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Escuela de Diaconado Permanente – Arquidiócesis de Bogotá

Asignatura: Gracia - Profesor: Pbro. Martin Gil


Estudiante: Walter Enrique Cabrera Pinzón
Trabajo Mayo 11 de 2019

SANTA MADRE LAURA MONTOYA EN LA VIRTUD


Ella nos muestra el vínculo entre fe y amor, entendido no como un mero
sentimiento, sino como el gran amor de Dios que tiene en la historia de salvación,
que nos cambia interiormente y nos da nuevos ojos para ver la realidad.

Aprendió la pureza de San Luis Gonzaga y la mortificación de San Pablo El


Ermitaño. Con el corazón se cree y con los labios se profesa, cuando iba a
comulgar a Amalfi y regresaba, decía “Jesus ayuda a maravilla a hacer las
picardías que su amor genera”. La fe y la razón se refuerzan mutuamente, ya que
fue nacida para espiritualizar y cristianizar a los demás, llamada por Dios comenzó
tempranamente en los cautiverios de la Eucaristía. Ella decía, en cuanto a su
estudio, “Dios era mi preceptor y el pedagogo que educaba mi alma”.

Se puede ver que Dios tomo la plaza de su corazón, no nos predicamos a


nosotros mismos, sino a Jesucristo como Señor y como gran misionera llevando el
amor de Dios a los demás.

SANTA MADRE LAURA MONTOYA EN LA CARIDAD


En la Biblia descubre la fuente de santificación, de inagotable luz y de consolación
y deja una descendencia de hijos e hijas espirituales como maestra, como
misionera. A dos alumnas suyas, hijas de Doña Facia, una espiritista, las llenó del
amor de Dios, quienes llevaron una vida ejemplar de católicas. Ella decía, “mi
política son las almas”, mi llaga son los indios americanos, me duelen por
olvidados.

Cuando trataron de quitarle la esperanza y ante la disyuntiva de la celda y la selva,


Monseñor Joaquin Pardo Vergara, Obispo de Medellín, le dice: “Tú en la celda te
ahogas; te morirás de pena al pensar en tus indios”. Con humildad responde que
la clausura le apetecía para consumirse en el amor divino.
Las virtudes, en un entretejido muy admirable, constituyen la dinámica de la
existencia cristiana hacia la comunión plena con Dios y a ella ante el hecho, que
las gentes le huyeran, que las discípulas antes tan queridas no la saludaran y
volvieran el rostro con desdén, las veía como la cosa más natural del mundo, pero
no le falto en todo aquel tiempo la querida confianza en Dios.

SANTA MADRE LAURA EN LA OBEDIENCIA, PRUDENCIA, CLARIDAD

Es llamada a salir de su tierra, a abrirse a una vida nueva, sale como misionera a
evangelizar a los indios, en obediencia reconoce que recibe la fuerza por su
confianza puesta en Dios, en Dabeiba nace una gran luz. Al principio catequistas,
Dios las va conduciendo como ciegas dóciles hacia la constitución de un nuevo
Instituto misionero al servicio de la Iglesia.

A pesar de las vicisitudes, ya que, en Frontino, hay presiones para que se demore
allí y establezca un colegio, adicional todo se vuelve confuso, los indios al principio
recelosos, esquivos huyen hasta que su bondad y sus dadivas los van cautivando
poco a poco; además quienes les dicen no te fíes de Dios, fíate de mí, como el
Padre Elias, Misionero de la prefectura, quien tenía a la Madre Laura y a su
naciente Congregación como farsante

Ante las acusaciones y su viaje a Bogotá a la Nunciatura Apostólica, La Madre


respondió con claridad, con prudencia, con humildad y con testigos ante Monseñor
Vicentini, diciéndole: asegúreme que esta no es una obra de Dios y ahora mismo
la destruyo, viviendo el amor de Dios en cuerpo y alma, unido a la verdad y la luz
de la fe.

En resumen, es la Madre Laura en la búsqueda del sentido de la vida en relación


con lo trascendente, en donde se da la relaciona con el otro y Dios. Es decir, un
ser humano abierto a la trascendencia reconociendo la presencia de Dios,
haciendo de su vida una experiencia de la Gloria de Dios.

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