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Universidad Industrial de Santander

Facultad de Ciencias humanas


Escuela de Filosofía
Ética
Edgar Jefferson Torres Otero

LA GENEALOGÍA DE LA MORAL DE NIETZSCHE COMO


DESENMASCARAMIENTO DE LA MORAL CRISTIANA
“Por fortuna aprendí pronto a separar el
prejuicio teológico del prejuicio moral, y no
busqué ya el origen del mal por detrás del
mundo.”1
Friedrich Nietzsche.

¿Cuál es la razón por la cual Nietzsche funda sus críticas a la moral en los principios
universales de la religión cristiana?

La genealogía de la moral surge, en primera medida, como una crítica que se establece
fundamentalmente en la demostración de los valores morales estimados como generales
y eternos al señalar que están basados en una realidad histórica y eventual. A partir de
esto, la genealogía es una táctica o método de desenmascaramiento de los principios
morales que se han establecido como eternos e incuestionables al mostrarlos como
valores originados en el error o miedo por parte de quienes fueron sus pioneros. Por esta
razón, el objetivo de este escrito es hacer hincapié en el texto de Nietzsche 2 orientado a
mostrar el problema de la moral, en esencia, como un problema histórico.
Por un lado, la genealogía de la moral de Nietzsche se constituye como un
pensamiento principalmente escéptico con relación a la manera como nosotros
asumimos una voluntad acrítica a la verdad y a la historia de la realidad en la cual
estamos sumergidos, es decir, una lucha por reivindicar una actitud con relación a la
demolición del edificio de las viejas certezas que fue creado para nosotros (para decirlo
metafóricamente). Frente a esta naturalización de preceptos impuestos que se
consagraron como verdades absolutas a lo largo del tiempo, la genealogía propone un
rastreo histórico de esos valores que pretende mostrar como causas, contextos,
casualidades y condiciones a partir de las cuales fueron creados y la manera como se
han desarrollado en el transcurso de los siglos. De este modo, Nietzsche se desliga
principalmente de aquellos que los han consignado como algo imperturbable y que lo

1
Nietzsche, F. (1996). La genealogía de la moral. Prefacio p. 24. Alianza Editorial, Madrid.

2
Nietzsche, F. (1996). La genealogía de la moral (trad. de Andrés Sánchez Pascual). Alianza Editorial, Madrid.
establecieron en un tiempo y un espacio anterior a ellos; muestra la construcción de la
esencia de esos valores que no existen más allá de la historia y que fueron fundadas con
relación a factores que están completamente distantes a los propios problemas en los
cuales, se supone que versaron.
En contraste con lo anterior, ese nacimiento de los valores morales en una
sociedad primitiva se basa en una meta utilitaria. Ya que los actos morales se llevan a
cabo con el fin de la preservación de algo, como la cultura y las costumbres al igual que
potenciar bienes en detrimento de los demás integrantes del grupo social. Entonces, el
problema del origen de la moral cristiana tiene como elemento fundamental la eticidad
de las costumbres y esa moral que se convirtió en un nomos totalitario fundado
principalmente en un aprisionamiento del sujeto interior a través, por ejemplo, del temor
al castigo eterno.
El problema de Nietzsche se basa principalmente en la radicalización de una
moral en el cristianismo mas no por ser una religión como tal. De manera que, se hace
necesario el establecimiento en este escrito de una postura que especifique el ámbito en
el cual versan estas líneas. De este modo, es importante dar cuenta de la importancia en
la separación de los términos “moral” y “religión”; la palabra moral viene del latín
“moralis” que significa “con relación a las costumbres” que se funda principalmente en
la idea de que es en el interior del hombre donde se confronta su propia realidad y
distingue y decide, sin preguntar a nadie, lo que es justo y que no lo es. Y la palabra
religión viene del latín “religari” que significa “poner en común” es decir, la relación
del hombre con el exterior, con el mundo y con el otro, pero también con un ser
supremo. Entonces, el vínculo que tienen estos dos conceptos es estrecho y no se
pueden separar sino, más bien, penetrar en esas esferas que están condensadas en las
situaciones personales concretas de cada individuo que dictan las decisiones tanto
personales como colectivas.
Ahora, y en íntima relación con lo anterior, se debe dar cuenta de esa relación entre la
moral y el cristianismo como un fenómeno de transformación por parte de la religión en
un conjunto de estamentos de carácter moral individual. El problema que Nietzsche ve
en los hombres de su época es, precisamente, la descristianización de cada individuo
que se reduce exclusivamente al cumplimiento de ritos o reglas prácticas, es decir, hay
una pérdida del sentido religioso individual el cual fue acaparado y moldeado al puro
cumplimiento de estamentos anti-providencialistas. Por un lado, el concepto de moral
se debe reivindicar como la lucha por la realización de la humanidad misma dado que es
bueno comprender las acciones o los comportamientos que orienten al hombre a ser
verdaderamente hombre, un individuo independiente, autocritico y con autoconciencia
de las decisiones que se lleven a cabo de manera colectiva y que establecen leyes o
preceptos en las mimas religiones como acuerdos falsamente consentidos por todos para
el ejercicio de la autoridad al imponer sus visiones retrogradas y retrospectivas del
mundo. Por esta razón, es fundamental realizar en un orden ético lo que en contexto
lógico afirmaba Protágoras “el hombre es la medida de todas las cosas” dicho de otro
modo, el hombre y su dignidad, su poder de autoría y sus derechos debe tomar
posiciones propias frente a las determinaciones de bondad o maldad de lo que él hace y
de lo que se le hace al otro, buscando siempre el sentimiento de plenitud y felicidad
como el fin último al luchar también en contra de esas máscaras venecianas que
pretenden anular al hombre con falsas apariencias de buena moral, felicidad, riqueza y
poder.

Por último, Nietzsche ha sido un gran transformador de las concepciones que, a


través de su escrito, han ido despertando en los individuos un sentido de autocrítica con
relación a los poderes religiosos que subrepticiamente tocan el fondo de sus propias
vidas, y despierta la necesidad de ir más allá del mundo que ha sido construido para
nosotros, lo que lo ha conformado y comprender cual es el cambio necesario para darle
la vuelta hacia lo que significa realmente vivir no por religión sino con religión.

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