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LATINOAMÉRICA: LAS CIUDADES Y LAS IDEAS

propio Vergara fuu do' eu Bagota' cou el nombre de "El lVI ' "
D e to dOs ~ d 1 "d' f l' OSalCO , 6, U\~ CIUDADES BURGUESAS
de la vida i "'""-10 os, e peno leo ue e prmcipal instrumento
,h Lor¡telectual, que raramente se deser¡tendia de 1 'd
Po1lwca. s I ' a VI a
ria J' poetas -e argentmo Juan Cruz Carela el c t
o l~~ ~~~i:oaquin de Olm~do" el colombiano Julio Arb;le~~ 0-
ref' .p tas, los que se lnchnaron a la narración o lo q
P meran el t d ' , s ue
medída, en las elnshayo, l~ os pardtlcd'parou, leu mayor o menor
dísmo uc as po ItIcas y e Icaron argas horas 1 '
co , que er¡ tasi todas las ciudades de alguna importan: pen~;
' u u,:o °lton varios medios de expresión de las ideas E'la COI~ ,o
dICO CIrCU ab 1 b " ,peno-
ella s escn'b'laa entre
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as urgueslas actIvas y pensantes
' , 1 ' Y para Desde 1880 muchas ciudades latinoamericanas comenzaron a
los ocasional e 1 era octnnano, e conservador convencido, experimentar nuevos cambios, esta vez no sólo en su estructQ.ra
un caudillo es sostenedores de una causa o d~ un proyecto o de social sino también en su fisonomía. Creció y se diversificó su
jores lum' Par~ ellas ~scnbleron caSI. ~o~dlanamente las me- población, se multiplicó su actividad, se modificó el pais¡¡je
inequíP as latmoamencanas, en perIOdlcos militante d
vaca borientación, y las ideas que retibiau 1 s dYf e urbano y se alteraron las tradicionales costumbres y las manetas
dí an esas 1.tr . . l as 1 un- de pensar de los distintos grupos de las sociedades urbanas. Ellas
los f' gueslas actIvas y pensantes en las tertul"
ca es, €:Q la 1 l' las, en mismas tuvieron la sensación de la magnitud del cambio que
el punto de . s pazas, en os atrIOS, comentándolas según
promovian, embriagadas por el vértigo de lo qUe se llamaba el
veces sint ~s,ta personal de cada uno, desarrollándolas unas
pr:ogreso, y los viajeros europeos se sorprendían de esas transfor_
de todyos Y diru elnandolas otras, hasta transfonuarlas eh patr'
d' 1 d Imomo
,
maciones que hacían irreconocible Wla ciudad en veinte añ.os.
se fonuabah n Ir as por to os los, sectores de la sociedad: asi
biente urba y deformaban la~ cornentes de opinión en el am- Fue eso, precisamente, lo que, al comenzar el nU.evo siglo, prestó
de la e u.::o, en el ':Ine el hterato-penochsta era un portavoz a la imagen ele Latinoamérica un aire de irreprimible e ilimita,da
todos :s ~ ~a comumdad, a qUIen todos conocían y de quien
de la cu~s~i~ 81} el. argumento o la glosa, en Contra o en favor
aventura.
Un examen más atento hubiera permitido comprobar que ese
N flan palpltante de cada día, juicio no era del todo exacto, Era mucho lo que en Latino_
libreri: : l~ba en la más frecuentada calle de cada capital una américa no cambiaba, sobre todo en vastas ZOnas rurales Pero
por los curios que llegaban los hbr~s extranJeros más solicitados también en muchos centros urbanas, Fueron las ciudades las que
literarias en os y por los snobs, Alh se reuman también tertulias cambiaron, y en particular las grandes ciudades, Porque el ca.m-
libros se . las q.u e se encontraba~ los que leían los mismos bio estaba estrechamente vinculado con cierta transformación
se enc~ntr~lah aSIduamente a los rrusmos autores, Eran los que sustancial que se operó por entonces en la estructura económica
en el con :n en el, t~atro, e~ las redacclOne.s de los periódicos, de casi todos los países latinoamericanos y repercutió particular_
ciudad trjgr so, PohtIca y lIteratura eran lhseparabIes en la mente sobre las capitales, sobre los puertos, sobre las ciudades
pa ela,
que concentraron y orientaron la producción de algunos Pro,
ductos muy solicitados en el mercado mundíal. Fue, ciertamer¡te,
la preferencia del mercado mundial por los países productOres
de materias primas y consumidores virtuales de productos mabu-
facturados lo que estimuló la concentración, en diversas ciuda<les,
de una crecida y variada población, lo que creó en ellas nueVas
fuentes de trabajo y suscitó nuevas formas de vida, lo que
desencadenó una actividad desusada hasta entonces y lo que ace-
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capataces; la mano de obra, en cambio, e~a .nacional; y nacio~,al
¡eró las tendencias que procurarian desvanecer el pasado colonial fue también todo el mundillo de intermediariOS que la producclOn
para instaurar las formas de la vida moderna. J' su comercialización engendraron. .
Para entonces los paises industrializados -los de Europa, Ese mundillo fue el que creció en las CIUdades, que se llena-
los Estados Unidos y luego el Japón- alcanzaban su apogeo. ron de bancos -más extranjeros que nacionales-- y de oficinas
Habían acumulado fuertes capitales, poseian industrias en plena en las que despachaban sus asuntos agentes comerciales y finan-
expansión y promovían otras nuevas de vastas perspectivas, y cieros de toda laya, unos para comprar o vender, otros para
necesitaban tanto materias primas abundantes como mercados invertir capitales, otros finalmente para especular en cualquiera
para sus productos elaborados. También ~n ellos crec~an des- de los sectores que comprendia la inexplorada economia de cada
mesuradamente las ciudades, cuyas poblaclOnes requenan una país. También se llenaron de casas de negocíos al por may?r y
cuota de productos alimenticios superior. a la que producían. Y de tiendas para ventas al menudeo. Y sus calles, sus c~Jes y
tanto las exigencias de las grandes capitales y de las pUjantes sus barrios bajos se llenaron de gentes que con artes dIversas
industrias como los requerimientos de las nuevas concentraclOnes medraban con lo que sobraba de tanta riqueza concentrada en
urbanas promovían una acción indirecta sobre los países que lo que era el viejo casco urbano colonial.
no habí~n comenzado a desarrollarse industrialmente. Algunas "Y A las antiguas familias, que se sentían consustanciadas con
veces esa acción fue directa: los Estados Unidos impusieron pro- las tradiciones de la ciudad, se agregaron grupos heterogéneos
gresivamente su dominación desde 1898 e.n los países del Caribe que aquéllas juzgaron advenedizos; y el contacto trajo a la larga
y de América Central, ocuparon terntonos y obtuVieron plen.o una renovación de las costumbres cotidianas, en las que se notó
derecho sobre la franja en la que abrieron el canal de Panama, una creciente tendencia a imitar las formas de vida que pre-
en el pequeño país que lograron que se constituyera separándose valecían en las grandes cíudades de Europa. Quedó relegado a
de Colombia. Fue la época del "destino manifiesto" y de la la vida provinciana el pasado colonial y patricio, del que sólo de
política del big stick, expresión norteamericana de una tendenCia vez en cuando volvía el perfume hacia las grandes capitales para
imperialista que también se manifestaba en Europa. Dueños d.e alimentar la nostalgia de la paz perdida. Pero las capitales y
buena parte de la economía venezolana, los alemanes no vaCI- las ciudades que se enriquecían no querían la paz sino el tor-
laron en reclamar el pago de sus cuentas atacando Puerto Cabello bellino de la actividad que engendraba riqueza y que podía
a cañonazos en 1902. transformarse en ostensible lujo.
Una fuerza de ocupación o un embajador insolente eran El adecuado marco del lujo pareció a todos los snobs el pari-
expresiones de la acción directa. Pero lB: acción indiree,ta no .fue siense fallbcurg Saint Germain y acaso la rile de la Paix y los
menos eficaz para ajustar los vínculos ?e. la econ0r.rlla latIno- bulevares. Poco se parecía a ese escenario el viejo casco colonial
americana con las de los países industnahzados. CIertamente, de las ciudades latinoamericanas. El ejemplo del barón de
en todos los países hubo consentimiento de las clases dirigent~;, Haussmann y de su impulso demoledor alimentó la decisión
que vieron en ellos los simbolos del progreso.. Pero la r.ed se .teJIa de las nuevas burguesías que querían borrar el pasado, y algunas
en los grandes centros económicos del exlerlOr, y alh se ÍlJaba ciudades comenzaron a transfonnar su fisonomía: una suntuosa
el papel de cada uno de los sectores de esa periferia que el mundo avenida, un parque, un paseo de carruajes, un lujoso teatro, una
industrializado organizaba. Se advirtió esa acción indirecta en arquitectura moderna, revelaron esa decisión aun cuando no
la promoción de ciertos tipos de productos: en las ~on~s rurales lograran siempre desvanecer el fantasma de la vieja ciudad. Pero
de Latinoamérica se estimuló el trabajO con un cnteno empre- las burguesías podían alimentar sus ilusiones encerrándose en
sarial, para que un pais produjera más café, otro más caña de los ambientes sofisticados de un club hermético o un restaurant
azúcar, otro más metales, otro más cereales, lanas o carne para de lujo. Allí se anticipaban los pasos que trasmutarían a "la
consumo otro más caucho otro más salitre. Las empresas eran gran aldea" en una moderna metrópoli.
casi sie~pre de capital ~xtranjero, y extranjeros fueron sus
gerentes, sus ingenieros, sus mayordomos y, a veces, hasta sus


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a las que eran propias de una capital política y administratiYa,


1. TRANSFORMACIÓN O ESTANCAMIENTO centro por eso mismo, de decisiones ,económicas. Y aun Caracas
o Lima que, aunque ciudades interiores, formaban pareja (con
El impacto que produjo en la economía latinoamericana el ajuste sus puertos vecinos, La Guayra o El Callao. Una ecollomía
de los lazos que la' vinculaban a los grandes países industriali- pujante, despertada por la incitación del comercio exterior, acom-
zados no se manifestó en todas las ciudades al mismo tiempo pañaba ahora a la tradicional actividad promovida por el poder
ni con la misma intensidad. Hubo regiones que no pudieron político, por el juego de la ínfluyente burocracia, por el ejercicio
responder al llamado, y sus ciudades quedaron fuera de los de sabias presiones para obtener talo cual beneficio. Una capital
nuevos circuitos económicos que se establecían. Esas ciudades se interior, México, brillaba por su actividad y su riqueza después
estancaron y parecieron aun más estancadas en comparación con de contenidas las luchas intestinas, bajo la égida de Porfirio Díaz,
las que comenzaron a prosperar aceleradamente. Fueron éstas las vigilante desde las alturas del castillo de Chapultepec.
que llamaron la atención. Los negocios de importación y expor- Ciertamente no todas las capitales alcanzaron el misnlo
tación, las operaciones financieras y todas las actividades subsi- desarrollo ni tuvieron el llÚsmo brillo. Río de Janeiro, que había
diarias que ese tráfico traía consigo multiplicaron el movimiento comenzado su transformación durante la época imperial, la acen-
de las ciudades donde se focalizaban el comercio y las ínver- tuó durante la república a medida que crecia su población. De
siones. En ellas el dinero corría, las especulaciones calentaban 550.000 habitantes al comenzar el siglo pasó a más de un míllón
las cabezas no sólo de los fuertes inversores sino también de los en 1920, y tanto crecieron sus barrios periféricos que Olavo
pequenos ahorristas, y las esperanzas de un rápido enriqueci- Bilac pudo decir en 1908 que era ya "una aglomeración de varias
miento alimentaban indirectamente las del ascenso social. Una ciudades, que poco a poco vanse distinguiendo al adquirir cada
fisonollÚa peculiar tomaron esas ciudades que prosperaban tumul- una especial aspecto y determinada autonollÚa de vida material
tuosamente, en medio de un agitado clima de aventura. y espiritual". México creció de otro modo. Fueron las clases
La sorpresa de los viajeros fue profunda, y los juicios que medias y altas las que se desplazaron hacia los nuevos barrios
las ciudades merecieron sonaron unas veces como exaltados elo- -las "colonias"- que surgieron en las vecindades de Chapul-
gios y otras como repeticiones de los viejos dicterios contra Babi- tepec, en tanto que el casco viejo alojaba cada vez más a las
lonia. Era una sensación que compartían los grupos tradicionales clases populares que transformaban en casas de vecindad las
de las ciudades que se trasformaban. Rubén Darío hablaba del viejas casonas y los palacios. Contaba en 1900 con 390.000 habi-
"regio Buenos Aires", pero el mexicano Federico Gamboa veía tantes y logró sobrepasar el míllón en 1930, cuando comenzaba
en la prostituta protagonista de su novela Sanla el símbolo de la a estabilizarse la grave crisis desencadenada por la revolución de
"ciudad corrompida". Todos advirtieron que en ellas se labraba 1910. Buenos Aires, la más poblada de todas, tenía ya 677.000
un nuevo estilo de vida latinoamericana, signado, sin duda, por habitantes en 1895 y tocaba los dos míllones en 1930. Fue, sin
las influencias extranjeras pero oscuramente original, como era duda, la ciudad cuyo crecimiento llamó más la atención de los
original el proceso social y cultural que se desenvolvía en ellas. europeos -de cuyo tronco se nutría la inmigración que la trans-
Metrópolis de imitación a primera vista, cada una de ellas fonnaba- hasta convertirse en un pequeño mito. Un francés,
escondía un matiz singular que se manifestaría poco a poco. H. D. Sisson, escribía en 1909 que Buenos Aires era "una ciudad
Entre todas, aquellas ciudades donde más claramente se pudo nueva que ha crecido con la rapidez de un hongo sobre la pampa
advertir la prosperidad y la transformación, tanto de la sociedad desierta"; }'", equivocándose en los datos, resumía así su interés
y de sus costumbres como de la fisonomia edilicia, fueron las por la capital argentina: "Esta ciudad de Buenos Aires es un
capitales que eran, al mismo tiempo, puertos: Río de Janeiro, fenómeno del que es necesario hablar. El hecho del desarrollo
Montevideo, Buenos Aires, Panamá, La Habana, San Juan de de lo que era en 1875 una ciudad de sesenta mil almas y que
Puerto Rico, todos puertos marítimos en directo con tacto con el en 1906 ocupa una extensión más grande que París, edificada en
exterior, cuya intensa actividad económica se desarrollaba junto sus dos tercios y poblada por un míllón doscientos cincuenta llÚI
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habitantes, es más maravilloso que la aparición de la ciudad más mercantil que disputaba una y otra vez el poder a la capital,
grande de los Estados Unidos" . apoyada en la fuerza que le daba la circunstancia de ser la clave
.Prácticamente, aunque partiendo de cifras más modestas, de la economia de importación y exportación. Sobre el estua-
casi todas las capitales latinoamericanas duplicaron o triplicaron rio del Guayas, protegida del calor ecuatorial por los portales de
la población en los cincuenta años posteriores a 1880, y multipli- sus calles, Guayaquil albergaba una población de 40.000 habi-
caron su actividad en una cierta proporción. Las capitales apro- tantes hacia 1880, que casi triplicó en cincuenta años.
vechaban las riquezas de todo el país a través de los impuestos
y del gasto público, además de lo que significaba ser el mercado
J Prosperaron también los puertos colombianos de Santa Marta
y Cartagena; pero su desarrollo no fue comparable al de Barran-
interno más importante. Porque de una u otra manera y cual- t quilla, surgida en 1872 en la boca del Magdalena y a 27 kil6-
quiera fuera el régimen institucional, la conjunción del poder metros del mar. En cincuenta años sobrepasó en movimiento
económico y del poder político que siempre había existido se portuario y en población a sus vecinas y llegó a congregar casi
acentuó a medida que el volumen de las operaciones comerciales 150.000 habitantes en 1930, mientras Cartagena sólo alcanzaba
y financieras crecía. En las capitales tuvieron su centro los a 100.000 y Santa Marta a 30.000. Barranquilla acaparaba cada
grandes intermediarios, los banqueros, los exportadores, los finan- vez más el tráfico internacional y servia de llave a la navegación
cistas, los magnates de la bolsa. Y las burguesías dominantes del. Magdalena. Y tanto su crecimiento irregular como el aire
procuraron que la fisonomía edilicia reflejara la imagen de un de improvisación que tenía su arquitectura se moderaron por la
país próspero y moderno. acción de esa nueva burguesía de origen cosmopolita y adve-
Pero, en realidad, la riqueza entraba y salía por los puertos, nedizo que promovió su desarrollo. Nada en ella recordaba el
que ya habían crecido en las últimas décadas. Algunos, como pasado colonial, como lo recordaban las murallas de Cartagena.
Buenaventura o Esmeraldas, no consiguieron sobrepasar su me- Pero Cartagena empezaba a reanimarse, como otros viejos
dianía. Pero otros se transformaron en emporios comerciales de puertos coloniales que sufrieron la sacudida de las nuevas cir-
intensa vida y congregaron una burguesía mercantil de sólidos cunstancias económicas. También crecieron en alguna medida
recursos, aunque no siempre tuvieran la ostentosa preocupación Belem, con el auge del caucho, Recife y Bahía al reactivarse la
de las capitales que remedaban las viejas cortes. Valparaíso había producción azucarera durante la primera guerra mundial. Puerto
ganado la batalla contra sus rivales del Pacífico y brilló como Cabello y Maracaibo recibieron nueva vida, la segunda a medida
el más activo y el más rico de los puertos. De 100.000 habi- que aumentaba el desarrollo de la industria petrolera gracias a
tantes que tenía en 1880 pasó al doble en 1930, mientras moder- la cual su población creció hasta los 100.000 habitantes en 1930.
nizaba sus instalaciones, se multiplicaba el número de barcos La vieja Veracruz alcanzó los 70.000 habitantes por esa época,
que llegaban a sus muelles y crecían acentuadamente las recau- a partir de los 24.000 que tenía al comenzar el siglo. Tradicional
daciones de su aduana. Por debajo estaban los principales puertos puerto de intercambio con Europa, debió compartir su actividad
del Perú y Ecuador. El Callao, que sufrió las consecuencias de con la más moderna Tampico, equivalente en población, y sobre
la guerra con Chile y permaneció ocupado hasta 1883, se recuperó todo con Matamoros, que las sobrepasó a las dos alcanzando hacia
lentamente, al compás de la recuperación de la economía del 1930 los 100.000 habitantes gracias a su papel de intermediaria
país. De los 35.000 habitantes que lo poblaban antes de la guerra, en el comercio con Estados Unidos. Iquique y Antofagasta,
pasó a más de 50.000 hacia 1930, cuando ya llevaba una década puertos mineros de Chile; Matanzas y Cienfuegos, centros de la
de intensa actividad. Pero no era sino el suburbio portuario de exportación azucarera cubana; Rosaría y Bahía Blanca, bocas
Lima, apretado contra su fuerte colonial. La ciudad vieja, de salida de los cereales argentinos; Santos, emporio de la expor-
de calles estrechas e irregular trazado, vio desarmllarse a su tación del café brasileño; y hasta los pequeños puertos de los
lado otra nueva, dibujada en damero, que se extendía hasta La países de América Central por los que salían el café y las frutas,
Punta. Guayaquil, en cambio, era el principal centro comercial se vieron tonificados por la intensificación del tráfico comercial
de Ecuador. Era allí donde se había constituido la burguesía y modificaron en alguna medida su aspecto gracias al predo-
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minio de esas burguesías portuarias y a las actividades subsi- de la producción asiática, y la ciudad encantada que había surgido
diarias que la vida del puerto estimulaba. La inmigración extran- en medio de la selva se estremeció y empezó a declinar, más
jera, de origen europeo generalmente pero ta~bién de origen rápidamente aún de lo que habia crecido. Las enredaderas
norteamericano o asiático, sobre todo en el PacIfIco, combInada aparecieron en las grietas de los suntuosos edificios y los cu-
con la concentración de gruesos contingentes de población indi- brieron, mientras se desvanecía el trazado de calles y plazas por
gena, mestiza o negra, daba a las sociedades portuarias un ~xtraño la maleza que creció implacablemente en cuanto se abandonó su
aspecto abigarrado, y a sus formas de vida un encu~d~'e musual cuidado. Y las gentes comenzaron a desaparecer, cada uno atrás
que destacaba sus diferencias con las que eran tradICIonales, en de su suerte, hasta que la ciudad vertiginosa volvió a convertirse
las ciudades patricias. Los puertos fueron los centros de actlva- en apacible ciudad provinciana.
ción comercial, pero los grupos tradicionales sólo. vieron en. ellos Más firme fue el crecimiento de San Pablo, cuyo salto de
los agentes de la disociación del carácter naclOnal, y CIertos ciudad provinciana a moderna metrópoli comenzó hacia 18í2.
grupos acentuaron su conservadorismo pensando que e,ra dema- Fue desde entonces la "Metrópoli del café", donde se radicaron
siado caro el precio que habia que pagar por la prospendad. los ricos fazendéros dispuestos a trasfonnarla en una urbe digna
No sólo las capitales y los puertos prosperaron. También de su riqueza. Una vigorosa inmigración extranjera contribuyó
lo hicieron ciertas ciudades interiores que se constItuyeron en al cambio. De 70.000 habítantes que tenía en 1890 logró aproxi-
focos de una zona productora en proceso de expansión. Algunas marse al millón en 1930. Eran italianos, españoles, portugueses,
veces fue un desarrollo ostentoso como el que desde 1870 impulsó alemanes, pero eran también brasileños de otros estados que
el crecimiento de Ribeiráo Preto, en el corazón de la zona cafe- acudían para participar del esplendor económico de que gozaha
tera, y otras fue un? explosión efímera, como en el caso de la ciudad. Crecieron nuevos barrios, se modificó la traza y apare-
Manaos. Surgida en el corazón de la Amazonia, Manaos se cíeron todos los servicios propios de una ciudad moderna. Fue
transformó en la capital del caucho brasileño. Después de visi- un crecimiento sólido y sostenido, que dio a la burguesía paulis-
tarla en 1865, William Scully había escrito: "La población es de tana una gran fuerza nacional. Y en pocas generaciones, u na
alrededor de 5.000 habitantes y la ciudad tiene aproxl1llada- nueva aristocracia dio a la ciudad esa complejidad que haría de
mente 350 casas ... ". De pronto, la explotación del caucho con- ella poco más tarde tanto un importante centro cultural como
centró en ella gentes de todo origen y condición. Aventureros un vigoroso polo de desarrollo industrial.
de diez países y trabajadores de Venezuela, Colombia, Ecuador En menor escala, un desarrollo semejante tUYO la ciudad
y Perú se congregaron para la gran aventura, que culminó hacia argentina de Rosario, centro de atracción de la inmigración pre-
1910 gracias a los altísimos precios internacionales del caucho, ferentemente italiana. Con una población de 100.000 habitantes
cuando la ciudad llegó a tener 50.000 habitantes. Una clase de al comenzar el siglo, tocaba el medio millón en 1930, gracias
ricos potentados, a cuyo frente estaba el alemán "Valdemar a la febril actividad de su puerto exportador de cereales y a la
Scholz, hizo de la pequeña aldea una suntuosa ciudad, con lujosas aparición de algunas industrias, especialmente la harinera. Un
residencias particulares, hermosas avenidas, tiendas inverosímil- excelente puerto y una privilegiada posición en el sistema de
mente surtidas de productos europeos, refinados restaurantes y, comunicaciones ferroviarias le asignó un papel económico impor-
sobre todo, un teatro que causaba el asombro de todos los visi- tante dentro de la economía nacional. Y una sociedad aluvial
tantes. Un puerto moderno sobre el río Negro recibía centenares que cobró muy pronto una fuerte cohesión pudo trabajar con
de barcos que cargaban el caucho para transportarlo hacia los ahínco para aprü'-echar aquellas ventajas y darse un ambiente
puertos marítimos. Era una sociedad cosmopolita y aventurera, urbano de ciertas pretensiones.
en la que las fortunas subian y bajaban vertiginosamente y En Colombia creció una vieja ciudad, Medellín, fundaJa
cuyos vínculos sólo tenían la fuerza que creaban los Intereses en 1675. Un promotor industrial, Pedro Nel Ospina, inició allí
comunes. Pero, de pronto, los precios del caucho en el nlercado la industria textil, a la que se sumaron luego otras -cerveza,
internacional comenzaron a bajar a consecuencia del desarrollo vidrio, chocolate, loza- que activaron intensamente la ciudad.
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De 37.000 habitantes que tenía en 1880 llegó a tocar los 100.000 del siglo pero que creció intensamente a partir de entonces. Si
hacia 1930, en una expansión que continuaría luego acentuán- llegó a tocar las 30.000 almas hacia 1930 fue porque se convirtió
dose. Igualmente significativo fue el crecimiento de Manizales, en un importante centro de la economía patagónica gracias a la
una ciudad nueva fundada en 1848. Originariamente sostenida acción tesonera de José Menéndez, un comerciante español que
por la producción de cacao y de quesos, la nueva sociedad cons- reveló inusitadas condiciones de adelantado. Con la intensifi-
. tituida en Manizales, preferentemente por migraciones internas, cación de la explotación regional --especialmente del ganado
descubríó muy pronto la posibilidad de dedicar las tierras circun- lanar- se tonificó la naciente actividad mercantil de la ciudad,
dantes al cultivo del café, muy solicitado en el mercado mundial. de la que se hizo en corto tiempo un extraño oasis en tierras
Vastas extensiones se dedicaron a ese cultivo, pero la ciudad australes: como en Manaos, surgieron calles y paseos, buenas y
ejerció un vigoroso control sobre la producción, puesto que se hasta lujosas residencias, el infaltable teatro de las ciudades que
trataba de url producto de exportación cuya comercialización querían manifestar su anhelo de bienestar y prosperidad y todos
constituía un proceso tan importante como la producción misma. los servicios propios de una ciudad moderna. Una sociedad activa
Ya en 1905 era un emporio cafetero, condición que mantuvo y la mano de obra barata -hasta un grado dramático-- que
hasta 1930, cuando los precios internacionales del producto su- ofrecía la región, consolidaron la función de la ciudad en un
fríeron una acentuada caída. Pero Manizales era ya una fuerte área que carecía de ellas.
plaza comercial, con una vigorosa y emprendedora burguesía. Si Un desarrollo industrial acelerado promovió la prosperidad
las primeras fortunas se habían acumulado con el cacao y los de algunas ciudades mejicanas. Monterrey llegó a ser la más
quesos, las nuevas fueron fundamentalmente cafeteras; y después importante de ellas a comienzos del siglo, cuando su población
de la crisis -hacia 1930, cuando la ciudad alcanzaba alrededor de sobrepasó los 60.000 habitantes, nivel que aumentaría en las
30.000 habitantes- el capital acumulado permitió, como en San décadas subsiguientes a medida que se desenvolvía la siderurgia.
Pablo, afrontar una nueva etapa de su desarrollo económico a Pero también crecieron Guadalajara, Puebla y Orizaba, esta
través del establecimiento de nuevas industrias. última bautizada como la "IVlánchester de México" a causa de sus
Ciudades nuevas -pueblos, originariamente- aparecieron industrias textiles, a las que se agregaron las de la cerveza y
muchas durante este período. Al¡¡unas alcanzaron rápido desa- del papel: dos novelas de Rafael Delgado -Los parientes ricos
rrollo, como la ciudad argentina de La Plata, fundada en 1882 e Historia vulgar- describieron el curioso ambiente provinciano
como capital de la provincia de Buenos Aires a consecuencia de alterado por la transformación económica.
un proceso institucional, pero que alcanzó un importante desa- Entretanto, conservaron su ambiente provinciano las ciuda-
rrollo comercial y portuario gracias al esfuerzo de una sociedad des que quedaron al margen de la modernización. No cambiaron
urbana de orig-en predominantemente inmigratorio. Del mismo cuando otras cambiaban, y esa circunstancia les prestó el aire
modo creció Belo Horizonte en el Brasil, fundada en 1897 como de ciudades estancadas. Muchas de ellas lograron, sin embargo,
nueva capital del estado de Minas Gerais y que alcanzaba los mantener el ritmo de su acti"idad mercantil al menos dentro
100.000 habitantes hacia 1930. Y crecieron también a distinto de su área de influencia, pero mantuvieron también su estilo
ritmo innumerables pueblos y ciudades que creó la progresiva de vida tradicional sin que se acelerara su ritmo. Las calles y las
expansión a.gropecuaria argentina: Resistencia y Sáenz Peña, plazas conservaron su paz, la arquitectura su modalidad tradi-
Santa Rosa o Venado Tuerto entre muchas. Nacidas de un pro- cional, las formas de la convivencia sus normas y sus reglas
ceso de expansión económica, sus sociedades ajustaron a él sus acostumbradas. Ciertamente el horizonte que ofrecían no se
formas de vida, libres de toda tradición. ensanchó, cuando en otras ciudades parecía crecer la posibilidad
Nueva era la ciudad chilena de Antofagasta, cuyo desarrollo de la aventura, de la fortuna fácil y el ascenso sociaL Por con-
empezó hacia 1870, en relación con la exportación del salitre, y traste las ciudades ajenas a las eruptivas formas de la moder-
nueva fue, de hecho, la de Punta Arenas, insignificante villorrío nización pudieron parecer más estancadas de lo que eran en
antes de 1875 que alcanzó un millar de habitantes a principios realidad. Una curiosa jerarquia descendente de estancamiento
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se constituyó a lo largo de los años: hubo ciudades estancadas en que se hastiaba en medio de lo que consi<leraba su estrecho círculo;
el siglo XVIII como Villa de Leyva o Antigua Guatemala, que pero fue más generalmente el hombre ambicioso que se aburría
contemplaron cómo alcanzaban su mismo carácter otras que las en la rutina de una actividad que no parecía permitirle el salto
habían aventajado. hacia la riqueza o una posición social más alta. En rigor, las
Fue intenso el sentimiento que provocó el contraste, y mu- metrópolis -grandes o pequeñas- que estaban en el horizonte
chos lo expresaron como testimonio de una situación contradic- de quienes sufrían el provincianismo les ofrecían, sobre todo, el
toria. El venezolano Rafael Pocaterra describió el ambiente de señuelo del ascenso social. Eran ya las de las metrópolis tipicas
Valencia en El doctor Bebé y el de Maracaibo en Tierra del sol sociedades burguesas, con los caracteres que habían adquirido sus
amada. Entre irónico y nostálgico, evocaba el casino provin- modelos del mundo industrializado; o acaso con los caracteres
ciano, las noches silenciosas, en las que, no se veían "ni perros, que engendraba la imitación, más acentuados por cierto que en
ni un último carruaje vergonzante. Apenas entre los macizos el original. Añoraban las sociedades provincianas esas aperturas
de palmas de la plaza Bolívar dos gatos se perseguían aullando, que las sociedades burguesas ofrecían. Y ese sentimiento multi-
obsesos". Y el protagonista nostálgico de París o, simplemente, plicó la diferenciación real entre las ciudades estancadas y las
de Caracas, se preguntaba: "¿dónde ir?". La paz de la amo- que se transformaban.
dorrada capital ecuatoríana movía a Jorge Reyes a hablar de
Quito, arrabal del cielo. Y el argentino Manuel Gálvez evocaba
la cahna de la dormida Catamarca en La maestra normal y el 2. LA MOVILIDAD DE LAS SOCIEDADES URBANAS
peso de la tradición colonial de Córdoba en La sombra del
convento. "Arequipa era una democracia de hidalgos" decía Lo típico de las ciudades estancadas o dormidas no fue tanto la
melancólicamente el peruano Víctor Andrés Belaúnde hablando intacta permanencia de su trazado urbano y su arquitectura
de la ciudad de su infancia; y con igual nostalgia se acordaba de como la perduración de sus sociedades. De hecho, se conservaban
la plácida Mérída el venezolano Mariano Picón Salas. en ellas los viejos linajes y los grupos populares tal como se
No faltó quien sorprendiera la sutil persístencia de la calma habían constÍtuido en los lejanos tiempos coloniales o en la época
provinciana, por debajo de la forzada modernización de la ciudad: patricia. Poco o nada había cambiado, y, ciertamente, nada esti-
el argentino Benito Lynch revelaba en Las mal calladas la que mulaba la transformación de la estructura de las clases domí-
descubría en La Plata, apenas cincuentenaria, y el mejicano nantes, ni la formación de nuevas clases medias ni la diversifi-
Rafael Delgado en las novelas en las que evocaba a Orizaba y cación de las clases populares.
Córdoba. Pero eran débiles contrastes que se desvanecerían poco Todo lo contrario ocurrió en las ciudades que, directa o
a poco, como se desvanecerían, en alguna medida, aun en las indirectamente, quedaron incluidas en el sistema de la nueva
ciudades que languidecían en su estancamiento. economía. Las viejas sociedades comenzaron a trasmutarse.
Ciertamente, el efecto de demostración comenzó a funcionar Primero las desbordaron. los nuevos contingentes humanos que
intensamente, y cada vez más a medida que las comunicaciones se incorporaban a la vida-urbana, resultado unas veces del éxodo
se hacían más fáciles. Se añoraba en las ciudades provincianas el rural y otras de la aparición de inmigrantes extranjeros. Pero
brillo de las luces, el lujo ostentoso que las ciudades moderni- muy pronto el mayor número -acentuado por un decidido
zadas imitaban de París. Se añoraba también el género de vida crecimiento vegetativo-- alteró también cualitativamente la vieja
mundano que difundían las novelas y los periódicos, y esa cierta estructura demográfica, al calor de las desusadas posibilidades
fonna de anonimato que caracterizaba la existencia de la gran de movilidad social que ofrecían las nuevas perspectivas ocupa-
ciudad, gracias al cual la vida parecía más libre y la posibilidad cionales. El resultado no tardó en advertirse, y el sistema tradi-
de la aventura más fácil. Y ante ese modelo, la placidez provin- cional de las relaciones sociales comenzó a modificarse. Donde
ciana parecía más insoportable para quien sentía la tentación de había un sitio preestablecido para cada uno, comenzó a aparecer
la aventura metropolitana. Podía ser la joven de buena familia una ola de aspirantes a cada lugar; y no eran solamente los
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recIen llegados con vocación por la aventura quienes destru.ían ciado y facilitaba la apertura de a,lgunos ~e s~s, grupos hacia
la annónica y estable sociedad tradicional; eran también los que nuevas actitudes que comprometenan la sltuaclOn de la VleJa
ya formaban parte de ella sin participar, como marginales, mu- clase.
chos de los cuales comenzaban a incorporarse porque poseían Hubo en efecto en el patriciado quienes, frente a las J?uevas
aptitudes y aparecía la ocasión de que las demostraran. El "nuevo perspectiv~s económicas que se plantea~on en las úl~a~ décadas
rico", el pequeño comerciante afortunado, el empleado empren- del siglo, se mostraron aptos para modIficar sus pnnCIpIOS y sus
dedor, el artesano habilidoso, el obrero eficaz, y todos los que tendencias pensando en aceptar y aprovechar las oportumdades
descilbrían en la intrincada trama de las actividades terciarias que se presentaban. Otros, en cambio, no quisieron o no fueron
una veta que explotar, se abrieron paso por entre los recovecos capaces de hacerlo, demasi?do acostumbr~~os a otr~s modos de
del armazón social y terminaron por dislocarlo. vida para sumarse a actIvIdades que eXIgIan cond,cIOnes para
No era ése su objeto, ciertamente. Cada uno de los que las que no habían sido preparados. Fueron, ellos los que. c,:men-
ascendían aspiraba a situarse en la sociedad tradicional, a ser zaron a dar el paso atrás que los relegana a la ~ondIclOn de
uno más en ella, a disfrutar de los beneficios y los goces que grupo aristocrático y desdeñoso y, en la mIsma medIda pasIvo y
importaba ser uno de sus miembros, como los que la integraban marginal.
de tiempo inmemorial. Pero el resultado fue que el annazón En las últimas décadas del siglo el patriciado republicano
no pudo resistir tantas nuevas inclusiones y comenzó a dislocarse. constituido después de la Independencia era una clase ya asen-
De pronto, el viejo patriciado descubrió, antes que nadie, que su tada a lo largo de varias generacíones. No sólo los ~iembros ~e
ciudad, "la gran aldea", comenzaba a transformarse en un rancios linajes coloniales sino los que hab.ían asce~dIdo despues
conglomerado heterogéneo y confuso, en el que se perdían poco de la emancipación o de las guerras clvl1es eonflguraban una
a poco las posibilidades del control de la sociedad sobre cada clase caracterizada por la uanti~a riqueza". Eran, ciertamente,
uno de sus miembros, a medida que desaparecía la antigua rela- los aristócratas de aquella sociedad. En el Brasil --donde los
ción directa de unos con otros. tiempos del Imperio corresponden al período patricio del. re?to
En las áreas rurales y en las ciudades pequeñas o medianas de Latinoamérica- no faltó un racista declarado como OhveIra
el viejo patriciado había arraigado más profundamente y cons- Vianna que tuviera a la aristocracia del Imperio por una estirpe
tituía una vigorosa y homogénea aristocracia. Constituía esa superior: era blanca y poseía esa "ancestralidad germánica." c~p~~
"democracia de hidalgos" de que se hablaba en Arequipa, de empujarla "hacia los ser/oes a la caza de oro o de I.n~IOs .
como podía hablarse en Tunja, en Trujillo, en Salta, o en Pero él mismo -€n su libro Evolurao do Pavo Braszlezro--
Popayán. Ni había en su seno grupos que insinuaran tendencias explicaba, a su manera, lo que pasó. después: "C~~ el triunfo
diversificadoras ni los grupos humildes y -medianos le negaban de la revolución republicana, se qUIebran los VI~JOS c,u?dros
consentimiento a su autoridad. Por eso fue allí donde resistió políticos y partidarios que los cincuenta años del antIguo regunen
mejor los embates de los nuevos tiempos. En las capitales y habían formado lentamente: la nación, tomada por sorpresa, ve
en los puertos, en cambio, en las ciudades que se transformaban, su inestabilidad, agravada por la que provocan los n~evos ideales
las circunstancias comenzaron a minar la estructura v la fuerza victoriosos. Hay UDa subversi6n de las capas socIales, q1!~. se
del patriciado, aun cuando estuviera bien constituido y ejerciera
w invierten y se mezclan: la nación asiste, atónita, a la aparlclOn,
su inequívoco poder. Junto a los oriundos de la misma ciudad al lado de las grandes figuras del republicanismo, de una turba
estaban, más cosmopolitas y más desprejuiciados, los muchos de personalidades intérlopes, sin titulas que acrediten ~u ascen-
llegados desde distintas partes del país, unas veces con poder y sión, pero que batallan todas con audacia y vehemenCIa por la
otras en busca de él, unas veces con fortuna y otras yeces para posesión del poder y la dirección del país. Los elementos so-
procurársela. Y era en ellas donde adquírían más importancia dnles, en ese pueblo sacudido por un terremoto, se mu~ven
los grupos extranjeros, influyentes y prestigiosos. El juego de desordenadamente como moléculas accionadas por fuerzas dIver-
tantos y tan diversos grupos amenazaba la posición del patri- gentes. En ese ju~go de 'Icciones y reacciones indescriptibles, la
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estructura social adquiere una plasticidad enOnTIe, bajo la presión Una imagen nostálgica del pasado solía sostener la melan:
de las lnfluenclas más encontradas", cólica marginalidad de estos patricios del Imperio, de la "patria
Quiz~ lo más, ~ignificativo fuera el aire señorial que esa vieja", de la "gran aldea", que se sentían a disgusto en la patria
clase -rica y polítIcamente hegemónica- había comenzado a nueva y en las .ciudades que se transformaban. Por inercia con-
adopffir. Y no solamente en el Brasil, donde el Imperio había servaban, además de su riqueza, alguna forma de poder: la banca
repartIdo abundantemente los titulas de nobleza síno también do senador que nadie se atrevia a disputar al heredero de una
en las repúblicas más modestas y más austeras.' Para aquella vieja familia, el alto cargo judicial y, en ocasiones, la primera
fecha dIversas generaClOnes se habían sucedido desde los comien- magistratura ofrecida por los amigos unas veces y por amigos y
zos ,del encum~ramiento familiar. Y así como las primeras se enemigos otI'as, si la gravedad de la situación obligaba a pensar
hab,an caracterIzado por su tenacidad en la conquista de la for- en un "patricio" que estuviera por encima de las pasiones y
tuna. y del poder, las siguientes dejaron de ser ffin exigentes los partidos. Pero cada vez más, desde las últímas décadas del
cons:go nnsmas y muchos de sus miembros adquirieron la fiso- siglo, se percibía que los hombres de mentalidad patricia no
nomla del caballero de abolengo que se sume en el ocio dele- ('ran los que más convenían para las nuevas circunstancias.
gando en sus ~~rvidores. el c':lid~do de sus intereses y abanddnando Conservaron su prestigio y aun su autoridad allí donde tenían
su .preocupaClOn por unprunlI al país la dirección que creía propiedades y constituyeron en esas zonas las oligarquías mal
mejor. llamadas "feudales". Y los conservaron en las ciudades provin.
El o~io de esas nuevas generaciones de las viejas clases tuvo cianas, con esos mismos rasgos y sin que se notara demasiado su
fonna~ ~lversas en e~a sociedad que se constituía y cuya leyera creciente marginalidad en ]a vida del país, particularmente si la
la actr~'ldad productIva. A veces fue cierta tendencia a huir región y la ciudad caían también en la marginalídad a medída
de la clUdad mercantilizada ~ burguesa, llena de exigencias y de que se afirmaba el nuevo sistema económico. Pero en el ámbito
advenedlzo.s dlspue.sto5 a 5a tlsfacerlas, para buscar una tregua de la conducción nacional, orientada hacia el aprovechamiento
en la haClenda le¡ana. Fue uno de los temas predilectos de toffil de las nuevas posibilidades que el mercado mundial ofrecía,
la novela naturahsta, a través del cual intercalaba el autor empezaron a predominar figuras de otra menffilidad y otro tem-
-;-Gamboa, Pocaterra, Cambaceres- el análisis del estado de peramento que emergían fonnando un nuevo grupo social, como
ammo de esos presuntos hidalgos urbanos frente a los cambíos "cspuesta al nuevo desafio: eran esas "personalidades intérlopes"
so~'ales. Porq,;e el .~ampo parecia 'el ambiente propio de los de que hablaba el brasileño Oliveira Vianna expresando el resen-
senores y la aflr:naclOn de lal cabdad constituía una despechada timiento del viejo patriciado dolido por su desplazamiento.
resp~esta, Y ,casI una venganza; a una sociedad que empezaba Para remplazar al viejo patriciado, nuevas burguesías se
a estlm~r mas ~tros valores. Otras veces cobró el ocio la forma vcnían preparando al compás del cambio de las circunstancias.
de una Indo~encIa cleg~nte y escéptica que se manifestaba en un De pronto los negocios se lnultiplicaron porque se multiplicaron
franco desden por el eJercicio viril de la voluntad en las luchas las demandas del mercado internacional; las exigencias de ciertos
cotld18nas de la sociedad. Podía ser una indolencia estetizante requisitos fueron formuladas por quienes lo controlaban y se
que real7;ara el valor de las experiencias personales por la vía hizo necesario satisfacerlas no sólo ajustando los sistemas .de
del esludlO, la lectura o el simple ejercicio de un modo cotidiano producción sino también creando la infraestructura necesaria.
de vlda, un poco a la manera de Osear Wilde en la que cobraba En todas partes se compraba y se yendía, pero además se apos-
sentido de fi.nalidad el goce de la belleza de 'un cuadro de una taha al logro de grandes ganancias con pequeñas inversiones o
porcelana o de ~n ~ueble. ? podia ser cierto afán dis~endíoso ron dinero ajeno y, sobre todo, se especulaba con audacia y con
de afIrmar el senOrlO a traves del manterumlento de una clien- ciega fe en un indcfinido crecimiento del volumen de la riqueza
te~a ...~e. parásitos. Y a veces era la declinación del señorío en un y de los negocios, sin el tradicional sistema de recaudos finan-
Sen?~lt1smo vulgar que salia terminar en el vicio y la depra- CiCl'OS con que se habían constituido hasta entonces las explota-
vaClO11. ciones y las empresas y sin las preocupaciones de carácter moral
264 LATINOAMÉRICA: LAS CIUDADES Y LAS IDEAS lAS CIUDADES BURGUESAS 265

que toc~ban tanto al honor hidalgo como al honor burgués. constituyó como resultado de una selección espontánea de los más
Prevalecla un nuevo estllo: el de la gran burguesía del mundo llptos para la nueva situación, y los más aptos fueron quienes
llldustnal, despersonalizada y anónima cuando se trataba de deso lbrieron no sólo los negocios básicos -los de la producción
negocios, ~ estilo audaz y arrollador que suplantaba al tradi- y su comercialización- sino los innumerables negocios derivados
clonal, mas cauto, y en el que, cualquiera fuera el volumen que en cada coyuntura aparecían en el vasto sistema de la inter-
de los negocios y el margen de la aventura asomaban mezclados mediarión hasta llegar a las altas finanzas y a la especulación.
los prejuicios del hidalgo y los del pequefio burgués. ' , Los hombres de negocios fueron los señores de la nueva sociedad,
Las nuevas burguesías se constituyeron con quienes se mos- con su imaginación exacerbada por la ilusión del enriquecimiento
traron poseedores de las aptitudes requeridas para afrontar las repentino: en una jugada de bolsa, en una especulación de tierras,
nuevas Clrcunstanclas, dejando decididamente de lado las limi- ('n llna aventura colonizadora, en una empresa industrial; pero
taciones impuestas por los hábitos tradicionales y optando por también en menesteres más insignificantes, como el acapara-
otra~ formas de comportamiento. Pero ¿quiénes eran y de dónde 111iento de un producto, la obtención de una concesión privile-
surg>an? giada, la solución de un problema de transporte, de envase, de
. Sin duda desempeñaron un papel muy importante aquellos nlmacenamiento, o simplemente el cumplimiento de gestiones
nue~bros del viejo patr~ciado, herederos de una fortuna y un que dejaban una importante comisión. Las comisiones enlazaban
apeIlldo, que se desprendIeron de su clase -o, mejor, de las acti- n los productores con los exportadores, los mayoristas, los fun-
tudes de su c1ase- para incorporarse al "progreso" al proceso ('ionarios, los abogados, las empresas extranjeras: fueron un reino
de. modernizac~ón de las estructuras. Aprovechar¿n las ven- misterioso al que se podía llegar pobre y salir de él rico, porque
taJas ,de ~us vlnculacio~~s mundanas, d~ su posición y de su s(\ extencHa por sobre todos los engranajes de la intermediación.
exper~e?cla para b~neflclarse con los pnmeros y más seguros Una oficina y ningún capital se necesitaba para obtenerlas, y a
beneÍlclOS del cambIO. A los ojos de muchos fueron los modelos "eres ni siquiera oficina porque se gestionaban en el club, en las
del nuevo .com~o~tamient?; se veía en ellos a los que abando. fiestas de sociedad, en las antesalas de un ministro o en los
naban la vIda facI1, la rutIna, la indolencia, quizá la depravación pasillos del congreso. Solían ser los miembros dp. esas nuevas
de ~uchos de su clase, para incorporarse a la nueva ola del hurguesías oriundos del país o, a veces, exlranjeros de diverso
trabajo y el progreso. y respaldados por ese prestigio encabe- or;rren y con un pasado variable. Desempeñaron un papel impor-
zaron procesos concretos de modernización en el área de sus lélllte estos últimos porque, generalmente, llevaban a cada lugar
actividades privadas. Mineros o hacendados de antiQUa data los llnél vasta experiencia del funcionamiento de 18 intrincada ma-
más, abandonaron y renovaron sus explotaciones utilizando nue- (leja de los negocios internacionales. Quizá con una quiebra más
vos métodos e introduciendo maquinaria industrial moderna, con o menos honesta a sus espaldas, se acercaba el recién llegEldo al
la que multiplicaron sus ingresos. Se asociaron con frecuencia lluevo escenario explorando las posibilidades del país y los nego-
a empresas extranjeras y muchos dieron un paso decisivo incor- cios reales o potenciales que pareeian ofrecerse. Se acercaba a
~oráJl~ose al gran comercio o, mejor, al mundo de los negocios los grupos más influyentes, donde generalmente era bien reci-
fInancIeros :r bursátiles.. El ferrocarril valorizó sus tierras, y hido por su condición de extranjero si tenía don de gentes y
cuando las CIudades crecIeron, se volcaron al negocio de la tierra enracidad para suscitar simpatías en las fiestas aristocráticas o
urbana fundando nuevos barrios y pueblos sobre las vías. ('n los clubes donde los caballeros se reunían. Y luego comenzaba
Pero el grupo verdaderamente activo de las nuevas bur- a tantear los despachos ministeriales, acaso buscando concesio-
guesías se compuso de gente menos comprometida con el pasado. nes y privilegios, gestionando inversiones y cobrando las comi·
Er~n los que busca~?n el ascensO social y económico con apremio, "iones correspondientes, o simplemente informaciones para intro-
C~Sl con desesperacIOn, generalmente de clase media y sin mucho ducirse en el sagrado recinto de la especulación. El azar padia
dmero, pero Con una singular capacidad para descubrir dónde hacer de él un triunfador; pero si perdía comprometiendo a sus
estaba escondida ca~" nía la gran oportunidad. El grupo se nuevos amigos, podía desaparecer dejando atrás de él dramas
266 LATINOAMÉRICA: LAS CIUDADES Y LAS IDEAS LAS CIUDADES BURGUESAS 267
como el que el argentino Ju!ián Martel relató en La bolsa, la molor del desarrollo económíco y dejó una huella importante efe"
novela en que describía el mundo de los negocios de Buenos Sil Jabor. Todos ellos, y muchos más de variada capacidad, fun-
Aires hacia 1890. En el momento del cataclismo Marte! ponía dElron compañías, aglutinaron capitales y personas, prestaron a
en boca del aventurero francés que se hacía llamar Fouchez un los ciudades el ritmo dinámico de un puesto de comando desde
explícito - 8 ingenuo- soliloquio: "Mi deber, no lo niego, me 01 que se proyectaba el destino inmediato y mediato del país.
manda pagar a mis acreedores; pero yo no he venido a América 1 rombres de experiencia, no sólo ofrecían a las burguesías locales
para cumplir con mi deber, sino para hacer fortuna. ¿Quién caminos insospechados para ellas sino también experiencia del
me conoce aquí? ¿Quién sabe que soy el marqués de Cha- ,-nundo internacional y conocimiento concreto en relación con
ronlpfeux? Estoy, es cierto, atado a esta tierra por los lazos del <'1 manejo de los negocios. En cada ciudad se estrechó esta relación,
agradecimiento, pues en ella encontré trabajo y fortuna [ ... ] de la que saldría, por cierto, robustecida la relación de depen-
¿Agradecimiento he dicho? ¡Qué tonto soy! ¿He de estar agra- dencia entre las econollÚas nacionales y los grandes centros del
decido a un país que, después de enriquecenn€, quiere dejarme mundo industrlal.izado. Pero, ademús, la relación daba al con-
más pobre de 10 que vine? ¡Vaya un modo de enriquecer! junto de las burguesías urbanas un aire cosmopolita qu~ dejaba
Además, si él me ha dado el dinero, yo le he dado el trabajo, Atrás al sentimiento provinciano que atormentaba a los ncos que
he propendido a su engranclecimiento [ ... ] No, es cosa resuelta, habían visitado Londres o París y volvían deslumbrados a sus
me escapo a París sin pagar a nadie [. . ] ¿Qué me importa ciudades nativas de Latinoamérica. Era~ ahora, un grupo mo-
abandonar esta oscura republiqueta americana, si con lo que derno que sabía vivir al ritnlo de los tiempos.
- oseo puedo brillar en París como el más atildado elegante del A esos grupos aspiraban a entrar tamhién muchos de l.os que
711bourg Saint-Germm:n? [ ... ] La Argentina no es mi ,cen- pertenecían a las clases medias urbC'lnas y que, en sus dIversas
~ ... ] Tengo la nostalgia de París, única ciudad en el mundo actividades, llegaban a recibir los últimos efluvios de la acelerada
b l que la vida es soportable, y allá me vuelvo". circulación del dlnero. Comerciantes por mayor o minoristas,
Hubo muchos Fouchez en Latinoamérica en esas décadas, profesionales o medianos ahorristas que disponían de una cierta
acaso más cínicos que el personaje de Marte1. Pero hubo muchos masa de dinero, procuraron participar de la gran aventura. Y
extranjeros, personalidades notables algunos de ellos, que, sim- los que lo lograron se instalaron de un salto en lo más alto de la
plemente, canalizaron su genio y su capacidad empresaria dent.ro pirámide dejando el recuerdo de su genio mercantil o de su
del proceso general de la economia del pais que elegían. Muy suerte a los que fracasaban en aventuras semejantes. Por eso,
vinculados a los grupos capitalistas ele su· país de origen, 'VVilliam precisamente, las nuevas burguesías tuvieron el aire de clases
RusselI Grace y John Thomas North actuaron en Jos países del aventuras. En rigor, no todos sus m.iembros tenían, personal-
Pacifico. Norteamericano el primero, trabajó en el Perú prefe- mente, esos rasgos. Muchos -innum.erabJes, quizá- eran hom-
rentemente en relación con los transportes marítimos; el segundo, bres de empresa y de trabajo que, una vez entrevísta la promi-
inglés, actuó en Chile y terminó siendo dueño de innumerables sana perspectiva de cierta actividad o la necesidad de una obra,
empresas y el "arbitro del porvenir", como él nTismo decía, en apllcaban a su ejecución un sostenjdo esfuerzo con extremada
1Ft 1Jvlustria salltrera yen los ferrocarriles. En f\,1anaos, el alemán efiri'lcla. Pero la aventura estaba en la base del sistema que
Waldemar Scho1z domjnó la extracción y la comerclalización del cambiaba, precisamente, porque despertaba posibilidades nu.evas
caucho. El espmiol José l\1enéndez logró crear un polo económico que requerían imaginación para identificarlas y, a veces, CIerta
en el sur de la Patagonia tanto chilena como argentina, con falta de prejuicios para emprenderlas mediante los apoyos que
centro en Punta Arenas. En MéxlCO, el inglés vVeetman Pearson fueran menester. Estas aptitudes combinadas fueron las que con-
desarrolló la industria textil y los fcrrocardles, mientras los fran- figuraron en conjunto los rasgos de ese sector social que, a sa-
ceses Henri Tron, I-Ionoré Re.ynaud y sobre todo, Ernest Pugibet, biendas o no, modificaba la fjsonomía de su ciudad y su país.
dominahan un vasto sect.or de la producción textll y tabacalera. El valor aSlgnado a la eficacia, mayor que cualquier otro,
Un catalAn, Emillo Rcus, apareció en MonteYldeo como pro- fue lo que, pese a su lnocultable sentimiento exclusivista, obligó a
268 LATINOAMÉRICA: LAS CIUDADES y LAS IDEAS I.AS CIUDADES BURGUESAS 269

estas nuevas burguesías de las ciudades que se t.ransformaban IlIfluencia de los mismos grupos. Esa unidad de acción, esa cohe-
a mantenerse abiertas, permeables a todas las aspiraciones de I't'ucia, testimoniaban la cohesión interior que iban alcanzando
ascenso social que latían en los estratos medios y populares. La I/ls nue\'as burguesías, integradas por hombres y grupos de dis-
sociedad urbana en conjunto se hizo más fluida y los canales llllta extracción pero aglutinados todos por la unanimidad de
para pasar de un estrato a otro más variados y transitables. Ins respuestas que daban al desafío lanzado desde los grandes
Sólo se requería eficacia -y, sin duda, suerte-- para salvar ]OS lentros ecouómicos y financieros de Europa y los Estados Unidos.
obstáculos y alcanzar el pequeño olimpo del tout México, del /Out Esa cohesión era, pues, el resultado de un proyecto propuesto
Río de Janeiro o del tout Buenos Aires. Una vez en él se disfru- pOI' la coyuntura económica internacional, al que adherían indi-
taban las delicias que podia proporcionar la fácil multiplicación \ ¡tluos y grupos que formaban, en las ciudades latilloameri·
de los bienes y el ejercicio de un difuso poder. 1 unas donde se tomaban las decisiones locales, la clase dirigente.
. Sin duda, los miembros de las nuevas burguesias, especial- I'cro la mayoria de ellos -individuos o grupos- estaba dema-
mente en las capitales, lograron controlar simultáneamente el .. indo unida al proyecto en fWlción de sus intereses particulares.
mundo de los negocios y el mundo de la política, y operaron Algo había en su concepción del liberalismo económico que
desde los dos para desatar y aprovechar el proceso de cambio. dcbilitaba su sentido público, y en el fondo el conjunto estaba
Manejaron los centros de decisión económica fundando bancos o fUlmado no tanto por los que compartían un riesgo como por
consiguiendo su dirección mediante operaciones a veces sinuosas, tos que coincidian en la prometedora aventura. De aqui que
dominando la bolsa hasta donde pudieron, asociándose con los lus nuevas burguesías -a diferencia del viejo pa triciado- COllS-
capitales extranjeros que operaban en el país a través de sutiles tituyeran una clase con escasa solidaridad interior, sin los yíncu-
agentes. Disponían además, de los mecanismos de la importación los que proporcionaba al patriciado la relación de familia y
y la exportación regulando cotizaciones, fijando precios, urdiendo ('1 estrecho conocimiento mutuo. Las nuevas burguesías, por el
maníobras para sorprender y derrotar al competidor adversario; contrario, se constituyeron como agrupaciones de socios comer-
y desde las administraciones ponían en funcionamiento los dispo- dales, cada uno de ellos jugándose el todo por el todo dentro
sitivos sabiamente annados, que repercutían sobre los sectores de un cuadro de relaciones competitivas inmisericordes en el que
intermedios y sonaban finalmente en los centros de producción. "t triunfo o la derrota -que era como decir la fortuna o la
Todos conocían los límites de su juego, impuestos por quienes ItLlseria- constituían el final del drama.
manejaban el mercado mundial. Pero quedaban unos márgenes Pusieron al descubierto esos rasgos las sucesivas crisis finan-
de acción que les permitía sentirse poderosos. Un mundo de cieras en las que desembocó la euforia de las aventuras econó-
agentes, abogados, gestores y comisionistas aceitaba oportuna- micas, de los proyectos alocados y desmedidos y, sobre todo, de
mente los engranajes, cuyas ruedas maestras regulaba de alguna tns inversiones descabelladas y los empréstitos mal usados. La
manera el poder político. ('speculación socavó el andamiaje y, al precipitarse, arrastró en
Pero el poder político lo ejercían las mismas personas, o ruda una de sus caídas a todos los que se habían excedido en sus
sus personeros. Miembros de las nuevas burguesías dominaron posibilidades. Quiebras fraudulentas, suicidios, descensos a la
progresivamente los centros de decisión política, y se los podia 1'1 I tima miseria desde los más altos niveles de la riqueza, fueron
ver - a ellos o a sus personeros- en los despachos ministeríales, lemas predilectos de la novela naturalista de la época -entre
en la dirección de los grandes organismos públicos, en los escaños otras, La bolsa, de Julián Martel, y Quilito, de Carlos María
legislativos o en los estrados judiciales. La ley, el decreto, la ()cantos, las dos argentina5-, precisamente porque era el espec-
reglamentación que determinada política requería se est.udiaban líículo revelador de esa sociedad cuya ley parecía ser el ascenso
y redactaban por los mismos grupos que los utilizaban para sus ,acial fundado en la rápida conquista de la fortuna. Siempre fue
actividades privadas. Y las ideas que los inspiraban eran defen- "sta esperanza un rasgo de las sociedades de gran movilidad. Y
didas por los partidos políticos oficialistas -tradicionales o cir- la fortuna fue siempre ,-oluble. Los halagados por el éxito podían
cunstanciales- en cuya dirección era visible la acción o la ,cr al día siguiente los menospreciados po~ el fracaso. Y este
270 LATINOAMÉRICA: LAS CIUDADES Y LAS IDEAS 1.I\'i CIUDADES BURGUESAS 271

esquerna revelaba la estructura interna de las nuevas burO"uesias "" sólo sirvió para canalizar las expectativas de las nuevas clases
montadas en el más alto estrato de una sociedad que cre~ sobr~ flopulares sino también para sacudir la modorra de los grupos
todo en el ascenso social. trndicionales, cuyos miembros, antes contentos con su suerte,
. Fue, justamente, la posibilidad y la esperanza del ascenso \'(~ian ahora prosperar al imaginativo vecino. Los inmigrantes
s~clal lo que promovió la inmigración: del extranjero hacia los dieron el ejemplo del pequeño ahorro. Con sostenidos sacrificios,
diversos pa~ses lati:Z:lOamericanos, y dentro de ellos, de las regiones ,l dependiente de comercio o el vendedor ambulante terminaba
pobres haCIa las rIcas, o de los campos hacia las ciudades. La flOI' reunir un pequeño capital que le permitia establecerse; y a
Intensa movilidad geográfica correspondía a las expectativas de partir de ese momento el ascenso hacia la clase media solía estar
movilidad social que crecian hasta un grado obsesivo. Y si asegurado. Una generación después habia en'la familia del hon-
algunos pocos millares de recién llegados se incorporaban djrec- rado tendero un hijo licenciado o doctor.
tame~ te a las clases medias o altas, la gran mayoría engrosaba El paso de los servicios subsidiarios de la vida urbana al
las fIlas de las clases populares. Un sentimiento de sorpresa p~queño comercio fue uno de los diagramas típicos del ascenso
frente a una sociedad que se hacía cada vez mús cosnlopolita ,acial en las clases populares de las ciudades que crecían. La
cundió entre los viejos sectores criollos; llamaban la atención los IIparición de nuevos barrios creaba una mentalidad de frontera,
gnlpos extranjeros de los sectores medios, que en algunas ciu- porque en ellos todos empezaban una especie de nueva vida y
dades casi monopolizaban el comercio -como los alemanes en /lO valían los prejuicios ni tenían sentido las preguntas acerca
Maracaibo o los espaflOles en Veracruz- y parecían sentirse del pasado de cada uno. La merceria o la tienda de comestibles
dueños de la ciudad; pero más llamaba la atención la hibridación 'fue abría el emprendedor inmigrante se transformaba en el foco
de las clases populares, especialmente en las grandes ciudades. del nuevo distrito, en el que se levantaban sólo unas pocas casas.
De más de una ciudad se dijo que parecía una Babel modema. y al cabo de poco tiempo el comerciante había aprovechado el
Porque hacia las grandes ciudades se dirigió preferentemente la crecimiento del núcleo y acaso amasado una pequeña fortuna.
inmigración, precisamente porque era en ellas donde esperaba Ahora empezaba otra etapa dentro del sueño incontenible de las
encontrar la más amplia gama de posibilidades para tentar lIspiraciones.
fortuna. Para otros, el trabajo cotidiano apareció en las nuevas manu-
. .Trans~orrnadas por la presencia de fuertes contingentes facturas e industrias que empezaron a establecerse. Hubo trabajo
mmJgratonos o con su fisonomía habitual apenas cambiada, las en los talleres ferroviarios, en las fábricas de tejidos, de cigarros,
clases populares adquirieron una nueva significación en las ciu- de vidrio, de alpargatas, ele articulas diversos que el fabricante
dad,es que se transforma~an. Nuevas fuentes de trabajo apa- creía que podrían competir con los importados. Así apareció
:ecJa~, unas veces espontaneamente y otras convocadas por el poco a poco un sector nuevo de las clases populares: el proleta-
mgemo de los buscavidas duchos en los secretos de la vida urhana. riado industrial, no muy numeroso pero de fisonomía social
Para. los que no tenÍan más que la fuerza de sus brazos, el muy definida.
tra~aJo en los puertos, en la construcción o en las obras públicas En algunos países se reclutó preferentemente entre los sec-
podIa ase¡,Irarles el jomal diario. Como dependientes o peones tores de inmigrantes extranjeros, pero en' otros ingresaron al
en come~clOs y talleres podían tener también trabaio regular. naciente proletariado industrial trabajadores nacionales, general-
Pero la CIUdad que crecía ofrecía posibilidades nuevas. Se podía mente mestizos, negros y mulatos, que se adecuaron rápidamente
ser portero en una oficina pública, mozo de café o de restaurant, a las características del sistema. Algunas veces se trataba de
Acomodador en teatros o cines, cochero o chófer, mensajero o gente de ciudad que, simplemente, cambiaba de oficio, pero abun-
lustrabotas o vendedor de billetes de lotería o innumerables cosas dó la que. venía del campo o de aldeas rurales atraida por los
más. El servicio doméstico absorbió un número considerable de altos salarios que esperaba encontrar. En la actívidad industrial
personas, así corno los servicios de orden público o los transportes todos debieron ajustarse a una disciplina desacostumbrada: la
urbanos. Esa apertura de las posibilidades del trabajo modesto que impersonalmente imponía la empresa a través de sus cuadros
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medios. Y en este ejercicio comenzó ese sector popular a orga- ti las obras sanitarias, o en Santiago de Chile el "roto", típica
nizarse y a regular sus acciones y sus reacciones en la defensa "X presión de la pobreza urbana. El novelista Joaquín Edwards
de sus intereses. !leila lo describió en su propio ambiente: los barrios miserables
No le éa lícito a los miembros del naciente proletariado ("amo el que se formaba en los alrededores de la estación Alameda.
industrial esa alegre despreocupación del vendedor callejero o Allí se hacinaban en inquilinatos que, como los del Tepito en
del mayoral del tranvía que siempre encontraban una pausa México, como los callejones limeños, los COrLi90S cariocas o los
para la conversáción amable y desocupada. En cambio, adquirian (' nventillos de Buenos Aires, hundían en formas infrahumanas
poco a poco las modalidades de una clase combativa, disconforme de vida a quienes se refugiaban en ellos. Grave riesgo, allí con-
y capaz de expresar su rebeldía. Poco a poco aparecía en las I'ivian los que luchaban por ascender con los que habían aceptado
ciudades un sector popular que abandonaba el viejo sistema la marginalidad y se habían deslizado hacia la prostitución o el
patriarcal y que no tenia con sus empleadores la relación am- delito. Y ese contacto detenia las posibilidades de escalar la
bigua del señor con su criado o con el que le servía la mesa posición mínima desde la que podía aspirarse a ese soñado paraíso
en un restaurant. Como las fábricas, las grandes ciudades des- de la clase media.
personalizaban las relaciones sociales y suscitaban tensiones antes El fenómeno social más sorprendente y significativo de las
desconocidas. . ciudades que se transformaban al calor de los cambios económicos
La despersonalización de las relaciones sociales contribuyó fue el crecimiento y cierta trasmutación de las clases medias.
a modificar la fisonomía de los sectores marginales. Crecieron Ciertamente, no faltaban antes. Las constituían quienes ejercían
en número pero, sobre todo, cambiaron de modalidad. Creció el el comercio o una profesión liberal, los burócratas, los militares,
número de los mendigos, pero fue muy dificil que una dama los clérigos, los funcionarios. Pero en todos esos sectores hubo
caritativa siguiera teniendo "sus" pobres: disminuyó el númerO una expansión que creó nuevas posibilidades y expectativas. La
de los resignados y acaso filosóficos y creció el de los agresivos. ciudad era, fundamentalmente, un centro intermediario, y las
También cambió el carácter de la delincuencia, haciéndose más necesidades de esa función multiplicaban las de la producción
sutil y organizada, hasta llegar, en sus más altos niveles, a misma. Más burocracia, más servicios, más funcionarios, más
alcanzar connivencias internacionales. Las tuvo también el juego militares, más policías se hacían necesarios cada vez. Quienes
y luego el tráfico de drogas; pero sobre todo las tuvo la .trata pertenecían a la vieja clase media y eran originarios de la ciudad
de blancas, que proporcionó a los prostíbulos de las ricas ciudades tenían más posibilidades de alcanzar esas posiciones; pero quienes
que se transformaban no sólo la diestra direccíón de encargadas llegaron a ella y hacian su carrera desde los primeros peldaños,
europeas sino también rubias pupilas que seducían a los cobri- solían subirlos lentamente a fuerza de tenacidad y de humilla-
zos parroquianos. En el creciente anonimato de las grandes cíu- ciones, demostrando eficiencia y constituyendo un ahorro que les
dade:. la mala vida tomaba un aire más áspero y cruel, como permitiera mostrar esa modesta dignidad que la clase media
se iba haciendo áspera y cruel la nueva miseria urbana. exigía. Y, normalmente, sólo después podían hacer fortuna, o
Quienes se apretujaban en las ciudades esperando un jornal incorporarse a la clientela política de un influyente, o quizá
o la limosna que les permitiera vivir sin él, los que sólo ganaban Stunarse a la corriente de un grupo de poder.
salarios insuficientes para subsistir constituían, en verdad, un El tnínsito desde las clases populares hacia las clases medias
sector no menos marginal que el de la mala vida. Hasta que fue frecuente y, a veces, rápido. El comercio, las profesiones que
no conseguían sobrepasar ciertos niveles que los pusieran en la ejerdan los hijos de quienes habían dado el primer paso, la yincu-
via del posible ascenso, sus miembros no participaban realmente lación a empresas que premiaban la lealtad y la eficiencia de
en la vida de una sociedad que amaba el lujo y medía en dinero sus servidores, y muchas veces la política, fueron vías que per-
la significación de grupos y personas. Por debajo de esos niveles mitieron ese acceso. En el otro extremo, las posibilidades de
estaba en Buenos Aires el "atorrante", que hacía su morada en recorrer los distintos estratos de la clase media hasta llegar a
los caños que se apilaban en las calles esperando la instalación los más altos aumentaron con el desarrollo de los negocios y la
274 LATINOAMÉRICA: LAS CIUDADES Y LAS IDEAS ,Att CIUDADES BURGUESAS
275

ampliación del panorama que se abría a las sociedades en creci- ,,,'holla: el agua y los transportes, las obras de drenaje, el
miento. Quizá se necesitaba cierta fortuna, largamente acwnu- .. I\lmbrado. .,'
lada e invertida después en la minuciosa operación que conducía Pcro junto a esta transformacIOn espontanea creada por
al ascenso social; pero podía senrir eficazmente la protección de 1\1 (1 cimiento, algunas ciudades latmoamencanas cono~leron ~a
un poderoso o una alianza matrimonial ventajosa. La movilidad 11I'\ls(ormación deliberada que tendría larga infl~encla. Mlen-
fue la regla dorada de estas nuevas clases medias cuya magnitud III'S las ciudades sc extendían poblando zonas penfencas, el casco
y cuya singular fisonomía caracterizaron la transformación de ""'jo de la ciudad conservaba su aspecto tradICIOnal, muchas
las ciudades. Y no sólo porque reflejaron la peculiaridad del "'res deteriorado por el tiempo y la presencIa de grupos socla!es
proceso social que se operaba en ellas sino también porque sus 1l1odestos que ocupaban las viejas casonas: Las nu~vas burgueslas
miembros permitieron la renovación de sus formas de vida: eran ,\ avergonzaban de la humildad del aIre colomal que conser-
los que compraban los periódicos, los que discutían sus opiniones ".. ba el centro de la ciudad y, donde pudIeron, trataron de trans-
en el café, los que se proveían en los nuevos almacenes que fll11narlo sin vacilar, en algunos casos, en demoler. ~lgunos
ofrecían la moda de París, los que llenaban las aceras de la bolsa "rlores ~argados de tradición. La demolición de lo vle)o para
y los bancos, los que atendían los comercios y las oficinas. Y tlu!' paso a un nuevo trazado urbano y a una nueva ~rqultectura
fueron los que empezaron a pensar que también ellos tenían rll un extremo al que no se acudió ·por ent~nce~, Silla en un~s
derecho a participar en el poder y formaron las filas de nuevos pocas ciudades; pero se transformó en una asplraclon que pareCla
partidos políticos que desafiaban el poder de las vicjas oligarquías ,'('stunir el supremo triunfo del prog.reso. Donde no se pudo o
en busca de una extensa democracia. 110 se quiso llegar a tanto, se procuro orgamzar el desarrollo de
En pocos años, veinte o treinta ciudades latinoamericanas, los zonas adyacentes al centro tradicional y el de l~s nuevos
en distinta medida, vieron transformarse sus sociedades y arrin- barrios de acuerdo con los modernos principios urbanístIcos. Una
conar las formas de vida y de mentalidad de las clases tradicio- influencia decisiva ejercía sobre las Dl;levas burguesías e~ modelo
nales. En su lugar, las nuevas sociedades elaboraron lentamente do la transformación de París, imagmada por Napoleon III y
los rudimentos de otra cultura urbana, que empezaría a desarro- llcvada a cabo por el barón de Haussmann. .
llarse en ciudades que muy pronto modificaron los rasgos de su El audaz principio de la modernización de las CIudades fue
rostro. la ruptura del casco antiguo, tanto para ensanchar sus ~alles como
para establecer fáciles comunicaciones con las n~evas areas ed~l­
cadas. Pero dentro de ese esquema se introduoa una vocaClOn
3. EL EJEMPLO DE HAUSSMANN barroca -un barroco burgués-- que se manifestaba en la pref~­
rcncia por los edificios públicos monumentales con una ampha
Una sociedad que se renovaba parecía exigir una transfonnacián perspectiva, por los monumentos empl~zados en lugares des~a­
de su habitat. Y, ciertamente, numerosas ciudades latinoameri- cados y también por una edificación pnvada suntuosa y de arre
canas comenzaron a renovar su fisonomía a partir de las últimas señorial Extensos parques grandes avenidas, servicios púbhcos
décadas del siglo XIX. El crecimiento de la población obligó a modern~s y eficaces debía~ "asombrar al viajero", según una
ocupar nuevas zonas para establecimiento de viviendas y el desa- reiterada frase de comienzos del siglo xx. . ..
rrollo mercantil e industrial requirió amplios espacios fuera del Se asombraron los viajeros, pero todos reCOn?ClerOn la ~slble
centro urbano. A lo largo de los caminos de acceso, al lado influencia que en el remodelamiento de las CIUdades tema ~a
de núcleos ya existentes o en las proximidades de ciertos focos de concepción de Haussmann. El barón de Río Branco llamarla
atracción -una estación de ferrocarril, una zona fabril- iban al que fue prefecto de Río de Janei:o "desde 1902, FranCISco
surgiendo nuevos barrios. Era un crecimiento espontáneo, conso~ Pereira Passos "el Haussmann brasileno ; y cuando en Monte-
lidado al poco tiempo con la prestación de ciertos servicios que video el Cons~jQ general de Obras Públi.cas aconsejó adopt~r el
mejoraban la condición de los adelantados de la expansión plan de remodelación urbana que el arqUItecto Norberto Maillart
276 LATINOAMÉRICA: LAS CIUDADES Y LAS IDEAS I o\S CIUDADES BURGUESAS 277

había presentado en 1887, fundó su díctamen en que se ajustaba Refiriéndose a la capital del estado de San Pablo escribía
a la concepción de Haussmann. A la misma inspiración respon- lIoberto Capri en 1912: H[ ... ] es esa ciudad casi europea, toda
dieron desde 1880 el primer intendente de Buenos Aires, Torcuato I tlOjada de construcciones magníficas de hermoso estilo italiano,
de Alvear, y sus sucesores, así como los prefectos de San Pablo [oda cruzada por calles y avenidas, con fábricas por todas partes,
Antonio Prado y Raimundo Duprat que trabajaron en la urba- t 011 edificios públicos swItuosos, con una vida dilatada e intensa".
nización de la ciudad desde 1898. Otros trabajaron en otras II:l centro antiguo, conocido como "el triángulo", seguía intacto,
ciudades, pero el alcance de su obra fue más reducido' porque pero se salia por él hacia los barrios por las avenidas San Juan,
no tuvo como objeto modificar el casco antiguo sino organizar el Ilangel Pestana o Tiradentes. Y tanto la avenida Higienópolis
espacio que comenzaba a ocuparse. ,amo la Paulista empezaban a verse flanqueadas de lUjosa edlil-
Buenos Aires se decidió por las demoliciones. Federalizada (,llción al tiempo que se transformaban en nuevos ejes urbanos.
en 1880, Torcuato de A1vear fue designado intendente poco des- Más moderado, el desarrollo de Montevideo se manifestó en la
pués y empuñó la piqueta. Cayó la Recova Vieja que cortaba normalización de las vías de salida de la ciudad, en el trazado
en dos la actual Plaza de Mayo y cayó buena parte del antiguo de los primeros sectores de la Rambla, desde el puerto hasta
Cabildo colonial para dejar el paso a una avenida que comuni- Pocitos, y sobre todo en el trazado, dispuesto finalmente, de la
caría aquella plaza, donde había estado el Fuerte y ahora se Avenida Agraciada desde la Avenida 18 de Julio hasta el PalaclO
levantaba la Casa Rosada, con la otra plaza tras la cual se levan- Legislativo, que dominaría una vasta perspectiva. . ..
taría el monumental Palacio del Congreso. Se abrió, efectiva- De estilo clásico o de estilo francés, los numerosos edIfICIOS
mente, en poco tiempo la Avenida de Mayo, y muy pronto se de que pudo enorgullecerse al cabo de poco tiempo cualquiera de
vio totalmente flanqueada de edificios modernos, de estilos va- las ciudades donde se abrían nuevas avenidas ponían de manl-
riados entre los cuales no faltaban audaces ejemplos de ari tiesto cierta ostentación o cierto gusto por la monumentalidad.
nouveau. Desde ese momento se transformó en el corazón de Los edificios legislativos de Montevideo y Buenos Aires, el Pa-
Buenos Aires. Por debajo de la Avenida de Mayo y de la calle lacio de Bellas Artes de México, el Teatro Colón de Buenos Aires
Rivadavia comenzó a circular pocos años después el primer tren o el Municipal de Río de Janeiro revelaron la riqueza y el gusto
subterráneo de Latinoamérica. No mucho después se proyec- peculiar de estas burguesías de las ciudades que se transfor-
tarían dos grandes diagonales que debían salir de Plaza de Mayo maban. Amaron los jardines de trazado francés y las amplIas
y una extensa Avenida de Norte a Sur, hoy llamada 9 de Julio. avenidas. Aun en ciudades de poco cambio aparecieron paseos
Centenares de casas cayeron para la ejecución de esos planes. y avenidas: el Paseo de Colón y luego la avenida Arequipa en
En Río de Janeiro fue necesario demoler setecientas casas Lima, la avenida Bolívar en Caracas, la avenida Colón en Bogotá.
para abrir la Avenida Central, luego llamada Río Branco, desde El paseo de coches era casi una ceremonia social. Se la practIcaba
la plaza Mauá hasta el Obelisco. Todo el casco viejo cambió; desde antes en los jardines bonaerenses de Palermo, en las Ala-
dos cerros cayeron también a sus costados para dejar sitio a medas de Lima y de Santiago, en el Paseo de la Reforma en
amplias explanadas. Desde entonces el Largo da Carioca se México; y se ]a practicó poco a poco en otros: en el Prado monte-
trasformó en el punto neurálgico de la ciudad, mientras se cubría videano, en el bosque de Chapultepec en México, en el Paseo de
de nuevas construcciones la avenida recién abierta que miraba Colón en Lima. Creció el niunero de plazas y plazuelas, CUIdadas
hacia el Pan de Azúcar. Pero otras obras más contribuyeron con esmero las de los barrios altos, y en las más importantes de
al cambio: el ensanche de la calle Trece de Mayo, la apertura las cuales se levantaban los monumentos a los héroes, grandiosos
de las avenidas Beira-Mar y Rodríguez Alves, Francisco Bicalho, como las estatuas ecuestres de San Martín y Bolívar en varias
Mem de Sá, Salvador de Sá. La escala de la ciudad, que aún ciudades, como la de Alvear que Buenos Aires encargó a Bour-
recuerda la rua do Ouvidor, cambió sustancialmente en el centro delle, como la 'de Artigas en Montevideo; o los que adoptaron
como ya cambiaba en las nuevas urban:i;zaciones periféricas. otra fisonomía, como el de Tiradentes en Río, el de Sarmiento
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en Buenos Aires, el de Juárez en México o el de Santander en ""Ipresarios y urbanistas. Explotaban sabiamente el anhelo de
Bogotá. IlIs lases populares de abandonar los tugurios del centro de la
El destino del casco antiguo fue diverso. Siguió siendo el I ¡"dad y de poseer su propia casa, aunque fuera modesta. Y el
centro administrativo y comercial en casi todas las ciudades, pero lI~Ill{ltador -algunos, como Piria en Montevideo, se hicieron fa-
sólo en algunas -Rio de Janeiro y Buenos Aires especialmente-- """os- convocaba a los aspirantes que habian logrado ahorrar
se modernizó su arquitectura y mantuvo su prestigio. En la IIIK¡'¡n dinero, los transportaba al lugar del remate acompañados
maJ:oría sucumbió a causa de los desplazamientos ecológicos. Las pOI' una charanga que tocaba estruendosamente, y mientras los
familIas de clase alta -las que solian llamarse "las de la plaza"- "ji¡os jugaban en el campo, él transformaba el plano del fraccio-
empezaron a emigrar en un movimiento inverso al de los sectores t1f1miento en realidad gracias a su incontenible labia, señalando
populares que ocupaban las grandes residencias transformándolas ,I<'lllde estaban la escuela, la iglesia y la comisaría y puntuali-
en c?nventillos o callejones. Nuevos barrios alejados del centro '.lIl1do las ventajas del lugar y de cada lote en particular. Fue
acogoeron a los que abandonaban las vecindades de la plaza UllfI singular aventura la de la expansión de las ciudades trans-
mayor. La Alameda y luego los barrios que surgieron sobre la f"rmando en tierra urbana lo que hasta ese momento había sido
avemda ProVIdenCla atrajeron en Santiago de Chile a las clases I ¡<'I'fa rural aledaña a la ciudad. Los precios no tenían patrón
pudientes, como ocurrió en el Prado montevideano y luego en fijo, y la especulación hizo presa de los aspirantes a poseedores
Ramír.ez y Pocit.os. Así definieron su categoría social y arqui- de lotes, porque los que no habían comprado cuando no había
tectó;uca el barrIO Norte de Buenos Aires, Catete y Laranjeiras lIndio se entusiasmaban cuando veían levantarse las prim.eras
en Río de Janeiro y los que aparecieron sobre las avenidas marí- rosas o surgir la primera tienda de comestibles. Era el momento
timas, las colonias Roma y Juárez en México y luego las Lomas 1'11 que hacía su agosto el que había comprado con propósito
de Chapultepec, Chapinero en Bogotá, Sabana Grande en Caracas f'''Ipeculativo. Y en ese juego se encarecía la tierra en los nuevos
co~ tendencia a escaparse hacia el Country Club y El Paraíso rraccionamientos, como, por lo demás, se encarecía en las zonas
Mlraflor~s en Liroa, Higiénopolis en San Pablo. Algunas vece; l'¿'ntricas y en los nuevos barrios residenciales.
eran VIejas aldeas o ciudades aledañas que quedaron incorpo- En los distritos populares la arquitectura fue priroaria. La
radas de ese modo a la ciudad. El ferrocarril o las avenidas y rompra del terreno y la construcción suponían un costo que
carreteras acortaron las distancias' pero conservaron su carácter ,¡empre sobrepasaba las posibilidades inmediatas de quien se
de núcleo,. frecuenteme~te con sus' propios comercios y servicios. molía en la aventura, sin duda confiando en el futuro, en su
Una. ar9Ultectura de cabdad, y muchas veces de buen gusto, pro- rapacidad de trabajo y de ahorro. Giraba sobre el porvenir, y
porClOno un arre elegante a esos rincones residenciales, en cuyos lo iroporlante era abandonar el tugurio para dejar de pagar
alrededores podía estar emplazado un hipódromo o un elegante nlquiler; de modo que su preocupación urgente fue levantar las
club de tenis o de golf. IU'imeras cuatro paredes y poner un techo. Fueron barriadas sin
. A veces surgieron esos barrios del fraccionamiento de alguna ..slila, excepto aquel que se filtraba a través del arraigado oficio
fmca, acaso poblada de añosa arboleda que se procuraba con- del albañila el maestro de obra: una proporción, la disposición
servar.. Pero por un movimiento análogo comenzaron también ele puertas y ventanas, acaso una cornisa elemental podían re-
a fracclOnarse parcelas para compradores de mediana o de hu- "elar la mano artesanal y la cultura que estaba detrás de la mano.
mild.e c?ndición económica, y surgieron en muchas ciudades Poro era una cuestión accidental. Ante la urgencia el. fuhlro
barnos mnumerables, constituidos por gentes que habían com- propietario podía acudir a sus propias manos, y acaso a la tradi-
prado su lote en mensualidades y construlan luego trabajosa- ción del rancho rural o de la vernácula vivienda suburbana. Y
mente un cuarto y lUla cocina para empezar a vivir en lo que entonces el conjunto mostraba su hibridez y su elementalidad.
e:a ya su "casa propia". Los fraccionamientos o 10teos adqui- La mano de un maestro de obra, y acaso ciertas pretensiones
rIeron a .vece~ ca~acteres de fiesta popular, organizada por rema- do sus dueños, podían advertirse de vez en cuando en algunas
tadores nnagInatIvos que eran al mismo tiempo comisionistas, viviendas de clase media, en las que la fachada solía acusar una
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preocupación estética, corroborada luego por la cuidadosa elección Illrns de hierro como si fueran monumentos al progreso y a la
del empapelado interior, de los bibelots o los cortinados. A medida IlIdustria.
que ~u~ía el nivel económico y social, todo era un poco mejor, Entretanto, muchas ciudades mejoraron sustancialmente su
o qwza, un poco más convencional y ajustado a lo que ofrecían lllfl'oestructura. Se remodelaron muchos puertos, construyendo
los negocios de reconocida categoría. 11 IImpliando las obras de defensa, los muelles, los depósitos, las
. Desde la calle no habia duda posible en el diagnóstico social, W'úas, las vías férreas; y en relación con las epidemias que se
:r: SID. duda el observador podía hacerlo utilizando su propia expe- Il'Hsmitían por vía marítima, se establecieron los servicios sani-
rIenCIa. En camblO, la preocupación estilística era fundamental III ..ios: fue Osvaldo Cruz quien dío la más tremenda batalla
en los barrios de alta clase media o de clase alta. Sólo viviendas "mira la fiebre amarilla en Río de Janeiro. Para completar la
de categoría podían levantarse en e1los, y la categoría suponía libra de higienización de las grandes ciudades no sólo hacía falta
consultar a un arquitecto -extranjero, si fuera posible-, discutir 111 atención médica preventiva. Se emprendieron las obras de
el plano y, antes que él, el estilo; pero sabiendo que se terminaría d..cnaje y las de aprovisionamiento de agua corriente. Ríos y
po; pref~rir ~l est~lo francés, a menos que el propietario hubiera lI ..royos empezaron a ser entubados, y sobre alguno de ellos
caldo baJo el mfluJo esteticista de un revival: el gótico, el morisco forrerían importantes avenidas, como la Jiménez de Quesada
o acaso otro más exótico aún. El llamado estilo francés, más o ,\11 Bogotá o la Juan B. Justo en Buenos Aires.
menos puro y siempre de rigurosa imitación, sirvió para las La iluminación pública a gas deslumbró a quienes estaban
bu~nas casas de la alta burguesía y. sobre todo, para las lujosas IIcostumbrados al aceite, y la eléctrica colmó de asombro a los
resIdencIas --el petit-hotel o el "palacio"- de quienes habían .'spectadores el día que se encendieron los primeros focos. Los
lle~ado a los más altos niveles económicos v aspiraban a la tranvías a caballo fueron remplazados por Jos eléctricos, y más
posici¿n casi sublime que parece ofrecer el boato. Ortodoxo y larde empezaron a circular los autobuses. En alguna ciudad
tra~c.lOnal. .el estIlo francés parecía consagrar la importancia IIpareció un aeródromo. Y cuando ya se habia difundido el
SOCIal de qUIen. celoso de las formas, decidía adoptarlo. Y de esa liSO del telégrafo y del teléfono, empezaron a levantarse las
c?nsa§{T~ci.6n estaban ansiosas esas burguesías enriquecidas dema- Ilntenas trasmisoras y receptoras de radiotelefonía. Año más, año
SIado rapIdamente como para sentirse finnes en el más alto menos, como en Europa, porque el trasvasamiento de l?s inno-
estrato de una sociedad. vaciones técnicas fue casi instantáneo en LatinoamérIca. La
Hubo. empero, quienes prefirieron otros estilos, quizá por sociedad que se renovaba acogia rápidamente todas las conquistas
falta de adecuado asesoramiento acerca de lo que les convenía. del progreso y se apresuraba a modernizar sus ciudades prove-
y algunos que se sumAron al entusiasmo que suscitaba el art yéndolas de todos los adelantos que, desde la época de Hauss-
nouveau, cuy?S modelos, franceses o catalanes, parecieron lnarm, imaginaban los urbanistas para resolver los problemas
expresar no solo ]a novedad del momento sino también cierta que creaba la creciente concentración urbana.
vocación por un Jujo rebuscado que se rna~ifestaba en las clases Pero, ¿cuántas fueron las ciudades que siguieron el ejemplo
?puIentas. Pináculos de formas torturadas y estatuas imponentes de Haussmann? El desarrollo espectacular sólo se produjo en
Jugaban en las fachadas con las atrevidas cornisas en un alarde lInas pocas capitales; en otras, y en algunas ciudades importantes,
de irrealidad y como un desafío a las reglas clásic~s de la arqui- se aplicaron algunas partes de un teórico plan de conjunto que,
tectura y del gusto tradicional. De buena factura, algunas cabe- por lo demás, no parecía tener urgencia. Y en el mayor número
cltas o algunos florones provocaban el éxtasis de los entendidos. la estructura urbana colonial se mantuvo casi sin cambios. El
pero era aquella ostentación de la decoración superflua lo qu~ hecho es de decisiva importancia, porque el cuadro del desarrollo
provocaba el mterés y la admiración de los más. Y en contraste urbano pone de manifiesto los caracteres del desarrollo SOC1O-
~os. Palacios de las Exposiciones o las estaciones ferroviarias qu~ económico general. Y los brillantes testimonios que ofrecen esas
ImItaban el modelo de la Victoria londinense exhibían sus estruc- pocas ciudades de gran esplendor contrastan con los signos de un
282 LATINOAMÉRlCA: LAS CIUDADES Y LAS IDEAS Io"S CIUDADES BURGUESAS
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desarrollo escaso y lento en todas las otras, un poco al margen mente traducido en una inmensa plaza desproporcionada. o en
de la red económica que alimentaba el brillo de las primeras. U" bulevar con plazoletas que conducia del centro de la CiUdad
Sobre este terna hizo curiosas reflexiones un escritor francés hosta la nueva estación del ferrocarril. A algunos lugares lleg~­
que vivió largos años en Argentina, H. D. Sisson, y que publicó fllI1 los últimos ecos del ejemplo de Haussmann cuando,ya habi,a
en 1910 un libro sobre ese país. Después de descríbir largamente posado o cuando todavia no había ll~gado la expanslOn econo-
l~ cíudad de Buenos Aires y destacar su rápida modernización, ",ica. Pero quedó flotando en el ambIente como una vaga asp'-
Slsson se ocupa en el capítulo siguiente de Hl as provincias", ini- I'Oción a proporcionar a cada CIUdad provIncIa~a algo que le
ciando su análisis con estas palabras: "Hablar de las provincias permitiera creerse metrópoli. Y cuando apare~Ieron otro~ re-
después de la capital es casi retroceder de la nación a la colonia". (ursas urbanísticos y otros modelos de planearnlento, todavIa el
y sin duda podía hacerse una afirmación semejante para los (,jemplo de Haussmann siguió señoreando .sobre todas las concep-
demás países latinoamericanos cuyas capitales habían dado un ciones porque era, al fin de cuentas, el ejemplo msustltmble de
S?lto espectacular. Sísson desarrollaba su pensamiento, nacído Purís.
sm duda de una observación penetrante. "Pero he aquí que
desde 1880 Buenos Aires avanza a paso de gígante en los pro-
gresos materiales y en esta cultura social aparente que trae, con 1. LA COTIDIANA IMITACIÓN DE EUROPA
la riqueza, la necesidad de imitar a los países más refinados y
más cívilizados. La capital cosmopolita, arrastrada por el flujo uando Pierre de D'Espagnat estuvo en Colombia. en 1897, B,;
de las comodidades y de los placeres, y bajo el influjo de esa gotá era todavia una ciudad muy colonial; y el vI~Jero frances
s~g~stión que crea ~l exhibicionismo social, ha abandonado muy creyó corresponder a la amable acog:¡da que le hablan bnndado
rapidamente las anbguas costumbres de austeridad, de autoridad, las buenas familias bogotanas ofreciéndoles este co~seJo, q.ue
de sohdez serena, que resisten a las seducciones por medio de estampó en sus Souvenirs de la Nouvelle Grenade. El umco
las tradiciones; las fortunas inmensas formadas en algunos años temor que yo formularía sería el de ver a las bogotanas cediendo
han permitido a los porteños los viajes y las temporadas en el n un modernismo incongruente de vestIdo!, en un cu~dro como
extranjero, y les han hecho perder la vinculación con su tierra 1 de Bogotá, tan partícular, de una gravedad sentlmental ,Y
y las sanas costumbres de las antiguas familias". ca tólica tan especial. Sean cuales fueren los decretos de la tlrama
"Las provincias, cuyas capitales están alejadas de Buenos universal de la moda de Paris el vestído que le va mejor a la
Aires entre mil y dos mil kilómetros, han seguido siendo lo que sudamericana, el que armoniz~ mejor con ese medio ue pa~ión
eran, al menos hasta que las facilidades de las comumcaciones y de fe, es y será siempre la mantilla, que le da su sello pr.oplO y
las hayan aproximado a la capital, lo que no ocurre más que oCortunado". Casi todos los que observaron con atenclOn esa
poco a poco, teniendo en cuenta las distancias kilométricas que coyuntura latinoamericana repararon en el ri~sgo y la gr~v.edad
las separan y que hasta impiden la explotación de la riqueza que riel paso que se daba de una forma de vida arraigada y tradIclOnal
enCIerran. He aquí lo que explica suficientemente que el distan- n otra que consistía, al fin de cue~tas, en un .conJ.unto de recetas
cIanuento entre la capital y las provincias haya aumentado con ,y fórmulas exteriores para modifIcar la aparJenCla de los usos y
rapidez aunque sólo desaparecerá muy lentamente." Jos costumbres. Pero no se dio en todas partes. Muchas cJUda~es
Las observacione,s de Sisson valen para toda Latinoamérica. mantuvieron su aire colonial, apenas modifica~o por la a.dopclón
La expansión económica provocada desde el exterior se reflejó Rradual de nuevas técnicas. Colonial, ~n rIgo:, quena ~ec;r
e~ los centros que mantenían contacto con él, y acentuó la provinciano, y definía, sobre todo, un est,Ilo de VIda q~e resIsha
diferencia que ya existía entre ellos y el resto de las ciudades. II la adopción de aquellas recetas y formulas. exterJores que
Hubo. como dos mundos que se separaban, uno moderno y otro tenían que ver, sobre todo, con las formas ~e VIda y de Co~Vl­
colomal, pero que coexistían. Y al mundo todavía colonial fueron vencia, no por virtud de determinada SOCIedad urbana sIn~,
llegando los últimos ecos del ejemplo de Haussmann, melancólica- simplemente, por no haber sufrido los estímulos de la moderm-

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zación y no ?aber experimentado los fenómenos que transfor- ilusión- de crear un estilo de vida cosmopolita, o para decirlo
maron a las. ~ludades, como el acelerado crecimiento demográfico más exactamente, europeo.
o la formaclOn de nuevas burguesías. Alfredo Pareja Diez-Can- La preocupación fundamental de las nuevas burguesías
se.:o fechaba el comienzo del ciclo novelesco que tituló Los nuevos latinoamericanas -por lo demás, como las de gran parte del
anos en el momento en que él advierte en el Ecuador aquellos mundo-- fue ensayar y consagrar finalmente un estilo de vida
c.amblOs. "~on, en verdad, varias historias, una distinta en cada que expresara inequívocamente su condición de clase superior
hbro. EmpIezan en 1925, cuando otras formas de la convivencia C'n la pirámide social a través de claros signos reveladores de su
humana encuentran asidero en nuestro país. Entonces comenzó riqueza. Pero no solamente mediante la actitud primaria de
la .agonía del patriarca; entonces, no hay duda, un nuevo país exhibir la posesión de bienes sino, sobre todo, a través de un
qUIere remplazar al viejo, se organiza con premura para alcanzar comportamiento sofisticadamente ostentoso. Por esa vía se bus~
lo q:,e ya estaba hecho en otros lados, y su aliento aprende a roba dignificar a las personas y a las familias, y obtener el reco-
respIrar en la gran atmósfera del mundo. Es la inicial de los lIocimiento de una superioridad que, hasta entonces, le era admi-
nuevos años nuestros", tida solamente al antiguo patriciado. No eran, pues, sólo los
.~eguían predominando en las ciudades ajenas a la transfor- objetos lo que preocupaba a las nuevas burguesías, sino más bien
maClOn ~as v~eJas clases patricias, y con ellas, formas patricias 01 uso que podía hacerse de ellos dentro de este vago barroquismo
de conVlVenCl8 cuyas normas amparaban también a las otras burgués.
clases. Hasta que algo pasara -algo cuyo centro dinámico solía Fue este género de vida -barroco, burgués y rastacuero;
esta~ leJos- la ,ciudad provinciana o colonial perseveraba en su O acaso simplemente rastacuero, que quizá quiera definir el
pl,acldez, que solo el snob capitalino percibia como tal conde- barroco burgués- el que nutrió la vasta creación de la novela
nandola como enemIga del progreso. noturalista latinoamericana, la del chileno Luis Orrego Luco, la
Lo más significativo de la transformación de las ciudades del mejicano Federico Gamboa, la de la peruana Mercedes Ca-
fue, como siempre, la transfonn8ción de su sociedad. Los viejos bello de Carbonera, la del venezolano José Rafael Pocaterra,
)0 del argentino Julián Martel, la del brasileño Julio Ribeiro
estratos tomaron nueva fisonomía, y aparecieron, además, estratos
nue'.'os. Tan característica como la aparición de vastas clases ell tTe tantos otros. Y fue este género de vida el que, idealizado,
,qj rvió de marco a la poesía del modernismo. De los novelistas
n:e~Ias fue la aparición de nuevas burguesías que se instalaron
lodos eligieron el rasgo que creían más significativo para sorpren-
:apldan;ente en la cresta de la sociedad. Y fueron eJlas las que
ilC'f el mecanismo de esta nueva burguesía que, con el correr de
JntroduJe.r~~ un nuevo estilo de vida que quiso ser cosmopolita los meses, en esos años locos de especulación que van de 1880
por OpOsIclOn a las formas provincianas de vida predominantes
hasta entonces. n la primera guerra mundial, adquirió humos aristocráticos y
lIC'gó a convencerse de que poseía "alcurnia".
. Dos ~.odelos europeos tuvieron particular resonancia en Un día, en cierto número de ciudades latinoamericanas,
Latmoame;,ca: el de la Inglaterra victoriana y el de la Francia nparecieron los clubes de estilo inglés. Clubes con salones para
de Nap~leon IIl.. Y a imitación de ellos -y bajo su despótica Pillar, amueblados con cómodos sillones, salas de lectura con pocos
mf1uencl~-:- creCIeron las nuevas burguesías latinonmericanas, lihros )', en cambio, muchos periódicos y revistas -la Revue des
y. traduclendolos_ elaboraro:, sus formas de yida, con algo pro- /}('UX Mondes, sobre todo--, lujosos salones para fiestas, comedor
pIO y algo extrano, como sIempre. Fue en las capitales y en los ubierlo hasta altas horas de la noche, y, sobre todo, un personal
pu~rtos donde hal!a:on s~ escenario propio las nuevas burguesías, 11" camareros experimentados y de criados fieles que conocieran
alh donde se reClb,a prunero el correo de París o de Londres 11 rada clubma.n por su nombre, por sus debilidades y sus prefe-
donde vivían extranjeros que llevaban consigo el prestigio euro~ n'l1cias. Así se constituyeron estos reductos de las nuevas bur-
peo, donde estaban instaladas las sucursales de los bancos y las Kllcsías, de los que, por lo demás, solían no estar ausentes los
casas de camerclO extranjeras. y allí apareció la obsesión _y la llti('mbros del viejo patriciado.
286 LATINOAMÉRICA: LAS CIUDADES y LAS IDEAS 1" lUDADES BURGUESAS
287

El club cumplía diversas funciones. Allí se congregaban los "ilIon que podian encontrarse. AIli se imitaban los modelos pari-
contertulios para refugiarse en "su círculo", donde todos se cono- 11'"ICS, tanto en la decoración del ambiente como en la cUldada
cían; allí se comentaban las novedades económicas y políticas I tll lila y en la etiqueta vigente. Se bebía champagne, se hablaba

del día, fuera de las murmuraciones sociales; allí se establecían dll negocios, de politica, de teatro o de mUJeres, pe~, sobre todo,
contactos y se iniciaban conversaciones informales que no hu- f; (\slaba en el mentidero donde se veía y se era VIstO..
biesen estado bien en los despachos oficiales o en las oficinas Para ver y ser visto el teatro e~a un. lu~ar indlspensabl,e,
financieras; allí se comía y se bebía entre amigos confiables y "'Jle ia!mente la Ópera donde la hab,a. Nmgun elegante podla
encontraba albergue el calavera que trasnochaba y el jugador 1111101'. Los "abonados" de los palcos o la platea se encontraban
que se aburría; y allí se celebraban de vez en cuando las fiestas tlll los entreactos, ponían de manifiesto s~ prese~~ia y tomaban
de más alto vuelo en las que se congregaba la alta sociedad de 111110 de la de los demás, y ejercitaban allí tamblen ese contacto
la ciudad. lI11ido gracias al cual estaban permane'.'temente al tanto de la~
Centro' de un grupo relativamente cerrado, el club reflejaba IIII'nores vibraciones del juego de la pohtlcao los negocIOS. Alh
el designio de mantenerlo lo más cerrado posible, Sólo la fortuna .,' cxhibia una prenda fina traída de ,Europa o una Joya e~?­
rompía el cerco, Era, en eso, un exponente claro de la tendencia 111'11; y nadie dejaba de observarlo, para co~e\S'r la .est1m:aClon
de las nuevas burguesías a constituirse cuanto antes en estrechas '1\1(\ la persona merecia si aquello que. exhibla la JustifIcaba.
oligarquías. Lo importante no era, claro está, lograr que no Mós raudamente se veía la buena SOCIedad en los paseos de
creciera el número de socios del club: lo importante era que no I nrruajes; se cruzaban los coches, y en un instan~e se descubria

creciera demasiado el número de los que manejaban la nueva '1 111 nes iban en él y qué toilette llevaban I~s mUJeres. Algu~os
riqueza. Y el exc1usivislno segregacionista del grupo dominante •oballeros participaban del paseo montando rICOS caballos y sohan
buscaba W1a expresión pública, un sitio donde pudiera mani~ j)nnerse a la par del coche de sus amistades para tener .con cada
festarse que sus miembros, y no otras personas, eran los que 11110 de ellas un instante de conversación. Era lo mIsmo qu¡
estaban instalados aHi, el lugar desde donde se dirigía la vida orurría en bodas y bautizos, en las salidas de las misas elegantes,
social y, en cierto modo, la vida económica y política. 11 en los balnearios que empezaban a ponerse de moda, todos
La idea de constituir un "círculo", un grupo cerrado en el Imitación más o menos suntuosa de Trouville, o en las reunIOnes
más alto nivel de una sociedad abierta, caracterizó a las nuevas .\el hipódromo. . ' .
burguesías, quizá en grado más obsesivo porque no eran, oriai- En esta constante confrontación, una fIesta ofrecIda por una
naria y tradicionalmente, una clase constituida. Sin duda ;e- Inrnilia de prestígio constituía un momento culminante. Eran
clUTieron sus miembros al ejemplo del patriciado como un ricstas lujosas, cuidadosamente organiza~as, con ver?aderos alar-
modelo de imitación, pero acentuaron el exclusivismo no sólo Ms de buen gusto algunas veces, pero sIempre de rIqueza osten-
por cierta secreta sordidez que brotaba de sus proyectos econó- In'a. El argentino Julián Martel en La Bolsa y el v~nezolano
micos sino por la inseguridad personal de muchos de ellos recién rn,é Rafael Pocaterra en La casa de los Abila ofrecleron dos
incorporados, trabajosamente, a los sectores altos de la s~iedad. ~C"rsiones homólogas de esa especie de ceremon~a ritual que reunía
Eran las nuevas burguesías, en efecto, grupos constitutivamente lo más granado del mundillo de Buenos AIres. o Cara~as: la
abiertos; pero -corno antes había hecho el patriciado- procu- misma sociedad elegante que no lograba encubrrr su ar:lblsmo,
raron cerrarse.; y por tratarse de un gnlpo fundamentalmente In misma inocultable preocupación por la riqueza inmed,ata o el
financiero y mercantil, supieron que convenía hacerlo cuanto i\xito fácil, la misma inconsistencia de las perso~ahdade~ .. deyo-
antes. rndas por la trivíalidad. Un banquero: el nunCIO apostohco,.;1
La misma función que los clubes --el Jockey, el Club del ministro y acaso el presiden,te de l~ repubhc~ daban ~ la reur:lOn
Progreso, el Nacional, el de la Unión- cumplían otros centros 1111 relieve que quien ofrecla la fIesta parecla ese dla un trm:r:t-
convencionales de reunión. Cierto restaurant era, en cada mo- rlldor. y sin embargo, todos habían ido para hacer su 'propIO
mento, el lugar convenido donde todos los miembros del "círculo" llrgocio: para ver y ser vistos, para ratificar su papel de nuemhro
288 LATINOAMÉRICA: LAS CIUDADES Y LAS IDEAS I 1\ el UDADES BURGUESAS 289

importante del grul.'0 decisivo, para contribuir a que toda la ,1" las normas morales establecidas sino también de sus formas
socIedad se v~er~ oblIgada a reconocer que eran ellos, y sólo ellos, f. lf!riores más convencionales.
los que conshtUlan la nueva clase directiva. Sin duda, el estilo de vida de las nuevas burguesías comenzó
Era evidente que, en sus formas de vida, las nuevas bur- " <ambiar después de la primera guerra mundíal. La belle
guesía~ acu.saban una vigorosa devoción por los modelos europeos, 'I">fllie fue terminando también en Latinoamérica y entre las
?' era mevItable que desempeñaran socialmente el mismo papel ",,,ehas cosas que quedaron olvidadas estaba la retórica de Jos
mtermedlano que les correspondía en la vida económica. Se 11IlfWOS ricos. De pronto apareció una concepción deportiva de

a~~ó ~n .la preocupación por remplazar la vieja casona pa- 1" vicia, a la que se plegaron primero los jóvenes y luego todos
trICla, practlcamente colonial, por una residencia moderna de 11"1'0 a poco. La influencia de las costumbres norteamericanas,
estilo francés preferentemente, decorada y amueblada de acu~rdo jll i\flluada por el cine, contribuyó a destruir algunos esquemas

con el estilo y la categoría, sin que faltara el alarde esteticista Ii lid ¡cionales, y enseguicla el shimmr y el charleston remplazaron
que se manifestaba en la presencia de cuadros, esculturas y bibe- '1) vals.
10ls acordes con el gusto de los snobs del momento. Un respeto Para algunos grupos de las nuevas burguesías, el desarrollo
casi litúrgico por la moda europea en materia de vestimenta d" cierto gusto estético, la preocupación por la pintura o la
a:ompañaba a la penetración de las costumbres extranjeras, ¡¡f¡lralura: pareció el complemento necesario de una moderniza-
sle,mpre ~n ~olisión con las tradicionales, que cada vez parecían r r~1l acabada que debía culminar en ciertas formas de refina-
1I1I(\I1l0 personal. Hubo, seguramente, quienes poseían espontá-
mas provlncIanas y decadentes. Y cuando comenzó a difundirse
la práctica de los deportes, la esgrima, el tenis o el hockey Ill1llmente ese gusto y procuraron satisfacerlo auténticamente;
atrajeron a los jóvenes elegantes para los que no resultaba 1""'0 predominaba una actitud snob que invitaba a estar al tanto
sllf~ciente la emoción del coche de brioso tronco. Poco después
dll lilas últimas novedades de París", a comentar la obra del
l' "'; lor más en boga, a elogiar lo que debía elogiarse para que
tuvleron el automóvil y los deportes de equipo practicados en
clubes casi Íntimos. " Advirtiera que se estaba integrado en el renovado mundo de la
p"cn del progreso. Fue un alarde más de superioridad social.
Volcadas hacia el exterior y preocupadas por constituirse y
Sin duda se formaron en el seno de estas nuevas burguesías
ser reconocidas como cIases dirigentes, las nuevas burguesías fue-
Illllt~lIticos grupos de intelectuales, de escritores, de artistas que
ron, forn:al~ente, grupos de pautas severas. Estimularon, pues, ,,,flAjaron la intensidad de la sacudida que hablan experimen-
en los mas Jovenes o en los más escépticos de sus miembros una ,,,do las sociedades latinoamericanas. Para algunos el tema
tendencia a la evasión, que no se consideró menos elegante puesto r""domental fue la política; pero hubo los que comenzaron a
que también tenía tradición parisiense. El café cantante, el 1II(Ilmder sus preocupaciones bajo la inspiración de la sociología
~?baret o,. s~plemente, el prostíbulo, ofrecieron expansión a los '1"" predomínaba por entonces en Inglaterra y Francia. Muchos
~ovenes dISIpados. Allí entraron en contacto con prostitutas, ,11 preocuparon por los temas sociológicos, porque empezaron a
Jugadores fulleros, cuidadores de caballos de carrera a veces con ,""'r;bir los conflictos profundos que se escondian por debajo de
tratantes de blancas o con delincuentes, El mundiÚo del toreo, h, flvatares de la política, manifestados no sólo en los enfrenta-
el del turf o el del juego ayudaba al establecimiento de esas 11l!t'lItos de clase o de grupos sino en la contraposición de actitudes
relaciones P?ligrosas, cuya frecuentación otorgaba al burgués 111l1r(' los distintos sectores de una sociedad que resistía la opri-
dISIpado el lJtulo de calavera, que nunca llegó a tener un signi- 11 11\11 le acción tanto del viejo patriciado como de las nuevas
flcado del todo peyorativo, sino que entrañaba un margen de Iluq:{uesías. Los sociólogos --el peruano Francisco García Cal-
eloglO. El calavera violaba las nonnas de las nuevas burguesías, ,ltlfÓIl, el venezolano César Zumeta, el colombiano Carlos A.
pero no las negaba, y siempre ,había la esperanza -casi la certi- l'orres, el argentino José Ingenieros, entre otros muchos- fueron
dumbre-- de que abandonara la pendiente del vicio, sentara 1" l sligos Y los analistas del cambio. Junto a ellos hubo los
cabeza, y acaso se convirtiera en el más celoso defensor no sólo 'pUl se ocuparon de filosofía, y fueron a veces los mismos. Se
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sintieron atraídos por la filosofía positivista, tanto en su versión ~Iuisieron- las nuevas burguesías ejercer el poder por sí mismas,
francesa desarrollada alrededor del pensamiento de Augusto ,¡uizá porque no siempre contaron con el hombre de mando que
Comte, como en la anglosajona en la que cobraban especial signi- N necesítaba en socíedades tan inquietas. Pero fueron el poder
ficación John Stnart Mill, William James y Herbert Spencer. d Lrás del trono, o mejor, el poder detrás del Useñor presidente".
Fueron, entre otros, el peruano Alejandro Deustúa, el cubano El proceso económico y social de la aparición de las nuevas
Enrique Varona, el mejicano Gabino Barreda, el argentino José burguesías -y muy pronto de las- nuevas clases medías y popu-
Ingenieros. Era una filosofía que entrañaba, sin duda, profundos lares- tenia una raíz distinta del proceso político y, en conse-
problemas teóricos, y que tenían también importantes proyec- ¡uencia, no lo interfirió radicalmente, como si hubiera habido
ciones prácticas, especialmente en el campo de la educación. Pero 1I11a batalla y, con ella, vencedores y vencídos. Más bien el
era, sobre todo, la justificación doctrinaria de una sociedad "pro- proceso social empezó a ímpregnar el proceso político y a tergi-
gresista", volcada hacia el progreso material, orientada por una vorsarlo lentamente. En las capitales ejercieron funciones polí-
filosofía del éxito: la sociedad que presidían las nuevas burguesías. Licas, directas o indirectas, no sólo los representantes de los
Los grupos de poetas, escritores y artistas fueron, a veces, un 11 nliguos factores de poder sino también de los nuevos. Y en
poco marginales, pero, en rigor, sólo en apariencia. La bohemia ¡Jiversa escala, en todas las ciudades que se transformaban apare-
de los cafés, los ateneos, las redacciones y las tertulias desdeñaba "ieron los nuevos factores de poder para competir con los antiguos.
los valores consagrados y las ideas generalmente admitidas; pero I~·an éstos, sobre todo, los viejos linajes patricios, los grupos mili-
sus miembros estaban dentro de alguna de las varías direcciones lores y eclesiásticos; y junto a ellos, su clientela politica sostenida
que apuntaban en el seno de las nuevas burguesías. El natura- durante largo tiempo y sostenedora en consecuencia de aquellos
lismo novelístico trataba de penetrar los secretos de esta nueva que la sosteruan ; y en un grado de menor influencía, los antiguos
sociedad devorada por la tentacíón de la fortuna fácil y del grupos económicos compuestos por ricos comerciantes y propie-
ascenso social acelerado; y aunque condenaba lo .que creía en tarios y los círculos ilustrados que merecían consideración espe-
ella inhumano y cruel, compartía lo que pudíera llamarse sus rial. Los nuevos, en cambio, fueron exclusivamente los que
sanos principíos. El modernismo de los poetas -el mejicano Gu- t'xpresaron el nuevo poder económico. Su fuerza consistió en que
tíérrez Nájera, el cubano Julián del Casal, el uruguayo Julio ~I poder político descubrió que los necesitaba. Asi empezó un
Herrera y Reissig, el argentíno Leopoldo Lugones, y sobre todo, estrecho maridaje de víejos caudillos y generales afortunados con
el nicaragüense Rubén Daría- recogía y expresaba la sensíbi- los sinuosos grupos de indefinida nacionalidad en los que se
lidad de los exquisitos; pero de los poderosos exquisitos, a quienes mezclaban los inversores y comerciantes extranjeros con los repre-
seducía el mundo refínado del lujo y, a veces, el refinado lujo Nentantes y agentes nacionales. Era inevitable. Ante el desafío
del poder. Más que disconfonnísmo había en él un rechazo de la de la economia internacíonal y las necesidades del desarrollo
vulgaridad, que se confundia fácilmente con el apresurado arísto- interíor, el poder político se lanzó a la tarea de modernizar el
cratismo de las nuevas burguesías. Al fin, el refinamiento sen~ país y a una explotación más intensiva y organizada de las
síble podia ayudar a justificar el ascenso de la nueva aristocracia riquezas naturales. Cuando descubrió que necesitaba capitales,
del dinero. los buscó o, símplemente, los aceptó si se los ofrecían. El inversor
Audaces y obstinadas, las nuevas burguesías necesitaron y y el comerciante procuraron privilegios y garantías, y los solí-
quísieron dar la batalla por el poder. No les fue fácil. El poder ritaron del poder político que procuraba atraerlos. En el juego
tenía dueños y, frente a ellos, las nuevas burguesías fueron, en de toma y daca crecieron los intermediarios, los agentes, los
principio, solamente un factor más de poder, y por cierto no comisionistas, y también los que, efectivamente, trabajaban en
el único entre los nuevos que se disponían a enfrentar a los viejos. ulguno de los sectores recién abiertos. Muchos se enriquecieron
Extrañas combinaciones de intereses, en las cuales no se advertía fácilmente, y todos los que representaban de alguna manera al
bien quién servía a quién, modificaron poco a poco las formas <'opital extranjero adquirieron una inusitada personería que les
y los contenidos de la política. No siempre lograron -o no proporcionaba valimiento en los estrados oficiales. Privilegios y
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garantías quedaban establecídos en leyes que sugerían gestores, plIblica o clandestinamente, y orientaban la opinión de los nuevos
estudiaban ministros y funcionarios, votaban diputados y sena- Krllpos que se incorporaban a las luchas por el poder.
dores, ponían en funcionamiento burócratas. El vínculo quedó La vida política se hízo mucho más agitada en las ciudades
establecído, y poco a poco el poder político se encontró apresado 'lile se transfonnaban, y el ejercicio del poder político tuvo que
en una red, de la que, acaso, no tenía interés en sacarlo quien lo H,cptar otras reglas. Hasta entonces había sido cosa de unas de-
ejercía. II'flaS o unas centenas de familias, a cuyo alrededor giraba una
Con todo, los princípales factores de poder fueron, en apa- ,Ji ntela política de fácil manejo. Pero la aparición de nuevas
riencia al menos, los partidos políticos. Algunos eran tradicio- ru rzas modificó las cosas, y para que el poder siguiera en manos
nales y su pensamiento solía corresponder a una problemática do quienes lo tenían fue necesario ejercerlo con más dureza y
de otros tiempos que había perdido actualidad. Pero en su seno llegar a la dictadura metódica y severa. Y no sólo para que
mismo se formaron grupos que se adecuaron a las nuevas circuns· /rIiguiera en manos de unas cuantas familias, sino para que no se
tancias, y la teoría del progreso sirvió a veces de escudo para ", apara de los nuevOS grupos de poder que se estaban consti-
esconder sus aspiraciones. Salvo alWJ.llos sectores que perpetuaron Illyendo. Oligarquías y dictaduras fueron las típicas formas de
una imagen tradicíonal de la actividad productiva, tanto liberales K()bierno que -puras o combínadas- se ejercitaron desde las
como conservadores procuraron canalizar en su provecho las nue- ,opítales.
vas circunstancias. En ellas reinó uel señor presidente", según la feliz fórmula
Algo nuevo pasó, sin embargo, después de desencadenarse Ilcuñada por Miguel Ángel Asturias, que pensaba en los días
el proceso de transformación económica. Las nuevas clases medias del gobierno guatemalteco de Manuel Estrada Cabrera. Con
y ciertos sectores de las clases populares comenzaron a organi- rfiracteres semejantes ejercieron el poder, entre otros muchos,
Ilafael Núñez y Rafael Reyes en Bogotá, Porfirio Díaz en
zarse políticamente y a reclamar su derecho a intervenir en la
M' xico, Gerardo Machado en La Habana, EIoy Alfara en Quito,
vida política del país. O en el seno de los viejos partidos o a .ipriano Castro y Juan Vicente Gómez en Caracas, Augusto
través de partidos que trataban de constituirse, estas nuevas I guía en Lima, Remando Siles en La Paz. Su actitud fue auto-
masas urbanas empezaron a exi& que se hiciera efectiva la n'útica y derivó hacia un personalismo que algún exégeta definió
democracía. Las ciudades empezaron a agitarse. De pronto {'omo "cesarismo democrático", pero que era sólo una defor-
comenzaron a formarse en ellas nuevas agrupaciones políticas moción víciosa del típo de poder que las oligarquías querían que
-liberales avanzados, radicales, socialistas- cuya composición I1jcrciera aquel a quien confiaban, expresa o tácitamente, la cus-
y cuvas formas de actuar quebraban la paz de los acuerdos entre lOdia de sus intereses. En otras ocasiones, las oligarquías se man-
raballeros. Ahora la lucha por el poder tomaba otros caracteres. luvieron más unidas corno clase y más activas como grupo polí-
Los mitines de varios mjJJares de personas reunidas en la plaza tico, y entonces el "señor presidente" eierció el poder dentro
pública, el orador exaltado, las inflamadas consignas reformistas clr un sistema limitado: así ocurrió en Río de Janeiro, Buenos
o revolucionarias, conmovieron a las ciudades y sacaron .a la Aires, Santiago de Chile, Asuncíón, La Paz, Bogotá o Lima.
política de las tertulias y los cenáculos donde tradicíonalmente El "señor presidente" poseía extensos poderes, y la capital
se hilaba con una prudente discreción. Hubo manifestaciones l'l'a su corte, a la que había que encaminarse para resolver cual-
obreras que parecieron amenazadoras a las clases acomodadas quier problema, sin perjuicio de que sus delegados tuvieran tam-
porque anunciaban la revolución social, proclamaban la huelga hirn sus cortes en las ciudades provinciales. Pero, en rigor, la
y cantaban las encendidas estrofas de la Internaciorud. Rubo rorte era Ilel palacio", tan suntuoso como fuera posible, en el que
revoluciones populares, llamadas aSÍ, pero que, en realidad, esta- rllllcionaba un protocolo a veces grotesco y en el que no faltaban los
ban movidas por las clases medié"" aunque contaran a veces con prchos cubiertos generosamente de condecoraciones ni los criados
el apoyo de sectores más humildes. Y nuevos periódicos políticos, Ion librea y calzón corto. Lo que predominaba aHí era el espíritu
avanzados y revolucionarios, acrecentaban su tiraje, circulaban dc las nuevas burguesías, alucinadas por el lujo de los salones,
294 LATINOAMÉRICA: LAS CIUDADES Y LAS IDEAS 1 1\ CIUDADES BURGUESAS
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por los hermosos jardines, por él prestigio del champagne y de .11 habia operado en muchas ciudades. Ahora, al lad~ de las
las aristocracias europeas de la belle époque, burguesas, por lo rUlllilias tradicionales, no había tan sólo una masa mdIscnmmada
<1emás, como ellas mismas. A veces el Hseñor presidente" tenía ,1" Rente indiferente: habia nuevas clases populares en cuyo ~eno
su propio estilo, y hasta podía ser austero como Porfirio Díaz, 1\ constituían grupos avanzados, quizá socialistas o anarqmstas
recluido en el castillo de Chapultepec. Lo importante era que I 11 paces de leer a Marx o a Bakunin, en las. que, en. :000 caso,
no perdiera ni un instante el control del poder, y en eso con- ,,<'ela diariamel).te el númerO de los que quenan partlclpar .de la
fiaban sus mandantes. El "señor presidente" tema su pequeña vida cívica, y había, sobre todo, nuevas clases. ~edias con defI-
nobleza de incondicionales que lo rodeaban, todo un mundillo uidos pretensiones políticas, que J:>0r su edu~aclOn y po~ ~as fun-
palaciego que se interponía entre él y los demás; tenía sus minis- ,llIlIes que desempeñaban en la VIda de la CIUdad, adquman ,:na
tros, que estaban en contacto con lo que la calle decía, sus ¡",portancia inocultable. Eran esas clases mediaS las que mov~an
funcionarios, sus amigos predilectos, a quienes i:p.vitaba "a pa- I\l comercio y ocupaban importantes empleos; eran las que leIan
lacio" y quienes se permitían introducir en él de vez en cuando 11It; perióq.icos, las que usaban ,e~ tranvía, las que convers~ban
a algún aspirante a cortesano. Y tenía a sus generales, y a su "11 los cafés o en los clubes pohtlCOS, las que empezaban a rr al
jefe de la policía, y a sus esbirros y a sus soplones, todos encade- ,",. Entretanto había habido una revolución triunfante en
nados a los favores del "señor presidente", cada vez más rico, M(~xico y otra en' Rusia. Ni el "señor presidente" ni los círcu~os
cada vez más poderoso y cada vez más prisionero de su corte, en tt los que representaba podían engañarse oa~erca de las tenden~Ias
su capital, que se transformaba con amplias avenidas y paseos, '" impulsaban a estos grupos que adqmnan caracteres mulutu-
con vistosos edificios públicos, con lámparas de gas o de elec~ ¡{inarios antes nunca vistos cuando se congregaban para reclamar
tricidad, y cada vez más prisionero de los grupos de poder, a los Udemocracia" o, acaso, I'justicia social". Heterogéneos~ sin duda,
que daba imperiosamente aquellas órdenes que ellos esperaban y 1\'iOS grupos estaban encabezados por los más esclarecIdos repre-
querían cumplir. (\lIlantes de las nuevas clases medias. .
El "señor presidente" solía llegar al poder mediante elec- Caracterizaba a esas clases su decidido interés por ~e)orar
ciones, generalmente amañadas, luego de largas deliberaciones II preparación educacional y cultural. M~chos de sus mlemb;os
entre los notables, de las que solía participar algún banquero a j'II1peZaron a leer libros, pero no para dlstrarese, corno haCIan
quien le estaba reservada una palabra sugestiva. Siempre había rn\cuentemenle los de las clases altas, sino para aprender, para
un club en el que se tomaban las decisiones, o algún hotel cuyos "dquirir "conocimientos útiles" y para. co~penetra:se de las
salones frecuentaban los iniciados, o la redacción de algún perió- "ideas modernas", relacionadas con la CIenCIa, la SOCIedad y .la
dico en cuyos despachos se anudaban las voluntades. Después, política. El fenómeno era general en Eu~opa y, .en consecu~nc~a,
el acto eleccionario consaw-aba al candidato, y para más adelante 110 faltaron libros, como los que en Espana pubhcaba la editor;al
bastaba con el aparato del estado. Pero las clases medias cre- S('mpere que, ofrecidos a precios económioc~s,o inundaron. las bIbho-
cieron en número, en poder, en claridad de ideas, y vastos If'{°ns públicas organizadas por los munICIpIOS, las so~;edades de
sectores de las clases populares coincidieron con ellas, aunque rnmcnto v los sindicatos obreros; pero fueron tamblen la base
algunos grupos propusieron sus propios objetivos. La política ti" innu;;erabJes bibliotecas privadas de gente modesta que se
empezó a complicarse y no bastó con poner presos a los oposi- M'tllía orgullosa de su colección, ?unque no pudiera ost~ntar
tores más destacados sino que fue necesario organizar cada vez f'llcuadernaciones en cuero de RUSIa. Muchas otras coleCCIOnes
más crudamente el fraude electoral y, en ocasiones, recurrir a la dí' libros económicos aparecieron por entonces, y no faltaron las
policía o al eiército para reprimir a los manifestantes que inun- qlle vieron la luz en ciudades latinoamericanas. Además, para
daban las calles y mostraban siempre una marcada vocación por ttlimentar esa curiosidad inal<0table de los que empezaban a
concentrarse bajo los balcones del "señor presidente". '''n liria, hubo revistas y periódicos doctrinarios de I~s ~rupos
Estas nuevas multitudes urbanas que aspiraban a participar políticos, socialistas y anarquistas, y revistas para el pu?hco .ge-
en la vida política reflejaban, en su composición, el cambio que lI('ral, con artículos de divulgación científica y relatos lIterarIOs.
, M CIUDADES BURGUESAS 297
296 LATINOAMÉRICA: LAS CIUDADES Y LAS IDEAS
Mlltto de Turner a partir de 1887, en las que la política radical,
Así alcanzaron las clases medias y los sectores más preparados I1I indigenismo y otros problemas candentes se mezclaron con
de las clases populares un nutrido bagaje de información y cono- ti! preocupaciones estrictamente literarias. Significativas fue-
clJl11ento que les pennitió opinar y discutir, hasta llegar a definir IIIIl las de Buenos Aires -en el café La Brasileña, primero, y
u.na actltud ante los problemas del mundo: una opinión, por "n el de Los lrunortales después- al comenzar el siglo. Como
CIerto mur Intelectual, muy ideológica, que, por eso mismo, In rue la del Ateneo de la Juventud, hacia 1910, en México. Más
entorpecena sus relaciones tanto con las clases altas como con IHI¡'lante se constituyeron otras: la que en Lima encontró su
l~s populares, ambas con una apreciación más espontánea e inme- . ¡llIlro en la figura de Víctor Andrés Belaúnde y su expresión
diata del mundo. 1'11 el Mercurio Peruaoo; y todas las que nacieron al calor de la
Del seno de las clases medias salieron los nuevos profesio- Illvolución estética que siguió a la primera guerra: la que impulsó
~ales -médicos, ingenieros, abogados-, aunque muchos de ellos Id mov imiento modernista" en San Pablo, la del grupo Martín
II

mgresaron a las clases medias provenientes de estratos más mo- Il'ic'rro en Buenos Aires, la de la revista Contemporánea en
destos. También se instaló en esos niveles intermedios un nuevo Móxico, la de la Revista de Avance en La Habana. Todas
tip? de hombre de, letras que no era el caballero distinguido y l\'!lnban compuestas por gente que, en su mayoría, venían de las
refInado que dlstrala sus OCIOS con la literatura' era un escritor
... . ' Ilnses medias y se ganaban la vida de diversas maneras, sin
~enos esteucIsta, mas comprometIdo y, generalmente, más utó- p"rjuicio de que hubiera entre ellos el hijo de un rico cafetero
pICO. ~e lo veía junto con los pintores y escultores, en los cafés u de un estanciero poderoso. Todas alentaban cierto sentimiento
bohemIOs -como ese de Buenos Aires que describe Manuel Gál- Illinoritario, como de quienes habían alcanzado un alto refina-
vez en El mal metafísico--, en las tertulias literarias y artísticas, Illicnto. Pero todas acusaban también, en mayor o menor medida,
en los est~'~nos de los dramas o sainetes de sus compañeros, o en 1 iorta receptividad para los nuevos problemas sociales que apun-
las, exposlClones, o en los talleres donde trabajaban sus amigos. IlIban por todas partes.
~Sl se constituyó un tipo de actividad cultural distinto en las Muchos que se sentían de minoría comenzaron a empeñarse
cIudades que se transformaban: más militante, menos académico. .111 servir a las mayorías, que ya empezaban a ser llamadas
La cultura t;adicional subsistía y tenía sus propios hogares, II masas". Escribieron en periódicos y revistas, el número de
donde se haCIa, f:uerte con tra los embates de esa otra que consi- 1 Il,)'OS ejemplares crecía en las ciudades que se transfonnaban
der~ba mesocratlca y un poco tosca: eran las academias las p{)l'~ue cada vez los leía mayor cantidad de gente. No sólo había
s?cled~des sabias, las universidades; pero también las tert~lias rllda día más gente, sino que cada vez había más gente que sabía
hteranas de alto rango, muy exquisitas y un poco puristas, que Ip(l1' y sobre todo que quería leer para instrujrse y para no estar
se desarrollaban en los salo~es o en las bibliotecas de los próceres, 11 ¡('na a los problemas del mundo en que vivía. Para aprender
en las que la elegante bozserie encuadraba los lomos de fina y para entretenerse iba la gente al cine, que en las primeras déca-
encuadernación. El. contraste quedó de manifiesto y, como las llns de siglo empezó a ser la atracción de un vasto público de todas
nuevas luchas políticas y sociales, agitó la vida cotidiana de las III,{ clases sociales. Y mientras subsistía la aristocrática deyoción
clUdades que se transformaban. I-Iubo polémicas, enfrentamien- pOI' la esgrima y por el tenis, deportes populares como el fútbol
tos ,d: grup?s, lU,c~a entre revistas que expresaban distintos credos 1IIIIpezaban a congregar muchedumbres en los estadios deportivos,
estetlcos o ldeologlcos. Con frecuencia se entrecruzaban los pro- Inda vez más grandes, en los que se percibía cada vez más c1ara-
blemas y los grupos, de modo que no era fácil distinguir los Illrnte la aparición de actitudes inusitadas en las aglomeraciones
sobr~ntend]dos d,e ca~a. actitud. Pero el tiempo y las circuns- 'lile los poblaban los dias de grandes espectáculos. Como algunos
tanCIas desvanecIan rapldamente los equívocos. Illovimientos políticos, eran expresiones de un movimiento multi-
Tertulias significativas -acaso semejantes a la que describió llldinario que se constituía poco a poco.
en De sobre.mesa José Asunción Silva- fueron las que funcio- El cine y los deportes fueron los signos más típicos de la
naro~ en LlI,na d~sde 1885, en. el Ateneo de Lima primero, en II'nnsformacián de las ciudades. en cuanto revelaban la presencia
el Circulo Literario luego y, fmalmente, alrededor de Clorinda
298 LATINOAMÉRICA: LAS CIUDADES Y LAS IDEAS I M CIUDADES BURGUESAS 299

de unas clases populares de fisonomía distinta de la tradicional. ,,'¡cmbros a aceptar todas las incitaciones de la publicidad, cada
Ahora, no sólo la procesión del Señor de los Milagros o la pere- \ 1\1, más eficaz puesto que crecían los meaios de difusión, a
grinación al santuario de Guadalupe congregaban multitudes; 1',..'Ocuparse más por poseer objetos. Junto con los objetos acep-
tambíén un match de box o el partido final de un campeonato ¡¡lron las costumbres y las convenciones que implicaban su
de fútbol reunían rníllares de personas que, evidentemente, que- I""csión y su uso, cada uno en la meilida de sus posibilidades
rían escapar de la rutina del trabajo y gozar de la vida, expresar 11. nlcjor, un grado más arriba de ellas.
sus sentimientos y sus opiniones y acaso dar rienda suelta, un En rigor, la vida del hogar no fue la que cambió más. Fue
domingo, a cierta oculta cuota de rebeldía. Era como los toros, 1" vida de los hombres fuera de su casa la que reveló transfor-
cada vez con más gente en las plazas, y más apasionada. Y luego "u,ciones más profundas, porquc más aún que en las clases popu-
en las tabernas suburbanas y en las esquinas de los barrios, cada IIII'('S, creció el afán de participación en las clases medias. Para
uno defendía sus opiniones multitudinarias corno si fueran sus Illisfacer ese designio era necesario estar en todo, y la calle se
opiniones individuales. Una creciente tendencia de las clases 1,,1O más importante que la casa. Todos notaban que la vida
populares hacia su integración y un marcado propósito de cada 1\ hacía poco a poco más vertiginosa, y deseaban estar en el
uno de sus rníembros de afirmar su personalidad estaban latentes \'1\rLigo porquc sospechaban que, de lo contrario, retrocederían en
en los cambios que desencadenó la transformación de las ciudades. IIIRUl· de avanzar. La calle eran los cafés y los restaurants, los
Por lo demás, en la mayoría de las ciudades cambiaron poco 11'0 Lros y los cines, pero también eran las oficinas y los bufetes,
a poco las formas de la vida cotidiana de los sectores populares. 111 clubes y los centros políticos. Si la familia quería progresar,
Empezaron a gozar de algunas comodidades nue,-as -el agua IW/l imprescindible quc su jefe cultivara sus relaciones y procurara
corriente, el alumbrado, las obras sanitarias-, y no siempre, I~~lcnderlas. Y "progresar" era la ley de esas nuevas clases
puesto que el crecimiento de las ciudades y el alto costo de la Ill<'dias que crecían en las ciudades que se transformaban.
tierra urbana desplazaba siempre a los sectores de bajos ingresos No ocurrió tanto con las pequeñas clases medias, general-
hacia áreas que no se beneficiaban con esos servicios. Fue más ",pnte agobiadas por el peso de sus obligaciones. Ni el empleado
fácil la educación de los niños, porque creció el número de do tienda ni el pequeño burócrata tenían muchas esperanzas,
escuelas, o la atención de los enfermos, porque aumentó el de plll'que el mundo era de los que tenían iniciativa para buscar
los hospitales y mejoró la atención que Se prestaba en ellos. El Ilvpnturas, y los apremios cotidianos solían no dejar respiro para
más grave problema fue la vivienda. Los conventillos o calle- 100llper la rutina. Pero acaso porque no veían muchas posibi-
jones proliferaron y la promiscuidad se hizo tan agobiante que llllndes de ascenso individual, confiaron todas sus esperanzas a
muchos se lanzaron a la aventura de levantar un cuarto en un 10'1 movimientos políticos que les ofrecían mejoras irunediatas y,
lote comprado en mensualidades. Ese cuarto reveló las formas de lIohre todo, una nueva carrera. Quien no tenía oportunidad de
la cultura popular: mostró el cromo de la Virgen, la fotografía poner un pequeño negocio o una empresa, acaso tuviera capa-
de un boxeador y acaso flores, en las que se depositaban todas 1 Itllld para trabajar en el club político de su barrio y terminar
las aspiraciones sentimentales de las clases populares,. En algunas .ll'lIdo su caudillo o su cacique electoral. Fue en las pequeñas
ciudades -MOTI tevideo y Buenos Aires- hallaron un aire nuevo 111l<;CS medias urbanas en las que se apoyaron los movimientos
para expresarlas: el tango, entre inmigratorio y campero; y el IlIllovadores que impulsaron González Prada y Piérola en el
conflicto de las dos influencias cobró voz en el sainete, un género 1""''', Alern e Yrigoyen en Argentina, Alfaro en Ecuador, Batlle
teatral que se cargó de nuevos contenídos en las ciudades riopla- y Ordóñez en Uruguay, Alessandri en Chile. Atrás de ellas se
tenses. IIlovilizaron las clases populares que no sentían la atracción
Otra cosa fuc el cambio que experimentaron las formas de ,1" la política de clase. Fue un cambio grande el que produjo en
vida de las clases medias. Si algo las caracterizó fue un vehe- It,"l (ormas de vida esta creciente politización de vastos sectores
mente deseo de ascender socialmente y, sobre todo, de conservar 111 hllnos, y las clases altas .comprenilieron que las ciudades habían
su decoro y mejorar su apariencia. Fue eso lo que indujo a sus ,I.'l"do de ser suyas.
300 LATINOAMÉRICA: LAS CIUDADES Y LAS IDEA.! I A CIUDADES BURGUESAS 301

'"d r urbano y civilizador. Euclides de Cunha explicó en un


5. TENSIONES Y ENFRENTAMIENTOS I 1111"0 profundo e inquietante -Os serloes- la peculiaridad de
l' l' universo social que circundaba a lo lejos el mundo de las
La creciente politización de las ciudades no hizo sino acentuar '11ldades y que se congregó alrededor de un poblado y un jefe,
cada vez más su influencia sobre las regiones y el país en las 1111 los que se fundían confusamente los sentimientos ancestrales
que estaban incluidas. En las ciudades se decidía el tipo y el \ los odios contra la civilización. Y luego relató la inexorable
grado de explotación que debía realizarse en cada área, se 1I1";6n represiva que en 189í puso fin a esa irrupción del mundo
creaban indirectamente las condiciones de vida de las diver-sas 1111'01 contra las ciudades. Quince años después reaparecería un
clases, se abría o se cerraba el horizonte según los intereses de IHovimiento similar --el de Juan María, ¡<El Monje"- en los
Jos grupos, cada vez más impersonales, que tomaban las deci- '''llIdos de Santa Catalina y Paraná, que fue reprimido en
siones. Y una vez tomadas llegaban a través de sucesivos esla- 1'116.
bones a cada comarca, donde sus consecuencias se sentían como De otro carácter fueron las explosiones rurales que hacia ]a
un rayo sin que pudiera saberse con exactitud quién lo había Ildsma época se produjeron en Venezuela y en Uruguay. Un
lanzado. La ciudad, el centro de las decisiones anónimas, se 11I1'l"te hacendado del departamento de Cerro Largo, Aparicio
convertía en un monstruo cada vez más odiado y cada vez más ""I'avía, se levantó en 1897 contra el gobierno con unos cente-
inaccesible: quien se rebelaba contra ella estaba destinado a 1llll'CS de paisanos mal armados para defender su autonomía,
pelear con una sombra. nhiamente cercenada desde Montevideo por un sistema que
Sometidos a nuevos y desmedidos tributos, los indigenas de ,,"ligaba al rico propietario a someterse a las reglas del mercado.
Huaraz se sublevaron en 1886 cuando el gobierno peruano encar- (.ronista de la revolución -y luego sucesor de Saravia en la
celó y azotó al alcalde Pedro Pablo Atusparia que solicitó su ¡"rutura del Partido Naeional- Luis Alberto de Herrera preci-
derogación. Para reprimir a los insurrectos se envió un barco liba en una crónica los caracteres del enfrentamiento: "Por lo
de guerra, varios regimientos )', sobre todo, la Guardia Urbana, ,f,'más -preguntaba- ¿de dónde salía aquel rebelde de sombrero
en la que "la juventud selecta ocupa los primeros lugares". La "In ndo y poncho campero, general improvisado de un movi-
'Ciudad concentró sus esfuerzos para asegurar el funcionamiento IHirnto estrafalario? Quizá no lo sabían las clases burguesas
del JTIundo rural en las condiciones más ventajosas para el sis- ti" la capital, aquellas personas que se agitan en esta inmensa
tema econónlico que desde ella se administraba. Del mismo modo I nI mena sin conocer otro camino que el de sus tareas, ni hori-
·habla organizado en Argentina la represión y expulsión de los II)lIle más alto que el tapete de su escritorio; pero para quienes
ll
indígenas mediante la "campaña del desierto que condujo el
l I(\('iben alguna vez los ecos de la rica campaña y siguieron las
general Roca en 1879, y en México, en época de Porfirio Díaz, I'u,llcs trágicas de la revolución riograndense, poseia talla propia
.la sumisión de los indígenas de Sonora en 1901 y de Yucatún en ,,1 infatigable guerrillero que ya atraía sobre sí envidias y na-
1905. Un vehemente deseo de resistir a la fuerza del sistema que 1 ¡(\ntes admiraciones". Vencido en 1897, Aparicio Saravia volvió
se hacia fuerte en la ciudad intermediaria mostraron los brasi- 11 In lucha en 1904 y halló la muerte en la batalla de Masoller,
leños sertaneros que desde 1893 empezaron a congregarse alre- 1'11 la que sucumbió también su ideal nostálgico: José Batlle y
dedor de Antonio Conselheiro en el escondido rincón de Canudos. Ol'd6ñez organizaría el Uruguay moderno. Un país que casi se
Una inmensa masa negra )' mestiza, a la que se incorporaban IllllrUnma con Monteyideo, su capital. Entretanto, más éxito
viejos bandidos)' antiguos propietarios, todos mezclados en un "libia tenido en 1899 el jefe de los "andinos" de Venezuela,
mismo afán de constituir un mundo propio, ajeno a la civiliza- (.Ipriano Castro, que amenazaba desde sus montañ~s al presi-
ción de las ciudades, aglutinados por cultos y creencias de vigo-- tI.'nte que mandaba en Caracas: "¡Aprenderá a conocer cómo
roso primitivismo, y hostiles a la república laica y liberal recién Hlllcan los tigres que bajan de los Andes!". Bajaron, pero al
instalada en Brasil, se preparaba para vivir a su manera )', si illllrar en Caracas aprendieron el sutil juego en el que se com-
fuera necesario, para morir defendiéndose de los ataques del hlllnban la economía r la política, sin que quedara de sus arrestos
302 LATINOAMÉRICA: LAS CIUDADES Y LAS IDEA 11\ IUDADES BURGUESAS 303

campesinos otro vestigio que los malos modales que el tiemp 111 mos de un sistema sabio y bien montado que, operando desde
tardaría en corregir. 111 ciudades, despersonalizaba las relaciones y ocultaba los centros
También en México resonó la voz del mundo rural contro 11, decisión. Cosa semejante pasó con las grandes huelgas, espe-
las ciudades, contra la civilización, contra el·sistema económico, Ilfllrnente las de las regiones mineras de México y Chile, o en
cuando estalló en 1910 la revolución contra Porfirio Díaz. Fueron 111 zonas textiles del estado de Veracruz, o en la Patagonia argen·
rugidos estentóreos, pero terminaron en impotentes sollozos, ""11, O en la zona frutícola de Colombia. En las ciudades, entre-
ahogados por el esfuerzo metódico de quienes defendían el sistema 111 lito, dh-ersos movimientos revelaron la existencia de graves
urbano. La revolución comenzó como un movimiento político 1111I')iones y enfrentamientos entre los grupos urbanos de poder.
contra la reelección de Díaz, encabezado por un político liberal, 1""'0 allí el juego se desarrolló dentro de normas convenidas,
Francisco l. Madero; pero desde el primer momento, y más 1'lItr quienes conocían los mecanismos y tenían la posibilidad
aún después de las primeras trágicas peripecias, empezaron 8 d, operar sobre ellos.
manifestarse los movimientos populares rurales. En Chihuahua Las capitales, particularmente, fueron escenario de las díspu.
se levantaron grupos armados al mando de Abraham González, 111 por el poder entre los diversos grupos de las clases dirigen-
Pascual Orozco, José de la Luz Blanco, Francisco Villa; en 11', De acuerdo en lo fundamental, cada grupo y cada persona
Morelos se sumaron a la lucha Torres Burgos y los hermanos !,IIgnaba por imponerse en el ejercicio de la autoridad. Era unas
Zapata. Y cuando la lucha se precipitó, tras el asesinato de wces una lucha descubierta, con alegación de argumentos, y
Madero y bajo la dirección de Venustiano Carranza, el movi· ""'OS veces un forcejeo sordo y disimulado. El palacio presi.
miento agrario se generalizó hasta adquirir cierta autonomía, !INicial, el congreso, pero además los clubes, los restaurants y
separándose del movimiento político. Hubo repartos de tierras IIP, tertulias privadas acogían a los que preparaban la trama y
con y sin doctrina social que los fundamentaran, y hubo bandi. IIlludaban los hilos. Rio de Janeiro, Santiago de Chile, Buenos
dismo. Finalmente se enfrentaron, en el seno de la revolución, Aires, Bogotá, eran grandes mentideros en los que los grupos
los dos movimientos. Emiliano Zapata y Francisco Villa como ",fluyentes dísputaban en silencio candidaturas y designaciones.
batieron la línea institucional de Venustiano Carranza y termi- Situaciones fluidas obligaban a extremar la cautela para no que-
naron derrotados y muertos, mientras se iniciaba la estabiliza- 111'01' las reglas del juego, y era obligación del perdedor saber
ción del proceso revolucionario con la sanción de una consti- !,ol'der.
tución. Poco a poco los sectores más politizados formaron detrás El juego era distinto donde existía un poder fuerte" una
de Venustiano Carranza y Alvaro Obregón para reconstruir vigorosa dictadura personal constituida en fuente de poder. La
el sistema económico, proceso que encauzaría definitivamente el l/lpital era entonces el centro de una gigantesca maniobra para
presidente Plutarco Elias Calles. Menos resonante, la decisión I\lIudar las influencias capaces de mover la voluntad del dictador.
del nicaragüense Augusto César Sandino no fue menos revela- l.os hubo conservadores como el mejicano Porfirio Díaz, el
dora. Tras largos años de lucha, conservadores y liberales habían Kllolemalteco Manuel Estrada Cabrera, el venezolano Juan Vi·
llegado a un acuerdo político, bajo la presión y la garantía de I pnte Gómez, el colombiano Rafael Núñez; y los hubo liberales,
las fuerzas de los Estados Unidos. Pero Sandino, al frente de un ,,¡mo el nicaragüense José Santos Zelaya, el guatemalteco José
pequeño ejército campesino, decidió desconocer el pacto y se Moria Reina Barrios, el ecuatoriano Eloy Alfara. Pero todos
lanzó a la guerrilla, fuerte en su baluarte de San Rafael del l('rúan una manera personal de ejercer el poder que respetaban
Norte. Hostigado por las fuerzas de ocupación, el movimiento hosta los más intimas y de la que sólo podía sacarse partido
rural fue finalmente reducido por el sistema que controlaba la ,iguiendo ciertas reglas. Generalmente sensibles a la adulación,
riqueza agraria del país. los dictadores poseían su corte a la que era necesario llegar para
Movimientos espontáneos y populares, su característica fue !,oder !legar luego al favor presidencial: las antesalas fueron los
que no pudieron operar contra las causas remotas de las situa- 1" enarios de las luchas por el poder delegado, que era también
ciones exasperantes. Se interpusieron todos los obstáculos y meca- 111 lucha por las mercedes, los honores y los beneficios.
304 LATINOAMÉRICA: LAS CIUDADES Y LAS IDEAS LAS CIUDADES BURGUESAS 305
De todos modos, el dictador no era un producto aislado de n Ecuador en 1895, en Uruguay en 1903; y participaban d~ ~sas
la politica. Cualesquiera fueran sus dotes de mando y su auto- tendencias los movimientos que encabezaron Madero en Mexlco,
ridad personal, llegaba al poder como jefe o como exponente en 1910, y Alessandri en Chile, en 1920.. .
de un grupo. Generalmente asumía un poder que el grupo diri- La política varió a partir de entonces. DeJÓ de ser patn-
gente no estaba en situación de ejercer en conjunto. El dictador monio de unas camarillas que resolvían sus problemas en los
prestaba entonces su autoridad, su capacidad para imponer orden salones y las antesalas y se transformó en algo tumultuoso que
en la situación general y al mismo tiempo orden en el seno del tenía como encenarios las calles y las plazas. MultItudes, o por
grupo que lo respaldaba. El ejercicio del poder iba poniendo en Lo menos grupos numerosos y apasionados, expresaban a. gritos
sus manos cada vez más posibilidades, pero el dictador sabía que y con cantos sus opiniones, centradas unas veces alreded~r de
era hombre de una clase o un grupo, que era el suyo, y servía un problema candente y otras personificadas en un candidato
sus intereses de una manera consecuente. Podía herir a personas cuyo nombre se aclamaba en mitines y manifes~acio~es.
con su d~sdén o rechazo, pero no a los' intereses del grupo que Los amigos podían exaltarse, los adversarIos llegar a las
lo apoyaba. Y si el grupo comenzaba a desintegrarse, la dictadura manos y la policía intervenir para disolver la reuni~z: o aca~o
estaba condenada a caer. para castigar a los enemigos del gobierno. Pero la politl~a habla
Mientras se luchaba en las antesales por las migajas del adquirido ya una nueva magnitud y dentro de esa escala Jugaban
poder, en otros ambientes se conspiraba. Si cierto grupo econó- el gobierno y la oposición. .
mico y politico constituía el respaldo fundamental de la dicta- Otro carácter empezaron también a tener las revoluclOn.e~.
dura, su mantenimiento efectivo reposaba en una fuerza mili,uif. Un grupo de ciudadanos armados con el apoyo de algunos milI-
El ejército ·conocía su fuerza y recibía las recompensas debIdas tares podía ocupar en la ciudad de Buenos A;ires el Parqu~ de
a su lealtad. Pero había generales y coroneles. La aparición de Artillería y proclamar desde allí la revoluclOn, el 28 de Juho
una brecha en el andaIriaje de la politica del dictador desper- de 1890. Era la Unión Cívica, un movimiento popular que
taba las ambiciones de quien podía mover la fuerza en un sentido desafiaba a la oligarquía y que, de momento, sería vencido;,
o en otro, y desde ese día el cuartel se convertía en otca antesala pero veintiséis años después triunfaría en las eleCCIOnes, y ~a
del poder. A veces no se necesitaba la conspiración: el general misma ciudad que contempló la lucha callejera, vería la apoteOSIS
Cipriano Castro abandonó Caracas para que lo curaran de sus del caudillos popular Hipólito Yrigoyen, condUCIdo hasta la Casa
enfermedades, y en su ausencia se proclamó presidente su hom- Hosada en una car;oza arrastrada por la multitud que había
bre de confianza, el general Juan Vicente GÓmez. desenganchado los caballos.
Pero no siempre fue tan fácil echar a un dictador. Lo Con fuerte apoyo popular, laboriosamente organizado, entr~
defendía la red de intereses que él había sabido anudar y el Nicolás de Piérola en Lima el 17 de marzo de 1895. Se combatlo
sistema defensivo que habia montado. Sólo que el paso del en las calles, y el último gran caudillo militar, el general Cáceres,
tiempo modificaba las estructuras sociales y, con ellas, las rela- cayó derrotado por el nuevo caudillo civil. Era un hombre de
ciones políticas. En las ciudades, nuevas ideas circulaban e mentalidad moderna que dotó a la ciudad de Lima no sólo
influían sobre las corrientes partidarias ya constituidas, sobre de importantes servicios sino, especialmente, de nuevas fuentes de
todo en el seno de los partidos liberales, en cuyas filas empezaron Irabajo para la población urbana. Sacudieron la calma de Asun-
a producirse fisuras por la influencia de quienes querían arras- ción las dos revoluciones desatadas por los liberales: la de 1891,
trarlos a posiciones más populares. Una especie de radicalismo fracasada; la de 1904, triunfante. También una revolución
brotó en los ambientes urbanos agitados por nuevas situaciones liberal, apoyada por las poblaciones indígenas, aseguró.~ La Paz
sociales y nuevas ideas, que se caracterizó por originar nuevas y en 1898 su condición de capital, cuando la explotaclOn de la
sucesivas olas de radicalización, cada vez más extremadas aunque rlata sureña declinaba y crecía, en cambio, la del estaño del
fueran cada vez más verbales. Ya se había manifestado en Chile norte; y conservó su condición después del triunfo. de la revolu-
en 185.4; en Argentina y en .Perú se hizo presente hacia 1890, ción antiliberal de 1920. Se agitó Santiago de ChIle en octubre
306 l.ATINOAMÉRICA: LAS CIUDADES Y LAS IDEA I.AS CIUDADES BURGUESAS 307

de 1905 cuando una inmensa masa protestó inútilmente ante el tll'm durante la "Semana Trágíca" de 1919 -que Arturo Cancela,
presidente Germán Riesco por la carestia de la vida. Treinta mil Mocó con dramático humor en Una semana de holgorio-- o en
personas se habían reunido en la Alameda y marcharon hacia (;uayaquil en 1922. Retraídas en sus casas y atrancadas las
el Palacio de la Moneda con aire amenazador. Fue necesario el puertas y ventanas, las clases acomodadas esperaban impacien-
despliegue de numerosas fuerzas para contener ese desborde l('mente que el estado acudiera a remediar la situación con la
popular, que con caracteres semejantes se había producido tres fuerza pública, cuya acción dejaba normalmente varias decenas
años antes en Valparaíso y se repetiría en los años siguientes d muertos y heridos entre los que, por un momento, habían
en Antofagasta e Iquique. La entrada de Eloy Alfaro en Guaya- lldquirido la amenazadora aparíencía de una potencíal fuerza
quil el 4 de junio de 1895 acabó con la era conservadora e polí tica capaz de dominar la situación.
inauguró, al establecerse en Quito, tres meses después, el régimen Menos ínquietantes eran los conflictos estudiantíles. Desde
hberal, uno de cuyos rasgos seria el estimulo de la vida urbana 1918 muchas ciudades que tenían centros universitarios cono-
y de las actividades mercantiles. Pacífica había sido la revolu- rieron trastornos ocasionados por la movilización estudiantil.
ción militar que había puesto fin al imperio brasileño: la pobla- La de la ciudad argentina de Córdoba fue el modelo. Dueño.
ción de Rio de Janeiro no se enteró de lo que había pasado, y de los locales universitarios y en cierto modo de las calles y plazas
la misma familia imperial estuvo ajena a la tarea pedagógica oledañas, los estudiantes ejercían actos de fuerza relacionados
que había cumplido en los cuarteles el mariscal Deodoro de ron su ámbito: impedían la entrada de determinadas autoridades
Fanseca. México, en cambio, reunió en sus calles cien mil per- o de los profesores a quienes rechazaban, derribaban ~statuas,
sonas para recibir el 7 de junio de 1911 a Francisco 1. Madero, descolgaban cuadros, arrojaban muebles por las ventanas o levan-
jefe de la revolución triunfante contra Porfirío Díaz. Pero no taban trincheras en las calles adyacentes. Pero todos descubrían
reinó el mismo júbilo en otros episodios que siguieron: cuando n el epísodío una cuota de humor y suficiente autocontrol como
en febrero de 1913 se sublevaron contra Madero tres generales para temer que el arrebato llegara más lejos. Sólo ocasional-
que tuvieron en zozobra a la capital durante diez días, hasta que mente coincidían las algaradas estudiantiles con movimientos
Madero fue aprisionado y muerto; o cuando entraron en ella obreros o políticos, y cuando ocurría una secreta advertencia pre-
en diciembre de 1914, las divisiones del norte y del sur qu~ venía acerca de las distintas implicaciones que tenían uno y otro
mandaban Villa y Zapata. Siempre temerosas de verse conver- movimiento. Pero en la acumulación de esas experiencias hacían
tidas en botín de guerra, las ciudades conocían el magnetismo sus armas los grupos sociales y políticos que un día concurrirían
que tenían para los nuevos señores que empezaban a saborear a formar las grandes corrientes de opinión suficientemente pode-
el poder. rosas como para desafiar las estructuras de poder. Lima vio s~cu­
. En realidad, las ciudades se comportaban como conjuntos dida la paz de los claustros de San Marcos; y en su novela
SOCIales compleJOS. La victoria de cierto grupo estimulaba el Fiebre, el venezolano Miguel Otero Silva recordaba las luchas
entu.slasmo J:" las exteriorizaciones de un grupo afín. Y cuando estudiantiles en la Caracas de 1928, en la que se formaría la
la CIUdad nnsma definía la victoria politica a favor de nuevos vanguardia de la lucha contra Juan Vicente GÓmez.
sectores mayoritarios, la fisonomia social y cultural de la ciudad
cam~Jlaba con la retracción de unos sectores y la ostensible pre-
senCla de otros. 6. EL APOGEO DE LA MENTALIDAD BURGUESA
El aglutinamiento de la clase obrera de la ciudad con motivo
de huelgas o mitines sacudía a las clases medías y altas. En Si la época que transcurre entre 1880 y 1930 tuvo una definída
esos días se vivían jornadas tensas, en las que los enfrenta- e inconfundible fisonomía fue, sobre todo, porque las cIases domi-
nñentos se percibían prácticamente, e independientemente de nantes de las ciudades que impusieron sus puntos de vista sobre
cualquíer teoria revolucíonaría. Así ocurrió en Santiago de Chile el desarrollo de regíones y países poseyeron una mentalidad muy
en 1905 o, en Buenos Aires, en la época del Centenario y más organizada y montada sobre unos pocos e inquebrantables prin-
308 LATINOAMÉRICA: LAS CIUDADES Y LAS IDEAS 1 A~ CIUDADES BURGUESAS 309
cipios que gozaron de extenso consentimiento. Eran ideas muy 1''W1do hidalgo como el legado patricio. Pero las nuevas genera-
elaboradas y discutidas en el mundo, muy ajustadas a la realidad l ¡"HeS y, en general, los grupos de las nuevas burguesías, se
socioeconámica y política, y con ellas había elaborado la bur~ \'nl aran hacia las nuevas ideas que circulaban simplificadas,
guesía europea, en su época de mayor esplendor, una forma de tIlllitadas como consignas de combate. Corrían en los periódicos
mentalidad que entrañaba una interpretación del pasado, un pro- 1 revistas, en los muy difundidos libros de Spencer, en las innu-
yecto para el futuro y todo un cuadro de normas y valores: ",,'rabIes obras de divulgadores de diversa cuantia. Hasta el
triunfante, la gran burguesía industrial ofrecía el espectáculo del li'llll'O, que tanto atraía a las burguesías urbanas, se transformó
apogeo de su mentalidad triunfadora. Era inevitable que, entre 1'11 instrumento para la formación de esa nueva mentalidad de la
tantas cosas, también aceptaran las burguesías la tinoamericanas ,luse dirigente, que se inspiraba en el liberalismo progresista y
ese modelo de pensamiento de eficacia probada. Muchos matices h)llificaba a veces sus convicciones en la masonería. "Es así como
introdujeron en él; pero su núcleo fue recibido intacto y conser- 1",1' mos teatro, ¡el verdadero teatro de ideas [ ... ] ! Basta de
vado fielmente hasta que las circunstancias demostraron que "lllinctes vacíos y huecos. ¡Tesis, tesis!", hacía decir, no sin ironía,
empezaba a ser cosa del pasado. 11 tlU personaje, el argentino Gregario de Laferrere en Locos de
Quizá lo más singular de esa forma de mentalidad fuera, "'trano, estrenada en Buenos Aires en 1905. Era el teatro que
tanto en Europa como en Latinoaméríca, que estaba arraigada IlI'derían los jóvenes intelectuales, pero también todos aquellos
en la certidumbre de que el mundo pasaba por una etapa muy '1"1' se preocupaban por los problemas sociales y políticos y
definida de su desarrollo y que era necesario consumarla condu- 10'1: que creían en el progreso.
ciéndola hasta sus últimos extremos. En los países latinoameri- A medida que pasaba el tiempo también las clases medias
canos todo contribuyó a que esa im.agen alcanzara los caracteres l'll ascenso se inclinaban más decididamente por las ideas libe-
de una evidencia incontrovertible, porque no sólo el fenómeno se mIes, ensanchando de esa manera su superficie de sustentación.
percibía claramente sino que parecía inscribirse en una teoría con 1m polémicas entre partidarios del laicismo y aquellos que de-
evidencia de lugar común. Entretanto, una fuerte presión de los rl'lldían la tradicional influencia de la iglesia sacudieron la paz
centros de poder procuraba perfeccionar la incorporación de 11(\ muchas ciudades, en cuyos foros discutían los prohombres

Latinoamérica en la esfera de su influencia. La consecuencia 1011 las ristras de argumentos que, de cada lado, se habían venido
necesaria fue que las nuevas burguesías latinoamericanas, al '''I,ayando en todas partes durante largo tiempo. Pero en las
adherir a la tesis de que había que consumar el proceso en t llj(lades que se transformaban podía advertirse una creciente
el que el mundo estaba empeñado, aceptaran todo el sistema Indiferencia religiosa, y era fácil comprobar que disminuía consi-
interpretativo y proyectivo de la mentalidad burguesa triunfante. dl'l'flblemente el número de concurrentes del sexo masculino a
El proceso -que era el de la gran expansión industrial- lo~ templos. Poco a poco, el tradicionalismo fue mirado también
estaba sustentado en la convicción generalizada de que no sólo pen- crecientes sectores de las clases medias con irónico desdén,
era correcto sino que era necesario hacerlo: más que necesario. tomo un obstáculo para el progreso. Algo semejante ocurrió en
obligatorio por razones morales; y era obligatorio para el hombre 1110; clases populares, Los sectores vernáculos de áreas marginales
blanco, inventor de la ciencia y la técnica, cuyos beneficios ti Jnantuvieron adheridos a sus viejas ideas y creencias; pero los
debían llegar a todos a cualquier precio. Consumar ese proceso HI'UpoS migratorios, y sobre todo los externos, no sólo se sentían
era "la carga del hombre blanco", como diría Rudyard Kipling. il)('1I0S a los contenidos del tradicionalismo sino que se dejaban
Cualquiera fuera el color de su tez, "hombres blancos" se sintie- ill'mstrar fácilmente por las ideas que alimentaban la corriente
ron los miembros de las nuevas burguesías latinoamericanas. I'lollómica que los había atraído a las ciudades, sohre todo en
Por cierto que esa moderna religión de la ciencia y del pro- ItI medida en que servían una justificación de la intensa mO'li-
greso puso de manifiesto cierta crisis en las clases altas, Hubo lulnd que caracterizaba la vida urbana.
sectores que se mantuvieron fieles al t.radicionalismo de fuerte Pero donde la filosofía del progreso arraigó soberana e
sabor hispánico, perpetuando, aunque empobrecido, tanto el '1IIpregnó las formas predominantes de mentalidad fue en el seno
310 LATINOAMÉRICA: LAS CIUDADES Y LAS IDEAS LAS CIUDADES BURGUESAS 311

de las nuevas burguesías. Ciertamente, eran híjas del progreso por Víctor Luis Haya de la Torre. Pero la reacción inmediata
y se sentían vestales de su llama. El progreso era una vieja ídea dc los sectores que representaban el progresismo y la mentalidad
que el síglo XVIII había desarrollado cuidadosamente como una burguesa fue la que se manifestó en las campañas militares como
teoria de la historia y una filosofía de la vida. En aquella lo que en Argentina encabezó el general Roca, o las que promovió
versión el progreso era fundamentahnente una continua y tenaz Porfirio Díaz en Sonora y Yucatán, o la que terminó con la
conquista de la racionalidad. Pero en la segunda mitad del guerra de Canudos en Brasil. Todo lo que se oponía al desarrollo
siglo XIX se había comprometido con las sociedades industria- lineal y acelerado del mundo urbano y europeizado era conde-
lizadas, y ofrecía una nueva versión 0, al menos, una variante Ilable, constituía una rémora y merecía ser eliminado. Juiciosos
muy definida: el progreso era el continuo desarrollo de la con- ~ociólogos convenían en que nada podía obtenerse de las degra-
quista de la naturaleza para ponerla al servicio del hombre, de dadas poblaciones aborigenes. En su libro Nuestra América, el
la p,:~ucción de bienes, de la producción de riquezas, de la pro- nrgentíno Carlos Octavio Bunge terminaba bendiciendo el alcoho-
ducclOn de bienestar. li mo, la viruela y la tuberculosis que diezmaban a las pobla-
Esa imagen del progreso era inseparable del alto grado de fiones indígenas y africanas; y el boliviano Alcides Arguedas
avance que habían alcanzado las ciencias y las técnicas aplicadas declaraba en Pueblo enfermo que el indio "hoy día, ignorante,
a la industria, e inseparable también del prestigio alcanzado por degradado, miserable, es objeto de la explotación general y de la
el mundo industrial. Era la imagen que predominaba en la general antipatía... y oyendo a su alma repleta de odios,
Inglaterra victoriana, en la Francia del Segundo Imperio y la desahoga su~ pasiones y roba, mata, asesina con saña atroz". Sólo
Tercera República, en la Alemania imperial. Pero en Latino- lo sociedad in:tegrada dentro del sistema económico que contro-
américa nada de todo aquello se había producido. Fue un modelo, loba el mundo. urbano y civilizado, constituía el ámbito que era
o mejor, un espejo. Y a partir de entonces pareció imprescindible necesario promover, aquel donde los cambios desencadenaban
incorporarse a aquella corriente importando los productos que nuevos cambios, en un incesante proceso que traía consigo no
eran fruto del progreso, primero, y constituyendo luego los sis- ,ólo el bienestar de la humanidad sino también el ascenso de
temas para posibilitar esa incorporación de manera sólida y de- los mejores.
finitiva. La sociedad latinoamericana inscripta en el proceso de cam-
Las nuevas burguesías, aglutinaclas precisamente por esas hio fue ante todo, para las nuevas burguesías, una sociedad de
posibilidades que se abrían ante sus ojos, fraguaron al calor de oportunidades. Cualquiera fuese su estructura, cualquiera fuese
esas ldeas~ que configuraban una imagen del proceso histórico ~l origen y la peculiaridad de sus grupos y de sus miembros, lo
en el que ellas aspiraban a insertarse. Así se constituyó el núcleo importante para aquéllas fue descubrir que la sociedad se encon-
de su mentalidad, definida fundamentalmente por su progre- lraba frente a un desafío exterior preñado de promesas, y que
SIsmo, por su oposición al estancam:iento y a la perduración de sus miembros tenían la ocasión de· aceptarlo y de tentar alguna
los viejos modos de vida. Y en ella subyacía una concepcíón dc las oportunidades, en la seguridad de que, si tenían éxito,
de la sociedad latinoamericana, no referida tanto a su realidad rscapaban de las determinaciones de la vieja estructura y se
---<:argada de viejos problemas raciales y sociales-- como a sus ~ituaban en sus niveles más altos. El progreso, manifestado
posibilidades de transformación. rn el desarrollo de la ciencia y la técnica y, en consecuencia,
Grupos heterodoxos y disconformistas podían entretanto ele- ,le la producción, operaba indirectamente sobre la estructura
var su clamor en favor de los indígenas sometidos y explotados. fiocial puesto que ocasionaba la formación de grupos nuevos; pero,
La escritora peruana Clorinda Matto de Turner desencadenaba ('11 la realidad, el desafío no se planteaba como un problema de

en 1889, con su novela Aves sin nido, un movimiento indigenista HTUPOS sino como un problema de individuos, capaces o no de

que tendría luego vastas repercusiones: vibraría en la revolución "ceptar las nueyas posibilidades de éxito económico. Y la res-
mejicana de 1910, afirmaría su presencia en los frescos de Diego Jluesta fue una concepción profundamente individualista tanto
Rivera y cuajaría en la plataforma política del APRA inspirada tic la sociedad como del éxito, que no excluía la creencia en cierta
312 LATINOAMÉRICA: LAS CIUDADES Y LAS IDEAS
I.AS CIUDADES BURGUESAS 313
providencia profana que operaba sobre el conjunto y regulaba los lJuccimiento del que ellos eran beneficiarios. Pero fue, además,
ascensos sociales según el principio de la selección natural. porque quisieron monopolizar el poder político y el poder social,
Esta providencia profana no podía, pues, conocer la caridad. njcrcido de manera difusa el segundo gracias a la fuerza que les
Los sectores inertes de la sociedad -sectores medios y populares, c1nba el dinero, y de manera concreta el prunero medlante.la
pero también altos de las clases tradicionales-, que fueron inca- I upación de puestos clave o la participación en los consejOS
paces de aceptar el desafío y de jugar decidida y audazmente ,',ulicos del poder.
la cartÍ! del triunfo económico y del ascenso social, resultaban Hubo teóricos de la superioridad de las oligarquías. Hacia
deleznables para las nuevas burguesías, cuya mentalidad se nutria 1930 el brasileño Oliveira Vianna pudo intentar un elogío casi
de la convicción de que el éxito era un premie, merecido. Era "clir~nte de los grupos blancos de su país: "Otro hecho --escribía
legítimo para los capaces y los afortunados instnnnentalizar a rn su libro Evolu9ao do Povo Brasileiro---- que parece reforzar
los sectores inertes, porque el estancamiento o el fracaso pareCÍan tombién la presunción de la presencia de dolicocéfalos rubios, con
también merecidos. reltas e íberos , en la masa de nuestra primitiva población, es el
Así plasmó la mentalidad burguesa en una ideología del .
soberbio eugenismo de muchas familias de nuestra aristocrac18
éxito económico y del ascenso social. Los triunfadores consti- rural. Los Cavalcanti en el norte, los Prados, los Lemes, los
tuyeron una aristocracia. Quizá en otras épocas sus laureles hu- Buenos en el sur, son ejemplos de casas excepcionales que han
bieran sido cuestionados, acaso por hipocresía; pero la atmósfera dado al Brasil, desde hace trescientos años, un linaje copioso de
moral del siglo XIX y comienzos del xx no sólo había disipado outénticos grandes hombres, notables por el vigor de la inteli-
esa tradicional hipocresía sino que, por el contrario, había con- gencia, por la superioridad del carácter, por la audaCIa y la
validado los principios que justificaban la fortuna, en su doble energía de la voluntad". Era un delirio, que Gilberto Freyre
acepción de capital acumulado y de azaroso éxito. Fue, pues, pudo llamar "arianismo casi místico", de un defensor del VIeJO
una aristocracia legítima, sostenida por el consenso de vastos sec- patriciado. Pero lo importante ya no era ese sector. Por eso más
tores; y si se levantaron críticas contra ella, no fueron las víc- significativas eran las palabras con que el chileno Enrique M~c­
timas de sus expoliaciones quienes las formularon; fueron los [ver defendió a la nueva oligarquía, a esas nuevas burgueslas
representantes del viejo pudor --el antiguo patriciado, las clases que se constituían en el proceso del cambio socioecon6mico y que
mediastradicionales-- que se escandalizaban del espectáculo ncabezaban decididamente la nueva sociedad. "La oligarquía
ofrecido por los grupos que trepaban la escala del poder y la -decia en un debate parlamentario en 1880-, esa de que tan
riqueza, insensibles a las normas de la antigua moralidad, vigen- seriamente se nos habla, vive en un país representativo parla-
tes para ellos aunque sin duda ya caducas. Esa aristocracia del mentario, que tiene sufragio universal o casi universal.,. donde
éxito económico y del ascenso social barri6 con los grupos antes lodos los ciudadanos tienen igual derecho para ser admltldos al
dominantes e impuso sus principios a una sociedad que los desempeño de todos los empleos públicos y en que la instrucción,
conservó durante varias décadas y tardaría bastante en elaborar Uun la superior y profesional, es gratuita. Agréguese que no
otras normas aunque sólo fueran expresi6n de disentimiento y existen privilegios económicos ni desigualdades civiles en el
disconformismo. derecho de propiedad y convendrán, mis honorabies. colegas,
Fue característico de esta aristocracia del éxito económico conmigo, en que un país con tales instituciones y con olIgarquía,
y del ascenso social que, a pesar de estar constituida por gentes es muy extraordinario; tan extraordinario que es verdad~ra­
que reconocían su singular origen, manifestaran muy pronto una mente inconcebible. Me temo mucho que los honorables dIpu-
vocación oligárquica, esto es, una tendencia prematura a cerrar tados que nos dieron a conocer esta oligarquía hayan s~frido u~
sus filas. Acaso fue porque sus miembros monopolizaron los ofuscamiento, que les ha impedido mirar bien, confundIendo aSI
negocios y decidieron --como en un tiempo la oligarquía vene- lo que es distinción e influencias sociales y políticas de muchos,
ciana- asegurarse la totalidad de los beneficios sin dejar que nacidas de los servicios públicos, de la virtud, del saber, del
otros, recién llegados, tuvieran acceso al mismo proceso de enri- talento, del trabajo, de la riqueza y aun de los antecedentes de
314 LATINOAMÉRICA: LAS CIUDADES Y LAS IDEAS Ifl'\S CIUDADES BURGUESAS 315

familia, con una oligarquía. Oligarquías como ésas son comunes d cuantos mecanis~os institucionales se hallan hoy establecidos,
y existen en los paises más libres y popularmente gobernados. I'xlste siempre, como una necesidad fatal, el gendarme electivo
Los honorables representantes encontrarán oligarquías de esta t) hereditario de ojo avizor, de mano dura, que por las vías de
clase en Inglaterra y aun en los Estados Unidos de América. h cho inspira el temor y que por el temor mantiene la paz, es
A esas oligarqúias que son cimientos inconmovibles del edificio ~lvidente que en casi todas estas naciones de Hispanoam~rica,
social y politico, sólo las condenan los anarquistas y los impro- condenadas por causas complejas a una vida turbulenta, el
visados", ('nudillo ha constituido la única fuerza de conservación social,
Estas oligarquías -o mejor estas nuevas burguesías- sabían I'calizándose aun el fenómeno que los hombres de ciencia señalan
que representaban el proceso fundamental de la nueva sociedad, NI las primeras etapas de integración de las sociedades: los jefes
y desdeñaban a los grupos sociales que quedaban marginados. )'0 se ~ligen sino que se imponen".
Sabían también que el poder les correspondía, pero estaban dis- ¡ !fue una nueva manera de entender la sociedad, de tradición
puestos a delegarlo si los enfrentamientos sociales entrañaban I'omántica y vinculada a incipientes fenómenos sociales, Y fue
una ruda lucha. Y solian apoyar al dictador que les ofrecía 1Ina r;tueva manera de entender el poder político. Pero las nuevas
orden y estabilidad social, aun al precio de ciertas limitaciones hurguesías tenían demasiado internalizados los principios básicos
en el ejercicio de sus propias libertades, quizá porque, habiendo del liberalismo individualista. Los preferían sin vacilación a los
aprovechado el impulso de un proceso de ascenso social, aspi- del autoritarismo. Sólo estaban dispuestos a transigir si cierto
raban a que ese impulso se contuviera después que ellas hubieran outoritarismo dejaba vigente un sistema liberal para ellos, en
alcanzado una posición preeminente. Entonces el dictador conso~ Ulnto que se ejercía plenamente con respecto a las otras clases.
lidaba la situación constituida y las nuevas burguesías le con- En rigor, las nuevas burguesías creían sobre todo en los prin-
cedían su apoyo fundado en el reconocimiento de que repre- ipios del liberalismo económico, vigentes en ese momento en
sentaban la paz social. Jos centros dominantes del mundo industrial porque convenían
Generalmente la relación entre el dictador y las nuevas 11 sus intereses. Creían en la competencia, sobre todo; en la
burguesías fue fluida, como de quienes se saben recíprocamente destreza para imponer la voluntad y los designios de cada uno
dependientes. Pero la movilidad social empezó a introducir on esa tremenda "lucha por la vida" que Darwin había descripto
inesperadas e insospechables variantes en esas relaciones. Si el 'omo esquema fundamental del comportamiento de los seres
dictador descubría que un grupo social en ascenso podía ofrecerle biológicos, entendiendo que el hombre era, antes que nada, un
cierto apoyo que acrecentara su autoridad personal, difícilmente ser biológico. El liberalismo económico transportaba la idea de
resistía a la tentación de sacudirse la dependencia del grupo que lo lucha por la vida a la lucha por la riqueza y el ascenso social,
lo había encumbrado. El dictador dejaba de considerarse per- y justificaba las estudiadas estrategias, las sórdidas tácticas de
sonero de una clase y de la política de esa clase para asumir el los que competían en el mercado utilizando una transposición
papel de representante de una nueva sociedad, -de un nuevo del esquema básico de que había que elegir entre adaptarse o
avatar de la sociedad en cambio-- en la que empezaban a ser rnorir. Con esa filosofía, llamémosla así, las nuevas burguesías
cada vez más importantes las masas urbanas, despolitizadas y daban un sustento a sus actitudes básicas, expresadas en la
necesitadas en tal grado que era posible convocarlas, protegerlas ideología del éxito económico y el ascenso social.
y utilizarlas sin pagar por ello un precio político. Los viejos Hacia fines del siglo se destacaron de su seno algunos grupos
dictadores se trasmutaron en una especie nueva, que se insinuó que adoptaron otras posturas. Aparecieron en los bordes de las
en las primeras décadas del siglo y cuya teoría expresó en tér- lluevas burquesías quienes pensaban que, manteniendo las mis-
minos inequívocos el venezolano Laureano Vallenilla Lanz al mas concepciones básicas, era llegado el momento de abandonar
justificar, en 1919, el tipo de poder de Juan Vicente Gómez en Jas actitudes restrictivas para ofrecer amplia participación a
su libro Cesarismo democrático: "Si en todos los países y en quienes, en sucesivos movimientos, alcanzaban el éxito econó-
todos los tiempos -decia- se ha comprobado que por encima nuco y el ascenso social. Esas "posturas democráticas" parecieron
316 LATINOAMÉRICA: LAS CIUDADES y LAS IDEAS I S CIUDADES BURGUESAS
317

suicidas a algunos -que temían perder algo en el reparto- Ayacucho en 1924, el poeta argentino Leopoldo Lugones pro-
y prudentes a otros, que preferían conceder graciosamente lo ,lomó la ]¡egada de "la hora de la esp?da". y se ~io a .algunos
que temían perder por la fuerza. Más que "democráticas" esas tlcctores incorporarse a la corrIente ldeologlca del fasClsmo ItalIano.
posturas fueron consideradas "radicales", y acaso con razón, En rigor, el crecimiento de ~a ~iqueza, el pr?c,eso de asce~so
puesto que no importaban una modificación de contenido sino, '0 ¡al de vastos grupos y el creClUnento demograÍlco -especIal-
simplemente, una extensión a nuevos grupos de lo que antes mente el provocado por las migraciones extranjeras- habían
se había considerado adecuado para los primeros que se encau- rnmbiado la fisonomía de las sociedades en el transcurso de
zaron en las nuevas formas de vida. medio siglo, y en los años que siguieron a la primera, guerra
Este liberalismo democrático y progresista arraigó sobre mundial era visible que no existía un nuevo cartabon ,para
todo en las clases medias y populares, al menos hasta que apare- (H'tender las transformaciones que se habian operado. Las CIUda-
cieron fórmulas más avanzadas. En Lima, Manuel González des fueron, sobre todo, la pantalla en la que los cambio~ so~iales
Prada pronunció en 1888, en el Teatro Politeama, un célebre lie advirtieron mejor y, en consecuenCIa donde quedo m~s al
discurso en el que sostuvo una audaz consigna revolucionaria: desnudo la crisis del sistema interpretativo de la nueva realIdad.
HLos viejos a la tumba, los jóvenes a la obra", Sus esfuerzos Se entrevió que no se la entendia y no pudiendo captarse el
cristalizaron en la formación del Partido Unión Nacional, bas- lluevo y diferenciado conjunto como tal, se hIZO hIncapIe en cada
tante semejante a la Unión Cívica Radical que organizó en uno de sus grupos. Entonces se descubrió que la ciudad no ero
Buenos Aires Leandro N. Alem. Eran partidos populares que un conjunto integrado sino una yuxtaposició,;,- de grupos de ,dis-
ofrecían participación política a las nuevas mayorías, preferente- linta mentalidad. La imagen de Babel VOIVIO -una vez mas--
mente urbanas, sin definir claramente sus objetivos finales. a simbolizar la confusión propia de las ciudades en crecInuento,
También en otras ciudades la politización de esas mayorías con grupos externos incorporados y grupos internos in.tegrados.
fue importante, como en Montevideo y Santiago de Chile." Pero La sociedad urbana que comenzaba a ser multItudmarIa provo-
algunos de sus sectores prefirieron soluciones más concretas: caba la quiebra del viejo sistema común de normas y ~alores
Buenos Aires vio constituirse un Partido Socialista bajo la inspi- sin que ningún otro lo remplazara. Cada grupo retorno a su
ración de Juan B. Justo; y de sus fiJas salió Alfredo L. Palacios, sistema normativo básico, y el conjunto comenzó a ofrecer un
que logró en 1904, en el popular barrio porteño de La Boca, tí pico cuadro de anomia. . . '
la primera banca que un socialista latinoamericano ocupara en el Quizá sólo unas pocas ciudades latlnoamerIcanas dIeran esa
Congreso. Emilio Frugoni en Montevideo y Luis Emilio Reca- impresión en las visperas de 1930. Hubo unas cuantas en que
barren en las zonas míneras y en Santiago de Chile, bregaron se ofreció el conjunto de ese cuadro, y muchas en las que apare-
por la formación de partidos socialistas que llegaron a tener cieron, al menos, algunos de sus rasgos. Hubo .en los grup~s
cierta fuerza electoral y política. Al lado de todos ellos luchaban recién incorporados a la carrera del ascenso soclal una agudI-
los anarquistas y los sindicalistas, en tanto que los católicos zación de la agresividad, un desprecio más irracional por las
procuraban oponerles una fuerza no revolucionaria a través de reglas del juego, cierto empuje un poco más prim!tivo para luchar
los primeros Círculos de Obreros Católicos que constituyeron por aquellos fines que se le presentaban como mmedIatos. Era
siguiendo las enseñanzas de la encíclica Rerum Nooarum. Hubo como el comienzo de una degradación de la ideología del ascenso
luchas por las ideas; pero como el movimiento obrero socialista y 60cial, que, ciertamente, continuó degradándose. Vag~ente a~a­
anarquista organizó huelgas importantes, se lo consideró subver- recia en vastos grupos la certeza de que el conJunto SOClal
sivo y sufrió una despiadada represión. Las grandes ciudades --{) acaso el estado- estaba obligado a impulsar y apoyar el
parecieron escapar él todo control y algunos consideraron impru- proceso de ascenso de los marginales y los recién llegados, de-
dente mantener la vigencia del orden liberal y de las libertades jando de lado las reglas tradicionales de la competencIa. Muchos
individuales. La idea de la dictadura empezó a anidar en muchas siguieron confiando en su ascenso individual, pero otros comen-
mentes. En Lima, al celebrarse el centenario de la batalla de zaron a pensar que era el grupo, el sector o la clase lo que debía
318 LATINOAMÉRICA: LAS CIUDADES Y LAS IDEAS

a.scende; como un todo, gracias al apoyo de un estado de nueva 7. LAS CIUDADES MASIFICADAS
ÍlsonOlrua. Era un verdadero cuestionamiento de la ideología del
ascenso socIal.
Entretanto, en sectores integrados y beneficiarios del sistema
empezar?~ a advertirse insólitas doctrinas que conspiraban contra
su establhdad. Hubo quien cuestionó la legitimidad del lucro y
I~ ~orahdad de la libre competencia. Se comenzó a objetar la
,ahdez de la fanuha, de las formas tradicionales de la educación
de las relaciones sociales y, e~onómica~. Para muchos, las vieja~
costumbres, -las de los ulbmos u'emta años- empezaron a La crisis de 1930 unificó visiblemente el destino latinoamericano.
parecer r1dlcula~ Y:'" .cayeron condenadas como "prejuicios". Fue Cada país debíó ajustar las relaciones que sostenía con los que,
una palabra defmluya en labios de las jóvenes generaciones de (In el exterior, le compraban y le vendían, y atenerse a las condi-
l~s .nuevas burguesías, que, por lo demás, ya comenzaban a ser dones que le imponía el mercado internacional: un mercado
VIeJas. Un conjunto de ridículos prejuicios pareció lo que algunos deprimido, en el que los más poderosos luchaban como fieras
hlJ?S llan:aban la ,"m?ral victoriana" de sus padres. Ellos pre- pora salvar lo más posible de lo suyo aun a costa de ahogar en
fenan achtudes mas lIbres y espontáneas frente a las situaciones (,t fango a sus amigos de ayer. Comenzaba una era de escasez
reales .q~e, en verdad, habían cambiado en las vísperas de 1930 (1 ue se advertiría tanto en las ciudades como en las áreas rurales.
lo ~uflClente como para que quedara patente la necesidad de ',a escasez podía llegar a ser el hambre y la muerte. Pero fue,
reTIsar el SIstema de normas. No las había cambiado mucho ndemás, el motor desencadenante de intensos y variados cambios.
la Inglaterra posvic~oriana, ni siquiera después de la primera De pronto pareció que había mucha más gente, que se movía..
guerra; pero otros paises de Europa y los Estados Unidos, ejemplos más, que gritaba más, que tenía más iniciativa; más gente que
a los que empezaron a apelar los que, en la década del veirte, obondonaba la pasividad y demostraba que estaba dispuesta a
comenzar.on a tra.nsformnr la existencia convencional de las ciu- participar como fuera en la vida colectíva. y de hecho hubo
dades latlnoamencanas. Lentamente se inició un sacudimiento más gente, y en poco tiempo se vio que constituía una fuerza
del vetusto sístema ,de ideas acerca del papel de la mujer en la nueva que crecía como un torrente y cuyas voces sonaban como
socI:dad, y al c?mpas de ese cambio la sociedad entera se deslizó un clamor. Hubo una especie de explosíón de gente, en la que no
haCIa un cambIo de normas. se podía medir exactamente cuánto era el mayor número y
. Nadie ~u.biera podido encontrar coherencia en las nuevas cuánta era la mayor decisión de muchos para conseguir que se
actitudes pohbcas, sociales, estéticas o morales que aparecieron contara con ellos y se los oyera. Una vez más, como en las
en las vísl?eras de la crisís de 1930. Pero fueron muchos los vlsperas de la emancipacíón, empezó a btotar de entre las grietas
que adVIrtieron que había pasado el apogeo de la mentalidad ele la sociedad constit'1ída mucha gente de imprecíso origen que
burguesa. Casi nadie. s?bía por qué se la podría remplazar; pero procuraba irstalarse en ella; ya medida que lo lograba se trasmu-
pocos. de los que perCIblan la metamorfosis de las ciudades latino· tn.ba aquélla en una nueva sociedad, que apareció por primera
ame.ncanas dudaban de que otras formas de interpretación de la vez en ciertas ciudades con rasgos iréditos. Eran las ciudades que
realIdad y de los proyectos de vida se estaban elaborando sorda· l,mpezaban a masificarse.
mente en esas sociedades urbanas que se caldeaban. Todo se gestó desde la época de la primera guerra mundíal
y a lo largo de los diez años que le siguieron. Los países europeos
y los Estados Unídos ajustaban trabajosamente sus econoIUÍas,
('11 parte para restmlar sus heridas y en parte para situarlas en
'o posición más ventajosa desde allí en adelante. Pero la tarea
('ra difícil y en 1929 el complejo armazón fínanciero y mone-

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