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Universidad Autónoma de Campeche

Facultad de Medicina
Licenciatura como Médico Cirujano

Introducción a la Salud Mental


Docente: Dr. Francisco A. León Cruz

Alumno: Br. Edwin Alberto Guerra Ek

Grupo: 1° A
Tarea:
Resumen:
Afrontamiento y resiliencia
(13 de octubre de 2020)
Afrontamiento
El interés por el afrontamiento ante el estrés y el interés por el afrontamiento ante la
enfermedad, entendida ésta como un estresor comenzaron a desarrollarse sobre la
década de los 60 y 70, La prueba del citado interés la podemos encontrar en las
múltiples definiciones planteadas por diversos autores, sin embargo, una de las más
aceptadas es la de Lazarus y Folkman, en 1984, definieron al afrontamiento como
los esfuerzos cognitivos y conductuales constantemente cambiantes que sirven
para manejar las demandas externas y/o internas que son valoradas como
excedentes o desbordantes de los recursos del individuo. Entonces, el
afrontamiento tiende a identificarse con la confrontación o con las acciones directas
que las personas emplean para resolver los problemas, tendiendo a considerar que
las personas “no afrontan la situación” cuando intentan evitarla o cuando salen
huyendo, procurando encontrarse directamente con el problema. A partir de ello
podemos considerar que, en términos generales, existe una concepción del
afrontamiento que se identifica en gran medida con la confrontación, carear,
enfrentarse e incluso con opiniones o juicios de valor como “es mejor confrontar la
realidad que engañarse”. La cuestión es que cuando se aborda el concepto desde
otro punto de vista, el punto de vista “científico”, éste cambia o por lo menos se
matiza. Sin lugar a dudas la definición de afrontamiento más extendida y tal vez
también la más aceptada es la que propusieron hace ya 18 años Lazarus y Folkman
(1984) al considerar que bajo dicho concepto se incluían los esfuerzos cognitivos y
conductuales constantemente cambiantes que se desarrollan para manejar las
demandas específicas externas e internas que son evaluadas como excedentes o
desbordantes de los recursos del individuo. También hay que destacar que el
afrontamiento no es algo permanente en el individuo, como si formase parte de su
personalidad. Por ello se matiza que es algo cambiante, con lo que es preferible
hablar de estrategias en lugar de hablar de estilos, entendidos como algo
permanente en los individuos. El afrontamiento constituye un proceso en el que se
pueden distinguir diversos componentes. En primer lugar, debemos hablar de la
valoración como las posibles formas de actuación ante el mismo. Podemos destacar
dos grandes formas de valoración. En primer lugar, aunque no necesariamente en
este orden, la denominada como desafío, en la que el individuo considera sus
posibilidades para hacer frente al problema; la segunda se denomina amenaza,
entendida como la consideración de una situación que supera claramente los
recursos del individuo. Ante la aparición de un determinado evento el individuo
valora en qué le afecta y cuáles son sus posibilidades de acción. En caso de no
disponer de los recursos necesarios o de no ser estos suficientes se ponen en
marcha las estrategias de afrontamiento, en la medida en que estas estrategias
empleadas tengan el mínimo efecto, se produce una reevaluación de los efectos de
la situación, lo cual provoca una nueva respuesta emocional, que tendrá unas
características y también una intensidad, completándose así un bucle que finaliza
con el agotamiento de la persona o con la finalización de la situación.

Resiliencia
El concepto fue introducido en el ámbito psicológico hacia los años setenta por el
paidopsiquiatra Michael Rutter que lo reducía a una suerte de flexibilidad social
adaptativa. En psicología, el término resiliencia se refiere a la capacidad de los
sujetos para sobreponerse a períodos de dolor emocional y caracteriza a aquellos
sujetos que, a pesar de nacer y vivir en condiciones de alto riesgo, se desarrollan
psicológicamente sanos y socialmente exitosos. La resiliencia se ha caracterizado
como un conjunto de procesos sociales e intrapsíquicos que posibilitan tener una
vida “sana” en un medio insano. Estos procesos se realizan a través del tiempo,
dando afortunadas combinaciones entre los atributos del niño y su ambiente familiar,
social y cultural; se trata de un proceso que caracteriza un complejo sistema social,
en un momento determinado del tiempo, significa una combinación de factores que
permiten a un ser humano, afrontar y superar los problemas y adversidades de la
vida y puede ser producto de una conjunción entre los factores ambientales y el
temperamento, y un tipo de habilidad cognitiva que tienen algunos niños aun cuando
sean muy pequeños. se trata de una dinámica en la cual se podrían señalar las
siguientes etapas: El equilibrio que enfrenta a la tensión, el compromiso y el desafío,
la superación, la significación y valoración, la positividad de sí mismo, la
responsabilidad, la creatividad. Es conveniente diferenciar entre el enfoque de
resiliencia y el enfoque de riesgo; el enfoque de riesgo se centra en la enfermedad,
en el síntoma y en aquellas características que se asocian con una elevada
probabilidad de daño biológico o social, el enfoque de resiliencia se explica a través
de lo que se ha llamado el modelo “del desafío o “de la resiliencia. Ese modelo
muestra que las fuerzas negativas, expresadas en términos de daños o riesgos, no
encuentran a un individuo inerme en el cual se determinarán, inevitablemente,
daños permanentes. La resiliencia es un instrumento clínico que exige un cuadro de
referencia moral. Esto implica que un individuo debe superar la situación de
adversidad dentro de las normas culturales en las que él se desenvuelve de hecho,
la resiliencia se sustenta en la interacción existente entre la persona y el entorno,
por lo tanto, no procede exclusivamente del entorno ni es algo exclusivamente
innato. La separación que hay entre cualidades innatas e influencia del entorno es
muy ilusoria, ya que ambos niveles necesitan crecer juntos, en interacción. A pedar
de las investigaciones, no se puede hablar de la resiliencia como si fuera un
concepto unívoco y absoluto pues si bien es una capacidad humana y universal que
está presente en las distintas comunidades, etnias y culturas, creemos que tiene
rasgos y características particulares de acuerdo a los diferentes contextos en que
se manifiesta. Con todo lo anterior, se puede decir que los individuos resilientes son
aquellos que al estar insertos en un conglomerado de factores de riesgo, tienen la
capacidad de utilizar aquellos factores protectores (condiciones o entornos capaces
de favorecer el desarrollo de individuos o grupos y, en muchos casos, de reducir los
efectos de circunstancias desfavorables) para sobreponerse a la adversidad , crecer
y desarrollarse adecuadamente, llegando a madurar como seres adultos
competentes, pese a los pronósticos desfavorables. En el perfil de la resiliencia se
identifican: la competencia social, la habilidad de resolución de problemas, la
autonomía, y el sentido de propósito y de futuro (este último parece ser uno de los
más poderosos predictores de resultados positivos en cuanto a resiliencia.). De
estas cualidades, las que se han asociado con más fuerza a la presencia de adultos
resilientes han sido las aspiraciones educacionales y el anhelo de un futuro mejor.
Cuando un futuro atractivo nos parece posible y alcanzable, somos fácilmente
persuadidos para subordinar una gratificación inmediata una posterior más integral.

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