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Olivos fuertes

“Será tu descendencia como el polvo de la tierra, y te extenderás al occidente, al oriente, al norte y al sur; y todas las
familias de la tierra serán benditas en ti y en tu simiente. He aquí, yo estoy contigo, y te guardaré por dondequiera que
fueres, y volveré a traerte a esta tierra; porque no te dejaré hasta que haya hecho lo que te he dicho” Génesis 28:14-15

La firmeza de nuestra vida no depende de cuánto sepamos de la palabra, de cuantos estudios hayamos tomado o los
títulos en nuestra vida. La firmeza depende de la fuente a la que estemos conectados y de la cual nos alimentamos; un
árbol fuerte y con fruto busca su alimento diario de la tierra a la que está sostenido, de los rayos del sol que lo ayudan en
sus procesos genéticos y del agua que buscan sus raíces.

Recordando a Jacob, Dios tenía un plan perfecto para él, y aunque él huía por haber robado la primogenitura Dios no
quitaba Su mano de con él en Bet-el (Casa de Dios). Dios le mostró algo en sueños (escalera). Ahí Dios le entregó su
promesa, misma que quiere hoy Dios hablarte y entregar en tus manos.

Ser un olivo fuerte, alimentado por Dios, nos ayuda a nosotros a no detenernos, aun en situaciones complicadas. La fuente
de unción del Reino de los cielos baja sobre nosotros. Jacob entendía eso, la unción de sus padres, su herencia, bajaba a
él y poco a poco se convertiría en un olivo fuerte para Dios.

Como hijos de Dios cada uno de nosotros estamos en la búsqueda constante de la fuente de vida que es Jesús. “Pues si
algunas de las ramas fueron desgajadas, y tú, siendo olivo silvestre, has sido injertado en lugar de ellas, y has sido hecho
participante de la raíz y de la rica savia del olivo” Romanos 11:17. Hoy, por la gracia de Dios, somos participantes de la
savia del olivo. Aquella con la cual somos más que vencedores, la que nos refresca en tiempos difíciles, la que nos da la
fuerza del búfalo, la que le da refrigerio a nuestros huesos.

Hoy día, ¿Cuál es nuestra confianza? Si la fuente de nuestro alimento espiritual es Jesús no habría confusiones, dudas en
el caminar. La dirección en Dios siempre es clara y pone de delante nuestro lo que realmente necesitamos para seguir en
la brecha del Reino de Dios. “Pero yo estoy como olivo verde en la casa de Dios; En la misericordia de Dios confío
eternamente y para siempre” Salmo 52:8.

Un olivo fuerte es aquel sobre el cual el rostro de Jehová resplandece, le paso a Jacob cuando fue llamado Israel, después
de haber contendido contra el ángel, a Moisés cuando bajo del Monte Sinaí con las tablas de la ley (Éxodo 34:29); él mismo
no sabía lo que le pasaba, pero cuando eres de Cristo, cuando eres un olivo fuerte la gente se da cuenta de quién eres y
se convence de tus convicciones. “Dios tenga misericordia de nosotros, y nos bendiga; Haga resplandecer su rostro sobre
nosotros” Salmo 67:1

Hoy Dios busca que seamos olivos fuertes, con rostros resplandecientes delante de los demás. Que convenzamos por lo
que hacemos y no por lo que decimos. Tenemos la misericordia de Dios que no siendo parte del olivo fuimos injertados
en el buen olivo que es Jesús. “Porque si tú fuiste cortado del que por naturaleza es olivo silvestre, y contra naturaleza
fuiste injertado en el buen olivo, ¿cuánto más éstos, que son las ramas naturales, serán injertados en su propio olivo?”
Romanos 11:24

¿Que nos falta para avanzar? Determinarnos creer que somos esos olivos, los que aceptan la dirección de Dios y hacen la
voluntad del Padre.

Célula RS

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