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VIRUS Y PARÁSITOS: FACTORES DE RIESGO PARA LOS ANIMALES

PRESENTADO POR:
MARIA VALENTINA MOLINA CERTUCHE
Código. 5018220666

Docente:
LEIDY JOHANNA TORRENTE BERNAL
Médica Veterinaria Zootecnista
Magister en Parasitología

GRUPO 3

CORPORACIÓN UNIVERSITARIA DEL HUILA - CORHUILA


FACULTAD DE MEDICINA VETERINARIA Y CIENCIAS AFINES
PROGRAMA DE MEDICINA VETERINARIA Y ZOOTECNIA
NEIVA- HUILA
2020
VIRUS Y PARÁSITOS: FACTORES DE RIESGO PARA LOS ANIMALES

Todos hemos oído hablar de los virus y los parásitos como enfermedades comunes de
los animales, pero realmente ¿qué son? ¿están vivos? ¿cuáles son sus diferencias y
semejanzas? ¿todos son malos? ¿qué tratamientos se pueden administrar? y finalmente
¿cuál es el más grave? Los animales a lo largo de su vida se encuentran con diversas
formas de vida microscópicas que han existido desde tiempos muy remotos, como
pueden ser parásitos y virus. Ellos se hallan en el medio ambiente, como el aire, agua,
suelo, alimentos, en la piel o pelaje y hasta dentro del organismo. (Girones, y otros, 2016)

Ahora bien, puede llegar a confundirse la terminología y características entre los


parásitos y virus, ya que ambos tienen la posibilidad de causar patologías leves,
moderadas o graves, dependiendo de su grado de duración en el tiempo y del tipo de
organismo que se esté tratando. Ellos, necesitan de un hospedador para poder
reproducirse o replicarse y así abundar en el planeta tierra. Cabe resaltar que algunos
parásitos y virus son importantes en los procesos ecológicos del mundo y que
constituyen actividades metabólicas indispensables en el organismo de un animal, por lo
que es necesario para la profesión de Medicina Veterinaria conocer todo lo relacionado
a esto. (Alarcón & Ojeda, 2018)

Sin más preámbulos es momento de entrar en una explicación profunda de los virus y
los parásitos, partiendo desde lo más básico y no menos importante de ellos. Se puede
definir el virus como minúsculos elementos genéticos de 20 a 250 nm, que son
compuestos por ácido desoxirribonucleico (DNA) o ácido ribonucleico (RNA), rodeado
por una cápside que contiene numerosas copias de proteínas, a veces recubierta por
una capa lipídica, los cuales infectan una célula hospedadora para poder cumplir su
reproducción. (Girones, y otros, 2016) Los virus son incapaces de replicarse por sí
mismos, (proceso conocido como replicación viral) entonces reprograman una célula (la
cual será destruida) para hacer más copias de sí mismo, en lugar de células sanas. Por
esta razón, los virus no son considerados como organismos vivos, además son
acelulares y solo pueden sobrevivir fuera de un ser viviente en un periodo muy corto de
tiempo, ya que tampoco tienen la habilidad de conseguir energía por ellos mismos.
(Carrillo & Audisio)
A diferencia de la fauna parasitaria que son microorganismos u organismos vivos de una
sola célula (unicelulares), muchas células (pluricelulares) o células con núcleos
verdaderos (eucariotas), que pueden observarse a simple vista, con un tamaño que varía
entre nm o metros de largo. Estos viven a expensas de su hospedador, al igual que los
virus, pero se multiplican y diseminan mediante un ciclo biológico monoxeno o polixeno,
con o sin huéspedes intermediarios, los cuales van a albergar el parásito en su fase
inmadura para luego ser transferido hacia el huésped definitivo, que será donde se
realizará la reproducción sexual y así mismo se llevará a cabo la fase patogénica. Los
parásitos, a diferencia de los virus pueden vivir en el medio externo por meses
alimentándose de sí mismos o de su entorno. (Flisser & Talamás, 2017)

Una de las consecuencias de la relación entre el parásito y el huésped del cual obtiene
nutrientes, es la aparición de las enfermedades parasitarias que altera la salud e incluso
puede llegar a causar la muerte a largo plazo. Ejemplos claros y frecuentes de esas
patologías pueden ser miasis, teniasis, cistercosis, toxoplasmosis, anoplocefalosis,
parascaridiosis, sarcocistosis, etc. (Gurgel-Gonçalves, Castro e Minuzzi-Souza,
Medeiros Costa-Neto, & Cuba, 2007) Los virus causan enfermedades infecciosas, ya que
son transmitidas por medio de las mucosas o fluidos corporales y puede llegar a ser
habituales en la práctica clínica, por ejemplo: la rabia, el parvovirus o la leucemia felina
(Sierra, Gutierrez, & Erales). Existen enfermedades muy similares en cuanto a sus
síntomas y el órgano afectado como lo son por ejemplo los parásitos Protostrongylus
rufescens y Dictyocaulus arnfieldii, junto al virus de la rinotraqueitis infecciosa bovina las
cuales afectan directamente el sistema respiratorio, como la tráquea, bronquios y
bronquiolos, además puede generar dificultades respiratorias e inflamaciones a nivel
local como una respuesta del sistema inmunológico.

Los animales ante cualquier injuria tienen una serie de respuestas fisiológicas que están
mediadas por el sistema inmune. Así que se activan cuando por ejemplo un virus,
bacteria, parásito, hongo u otro agente patológico entra al organismo. Estas son las
barreras de defensa, en las cuales se encuentra la primera barrera que es la inmunidad
innata, la cual tienen todos los animales desde el momento de su nacimiento, donde en
ciertas ocasiones logra inactivar los agentes externos y mediante las células Natural
Killer (NK) perforan la membrana y los destruyen. La segunda barrera es la inmunidad
adaptativa, la cual actúa con una memoria inmune que tiene la capacidad de reconocer
los virus y parásitos, también desarrollar mecanismos de neutralización hacia ellos.
(Girones, y otros, 2016) Es por esta razón que un animal inmunodeprimido tendrá más
posibilidades de tener problemas irremediables, caer en un shock anafiláctico y/o
finalmente fallecer de una forma más veloz, que otro ser vivo con las defensas elevadas.

Partiendo de conocer las diversas maneras de reproducción de los virus y la fauna


parasitaria, se pueden buscar formas para combatir más eficazmente estos organismos.
En los parásitos particularmente, se usan tratamientos farmacológicos como
antiparasitarios donde cada medicamento se adecua al tipo de parásito y altera su
estructura, lo cual provoca su destrucción. Aunque como bien se sabe, todos los
medicamentos químicos tienen efectos secundarios, los antiparasitarios tienen efectos
leves si se tienen en cuenta las fechas de caducidad, las alergias del animal, y en
general, todas las recomendaciones. También es común el uso de antihelmínticos y
antibióticos, donde su modo de aplicación va a ser distinto dependiendo del fármaco.

Al contrario, para los virus existen diferentes formas de combatirlos, no se podrán utilizar
los mismos medicamentos que se usan con los parásitos, ya que no van a tener ningún
efecto por las diferencias morfológicas y reproductivas tan marcadas. Cabe recalcar que
los virus no tienen cura rotunda, ya que estos poseen una posibilidad de replicarse y
mutar. Se administran fármacos antivirales o antiretrovirales, los cuales suprimen la
replicación viral y la eliminación del virus va a depender de la respuesta inmunitaria del
animal (Girones, y otros, 2016)

Con los alcances y herramientas tecnológicas que existen hoy en día, se ha ido
desarrollando la terapia génica, la cual consiste en modificar el material genético del virus
para hacerlo inofensivo, y que, además, pueda remediar algunas enfermedades. Pero es
muy fácil decirlo, ¿verdad? puesto que hay barreras que dificultan el proceso. Esta
técnica en desarrollo, le quita al virus los componentes reproductivos y le agrega una
copia corregida inocua, para que cuando el virus entre pueda curar o mejorar la
enfermedad. Actualmente, esta terapia no cuenta con muchas autorizaciones en
humanos, solo está permitida para casos extremos donde el tratamiento no ha
respondido y la enfermedad tiene un curso grave y crónico. (Girones, y otros, 2016)

Una vez expuesto lo anterior, podemos determinar que tanto a los virus como a los
parásitos se les debe dar una atención y tratamiento especial, todo esto atendiendo a
que los organismos de los animales tienen comportamientos diferentes y un virus o un
parasito que se considere peligroso puede afectar la vida de un animal, como no
perjudicar en otro, obedeciendo al sistema inmune de cada uno.

Finalmente, no es posible confundir un virus de un parásito, ya que, aunque existen


similitudes entre ellos, sus tratamientos son diferentes, esto sin considerar que el uno
sea más grave que el otro. Adicional a esto, es importante como medida preventiva
reforzar el sistema inmunitario con una buena alimentación basada en vitaminas y
minerales, buen ejercicio y proporcionándole buenos tratos e higiene para darle al animal
bienestar, además de suministrar a los animales de compañía o de producción el
respectivo plan de vacunación.
REFERENCIAS

Alarcón, D., & Ojeda, R. (2018). Virus: pequeños gigantes que dominan el planeta.
Ciencia, 64-69.
Carrillo, L., & Audisio, M. (s.f.). VIRUS y PARÁSITOS. Manual de Microbiología de los
Alimentos, 47-52.
Flisser, A., & Talamás, P. (2017). Parásitos. Ciencia, 68(1).
Girones, R., Bofill-Mas, S., Rusiñol, M., Hundesa, A., Timoneda, N., Guerrero, L., . . .
Areguita, A. (2016). Virus: ¿Qué son? ¿Qué hacen? Biologia On-line, 1-13.
Gurgel-Gonçalves, R., Castro e Minuzzi-Souza, T., Medeiros Costa-Neto, E., & Cuba,
C. (2007). O que é um parasito? Uma análise etimológica e semântica do termo
parasito em diferentes idiomas termo parasito em diferentes idiomas. Human
and Social Sciences, 29(2), 151-161.
Sierra, E., Gutierrez, E., & Erales, J. (s.f.). Virus que afectan a los animales domésticos
y salvajes. Biodiversidad y desarrollo humano.

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