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De izq. a der.: Cinthya Soto, Cecilia Collazos, Francisco Cabrejos, Mirian Caloretti, Pligio Hidalgo y Vianca Rebatía.

Parte

El Libertador Olvi
AÑO DEL BICENTENARIO

UNQUE algunas veces se refie­

A ren a él como argentino, lo cier­


to es que Luzuriaga es tan
peruano como San Martín es argenti­
no, e igual de importante para la gesta
independentista continental corno don
José”, afirma Francisco Cabrejos, pre­
sidente de la Asociación Horizontes
del Bicentenario del Perú y de Améri­
ca. Por supuesto, esta declaración sor­
prende. El nombre de Toribio de Luzu­
riaga no salta tanto a la vista como los
de Simón Bolívar y el General José de
San Martín. Sin embargo, como nos
comenta la historiadora Carmen McE-
voy, el recorrido militar de Toribio de
Luzuriaga es tanto o más apasionante
que el de los otros afamados proceres.
Luzuriaga nació en IJuaraz en
1782. Con apenas 15 años, empe­
zó sus fundones como secretario del
marqués de Avilés, entonces gober­
nador del Callao, a quien tiempo des­
pués acompañó a Argentina cuando
Avilés fue nombrado Virrey del Río
de la Plata. Sería en dicho país donde
finalmente sus caminos se separan, y
Luzuriaga inicia su carrera mili tai1.
Cabrejos relata que Luzuriaga
“luchó contra la invasión inglesa a las
provincias de La Plata, que se pro­
dujo alrededor de 1807, donde cayó
prisionero. Tiempo después, partici­
pó en la primera campaña del Alto
Perú como parte de la primera expedi­
ción auxiliadora”. Además, nos cuen­
ta que, por sus dotes militares, “llegó
a ser comandante del Estado Mayor
del Ejército Unido Libertador, Gene­
ral del Ejército argentino, Mariscal
de Campo de Chile y el primer Gran
Mariscal del Perú desde diciembre
de 1821”. De esta manera, la magni­
tud de la importancia de Luzuriaga
“radica precisamente en la trayecto­
ria y reconocimiento militar que gozó,
pero también por su apoyo en favor
de la causa independentista desde
el primer momento”, agrega Fran­
cisco Cabrejos. Como prueba de esto,
nos comenta que, “si bien perteneció
a las tropas realistas comandando el
escuadrón de caballería ‘Dragones’ de
le Horizontes del Bicentenario con el retrato de Luzuriaga. Río de la Plata, apoyó la insurgencia
desde el inicio, en 1810. Ese año luchó
en la batalla de Sui pacha en el Alto
Reivindicación de Toribio de Perú (en la actual Bolivia), batalla que
Luzuriaga, el mayor procer significó el primer triunfo del ejército
de las Provincias Unidas de Sudamé-
peruano de la Independencia. rica en la lucha por la independencia”.
Historiadores buscan restos Aimque tuvo una brillante carre­
del suicidado héroe. ra militar, también tuvo responsabili-O
O dades en el ámbito político. Así, “para
1812 ya era jefe del Estado Mayor
del Ejército de las provincias de La
Plata, y un año más tarde, fue desig­
nado ministro de Guerra. Años des­
pués se convierte primero en goberna­
dor, intendente y luego Comandante
General de la provincia de Cuyo, cargo
que ocupó hasta antes de llegar a Perú
en 1820”, detalla Cabrejos.
Luzuriaga fue el que estuvo a cargo
del desembarco de Paracas el 8 de
setiembre de 1820 por encargo de San
Martin, comentan tanto McEvoy como
Cabrejos. Además, por designio del
Libertador, fue también presidente
de la provincia de Huaylas. “Aunque
la comparación entre el Libertador
argentino y Luzuriaga es tentadora, lo
cierto es que ambos brillaron por luz y
méritos propios en diferentes hazañas,
pero colaboraron en la lucha indepen-
dentista continental, y se complemen­
taron para lograr la independencia
peruana”, observa Cabrejos.
La historia de Luzuriaga no tuvo Bosquejo de la batalla de Suipacha (en la intendencia de Potosí) de 1810.

"Bolívar prohibió
su reingreso al
Perú por temor a
perder
protagonismo".
un final feliz. Alrededor de 1822, se
embarca en un viaje con motivo de
conseguir alianzas y apoyo económi­
co y militar de las Provincias Unidas
de La Plata para que colaboren con el
Perú en la expulsión de los españoles
que restaban tras la independencia.
Sin embargo, “la convulsión política Representación de Luzuriaga junto al arma con la que acabó con su vida.
que vivían las Provincias y la salida Abajo, Estampilla del Perú en 1921 con imagen de Toribio de Luzuriaga.
de San Mallín del Peni, desbarata­
ron sus planes”, detalla McEvoy. Al
volver de este viaje, Bolívar prohibió
su reingreso a Perú y lo amenazó con
encarcelarlo. “Se dice que el Liberta­
dor le poma cabe a quien haya tenido
contacto con Luzuriaga por temor a
perder protagonismo, y por eso no lo
dejó entrar. Para mí, eso habla muy
bien de Luzuriaga.”, enfatiza el histo­
riador Juan Luis O negó.
Ante la prohibición y el exilio
de San Maitín, Cabrejos indica que
Luzuriaga regresó a Argentina y “se
retiró a la vida privada. Años des­
pués, sumido en la desesperación por
cionista privado y no en un museo.
d e / fáieesiótzetaAM Además, continuará las pesquisas
de sus restos en Pergamino. Para
de el 16 de abril tienen agendada una
conferencia de prensa que finalmen­
te develará la imagen real del Liber­
tador en el Salón Consistorial de la
A so c ia c ió n Cív ic o P atrió tica Municipalidad de Miradores. Inclu­
hundadii en Lima el LJ de julta d* 2019
so están en sus planes una obra de
Patrón R ectoral N° 1442Ó60Ó teatro, una novela y una radionovela
sobre la historia del Libertador,
“En Chile tienen a O'IIiggins, en
Argentina a San Martín y Beigrano
y en Venezuela a Bolívar como pro­
ceres de sus independencias, y ¿en
Perú?”, se pregunta Cabrejos. “Aquí
creemos conocer la historia comple­
ta, pero parece que hemos olvidado
a un peruano que fue parte impor­
tante de la independencia no solo del
Perú, sino también de Bolivia, Chile,
Argentina y Ecuador”, comenta Orre-
go en la misma línea. El relato his­
tórico de la independencia peruana
“está lleno de olvido e ingratitud, y
Sellos de la Asociación Cívico Patriótica Horizontes del Bicentenario del eso tiene que ver mucho con la ficción,
Perú y América.

"Nuestra relato
histórico está lleno
de olvido e
ingratitud", señala
McEvoy.
sin base histórica alguna, de la inde­
pendencia concedida, pero también
de un Estado que no ha sabido dar­
les el lugar histórico correspondien­
te a las figuras individuales perua­
nas, como la de Luzuriaga o Sánchez
Carrión”, señala McEvoy. En esta
Pedazo de carta con la firma del Gran Mariscal del Perú fechada en 1816. línea, Orrego señala que es absolu­
tamente legítimo que, “en las cele­
las deudas que tenía, decidió acabar no. Casi no aparece en los textos esco­ braciones por el bicentenario, se reco­
con su vida de un disparo en la cabe­ lares. Y pocos historiadores responden nozca a Luzuriaga en su real magni­
za, vistiendo el uniforme de Gran ai llamado de CARETAS. Quizás por­ tud”. Para el historiador, es el “perso­
Mariscal del Perú”. Incluso después que se cree erróneamente que el Perú naje de la independencia que enarbo­
de fallecido, parece ser que la suerte fue la cuna de los ideólogos de la inde­ la todos los pendones necesarios para
no estuvo de su lado, pues “su nicho, pendencia (como el jesuíta arequipeño tener el título de padre de la patria”.
en Buenos Aires, subió inundaciones, Viscardo y Guzmán), mas no la de los En este sentido, el objetivo de Hori­
por lo que sus restos se encuentran líderes libertadores. zontes del Bicentenario es tan ambi­
no habidos”, finaliza Cabrejos. En ese sentido, la Asociación Cívi­ cioso como necesario. En tiempos de
A 100 años del reconocimiento por co Patriótica Horizontes del Bicente­ COVTD-19 —con las trágicas cifras en
parte del Congreso peruano de Luzu- nario del Perú y de América tiene un subida y la moral nacional en bajada—
riaga como el máximo procer de la objetivo claro: reivindicar la imagen reivindicar el legado del Gran Mariscal
independencia, parece ser que la tarea del Gran Mariscal como padre de la como personaje histórico sirva tal vez
para darle el lugar histórico que le patria. Cabrejos viajará a Argentina para fortalecer la identidad nacional.
corresponde sigue pendiente. Al lec­ en busca de su espada, la que increí­ Y hacerle justicia al Libertador. (Natalia
tor habitual no le suena como perua­ blemente está en manos de un colec­ Espinoza/ Santiago Carranza Vélez) ■

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