“Ezequiel Zamora” – Unellez Vicerrectorado de Planificación y Desarrollo Social
Programa Ciencias del Agro y del Mar
Sub-Programa: Ingeniería en Producción Animal
Sub-Proyecto: Electiva III (Sistemas Agropecuarios Sostenible)
El Paradigma de la Sostenibilidad
Profesora: Josmarit Pinto
Bachiller: Uzcátegui Luis C.I. 10.037.722
Barinas, Noviembre del 2020
El Paradigma de la Sostenibilidad.
La sostenibilidad en materia ambiental, es una palabra que en las últimas décadas
del siglo XX y las dos que llevamos del nuevo milenio, a estado en boga entre ambientalistas, defensores de derechos humanos, conservacionistas, naturalistas, ecologistas, entes gubernamentales, religiosos, científicos, políticos y muchos otros entes y personas preocupadas por la salud del planeta Tierra. De tal manera que dicha palabra comienza a ser divulgada mundialmente a raíz de la preocupación imperante de algunos entes no gubernamentales que veían con suma preocupación, el alcance al que estaba llegando la explotación desmedida de los recursos naturales y la sobre-producción en algunas áreas geográficas. Por citar uno de los principales que dio origen a un movimiento científico, podemos señalar al Club de Roma, el cual realiza la primera crítica con el informe publicado sobre los “Límites del Desarrollo” por Donella Meadows en 1972.
La sostenibilidad en el proceso de conservación del medio ambiente, pasa por una
serie de obstáculos sin precedentes desde algunos siglos atrás, producto de las conquistas, el resurgimiento de mercantilismo y posterior crecimiento de la revolución industrial y el capitalismo, se incrementa con voracidad la necesidad de tomar recursos naturales en función de un crecimiento desmedido y en pro del llamado progreso y desarrollo económico, entramos a una fase de utilitarismo que a la larga devendría en el agotamiento de los recursos disponibles en ciertas regiones sobre-explotadas.
En el devenir del siglo XX, la industrialización, la mecanización y deforestación de
vastas áreas rurales comienzan a cambiar el paisaje de muchas regiones del continente americano, el asiático y africano. La primera y segunda guerra mundial al igual que los posteriores conflictos bélicos dejó una honda huella, motivado a diferentes causas, desmovilizaciones en masas, éxodos poblacionales, intervención territorial, exterminio racial, violación de derechos humanos, genocidios, deterioro al medio ambiente producto de arsenal bélico, desechos tóxicos, bombas nucleares e infinidad daños graves al ambiente sobre todo a la biodiversidad y a la humanidad en sí misma. La llamada revolución verde también se le endosa una notable huella sobre el medio ambiente, ya que el crecimiento a gran escala de los cultivos e implementación de una nueva gama de productos agroquímicos utilizados para el control de plagas y malezas, trajo graves consecuencias sobre el equilibrio de los ecosistemas, también el uso de fertilizantes sintéticos o bien conocidos como inorgánicos contribuyeron por su uso irracional al desmejoramiento y desertificación de áreas de cultivo en muchas regiones de América y el resto del mundo.
Estos antecedentes son parte de un compendio de causas negativas que han
intervenido de manera directa e indirecta en la degradación de los ecosistemas naturales y por ende en el deterioro del ambiente de forma paulatina, aunque están presentes otros grandes contaminantes, producto del crecimiento industrial de empresas generadoras de bienes de consumo masivo, industrias de extracción de combustibles fósiles, (petróleo, carbón, orimulsión, petroquímica, termo eléctricas, plantas nucleares y otros), generadoras de grandes cargas de CO2 y metales pesados a la atmosfera, contaminando el aire y generando un incremento en los niveles de gases de efecto invernadero. Todo esto ha contribuido en los últimos cien años, los efectos nocivos de la degradación del equilibrio ambiental.
Esto motivó a la creación y legalización del Club de Roma y la elaboración del
informe sobre los Límites del Crecimiento en 1972. Aludiendo a este término “crecimiento”, ya en el siglo XVIII el economista inglés Tomas Malthus, había vaticinado en una de sus tesis sobre el crecimiento y, citando una frase célebre del mismo, decía: “La población sin restricción se incrementa en proporción geométrica. La subsistencia (los alimentos) solo se incrementan en proporción aritmética”. Tal vez, haya quienes vean este club como neomalthuistas, pero es indudable que sus proyecciones tenían una amplia visión a futuro. Al igual el Club de Roma vaticinó cambios significativos en la temperatura global, proyectados al año 2052 donde según su informe en los próximos 40 años aseguran un ascenso de la temperatura de 2° para esta fecha si no se toman los correctivos para disminuir el efecto invernadero.
Eventos posteriores al Club de Roma dan origen a la preparación de un informe que
va de alguna manera a revolucionar el concepto de protección al medio ambiente y va a fijar las pautas de un entramado legal para ser asumido por gran parte de los países agrupados en las Naciones Unidas ONU.
Para el año de 1983 las Naciones Unidas, encomiendan la exministra Noruega, la
señora Gro Harlem Brundlant, junto a una comisión multinacional la elaboración de un informe que se denominó “Nuestro Futuro Común” y sus siglas en inglés (Our Common Future), fue terminado para el año de 1987 y el dicho informe se comienza a utilizar el concepto de sostenibilidad ambiental, “Está en manos de la humanidad hacer que el desarrollo sea sostenible para asegurar que satisfaga las necesidades del presente sin comprometer la capacidad de las futuras generaciones para satisfacer las propias” haciendo énfasis en un desarrollo sostenible en contraposición al desarrollo desmedido globalizante imperante hasta la fecha, también hace un énfasis en el contexto económico y social del desarrollo.
El informe Brundtland fue el preámbulo para la promulgación de los principios
ambientales fijados en el contexto internacional, ratificados por más de 178 países y 400 representantes de ONG. En la llamada Cumbre de la Tierra celebrada en Rio de Janeiro Brasil en el año 1992, dicha cumbre fijó los Principios Universales de la Declaración de Rio Sobre el Ambiente y Desarrollo. Fijando las pautas de los trabajos que antecedieron y sobre todo los objetivos planteados en el informe Brundtland.
La sostenibilidad ambiental se afianza cada vez con mayor fuerza como un
paradigma de salvación, una bandera enarbolada por la Carta de la Tierra. Como un vector que guie el rumbo hacia un futuro promisor, donde las legislaciones locales respeten los principios emanados del seno de sus representantes políticos en los convenios y acuerdos suscritos en las cumbres y protocolos de obligatorio cumplimiento una vez suscritos y ratificados por los congresos de cada país como ley propia que regirá en jurisdicción de su territorio, pero sin desestimar la obligación de reparar los daños cometidos a otros en ocasión al incumplimiento de las normas establecidas en dichos acuerdos y leyes de carácter internacional.