Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Las disciplinas clásicas* de la vida espiritual nos llaman a movernos más allá de la
vida superficial hacia las profundidades. Nos invitan a explorar las profundidades
del reino espiritual. Nos instan a que seamos la respuesta para un mundo vano.
John Woolman aconsejó:
“No tenemos que dejarnos convencer de que estas disciplinas sean para los
gigantes espirituales y que, por tanto, están fuera de nuestro alcance; o para las
personas contemplativas, que dedican todo su tiempo a la oración y a la
meditación.”
Todo lo contrario. Dios tiene el propósito de que las disciplinas de la vida
espiritual sean para los seres humanos ordinarios: para los que trabajan, los que
cuidan niños, los que tienen que lavar platos y podar el césped. De hecho, las
disciplinas se ejercitan de la mejor manera en medio de nuestras actividades
normales diarias.
Tampoco debiéramos pensar que las disciplinas espirituales son una insípida
práctica monótona que tiene el propósito de exterminar la risa de sobre la faz de la
tierra. El gozo es la nota clave de todas las disciplinas. El propósito de las
disciplinas es liberar al hombre de la sofocante esclavitud a que está sometido: la
esclavitud del egoísmo y del temor.
Las disciplinas espirituales inmediatamente se enfrentan a dos dificultades:
La primera está constituida por lo filosófico. La base materialista de nuestra
era ha llegado a ser tan penetrante que ha producido en los individuos graves
dudas con respecto a su capacidad para extenderse más allá del mundo físico.
La segunda dificultad es práctica. Simplemente no sabemos cómo explorar la
vida interna. No siempre ha sido así. En el primer siglo, y aun antes, no era
necesario dar instrucciones sobre cómo practicar las disciplinas de la vida
espiritual.
DESARROLLO
En la sociedad contemporánea nuestro adversario se especializa en tres cosas:
ruido, premura y multitudes. Si él puede mantenernos empeñados en la cantidad y
en la muchedumbre, descansará satisfecho.