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PROFECIA
COMO
MINISTERIO
DE LA
IGLESIA
________________________________________________
LA PROFECÍA COMO MINISTERIO DE LA IGLESIA
1
¡IMPORTANTE!
POR TANTO:
PUEDE SER COMPARTIDO
GRATUITAMENTE POR CUALQUIER
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2
DEDICATORIA
Joel Perdomo
CONTENIDO
3
Introducción…………………………………………………………………………………….9
Capítulo 1 - La Profecía
I – LA PROFECÍA BÍBLICA………………………………………………………………….13
a. Etimología y significado de la profecía bíblica
b. Origen del profetismo israelita
c. La misión del profeta
II – LA PROFECIA COMO MEDIO DE COMUNICACIÓN DIVINA……………………...17
a. Dios prometió hablar por medio de los profetas
b. Dios habló por sueños y visiones a sus profetas
c. La profecía como vía de comunicación divina
d. Dios desea comunicar sus planes a la humanidad
III. EL PROFETA COMO MENSAJERO DE DIOS………………………………………..21
a. El profeta como atalaya de Dios
b. En parte conocemos… Y en parte profetizamos…
Capítulo 2 - Breve reseña del profeta del Antiguo Testamento
I. USOS BÍBLICOS DEL TITULO DE PROFETA………………………………………….23
a. Abraham como profeta de Dios
b. La faceta profética de Moisés
c. Moisés reconoció su papel profético
d. Destellos de profetismo en los hombres de Dios
II. EL PROFETA Y SU REVELACIÓN DE DIOS…………………………………...……..29
a. El profeta y el conocimiento de Dios y su palabra
b. El profeta debe reconocer la autoridad delegada de Dios
c. El profeta debe conocer y hacer la voluntad de Dios
d. El reto de todo profeta es obedecer a Dios
III. LOS VERDADEROS Y FALSOS PROFETAS………………………………………....43
a. La señal bíblica del verdaderos y falso profeta
b. Espíritus de mentira en la boca de los profetas
c. Características del profeta bíblico
Capítulo 3 - El profetismo durante la monarquía israelita
I. DEL GOBIERNO TEOCRÁTICO A LA MONARQUÍA………………………………….49
a. En Samuel se fusionan el Sacerdote, el profeta y el juez
b. Israel pide rey
II. LA RELACIÓN ENTRE PROFETAS Y REYES………………………………………...52
a. Los profetas durante la monarquía israelita
b. La relación de David y Saúl con el profetismo
III. EL AUGE DEL PROFETISMO EN ISRAEL……………………………………...........55
a. El profeta resaltó ante la decadencia del sacerdote
b. Elías y Eliseo en la cumbre del profetismo israelita
c. Elías mostró que el verdadero profeta de Dios es un siervo obediente
d. El profeta sufre los efectos de sus propias profecías
IV LA MINISTRACIÓN DE LA PROFECÍA…………………………………………………61
a. La ministración de la profecía en la alabanza
b. La ministración de la profecía por medio de símbolos
Capítulo 4 – Los profetas escritores
I. EL ANUNCIO DEL MESÍAS……………………………………………………………….65
4
a. La esperanza de un Mesías
b. El cumplimiento de las profecías mesiánicas
c. La profecía canónica
Capítulo 5 - La profecía en el Nuevo Testamento
I. JESÚS COMO PROFETA………………………………………………………………….69
a. Jesús, el profeta anunciado
b. Jesús es más que un profeta
II. EL REINO DE DIOS BAJO EL NUEVO PACTO……………………………………….71
a. Israel y la Iglesia en el reino de Dios
b. El marco de acción del profeta en el reino de Dios
Capítulo 6 - El ministerio de la profecía en la Iglesia
I. LA PROFECIA COMO MINISTERIO DE LA IGLESIA…………………………………75
a. La profecía predictiva y futurista
b. La profecía como un don y ministerio de la Iglesia
c. Tiene vigencia la profecía predictiva y futurista como ministerio de la Iglesia
II. EL PROPOSITO DEL MINISTERIO PROFÉTICO EN LA IGLESIA…………………78
a. El propósito de la profecía como don de la Iglesia
b. Edificación
c. Exhortación
d. Consolación
e. El propósito evangelístico del don profético
III. EL ORDEN DE LA PROFECÍA EN LA IGLESIA………………………………………81
a. Ningún profeta puede contradecir la Biblia
b. El Espíritu Santo y la Biblia nunca se contradicen
c. La profecía puede y debe ser juzgada por la Iglesia
d. La blasfemia contra el Espíritu Santo
Capítulo 7 - Mandamientos acerca de la profecía
I. MINISTRACIÓN DE LA PROFECÍA EN LA IGLESIA………………………...……..…89
a. “No pude resistir al Espíritu”
b. Advertencia contra la soberbia
c. La presunción de ser profeta
d. Lo revelado es nuestro, lo secreto le pertenece a Dios
Capítulo 8 – Los profetas del Nuevo Testamento
I. LA DIFERENCIA ENTRE LA PREDICACION DEL EVANGELIO COMO PROFECIA,
Y LA PROFECÍA PREDICTIVA Y FUTURISTA…………………………………………...95
a. La predicación como profecía
b. La profecía predictiva y futurista
II. EL MINISTERIO Y DON PROFÉTICO EN LA ERA DE LA IGLESIA…….………….99
a. Evidencia del profetismo de la Iglesia primitiva
b. El profeta Agabo
c. El profeta advierte; no obliga a creer
Conclusión…………………………………………………………………………………...105
ANEXO………………………………………………………………………………………..107
ABREVIATURAS:
AT….Antiguo Testamento - NT….Nuevo Testamento
Cp. Comparar
5
PREFACIO
6
El ministerio profético es uno de los más complicados de
ejercer en la Biblia y dentro de la Iglesia de Jesucristo no es
la excepción, debido a sus implicaciones y extremos en los
que se suele reincidir, lo que produce aversión al tema.
Silente, este ministerio nunca ha dejado de estar activo,
pero ha sido menospreciado y atacado a todo nivel. Algo
típico del profetismo bíblico. A veces basta reconocer a una
persona como profeta para que se le vea con desprecio.
El ministerio profético, aunque evidenciado en la
Biblia, es uno de los más conflictivos y difíciles de ejercer.
Por una parte, debido a la incredulidad o formación
teológica de cada comunidad cristiana. Por otro lado,
debido al abuso constante que cometen los que dicen ser
profetas de Dios y no lo son.
Lo más fácil sería cerrar los oídos, haciendo caso omiso
al profetismo a fin de desembarazarse del tema; pero, es
evidente que eso no ha funcionado. Al contrario, ha
agravado la condición de la Iglesia y muchos han sido
arrastrados por el error. ¿Sería correcto ignorar un tema
que goza de tanto auge en la actualidad?
Lo correcto sería ahondar en las páginas de la misma
Biblia, para poner el tema en perspectiva. Precisamente,
este es el objetivo que se pretende con este libro y con la
guía del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, queremos
colaborar en esta divina misión.
7
INTRODUCCIÓN
8
La profecía es víctima de los extremos
El estudio de la profecía, como ministerio activo de la
Iglesia, es un tema escabroso y su interpretación
dependerá de la formación teológica de cada individuo o
comunidad de fe.
Por una parte, es difícil que el cristiano niegue la
vigencia de los dones espirituales hoy día; si forman parte
de su vivencia de fe cristiana, y al igual que los cristianos
de la Iglesia primitiva pueden afirmar con certeza:
“Porque no podemos dejar de decir lo que hemos visto
y oído” (Hch. 4:19-20).
La manifestación de los dones espirituales, ha sido
evidente a través de toda la historia cristiana, como
resultado de la fe de los que creen en el poder de Dios,
según lo prometido por Jesús a sus discípulos (Hch. 1:8).
Uno de los sanos temores de quienes rechazan la
profecía, como un ministerio vigente de la Iglesia, es que
ven en este don una amenaza a las enseñanzas y doctrinas
bíblicas. Obviando que la profecía como ministerio de la
Iglesia es solo un don para edificación de los creyentes y
que en su contenido debe apegarse a las sagradas
Escrituras, sin añadirle o quitarle.
El repelillo a la profecía como don o ministerio activo de
la Iglesia no es del todo infundado. El abuso de los dones
espirituales en algunas comunidades de fe ha redundado a
veces, en herejías. No obstante, la enseñanza bíblica del
tema debe ser el antídoto para evitar estos errores, en vez
de rechazar el don, como suele suceder.
Estos temores crean gran aversión hacia la profecía
como un ministerio activo de la Iglesia; aunque eso
tampoco niega su vigencia. Lo rescatable sería respetar las
diferentes perspectivas, entendiendo que creer o no en la
9
profecía como ministerio y don activo de la Iglesia no
interfiere con la salvación cristiana. Nadie se salva o se
pierde por creer o no en la profecía como un don o
ministerio vigente de la iglesia; sino por creer o no en Jesús,
como su Salvador.
11
Este estudio pretende brindar luz bíblica acerca de un
tema que generalmente se ha salido del control en ciertas
comunidades de fe. La falta de conocimiento bíblico puede
conducir a cometer errores muy graves para la fe cristiana.
Hay cristianos que aman a Dios sinceramente, pero se ven
enredados en doctrinas confusas porque carecen de
formación teológica.
La Biblia señala que su pueblo perece por falta de
conocimiento (Os. 4:6). Lo más fácil sería atrincherarse y
ensañarse contra ellos, en vez de darles luz para que
perseveren en la verdad del Evangelio. La Iglesia es
llamada a edificar y a dar respuestas.
Si los dones espirituales se manifiestan en la Iglesia del
Señor, quien los podrá detener como señala la Biblia:
“Si el león ruge, ¿quién no temerá? Si habla Jehová el
Señor, ¿quién no profetizará?” (Am. 3:8).
Este libro procura ubicar la profecía en su justa
perspectiva, de acuerdo a lo que la Biblia revela con
relación al tema con el fin de edificar la Iglesia.
El amor es el mayor que todos los dones e
independientemente de la formación teológica de cada
cristiano, el propósito de todo don y ministerio cristiano es
edificar a la Iglesia de Cristo en el fundamento único que es
la Biblia. Ese es el cometido de este libro.
Joel Perdomo
Capítulo – 1 –
12
LA PROFECÍA
____________________________________________________
I – LA PROFECÍA BÍBLICA
1
Coenen, Beyreuther, Bietenhard. Diccionario Teológico del Nuevo
Testamento Vol. II. Ediciones Sígueme. Salamanca, 1998. p. 414.
2
Sicre, José L. Profetismo en Israel. Ed. Verbo Divino. España, 1992.
p. 76.
3
Ibid.
13
debido a su profunda comunión con Dios desarrollaron una
faceta profética, por eso fueron llamados profetas.
Se sabe que la figura del profeta bíblico, tal como se
conoce hoy día por medio de sus escritos, se desarrolló
paulatinamente desde los principios de la fundación de la
nación de Israel. Estos siguieron el legado de los primeros
hombres de Dios (Enoc, Noé, Abraham, Moisés, etc.), que
fueron reconocidos como profetas por el pueblo de Israel.
La alianza de Dios con Abraham es un punto de
partida para ubicar el inicio del establecimiento de un
nuevo puente de comunicación entre Dios y la humanidad.
Esta alianza está representada en Abraham como profeta, a
quien Dios le prometió bendecir no solo a Israel, sino a
todas las naciones de la tierra (Gn. 12:3, 26:4, 28:14).
Con la alianza entre Abraham y Dios da inicio un nuevo
período profético en la nación de Israel 4. Pero el profetismo
como un ministerio divino, se inicia en el corazón de Dios.
Él prometió a Israel que hablaría por medio de profetas:
“Y les dijo: Oíd ahora mis palabras. Cuando haya entre
vosotros profeta de Jehová...” (Nm. 12: 6a). “Y después
de esto derramaré mi Espíritu sobre toda carne, y
profetizaran vuestros hijos y vuestras hijas…” (Jl. 2:28).
Dios avaló el oficio profético en Israel y luego el pueblo
reconoció el ministerio profético a la par del sacerdocio,
respetando a los verdaderos profetas de Dios y teniendo
sus profecías en gran estima y sus nombres en alto honor.
El profetismo (en el contexto del AT) se desarrolló dentro de
un proceso que tomó algún tiempo hasta consumarse la
figura del oficio del profeta per sé, tal como se conocen hoy
día por medio de los escritos bíblicos.
4
Antes de Abraham (quien da inicio a las promesas de la fundación
de la nación de Israel), ya se menciona a Enoc y Noé como profetas de
Dios en la Biblia (Jd. 1:14; Hb. 11:7).
14
c. La misión del profeta
La influencia de los profetas en Israel, durante todo el
período del auge del profetismo, fue determinante para
conocer la voluntad de Dios en momentos de crisis político-
religiosa. Los profetas fueron los voceros e intérpretes de
los oráculos divinos, que con celo exhortaban y alentaban
al pueblo judío a obedecer a Dios.
El profetismo bíblico se desarrolla como una necesidad
intrínseca de comunicación en la relación Dios-hombre. Dios
desde el principio está interesado en comunicarse con
Adán en el huerto (Gn. 3-9). Esta comunión íntima de Dios
con el ser humano (aunque se rompió en su estado original a
causa del pecado) ha estado latente en el corazón de Dios
durante toda la existencia humana. Tal es el caso de Enoc
(Gn. 5:22-24); Noé (Gn. 6:8-9); Abraham (Gn. 12); Moisés (Éx.
3), a quienes Dios se les reveló de forma personal, después
de la caída.
La misión del profetismo en Israel, se origina en el
deseo divino de comunicar su mensaje de amor a la
humanidad. El profetismo judío no es una copia de la
profecía pagana alrededor de las tierras bíblicas. Israel
pudo haber influenciado a otras naciones con su propio
concepto de profetismo5. Existe una marcada diferencia
entre los profetas de Israel y los de otras culturas aledañas
al tiempo en que se manifiesta la profecía bíblica. El
profeta bíblico reprende el pecado y le atribuye el fracaso
del pueblo al abandono de la Ley de Dios.
En los demás contextos culturales los profetas son
mediadores e intérpretes de oráculos destinados a agradar
5
Cp. The Anchor Bible Dictiorary, vol. 5. Ed. Doubleday, USA, 1992.
p. 479.
15
o responder las inquietudes de los reyes; o los caprichos de
dioses airados que, sin razón, se ensañan contra la gente6.
El profeta judío es exclusivo para trasmitir el consejo y
la buena voluntad de Dios para su pueblo, con carácter
justo, profundo respeto por la vida humana y en estricto
apego al cumplimiento de la Ley de Dios.
El culto pagano toma auge cuando el ser humano
abandona la verdadera adoración a Dios, e irónicamente le
tributa culto a las criaturas y no al Creador (Ro. 1:19-25). El
profetismo judío en cambio está ínsitamente afincado al
cumplimiento de la Ley. Esta revelación divina exclusiva le
difiere de cualquier otro culto.
Schokel, de forma atinada y elegante comienza la
introducción de su comentario a los profetas con las
palabras de Agustín:
“Por medio de hombres y al modo humano Dios nos
habla, porque hablando así nos busca” (Schokel, 1980. 2).
El profetismo bíblico (como un ministerio divino) se
origina en el corazón amoroso de Dios, en su deseo de
comunicar su Palabra y voluntad al pueblo de Israel y que
ellos a la vez lo trasmitieran al mundo entero.
____________________________________________________
La misión del profetismo en Israel, se origina en el
deseo divino de comunicar su mensaje de amor a la
humanidad.
____________________________________________________
6
Ibíd., 479.
16
a. Dios prometió hablar por medio de los profetas
Dios ha usado lenguajes humanos para comunicar su
mensaje al mundo. En el principio, la voz de Dios se
escuchaba audiblemente en el huerto del Edén (Gn.3:8),
eso significa que Dios habló en lenguajes comprensibles
con los primeros humanos.
Dios conversó con Caín, a causa de su hermano (Gn.
4:6-15). Dios habló a Noé y le dio órdenes específicas de lo
que debía hacer antes del diluvio universal (Gn. 7).
También habló a Abraham que abandonara la tierra de sus
padres; a fin de heredar una tierra que luego le mostraría
(Gn.12: 1-3).
La Biblia señala que Dios hablaba a Moisés cara a cara:
“No así a mi siervo Moisés, que es fiel en toda mi casa.
Cara a cara hablaré con él, claramente, y no por figuras;
y verá la apariencia de Jehová…” (Nm. 12: 7-8a). (Ver,
Éx. 3:1:22, 33:11, 34:10).
Dios habló audiblemente a Moisés, desde una zarza que
ardía en fuego y sostuvo una conversación muy extensa
con él. Dios le habló a Moisés en el lenguaje que él
entendía (Ex. 3:4). Dios también llamó audiblemente a
Samuel por su nombre, mientras dormía en el templo de
Jerusalén y le dio un mensaje acerca de Elí (1 S. 3).
Al hacer referencia a lenguajes humanos, está implícita
la escritura, cuando es conocida. Tal es el caso de Moisés,
quien escribió las palabras de Dios (Ex. 24:3-4). También
están los escritos de los profetas de Israel (Jr. 36:1-2).
En cierta ocasión Dios le dijo a Jeremías que él sería
como su boca. Un instrumento para dar su mensaje:
“Por tanto, así dijo Jehová: Si te convirtieres, yo te
restauraré, y delante de mí estarás; y si entresacares lo
precioso de lo vil, serás como mi boca’’ (Jr. 15:19).
17
Dios ha usado la boca de sus profetas para comunicar su
Palabra al mundo. Dios usó a Moisés como su mensajero
para que hablara su palabra al pueblo de Israel (Ex. 7:1-2).
18
confirmar las Escrituras y después a edificar la vida del
cristiano.
Si una supuesta manifestación espiritual contradice la
Biblia, se debe desechar. Pablo incluso advierte que, quien
contradice el Evangelio queda bajo el anatema divino,
puesto bajo condenación; si no se arrepiente a tiempo (Gá.
1:9). No importa si reclama ser ministro o un supuesto
ángel de Dios, si contradice la Biblia, el tal es mentiroso.
20
a. El profeta como atalaya de Dios
El profeta de Dios, tiene la misión de comunicar el mensaje
divino, en apego a su voluntad revelada en las Escrituras.
En Israel, el profetismo estaba ligado al cumplimiento de la
Ley. La Biblia señala que el profeta hace la función de un
atalaya. Este vigilante estaba apostado sobre el muro de las
ciudades fortificadas para avizorar y advertir el peligro del
enemigo, antes que llegase a atacar:
“Hijo de hombre, yo te he puesto por atalaya a la casa
de Israel; oirás, pues, tú la palabra de mi boca, y los
amonestarás de mi parte” (Ez. 3:17).
Nadie puede hacer un buen trabajo, si no conoce bien su
oficio. El profeta oye la palabra de Dios y la comunica, sin
alterar su contenido. Aunque reprende el pecado, no hace
riña con el pecador, porque su misión es solo advertir el
peligro del pecado. Tampoco hace enemistad intencionada
con el justo, porque su misión es exhortarle con amor.
La profecía que no se apegue a esta regla bíblica, estará
fuera de la realidad profética y pasará a ser un asunto
personal del profeta. Si el profeta desconoce que su
función es comunicar el mensaje divino, que no es un juez,
estará destinado a pasar más dolores de los que ya son
comunes a este oficio. El profeta debe odiar el pecado, pero
no al pecador. Se debe hacer la justa diferencia entre ambas
cosas. Dios detesta el pecado, pero ama al pecador.
____________________________________________________
El profeta debe odiar el pecado, pero no al pecador.
Se debe hacer la justa diferencia entre ambas cosas.
Dios detesta el pecado, pero ama al pecador.
____________________________________________________
a. En parte conocemos… Y en parte profetizamos
21
Con esta aseveración, Pablo trata de demostrar que el ser
humano no puede conocerlo todo y tal pretensión es necia,
porque solo Dios es omnisciente. Por tanto, la profecía
divina revela aquellas cosas que son importantes en el plan
eterno de Dios para la humanidad y los individuos. El ser
humano nunca conocerá todas las cosas que le depara el
futuro y que Dios ha puesto en su sola potestad (Dt. 29:29).
Pablo, al señalar que: “En parte conocemos…Y en parte
profetizamos” (1 Co. 13:9), se incluye el mismo, como lo
confirman todos sus escritos, que la profecía es un don
activo de la Iglesia. Pero, un día lo que conocemos en parte
se acabará y vendrá lo perfecto:
“Pero las profecías se acabarán, y cesarán las lenguas, y
la ciencia acabará” (1 Co. 13:8).
Se debe tener cuidado de no mal interpretar este verso.
Porque lo perfecto aun no ha llegado y por eso
profetizamos y conocemos solo en parte hasta hoy (lo que
Dios nos permite conocer en su voluntad).
No obstante, cuando venga lo perfecto, lo que es en
parte se acabará (1 Co. 13:10). Un día las profecías cesarán,
nadie más hablará y la ciencia acabará. Pero, ese día aún
no ha llegado, sino hasta que se manifieste Jesús por
segunda vez y establezca su reino en la tierra (Jn. 16:23).
Hoy más que nuca la ciencia está en su apogeo, no se
ha acabado, ni las lenguas dejan de hablar, ni los profetas
dejan de proclamar la palabra de Dios al mundo. La
profecía es un don y un ministerio activo de la Iglesia.
____________________________________________________
La profecía es un don y un ministerio activo de la
Iglesia.
____________________________________________________
Capítulo – 2 –
22
BREVE RESEÑA DEL PROFETA DEL
ANTIGUO TESTAMENTO
___________________________________________________
7
Ver, Génesis 12:1-2
24
dijera; así como en la misma realidad profética, Dios
hablaría a través de Moisés lo que Él quisiera comunicar a
su pueblo.
Moisés hablaría de parte de Dios y no intervendría en
el contenido del mensaje, ni coaccionaría el cumplimiento
de la palabra de Dios, porque sin duda, cuando Dios habla,
se cumple. En este marco veterotestamentario se muestra
claramente al profeta como uno que comunica el mensaje
divino, sin polemizar, ni tratar de convencer a los demás
para que le crean. Los resultados mismos de sus palabras
testificarán la veracidad de su mansaje.
Faraón supo que Moisés hablaba de parte de Dios
cuando vio cumplidas todas las profecías advertidas (Ex.
7). En otra ocasión, cuando Moisés confrontó a un grupo
de Israelitas que se rebelaron contra su autoridad, expresó:
“Y dijo Moisés: En esto conoceréis que Jehová me ha
enviado para que hiciese todas estas cosas, y que no las
hice de mi propia voluntad” (Nm. 16:28).
Moisés demostró que sus acciones estaban plenamente
dirigidas por el Señor y no se dejaba guiar por
sentimientos de odio personal al enfrentar a sus enemigos,
demostrando que el verdadero profeta no obra
independientemente y está sometido a la voluntad de
Dios, remitiéndose a obedecer las órdenes divinas.
28
El triunfo de un verdadero profeta de Dios estriba, en gran
medida, en el nivel de conocimiento que posea de Dios
(Os. 4:6). Este conocimiento no se refiere solo a la
experiencia de conocer la voz de Dios por medio del
Espíritu Santo; sino al fundamento sólido del conocimiento
divino revelado en la Biblia, que tiene como objetivo
supremo (en su aplicación práctica) revelar el carácter y la
voluntad de Dios a la humanidad en general. Sobre la base
de la Biblia debe girar toda experiencia cristiana (Ro. 15:4).
Tampoco implica que por conocer la palabra de Dios y
su voluntad está garantizada la victoria de un profeta. La
victoria depende de la aplicación correcta de ese
conocimiento bíblico en la vida diaria. El descuido en la
aplicación correcta de la palabra de Dios le causó gran
pérdida y aun la muerte a más de un profeta en la Biblia.
Existe una tendencia marcada en los profetas a manejar
las circunstancias de la vida diaria solamente por medio
del Espíritu, dejando de lado la aplicación de la Biblia. Si la
misión primordial del profeta bíblico es revelar la voluntad
de Dios, es imperativo que primero conozca a profundidad
la voluntad de Dios revelada en la Biblia y que sin
ambages haga su aplicación correcta, para después
moverse en el ámbito espiritual.
Otro de los escollos difíciles de sortear para el profeta
de todos los tiempos, es el conocimiento de la autoridad
divina, a veces representada en débiles humanos como
autoridades delegadas de Dios (2 Co. 4:7). Del
conocimiento de Dios basado en su Palabra emana
consecuentemente la revelación de su autoridad, que está
íntimamente ligada al carácter divino.
Si el profeta no obedece humildemente la revelación de
Dios en su Palabra, desconocerá su carácter y voluntad,
consecuentemente estará destinado a confrontar o
29
desconocer a la autoridad delegada de Dios, a veces
representada en personas humildes y eso le conducirá al
fracaso. No basta que un profeta conozca la manifestación
de los dones espirituales, debe reconocer al dador de todas
las cosas (no se deben confundir ambas cosas). Hay profetas
que conocen más el poder de Dios, que al Dios de poder.
Profetas bíblicos disfrutaron la manifestación del poder
de Dios en sus vidas; pero, a la vez ignoraron el carácter y
la voluntad divina y su final no fue el mejor. Balaam
profetizó en nombre de Jehová por un tiempo, sus
profecías se cumplieron, pero sus acciones demostraron
que desconocía el carácter y la voluntad de Dios que
finalmente le condujeron a un desenlace fatal (Nm. 23, 24;
31:8). Existe una tendencia en los profetas a excusarse en
que conocen la voz de Dios, para no sujetarse a las
autoridades delegadas e irrespetar la Biblia.
30
con la alabanza y el regocijo en grupo, que es más evidente
posteriormente en las narraciones proféticas.
El caso de María es aleccionador para quienes deseen
entender cómo se debe ejercer la profecía dentro del
contexto bíblico. Así como a Moisés, también a su hermana
María se le denominó profetisa, pero no significa que ambos
poseían igual autoridad en el reino de Israel.
Si la alusión de profeta a Moisés, en este contexto
bíblico, se refiriera solamente a un profeta de oficio,
entonces su nivel de autoridad habría sido igual al de
María; ya que ésta gozaba del mismo título de profeta.
María también fue profetisa, pero la autoridad de Moisés
era mayor. Eso quedó demostrado cuando María trató de
resistir la autoridad de Moisés por causas que ella
consideraba justificables:
“María y Aarón hablaron contra Moisés a causa de la
mujer cusita que había tomado; porque él había
tomado mujer cusita. Y dijeron: ¿Solamente por Moisés
ha hablado Jehová? ¿No ha hablado también por
nosotros? Y lo oyó Jehová. Entonces la ira de Jehová se
encendió contra ellos; y se fue. Y la nube se apartó del
tabernáculo y he aquí que María estaba leprosa como la
nieve; y miró Aarón a María, y he aquí que estaba
leprosa” (Nm. 12:1-2, 9:10).
María creyó que por ser profetisa y ministrar con los
mismos dones espirituales que Moisés, poseía tanta
autoridad como él. Ese error le hizo merecedora de la
corrección divina y enfermó de lepra, una enfermedad
considerada inmunda en Israel10. María creyó que por ser
santa y gozar del título de profetisa le daba suficiente
autoridad para desafiar la autoridad de Moisés. Pero esa
10
Ver, Levíticos 13: 3.
31
pretensión le duró muy poco tiempo, siendo avergonzada
ante todo el pueblo, retirada de la comunión de los santos,
sacada fuera del campamento por siete días, conforme
establecía la Ley con relación a los leprosos (Lv. 13: 3).
María gozaba de los mismos dones espirituales que
Moisés, pero no había sido elegida para ejercer autoridad
sobre el pueblo, no porque no tuviera la capacidad, fue
simplemente porque Dios no la había autorizado.
Este relato ilustra un ejemplo del orden de jerarquía de
los ministerios en el reino de Dios. La autoridad en el reino
de Dios no se relaciona con el tipo de milagros o dones que
puedan manifestarse en los ministros. La autoridad en el
reino de Dios se adquiere por una elección divina.
No significa que una persona que es elegida por Dios
para ejercer autoridad necesariamente no deba tener
manifestación de milagros, ni señales de esa autoridad en
su ministerio; pero su autoridad no depende de las señales,
sino de la elección que Dios le haya hecho para ejercer su
ministerio. Muchos profetas fracasan al no comprender la
dimensión de esta verdad escritural y se tornan soberbios
contra las autoridades delegadas en los ministros de Dios.
Aunque el Espíritu Santo se manifieste con poder en
un profeta, eso no lo autoriza para desconocer las
autoridades establecidas por Dios. Ese fue el error de
María y esa lección le fue dada a ella como ejemplo para
que no se cometan los mismos errores (Ro. 15: 4).
Dios deposita su autoridad en la persona que Él quiere
para la función que desee realizar en su reino, no
importando las limitaciones o virtudes de quien es
llamado. Los profetas deben tener claro el concepto de
autoridad en el reino de Dios, pues la actitud arrogante
ante las autoridades delegadas por Dios es uno de los
errores más comunes que conduce al fracaso de los
32
profetas.11 El profeta debe ser valiente para dar su mensaje
tal como lo recibe de Dios, pero siempre con amor.
María creyó que por ser profeta poseía igual autoridad
que Moisés y Dios debió intervenir para demostrarle su
error, confirmando la autoridad con que estaba investido
Moisés, quien debió interceder por su hermana para que
Dios la sanara. La autoridad en el reino se debe respetar,
aunque parezca débil o sencilla a nuestro propio juicio.
Estas manifestaciones de autoridad en la vida de
Moisés, muestran que la alusión de profeta hacia él se
queda corta en comparación a su misión (ministerio), si se
compara con el ministerio de los profetas bíblicos, como el
caso de su hermana. La diferencia entre la autoridad de
Moisés y la de María, a pesar de que a los dos se les asigna
el título de profetas en el mismo contexto, confirma que el
título de profeta se les dio a los primeros líderes de Israel
para resaltar su comunión con Dios y no porque fuesen
profetas de oficio.
11
Existe una tendencia marcada en los profetas a creer que la sola
manifestación de los dones del Espíritu (no del hombre) les confiere
una autoridad que no puede ser juzgada (contrario a lo que enseña la
Biblia, 1 Co. 14:29). Por eso tienden a revelarse contra las autoridades
delegadas de Dios, siendo este el principio de sus fracasos o la
confusión que les conduce a su propia perdición.
33
un manojo de enseñanzas acerca de la fragilidad del
carácter humano, versus la infalibilidad de Dios.
Si se tiene un poco de perspicacia para adentrar en el
carácter de Balaam (reflejado en sus acciones) se podrá
entender porque actuaba de manera tan controversial y
errática. Irónicamente, Balaam a veces parece ser un
verdadero profeta de Dios y luego un perverso adivino
que corrompe a Israel. Indudablemente, la Biblia narra que
Balaam gozó de comunión con Jehová por algún tiempo12:
“Él les dijo: Reposad aquí esta noche, y yo os daré
respuesta según Jehová me hablare. Y vino Dios a
Balaam y le dijo: ¿Qué varones son estos que están
contigo? Y Balaam respondió a Dios Balac hijo de
Zipor, rey de Moab, ha enviado a decirme: He aquí,
este pueblo que ha salido de Egipto cubre la faz de la
tierra; ven pues, ahora, y maldícemelo; quizá podré
pelear contra él y echarlo. Entonces dijo Dios a Balaam:
No vayas con ellos, ni maldigas al pueblo, porque
bendito es” (Nm. 22:8-12).
Balaam fue un profeta que sirvió a Jehová durante un
tiempo y tenía fama de que Dios, oía sus peticiones. Por
eso Balac, un rey pagano, le buscó para que maldijera a
Israel. Balaam, les respondió a los enviados del rey Balac,
que volvieran a su tierra, ya que Dios no le permitía
maldecir al pueblo de Israel. Pero Balaam no demuestra
por sí mismo el deseo de no ir para agradar a Dios. La
razón que él expone es: “Porque Jehová no me quiere dejar
ir con vosotros”. Al parecer no era que él estuviera de
acuerdo con Dios, sino que Dios se lo impedía. Eso da
indicios para entender que en su corazón, Balaam no fue
fiel a Dios. El rey Balac, envió nuevamente gente más
12
La Biblia no narra como Balaam conoció a Jehová.
34
honorable y con ofertas más tentadoras que le prometían
grandes honorarios a Balaam, si maldecía a Israel:
“Volvió Balac a enviar otra vez más príncipes, y más
honorables que los otros; los cuales vinieron a Balaam,
y le dijeron: Así dice Balac, hijo de Zipor: Te ruego que
no dejes de venir a mí; porque sin duda te honraré
mucho, y haré lo que me digas…” (Nm. 22:15-17a).
Esta segunda vez los enviados del rey Balac, le prometían
dones más codiciables a Balaam si maldecía a Israel. Con
eso pretendían que Balaam no les negara su petición.
Balaam respondió que sí el rey Balac le diese aun su casa
llena de oro y plata, no traspasaría la palabra de Jehová.
Pero esta expresión parece contradictoria a su respuesta
final:
“Os ruego, por tanto, ahora, que reposéis aquí ésta noche,
para que yo sepa qué me vuelve a decir Jehová” (v. 19).
Estas palabras de Balaam muestran la ambición de su
corazón, ambivalencia y falta de conocimiento de Dios, al
creer que podía manipular la voluntad divina para lograr
sus ambiciones personales. El corazón de Balaam se estaba
inclinando hacia las enormes dádivas que le prometía el
rey Balac. En una actitud perversa con el fin de no dejar ir
aquella oportunidad de agenciarse tal riqueza trató de
chantajear a Dios, preguntándole de nuevo, lo que Dios ya
le había respondido (que no fuera). Tal necedad revela su
avaricia y desconocimiento del carácter divino (Dios no
cambia, Mal. 3:6).
Dios, viendo su necedad, le dijo a Balaam que fuera
con ellos. Pero es evidente por el relato que Dios no
cambió su respuesta inicial, sino que quería darle una gran
lección en el camino al perverso profeta. La Biblia señala:
“y la ira de Dios se encendió porque él iba; y el ángel de
Jehová se puso en el camino por adversario suyo” (22a).
35
Este verso muestra que Dios no aprobó la intención
malvada de Balaam para maldecir a Israel (sin razón); sino
que ante la insistencia del profeta, Dios le permitió ir para
avergonzarle y hacerle recapacitar acerca de la maldad de
su corazón, a fin de que se arrepintiera.
La ambición de Balaam se vio frustrada, ya que Dios
nuevamente no le permitió maldecir a Israel, perdiendo la
oportunidad de que Balac lo recompensara. Mientras, Dios
bendecía por sus mismos labios a quienes el profeta
deseaba maldecir para obtener ganancias.
He aquí el relato de la locura del profeta:
“Iba, pues, él montado sobre su asna, y con él dos
criados suyos. Y el asna vio al ángel de Jehová, que
estaba en el camino con su espada desnuda en su mano;
y se apartó el asna del camino, e iba por el campo.
Entonces azotó Balaam al asna para hacerla volver al
camino. Pero el ángel de Jehová se puso en una senda de
viñas que tenía pared a un lado y pared al otro. Y viendo
el asna al ángel de Jehová, se pegó a la pared, y apretó
contra la pared el pie de Balaam y él volvió a azotarla.
Entonces Jehová abrió la boca al asna, la cual dijo a
Balaam: ¿Que te he hecho, que me has azotado estas tres
veces? Entonces Jehová abrió los ojos de Balaam, y vio
al ángel de Jehová que estaba en el camino, y tenía su
espada desnuda en su mano. Y Balaam hizo reverencia,
y se inclinó sobre su rostro. Y el ángel de Jehová le dijo:
¿Por qué has azotado tu asna estas tres veces? He aquí
yo he salido para resistirte, porque tu camino es
perverso delante de mí” (v. 22b-25, 28, 31,32).
Dios, en su misericordia y conociendo las intenciones de
avaricia del corazón de Balaam, le dio la oportunidad de
verse reflejado en el espejo de su propia maldad a fin de
que se arrepintiera. El corazón de Balaam estaba
36
emocionado, creyendo que Dios le concedería por fin la
oportunidad de maldecir a Israel para obtener ganancias
materiales. Es posible que la avaricia fuese una de las
debilidades del profeta y su corazón fue seducido por lo
material hasta sucumbir a la tentación.
Hay ministerios que comienzan bien, pero en el camino
las tentaciones les doblegan al punto de pervertir los
caminos de Dios. Ese fue el caso de Balaam. Dios le dio la
oportunidad de restaurarse y él reconoció su pecado, por
eso Dios le permitió bendecir y profetizar acerca de Israel;
pero finalmente, Balaam sucumbió a la tentación y su
pecado le arrastró a la muerte. Posteriormente, Balaam se
vendió por avaricia a los madianitas, abandonó su
ministerio profético y terminó siendo un perverso adivino
que pervertía al pueblo de Israel:
“Y les dijo Moisés: ¿Por qué habéis dejado con vida
todas las mujeres? He aquí, por consejo de Balaam ellas
fueron causa de que los hijos de Israel prevaricasen
contra Jehová en lo tocante a Baal-peor, por lo que
hubo mortandad en la congregación de Jehová” (Nm.
31:15-16).
Balaam fue muerto por la espada de Jehová, cuando los
israelitas atacaron Madián:
“También a Balaam hijo de Beor mataron a espada”
(Nm. 31:8b).
En el relato de Josué, ya no se menciona a Balaam
como un profeta de Dios, sino como un adivino:
“También mataron a espada los hijos de Israel a
Balaam el adivino, hijo de Beor, entre los demás que
mataron” (Js. 13:22).
Dios le dio la oportunidad a Balaam de ser su profeta, pero
este no supo retener su ministerio y finalmente sucumbió a
37
la tentación de los cultos paganos por su ambición al poder
y el amor al dinero (Judas 11).
La Biblia no explica si Balaam había sido adivino antes
de servir a Dios, para luego regresar de nuevo a sus
prácticas. Lo cierto es que su final fue en extremo
pecaminoso y su ejemplo es aleccionador para entender
que Dios es grande en misericordia, pero hay que
permanecer fiel al llamado.
Balaam no afirmó sus convicciones en Jehová, y el
tiempo en que sirvió a Dios lo hizo sin una entrega total.
Al no encontrar lo que buscaba y después de ser usado por
Jehová, la ambición por los bienes materiales le llevó a
abandonar a Dios y a envolverse en la adivinación pagada
y en todo tipo de perversión, muriendo en esa condición.
Todo profeta debe aprender de Balaam, que se puede
conocer la voz de Dios e incluso su poder, pero a la vez se
puede desconocer quien verdaderamente es Dios. No basta
conocer el poder y la voluntad de Dios, hay que hacerla.
El pecado de Balaam, fue tan grande que marcó un
precedente de advertencia para los profetas de Dios de
todos los tiempos. En Apocalipsis (2:14) se menciona el
pecado de Balaam como la Doctrina de Balaam, un espíritu
de confusión que mezcla lo sacro con lo profano y pervierte
por avaricia los caminos rectos de Dios.
En un caso diferente, cuando Nahamán (general sirio)
trajo gran riqueza para recompensar al profeta Eliseo, este
no quiso aceptar nada de su mano, ni le recibió
personalmente, quizá por orden divina para no ser tentado
por aquellas riquezas. Su criado (Giezi) cayó en la tentación
material, su corazón se fue detrás de las dadivas y como
castigo recibió la lepra de Nahamán (2 R. 5). La Biblia
señala que las dadivas corrompen al justo (Ec. 7:7). El profeta
38
de Dios debe cuidarse de no comprometer su mensaje por
las dadivas.
40
“Y el otro le dijo, mintiéndole: Yo también soy profeta
como tú, y un ángel me ha hablado por palabra de
Jehová, diciendo: Tráele contigo a tu casa, para que
coma pan y beba agua” (v. 13:18).
No se sabe qué clase de profeta fue este que probó la
obediencia del joven profeta, porque un verdadero profeta
no miente, ni engaña a su hermano (Lv. 19:11). Pero lo
relevante es la lección acerca de la obediencia que el relato
pretende trasmitir. El punto importante es que el joven
profeta accedió a la invitación prohibida, en contra de la
advertencia divina. El profeta murió por su desobediencia
a la palabra que Dios le había ordenado, de mantenerse en
completa austeridad y alejado de Betel. Mientras comían,
el viejo profeta habló al joven profeta de Judá diciendo:
“Así dijo Jehová: Por cuanto has sido rebelde al
mandato de Jehová, y no guardaste el mandamiento
que Jehová tu Dios te había prescrito, sino que volviste
y comiste pan y bebiste agua en el lugar donde Jehová
te había dicho que no comieses pan ni bebieses agua,
no entrará tu cuerpo en el sepulcro de tus padres. Y
yéndose, le topó un león en el camino, y le mató; y su
cuerpo estaba echado en el camino, y el asno junto a él,
el león también junto a su cuerpo” (1 R. 13:21b, 22, 24).
Este fue un final triste para el profeta que recién había
hecho grandes prodigios en nombre de Jehová. No se sabe
de qué manera el viejo profeta usó sus palabras para poner
a prueba al joven profeta. El escritor dice que mintió, pero
la mentira es condenada por Dios (Lv. 19:11) y quien quite
o añada a la palabra de Dios recibirá condenación14. Lo
14
Los hechos fueron narrados posteriormente al suceso y esa podría
ser la visión del escritor. Aun así, la palabra de Dios no cambia y quien
le agregue o le quite recibirá el juicio divino (Ap. 22:18-19). Aunque el
pasaje no lo explique, sin duda, Dios también juzgará al viejo profeta.
41
cierto es que el viejo profeta probó al profeta de Judá y el
joven murió por su desobediencia a la advertencia divina.
Lo importante de este relato es la lección acerca de la
obediencia y no enfrascarse en lo que el pasaje no explica,
ofuscándose en detalles periféricos estériles. El propósito
de estos relatos es aleccionar a quienes desean agradar a
Dios a fin de vivir una vida de obediencia (Ro. 15:4).
Un atributo incuestionable del carácter divino es que es
inmutable. Dios no cambia y éste profeta obvió esta
característica divina. El profeta de Dios no puede ser un
ser imbuido en una burbuja espiritual, carente del
conocimiento del carácter divino.
Existe la tendencia en los profetas, a enseñar doctrinas
fundadas en sus propios criterios con la excusa de que
Dios se los revela; sin tener fundamento bíblico. Eso crea
grandes conflictos a la Iglesia, al punto de dar origen a
falsas doctrinas. Es peligroso cuando los profetas dan más
importancia a sus revelaciones que a la palabra de Dios.
Este es otro de los tropiezos difíciles de superar para el
profetismo y es causa de gran aversión y rechazo al tema
de la profecía como ministerio y don activo de la Iglesia.
47
Capítulo – 3 –
EL PROFETISMO DURANTE LA
MONARQUÍA ISRAELITA
____________________________________________________
15
Moisés (Gn. 20:7; Dt. 34:10-12); Débora (Jueces 4); Samuel (1 S.
3:19-20; 7:15).
16
La Biblia advierte la vida de separación y el alto grado de
consagración que debían mantener los sacerdotes ante Dios, durante
el ejercicio de su oficio sacerdotal (Éx. 28, 29; Lv. 21, 22).
17
Ver, Lv. 10:8-11; Dt. 33:8-11; Mal. 2:7.
18
Dios no es partícipe del pecado y no puede negarse a sí mismo;
respaldando a ministros pecadores, si no se arrepienten a tiempo.
19
“No dejó caer sus palabras a tierra”, es un lenguaje figurado del
escritor para demostrar que las profecías de Samuel eran veraces y se
cumplían. Esta es una evidencia que deben reflejar los verdaderos
profetas de Dios, según Deuteronomio 18:21-22.
49
ministerio divino especializado. Después, Israel pidió rey y
cambió el orden teocrático a uno monárquico.
Esta breve reseña de los líderes y jueces de Israel
permite analizar el desarrollo del profetismo del AT y su
influencia en el gobierno teocrático de Israel.20
20
Dios puede ubicar a un cristiano en puestos gubernamentales de
liderazgo; pero no se puede usar el caso de Israel (cuyas leyes estaban
fundadas en un estado teocrático) como ejemplo para justificar
ambiciones políticas en gobiernos corruptos. Dios también levantó
líderes judíos en gobiernos seculares, como a José en Egipto o Daniel
en Babilonia; pero estaba involucrado un Pacto divino con el propósito
de preservar la vida del pueblo judío y cumplir la promesa de
regresarlos a su tierra (Gn. 46:14; Jr. 29:10). Un líder cristiano en un
puesto gubernamental puede ser muy útil a la causa del Evangelio,
pero no se puede prometer un paraíso en la tierra en medio de
sistemas gubernamentales injustos con leyes corruptas.
21
Ver, 1 Samuel 8.
50
Yo clamaré a Jehová, y él dará truenos y lluvias, para
que conozcáis y veáis que es grande vuestra maldad
que habéis hecho ante los ojos de Jehová, pidiendo
para vosotros rey. Y Samuel clamó a Jehová, y Jehová
dio truenos y lluvias en aquel día; y todo el pueblo
tuvo temor de Jehová y Samuel” (1 S. 12:17-18).
Israel había dejado de confiar en Dios, quien los había
defendido con poder de sus enemigos desde su salida de
Egipto. Su falta de fe les hacía creer que un anciano como
Samuel no les defendería de sus enemigos y pidieron un
rey joven y fuerte, con un ejército bien armado y
numeroso. Este sería un error más de los muchos que
Israel cometió y que le hizo fracasar como nación. Ellos
despreciaron el gobierno divino, sus profetas y líderes
ungidos con poder de Dios, para confiar en sus propias
fuerzas para defenderse.
51
para Israel. David (el segundo rey), también fue profeta de
Dios y lleno del Espíritu Santo22.
A partir del establecimiento de la monarquía Israelita,
el oficio de profeta y el del rey se bifurcan. La función del
profeta, estaba encaminada al cumplimiento de la Ley e
impartir el consejo divino a los monarcas y al pueblo.
El rey (a diferencia de los jueces) era más político y su
relación con Dios dependía de la actitud de respeto de
cada rey por las leyes de Dios. Eso determinaría que
gozaran del respaldo divino en sus gobiernos (Dt. 17:14-
20). Por eso en la historia bíblica resalta que unos reyes
hicieron lo bueno; y otros lo malo en sus gobiernos.
A pesar de existir una función separada del ministerio
de los profetas y los reyes, no significa que no hubiese
relación entre ellos o que haya sido ese el deseo de Dios.
Con frecuencia se lee en la Biblia que los profetas del AT
reprendían a los reyes, pero fue a causa de la
desobediencia de los monarcas de Israel, no debe
entenderse como una aversión del profeta hacia los reyes.
Desde el inicio de la monarquía israelita se nota una
estrecha relación entre el rey Saúl (primer rey de Israel) y el
profeta Samuel. Lo mismo sucede con el rey David y otros
profetas, como Samuel y Natán23. Los profetas tenían como
misión que los reyes y el pueblo obedecieran las leyes de
Dios a fin de ser bendecidos y protegidos de sus enemigos.
No se debe estereotipar al profeta bíblico como un
rebelde sin causa. El profeta del AT aparece en tiempos de
decadencia espiritual y por eso resalta la exhortación en
sus profecías; pero no significa que ínsitamente, el profeta
22
Lucas 24:44, en este pasaje Jesús mencionó las profecías de los
Salmos que en su mayoría se le atribuyen a David. En Hechos 2:29-30,
Lucas hace notar que Pedro llamó profeta a David.
23
Ver, 1 Samuel 9, 16 y 2 Samuel 12.
52
debía ser enemigo del rey o del pueblo. Al contrario,
cuando los profetas estaban delante de reyes obedientes y
temerosos de Dios, su actitud fue de respeto hacia ellos.
Los profetas como conocedores de la Ley, sabían que
debían respetar a los monarcas, pues eran acogidos y
ungidos por Dios para gobernar. Pablo conociendo la Ley
de Moisés, reconoció que no debía ofender a una autoridad
del pueblo (Hch. 23:5), haciendo referencia a Éxodo 22: 28,
donde Dios ordenó el respeto a los reyes.
El verdadero profeta de Dios estaba sujeto a la
autoridad divina y la misma Ley le demandaba respeto
hacia sus líderes.24 Era el desprecio al pecado, no al
pecador, lo que motivaba al profeta a exhortar.
No significa que el profeta debe andar con un martillo
en la mano para destruir al prójimo. La faceta de la
exhortación es solo parte del ministerio del profeta y la
razón por la que resalta en el profetismo bíblico del AT es
a causa de la desobediencia de Israel, no porque el profeta
este remitido solo a pronunciar juicios.
El celo de los profetas bíblicos es fruto de su amor a
Dios y su deseo de obedecer su Palabra. No es un
sentimiento personal de odio al prójimo o misantropía.
54
El profeta desempeñó un ministerio que le ubicó en
posición de liderazgo, en parte por la decadencia del
sacerdocio. Los verdaderos profetas de Dios no estaban
ligados a nada, solo al corazón de Dios. Por antonomasia,
se entendía que el oficio profético en Israel estaba remitido
a dar a conocer la voluntad de Dios al pueblo.
____________________________________________________
El sacerdote habla e intercede ante Dios por los
hombres, mientras el profeta habla a los hombres de
parte de Dios.
____________________________________________________
55
que el pueblo sufría, era fruto de la desobediencia y su
labor era volver el corazón de ellos a Dios.
Ante el despreció del gobierno divino, al desechar a
Samuel como juez, Dios debió proclamar su voz a través
de hombres comunes de entre el pueblo. Estos profetas
estaban revestidos de poder divino para cumplir con su
misión, porque debían enfrentarse al poder político y
militar de los reyes perversos de Israel.
Este poder espiritual de los profetas era el que debían
utilizar los mismos líderes ungidos para gobernar Israel,
como lo hicieron los jueces desde los tiempos de Moisés
hasta Samuel. Pero en Israel cada rey hacía como le placía
(no todos estuvieron dispuestos a obedecer a Dios). Por esa
razón la unción y el poder divino se manifestó a través de
los profetas (hay que hacer la salvedad, que también hubo reyes
temerosos de Dios que movieron la mano divina a su favor).
La valentía del profeta para confrontar reyes y
levantarse en medio del pueblo como la voz de Dios para
exhortarles a abandonar el pecado hizo que el profeta
alcanzara renombre en Israel. Pero la mayoría se tornaron
enemigos acérrimos de los reyes rebeldes arriesgando sus
vidas, siendo despreciados, odiados y finalmente muertos
a manos del mismo pueblo.
61
con excremento de animales. Toda esta simbología estaba
relacionada con el futuro asedio a Jerusalén26 (Ez. 4).
27
Es posible que Isaías tapara sus partes genitales, ya que el verso
señala que enseñaría sus nalgas. Además, el propósito no era el
exhibicionismo, sino servir de señal. No se debe usar este caso como
una excusa para profetizar desnudo, pues como norma, Dios mismo
vistió a la primera pareja a fin de que cubrieran sus cuerpos (Gn. 3:21).
63
Capítulo – 4 –
a. La esperanza de un Mesías
El gran aporte histórico de los profetas escritores28 fue dar a
conocer a través de sus escritos, las vivencias del
28
Se les llama profetas escritores por que escribieron sus profecías,
hecho que se le atribuye al desarrollo de los medios de escritura y no a
que hayan sido más importantes que los demás profetas.
64
profetismo israelita. Estas Escrituras servirían de mapa
para guiar al pueblo de Israel hacia el Mesías (2 P. 1: 19).
El pueblo de Israel abandonó a Dios en tiempos de los
monarcas israelitas. Esto causó que el reino de Israel se
dividiera (Israel y Judá). Ambos pueblos fueron entregados
a la esclavitud por su desobediencia a Dios.
Aun en medio de la crisis de Israel, a causa de su
desobediencia, abrigaban esperanzas de liberación por
medio de las palabras de salvación que Dios en su
misericordia les dio a través de las profecías escritas.
Daniel clamó a Dios por liberación durante el cautiverio
babilónico, basado en las profecías escritas por Jeremías
(Jr. 29:10; Dn. 9:2).
El profeta es la boca de Dios en medio de la crisis de un
pueblo en decadencia (Jr. 15:19) y tiene la función de
cumplir lo mismo que la etimología de la palabra sugiere,
a saber: Anunciar de antemano lo que vendrá, con el
propósito de que el ser humano se aperciba del peligro y
de la condenación del pecado y se vuelva a Dios.
La Biblia señala que: “Dios no hará nada, sin que antes lo
revele a siervos los profetas” (Am. 3:7). Jeremías exhortó al
pueblo de Israel por depreciar a los profetas que les
amonestaron día y noche para que se volvieran a Dios (Jr.
7: 13, 25). Irónicamente, las palabras de los profetas fue la
gran esperanza de liberación del pueblo en su esclavitud.
Los escritos proféticos harían que los judíos en el exilio
añoraran más la esperanza del Mesías escatológico, que les
libraría de sus enemigos. Además de urgirles un Salvador
y a falta de un lugar donde adorar, los escritos de los
profetas fueron un bastión del pueblo judío en el exilio.
65
Es bajo la esperanza de salvación prometida por Dios, a
través de los profetas escritores, que aparece en escena el
Salvador del mundo y con lo que se suponía culminara un
ciclo de espera para Israel. Con la llegada del Mesías
Salvador, anunciado por Juan el bautista, el último profeta
del AT en anunciar al Mesías de Israel (Mt.11:13, Lc. 7:28),
se cierra el ciclo de la profecía canónica del AT.
Juan el Bautista fue considerado un gran profeta en
Israel. La Biblia señala: “Y Herodes quería matarle, pero
temía al pueblo; porque tenían a Juan por profeta” (Mt. 14:
5). El pueblo de Israel consideraba el título de profeta
como uno muy importante cuando se le reconocía a un
verdadero profeta de Jehová.
Ni Herodes, con toda su sanguinaria crueldad con la
que había dado muerte a sus propios familiares, se atrevía
a poner sus manos sobre Juan el bautista, pues el pueblo
de Israel lo consideraba un verdadero profeta.
Juan fue considerado el más grande profeta por Jesús:
“¿Pero qué salisteis a ver? ¿A un profeta? Si, os digo, y
más que un profeta. De cierto os digo: Entre los que
nacen de mujer no se ha levantado otro mayor que Juan
el Bautista” (Mt. 11: 9 y 11a).
Con la aparición de Juan el Bautista en la escena de Israel,
se puede dar por concluido el breve análisis del profeta del
AT, dando paso al estudio de la profecía en el marco del
Nuevo Testamento, que permitirá analizar la diferencia
que pueda existir con el profeta del Antiguo Testamento.
c. La profecía canónica
La profecía canónica (profecía de la Biblia), es inalterable.
Juan el bautista, fue el último profeta del AT que anunció a
Jesús como el Mesías de Israel. Así como Juan (escritor del
Apocalipsis) fue el último que escribió en el canon bíblico
66
del NT. Nadie, no importa como se llame (profeta, ángel,
espíritu, etc.), puede agregar o quitar al contenido de la
Biblia bajo juicio de condenación eterna (Gá. 1:8; Dt. 4: 2;
Dt. 27: 26a; Jn. 12:48; Ap. 22:18-19).
Uno de los peligros en el mal uso del don de profecía
en la Iglesia, es cuando supuestos “profetas” reclaman
tener la interpretación verdadera de la Biblia, sin permitir
ser juzgadas a la luz de la Biblia (1 Co. 14:29). Ese error ha
dado origen a muchas herejías y sectas destructivas.
Nadie puede seguir ciegamente el consejo de un ser
humano o espíritu que proclame ser un “mensajero de
Dios”, si el contenido de sus palabras no se ajusta
inequívocamente a las enseñanzas de la Biblia.
Las enseñanzas deben ser expuestas abiertamente en la
Iglesia, no de forma privada (2 P. 1:20). Toda herejía
contiene algo de verdad, como gancho para atrapar a los
incautos. El verdadero profeta de la Iglesia debe confirmar
las Escrituras y el Evangelio de Jesús (Ef. 3:5-6), sino
quedan expuestos al juicio divino (2 P. 2:1-3).
67
Capítulo – 5 –
73
Capítulo – 6 –
EL MINISTERIO DE LA PROFECÍA
EN LA IGLESIA
____________________________________________________
76
“Seguid el amor; y procurad los dones espirituales,
pero sobre todo que profeticéis. Porque el que habla en
lenguas no habla a los hombres, sino a Dios; pues
nadie le entiende, aunque por el Espíritu habla
misterios. Pero el que profetiza habla a los hombres
para edificación, exhortación y consolación. El que
habla en lengua extraña, a sí mismo se edifica; pero el
que profetiza, edifica a la iglesia. Así que, quisiera que
todos vosotros hablaseis lenguas, pero más que
profetizaseis; porque mayor es el que profetiza que el
que habla en lenguas, a no ser que las interprete para
que la iglesia reciba edificación” (1 Co. 14: 1-5).
La Biblias muestra que la profecía es un don y ministerio
vigente de la Iglesia, y se le da relevancia a la hora de
procurarla entre otros dones del Espíritu. La Biblia señala
que no se debe menospreciar la profecía (1 Ts. 5: 19-21). Y
no se refiere a la profecía bíblica, pues dice que se tome lo
bueno y se deseche lo malo; eso no se refiere a la profecía
de la Biblia porque toda, es palabra de Dios.
b. Edificación
Edificación (gr. Oikodomeo), significa construir, edificar,
reedificar, etc. Construir es un concepto mesiánico de la
construcción del reino de Cristo comenzado por Él y que
será completado con su segunda venida 29. El Espíritu Santo
edifica la Iglesia por medio de los dones y ministerios.
Edificar, es uno de los propósitos de la profecía y
significa sumar a la obra comenzada por Jesús. Toda
edificación posterior se debe hacer sobre la Roca que es
Cristo (Mt. 16:18), consecuentemente sobre las enseñanzas
de los apóstoles primitivos quienes dan testimonio de su
vida, muerte y resurrección en la Biblia (1 Co. 3:10-12).
La profecía debe edificar encima del fundamento (la
Biblia), en amor al prójimo. No es para confusión. La
profecía que no edifica sobre la Biblia debe desecharse,
pues es señal de que no cumple el objetivo de la profecía.
c. Exhortación
Exhortación (gr. Parakaléo), se traduce como estímulo,
consuelo o ruego. Esta faceta de la profecía no se debe
confundir con la ofensa, pues en su significado original
tiene el sentido de animar e infundir aliento30.
Exhortar es otro propósito de la profecía, advertir con
amor lo que no está bien y señalarlo con valor para el
crecimiento y arrepentimiento de los que desobedecen.
Esto no convierte al profeta de la Iglesia en juez o
29
Diccionario Teológico del Nuevo Testamento. Gerhard Kittel y
Gerhard Friedrich, Geoffrey W. Bromiley. Libros Desafió, Grand Rapids,
Michigan, 2002. Pág. 661
30
Ibíd.
78
acusador. La exhortación es muy importante para
mantener una fe sana dentro de la Iglesia.
En la Biblia muchos fracasaron por ser alcahuetes con
el pecado, sin embargo, la persona que no refleja frutos de
amor, tampoco debe exhortar, porque lo hará con ira
contra los demás, convirtiéndose su exhortación en una
acción condenatoria, sin amor.
La exhortación entre cristianos se debe hacer en un
espíritu de amor que es la conclusión de Pablo a toda la
temática de los dones espirituales (1 Co. 13).
d. Consolación
Consolación (gr. paramutía) significa animar, refrescar, cuidar,
mitigar, aliviar, amortiguar, resolver, aplacar o satisfacer. 31 Esta
es una de las obras más resaltadas por Jesús acerca del
Espíritu Santo (Jn. 14:16, 14; 26, 15:26, 16; 7).
Si alguien reclama estar lleno del Espíritu Santo y ser
un verdadero profeta, debe también mostrar misericordia.
Sanar el alma herida es otra función de la profecía. Llevar
paz a los que están atribulados y brindar palabras de
aliento a los que sufren por diversas causas.
Lo importante en todo el contenido de la profecía es
que no se menciona que la profecía confunda. Todo lo que
causa confusión no procede de Dios. El propósito de la
profecía no es el escándalo, sino la edificación, exhortación y
consolación de los creyentes.
31
Ibíd.
79
dispersas y presentes ese día en Jerusalén. Las lenguas
eran inteligibles a los que escuchaban y Dios les habló a
través de ellas. La manifestación del Espíritu Santo en
otras lenguas ese día instó a los presentes a convertirse a
Dios. Pablo también perseguía un orden en la profecía (no
sólo para edificar la iglesia); con un propósito evangelístico,
para que los incrédulos aceptaran a Jesús como salvador,
al revelador el Espíritu lo que ocultaban en sus corazones:
“Pero si todos profetizan, y entra algún incrédulo o
indocto, por todos es convencido, por todos es juzgado;
lo oculto de su corazón se hace manifiesto; y así
postrándose sobre el rostro, adora a Dios declarando
verdaderamente que Dios está entre vosotros” (1 Co.
14:24-25).
La profecía como un don o ministerio de la Iglesia puede
traer conversos a Cristo a través de una palabra profética.
81
La Biblia tiene autoridad por encima de lo que pueda
decir cualquier profeta, no importa el título que posea.
No causa confusión en la iglesia.
No divide la obra de Dios. La edifica.
No manipula con palabras o amenazas para lograr
objetivos personales o que se obedezca sus profecías.
No coacciona al prójimo para manipular su voluntad.
No obliga a hacer nada que otra persona no desee hacer.
Respeta la voluntad ajena, aun de aquellos que rechazan
sus palabras.
El profeta debe respetar el libre albedrío de todo ser
humano, porque también Dios lo respeta.
82
Para el caso, la Biblia o ciertos pasajes bíblicos se han
usado como una excusa para crear herejías, pero eso no
nos conduce a dejar de leerla. Al contrario, lo que se debe
hacer es estudiarla correctamente para no caer en error. Lo
mismo sucede con la profecía u otros temas bíblicos, hay
que estudiarla a fin de enseñarla correctamente y no caer
en error de rechazarla, como advierte la Biblia:
“No apaguéis al Espíritu. No menospreciéis las
profecías. Examinadlo todo; retened lo bueno” (1 Ts.
5:19-21).
El Espíritu y la Biblia caminan en perfecta armonía. Son
como las dos alas en el vuelo de un ave. Si le quitas una, no
podrá volar. Las dos forman parte de un solo cuerpo.
El Espíritu y la Biblias nunca se contradicen, quien se
contradice es el que la interpreta mal. Cuando alguien cae
en ese error, ya sea por arrogancia o falta de conocimiento,
abre la puerta al error y la herejía.
Los saduceos, eran maestros de la Ley; pero, su
interpretación errada de las Escrituras y falta de fe en el
poder de Dios, abrió una puerta a la confusión acerca del
conocimiento divino. Jesús les exhortó diciendo:
“Entonces respondiendo Jesús, les dijo: Erráis,
ignorando las Escrituras y el poder de Dios” (Mt. 22:29).
Jesús exhortó a los saduceos diciéndoles que su ignorancia
de las Escrituras y el desconocimiento del poder de Dios,
les hacían errar. El Espíritu y la Biblia son dos puertas que
se pueden utilizar para confusión, cuando los interpretes la
usan mal.
El apóstol Pablo advirtió que falsos profetas
pretenderán hablar por el espíritu, y falsos maestros
crearán confusión usando erradamente la Biblia. Él dijo:
“Que no os dejéis mover fácilmente de vuestro modo
de pensar, ni os conturbéis, ni por espíritu, ni por
83
palabra, ni por carta como si fuera nuestra, en el
sentido de que el día del Señor está cerca” (2 Ts. 2:2).
Pablo adivirtió que, no se debe caer en confusión, ni
por espíritu, ni por palabra. Algunos pretenderán hablar por
el espíritu, y otros añadirán nuevas y falsas doctrinas por
su error en la interpretación bíblica. De acuerdo al contexto
del verso anterior, algunos cristianos primitivos habían
escrito cartas en nombre de Pablo o las habían
tergiversado. La Biblia advierte que los errores en la
interpretación bíblica, y la ministración de los dones
divinos, se da por falta de conocimiento y la arrogancia de
los que pretenden saber. Pablo escribió:
“De las cuales cosas desviándose algunos, se apartaron
a vana palabrería, queriendo ser doctores de la ley, sin
entender ni lo que hablan ni lo que afirman” (1 Ti. 1:6-
7).
Se debe tener cuidado de las personas que pretendan
hablar por el espíritu o que reclamen ser maestros de la
Biblia, sin serlo. Estas dos vías, el espíritu y la palabra,
serán aprovechadas por los espíritus de error cuando los
incautos y soberbios pretendan hablar en nombre de Dios.
Por eso la Biblia advierte que debemos probar los espíritus,
para distinguir entre lo falso y o verdadero:
“Amados, no creáis a todo espíritu, sino probad los
espíritus si son de Dios; porque muchos falsos profetas
han salido por el mundo” (1 Jn. 4:1).
Lo mismo dice de la profecía, que debe ser juzgada:
“Asimismo, los profetas hablen dos o tres, y los demás
juzguen” (1 Co. 14:29).
32
Juzgar, palabra que en griego se usa también para discernimiento
de espíritus (determinar si el espíritu que habla o impulsa la acción es
de Dios o no). Este juicio lo harán aquellos que han alcanzado madurez
en el conocimiento de Dios y su Palabra.
85
Conocer la manifestación de los dones del Espíritu no
le da autoridad a nadie para imponer sus criterios
personales dentro de la Iglesia. Los dones del Espíritu no
tienen relación con la autoridad delegada por Cristo a su
Iglesia. Hay líderes humildes que no tienen las
manifestaciones espirituales de algunos miembros de sus
iglesias, pero la autoridad del pastor no puede ser
usurpada, por alguien que posea dones espirituales.
La autoridad de un ministro no está relacionada con
los milagros, sino con la separación que Dios le ha hecho al
ministerio, por humilde que sea. Las manifestaciones del
Espíritu Santo no determinan el nivel de autoridad que
alguien ocupa en el reino de Dios, son solo dones para
edificación de cuerpo de Cristo.
En el reino de Dios la autoridad es delegada por medio
del llamado divino, no por milagros. Eso lo debe aprender
todo el que anhele dones espirituales. El profeta debe ser
humilde y someterse a las autoridades establecidas por
Jesús en el reino. Profetizar o hacer milagros no da derecho
a gobernar.
33
Entiéndase la palabra juzgar, en este contexto, como determinar
si la palabra del profeta procede de Dios o no, y no como una crítica o
condena sin misericordia al profeta. Al menos que la persona profetice
con la intención de destruir conscientemente, se debe ejercer la
autoridad para corregir cualquier desorden.
86
morir mañana. Pero, ¿Qué es en verdad la blasfemia contra
el Espíritu? La blasfemia contra el Espíritu no es juzgar
una profecía. La Biblia le da ese derecho a la Iglesia:
“Asimismo, los profetas hablen dos o tres, y los demás
juzguen” (1 Co. 14-29). Ningún profeta debe resistirse a
que sus palabras sean juzgadas por la Iglesia. Es un
mandamiento divino (1 Co. 14:37). Si el profeta no quiere
que se juzgue su profecía en la Iglesia, que calle y no hable.
Nadie puede estar por encima de la autoridad de la Iglesia.
La blasfemia contra el Espíritu de la cual Jesús habló,
consiste en atribuirle a Satanás de forma deliberada y
consciente, la obra divina.
Con relación a la blasfemia contra el Espíritu Jesús enseñó:
“Por tanto os digo: Todo pecado y blasfemia será
perdonado a los hombres. Mas la blasfemia contra el
Espíritu no les será perdonada. A cualquiera que dijere
alguna palabra contra el Hijo del Hombre, le será
perdonado; pero el que hable contra el Espíritu Santo,
no le será perdonado, en este siglo ni en el venidero”
(Mt. 12: 31-32).
Jesús habló aquí a los fariseos, quienes lo acusaban de
echar fuera demonios por el poder del Satanás, para no
aceptar su divinidad y denigrarlo ante del pueblo. Pero la
blasfemia consiste en que los fariseos rechazaron las obras
de Jesús siendo conscientes de que el Espíritu Santo de
Dios era quien obraba los milagros, pero se lo atribuían a
Satanás para no reconocer a Jesús como el Mesías.
Cuando un cristiano no está seguro si algo procede de
Dios y un profeta quiera obligarle a creer, el cristiano no
debe sentirse intimidado. Ningún cristiano está obligado a
creer u obedecer las palabras de un profeta, pues, aunque
procedan de Dios, Él respeta la decisión de cada ser
humano.
87
Juzgar una profecía no es blasfemar contra el Espíritu
Santo, porque es un derecho que Dios le dio a la Iglesia.
Capítulo – 7 –
89
“Porque podéis profetizar todos uno por uno, para que
todos aprendan, y todos sean exhortados” (vs. 31).
Cuando se habla de hacerlo uno por uno, Pablo está
interesado en el orden de la profecía en las reuniones y no
tanto en el modelo. Según Pablo, la profecía en las
reuniones, se debe dar en un tiempo y ante la
congregación, para que toda la Iglesia aprenda, sean
testigos y puedan juzgar lo que se profetiza. La profecía no
se debe dar en un rincón, se debe traer a la luz para que
edifique la Iglesia.
Pablo quiere proveer una salida al problema de los
corintios y apela a que usen el dominio propio y que no
pretendan atribuirle al Espíritu el desorden que habían
provocado. El mandato de Pablo es imperativo:
“Y los espíritus de los profetas están sujetos a los
profetas” (1 Co. 14:32).
Los profetas de Corinto habían entrado en un estado
de frenesí y es posible que bajo esa experiencia no
quisieran parar de profetizar, con la excusa de que el
Espíritu no se los permitía, creando un caos en la Iglesia.
Hace más de dos mil años que Pablo escribió estos
mandamientos para evitar el desorden en las reuniones
cristianas y todavía se cae en los mismos errores.
90
“Si alguno se cree profeta, o espiritual, reconozca que
lo que os escribo son mandamientos del Señor” (1 Co.
14: 37).
Pablo sabía que bajo el manto de la espiritualidad
muchos se cobijarían para no aceptar su exhortación acerca
del abuso de los dones espirituales. Pablo advierte a los
que creían saberlo todo en Corinto (sofistas)34 que les
escribe mandamientos del Señor relacionados a la profecía y
lo hace con la autoridad que Dios le delegó como apóstol.
Pablo escribió estos mandamientos por orden del Señor
(Gá. 1:11-12) y esa palabra tiene vigencia hoy día.
La profecía se puede ejercer en la iglesia bajo los
mandamientos y enseñanzas de la Biblia. Los que niegan el
uso de la profecía, como los que creen que se debe ejercer
sin un orden en la Iglesia están en extremos no bíblicos.
34
Sofistas - Conocidos con este nombre entre los griegos por su
afición a la filosofía y a la discusión por medio de sofismas o
argumentos falsos. Muchos conversos de esta línea fueron a los que
Pablo debió enfrentarse.
91
hablado; con presunción la habló el tal profeta; no
tengas temor de él” (Dt. 18:21-22).
Se puede dar el caso que un supuesto “profeta”
presuma que Dios le ha hablado, sin ser verdad. Si la
profecía anunciada no se cumple, es evidencia que no
procede de Dios. Tal profecía debe ser desechada.
Si un profeta habla con presunción se le debe instruir
para que no cree confusión. La amonestación se debe hacer
con sabiduría a fin de que no se le destruya. Si alguien
profetiza intencionadamente, sin ser verdad y persiste, se
le debe disciplinar a fin de que desista de profetizar y no
caiga en confusión.
92
hubiese querido que el ser humano supiera lo todo que le
depara el futuro, le hubiese dotado de tal capacidad.
El futuro le pertenece a Dios y este es bueno para sus
hijos porque el fin es la vida eterna. Hay buenas noticias
para todos los que han recibido a Cristo como su salvador,
tienen un futuro glorioso, no importa lo que se puedan
sufrir aquí en la tierra. Él ha prometido estar todos los días
con sus hijos y suplir todas sus necesidades (espirituales,
emocionales, económicas, etc., Mt. 28:20; Fil. 4:19). Su Palabra
debe dar consuelo a través de sus promesas, las cuales son
innumerables para cada necesidad específica.
Cualquier palabra profética, debe confirmar lo que ya
Dios ha dicho de sus hijos en la Biblia. En gran manera, el
futuro de cada persona depende de su grado de obediencia
a la Palabra de Dios, más que de otra causa.
93
Capítulo – 8 –
35
En los versos 16 al 21 (contexto inmediato de 1 Pedro 19:1) se
nota que Pedro trata de explicar que Jesús es el Mesías y para eso
expone dos evidencias: su testimonio ocular y las profecías mesiánicas
relacionadas a Jesús escritas en el Antiguo Testamento.
36
Tanak (hb.) – Torah, el pentateuco o primeros cinco libros de la
Biblia. Nebiim, los profetas y ketubin los libros sapiensales.
95
venidero de Cristo, la vida y la condenación eterna, el fin
del mundo, etc. Este mensaje escatológico se convierte en
sí mismo en una profecía. La predicación del Evangelio es
un mensaje profético de la Biblia, pero no niega la vigencia
de la profecía predictiva y futurista que es un don y
ministerio para edificación de la vida personal de los
cristianos y la Iglesia, que está evidenciado en la Biblia.
37
Eventos similares se dieron en el AT, donde las personas sobre
las cuales descendió el Espíritu Santo, profetizaron (Nm. 11:25; 1 S.
10:10).
97
en el corazón de una persona a fin de darle testimonio de
que Dios es veraz y esto le puede conducir a Cristo.
Esta profecía predictiva, también lleva implícito un fin
evangelizador, pero está dirigida a la edificación personal,
no puede trastocar el contenido de la Biblia (bajo el juicio de
condenación), se remite a confirmarla.
99
b. El profeta Agabo
Agabo, es un profeta de la Iglesia muy renombrado en el
libro de los Hechos de los apóstoles, un breve vistazo a su
vida y ministerio ayuda a entender con más claridad el
ministerio profético de la iglesia:
“En aquellos días unos profetas descendieron de
Jerusalén a Antioquía. Y levantándose uno de ellos,
llamado Agabo, daba a entender por el Espíritu, que
vendría una gran hambre en toda la tierra habitada; la
cual se cumplió en tiempo de Claudio. Entonces los
discípulos, cada uno conforme a lo que tenía,
determinaron enviar socorro a los hermanos que
habitaban en Judea; lo cual en efecto hicieron,
enviándolo a los ancianos por mano de Bernabé y
Saulo” (Hch. 11: 27-30).
En este pasaje se mencionan unos profetas de la Iglesia,
haciendo alusión a varios que descendieron de Jerusalén.
Pero el relato se centra en uno de los profetas, Agabo.
En este caso la profecía de Agabo no se refiere al
anuncio del “Kerigma” (predicación del Evangelio), sino a una
profecía predictiva futurista que advertía una hambruna que
vendría en todo aquel territorio. El propósito de la profecía
del profeta Agabo era para que la Iglesia se preparara con
alimentos ante la inminente crisis advertida.
El escritor señala, que esto se cumplió en tiempos del
emperador romano Claudio (41-54 d. C.). Esto se puede
corroborar a través de la historia cristiana. El historiador
Josefo confirma una hombruna ocurrida en Judea en el año
46 d. C.38.
38
Maier, L. Paul. Josefo. Las obras esenciales. Ed. Portavoz. USA,
1994. Pág. 239.
100
El profeta Agabo profetizó un evento ajeno al anuncio
del Evangelio y se cumplió. Es evidente que el oficio
profético continúa vigente en la era de la Iglesia. La Iglesia
siempre ha gozado de este don para edificación de los
cristianos. Este ejemplo desmiente que el profeta de la
Iglesia solo anuncia el Evangelio, también tiene dones
espirituales para edificación de la Iglesia.
La profecía predictiva es una realidad que se debe
encarar, su vigencia en el contexto del NT es evidente.
Pero existe la necesidad de apropiarse del orden bíblico
que conduzca a canalizar los dones espirituales para
beneficio de la Iglesia. Este orden fue uno de los grandes
deseos del apóstol Pablo al escribir el capítulo 14 de su
primera Carta a los Corintios. Pablo exhortó a los corintios
a procurar los dones espirituales con la salvedad de que
esto se hiciera en completo orden y armonía dentro de la
comunidad cristiana.
101
Al puro estilo de los profetas antiguos, y por medio de
símbolos, aparece nuevamente en escena este profeta de la
Iglesia, quien atándose de pies y manos con un cinto dio a
entender por el Espíritu que de la misma manera atarían al
dueño del cinto, el cual resultó ser de Pablo.
El pasaje sugiere que el profeta no sabía a quién
pertenecía el cinto, pero por medio de Espíritu Santo pudo
advertir lo que le pasaría a su dueño. Es importante hacer
notar que Pablo trato de ser persuadido por los hermanos
de no ir a Jerusalén a causa de la palabra del profeta
Agabo, pero el continuó su viaje (vs.12-24).
Dios le advirtió a Pablo por medio del profeta Agabo
acerca del peligro que le esperaba en Jerusalén, pero él
partió hacia allá, sin que se impusiera la palabra del
profeta, cuya misión fue dar la advertencia, no obligar a
Pablo a no ir a Jerusalén. Agabo confirma que el profeta
advierte, no obliga a creer.
Cuando Dios da un mensaje a través de un profeta,
este debe preocuparse por la decisión que finalmente tome
el aludido, pues cada persona tiene libre albedrío para
aceptar o rechazar un mensaje. Dios no obliga a obedecer.
Pablo fue a Jerusalén y le sucedió lo que el profeta le
advirtió, pero él estaba dispuesto a morir por la causa de
Cristo y no le importó las consecuencias (Dios le advirtió a
Pablo lo que le sucedería, pero no le dijo que no fuera).
El Espíritu Santo quería preparar emocional y
mentalmente a Pablo para lo que le esperaba y este no se
detuvo en su intento de ir a Jerusalén a pesar de la
advertencia del profeta. La intención del profeta Agabo no
fue impedir que Pablo fuera a Jerusalén; sino dar el
mensaje que recibió por medio del Espíritu Santo.
102
Si alguien no cree en la profecía, ni en los milagros,
simplemente nunca los verá, pero no se le puede obligar a
creer en la profecía, ni en los demás dones espirituales.
Algunos profetas se enojan cuando no les aceptan sus
palabras de profecía, ese es un error, porque el tiempo es el
que demuestra lo que es o no es de Dios.
La labor del verdadero profeta no es la de imponer sus
palabras, ni obligar a que los demás le crean u obedezcan,
es sólo un comunicador de lo que Dios le manda decir.
La iglesia tiene el derecho a dar su veredicto con
relación a cualquier profecía y eso no es una blasfemia
contra el Espíritu, ni es pecado.
La Biblia no autoriza a nadie a ir por encima de la
autoridad de la iglesia. Todo profeta debe estar dispuesto a
someter su profecía para ser juzgada por la congregación.
Es un mandato divino, le agrade o no (1 Co. 29:30).
103
CONCLUSIÓN
105
hombres por servidores de Cristo, y administradores de
los misterios de Dios” (1 Co. 4:1).
Los dones espirituales deben ser ministrados para la
gloria de Dios, no para exaltar al ser humano: “Porque
¿quién te distingue? ¿O qué tienes que no hayas
recibido? Y si lo recibiste, ¿por qué te glorías como si no
lo hubieras recibido?” (1 Co. 4:7).
El amor es el mayor de todos los dones, sin amor
ningún don espiritual es útil en el reino de Dios: “Si yo
hablo lenguas humanas y angélicas, y no tengo amor,
vengo a ser como metal que resuena, o címbalo que
retiñe. Y si tuviese profecía, y entendiese todos los
misterios y toda ciencia, y si tuviese toda la fe, de tal
manera que trasladase los montes, y no tengo amor nada
soy” (1 Co. 13:1-2).
ANEXO
No se puede menospreciar:
Pablo enseñó que el don de profecía no se puede
menospreciar en la Iglesia. Pero, advierte que se debe
juzgar para tomar lo bueno y desechar lo malo39.
39
La profecía en este pasaje se puede referir también a la escrita,
pero la profecía escrita no se puede desechar como lo sugiere el verso,
106
“No menospreciéis las profecías. Examinadlo todo;
retened lo bueno” (1 Ts. 5:20-21).
Se debe procurar:
Pablo menciona la primacía de la profecía ante los
demás dones espirituales y exhorta a que se procure
más que cualquier otro don:
“Seguid el amor; y procurad los dones espirituales,
pero sobre todo que profeticéis” (1 Co. 14:1).
Tiene un propósito:
El propósito que persiguen los ministerios es la
edificación de la Iglesia como cuerpo de Cristo y la
profecía cumple esta función. Además, exhorta sobre la
base del amor y consuela, que es la labor más resaltada
por Cristo acerca del Espíritu Santo (Jn. 14:16, 26; 15:26;
16:7):
“Pero el que profetiza habla a los hombres para
edificación, exhortación y consolación” (1 Co. 14:3).
Es un ministerio de la Iglesia:
Se debe juzgar:
La palabra juzgar es usada en 1 Co. 12:10, con el
significado de discernir espíritus. Eso implica que
juzgar una profecía no es solamente para saber si
procede de Dios o no, sino para discernir el espíritu
que impulsa la profecía. La Iglesia tiene todo el
derecho de juzgar la profecía y determinar si se ajusta o
no al contenido de las enseñanzas de la Biblia:
“Asimismo los profetas, hablen dos o tres, y los
demás juzguen” (1 Co. 14:29).
BIBLIOGRAFÍA
Bibliografía general
110
Word, J. León. Los profetas de Israel. Outreach
Publications. Grand Rapids, Michigan, 1983.
Zimmerli, Walter. La Ley y los profetas. Ed. Sígueme.
Salamanca, 1980.
Szentmártoni, Mihály. Introducción a la Teología
Pastoral. Ed. Verbo Divino. España, 2000.
JOEL PERDOMO
112
14. HUMILLACIÓN Y EXALTACIÓN DEL CRISTIANO
15. RESPUESTAS A PREGUNTAS DIFÍCILES DE LA
BIBLIA
16. TEMAS INTERESANTES DE LA BIBLIA
17. JESÚS, NOMBRE SOBRE TODO NOMBRE
18. EL ESPÍRITU SANTO EN LA IGLESIA
19. UNA SOLA CARNE – Matrimonio, Divorcio y
Recasamiento a la luz de la Biblia.
20. SOLTERO – ¿Cómo esperar en Dios?
21. ADOLESCENCIA. ¿Cómo enfrentar los cambios?
22. LA SABIDURIA DIVINA
23. LOS PRIMEROS PASOS
24. VIDA CRISTIANA – Reflexiones
25. TESOROS DE LA BIBLIA
26. DISCIPULADO DE DOCTRINAS BASICAS
(búsquelos escritos y en audio en internet).
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