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La Leyenda de Orula
La Leyenda de Orula
ati wo Orun
iré lode
n go ohun ti
o wi yi.
-
Orula y sus cuatro discípulos partieron de Egipto guiados por Elegguá, el
conocedor d e los caminos. Los sacerdotes iban apesadumbrados, pues allí
- quedaban s u s seres queridos, familiares y amigos.
En s u avance recorrieron la parte baja del Nilo Blanco y ¡as zonas
desérticas del Sudán, hasta llegar a climas y suelos diferentes, donde la
- vegetación se presentaba cada vez más abundante y el terreno se elevaba.
Se separaron de las caravanas de camellos qtie seguían, invariable-
- mente, sus rutas por el desierto sin adentrarse e n otras regiones. Se despi-
dieron de Akinyu, la deidad que-regía las extensiones arenosas, q u e tan
propicia les fuera en aquella parte del trayecto. a
-
Orula y sus cuatro discípulos partieron de Egipto guiados por Elegguá, el
conocedor d e los caminos. Los sacerdotes iban apesadumbrados, pues a! Ií
quedaban s u s seres queridos, farn iliares y amigos.
En su avance recorrieron la parte baja del Nilo Blanco y las zonas
desérticas del Sudán, hasta llegar a climas y suelos diferentes, donde la
.-
vegetación se presentaba cada vez más abundante y el terreno s e elevaba.
Se separaron d e las caravanas d e camellos qiie seguían, invariable-
-
mente, sus rutas por el desierto sin adentrarse en otras regiones. Se despi-
dieron d e Akinyu, la deidad que-regía las extensiones arenosas, q u e tan
propicia les fuera e n aquella partg del trayecto. m.
E La familia de comerciuntcs
Orula-,
"También tengo conocimiento de esto, pequeño hermano -señaló
cuando yo estaba en Iifé Oore supe del descenso q u e hizo la
1:
deidad para fundar estos reinos y tal cosa se me reveló hace poco en una i
meditación". b 1
i
Mientras conversaban, la ciudad se perdía d e vista; recorrieron ca- !
minos cada vez menos transitados y parajes más solitarios. A l tercer día
.- demarchadivisaronungrupoqueseacercabaensentidocontrario,al I
parecer se dirigian a Daura.
-
Aquel grupo avanzaba al ritmo d e una carreta de tosca construcción
con ruedas de madera, tirada por una pareja de búfalos viejos, de largos
tarros. Sobre su plataforma se apilaban, acomodadas entre montones de 1
- hierba, vasijas d e barro en cuyo interior, debido a los accidentes del terre-
no, se agitaba algún liquido.
Eleggua intercambió los saludos acostumbrados con los viajeros,
-
una pareja de edad avanzada, quienes al parecer eran los padres de dos i
t1
mozos encargados de guiar el carretón y una joven que, sentada al fondo
.. del carro, se mantenía oculta de l a s miradas indiscretas. Como era !ógico,
el grupo d e blancos atrajo la atención d e los rnorenos;qüienes pregunta- : .,
ron$EIegguá de que país provenían los forasteros, hombres raros en esas :I
- latitudes.
..,.
1
.
- .
Debido a esto preparó algunos brebajes para sus ahijados con las
plantas que iba reconociendo s u instinto, así como con las que Eleggua le
aconsejaba usar.
Trató dé darles á la vez el contenido mágico requerido, que al princi-
pio surti6 ef&to,j5eto' c6n'-posterioridad,; a medida .que se internaban e n
tevitoiio donde Osain gobernaba la vegetación, 'los brebajeS preparados
por el Maestro careeian del poder que aspiraba lograr.
; 'Tuvieron necesidad.de haCei un alto en el camino, y así estudiar la
situación a través del orácu10.de Ifá.
Éste le aconsejó enviar a Elkggua --quien por su naturaleza era más
resistente a los cambios- en busca de algún tipo de ayuda, y el pttqueño
amigo partió raudo por las sendas qúe su instinto innato señalaba como
propidias.
Omla quedó con su grupo en una situación dificil por el momento; uti 1i-
zó algunas raíces.con las que preparaba infusiones ligeras para que al menos
se sostuvieran los muchachos, ya que hasta las simples h t i l l a s d e los arbus-
tos, que los nativos comían sin contratiempos, a ellos les provocaba terri-
bles cólicos y convulsiones. Tuvieron que abandonar por las mismas razones
hasta el uso de las raíces. Decidieron abstenerse de ingerir-alimentos.
, h l a , 'con su experiencia milenaria, les aplicaba el méto-
~ i e n t i a sO
d o d e curación con las manos, ya que al parecer, las invocaciones realiza-
das a las deidades locales no habían sido escuchadas.
Después de aplacar algo los malestares de sus discípulos, les reco-
mendó a todos entrar en estado de meditación prolongada, para disminuir
en lo posible el consumo de energía física y alargar así la vida mediante
una abstinencia total, en espera de que s u amigo Elegguá regresara; tam-
bién.confiaba en la deidad tutora, que hasta el momento no los había aban-
donado.
Y escondidos tras una maleza cercana al camino permanecieron d u -
rante tres días e n ayuno, hasta que sintieron los gritos de llamada de
Elegguá, que los buscaba ansioso. Entonces salieron a un fugar despejado
donde pudieran ser divisados por su amigo, ya que no tenían fuerzas para
contestar las voces del pequeño explorador.
a ~ l e g g u como
á traductor:
-
"Ustedes se han internado e n territorio de Osain. Él gobierna en la
vegetación de todos estos reinos y también más allá del río Congo. Es un
dios excesivamente celoso de sus propiedades. Al usar sus hierbas sin
- - . costumbre, se'han atráídd 5ü
rendirle tri biito k d . ~. . iS
.& l era, razón por la
cual envepenó IBs jdaiitas y fnitos 'que i n g i r i e r o e h el Earnino.
--
"Mi poder solo alcanza para eliminarles momentaneamente el mal
que e~tán~padeciendo, pero para lograr que e l se reconcilie con ustedes
hay que hac-erurja.gran ceremonia a Changó, d e manera que éste interce-
b da ante Osain y puedan vivir e n estos territorios sin más contratiempos
con él.
''Además, como lamisión q u e los trae p6r aquí es sacerdotal, necesi-
tan, ihcluso, hacerle una visita, porque su espíritu está actualmente vi-
4 *
viendo una encarnación en un lugar no-precisadoen la selva. Es menester
. que lo encuentren y se ganen s u amistad y que --de esa forma- él les -
autorice a usar sus plantas, pues no hay cosa alguna que pueda hacerse en
la manigua sin que el lo sepa, ya que su cuadrilla d e auxiliares espirituales -
es numerosa y le informan con rapidez d e todo lo que acontece en su
reino."
Después que Elewejada terminara su explicación y que el grupo se
sintiera más aliviado con los exorcismos, ingirieron algunos alimentos
ligeros que Elegguá trajera al regreso d e su misión. Luego partió la comi-
tiva hacia la aldea donde Elewejada oficiaba como hechicero. Al segundo
día de marcha I legaron sin más contratiempos al lugar.
Se trataba de un gran caserío cuyas chozas estaban construidas con
troncos, vigas y ramas en paredes y techos. Los pisos estaban hechos de
tablillas, y se levantaban a cierta altura del terreno, como un modo de
proteger la vivienda de las innumerables alimañas. Cada choza la ocupa-
ba una familia del lugar.
Alrededor de la aldea tenían u n a especie d e cerca que delimitaba su
territGio. Al final, algo separada de las otras, se encontraba la casa del
exorcizador, era mayor q u e las restantes, en cuya construcción participa-
ron todos los pobladores, animados por el deseo común de píoporcionar
un toca1 adecuado a tan magno señor.
Frente a esta choza-templo había un amplio terreno desyerbado,
que era utilizado para las reuniones, fiestas y todo tipo d e ceremonias
religiosas.
Aves domésticas, cerdos y cabras deambulaban d e un lugar a otro
buscando su alimento y el ambiente general era de tranquilidad y paz. Esa
noche descansaron de las fatigosas jornadas en la choza del brujo.
.C. h
. . .. g q ~, #
c ,~~ p w e na
~ eO.q i n ,:
ordenó silencio. -
ritual, hasta muy entrada la tarde, en q u e Elewejada levantó su bastón y
Igbo Bere
- >,.-
;.-,',"
(afriss tranquilos, Omla y susdiscípulos se sentaronpara recons-
-
truir en sus'conversacio~nescasi todos los pormenores de la extensa cere-
monia realikada, y grabarla en sus mentes,' así como las palabras nativas,
parte de--lascuales ya conocían gracias a Elegguá, aunque los dialectos
que allí se hablaban eran variados y eso complicaba la tarea d e aprender-
los, se exceptuaba, una cantidad de términos más o menos iguales e n to-
'dos ~os'lu~&ks, que usarían a modo d e referencia *generale n futuros
encuentros con las personas de la región.
La leyenda de Orula 27
sb ~ e c o n e i l , ica o n Orula
91cr'in
la anciana. Preparó una especie de camil la con varas y ramas, donde colo-
caron suaves cojines de plumas. Alli se acomodó la noble se3ora.ydispu-
so lapartida en compailía d e una sirvienta.
Ya preparados con suficientes alimentos y mantas para cubrirse en
las frias noches, salieron d e la aldea de Igbo Bere.
Orula tuvo mucho tema de conversación durante el viaje, pues apren-
dió más y más de las lenguas y costumbres del país, e hizo gran amistad
con Abo Ichokún, quien -a pesar d e ser un guerrero f a m o s b poseía un
trato afable y vivaracho; se reía constantemente de asombro o de ingenui-
dad ante las múltiples anécdotas que Orula le narraba, conversación en la
que intervino-muchasveces Igbo Bere, con su carácterjovial, para inter-
pelar, una que otra vez, a los sobrios discípulos de Omla. Los nombró en
estas tierras de acuerdo a las funciones que realizaban: al primero le llamó
Buademi (mi batea), porque se ocupaba de la limpieza del vestuario del
grupo; al segundo Unyemí (mi comida), porque se encargaba d e esas ta-
reas; al tercero Bochilé (está en mi casa), pues era el responsable de pre-
parar los lechos y otros asuntos domésticos; y al cuarto Kelekumi (mis
colores), por hacer las funciones d e escriba. Pero, al ser modestos en ex-
tremo, sus nombres de pila se perdiemn en el tiempo, pues buscaban más
la grandeza de-Ifáque su gloria personal.
Avanzaron por zonas agrestes, de pequeñas elevaciones y escasa
vegetación, donde se destacaban 4 e tramo en t r a m e algunas palme-
ras y gigantescos baobabs, que brindaban su sombra a los animales de
diversos tamaños, que pululaban por doquier en el país; mientras en sus
ramas los pajarillas cantaban y esto les distraía d e la monotonía del
paisaje.
Al comenzar el descenso de la meseta entraron en un clima que se
asemejaba al d e la selva y' llegaron a un cruce de 'caminos donde Abo
. _ _. _.
Ichakqn
a se despidió del grups. Llevaba de parte de Orula un mensaje de
a.m,istada si hermano oggún, q u e reinaba en b les ha, así-cornola promesa
de.vol, ver' a encontrarse más adelante .
~ e s p u é sOmla
, y sus discípulos continuaron viaje con la anciana en
andas y la sirvienta que marchaba a su lado; al poco tiempo llegaron a un
frondoso bosque. Bajo su fresca sombra avanzaroe hasta dar con un cla-
ro,.donde se destacaba una casona construida elegantemente con piedras y
troncos de árboles. Frente a la casa, en actitud de espera, se encontraba un
moreno de aspecto impresionante.
Se erguía apoyado en una larga vara que servía de muleta, sobre la
que descansaba su axila derecha, pues le faltaba la pierna d e ese lado, y
por eso se sostenía sobre el pie izquierdo. También era manco de esa mano.
La parte derecha de su cara -incluida la oreja- habia sufrido una terri-
ble quemadura que le daba un aspecto tenebroso.
M a s sus limitaciones no le impidieron que-ayudado por una pare-
ja de sirvientes, de los muchos que se veían- se adelantara algo para
besar a su madre, quien había descendido de la parihuela y avanzaba ha-
cia 81 con pasosLpresurososy lágrimas en tos ojos. Mientras, Orula y sus
discípulos, en silencio, esperaban a poca distancia.
EI Maestro.comprendio al momento que en aquel hombre habitaba
una deidad poderosa, como no la habia visto antes.
Una vez que Igbo Bere puso al corriente a Osain del motivo de la
visita d e Orula, s e le indicó a éste con un gesto que avanzara. Obedeció
el Maestro; se inclinó con respeto ante e1 Rey, besó su ruda mano y le
habló así:
"Saludos soberano, q u e los Benefactores hagan liegar a ti s u
bendición, haciéndote propicios los caminos d e la prosperidad y la
gloria, para q u e la fama d e tu nombre trascienda el tiempo de todos
los reinos".
Después de hablar permaneció en silencio, mirándolo cara a cara,
sin temor. Osain contestó:
"Gloria a ti que traes a e s t a s tierras la bondad y sabiduría de Ifá,
según me explicó changó, en el sueño q u e tuve anoche. Si al principio
fui muy duro contigo y tus discipulos se debió, sin d d a s , a que el gran
0lofin nos preparó este encuentro".
A continuación se repitieron saludos similares con los alumnos
d e Orula y entraron -a instancias d e Osain--al salán principal d e
la caka. -
PermaneCikmñ inuehos días comovhuespe'des del Rey de la Vegeta-
ción,én kuyo.'cuerpo habitaba u n Dios. Éste la otorgó a Oru la y su culto
licencia para usar todo tipo de plantas de los montes, sabanas y maniguas,
en la cijkicuoión de sus obras.
Támbién;el magnánimo Osain permitió a sus hijos que auxiliaran a
los sadtdotes de IfA en el acopio d e estos vegetales para s u s rituales.
P6r eso es que;tanto los babalawos como los o m o Osain, le rin-
den"irit5uto'a éste'al Yisitar la rnaniglla, según consta en el Libro Sa-
grado de Ifá.
1 '
--
La leyendo de Orula 31
..
E n la c e r c a i r í a de Oyó
Durante los días que permaneció Orula con sus discípulos e n la casona de
Osain, éste le mostró el hermoso herbario que poseía en derredor de la
vivienda. Y tomó fiel nota el Maestro de lo que se le explicaba. Recogió
también muestras de cada planta, las cuales envolvió en pequeños paños
con s u identificación.
Asimismo, Osain les señaló los lugares donde se lograban según s u
naturaleza, pues hay plantas que se dan al descampado, otras cerca de los
ríos y también en otros sitios, para que al entrar en los reinos, más allá del
Níger, pudieran encontrar con facilidad las q u e necesitaran. Les habló de
cómo hacer las invocaciones a los espíritus auxilares, para que las plan-
tas, sacratizadas en su nombre, mantuvieran sus propiedades curativas y
mágicas; los espíritus y deidades que h a i t a n en las malezas eran s u repre-
sentantes. -
Por iiltimo, les aconsejó que en su peregrinación se apartaran de los
sitios donde solían esconderse los animales feroces, pues en caso de estar
heridos podían atacar a los hombres, mas no por harnbre, pues la caza era
abundante. Les indicó también el modo de protegerse de las múltiples en-
fermedades de esas tierras: evitar las insolaciones y fatigas excesivas para
no caer víctimas de las fiebres; no ir por lugares pantaposos, donde encon-
trarían insectos en abundancia, en especial La mosca del sueño, cuya pica-
da produce terribles efectos, máxime en hombres n o habituados a esos
climas.
De igual forma, Osain aprendió mucho de Orula respecto al culto a
Ifá; el R e y cpnsideraba que dicha deidad era el mismo Agboniregún, se-
gun se conocía e n esas tierras, aunque las prácticas de sus rituales eran
desconocidas por los nativos.
Y con su antiquísima experiencia espiritual predijo a los cinco sa-
cerdotes el éxito de su empresa, colmándolos de gozo-
. Departieron muchos días sobre estos temas y ya estaba' Orula
considerando s u partida, cuando una b u e n a maiiana vieron, por la ve-
redaque se abría bajo los palmares, a Elegguá, que' se acercaba a toda
prisa.
Éste, después de hacer la debida reverencia a Osain y de intercam-
biar efusivos saludos con sus compañeros de viaje, presentó sus respe-
tos a Igbo Bere y se volvió hacia Orula para explicarle el motivo de su
premura:
"Maestro -le dijo-, Babá se encuentra al otro lado del río Niger,
en el reino de Inlé, donde yace en un lecho aquejado d e fuertes convulsio-
nes y alta fiebre, rodeado d e algunos d e sus hijos, que desesperan ante la
situación cada vez más grave en que está. Raudo partí a buscarle, pregun-
tando a las aves monhinas por su paradero. Así supe que usted departía
con el gran Osain. Por eso le pido me acompañe lo antes posible a ver si
logramos llegar a tiempo para salvarle".
De este modo habló Elegguá, mientras se secaba el sudor y las Ilgri-
mas. Al comprender Omla que la situación era delicada, de inmediato
mandó a preparar la partida; recogió los bolsos en los cuales cargaban
todas sus pertenencias, incluidas las muestras que Osain les facilitara y
algunos alimentos.
Antes d e emprender viaje se despidieron todos de lgbo Bere, a quien
pidieron su bendición, y de Osain, con la promesa de volver a encontrarse
e n un futuro.
Sin pérdida de tiempo marcharon por los caminos, alumbrados con
antorchas que Osain les proporcionara para viajar de noche; calzaban ,
zapatos fabricados con piel y polainas, con las cuales evitaban posibles
mordeduras de pequefias víboras venenosas, d e las qile se arrastraban en-
tre las hierbas.
. Comenzaron el descenso d e las antiplanicies que precedían las zonas
selváticas y húmedas; esquivaron los pantanos y buscar04 el lugar e n que
Elegguá hiciera el cruce del río.
Como iban armados d e machetes, al llegar alli cortaron varios árbo-
les pequeños y conformaron una espesie.de balsa. Aprovecharon para ese
propósito algimó~troncossecos que yacían en la ribera, anudándolo todo
con lianas:y bejucos. . .. , .. .
proceden de distintos reinos del Níger, pues los hombres son adodis y las t
I
!
mujeres alakuatas, por lo que no deben extrañarse d e ver a éstas realizan-
do los oficios de soldados, herreros y demás cosas varoniles, mientras los
hombres se dedican a las labores propias de las mujeres. I
Al a t a r d e ~ earribaron
r los visitantes a la ciudad amura1 lada -al estilo de
las ciudades antiguas de otros muchos pueblos del m u n d e por la puerta
....
principal, que estaba a punto de cerrarse y hubiera sido un trastorno, por-
q u e les demoraría la entrada hastael siguiente día al amanecer.
• Durante el recorrido hacia el palacio del Rey observaron en los pisos
superiores de la muralla las escuadras de aguerridas mujeres q u e , arma-
das de espadas y lanzas, preparaban las antorchas con q u e se iluminarían-
..
en la larga noche de guardia que-habrían de pasar, mientras los hombres
d
barrían con escobas d e hierba guinea los frentes e interiores d e sus casas,
ponían a resguardo las cabras domésticas y cargaban el agua de las fuen-
tes y pozos en vasijas d e barro, al compás de un caminado suelto d e cade-
ras, entre dicharachos y tonadillas.
Orula y sus discípulos se asombraron d e la inversión hecha por la
naturaleza en los procederes d e estas personas.
Al arribar Elegguá con el grupo al palacio, fueron conducidos por
una joven soldado hasta la habitación donde estaba el lecho en que Obatalá
yacía, rodeado de varios hijos.
Allí se encontraba Akefún, quien se dirigió rápidamente a los re-
cién llegados,. y tratando d e no alzar mucho la voz les explicó que el
estado d e Babá iba de mal en peor, y los remedios que le habían aplicado
los médicos d e la corte --hasta el momento- n o surtían los efectos
deseados.
Se encontraban presentes: Achelú, Echu, Bipara, que vinieron de
lejos a ver a su padre; Mabinu, Aleshujade, Modubela, Arabobo, junto a
otras amistades y demás familiares, como Aboku, que estaba d e visita con
su séquito en el palacio de Inlé; Odi Baya, e l adivino, quien le profetizó a
Elegguá, por medio de caracoles, la necesidad de ir a buscar a su amigo
Orula; y Oparicocha, hijo de Obatalá con una extranjera, medio hermano
-por lo tant- d e los demás hijos del gran Babá.
Una vez puesto Orula al tanto del caso solicitó permiso a los pre-
sentes para desalojar el salón, donde quedó con sus~discipulos,Eleggua
y Echu.
Ya más en privado, OruIa palpó con una m a n o l o s distintos órga-
nos del enfermo, buscando las partes afiebradas y recorrió astralmente
con la otra el cuerpo, para captar las zonas alteradas del periespíritu;
llegó a la conclusión d e que efectivamente era grave el caso, pues tenía
el hígado muy congestionado y febri l,*mientras los cauces de la vitalidad
apenas si fuicionaban. Después de esto, colocó a dos d e sus discípulos a
la izquierda de Babá y dos a la derecha, quedando él a los pies, para que
Ikú, a quien ya había divisado en el aposento, no fuera a arrebatar el
espíritu de Babá por las extremidades inferiores, dejándolo muerto. Ya
que Ikú -a pesar de su poder- sabía que sin el consentimiento d e Ifá
. no podía adueíiarse de ningún mortal - y o n i l a era su representante e n
la tierra.
Un pacto entre Ikú y el Benefactor, realizado desde el comienzo de
las iniciaciones -milenios atrás- conveniaba tal proceder.
4 *
La leyenda de Orula 35
-
Asimismo, eran los sacerdotes d e Ifá los-Únicosautorizados a salvar
.-
a alguien en artículo de muerte, aunque estas cuestiones darían lugar a
una guerra entre Ikú y Onila, c o m o se explicará más adelante.
- Por eso, el grupo d e sacerdotes comenzó a entonar cánticos religio-
sos en s u lengua natal; buscaban armonizar el ambiente, mientras c o n
sus manos tocaban y gesticulaban sobre las distintas partes del cuerpo
d e Babá, trabajándolo tanto e n su fisico como e n su periespiritu.
Durante varias horas -hasta muy entrada la n o c h e - mantuvieron
.-
el ritual, mientras le daban a ingerir cocimientos que Elegguá preparaba a
indicaciones d e Orula, quien le añadía a los brebajes ciertos polvos traí-
dos por él desde Egipto, además d e aplicar e n las partes febriles del cuer-
po un bálsamo cuyo contenido era un secreto dominado por muy pocos
iniciados.
-
Después d e pasar la noche en vela cerca del cuerpo d e Babá, Ikú se
retiró del lugar, mientras el enfermo, por sus sudoraciones, respiración y
normalización d e la temperetura daba síntomas d e mejoría.
Cuando amanecía ya, Orula le dijo a Elegguá:
"Obatalá vivirá muchos años más sobre la tierra, que alguien esté al
tanto d e él mientras vamos a descansar".
El alboroto fue general: todos brincaban, abrazaban y besaban las
-
manos d e Orula y sus discípulos, quienes extenuados, apenas si podían
mantenerse e n pie.
- Consciente del estado d e los oficiantes, Elegguá los trasladó a una
habitación donde reposaron el día entero y la noche. n - -
-
en vela junto a mi lecho y y o . l a veía en sueños, pero que aún le
quedaba mucha vida a este viejo".
1 '
Y todos rieron alegres por s u recuperación, pero fue Orula el prime-
- -
ro e n contestarle: -
"En los elevandos espacios existen tres Benefactores, que después
de fatigosas jornadas culminaron la creación d e las antiguas razas huma-
nas. Cuando medito sobre esto no salgo de mi asombro ante la di,ficultad
en discernir cuál es la más excelsa de elIos. Pero usted, Baba, pasara a las
futuras generaciones como ejemplo de bondad y sacrificio, pues siendo un
Dios, hijo predilecto de Olofin, ha venido a la tierra a sufrir las vicisitudes
de un espíritu comiin, para bien de este pueblo generoso".
Con esta elocuencia se expresó y todos admiraron profiindamente al
extranjero que así hablaba en lengua del país, pues en esas regiones de
variados dialectos no era común encontrar una persona con tal facilidad
de palabra.
M á s tarde, convinieron e n solicitar audiencia al Rey Inlé, quien ge-
nerosamente los había dejado hacer, manteniéndose al tanto de la evolu-
#
ción del paciente.
-jos-
. fartieron, pues, al salón principal -Babá era auxiliado por s u s hi-
donde el Rey atendía los asuntos correspondientes a su cargo: como
solventar disputas, reclamaciones y otros de índole similar; recibía, so-
bres estas cuestiones la opinión d e un consejo de ancianos q u e permanecía
a su alrededor.
Atravesaron el largo espacio en cuyo fondo --sentado en su tron-,
con una escolta de mujeres altas, fuertes y bien plantadas, estaba el soberano.
"Mis respetos, poderoso señor - e x c l a m ó O~ula inclinándose leve-
mente-, que los dioses le sean propicios a usted y a su4aborioso pueblo."
Así dijo y despu&sadmiró la elegante figura y el fino rostro del joven
Rey; comprendió al instante q u e era una Deidad Mayor la que al l i estaba
encarnada.
Y éste le contestó:
s usted y'sus discípulos a mis predios, donde en-
" ~ i e n ~ e r n i d ose'an
contiafán hospitalidad y'admiración por sus virtudes".
Luego se dirigió a Obatalá y le dijo:
"Grande es el alivio que siento al verlo vivo y casi sano en nuestra
tierra. La tristeza que se alojaba e n mi pecho desapareció con la retirada
de Ikú del palacio".
Se levantó d e su trono y corrió a besarle la mano, saludó fiaternal-
mente a todos los presentes, especialmente a Omla, según consta en el
Libro sagrado de Ifá.
4 '
La leyenda de Orula 37
-
Los adodis cuidan ci Obatala
y e s t e l a s bendice
. .
Oggún h a c e ebbó
-
C u a n d o los invasores del Norte -de más allá de Gao, al otro lado del
Níger- cercaron varias ciudades-estado d e la nación, con intenciones de
.-
robar el ganado, las mujeres y cuanta riqueza pudieran, s u s ejércitos deci-
dieron cesar d e momento las luchas internas q u e entre si sosteilian p a r o
revivir una especie de confederación aliada -base d e la nación- y ex-
pulsar d e sus territorios a los intrusos. El Rey d e Oyó fue el primero en
entrar en batalla, por la posición en q u e estaba dicha ciudad, algo aislada
del resto y tierra adentro.
Y oggún;el poderoso Rey d e ilesha, tampoco quedó ~ r á en s tomar
la iniciativa, por lo que preparó un fortísimo ejército; cruzó el rio O c h ú n y
se dirigió al Norte a través de aquel las inmensas llanuras; pasó cerca de la
ciudad de Ogbomosho, subió más allá de Oyó y se alejó d e los reinos.
Olfateó el terreno, escudriñando el horizonte en busca d e algún rastro d e
- la hueste invasora.
Corona Apanada estaba en los alrededores d e Oyó con su escolta
-no entró a la ciudad por razones personales-, en espera de q u e Orula
-
terminara su misión en aquella-ciudad. En eso supo del paso de su herma-
no por la región, y fue asu encuentro. .
Oggún le recriminó por su alejamiento del ejército; el explorador le
explicó lo sucedido con Babá a manos de Orula en el reino d e h l é y el
percance que sufrieron al salir de aquella ciudad; también le contó como
fueron rescatados por Oyá y la forma en que el Maestro logró salvar la
criatura que le nació a la Reina. Por último, le dijo que aguardara por el
sacerdote y que tan pronto regresara se uniría a la expedición.
Oggún se sintió satisfecho con estos razonamientos y continuó s u
marcha. A los pocos días el explorador se les unió, en compafiía de Omla
y sus discípulos, en un apacible atardecer hicieron la presentación ante el
b
gran Rey.
Cuando el Maestro se vio frente al dueño del Monte y de la Guerra
sintió una fuerte impresión, pues si bien Corona Apanada era un hombre
robusto e n extremo, Oggun lo superaba en mucho, y vestido como esta-
ba, con una corona rematada en la cabeza por un águila disecada, con la
boca abierta y el pico reluciente --como si fuera a atacar-, con s u
rostro pintado d e vivos colores, s u s anchos hombros y fornidos brazos,
mas s u terrible espada a la cintura, era la viva estampa d e Horus, el dios
guerrero adorado en el Nilo.
Orula contuvo su emoción y le dijo estas palabras:
"Saludos, glorioso soberano, los Dioses t e sean propicios. Admi-
rado estoy de tu porte, pues ni en el soleado Nilo, ni en el inconmensu-
rable desierto que atravesamos en nuestra peregrinación, ni e n las
numerosas aldeas o ciudades que visitamos, h e visto un hombre q u e se
te asemeje. Ni el terrible Chang6 te supera4 pues si bién es una deidad
poderosísima q u e anima un cuerpo d e Rey, usted es una deidad fisica-
mente".
Oggún sintió enorme placer por aquella comparación que lo favore--
cía; y te dijo con una sonrisa en los labios:
"Que Agbbniregún te acompafie siempre, sabio sacerdote. Bien dijo
el mensajeroque, por 6rdenes de Inlé llegó a Ilesha - c u a n d o aprestaba
mi ejércit-'que eras un hombre ilustrado y d e palabra fácil".
De inmediato extendib la increíble m a n e mas cuando Omla la fue
a besar lo atrajo hacia si y lo a b d como a un .hermano; Orula sintió
como aquel gigante casi lo levanta en vilo, pues si biea el Maestro era alto
y vigoroso, al lado de Oggiin parecía un muchacho,
Y el Rey le dijo después:
"Usted le dio felicidad a Oyá, a quien yo amo, a pesar del desaire
que me hizo en favor de Changó y eso basta para ganar mi corazón, pues
ni el terrible golpe de espada q u e aquel m e dio en el vientre, cuando
disfrazado como la Reina en la penumbra yo lo observé avanzar y le
tendí los brazos equivocadamente, ha hecho mengua en la pasión que
por ella siento".
Orula se turbó de momento al quedar Oggún en silencio y con el
rostro entristecido, mas recibió la inspiración de Ifá y le vaticinó:
"Ifá me guía al decirle,que esa congoja llegará a s u fin, cuando
pronto conozca a una joven comparable a cualquier diosa, d e tez y
rostro fino como jamás usted lo viera, d e larga cabellera, q u e ensorti-
jada cae sobre s u s espaldas, de pies ágiles como la gacela y caritar
melodioso como las sirenas que allá en mi país se menc-ionan en las
leyendas. Ante esa mujer sentirás los golpes del corazón e n e l pecho y
tras noble lid con u n o d e t u s hermanos, obtendrás el consuelo y la
felicidad en esta vida".
Así habló Orula y por segunda ocasión alegró el corazón del Rey,
quien ordenó sin falta la cena.
Después de pernoctar en el campamento levantado en una colina,
donde los guardias cuidaban el sueño del ejército, fueron despertados al
amanecer por el toque de cuernos y caracoles, que de lejos se expandían
d e manera estruendosa.
Era Corona Apanada, el infatigable explorador, quien salió de noche
en misión, y descubrió a un cuarto de jornada de camino una horda de
asaltantes, q u e al aprovechar la oscuridad nocturna habían saqueado una
aldea de la zona y luego la incendiaron; el humo aún se distinguía a lo lejos.
Por medio de aquellas notas los expertos de Oggún interpreíaron que
su hermano pedía se dirigieran hacia el Norte, y desplazaran s u ejército e n
forma de arco, para así cortar la retirada al enemigo.
Anunciada la orden de partida por los portavoces del Rey, se originó
- .
-
Orula r e c o n c i l i a a Oggún c a n Changó
--
Esa noche, a la luz de las antorchas, bebieron vino de palma Orula y sus
discípulos y conversaron alegremente mientras cenaban carnes-dejaba1 íes
y de antílopes.
Allí pudo conocer el Maestro otra faceta del gran Oggiin, ahora como
hombre jovial y dado a compartir, pues se expresaba así:
"Bebah todos, compañeros. He repartido una cuota de este dulce
vino entre mis hombres para que animen sus corazones, exceptuando d e la
misma a los que permanecen de guardia, quienes tendrán'maiiana su festín
aparte".
Y alzaba una:copa d e plata con incrustaciones de diamantes, que
algunos mercaderes trajeran de lejanas tierras y se la cedieron gustosos a
cambio d e un cargamento de pieles, d e las muchas que poseía el gran Rey
en sus tiendas, allá en Ilesha.
Respondían todos al brindis, tanto Orula como los oficiales del ejér-
cito y demás compañeros. Allí estaban Corona Apanada y Abo Ichokún,
viejos amigos de Orula. Ologundé, experto en tiro d ejabalina; Afo Coyere,
un príncipe hermano de Inlé, que con s u s hombres se había unido a la
tropa, y Oguedai, otro hermano de Oggún.
Le acompafíaba también Lanle el Guerrero, que del lejano reino
Popo había venido atravesando la densa selva por parajes inhóspitos;
cruzó las corrientes d e los ríos Ouemé, Ogoun y otros, para visitar a s u
amigo, e l Rey d e Ilesha y n o pudo resistir l a tentación d e sumarse a la
expedición punitiva; y Elerín, Ompetu y muchos más q u e alargarían
esta lista.
Mas, ya entrada la noche, consideraron oportuno retirarse a descan-
sar, cada quien en medio de sus escuadras de aguerridos hombres; Orula y
sus discípulos se quedaron en la tienda principal, donde Akampala, el
sirviente de Oggiin, preparó suaves lechos para hacer cómodo el sueño de
lqs que allí estaban. - -
Al amanecer levantaron con rapidez el campamento y se prepararon
para la marcha en busca de nuevos enemigos, pues d e sobra sabían que el
grueso de éste aún no había sido encontrado.
Descendieron de la colina en que estaban y atravesaron llanuras y
terrenos ondulados, donde se alternaba la elevada hierba d e guinea
- p a s t o de diversos animales y escondite de depredadores- con los terre-
nos de ~egetaciónescasa. El explorador Corona Apanad,aprecedía la tro-
pa; a l o s flancos de esta colocó hombres provistos de grandes ciracoles.
para alertar con sus sonidos cualquier posible emboscada.
•
sí avanzaron hasta que el Sol comenzó a declinar, y en eso sintie-
ron el toque anunciador de que un enemigo poderoso se encontraba frente
a ellos.-
La leyenda de Orula 53
Orula desciende
por el río Ogoún
Después de realizar una gran batida a los enemigos del Norte, donde mu-
chos perecieron a manos d e la pareja d e formidables guerreros y s u s tro-
pas, Changó regresó a la ciudad d e Oyó para continuar las fbnc iones propias
d e su reinado y Orula continuó con Oggún hacia Ilesha, cuna del gobierno
de éste.
Pero el adivino consultó s u oráculo y luego aconsejó a Oggún q u e
enviara el ejército - - c o n sus hermanos- d e vuelta a dicha ciudad, y q u e
ellos se quedaran con la escolta personal, para desviarse varias jornadas
al Oeste, hasta encontrar los manantiales que daban nacimiento al río Ogoún
y hacer una exploración en la zona. = m
"Amigos míos, sin dudas que ambos s e merecen por igual esa belle-
za, pero como es lógico, deben cortejarla primero. Por lo tanto, envíen
exploradores a todas partes, hasta averiguar su procedencia. Una vez he-
cho esto, purifiquen sus cuerpos en las aguas del rio,.vístanse con los más
elegantes y llamativos atuendos y marchen a conocer a los padres de la
doncella, para que, puestos al corriente de las intenciones que llevan, juz-
guen junto a.su hija a cual de los dos se le dará e n matrimonio".
Después añadió:
"Y como hermanos que son, juren solemnemente por Ifá y por
Oduduwa, el Padre de la Nación, que cualquiera sea el que gane o pierda en
esta limpia contienda, permanecerán igualmente tan unidos como antes".
Y ambos, sin dilación y puestos de acuerdo, juraron como les acon-
sejó OruIa.
-
El matrimonio
"Así, pues, vencida por hábiles cazadores y curtida-su piel con es-
mero, viajó durante cerca de un año hasta llegar a Egipto, luego d e cruzar, -
la cintura de tierra que separa los dos grandes mares del Norte, dando a
parar en sus manos.
"Al ver semejante pie= nuestro Rey no titubeó en hacer el cambio, y
les regaló ademhs otras cosas a los mercaderes --tan contento estaba- y
regresó con ella a su palacio en Oyó. -
"Ahora - d i j o finalmente el herald- se las envía a ustedes como
presente, para que e n las frias noches el Rey Oggún abrigue-cariñosa-
mente a su esposa y recuerde cuanto bien lo quiere su hermano Changó".
Ante tan detallado discurso, Oggún se emocionó bastante, y con ojos
húmedos le respondió al heraldo:
"intrépido Olufala, no recibí en toda mi vida un presente como éste, que
me ablandara tanto el c o d n . Retírense a descansar cuanto quieran, después
de ingerir las sabrosas carnes q u e los cocineros tienen ya 1istas e n el fogón,de
beber un poco de vino para reconfortarse, y una' vez 1ibres de la fatiga, antes
de marchar, aguarden por la respuesta que han de llevarle al Rey Changó.
M ¡en& tanto, si no hay más que tratar, que continúe la ceremonia".
~ l u f a l & n a r c h óentonces con sus hombres a seguir el consejo del
Rey y Orula dio comienzo a la ceremonia matrimonial.
Así, pues, hizo que los padres tomaran de la mano a la joven y les
preguntó:
-¿Qué asunto ventilan, buena familia?
-El matrimonio de nuestra hija -respondieron los padres.
-¿A quién se la otorgan? -inquirió Orula. - .
Changó trataban de salvar la vida; más tarde tropecé con Corona Apanada,
quien al. frente del ejército se retiraba a Ilesha. Él me dijo e l rumbo que '
ustedes siguieron; por ultimo, los tambores encaminaron mis pasos hacia
esta aldea, y siempre con el deseo de que usted aclare mis dudas".
Una vez que el Maestro escuchara los detalles relatados por Echu,
quedó pensativo ante las interrogantes del muchacho; juzgaba hasta don-
de podía hablar, pero le pareció conveniente aclararle todas - sus dudas de
una vez y así le dijo:
"En tiempos remotos, ya olvidados por los simples, mortales, las
márgenes del Nilo sirvieron de asentamiento a numerosos pueblos nóma-
das, que cansados de su peregrinaje se establecieron allí definitivamente.
"Vinieron entonces varias deidades a reencarnar en esa zona, con
Nefer y Obatalá a la cabeza.
"Junto a Nefer u Osiris --o Ifá, como aquí se le dice- descendió
Isis, con la que se casó, teniendo a Horus como hijo.
"Entre los otros dioses estaba Set, que envidiaba a Ifá por la forma
en que este unificó el país, y adiestró a los hombres en los cultos secretos,
en la agricultura y otras cuestiones d e importancia. Esa envidia llevó a Set
a aprovechar la nobleza de Ifá para afacarlo y darle muerte, y desmembró
y luego repartió s u cuerpo en distintos lugares.
"Pero Isis logró recoger esas partes y le rindió postrer tributo a su
amado, mientras que Horus -su hijo-- cobró justa venganza al privar de
la vida a Set".
Orula tomó un respiro y después continuó:
"No por estas cosas dejaron de ser dioses, pero Ifá decidió permane-
cer en el cielo, enviándome a mi, que soy u n sirnpléespíritu, a ¡a tierra
como s u representante; Horus ha venido a esta nación a gobernar como
Oggún; mientras que tú, Set, te has convertido e n Echu".
Y como éste quedara con el ánimo abatido, así le dijo Orula:
"No ts-entristezcas,pues tuviste y tienes licencia de los Benefactores
para actu,ar como desees, ya q u e esa es tu tarea, y sobre ti se hará un culto
en esta región que competirá con el mío.
"Y como súnbolo de amistad, Ifá me inspira a decirte que de aquí en lo
adelante los hombres podrán ofrecerte --como sacrificio ritual de alta impor-
tanci* al cerdo, que en Egipto se le dedicaba a Nefer en su'festividad anual.
"Ahora, para borrar lo pasado, hagamos un gran ehbó entre los dos
y el pacto de hermandad, de esta forma verás que para mí has dc ser-lo
mismo que Elegguá: el mejor d e los amigos".
Después d e conversar ejecutaron el ebbó, y quedaron tan hermana-
dos, que el paso de las centurias vino a demostrar que un hijo d e Orula
carece d e poder sin Echu, pues éste se convirtid, junto a Elegguá, en la
defensa del awó.
Más tarde, sentados a la sombra d e los árboles, siguieron conversan-
do y Echu le inquiría de esta forma:
"Explíqueme Maestro, por que razón, siendo dioses, tanto yo como
Oggún, Changó, Osain y losdemás que llevamos existencia material, so-
mos tan apasionados y no carentes de defectos".
"Por la sencilla razón -le contestó Orula- que inclusive en los
planos celestiales se sufre la influencia d e los dos extremos del orden de
las leyes, tanto para armonizar cualquier cosa como para destruirla, pues
¿no es acaso la lluvia beneficiosa para las cosechas cuando en buena hora
viene d e acuerdo al designio de las de idades?
"¿Yno e s esa misma lluvia, fuera d e su momento, la que inunda los
terrenos cultivados, impidiendo la recolección?
"Ahí se nota que las deidades ayudan o perjudican, de acuerdo al
criterio de otras entidades superiores a ellas, según el criterio propio, o al
merecimiento de la población en que son adoradas. Y estando encarnadas
sobrepasan a los hombres comunes, tanto en las virtudes como en los
defectos, según usen sus vibraciones.
"Por ejemplo --continuó Orula-, los nacionales consideran inne-
cesario adorar a las deidades buenas, pues como son así, no recibirán
castigos por olvidarlas. Sin embargo, le rinden tributo a las que tienen
-
aspectos malévolos, como en tú mismo caso, que has reencarnado
. varias
veces en esta tierra y sabes castigar duramente al que no te agasaja. Igual
sucede con Oggiin, Changó y los demás".
Al interesarse Echu por las razones que tenían Oggijn y Changó
para siempre estar peleando, Onila le explico:
"Es senc!lld.-hijo mio. Changó domina la atmósfera y desde esa altu-
ra piensa que tiene poder sobre los montes en que reina Oggún. Al enviarle
a éste su rayo incendiario cree que lo va a destruir. Entonces Oggún se
encoleriza y.aumenta el incendio, arrasando con la naturaleza viva, a
sabiendas d e q u e 6sta volverá a resurgir y con el humo producido que
asciende por el calor de las corrientes de aire contamina y oscurece el
reino d e Changó, perturbándole allá arriba en su dominio. Tras eso vlielve
el equilibrio. Son dos opuestos que luchan-y después se reconcilian.Así se
comportan en la vida terrena".
1a
La leyenda de Orula 65
Ode el cazador
L
Una vez concluidos los festejos con los que se celebraba la boda de
Oggún, comenzó la retirada de los visitantes a sus lugares de orígenes,
entre ellos Olufala, quien llevaba un mensaje d e hermandad d e O g g u n
para Chango.
Volvió la normalidad a reinar y los aldeanos se dedicaron a sus
tareas agrícolas: cultivaban el ñame, malanga, calabaza y algunos tigos
de granos, alimentos básicos para s u subsistencia, junto a la caza y la
pesca.
Un grupo d e jóvenes, q u e pronto habría de realizar su ceremonia de
iniciación como hombres, al someterse --durante siete días- a diversas
pruebas en los bosques, aprovechaba la estancia d e Ochosi para aprender
del experto cazador.
Este aún no había decidido su partida, pues e s t ~ b aenamorado d e
todas las doncellas que Aina le presentara, sin saber a cuál escoger. Trans-
currian los días, que empleaba e n adiestrar a los muchachos, y así les
decía:
"Caminen por el campo buscando las malezas que posean arbustos
cuyas ramas pugnan por emerger hacia el Sol. Entre esos, encontrarán los
q u e prodqcen varas largas, delgadas y rectas, que cortarán con s u s ma-
chetes a una longitud tal que tomándolas por un extremo y estirando.el
brazo les llegue a la tetilla de esa mano.
"Más tarde .lesenseñaré como acoplarles una punta filosa de hierro o
bronce, que el herrero nos fabricará, y las plumas que al final se le colo-
can ara hacer su vuelo recto y mortífero.
"Después verán que árboles tienen sus maderak duras, resistentes y
ara
'
una piel fina y resistente a la tensión, y ésta servirá para hacer cuerdas que
cantarán su melodía, cuando ya colocadas en los arcos, empujen la flecha
que ha d e partir alegremente en busca d e su presa". -
De ésta forma departia Ochosi con los muchachos, quienes extasiados
le escuchaban; Orula se mantenía sentado cerca con sus discípulos, pues -
también oía las lecciones, admirado d e las facilidades del cazador en ha-
cerse comprender. &
--
Orula salvá al pueblo de Azonwano
Durante tres días estuvieron haciendo la recogida d e hojas, ramas y arbus-
tos secos, que apilaron sobre el hoyo d e los cadáveres, y lo rociaron con
aceite y manteca. Y cuando Echu -a la señal de Orula- tiró una antor-
cha sobre el lugar, se abrió una llama gigantesca cuya humareda ascendió
hasta las nubes.
La fogata ardió dos días c o n s u s noches; se alimentaba con nuevos
leños lanzados desde lo alto, e n medio d e un calor agfixiante. También
hicieron humaredas en el interior de las chozas para espantar insectos.
alimañas y malas influencias; y al tercer día Orula. dejó que el fuego se
extinguiera por sí solo.
: Cuandoiesta ocurrió reunió a la población y le dijo:
-
Luego d e reafirmar Ikú su compromiso, se notó que Ifa comenzaba a
ascender alejándose del lugar.
Y ya iba Ikú a desaparecer cuando Echu, más ágil que ella, le arre-
-. bató la guadaña que llevaba en la mano. Le dijo: .
.. . . . '.!Lo siento hemana, desde ahora no tendrás el poder absoluto sobre
,
las zonas costeras para quejarse a Yemayá, su madre, del atropello de Oke. -
Cuando ésta tuvo conocimiento de tal cosa solicitó venganza a
Olokun, s u misterioso aliado, y a los pocos años, cuando ya todos habían
olvidado el asunto, terminó éste d e engendrar a Olori Merin, un monstruo- -
so ser con cuatro cabezas humanoides, torso y extremidades bestiales in-
descriptibles que, salido de las profundidades marinas, se dirigió a las
mnas montañosas, alrededor de Ia ciudad de Oke; devoraba a todos los
q u e se desplazaban por los caminos.
Los pobladores, aterrorizados, pidieron ayuda a los adivinos, quie-
nes explicaron q u e sólo con el sacrificio de los niños pequeños, al entre-
gárselos al monstruo, podían aplacarlo, cosa q u e hicieron con gran
sufrimiento d e los padres.
Pero una vezque fueron exterminadas las criaturas, Olori Merin con-
tinuó acechando en el largo y tortuoso camino de la ciudad hacia el mar; -
esto perjudicaba el comercio hasta tal punto que los p b k d o r e s sufrían las
escaseces de pescado, amen de todos los padecimientos anteriores.
El relato había conmovido profundamente a Orula y s u s discipu-
los, pero les reafirmó su convicción de viajar a Abeokuta y presentarse
al Rey. -
Éste, conitristeza, les decía:
"Por mi condición y responsabilidad, yo he sido el primero en sacrificar 1
i
mis dos pequeños hijos, para dolor de s u madre que está a la espera de un
tercero, mas con la angustia de su porvenir inseguro, pues.10~sacerdotes de
Olokun no dejan de estar al tanto de los nacimientos y reclamarán rápidamen- -1
te la criatura para entregársela a la bestia. Y a este paso quedará la ciudad y
mi familia sin descendencia, decaerá-supoder y desaparece& si una revuelta
popular po me levanta antes del trono para ofrecerme al monitnio".
- i
;
La Ieyenda de Orrrla 79
. . !.:
Pero Orula, tratando de animarle, dijo: -.
1- .
1:
tl-
"No te lamentes más soberano, pues Ifá me inspira a decir que'ese
castigo tendrá final prontamente".
Y pasaron el día descansando mientras meditaban sobre la cuestión.
A la mañana siguiente Orula se presentó al Rey y le dijo: -
decir:
"i Imprudentes!, cuando O lori Merin, el Exterminador d e los Carni-
- nos beba la sangre d e todos ustedes, en su viaje a li fé Oore tendrán tiempo
suficiente para reconocer el error en que este extranjero los hizo caer".
Pero ya Ifá les había henchido el pecho d e valor a los aliados de
Orula, que se reunieron con él y el Rey aparte para acordar salir a la
mañana siguiente a la caza del depredador, después d e efectuar una lim-
pieza ritual en sus cuerpos.
Terminada la reunión, Orula regreso cop sus discípulos al interior
del palacio, y se recogió en el aposento a ellos destinado, para meditar. .
-
Debían acabar c m el monstruo sin que hubieran pérdidas humanas; é l
sabia que en su pecho rebotaban las flechas y jabalinas, que algunos osa-
- damente le disparaban. Como el monstruo tenía cuatro cabezas, hubiera
sido vano tirarle un flechazo a una de ellas, pues si el flechazo acertaba
quedaría vida suficiente e n las otras tres para destruir a su contrario.
Decidió entonces consultar al oráculo de Ifá e n cumpañía de sus d isci-
pulos; manejó los iquines d e acuerdo al método milenario aprendido de la
-
Deidad Tutelar. Y al obtener el signo, comenzaron a buscar en sus mentes
las parhbolas que encenaba, hasta'que uno de los alumnos recitó la siguien-
te: "De la fuente surge el agua. Ésta es la que mantiene la vida. Pero el agua
-
madura y ablanda los fnitos, reventando su corteza con dulce néctar".
Bajouna limpia intuición, el Maestro le preguntó a Echu:
"Amigo, ¿tienes conocimiento de los momentos del día o la noche en
que el monstruo suele atacar?"
''S610 ataca de día y a pleno Sol - c o n t e s t ó Echu- inclusive, los
-
sacrificios humanos se le hacen cuando el Sol está en lo más alto. Bien he
sabido que no actúa de noche ni en días lluviosos".~
Orula comprendí6 de inrned iato cómo téhdnan probabi 1idades de 6xito
' en la empresa y le dijo al muchacho:
"Hermano, necesito que busques en los almacenes d e palacio cinco
tinajas que en su interior puedan'lleva.r tal cantidad d e agua que un horn-
bre logre cargar durante horas una de el las sin mucho esfuerzo; llénalas d e
ese líquido y tráelas".
Y le dio indicaciones a sus discípulos para que lo acompañaran.
Partieron los sacerdotes con Echu a cumplir el mandato d e Orula y
éste se quedó revisando el arco que Ochosi le obsequiara. Era una be1 la A
pieza, que con su cuerda tensa podía disparar una flecha con fuerza sufi-
ciente para atravesar un hombre. Después preparo tres flechas,a las q u e
hizo una marca cerca de sus puntas, para reconocerlas más adelante; em-
~ ~ ~ con un fuerte narcótico, el mismo que usó en su pelea
b a d u r n ó . aceros
contra Ikú.
Cuando regresaron Echu y los discípulos, quienes cargaban las tina-
jas llenas d e agua, exclamó:
"Mañana Olori Merin conocerá el valor y la astucia de los hijos de
rfá5-.,
Esa noche descansaron y al otro día se levaniraron temprano para
efectuar sus abluciones y acostumbrada rogativa a Olorun. Después salie-
ron a ejecutar la limpieza ritual junto a los guerreros que en patio espe-
raban. Una vez que terminaron, marcharon bien armados por la puerta
principal; descendieron los caminos que iban en dirección al mar. Y los
babalochas, al ver al grupo de Orula con las tinajas, se mofaban y decían:
"jMaestro, Olori Merin no bebe agua, sólo la sangre de sus victi-
mas!"
Pero éste no les prestó atención y más bien se dirigió a los guerreros
con estas palabras:
"Hombres valerosos, la prudencia aconseja no ir solos por las sen-
das, sino en grupos, provistos de cuernos q u e alerten ados demás, deben
correr todos al encuentro d e la bestia en cuanto sea avistada".
Se despidió de Oke, q u e -por consejo d e Orula- permaneció en la
ciudad, para que la bestia, creada contra él, no fuera a devorarlo antes q u e
5 los,demássi lo sorprendía en el camino; el Rey obedeció a regañadien tes,
pues a pesar de todo, era un hombre de valor.
I
res, éste, arco en mano y alentado por Ifa, les pidió reiteradamente que lo
dejaran solo con Echu y sus discípulos.
Así recorrieron diversas encrucijadas, donde Echu al frente, olfatea-
ba los caminos, husmeaba el terreno en busca d e posibles huellas de vez
en cuando se encontraban con otras escuadras de guerreros.
Dedícaron todo el día a la labor, que fiie vana, al no hallar sefíal
alguna d e la bestia. Pernoctaron tranquilamente en un descampado, a
sabiendas de que ésta no atacaba de noche. De la misma forma actuaron
los demás participantes en la batida, y, desde distintas posiciones se divi-
saban las luces de sus fogatas.
Al amanecer del siguiente día, en cuanto hicieron su acostumbrada
rogativa a Olorun, partieron a continuar la búsqueda. Y ya al mediodía,
cuando el Astro Rey estaba en lo más alto y el hambre y la sed los acosa-
ban, sintieron, no lejos de allí, el sonar de un cuerno: el monstruo había
sido localizado.
Corrieron a toda la velocidad que podían, se dirigieron al lugar por
sendas enclavadas entre rocas y laberintos, hasta llegar a un claro donde
se destacaba la figura horripilante de Olori ~ e ? ~ .
La desagradable impresión que les causó detuvo e n seco al grupo d e
Oruia, mas éste, volviendo e n si, le dijo a Echu:
"Pronto hermano, sube a lo alto de esa enorme laja y cuando el mons-
truo pase por aquí no dudes en descargarle la tinaja de agua encima, pues
en ello va nuestras vidas".
Echu obedeció rápidamente, dio la vuelta a la gran piedra hasta q u e
encontró un lukar apropiado para subir y ya en lo altohizo señas a Onila;
después se ocultó.
Éste entonces les dio instnicciones a sus discípulos para q u e se man-
tuvieran al tanto de la bestia con las tinajas a mano. Entretanto, a cierta
d,is.@nciade Olori Merin, varios guerreros le tiraban lanzas y flechas inú-
tilmente, pues rebotaban en su dura caparazón, mientras se movía en tor-
no a s í mismo; rugía ferozmente y levan taba gran polvareda, que lo dejaba
medio oculto a la vista de los hombres. De pronto divisó a Orula y con
cuádruple'voz le dijo:
"Forastero, sin duda eres tú el que has promovido este,alboroto,
según me informaron mis espíritus esclavos, pero ahora te acosaré y des-
preciaré a estos hombres que en vano me atacan,paradevorarte y beber tu
sangre".
Y Omla -aunque sobrecogido por la impresión- le contestó:
. .
"Tienes razón, despreciable ser. Es más conveniente que peleemos
nosotros, y veamos quien gana en esta lucha".
Así dijo y cargó e l arco, disparándole sin dilacidn,una flecha,
que rebotó en la coraza d e aquel pecho, mientras el monstruo profe-
ría amenazas rugientes y avanzaba e n medio del polvo levantado con
sus extremidades, pues caminaba apoyando d e vez en cuando las
manos en e l suelo, ya que el pesado y ancho pecho le hacía algo torpe
e n el andar.
Pero Orula, más ágil que él, retrocedió hasta cruzar por el costado
del montículo sobre el que Echu se ocultaba.
Cuando Olori ~ k r i pasó
n por allí el muchacho le dejó caer el agua
encima, bailando una buena parte d e su cuerpo.
La bestia rugió indignada y amenazaba mirando hacia arriba, pero
no divisó a Echu - - q u i e n se había ocultado nuevamente- y se volvió
hacia Orula.
A la a'rdende éste, los discipulos -aun a riesgo de sus vidas- se
fueron acercando a la carrera al monstruo y le tiraban las tinajas con
agua. Después se alejaban a toda la velocidad de sus piernas.
Orula preparó entonces la segunda flecha y la disparó contra Olori
Merin; ésta rebotó en bronco sonido sobre su pecho, pues aún lacoraza no
se había reblandecido lo suficiente con la humedad.
El Maestro volvió a retroceder y de pronto se vio rodeado d e altas
rocas. Había llegado a un espacio sin salida mientras el horrible engendro
se le acercaba chillando d e gozo; le decía:
"Ruégale ahora a tu Dios y veremos si te salva". -
-
L a leyenda de Orula 91
De la alta peña cayó el hombre a las olas marinas, con los ojos desorbitados;
murió sin comprender lo sucedido, y fue devorado rápidamente por los
feroces escualos. Mientras, s u ayudante, con la criatura e n los brazos N
que colman mi felicidad, que partí una mañana sin despediime luego de .
. . -
. . terminar-mis deberes en la zona.
"Seguí entonces la ruta que me dijeron iban a tomar y Ilegué a
Abeokuta a los pocos días desu victoria sobre el monstruo, y me digolpes
- conelarcoenlacabezaporhaberperdidotanbuenaopominidaddeganar
fama, pero orgulloso por la valentía de ustedes':.
Cogió un respiro y prosiguió: -
"Cuando estaba en el palacio de mi hermano Oke, llegó un mensaje-
ro del reino de Yemayá que reclamaba a sus hijos y familiares, pues
-
-vencida por la edad- espera d e un momento a otro partir hacia Iifé
Oore, y quiere despedirse de todos antes que tal cosa suceda. Por lo que
--
salí antes que Oke con ánimo de encontrarlos y de invitarlos a que vengan
conmigo. Así verán d e nuevo a los demás hermanos y conocerán a la
anciana reina.
"Cuando nos acercábamos a este lugar, un presentimiento hizo q u e
me adelantara a mi escolta; corrí parte del camino, y así llegué a tiempo
- para salvar la situación".
S
"Valiente hermano --le dijo Orula emociona&-, cuando abando-
nemos los reinos de la tierra y desde las alturas auxiliemos a los hombres
- en sus adversidades, serás el brazo protector de las familias que te implo-
ren, y tu culto no caerá en el ostracismo".
-
Así le vaticinó Orula a Ochosi, recogiendo este hecho e n el Libro
Sagrado d e Ifá.
La leyenda de Oruln 95
- .
-
Después abrazó y beso a Echu y le fueron presentados los discípulos
d e Orula y demds miembros d e la comitiva. Todos besaron su mano y le
pidieron su bendición.
..
Permanecieron entonces muchos díasjunto a la reina, intercarnbiaron
vivencias y opiniones sobre distintos temas. Y el Maestro le manifestó a la
soberana:
"Nosotros ejercemos e1 oráculo mediante el manejo d e los iquines,
pero con pedazos de concha d e una jicotea sacrificada en un ritual- y
-.
tramos de fina cadena elaboré un instrumento que tiene atributos sagra-
dos, con la idea de usarlo en función similar, una vez que hagamos las
primeras iniciaciones en el culto".
- Al interesarse Yemayá por los requisitos que debían reunirse para tal
cosa, Orula le explicó:
"Esto es sólo para hombres selectos, tanto por s u inteligencia natu-
ral como por sus principios morales. Desde tiempos inmemoriales no se
aceptan mujeres, tampoco hombres con indefiniciones. Los escogidos se
- abstienen de compartir el lecho con mujeres para aumentar su espirituali-
dad mediante la abstinencia sexual".
Y la sabia reina le dijo sonriendo dulcemente:
"Maestro, lo que e s e n otra tierra no es los mismo e n ésta. Aquí
cualquier sacerdote se casa por necesidad de ayuda mutua, y si deseas
- sembrar la fe de Ifá, piensa en algunas variantes. En el caso de los adod is,
no hay contradicción e n que permanezcan fuera del culto, iniciándose
con otras deidades, pero te diré algo: las mujeres de edad avanzada, que
n o practican el sexo, equivalen espiritualmente a un hombre célibe, y
como n o sufren las impurezas d e su menstruación son limpias ante cual-
quier Dios, así sea el mismo Agboniregún".
Sin dilación, tomó el opelé o cadena que Omla le enseñara y efectuó
un rezo propiciatorio, solicitó la iluminación de Ifá, Oduduwa, Oloddurnare
- y Olorun, y lo lanzó. 0btuvo;elsigno ante la mirada asombrada d e Onila,
quien al no querer ofenderla la dejó actuar.
Y en el signo Orula interpretó que si, que todo estaba bien dicho y
hecho, por lo que Omla exclamó:
"iMadre!, justed me asombra con su sabiduría!"
. .
Y Yemayá le contestó:
"YO he vivido muchas vidas en estos reinos, junto a los demás dio-
ses. H e visto formarse la nación, y en un futuro riencarnaré junto a ti y
hasta seré tu esposa, sin que dejes de ser Omla, el ministro de Ifá".
d *
. .
Y terminó sus palabras con una sonrisa picarezca.
De mas está decir la amistad que surgió entre los dos,pero comenza-
ron a llegar los familiares de la Reina; hubo que atenderlos debidamente,
y así disminuyo el tiempo para conversar.
- .
"Sangre mía, no ofendas a Oke, que ya pagó su falta. Más bien
salúdalo y olvida el pasado". . .
"Hermano -le respondió Changó-, mucho he reído la ocurrencia
de Oke cuando me emborrachó con miel y vino, lamento el exceso de celo
. de mi madre, así como el castigo que le infligió, y en cuanto termine el
pacto con Oggún iré a verle".
Asi pasaron dos días de ceremonias, entre cantos, wnversaciones y
brindis de dulce vino. Por ultimo, arribb al castillo Ochún, la divina Diosa
y esposa d e Babalú Ayé.
- La entrada de la dama al salón, que sobrepasaba en mucho con su
be1leza y sensualidad a todas las mujeres de la nación, dejó atragantados a
los que estaban comiendo; con las copas en alto a los que bebían; con una
-
mano sobre el tambor y la otra levantad; a los que estaban tocando; y a
Orula con la boca abierta pues estaba hablando.
Después que Ochún departió con Yemaya y saludó a familiares y
amigos, fue presentada a los extranjeros. Extendió, pues, una mano a Onila,
quien tras besarla respetuosamente le dijo:
- "Qué Oduduwa, el padre de la nación, la bendiga siempre, hermosa
mujer. Cuanta leyenda se narre de su persona será pobre de palabras. Las
que yo he oído no pueden encerrar la mitad de la admiración que me h a
causado, ya que ni en el remoto Egipto, de esbeltas mujeres; ni en la Pales-
tina, de muchachas de ojos serenos y dulces; ni las amantes d e los harenes
- musulmanes, son capaces de equipararse a usted, que me ha dejado ano-
nadado''.
-
Y Ochún le sonrió con s u gracia natural. Le contestó:
"Distinguido visitante: la belleza e s una cualidad si junto a ella vie-
nen las demás virtudes que distinguen a los dioses de las personas comu-
- nes. Usted -por lo q u e he oído decir- no está muy distante del rango de
una deidad encarnada".
Continuaron después las conversaciones con el resto de las amista-
des, hasta que volvió Changó y le preguntó a O d a sobre s u s planes. Éste
ledijo: *
Donde
. se manda-a canlcir
.
nado".
"Olvida e1 pasado -le aconsejó Changó- y ejecutemos el baile
d e los aliados, tal como aprendimos de pequenos. Yo también cometí
errores cuandojoven, y el gran Osain me regañó por un mal uso que hice
d e sus plantas. En aqüetentonces se me conocía como Ewegbemi - e l
hierbero- por las maldades que realizaba y ante la reprimenda de mi
padrino invoqué mis poderes ultraterrenos y le hice la guerra; pero el
incontrolable dominio d e estas fuerzas me 1lev6 a actuar con crueldad:
descargué varios rayos a él y sus seguidores, cosa d e la q u e me arrepentl
al momento. Hupi entonces de la zona, viví oculto miserablemente e n las
cavernas y maniguas, y fui despreciado por los dioses y los hombres.
Pero cuando Oddua -nuestro padre celestial- y demás deidades con-
sideraron pagada mi falta, hizo que Babá enviara hombres e n mi busca
y me presenté a éste, quien m e sometió a varias pruebas tentadoras, y al
no ver en mi malevolencia o vileza me restituy6 los honores y riquezas y
me entregó el reino de Oyó. Una vez e n esa posición fui a ver a Osain, y
postrado a sus pies supliqué con humildad su perdón, y él con generosi-
dad me lo concedi6.Asímismo pudiste ver que yo, aunque airado por tu
acción, me abstuve de usar en tu contra los poderes d e la atmósfera, que
me pertenecen, pues juré que mientras viviera encarnado en esta tierra
no usaría otra vez tan terribles vibraciones".
Changó, después.de hablar, dio instrucciones a los tamboreros;
cuando regresó se par6 frente a Oke, y los dos empezaron a mover las
piernas rítmicamente al compás d e los sonidos, unieron sus frentes un
buen rato, despubs se distanciaron un poco y chocaron hombro con hom-
bro, mufieca con mufieca, codo con codo y se dieron vueltas uno alrede-
d o r del otro contorsionándose, en medio de la multitud que los miraba
complacida. -
Así estuvieron un buen rato hasta que dieron por terminado el baile
y se abrazaron ante el aplauso general.
Mbs tarde. a solicitud d e Omla, Changó ejecutó una danza que el
Maestro le ensefiara cuando estuvo en Oyó; y en esos momentos fbe ma-
yor aún la admiración d e todos, principalmente d e Yemayá, que lo obser-
. vaba con gran ámor.
Una vez.fma1izados los bailes, continuaron las conversaciones y brin-
.,
dis, y-0rula:pudoobservar corno'oggiin departiacon Ochíin, quien con
--
La leyenda de Orula 105
E l vuelo de Yemayá
-
e
lo alejó de la costa. Todos observaron admirados cómo ascendía una cla-
ridad desde elfondo del mar, que iluminaba la superficie alrededor del
lecho flotante, mientras peces detodos los tamaños y variedades hicieron
dos filas para marchar junto a ella.
4 '
1
Entonces Orula se levantó del lugar en que estaba y fue hasta don-
d e eliOba se contraía, y con un pedazo de madero lo golpeó en cierto
a
sitio de la cabeza, haciendo que perdiera el conocimiento. Aprovechó
ese momento para extraerle suma h a b i l i d a 6 el aguijón del cielo
de la boca y aplicó en la herida un paiio con una pomada para contenerle
la hemorragia.
Al poco rato despertó el hombre, todavía adolorido, pero en fraiica
recuperación, y al ver a Orula a su lado exclamó con dificultad:
"iverdaderarnente la palabra de Ifá nunca cae al suelo!"
Y repuesto del susto volvió a disfkutar -más o menos- del ban-
quete, ahora con Oru la y su grupo en los asientos preferenciales.
De más está decir que al día siguiente el Oba se sometió a la limpieza
ritual que Orula le aconsejara, aunque ya había pasado el peligro.
- --- *
. .
.-
"La bendición de Agboniregún sea con usted -le dijo el visitant-, - .-..
F . -
. ..
.
con su ayuda".
p
"Así sea, buen hombre" -le dijo Orula mientras lo miraba fijamen- . .
te, pues a pesar de su ropaje destruido, había algo no común en él. ..,. .
-...
[
< p
así q u e heme a i u i ~ u ~ l i c a h d ~< fj -su
á~ ayuda kilagrosa".
"Soberano -le dijo Orula- repongamos primeramente s u salud, y
después marcharemos a s u reino para impedir la muerte del Príncipe".
- Sin pérdida.de tiempo hicieron un gran ebbó en el cuerpo del Rey y
le dieron ingerir ciertas infusiones con el ánimo de fortalecer su estóma-
go, y entre todos le trabajaron el periespíritu, para armonizar su cuerpo.
Tan efectiva fue la obra, q u e a los tres días ya habíacambiado por com-
pleto el semblante y la salud del buen monarca, quien animoso le dijo al
Maestro: [-
,
S "Ministro de Ifá, le suplico.vaya conmigo hastami ciudad a ver de
q u é forma podemos salvar a mi hijo y-restituirmeen e l &no".
"Calma soberano -le contestó Omla-, cuando llegue el momento
oportuno partiremos; mientras tanto, no tema y continúe mejorando".
Entonces Orula envióAaElegguá en busca de algún aliado poderoso
que les sirviera de compañia en el viaje; el pequeño volvió al segundo día
con Lanle, el guerrero, y su ejército, que regresaba a sus dominios des-
pués d e la guerra con los vecinos del Norte; Lanle, al saber de la petición
de su hermano Orula, n o vaciló un momento en presentarse ante él. U n a
vez quai~ercambiaronlos saludos acostumbrados, le dijo:
"Hermano, puedes contar conmigo y mis mejores tropas para lo
que desees, pues bien sé q u e toda acción tuya persigue un fin noble y
justiciero. Si necesitaras un ejército mayor, permiteme enviar mensa-
jetos hasta el reino de Oluopopo, mi padre, y él nos dará cuantos hom-
bres hagan falta, y cuenta con Babalú Ayé, que gobierna un numeroso
pueblo, asimismo con Aguema, el hijo de Mola Mola, con la Reina
01v&i, con Tobo Chimeife, Orolala, Ocha Oloru Aye, y todos vendrán
sin dilación a auxiliarte, y si a u n consideraras insuficiente el refuerzo
m e lo dices".
NO tanto, no tanto! -le dijo Orula admirad* pienso que tú y los
valerosos hombres que te acompañan son suficientes".
Después de cenar y beber vino de palma, cuando llegó la noche, se
retiraron a descansar. A la mañana siguiente, tan pronto Orula y sus dis-
cípulos se acicalaron y realizaron su acostumbrada rogativa a Olorun,
partieron con el Oba y la fuerte tropa a restituirle los honores al Rey.
Después de avanzar una jornada bajo los altos árboles, poco antes de caer I
la taide, llegar& a una elevación desdela cual se di,visaba la ciudad obje-
to del ~iaje.~Decidieron hacer el campamento allí; Omla le recomendó a
Lanle que preparara grandes fogatas, que fueran visibles a lo lejos. Per- -!
noctaron, y a la mañana siguiente, luego de la rogativa a Olorun, Orula se
dirigió-al Oba de esta forma: i
I
"Distinguido soberano, vístase ahora con las más lujosas ropas q u e
se puedan encontrar en el campamento y enviemos por delante una emba-
jada coe Elegguá al frente, para que,bajoTel toque de cuernos anuncien
-- La leyenda de Omfa 113
-
las cosechas y la salud de-tu pueblo. Es este el deber q u e al paso de las
se h a establecido".
"iInsensatos! -le contestó el Rey-, bien saben que desde un prin-
cipio me opuse a tan inhumana costumbre''.
Y ya iba a dar orden d e e c h a d o s cuando Orula se acercó a él y en
voz baja te dijo:
"Buen señor, si hasta ahora me escuchaste, no desprecies mi conse-
jo, es mejor ganar fieles adeptos, antes que atemorizados súbditos, y solo Ir-
con política se obtienen estas ventajas". 1. :
Después pidió permiso para hablar así:
"Babalocha, Ifá me inspira a decirle q u e todo l o que planteé ante-
riormente es veidad, y ahora q u e el pueblo se purificó esperemos varios
días para que todos vean como Azonwano se retira d e este lugar, mejoran-
do la salud de sus habitantes. Una vez q u e esto se logre podemos reunir-
nos nuevamente e n el palacio y tomar una determinación en el aspecto que
está pendiente aún. Y para q u e n o me considere un intruso le diré que y o
soy Orula, el ministro de Ifá, que atravesando el Niger hice pactos de
hermandad.con los más poderosos dioses encarnados q u e e n esas tierras
gobiernan, y si llegamos aquí con numerosa tropa fue porque Lanle, el
guerrero, que es mi hermano de juramento, tales cosas reconoce y aprue-
ba, pues él es soberano e n esta nación, de la cual y o también me cotisidero
hijo por las alianzas contraídas".
Así habló Orula y lo aprobó el b u e n Lanle y el Rey, quien d i o por
terminada la repnión.
-
d asado s. varios días después de. efectuarse los ritos puri ficatorios, las epi-
demias S& alejaron d e la zona, j hombres y mujeres recuperaron su salud,
por lo que todas las mañanas se congregaba numeroso gentío frente al
palacio para aclamar a l Rey, cada vez q u e éste se mostraba e n público. Le
pedian perdón por el error cometido y le daban vivas a Ifá y a Orula, d e
quien ya tenían conocimiento, pues la misma soldadesca, al igiial q u e
Elégguá y sus seguidores, se encargó d e -regar muchísimas historias del
buen sacerdote. Y cuando el Maestro consideró llegado el momento, so-
licitó al Rey una reunión con los babalochas de la ciudad para discutir el
asunto de su hijo. Al presentarse éstos en el palacio, Kejele Kuto les dirigó
estas palabras:
- "Saludos sacerdotes, gloria tengan ustedes y las altísimas deidades
adoradas por nuestro pueblo. Una vez que todos hemos recuperado la
salud, el hermano Orula solicita esta reunión para dilucidar el fúturo de
mi hijo, que en estos momentos se encuentra oculto con su madre en un
lugar que yo s61o conozco. Bien saben que desde que tome posición del
trono, cuando era joven aún, me opuse resueltamente a tan inhumano rito,
mas lleguemos a un acuerdo consultando a los dioses y buenos espíritus
que nos protegen y yo lo acataré si es por el bienestar d e la nación".
Así dijo pises confiaba en Orula y el gran IfB, ya que el Maestro
prometió ayudarlo.
El sacerdote de h n w a n o , Afiosan, se adelantó entonces para decir:
"Soberano y demás personas que aquí se encuentran, escuchen mis
palabras. Cuando yo era nilío mis abuelos practicaban el culto a Zaka, de
acuerdo a las Iiturgias que a su vez aprendieron de sus antepasados, y,
desde tiempos inrnemoriales fue aprobado sacrificar un joven o infante a
la deidad, lo mismo que se hace ahora;y el orden de las cosas establecidas
al paso de las generaciones no tiene porqué alterar-se. A falta de esclavo o
sirviente para este prop6sito siempre se convino en someter a sorteo la
posible víctima,sin excluir a los poderosos del reino,para que la igualdad
de condiciones no creara malentendidos ni disgustos entre la gente. Si los
dioses destinaron al príncipe para víctima expiatoria no veo razón que
haga variar este designio". - -
Ante las razones expuestas por el brujo callaron todos, hasta que
Orula habló de esta forma:
"Sacerdotes y miembros de la corte, permítanme expresar mi opi-
nión, que es la siguiente: yo vengo de un lejano país donle existengrandes
templos para a h r a r a las deidades, y en sus cámaras secretas, en papiros
y pergaminos como éste -mostró un papel que desenrol16 a la vista de
todos- hernOs detallado, mediante un lenguaje dibujado que se.llarnaes-
critura, la historia de esa nación desde q u e el gran Ifá descendi6 a reinar
en ella y unificó las tribus y poblaciones, creando un poderoso imperio
bajo s u culto. Una vez que la deidad desencarnara vinieron los demás
aioses y hombres a gobernar, pero influenciados por las Entidades Malé-
volas desarrollaron su egolatría y vanidad, de forma tal que con su muerte
&astraban a la tumba a sus esposas y sirvientes. Esto desmereció mucho
4
La leyenda de Orula 11 7 I
sin paradero
Después de ejecütar los sacrificios a Zaka mediante un espléndido ritual,
los sacerdote,^ se retiraron -asus casas para dedicarse a las tareas ordina-
rias de los cultos.
Lanle el guerrero partió, y llevaba un saludo de Omla para el gran
Oluopopo, asi como la promesa de visitarlo pronto en su reino.
b Se mantenían en el palacio Orula con sus discipu los y Elegguá, rete-
nidos por Keleje Kuto, quien les presentó con alegria a su esposa e hijo y
les hridí'át6das los honores y atenciones que estaban a su alcance. Llega-
do el mbmento d e partir se despidieron del Oba y su familia, d e los
1
La leyenda de Orula 119 1
Oluopopo
LL
Buen Oluopo,po,-las ceremonias #para-neutralizar d e esta forma
los poderes del dios Osain surten efectos temporales, con gran costo d e
tiempo y recursos. Debemos hacer sinbdernora un ritual dirigido a 61
directamente, no con Animo de guerrear sino buscando su alianza y ayu-
da. Porque no podemos olvidar que los vigilantes de la creación le otor-
- gaton el reino vegetal desde un principio y, por lo tanto, debemos respetar
lo estAblecido".
- ;El-Wberanoestuvo de acuerdo w n el consejo del Maestro y dispuso
todo pa3a:la maiíana siguiente. . .
4 '
La leyenda de Orula 123
Una vez que llegaron al cúmulo d e piedras bajo los árboles, prepararon el
campamento; Akarnpala y Alari encendieron un pequeño fuego para asar
varios trozos d e ñame y carnes saladas, mientras esperaban al habitante
del lugar. Cuando consumían la cena, y estabansentados en el suelo, fue-
ron sorprendidos por una voz que a s í les dijo desde cierta distancia:
"¿Quién es el osado q u e invadió mi territorió? Cuando descargue mi
garrote en sus espaldas correrá arrepentido y nunca más volverá por aquí".
Ante las intempestivas palabras, los miembros del grupo se pusieron
de pie y Orula dijo primero que todos: a
'
"Gran Aroni -le dijo Orula-, denos suliceneia para registrar
- la selva hasta encontrarlo y si logramos curarle,~élen persona vendrá
arrepentido a solicitar su perdón. Cuandollegue ese momento sea ge-
.. -
neroso, para que la leyenda de s u s cualidades n o quede-olvidada por
' los hombres". . .
- E l Dios n o puso reparo a la petición de Orula y convinieron en en-
contrarse en ese mismo lugar si el Maestro lograbaisu objetivo.
Esa noche pernoctaron e n el campamento, y a la mañana siguiente,
luego de efectuar s u rogativ,a a Olorun, avanzaron por la selva en busca
del muchacho.
Y Aroni le contestó:
"Levántate valiente joven. En honor a tu venerable padre, al noble
.
Onila y a ti mismo, yo te eximo de la sanción impuesta, pues reconozco
.