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Cordial Saludo

Apreciado Tutor y Compañeras


Comparto las Propuestas teóricas y acciones que favorecen el bienestar de
comunidades que han sufrido una problemática social especifica desde los
presupuestos de la neurociencia social.
Como se escogió el maltrato infantil doy respuesta a mis aportes sobre el maltrato
infantil.
 
El maltrato infantil no se presenta de forma aislada, sino que involucra una gran variedad
de factores biopsicosociales. Actualmente vivimos en un ambiente lleno de violencia,
situación donde no escapan los niños. El maltrato infantil ha llegado a ser un problema que
ha incrementado en forma alarmante. No se tienen cifras precisas de la magnitud de este
problema y cada vez es más esta problemática. Por esto es necesario difundir el
conocimiento sobre este problema en todos los ámbitos, con la finalidad de prevenirlo,
identificarlo e iniciar su abordaje terapéutico temprano, evitando de esta forma las
consecuencias y los efectos tan intensos que tiene sobre el ser humano.
El Sistema Nacional para el Desarrollo Integral de la Familia (DIF) define a los niños
maltratados como: “Los menores de edad que enfrentan y sufren ocasional o habitualmente,
violencia física, emocional o ambas, ejecutadas por actos de acción u omisión, pero siempre
en forma intencional, no accidental, por padres, tutores, custodios o personas responsables
de ellos”. El maltrato emocional se venido definido como una respuesta emocional
inapropiada y repetitiva ante las expresiones de emoción del niño y de su conducta,
provocando un dolor emocional en ellos (ej. miedo, humillación, ansiedad, desesperación,
etc.). Esto inhibe la espontaneidad de sentimientos positivos, provocando un deterioro de la
habilidad para percibir, comprender, modular y expresar apropiadamente las emociones,
produciendo consecuencias graves en su desarrollo y en su entorno social y su relación con
este.
Mientras que el maltrato psicológico se entiende como aquellas conductas persistentes e
inapropiadas (ej. violencia doméstica, insultos, actitud impredecible, mentiras, decepciones,
explotación, maltrato sexual, negligencia y otras) que dañan o reducen el potencial creativo
en las personas, así como el desarrollo de facultades y procesos mentales del niño
(inteligencia, memoria, reconocimiento, percepción, atención, imaginación y moral). En
consecuencia este tipo de maltrato imposibilita al niño a entender y manejar su medio
ambiente, lo confunde y/o atemoriza haciéndolo más vulnerable e inseguro afectando su
educación, bienestar general y vida social.
Existe una estrecha relación entre los diferentes tipos de maltrato y el desarrollo
biopsicosocial del niño -como ya hemos visto- provocando principalmente: problemas
escolares, tanto en el plano cognitivo como en el de la interacción social, alteraciones de la
conducta manifestadas por agresión y retraimiento. actualmente entre los niños y jóvenes
desde los 10 hasta los 18-19 años de edad; y el abuso sexual, que se ha asociado a
problemas psicosomáticos, alteraciones diversas del comportamiento sexual en personas
que tienen antecedentes de abuso sexual en la niñez e incluso desarrollar trastornos de la
personalidad más severos.

Efectos de maltrato infantil:


 Efecto de maltrato infantil: tiene efectos negativos a corto a medio y a largo plazo
dependerá de múltiples factores como el tipo y la frecuencia en la que se produce el
maltrato y a su vez repercutirá en lo social y lo cognitivo.
 Efectos emocionales: pueden destacarse las dificultades en la regulación de sus
emociones y un desarrollo precario de habilidades sociales. Por otra parte los
efectos emocionales tienen que ver mucho con la formación del vínculo del apego
dando lugar a un apego inseguro reacción ante la separación y respuesta
ambivalente como Por ejemplo ante el reencuentro con la madre.
 Efectos cognitivos o conductuales: vienen de la mano de la dificultad para regular
las propias emociones y las disonancias cognitivas provocadas por su situación de
maltrato y suelen ser niños con bajas auto-estima baja capacidad empática
desconfiados y temerosos frente al resto de personas.

Promover estilos de vida más saludables que garanticen una mejor calidad de vida a
nuestra población infantil.
Acciones que favorecen el bienestar del niño (a)
Educar a los niños y niñas en Hábitos Saludables desde temprana edad, es la medida
preventiva más eficaz para mejorar la condición de salud a lo largo de toda la vida del
individuo. Los estilos de vida saludables son considerados como un conjunto de hábitos,
comportamientos y conductas que llevan a los individuos a alcanzar un nivel de bienestar y
satisfacción plena de sus necesidades en la vida; por el contrario, los estilos de vida no
saludables están relacionados con comportamientos que generan efectos negativos para la
salud

 Una alimentación balanceada y equilibrada: Una alimentación variada


garantiza que el niño obtenga los nutrientes que necesita.
 Más fruta y verdura. Consumir cinco raciones diarias de fruta y verdura.
 Menos proteínas. Reducir el consumo de carne a dos o tres veces por semana y
tomar pescado en la misma proporción.
 Más cereales. Deben consumirlos diariamente en forma de arroz, pasta o pan.
 Menos comida rápida. Limitar al máximo la comida rápida y la bollería industrial
(contienen mucha grasa y calorías).
 También es importante hacer un buen desayuno para asegurarnos de que nuestro
organismo obtiene los hidratos de carbono que necesita por la mañana.
 Beber agua: El 70% de nuestro cuerpo es agua, imprescindible para eliminar
toxinas e hidratar todos los órganos.
 Buenas costumbres en el comer:
 Más actividad física: El  juego y el deporte son aliados imprescindibles
para el buen funcionamiento del organismo. Una hora de actividad
física moderada al día mejora sensiblemente el índice de masa corporal
(relación entre peso y estatura) de los niños, incrementa su rendimiento
escolar e incluso su estado de ánimo. 
 Ver menos tv
 Dormir: El cerebro reorganiza datos, el sistema cardiovascular (el corazón y la red
de venas y arterias) también descansa

https://berenicecandiapsic.wordpress.com/2012/01/23/el-maltrato-infantil-un-problema-social/

Neuroplasticidad: el desarrollo cerebral requiere de un complejo sistema de conexiones


neuronales que se generan desde la vida intrauterina y, de manera fundamental, a lo
largo de los primeros meses y años de vida gracias al movimiento del bebé y a la
estimulación táctil, auditiva, visual y kinestésica. Ello es imprescindible para que se
produzca la maduración de las diferentes estructuras que harán posibles los aprendizajes, la
atención, la motivación, la planificación y el control de impulsos.

Aquellos niños que han sufrido situaciones de abandono y han carecido de tales estímulos,
pueden presentar dificultades de aprendizaje y comportamiento y síntomas de déficit de
atención e hiperactividad como consecuencia de una desorganización neurológica, fruto de
la deprivación experimentada en la primera infancia. No obstante, es posible la
rehabilitación de las estructuras cerebrales escasamente desarrolladas gracias a la
estimulación ofrecida por terapias basadas en la neuroplasticidad, con el fin de alcanzar
una maduración cerebral adecuada.

El maltrato infantil puede tener consecuencias a nivel cerebral. El cerebro está en continuo
desarrollo, existiendo una etapa especialmente vulnerable a la influencia de factores
externos al individuo, que coincide con la infancia. Cuando se produce un evento
traumático durante la infancia, el cerebro puede sufrir alteraciones que pueden llegar a ser
incluso irreversibles. En el caso de personas que han sufrido maltrato infantil, se han
observado, por una parte, alteraciones neuroendocrinas, relacionadas con el eje
hipotálamo-hipófisis-adrenal y con casi todos los principales sistemas de
neurotransmisión (serotoninérgico, dopaminérgico y glutamaérgico). También se ha
detectado alteraciones a nivel del sistema inmune. Desde un punto de vista estructural, se
encuentra una reducción volumétrica en diversas estructuras cerebrales (hipocampo, la
amígdala, el cerebelo, el cuerpo calloso y la corteza cerebral), que se relaciona con
determinada sintomatología cognitiva (afectación de los sistemas atencional y mnésico,
funciones ejecutivas, la percepción, el lenguaje y la emoción) y psicológica (relación
con diversas patologías psicológicas como depresión, trastorno por estrés
postraumático, conducta antisocial, abuso de sustancias, etc.). En definitiva, es
absolutamente necesario luchar para erradicar la violencia contra los infantes y seguir
investigando para poder prevenir las consecuencias de la misma, y mejorar la vida de las
personas que la han sufrido.

El maltrato infantil afecta los circuitos cerebrales: entraña el deterioro persistente de


muchas funciones neuronales que alteran el tratamiento afectivo de la información. Al
mismo tiempo, provoca una serie de secuelas que van desde la depresión al suicidio.
En los países occidentales, entre el 5% y el 15% de los niños menores de 15 años son
víctimas de malos tratos continuados, ya sean físicos o sexuales. Las víctimas de estos
maltratos tienen un mayor riesgo de padecer trastornos psiquiátricos como la depresión, la
agresividad y la ansiedad, así como una toxicomanía más frecuente e incluso el suicidio. 
 El estrés temprano repetitivo emanado por la polivictimización de las diferentes formas de
maltrato infantil está relacionado con alteraciones en las funciones neuroendocrinas, con
diferencias estructurales y funcionales del cerebro.
Los daños permanentes de este fenómeno en las víctimas infantiles evolucionan en el
denominado “efectos adversos de la infancia” (Cicchetti & Rizley, 1981; 2000), variedad
de patologías físicas y mentales que se expresan en la edad adulta La relación entre edad de
inicio del trauma y la duración o cronicidad, definen el tipo de déficit que presentará el
niño. Además, el  mayor déficit o daño neurológico sufrido está relacionado con la
temprana edad de inicio del trauma y mayor duración de éste. Igualmente, el grado de
trauma también depende del momento de desarrollo evolutivo y del proceso de
mielinización que hacen al cerebro más o menos vulnerable al estrés.

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