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EL TAITA JUSTINO

En una familia desdichada, vivía el reciente viudo Justino, con su nieta maría,
quien cuidaba de él, ella era una lecherita buena moza y Justino un arador de las
chacras perteneciente a una enorme casa que se perdía entre una estrecha calle
unida por un puente Viejo, de donde se divisaba las más acaudaladas aguas, y un
extenso bosque que se posaba frente de la plaza de Armas.
Cada noche el taita Justino, se perdía con su chata de agua ardiente, por las
calles solitarias de donde se postraba solo unas torres de la Catedral; mientras
que maría se desvelaba preocupada por su taita
_ ¡Ay…! mi taita...! Decía la pobre suspirando.
_ ¡cada noche ...se pierde en los maizales encaminado a la plaza...! vociferaba.
_ ¿Qué día se dará un trompazo? ¡oh se cruzará con los muertos!
Así mismo mirando el cielo echaba plegarias a su abuela Carmela, ¡mamita…!, mi
taita otra vez no ha llegado solo te pido que tu santo cristo lo cuide en todo
momento, con mucha devoción solo le quedaba esperar.
En las madrugadas sonaba muy suavemente la puerta ¡maría. maría! Susurraba el
taita con vergüenza para que no lo escuchen los de la colonia, maría con telares
de vicuña salía a abrigar a su taita quien avergonzado agachaba la cabeza y
llorando caminaba a su cuarto, maría su niña a quien habría cuidado tras la
muerte de su nuera e hijo; ahora ella lo consuela a él tras la pérdida de su esposa
Carmela. con quien llevaba 50 años de casados, años que pasaron los tres llenos
de amor puro, alegrías, pero también desdichas y preocupaciones que terminaron
al final en sucesos trágicos con la muerte de Doña Carmela; quien, a causa del
dolor de la pérdida de su hijo, más sus chacras acabarían por producirle un
derrame cerebral, hecho que provocara un fuerte golpe en Justino, que lo llevaría
a se refugiarse en el alcohol.
Una tarde maría, ayudo a su taita a arar las chacras, pero este mandaría a su
nieta a casa para preparar la cena, maría caprichosamente se negaría y su taita
con sus manos llenas de barro levanto la cara de su nieta dándole un beso en la
frente y diciendo;
_María hija obedece a tu taita que muere de hambre,
María llorando sin motivo abrazo a su taita, Justino reprendiendo y carcajeando
aludió, maría no llores que llamaras a la muerte; Así secando sus lágrimas y
alzando las manos se va, dirigiéndose a la casa siente un presentimiento de pena,
echando cruz en su pecho izquierdo, camina tratando de animarse.
después de una larga jornada, taita desaparece junto al sol de la tarde, María
comenzó a preocuparse, una vez más echaba plegarias al cielo por su taita,
mientras que Justino caminaba con su chata en las manos, que siempre llevaba
bajos su saco y hablando solo se acercaba a la plaza.
- ¡ay mi Carmela, …mujer ingrata, te has ido junto al señor, mi carmelita mujer mía
y de mi alma, nunca te trate mal, si bien dicen que lo más puro se lo lleva el señor!
Así Justino se encaminaba por una Calle llamada General Móran, donde se
encontraba el más esplendido y entonces custodiado teatro Fénix, lugar preparado
para entretener a los más nobles de Arequipa, del siglo XIX, Don Antonio Gregorio
Tamayo, cura, vende la casa a la Compañía Empresaria del Teatro, dicha casa
que habría sido un orfanato de los claustros de la Compañía de Jesús, que
abarcaría toda la cuadra de la Compañía; Justino se acercaba más para observar,
este recinto bebiendo su chata, pretendiendo ahogar sus penas, ingreso, pasando
por el zaguán, se miraba un enorme patio.

Teatro fénix, siglo XIX, otorga el mismo nombre a la calle hoy en día General
Moran
Justino se sentía ya más mareado entre borrosamente veía una fosa, y ya el sol
daba su último suspiro, Justino un hombre 78 años ya se sus últimos pasos,
pronto se topase con una puerta o más bien unas rejas que daba paso hacia
abajo.
¡Esté pasaje yo nunca lo he recorrido se decía en voz baja! Así el taita Justino
empezó a descender por las extensas graderías terminando agotado, eran 15
peldaños, y todo tornábase oscuro, solo penetraba una luz natural, al bajar se
cayó el trago, solo se escuchó el ruido del vidrio, este al agacharse a recogerlo
sintió un frio en la espalda, volteo no hallando nada y siguió en su curso, un pasaje
ancho con piso de sillar, inclinándose a un muro siguió caminado, tiritando de frio.
En ello noto que el pasaje era distinto a lo de arriba, de pronto vio una luz que
emitían los pequeños faroles que a duras penas alumbraban los extensos pasajes.
De pronto hallase una puerta vieja de madera, que tan solo de empujarla se abrió
observando una habitación abandonada y en mal estado, se sentía un olor y
aroma como de ramas secas, taita continuo su curso, cerrando la puerta. A lo lejos
noto una silueta de mujer, alzo la voz y se quitó el sombrero para un saludo cordial
Aunque esta no daría menuda respuesta, acercándose aún más esta se
desvaneció en los parpadeos de los faroles, el taita echo una carcajada,
asumiendo su estado de embriaguez siguió caminado hasta otro pasadizo donde
escucho un llanto. Acercándose más al desgarrador ruido, hallo el cuerpo de una
mujer y en sus brazos un bebe, sorprendido el taita cargo la wawa arrullándolo,
canto una canción, hasta que de un salto el duende lo miro, despojándole de las
mantas de fino algodón al bebe.
El hombre ya aterrado trata de dar con la salida, ya no identificaba la realidad, y
sus miedos no lo dejaban, eran más constante los ruidos. Las sensaciones que
percibía ya tembloroso con miedo se encamina hacia una posible salida en ella
encuentra un padre, ya había caminado como una cuadra en el interior y se sentía
perdido solo se observaba puertas, corrió hacia el gritando un salmo, pero al
acercarse más observo que los duendes pillos habían formado la silueta.
Siguió Caminando por el pasaje donde oía unas voces de lamentos y al observar
por la ventana pequeña de la puerta encontró una mujer sangrando tras duros
latigazos que masoquistamente se daba, tras echar un vistazo más profundo a la
habitación pudo notar que al lado izquierdo había un hombre mirándola
lamentándose, retiro el rostro pegado a la puerta y pensativo echo un vistazo más
preguntándose así mismo ¿Cómo dio en ese lugar? ¿dónde estaba? ¿qué sitio tan
horroroso era ese, que no podía salir?
Pronto siguió avanzando por el pasaje mientras divagaba se topó con otra puerta
donde observo una mujer de buen cuerpo con una cintura y caderas picaras que lo
tentaban ah ir a una habitación pintoresca que para entonces se veía decente
entre todo el cochambre, al entrar ahí ambos coquetearon hasta llegar a lo más
íntimo y aunque durante tanto años el taita le habría sido fiel a su Carmela en esta
ocasión deshonraría todos esos años de amor y lealtad que ambos tenían, pero un
ruido intenso irrumpió el momento era un hombre de rasgo españoles que al ver el
fatal engaño tomaría cartas en el asunto.
El taita huye de ese lugar tras haber visto los sucesos desgarradores, hasta ese
punto ya no sabía qué hacer, agachando la cabeza camino cabizbajo y soñoliento,
logro toparse con una guitarra que hinchada por la humedad a no parecía servirle
para tocar una canción, pero en la algarabía le recordó su infancia, y cantado
Le reclamaba a su tierra de Arequipa.
Triste me encuentro, bajo tu cielo
Que infierno veo, calles, pasajes no
Me ofrecen el amor que te llevaste

Así tocando un cantico melancólico camino por mas pasadizos secretos


encontrando en una de ellas tumbas apiladas con fechas y nombres que ni el
mismo conocía.
Mientras amanecía y pasaba el tiempo, una espesa neblina ascendía dentro de los
pasajes, taita sentó en una esquina donde a duras penas aún se mantenía un farol
prendido, tomo sueño, adormecido y cansado escucho el llamado de un hombre
de figura amorfa, no era muy agradable a su vista. Alzando la voz decía.
_A mí el diablo no me tienta.
_Taita dijo claramente mi cristo es puro y la riqueza más grande es el amor.
El diablo quien lo habría tentado echo una carcajada, apagando el ultimo farol
desapareció.
El taita ya cansado, asustado y aburrido decidió echar a su suerte un último
intento, dirigiese hasta una salida, donde la lucidez daría a notar una extensa
gradería, con una sonrisa este la empezó a subir y en el camino el taita rezo tres
aves marías, llegando a la superficie se observaba el tuturutú de plaza, cuya
entrada al día de hoy se encuentra tapada bajo un pequeño jardín que adorna el
bello lugar, siguió caminando cansado a casa, olfateo un rico aroma de picante
que se percibían en las estrechas calles de beaterio y en la puerta encontrase la
señora Carmela, que taita corrió abrazarla, desvaneciéndose ambas siluetas en la
puerta.
Autora: Fiorella castro cuba centeno
AREQUIPA-PERÚ

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