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No fue sino hasta el siglo XVIII cuando comenzaron a surgir estudios más profundos sobre la
electricidad y sus posibles aplicaciones. Entre los descubrimientos y sus investigadores e
inventores, encontramos que, en 1752, Benjamín Franklin estudió la naturaleza del rayo y creó
el pararrayos, a través de su trabajo experimental. Para el año 1800, Alejandro Volta logró
establecer un flujo eléctrico entre un conjunto de discos alternados de materiales conductores,
como el cobre y el zinc, separados por un conductor húmedo. Es decir, diseñó la primera
batería, a la que luego se llamó pila voltaica. Con este aparato su creador logró establecer una
corriente eléctrica.
En 1888, llegó el alumbrado público a Maracaibo, siendo la primera ciudad del país con un
completo sistema de iluminación. En 1895, se iluminaron las calles de Valencia; dos años más
tarde las de Caracas y, en 1910, las de Puerto Cabello y Ciudad Bolívar. Barquisimeto brilla en
1914. Poco a poco, las otras ciudades de nuestro país se fueron iluminando con energía
eléctrica. El sistema de generación de electricidad para estas ciudades consistía en calderas de
vapor abastecidas por carbón o leña. Para ese momento, algunos empresarios venezolanos
consolidaron la primera compañía de servicio de electricidad llamada The Maracaibo Electric
Light, funcionó en la ciudad de Maracaibo; esta empresa más tarde se llamó Energía Eléctrica
de Venezuela (ENELVEN).
Pocos años antes, en 1891 en Alemania, se logró transmitir energía eléctrica a larga distancia
con bajas pérdidas energéticas. El ingeniero Zuloaga conoció estos avances y proyectó la idea
de un alumbrado eléctrico para Caracas, inspirado en un sistema hidroeléctrico que
aprovecharía las caídas de agua del río Guaire. En 1895, fundó la empresa La Electricidad de
Caracas (ELECAR) e inició la construcción de la primera planta generadora de electricidad
ubicada en el sector El Encantado en Petare.
Las plantas eléctricas también comenzaron a extender sus servicios rápidamente hacia las
principales poblaciones del país. En 1895, el ingeniero Carlos Lares lleva el sistema de energía
eléctrica a la ciudad de Mérida. Así, para inicios del siglo XX, se comenzaron a sustituir los
antiguos tranvías de vapor por tranvías eléctricos.
Prontamente, se fueron extendiendo hacia las principales poblaciones del país las plantas
generadoras de electricidad. Sin embargo, no se tenía un adecuado control y supervisión
gubernamental sobre el funcionamiento de las compañías, principalmente privadas, que
prestaban este servicio, esto ocasionaba que la generación y transmisión de energía eléctrica
tuvieran diferencias de tipo técnico. Por ejemplo en Caracas, el suministro eléctrico era de 24
horas, mientras que algunas poblaciones sólo contaban con 4 a 10 horas diarias de
electricidad.
En 1947, se creó la Corporación Venezolana de Fomento (CVF), que, entre otras funciones,
buscaba diseñar un sistema integral de producción, transmisión y distribución de energía
eléctrica en Venezuela.
Actualmente, los proyectos energéticos en el país buscan alcanzar los mayores beneficios para
las comunidades, con el menor impacto ambiental, y aprovechar, al máximo, los recursos
naturales que tenemos en nuestra geografía. El propósito es disminuir el consumo del
combustible fósil y, al mismo tiempo, diversificar las fuentes primarias de energía eléctrica.
La principal fuente de energía en nuestro país y, en general, para la mayoría de los países del
mundo es el petróleo y sus diferentes derivados. Como sabes, muchas de las actividades que
realizamos son posibles gracias al uso de combustibles fósiles. Sin embargo, hemos
desestimado la importancia de reflexionar sobre el consumo de este medio energético, no sólo
por ser un recurso no renovable, sino por el impacto contaminante que tiene sólo con su
transporte.
Del mismo modo ocurre con la electricidad, que resulta una necesidad para la humanidad tan
cotidiana que olvidamos reflexionar sobre la magnitud de los procesos que intervienen en su
generación, y en el cuidado que debemos hacer de los recursos naturales empleados como
fuente primaria de los diversos sistemas que generan energía eléctrica.
Así tenemos que las centrales hidroeléctricas aprovechan de los ríos la energía de su
movimiento para generar electricidad. Las centrales termoeléctricas queman derivados del
petróleo, carbón o gas, para aprovechar la energía térmica. Las centrales eólicas aprovechan
las velocidades del viento y su permanencia en el año para convertir esta energía cinética. Así
ocurre con todos los procesos energéticos que derivan en energía eléctrica.
Así, para la década de los años 60 y 70, se plantearon grandes proyectos de generación de
energía eléctrica. Se construyeron centrales hidroeléctricas en diferentes sectores de nuestra
geografía, que han permitido obtener de la energía cinética de sus ríos la generación de la
electricidad para gran parte de nuestro territorio.
De la cuenca del Caroní que ocupa una superficie de 92.712 km2, se aprovecha su caudal
estimado en 4.817 m3/seg para grandes centrales hidroeléctricas: el Simón Bolívar ubicado en
Guri, Manuel Piar en Tocoma, Francisco de Miranda en Caruachi y Antonio José de Sucre en
Macagua. Estas centrales generan, en conjunto, 16.136 MW de potencia.
Uso residencial
Al conectar algún artefacto eléctrico, estamos consumiendo potencia eléctrica por hora, y en
consecuencia, estamos utilizando recursos naturales de nuestro país en su generación. Si
prestas atención en tu casa, es probable que veas estos artefactos y la misma iluminación
conectados de manera permanente, sin obtener beneficio de ellos. De ser así, estarían
haciendo un uso indebido del recurso natural que se requirió para generar esa energía
consumida en tu hogar. Sea agua, viento, gas o cualquier otro recurso, estarían
desaprovechándolo.
Las industrias, oficinas, centros comerciales y locales son escenarios de trabajo que requieren
permanentemente, durante largas jornadas diarias, la conexión de sistemas eléctricos como
aires acondicionados, equipos de computación, iluminación; todos ellos consumen altos niveles
de electricidad (potencia alta), por lo que es importante el diseño de un plan de consumo
eficiente, así como promover una inversión para mantener los equipos e instalaciones en
óptimas condiciones y para renovarlos por equipos de tecnologías más ecológicas.
En zonas agrícolas
Asimismo, este tipo de combustible produce serios problemas de contaminación. Estas razones
son más que suficientes para ponerse a pensar en la necesidad de un proceso de sustitución
de las energías convencionales por energías alternativas. No caben dudas de que la
importancia de este cambio es enorme, por lo que en este caso en especial trataremos sobre
las características y las ventajas de esta clase de fuentes energéticas.
Una energía alternativa, o más precisamente una fuente de energía alternativa es aquella que
puede suplir a las energías o fuentes energéticas actuales, ya sea por su menor efecto
contaminante, o fundamentalmente por su posibilidad de renovación.
El consumo de energía es uno de los grandes medidores del progreso y bienestar de una
sociedad. El concepto de crisis energética aparece cuando las fuentes de energía de las que se
abastece la sociedad se agotan. Un modelo económico como el actual, cuyo funcionamiento
depende de un continuo crecimiento, exige también una demanda igualmente creciente de
energía. Puesto que las fuentes de energía fósil y nuclear son finitas, es inevitable que en un
determinado momento la demanda no pueda ser abastecida y todo el sistema colapse, salvo
que se descubran y desarrollen otros nuevos métodos para obtener energía: éstas serían las
energías alternativas.
Las fuentes renovables de energía se basan en los flujos y ciclos naturales del planeta. Son
aquellas que se regeneran y son tan abundantes que perdurarán por cientos o miles de años,
las usemos o no; además, usadas con responsabilidad no destruyen el medio ambiente. La
electricidad, calefacción o refrigeración generadas por las fuentes de energías renovables,
consisten en el aprovechamiento de los recursos naturales como el sol, el viento, los residuos
agrícolas u orgánicos. Incrementar la participación de las energías renovables, asegura una
generación de electricidad sostenible a largo plazo, reduciendo la emisión de dióxido de
carbono. Aplicadas de manera socialmente responsable, pueden ofrecer oportunidades de
empleo en zonas rurales y urbanas y promover el desarrollo de tecnologías locales.
UREE tiene como objetivo fundamental ejecutar políticas y acciones en materia tecnológica,
educativa, comunicacional y regulatoria, para promover el hábito del uso racional y eficiente de
la energía eléctrica en toda la población venezolana, a fin de preservar el ambiente y
resguardar nuestra soberanía energética.
El Uso Racional y Eficiente de la Energía se ha convertido en política de Estado ya que hoy
somos conscientes de la importancia de generar un cambio cultural en todos los venezolanos y
venezolanas en la forma como usamos nuestros recursos. Este proceso nos permite contribuir
con el medio ambiente al reducir las emisiones de gases tóxicos y controlar la huella ecológica,
además del crecimiento de la demanda de electricidad en nuestro país donde se ha
incrementado la demanda en horas pico entre 5 y 6% durante los últimos años. Esto equivale a
la construcción de parques de generación de más de 2.000 MW cada año. Con un uso
adecuado de los recursos energéticos podemos dirigir estas inversiones hacia proyectos
sociales de alto impacto en el Buen Vivir de nuestras comunidades, al tiempo que contribuimos
a mantener a la Madre Tierra.
El acceso a la energía eléctrica pretende mejorar las condiciones de vida de los habitantes
rurales y disminuir la inequidad social. Bajo esta premisa, analizamos la electrificación como vía
para alcanzar el Buen Vivir y favorecer el desarrollo productivo en las parroquias rurales. Las
entrevistas con la población local, sector privado, técnicos de las administraciones públicas y
políticos locales muestran la importancia de este servicio por su impacto positivo en la salud y
educación de las personas, en la participación de la mujer en el mercado de trabajo, en la
reducción de la exclusión social y, en la actividad económica local. En este contexto, la agencia
colectiva y las políticas de los gobiernos locales son elementos clave para estimular el
desarrollo rural a partir del uso productivo de este servicio en sectores como la agroindustria y
el turismo, con gran potencial de desarrollo en este territorio.