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Arthur Schopenhauer

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(desambiguación).
Arthur Schopenhauer
Arthur Schopenhauer by J Schäfer, 1859b.jpg
Fotografiado en 1859 por J. Schäfer.1
Información personal
Nacimiento 22 de febrero de 1788
Danzig, República de las Dos Naciones
Fallecimiento 21 de septiembre de 1860 (72 años)
Fráncfort del Meno, Confederación Germánica
Causa de la muerte Insuficiencia respiratoria Ver y modificar los datos en
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Sepultura cementerio principal de Frankfurt Ver y modificar los datos en Wikidata
Residencia Gdansk, Hamburgo y Fráncfort del Meno Ver y modificar los datos en
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Nacionalidad Prusiana
Religión Ateísmo
Familia
Padres Heinrich Floris Schopenhauer y Johanna Schopenhauer
Educación
Educación Ph. D.
Educado en Universidad de Jena
Información profesional
Ocupación Filósofo, profesor
Empleador
Universidad de Berlín
Universidad Humboldt de Berlín Ver y modificar los datos en Wikidata
Movimientos Pesimismo, voluntarismo, nihilismo, ateísmo, antinatalismo
Instrumento Flauta Ver y modificar los datos en Wikidata
Obras notables El mundo como voluntad y representación
Parerga y paralipómena
Sobre la cuádruple raíz del principio de razón suficiente
Firma Arthur Schopenhauer Signature.svg
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Arthur Schopenhauer [Acerca de este sonido 'ʔatʰu:ɐ 'ʃo:pnhaʊɐ (?·i)], también
nombrado Arturo Schopenhauer2 (Gdansk, 22 de febrero de 1788-Fráncfort del Meno,
Reino de Prusia, 21 de septiembre de 1860) fue un filósofo alemán, considerado uno
de los más brillantes del siglo xix y de más importancia en la filosofía
occidental, siendo el máximo representante del pesimismo filosófico3 y de los
primeros en manifestarse abiertamente como ateo.4

Su filosofía, concebida esencialmente como un «pensar hasta el final» de la


filosofía de Kant, es deudora de Platón y Spinoza, sirviendo además como puente con
la filosofía oriental, en especial con el budismo, el taoísmo y el vedanta,
afirmando principios como el ascetismo y la noción de la apariencia del mundo.56 En
su obra tardía, a partir de 1836, presenta su filosofía en abierta polémica contra
los desarrollos metafísicos postkantianos de sus contemporáneos. Su obra ha sido
descrita como una manifestación ejemplar de pesimismo filosófico, donde este es el
peor de los mundos posibles.78

Su trabajo más famoso, Die Welt als Wille und Vorstellung (El mundo como voluntad y
representación),9 constituye desde el punto de vista literario una obra maestra de
la lengua alemana de todas las épocas.10 En él, Schopenhauer presenta un sistema
filosófico que comprendía una solo «metafísica» como fundamento único de la
realidad.11 La característica principal de todas las cosas, incluidos los seres
humanos, es la «voluntad», la cual es ciega, irracional, absurda y fuente de
inmensos sufrimientos en el mundo. Su filosofía culmina con el ideal budista del
nirvana, serenidad absoluta, que aniquila la «voluntad de vivir».1213 También
recalcó la importancia del arte y la compasión como medios de huida del
sufrimiento.3

Aunque su trabajo no logró atraer una atención sustancial durante su vida,


Schopenhauer tuvo un impacto póstumo en varias disciplinas, incluida la filosofía,
la literatura y la ciencia. Desde el ámbito filosófico, tuvo gran repercusión sobre
todo durante la segunda mitad del siglo xix en toda Europa y supone además una de
las cumbres del idealismo occidental y del pesimismo profundo, que perdura en la
obra de escritores y pensadores de los siglos xix y xx. Sus obras han influido en
personas como Nietzsche, Wittgenstein, Erwin Schrödinger, Einstein, Freud, Carl
Jung, León Tolstoi, Pio Baroja, Miguel de Unamuno, Jorge Luis Borges y Richard
Wagner.

Índice
1 Biografía
2 Pensamiento
2.1 Interpretación del mundo
2.1.1 Teoría de la percepción
2.1.2 Principio de razón suficiente
2.1.3 El mundo como «voluntad»
2.1.4 El mundo como «representación»
2.2 Pesimismo
2.2.1 Ateísmo
2.2.2 Antinatalismo
2.3 Arte y estética
2.4 Ética y política
2.4.1 Razas y la mujer
2.4.2 Eugenesia y pederastia
2.4.3 Bienestar animal
3 Legado
4 Hispanofilia
5 Véase también
6 Bibliografía
6.1 Primaria
6.1.1 Obras de Schopenhauer
6.1.2 Ediciones
6.1.3 Ediciones en español
6.2 Bibliografía secundaria
7 Referencias
8 Enlaces externos
Biografía

La casa de Gdansk (en la actual Polonia) en la que nació Arthur Schopenhauer.


Arthur Schopenhauer nació el 22 de febrero de 1788 en el seno de una acomodada
familia de Danzig. El padre de Arthur, Heinrich Floris Schopenhauer, fue un
próspero comerciante que inició a su hijo en el mundo de los negocios, haciéndole
emprender largos viajes por Francia e Inglaterra. Su madre, Johanna Henriette
Trosenier, fue una escritora que alcanzó cierta notoriedad al organizar soirées
(veladas) literarias en la ciudad de Weimar. Tales reuniones le brindaron al joven
Arthur la oportunidad de entrar en contacto con grandes personalidades del mundo
cultural de su tiempo como Goethe y Wieland. Por lo demás, el carácter extrovertido
y jovial de Johanna contrastaba con la hosquedad y misantropía de su hijo. De ahí
que la relación entre ambos fuera bastante conflictiva. Este rasgo de la
personalidad de Schopenhauer condicionó también el trato con su única hermana,
Adele, nueve años menor que él.
Residencia de Arthur Schopenhauer desde 1793 hasta 1805 en Hamburgo.
En 1793, poco antes de que Danzig fuera anexada a Prusia, la familia se trasladó a
Hamburgo. Por expreso mandato paterno y a contramano de su propia vocación,
Schopenhauer inició en 1805 la carrera de comercio en calidad de aprendiz. Ese
mismo año murió su padre, presumiblemente por suicidio debido a la obsesión de que
pudiera perder su fortuna. El suceso pudo haber sido el germen del pesimismo de
Schopenhauer.2 No obstante, Arthur siempre llevó una buena relación con él, estima
que aparece en sus escritos al agradecer que su independencia económica heredada de
su progenitor le hubiera permitido llevar a cabo su verdadera vocación. Al morir
Heinrich Floris, el resto de la familia se trasladó a Weimar. Es allí donde su
madre decidió iniciar las ya mencionadas tertulias literarias. Arthur, sin embargo,
permaneció en Hamburgo con el fin de ejercer la profesión de comerciante.

Pero, poco antes de cumplir los veinte años de edad, Schopenhauer decidió abandonar
definitivamente el comercio para emprender estudios universitarios. De este modo,
en 1809, se matriculó como estudiante de Medicina en la Universidad de Gotinga,
donde asistió a varios cursos. Allí conoció a Gottlob Schulze, un profesor de
filosofía que le aconsejó emprender el estudio pormenorizado de Platón y Kant, para
que luego lo complementara con la lectura de las obras de Aristóteles y Spinoza.

La lectura de estos autores despertó en Schopenhauer su vocación filosófica y en


1811 se trasladó a Berlín, donde estudió durante dos años, para seguir los cursos
de Fichte y Schleiermacher. Sin embargo, ambos filósofos —muy en boga por aquel
entonces— solo consiguieron decepcionarlo. Algo parecido puede decirse de
Schelling, a quien Schopenhauer leyó intensamente, como también a Fichte, en sus
años de estudiante en Berlín. A pesar de haberse pasado a la facultad de filosofía,
Schopenhauer también se matriculó en cursos de filología clásica y de Historia y
asistió también a un buen número de cursos de ciencias naturales, pues consideraba
que estos conocimientos ampliaban y reforzaban su formación filosófica.14

Retrato de Arthur Schopenhauer de 1815 alrededor de sus dieciocho años por Ludwig
Sigismund Ruhl
Ante la inminencia de los combates en contra de la ocupación napoleónica,
Schopenhauer abandonó Berlín y, tras una breve estancia junto a su familia en
Weimar, decidió retirarse a Rudolstadt. Allí terminó de redactar su tesis titulada
Über die vierfache Wurzel des Satzes vom zureichenden Grunde (Sobre la cuádruple
raíz del principio de razón suficiente), escrito este que presentó en noviembre de
1813 y que le valió el título de Doctor por la Universidad de Jena.

Poco tiempo después regresó a la casa materna en Weimar, donde tuvo ocasión de
vincularse con Goethe y de conocer al orientalista Friedrich Majer, quien lo
introdujo en la antigua filosofía hindú.15 Las conversaciones con Goethe en torno a
temas relacionados con la Teoría de los colores del poeta condujo a Schopenhauer a
elaborar una teoría propia al respecto, que plasmó en su segunda obra, Ueber das
Sehen und die Farben (Sobre la visión y los colores), de 1816. Schopenhauer
mostraría toda su vida una gran admiración por Goethe, Homero, Shakespeare y
escritores del Siglo de Oro español, especialmente Francisco Suárez y Baltasar
Gracián, a quien tradujo al alemán y a quien leía y citaba siempre en español.

De la fusión de las doctrinas brahmánicas y búdicas con las enseñanzas de Platón y


Kant, habría de surgir el núcleo del propio sistema schopenhaueriano, sistema este
que quedó definitivamente plasmado en su «obra capital» (Hauptwerk, denominada así
por el mismo Schopenhauer) intitulada El mundo como voluntad y representación
(título original: Die Welt als Wille und Vorstellung).9 Schopenhauer escribió su
obra capital durante los cuatro años que residió en Dresde, concluyendo la
redacción del manuscrito en 1818. Aunque la primera edición apareció de hecho en
diciembre de 1818, se imprimió con la fecha de 1819, razón por la que generalmente
la obra se data según la fecha que apareció impresa.

A pesar de las grandes expectativas que Schopenhauer había cifrado en su obra, ésta
resultó un rotundo fracaso. Tanto fue así que, nueve años después de su aparición,
todavía quedaban en los depósitos de la editorial Brockhaus ciento cincuenta
ejemplares de una tirada de ochocientos, muchos de los cuales, a su vez, habían
sido reciclados en lugar de venderse.

Entre los años 1818 y 1819, Schopenhauer viajó por Italia y visitó las ciudades de
Florencia, Roma, Nápoles y Venecia.

En el verano de 1819, a raíz de una crisis financiera sin mayores consecuencias, se


vio obligado a volver a Alemania. Una vez allí, decidió entrar en la docencia. Fue
admitido como profesor en la Universidad de Berlín, donde comenzó a dictar clases
en marzo de 1820 como Privatdozent. Según una anécdota relatada por el propio
Schopenhauer, su examen de habilitación estuvo marcado por su confrontación con
Hegel, quien se hallaba en el tribunal.

Daguerrotipo de Arthur Schopenhauer en 1845, a los cincuenta y siete años de edad.


Con la expresa intención de competir con Hegel, que a la sazón se estaba
convirtiendo, a todo efecto, en el filósofo oficial de la nación y gozaba de una
creciente popularidad, Schopenhauer hizo coincidir el horario de sus cursos con los
de aquel, aunque sin éxito alguno. Su fugaz paso por los claustros duró solo seis
meses.

Schopenhauer emprendió, en 1822, un nuevo viaje a Italia. Más tarde, en 1825,


regresó a Berlín, donde intentó infructuosamente regresar a la docencia.

En 1831, huyendo de una epidemia de cólera —que ese mismo año había de cobrarse la
vida de Hegel—, Schopenhauer se radicó en Fráncfort, donde llevó una vida apacible
y recluida durante los últimos 28 años de su vida.

Después de una década y media sin nuevas publicaciones, en 1836 se decidió de nuevo
a llevar un escrito a las prensas: Sobre la voluntad en la naturaleza, donde se
esforzaba por mostrar las coincidencias de los resultados recientes de diversas
ciencias con las doctrinas de su filosofía. El año siguiente, presentó la memoria
Sobre la libertad de la voluntad humana, también conocida bajo el título Ensayo
sobre el libre albedrío, a un concurso abierto por la Real Sociedad Noruega de las
Ciencias, siendo premiada en enero de 1839. No tuvo la misma suerte su memoria
Sobre el fundamento de la moral, ya que la Real Sociedad Danesa de las Ciencias,
indignada por las invectivas contra Hegel y Fichte que se hallaban en la obra,
prefirió dejar desierto el premio. Las dos memorias fueron reunidas y publicadas en
1841 bajo el título común Los dos problemas fundamentales de la Ética.

En 1844 vio la luz la segunda edición de su obra capital, considerablemente


aumentada con diversas adiciones y con un segundo tomo con cincuenta nuevos
capítulos. La publicación dio lugar a algunas reseñas y a que comenzaran a aparecer
seguidores, de entre los cuales cabe destacar a Julius Frauenstädt. Dado que la
tesis doctoral, considerada por Schopenhauer la «introducción» ideal a su sistema,
no se hallaba disponible, emprendió su segunda edición (1847), sometiendo la obra a
severos cambios.

Lápida de la tumba de Schopenhauer (Cementerio mayor, Fráncfort del Meno).


Más tarde, en 1851, apareció una colección de ensayos y aforismos publicada bajo el
nombre de Parerga y paralipómena. Esta obra le permitió a Schopenhauer alcanzar
finalmente la repercusión y el renombre que por tanto tiempo le habían sido
negados. En 1854 se reeditaron el escrito de 1816 sobre los colores y Sobre la
voluntad en la naturaleza, ambos con abundantes adiciones y cambios. La tercera y
última edición de El mundo como voluntad y representación tuvo lugar, al fin, en
1859. Otras reediciones (Parerga y Paralipómena, Sobre la cuádruple raíz del
principio de razón suficiente) fueron realizadas póstumamente de la mano de J.
Frauenstädt, siguiendo indicaciones de Schopenhauer.

Schopenhauer murió como consecuencia de un paro cardiorrespiratorio el 21 de


septiembre de 1860. Dos años después, Wilhelm Gwinner escribió un libro sobre su
trato personal con él y sobre sus gustos, apetitos y hábitos que no se molestaba en
ocultar.1617

Pensamiento
Interpretación del mundo
Bajo la influencia de Platón y Kant, Schopenhauer tomó la posición del idealismo en
su epistemología, pero tomó su propio camino subjetivista dentro de esta concepción
básica ("idealismo subjetivo"). Lo que separa a Schopenhauer de los solipsistas es
su insistencia en algo que une y condiciona todo. Para Schopenhauer esta es la
«voluntad», que insta a la existencia, sánscrito. Rechazó la filosofía de Hegel, a
la que él mismo se refirió peyorativamente y escribió polémicas drásticas contra
Hegel, Schelling, Fichte y el inicialmente con Schleiermacher.

Teoría de la percepción
En noviembre de 1813, Goethe invitó a Schopenhauer para que lo ayudara en su teoría
de los colores. Aunque Schopenhauer consideró la teoría del color como un asunto
menor, aceptó la invitación por admiración por Goethe.18 En su obra Sobre la
visión y los colores (1816), Schopenhauer presentó su teoría de la visión. En esta
obra expone su teoría considerando los colores en sí mismos, es decir, como una
sensación específica recibida en el órgano visual, y examina las inducciones de
Newton y Goethe acerca de los colores.2 Estas investigaciones lo llevaron a
encontrar una demostración de la naturaleza a priori de la causalidad y al concepto
de «representación».

Kant admitió abiertamente que fue el ataque escéptico de David Hume a la causalidad
lo que motivó las investigaciones críticas en Crítica de la razón pura y dio una
prueba elaborada para mostrar que la causalidad es a priori. Después de que Gottlob
Ernst Schulze hizo plausible que Kant no hubiera refutado el escepticismo de Hume,
los leales al proyecto de Kant debían probar este importante asunto.

La diferencia entre el enfoque de Kant y el de Schopenhauer fue la siguiente: Kant


simplemente declaró que el contenido empírico de la percepción nos es "dado" desde
afuera, una expresión con la que Schopenhauer a menudo expresaba su descontento.19
Él, por otro lado, estaba ocupado con cómo obtenemos este contenido empírico de la
percepción y cómo es posible comprender las sensaciones subjetivas limitadas al
cuerpo como la percepción objetiva de cosas que están fuera de mí.20

Cuando un ciego de nacimiento palpa una figura cúbica, las sensaciones de su mano
son uniformes, y las mismas por todos los lados y direcciones; las aristas oprimen
sin duda una parte menor de la mano, pero en estas sensaciones no hay nada que se
parezca a un cubo. Y de la resistencia sentida el entendimiento infiere la
conclusión inmediata e intuitiva de una causa de la resistencia, causa que se
representa ahora, precisamente por eso, como un cuerpo sólido; y por medio del
movimiento que hacen sus brazos al tocar, permaneciendo la misma la sensación de
sus manos, construye la figura cúbica del cuerpo en el espacio conocido a priori.
Si no tuviera ya la representación de una causa y de un espacio, y también de sus
leyes, jamás surgiría de aquella sucesiva sensación en su mano la imagen de un
cubo.21
Por tanto, la causalidad no es un concepto empírico extraído de las percepciones
objetivas, pero la percepción objetiva presupone el conocimiento de la causalidad.
De esta manera se refuta el escepticismo de Hume.22
Mediante esta operación intelectual, comprendiendo que cada efecto en nuestros
órganos sensoriales tiene una causa externa, surge el mundo externo. Con la visión,
encontrar la causa se simplifica esencialmente debido a que la luz actúa en línea
recta. Rara vez somos conscientes del proceso que interpreta la doble sensación en
ambos ojos como proveniente de un objeto; que invierte la impresión en las retinas,
y que utiliza el cambio en la posición aparente de un objeto en relación con los
objetos más distantes que proporciona la visión binocular para percibir la
profundidad y la distancia.

Principio de razón suficiente


Artículo principal: Sobre la cuádruple raíz del principio de razón suficiente
Schopenhauer hace una crítica cómo Kant delimitó la frontera entre intuición y
fenómeno, pero su propuesta de corrección es más bien una mezcla confusa por la que
tiende a identificar ambas cosas con la etiqueta de intuición, por eso dice que las
formas esenciales (Kant diría puras y a priori) de todo objeto son tiempo, espacio
y causalidad. Schopenhauer considera que todo el sistema de categorías kantiano es
artificial y que debe sustituirse por lo que, siguiendo a Leibniz, llama principio
de razón suficiente.23 En si tesis doctoral, Sobre la cuádruple raíz del principio
de razón suficiente (1813), Schopenhauer examina este principio universal asumido
por muchos filósofos, el cual trata de responder a la pregunta: "¿Por qué hay algo,
en lugar de nada?"3

Según Schopenhauer, los argumentos de Kant sobre la idealidad trascendental del


espacio y el tiempo pueden extenderse a la materia mediante el concepto de
causalidad y el principio de razón suficiente.24 Luego este principio reduce los
doce categorías o conceptos puros a priori del entendimiento del sistema kantiano a
uno solo. Inspirado por las cuatro causas de Aristóteles, el principio se subdivide
en cuatro formas:3

El principio de razón suficiente del devenir o de la causalidad que se corresponde


a las cosas materiales con la representación empírica;
el principio de razón suficiente del conocer que se corresponde los conceptos
abstractos y la verdad lógica;
el principio de razón suficiente del ser que se corresponde con las construcciones
matemáticas y geométricas;
y el principio de razón suficiente del obrar que se corresponde con el conocimiento
de sí.
El mundo como «voluntad»
Artículo principal: El mundo como voluntad y representación
Denn da der ganze Mensch nur die Erscheinung seines Willens ist; so kann nichts
verkehrter sein, als, von der Reflexion ausgehend, etwas Anderes sein zu wollen,
als man ist <...>
[Puesto que el hombre en su totalidad es solo el fenómeno de su voluntad, nada
puede resultar más absurdo que, partiendo de la reflexión, querer ser algo distinto
de lo que se es <...>]25
Schopenhauer trabajó en la elaboración de su obra El mundo como voluntad y
representación (1819) durante cinco años para «desentrañar el enigma de la
existencia», presentando un sistema de filosofía que comprendía gnoseología,
estética, ética y una «metafísica» como fundamento único de la realidad.11
Desarrolló un sistema llamado voluntarismo.26 Vio su filosofía como una
continuación de la de Kant, y utilizó los resultados de sus investigaciones
epistemológicas, es decir, el idealismo trascendental, como punto de partida para
el suyo.27 Poco dado en principio a las licencias especulativas del idealismo
alemán, tomó como base de su propio sistema el criticismo de Immanuel Kant.

Sin embargo, mientras Kant en la primera crítica negaba radicalmente la posibilidad


de conocer el noúmeno o cosa en sí (Ding an sich), Schopenhauer sostuvo que
mediante la introspección era posible acceder al conocimiento esencial del yo.
Identificó a este con un principio metafísico al que denominó «voluntad» o
«voluntad de vivir» (Wille zum Leben), la cual se muestra en todas partes, desde
las plantas y hasta a los hombres, como un impulso ciego de vida.28

Portada de la primera edición de El mundo como voluntad y representación (1819).


El concepto de voluntad, en el estricto sentido schopenhaueriano, no alude a la
mera facultad psíquica de querer sino que, antes bien, se refiere a un ser o
esencia (Wesen) de carácter metafísico cuyo correlato sensible es el mundo
fenoménico. Kant había argumentado que el mundo empírico es simplemente un complejo
de apariencias cuya existencia y conexión ocurren solo en nuestras
representaciones. Schopenhauer reitera esto en la primera oración de su trabajo
principal: "El mundo es mi representación". No extraemos leyes empíricas de la
naturaleza, sino que las prescribimos.29

El mundo como «representación»


En efecto, el mundo de los fenómenos —que a diferencia de la Voluntad está sujeto
indefectiblemente a las coordenadas espacio-temporales determinadas por el
principio de individuación (principium individuationis) y a la ley de causalidad—,
no es más que la Voluntad misma «objetivada» que, en cuanto tal, debe ser entendida
en términos de lo que Schopenhauer llama «representación» (Vorstellung). Según
Schopenhauer, la voluntad —en su modo de ser objetivado— se manifiesta en todos los
estratos del mundo natural, desde la simple piedra hasta el hombre, en quien
alcanza su grado máximo al adquirir la forma del deseo consciente —en cuyo único
caso pasa a identificarse con la noción corriente de voluntad—. En sí misma, sin
embargo, la Voluntad no es otra cosa que «un ciego afán (Drang), un impulso o
pulsión (Trieb) carente por completo de fundamento y motivos» (El mundo como
voluntad y representación, II. ii, 28). En otras palabras:
Bajo tales aspectos, entonces, resulta evidente que yo, con razón, haya puesto a la
Voluntad de vivir como lo ulteriormente inexplicable, o más bien, como fundamento y
base de toda explicación y que ésta —muy lejos de ser un palabrerío vacío como 'lo
absoluto', 'lo infinito', 'la idea' y demás expresiones similares— sea lo más real
(das Allerrealste) que conocemos; más aún: el núcleo de la realidad misma (der Kern
der Realität selbst). (Ibid.)
Pesimismo

Daguerrotipo de Schopenhauer en 1852 de Jacob Seib.


En la medida en que la voluntad se expresa en la vida anímica del hombre bajo la
forma de un continuo deseo siempre insatisfecho, Schopenhauer concluye que «toda
vida es esencialmente sufrimiento (Leiden)» (Op. cit., IV, § 56). Contrariamente a
lo que muchos filósofos habían dicho anteriormente, Schopenhauer argumentó que el
mal es algo real, siendo este la norma más que la excepción y que el bien la
ausencia del mal.30
A menos que el sufrimiento sea el objeto directo e inmediato de la vida, nuestra
existencia debe fracasar por completo en su objetivo. Es absurdo considerar la
enorme cantidad de dolor que abunda en todo el mundo y que se origina en
necesidades y necesidades inseparables de la vida misma, como si no sirviera para
nada y fuera el resultado de la mera casualidad. Cada desgracia separada, tal como
se presenta, parece, sin duda, ser algo excepcional; pero la desgracia en general
es la regla.

No conozco mayor absurdo que el propuesto por la mayoría de los sistemas


filosóficos al declarar que el mal es negativo en su carácter. El mal es solo lo
positivo; hace sentir su propia existencia. Leibniz está particularmente preocupado
por defender este absurdo; y busca fortalecer su posición utilizando un sofisma
palpable y mezquino. Lo bueno es lo negativo; en otras palabras, la felicidad y la
satisfacción implican siempre algún deseo cumplido, algún estado de dolor puesto
fin.31
Al contrario del optimismo filosófico de Leibniz en su Théodicée, donde el mundo es
"el mejor de los mundos posibles", Schopenhauer llegó a la conclusión contraria,
afirmando que este es el peor de los mundos posibles,3233 al menos físicamente,
pues si el mundo estuviera organizado de una manera un poco peor, la vida ni
siquiera podría existir. Entonces, dado que hay en la Tierra, este debe ser el peor
de todos los mundos posibles.734

Para Schopenhauer, el deseo humano era inútil, ilógico, sin dirección y, por
extensión, también lo era toda acción humana en el mundo. Y aun cuando el hombre,
tras múltiples esfuerzos, consigue mitigar o escapar momentáneamente del
sufrimiento, termina por caer, de manera inexorable, en el insoportable vacío del
aburrimiento. De ahí que la existencia humana sea un constante pendular entre la
Escila del dolor (Schmerz) y la Caribdis del tedio (Langeweile), periplo este que
la inteligencia solo puede anular a través de una serie de fases que conducen,
progresivamente, a una negación consciente de la voluntad de vivir.

Es por ello por lo que Schopenhauer propone una huida del mundo. Con todo, no
aprueba el suicidio como camino, ya que "lejos de ser negación de la voluntad, ese
fenómeno supone una enérgica afirmación de la misma". El suicida no renuncia a la
vida en sí misma, sino a la que le ha tocado vivir en condiciones desfavorables.35
Por lo tanto, el filósofo reconocerá como válidas solo tres alternativas, que
jerarquiza según el grado de aniquilación de la Voluntad implicado en cada una de
ellas:

la autonegación del yo (asimilable a una suerte de nirvana) mediante una vida


ascética;
la contemplación de la obra de arte como acto desinteresado, fundamento de su
estética;
la práctica de la compasión, piedra angular de su ética.
Por lo demás, Schopenhauer fue el primer gran filósofo occidental que puso en
contacto los pensamientos de su época con los de Oriente36 y uno de los primeros en
manifestarse abiertamente ateo.4

Ateísmo
La filosofía de Schopenhauer es atea. Una de sus tesis fundamentales manifiesta que
el mal, la miseria y el dolor sin sentido del mundo es consistente con la noción
hindú de que Brahma creó el mundo por error, o con la budista de que el mundo
resultó de una perturbación de la calma del Nirvana, pero la idea cristiana de un
Dios omnipotente y bueno es inaceptable.11 El mal es una acusación contra tal
creador, pero como no hay creador, es realmente una acusación contra la realidad y
contra nosotros mismos.2

A mis diecisiete años, sin ninguna educación escolar aprendida, me sentí atrapado
por la miseria de la vida como lo fue Buda en su juventud cuando vio la enfermedad,
la vejez, el dolor y la muerte... y mi conclusión fue que este mundo no podía ser
el obra de un Ser que todo lo ama, sino más bien la de un demonio, que había traído
a la existencia a las criaturas para deleitarse con su sufrimiento.37
Schopenhauer descartó los argumentos cosmológicos y ontológicos para la existencia
de Dios, y junto con ellos, toda filosofía que se basa en tales argumentos (el
idealismo alemán de Fichte, Schelling y Hegel).38 Arthur Schopenhauer señaló que
Kant había asestado un "golpe mortal" al argumento cosmológico.39 Arthur
Schopenhauer criticaba que la necesidad era un efecto de un principio. Kant sostuvo
que el argumento cosmológico, al identificar el ser necesario, se basa en el
argumento ontológico, que a su vez es cuestionable.4041 Según Schopenhauer, este
argumento comete una falacia de petición de principio. Schopenhauer dice lo mismo
diciendo que el argumento ontológico hace lo mismo que "el pollo dentro del huevo
que ha sido largamente empollado". Al salir el pollo del cascarón, no surge
milagrosamente de un huevo vacío, sino que ya estaba dentro desde el principio.42

«Todo estriba en saber de dónde te viene tu concepto: ¿le has tomado de la


experiencia? A la bonne heure! Entonces en ella existirá su correspondiente objeto,
y no necesita de más demostración. Por el contrario, ¿le has fraguado en tu
mollera? Entonces no le sirven de nada todos sus predicados: es una ficción»
Sobre la cuádruple raíz del principio de razón suficiente (1813) CAPÍTULO II. 7.
Descartes
Schopenhauer concluye que «desde hace 1800 años la religión ha puesto un freno a la
razón». Contradiciendo la tesis de Schleiermacher, Schopenhauer dijo que «ningún
hombre religioso puede llegar a ser filósofo ni tener necesidad de ello; y, por el
contrario, ningún filósofo verdadero es religioso» y añadía «El filósofo marcha sin
andaderas, y, aunque no sin peligro, lo hace libremente».2

Antinatalismo

Billete de Danzig con la efigie de Schopenhauer (1923). Nótese el valor nominal,


consecuencia de la hiperinflación: 500 millones de marcos.
La sustitución de Dios por una fuerza impersonal y la importancia que adquieren la
reproducción y por tanto el sexo en su filosofía, ha llevado a algunos a
considerarlo un precursor de Darwin y de Freud.43 En su ensayo, Los Dolores del
mundo, argumenta una posición precursora al antinatalismo: "Si el acto de la
procreación no fuera acompañado de deseo y sentimientos de placer y se basara en la
base de consideraciones puramente racionales, ¿existiría la raza humana hoy?
Tendríamos compasión por las siguientes generaciones como para preferir ahorrarles
la carga de la existencia o al menos para no dejar sobre ellos esta carga a sangre
fría".4445

Esto no quiere decir que uno deba odiar la crianza de los hijos o que no aportan
bienestar, sino que la crianza de los hijos, como el resto de la vida, es "una
tarea a realizar", en palabras de Schopenhauer. Cuando decimos que queremos que
nuestros hijos sean felices y seguros, lo que queremos decir es que crezcan para
tomar decisiones libres que son significativas y que estén dispuestos a arriesgar
sus vidas en ellas. Schopenhauer sugiere que el optimismo fingido, lo que los
existencialistas llamarán como "mala fe", tiene la extraña consecuencia de alienar
a los demás. Esta comprensión le otorga a un padre algo que el optimismo
generalmente prohíbe: empatía significativa por otra persona. Admite Schopenhauer,
"pone a los demás en una luz correcta; y nos recuerda lo que, después de todo, es
lo más necesario en la vida: la tolerancia, la paciencia, el respeto y el amor al
prójimo, que todo el mundo necesita y que, por lo tanto, todo hombre debe a su
prójimo".46

Arte y estética

En su obra principal, Schopenhauer elogió a los artistas holandeses del Siglo de


Oro, que "que dirigieron tal intuición puramente objetiva a los objetos más
insignificantes y erigieron un monumento perdurable a su objetividad y tranquilidad
de espíritu en el bodegón, que el espectador estético contempla no sin emoción
estético no contempla esto sin emoción".47
Para Schopenhauer, la «voluntad» humana —desear, anhelar, etc.— es la raíz del
sufrimiento. Una forma temporal de escapar de este dolor es a través de la
contemplación estética. Aquí uno pasa del conocimiento ordinario de las cosas
individuales al conocimiento de las ideas eternas platónicas, en otras palabras, el
conocimiento que está libre del servicio de la voluntad. En la contemplación
estética, ya no se percibe un objeto de percepción como algo de lo que se está
separado; más bien "es como si solo existiera el objeto sin nadie que lo percibiera
y no se puede ya separar al que intuye de la intuición sino que ambos se han hecho
una misma cosa, ya que toda la conciencia está totalmente llena y ocupada por una
sola imagen intuitiva".48 Sujeto y objeto ya no se pueden distinguir y la idea pasa
a primer plano.

A partir de esta inmersión estética uno ya no es un individuo que sufre como


resultado de la servidumbre a la propia voluntad individual sino, más bien, se
convierte en un "puro, involuntario, exento de dolor e intemporal sujeto de
conocimiento".49 El sujeto de la cognición puro y sin voluntad sólo conoce las
Ideas, no las cosas individuales: se trata de una clase de cognición que no se
preocupa por las relaciones entre objetos de acuerdo con el principio de razón
suficiente (tiempo, espacio, causa y efecto) y, en cambio, implica la absorción
completa en el objeto.

El arte es la consecuencia práctica de esta breve contemplación estética en su


intento de representar la esencia / ideas puras del mundo. La música, para
Schopenhauer, era la forma más pura de arte porque era la que representaba la
voluntad misma sin que apareciera como sujeta al principio de razón suficiente, por
lo tanto como un objeto individual. Según Daniel Albright, "Schopenhauer pensaba
que la música era el único arte que no se limitaba a copiar ideas, sino que en
realidad encarnaba la voluntad misma".50 Consideró la música como un lenguaje
universal y atemporal comprendido en todas partes, que puede infundir entusiasmo
global, si posee una melodía significativa.51

Ética y política
La ética de Schopenhauer fue expresada en sus obras Los dos problemas fundamentales
de la ética (Die beiden Grundprobleme der Ethik) y una cuarta parte de su trabajo
central, El mundo como voluntad y representación. La tarea de la ética no es
prescribir acciones morales que deberían hacerse, sino investigar acciones morales.
La filosofía es siempre teórica: su tarea es explicar lo que se da.52 En esta obra
se critica la noción de libre albedrío:

Según el concepto empírico de la libertad, se dice: «Yo soy libre si puedo hacer lo
que quiera»: y con el «lo que quiero» está aquí ya decidida la libertad. Pero
ahora, puesto que preguntamos por la libertad del querer mismo, se plantearía la
pregunta de este modo: «¿Puedes también querer lo que quieres?». Lo que viene a ser
como si el querer dependiera aún de otro querer que radicase tras él. Y. en el
supuesto de que esa pregunta se respondiera afirmativamente, surgiría enseguida la
segunda: «¿Puedes también querer lo que quieres querer?». Y así se remontaría hasta
al infinito [...] Pero si estuviésemos dispuestos a aceptar un querer tal,
podríamos exactamente igual tomar a discreción el primero por el último, con lo que
la pregunta se retrotraería a la forma simple «¿Puedes querer?». Mas lo que se
pretendía saber, y queda todavía sin resolver, es si la mera respuesta afirmativa a
esa pregunta decide la libertad del querer. Así pues, el concepto de libertad
originario, empírico y extraído del hacer se niega a aceptar una conexión directa
con el concepto de la voluntad.53
Schopenhauer afirma que las acciones de los humanos, como fenómenos, están sujetas
al principio de razón suficiente y, por tanto, sujetas a la necesidad. Por lo
tanto, argumenta, los humanos no poseen libre albedrío como se entiende
convencionalmente. Sin embargo, la voluntad, como noúmeno subyacente al mundo
fenoménico, es en sí misma infundada: es decir, no está sujeta al tiempo, el
espacio y la causalidad (las formas que gobiernan el mundo de los fenómenos). Así,
la voluntad, en sí misma y fuera de la apariencia, es libre.54

Según la enseñanza de Kant sobre el idealismo trascendental, el espacio y el tiempo


son formas de nuestra sensibilidad debido a que los fenómenos aparecen en
multiplicidad. La realidad en sí misma está libre de toda multiplicidad, no en el
sentido de que un objeto es uno, sino que está fuera de la posibilidad de
multiplicidad. De esto se deduce que dos individuos, aunque parecen distintos, en
sí mismos no son distintos.55

Las apariencias están completamente subordinadas al principio de razón suficiente.


Por lo tanto, el individuo egoísta que enfoca sus objetivos completamente en sus
propios intereses tiene que lidiar con las leyes empíricas lo mejor que puede. Lo
relevante para la ética son las personas que pueden actuar en contra de sus propios
intereses. Si tomamos, por ejemplo, a un hombre que sufre cuando ve a sus
semejantes vivir en la pobreza y, en consecuencia, utiliza una parte significativa
de sus ingresos para satisfacer sus necesidades en lugar de sus propios placeres,
entonces la forma más sencilla de describir esto es que hace menos distinción entre
él y los demás de lo que generalmente se hace.

Con respecto a cómo nos parecen las cosas, el egoísta tiene razón al afirmar la
brecha entre dos individuos, pero el altruista experimenta los sufrimientos de los
demás como si fueran propios. Del mismo modo, un hombre compasivo no puede lastimar
a los animales, aunque parezcan distintos de él. Lo que motiva al altruista es la
compasión. El sufrimiento de los demás no es para él un asunto frío al que es
indiferente, sino que se siente conectado con todos los seres. La compasión es, por
lo tanto, la base de la moral.56

Entre los numerosos ensayos que contiene la obra Parerga y paralipómena sus
«Aforismos sobre el arte de ser feliz» Schopenhauer aconsejaba que para no ser
demasiado desgraciados, debemos olvidarnos de la idea de que hemos venido al mundo
para ser felices y luego abordaba el arte de no ser desdichados con útiles
consejos.57

Fotografía de retrato de Arthur Schopenhauer en 1859, por Schäfer, J.


Aunque la moral budista implica una negación de la intervención política,
Schopenhauer tenía opiniones arraigadas respecto al gobierno constitucional, la
nobleza, la esclavitud, libertad de la prensa, los derechos individuales, el
jurado, etc.2 La política de Schopenhauer fue, en su mayor parte, un eco de su
ética. En comentarios políticos en su Parerga y paralipómena, Schopenhauer se
describió a sí mismo como un defensor del gobierno limitado. Lo esencial, pensó,
era que el estado debía "dejar a cada hombre libre para que trabajara su propia
salvación ", y mientras el gobierno fuera así limitado, "preferiría ser gobernado
por un león que uno de [sus] compañeros ratas ", es decir, por un monarca, en lugar
de un demócrata. Schopenhauer compartió la opinión de Thomas Hobbes sobre la
necesidad del estado, y de la acción del estado, para controlar las tendencias
destructivas innatas de nuestra especie. También defendió la independencia de los
poderes legislativo, judicial y ejecutivo del poder, y un monarca como un elemento
imparcial capaz de practicar la justicia (en un sentido práctico y cotidiano, no
cosmológico).58 Declaró que la monarquía es "lo que es natural para el hombre", ya
que "la inteligencia siempre tiene bajo un gobierno monárquico una oportunidad
mucho mejor contra su enemigo irreconciliable y siempre presente, la estupidez" y
el republicanismo menospreciado como "antinatural ya que es desfavorable para la
vida intelectual superior y las artes y las ciencias".59

Más o menos, Schopenhauer tienen similitudes con las de Karl Marx sobre la
identidad de las diversas formas de dominio. Dice Schopenhauer:
La pobreza y la esclavitud son [...] sólo dos forma, casi podría decirse dos
nombres, de la misma cosa, cuya esencia consiste en que las fuerzas de un hombre se
emplean en gran parte para otro y no para él mismo; de lo cual resulta, para él,
por una parte, una sobrecarga de trabajo, y por otra una insuficiente satisfacción
de sus necesidades. En efecto, la naturaleza sólo le ha dado al hombre fuerzas
suficientes como para que utilizándolas con mesura pueda ganarse su sustento de la
tierra: no ha recibido una gran superabundancia de fuerzas. Ahora bien, si se exime
a una parte no numéricamente despreciable del género humano, de la carga común que
implica el mantenimiento físico de d existencia, se carga sobremanera al resto y se
lo reduce a la miseria. Así comienza a surgir ese mal que bajo el nombre de
esclavitud o de proletariado ha pesada sobre la gran mayoría del género humano en
todas las épocas.60
En modo alguno creo estar incurriendo en algo indigno de mi pluma si recomiendo que
se tenga sumo cuidado en conservar tanto el patrimonio adquirido como el heredado.
Poseer de nacimiento lo necesario para vivir de manera holgada y verdaderamente
autónoma, es decir sin tener que trabajar, aunque se esté solo y sin familia, es
una ventaja invalorable, pues representa la exoneración y la inmunidad frente a las
carencias y los infortunios que aquejan la vida humana, es decir, la emancipación
de una servidumbre generalizada, de un destino natural de todos los hijos de esta
tierra. Sólo gracias a este auténtico privilegio del destino se nace realmente
libre, sólo así se es de verdad sui juris o sea, dueño de su propio tiempo y de sus
propias fuerzas, y se puede decir cada mañana: «el día me pertenece».61
Razas y la mujer
Schopenhauer atribuyó la primacía de la civilización a las "razas blancas" del
norte debido a su sensibilidad y creatividad.62 A pesar de esto, estaba firmemente
en contra del trato diferente de las razas, era fervientemente antiesclavista y
apoyaba el movimiento abolicionista en los Estados Unidos.63 Los estados
esclavistas de América, escribe Schopenhauer, son una "desgracia para toda la
humanidad".64 Schopenhauer también mantuvo un marcado antijudaísmo metafísico y
político.65 El hombre goza de una mejor posición en las reflexiones de Schopenhauer
a diferencia de la mujer.66 Schopenhauer hizo grotescas comparaciones de las
cualidades femeninas. Una de las ideas más recurrentes fue la necesidad de que el
hombre se relacione con la mujer adecuada para que los hijos gocen de buena salud y
buenas capacidades.67

Y luego, también, en el caso de la mujer, es sólo una especie de razón, muy


mezquina en sus dimensiones. Por eso las mujeres siguen siendo niñas durante toda
su vida [...] las mujeres son decididamente más sobrias en su juicio que nosotros,
de modo que no ven más en las cosas de lo que realmente hay; mientras que, si se
despiertan nuestras pasiones, podemos ver las cosas de manera exagerada o imaginar
lo que no existe.68

No obstante, cuando el anciano Schopenhauer se sentó para un busto suyo de la


escultora prusiana Elisabet Ney en 1859, quedó muy impresionado por el ingenio y la
independencia de la joven, así como por su habilidad como artista visual.69 Después
de su tiempo con Ney, le dijo a la amiga de Richard Wagner, Malwida von Meysenbug,
que "todavía no he dicho mi última palabra sobre las mujeres. Creo que si una mujer
logra retirarse de la masa, o más bien elevarse por encima de la masa, crece sin
cesar y más que un hombre".70

Eugenesia y pederastia
Su análisis biológico de la diferencia entre los sexos, y sus roles separados en la
lucha por la supervivencia y la reproducción, anticipa algunas de las afirmaciones
que luego fueron aventuradas por sociobiólogos y psicólogos evolutivos.71 Sin
embargo, Schopenhauer veía la personalidad y el intelecto como heredados de los
padres.72 Esta visión y su importancia para las especies que elegimos amar se
reflejó en sus puntos de vista sobre la eugenesia. Escribió que "Si pudiéramos
castrar a todos los sinvergüenzas y meter a todos los estúpidos gansos en un
convento, y darles a los hombres de carácter noble todo un harén [...] pronto
surgiría una generación que produciría una edad mejor que la de Pericles."73

En la tercera edición ampliada de El mundo como voluntad y representación (1859),


Schopenhauer añadió un apéndice a su capítulo sobre la Metafísica del amor sexual.
Escribió que la pederastia tiene el beneficio de prevenir niños mal engendrados.
Schopenhauer finaliza el apéndice con la afirmación de que "al exponer estas ideas
paradójicas, quise conceder a los profesores de filosofía un pequeño favor. Lo he
hecho dándoles la oportunidad de calumniarme diciendo que defiendo y encomiendo la
pederastia".74

Bienestar animal

Arthur Schopenhauer con su caniche caricaturizado por Wilhelm Busch


En este sentido, cabe destacar la acérrima defensa que propugnó por los derechos de
los animales, seguramente motivada por sus influencias de Oriente, de tal suerte
que en su obra pueden verse numerosos pasajes a este respecto:

La supuesta ausencia de derechos de animales, la zoantropía que nuestra actuación


hacia ellos no tiene relevancia moral o como se dice en el lenguaje ético no hay
deber frente a la criatura, es una de las barbaridades de occidente cuyo origen
está el Judaísmo.
Arthur Schopenhauer: Escritura premia sobre la base de la moral § 1975
La compasión hacia los animales está tan estrechamente ligada a la bondad de
carácter que se puede afirmar con seguridad que quien es cruel con los animales no
puede ser una buena persona.76
Una compasión sin límites por todos los seres vivos es la prueba más firme y segura
de la buena conducta moral.77
Ni el mundo es un artilugio (Machwerk) para nuestro uso ni los animales son un
producto de fábrica para nuestra utilidad.78
El hombre no debe compasión (Erbarmen) a los animales, sino justicia.79
El hombre ha hecho de la Tierra un infierno para los animales.[cita requerida]
En 1841, elogió el establecimiento de la Sociedad para la Prevención de la Crueldad
contra los Animales en Londres y la Sociedad de Amigos de los Animales en
Filadelfia. Schopenhauer llegó al extremo de protestar utilizando el pronombre "it"
(eso) en referencia a los animales porque conducía a tratarlos como si fueran cosas
inanimadas.80 Para reforzar sus puntos, Schopenhauer se refirió a informes
anecdóticos de la mirada en los ojos de un mono al que habían disparado81 y también
al dolor de un bebé elefante cuya madre había sido asesinada por un cazador.82

Schopenhauer criticó la creencia de Spinoza83 de que los animales son un mero medio
para la satisfacción de los humanos.84 Estaba, además, muy apegado a los caniches
como mascotas, los cuales llamó a todos "Atma" (del sánscrito ātman).85

Legado
La originalidad y el carácter anticipativo del pensamiento schopenhaueriano dejó su
fuerte e insoslayable impronta en autores de la talla de Philipp Mainländer, Carlo
Michelstaedter, Richard Wagner, León Tolstói, Henri Bergson, Friedrich Nietzsche,
Sigmund Freud, Thomas Mann, Hans Vaihinger, Eduard von Hartmann, Carl Gustav Jung,
Albert Einstein,86 Otto Weininger, Otto Rank, Erwin Schrödinger,87 Ludwig
Wittgenstein, Albert Caraco, Marcel Proust, Emile Zola, Jorge Luis Borges, Pío
Baroja, August Strindberg, Émile Cioran, Samuel Beckett,88 o Miguel de Unamuno,89
entre otros.

El concepto de Schopenhauer de impulso («Trieb») sin objeto, presumiblemente a


través de la obra de Nietzsche, se situaría en la base de la doctrina
psicoanalítica de la pulsión de Sigmund Freud, otro pesimista.

Schopenhauer fue bien leído entre los físicos, especialmente Einstein, Schrödinger,
Wolfgang Pauli90 y Majorana. Einstein describió los pensamientos de Schopenhauer
como un "consuelo continuo" y lo llamó un genio.91 Konrad Wachsmann recordó: "A
menudo se sentaba con uno de los volúmenes de Schopenhauer gastados, y mientras
estaba sentado allí, parecía tan complacido, como si estuviera comprometido con un
trabajo sereno y alegre".92

Cuando era adolescente, Ludwig Wittgenstein adoptó el idealismo epistemológico de


Schopenhauer. Sin embargo, después de su estudio de la filosofía de las
matemáticas, rechazó el idealismo trascendental epistemológico por el realismo
conceptual de Gottlob Frege. En años posteriores, Wittgenstein fue muy desdeñoso
con Schopenhauer, describiéndolo como un pensador en última instancia superficial:
"Schopenhauer tiene una mente bastante ruda ... donde comienza la profundidad real,
llega a su fin".93 Bertrand Russell tenía una baja opinión sobre el filósofo, y lo
atacó en su famosa Historia de la Filosofía Occidental por alabar hipócritamente el
ascetismo pero no actuar en consecuencia,94 de la que él mismo se defendía
respondiendo que no tenía la obligación de ser ejemplo de nada, igual que un
escultor no tiene la obligación de asemejarse en belleza a sus obras.43

Hispanofilia

Busto de Arthur Schopenhauer por la escultora Elisabet Ney, quien quedó muy
impresionado por el ingenio y la independencia de la joven artista.69
Schopenhauer se declaraba como apasionado de la lengua española, sus autores y los
refranes, como atestiguan la aproximadamente treintena de libros en español
presentes en su biblioteca particular. Según atestigua una carta dirigida al editor
de Pedro Calderón de la Barca,95 Schopenhauer empezó a aprender español en 1825:

Desde 1825 vengo dedicado al estudio del castellano, y ahora leo su excelente
edición de Calderón sin dificultad alguna.

De hecho, su filosofía tiene mucho en común con los dramas filosóficos La vida es
sueño y El príncipe constante de Calderón, que también admiraba Goethe. Entre los
autores que admiraba se encontraba Baltasar Gracián, al que consideraba su autor
favorito "y uno de los primeros del mundo".95 Hasta tal punto llegaba su admiración
por Gracián, que se propuso traducir el Oráculo Manual de Gracián al alemán con el
título de Handorakel y que tradujo y publicó entre 1828 y 1832. Sobre El Criticón,
alabó la obra como «la más grande y más hermosa alegoría que jamás se ha
escrito».95

Entre los libros en español hallados en su biblioteca personal, se encuentran las


siguientes ediciones:

El conde Lucanor. Don Juan Manuel. Ed. de A. Keller (1839)


Las brujas en Zugarramurdi. Pedro Martínez López (Burdeos, 1835)
El Lazarillo de Tormes (Ed. H. deLuna)
Guzmán de Alfarache. Mateo Alemán. (Valencia, 1787)
El buscón. Francisco de Quevedo (1621, Pamplona)
Estebanillo González. El diablo cojuelo. Luis Vélez de Guevara
Fray Gerundio de Campazas. Padre Isla. (Madrid, 1770)
Examen de ingenios para las ciencias. Juan Huarte de San Juan. (Amberes, 1603)
El Quijote. Viaje del Parnaso. Novelas ejemplares. Numancia. Miguel de Cervantes.
Los bandos de Verona. Francisco de Rojas Zorrilla.
Los Castelvines y monteses. Laurel de Apolo. Lope de Vega (Leipzig, 1839)
El café. Leandro Fernández de Moratín. (París, 1837)
El doncel de D. Enrique el Doliente. Mariano José de Larra
Oráculo manual y arte de prudencia. El Héroe. El político don Fernando El Católico.
El Discreto. Baltasar Gracián.
Asimismo admiraba la obra en latín del escolástico Francisco Suárez.

Véase también
El mundo como voluntad y representación
Parerga y paralipómena
El arte de ser feliz
Eudemonología
(7015) Schopenhauer
Budismo y filosofía occidental
Bibliografía
Primaria
Obras de Schopenhauer
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Wurzel des Satzes vom zureichenden Grunde). Rudolstadt, noviembre de 1813. 2ª
edic., Fráncfort del Meno, Joh. Chr. Hermannschen Buchhandlung, 1847. 3ª edic.
(póstuma), 1864.
Sobre la visión y los colores. Hartknoch, 1816. 2ª edic., 1854.
El mundo como voluntad y representación. Brockhaus, 1819 (realmente diciembre de
1818). 2ª edic., Brockhaus, 1844 (con la adición de un segundo volumen de
Complementos). 3ª edic., 1859.
Commentatio exponens theoriam colorum physiologicam, eademque primariam. (Versión
latina de Sobre la visión y los colores.) Publicada en: Justus Radius (ed.),
Scriptores ophthalmologici minores, vol. III, 1830.
Sobre la voluntad en la naturaleza. (Über den Willen in der Natur. Eine Erörterung,
welche die Philosophie des Verfassers, seit ihrem Auftreten, durch die emprischen
Wissenschaften erhalten hat.) 1836. 2ª edic., 1854.
Los dos problemas fundamentales de la ética (Die beiden Grundprobleme der Ethik).
1841. Incluye las memorias Sobre la libertad de la voluntad (Über die Freiheit des
menschlichen Willens, originalmente editado aparte en Noruega en 1840) y Sobre el
fundamento de la moral (Über die Grundlage der Moral). 2ª edic., 1860.
Parerga y paralipómena (Parerga und Paralipomena. Kleine philosophische Schriften).
Berlín, A.W. Hayn, noviembre de 1851. 2ª edic. (póstuma), 1862.
Ediciones
SCHOPENHAUER, Arthur: Sämtliche Werke. Edición de A. Hübscher. Mannheim, Brockhaus,
1988 (Jubiläumausgabe in 7 Bänden). {ISBN 3-7653-0410-7}
— Sämtliche Werke. Edición a cargo de W.F. von Löhneysen. Fráncfort del Meno,
Suhrkamp Taschenbuch Verlag, 1986, 5 vols. {ISBN 3-518-09737-7}
— Der handschriftliche Nachlaß in fünf Banden. Múnich, Deutscher Taschenbuch
Verlag, 1985. {ISBN 3-423-05936-2}
— Theorie des gesammten Vorstellens, Denkens und Erkennens. Philosophische
Vorlesungen Teil 1. Múnich-Zúrich, Piper, 1986. {ISBN 3-492-10498-3}
— Metaphysik der Natur. Philosophische Vorlesungen Teil 2. Múnich-Zúrich, Piper,
1984; 2ª edic. 1987.
— Metaphysik des Schönen. Philosophische Vorlesungen Teil 3. Múnich-Zúrich, Piper,
1985; 2ª edic. 1988.
— Metaphysik der Sitten. Philosophische Vorlesungen Teil 4. Múnich-Zúrich, Piper,
1985. (Hay trad. de R. R. Aramayo, CSIC, 1993.)
— Gesammelte Briefe. Herausgegeben von Arthur Hübscher. 2., verbesserte und
ergänzte Ausgabe. Bonn, Bouvier, 1987. {ISBN 3-416-01901-6}
— Gespräche. Neue, stark erweiterte Ausgabe, herausgegeben von Arthur Hübscher.
Stuttgart-Bad Cannstatt, Friedrich Frommann Verlag, 1971. {ISBN 3-7728-0337-7}
Ediciones en español
El amor, las mujeres y la muerte. F. Sempere y Compañía, editores, Olmo 4, Madrid
Sobre la lectura y los libros. Edición de Pedro Aullón de Haro, Madrid, Sequitur,
2015.
Sobre la visión y los colores. Seguido de la correspondencia con Johann Wolfgang
Goethe. Madrid, Trotta, 2013. {ISBN 978-84-9879-350-5}
Diarios de viaje. Los Diarios de viaje de los años 1800 y 1803-1804. Madrid,
Trotta, 2012. {ISBN 978-84-9879-268-3}
Dialéctica erística o el arte de tener razón, expuesta en 38 estratagemas. Madrid,
Trotta, 2011 [4ª edición]. {ISBN 978-84-8164-887-4}
Obra Completa. Cartoné. Biblioteca de Grandes Pensadores. Madrid: Editorial Gredos,
2010.
Volumen I {ISBN 978-84-249-0426-5}
Volumen II {ISBN 978-84-249-1154-6}
El mundo como voluntad y representación. Buenos Aires, Losada (2 tomos):
Volumen I {2009, ISBN 978-950-03-9590-8}
Volumen II: complementos {2008, ISBN 978-950-03-9594-6}
El mundo como voluntad y representación. Madrid, Trotta (2 tomos):
Volumen I {2004/2009 [2ª edición], ISBN 978-84-9879-078-8}
Volumen II: complementos {2003/2009 [3ª edición], ISBN 978-84-9879-079-5}
El mundo como voluntad y representación. Madrid, Akal {2005, ISBN 978-84-460-0397-
7}. Traducción de Montserrat Armas y Rafael-José Díaz.
El mundo como voluntad y representación. Madrid, Fondo de Cultura Económica (2
tomos), 2000.
Volumen I {ISBN 978-84-375-0591-6}
Volumen II: complementos {ISBN 978-84-375-0571-8}
Parerga y paralipómena. Madrid, Trotta, 2006 (2 tomos):
Volumen I. Madrid, Trotta, 2006 (2ª edición 2009). {ISBN 978-84-8164-879-9}
Volumen II. Madrid, Trotta, 2009. {ISBN 978-84-9879-049-8}
Parerga y Paralipómena. Escritos filosóficos sobre diversos temas. Madrid,
Valdemar, 2009. {ISBN 978-84-7702-631-0}
Los dolores del mundo. Madrid, Ediciones Sequitur, 2009. {ISBN 978-84-95363-56-5}
Eudemonología o el arte de ser feliz, explicado en 50 reglas para la vida.
Barcelona, Herder, 2007. {ISBN 978-84-254-2124-2}
Senilia: Reflexiones de un anciano. Barcelona, Herder, 2010. {ISBN 9788425426957}
El arte de envejecer. Madrid, Alianza Editorial, 2010. {ISBN 9788420674094}
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Referencias
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una expresión y revelación de la totalidad del carácter, es en sí una presunción
bastante probable, y por lo tanto una de la que te puedes fiar» había escrito el
filósofo, refiriéndose al retrato fotográfico, en el segundo volumen de Parerga y
paralipómena, su última obra.[1]
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Schopenhauer, Arthur. El mundo como voluntad y representación. Vol. 1. Crítica de
la filosofía kantiana. Pero toda la enseñanza de Kant realmente no contiene nada
más sobre esto que la expresión sin sentido que se repite a menudo: "El elemento
empírico en la percepción se da desde afuera". ... siempre a través de la misma
expresión metafórica sin sentido: 'La percepción empírica nos es dada'.
Schopenhauer, Arthur. Sobre la raíz cuádruple del principio de razón suficiente .
§ 21. Porque la sensación es y sigue siendo un proceso dentro del organismo y está
limitada, como tal, a la región dentro de la piel; por tanto, no puede contener
nada que esté más allá de esa región, o, en otras palabras, nada que esté fuera de
nosotros. ... Sólo cuando el Entendimiento comienza a aplicar su única forma, la
ley causal, se produce una poderosa transformación, por la cual la sensación
subjetiva se convierte en percepción objetiva.
DE LA CUÁDRUPLE RAÍZ DEL PRINCIPIO DE RAZÓN SUFICIENTE § 21, p. 93
Schopenhauer, Arthur. El mundo como voluntad y representación. Vol. 1, § 4. La
doctrina contraria de que la ley de causalidad resulta de la experiencia, que era
el escepticismo de Hume, es refutada primero por esto. Porque la independencia del
conocimiento de la causalidad de toda experiencia, es decir, su carácter a priori,
sólo puede deducirse de la dependencia de toda experiencia de ella; y esta
deducción sólo puede lograrse probando, de la manera aquí indicada y explicada en
los pasajes antes mencionados, que el conocimiento de la causalidad está incluido
en la percepción en general, a la que pertenece toda experiencia, y por lo tanto
con respecto a la experiencia es completamente a priori, no lo presupone, sino que
lo presupone como condición.
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razón, el objeto de la experiencia y la ciencia § 2. «El mundo como voluntad y
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Sobre el fundamento de la moral, § 19, p. 236 de la edic. cit.
Parerga y Paralipómena, tomo II, § 177, p. 399 del vol. VI de la citada ed. de
Hübscher).
ibid., p. 395.
"... in English all animals are of the neuter gender and so are represented by the
pronoun 'it,' just as if they were inanimate things. The effect of this artifice is
quite revolting, especially in the case of primates, such as dogs, monkeys, and the
like...." On the Basis of Morality, § 19.
"I recall having read of an Englishman who, while hunting in India, had shot a
monkey; he could not forget the look which the dying animal gave him, and since
then had never again fired at monkeys." On the Basis of Morality, § 19.
"[Sir William Harris] describes how he shot his first elephant, a female. The next
morning he went to look for the dead animal; all the other elephants had fled from
the neighborhood except a young one, who had spent the night with its dead mother.
Forgetting all fear, he came toward the sportsmen with the clearest and liveliest
evidence of inconsolable grief, and put his tiny trunk round them in order to
appeal to them for help. Harris says he was then filled with real remorse for what
he had done, and felt as if he had committed a murder." On the basis of morality, §
19.
"His contempt for animals, who, as mere things for our use, are declared by him to
be without rights, ... in conjunction with Pantheism, is at the same time absurd
and abominable." The World as Will and Representation, Vol. 2, Chapter 50.
"[d] Y esto es lo que en 4/18 prometí demostrar. Por lo cual resulta claro que
aquella ley de no matar a los animales está fundada más bien en una vana
superstición y una misericordia mujeril, que en la sana razón. Pues la razón de
buscar nuestra utilidad nos enseña que establezcamos lazos firmes con los hombres,
pero no con los animales o con las cosas cuya naturaleza es diversa de la
naturaleza humana, sino que tengamos sobre ellos el mismo derecho que ellos tienen
sobre nosotros. Más aun, como el derecho de cada uno se define por la virtud o
potencia de cada uno, los hombres tienen mucho mayor derecho sobre los animales que
éstos sobre los hombres. No niego, sin embargo, que los brutos sientan; pero sí
niego que por eso no nos sea lícito proveer a nuestra utilidad y usar de ellos
según nos plazca, y tratarlos como más nos convenga; puesto que no concuerdan con
nosotros en naturaleza, y sus afectos son por naturaleza diversos de los afectos
humanos." Ética, Parte 4, Prop. 37, Escolio 1.
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free will. Schopenhauer's words: 'Man can do what he wants, but he cannot will what
he wants,[Der Mensch kann wohl tun, was er will, aber er kann nicht wollen, was er
will]' accompany me in all situations throughout my life and reconcile me with the
actions of others, even if they are rather painful to me. This awareness of the
lack of free will keeps me from taking myself and my fellow men too seriously as
acting and deciding individuals, and from losing my temper." Schopenhauer's
clearer, actual words were: "You can do what you will, but in any given moment of
your life you can will only one definite thing and absolutely nothing other than
that one thing." [Du kannst tun was du willst: aber du kannst in jedem gegebenen
Augenblick deines Lebens nur ein Bestimmtes wollen und schlechterdings nichts
anderes als dieses eine.] On the Freedom of the Will, Ch. II.
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Véase el artículo Schopenhauer and Beckett's «Proust
Véase el artículo Unamuno y Schopenhauer: el mundo onírico
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admired Schopenhauer. ... Pauli wrote sympathetically about extrasensory
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