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Tras una semana muy dura, por fin llegó mi tan ansiado fin de
semana. El viernes había estado trabajando a toda máquina
para que esos dos días pudiera tomarme un descanso.
El sábado por la mañana salí a correr a primera hora de la
mañana. En vez de recorrer la misma ruta, decidí desviarme un
poco. Mason, mi mejor amigo, me había recomendado un
lugar en el que podría correr todo lo que quisiera y fue allí a
dónde me dirigí. Crucé el puente de Williamsburg y dejé mi
vehículo en uno de los aparcamientos subterráneos cercano.
Subí las escaleras y empecé a correr hasta llegar al lugar.
Muy pocas veces había estado en aquel lugar y en todas
aquellas ocasiones la belleza me dejaba impresionado. Esa vez
no fue la excepción.
Tompkins Square Garden era, a mi parecer, hermoso y
relajante. Era un lugar verde dentro de la burbujeante ciudad
que nunca descansaba. Por eso me gustaba tanto. Era un sitio
en el que las familias podían pasar un día en conjunto y en
donde las personas mayores podían relajarse, ajenos al mundo
exterior.
Empecé a correr, disfrutando del frío matutino. Había
despejado. La nieve se había posado en los jardines y habían
despejado el camino de ella para que las personas pudiésemos
dar una caminata sin temor a resbalarnos. Amaba aquella
época del año: la nieve, la Navidad y el ambiente hogareño
que se respiraba.
Estuve corriendo media hora sumido en mis pensamientos,
escuchando una lista muy larga de canciones que me
estimulaban a seguir adelante. No sé cómo pasó, pero de un
momento a otro estaba en el suelo, tumbado bocarriba.
Solté un breve quejido e intenté moverme, pero descubrí
que tenía una persona encima. ¿Qué narices…?
—Lo siento, lo siento —se disculpó rápidamente aquella
persona cuya voz se me hizo muy familiar.
Se levantó y cuando su rostro quedó de cara a mí, descubrí
con asombro que se trataba de la misma mujer que no me
había reconocido el jueves. ¿Qué hacía ella allí? ¿Me habría
seguido? No lo creía.
La miré.
Llevaba unas mallas ajustadas negras con toques rosas en
los laterales y un jersey del mismo color que aquellas
pinceladas. Tenía las mejillas coloradas por el esfuerzo, pero el
color se intensificó al reconocerme. Sus ojos se agrandaron y
su boca se abrió en una gran “O”.
—Lo… lo siento, se… señor Foster —volvió a disculparse
apartando aquellos ojos que me habían estado quitando el
sueño los últimos días.
Me quedé un rato observándola sin apenas ser consciente
de ello hasta que su mirada se volvió a posar en mí. Movió los
labios, pero no supe qué dijo. Luego extendió las manos y
entonces me di cuenta de que todavía seguía tirado en el suelo.
Rechacé su ayuda. Me sacudí los pantalones deportivos,
aunque sabía que no se habían ensuciado. Estaba algo molesto
y adolorido, pero quitando eso, estaba bien.
—Discúlpeme, señor Foster —volvió a decir ella, pero no
quise escucharla.
Continué con mi camino sin despedirme siquiera. Si mi
madre me hubiese visto, me habría regañado por mi falta de
educación; pero en esos momentos si abría la boca, estaba
seguro que acabaría gritándole cuatro cosas a esa rubia
malcriada. Seguro que aquellos pantalones de marca se los
había comprado su papi con su sueldo.
Esa mujer me daba malas vibraciones. No sabría decir qué
era lo que provocaba en mí, pero de lo que sí estaba seguro era
de que no me caía bien.
Elliana
Derek
Cada día tenía más claro que quería salir con Elliana Jones.
Nunca antes una mujer me lo había puesto tan difícil y ese
desafío era lo que más me atraía. Sabía que, en cierta manera,
ella estaba jugando conmigo. Lo supe cuando recibí aquel
mensaje que en vez de molestarme solo provocó que una parte
de mí la deseara aún más.
¿Sabéis lo difícil que era agasajar a esa mujer? Lo había
intentado con todo, os lo juro, pero no logré ni un solo avance.
Le había enviado todos los días un ramo de tulipanes blancos,
recibiendo con ello un mensaje de agradecimiento y al mismo
tiempo un rechazo.
A veces era muy desquiciante. ¿Cómo lograría mi objetivo
si ella declinaba siempre mi propuesta? Debía pensar en algo
que a ella le gustara. Fue en ese momento en el que me di
cuenta de que no sabía nada de ella y me sorprendí a mí
mismo cuando esa idea me resultó de lo más atractiva. Me
encantaría pasarme horas hablando con Elliana sobre lo que
fuera.
Mi último intento aquel primer miércoles de febrero fue
dejarle una caja de bombones sobre su escritorio. Por lo que
había estado observando en el buffet, ella era una amante del
dulce y no se cortaba ni media al coger varios pedazos de tarta
de chocolate cuando la había. Dentro de la cajita había un
surtido de bombones de chocolate de todas las variedades: con
frutos secos, chocolate negro, con leche, blanco… Esperaba
que le gustara.
Me encargué personalmente de ello. Aquella última
semana uno de mis contactos en aquel piso me había chivado
dónde trabajaba ella y, por ello, le dejé la caja ahí antes de que
todos los trabajadores llegaran.
Después de eso, fui a mi despacho y esperé a que ella
enviara su mensaje diario. Me había acostumbrado a ellos que,
de no tenerlos, me sentiría vacío.
Mientras esperaba, me puse manos a la obra. Esa semana
había sido muy tranquila en la editorial; no tenía tanto trabajo
que hacer como las semanas anteriores. Creo que pasó media
hora hasta que escuché el timbre que me avisaba de la llegada
de un nuevo correo a mi bandeja. Tenía la tablet en la mano,
por lo que también vi la notificación.
Por un momento mi corazón se aceleró y temí que este
quisiese salírseme del pecho.
Sonreí al leer el destinatario y no perdí la sonrisa hasta que
terminé de leer todo lo que ella quería que supiese:
–-Mensaje original–-
De: Eliana Jones [mailto: ellianajones @fosterwords.com]
Para: derekfoster @fosterwords.com
Asunto: Chocolates.
Derek:
¿Qué voy a hacer contigo? Primero me envías flores y
ahora, bombones. No sé si lo sabías de antemano o no, pero
quiero que sepas que has dado en el clavo. Soy una amante
del dulce, en especial del chocolate. Pero ha habido un
pequeño fallo: la mayoría de los bombones tienen nueces y yo
soy alérgica a ellas.
No obstante, solo el gesto ha sido muy bonito. Gracias por
tomarte tantas molestias. Si sigues así, puede que algún día
acepte tu oferta.
Atentamente,
Elliana.
Mi corazón dio un vuelco. Sonreía como un bobo, como si
hubiese dicho que sí cuando solo era un posible quizás. Las
llamas de la esperanza refulgían en mi interior y no se
extinguieron en todo el día. ¿Cómo unas simples palabras
habían podido excitarme tanto?
En lo que llevaba mandándome correos con ella había
observado que Elliana tenía una gran facilidad con el uso de
las palabras. No sabía si había sido queriendo o no, pero había
provocado que una parte de mí se alborotara por completo.
¿Cómo me quitaría ahora su imagen de mi cabeza? ¿Cómo
no pensar en su mirada, en sus labios y en el sabor de su piel?
Deseaba tanto tenerla entre mis brazos y probarla que a veces
dolía. ¿Cómo alguien había podido despertar sensaciones que
creía que se habían extinguido poco antes de dejarlo con
Alison, mi ex novia controladora y manipuladora?
¿Era solo deseo lo que sentía por Elliana? No quería que lo
fuera. Quería vivir momentos mágicos con ella, momentos
tontos; pero, sobre todo, quería estar a su lado.
Elliana
Derek
Mi bella flor:
Jamás me molestarías. Es más, disfruto mucho de tu
compañía. Eres lo más hermoso y perfecto que he visto en mi
vida. Me gustas mucho y quiero que tengamos nuestra
segunda cita. ¿Qué me dices? Tú, yo y unas palomitas. Yo
invito.
Siento mucho lo que ha pasado antes con la prensa. Espero
que ahora estés más tranquila.
¿Huracán? No sabes cómo estoy ahora, pensando en tus
labios y deseando volver a probarlos. Todo en ti me tiene
hechizado. Eres preciosa. Disfruta del día.
Atentamente,
El hombretón, Derek.”
Una sonrisa se instaló en mis labios. ¡Claro que aceptaría
otra salida con él! No era tonta. Umm… ¿Por qué sus palabras
te invitaban a hacer cosas no aptas para menores? Uf, qué
calor hacía de repente, ¿no? ¿O eran mis mejillas que se
habían cubierto de rojo escarlata?
Sin borrar esa mueca de mi boca, le respondí:
–-Mensaje original–-
De: Elliana Jones [mailto: ellianajones@fosterwords.com]
Para: derekfoster @fosterwords.com
Asunto: RE: Pensamientos cursis.
Mi hombretón caliente:
¡Por supuesto que acepto! Te diré un pequeño secreto: te voy
a utilizar para que no me pase la tarde anterior a mi
presentación comiéndome la cabeza una y otra vez. ¿Ya te he
contado que me pongo histérica? ¿No? Pues ve preparándote.
Me apetece mucho volver a verte. Ya estoy deseando que
llegue mañana. Te mando un ramo de besos.
Ansiosa de que llegue el martes,
Elliana.”
Adjunté al correo un gif de una niña tirando varios besos al
aire y se lo mandé.
Así fue cómo pasé parte de la mañana, entre correos,
traducciones y mensajes de amor.
Elliana
[1]
El uramaki es un estilo de sushi que surgió en Estados Unidos y que se
caracteriza porque en lugar de estar recubierto por el alga nori, es el arroz el que
envuelve el resto de ingredientes. También es conocido como el California Roll.
[2]
Kevin Graham: personaje ficticio perteneciente a Polos Opuestos, anterior
novela de la autora.
[3]
El Hormiguero: programa de televisión español muy famoso por las originales
entrevistas que se les hace a los famosos.
[4]
Madison Price/Moon: personaje ficticio perteneciente a Polos Opuestos, anterior
novela de la autora.
[5]
Moonlight: lugar ficticio en el que vivieron tanto Kevin como Madison.
[6]
Estudio de Hannah: lugar al que acudía todos los días Madison para entrenar
para sus competiciones de baile.
[7]
Las personas de gran belleza se conocen como Adonis. Este es un personaje
mitológico que se enamora de Afrodita, la diosa del amor, y Perséfone, la diosa de
los infiernos.