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-UNCPBA-
Mayo, 2017
Tandil
Causas de mortandad en terneros con signos nerviosos
Preguntas de investigación..……………………………..…………………....9-10
Conceptos y teorías…....………………………………………..…………….10-11
Conclusiones………………………………………………………………………..19
Bibliografía………………………………………………...……………….……20-21
TRANSCRIPCIÓN DEL CASO A INVESTIGAR
Fig 1: En esta imagen se puede observar la raza cruza en el corral de espera del
tambo.
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de girasol, a razón de 4kg/día/animal). Se adicionaban sales aniónicas; por
la tarde, los animales consumían silo de maíz.
El plan sanitario contemplaba la aplicación, a las vacas y vaquillonas, en el
preparto, de dos dosis de vacuna contra la diarrea neonatal (E.coli,
Coronavirus, Rotavirus y Salmonella).
Parto: “el potrero de parto”, donde se colocaban las hembras a parir, era
recorrido diariamente, dos veces por día por dos empleados. A las 6 am se
recogían los terneros nacidos el día anterior; se los separaba por sexo; las
hembras se derivaban a la guachera y los machos se llevaban a un corral
aparte, eran criados en forma similar a las hembras, pero se destinaban a
la venta lo antes posible. A la tarde, aproximadamente a las 3 pm, se
registraba el sexo de los animales recién nacidos se les colocaba caravana
y se les desinfectaba el ombligo (con yodo). Por tratarse de un
establecimiento con servicio estacionado, en la época de pariciones se
llegaban a recoger e ingresar a la guachera entre 20-30 animales por día.
Figura 2
2
controlaba la calidad del calostro de las vacas, ni de las vaquillonas (al
realizar la medición de inmunoglobulinas en sangre a las terneras,
mediante refractómetria, algunas daban valores por debajo de los 5,5 g/dL).
En el año 2015, se presentaron pérdidas reproductivas, alcanzando un
3,8% de abortos aproximadamente y 1,8% de natimortos. En toda la
parición se asistieron solo un 0,7% de partos.
Guachera: en el ingreso, a las terneras se le suministraba un probiótico vía
oral (5 mL c/u) a razón de 3 dosis cada 48h; luego eran llevadas a los
piquetes. En cada piquete se encuentra un “corral de ¨aprendizaje¨,
delimitado por rollos, con cama de paja y techo, que les proporcionaba
reparo y sombra. En este corral se les enseñaba a tomar la leche del
tetinómetro y, a medida que iban aprendiendo, se las sacaba del corral al
mismo piquete. En cada piquete se colocaban hasta 20 terneras, ya que el
tetinómetro cuenta con 20 tetinas.
Figura 3
3
con mamadera o sonda. A mediados y al final de la época de parición, se
utilizaba solo leche comercial para la alimentación de las terneras
lactantes. Luego de la primera semana de vida, se comenzaba a estimular
el consumo de balanceado por parte de las terneras, llevándolas hacia el
comedero y ofreciéndoselo en la boca a cada una. Con respecto al agua,
en cada piquete había una bebida con flotante, con agua disponible ad
libitum.
Figura 4
4
Higiene: al finalizar las tareas en la guachera, los elementos utilizados, como el
tetinómetro, las mamaderas y las sondas eran lavadas con agua caliente y
detergente, luego se las dejaba en solución alcalina o cloro. Además, en
los piquetes se colocaba cal sobre la materia fecal diarreica.
Tratamiento de los animales afectados: cuando se presentaban casos de
diarrea, el manejo en el establecimiento consistía en suspender el
suministro de leche a los terneros afectados y se les aportaba solamente
sales hidratantes; además, se les inyectaba antibióticos (enrofloxacina o
gentamicina) y en el caso de que estuvieran deshidratadas (ojos hundidos,
falta de elasticidad en la piel, hocico seco) se les administraban entre 1 y 2
L de solución fisiológica/animal, por vía subcutánea o endovenoso, según
el grado de deshidratación. En los casos de neumonía, se les administraba
tilmicosina por vía subcutánea. En los casos graves, sea de diarrea o de
neumonía, se las apartaba y se las llevaba a un refugio con más reparo y
atención personalizada.
Al finalizar la temporada de la guachera, los potreros se desarmaban,
dejándolos descansar hasta la próxima parición (aproximadamente 9
meses) y los rollos restantes, se quemaban.
Figura 6.
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Figura 7.
Cuadro 1: en este cuadro podemos observar que a medida que ingresaban menos
animales, a lo largo de la parición, la mortandad fue aumentando. Y el mes que tuvo el
índice más elevado (76,9% del total), fue Septiembre.
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Las características de la materia fecal de las terneras diarréicas, al principio
eran pastosas, amarillentas; luego, más liquidas. Además, los animales
afectados presentaban una marcada deshidratación, con disminución de la
elasticidad de la piel, ojos hundidos y letargia. Algunas terneras tenían
ausencia del reflejo de succión.
Figura 8
Fig. 8: terneras tomando del tetinómetro y en el fondo una ternera negra aislada que
no se acerca a tomar.
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ANTECEDENTES DEL CASO A INVESTIGAR
A fines de febrero de 2014 se solicitó la presencia de técnicos del Servicio de
Diagnóstico Veterinario Especializado (SDVE) del INTA Balcarce, por la muerte
de una ternera de 5-6 días de vida.
A principios de Abril de 2014 se enviaron a un laboratorio privado 14 muestras
de materia fecal de terneras con signos nerviosos y diarrea.
En las muestras se aislaron los siguientes agentes:
Escherichia coli enteropatógena; Cryptosporidium sp y Rotavirus
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Cuadro 2: Diagnóstico histopatológico y del aislamiento bacteriológico en
las muestras remitidas al SDVE del INTA Balcarce
Animal Muestra Histopatología Aislamiento
Meningitis supurativa severa y difusa de
Cerebro E. coli
T1 la corteza cerebral
Intestino S/L E. coli
Meningitis supurativa severa y difusa de
Cerebro E. coli
la corteza cerebral.
T2
Hígado Congestión hepática E. coli
Bilis E. coli
Pulmón Neumonía intersticial. E. coli
T3 Esplenitis supurativa a necrotizante y
Bazo E. coli
difusa
Hígado Hepatitis necrotizante y multifocal. E. coli
T4 Bazo Esplenitis supurativa difusa E. coli
Intestino S/L E. coli
Cerebro Meningitis linfocitaria leve. Klebsiella pneumoniae
T5
Pulmón Neumonía intersticial mononuclear leve. E. coli
Meningitis supurativa severa y difusa en
Cerebro Pseudomonaaeruginosa
T6 la zona cortical.
Bilis E. Coli
Obs: Todas las muestras dieron resultados negativos para Salmonella sp y
Listeria sp.
PREGUNTAS DE INVESTIGACIÓN
Luego de haber revisado las características del establecimiento lechero, los
antecedentes del caso y las presentaciones registradas durante el período de
Residencia, se plantean, entre otras, las siguientes preguntas orientadoras
para resolver el caso:
a) ¿Cuáles son los agentes o noxas que produjeron los signos nerviosos
observados en los animales afectados?
b) ¿Cuáles son los signos nerviosos que se registraron más frecuentemente en
los animales susceptibles?
c) ¿Qué métodos de diagnóstico se utilizaron para identificar los posibles
causales de los signos registrados?
d) ¿Qué tratamientos farmacológicos se les aplicaron a las terneras enfermas?
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e) ¿Que registro de información se realizaron de los casos que se presentaron?
f) ¿Con qué información se establecieron los índices de morbilidad y de
mortalidad hallados?
g) ¿Qué aspectos del manejo nutricional de los bovinos afectados fueron
identificados como posibles predisponentes para el desarrollo de los casos
mórbidos registrados?
h) ¿Qué otras cuestiones de manejo (número de personas afectado a la
actividad; organigrama de distribución de tareas, protocolos para el manejo de
animales enfermos) fueron reconocidos como factores predisponentes para la
presentación de casos clínicos en el establecimiento en estudio?
i) ¿Cuáles serían las modificaciones propuestas para mejorar la eficiencia
productiva de la actividad cría del establecimiento analizado?
CONCEPTOS Y TEORÍAS
Varios agentes y/o noxas han sido citados en la bibliografía como los
responsables de diferentes enfermedades que cursan con signos nerviosos y
que generalmente producen la muerte de los animales afectados.
Entre ellos se mencionan los siguientes microorganismos:
- Herpes virus bovino tipo V (Gerrit Dirksen, 2005).
- Salmonella sp (OIE, 2008).
- Escherichia coli septicémica (Gerrit Dirksen, 2005; Croxen, M., 2010).
- Mycobactyerium bovis (Stober, 2005).
- Neospora caninum (Gerrit Dirksen, 2005).
- Coccidium sp (Gerrit Dirksen, 2005).
- Pestivirus bovino (Gerrit Dirksen, 2005).
Asimismo, algunos productos farmacéuticos, si son administrados a dosis
elevadas, pueden producir episodios de intoxicación, con signos similares,
como ocurre con antiparasitarios como la abamectina (Junquera, 2016).
La presentación de signos nerviosos en los terneros de establecimientos
lecheros es poco frecuente y a menudo está asociada a causas infecciosas,
intoxicación iatrogénica o deshidratación.
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La deshidratación, que puede ser directa, por falta de suministro de agua o
leche comercial, o indirecta, a causa de una gastroenteritis con diarrea, puede
llegar a producir signos nerviosos de disfunción (C. Monteavaro, 2016)
Cuando las causas son infecciosas pueden ser originadas por infecciones
bacterianas (a causa de toxinas) o virales, con acción directa del agente sobre
el sistema nervioso central, lo que produce fallas en la transmisión
neuromuscular, o como en el caso del pestivirus de la DVB, alteraciones
congénitas (teratogénicas) (G. Reinhardt. V, 1992).
La abamectina, en dosis elevadas (tóxicas) bloquea la actividad eléctrica de
nervios y músculos, incrementa la conductividad de la membrana a iones cloro,
por liberación de GABA, e impide la transmisión de impulsos motores. (Nufarm,
2012).
En la deshidratación, al haber una reducción del volumen sanguíneo por
pérdida de agua y electrólitos, se afecta la llegada de oxígeno y nutrientes al
sistema nervioso central, alterando la función de las neuronas, debido a la
hipoxia celular (Garzon, 2016).
Entre los signos clínicos que presentan los animales afectados, se citan:
- cambio de comportamiento
- aislamiento del grupo
- rechinamiento de dientes
- hipertermia (en algunos casos)
- debilidad
- apetito reducido
- incoordinación
- pedaleo
- nistagmos
- opistótonos
- postración
Generalmente, esos signos terminan con la muerte de los bovinos afectados.
Entre los factores que pueden favorecer la acción de los agentes / noxas antes
citados, se mencionan:
Instalaciones disponibles para la vaca al parto: Una instalación
adecuada para la vaca al parto es importante, ya que los recién nacidos
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están expuestos inmediatamente a las condiciones medio-ambientales y a
los microorganismos que se encuentran en el área del parto (Michel A.
Wattinaux, 1996).
Es particularmente importante que la zona asignada al parto sea limpia,
protegida del viento y que esté provista de un buen piso (no resbaladizo).
Se recomienda una cama seca y limpia, para minimizar el riesgo de caídas o
bien una pradera de pasto bien mantenida, que no sea inundable, sin
ocupación reciente por bovinos y con una carga animal baja, para evitar la
excesiva contaminación fecal (Michel A. Wattinaux, 1996).
Además se debe reducir la permanencia de las madres en el potrero de
parición, y se deberían armar lotes de 50 a 75 vacas, si el número a parir es
elevado, sobre todo en tambos de parición estacionada.(Michel A.
Wattinaux, 1996).
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Cuando las terneras recién nacidas son alimentadas con calostro
(calostradas), los anticuerpos son absorbidos a través del intestino, lo que
ayuda a combatir las infecciones e incrementan la posibilidad de
supervivencia (Michel A. Wattinaux, 1996).
Es de vital importancia, ya que en la especie bovina, no existe una
transferencia de anticuerpos a través de la placenta, lo cual hace al recién
nacido muy susceptible a infecciones (Michel A. Wattinaux, 1996).
Las terneras deben ser alimentadas con calostro tan pronto como nacen, ya
que la absorción de anticuerpos se reduce rápidamente y es nula a las 24
horas después del nacimiento. Esto se debe a que se incrementa la
digestión de anticuerpos y se reduce su absorción (Michel A. Wattinaux,
1996). La cantidad de calostro a suministrar a cada ternera, va a depender
de: a) el peso corporal, b) la concentración de anticuerpos en el calostro, c)
el tiempo transcurrido entre el nacimiento y la primera alimentación debe ser
tan pronto como la ternera este respirando) y d) de la concentración de
microorganismos en el medio ambiente (nivel de higiene del campo) (Michel
A. Wattinaux, 1996). Se recomienda suministrar el equivalente, en litros de
calostro, a un 10% del peso vivo, el cual se puede dividir en dos partes,
siempre que se dé dentro de las primeras 12 horas de vida del ternero. Se
debe calentara una temperatura de 39°C y que tenga una concentración de
50 g Ig/litro. Puede darse con mamadera, a través de un sondaje esofágico o
bien al pie de la madre (Michel A. Wattinaux, 1996).
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Si la temperatura ambiental es mayor a 20 °C, también pierde calor, pues
transpira, jadea y vasodilata, por lo que hay que proveerles sombra, mojarlos
e hidratarlos (se puede aumentar a 3 tomas diarias de agua).
Es decir que para que el ternero pueda aprovechar el alimento para ganar
peso, la temperatura ambiente ideal sería entre 10-20 °C (Michel A. Wattiaux
1996).
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enfermería para el suministro de calostro a los recién nacidos (Michel A.
Wattiaux 1996).
Por otro lado, es importante que el personal desinfecte sus botas y ropa
antes del ingreso y del egreso de la guachera. Se debería utilizar guantes
descartables para el manejo de los terneros. (Michel A. Wattiaux 1996).
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La deshidratación en animales con signos diarreicos se vio favorecida, ya que
no se podía detectar las terneras enfermas en forma precoz, debido a que el
sistema de guachera colectiva solamente permitía detectar a aquellos animales
que no podían acercarse al tetinómetro. Sumado a ello, la distribución de la
dieta láctea en determinados períodos se realizaba en horarios nocturnos, lo
cual dificultaba la identificación de los enfermos. Finalmente, el número de
personal era insuficiente para la cantidad de animales.
Además de la falta de detección, a los enfermos se les suspendía la dieta
láctea cuando se observaban signos diarreicos, lo cual agravaba la situación
pues, cuando se disminuye la cantidad de dieta líquida o se suspende la misma
en los casos en que los terneras presentan signos de diarrea, se favorece la
infección por Cryptosporidium y Escherichiacoli en el primer caso y cuando se
suspende la dieta láctea, influye en la presencia de Coronavirus (Bilbao, 2015).
Cabe destacar que cuando se le cortaba la leche, se les daba solo sales
rehidratantes y se los trataba en el mismo momento de la distribución de la
leche, lo que también atrasaba la toma del resto de las terneras, terminando la
rutina a distintos horarios.
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Falla en el control de la temperatura ambiental: Las terneras no recibían toda
la atención que requerían para mantener su temperatura corporal en valores
apropiados, lo que favorecía la acción de la flora contaminante. Además, las
condiciones medioambientales no eran las más adecuadas, ya que en el
período de partos se registraron días húmedos, lluviosos y de bajas
temperaturas.
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Alimentación láctea: La cantidad de dieta (4 litros) pudo influir en aquellas
terneras cruza que tenían mayor tamaño y por consiguiente mayores
requerimientos. En cuanto a la calidad se observó que al administrar leche de
transición y calostro, los casos eran menos frecuentes. Esto puede explicarse
que esta dieta tiene un porcentaje de sólidos superior a la leche, lo cual nutre
mejor a las terneras.
Tratamientos: En relación a los tratamientos se puede comentar, además de
los ya mencionados de la rehidratación, que se utilizó diversos antibióticos sin
la mejoría de las terneras. Cabe destacar que en ningún momento se realizó
envíos de muestras y aislamiento y antibiograma adecuado para la terapia
antibiótica. Además hay agentes virales y protozoos que no responden a las
drogas que se utilizaron. Así mismo la ausencia de registros de los tratamientos
realizados a cada una de las terneras significo un riesgo en la eficacia del
tratamiento.
Para que el tratamiento a implementar, en aquellas terneras que manifestaban
signos nerviosos, tuviera éxito, se tendría que haber realizado estudios para
identificar al o los agente/s actuantes y realizar antibiogramas para la
administración de fármacos adecuados.
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Conclusiones:
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Bibliografia:
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- Velandia Garzon. M.G. Deshidratación en los animales. 2016. 2,3 [10
pantallas]. Disponible en el URL:
http://www.fmvz.unam.mx/fmvz/departamentos/rumiantes/bovinotecnia.
(10/10/2016)
- Wattiaux, M.A. (1996). Crianza de terneras y novillas, pp 26-27, 55-56,
57-58. Editorial The Babcock Institute University of Wisconsin
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