Está en la página 1de 4

"¿Y qué es la Navidad Gnóstica?

Todos hemos escuchado la historia de… hace 2000 años en un pesebre, en


Belén, adorado por tres reyes magos que fueron guiados por una estrella…, nació
un niño que fue el “Niño Jesús”… pero poco se nos ha contado sobre el verdadero
simbolismo de ello.

Y además… ¿qué tiene que ver esa historia con migo?

La razón de nuestra existencia es solo una, bien clara y definida: “La


Autorrealización Íntima del Ser” que no es más que la unión de cualquiera de
nosotros (el Hijo) con nuestro Ser (el Padre), yendo de la mano de la Madre. Todo
lo que sucede en nuestra existencia tiene ese objetivo… acercarnos al Ser, elevar
nuestro nivel del Ser.

Es por esto que la historia de la navidad o “nacimiento” de Jeshuá Ben Pandirá


tiene que ver con cada uno de nosotros y ello es, extraordinariamente, inquietante.

Así como el Cristo tiene tres connotaciones: El Cristo Histórico, el Cristo Íntimo y el
Cristo Cósmico; la Navidad también, por supuesto; ¿cómo puede haber navidad
sin el nacimiento del Cristo?

“Jesús Cristo”, del cual hemos oído hablar, que nació, predicó el “reino de Dios”,
murió y resucitó en la región de Judea hace 20 siglos, es el Cristo Histórico. Título
esgrimido también por Maestros como Hermes Trismegisto, Enoch, Moisés, Juan
el Bautista, Quetzalcóatl, Zoroastro, Krishna, Samael Aun Weor quienes, entre
otros, han sido Cristos Históricos.
Pero de nada me sirve que hayan nacido varios Cristos en diferentes épocas y
lugares de la tierra si no logro que el Cristo nazca en mi corazón. ¿Por qué
hacerlo? Sencillamente porque para llegar al Ser, primero hay que encarnar al
Cristo, así que es el camino obligatorio en nuestra misión.

Todo inicia con pruebas, tentaciones y sus respectivas trascendencias, y el


estudiante juicioso empieza a escalar iniciaciones, primero las nueve de Misterios
Menores que pueden ser conquistadas por solteros y, más rápido por casados;
luego vienen las iniciaciones de Misterios Mayores o encarnaciones de los
respectivos sephirotes (esferas de poder): la del cuerpo físico, consistente en el
despertar y ascenso de la “Kundalini”, desde el coxis, hasta nuestro entrecejo, al
igual que la del cuerpo vital o etérico que la sigue; a continuación les suceden las
iniciaciones correspondientes a los cuerpos astral, mental y causal en las cuales el
dragón – serpiente de nuestros divinos poderes sube al entrecejo y baja al
corazón; es en esta correspondiente quinta iniciación en donde el iniciado es
probado una vez más y al seleccionar la vía directa, recibe la “Iniciación Venusta”
y nace el “Cristo Íntimo” en él, lo ha encarnado y se lleva a cabo la fiesta de la
Navidad del Corazón. Al encarnar nuestro Cristo Íntimo, nos hemos convertido en
un Cristo Histórico más.

Pero el Cristo Íntimo es un bebé que nace en Belén (“Torre de Fuego”), que es
nuestra columna vertebral por la que ha ascendido la Kundalini, producto de la
transformación de los diversos mercurios en cada una de las iniciaciones: Primero
el mercurio negro, luego el mercurio blanco seguido del mercurio amarillo y, como
corolario, la corona púrpura. Estos “tres mercurios” son representados por los tres
reyes magos que no son más que el simbolismo del trabajo alquímico en la “Gran
Obra”, el mercurio es el esperma sagrado que en cada iniciación se transforma en
tres niveles.
La estrella que guía a los reyes magos es la Estrella de David, con sus seis
puntas: Un triángulo superior (con su vértice hacia arriba) simbolizando el fuego (el
azufre = la pasión) y uno inferior (con su vértice hacia abajo) simbolizando el agua
(el mercurio = el esperma), en ella el secreto: El fuego sagrado, el fuego del
Espíritu Santo (de la Kundalini), el azufre fecundando el mercurio y formando la
“Estrella de Salomón”.

El Cristo nace en medio de animales (nuestros yoes o defectos), por ello el


pesebre, en particular, una mula que es un animal estéril y un buey que es
eunuco, simbolizando, claramente, la auténtica castidad. Y empieza a crecer en
medio de grandes dificultades mientras hace milagros: cura ciegos que no han
visto el camino hacia el Ser, sana paralíticos que no están recorriendo el camino
de la “autorrealización” y, finalmente, vive el vía crucis para encarnar el Cristo
Cósmico y, en ese proceso, morir y luego resucitar como el ave fénix, de sus
propias cenizas, más poderoso que antes, convertido, como muy pocos, en un
maestro resurrecto. En este punto el Iniciado Cristo es uno con todos los otros
iniciados en su mismo estado o nivel, es la Unidad Múltiple Perfecta en donde la
diversidad es la unidad. En este punto, ya se han recorrido cuatro iniciaciones más
luego de la venusta: se ha unido el Iniciado (alma humana) con su alma divina en
el plano de la conciencia y, a su vez, al franquear la séptima, con su Íntimo, con su
Padre; además, ha conquistado la octava iniciación en la que ha adquirido la
inteligencia universal y ha encarnado, precisamente, la sabiduría universal en la
novena.

Es ese el héroe que todos llevamos dentro, que ansiamos vivir para lograr la
verdadera navidad de nuestro corazón: la Encarnación del Cristo Cósmico, para
que luego de otra iniciación, alcancemos, por fin, al Padre del Padre, y nos
unamos con el Ser pudiendo exclamar “Mi Padre y Yo somos Uno”, coronándonos
con el décimo “Aeón”.
El camino es claro, trabajar con los tres factores de la revolución de la Conciencia:
“Morir”, “Nacer” y “Servir a la Humanidad”; he ahí, de manera maravillosamente
simple y completa lo que debemos hacer: Deshacer el yo psicológico, practicar
intensamente la magia sexual y vivir la caridad y el amor conscientes, en particular
brindando el conocimiento trascendental a los demás.

Leonardo Pulido Martínez.

También podría gustarte