separe del vacío de
los discursos. El crítico adquiere una global desconfianza al discurso arquitectónico y se aleja de la
práctica arquitectónica.
Ante estos cambios sucedidos, Sola-Morales escribe que, como resultado de una intelectualidad sin
valores ni principios políticos para juzgar la arquitectura, la situación actual pareciera que perdió la
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fuerza de la condición radical de la crítica sin buscar una forma de colaboración o complemento con
la práctica; y a la vez esta, presenta una falta de razonamientos fundamentados.
Según el autor se está frente a “situaciones” más que frente a cuerpos teóricos, los cuales
buscaron justificación en condiciones particulares de cada acontecimiento. Cada obra surge de un
cruce de discursos, parciales y fragmentarios manifestando una gran heterogeneidad de objetos
arquitectónicos. Analizando este punto de cruce, según Sola-Morales, podría entenderse una
situación, acción o producción arquitectónica.
Sola-Morales escribe que la crítica, mediante la construcción de mapas, puede mostrar la
complejidad del territorio sobre el cual se construyen obras arquitectónicas. También la crítica es
una construcción deliberada de una topografía en la que tiene lugar un objeto, ya que la
arquitectura comprende un acontecimiento resultante del cruce de múltiples fuerzas capaces de dar
lugar a este.
El autor concluye el capitulo explicando que hoy, como en el pasado, frente al silencio e intención
de evitar cualquier explicación, la crítica contrapone su pretensión de construir un discurso y así
encontrar rasgos, actitudes y valores esenciales que aparecen reiteradamente en las propuestas
actuales.
En el contexto de segundo posguerra, es donde el autor ubica el punto de inflexión donde la noción
de espacio como producción será sustituida por la noción de lugar. Para llegar a esto antes aborda
la concepción moderna del espacio; continuo, homogéneo y determinado por las tres dimensiones.
Un concepto intrínseco a la arquitectura y que, según Sola-Morales, con la revolución científica, al
producirse la teoría de la relatividad, se asocia inseparablemente al tiempo a esa noción de espacio,
donde los parámetros espacio-temporales permanentemente mutaran.
Según Sola-Morales, la arquitectura relacionada a la cultura moderna (idea de que la arquitectura
es producción de espacios pos-euclidianos) maneja un gran repertorio de posibilidades biológicas y
psicológicas.
Al cambiar las filosofías existenciales, estas se introducen en la arquitectura europea y
latinoamericana provocando que ahora, la arquitectura, refiera a particularidades concretas de cada
situación, que tienen lugar en un espacio y tiempo determinado. Con la convicción de que la
arquitectura no es una actividad productiva semejante a la industrial, más bien es la arquitectura
relacionada a una práctica artesanal, a un dato persistente, ya sea de la historia, los mitos, el
simbolismo y la significación de un sitio; distinguiéndolos como: “lugares como permanencia”.
Contemporáneamente, la situación se modifica sustancialmente. Presenciamos experiencias de una
cultura mediática, una sociedad de la ubicuidad, la aldea global, el mundo de los inmateriales
desencadenados en experiencias simultaneas, presencia múltiple y generador de estímulos
perceptivos. El deconstructivismo es el fenómeno que ilustra bien esta condición. Una arquitectura
de descomposición, distorsión, de desplazamiento. Esta manifestación de individualismo representa
el vacio, desorden, ruptura. En esta arquitectura no hay lugares donde detenerse y están llenas de
interrogantes.
Los lugares de la arquitectura actual no pueden ser permanencias; el autor escribe que esto no
tiene que desilusionar, sino entender la posibilidad de producir el lugar como la producción de un
acontecimiento, valorando los lugares producidos por el encuentro de energías actuales. El lugar
contemporáneo ha de ser un cruce de caminos que el arquitecto tiene que aprehender.
Sola-morales y Montaner, coinciden en la idea de lugar como acontecimiento, como puntos de
encuentro de múltiples flujos, ya no como permanencias. Situación actual influenciada por la
cultura mediática donde las distancias se acortan y se convierten en instantes. Montaner encuentra
en esta realidad arquitectónica actual, que los espacios y antiespacios; lugares y no lugares se
entrecruzan y conviven, y están continuamente transformándose.
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El fin esencial de la arquitectura, de crear lugares para habitar que refuercen nuestra identidad, se
puede lograr si aprendemos a encontrar las oportunidades en ese diminuto instante y enfrentar al
actual sistema global.
6) Desarrolle una de las categorías con las que Sola-Morales analiza la producción
contemporánea.
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7) Describa las múltiples dimensiones en las que Roberto Fernández define la noción de
proyecto. Comente en qué condiciones se encuentra en la actualidad.
El autor define el concepto desde la acción que este implica, tras la definición etimológica (arrojar
hacia adelante), y la figurada (anticiparse), también desde lo disciplinar aclarando que todos hacen
proyectos (las personas, las instituciones, la sociedad, el estado, etc.), y es por ello que no es
exclusiva de disciplina proyectuales.
Explica que desde la disciplina arquitectónica, se comienza a hablar de proyecto desde el
renacimiento, principalmente a partir del método de la perspectiva ya que permitió representar una
obra antes de materializarla.
Para Fernández es concebido el proyecto, como una “prefiguración icónica escalar de la cosa real”.
El autor reconoce una diferencia entre el modo de proyectar del renacimiento y la representación
digital de nuestros días. Por ello propone recuperar la idea de proyecto como concepto histórico,
que como tal es susceptible a ser modificado o reemplazado por otros métodos.
Desde una dimensión sociocultural tratará también el concepto de proyecto; razón por la que
establecerá una diferenciación entre el concepto como forma de organización disciplinar y el mismo
pero como forma de organización de una actuación social. La diferencia reside en que mientras el
proyecto disciplinar genera una mercancía, el social no necesariamente se presenta como el
proyecto de una cosa de valor de cambio, sino que puede estar dirigido a producir una instancia de
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valor de uso. Para el autor, esto último puede dar lugar a pensar el proyecto como algo que no
siempre está determinado por condiciones de mercado. Lo importante de esta distinción, radica en
que actualmente se está viviendo que ambos se van entrelazando promoviendo el desarrollo de
procesos participativos, los cuales redefinen el saber técnico o disciplinar en su articulación con
saberes proyectuales sociales.
Una serie de argumentos propondrá el autor en función de analizar los límites de la idea de
proyecto, tanto en lo disciplinar como social. Estos argumentos parten de sostener que el mundo
global ingreso a una fase posindustrial donde se paso de una economía basada en generar
industrialmente productos, a otra basada en producir bienes de servicios (o inmateriales); y por la
sustitución de los llamados modelos cerrados por el paradigma de la incertidumbre.
Cuanto a esto, platea la crisis del proyecto como instrumento de racionalidad social que abre paso
a dimensiones posproyectuales que reemplazan el momento técnico del proyecto.
“La toma de decisión” es una de ellas y la concibe como el momento de concreción de un proceso
de actos relacionados a un hecho político, administrativo y económico o financiero de tipo
oportunista y egoísta apartados de la ética profesional. Ante esta situación afirma, el rol de crítico
que le cabe al arquitecto.
“La gestión” es otra, definida como suplantadora de la planificación, caracterizada por su
adaptación a imprevistos e incertidumbres posibles de presentarse y por ser normalmente
procesualista. De la distinción entre gestión hegemonista y participativa es en la última donde ve
potencialidades para el campo del arquitecto.
Otra seria “la producción”, como momento de concreción de bienes y servicios; refiere por un lado
al tipo de producción globalizada y por otro a la producción alternativa; por lo que plantea
capacitarnos para que la crítica técnica-cultural de la producción globalizada y ofrecer servicios
proyectuales a la producción alternativa.
Ante la crisis del mundo actual, Fernández habla de la redefinición de las formas de proyectar.
“Crisis de recursos básicos” proveniente de la crisis de materia y energía, devenida en ahorro
energético y reciclaje que influirá sin dudas en los diseñadores; la “crisis de la funcionalidad”
cuanto a que los nuevos problemas están ligados a obtener diferenciales estéticos o semánticos y
no a la eficiencia funcional que ya es garantizado a partir del desarrollo industrial.
Finalmente la “crisis de la sustentabilidad productiva” (basada en la desinversión del capital fijo); la
de la “sustentabilidad política” (por gobiernos cada vez mas orientados a gobernar la exclusión
social); y la “sustentabilidad social” (por el creciente deterioro de calidad de vida social).
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El panorama del diseño no necesariamente va a ser negativo, mientras seamos capaces de llenar
de contenidos nuestra actividad y así participaremos activamente en construir el siglo XXI.
Para R. Fernández recuperar la idea de proyecto como concepto, sirve para proponer algunas idea
de cómo se proyectara en el futuro y de la misma manera proyectar ese futuro, llevando adelante
acciones colectivas, ideológicas y políticas, que tiendan a que ese futuro sea de mejor calidad para
todos.
De esta manera es que propone recuperar la idea de proyecto como concepto histórico de
prefigurar, arrojar hace adelante, un concepto que puede ser modificado o sustituido por otros
métodos.
El Proyecto va adquirir un nuevo sentido, en cuanto al mundo que se viene, que en términos
culturales y políticos, se enmarcara en una necesaria crítica a la globalización.
En relación a esto, define como cultura de proyecto, a lo que trata el hecho de asumir las
peculiaridades de lo local regional y nacional para hacer frente a la globalización mediante el
proyecto; lo que da lugar a una confrontación local-global.
Convertir la idea de proyecto en instrumento cultural arraigado en las comunidades, sin depender
de una exigencia de mercado. Lo que plantea R. Fernández es que a partir del Espacio y Función
del proyecto se puedan proponer alternativas “sustentables y participativas” a la homogeneidad
consumista del universo globalizado.
Al definir política de Proyecto se refiere a la potencialidad que puede adquirir el proyecto como
critica a los efectos negativos de la globalización planteando que dichas políticas (evaluaciones de
impacto ambiental), deben apelar a conseguir la máxima calidad de la sustentabilidad social antes
que a la rentabilidad productiva.
En los nuevos escenarios Proyectuales, en los que habrá que concebir productos inteligentes
capaces de minimizar el consumo de materia y energía, productos que se nieguen al esquema de
“usar y tirar”, habrá que organizar equipos interdisciplinarios capaces de montar procesos de
gestión del desarrollo y estrategias de participación y descentralización.
El panorama del diseño no necesariamente va a ser negativo, mientras seamos capaces de llenar
de contenidos nuestra actividad y así participaremos activamente en construir el siglo XXI.
Bajo una reconsideración del cuadro cultural contemporáneo se deducen una breve enumeración
de hipótesis para discutir el estado de la arquitectura latinoamericana.
La arquitectura y la reflexión calificadora de lo urbano están en un punto bajísimo de su historia,
solo parece posible hacerse cargo de acciones leves, proyectos mínimos, envolventes o pieles
morfológicas de trozos de ciudad. El pensar en relaciones debería ser el cometido de una crítica
máxima, que sea capaz de interpretar el proceso general del presente histórico y ofrecer, sino una
expansión de las prácticas proyéctales.
El valor social de la arquitectura: esta sino muerto, moribundo, deberá afirmarse en potenciar su
valor cultural. El modelo de la burocracia (o planificación) suplantado por un modelo de mercado no
sin fisuras. El concepto de programa, transcripción racional de necesidades, funciones e
instituciones y como unidad de proceso de la planificación, también esta moribundo.
Desde el campo de una crítica máxima, hoy se trata de hacer mapas, descubrir oportunidades
(fisuras, deseos/necesidades de la sociedad civil, puntos muertos de las ciudades), la necesidad de
intentar comprender lo americano para luego actuarlas desde el proyecto mínimo.
Esta sería una guía para potenciar y calificar las posibilidades del proyecto, tomando conciencia de
la época. Situados en la contemporaneidad y actuando desde lo disciplinar.
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Desde la crítica máxima la arquitectura ya no tiene una tarea de tipo socio productiva sino cultural
con un paso a una arquitectura de mercado. También se podría entender, criticar y superar la
fractura social desde el plano en que actúa en el nivel del lenguaje y la técnica. Proponiendo a
través del lenguaje discursos comunicables, identificables y entendibles para toda la sociedad, y
desde la técnica, tecnologías posibles para nuestras ciudades. La crítica se propone entonces la
meta de hacer ciudad para recuperar la urbanidad que se pierde tras la segregación y la violencia,
la pobreza y la exclusión.
Desde el proyecto mínimo se debería maximizar la calidad social del objeto de arquitectura,
haciendo hincapié en la piel del objeto arquitectónico, aprovechando este canal de comunicación,
ya que puede expresar diversos sentidos, imitación de estilemas cosmopolitas, celebración de
signos globalizados o expresar a través de las diferencias nuestra identidad. El proyecto mínimo
debería lograr una obra culturalmente crítica y no solo un objeto mercantil.
Culturalizar lo natural en los materiales a utilizar, metaforizar en el proyecto algún elemento
territorial característico. Hacer ciudad desarrollando objetos arquitectónicos que por fuera de su
especificidad funcional o programática sean capaces de condensar culturalmente urbanidad,
aumentando la oferta de recintos o trazos de una ciudad abiertos al uso público o arquitecturizando
historias de la ciudad que sirven para identificarnos.
El pensar en relaciones debería ser el cometido de una crítica máxima, proponiendo que se deberá
tratar de promover núcleos y situaciones de calidad pública y social.
11) Explique el par Utopía-Ucronía que Roberto Fernández propone para una
aproximación al proceso histórico contemporáneo.
La conciencia histórica de una sociedad puede tener diferente grado de desarrollo lo cual depende
de la noción de identidad o relación de una producción cultural con un contexto geosocial
determinado.
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12) A- Definir los tres conceptos que Canclini toma: Globalización, Internacionalización,
Transnacionalización.
B- Como juegan las nociones de nación y territorio en el marco de la globalización.
Con respecto a la noción de Nación plantea que el fenómeno contemporáneo ha reducido el poder
de decisión de los gobiernos, siendo los que manejan la información y los que realmente toman
decisiones, las elites políticas y económicas transnacionales, de esta manera desplazan a los
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gobiernos nacionales a ser solo administradores de dichas decisiones. A esto Canclini lo ve como el
traspaso decisorio de la política nacional a la economía transnacional. Frente a este contexto los
gobiernos nacionales impulsan acuerdos de integración intergubernamentales. Pero estos acuerdos
“se revelan como apoyos a la convergencia monopolística de los sectores empresariales y
financieros más concentrados”, esto deja claro el “desencuentro entre lo que las elites económicas
y lo que opina la mayoría de los ciudadanos”.
Con respecto al territorio dice; que los cambios en las relaciones de producción, intercambio y
consumo desvalorizan los vínculos de las personas con su territorio, que anulan puestos de trabajos
y rebajan precios de lo que se produce en el propio lugar.
La globalización ha fijado nuevas condiciones, donde somos vigilados, controlados por unos pocos,
que no sabemos quiénes son y donde se instalan, apuntando a seleccionar, segregar, y excluirnos,
para transformarnos en personas dedicadas al trabajo y el consumo. La idea de lugar se ha visto,
en gran medida, invadida por los productos del cine, la música, la informática, que nos lleva a
perder rasgos locales, a alejarnos de cierta pertenencia del lugar.
Las vanguardias provienen del arte y pretenden establecer una nueva forma de experiencia que
rompa con el mundo instrumental. La vanguardia asume varios rasgos de la modernidad q critica:
separación entre expertos y legos, su experimentación formal tiende a ser complicado para la
mayoría por lo q crece la especialización, la noción de vanguardia como progreso y apelación al
cambio es moderna.
El vanguardismo estético toma conciencia de que la modernidad es inabarcable, y retraduce la
situación trágica del hombre y la sociedad. Su discurso apuesta al desorden del mundo pero tb a un
orden utópico y moderno. Los movimientos de vanguardia tienen una nueva conciencia del tiempo
q da valor a lo dinámico, y que quiere utilizar el pasado poniéndose a la historia neutralizada.
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El proyecto moderno a través de las vanguardias mantuvo la ambición de librar la vida a través de
la cultura. El objeto final de las vanguardias era el de las infinitas experiencias espacio temporales
(Einstein) la creatividad es espacial, y se produce a través de mecanismos psicológicos, a través de
la percepción del sujeto.
El postmodernismo revitalizo la vanguardia europea dotándola de una forma americana, la
vanguardia se agota por su creciente comercialización y se pierde la confianza y la exuberancia en
los 70s, por lo que se habla de una cultura pos vanguardista. Renuncio a ser vanguardia y no
agrego nada nuevo, y reapropio lo anterior.
Las artes actuales no pueden considerarse una fase más de los movimientos del modernismo. Hoy
las experiencias estéticas ocupan una posición periférica pero no marginal y se perciben de
experiencias puntuales y heterogénea, es por eso que la experiencia vanguardista no tiene
posibilidad de existencia en la cultura contemporánea, ahora la aproximación a lo estítico se
produce de una manera débil, fragmentaria, y niega la posibilidad en convertirse en una
experiencia central como fue la del movimiento moderno. La experiencia actual es la de la cultura
mediática, donde las culturas se acortan y las imágenes ya no están ligadas a un lugar preciso sino
que deambulan.
El deconstructivismo ilustra esta situación de negación contemporánea, es una arquitectura de
descomposición distorsión, desplazamiento y ambigüedad q libera energías destructivas, rechazo e
individualismo, todo lo contrario a las vanguardias del 20 que ansiaban la integración del arte con la
vida.
14) A partir de los desarrollos de los aspectos más característicos del TP de su año de
cursado, ubique la misma en el contexto de la producción contemporánea.
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Los elementos del lenguaje formal de Wozoco’s no resultan llamativos en sí mismo, no escapan a
las geometrías regulares, si no que es la disposición no convencional en que se hallan estos
elementos lo que dota al edificio de esa expresión tan personal del grupo.
Dado a la importancia que cobra la dimensión fenomenológica en el proyecto y la preocupación
por las realidades de los materiales, nos permiten enmarcarlo dentro de la polaridad tectónica,
estos no solo utilizados con fines estéticos, sino para lograr objetivos como la identidad individual
de cada vivienda y la ruptura de la monotonía que caracteriza a la mayor parte de las arquitectura
de las ciudades jardín en el oeste de Ámsterdam.
No se puede concluir este trabajo sin poner en consideración un aspecto acerca de los voladizos.
Este se refiere a una cuestión sobre los destinatarios del proyecto, y se refiere a ¿se atrevió alguien
a vivir colgado?
Una crítica hecha fue que la reacción de los usuarios frente al vació a llevado a la no ocupación de
los departamentos.
Cabria afirmar que la duda siempre estuvo presente en el transcurso del proyecto. En la misma
memoria los arquitectos responden a esta cuestión: “superada la ola de envejecimiento, estas
viviendas la usarían habitantes más jóvenes.”
No invalidamos esto, aunque muchas veces los resultados escapan al control del mismo. Creemos
que no fueron ingenuos ante el posible resultado final, ya que se había considerado la reacción
frente a los voladizos. Creemos que responde a una determinada concepción, la de la realidad
cambiante.
15) Por qué cree que el abordaje critico mediante polaridades es más importante que
por categorías fijas.
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Teoría y Crítica/2013
Teoría y Crítica – Resúmenes seminarios 2013 111
Para Appadurai “lo local” es algo primariamente relacional y contextual, no algo espacial. Lo
entiende como una cualidad fenomenológica compleja. Se referirá a “vecindario” como las formas
sociales existentes en la realidad y en que lo local se concreta de diferentes maneras. Serían
comunidades situadas, caracterizadas por su naturaleza concreta y por su potencial para la
reproducción social.
Lo local es un logro social inherentemente frágil que necesita ser cuidadosamente cultivado y
protegido de todo tipo de fuerzas en su contra. Los sujetos locales, es decir, los actores sociales,
pertenecen a una comunidad que aplican diferentes técnicas sociales (bautismos por ej.) para la
inscripción de lo local sobre los propios cuerpos. Son formas de corporizar y personificar lo local. Así
como localizar los cuerpos dentro de comunidades definidas.
La producción de la localidad en las sociedades no es solamente cuestión de construir sujetos
locales sino también de construir sus propios vecindarios que son los que en definitiva
contextualizan tales subjetividades. Lo local es efímero, a menos que se lleve la difícil tarea de
producir y mantener su materialidad.
El conocimiento local en lo sustancial tiene que ver con la producción de sujetos locales confiables
así como con la producción de vecindarios igualmente localizados y confiables, dentro de los que
tales sujetos pueden ser reconocidos y organizados.
La producción de los sujetos locales y los vecindarios en los que estos son producidos, nombrados y
capacitados para actuar socialmente es una relación histórica y dialéctica. Sin sujetos locales
confiables, la construcción de un terreno local de habitación, producción y seguridad moral no
tendría ningún sentido ni interés.
La crítica comporta un juicio estético que consiste en la valoración individual de la obra que el
crítico realiza a partir de la complejidad del bagaje de conocimientos que dispone, de su capacidad
analítica y sintética y también de su sensibilidad, intuición y gusto. Parte de un comportamiento
ético: la mejora de la sociedad, el enriquecimiento del gusto artístico, la defensa de la adecuación
de la arquitectura a sus fines.
La actividad del crítico se dirige a comprender la obra para poder explicar al público su contenido
aunque siempre quedarán aspectos, del autor y de la obra, desconocidos, velados e inexplicables, a
la espera de futuras interpretaciones.
Los inicios de la crítica se sitúan en la 2da. Mitad del S. XVIII con la Ilustración y la eclosión del
neoclasicismo. Se produce paralelamente con el nacimiento de la estética y de la arqueología. Es a
partir del arte de vanguardia y del Movimiento Moderno que la actividad de la crítica toma un papel
más relevante. La ruptura con la mimesis, las diversas génesis de la abstracción y la defensa de
una nueva arquitectura (racionalista, funcionalista, social y avanzada tecnológicamente) requería de
una teoría, de una crítica y una historiografía que acompañen la difusión de la obra de arte y de la
arquitectura moderna hasta hoy.
La crítica artística, en la medida que se caracteriza por la emisión de un juicio, se desarrolla en
proximidad a la teoría, la estética y la historia. Su misión es la de interpretar y contextualizar, y
puede entenderse como una hermenéutica que desvela orígenes, relaciones, significados y
esencias.
En el caso de la arquitectura, el juicio se establece sobre la medida en que la obra ha alcanzado sus
finalidades: funcionalidad distributiva y social, belleza y expresión de símbolos y significados,
adecuado uso de materiales y las técnicas, relación con el contexto urbano, el lugar y el medio.
Sólo existe crítica cuando existe una teoría, para deducir los juicios que sustentan las
interpretaciones, y al mismo tiempo toda teoría necesita la experiencia de ponerse a prueba y
ejercitarse en la crítica. “Toda crítica es la puesta en práctica de una teoría”.
El trabajo de la crítica, como la filosofía, parte de la duda y la indagación.
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Teoría y Crítica – Resúmenes seminarios 2013 112
La actividad del crítico de arquitectura es nómada. El lugar donde ejerce su juicio es en el interior
de la misma obra, recorriendo sus espacios y valorando su realidad material dentro del entorno y la
ciudad. La crítica arquitectónica debe desarrollarse en presencia del original, en su mismo lugar.
Dentro de las incertidumbres contemporáneas y de la gran pluralidad de posiciones e
interpretaciones, una de las misiones básicas del trabajo de la crítica consiste en intentar
contextualizar toda nueva producción dentro de corrientes, tradiciones, posiciones y metodologías
establecidas, reconstituyendo el medio en el cual se han creado las obras. El trabajo de la crítica
consiste en develar las raíces y antecedentes, las teorías, métodos y posiciones que están implícitos
en el objeto.
El trabajo de la crítica se dirige hacia la interpretación de una obra dentro de una realidad compleja
e irreductible a unos pocos razonamientos o características.
Augé en su texto cita a Certeau, quien considera que el espacio es un lugar practicado, un cruce de
elementos en movimiento. Considera que el lugar es un conjunto de elementos que coexisten en un
mismo orden; mientras que el espacio seria la animación de estos lugares por el desplazamiento de
un elemento móvil. Augé al dar la noción de lugar, utiliza el término de lugar antropológico, y se
caracteriza por tener por lo menos tres rasgos comunes. Se los considera identificatorios,
relacionales, e históricos. Augé caracteriza la época contemporánea como un tiempo en el que hay
superabundancia de acontecimientos, como un tiempo en el que abundan los excesos. Al mismo lo
define como sobremodernidad, es el espacio de la superabundancia y los excesos del anonimato y
la soledad. La primera característica de la sobremodernidad, es el exceso de tiempo, producto de la
superabundancia de acontecimientos; la segunda es el exceso de espacio, y es correlativo al
achicamiento del planeta; y la tercera es el ego, donde el individuo se cree un mundo, donde cada
uno interpreta por y para sí mismo las afirmaciones que se le entregan. Estos excesos conducen a
transformaciones en la sociedad, generando lo que los autores denominan “no lugares”. Los
mismos están relacionados con los espacios de transporte, de consumo y de ocio. Se caracterizan
por la ausencia de lugar, son una cualidad negativa del mismo. Es un espacio que no puede
definirse ni como de identidad, ni como relacional, ni como histórico, son el producto de la
sobremodernidad, aquí solo reina la urgencia del momento presente.
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