Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
ECÍdONES
© EDICIONES UVE, S. A.
Avda. Alfonso XIII, 118.
Teléis. 413 54 94 y 413 55 43.
MADRID-16.
Director Editorial:
José Antonio Valverde.
Jefe de Redacción:
Luciano Valverde.
Portada e ilustraciones:
Victoriano Briasco.
Diseño Gráfico:
Luis M. de Miguel y Paco Bravo.
Dpto. de Producción:
Santos Robles.
Asesores Especiales:
Pedro Montero y José León Cano.
Imprime: HEROES, S. A.
Torrelara, 8. — Madrid-16.
Depósito legal: M. 28808-1981.
ISBN: 84-85609-98-0.
Pag. 26
CON LOS OJOS ABIERTOS
José Revilla
Pág. 40
LA CENA
José Luis Veiasco
— Pág. 58
MARIA DIOLINDA
Pedro Montero
Pág. 78
EL EMPAREDADO
Femando Martín Iniesta
Pág. 90
ENCANTAMIENTOS EN LA FRONTERA U.S.A.
J. Leyva
Pág. 100
LA CABELLERA
Eusebio Zabaleta
Pág. 112
EL POZO PINTADO
Carlos Saiz Cidoncha
La sed
Alejandro Delgrado
m ^8jR UE ocurre...?
tumbado en la
¡Estoy
cama!
de nuevo
Aún re-
cuerdo con claridad que hace
wv G poco tiempo, muy poco, me le-
vanté, y como cada mañana me
í :s encaminé hacia mi trabajo pesa-
y¡ roso Y disgustado, producto de
Sa haber pasado una mala noche.
: jdQ) Pero ahora... Estoy de nuevo en
Jflfflk mi habitación como si aún no me
W i
hubiese levantado. ¡Qué extraño,
Jpj®
mi mujer no está a mi lado y pa-
rece ser que no ha dormido
conmigo esta noche! Todos los
^ / r.
f
Vv)p
días por la mañana la contemplo
S> J1 tumbaba en el lecho, siempre
profundamente dormida, no se
da cuenta de que yo ya estoy en
Íüpp' pie y sigue apacible, igual que un
niño pequeño. Hoy debe encon-
ffjr' trarse indispuesta puesto que no
está a mi lado. Me levantaré y
miraré por la casa. Quizás, alguno
de mis dos hijos se encuentre enfermo y haya ido a
atenderle.
¿Qué ocurre dentro de mí? ¡No tengo fuerzas, me
resulta totalmente imposible mover un solo miembro
de mi cuerpo. Es, como si me faltara la voluntad, por
más que lo intento no consigo dominar mi cuerpo
que se niega a obedecerme. ¡Qué extraño día! Cuan-
tas cosas extrapas están pasando. Probablemente todo
30 CON LOS OJOS ABIERTOS
Tomates a la holandesa,
espárragos con salsa muselina,
bistec a la borgoñona, un buen
vino del Penedés... Sin duda, un
excelente menú con el que
agasajar al hombre que te roba la
esposa aprovechándose de tu
hospitalidad.
OY profesor en un instituto pró-
ximo a esta ciudad. Quizás adver-
tir de mi profesión no sea un dato
— un fanático
¡Es — entonces Ju-
del orden...! dijo
liadirigiéndose a Enrique (así se llamaba el vecino)
con una sonrisa airosa que le quitaba importancia al
suceso, pronunciando esa frase, «es un fanático del
orden», con un tono que, siendo franco e intrascen-
dente, propio de algo dicho en broma, delataba, sin
embargo, cierto juicio adverso hacia mi carácter o
mis costumbres. Una declaración que contenía un
matiz velado de confesión sobre mi intimidad, dicha a
Enrique como una confidencia que, si por una parte
me desprestigiaba a mí, por otro lado parecía incluir
alguna forma de complicidad con él, cuyo aspecto re-
trataba a esa clase de personas que se burlan de la
gente preocupada porque los ceniceros siempre ocu-
José Luis Velasco Al
# # *
50 LA CENA
bre...
Pedro Montero 69
En a lo lejos, el
el silencio se oía,
# * #
— ¿En
dónde ha escondido el cadáver de ella...?
¿En dónde los de las otras?
Era inútil que tratara de proclamar la entereza de
su razón sin merma alguna. Una vez, llorando y pos-
trado de hinojos pidió:
— Dejadme hablar. Yo os convenceré.
Y les habló de su amor.
De
aquella cabellera rubia que él sentía estreme-
cerse cuando ya en el lecho la ponía cerca de sus me-
jillas...o cuando prohibidamente pero casi en éxtasis,
la aproximaba al centro mismo de su pasión.
— Está viva. no a mí que la empapo
Huele a ella y
de sudor. Estoy seguro de que su cuerpo vive en al-
gún lad o. ¿ Por qué no buscan mejor?
— Usted sabe el sitio...
— No, no...
— Sin embargo...
Todo cambió de pronto un día que iba a parecer
vulgar.
Gritaba el desgraciado.
106 LA CABELLERA
mía!!
— —apuntó con regocijo maligno
¡Véis!, el viejo.
directamente al subconsciente
humano, proporcionarle una im-
presión que quien contemple el
cuadro no pueda decir propia-
mente de dónde llega, pero sí
asegurar que está allí.
Herbert Longfellow escuchaba
lü
wm
sin responder la peroración de su
amigo Turner, mientras bebía a
pequeños sorbos la copa de
WM brandy que éste le había servido.
WM ) De vez en cuando hacía un leve
gesto de asentimiento.
Bartholomew Turner estaba considerado como
uno de ios mejores críticos de pintura de Londres, y
al mismo tiempo también negociante en obras de
arte. Vivía solo en una gran casa dotada de los últi-
mos lujos, y tenía pocos amigos. Longfellow era uno
de ellos.
—La pintura no tiene por qué ser copia del modelo
116 EL POZO PINTADO
— insistió Turner —
Quizá copia de la sensación que
.
qué sentido?
Turner le condujo frente a la pintura, a muy corta
distancia de la misma.
— Fíjate bien —señaló—
Esas hierbas negruzcas
.
mueca de disgusto.
—No, Bart, aquí te has equivocado — dijo— . No
de hierbas sino de pelo.
se trata
Ahora fue Turner quien respingó.
— ¿Pelo?
—Fíjate bien. Es pelo negro, y debajo de él, apenas
sobresaliendo medio milímetro del borde del pozo...
¡Mira! Diríase una línea de... piel... piel verde. ¡La
parte superior de una frente! El autor de la pintura
quiso representar el atisbo de un ser monstruoso
empezando a salir del pozo. Justamente como tú de-
cías,algo que la vista consciente no llega a captar,
pero que quizá sea advertido por el subconsciente, y
contribuye a crear la impresión de horror que se des-
120 El POZO PINTADO
sí el . El pozo... el
El PENTAGRAMA
(KIOPEl
El EXPERIMENTO
UKD
CON EOS 0901 ABIERTOS
LACENA
MARIA EWO—NBA
EE EMPARCHADO
ENCANTAMIENTOS EN
EA ERONTERA D.S.A
EA CABELLERA
ttPMOHWttPO