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Tras Tú nez, Egipto y el inicio de la rebelió n en Libia, en marzo del 2011 estallaron las
protestas contra el presidente sirio, Bashar el Asad, cabeza del régimen del partido Baaz,
en la ciudad de Deraa (sur). Se iniciaron tras el arresto y tortura de unos adolescentes que
pintaron en la pared de su escuela: “Es tu turno, Doctor”, en referencia a Asad, que es
oftalmó logo.
Las fuerzas de seguridad sirias mataron a manifestantes en las primeras protestas y éstas
se extendieron por todo el país. En verano del 2011, cientos de miles de sirios pedían en
las calles la dimisió n de Asad, reformas políticas y el fin de la brutalidad policial.
"Al principio del conflicto, muchos creyeron dentro y fuera de Siria que Asad duraría pocos
meses. Vieron el efecto dominó que se estaba produciendo, con caídas de líderes fuertes en
países á rabes", apunta Yaron Friedman, profesor de la Universidad de Haifa y experto en
Siria.
"Hasta el 2012, la mayoría pensaba que el final del régimen estaba cerca, pero entonces
Asad consiguió ayuda de sus aliados. Primero de Irá n y de (el movimiento chií libanés)
Hizbulá , que mandó a su milicia a luchar con Asad y le aportó avances que lo salvaron y le
dieron mucha motivació n", indica Friedman.
Los rebeldes fueron creciendo y obteniendo armas, una parte de ellas “financiadas por
Arabia Saudí y Catar” y destinadas especialmente a los grupos islamistas. Así lo explicaron
a este diario, en junio del 2012, en la ciudad libanesa de Trípoli, combatientes de las
Brigadas Faruk, integradas mayoritariamente por hombres de Homs y desertores y que
formaban parte del ESL. Muchos de estos combatientes eran de Baba Amro, un barrio de
Homs masacrado por el Ejército sirio.
Los yihadistas aumentaron y las fuerzas seculares del ESL perdieron terreno. Aparecieron
grupos como el yihadista Frente al Nusra, filial de Al Qaeda en Siria, y el Estado Islá mico
(EI), que lanzó una fuerte ofensiva en Irak en junio del 2014, y luego en la zona de Siria
cercana a la frontera iraquí. El EI proclamó un califato en el á rea que controla en Irak y
Siria cuya capital de facto es la ciudad siria de Raqqa.
Integrado por miles de extranjeros, el EI lucha contra todos los bandos: las fuerzas
gubernamentales, los rebeldes, el Frente al Nusra -con el que se ha aliado en algunas
ocasiones- y las fuerzas kurdas, también opuestas a Asad y contra las que arremete
Turquía.
En septiembre del 2014, una coalició n internacional liderada por EEUU, con Jordania,
Baréin, Catar, Arabia Saudí y los Emiratos Á rabes Unidos (EAU) empezó a bombardear al
EI. Francia inició los ataques en septiembre del 2015 y el Reino Unido, en diciembre.
Rusia comenzó en septiembre atacando a “los terroristas del EI”. Pero ademá s, ha
bombardeado a grupos rebeldes y ha conseguido que el régimen de Asad, que hace medio
añ o estaba al borde del colapso, haya recuperado terreno en zonas clave como Alepo
(norte). “La intervenció n rusa es fundamental, puede cambiar el curso de la guerra a favor
de Asad”, asegura Phillip Smyth, investigador de la Universidad de Maryland.
El mapa de quien controla cada zona de Siria actualmente está lleno de divisiones. El
régimen de Asad -Ejército y milicias afines- tiene una gran parte del oeste del país,
Damasco, Latakia, Tartú s, casi toda la frontera con Líbano, Alepo, otra en el centro del país
y en Deir Ezzor. Tras perder Alepo, en el norte, los rebeldes tienen una zona amplia de la
provincia de Idlib, fronteriza con Turquía, un á rea cercana a Damasco y otra en Homs.
La franja norte, a lo largo de la frontera con Turquía y una parte de la iraquí, está en manos
de las fuerzas kurdas, a excepció n de unos tramos que controlan los rebeldes y el EI. Los
yihadistas tienen una parte del este de Siria fronterizo con Irak, y zonas del norte, en
Alepo, Al Raqa, As Shaddadah, á reas centrales y pequeñ as partes en el sur.
El 4 de abril del 2017, un ataque con armas químicas causó al menos 86 muertos -segú n el
Observatorio Sirio de Derechos Humanos (OSDH)- en la localidad siria de Jan Sheijun, en la
provincia de Idleb (noroeste de Siria). La oposició n siria, EEUU y otros países acusaron al
régimen de Damasco del ataque, pero las autoridades sirias negaron haberlo perpetrado.
Rusia alegó que se había bombardeado un almacén donde los rebeldes que controlan Jan
Sheijun guardaban armas químicas.