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CASO BERMAN

La señorita Berman llegó a Tel Aviv, siendo mayor de 18 años de edad. Como los padres se
negaban a autorizarla a contraer matrimonio, planeó regresar a Bs As donde la familia estaba
domiciliada, para requerir la venia judicial en el juicio de disenso. Sin embargo, para poder
viajar a la argentina necesitaba pasaporte argentino que el Consulado, por considerarla menor
de edad, se negaba a extenderle.

Berman pidió ante la justicia argentina que autorizara al Consulado argentino a conceder el
pasaporte para que pudiera regresar a BsAs y tramitar la venia judicial respectiva. El tribunal
de primera instancia resolvió proveer a la peticionaria el pasaporte solicitado. El padre de la
menor se alzó contra la sentencia.

El asesor de Menores de la Cámara sostuvo que se imponía la revocatoria de la sentencia de


primera instancia, ya que en virtud de que Berman se encontraba domiciliada en Israel, debía
aplicársele la ley de ese país.

CASO VALLE INCLÁN

La señorita Valle Inclán, siendo menor de edad, había sido enviada por su madre a viajar por
diversos países durante la guerra civil española. Desde Chile, entra con un pasaporte precario
con calidad de turista por el plazo de tres meses a Argentina. El documento le fue concedido
por el cónsul español y visado por el de nuestro país, quedando sometida a las autoridades
argentinas de conformidad con la ley local. Ordenada la repatriación a pedido de la madre,
mediante exhorto diplomático, se ordenó su desembarco por encontrarse enferma.

Durante su estancia en nuestro país la menor cumple 22 años, edad establecida para la
adquisición de la capacidad, y pide al asesor de menores que tramite su declaración de
mayoría de edad ante el juez argentino de la tutela. La ley española establecía la mayoría de
edad en 25 años.

La sentencia de cámara revoca el pronunciamiento de primera instancia que había


desestimado el pedido formulado por la peticionaria.

Sobre las incapacidades resultantes de la condenación penal, la doctrina se divide entre


aquella corriente que propone la aplicación extraterritorial de las incapacidades resultantes de
la condenación penal, o bien la otra línea de pensamiento que sostiene que estas
incapacidades son de carácter territorial.

La incapacidad derivada de la edad es una incapacidad de ejercicio que se establece en


protección a la persona del menor. Los menores de edad se encuentran sometidos a una
representación de carácter necesario, a la de los padres, y en caso de fallecimiento o pérdida
de ejercicio de la responsabilidad parental, la ley acude a la tutela.

Asimismo, cuando se trata de mayores incapaces de administrar sus bienes, la ley se ocupa de
organizar la protección a través de la institución de la curatela

FALLO DUPRE
Es válido el acto realizado en la Argentina por un extranjero toda vez que cumpla con los
requisitos de capacidad de su respectivo país. En este caso, Dupre, domiciliada en Chile, se
aplicarán las normas de dicho país para establecer la capacidad o incapacidad de ella. De esta
manera, era capaz para estar a derecho.

Rige en la materia principalmente la ley del estatuto personal (ley de domicilio o de


nacionalidad). Por regla general, la capacidad adquirida es irrevocable. Esto implica que si una
persona es considerada capaz según la ley de su domicilio y se traslada a otro Estado
realizando allí algún acto jurídico, será tenida por capaz, aún cuando no reúna las condiciones
que la ley de este último determine como condicionantes de la capacidad. Por ello en este
fallo, Dupre, a pesar de ser incapaz conforme al derecho argentino, fue considerada capaz
porque así establecía la ley chilena.

FALLO SOLÁ

La mujer que contrajo matrimonio con el causante en Paraguay sin que se hubiera disuelto el
celebrado anteriormente en nuestro país promovió juicio sucesorio.

Primera y segunda instancia negaron la legitimación para iniciar el referido juicio.

El caso llega la CSJN, y esta dispone que “la legitimación de la viuda para iniciar la sucesión
depende de la celebración válida de su matrimonio con el causante y ésta, a su vez, se supedita
a la disolución válida del primer matrimonio contraído por aquél en la República Argentina.

En tales condiciones, resulta de aplicación el Tratado de Derecho Civil Internacional de


Montevideo de 1940, aprobado por el decreto ley 7771/56 -en el que las Repúblicas del
Paraguay y Argentina son partes contratantes- que, en su art. 13 sujeta la validez del
matrimonio a la ley del lugar en donde se celebre, y a su vez, faculta a los Estados signatarios a
no reconocer el matrimonio que se hubiere celebrado en uno de ellos cuando se halle viciado
de alguno de los impedimentos allí enumerados, entre ellos, el matrimonio anterior no
disuelto legalmente (inc. e).

4. Que, al tiempo de la celebración en Paraguay del matrimonio de J.V.S. con M.C.F. (3/7/80),
la autoridad judicial argentina había dictado el divorcio del primer matrimonio del causante, en
los términos del art. 67 bis ley 2393. Ello significa que el derecho del domicilio conyugal no
había disuelto el vínculo al tiempo de la celebración de la segunda unión. De la partida del
segundo matrimonio acompañada en estos autos no surge si el Sr. S. se declaró soltero o
divorciado ante la autoridad habilitada para la celebración de los matrimonios en el Paraguay.
Sea que en el país vecino se haya considerado, equivocadamente, que el llamado divorcio por
la ley 2393 permitía recuperar la aptitud nupcial o, lo que es más probable, se haya ignorado,
por ocultamiento del contrayente, la existencia de un vínculo anterior no disuelto legalmente,
lo cierto es que Paraguay tampoco admite la bigamia. Sin embargo, la validez de este segundo
matrimonio celebrado en el Paraguay no fue atacada en vida del causante y, probablemente,
se ha consolidado, pues el derecho interno en cuyo seno se ha constituido, esa situación
jurídica no admite -al igual que el derecho interno argentino- la acción de nulidad sino con
limitaciones (art. 188 CC. paraguayo).

5. Que en el sub lite lo que se trata de verificar según el derecho internacional privado
argentino es la satisfacción de los recaudos de validez de una situación creada en el extranjero
y que es llamada a desplegar efectos en el foro. Este examen debe efectuarse según las
disposiciones del Tratado de Montevideo de Derecho Civil Internacional de 1940 que, en el
caso de matrimonio celebrado en otro país contratante con impedimento de ligamen, no
impone a los otros países contratantes la obligación internacional de desconocerle validez sino
que deja librado al orden público internacional del Estado requerido la decisión sobre la
reacción que más convenga al espíritu de su legislación.

6. Que el art. 4º del Protocolo adicional al Tratado establece que las leyes de los demás
Estados jamás serán aplicadas contra las instituciones políticas, las leyes de orden público o las
buenas costumbres del lugar del proceso. Ello significa que la Argentina puede desconocer o
reconocer validez a la segunda unión, según los imperativos del orden público internacional
del foro, y en ambos supuestos actuará en fiel cumplimiento del Tratado.

7. Que en este orden de ideas, cabe señalar que el orden público internacional no es un
concepto inmutable y definitivo sino esencialmente variable, pues expresa los principios
esenciales que sustentan la organización jurídica de una comunidad dada, y su contenido
depende en gran medida de las opiniones y creencias que prevalecen en cada momento en un
estado determinado. De allí que la confrontación debe hacerse con un criterio de actualidad,
noción que es ampliamente recibida en el derecho comparado.

8. Que el principio de la disolubilidad del matrimonio civil por divorcio fue introducido
jurisprudencialmente en Fallos 308-2268 y fue recogido por la reforma que la ley 23515
introdujo en el derecho matrimonial positivo argentino. La citada ley adoptó nuevos criterios
de valoración sustancial al admitir la disolución del vínculo por divorcio para los matrimonios,
los procesos en trámite e incluso para las sentencias de separación pasadas en autoridad de
cosa juzgada extranjeras y nacionales que puedan transformarse en sentencias de divorcio.

9. Que esta modificación de los principios que informan la legislación matrimonial argentina es
relevante para lo que se discute en autos pues, en virtud del criterio de actualidad del orden
público internacional, el orden jurídico argentino carece de interés actual en reaccionar frente
a un matrimonio celebrado en el extranjero que es invocado en el foro en virtud de los
derechos sucesorios reclamados por la cónyuge supérstite.

10. Que, en virtud de las consideraciones precedentes, cabe reconocer a la recurrente


legitimación para iniciar la sucesión del causante.

CASO DANIELA

La CSJN en 1995 confirmó la sentencia de primera y segunda instancia haciendo lugar a la


restitución de la menor al Canadá conforme lo solicitara su padre y aplicando la convención de
la Haya sobre aspectos civiles sobre el secuestro internacional de niños.

Sin embargo, la postura minoritaria sostuvo una opinión diferente. Por un lado, consideran
que el padre no cumple con los requisitos para solicitar la restitución en tanto no se probó en
autos que el traslado de la menor por parte de la madre a Argentina haya sido de forma ilícita
o ilegítima. A su vez, tampoco invocó ni probó la existencia de una ley canadiense que diera
razón a su afirmación de que la madre retuvo a la niña en forma ilícita en Argentina.

Por otro lado, haciendo caso al principio fundamental del interés superior del niño consagrado
en la Convención sobre los derechos del Niño, y el artículo 13.b de la Convención de la Haya,
consideran que la restitución de la menor a Canadá supondría un grave detrimento para su
salud psíquica, en atención a las evaluaciones psicológicas que se le habían efectuado en el
transcurso del proceso. Por tanto, rechazan la restitución de la niña a Canadá con el padre, por
entender que implica un perjuicio hacia la menor separarla de la madre.
A su vez se entiende que las cuestiones de fondo no pueden ser tratadas por el juez que está a
cargo de la restitución. La restitución es una cuestión judicial independiente.

CASO S.Z.A.A

1995. Un matrimonio entre una argentina de religión cristiana y un palestino de religión


musulmana se celebró en Londres en 1979. El matrimonio se trasladó a Kuwait, donde nació el
hijo de ambos.

El padre se encontraba en Londres transitoriamente en 1990, cuando se produjo la invasión de


Irak a Kuwait. Por ese motivo, la madre huyó a través del desierto con su hijo, via Amman, para
encontrarse con su esposo.

El marido -activista del movimiento árabe- fue amenazado de muerte, razón por la cual la
madre volvió a la argentina con su hijo menor. El padre reclamó ante la autoridad central de
Inglaterra la restitución internacional del menor.

En este caso el tribunal sostuvo que la convivencia del menor con el padre, por sus posiciones
ideológicas y políticas, lo colocaba ante el riesgo grave de sufrir un peligro físico, por cuyo
interés correspondía velar. Restituir el menor a su padre implicaba exponer al niño a una
situación intolerable que justificaba la excepción.

FALLO MENDEZ VALLES

No coincido con la federalización de las cuestiones de derecho común, al verse violentada la


distribución de las jurisdicciones establecida en la constitución nacional. Corresponde a la
jurisdicción local analizar al derecho común, según se desprende de la constitución. La CSJN
podría haber permitido la viabilidad del recurso extraordinario respetando la jurisdicción local
si hubiese afirmado que los casos en los cuales se controvierta respecto del alcance e
interpretación de normas de derecho común deben ser resueltas por los tribunales locales y
que tales decisiones son recurribles y pueden habilitar la instancia extraordinaria por estar
contenidas estas normas de derecho común en un tratado internacional ya que éste constituye
un acto federal complejo cuyo incumplimiento puede acarrear responsabilidad internacional al
estado argentino. La Corte podría haber fallado de una manera más cercana a la constitución,
respetando el régimen federal.

Tiene un impacto negativo, al limitar los poderes de las provincias que la constitución les ha
delegado. Una vez más, se ve violentado el régimen federal que establece la constitución.
Implica un detrimento a las jurisdicciones locales y su competencia para analizar las cuestiones
que susciten el derecho común. Las normas de derecho común no cambian de naturaleza por
estar contenidas en un tratado internacional. admitir la federalización de materias
expresamente no delegadas por las Provincias a la Nación es un exceso de poder.

Resulta aplicable el derecho argentino. Para la determinación de la ley aplicable a un contrato


con elementos multinacionales, ante la ausencia de elección de las partes sobre el derecho a
aplicar la relación jurídica, cabe acudir a las normas de conflicto de fuente legal que regulan el
caso. Al plantearse el caso ante un juez argentino, éste aplicará las normas de conflicto
argentinas. De esta manera se aplica el Tratado de Derecho Civil Internacional de Montevideo
(1940), tratado que ambos países ratificaron, ya que las normas de fuente convencional
desplazan jerárquicamente a las de fuente interna.
La Corte entiende que el contrato de cesión de créditos celebrado en el Uruguay, cuyo objeto y
efectos están localizados en el país, se rige por el derecho argentino en lo relativo a la calidad
de la forma que deba revestir. No obsta a dicha conclusión la invocada consensualidad del
contrato, ya que aunque pudiera considerarse que se perfeccionó en Uruguay, el cedente debe
cumplir con su obligación de transferir y garantizar el crédito litigioso en la Argentina, en
donde se radica el juicio.

A su vez, la ley argentina también rige la oponibilidad de la cesión de créditos celebrada en el


Uruguay al deudor cedido domiciliado en la Argentina, ya que de acuerdo al artículo 37 in fine
del tratado previamente mencionado, todo cuanto concierne a los contratos se rige por la ley
del lugar en donde el contrato debe cumplirse.

La Corte interpreta el artículo 36 de los Tratados de Montevideo distinguiendo entre el


derecho que impone determinada forma, de aquél que reglamenta la realización de la forma
impuesta por el primero. De esta manera entiende que la ley del lugar de cumplimiento del
contrato determina qué calidad debe tener el documento en que conste el acto, en
consonancia con el artículo 37. Y, por otro lado, que la ley de lugar de celebración es aquella
que rige las formas y solemnidades del acto jurídico.

CASO GOMEZ

Sucesión de carácter internacional. El causante Gómez fallece en EEUU, constituyendo su


acervo hereditario un bien inmueble ubicado en argentina y su único heredero registraba
domicilio en argentina.

El juez califica al domicilio según la lex fori, y por ello entiende que si bien el domicilio legal del
señor Gomez era en Argentina, su domicilio real era en EEUU, por tanto resuelve la apertura
de jurisdicción internacional.

El juez sigue la teoría de la unidad, entendiendo que al patrimonio deberá aplicarse la ley
personal del causante, es decir, la de EEUU. El juez, asimismo, decide a favor de su
competencia, teniendo en cuenta razones de economía procesal y acceso a la justicia, siendo
que tanto el heredero como el bien hereditario se encontraban en el país.

CASO BABKOK V JAKSON

El matrimonio Jakson invitó a la señorita Babcok, todos domiciliados en NY, a una excursión en
Ontario, Canadá, donde, al estrellarse el vehículo conducido por el señor Jakson, resultó
gravemente herida Babcok. Conforme al criterio tradicional, la ley aplicable era la de Ontario,
por sser el lugar donde se verificó el daño.

En esta ocasión el tribunal de NY consideró aplicable su propio derecho. Fundó la aplicación


del derecho de NY en que ese era el lugar donde los protagonistas del caso estaban
domiciliados, donde se había constituido la relación y donde había tenido principio o debía
haber acabado el paseo de fin de semana a Canadá. De tal forma, era NY y no Ontario el lugar
de la “conexión más significativa”, además de ser también la “más directamente y fuertemente
interesada” en la situación planteada.

FALLO GUILIANI

Ocurre un choque en Uruguay entre dos argentinos domiciliados en argentina.


Se inicia el juicio por daños y perjuicios en jurisdicción argentina. Ambas partes manifiestan
como derecho aplicable el argentino. Según el tratado de Montevideo del 40 debería aplicarse
el derecho uruguayo, ya que según el tratado la ley aplicable es la del lugar de comisión del
hecho.

En su momento, se sanciona un convenio bilateral entre argentina y Uruguay, que fue


posterior a la comisión del hecho. El convenio establece que si ambas partes poseen el mismo
domicilio, pueden aplicar dicha ley.

En la responsabilidad extracontractual no existe autonomía de la voluntad. La cámara entiende


que el convenio era retroactivo y por tanto se aplicó el derecho argentino.

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