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Asuntos Del Corazón
Asuntos Del Corazón
En otras ocasiones, manifestamos algún aspecto del mal tesoro; esto demuestra que
necesitamos que el Espíritu de Cristo reine en esa área, y remueva la corrupción y nos
limpie, para que podamos andar en “vida nueva”
(Romanos 6:4; vea también 2 Pedro 1:3–10). El apóstol Santiago escribió acerca de la
incompatibilidad espiritual y la mezcla de las dos naturalezas:
Con ella [nuestra lengua] bendecimos al Dios y Padre, y con ella mal-decimos a los
hombres, que están hechos a la semejanza de Dios. De una misma boca proceden bendición
y maldición. Hermanos míos, esto no debe ser así. ¿Acaso alguna fuente echa por una misma
abertura agua dulce y amarga? Hermanos míos, ¿puede acaso la higuera producir aceitunas,
o la vid higos? Así también ninguna fuente puede dar agua salada y dulce.
(Santiago 3:9–12) Las palabras que decimos, incluso la forma cómo nos expresamos y
comunicamos con otros, de alguna manera reflejan la naturaleza de nuestro
corazón.
“Porque de la abundancia del corazón habla la boca”
(Mateo 12:34).
De modo similar, cualquier acción que tomemos, sea buena o mala, procede de una
motivación o intención de nuestro corazón. Esto significa
De la misma forma, con regularidad tenemos que evaluar la condición de nuestro corazón
espiritual. Mantener un corazón saludable delante de Dios es un asunto de cuidado. Debemos
monitorear la actividad de nuestro ser interior y evaluar si estamos viviendo según la vida y
los propósitos de nuestro Padre celestial. Un proceso continuo
El verbo
monitorear
significa “mirar, observar, escuchar o revisar (algo)con un propósito especial, durante un
periodo de tiempo”. Entonces, monitorear nuestro corazón es un proceso continuo; es algo
que deberíamos hacer voluntariamente, y siempre en conjunción con el Espíritu Santo de
Dios que está dentro de nosotros, con el propósito de ser cada vez más como el Padre. Nadie
sino Dios puede “ver” y conocer, en verdad, nuestro ser interior. Después de establecer que,
“Engañoso es el corazón más que todas las cosas, y perverso; ¿quién lo conocerá?”
(Jeremías 17:9), la Escritura dice:
“Yo Jehová, que escudriño la mente, que pruebo el corazón, para dar a cada uno según su
camino, según el fruto de sus obras”
(Jeremías 17:10).
Dios nos conoce por completo; por lo tanto cuando descubrimos un problema en nuestro
corazón —ya sea que lo hagamos leyendo y estudian-do su Palabra, por convicción, o a
instancias del Espíritu Santo— debemos tratarlo, para que podamos llevar una vida gozosa y
productiva delante de Dios, y mantener una relación cercana con Él. Sólo si estamos
espiritual-mente sanos, podemos permanecer alertas y listos para responder al mover del
Espíritu de Dios en nuestra vida y en su iglesia.
Los problemas de la vida
El libro de Proverbios dice:
“Sobre toda cosa guardada, guarda tu cora-zón
; porque de él mana la vida”
(Proverbios 4:23). Veamos el mismo versículo en otras dos versiones:
“Por sobre todas las cosas
cuida tu corazón
, porque de él mana la vida”
(NVI).
“Por sobre todas las cosas
cuida tu corazón
, porque de él mana la vida”
(DHYLa palabra traducida como
“guarda”
o
“cuida”
incluye la idea de proteger o mantener. El sentido combinado de estas traducciones de
Proverbios4:23 es que nuestro corazón necesita ser supervisado con diligencia, y re-quiere
ser defendido del ataque de fuerzas espirituales negativas y de cualquier otra cosa que lo
pueda dañar. Ahora, observemos el contexto más amplio del versículo anterior:
Hijo mío, está atento a mis palabras; inclina tu oído a mis razones. No se aparten de tus ojos;
guárdalas en medio de tu corazón; porque son vida a los que las hallan, y medicina a
todo su cuerpo
. Sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón; porque de él mana la vida.
(Proverbios 4:20–23) Observe que hay criterios específicos según los cuales
vigilaremos nuestro corazón. Quien habla en Proverbios 4 anima a su hijo a guardarla
palabra de su padre en su corazón y a buscar
“sabiduría”
e “inteligencia”.
(Vea Proverbios 4:4–6). Únicamente así crecerá como hombre justo. Sólo cuando
guardemos la Palabra de Dios en nuestro corazón y sigamos sus mandamientos y su
sabiduría, nuestro corazón producirá
“manantiales de vida”
1
.
Ahora, observemos el contexto más amplio del versículo anterior:
Hijo mío, está atento a mis palabras; inclina tu oído a mis razones. No se aparten de tus ojos;
guárdalas en medio de tu corazón; porque son vida a los que las hallan, y medicina a
todo su cuerpo
. Sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón; porque de él mana la vida.
(Proverbios 4:20–23) Observe que hay criterios específicos según los cuales
vigilaremos nuestro corazón. Quien habla en Proverbios 4 anima a su hijo a guardarla
palabra de su padre en su corazón y a buscar “sabiduría” e “inteligencia”.
(Vea Proverbios 4:4–6). Únicamente así crecerá como hombre justo. Sólo cuando
guardemos la Palabra de Dios en nuestro corazón y sigamos sus mandamientos y su
sabiduría, nuestro corazón producirá
“manantiales de vida”
1
.
Proverbios 4 también dice:
“Mas la senda de los justos es como la luz o de la aurora, que va en aumento hasta que el día
es perfecto. El camino de los impíos es como la oscuridad; no saben en qué tropiezan”
(Proverbios 4:18–19). Nuestro corazón determina el camino de nuestra vida; por lo tanto, es
nuestra posesión más preciada y nuestro recurso más crucial.
La condición de su corazón será la condición de su vida.
La vida comienza en el corazón
Sabemos que el pecado comienza en el corazón, pero la vida de Dios también empieza allí.
todos tenemos áreas en nuestra vida que debemos alinear a los caminos de Dios. Ese tipo de
cambio puede ocurrir sólo a través de la transformación sobrenatural del corazón. Como
expliqué anteriormente, la condición de nuestro corazón afecta todos los aspectos de nuestra
vida. Por ejemplo, una enfermedad física a veces puede tener su origen en la falta de perdón
en el corazón. Una vez, mientras enseñaba acerca del corazón espiritual durante un servicio,
el Señor me guió a demostrar que muchas enfermedades, incluyendo las mentales y las
emocionales, están conectadas con la falta de perdón. Llamé a todos aquellos que tuvieran
diversos males, como una aflicción física o una depresión, y los guié a arrepentirse de sus
pecados, a perdonar a otros, a pedir perdón y a renunciar a la amargura y la falta de perdón
que guarda-ban en su corazón. Sin exagerar, luego de esto, y de hacer una sencilla ora-ción a
Dios, alrededor de 250 personas fueron libres. ¡Al instante fueron sanadas de diabetes,
artritis, depresión y muchas otras afecciones! Otro claro ejemplo de esta verdad se puede ver
en la vida de una empresaria llamada Les ley, quien asistió a un retiro de Sanidad Interior y
Liberación que realiza nuestro ministerio periódicamente. Ella escribe: “Antes de conocer a
Cristo, tenía resentimiento, dudas y amargura hacia mi familia. Era tanto, que hasta llegué a
perder la vista en cuestión de sema-nas. Después de consultar a varios médicos, descubrí que
no había colirio lentes ni operaciones que me pudieran ayudar, ni nada más que pudieran