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Todo lo que necesitas saber sobre comunicación verbal y no verbal

Con la colaboración deEl Blog Salmón

06 jun 2017

1. Aurelio Jiménez

   

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La comunicación es el proceso mediante el cual se transmite y recibe información o mensajes.


Saber comunicar es fundamental, sobre todo si nuestra profesión está relacionada con las ventas o
si frecuentemente trabajamos realizando presentaciones.

La comunicación emplea unos signos para transmitir la información, que pueden ser de dos tipos:
cuando los signos son palabras, estamos hablando de comunicación verbal; mientras que cuando
se trata de cualquier otro tipo de signo, nos referimos a la comunicación no verbal.

Ambos tipos de comunicación son fundamentales si queremos que nuestro mensaje sea
interpretado correctamente por su receptor. Por esta razón, a continuación repasaremos las
principales técnicas de comunicación verbal y no verbal.

La comunicación verbal

La comunicación verbal puede ser de dos tipos: comunicación escrita y comunicación oral. Dado
que queremos enfocar este artículo en ventas y presentaciones, en este apartado analizaremos
solamente la segunda.

Si queremos que nuestro mensaje cale en su receptor y sea recordado, es fundamental que
sepamos transmitirlo de una manera que resulte interesante. El lenguaje que elijamos en la
comunicación verbal dependerá del tipo de destinatario del mensaje, si bien ha de ser en todo
momento educado y correcto.

Cada persona es un mundo y, por esa razón, debemos personalizar la forma de comunicar en
función del público al que nos dirijamos. Si detectamos caras aburridas al fondo de la sala,
debemos cambiar inmediatamente de lenguaje y de estilo de comunicación.

Es fundamental vocalizar y hablar a un ritmo tranquilo. Si vocalizamos mal o nos comemos partes
de las palabras, no se nos entenderá. Hay numerosas técnicas para mejorar la vocalización. Una de
ellas consiste en coger un corcho de una botella, ponerlo entre los dientes y leer un texto en voz
alta.
La velocidad con la que hablamos también es un factor a trabajar, ya que si hablamos demasiado
rápido, los receptores no serán capaces de asimilar la información que les estamos
proporcionando. Como consecuencia, nuestros oyentes desconectarán de la exposición después
de no más de dos o tres minutos escuchándonos.

Por el contrario, si el ritmo de la exposición es demasiado lento, corremos el riesgo de aburrir a los
receptores del mensaje y que también dejen e oírnos.

También es muy importante que a lo largo de la exposición seamos capaces de cambiar la


modulación de la voz. De esta forma conseguiremos transmitir diferentes emociones a los
presentes. Por ejemplo, podemos usar un tono triste, feliz, triunfante, tímido, de indiferencia,
cansado... La combinación de todos hará que nuestro mensaje sea más ameno.

Otro aspecto a considerar en la comunicación verbal es la proyección de la voz, es decir, hacia


donde nos dirigimos al hablar. No basta con dirigirse a la primera fila e ignorar a los del fondo.
Tampoco podemos gritar para que nos oiga la última fila y dejar sordos a los que se sientan más
hacia delante. Hay que buscar el término medio y para ello es necesario ensayar en función del
número de oyentes que vaya a haber en la sala.

Para terminar, hablemos sobre las coletillas y las muletillas que todos usamos al hablar: "¿Vale?",
"¿entiendes?", "eh...". Elimínalas de tu mensaje, son lo peor. Tampoco debemos abusar de los
adverbios terminados en -mente: evidentemente, actualmente, claramente, realmente... Grábate
en vídeo y luego te ves. Seguro que así te das cuenta de si usas alguna muletilla.

La comunicación no verbal

Entendemos por comunicación no verbal aquella que complementa a las palabras y que está
determinada por nuestra mirada, nuestros gestos, la forma de mirar, la postura de las manos... Es
fundamental saber manejar este tipo de comunicación si queremos que nuestra exposición sea un
éxito.

Partamos de la base de que los primeros segundos en una exposición pública lo son todo. Si somos
capaces de causar una buena impresión en ese lapso temporal tan reducido, lo tendremos mucho
más fácil durante el resto de nuestra exposición. Sin embargo, si causamos una mala impresión
nada más comenzar, nos llevará mucho tiempo y esfuerzo dar la vuelta a ese sentimiento.

Es evidente que seremos mucho mejor recibidos si empezamos a hablar con una sonrisa en la cara,
ya que esto muestra una actitud positiva y simpática. Puede parecer una obviedad, pero los
nervios pueden jugarnos una mala pasada. Muchas veces no nos damos cuenta de que
empezamos la exposición con cara de pocos amigos y eso es un error fatal.

También es importante la vestimenta, pues transmite un sentimiento positivo o negativo sobre


nosotros. El vestuario debe ser el adecuado a la situación en la que nos encontremos. No
abusemos del traje. Los tiempos de chaqueta y corbata ya han pasado a la historia. La ropa ha de
ser cómoda y tenemos que identificarnos con lo que llevamos. Si no estamos a gusto con la ropa,
estaremos inseguros todo el tiempo.
Para terminar de completar el tema de imagen, debemos prestar mucha atención a como nos
arreglamos y nos aseamos: uñas, barba, pelo, cejas... Alrededor del 55% de lo que transmitimos
entra por los ojos antes que por el oído.

La forma de mirar también es muy importante. Nuestra mirada ha de ser amable y dar
credibilidad. Mucho cuidado con centrar la mirada solamente en una persona o en una zona de la
sala, es un error. Lo ideal es dirigirse a toda la sala, cambiando constantemente el punto de
referencia de nuestra mirada. De esta forma todos sentirán que estamos hablando con ellos.

Mucho cuidado también con mirar en exceso al suelo, al techo o a las notas que tenemos a mano.
Esto puede ser sinónimo de que no tenemos demasiado bien preparada la exposición o de que
estamos muy nerviosos.

En lo que respecta a la posición, es fundamental que nos situemos en un lugar en el que podamos
ver a todos los asistentes y que todos puedan vernos a nosotros. Si nos movemos demasiado de
un lado a otro demostramos nerviosismo, y si nos quedamos quietos podemos llegar a ser
aburridos. Se recomienda que los movimientos sean suaves y sin brusquedad, tanto en lateral
como hacia delante y atrás.

Para terminar, las manos. Con el movimiento de manos transmitimos mucho más de lo que
creemos. Estas nos sirven para enfatizar lo que hacemos y ponen de manifiesto la naturalidad de
nuestro discurso. No se deben tener las manos en los bolsillos ni tampoco los brazos cruzados.
Estas situaciones denotan una actitud defensiva.

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