En los bosques tropicales de la península de Yucatán, México, la apicultura es una
actividad de hace tres mil años para los mayas indígenas.
En 2012 el gobierno mexicano otorgó permisos al gigante agroquímico multinacional Monsanto, para cultivar soya genéticamente modificada en siete estados mexicanos, grandes áreas de bosques biodiversos fueron deforestados para dar espacio a seiscientos mil acres de este nuevo cultivo. Monsanto ha sido y sigue siendo una de las empresas que ha creado más controversia a nivel mundial debido al peligro potencial de sus productos sobre la salud humana, animales, plantas y sobre el medio ambiente en general. La compañía controla el 90% de las semillas genéticamente modificadas: variedades de soya, canola y maíz, han sido patentadas por Monsanto. Pero el peligro más latente es el uso de sus herbicidas, no solo controlan las plagas sobre sus propias semillas, también exterminan a cualquier otro tipo de semilla que esté a su alcance, además de ser extremadamente tóxico para los humanos. Los mayas se dieron cuenta de la muerte de sus abejas debido a las fumigaciones aéreas, se decidieron organizar entre comunidades. Leydy Araceli Pech Martín originaria de la comunidad ICH EK, municipio de Hopelchén en el estado de Campeche, encabeza esta unión de comunidades. Ayudo a reunir una amplia coalición de organizaciones comunitarias, ambientalistas y apicultores. Leydy es fundadora de la asociación KOOLEL-KAB (Mujeres que trabajan con miel). Rápidamente descubrieron que los permisos de Monsanto se habían otorgado ilegalmente, debido a un tratado que obliga al gobierno mexicano a consultar a los pueblos indígenas sobre nuevos cultivos y sistemas que amenacen el equilibrio de su ecosistema. Leydy y el colectivo de comunidades mayas de los chenes lanzaron una poderosa campaña de sensibilización que recibió un apoyo público abrumador, esto puso a Monsanto y al gobierno a la defensiva, confrontándolos y desprestigiándolos. No se dejaron aplastar por las amenazas, ni el miedo pudo apoderarse de sus corazones, se sentían unidos como pueblo maya, se sentían uno contra el mundo que quería obligarlos a ceder sus vidas ante Monsanto. En una decisión histórica, la suprema corte suspendió los permisos para la soya transgénica de Monsanto, en espera a la consulta a las comunidades mayas, sin embargo, no se detuvo la siembra de soya transgénica. La lucha apenas comenzaba, se dedicaron a denunciar cultivos de soya ilegales y defendiendo sus derechos en reuniones de consulta. Cuando la gente comenzó a enfermarse, Leydy sospechó una conexión con el mayor uso de pesticidas tóxicos, se alió con investigadores que encontraron niveles peligrosamente elevados en todos los ámbitos. Después de cinco años de persistencia y el liderazgo por parte de Leydy y el colectivo de comunidades mayas, la evidencia no podía ser ignorada, en una victoria verdaderamente histórica, el gobierno revocó por completo los permisos de soya en siete estados de la república, Leydy y su pueblo maya habían prevalecido. Con enorme satisfacción los pueblos mayas habían resistido contra la más grande agroquímica, demostrando su valentía y honor. No se sintieron solos, los mayas están en una lucha que les hace gritar que están vivos. El pasado 30 de noviembre de 2020 Leydy fue galardonada con el Premio Goldman 2020, el cuál es considerado por algunos especialistas como el “Premio Nobel del medio ambiente” gracias a su constante lucha contra Monsanto. Tras ganar el premio, Leydy expresó a la BBC que desde que inició su lucha se vio atacada por gobiernos y empresas, quienes le aseguraban que todos sus esfuerzos serían en vano, pero eso no la detuvo. -"Eso no me paralizó; al contrario, hizo que buscara más aliados. Encontré la fuerza en la unidad del pueblo maya”, afirmó la luchadora ambiental.