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Estos bienes, como cualquier cosa u objeto material sufren algún tipo de
deterioro a través del tiempo y se hace necesario su reemplazo o reparación. El
costo de dichos reemplazos o reparaciones representan un gasto esencial para
el buen desarrollo del negocio, es decir, para la producción de bienes y
servicios.
Se considera que los bienes de capital son aquellos activos físicos disponibles
para ser utilizados en la producción corriente o futura de otros bienes y
servicios. De tal forma, no están destinados a satisfacer directamente las
necesidades de consumo presente o futuro.
Se divide el conjunto de bienes de capital en cinco grandes rubros.
Formas de adquisición
El valor de una empresa depende de la organización de sus recursos
disponibles. Igual que una máquina hace una cosa u otra y funciona mejor o
peor según cómo están dispuestos sus componentes, el valor de los bienes de
capital depende de cómo estén integrados en proyectos productivos. Aunque
cada bien de capital tiene un precio en el mercado, el valor que puede generar
depende de su aplicación en una estructura empresarial, de sus relaciones con
otros factores de producción cooperativos: en una economía compleja los
bienes de capital no existen y funcionan de forma aislada sino que son
interdependientes entre sí y con otros recursos productivos, adquieren valor por
cómo están integrados en una estructura productiva que genera bienes y
servicios cuya venta proporciona beneficios.
El capital puede crecer porque una empresa aumente su valoración con unos
fondos dados, o porque los fondos invertidos se incrementen con más ahorro,
por ampliaciones de capital o por reinversión de beneficios. Los beneficios que
genera el capital son rentas para sus dueños que pueden consumirse,
atesorarse como dinero o invertirse en el mismo proyecto o en otras empresas.
El capital puede consumirse o devaluarse si no se mantiene adecuadamente su
capacidad de generar valor.
Los activos financieros tienen un rasgo peculiar frente a los bienes físicos de
consumo: la valoración por una persona de un bien de consumo puede
depender de las opiniones, influencias o recomendaciones ajenas, pero el
individuo puede comprobar por sí mismo la calidad y funcionamiento de un
producto o servicio al consumirlo o usarlo (con la salvedad de los riesgos
ocultos que pueden manifestarse en el futuro); las valoraciones de los activos
financieros, que frecuentemente se compran y venden en mercados
secundarios, dependen fuertemente de opiniones sociales que pueden variar
bruscamente (rumores, manías, pánicos), y los dueños a menudo tienen poco
conocimiento acerca de su calidad real. Algunos capitalistas no saben bien qué
hacen al invertir, o dependen de otros que no saben invertir bien: los inversores
pueden verse afectados por los errores ajenos, pero también pueden
aprovecharse de ellos (inversión en valor).