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ESTRUCTURA Y PROLEPSIS EN LA REPRESENTACIÓN


DEL NACIMIENTO DE NUESTRO SEÑOR
ALMA M EJÍA GONZÁLEZ
Universidad Autónoma Metropolitana-Iztapalapa

Durante su estancia en el Monte de los Olivos, Jesu- como su Padre, justifica su comportamiento, en me-
cristo relata a sus discípulos la vida del “bendito an- dio de una reiterada confesión indudable de fe:
ciano carpintero”, su padre terreno, san José, como
pretexto para hacer una larga y espesa reflexión so- Tú eres Jesucristo, el salvador de mi alma, de mi
bre la muerte. Según el evangelio apócrifo titulado cuerpo y de mi espíritu. No me condenes a mí, sier-
Historia de José el carpintero, Jesús, después de hacer vo tuyo y obra de tu maravilloso nacimiento y jamás
rápida mención de los episodios más contados so- había oído que una mujer pudiera concebir sin obra
bre el misterio de su propio nacimiento, se detiene de varón y que una virgen pudiera dar a luz sin rom-
en el momento de la muerte de su padre, a los 111 per el sello de su virginidad [...]. Si tienes a bien
romper mis grillos, te ofreceré este sacrificio santo,
años y le concede la voz para pronunciar sus últi-
que no será otro sino la confesión de tu gloria divina,
mos lamentos: de que tú eres Jesucristo, hijo verdadero de Dios y, a
la vez, hijo verdadero del hombre (Historia, 93).
Jesús, ojo que ve y oído que oye verdaderamente; es-
cúchame hoy a mí, tu servidor, cuando elevo mis
La duda de san José, tomada por un lado como
ruegos y vierto mis lamentos ante ti. En verdad que
tú eres Dios. Tú eres el Señor, según me lo ha repe- pasión individual que lleva consigo los celos, el mie-
tido muchas veces el ángel, sobre todo aquel día en do y la reprensión, y por el otro, como la represen-
que anidaron en mi corazón sospechas humanas al tación de la ceguera colectiva, fue un motivo muy
observar las señales de embarazo de la Virgen sin explotado durante la Edad Media. Las fuentes evan-
mancilla y había determinado abandonarla (Histo- gélicas son múltiples: el Pseudo Mateo, el Libro sobre
ria, 93). la natividad de María y la citada Historia de José el
carpintero. Todos insisten en la duda de José y la
La muerte de san José, según el citado evangelio, aparición del ángel para disipar la sospecha y confir-
está atormentada por el miedo, por las imágenes mar la respuesta de María: el hijo que lleva en su
macabras y sobre todo por la tremenda culpa de ha- vientre ha sido engendrado por obra del espíritu
ber dudado. El anciano, ante el hijo que reconoce santo.
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La duda de san José es el motivo que da inicio a nicos inconexos, ausencia de diálogo y nula interac-
la Representación del nacimiento de nuestro Señor, ción entre los personajes. Además la carencia de aco-
obra dramática de breve extensión, escrita por Gó- taciones no nos permite hacer mayores precisiones
mez Manrique, entre 1458 y 1481, a petición de su sobre el movimiento escénico. Al parlamento inicial
hermana, vicaria en el convento de clarisas en Cala- de José le sucede una plegaria de María, a ésta la re-
bazanos. prensión del ángel a José y de aquí saltamos hasta el
nacimiento, el cual conocemos mediante la plegaria
¡O viejo desventurado, que María hace a Jesús, niño y redentor al mismo
negra dicha fue la mía tiempo. La denunciación del ángel a los pastores y la
en casarme con María
por quien fuese deshonrado!
adoración anteceden a la muy comentada escena
Yo la veo bien preñada. donde un grupo de ángeles llevan en ofrenda al niño
No sé de quién nin de quánto; los instrumentos de la Pasión: el cáliz, la columna, los
dizen que d’Espíritu Santo, azotes, la corona de espinas, la cruz, los clavos y la
mas yo desto non sé nada.
lanza. La Representación termina con una canción
(vv. 1-8)1
para callar al niño, en donde la voz de María entona
Aunque tradicionalmente se ha catalogado den- el estribillo: “Callas, fijo mío, chiquito” (161-162).
tro de los dramas religiosos de culto a la Navidad La última estrofa introduce el aquí y ahora de la
(Melveena McKendrick lo llama “el más temprano puesta en escena:
descendiente que ha sobrevivido en Castilla del
Cantemos gozosas,
Officium pastorum”, El teatro en España, 10) y a pe- ermanas graçiosas,
sar también de que se puede suponer escrito justa- pues somos esposas
mente para ser representado en las celebraciones del Jesús bendito.
navideñas, varios estudiosos han señalado ya la di- (vv. 179-182)
ficultad que representa su clasificación. Para algu-
nos, como Lázaro Carreter (Teatro medieval, 41-43) Existen varios elementos en la Representación que
y Ronald Surtz (Teatro medieval, 19-25), esto se hacen difícil su pertenencia a los dramas de culto a la
debe a las deficiencias estructurales que el texto pre- Navidad cuya principal preocupación es la ilustra-
senta, debidas éstas a la ausencia de una tradición ción de los textos religiosos, para los cuales la lineali-
dramática en tierras castellanas. Para otros, como dad cronológica y la sucesión lógica de los hechos era
Stanislav Zimic (“El teatro religioso”) y Francisco una característica indispensable. En primera instan-
López Estrada (Introducción, 484-485), se trata más cia, entre las escenas iniciales (la duda de José, la ple-
bien de un progreso en la construcción estructural, garia de María y la aparición del ángel a José) y las
que permite hablar ya de una representación con del nacimiento existe un salto que lógicamente resul-
clara conciencia dramática y escénica. ta difícil de explicar. Incluso algunos críticos han vis-
Efectivamente, la Representación de Gómez Man- to las escenas del inicio como completamente acceso-
rique presenta, a primera vista, una estructura de- rias a la obra. Humberto López Morales dice al
masiado simple: sucesión repentina de cuadros escé- respecto: “el personaje de San José está insertado ar-
tificialmente en este conjunto; su presencia obedece
a un requisito elemental impuesto por el tema; pero
1
Cito por la edición de Miguel Ángel Pérez Priego (Teatro en esta obra, estructuralmente, sobran la suda y el
medieval, Barcelona: Crítica, 1977, 54-61). personaje” (Tradición, 125).
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En segunda instancia, la presencia de los instru- po en el escenario y al que el público percibiría sólo
mentos del martirio como ofrendas al recién nacido visualmente. Pensándolo de este modo, la designa-
resultan totalmente fuera de la norma. Y finalmente, ción tradicional de que la Representación es una serie
la introducción de las voces de las representantes (a de cuadros apenas desarrollados, inconexos entre sí y
quien debemos suponer las mismas monjas clarisas) carente de estructura verdaderamente dramática, es
hablando-cantando ya no como los personajes re- insostenible. Claro está que la ausencia de didascalias
presentados sino como las representantes y especta- explícitas (al decir de algunos críticos, Gómez Man-
doras de la obra. Siguiendo a Alfredo Hermenegildo rique omitió las acotaciones porque él mismo fungi-
en sus apreciaciones sobre el Auto de los Reyes Magos, ría como una especie de director de escena) permite
se puede decir que el texto dramático se aleja del li- ambas interpretaciones.
túrgico gracias a la variación de la anécdota, de las No resulta raro que Gómez Manrique situara
nociones del tiempo y el espacio, y de la apreciación una figura casi muda en el escenario, que tuviera el
de los personajes. La transformación de la “acción único propósito de dar fuerza a la acción que desa-
ritual” en “representación mimética” se materializa rrollan los demás personajes, a través de sus reaccio-
en “la puesta en texto dramático de la reacción de nes gestuales y movimientos, es decir, casi como un
algunos personajes ante los hechos presentados en el espectador dentro del mismo escenario. En las La-
Evangelio” (“Conflicto dramático”, 56). mentaciones fechas para Semana Santa, texto que por
Ahora bien en oposición a los críticos que ven en lo demás tiene graves objeciones para ser considera-
la Representación una “obrita” de deficiente estructu- do como escrito con una intención auténticamente
ra dramática, Stanislav Zimic (“El teatro religioso”, dramática, Gómez Manrique introduce un persona-
357-367) considera un modelo diferente. La histo- je sólo presencial: María Magdalena, quien se en-
ria principal del texto queda reducida a tres escenas: cuentra al lado de la cruz junto a María y Juan.
la duda de José, la plegaria de María y la aparición Lázaro Carreter (Teatro medieval, 92), Micó Bu-
del ángel a José. Todo el resto (a excepción, claro, chón (“Navidad”, 301-310) y Zimic (“El teatro re-
de la última estrofa) se ubica en un segundo plano ligioso”, 357-367) admiten la presencia continua
como la visión del futuro que el ángel le muestra a de José en la escena, pero para los tres adquiere un
José para disipar sus dudas, como consecuencia de significado distinto: Lázaro Carreter lo ve como
la plegaria ofrecida por María: una figura risible, como “un viejo chocho” que se
mantiene al margen de los divinos acontecimientos.
¡Mi solo Dios verdadero, Micó Buchón lo considera una figura “suavemente
cuyo ser es inmovible, cómica” que observa desde fuera lo que sucede a los
a quien todo es posible, otros personajes. Zimic, en el otro extremo, ve la
fáçil e bien fazadero! construcción escénica, anecdótica y de los persona-
Tú que sabes la pureza
de la mi virginidad, jes, en función de la figura de José, personaje de ac-
alunbra la çeguedad titudes cambiantes que va de la duda al convenci-
de Josep e su sinpleza. miento, al dolor de la relevancia y al éxtasis de la
(vv. 9-16) adoración. Como quiera que se considere la fun-
ción de este personaje, hay que tomar en cuenta
El desenlace de la historia estaría dado no con un (aunque de los tres críticos, sólo Zimic parece con-
diálogo, sino con la reacción del personaje principal siderarlo) que la presencia continua de José en la es-
(san José), presente pero mudo durante todo el tiem- cena lleva implicaciones en la estructura del texto.
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Por supuesto que ya no podemos considerar una es- ilustración de una visión premonitoria y no de la ilus-
tructura lineal, sino que tendríamos que verla como tración de la anécdota misma. Esto implica, pues, la
la suma de una pequeña historia completada con idea de una doble prolepsis en la construcción del
una gran prolepsis que abarca desde el Nacimiento texto: la primera al nivel de la anécdota principal (la
hasta la Pasión, es decir más allá de la muerte del duda de José) y la segunda al nivel de la anécdota se-
propio José. cundaria (el Nacimiento).
Por supuesto que el juego ha sido visto desde Analizando de esta forma el texto, se puede ver
siempre por la crítica, pero sólo al nivel de la pre- que no se trata, evidentemente, de una obra litúrgica
sencia de los instrumentos del Martirio en el mo- o paralitúrgica de culto a la Navidad, sino de un
mento de la Adoración y en las constantes mencio- texto que dramatiza el conflicto de José y lo lleva
nes a la Pasión que se encuentran a lo largo del hasta sus últimas consecuencias: la falta de fe se paga
texto. Así, en la plegaria de María al Niño, en el mo- con la revelación de un futuro doloroso, con la vi-
mento del Nacimiento: sión de una María angustiada, con la presencia
constante del sufrimiento ineludible. La Representa-
Mas este mi gran plazer ción plantea la progresiva anulación de la duda hu-
en dolor será tornado mana y el surgimiento y asentamiento de la fe y la
pues tú eres enviado
religiosidad.
para muerte padeçer
por salvar los pecadores, La visión del culto a la Navidad que Gómez
en la qual yo pesaré, Manrique propone en el texto se nos presenta como
non menguándome la fe, en un segundo plano, en medio de dos asuntos de
inumerables dolores. primordial importancia: la duda y la Pasión. Al fi-
Pero, mi preçioso prez,
fijo mío muy querido, nal, la canción de cuna entonada para arrullar al
dame tu claro sentido niño ofrece el relajamiento necesario después de la
para tratar tu niñez escena tan impactante que impone al lado del recién
con devida reverençia nacido, la futura tortura física:
e para que tu pasión
mi femenil coraçón
Callad vos, señor
sufra con mucha paçiençia.
nuestro redentor,
(vv. 41-56)
que vuestro dolor
durará poquito.
Según las palabras de Ronald Surtz: “la yuxtapo- (vv. 163-166)
sición del Nacimiento y la Pasión es motivo fre-
cuente dentro de la espiritualidad franciscana. Se re- Debemos suponer este momento también como
cordará que la obra fue escrita para un convento de el fin de la visión de José y ver a este personaje, jun-
franciscanas por un autor cuya familia estaba muy to con el auditorio que se hará presente poco des-
ligada con la misma orden” (Teatro medieval, 21). pués en un aquí y ahora específicos, como despoja-
No resulta extraño, pues, que se encuentren mezcla- do de toda la sospecha inicial, arrepentido de ella y
dos los temas del Nacimiento y la Pasión y los senti- deslumbrado por lo que ha sido dado a contemplar.
mientos que cada uno provocan, lo que sí resulta Tal como el José de los Evangelios apócrifos, sobre
novedoso es que se estructuren en un mismo plano quien, a pesar de la sincera y múltiplemente reitera-
espacial y temporal, dramáticamente hablado, lo da declaración de fe, recae siempre en la culpa de
cual sólo tendría sentido lógico si se tratara de la haber dudado.
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B IBLIOGRAFÍA M ANRIQUE, GÓMEZ , Representación del nacimiento


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