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La educació n de los niñ os comienza con la idea de que son seres incompletos
que requieren aprender para integrarlos a la sociedad, se les piensa como “los aun
no” sujetos inferiores a los adultos que necesitan instruirse (Casas, 2006). En
concordancia con el paradigma del desarrollo, marcado por la idea de que el niñ o se
encuentra situado en trá nsito hacia la edad adulta (Corea, 1999, p. 115), es que
surgen las instituciones educativas (Gó mez y Alzate, 2013), que, con su aparició n,
instauran una relació n infancia-escuela que se mantiene en la actualidad (Propper,
2001). Comienza entonces el desarrollo de má s espacios especializados en la
educació n de la infancia y con ello se instaura la separació n creciente hasta la
actualidad de los niñ os y los adultos.
La evolució n del concepto de la infancia nos permite comprender la noció n que
se tiene acerca de los niñ os en el marco de esta investigació n. Este es un punto
central para comprender el proceso del intento de suicidio, desde su complejidad, ya
que contribuye a ver el niñ o inmerso en un contexto social el cual involucra en la
construcció n del intento de suicidio. El papel que juega el concepto de la infancia
aparece desde el momento en que el niñ o no puede ser pensado sin relació n a la
idea que el adulto tiene de él. Ya que esta idea se permea tanto en el trato como en la
atenció n que se le brinda a los niñ os que intentan suicidio.
En la convivencia con los adultos existen dos escenarios por excelencia, la
familia y la escuela. Para comprender el intento de suicidio, no podemos dejar de
pensar que estos escenarios tienen participació n en el proceso. Resulta necesario
incluir el proceso de formació n de los niñ os como otro elemento fundamental que
atraviesa el fenó meno del intento de suicidio infantil.