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Capítulo III

Punto1º

El objeto de la lingüística es difícil de definir pues no lo tiene desde un principio, como


sucede en otras disciplinas. De esta manera, un observador puede analizar un elemento
lingüístico, como una palabra, desde diferentes ángulos, siendo todos ellos igual de
válidos: puede analizarse desde el sonido, el cual no puede desligarse de los órganos
humanos que lo producen (una unión de elementos fisiológicos y mentales) y al cual la
lengua “no se puede reducir”, pues es una simple herramienta de la expresión del
pensamiento. Puede analizarse el lenguaje a su vez teniendo en cuenta su condición
social a la vez que individual. Por último, en el lenguaje se aprecia la unión de un sistema
aceptado en el momento en que se analice y de una evolución anterior, los cuales forman
una unión casi inseparable, y que por el mero hecho de ser elementos que provocan una
variación constante se imposibilita el realizar cualquier tipo de estudio aislado.

De todo esto, podemos obtener que la lingüística carece de un “objeto entero” de estudio.
Explica Saussure que de estudiarse uno solo de ellos se perderían las otras
características, y de estudiarlos todos a la vez, la materia sería tan amplia que llevaría a la
confusión. Así que la lingüística debe ser mirada desde el apoyo que le aporta la lengua.

A la lengua, la cual responde a un prototipo creado por la sociedad para el entendimiento


de sus miembros, y por lo tanto irregular, se le otorga el primer lugar dentro del lenguaje.
Tal es la importancia de la lengua, que es considerada una “totalidad en sí”, pues no se
presta a clasificación.

Hay quien objeta que la lengua es tan solo una habilidad adquirida que debería ser
subordinada al lenguaje, que nos viene por naturaleza. En respuesta a estas afirmaciones,
Saussure asegura que no está probado que el lenguaje sea un elemento natural, a lo que
Whitney añade que la lengua es un ente social cuyo instrumento es el que es por una
simple casualidad. Saussure explica que dicho instrumento posiblemente pudiera haber
sido “impuesto por la naturaleza”, si bien lo interesante es que el signo que se utilice no
tiene la menor importancia, y sí el que la lengua sea una “convención” para el ser humano,
algo natural en la esencia del hombre. Se trata de una capacidad, una virtud, un producto
de la vida social (desde el principio de los tiempos) que conlleva la aparición de una lengua
en cada sociedad.

Por otro lado, comenta que en la mente se entremezclan los modos en que plasmar el
lenguaje, los instrumentos de expresión, pero siempre dentro de la “facultad que gobierna”,
dentro de la facultad lingüística.

En conclusión, la lengua se encuentra en ese primer lugar al ser la que crea la


comunicación, si bien es cierto utiliza unos medios que podían haber sido cualquier otros.

Punto 2º

La lengua, como hecho individual, posibilita la existencia del circuito de palabra, que es un
acto que se da entre más de un individuo si es completo. El circuito de palabra parte del
acto psíquico que se produce en el cerebro de uno de los individuos, donde se da la unión
o “asociación” de un concepto mental con una imagen simbólica. De aquí, se pasa a la
parte fisiológica del proceso, en que la que una imagen es reproducida mediante órganos
de nuestro cuerpo. Seguidamente, y en una tercera fase física, la imagen (acústica,
gestual, escrita, etc.) llega a otro individuo, que procede a una asociación conceptual que
derivará en un nuevo proceso físico-fisiológico.
Este proceso es igualmente divisible según lo que es externo (fuera del cuerpo) o interno,
según lo psíquico (asociación) y lo que no lo es, según lo activo (asociación y emisión del
mensaje por nuestra parte) y lo pasivo, y dentro de la parte psíquica, según lo ejecutivo
(asociación del concepto a la imagen que vamos a crear) y lo pasivo (de la imagen al
concepto).

Destaca la relevancia de la facultad de asociación y coordinación, que se encarga de


realizar una especie de archivo del sistema de signos en nuestra mente. Dicho archivo no
es individual, es común al conjunto de individuos de la comunidad, a causa de la actuación
de las facultades receptiva y coordinativa, que dejan un residuo en cada uno que
comprende las mismas asociaciones entre signos y conceptos, si bien no absolutamente
todas serán las mismas, por lo que la lengua se completa en el conjunto del colectivo.

En la distinción antes realizada dentro de la parte psíquica comprendíamos lo ejecutivo y lo


pasivo. Pues bien, esa ejecución es conocida como habla y mantiene unas diferencias
notorias con la lengua. La lengua es social, pues se adquiere pasivamente en el colectivo,
y “esencial”; el habla individual, “accesorio” y provoca la una clasificación. En el habla
destaca la habilidad personal y las posibilidades mentales y corporales de cada uno para
la expresión; la lengua, como elemento social, es externa al individuo y se basa en la
asociación general entre imagen y concepto, y en tanto es “homogénea”, algo necesario
para entendernos. Además, ésta requiere aprendizaje y puede y debe estudiarse de un
modo aislado. Por último, la lengua es algo concreto, a pesar de que su localización sea
cerebral, ya que sus imágenes son unas determinadas, bien sonoras o bien visibles.
Saussure prefiere la lengua porque es el hecho objetivo, lo general, y es esto lo que se
puede y debe describir y estudiar.

Punto 3º

La lengua, como pertenencia de la masa social, se engloba dentro de los “hechos


humanos”. Como ya hemos dicho, se trata de un sistema de signos, entre los cuales es el
más importante. Si se creara una ciencia que estudiara la vida de éstos, recibiría el
nombre de semiología, y sus funciones serían las de determinar qué son y señalar cuáles
son sus leyes. Como parte de la semiología, a la lingüística le correspondería determinar el
lugar de la lengua en ella, y a la psicología, a la que la semiología pertenece, determinar
su “puesto” absoluto.

Sin embargo no podemos hablar de ciencia porque sus problemas no se han resuelto, ya
que la lengua es necesaria para ello y no ha sido estudiada de un modo conveniente. A la
hora de estudiar la lengua se han olvidado su cualidad social y su condición de ente “ajeno
a la voluntad humana”. Para realizar un estudio adecuado debería ser comparada con
otros sistemas de signos y su resultado sería el fin del “problema lingüístico”, que es el no
tener objeto de estudio, convirtiéndose además en necesidad la función de la semiología:
“agrupar los signos y determinar sus leyes”.

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