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¿Usted, se acerca?

¿Quién es Dios? ¿Cómo es Dios? Cada creyente novato hace esas preguntas –las
respuestas que encuentra despiertan asombro y adoración. ¿Se acuerda de ese momento?
Su apetito por la verdad era insaciable, asistía a cada conferencia bíblica que podía y
estaba involucrado fielmente en cada ministerio y programa que la iglesia tenía que
ofrecer. Todo lo que aprendía acerca de Dios le llenaba de alegría y despertaba una
actividad ferviente.

Entonces, ¿qué pasó? Tristemente, he visto que muchos cristianos pierden la maravilla de
adorar a medida que pasan los años. La vida para ellos se reduce a la monotonía; y la
asistencia a la iglesia se convierte en una conducta repetitiva en donde cantan, escuchan
un sermón, saludan a algunas personas dando un apretón de manos, sonríen y se van a
casa.

Si esto suena conocido, vuelva a Dios sometiéndose a la orden de Santiago: "Acercaos a


Dios, y Él se acercará a vosotros. Pecadores, limpiad las manos; y vosotros los de doble
ánimo, purificad vuestros corazones." (4:8). Conocer al único Dios verdadero es su
vocación gloriosa. ¿Está listo para acercarse? Permítame darle un poco de ánimo práctico
sobre cómo hacerlo.

 Entendiendo la adoración

 Adorar a Dios es la esencia de ser cristiano. Jesús explicó ese punto a una mujer
samaritana de esta manera: "Mas la hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos
adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad; porque también el Padre tales
adoradores busca que le adoren" (Juan 4:23). Si somos cristianos, somos fieles. Nuestra
esperanza de vida eterna es realmente una anticipación de adoración sin obstáculos, sin
adulterar. "Esta es la vida eterna: que te conozcan a Ti, el único Dios verdadero, y a
Jesucristo, a quien has enviado" (Juan 17:3). Con esto en mente, evangelizamos a los
perdidos para congregar más fieles para aumentar nuestras tropas. La adoración es, pues,
el corazón de todo lo que somos y hacemos.

Trágicamente, hoy en día, muchos cristianos han puesto sus afectos en las cosas
temporales de este mundo, intercambiando su gran privilegio de conocer mejor a Dios,
por aquello que es mundano. El rey David tenía lo mejor que este mundo tiene que
ofrecer -dinero, poder, éxito, fama y, sin embargo, dijo: "Una cosa he demandado a
Jehová, ésta buscaré; que esté yo en la casa de Jehová todos los días de mi vida, para
contemplar la hermosura de Jehová, y para inquirir en Su templo." (Salmo 27:4, énfasis
añadido).

Permítanme hacer una observación importante en este punto. Creo que algunas personas
tienen la sensación de que la precisión de la doctrina equivale a la esterilidad emocional.
Aunque todos podemos señalar ejemplos de eso, nada podría (o debería) estar más lejos
de la verdad. No hay falta de pasión en los salmos de David; y su teología -bajo la
inspiración del Espíritu Santo- era impecable. El conocimiento de Dios era para él
"contemplar la hermosura del Señor"; y quería meditar en ella por el resto de su vida.
¿Para usted eso suena eso como ortodoxia fría?

He aquí una manera fácil de ver la adoración: la adoración es un desbordamiento de una


mente renovada por la verdad de Dios. Moldeada en esa luz, profundizar en la verdad de
la Palabra de Dios se convierte en descubrimiento en vez de un estudio estéril y sin vida.
Cuando usted descubre una gran verdad acerca de Dios, medita en esa verdad
-reflexionando en su mente hasta que cautiva todo su proceso de pensamiento. Esto a su
vez conducirá a la adoración.

La adoración es realmente el resultado de dos de las disciplinas cristianas más sencillas:


el estudio de la Biblia y la oración. Estudie la Biblia con el objetivo de descubrir las
maravillas de Dios. Una vez que se aferrae una gran verdad, llene su mente con ella y
medítela en oración ante Dios. Su hombre interior responderá con los afectos adecuados,
los cuales le llenarán de alegría y renovarán su afán de servir a los demás.

Volviendo a la Adoración

Entonces, ¿cómo empezar? En primer lugar, usted debe arrepentirse. El hecho de no


adorar a Dios en espíritu y en verdad es más que un error desafortunado de entusiasmo
espiritual, es un pecado. Amar al Señor tu Dios con todo tu corazón, alma y mente no es
la mejor sugerencia en la Ley, es el mayor mandamiento (Mateo 22:36-40). Confiese su
pecado, limpie su conciencia y prepárese para la etapa dos –prepárese para adorar a Dios.

La adoración aceptable no sucede espontáneamente -debe prepararse. Veamos Hebreos


10:22. "Acerquémonos con corazón sincero, en plena certidumbre de fe, purificados los
corazones de mala conciencia, y lavados los cuerpos con agua pura." Ese versículo
comienza con la frase "acerquémonos" - es nuestro llamado a la adoración. Lo que sigue
son cuatro controles para ayudarle a prepararse para la adoración.
 

 El control de la sinceridad

Hemos de acercarnos "con un corazón sincero." Eso habla de un corazón sincero,


dedicado a la búsqueda de Dios. Es una hipocresía adorar a Dios cuando usted está muy
apático o preocupado por sí mismo. Acérquese a Dios con todo su corazón.

 El control de la fidelidad

Hemos de acercarnos "en plena certidumbre de fe." Los hebreos se aferraban a las formas
de adoración del Antiguo Pacto para encontrar aceptación ante Dios; pero la venida de
Cristo puso fin a la ceremonia y al sacrificio. Cada persona tenía que estar dispuesta a
decir: "Voy a Dios en plena confianza de que no soy salvo por un sistema de ritual.
Vengo totalmente por la fe en Cristo Jesús." Usted también tiene que estar
completamente seguro de que Dios acepta su adoración, no por lo que hace, sino por lo
que Jesús hizo en la prestación de expiación por usted.

 El control de la humildad

 Hemos de acercarnos a Dios "purificados nuestros corazones de mala conciencia". Es


decir, se llega a Dios con el conocimiento de que usted es indigno de estar en Su
presencia. La única razón por la que alguien puede venir a Él es la sangre de Cristo, que
fue derramada en la cruz como una purificación del pecado.

 El control de la pureza

 Tenemos que acercarnos "lavados los cuerpos con agua pura." Esto se refiere a la
limpieza diaria de la Palabra de Dios. El proceso de santificación consigue descubrir los
pensamientos pecaminosos y expone el comportamiento pecaminoso. Antes de que usted
adore, confiese los pecados que Dios descubrió a través de Su Palabra para que pueda
acercarse en pureza.

Cada vez que usted adora, tanto corporativamente o en privado, intente prepararse
haciéndose las siguientes preguntas:

1. ¿Estoy viendo a Dios de forma diferente en la Palabra a través del descubrimiento y la


meditación, de tal manera que me siento obligado a acercarme a Él?

2. ¿Estoy siendo sincero? ¿Está mi corazón fijo en Él y no dividido?


3. ¿Estoy plenamente convencido de que sólo la fe en Cristo me puede traer al trono de
Dios?

4. ¿Estoy viniendo humildemente, dándome cuenta de que puedo acercarme sólo por lo
que Cristo ha hecho por mí?

5. ¿Hay algún pecado en mi vida que no he tratado?

Tal vez ha estado asistiendo a la iglesia durante años, pero nunca se ha acercado a Dios,
ni ha sentido Su cercanía, incluso en sus propias devociones privadas y oraciones. Ahora
ya lo sabe o tal vez se le ha recordado: Dios lo ha redimido para que usted le pueda
adorar. Ése es el propósito para el cual fue creado. Continúe viviendo a la luz de las
maravillas que descubre acerca de Dios en Su Palabra; y pídale que le enseñe más y más
a través de la experiencia que es adorarle en espíritu y en verdad. Esa es una oración que
nuestro gran Dios se deleitará en contestar.

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