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Universitarios, acontecimiento y educación

O inventamos o erramos
SIMÓN RODRÍGUEZ

Para comenzar a discutir sobre la situación educativa en la que nos encontramos,


me parece importante precisar el uso de algunos conceptos filosóficos
(intencionalidad, subjetivismo, conciencia, sujeto) que van a facilitar el análisis de
la educación, y sobre todo van a permitir un mayor grado de profundidad en este.
Como estudiantes debemos valernos del conocimiento para articular el
aprendizaje con nuestras distintas realidades. Así los universitarios somos seres
en potencia para convertirnos en sujetos en la educación.

Con seguridad puedo afirmar que la filosofía de la educación es indispensable y


más en los contextos educativos que nos encontramos actualmente a causa de la
pandemia, ya que es un pre-texto para reflexionar sobre nuestra educación e
incitar a la toma de conciencia de la subjetividad en nuestra formación.

La filosofía de la educación es un novedoso camino que conduce a la toma de


conciencia del sujeto en la educación, pero al igual que todo camino de
transformación tiene un principio, y a veces un final; reflexionar en torno a la
educación comienza al plantear la pregunta: ¿qué es la educación? A lo que a mi
respecta la educación es un mecanismo ejercido por los seres humanos, con una
intencionalidad, que se ve presentada y representada en la mayoría de las
instituciones educativas de nuestra historia; como un diseño del Estado para
garantizar su continuidad, no obstante hay otras propuestas que intentan liberar,
como es el caso de la pedagogía de Paulo Freire; entonces ¿es posible educar
para la libertad?

Mientras que una pregunta lleva a otra, y no se siempre se consigue una


respuesta, la filosofía es así como se manifiesta, sin embargo no sólo basta con
hacer preguntas, antes hay un arduo trabajo de pensamiento. Pido al lector que no
pierda de vista este concepto ya que tiene una gran importancia tanto para la
filosofía como para la educación. Así mismo, hay una serie de conceptos
fundamentales que constituyen a la educación y el reconocimiento de su
existencia nos permite desplegar ciencias como la ontología, epistemología o la
ética, por mencionar algunas. Revisemos algunos conceptos que nos permiten
colocarnos en la carreta.

Acontecimiento y sujeto en la educación

Pensar la educación nos remonta a la escuela. Un espacio físico donde se


reúne como lo afirma Cerletti, el triángulo pedagógico1 constituido por el que
enseña, el que aprende y lo que se enseña, sin embargo es también en este sitio
donde se hacen tangibles sus particularidades, pero cómo es que se hacen
visibles, simplemente ¿se les señala? Para ello la filosofía nos permite ver lo
invisible, a través de diferentes métodos, dar cuenta de ellos y problematizarlos.

A partir de una perspectiva ontológica describe cómo la educación


institucionalizada se configura alrededor de una meta estructura, que a partir de la
repetición y la normalización busca formar seres ideales para la vida en la
sociedad, a costa de reducir la singularidad al mínimo a través de los mismos
mecanismos de la educación; al observar desde la perspectiva de la teoría del
sujeto de Alain Badiou, Cerletti nos quiere responder si es posible que en este sitio
se dé la irrupción de algo nuevo, de la novedad.

Entonces, ¿qué es todo esto a lo que puedo llamar semestre?, ¿dónde empieza y
termina la escuela en los espacios físicos?, ¿qué es aquello que nos ha movido de
las aulas? y seguramente… ¿qué le depara a la educación?.

1 Alejandro, Cerletti, Repetición, novedad y sujeto en la educación (Del estante editorial: 2008)
De ello resulta un concepto, con un contexto cercano abordado desde distintas
habitaciones (aulas virtuales), así el acontecimiento: “singularidades irreductibles
2
fuera de la ley de las situaciones” pero la definición es compleja y presenta un
panorama, aunque desalentador, bastante cercano a muchas de las situaciones
educativas que se (re)presentan en la actualidad. En realidad en el complejo
cuadro de la educación institucionalizada algo nuevo puede existir si se
manifiestan singularidades y multiplicidades entre el triángulo pedagógico. A este
momento azaroso, en un espacio y tiempo determinados, con las circunstancias en
contra, es lo que podemos reconocer como un acontecimiento. No obstante,
considero que ubicar el acontecimiento no basta para que la novedad sea parte de
nuestra visión educativa, es de extrañarse que la vida misma nos rebase, incluso
se reduce a la vida misma de ese acontecimiento, irrepetible, que dé paso a
infinitas multiplicidades.

Ahora si el acontecimiento es esencial para la novedad, lo es también el ser que


está envuelto en este mecanismo llamado educación. Es certero Cerletti, cuando
distingue una tipología de este sujeto, pero estrictamente considera a través de
una reducción ontológica que el único sujeto que puede existir en una situación
educativa cualquiera es el sujeto en la educación. 3 Entonces, ¿qué es lo que hace
único a este sujeto en la educación? “Ser sujeto implica la decisión de serlo y en
esta posibilidad subjetiva de transformación se juega la perspectiva de existencia
de mundos alternos”4

Si bien el camino de la novedad es largo, la filosofía de la educación nos coloca en


el sitio del acontecimiento. Una vez en este camino las posibilidades parecen
infinitas, la reflexión se detiene ante cualquier concepto y es tarea del filósofo
hacer visibles los elementos que entran en juego. En otras palabras dentro de la
existencia de lo que podemos llamar real que es una escuela, la universidad, el

2 Alejandro, Cerletti, Repetición, novedad y sujeto en la educación (Del estante editorial: 2008) 60.
3 Cerletti, Repetición, novedad y sujeto en la educación.
4 Cerletti, Repetición, novedad y sujeto en la educación, 120.
aula, un estadio, los teatros, las bibliotecas, lxs compañerxs, lxs maestrxs, los
saberes. Hay algo de lo que podemos estar seguros, o pretender tomar partido, y
no es más que la seguridad de que el que aprende soy yo. Sin embargo, ante esta
génesis se revela una serie de rutas pedagógicas que desde lo singular o lo
individual, en casa, en una ambiente diferente, no por tanto mejor o peor, pero sí
desde una nueva latitud que se vuelca al universitario, y nos coloca en el mapa.

Después de mayo nada fue igual.

Ahora desde otra perspectiva filosófica nos encontramos con Grisoni, que
en el libro Políticas de la filosofía delimita un acontecimiento, que irrumpió en la
filosofía contemporánea. Esto provocó que la actividad actual de la filosofía dirija
al pensamiento hacia una nomadización y para defender esto Grisoni ubica dos
tipos de máquinas; una primera, sedentaria, llamada Institución. “Desde hace
varios siglos, la filosofía occidental, al participar de la Institución, tenía por función
racionalizar (es decir codificar según el modo-de-pensar dominante) los discursos
producidos en los diversos campos de lo social” 5. Por otra parte, llamará Margen
a un segundo tipo de máquina nómada, que tiene el potencial de ser el sitio donde
se haga visible la novedad. Este dinamismo que principalmente lo podemos
orientar, a la reflexión de nuestro conocimiento y los saberes que van
configurando esta nueva normalidad, por ejemplo, sin duda hay algo que ha
cambiado, no nos es extraño el pensamiento de la incertidumbre, ni acostados
pero tampoco levantados desde nuestra realidad; aún así estamos frente a la
tecnología que irrumpimos sin pies ni cabeza.

En concreto, estamos ante la intersección de fenómenos filosóficos y educativos,


que presentan reflexiones propias pero que engloban la materia de este ensayo.
No obstante, vamos a dejar por un lado la noción de acontecimiento, porque antes
que nada, existe de una u otra manera el triángulo pedagógico. Entonces la

5 Dominique Grisoni, “Obertura” en Políticas de la filosofía (FCE, 1982) 18


reflexión sobre la filosofía de la educación conduce a la siguiente pregunta: ¿cómo
es que los universitarios participamos en la educación?

Comencemos con la posibilidad de que el universitario sea el sujeto que enseña


en cualquier situación educativa. ¿Acaso su condición lo hace diferente a
cualquier otro educador?. Si le preguntas esto a un docente como Derrida, nos
dirá que es consciente y que se sabe inmerso en un mecanismo y este opera bajo
un mismo pacto para todos sus elementos constitutivos. Esto implica la renuncia a
algo. Yo, como filósofo, a qué estaré renunciando (?)

A causa de esta renuncia implícita en la situación educativa, es posible explicar la


posible falta de singularidad del cuerpo docente 6, que tiene como consecuencia la
continuidad del orden establecido. Por su parte, Grisoni, cierra al que llamaré
círculo normalizante, estableciendo que a pesar de que un filósofo se encuentre
envuelto en la educación, no garantiza la generación de nuevos saberes sino que
eventualmente lleva a la repetición de saberes establecidos. “El filósofo participa,
pues, de este espacio, se inserta en él en el lugar del maestro, eleva su discurso
hasta ese punto en que está el saber y, por consiguiente, por más que pretenda
otra cosa, acepta ser percibido como el dispensador del saber filosófico.” 7
Efectivamente, el escenario de la educación es desalentador porque nos
encontramos con un programa unificador que imposibilita la irrupción de la
novedad desde su propia génesis, y a partir de la reproducción somete a los
elementos del triángulo pedagógico además de coaccionarlos desde la
constitución de su ser. “En realidad, experimenta, directamente o no, la coacción
ideológica o política, el programa real del poder. Y, por tanto, tiene forzosamente a
reproducirlo en lo esencial, reproduciendo sus condiciones de ejercicio y
8
rechazando todo lo que se aparta de ese orden”

6 Derrida se refiere al cuerpo docente, tanto al educador como al educando.


7 Dominique Grisoni, “Obertura” en Políticas de la filosofía (FCE, 1982) 25
8 Jacques Derrida, “Dónde comienza y cómo acaba un cuerpo docente”
en Políticas de la filosofía (FCE, 1982) 76
Ante tales afirmaciones pareciera que cuando nos preguntamos si es posible
educar(nos), tenemos el riesgo de caer en una contradicción. Para este momento,
es evidente que la filosofía de la educación tiene mucho que aportar a la
pedagogía. En una actividad humana tan importante como educar, no podemos
dejar a un lado el ejercicio de la reflexión. Sin importar el tipo de enfoque o área de
la filosofía que se ponga en práctica el simple ejercicio del pensamiento siempre
será fructífero para el desarrollo del pensamiento humano y sobre todo en la forma
en que nos relacionamos dentro y fuera de las situaciones educativas.

Mientras que nos encontremos en una situación educativa como la conocemos y


las instituciones no sean reinventadas, tenemos que apostar todos los esfuerzos y
pensamiento en la práctica educativa. Considero que como universitarios no
tenemos excusa para evadir esta responsabilidad.

Para concluir expongo una reflexión fenomenológica (si después de todo no


ejercemos la palabra, activamos el micrófono, y nos presentamos a los otros, de
nada habrá valido lo anterior) sostengo que el estudiante de filosofía que ha
tomado conciencia de su subjetividad en su mecanismo educativo y que también
es capaz de poner en paréntesis este mecanismo a través de una reducción
fenomenológica (o pedagógica). Es por una parte un sujeto en la educación,
integrante de una institución que ha renunciado, pero en cierta medida propicia la
singularidad. Por otra parte, es un sujeto trascendental en la educación porque
reflexiona sobre su misma práctica, sobre las bases de su existencia como sujeto
y lo capacita para actuar en su configuración como educando/educador así como
en la construcción de los saberes. “En última instancia, el sujeto (subjetivo) de la
educación es, como hemos sostenido, quien puede asumir el proceso de
autoeducación.”9 Esta posibilidad llena de sentido nuestra existencia como
universitarios y nos coloca en un novedoso camino hacia la toma de conciencia de
nosotros, como sujetos (políticos) en la educación.

9 Alejandro, Cerletti, Repetición, novedad y sujeto en la educación (Del estante editorial: 2008) 108
Fuentes

Cerletti, Alejando, A, Repetición, novedad y sujeto en la educación.


Argentina. Del estante editorial 2008

Derrida, J., “Dónde comienza y cómo acaba un cuerpo docente”


en Políticas de la filosofía México. FCE. 1982

Grisoni, Dominique Grisoni, “Obertura” en Políticas de la filosofía. México. FCE.


1982

Husserl, E, “La reducción fenomenológica-trascendental y la apariencia


trascendental
de la duplicación”Invitación a la fenomenología. España. Paidós, 1992

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