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El Castillo Interior

PRIMERAS MORADAS.
¿Qué es el alma? Santa Teresa se vale de una hermosa imagen, la imagen de un castillo de
Cristal, para describirla. La santa describe siete moradas en el castillo, pero no quiere decir con
ello que todo se limite a siete estados o situaciones del alma, dado que, dice, “no consideren
pocas piezas, sino un millón” (1M 2, 12).
El alma, siguiendo el magisterio de Santa Teresa, irá recorriendo las distintas moradas, desde las
piezas más bajas” (1M 1,8) hasta el centro “adonde pasan las cosas de mucho secreto entre Dios
y el alma” (1M 1, 3).
En estas primeras moradas se describe: la grandeza del alma, la oscuridad producida por el
pecado mortal; la importancia de la oración, como puerta de entrada y como medio de progreso
en el castillo interior; el conocimiento propio, que nos debe acompañar a lo largo de todas las
moradas; también la renuncia a aquellas cosas que nos pueden detener en el camino, a
reconocernos débiles, y a estar vigilantes para no ser engañados por el demonio bajo apariencia
de ángel de luz. En fin, Santa Teresa nos dice que “la perfección verdadera es amor de Dios y
del prójimo” (1M 2, 17).
SEGUNDAS MORADAS
El alma, que ya comenzó a hacer oración, es tentada por el demonio y, además, seguramente
siente en sí el deseo de tornar atrás. Necesita, para seguir adelante, gran perseverancia, lucha
contra el desorden de las potencias, abrazar la cruz, recogimiento.
Toda esta lucha servirá para que crezca en perfección que, en estas moradas, Teresa describe
como un “conformar nuestra voluntad con la de Dios” (2M 1, 8)
TERCERAS MORADAS
Llegar a las terceras moradas es ya “un estado para desear” (Cfr. 3M 1, 5). Quienes llegan aquí
podríamos decir que tiene una vida concertada: rezan, han “combatido” pero, dice Santa Teresa
que muchas almas llegan aquí y no pasan.
Por un lado, son moradas en donde las almas pasan sequedades, con las cuales Dios las prueba.
Para seguir adelante hace falta humildad, paciencia, perseverancia y un amor que “nos saque de
razón” (Cfr. 3M 2, 7), dado que el alma quizás viene demasiado “concertada”.
Ayudará al alma ejercitarse genersomente en la obediencia, porque es la voluntad propia la que
nos hace perder de mucho (Cfr. 3M 2, 12).
CUARTAS MORADAS
Santa Teresa nos dice aquí que tratará de cosas más elevadas, “porque comienzan a ser cosas
sobrenaturales”. Utilizando imágenes de agua y de fuentes, Teresa describe modos de oración
en los cuales hay ya una mayor pasividad-contemplativa.
Se detiene, en particular, en las oraciones de recogimiento y quietud (o gustos de Dios), la
primera como antesala de la segunda (4M 3, 1). En la oración de recogimiento Dios cautiva el
entendimiento: no es “entendimiento adquirido” (Cfr. 4M 3,3). En la oración de quietud en el
alma se “produce… grandísima paz y… y suavidad de lo muy interior de nosotros mismos” (Cfr
4M 2, 4).
QUINTAS MORADAS
Santa Teresa describe la oración de unión y lo que la rodea.
La oración de unión capta todas las potencias y sentidos de la persona mientras dura, “no se ve
ni oye ni entiende” (5M 1, 9). Son tiempos breves, pero existe una certeza que queda en el alma
de haber estado unida a Dios.
Desde “5M 2” se describe el desarrollo del alma que llega a estas moradas con la analogía del
gusano y la mariposa. El gusano que fabrica el “capucho” en donde muere para nacer en una
mariposa blanca.
Lo que realmente el alma debe procurar, para llegar a esta unión, es el amor a Dios y al prójimo.
Es el amor al prójimo el que permite evaluar si realmente la unión con Dios del alma va
creciendo (Cfr. 5M 3,8 y ss.)
SEXTAS MORADAS
Son las moradas del desposorio espiritual. La Santa describe algunos fenómenos y situaciones
por las que pasa el alma:
pruebas como murmuraciones, incomprensiones del confesor (6M 1);
arrobamientos, durante el cual se produce el desposorio (6M 4, 2); heridas de amor; locuciones;
visiones; que, en general, en estas moradas provocan la suspensión de las potencias durante esos
momentos.
Signo de que estos fenómenos provienen de Dios es que dejan al alma humilde y con deseos de
servir a Dios.
Además de hacer crecer en el amor, estos impulsos también son purificativos, otorgando al alma
desengaño del mundo y desasimiento de las creaturas (6M 11,11)
SÉPTIMAS MORADAS
Matrimonio espiritual: unión profunda y estable del alma con Dios.
Se describen algunos fenómenos (que no se darán en todas las almas del mismo modo) que
marcan el matrimonio: visión intelectual de la Trinidad, también visión de la Humanidad de
Cristo, etc. A diferencia de las sextas moradas, aquí la unión del alma con Dios es más estable y
más profunda.
Termina la santa con consejos muy “realistas”, más teniendo en cuenta que habla a almas que
han llegado a las séptimas moradas: importancia de que las obras acompañen a la oración, que
ante todo deben mirar por hacer bien aquello a lo que están obligadas o está en sus
posibilidades, sin pensar en veleidades, y que el valor de las obras está más en el amor que en la
apariencia externa que puedan tener (Cfr. 7M 4, 14).
EPÍLOGO
La gran santa española repite que con las propias fuerzas no se puede entrar a todas las moradas
(son gracias de Dios) y muestra su contento por el libro que ha escrito.

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