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Hechos 23
Hechos 23
Es necesario que analicemos los posibles impedimentos que hay para recibir
la guía de Dios, y que procuremos apartarlas de nuestras vidas.
1. PECADO. Al apartarnos de la amistad con Dios, nos evita entender su
dirección. (1 Cor. 2:14)
2. EGOISMO. Provoca el endurecimiento del corazón. Mt. 16: 24
3. DESOBEDIENCIA. Indica soberbia o autosuficiencia. Hay que
Obedecer de buena gana.
4. HIPOCRESIA. Tomar una decisión sin tener la más remota intención
de seguir la voluntad de Dios. Mt. 23:13
5. IMPACIENCIA. Dios tiene un tiempo para cada cosa en su plan
perfecto. Ec. 3: 9-11
6. ORGULLO. No reconocer nuestras faltas. Jn: 3,30
D. DONES Y PRODIGIOS
Estamos bautizados en el Espíritu Santo, somos miembros activos del
Cuerpo de Cristo, y El va a repartir sus dones, conforme su voluntad y a
través de estos dones también recibiremos dirección, por ejemplo por
profecía, visiones, discernimiento, etc. No debemos olvidar que el Señor a
veces obra de una manera extraordinaria, per medio de un ángel, un sueño,
o por un milagro, como una curación instantánea; pero recordemos que todo
esto está sujeto a la voluntad del Señor y que lo que nosotros debemos
hacer es seguirlo a El, ir por su camino y buscar y seguir su voluntad,
pidiéndole sus dones, pero tranquilos, buscándole a El y no a sus dones.
San Pablo dijo somos colaboradores de Dios; no debemos trabajar por
nosotros mismos, diciendo que es por el Señor, debemos trabajar con, por y
en el Señor. Recordemos: 2 Cor. 5:20: "somos embajadores de Cristo".
Tenemos una misión que cumplir y lo haremos bien mientras seamos
guiados por el Señor, siendo dóciles, a su llamado; distinguiendo su
voluntad, alineando las señales de seguridad, y debemos recordar que
siempre es conveniente dejarnos guiar por otros hermanos maduros
espiritualmente como dice José Ma. Escrivá en "Camino": "Conviene que
conozcas esta doctrina segura; el espíritu propio es mal consejero, mal piloto
para dirigir el alma en las barracas y tempestades, entre los escollos de la
vida interior. Por esa es la voluntad de Dios que la dirección de la nave, la
lleve un maestro, para que con su luz y conocimiento nos conduzca a puerto
seguro".
La conversión del apóstol Pablo
Pero ¿qué hizo que un hombre como Pablo, que odiaba el nombre
de Jesús, que perseguía y asesinaba a los cristianos, se hiciera
uno de ellos y llegara a ser el mayor propagador del
cristianismo? La única respuesta aceptable es que Saulo de Tarso
se convirtió en un cristiano cuando el Señor Jesucristo se le
apareció en su gloria.
Puede que Dios haya llamado nuestra atención por medio del
dolor de una enfermedad, una pérdida, el fracaso en un negocio,
o situaciones adversas que se repiten una detrás de otra.O el
temor a la muerte y el juicio eterno.
Lo que es indudable es que el Espíritu Santo obra en nosotros de
muchas maneras para llevarnos a Cristo (Jn 16:8-11). Al igual
que con Saulo, Dios hará todo lo que haga falta para colocarnos
en un punto de absoluta dependencia de él hasta que
voluntariamente nos dobleguemos ante él.
Ahora bien, debemos notar cuál era la razón por la que Pablo se
sujetaba al señorío de Cristo después de su conversión. Antes de
su encuentro con el Señor, Saulo se esforzaba por obedecer a
Dios con el propósito de alcanzar la justificación por las obras de
la ley, pero una vez que creyó en Jesús fue justificado
inmediatamente, por lo tanto, la razón por la que servía y
obedecía al Señor era porque había quedado fascinado por su
gloria y su gracia. Ya no intentaba ganar el favor de Dios, sino
simplemente mostrarle su agradecimiento.
Saulo fue una pesadilla para los primeros cristianos, y su persecución parecía no tener
límite.
Dios lo esperó y lo hizo caer de lo más alto, tanto de su caballo como de la ventolera que
había tomado en contra de los seguidores de su Hijo.
De forma similar, Cristo nos ofrecerá pacientemente su divina misericordia cuando
parezca que menos la merecemos; incluso cuando menos creamos merecerla. Hay que
recordar el recibimiento del padre al hijo pródigo.
La forma de medir el tiempo de Dios nada tiene que ver con nuestra forma de hacerlo. Su
intervención en nuestra vida no refleja nuestras expectativas.
Saulo era la última persona en la cual los primeros cristianos esperarían que fuese su
más apasionado defensor, que fue, exactamente, lo que Dios hizo nacer en Saulo.
Fe no es esperar a comprender en totalidad la bondad de Dios; paciencia es tener la fe
para esperar por ella.
Mientras que es necesario ir a Misa para refrescar el alma escuchando la Palabra de Dios
y para alimentarnos con el Cuerpo y la Sangre de Cristo, gran parte de las aplicaciones de
la enseñanza de la Iglesia ocurren en el mundo.
Saulo cayó del caballo en el camino hacia Damasco, no en su destino, ni en una casa o
en algún lugar de adoración.
La casa del Señor es la estación de servicio, donde rellenamos de combustible nuestra fe;
pero nuestra misión en el servicio a Dios es en el camino, donde aplicamos la fe para
ayudar a otros.
Pablo nunca caminó al lado de Cristo. No fue de los originalmente elegidos. Pero su fe y
su humildad lo hicieron tan grande como aquellos que caminaron con el Señor.
Dios viene a nuestras vidas, y nosotros le permitimos entrar, sin la proporción de lo que
creemos, vemos, escuchamos, tocamos o gustamos. Los cinco sentidos y todas las
sensaciones que les siguen son polvo en el camino de la humildad y la fe.
Pablo estuvo ciego por un tiempo tras ser derribado de su caballo por Dios Nosotros a
menudo estamos ciegos por un tiempo mucho mayor, en el viaje hacia nuestro Damasco.
La conversión de Saulo es muestra de lo ideal que el Señor quiere para cada uno de
nosotros, que ahora que Cristo nos ha llamado dejemos nuestra antigua vida de pecado y
empecemos una vida dedicada a la Santidad, a las buenas obras y al apostolado
2º Carta a los Corintios 11,14-15
14. Y no hay que maravillarse, pues si Satanás se disfraza de ángel de luz,
15. No es mucho que sus servidores se disfracen también de servidores del bien.
Pero su fin será el que se merecen sus obras."
11. A propósito de esto tendríamos muchas cosas que decir, pero nos cuesta
exponerlas, porque se han vuelto lentos para comprender.
12. Ustedes deberían ser maestros después de tanto tiempo, y en cambio,
necesitan que se les vuelvan a enseñar los primeros elementos de las
enseñanzas de Dios. Necesitan leche y no alimento sólido.
13. El que se queda con la leche no entiende todavía el lenguaje de la vida en
santidad, no es más que un niño pequeño.
14. A los adultos se les da el alimento sólido, pues han adquirido la sensibilidad
interior y son capaces de distinguir lo bueno y lo malo."