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«autonomía», «voluntad» y «privada» principios básicos del ordenamiento jurídico privado

en general y del Derecho de Obligaciones y Contratos en particular.

Autonomía Unión de dos términos griegos: Nomos = ley y prefijo autos, que para la Real
Academia Española significa «propio o por uno mismo».

Voluntad. Heredera directa de la importante voluntas romana—, es definida en la primera


de sus acepciones por la Real Academia como «facultad de decidir y ordenar la propia conducta».
«facultad de decidir y ordenar la propia conducta». Pero voluntad es, también «libre albedrío o
libre determinación», y «elección de algo sin precepto o impulso externo que a ello obligue»

Privada. En efecto, con este adjetivo nos referimos, primeramente y con carácter general,
a lo «particular y propio de cada persona». Y, en segundo lugar, más particularmente, nos
referimos a lo privado por oposición a lo público, lo común por oposición a lo especial.

LO QUE COMPONE EL SIGNIFICADO DE LA AUTONOMIA DE LA VOLUNTAD PRIVADA


COMPLEMENTANDO UN POCO MÁS A FONDO.

EN SEGUNDO LUGAR, PASO A REFERIRME AL PASADO Y PRESENTE DE LA AUTONOMIA DE LA


VOLUNTAD PRIVADA.

El principio de la autonomía de la voluntad privada es una institución jurídica que se forjó lenta y
paralelamente a la evolución del concepto y tipos de contratos.

Sus raíces se hallan en una época en la que preponderaba el formalismo} Tuvieron que pasar
muchos siglos para que las personas pudiesen disfrutar de una pequeña capacidad para realizar
negocios jurídicos sin tener que pasar por pesados ritos y solemnidades, tenían validez social pero
no jurídica.

La voluntad de los contratantes no disponía de la autonomía jurídica suficiente como para crear un
vínculo de carácter obligatorio entre ellos si para ello no hacían uso de los tipos de contratos que
ya existían y cuyo contenido ya estaba predeterminado.

La primera vez que el Derecho Romano otorgue un cierto valor a la autonomía privada (entendida
ésta como la facultad de las partes para crear una relación obligatoria) será a través del
reconocimiento de la STIPULATIO = seguirá la creación de dos nuevos contratos: en primer lugar,
el formal, que se celebraba por escrito a través de la inscripción de su contenido en el libro de
contabilidad doméstica del acreedor.

Y, en segundo lugar, los antecesores de algunos de los actuales contratos reales, puesto que
requerían para su validez la entrega de la cosa sobre la que versaban. Estos contratos, que creaban
para la persona que recibía la cosa la obligación de devolverla fueron, sucesivamente, el préstamo
de cosa (actual comodato) o de dinero, el depósito y la prenda.
ESTOS CONTRATOS REALES Y FORMALES: bastaban para satisfacer las más fundamentales
necesidades de un pueblo que basaba la mayor parte de su actividad económica en la agricultura y
en las relaciones intrafamiliares. PERO se volvieron insuficientes para responder a los nuevos
intereses que siguieron a la notable transformación que experimentó lo que en un futuro llegaría a
ser la gran ciudad comercial de Roma.

En efecto, con la trasformación de la economía surgieron nuevas formas contractuales, en las que
se dotaba a la voluntad de las partes de una mayor autonomía.

El último escalón dentro del reconocimiento por el ordenamiento jurídico romano a la eficacia de
la autonomía de la voluntad se produjo cuando se otorgó valor jurídico a cualquier operación
jurídica unitaria, a cualquier acuerdo de voluntad.

DESDE LA JURISPRUDENCIA:

Artículo 1602 del Código Civil, cuyo tenor literal es el siguiente: “todo contrato legalmente
celebrado es una ley para los contratantes, y no puede ser invalidado sino por su consentimiento
mutuo o por causas legales”

La jurisprudencia se ha referido al origen de la figura y ha señalado se trata de un postulado


formulado por la doctrina civilista francesa a mediados de los Siglos XVIII y XIX.

Se consideró que la autonomía de la voluntad privada era el mejor medio para establecer
relaciones útiles y justas entre los individuos. En efecto se consideraba que los individuos libres e
iguales están en plena capacidad de velar por sus propios intereses, en consecuencia, las reglas
consentidas por ellos serían las mejores para asegurar su propio bienestar.

Tuvo intervenciones externas ajenas a la voluntad de las partes, tales como políticas legislativas o
la revisión judicial se veían como una amenaza al equilibrio inherente de los intereses privados
presentes en los acuerdos privados. Finalmente, todo contrato libremente consentido se
consideraba por definición conforme a la justicia y al interés general, porque “Qui dit contractuel
dit juste”

 CARACTERISTICAS DE AUTONOMÍA DE LA VOLUNTAD PRIVADA DESDE CONCEPCIÓN


RACIONALISTA:

El reconocimiento de una plena libertad para contratar o no, en principio en virtud del solo
consentimiento

La libertad de los individuos de determinar el contenido de sus obligaciones y de los derechos


correlativos, con el límite del orden público, entendido de manera general como la seguridad, la
salubridad y la moralidad públicas, y de las buenas costumbres.

La actividad negocial se dirigía exclusivamente a la regulación de los intereses particulares, es


decir, a la consecución de un estado de felicidad individual.

En caso de duda, en la interpretación de una manifestación de voluntad, siempre debía estarse a


la voluntad de los contratantes, sin que el juez pudiese determinar otro tipo de efectos jurídicos.
Actualmente la autonomía de la voluntad privada se manifiesta de la siguiente manera:

- En la existencia de libertad contractual sujeta a especiales restricciones cuando por


ejemplo están en juego derechos fundamentales, se trata de servicios públicos, una de las
partes ocupe una posición dominante o los acuerdos versen sobre prácticas restrictivas de
la competencia
- Se entiende que el ejercicio de la autonomía de la voluntad y la libertad contractual
persigue no sólo el interés particular sino también el interés público o bienestar común
- Corresponde al Estado intervenir para controlar la producción de efectos jurídicos o
económicos, con el propósito de evitar el abuso de los derechos;
- El papel del juez consiste en velar por la efectiva protección de los derechos de las partes,
sin atender exclusivamente la intención de los contratantes

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