Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Ec 001 08
Ec 001 08
Proyección geográfica
de la evolución
265
que en taxonomía formal se han intentado sosla- El efecto de partición de poblaciones en siste-
yar hablando de especies politípicas, que se pue- mas de islotes sobre la evolución de estas pobla-
den considerar descompuestas en varias subespe- ciones no sólo afecta a los organismos terrestres,
cies o razas, todas las cuales, juntas, forman un sino también a los marinos. En la costa yugoslava
círculo de formas o «Rassenkreis». se observa una gran diferenciación dentro del
El tipo de evolución es diferente en ambos género de feofíceas Cystoseira 21 y se puede supo-
casos y no debe extrañar demasiado que el se- ner que una costa muy recortada, con numerosos
gundo modelo, donde la separación en subespe- islotes, sometida a fluctuaciones en el nivel del
cies y en especies está más marcada, haya atraido mar como las acaecidas durante el Cuaternario,
especialmente la atención de los que consideran ha ofrecido múltiples oportunidades de fragmen-
la especiación como un aspecto principal de la tación, aislamiento y recombinación de poblacio-
evolución. Por la proyección geográfica que tiene nes, una de cuyas consecuencias ha podido ser
el proceso de especiación, la misma situación men- la aparición de un foco local de diferenciación
cionada en segundo lugar ha suministrado ejem- específica.
plos clásicos en la elaboración de la teoría biogeo- En todos estos casos, la evolución puede parecer
gráfica, especialmente cuando el aislamiento entre excesivamente rápida en comparación con la velo-
las pequeñas poblaciones ha sido muy claro. Sin cidad a que transcurre en otros ambientes. Cier-
embargo, entre uno y otro tipo de evolución no tamente, la pequeñez numérica de las poblaciones
existen diferencias más importantes que las que es un factor que debe tenerse en cuenta. Las po-
se relacionan con el contexto ecológico en que blaciones de lagartijas aisladas en los islotes son
vive la especie. Las especies se pueden considerar del orden de centenares de individuos. La peque-
como conductores de energía entre unos y otros ña dimensión de las poblaciones se h a considerado
niveles de un ecosistema, con mayor o menor in- siempre como un factor que acelera su posible
tensidad, en relación con su tasa de mortalidad cambio. En la teoría de la deriva genética, aso-
respectiva, y esta mortalidad, necesariamente im- ciada al nombre de Sewall Wright, la dimensión
plicada en su posición en el sistema, es suficiente de la población define la distribución de las pro-
para evolucionar, evolucionen o no. Por esta ra- babilidades de cada una de las desviaciones po-
zón, caen por su base muchas disquisiciones acer- sibles.
ca del costo de la selección natural 11, 41; existe Existen pruebas directas: en la mariposa Eu-
una mortalidad inevitable y lo que varía es el phydryas aurinia 27 los cambios morfológicos en el
grado y la forma como se aprovecha. Esto equi- tiempo son relativamente mayores cuando las po-
vale a repetir que la asimilación de las mutacio- blacio,nes son numéricamente muy reducidas.
nes como base de una evolución sólo se puede Igualmente se ha observado un aumento de la
entender en el marco del ecosistema. variabilidad intraspecífica en el saltamontes Schis-
tocerca cuando los grupos de individuos son pe-
queños 95. Pero semejante deriva genética no es
Pequeñas poblaciones aisladas una alternativa o algo opuesto a la selección na-
tural, sino su complemento 18. De manera que
Archipiélagos, lagos de agua dulce, cuevas y ciertas convergencias, o características de la evo-
otros ambientes de tipo insular son propicios a lución en islotes deben ser explicadas también
la diferenciación taxonómica. En las islas medi- como adaptaciones, independientemente de dar
terráneas, lagartijas, caracoles y también otros por descontada una posible aceleración del pro-
animales como las musarañas (Crocidura) 56 ceso evolutivo basada en la pequeñez de las po-
muestran una diferenciación considerable entre blaciones con el aditamento, verosímil en este
unas y otras islas y, frecuentemente, entre los dis- caso, de fijación al azar de caracteres neutros
tintos islotes de un mismo archipiélago. La evo- divergentes.
lución ha sido rápida, no sólo porque la edad de Consideremos, como ejemplo, las lagartijas de
las diferencias no puede superar a la edad trans- Ibiza 15. 20. Es notable que todas las formas resi-
currida desde que los islotes estuvieron unidos dentes en los islotes tengan, dentro de variacio-
cuando el nivel del mar era más bajo, por ejem- nes atribuibles a mutaciones aleatorias, una ten-
plo, las razas de lagartijas de los islotes de las dencia común al aumento de tamaño y al oscure-
Pitiusas y de la costa italiana tuvieron que dife- cimiento de la coloración, que aparece recargada
renciarse en no más de 10000 años, sino también de matices azules y negros, exceptuando L. pityu-
por la prueba directa del hallazgo de fósiles y sensis grueni, de un islote próximo a Ibiza, cuya
subfósiles in situ, como en el caso de los cara- coloración puede entenderse más bien como una
coles terrestres del género 1berellus de Baleares 15, adaptación con sentido críptico al color del suelo.
cuyas conchas han cambiado considerablemente Eisentraut 20 interpreta aquella convergencia por
de forma desde el Tirreniense. selección generalizada de ciertas características:
266 Biogeografía
una mayor proporclon de alimento vegetal favo- ojos 43 aumentan rápidamente la divergencia mor-
recería los genotipos con intestino relativamente fológica entre poblaciones cuyas diferencias son
más largo que, por simple correlación orgánica, probablemente pequeñas en términos del número
son también los más corpulentos. Pero también de genes cambiados.
es posible ver en la mayor corpulencia media el En consecuencia, las distintas poblaciones ais-
resultado de un aligeramiento de la presión de ladas unas de otras, por estar sometidas a pare-
selección. Aunque la cifra total de individuos de cida presión de selección -o por experimentar
las poblaciones es baja, la densidad por unidad en un mismo grado un aligeramiento en dicha
de superficie es relativamente alta en los islotes presión-, así como por conservar cierto sistema
e indica la ausencia de enemigos. En los lagartos de correlaciones orgánicas, pueden seguir una
de poblaciones que habitan islotes se observa una evolución aproximadamente paralela, aunque con
menor frecuencia de colas amputadas que en los pequeñas diferencias de detalle, que afectan muy
que viven en el continente, hasta 8 veces menos, frecuentemente a caracteres neutros o de poca
lo que se considera como testimonio de que están importancia ecológica, aunque sirven de base
sujetos a una menor depredación 92. Probablemen- para separar formas taxonómicas. El proceso de
te esta observación es aplicable también a las diferenciación por aislamiento requiere ser estu-
lagartijas de los islotes de las Pitiusas. La falta diado con enfoque ecológico.
de la presión de selección constituida por los de- La fauna de las cuevas, repartida en unidades
predadores explicaría la pérdida de la agilidad reproductoras relativamente pequeñas y muy ais-
que ocurre cuando el tamaño aumenta, así como ladas, ha conducido a una subespeciación grande,
de la coloración críptica, y, además, una prolonga- tanto mayor cuanto más antigua es la colonización
ción de la vida, sobre cuyo valor no se dispone de de la región. El paso de formas del exterior a la
datos precisos. De esta forma pueden manifes- vida subterránea se escalona a lo largo del tiempo
tarse las tendencias naturales al aumento de talla y en muchas estirpes se efectuó en fecha muy
media (por el simple hecho de dar más descen- remota. Tiene importancia que la ocupación ini-
dientes las combinaciones génicas que dan tam- cial se hiciera por un pequeño número de indi-
bién animales mayores, y por el aumento de la viduos. Las vías seguidas fueron múltiples, y para
edad media de la población) y a depositar guani- muchos grupos de organismos pasaron a través
nas y melaninas en la piel, en vez de acumularlas del suelo. Una vez ocupada una cavidad subte-
en el interior (peritoneo) o metabolizarlas, lo cual rránea, la competencia por parte de los primeros
requiere un ajuste fisiológico más complejo. Este ocupantes ha limitado indudablemente el éxito
tipo de evolución, tipificado por las lagartijas, de nuevas colonizaciones. En todos los grupos,
representa un notable paralelo con el de los ani- los organismos cavernícolas se hallan mucho más
males domésticos, en los que la supresión de diferenciados taxonómicamente que sus afines que
agentes selectivos ha dejado libre la variación viven en superficie, lo que se atribuye al aisla-
según direcciones diversas. miento o «insularidad». Anfípodos, isópodos, co-
Es un hecho general que las poblaciones insu- pépodos, anélidos, etc., de aguas subterráneas
lares de especies sobre las cuales se reduce la están subdivididos en muchas más especies o sub-
presión de depredación son bastante variables especies que los correspondientes de aguas superfi-
morfológicamente, y no sólo los animales estricta- ciales, y en especies comensales o parásitas dicho
mente ligados a tierra, sino también las aves que efecto está reforzado por la dependencia de deter-
viven en las islas. Si los agentes de destrucción minadas especies hospedadoras. No debe extrañar
continúan siendo igualmente efectivos, la con- que los ostrácodos (Entocythere, Sphaeromicola)
secuencia de la reducción numérica de las pobla- dependientes de los decápodos subterráneos (Cam-
ciones insulares bajo condiciones de selección uni- barus) americanos o de los isópodos subterráneos
formes, es más bien una pérdida de variabilidad europeos muestren una gran riqueza de especies
genética (Drosophila, Sphaeroma, etc.). vicarias.
Puesto que las regularidades de forma expresa- Los lagos, por su caracter igualmente «insular»,
bIes por la ley de alometría tienen carácter adap- son asiento asimismo de un activo proceso de
tativo (pág. 149), cambios originariamente senci- especiación. Estudios biométricos de las poblacio-
llos se manifiestan en muchas características y dan nes de cladóceros pelágicos en los lagos alpinos,
lugar a una evolución que aparenta ser muy ponen de manifiesto una considerable diversifi-
rápida, simplemente porque afecta a la vez a cación postglacial de las mismas, facilitada, sin
caracteres diversos. La evolución de las formas duda, por su naturaleza partenogenética. Los Ce-
troglobias, propias de cavidades subterráneas, ratium y muchos otros organismos planctónicos,
ofrece ejemplos aún más elocuentes que la de los principalmente las dinoflageladas, muestran con
islotes. Especialmente en peces, relaciones de cre- frecuencia características morfológicas o fisioló-
cimiento entre las diversas partes de la cabeza y gicas de distribución local, siendo de lamentar que
no se tenga información sobre su valor genético. actuales son recientes, de origen glaciar; a esta
La duración de la existencia de un lago, salvo causa se atribuye el que sean relativamente pobres
raras excepciones, es limitada, y por esto el estu- en especies. Los lagos muy antiguos, como el
dio de la flora y la fauna lacustres conduce a Baical 59 . 119, el Ocrida en Yugoslavia 101, y los de
consideraciones interesantes desde el punto de la fosa africana, como el Tanganyika y el Malawi
vista de la especiación. La mayoría de los lagos (="Nyassa) 10 albergan una vida más diversificada.
De 2113 especies animales citadas del Baical, el
90 % son endémicas. Entre los anfípodos hay mu-
chísimas especies exclusivas (fig. 8-1). Este carác-
- tctDtJ
ter tan especial de la fauna del Baical había lle-
vado a suponerle un origen marino y un carácter
residual, lo cual no es cierto, pues se trata de
una fauna genuinamente de agua dulce, aunque
muy antigua: las Lubomiskiidae son esponjas em-
parentadas con las otras de agua dulce, aunque
4•
sin gémulas, lo cual tiene explicación ecológica
(el Baical no se ha secado nunca), los Baicaliidae
son moluscos próximos a los Hydrobiidae de
todas las aguas dulces (y se conocen además del
, Je 4
plioceno de Hungría) y los anfípodos gammarinos
E
del Baical no .tienen nada de particular si no es
su diversificación frente a los otros gammarinos
de agua dulce. Por otra parte, desde el Pleisto-
ceno las orillas del Baical están siendo invadidas
por una fauna litoral banal, de características
muy generalizadas eurasiático-siberianas.
H
K L' Este ejemplo de los lagos ilustra un principio
general de biogeografía, segtm el cual el número
de especies de un ambiente tiende a aumentar a
Figura 8-2 Gasterópodos prosobranquios que medida que pasa el tiempo, lo cual suele contri-
por su apariencia parecen afines a especies buir al incremento de la diversidad (pág. 366).
marinas y que viven en el lago Tanganyika. En los lagos antiguos llama la atención la pre-
A, Spekia zonata; 8, Tanganycia rufofilosa;
e, Lavigeria grandis; D, Paramelania damoni; sencia de enjambres o grupos de especies conside-
E, Limnotrochus thomsoni; F, Chytra kirkii; rablemente afines entre sí. Muchos biogeógrafos y
G, Tiphobia horei; H, Bathanalia howesi; evolucionistas encuentran dificultades para enten-
1, Paramelania iridescens; J, Syrnolopsis minuta; der la diferenciación simpátrica, es decir, la sepa-
K, Martelia tanganyicensis; L Anceya bella.
(Según diversos autores, en Brooks 10.) ración de especies dentro de un mismo ambiente
268 Biogeografla
continuo (pág. 278), de manera que generalmente pecto a otras poblaciones descritas sobre material
se buscan explicaciones que postulan una antigua igualmente limitado, especialmente cuando se cree
fragmentación o aislamiento de las poblaciones. a priori en la diferenciación y se desea probarla.
Tanto invasiones múltiples, como el aislamiento Muchas especies descritas como nuevas del Baical
de cubetas periféricas por cambios del nivel del no resisten un examen crítico o por lo menos han
lago, han podido facilitar el proceso de especia- sido descritas de manera muy superficial. Más
ción. Los enjambres de especies de Haplochromis condenables son las razones de tipo puramente
y géneros afines en lagos africanos contrastan con comercial que han conducido a una multiplica-
la menor variabilidad de los cíclidos que han ción de nombres subespecíficos (y hasta especí-
permanecido menos especializados ecológicamen- ficos) en animales que tienen un precio de mer-
te, como Tilapia 33. Recordemos que los ríos anti- cado entre coleccionistas y aficionados a terrarios
guos, con muchos meandros abandonados, tienen y acuarios (mariposas, lagartijas).
gran capacidad de aislamiento de poblaciones en
dichos meandros y, por ello, un enorme potencial
de especiación. Indudablemente, tal mecanismo Aislamiento en medios
ha contribuido a la gran riqueza de especies en no estrictamente insulares
ríos americanos y africanos.
Como comentario adicional se puede decir que La divergencia de algunos caracteres con el
el proceso de subespeciación en ambientes discon- aislamiento no es exclusiva de ambientes insulares
tinuos -islotes, cuevas, lagos- ha podido ser como los comentados, sino que es general. Al fin
artificiosamente exagerado por las técnicas taxo- y al cabo, en un ambiente continuo el flujo génico
nómicas. El material recolectado en cuevas es, de uno a otro punto puede no ser mayor que
a veces, muy escaso y una descripción muy deta- entre los islotes de un archipiélago o entre los
llada de uno o de pocos individuos permite siem- lagos de montaña de una cordillera. Las Partula
pre encontrar algún carácter diferencial con res- (gasterópodos terrestres) de las islas de la Socie-
P. aurantia
Figura 8-3 Distribución de distintas especies y razas del caracol terrestre Partula en la
isla de Moorea (Islas de la Sociedad, Polinesia). La dimensión máxima de la isla no /lega
a 18 km. Las razas de una misma especie no se hallan juntas, sino que ocupan áreas
adyacentes; pero en una misma área se pueden encontrar varias especies diferentes.
(Según Clarke y Murray 14.)
270 Biogeografla
también pequeñas áreas discontinuas cuyo interés A la diferenciación geográfica se superpone la di-
en la diferenciación geográfica ya se ha mencio- ferenciación por hospedadores. Entre los parásitos,
nado a propósito de las salamandras del género el grado de especiación suele ser muy elevado y
Plethodon. En insectos podría contribuir a la dife- un número desproporcionadamente alto -si se
renciación una mayor proporción de formas bra- compara con el total de especies- de las especies
quípteras y micrópteras, es decir, menos transpor- de toda flora (hongos, etc.) y fauna está repre-
tables, en la alta montaña (pág. 180). Artrópodos sentado por especies parásitas. El parasitismo re-
no voladores se diferencian con mayor facilidad, quiere una adaptación muy precisa a un hospe-
como los Porcellio de las montañas de Tarragona. dador determinado y la transmisión puede quedar
En las plantas se suman como factores favorables limitada entre el pequeño número de individuos
a la diferenciación, la poliploidia, apomixis y que forman una unidad de cría de la especie
autopolinización, muy frecuentes en la flora alpina patrón. Por estas razones se piensa que los pará-
o de altura. Muchos vertebrados, como la cabra sitos son muy utilizables en biogeografía. Por
montés (Capra pyrenaica) y la gamuza o rebeco ejemplo, los insectos parásitos de aves o los copé-
(Rupicapra rupicapra) están fragmentadas en podos y tremátodos de peces 111. En caso de espe-
razas que se localizan en distintas sierras y cordi- cies muy poco diferenciadas y de identificación
lleras. difícil (merluza, por ejemplo), Szidat cree que el
Este efecto de las cumbres, como factor de ais- estudio de los parásitos podría ser particularmente
lamiento, puede dar lugar a errores de interpreta- útil para rastrear las afinidades entre las distintas
ción cuando se equiparan simplemente grado de poblaciones.
diferenciación y edad y se supone que la fauna Entre las plantas, la variabilidad genética liga-
de las cumbres pudiera ser muy antigua, por estar da a la geografía es muy grande. Numerosos tra-
más diferenciada. Esta crítica se aplica a la hipó- bajos lo atestiguan, desde las monografías clási-
tesis de considerar a los nunataks como refugio cas de Babcock sobre Crepis 3, 102, 103. Lo normal
(pág. 306); si en realidad su fauna se pudo dife- es que las distintas formas se correspondan con
renciar, en ello tuvieron que ver más la pequeñez ligeras diferencias ambientales y se han llamado
y el aislamiento de las poblaciones que el tiempo ecotipos. Hay que notar que, con frecuencia, esta
transcurrido. Los nunataks son cumbres rocosas denominación se ha empleado de manera confusa,
que sobresalen de un campo de hielo o llanura sin separar diferencias genéticas de diferencias
glaciar. determinadas por la fenogénesis en ambientes di-
La asociación muy estricta de unas especies con versos. En plantas pratenses, se ha visto que prác-
otras puede reforzar la diferenciación geográfica. ticamente hay tantos ecotipos como comunidades,
Un caso muy simple es el de la foresia (pági- definidas tanto por las localidades como por las
na 526): en ella la capacidad de dispersión de especies acompañantes 73. Por tanto, comunidades
una especie depende de otra especie y su distribu- de composición específica similar no puede decir-
ción está mediatizada por ella. El parasitismo se que sean totalmente equivalentes, pues están
constituye un factor muy efectivo de aislamiento. formadas por poblaciones unispecíficas con pro-
-;lj
piedades más o menos distintas. La utilización de micas habían demostrado una gran variabilidad
caracteres más sutiles, por ejemplo, los químicos, de las poblaciones, que se ha confirmado o refor-
permite reconocer una variabilidad aún mayor: zado aún al introducir criterios químicos (carac-
por ejemplo, el análisis de los terpenos de Juni- terísticas de las monosterasas, por ejemplo) para
perus y Ambrosía conduce a distinguir formas dis- analizar las poblaciones locales.
tintas, que se ordenan geográficamente 116 (figu- El reconocimiento de la impresionante diversi-
ra 8-5), y en el liquen Ramalina se reconocen dife- ficación genética local de las especies tiene puntos
rentes poblaciones por los ácidos liquénicos que de contacto con el debate acerca de la existen-
contienen, poblaciones que pueden vivir muy cer- cia de características (fundamentalmente bioquí-
ca unas de otras, repartiéndose un espacio peque- micas) de carácter neutro ante la selección natu-
ño (por ejemplo, un promontorio rocoso) 17 y ral. Dichas características neutras podrían ser muy
verosímilmente en adaptación a su heterogeneidad diversas según los individuos de una especie y la
local. Este caso ya linda con el polimorfismo. distribución de las distintas combinaciones, aun-
La misma diferenciación a pequeña escala exis- que no sometida a la selección natural, como con-
te en animales. Briozoos marinos de costa, de una secuencia del resultado puramente aleatorio de
misma especie, pueden mostrar diferencias bio- multiplicación y difusión, podría ser no uniforme,
químicas entre poblaciones separadas por 5 a sino con distribución de contagio (pág. 348) y,
10 km y en Drosophila, las inversiones cromosó- por tanto, tener cierta proyección geográfica. Pro-
272 Biogeograffa
bablemente en este punto llegamos al límite de comunes; pero que pueden diferir unas de otras
10 que razonablemente se puede considerar como por caracteres de poca monta. La evolución en
diferenciación genética de una especie dentro de un espacio continuo, pero que queda bajo el
su área geográfica. control de algún gradiente ecológico, conduce a
No es posible. caracterizar, por tanto, a una formas que muestran, a su vez, un gradiente en
especie por cierto tipo invariable de respuesta las características de adaptación al factor contro-
frente al ambiente, sino que dicha respuesta puede lador. Superpuesta a esta variación, y en relación
ser diferente según los puntos del área y no es con la fragmentación del grupo entero en unidades
posible interpretar las áreas estrictamente en rela- de intercría más o menos desconectadas en sus
ción con el ambiente, por ejemplo, suponiendo límites -que suelen coincidir con los lugares
que el límite de las mismas ha de coincidir con donde la especie es menos frecuente-, existe
determinada isoterma. Las características de las otra variabilidad que afecta a múltiples caracteres
poblaciones limítrofes varían, igualmente~ de un de menor importancia ecológica pero que pueden
punto a otro y no es posible aceptar un comporta- tener interés taxonómico. La relación entre carac-
miento uniforme de la especie frente a especies terísticas de los organismos y temperatura, que
vicarias de área limítrofe igualmente heterogé- se ha recogido en las numerosas reglas ecológicas,
neas. como la de Bergmann (pág. 147), tiene una expre-
sión en la especiación. Es un ejemplo típico de la
modalidad de variación que se va a comentar en
Clinas
los siguientes párrafos.
La diferenciación en biótopos de características Una cUna o gradiente de carácter 40,48 está cons-
semejantes, pero geográficamente inconexos, con- tituida por una serie de formas taxonómicas cuyas
duce a formas paralelas, con rasgos de adaptación áreas se encadenan ordenadamente, por ejemplo.
Figura 8-6 Distintas formas de Mustela frenata, que han recibido nombre subespecífico,
distribuidas a lo largo de la costa ~mericana del Pacífico. Entre u,nas y otras existe;,
pequeñas diferencias en las dimenSIOnes, cráneo y color del pelaje. Por lo menos estas
son hereditarias. (Según Ha1l 42 .)
274 Biogeograffa
nordmanni balearica schellenbergi italica
Figura S-S Variación clinal en las características del primer pleópodo del macho, en
diversas formas adaptadas a las aguas dulces del isópodo de origen marino Jaera.
J. nordmanni vive en Azores, J. balearica en Mal/orca, J. schellenbergi en Istria y J. italica
en Sicilia y en Herzegovina.
juego» para la evolución 67. El caso extremo de con ilustraciones proporcionadas por otros ani-
especies de vida corta, sometidas a un ritmo am- males. Es natural que odonatos y ortopteroides,
biental cuyo período es largo como varias gene- de vida más larga, se parezcan más a los diaptó-
raciones, produce especies de gran plasticidad midos y Cyc!ops, y que la existencia de varias
fenotípica, con poblaciones no muy diferentes generaciones anuales en muchos dípteros, hime-
unas de otras genéticamente, pero presumiblemen- nópteros y lepidópteros los haga asemejar más a
te muy heterozigóticas. Cada generación pasa a los ciclópidos de vida corta en la posible adqui-
través de un filtro selectivo diferente del que actuó sición de plasticidad y ciclomorfosis en relación
en la anterior, pero semejante al de dos o más con la temperatura o la fotoperiodicidad.
generaciones más atrás. Rotíferos y ciclópidos (es- En conclusión, diferencias biométricas simila-
pecies de los géneros Eucyc!ops y Tropocyc!ops) res entre formas próximas tienen distinto sentido
suministran muchos ejemplos; en ellos la ciclo- según los grupos. En Cyc!ops se pueden utilizar
morfosis es regular (pág. 153). Se selecciona una ciertos índices métricos para diferenciar subespe-
norma de reacción tal que el ambiente actúa di- cies o razas 60; pero el mismo método puede fallar
rectamente sobre el desarrollo, produciéndose el en Tropocyc!ops, donde sucesivas generaciones
fenotipo más adecuado a cada situación. La ma- pueden aparentar pertenecer a «subespecies» dis-
nifestación más aparente es en el tamaño: anima- tintas. Se ha insistido en este punto porque un
les grandes a temperatura baja y menores a tem- enfoque biométrico es indudablemente necesario
peratura alta. en el estudio de las clinas; pero las diferencias
En otras especies, que pueden estar estrecha- biométricas no corresponden a diferencias genéti-
mente emparentadas con las que presentan las cas y pueden tener significado distinto según los
características anteriores, pero éstas que ahora grupos.
vamos a considerar de vida más larga y fecundi- Sin embargo, la situación puede ser aún más
dad menor (por ejemplo, en diaptómidos y en complicada. A pesar de que los ciclópidos y los
Cyclops sensu stricto), todas y cada una de las rotíferos, de vida breve y muy difundibles, tien-
generaciones pasan a través de las mismas fluctua- den a formar pocas especies y muy plásticas, no
ciones ambientales y la selección conduce a resis- se anula en ellos la diferenciación genética. En
tirlas sin cambios morfológicos, que no son posi- 30 poblaciones de Acanthocyc!ops vernalis, se han
bles en el curso de la vida individual, o sólo en encontrado 7 grupos de reproducción y pequeñas
forma de distintas características según la edad y variables diferencias morfológicas entre unos y
del animal, como en las larvas acuáticas de insec- otros 91. En Keratella y en otros rotíferos, la inter-
tos que son aéreos en estado adulto. De esta forma pretación de las poblaciones naturales se complica
la especie se puede escindir en formas genética- porque, además de una intensa ciclomorfosis, pue-
mente distintas, cada una de ellas de morfología den coexistir formas con pequeñas diferencias
muy constante, y cada una adaptada perfectamen- morfológicas no ligadas a ciclomorfosis y, con
te a condiciones locales. El ejemplo relativo a los toda probabilidad, genéticamente distintas.
copépodos de agua dulce puede complementarse Dentro de una misma masa de agua, espe-
65
45
70 60 50 40 so 20 10
65
60
55
C. finmarchicus
glacialis
70 60 50 40 30 20 10 10
Figura 8-9 Distribución de tres formas del copépodo planctónico Calanus en. el Atlántico
septentrional, en mayo, deducida principalm~n~e de las indicaciones de los re.glstradores
continuos de plancton. El rayado cruzado dlstmgue las áreas donde la especie es más
abundante. (Según Matthews 76, y otras fuentes, simplificado.)
276 Biogeografla
c:P
~\~J?
tj0~
E uterpina acutifrons
Att
Tabla 8·1
Formas geográficas del copépodo planctónico marino Calanus.
Relación longitud:
anchura de las
Especie Zona Longitud, mm ramas de la furca
278 Biogeograffa
spumarius, Phromnia), en castas de hormiga, Me- tituye una forma de polimorfismo, o más estricta-
lipona y otros insectos, etc. Existen diferencias mente de dimorfismo, que aparece también en
geográficas en la distribución de las distintas for- caracoles. En G. pachyderma las formas diestras
mas de mariposas miméticas del género Papilio, están más asociadas con ambientes cálidos, y las
de coccinélidos, de caracoles, de la cigarra de siniestras con temperaturas más bajas. La forma
espuma Philaenus spumarius y de las aves Oenan- siniestra de G. truncatelinoides predomina en el
the, Garrulus y Uria 120 Desde luego, el caso más saliente o espinazo centroatlántico, y, a ambos la-
común de polimorfismo o mor/ismo 49 es el sexual, dos del mismo, predominan formas diestras. Es
que puede tener particular significado en el con- difícil atribuir al simple sentido de arrollamiento
texto que ahora se comenta, cuando la ecología y influencia sobre la probabilidad de supervivencia,
la supervivencia son distintas para los dos sexos de manera que lo que probablemente ocurre es
(quironómidos, por ejemplo). que dicho carácter va asociado con otras propie-
El diferente valor ecológico de los distintos dades de más trascendencia.
morfos se manifiesta en una selección, como re- La influencia de la selección es obvia en diver-
sultado de la cual existe una variación geográfica sas características morfológicas, algunas de las
en la frecuencia de los mismos; en determinadas cuales no están muy alejadas de la del sentido
extensiones del área total algunos morfos pueden de arrollamiento en foraminíferos y moluscos. En
faltar completamente, como se ha indicado a pro- los sifonóforos pelágicos Velella y Physalia hay
pósito de Sphaeroma. En los foraminíferos Globi- sendas formas que derivan a la derecha o hacia la
gerina pachyderma y Globorotalia truncatelinoi- izquierda bajo la acción del viento. Es natural que
des 22, 23 hay formas enrolladas hacia la derecha y la probabilidad de supervivencia y las oportuni-
otras enrolladas hacia la izquierda, lo cual cons- dades de dispersión (pág. 204) de cada una de
280 Biogeograffa
En poblaciones de Drosophila, por selección, eli- distintas especies. Una de las formas de cada par
minando simplemente los híbridos, se consigue el es parásita y la otra no. La forma que no es pará-
desarrollo de cierta incompatibilidad o esterilidad sita es neoténica o precoz, propia de ríos pequeños
entre dos estirpes. Precisamente, en formas origi- y ya no se alimenta después de la metamor-
nadas simpátricamente, la esterilidad mutua es fosis 46,47, 129. En muchos grupos se ha dado evo-
mucho más frecuente que entre formas alopátri- lución por neotenia; es posible que con tal mo-
caso Cuando estas últimas, por accidente, vuelven tivo la forma normal y la forma neoténica hayan
a ponerse en contacto, dan con frecuencia enjam- coexistido durante cierto tiempo o en cierta área.
bres de híbridos (introgresión, pág. 285). En la multiplicidad de razas de Cobitis se
Un mecanismo frecuente de aislamiento consis- podría ver un ejemplo de un fenómeno cuya rea-
te en la adopción de una época distinta de repro- lidad ha sido muy discutida, pero que ha reci-
ducción. En los peces anadromos existen razas bido un nombre, el de esquizotipia, nombre que,
diferentes de invierno y primavera (Berg). En el en realidad pertenece al pasado, como ortogénesis
arenque y, posiblemente, en la sardina, por lo me- y tantos otros. Se refiere a la escisión casi explo-
nos en ciertas regiones, la población está descom- siva de una especie en muchas formas distintas.
puesta en dos subgrupos que crían en distintos Es cierto que la facilidad con que una especie
momentos, lo cual puede indicar una diferencia- forma híbridos estériles es un factor de evolución.
ción simpátrica incipiente en la especie. En diversas áreas geográficas coinciden formas
En los esturiones del Mar Caspio, Acipenser monoicas y dioicas de Chara fragilis, con posibi-
güldenstiidti persicus y otros 7, 36 hay dos grupos lidades limitadas de autofecundación 91a. En las
que manifiestan una serie de diferencias fisioló- plantas superiores la polinización ofrece muchos
giCa,) en hibernación, voracidad, tamaño, fertili- mecanismos de este tipo, hasta llegar a la supre-
dad y conUlciones de freza. Unos aparecen en las sión de la sexualidad (apomixis).
desembol;dduras de los ríos durante los meses más Los mejores ejemplos de una especiación apa-
fríos; otros entran en primavera cuando la tempe- rentemente rápida, con fuerte radiación o diver-
ratura es más alta. En cada río existe una propor- gencia, se encuentran cuando el material de par-
ción determinada de las dos razas. Este caso ape- tida es limitado (en número de especies y en
nas difiere del polimorfismo adaptativo comenta- variabilidad genética) y hay multiplicidad de am-
do antes, excepto en una mayor efectividad del bientes colonizables. Es el caso de los Asellus del
aislamiento reproductor entre los morfos. Cono- lago de Ocrida, de los gamáridos del lago Baical,
cer las dos formas tiene interés práctico, en rela- de los pinzones de Hawaii y de las Islas de los
ción con la protección de las especies en las insta- Galápagos, de los gobíidos en las aguas dulces de
laciones de energía hidráulica o con la inducción Filipinas, de los marsupiales en Australia, etc. La
artificial de la freza. enorme especiación en el lago Tanganyika, com-
Otros peces, como Coregonus 69, Gasterosteus parado con otras aguas próximas, especialmente
y Cobitis, ofrecen otros ejemplos de especies sim- en lo que se refiere a los peces dclidos lO, 32, se
pátricas con aislamiento reproductor. En Cobitis puede explicar por fluctuaciones y aislamientos
la subdivisión es muy grande, tanto en aguas asiá- sucesivos en el sistema de ríos y pantanos perifé-
ticas como europeas. Se conocen hasta cinco razas ricos. En realidad no parece existir distinto com-
de C. taenia subsp. striata, dos de las cuales pue- portamiento evolutivo en unas u otras estirpes;
den vivir asociadas 83, 84. En España tenemos dis- todo es cuestión de oportunidades.
tintas formas (algunas exclusivas, como C. calde-
roni) cuyo comportamiento mutuo no se conoce
exactamente. Los machos híbridos de razas coexis- NÚMERO DE CROMOSOMAS
tentes son prácticamente estériles. Hay algunos
indicios de que las distintas razas están adaptadas La distribución de los genes en unos u otros
a temperaturas medias algo diferentes. Las peque- cromosomas y las condiciones mecánicas de la
ñas resisten mejor una temperatura elevada (en división y distribución de éstos, determinan que
Gambusia, Drosophila y otros organismos, las las diferencias en el complemento cromosómico
temperaturas letales varían según los genotipos), constituyan un factor muy importante de aisla-
pero no existe una relación general entre longitud miento o una manifestación de la especiación. La
y temperatura. El tamaño de los huevos también existencia de traslocaciones, por ejemplo, impide
se relaciona con aquellas características, por ejem- efectivamente el apareamiento de cromosomas y
plo, una raza de Cobitis de 60-85 mm produce por tanto la hibridación de las respectivas formas.
huevos de 1,14 mm, y otra de 50-70 mm huevos Especies simpátricas pueden mantenerse separa-
de 0,95 mm. das por traslocaciones distintas, como en Clarkia
Entre las lampreas se encuentran pares de for- y probablemente en otros géneros de plantas. Mu-
mas que viven juntas y que se consideran como chos aspectos de este problema y otros relacio-
Tabla 8-2
Distribución de la frecuencia de partenogénesis asociada
a poliploidía en el género de curculiónidos Otiorhynchus.
Según Suomalainen \08.
282 Biogeografla
regularidad general. Se trata, pues, de otra mani-
festación del polimorfismo con sentido ecológico.
Entre las rodofíceas, por ejemplo, los diploides
están mejor adaptados a una temperatura más
baja que los haploides, o bien a una diferente
salinidad. En las áreas marginales, de condiciones
extremas, puede prosperar una sola de las dos
formas, como si para la especie se tratara de un
área de expatriación. Así ocurre en algunas espe-
cies que penetran en el Mar Báltico, o en el Mar
Negro. De esta forma se puede producir cierta
divergencia genética restringida en su manifesta-
ción a una de las fases, con el resultado chocante
que en Derbesia, por ejemplo, aparentemente hay
más especies de esporófitos que de gametófitos 8.
La superioridad de la fase diploide o, en gene-
ral, de los poliploides, ha sido un factor impor-
tante en la evolución de la flora terrestre 37. Según
Tischler 113, 114, Lüwe 70 y otros 97, el número de
especies poliploides en una flora aumenta hacia Figura 8-12 Distribución de distintas formas de
Bouteloua curtipendula, gramínea. La variedad
el Norte o al elevarse en la montaña (tabla 8-3). tenuis tiene el número de cromosomas más bajo;
las variedades curtipendula y caespitosa se ex-
tienden hacia el norte (área coloreada) represen-
tadas por formas con distinto grado de poliploidía.
Tabla 8-3 (Según Gould y Kapadia, en V. Grant, Plant
Proporción de poliploides en varias floras. Speciation, Columbia Univ. Press, New York
y London, 1971.)
Tanto por ciento
Región geográfica de poliploides
Galium setaceum
284 Biogeograffa
probablemente los pocos que se conocen son di-
ALABAMA FLORIDA
ploides (peces del género Poeci!ia=Mollienisia). H. cinerea H. gratiosa
Debe indicarse que tanto estos peces, que son
exclusivamente de sexo femenino, como otros ani-
males triploides e igualmente partenogenéticos,
son genéticamente partenogenéticos, pero desde
el punto de vista de su reproducción requieren
fecundación para activar el huevo, de modo que
son «parásitos reproductivos» de especies vecinas
que han de proporcionar los machos. Esto repre-
senta un mecanismo especial de equilibrio en el
6 4 2 o 2 4 6
proceso de competencia, pues aunque la forma
partenogenética sea superior, si es ginogenética, Indice compuesto de caracteres
morfológicos y cromáticos
es decir si sus óvulos han de ser activados por un
espermatozoide, no puede llegar hasta la extin- Figura 8-14 Introgresión entre dos especies de
ción de posibles formas competidoras bisexuales ranas del género Hyla, en una zona perturbada,
que le proporcionan los machos. Semejantes situa- en Auburn, Alabama. Las diferencias entre las
poblaciones de H. cinerea e H. gratiosa se pue-
ciones especiales de competencia pueden revestir den resumir en un índice compuesto. de acuerdo
formas muy diversas (planarias poliploides gino- con el cual, las poblaciones puras de ambas
genéticas, pág. 666). especies se separan claramente. Los híbridos se
encuentran en una zona de contacto, alterada
En biogeografía tiene interés la existencia de por el hombre, y se reconocen por sus caracte-
áreas en las que abundan formas hibridógenas o rísticas intermedias. (Según Mecham, en Wa-
de origen híbrido, que ocurren cuando, por los /lace' 24.)
azares de los cambios en el trazado de las áreas
de distribución, se ponen en contacto especies dis-
tintas, pero emparentadas, que por haberse origi-
nado en áreas separadas -por ejemplo, en los en Norteamérica (fig. 8-14) 80,124. La introgresión
extremos de una clina- o por ser propias de am- implica, por tanto, lo que se ha llamado «hibrida-
bientes distintos, no habían desarrollado incompa- ción del ambiente».
tibilidad reproductora por selección negativa so- Entre especies de Daphnia y especies de 80s-
bre los híbridos. En semejantes casos, la hibrida- mina, simpátricas en el área del Báltico, se han
ción tiene la forma de la infección escalonada y encontrado supuestos híbridos 68 atribuidos a in-
progresiva de una especie por genes de la otra, trogresión motivada por cambios postglaciales.
en un área (zonas de «sutura») donde la profu- También se ha hablado de introgresión entre las
sión de formas que se originan constituye un que- formas específicas o subespecíficas del pez Gaste-
bradero de cabeza para los taxonomistas. Se ha rosteus 39, 82 e igualmente en el caso de rotíferos
dignificado a esta forma extensa y gradual de de los géneros Polyarthra y Conochilus 90. Así,
hibridismo con el nombre de introgresión (An- por ejemplo, Polyarthra dolichoptera es esteno-
dersen) y se han estudiado numerosos casos en terma, vive en agua fría a corta distancia del
plantas diversas (Acer, Quercus, Cistus). El pro- fondo y resiste una concentración de oxígeno rela-
blema se complica cuando las distintas combina- tivamente baja; su período de reproducción sexual
ciones híbridas poseen valores de selección lige- sigue a la desaparición del hielo. Polyarthra vul-
ramente diferentes en ambientes próximos; por garis es euriterma, propia de agua bien oxige-
ejemplo, en el caso de los Quercus, tanto en nada y tiene su período sexual en otoño o invier-
España como en California, ciertas formas pueden no. Sin embargo, en ambientes más peculiares, los
darse mejor en una ladera orientada al Norte, «tarns» o pequeños lagos de paredes muy escar-
otras orientadas hacia el Mediodía, etc. padas, aparecen formas intermedias, presuntos
La introgresión parece ser especialmente fre- híbridos. En general se tiende a aceptar que la
cuente como consecuencia de alteraciones postgla- introgresión, más que de la ruptura de barreras
ciales del clima o en áreas perturbadas por el (ecológicas o geográficas), depende de la creación
hombre, como ocurre con los híbridos .del caracol de nuevos tipos de ambientes en los que los híbri-
Cerion en las Antillas 79 o los del anfibio Hyla dos ya no resultan ser engendros inviables.
Aurich, H. J.: He/go/. Wiss. Meeresunt., 13(3): 33a Furst, M. y Nyman, L.: Inst. Fres/zw. Res.
246-274, 1966. Drottningholm, 49: 44-48, 1969.
Avinoff, A. y Sweadner, W. R.: Ann. Carnegie 34 Gause, G. F.: Zool. Zhurn. (Moscow), 18: 631-
Museum, 32(1): 1-250, 1951. 641, 642-655, 1939-1940.
Babcock. E. B.: The genus Crepis. Univ. Califor- 35 Gause, G. F.: Amer. Natur., 76: 63-74, 1942.
nia Press, Berkeley, 1947. 36 Gerbilskii, N. L.: System. Zoo/., 4(2): 83-92,
4 Baldi, E.: Vierte/jahrsschrift der Naturf. Cesell- 1955.
sc/zajt in Züric/z, 95: 90-113, 1950. 37 Gessner, F.: Bio/. Centra/b/att., 67(5/6): 213-222,
Battaglia, B.: Arch. Oceanogr. Limn%g., 10(3): 1948.
151-183, 1955. 38 Gould, S. J.: Bull. Mus. Comp. Zoo/., 138(7):
6 Battaglia, B.: Vie & Mi/ieu, 10(1): 1-13, 1959. 407-531, 1969.
7 Berg, L. S.: Izvestia Akad. Nauk. U.S.S.R., 1934: 39 Hagen, D. W. y McPhail, J. D.: '. Fis/z. Res.
711-732, 1934. Bd. Canada, 27: 147-155,1970.
Bcrnatowkz, A. J.: Bio/. Bull., 115: 323,1958. 40 Haldane, J. B. S.: '. Cenetics, 48: 277-291, 1948.
Berry, R. J. y Southern. H. N.: Symp. Soco Zoo/. 41 Haldane, J. B. S.: f. Cenetics, 55: 511-524, 1957.
London, 26: 4500, 1970. 42 Hall, R.: Univ. Kansas Pub/., Mus. Nat. Hist.,
10 Brooks. J. L.: Quart. Rev. Bio/., 25( 1): 30-60, 4: 1-416, 1951.
(2): 131-176, 1950. 43 Heuts, M. J.: Supp/. La Ricerca Scientijica, 35-
11 Brucs, A. M.: Evo/ution, 18: 379-383, 1964. 44, 1949.
12 Burt, W. H. y Grossenheider, R. P.: A fie/d 44 Hoestland, H.: Mem. Soco Sd. Nat. et Math. ele
guide to the mamma/s. The Rivcrside Press, Cherbourg, 51(6. a ser.): 31-42, 1963-1964.
Cambridge, Mass., 1952. 45 Hooijer, D. A.: Evo/ution, 4: 360-361, 1950.
13 Cain, A. J. y Sheppard, P. M.: Heredity, 4(3): 46 Hubbs, C.: Amer. Natur., 74: 198-211, 1940.
275-294, 1950. 47 Hubbs, C.: System. Zool., 4(1): 1-20, 1955.
14 Clarke, B. y Murray, J.: Bio/. ,. Linn. Soc., 48 H uxley, J. S.: Bijdr. Dier., 27: 491, 1939.
1: 31-42, 1969. 49 Huxley, J. S.: Heredity, 9: 1952, 1955.
15 Colom. G.: C. R. Soco Biogeogr., 358: 62-67, 50 Jahn, E.: Z. Angew. Entom., 28: 366-378. 1941
1954. 51 Jaschnov, V. A.: Zoo/. Zhurn., 36: 191-198,
16 Coutinho, L. de A. y Lorcnzo-Andreu, A.: An. 1957.
Est. Exper. Au/a Dei, l( 1): 1-2Q, 1948. 52 Jazdzewski, K.: Crustaceana, 17: 265-281,1969.
17 Culberston, W. L. y Culberston, C. F.: Science, 53 Jorgensen, E.: Report Danis/z Ocean. Expeel.
158: 1195. 1967. 1908-1910 Medit., 2, 11, 1920.
18 Dobzhansky, Th. y Pavlovsky, O.: Evo/ution, 54 Johnson, F. H'.: Influence of temperature on
11(3): 311-320, 1957. bi%gical systems, a Symposium, 1957.
19 Dubovsky, N.: Zhurn. Abs. Bio/., 2: 2, 1941. 55 Johnson, R.: '. Mar. Bio/. Ass. U. K., 34: 185-
19a Edwards, C.: En Some contemporary studies 195, 1955.
in marine science, edil. H. Barnes, p. 283-296. 56 Kahmann, H. y Einlicher, J.: Zool. Anz., (3/4):
Allen & Unwin, London, 1966. 63-83, 1959.
20 Eisentraut, M.: Die Eidechsen der Spanischen 57 Kaltenbach, A.: Verh. Zoo/. Bot. Ces. Wien.,
Mitte/meerinse/n, Akademie Verlag, Berlin, 1950. 103/104: 62-81,1964.
21 Ercegovic, A.: Pomorskog zbornika knj., 1: 667- 57a Kettlewell, B.: The evo/ution of me/anism. Cia·
691, 1963. rendon, Oxford, 1973.
22 Ericson, D. B.: Science, 130(3369): 219-220, 58 Komai, T. y Emura, S.: Evo/ution, 9: 400-409,
1959. 1955.
23 Erieson, D. B., Wollin, G. y Wollin, J.: Deep- 59 Kozhov, M.: Lake Baikal and its Life, W. Junk
Sea Res., 2: 152-158, 1954. PubI., 1963.
24 Favarger, C.: Arch. 'u/ius K/aus Stift, 31: 277- 60 Kozmisnski, Z.: Int. Rev. Ces. Hydrob .. 33: 161-
285, 1956. 231, 1936.
25 Findley, J. S.: Univ. Kansas Pub/., Mus. Nat. 61 Krefft, G.: Ber. Deutsch. Wiss. Komm. Meeresf.,
Hist., 9(1): 1-68, 1955. 21: 271-289,1970.
26 Flossner, D. y Frey, D. G.: Limn%gia, 7(2): 62 Kruseman, G.: Beaufortia, 6(72): 161-169, 1958.
325-337, 1970. 63 Kupka, E.: Oesterr. Zool. Zeitsch., 2: 605-622,
27 Ford, E. B.: Proceed. Royal Soc., serie B, 145 1950.
(920): 291-364, 1956. 64 Lack, D.: Ecologica/ Iso/ation in Birds, Black-
28 Forsman, B.: Zoo/. Bidr. Uppsa/a, 17: 451-463, well Sci. Pub!., Oxford and Edimburg, 1970.
1949. 65 Lamotte, M.: Symp. Quant. Biol., 24: 65-86,
29 Foyn, B.: Pub/. Stat. Zool. Napoli, 27: 261-270, 1959.
1955. 66 Lee: Ann. Report Scottish Mar. Bio/. Ass.,
30 Friedrieh, H.: Veroff. Inst. Meeresf. Bremer- (1967/68): 50, 1968.
haven, 3: 159-189, 1955. 67 Levins, R.: Evolution in Changing environ·
31 Frost, B. W.: '. Fish. Res. Bd. Canada, 28: ments. Princeton Univ. Press, Princeton, 1968.
23-30, 1971. 68 Lieder, U.: Naturwissenschaften, 9(207), 1956.
32 Fryer, G.: Verh. Internat. Verein, Limno/., 17: 69 Lindsey, C. y Woods, C. S. edil.: Bi%gy of
303-322, 1969. Coregonid Fishes, Univ. Manitoba Press, Win-
33 Fryer, G. y IIes, J. D.: Evo/ution, 23: 359-369, nipeg, 1970.
1969.
286 Biogeografía
70 Love, A. y Love, D.: Portug. Acta Biol., A., 101 Stankovic, S.: The Balkan Lake Ohrid and its
Goldschmidt Vol., 273-352, 1949. living world, Monogr. Biol., 9: 357 págs, Junk,
71 Lowe-McConnell, R. H., edit.: Speciation in 1960.
tropical environments, Academic Press, London, 102 Stebbins, G. L.: Variation and Evolution in
1969. Plants. Columbia Univ. Press, New York, 1950.
72 Lundman, B.: Zool. Bidr. Uppsala, 25: 517-533, 103 Stebbins, G. L.: Variation and evolution in
1947. plants: Progress during the past twenty years.
73 McMillan, C.: Ecology, 37: 330-340; Ecol. Mo- En Essays in Evolution in honor 01 Dr. Th
nogr., 26: 177-212, 1956. Dobzhansky, edit. Hecht & Steere. North Hol-
74 Mangenot, S. y Mangenot, G.: Rev. Cyt. Biol. land Publ. Co., Amsterdam, 1970.
Véget., 25: 411-447, 1962. 104 Steenis, G. G. G. J. van: Biol. l. Linn. Soc., 1:
75 Margalef, R.: Rev. Univ. Madrid, 7(29/31): 97-133, 1969.
221-273, 1961. 105 Straw, R. M.: Evolution, 9: 441-444, 1955.
76 Matthews, J. B. L.: Bull. Mar. Ecol., Edinburgh, 106 Suomalainen, E.: Hereditas, 33: 426-456, 1947.
6: 251-273, 1969. 107 Suomalainen, E.: Ann. Rev. Entom., 7: 349-
77 Mauchline, J. y Fisher, L. R.: Adv. Mar. Biol., 366, 1962.
7, Academic Press, 1969. 108 Suomalainen, E.: Evolutionary Biology, 3: 261-
78 Mayr, E.: Animal species and evolution, Har- 296, 1969.
vard Univ. Press. Cambridge, Mass, 1963. 109 Svardson, G.: Rep. Freshwater Fish. Res. Drot-
79 Mayr, E. y Rosen, C. B.: Amer. Mus. Novitates tningholm, 23: 1-151, 1945.
1806: 1-46, 1956. ' 110 Svardson, G.: Rep. Inst. Freshwater Res. Drot-
80 Mecham, J. S.: Evolution, 14: 445-457, 1960. tningholm, 33: 204-249, 1952.
81 Miller, R. R.: Evolution, 4: 155-163, 1950. 111 Szidat, L.: Arch. F. Hydrobiol., 54(1/2): 173-
82 Miller, R. R. Y Hubbs, C.: Copeia, 1969: 52-69, 208, 1958.
1969. 112 Teissier, G.: Cahiers de Biologie Marine, 1:
83 Minamori, S.: lap. f. Zool., 12(1): 89-104,1956. 221-230, 1960.
84 Minamori, S.: f. Sc. Hiroshima Univ., B, divo 1, 113 Tischler, G.: Naturwissensch.,30: 713-718, 1942.
17(7/8): 55-119,1957. 114 Tischler, G.: Zeitschr. Naturlorsch., 1: 157-159,
85 Moore, J. A.: Genetics, Paleontology and Evolu- 1946.
tion, Princeton Univ. Press, 315-338, 1949. 115 Tonolli, V.: Mem. Inst. Ital. Idrobiol., 5: 283-
86 Moreau, R. E.: Bull. Brit. Mus. Zool., 4(7): 311- 293, 1949.
433, 1957. 116 Turner, B. L.: In Phytochemical phylogeny,
87 Morton, J. K.: Chromosomes Today, edit. Dar- edit. Harbone, págs. 187-205, Academic Press,
lington y Lewis, págs. 73-76. Oliver & Boyd, London and New York, 1970.
Edinburgh, 1966. 117 Vandel, A.: Bull. Biol. France Belgique, 74:
88 Nielsen: Amer. Mus. Novit., 1471, 1950. 94-100, 1940.
89 Nyman, L. y Westin, L.: Inst. Freshw. Res. 118 Vavilov, N. l.: The Origin, Variation, Inmu-
Drottningholm, 49: 157-163, 1969. nity and Breeding 01 Cutivated Plants. Chroni-
90 Pejler, B.: Evolution, 10: 246-261, 1956. ca Botanica, Walthem, Mass, 1951.
91 Price, J. L.: Can. f. Zool., 36: 285-303, 1958. 119 Verescagin, G. J.: Trudy Baik. Limnol. Stat.,
91a Proctor, V. W.: Limnol. Ocean., 16: 442-436, 10: 73-239, 1940.
1971. 120 Voous, K. H.: Beaulortia, 2(30): 41, 1953.
92 Rand, A. S.: Copeia, 1954(4): 260-262, 1954. 121 Waddington, C. H.: Soco Expect. Biol., 7: 186-
93 Reyment, R.: Growth, 25(3): 219-227, 1961. 199, 1953.
94 Ridgway, G. J., Klontz, G. W. y Matsumoto, 122 Waddington, C. H.: Evolution, 10(1): 1-13,
Ch.: Bull. Int. North Pacilic Fish. Com., 8: 1-14, 1956.
1962. 123 Waddington, C. H.: Nature, 183: 1634-1638,
95 Roonwal, M. L.: Rec. Indian Mus., 51(4): 481- 1959.
526, 1953. 124 Wallace, B.: Topics in population genetics. Nor-
96 Rosenblatt, R. H.: Syst. Ass. Publ. n.O 5, Spe- ton & Co., New York, 1968.
ciation in the Sea, 1963. 125 DeWet, J. M. J.: Evolution, 22: 394-397, 1968.
97 Sokolovskava, A. R. Y Strelkova, O. S.: C. R. 126 Wilson, E. O. y Brown, W. L.: Evolution, 12:
Acd. Sc. URSS, 32: 1, 1941. 211-218.
98 Sparck, R.: Kgl. Danske Vidensk. Selskabs, Biol. 127 Woods, S. M.: l. Fish. Res. Bd. Canada, 26(3):
Medd., 8: 5, 1936. 543-556, 1969.
99 Spet, G. J. y Ivanko, V. K.: Zhurl1. Obsch. 128 Wrigth, T. y Hasler, A. D.: Amer. Natur., 101
Biol., 1: 2, 1940. (921): 401-413, 1967.
100 Spoel, S. van del': Beaulortia, 9(107): 173-200, 129 Zanandrea, G.: Nature, 184: 380 (4683), 1959.
1962.