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Carta a mis alumnos

Queridos alumnos, estamos a mes y medio de culminar este ciclo escolar. En lo personal me siento
orgulloso de haber trabajado durante estos meses con ustedes. Siempre había deseado tener un
grupo competitivo y relajado a la vez. Cada uno de ustedes es distinto, pero no dejan de ser niños.
En mi posición de maestro pude tener errores que quizás no los pude percatar como tal. Si en cada
uno de ustedes causé dolor, llanto, corajes, desvelos, deseos de desaparecerme “Tómenlo por el
lado amable” porque hice lo mejor que pude. Día a día me preparo analizando mis aciertos y
errores para mejorar los primeros y superar los segundos.

A mis alumnos Daniel Mucur , Jhony Secaida, Adrián López, Rodrigo Chutan los extrañaré, ya que
son nobles y respetuosos y aunque fueran unos “relajistas” - como muchos les dicen a los niños
que se permiten ser auténticos- los seguiría queriendo porque son mis alumnos. Dios les bendiga
en sus nuevos caminos. A los demás qué les puedo decir, si cada día antes de que yo entre al aula
tienen una fiesta eterna en el salón. Los he sorprendido jugando a ser ustedes mismos, sin
máscaras. Pueden divertirse y jugar siempre y cuando sus juegos no impliquen dolor físico o
emocionales, porque si así fuese dejaría de ser un juego a como se los he dicho siempre.

Alumnos míos, construyan sus amistades desde el amor, sin juzgar, sin herir a nadie, sin hacerlos
sentir mal. Recuerden que cada uno de ustedes vive situaciones distintas y que juzgar la vida de un
compañero no ayuda en nada y tampoco hace superior a nadie; al contrario, genera sensaciones
negativas entre el que juzga y el juzgado provocando rencores que pueden contaminar su espíritu
de niño, un espíritu que siempre deben mantener en paz. Tengo fe en que ustedes serán lo que
sus corazones dicten, que escojan lo que les apasiona para que no vean su profesión u oficio como
un trabajo sino como una extensión de ustedes donde se sientan felices y plenos. Deseo que lo
que les haya podido enseñar con el esmerado acompañamiento de sus padres pueda reflejarse
como frutos dulces en sus

Como bien dice mi papá “La educación es como un árbol donde el aprendizaje es representado por
las amargas raíces necesarias para alimentar a éste, pero que, llegado el momento de cosechar los
frutos, estos son los más dulces y deliciosos que se puedan comer”. Mi papá comprendía la
magnitud de esta frase y la tenía presente todos los días. Sólo me queda decirles que me siento
orgulloso de tenerles como grupo. Que más allá de enseñarles contenido deseo aprendan a vivir y
amar la vida. Atentamente Prof. Nery Boj

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