Para el que desarrollo económico tenga un lugar debe haber crecimiento
pues de esta manera si dicho crecimiento se viera acompañado por una variación sustancial en las estructuras sociales, políticas y económicas, estaríamos ante un proceso de desarrollo. Quizás el ejemplo más clarificador de lo que puede considerarse desarrollo económico lo constituye la Revolución Industrial Británica (1750-1830). Esta permitió el desarrollo y un crecimiento económico sin precedentes, sino además, en cambios económicos y sociales nunca vistos hasta entonces. De esta manera, después de varios milenios la agricultura dejó de ser la principal actividad del hombre, ocupando el sector secundario o industria dicha posición (lo que se entiende por un cambio estructural). Paralelamente supuso la aparición de nuevas clases sociales, la clase obrera y empresarial, cambiando por completo la estructura social tal y como se había conocido hasta entonces y a sus vez cambiando sus relaciones y su bienestar mejorando la calidad de vida, mientras que el crecimiento económico es un proceso reversible, a períodos de crecimiento le pueden seguir etapas de decadencia, resulta más difícil revertir el desarrollo. De hecho, cuando esto ocurre es consecuencia de prolongados períodos de decadencia económica. En cuanto a las subjetividades es importante tenerlas en cuenta a las percepciones de los individuos sobre sus condiciones de vida y las relaciones sociales que sostienen, en la evaluación del bienestar, puesto que la insatisfacción de las necesidades básicas impiden que las personas puedan funcionar adecuadamente Según Barrientos (2005), se comienza así a poner énfasis en los límites del crecimiento económico, como también en los valores materiales, lo que trae consigo concepciones y medidas nuevas respecto de lo que significa una buena vida, con el fin de denotar que hay algo más que bienestar material. Conceptos como bienestar social o salud social, y calidad de vida social, todo esto a partir de una necesidad de medición social con elementos claves para las condiciones de vida de las personas y las naciones. En este sentido, el Producto Interno Bruto (PIB) se ha convertido en la medida internacionalmente más aceptada para evaluar el progreso; de hecho, para considerar si un país es desarrollado o no, se ha tendido a mirar sus indicadores de ingreso per cápita. Desde hace décadas se cuestiona este enfoque del desarrollo centrado en el crecimiento económico y en los niveles de renta. Ante la constatación de que los niveles de renta no presentan una relación directa con la extensión de las libertades o capacidades que gozan los individuos, la evaluación del nivel de desarrollo humano incorpora esta y otras dimensiones como educación y salud, por mencionar solo algunas Sin embargo, en los últimos años ha cobrado fuerza la idea de que por desarrollo debe entenderse el incremento de los niveles de satisfacción o felicidad de una sociedad. Es por ello que las políticas públicas deben construir un criterio y ahí se pueda hacer la valoración de los sujetos sobre su propio bienestar, la calidad de vida, bienestar subjetivo y la capacidades para conceder prioridad a los indicadores antes mencionadas, evitando toda selección arbitraria e imperfecta de variables objetivas, deviniendo en la proposición el bienestar subjetivo es condición necesaria de desarrollo, esta perspectiva ayudaría a enfocar la atención en el bienestar subjetivo como uno de los fines más importante de la sociedad. BIBLIOGRAFIA Villatoro P. (2012), la medición del bienestar a través de unos indicadores subjetivos: una revisión, Santiago de chile, Cepal.