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EDAD CONTEMPORÁNEA

En la Edad Contemporánea, con el desarrollo de la ciencia, los venenos se esparcen en


todas las clases sociales y se han comenzado a estudiar desde una perspectiva científica.
Destaca Mateo Buenaventura Orfila (1787-1853), nacido en Mahón, Menorca, quien,
considerando los conocimientos básicos de fisiología, patología y medicina legal, se
dedicó al estudio de los venenos en la Universidad Sorbona de París.

En su Tratado de Venenos, publicado en 1814, califica por primera ocasión a todos los
venenos según su origen: reino animal (picadura de serpiente), reino vegetal (belladona
[Atropa belladonna]) y reino mineral (mercurio, sulfato de plomo).

En 1828 muestra que el veneno no se queda en el tubo digestivo como se pensaba hasta
el momento, sino que es capaz de llegar a las vísceras y órganos internos corporal, lo
cual es identificado en la actualidad como Toxicocinética.

En 1836, Marsh estudió los datos de Orfila e ideó un sistema para averiguar el arsénico
como veneno en los asesinatos, por esa razón este tóxico empezó a perder la hegemonía
como primera alternativa en los envenenamientos homicidas.

Stas (1813-1891) médico y químico analítico belga, aisló en 1850 la nicotina del
interior de las vísceras. En 1870, Selmi descubrió las ptomaínas, sustancias elaboradas
en la putrefacción de los cadáveres, cuya composición es semejante a los alcaloides y
daba erróneos positivos en la utilización de venenos o tóxicos.

Dichos descubrimientos resultaron trascendentales para la Toxicología, en especial para


su rama judicial. En ciertos territorios hay centros de toxicología judicial, sin embargo,
lo más recurrente es que los estudios toxicológicos de interés legal se realicen en los
laboratorios de Medicina Legal.
DESARROLLO DE LA TOXICOLOGIA EN AMÉRICA

En el continente americano, a la llegada de los españoles, los nativos eran poseedores de


un saber sobre las características de las plantas y los animales venenosos. No hay datos
de cómo aprendieron los indios americanos las características de la coca (Erythroxylum
coca), la ipeca, el curare (Strychnos crevauxii, tocinera, castelnaei), entre otras; de ellos
fueron tomadas aquellas características para aplicarlas a la terapéutica.

Entre los pueblos prehispánicos de Colombia y Panamá, los indios chocos usaban
venenos extraídos de ranas para generar dardos envenenados para la caza y hacer
prácticas mágico-religiosas. La secreción de un sapo de árbol (Rhinella marina) que
mide menos de 3 cm de extenso, tiene una dosis de veneno suficiente para asesinar a mil
ratones. Los originarios de lo cual hoy es Colombia, al oponerse al conquistador Lugo,
usaron flechas impregnadas o "herboladas" cómo se las llamaba.

Andrés Posada Arango, fundador de la Academia de Medicina de Medellín, en su


publicación de 1888 aseguraba que (...) dichos efectos no los causa el curare (...) y aun
cuando desconoció el inicio activo dedujo que (…) los indicios tetánicos que este último
provoca hicieron observar su base como análoga a la estricnina, mientras tanto que se
desconoce todavía la naturaleza del inicio tóxico de upas antias, que parece ser una
resina.

El famoso curare de los indios americanos viene de distintas especies botánicas del
conjunto astracanes (Strychnos crevauxii, vocifera, castelnaei). Varias tribus del norte
del Brasil combinan las características del curare con el añadido de venenos de serpiente
para potenciar su letaliadad.

Uno de los primeros de Europa en conocer las flechas con curare, ha sido Alonso Pérez
de Tolosa en 1548, a lo largo de la investigación del lago Maracaibo en Colombia.
Actualmente es el veneno que se asocia más comúnmente a la utilización de las flechas
envenenadas. Keymi, tras recorrer el Orinoco en 1596, fue quien llevó esta droga a
Europa.

Ya durante el siglo XVIII, Gumilla, La Condamine, Ulloa y Veigl entre otros, aportaron
información sobre las propiedades venenosas de las drogas que con el tiempo serían un
medicamento. A los comienzos del siglo XIX, Humboldt y Bonpland fueron los
primeros científicos en estudiar sus propiedades.
Continuaron luego las investigaciones Martius y Spix, Poepping, Youd, los hermanos
Schomburgk, De Castelnau y Spruce quienes, a mediados de ese siglo, extendieron los
conocimientos botánicos, etnológicos y científicos del curare.

El crecimiento exponencial de la Toxicología data de la época de la posguerra (después


de la II Guerra Mundial), una vez que se dispara la producción de moléculas orgánicas
como por ejemplo drogas, pesticidas y sustancias químicas de uso industrial y militar.

Hacia 1955, el toxicólogo de Estados Unidos Arnold Lehman redactó otro adagio que
realizaría historia en la Toxicología: Usted podría ser un toxicólogo en 2 sencillas
lecciones, cada una de 10 años.

En Latinoamérica se debe resaltar a Emilio Astolfi (1930-1995), doctor argentino, que


puede considerarse el padre de la Toxicología en este conjunto de naciones, como
también Waldemar Almeida, médico brasilero, pionero de la Toxicología en Brasil,
quien realizo grandes aportes en el campo de la investigación y diseño la cátedra de
Toxicología y el Centro de Estudios Toxicológicos en el Instituto Oswaldo Cruz, de Río
de Janeiro.

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