Está en la página 1de 6

es el efecto entendido como vocación al

cristianismo

refiere al paso de la oscuridad del pecado a la


Elaboró: Abraham Ángel luz de la gracia
||
Espinoza Ogarrio
ILUMINACIÓN Los alejandrinos entendían esta luz en un
sentido gnoseológico aplicado a la fe

|
SACERDOTES,
PROFETAS Y Incorporación
REYES Dominio,
El Espíritu Santo porque Él es origen de Configuración (alter
toda misión en la Iglesia, Él mismo es VIDA EN Christus)
la unción de los cristianos, por tanto, CRISTO Revestimiento
es quien les trae estas funciones Pacto o Alianza nupcial.
mesiánicas, capacitándolos para que
lleven a cabo esta tarea con éxito. Al Los efectos del
ser incorporados con Cristo, Sacerdote,
Profeta y Rey, el cristiano, participa de bautismo II
estos predicados.

SELLO Y
SEGURIDAD Y El carácter es una señal
CARÁCTER
OPOTIMISMO espiritual impresa en el
El bautizado
Parresia  la seguridad de la alma por el sacramento
queda
que goza el cristiano en Es un signo distintivo y
marcado, que configurativo
relación con Dios, con los
es garantía de
enemigos de su salvación, con
la protección
el testimonio de su fe y con su
divina
suerte última

Optimismo alegría por el


bautismo
Elaboró: Abraham Ángel Espinoza Ogarrio Asignatura: Teología de los sacramentos de
iniciación

Profesor: Adrián de la Cruz Facultad: Teología

LOS EFECTOS DEL BAUTIMOS CRISTIANO II

Seguiremos exponiendo algunos de los efectos del bautismo, nos centraremos en la iluminación, la
vida en Cristo, sello y carácter, las funciones mesiánicas y la seguridad y el optimismo. Sin más
hablemos del primer elemento, la iluminación, es el efecto entendido como vocación al
cristianismo, refiere al paso de la oscuridad del pecado a la luz de la gracia. La tradición lo utiliza el
pasaje de la curación del ciego de nacimiento para hablar de este efecto. Las fuentes de esta luz:
Dios mismo, otras Cristo, en otras el Espíritu Santo. Los alejandrinos entendían esta luz en un
sentido gnoseológico aplicado a la fe, es decir, la fe es el efecto del bautismo. En el Nuevo
Testamento, concibe la fe como don del Espíritu Santo. La Tradición afirma que en el bautismo se
otorga la fe, llamando propiamente al bautismo sacramentum fidei.

La vida en Cristo es otro efecto, que para entenderlo es preciso tener en cuenta que tras la
experiencia de comunión con Cristo, se crean vínculos y relaciones entre el bautizado y la Persona
de Cristo, por eso con el bautismo de inaugura una nueva vida en Cristo, pero en diferentes
facetas, a saber: incorporación, dominio, configuración (alter Christus), revestimiento y pacto o
Alianza nupcial.

Tocante al sello se dirá que tras el bautismo el neófito queda como marcado por una impronta, en
sentido religioso, es decir, se presenta como la garantía de la protección divina, como el caso ce
Caín en el Génesis, o la puerta marcada con la sangre del Cordero en el Éxodo, o la circuncisión de
los judíos, que representa el signo de pertenencia al pueblo de la Alianza. Pero posteriormente en
el cristianismo, representa la protección de Dios, y la manifestación de la pertenencia a Dios y a la
Iglesia, su autor es Dios mismo, esta realidad, es indestructible, relacionándolo con el signo de la
unción dentro del rito del bautismo. San Agustín dice al respecto del sello que tiene dos efectos,
primero, es la plena animación por el Espíritu, la gracia. Y segundo, el haber sido consagrado a
Dios e incorporado a la Iglesia, no puede revertirse, por tanto, no podemos volver a bautizarnos,
porque nos imprime carácter, lo que nos lleva al siguiente efecto.

En la Edad Media en su deseo de definir la naturaleza del carácter recurren a categorías


aristotélicas, llegando a su sentido técnico moderno, el carácter es una señal espiritual impresa en
el alma por el sacramento. Tomás de Aquino dirá que el carácter es un signum gratie, una potencia
que se inserta en el alma el día de nuestro bautismo. Es un signo distintivo y configurativo,
trayendo con ello originalidades como, que hay conexiones entre carácter y culto, y entre carácter
y sacerdocio de Cristo. Hay que decir además que el carácter capacita para participar en el culto
divino, en las acciones sacramentales. Como conclusión de dice que el carácter es una
participación ontológica en el sacerdocio de Cristo.

Tratemos ahora las funciones mesiánicas del cristiano, como efecto del bautismo que nos dejan en
calidad de sacerdotes, reyes y profetas. Para ello hay que resaltar el protagonismo del Espíritu
Santo porque Él es origen de toda misión en la Iglesia, Él mismo es la unción de los cristianos, por
tanto, es quien les trae estas funciones mesiánicas, capacitándolos para que lleven a cabo esta
tarea con éxito. Al ser incorporados con Cristo, Sacerdote, Profeta y Rey, el cristiano, participa de
estos predicados.

Por último, hablemos de la seguridad y el optimismo, expresada concretamente en la parresia y la


alegría del bautizado. En cuanto a la parresia hay que decir que es el elemento que más destaca de
la catequesis patrística, que etimológicamente designa una declaración total, pero para los
cristianos significa la seguridad de la que goza el cristiano en relación con Dios, con los enemigos
de su salvación, con el testimonio de su fe y con su suerte última. Es una armadura necesaria para
defenderse de los enemigos. Esta seguridad libera del temor al cristiano y le infunde valor ante el
demonio y lo acompaña, incluso, más allá de la muerte. Esta parresia es presentada como una
razón para el bautismo de los niños. Para los Padres, significa la confianza y familiaridad con Dios.

El último elemento es la alegría del cristiano como furto del bautismo, ya que Dios y la Iglesia tras
el sacramento engendran al nuevo hombre para la felicidad, esa misma alegría se manifiesta
también al recibir a los bautizados, comparada con la alegría que experimenta el padre al recibir al
hijo pródigo.
Elaboró: Abraham Ángel Espinoza Ogarrio Asignatura: Teología de los sacramentos de
iniciación

Profesor: Adrián de la Cruz Facultad: Teología

LOS EFECTOS DEL BAUTIMOS CRISTIANO II

Síntesis: explica qué elementos de los temas vistos te ayudan en tu vida espiritual
y qué elementos podrían ayudar en la vida espiritual de tus compañeros
seminaristas
El primer elemento es la Iluminación, entendida como los alejandrinos, a mí como
seminarista me ayuda porque puedo comprender las verdades de fe, es decir, no
es mérito mío el comprender aquello que me enseñan en la escuela tocante a la fe
y dogma, sino un don divino, una iluminación que el Espíritu hace en mi gnosis,
pedida antes del estudio, en los exámenes y en la oración.
El segundo elemento es el sello, entendido como la garantía de la protección
divina, que no lo pierdo, porque no depende de mi comportamiento, Dios me
acompaña, ahora que tuve la experiencia del COVID-19, esta garantía que tenía
de su acompañamiento, me hizo no temer a la muerte, me hizo comprender
incluso que, si moría, era un regalo porque estaría a lado de mi Señor. Esta
convicción surge de una oración profunda en medio de la postración, del
sufrimiento, de la angustia en medio de ver morir a mi madre, mi padre en el
hospital, mis hermanos a punto de entrar en él, y que yo debía tener mucho
empeño. Nada de eso lo pude haber logrado sin la asistencia de Dios que me
imprimió carácter el día de mi bautizo y ahora lo comprendo mejor, por eso me
sentí acompañado en los que, hasta ahora, han sido los días más oscuros de mi
vida.
Lo descrito anteriormente sin duda, me trajo seguridad, furto de la gran relación
que engendró en mi Dios, porque no solo sabía que me acompañaba, sino que me
sentía seguro, y muy alegre en medio de la enfermedad, en medio de la muerte de
mi madre, que incluso fuimos criticados por mi familia extra nuclear, porque fuimos
acusados de no llorarle, pero en mi familia existía la convicción de que gozaría de
la presencia del Señor porque ella hizo lo correcto desde hacía muchos años,
desde su testimonio de fe, con su vida predicó y enseñó lo que Dios había
realizado, y eso nos llenó de alegría, porque sabíamos que en medio de todo, la
mano de Dios estaba entre nosotros.
Todo esto acrecentó y fortaleció mi vida espiritual, no porque no tuviera, sino que
era vaga, sobre arena, ahora me siento confiado, en relación más íntima con Dios
y no hay día que yo sepa que el me acompaña y que no sienta que me llama, por
eso he tratado de crecer cada día como ser humano, por eso el último elemento
que quiero tocar no solamente para mí sino para mis hermanos seminaristas, es la
vida en Cristo, y como punto álgido me gustaría tocar el tema de la configuración
con Él, si bien es cierto, que todo bautizado está llamado a ser imagen de Cristo,
nosotros como seminaristas, lo estamos llamados a ser con más fuerza, que de
verdad hagamos resonar con nuestro testimonio que Jesús sigue vivo, desde las
actitudes más pequeñas, y que poco importa cuánto sepa a nivel intelectual, sino
cuanto vivo aquello que sé. Poco importa cuánto oremos sino lo reflejamos en
nuestras actitudes diarias, sino no se ve nuestro rostro lleno de optimismo, aún en
medio de las tribulaciones porque confiamos en Él. Poco importa el trabajar todo el
día o ir al deporte, sino lo hacemos con un sentido de entrega total, sino amamos
a Dios, y toco aquello del amor, porque el que ama, ya no vive para sí, sino en
aquello en lo que ha decido entregar su alma, y lo hace tanto que se vuelve uno
con el amado, si nosotros decimos amar a Cristo, que se note, en los instantes
más pequeños de nuestra vida, en lo discreto, en el silencio, y si es preciso en
obras visibles para todos, ese el verdadero tesoro de nuestra configuración con
Dios, signo de haber crecido en la espiritualidad, porque la verdadera
espiritualidad, se distingue en la calidad de relación que tenemos con los demás,
qué tanto hacemos felices con nuestra existencia a los que nos rodean.
Solo desde una vida en Cristo plena, por el amor que le tenemos podremos
ejercer las funciones mesiánicas, a saber, sacerdote, profeta y rey. Mismas que
participamos en Cristo desde el día desde nuestro bautismo, y digo que solo
podremos ejercerlas en plenitud cuando estemos fundidos con aquel que creemos
nos ha llamado, porque de lo contrario regiríamos sin autoridad, proclamaríamos
nuestra palabra y no la de Dios y seriamos al servicio no de los demás sino de mis
propios intereses.
He ahí, aquello que como seminaristas nos podría ayudar a crecer de cierto y en
verdad en la dimensión espiritual, si amaramos a Cristo desde lo hondo de nuestro
ser, teniendo una vida auténtica en Cristo, para después ejercer las funciones
mesiánicas. Y diré algo con cierto atrevimiento y, por lo tanto, con cierta
ignorancia, pero poco importarían los ritos externos de la renovación bautismal, las
profesiones de fe, las postraciones, ayunos y oraciones, sino se tiene amor
auténtico y un rostro de misericordia a semejanza con Cristo, freto de una íntima
relación con él.

También podría gustarte