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¿Por qué Lucas en concreto y no otro acompañante? Esta cuestión es un poco más
difícil de responder. Después de todo, Pablo menciona a varios asistentes en sus
cartas. Lucas concretamente es mencionado en solo tres: la Epístola a los Colosenses
(4:14), la Segunda Epístola a Timoteo (4:11) y en la Carta a Filemón (1:24). En ningún
otro lugar del Nuevo Testamento se menciona a Lucas. Ahora bien, puede ser que
entre estas tres menciones este la respuesta. En efecto, los líderes de la Iglesia del
Siglo II sin lugar a duda notaron, al igual que los investigadores modernos, que tanto el
Evangelio, así como el libro de Hechos tienen una muy fuerte orientación universalista:
el autor de estos documentos le coloca tremendo énfasis en el rol de los no-judíos en el
plan salvífico de Dios, cosa que es una buena razón para creer que el autor (y su
audiencia) eran no-judíos. En segundo lugar, ambos documentos poseen una
excelente redacción y son claramente la obra de alguien que gozó de una educación
excepcional en el contexto del Imperio Romano. Ahora bien, la Epístola a los
Colosenses indica que Lucas era médico de profesión (lo que lo haría extremadamente
bien educado) y un pagano converso, por lo que este habría sido el candidato perfecto
para ser el autor del Evangelio y los Hechos.
Vale la pena primero recordar que la autoría Paulina tanto de la Epístola a los
Colosenses como de la Carta a Timoteo han sido cuestionadas por los académicos
modernos. Consecuentemente, la única mención indubitada a Lucas en el Nuevo
Testamento ocurriría en la carta de Pablo a Filemón (1:24) donde no se dice que Lucas
haya sido médico ni pagano converso. Sin embargo, ¿no es posible que el evangelio
haya sido escrito por un acompañante de Pablo, sea este Lucas o no? Los estudiosos
modernos también rechazan esta idea, por varias razones.
En primer lugar, existen numerosas discrepancias entre lo que nos dicen las cartas
escritas por el propio Pablo y los eventos narrados en el libro de Hechos. En efecto,
cada vez que tenemos la oportunidad de contrastar ambos autores emergen
contradicciones.
La conversión de Pablo
Algunas discrepancias son relativas al itinerario. Aquí daré solo dos ejemplos: el libro
de Hechos indica que cuando Pablo viajó a Atenas este dejó atrás a Timoteo y Silas en
la ciudad de Berea (Hechos 17:10-15) y no se volvió a encontrar con ellos sino hasta
que abandonó Atenas y llegó a Corintio (Hechos 18:5). Sin embargo, cuando el propio
Pablo narra esta secuencia de eventos en la Primera Carta a los Tesalonicenses, este
nos dice de forma clara y explícita que Timoteo, y quizá Silas, viajaron con él a Atenas.
La separación ocurrió en Atenas, cuando Pablo envió a Timoteo a Tesalónica para que
él le indique como le iba a la comunidad (1 Tess 3:1-3). Otro ejemplo aún más
chocante, el libro de Hechos nos dice que justo después de la conversión de Pablo,
este viajó a Jerusalén donde se encontró con “los apóstoles” (Hechos 9:3-28). Esto, sin
embargo, es contradicho por el propio Pablo quien niega de forma categórica, incluso
jurando en nombre de Dios que haya visitado Jerusalén después de su conversión,
sino que viajó a Arabia y luego a Damasco. No fue sino después de tres años desde su
conversión que Pablo dice visitar Jerusalén, donde se encontró solo con dos apóstoles:
Pedro y Santiago, el hermano de Jesús (Gálatas 1:11-20). Los ejemplos podrían
multiplicarse, pero el punto debe ya estar claro: las cartas de Pablo y el libro de Hechos
no parecen ponerse de acuerdo en cual fue la travesía emprendida por Pablo.
Para Pablo, la crucifixión de Jesús es
el mecanismo por el cual Dios y el creyente se reconcilian, siendo la clave de la
Salvación
Sin embargo, también existen discrepancias teológicas entre el “Pablo de los Hechos” y
el “Pablo de las epístolas”. Por ejemplo, el Pablo de los Hechos en ningún
momento hace referencia al efecto salvífico que tuvo la muerte de Jesús, cosa que es
uno de los principales mensajes de las epístolas Paulinas. En efecto, la Teología de la
Cruz Paulina, la idea de que la muerte de Jesús es el mecanismo mediante el cual Dios
se reconcilia con el creyente, simplemente está ausente en los discursos de Pablo
presentado en los Hechos. Igualmente, el Pablo de las Epístolas se presenta a sí
mismo como el “apóstol para los gentiles”, mientras que el libro de Hechos insiste que
Pablo siempre buscaba convertir a los judíos de una localidad, solo buscando a los
paganos después de su rechazo. Del mismo modo, el Pablo de los Hechos excusa a
los paganos del pecado de idolatría diciendo que ellos simplemente eran ignorantes del
verdadero Dios (Hechos 17), mientras que el Pablo de las Epístolas indica que ellos
siempre supieron que sus ídolos eran falsos por lo que no tienen excusa (Romanos
1:20-31). Una vez más, los ejemplos podrían multiplicarse.
La existencia de tantas numerosas discrepancias (solo he puesto algunos ejemplos) ya
de por sí debería hacernos dudar de que el texto haya sido escrito por un acompañante
de Pablo. Sin embargo, otra poderosa existe para dudar de esta autoría: la fecha del
documento. En efecto, no cabe duda alguna de que el autor de este evangelio usó a
Marcos como fuente, y tampoco hay serias dudas de que Marcos fue escrito alrededor
del año 70. Consecuentemente, este evangelio no pudo haber sido escrito antes ese
año. Igualmente, el contenido tanto del Evangelio como el del libro de Hechos indican
que este fue escrito en un contexto donde la iglesia ya era mayormente gentil y no
judía, es decir, en una etapa madura de propagación en el Imperio Romano.
Consecuentemente, los estudiosos normalmente creen que este evangelio fue
redactado no antes del año 85 d.C. (incluso algunos proponiendo una fechas mucho
más tardías, como el año 100 d.C), es decir, varios años después de la primera
generación de cristianos (como Lucas).
Ahora bien, ¿cómo se explican esos cuatro pasajes hablados en primera persona?
Los estudiosos han barajado varias hipótesis sin llegar a un consenso sólido. Vale la
pena hacer dos observaciones respecto a estos pasajes. En primer lugar, estos
pasajes se caracterizan por empezar y terminar abruptamente y a menudo
están interrumpidos por pasajes donde se vuelve a emplear la tercera persona (Hechos
20:9-12, 27:9-14, 27:21-26, 28:3-6). En efecto, la forma abrupta en que los pasajes
inician y terminan hacen muy difícil “seguir” al supuesto acompañante de Pablo en el
relato. Por ejemplo, en Hechos 16 el autor habla en primera persona (“nosotros”) hasta
el versículo 17, donde después regresa a la tercera persona sin ningún tipo de
transición, explicación u evento que indique que se separó de Pablo y Silas. Asimismo,
el autor retoma la segunda persona en Hechos 20:6, en Filipo ¿cómo llegó ahí? ¿cómo
se separó? El autor también emplea la segunda persona en el viaje a Mileto (20:15)
pero una vez llegan ahí se vuelve a emplear la tercera persona ¿qué pasó? ¿se separó
antes de llegar a Mileto? Los ejemplos abundan, pero creo que el punto ya queda claro:
no existe una transición fluida entre el uso de la primera y tercera persona en el libro de
Hechos, lo que crea una secuencia narrativa desconcertante.
Ahora bien, ¿cuál entonces podría ser la explicación de estos enigmáticos pasajes?
Los estudiosos manejan tres hipótesis principales.
Dichosos los pobres en espíritu, porque el Dichosos ustedes los pobres, porque el
reino de los cielos les pertenece. reino de Dios les pertenece.
Dichosos los que lloran, porque serán Dichosos ustedes que ahora pasan hambre,
consolados. porque serán saciados.
Dichosos los humildes, porque recibirán la Dichosos ustedes que ahora lloran, porque
tierra como herencia. luego habrán de reír.
Dichosos los que tienen hambre y sed de Dichosos ustedes cuando los odien, cuando
justicia, porque serán saciados. los discriminen, los insulten y los
Dichosos los compasivos, porque serán desprestigien por causa del Hijo del
tratados con compasión. Hombre.
Dichosos los de corazón limpio, porque ellos Alégrense en aquel día y salten de gozo,
verán a Dios. pues miren que les espera una gran
Dichosos los que trabajan por la recompensa en el cielo. Dense cuenta de
paz, porque serán llamados hijos de Dios. que los antepasados de esta gente trataron
Dichosos los perseguidos por causa de la así a los profetas.
justicia, porque el reino de los cielos les Pero ¡ay de ustedes los ricos, porque ya han
pertenece. recibido su consuelo!
Dichosos serán ustedes cuando por mi ¡Ay de ustedes los que ahora está saciados,
causa la gente los insulte, los persiga y porque sabrán lo que es pasar hambre!
levante contra ustedes toda clase de ¡Ay de ustedes los que ahora ríen, porque
calumnias. Alégrense y llénense de júbilo, sabrán lo que es derramar lágrimas!
porque les espera una gran recompensa en ¡Ay de ustedes cuando todos los elogien!
el cielo. Así también persiguieron a los Dense cuenta de que los antepasados de
profetas que los precedieron a ustedes. esta gente trataron así a los falsos profetas.
Como se puede ver, la versión de Lucas es más “materialista”, busca equidad
económica y social y no meramente espiritual. Esta preocupación por justicia material
tiene eco en diferentes partes del evangelio donde Jesús exhorta a quienes tienen
riquezas de usarlas para ganarse un puesto en el Reino de Dios (Lucas 16:9) y en
otros relatos donde se pone particular énfasis en la necesidad de tratar a los pobres
con dignidad (ej.: Lucas 16:19-31).