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Iglesia Misión Evangélica del Príncipe de Paz

Barrió la Calzada, Zacapa

Venga Tu Reino #4
Lucas 7:36-50
Introducción: Las verdades del Reino son Inmutables, fueron tan importantes en el tiempo de
Jesú s como lo es en nuestros tiempos, y como lo será en tiempos futuros. Caminemos
entusiasmados en este viaje sobre las enseñ anzas y principios divinos que nos libra de todo mal.

1. Vidas antagónicas
a. Las vidas antagó nicas son aquellas que son opuestas una de la otra, esto fue el
acontecimiento que marca esta pequeñ a pará bola que Jesú s decide mostrar como
principio de vida del Reino.
b. Por un lado encontramos a un fariseo adinerado con un comportamiento de
superioridad, estos indicadores nos demuestran la probabilidad de que se sintiera
autosuficiente en todo lo que emprendía. No tenía necesidad de ser perdonado puesto
que era fariseo y no tenía necesidad del pueblo puesto que era adinerado.
c. Por el otro lado encontramos a una mujer que la biblia la define como pecadora, ella se
encuentra entre la multitud que habían llegado por la fama de Jesú s. Esta mujer se
presenta con todos los calificativos de inmundicia que la sociedad podía atribuirle. Su
carga es tan grande, sus heridas son tan profundas y sus ansiedades tan insostenibles
que: llorando, comenzó a regar con lágrimas sus pies, y los enjugaba con sus cabellos; y
besaba sus pies, y los ungía con el perfume V38.
2. ¿Quién salió más beneficiado?
a. Estamos ante un principio muy, pero muy profundo del Reino. El beneficio no depende
de la cantidad de lo que se recibe o de lo que se te perdona, sino del valor que toma ese
hecho en el corazó n de una persona agradecida.
b. Colocando la vida de la mujer con la del fariseo segú n la pará bola que Jesú s enseñ an
¿Quién de los dos era má s beneficiado?
c. El má s beneficiado era el fariseo puesto que fue instruido desde niñ o en la palabra de
Dios y su nivel econó mico era superior que al resto de personas, pero la mujer aun con
todas sus desgracias entendió que la má s beneficiada era ella puesto que a ella se le
habían perdonado má s pecados y sanado má s heridas.
d. No importa si el Señ or nos encontró desde que éramos unos niñ os o unos ancianos,
ambas categorías tenemos que estar muy agradecidos con Dios y mostrar nuestro
agradecimiento. Alguien puede decir debo estar agradecido porque se me perdono
bastante y otra persona puede decir, estoy agradecido porque no me dejaron
endeudarme nunca, cada uno es feliz con el perdó n que Dios le otorga, si nuestros
corazones son agradecidos podrá comprender este principio.
e. El problema es que la mujer estaba agradecida en su desgracia y el fariseo era insensible
en su bendició n.

Conclusión: Nunca dejemos de sentirnos dependientes del perdó n que solo Jesucristo otorga
aquellos que humilladamente le buscan, y entregan lo má s valioso de sus vida como lo hizo la
mujer.

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