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Dinero y capital

Esta publicación de la División de Ciencias Sociales y Humanidades de la Universidad


Autónoma Metropolitana-Unidad Xochimilco y Editorial Itaca, fue dictaminada por pares
académicos expertos en el tema. Agradecemos a la Rectoría de la Unidad Xochimilco de la
Universidad Autónoma Metropolitana el apoyo brindado para esta obra.

D.R. © Universidad Autónoma Metropolitana


UAM-Xochimilco
Calzada del Hueso 1100, Colonia Villa Quietud
Coyoacán, C.P. 04960, Ciudad de México., Sección de Publicaciones
de la División de Ciencias Sociales y Humanidades.
Edificio A, 3er piso. Teléfono 54 83 70 60
pubcsh@correo.xoc.uam.mx
http://dcshpublicaciones.xoc.uam.mx
ISBN UAM: 978-607-28-0988-8
ISBN de la Colección Teoría y Análisis: 978-970-31-0929-6

Diseño de la cubierta: Irais Hérnandez Güereca

D.R. © David Moreno Soto


Editorial Itaca
Piraña 16, Colonia del Mar,
C.P. 13270, Ciudad de México.
tel. 58 40 54 52
www.editorialitaca.com.mx
ISBN Itaca: 978-607-97448-5-4

Primera edición: noviembre de 2016.

Impreso y hecho en México / Printed and made in Mexico


Dinero y capital
Hacia una reconstrucción de la teoría
de Marx sobre el dinero

Roberto Escorcia Romo


Mario L. Robles Báez
(compiladores)
UNIVERSIDAD AUTÓNOMA METROPOLITANA
Rector general, Salvador Vega y León
Secretario general, Norberto Manjarrez Álvarez

UNIVERSIDAD AUTÓNOMA METROPOLITANA-XOCHIMILCO


Rectora de Unidad, Patricia E. Alfaro Moctezuma
Secretario de Unidad, Joaquín Jiménez Mercado

DIVISIÓN DE CIENCIAS SOCIALES Y HUMANIDADES


Director, Carlos Alfonso Hernández Gómez
Secretario académico, Alfonso León Pérez
Jefe de la sección de publicaciones, Miguel Ángel Hinojosa Carranza

CONSEJO EDITORIAL
Aleida Azamar Alonso / Gabriela Dutrénit Bielous
Diego Lizarazo Arias / Graciela Y. Pérez-Gavilán Rojas
José Alberto Sánchez Martínez

Asesores del Consejo Editorial: Luciano Concheiro Bórquez


Verónica Gil Montes / Miguel Ángel Hinojosa Carranza

COMITÉ EDITORIAL
Alejandro Cerda García (presidente)
Aleida Azamar Alonso / René David Benítez Rivera / Cristián Calónico Lucio
Arnulfo de Santiago Gómez / Roberto Diego Quintana
Roberto Escorcia Romo / Roberto García Jurado / Álvaro López Lara
Enrique Guerra Manzo / Araceli Mondragón González / Rhina Roux Ramírez
Adriana Soto Gutiérrez / Ricardo Alberto Yocelevzky Retamal

Asistencia editorial: Varinia Cortés Rodríguez


ÍNDICE

Reconocimientos y colaboradores 9

Introducción y resumen de los capítulos


Roberto Escorcia Romo y Mario L. Robles Báez 15

Valor y dinero
Christopher J. Arthur 41

Dinero mercancía, sus representantes y los presupuestos


de su negación dialéctica
Roberto Escorcia 61

Relación entre forma de valor y proceso de intercambio


Roberto Fineschi 97

Determinación actual e historia en la génesis del dinero:


una aproximación metodológica a la controversia sobre
el carácter mercantil de la forma dineraria
Gastón Caligaris y Guido Starosta 123

Dinero y capital en general


Mario Luciano Robles Báez 159

Los aspectos monetarios del proceso capitalista en el sistema marxista:


una investigación desde el punto de vista de la teoría del circuito monetario
Riccardo Bellofiore 189
Hacia una teoría marxista del dinero mundial
Tony Smith 211

Tipo de cambio y transferencia de valor: análisis a partir de la apropiación


de renta de la tierra petrolera en Venezuela
Juan Kornblihtt 231

Obras de Karl Marx citadas 252


Reconocimientos y colaboradores

Las discusiones teóricas con colegas investigadores y estudiantes en torno a la


naturaleza de la economía capitalista y sus contradicciones, específicamente en
lo que respecta a los aspectos monetarios y financieros, fueron el estímulo para
elaborar este libro. Los autores de los capítulos que lo conforman, inscritos en
el debate tanto con marxistas como con no marxistas, ofrecen diversas lecturas e
interpretaciones sobre la teoría de Marx sobre el dinero en las que proponen
recuperar y analizar críticamente esta teoría pues nos parece que ella permite
dilucidar rasgos fundamentales del actual modo de producción.
Los capítulos (I) “Valor y dinero”, de Christopher J. Arthur; (VI) “Los as-
pectos monetarios del proceso capitalista en el sistema marxista: Una investi-
gación desde el punto de vista de la teoría del circuito monetario”, de Riccardo
Bellofiore, y (VII) “Hacia una teoría marxista del dinero mundial”, de Tony
Smith, están publicados originalmente en Fred Moseley (ed.) (2005), Marx's
Theory of Money. Modern Appraisals, Basingstone, Nueva York, Palgrave-Mac-
millan (pp. 111-123, 124-139 y 222-235, respectivamente). Sus traducciones
se publican aquí con el permiso de los autores y de la editorial. El capítulo (III)
“Relación entre forma de valor y proceso de intercambio”, de Roberto Fineschi,
es una traducción del Apéndice C del segundo capítulo de su libro (2001) Ri-
partire Da Marx. Processo Storico ed Economia Politica nella Teoria del “Capitale”,
Nápoles, La Città del Sole (pp. 92-118), y se publica ahora con el permiso del
autor.1 Los restantes capítulos: (II) “Dinero mercancía, sus representantes y los

1
Los capítulos de C. Arthur y R. Bellofiore fueron traducidos por Mario L. Robles Báez
y los capítulos de R. Fineschi y T. Smith por Roberto Escorcia Romo.

[9]
DINERO Y CAPITAL HACIA UNA RECONSTRUCIÓN DE LA TEORÍA...

presupuestos de su negación dialéctica en el sistema de Marx”, de Roberto Es-


corcia Romo; (IV) “La determinación actual e histórica en la génesis del dinero:
una aproximación metodológica a la controversia sobre el carácter mercantil de
la forma dineraria”, de Gastón Caligaris y Guido Starosta; (V) “Dinero y capi-
tal en general”, de Mario L. Robles Báez, y (VIII) “Tipo de cambio y transfe-
rencia de valor: análisis a partir de la apropiación de renta de la tierra petrolera
en Venezuela”, de Juan Kornblihtt, son trabajos originalmente escritos para ser
publicados en este libro.
Chistopher Arthur estudió filosofía en las Universidades de Nottingham y
Oxford (Reino Unido); es Honorary Lecturer of Philosophy en la Universidad
de Sussex, Brighton, Reino Unido; es autor de los libros The Dialectic of Labor:
Marx and His Relation to Hegel (1986, Londres, Basil Blackwell); Marx's Capital:
A Student Edition (1992, Londres, Lawrence & Wishart), y The New Dialectic
and Marx’s Capital (2002, Historical Materialism Book Series 1, Brill, Leiden y
Boston. Este libro fue objeto de un simposio cuyas participaciones críticas apare-
cieron en Historical Materialism, vol. 13, núm 2, 2005); sus publicaciones incluyen
“Marx, Hegel and the Value-Form” (Fred Moseley y Tony Smith, Marx’s Capi-
tal and Hegel’s Logic. A Reexamination, 2014, Brill, Leiden); el autor ha sido miem-
bro del Consejo Editorial de las revistas Radical Philosophy y Capital & Class.
Riccardo Bellofiore es profesor de economía política en el Departamento de Eco-
nomía Hyman P. Minsky de la Università degli Studi di Bergamo (Italia) así
como investigador asociado en la Facultad de Economía y Econometría de la
Universidad de Ámsterdam. Sus áreas de investigación abarcan la macroecono-
mía monetaria, la teoría del valor y de la distribución, la economía de la globali-
zación, el desarrollo económico italiano e historia y metodología del pensamiento
económico. Entre otras obras, ha publicado La crisi globale: l’ Europa, l’ euro, la
Sinistra (2012, Asterios, Trieste); La crisi capitalistica, la barbarie che avanza (2012,
Asterios, Trieste), y ha editado (con Giovanna Vertova) The Great Recession and the
Contradictions of Contemporary Capitalism (2014, Edward Elgar, Cheltenham); (con
Scott Carter) Towards a New Understanding of Sraffa. Insights from Archival Research
(2014, Palgrave Macmillan, Londres); (con Guido Starosta y Peter Thomas) In
Marx's Laboratory. Critical Interpretations of the Grundrisse (2013, Brill, Leiden);
(con Tommaso Redolfi Riva) Hans Georg Backhaus, La dialettica della forma di va-
lore (2009, Riuniti, Roma); (con Roberto Fineschi), Re-reading Marx. New Perp-
sectives After the Critical Edition (2009, Basingstoke, Palgrave).

10
RECONOCIMIENTOS Y COLABORADORES

Gastón Caligaris es doctor en ciencias sociales por la Universidad de Buenos


Aires (Argentina). Actualmente se desempeña como investigador becario pos-
doctoral del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas en la
Universidad Nacional de Quilmes. Es profesor de economía política, historia
económica argentina e historia social mundial en la Facultad de Ciencias So-
ciales y en la de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires. Entre
sus publicaciones se encuentra (con Guido Starosta) “Which ‘Rational Kernel’?
Which ‘Mystical Shell’? A Contribution to the Debate on the Connection be-
tween Hegel’s Logic and Marx’s Capital” (Fred Moseley y Tony Smith (eds.)
(2014), Marx’s Capital and Hegel’s Logic. A Reexamination, Leiden, Brill). Es
compilador del libro Relaciones económicas y políticas. Aportes para el estudio de
su unidad con base en la obra de Karl Marx (2012, Buenos Aires, Facultad de
Ciencias Económicas de la Universidad de Buenos Aires). Ha publicado varios
artículos en revistas y capítulos de libros en editoriales académicas.
Roberto Escorcia Romo es doctor en ciencias económicas por la Universidad
Autónoma Metropolitana (UAM) (México); profesor de economía política, eco-
nomía ortodoxa y matemáticas en la UAM-Xochimilco. Sus áreas de investiga-
ción incluyen la teoría de Marx sobre el capital, el sistema financiero y la crisis
capitalista, la teoría de la distribución y la macroeconomía heterodoxa. Dentro
de sus publicaciones se encuentran (con Mario L. Robles) “La dialéctica del
trabajo, valor y precio en la conceptualización del capital de Marx: una rein-
terpretación” (2014, Economía: teoría y práctica, núm. 41, México); (con Isabel
Rodríguez) “La estructuración económica como una totalidad dialéctica. Mar-
xismo y economía evolucionista” (2013, Juan Jardón, Redouane Taouil y Ramiro
Albreu (eds.); Perspectivas de la macroeconomía y el espacio meso-institucional, Uni-
versidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo / Universidad de Buenos Ai-
res / Université Pierre Mendès, Francia, México, Buenos Aires); “Una visión
sistémica de las crisis económicas durante los siglos XX y XXI” (2013, Daniel
Velázquez, Zeus Hernández y Elías Gaona (coords.), Políticas económicas en Mé-
xico, Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo, Hidalgo); “Teorías de la
crisis: una revisión desde la competencia y los precios” (2012, Guillermo Peláez
(coord.), Heterodoxia. Ensayos de teoría económica, México, UAM-Xochimilco).
Roberto Fineschi es doctor en filosofía por la Università degli Studi di Paler-
mo (Italia); profesor de historia de la filosofía y filosofía política en la Sienna
School for Liberal Arts. Es miembro del Scientific Committee of the Italian

11
DINERO Y CAPITAL HACIA UNA RECONSTRUCIÓN DE LA TEORÍA...

Edition of Marx and Engels Collected Works y del Internationale Gesellschaft


Hegel-Marx für dialektisches Denken. Sus publicaciones incluyen Un Nuovo
Marx. Filologia e Interpretazione dopo la Nuova Edizione Storico Critica (2008,
Roma, Carocci), “On Hegel’s Methodological Legacy in Marx” (2014, Fred
Moseley y Tony Smith (eds.), y Marx’s Capital and Hegel’s Logic. A Reexamina-
tion, Brill, Leiden). Es editor de Karl Marx. Il Capitale. Libro Primo (2012, La
Città del Sole, Napoles) y (con Riccardo Bellofiore), Re-reading Marx. New
Perpsectives after the Critical Edition (2009, Palgrave, Basingstoke).
Juan Kornblihtt es doctor en historia de la Universidad de Buenos Aires (Ar-
gentina). Profesor de historia argentina contemporánea en la Universidad de Bue-
nos Aires; también dicta clases en la Universidad Nacional de General Sarmiento.
Es investigador del Conicet con temas relacionados a la mediación estatal en la
disputa por la apropiación de la renta de la tierra en Argentina y Venezuela. Entre
sus publicaciones destaca el libro Crítica del marxismo liberal. Competencia y mono-
polio en el capitalismo argentino (2008, Buenos Aires, RyR); “¿Crisis del neolibera-
lismo o crisis del capital? Un debate con el economista francés Gérard Duménil
y las propuestas del marxismo keynesiano (2011, Revista Materialismo Histórico,
Santiago de Chile), y numerosos artículos sobre la evolución de la acumulación
de capital en Argentina y Venezuela y debates generales en torno a la produc-
ción de autores marxistas en revistas argentinas y extranjeras. Es integrante del
Centro de Estudios e Investigación en Ciencias Sociales, militante del colectivo
Razón y Revolución y editor de la revista que lleva el mismo nombre.
Mario L. Robles Báez es doctor en ciencias económicas por la Universidad
Autónoma Metropolitana (México); profesor de economía política y economía en
la UAM-Xochimilco. Es autor de Marx: Lógica y capital. La dialéctica de la tasa de
ganancia y la forma-precio (2011, Colección Teoría y Análisis, UAM- Xochimilco) y
editor de Dialéctica y capital. Elementos para una reconstrucción de la crítica de la eco-
nomía política (2005, México, UAM-Xochimilco). Sus otras publicaciones incluyen
“On the Abstraction of Labour as a Social Determination” (Alan Freeman, An-
drew Kliman y Julian Wells (eds.), The New Value Controversy and the Foundations
of Economicas, 2004, Edward Elgar, Chaeltenham/Northampton) y “Dialectics of
Labour and Value-Form in Marx’s Capital” (2014, Fred Moseley y Tony Smith
(eds.), Marx’s Capital and Hegel’s Logic. A Reexamination, Leiden, Brill).
Tony Smith es doctor en filosofía por la State University of New York (Esta-
dos Unidos); profesor de filosofía en el Departamento de Ciencia Política de

12
RECONOCIMIENTOS Y COLABORADORES

la Universidad Estatal de Iowa. Sus áreas de especialización incluyen la filo-


sofía social y política, la filosofía de la tecnología, la teoría ética, el feminismo
y la filosofía de la economía. Dentro de sus publicaciones destacan The Logic
of Marx’s Capital (1990, Nueva York, Universidad Estatal de Nueva York);
Dialectical Social Theory and its Critics: From Hegel to Analytical Marxism and
Postmodernism (1993, Nueva York, Universidad Estatal de Nueva York); Tech-
nology and Capital in the Age of Lean Production: A Marxian Critique of the “New
Economy” (2000, Nueva York, Universidad Estatal de Nueva York); “Hegel,
Marx and the Comprehension of Capitalism” (Fred Moseley y Tony Smith
(eds.), 2014, Marx’s Capital and Hegel’s Logic. A Reexamination, Leiden, Brill);
“Technology and History in Capitalism: Marxian and Neo-Schumpeterian
Perspectives” (2003, Riccardo Bellofiore y Nicola Taylor (eds.), Essays on Vo-
lume I of Marx’s Capital, Palgrave).
Guido Starosta es doctor en sociología por la Universidad de Warwick (Rei-
no Unido); profesor de historia del pensamiento económico en la Universidad
Nacional de Quilmes (Argentina), en la maestría en Economía Política de la
Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales y en el Instituto del Servicio
Exterior de la Nación, y profesor de economía y ciencias sociales de la Uni-
versidad Nacional de General Sarmiento. Además es investigador adjunto del
Conicet en la Universidad Nacional de Quilmes. Es autor del libro Marx’s
Capital, Method and Revolutionary Subjectivity (2015, Leiden, Brill Academic),
y co-editor del libro In Marx’s Laboratory Critical Interpretations of the Grun-
drisse (2013, Leiden, Brill Academic). Ha publicado numerosos artículos en
revistas académicas tales como Science and Society, Capital and Class, Historical
Materialism, New Political Economy, Antipode y Third World Quarterly.

El trabajo de compilación y traducción de los textos incluidos en el presente vo-


lumen se llevó a cabo durante la segunda mitad del año 2014. Desde luego que
los errores de traducción que sobrevivan son nuestra exclusiva responsabilidad.
Agradecemos a todos los autores por sumarse a esta obra y ofrecer su perspecti-
va analítica. Lo mismo para las empresas editoriales que nos dieron los permisos
necesarios para la publicación como capítulos en este libro de aquellos textos
que habían sido publicados con anterioridad. Los agradecimientos no estarían
completos si no incluimos a todos nuestros estudiantes quienes constantemen-
te nos favorecen con sus cuestionamientos y a las diferentes autoridades de la
UAM-Xochimilco que hacen posible la publicación de este libro.

13
Introducción y resumen de los capítulos

Roberto Escorcia Romo y Mario L. Robles Báez

La teoría de Marx sobre el dinero ha sido uno de los temas más debatidos
dentro y fuera de la crítica de la economía política y ha sido objeto de un nú-
mero importante de libros y artículos en los últimos años.1 El título Dinero
y capital. Hacia una reconstrucción de la teoría de Marx sobre el dinero remite a
que en este texto pretendemos mostrar, por un lado, que la teoría del dinero
en Marx es fundamental no sólo para entender su teoría de valor, sino más
importante aún para la comprensión de su conceptualización del capital en
cuanto sujeto económico que domina todo en la economía capitalista, y, por
otro lado, que, como parte fundamental de su teoría del capital, la teoría del
dinero de Marx nos permite además criticar diferentes teorías económicas.
En esta segunda dirección, la crítica tiene un alcance triple: primero, permite
debatir con aquellas escuelas que, congruentes con la Ley de Say, la dicotomía
clásica y la teoría cuantitativa, postulan, dentro del marco de sus respectivas
teorías del valor, al dinero como elemento secundario considerándolo por lo
general sólo a partir de su función de medio de intercambio. Éste es el caso
de la tradición clásica, muy en especial de la perspectiva de Ricardo2 y de la
escuela ortodoxa. En segundo lugar, también permite debatir con las teorías
que podríamos denominar “nominalistas” en el sentido de que para éstas las

1
Dentro del marxismo, podemos mencionar, entre otros, los libros de De Brunhoff (1976),
Itoh y Lapavitsas (1998), Nelson (1999) y el volumen editado por Fred Moseley (2005).
2
Al respecto, señala Ricardo: “Las producciones se compran siempre con otras produc-
ciones, o con servicios; el dinero es únicamente el medio por el cual se efectúa el cambio”
(Ricardo, 1987[1817]: 217-218).

[15]
DINERO Y CAPITAL HACIA UNA RECONSTRUCIÓN DE LA TEORÍA...

únicas cantidades económicas concebibles son cantidades monetarias, es decir,


expresadas en dinero; proposición de la cual deriva el hecho de que los cál-
culos económicos y la toma de decisiones de producción, inversión, etcétera
sólo adquieren sentido en su dimensión dineraria, desdeñando, no sin razón,
una construcción analítica en términos reales. La propuesta de J. M. Keynes
de superar el problema de que la producción de mercancías y servicios es un
“complejo no homogéneo” mediante el dinero,3 y el énfasis que este autor pone
en la no neutralidad del dinero y en la definición monetaria de las variables de-
terminantes (salarios, tasa de interés, etcétera), elementos que están en la base
de su Teoría general,4 así como los desarrollos teóricos alrededor de esta última
por parte de la escuela post-keynesiana, son los ejemplos por antonomasia de
este segundo grupo de teorías. Desde un punto de vista marxista, estas teorías
no ofrecen una distinción adecuada entre dinero y capital y, en consecuencia,
sostienen erróneamente que las nociones de “economía monetaria de produc-
ción” y de “economía capitalista” son sinónimas o hacen de la segunda un caso

3
Véase el capítulo 4 de Keynes (2000 [1936]).
4
En esto es claro Keynes: “[…] tan pronto como pasamos al problema de lo que determi-
na la producción y la ocupación en conjunto, necesitamos la teoría completa de una economía
monetaria” (Keynes, 2006[1936]: 261).
Keynes, a diferencia de lo que proponen Ricardo y los teóricos ortodoxos, enfatiza las fun-
ciones unidad de cuenta y reserva de valor del dinero. A partir de la primera, establece que los
precios, las deudas y las obligaciones financieras deben ser expresadas siempre en términos de
dinero, por lo que un marco analítico en términos reales queda descartado. Siguiendo la se-
gunda función, el autor articula diferentes categorías fundamentales en su análisis. Partiendo
de que el dinero, como reserva de valor, constituye un puente entre el presente y el futuro, en
un marco de incertidumbre radical la decisión de los individuos de conservarlo implica que
éste puede ser considerado como un sustituto de la adquisición de activos reales (bienes de
capital) o activos financieros (títulos), lo que implica dos cosas: por un lado, que el dinero pue-
de ser demandado con independencia de su función de medio de cambio, y, por otro, que la
inversión productiva y/o financiera se modifica según la preferencia por la liquidez, entendida
ésta, siguiendo a Keynes, como una medida de la desconfianza en el futuro por parte de los
empresarios y los hogares. Esto implica la existencia de un proceso de arbitraje entre dinero,
activos reales y activos financieros. En otras palabras, los mecanismos monetario-financieros
pueden, dependiendo del grado de la preferencia por la liquidez, incentivar o desincentivar la
inversión y, en consecuencia, la producción y el empleo.

16
INTRODUCCIÓN Y RESUMEN DE LOS CAPÍTULOS

particular de la primera. Por lo tanto, la distinción entre dinero como dinero y


dinero como capital será determinante a lo largo de este texto.
Finalmente, en tercer lugar, con base en la revisión de la obra de Marx se
discuten críticamente algunas perspectivas propias del marxismo tradicional.
Algunos de los textos contenidos en el libro ofrecen detalles de estas críticas,
desde luego sin agotarlas por completo.
Respecto al primer objetivo señalado, sostenemos que, para la compren-
sión de la teoría del dinero en Marx se requiere analizarla a lo largo de los
diferentes momentos lógicos (no históricos) que constituyen la estructura de
la presentación de su concepto de capital en la obra El capital, cuyo desarrollo
sigue el patrón universalidad-particularidad-singularidad, que evidentemente
nos remite a la teoría del juicio y del silogismo que se encuentra en la doctrina
del concepto de la Ciencia de la lógica de Hegel.5 En general, la importancia del
dinero reside en el hecho de que aunque no es en sí mismo capital constituye
la forma universal y concreta de existencia del capital, es decir, una forma por
medio de la cual el capital no sólo puede comprobar su identidad consigo mis-
mo, sino además relacionarse consigo mismo en y a lo largo de todas las formas
o configuraciones particulares de existencia que requiere y crea en su propio
movimiento para constituirse como una totalidad orgánica, es decir, las formas
de capital productivo, capital comercial, capital que devenga interés, capital
bancario, capital accionario y capital ficticio.
En lo que sigue presentamos brevemente los momentos que de forma pro-
gresiva conforman la estructura de la presentación del concepto de capital de
Marx en El capital. Nos enfocaremos en algunas de las relaciones entre las for-
mas de capital y las formas dinerarias que les corresponden en cada momento.
El punto de partida de la presentación del concepto de capital es la circu-
lación mercantil simple en cuanto la apariencia inmediata de la circulación del
capital que se presenta en la primera sección del tomo I de El capital. En ese
contexto, la génesis lógica del dinero es presentada en el parágrafo 3 del capí-
tulo I, que tiene como objetivo presentar el origen de las entidades y de las rela-
ciones que fundamentan la circulación mercantil simple, es decir, la mercancía,

5
El método de presentación del concepto de capital en Marx rebasa los objetivos de este
texto. Para una presentación al respecto, véase R. Fineschi (2014) y G. Reuten (2014).

17
DINERO Y CAPITAL HACIA UNA RECONSTRUCIÓN DE LA TEORÍA...

el dinero y su circulación, y en la cual Marx deriva de las relaciones contra-


dictorias de las dos determinaciones de las mercancías, es decir, valor de uso y
valor, el dinero como la forma de existencia social del valor de las mercancías;
lo que significa que a diferencia de lo que plantea la visión clásica, sin adoptar
la forma de dinero, el valor no puede tener una existencia social. Una vez que el
dinero ha sido puesto como el equivalente general del valor de las mercancías,
Marx presenta, en el capítulo III, las diferentes funciones del dinero como di-
nero, es decir, las funciones de medida de valores, patrón de precios, medio de
circulación, signo de valor, medio de compra, dinero de cuenta, tesoro, medio
de pago y dinero mundial. La importancia de las funciones del dinero reside
en que, al tomar la forma de dinero, el valor, y más adelante el valor de capital,
sólo pueden funcionar como dinero. En este nivel de la presentación la forma
que el dinero adopta es la de la mercancía oro, la cual al ser negada deviene
un signo de valor. Esta negación de la forma mercantil del dinero, considerada
por Marx en el mismo capítulo I, ha sido uno de los temas más debatidos en la
literatura marxista y no marxista.
El primer momento corresponde a la universalidad del capital o el capi-
tal-en-general, cuya presentación comienza con el devenir del capital como va-
lor que se valoriza a sí mismo a partir de la circulación del dinero como capital
en la segunda sección del tomo I. En ésta se establece que, dado que el valor es
trabajo objetivado en las mercancías y el capital es un valor que se incrementa
con un plus-valor, este último es literalmente nada más que el resultado de la
explotación del trabajo vivo.6 En ello, en cuanto que el capital es una forma del
valor, el dinero no deja de ser su forma universal de existencia,7 lo que implica

6
“[...] la posición de plusvalor por el trabajo asalariado es la autovalorización [...] del
capital” (Marx, 1986: 253). [“They [the Phyisiocrats] also understand that the positing of surplus
value by wage labour is the self-valorisation of capital, i.e. its realisation”]. En la ed. esp. “[Los
fisiócratas] comprenden también que la puesta de la plusvalía por el trabajo asalariado es la
autovalorización, vale decir la realización del capital” G.1: 270. Para las referencias a las obras
de Karl Marx publicadas en español, en los textos incluidos en el presente volumen se utiliza
la nomenclatura indicada al final del mismo.
7
“[E]n la circulación D-M-D' funcionan ambos, la mercancía y el dinero, sólo como dife-
rentes modos de existencia del valor: el dinero como su modo general de existencia, la mercancía
como su modo de existencia particular o, por así decirlo, sólo disfrazado” (K.I.1: 188).

18
INTRODUCCIÓN Y RESUMEN DE LOS CAPÍTULOS

que, sin adoptar la forma dineraria, el capital no podría existir socialmente. De


aquí que, cuando las funciones que el valor de capital requiere sean cumplidas
en la forma de dinero el capital sólo puede funcionar como dinero.8 Un aspec-
to que cabe señalar es que, dado que el devenir del valor en capital se debe al
incremento cuantitativo de valor o plusvalor que se crea a través de su propio
proceso de producción, su posición cualitativa como capital se manifiesta, en
términos dinerarios, por la relación cuantitativa de los cuantos de valor incor-
porados en su propio resultado, es decir, ∆D/D, relación que, como tal, repre-
senta su medida de realización.
Como el dinero es una entidad que sólo se presenta en la circulación, el análi-
sis de la circulación del capital-en-general que se lleva a cabo en el tomo II de El
capital es de suma importancia para la comprensión de la relación entre dinero
y capital. En particular, Marx trata aquí la relación entre las diferentes formas
funcionales que el capital-en-general en su conjunto (o capital industrial, como
Marx lo denomina) adquiere en su movimiento de circulación –que se presenta
en forma de ciclos de capital dinerario, capital mercantil y capital productivo– y
las diferentes funciones dinerarias que el valor de capital debe adquirir para el
cumplimiento de sus diferentes formas funcionales a lo largo de este movimien-
to.9 Es en el contexto del análisis del ciclo del capital dinerario que Marx se-
ñala que es común confundir dinero con capital.10 En este nivel de abstracción

8
Por ejemplo, cuando el dinero se adelanta como capital en la compra de medios de produc-
ción o de fuerza de trabajo, sólo puede funcionar como medio de compra o como medio de pago.
9
“[E]l valor de capital, en estado dinerario, sólo puede cumplir funciones de dinero, y
ninguna otra. Lo que convierte estas funciones de dinero en funciones de capital es su papel
determinado en el movimiento de capital, y de ahí también la conexión entre la fase en que
ellas aparecen y las otras fases del ciclo del capital” (K.II.4: 33-34).
10
“Al analizar el capital dinerario […] se producen por lo común dos errores que co-
rren paralelos o se entrelazan. En primer lugar: las funciones que el valor del capital cumple
como capital dinerario, y que precisamente puede cumplir porque se encuentra bajo la forma
dineraria, se deducen erróneamente de su carácter de capital, mientras que en realidad sólo
se deben al estado del dinero en que se encuentra el valor del capital, a esta forma de mani-
festación suya en cuanto dinero. Y en segundo lugar, a la inversa: el contenido específico de
la función dineraria, que la convierte al propio tiempo en una función de capital, se deduce
de la naturaleza del dinero (confundiendo de esta suerte dinero con capital), mientras que en
realidad ella presupone condiciones sociales –como aquí, en el cumplimiento de D-FT– que

19
DINERO Y CAPITAL HACIA UNA RECONSTRUCIÓN DE LA TEORÍA...

existen varios aspectos que por su importancia para la teoría de dinero cabría
analizar pero, por falta de espacio, sólo mencionaremos brevemente tres: a)
una misma suma de dinero puede representar, en una misma relación de inter-
cambio, dos diferentes funciones, es decir, por un lado, una función de capital,
y, por otro lado, una función de dinero, o bien dos funciones de capital;11 b) a
partir de la presentación de la reposición del capital fijo, de la acumulación y la
reproducción ampliada y de las perturbaciones que surgen en el ciclo del capital,
necesariamente determinadas sumas de dinero deben ser atesoradas, mismas
que, según Marx, constituyen, bajo esta forma, capital dinerario latente o fondo
de acumulación o fondo de reserva, y a partir de las cuales es posible deducir
lo que se conoce como los motivos de liquidez en la perspectiva keynesiana;12
c) con base en la presentación de la velocidad del dinero en los esquemas de la

no están dadas de ningún modo en la mera circulación de mercancías y en la correspondiente


circulación de dinero” (K.II.4: 38).
11
En el primer caso, por ejemplo, la suma de dinero que se obtiene por la venta de mer-
cancías producidas de manera capitalista es una realización de capital para el productor y al
mismo tiempo puede representar, desde el lado del comprador, un gasto de dinero en la forma
de rédito o ingreso. En el segundo caso, por ejemplo, el adelanto de capital en forma dineraria
en la compra de medios de producción puede representar al mismo tiempo la realización de
capital del productor capitalista de los medios de producción.
12
Algunas citas son suficientes para notar la necesidad de liquidez por diversos motivos.
Primero, para el sostenimiento del proceso: “[se] encontraron determinadas leyes con arreglo
a las cuales, para mantener constantemente en funciones un capital productivo de un volumen
dado es necesario adelantar y reponer constantemente, bajo la forma de capital dinerario, las
distintas grandes partes constitutivas de un capital dado, según las condiciones de la rotación”
(K.II.5: 432). Respecto a la ampliación del ciclo, o sea, la acumulación: “Si d [el plusvalor
convertido en dinero] ha de servir como capital dinerario en un segundo negocio […] en-
tonces resulta claro que sólo se lo puede utilizar para ese fin si posee la magnitud mínima
requerida para dicho negocio […]. Mientras d no alcance este volumen mínimo, el ciclo
del capital deberá repetirse varias veces, hasta que la suma de los sucesivos d producidos por
él pueda actuar junto con D […]. En el ínterin, pues, d se va acumulando […]. Su propia
función consiste en mantenerse en el estado de dinero hasta haber recibido de los repetidos
ciclos de valorización […] el dinero figura aquí como capital dinerario latente; porque el ate-
soramiento, el estado de tesoro del plusvalor existente en forma dineraria, es una fase prepa-
ratoria funcionalmente determinada para la transformación del plusvalor en capital realmente
actuante” (K.II.4: 96-97).

20
INTRODUCCIÓN Y RESUMEN DE LOS CAPÍTULOS

reproducción del capital de Marx es posible, además, deducir el multiplicador


de la inversión de la macroeconomía moderna.13
El momento de presentación del capital-en-general termina en las tres pri-
meras secciones del tomo III de El capital. Es puesta en el primer capítulo la
transmutación del plusvalor en la forma de ganancia dineraria. En la segunda
sección, Marx introduce la competencia intersectorial definida como la rela-
ción recíproca de los diversos capitales productivos por medio de la cual éstos
son puestos y actualizados como capitales socialmente existentes. Esto implica
que por medio de la competencia se actualiza,14 su medida general de valoriza-
ción la cual toma la forma de tasa uniforme de ganancia y, consecuentemente,
los precios de las diversas mercancías que corresponden a esta tasa toman la
forma de precios de producción. La importancia de estos precios reside en que
es por medio de su determinación que los valores de las mercancías son final-
mente puestos, cualitativa y cuantitativamente, como valores sociales. De aquí
que sólo hasta este momento el capital productivo en su totalidad es socialmente
puesto como la única forma del capital que produce plusvalor en la forma de
ganancia y que, como tal, es la única forma de capital que produce capital.
El siguiente momento corresponde a la particularidad del concepto de
capital, es decir, la presentación de las diferentes formas o configuraciones
particulares que requiere la existencia concreta del capital para ponerse como
una totalidad las cuales, en cuanto que, por la división del trabajo, se vuelven
autónomas y se desarrollan unilateralmente, son creadas por el movimiento
del capital dentro de la esfera de la circulación, es decir, las formas de capital
comercial, capital que devenga interés, capital bancario, capital accionario y ca-
pital ficticio. En cuanto que no producen plusvalor ni, por lo tanto, capital, sus
medidas particulares de valorización como capitales dependen necesariamente

13
A este respecto, véase R. Escorcia y M. Robles (2015).
14
“Actualizar” y “actualizado” se refieren a la unidad de lo interior con lo exterior, de la
esencia con la existencia, es decir, a la existencia externa de lo esencial, una externalización
como reflexión. Lo actualizado es manifestación exterior y, por tanto, a través de ello, una
cosa sigue un movimiento de autodiferenciación. El actualizar se presenta como contrario a
la posibilidad y, por tanto, se refiere a la capacidad de algo de “estar presente” y “ser activo”.

21
DINERO Y CAPITAL HACIA UNA RECONSTRUCIÓN DE LA TEORÍA...

de su apropiación de partes del plusvalor producido por el capital productivo.15


En este momento, el capital productivo no sólo aparece como una particula-
ridad frente a las otras particularidades en que el capital se desdobla, sino que
éste está puesto como presupuesto de éstas. Cabe señalar que la secuencia de
presentación de estas configuraciones del capital sigue el método sistemático
que va progresivamente de lo abstracto y simple a lo concreto y complejo,
donde, por un lado, cada subsecuente forma particular no sólo surge de la
anterior sino además le agrega un nuevo contenido sin suprimir sus formas
precedentes sino conservándolas como su fundamento, y, por otro lado, en
que la naturaleza esencial de la producción del capital es progresivamente
oscurecida, al grado de que la relación de capital alcanza su forma más enaje-
nada y fetichista en la forma de dinero, esto es, como si el dinero por sí mismo
generara más dinero, como un valor que se valoriza a sí mismo pero sin el
proceso que lo crea.
Las dos primeras formas particulares del capital son las de los capitales de-
dicados al tráfico de mercancías y al tráfico de dinero que Marx engloba con el
nombre de capital comercial. La función del capital dedicado al tráfico de mer-
cancías es llevar a cabo, de manera autónoma e independiente, la metamorfosis
de las mercancías producidas por el capital productivo a su forma dineraria, es
decir, su venta, y su metamorfosis inversa, es decir, su compra, dentro de la esfe-
ra de la circulación. Por esto y por el hecho de que se adelanta capital en forma
dineraria para realizar tal función particular esta forma es considerada capital.
Dado que este capital, por un lado, no produce plusvalor, y, por otro lado, es
una parte del capital productivo que existe en el mercado, el plusvalor que le
corresponde en la forma de ganancia constituye una parte del plusvalor generado
por las fuerzas de trabajo empleadas por el capital productivo total. En cuanto
que, según Marx, el capital productivo total y el capital dedicado al tráfico de

15
En el pasaje al tomo III de El capital y en el momento de la autonomización de las formas
de capital utilizamos la expresión “capital productivo” en lugar de “capital industrial”. Esto
nos permite diferenciar metodológicamente la discusión y el nivel de abstracción entre el tomo
II y el tomo III.
Regina Roth (2009: 42) señala que en los manuscritos del tomo III Marx utilizó original-
mente la expresión “capital productivo” y que fue Engels, en su edición, quien la sustituyó
por “capital industrial”.

22
INTRODUCCIÓN Y RESUMEN DE LOS CAPÍTULOS

mercancías deben arrojar, pro rata de su magnitud, la misma ganancia, la medi-


da de valorización de ambos capitales se expresa por una misma tasa media de
ganancia.16
La siguiente forma de capital surge de la existencia permanente de partes
del capital productivo y del capital dedicado al tráfico de mercancías en la
forma de dinero debido, entre otras causas, a la necesidad de conservarlas en
la forma de tesoro, sea como capital dinerario latente, es decir, como reserva
de medios de compra o de medios de pago, o sea como capital en barbecho,
que no ha sido invertido todavía, y, también, al hecho de que esas partes de
ambos capitales refluyen constantemente bajo la forma dineraria. Cuando las
operaciones requeridas para la conservación y manejo de esas partes del ca-
pital existentes en la forma de dinero recaen de manera autónoma y exclusiva
en la función de un capital particular –que se hará cargo de las operaciones
técnicas inherentes–, éste se transforma en capital dedicado al tráfico de dine-
ro. Por el hecho de que estas operaciones dinerarias surgen de los movimien-
tos puramente técnicos que efectúa el dinero en el proceso de circulación del
capital productivo total y del capital dedicado al tráfico de mercancías, y de
que se adelanta capital en forma dineraria para realizar su función, este dine-
ro es igualmente considerado capital. Desde luego que, como un capital que
no genera plusvalor, su ganancia sólo puede ser una deducción del plusvalor
producido por el capital productivo. Como la ganancia que debe arrojar este
capital es, según Marx, también la ganancia anual media, la tasa media de ga-
nancia debe ahora incluir tanto al capital productivo total como a los capitales
comerciales. Aunque Marx trata este capital separado del sistema crediticio, su
texto nos permite suponer otra alternativa de la medida de valorización de este
capital: al considerar que la función del mismo es comerciar con dinero, la cual
realiza “como simple cajero para los comerciantes y capitalistas [productivos]”
(K.III.6: 408), y, además, que “[el] comercio dinerario no forma los tesoros”
(K.III.6: 411), se podría suponer que Marx considera esta forma de capital
como una banca comercial intermediaria cuyos fondos provendrían de todos los
capitales productivos y comerciales y que son susceptibles de ser prestados, por lo
que su medida de valorización no sería necesariamente la tasa media de ganancia

16
A la que Marx denomina ganancia anual media.

23
DINERO Y CAPITAL HACIA UNA RECONSTRUCIÓN DE LA TEORÍA...

sino la tasa de interés. Si bien es cierto que esta última alternativa sólo es posible
si se considera que las operaciones que realiza este capital son más que puramente
técnicas, también es cierto que, desde el punto de vista del método de presenta-
ción de Marx, este capital representa un antecedente fundamental del capital que
devenga interés y del capital bancario.
La siguiente forma particular del capital es la de capital que devenga interés
o capital prestado a interés. El punto de partida de la presentación de esta for-
ma particular de capital es el dinero que, en cuanto forma de valor que existe
autónomamente, puede transformarse en capital dinerario pero no como forma
funcional del capital industrial sino como una forma autonomizada en la que,
como tal, funciona como capital. Bajo esta forma, el valor de uso del dinero
adquiere, además de sus funciones como dinero, la de funcionar como capital,
es decir, de generar ganancias. Es en este carácter que el dinero como capital se
convierte en una mercancía sui géneris, es decir, que en lugar de cederlo o
enajenarlo en forma definitiva como cualquier otra mercancía se lo presta tem-
poralmente. La conditio sine qua non de su función es que, como capital dado en
préstamo, sea, además, adelantando por los capitales productivos o comerciales
para que éstos puedan realizar sus funciones particulares y, como tales, produ-
cir ganancias. Como todo capital deviene capital en virtud de su valorización,
el incremento de este capital por el que su valorización se expresa es, en este
caso, una participación de la ganancia global producida, la cual se denomina
interés. En cuanto que esta diferenciación cualitativa entre ganancia e interés
surge de la división puramente cuantitativa de la ganancia global producida,
la ganancia que ahora corresponde a los capitales en funciones, productivos
o comerciales, es lo que Marx denomina ganancia empresarial. Siendo que
el interés expresa la magnitud de la valorización de este capital, su medida se
manifiesta en la relación cuantitativa entre el interés –la parte de la ganancia
global que le corresponde– y el valor del capital originalmente adelantado,
lo que no es más que la tasa de interés. El nivel de esta tasa es, según Marx,
casual, puramente empírica y, por lo tanto, pertenece al reino de lo fortuito. Es
decir que no existe una tasa natural de interés.
La conceptualización del capital que devenga interés trae así aparejada la
bifurcación de éste en propiedad del capital y capital en funciones. Esta bi-
furcación se manifiesta en que tanto los capitales productivos y comerciales
que trabajan con capital propio como los que trabajan con capital prestado

24
INTRODUCCIÓN Y RESUMEN DE LOS CAPÍTULOS

dividen su ganancia global, por un lado, en interés que les corresponde como
propietarios del capital, y, por otro lado, en ganancia empresarial que les co-
rresponde como capitales en funciones. Esta división meramente cuantitativa
entre interés y ganancia empresarial no sólo se convierte, así, en una división
cualitativa que se da independientemente de la circunstancia fortuita de si el
capitalista productivo o comercial es propietario o no de su capital, sino que
además todo capital dinerario adelantando por los capitales productivos o co-
merciales individuales se mide de dos maneras: como propiedad de capital,
según la tasa de interés, y como capital en funciones, según la tasa de ganancia
empresarial. Ahora bien, como la tasa de interés no sólo es autónoma y de-
terminada externamente y aparece uniforme y empíricamente dada, sino que
tiene validez general, se la presupone anticipada, es decir, como supuesto y
punto de partida para el cálculo de las operaciones de los capitales productivos
y comerciales, y, por lo tanto, como presupuesta a sus resultados, que son su
ganancia global. O, dicho de otra manera, en la forma de capital que devenga
interés el capital como propiedad está presupuesto a su propio proceso de re-
producción. De ahí que las determinaciones aparezcan invertidas: “El interés
aparece como el verdadero fruto del capital, como lo originario, y la ganancia,
transmutada ahora en la forma de la ganancia empresarial, como mero accesorio
y aditivo que se agrega en el proceso de reproducción” (K.III.7: 501). Con esto
queda consumada la figura fetichista del capital: al tomar la forma general de
dinero, el capital aparece como capital en sí, como capital por excelencia, como
si tuviera en sí mismo el atributo de incubar más dinero; o, dicho de otro modo,
en cuanto forma de existencia del sujeto-capital, el dinero mismo aparece como
un sujeto automático que se valoriza y se reproduce a sí mismo, donde no sólo el
interés aparece como un plusvalor que arroja en sí y para sí sino que la fuente de
la ganancia es irreconocible.17

17
“En el capital que devenga interés, por consiguiente, este fetiche automático –el valor
que se valoriza a sí mismo, el dinero que incumba dinero– se ha cristalizado en forma pura,
en una forma en la que ya no presenta los enigmas de su origen. La relación social se halla
consumada como relación de una cosa, del dinero, consigo misma. En lugar de la transformación
real de dinero en capital, sólo se presenta aquí su forma carente de sentido […] el valor de uso
del dinero se convierte aquí en el de crear valor, un valor mayor del que se halla contenido en
sí mismo” (K.III.7: 500).

25
DINERO Y CAPITAL HACIA UNA RECONSTRUCIÓN DE LA TEORÍA...

Esta inversión de las determinaciones trae a su vez aparejado que, por un


lado, los capitalistas actuantes, productivos o comerciales, desaparezcan y sean
sustituidos por meros administradores o gerentes de capital ajeno,18 y, por otro
lado, que los propietarios del capital se transformen en meros propietarios,
funcionen como capitalistas dinerarios independientes incluso de la propiedad
directa del capital.
Esto, y la expansión de la escala de la producción que resulta de la concen-
tración del capital dinerario, da lugar a la formación de sociedades por acciones
y al hecho de que el capital dinerario adopte un carácter social al concentrarse
masivamente en los bancos, siendo éstos los que prestan y no ya los propietarios
directos del dinero. Con esto se desarrollan otras funciones particulares del
capital dedicado al comercio dinerario que lo transforman en capital bancario:
la administración general del capital que devenga interés o capital dinerario y
la creación del dinero a partir de éste. Esto es, si bien el banco sigue teniendo
una función de intermediario, ésta es superada pues entre los créditos otorga-
dos están incluidas la emisión de billetes bancarios, la sustitución de letras de
cambio privadas, vía su (re)descuento, por billetes bancarios, y la sustitución

18
Esta característica ha sido señalada, desde una perspectiva histórica y no lógica, por
autores marxistas y no marxistas. Desde el lado marxista, Duménil y Lévy (2014: 19) indican
que “los propietarios de las grandes sociedades debieron rodearse de colaboradores directa-
mente asociados con las responsabilidades, quienes se convirtieron en los verdaderos organi-
zadores: no como meros ejecutores, sino (co)responsables. Esta revolución es conocida bajo
el nombre de ‘revolución gerencial [managériale]’, es decir, la revolución de la gestión”. Para
estos autores, los gerentes constituyen una tercera clase social que resulta determinante, según
se asocien con los intereses de la clase capitalista o de la clase trabajadora, de lo que se mani-
fiesta en lo que ellos denominan “compromiso a la derecha” o “compromiso a la izquierda”, en
la determinación de la dinámica productiva y financiera del sistema capitalista.
Desde una perspectiva cercana a la ortodoxia económica, Minsky (1988: 5-6) argumenta
que “los administradores del dinero están reemplazando a los gerentes de la industria como
los actores principales en la economía […]. El capitalismo moderno se caracteriza por la for-
ma corporativa de la organización de los negocios y las complejas estructuras financieras que
incluyen instrumentos negociables. Por medio de la deuda y de las obligaciones financieras,
los gerentes corporativos controlan los activos de capital reales de la economía: los instrumen-
tos financieros distribuyen las ganancias brutas presentes y futuras de las empresas presentes
y futuras”.

26
INTRODUCCIÓN Y RESUMEN DE LOS CAPÍTULOS

de éstos por los de otros bancos, lo que equivale a que, como dice Marx, los
bancos puedan emitir dinero (K.III.7: 517-598), capacidad que se presenta
como una actividad primordial para el sistema capitalista. Alrededor de ello se
desarrolla una estructura de transferencias mediante la cual se lleva a cabo –y
se salda– una gran cantidad de depósitos que no tienen existencia concreta
sino que sólo aparecen en los libros bancarios.19 La consecuencia directa de
esta capacidad del sistema bancario se encuentra en superar la barrera a la
ampliación del espacio de acción del capital que imponía la cantidad de dine-
ro efectivamente existente.
En cuanto que, cabe señalar, desde la perspectiva del método de presen-
tación de Marx, el capital bancario sólo puede ser introducido después del
capital que devenga interés y que, en su visión, los billetes bancarios implican
la emisión de dinero, no se puede pensar que Marx no considera que el dinero
bancario pueda ser un adelanto creado por los bancos y, por lo tanto, no pro-
venga únicamente de fondos previos.
De todas las partes de que consta el capital bancario, Marx se enfoca con
cierto detalle a la que denomina “capital ficticio”, cuya formación se realiza vía
la capitalización.20 En particular, Marx usa este término para designar aquellos
activos financieros cuyos precios (valores) no sólo no se corresponden con el
valor del capital real por el que fueron emitidos sus títulos, como, por ejemplo,
las acciones,21 sino que, además, pueden representar un capital ilusorio, como,

19
“De ahí –señala Marx– que sea posible que las nueve décimas partes de todos los de-
pósitos de Inglaterra no tengan existencia alguna, salvo sus asientos en los libros de los ban-
queros, cada uno de los cuales responde por su parte. Así ocurre en Escocia, donde el dinero
circulante [¡que por añadidura es casi exclusivamente dinero de papel!] jamás ha superado los
3 millones de libras esterlinas, mientras que los depósitos ascienden a 27 millones” (K.III.7:
521).
20
“Se capitaliza cualquier entrada que se repita en forma regular, calculándola según el
tipo medio de interés, como el producido que arrojaría un capital prestado a esa tasa de inte-
rés” (K.III.7: 601).
21
En relación a las acciones, Marx argumenta que si bien las empresas emiten las acciones
para financiar su inversión de capital real, el capital no existe de dos maneras, “Una vez como
valor de capital de los títulos de propiedad, de las acciones, y la otra como el capital reamente
invertido o a invertir en esas empresas. Sólo existe en esta última forma y la acción no es otra

27
DINERO Y CAPITAL HACIA UNA RECONSTRUCIÓN DE LA TEORÍA...

por ejemplo, los títulos públicos.22 Aun en el caso de las acciones cuyos títulos
de deuda no representan un capital meramente ilusorio, como es el caso de las
deudas públicas, el valor de capital que representan esos títulos es puramente
ficticio. Si bien sus precios resultan de descontar los pagos futuros usando la
tasa de interés como referencia y que pueden modificarse según las oscilaciones
de ésta, sus títulos pueden autonomizarse y adquirir un movimiento propio de
valorización ficticia al ser tratados como mercancías y, como tales, ser compra-
dos y vendidos en los mercados financieros. En cualquiera de los casos, los
propietarios de los títulos que representan capital ficticio tienen el derecho de
participar, directa o indirectamente, de una parte del plusvalor producido por
las fuerzas de trabajo incorporadas en el capital productivo total.
Más aún, con la figura fetichista del capital que devenga interés, el salario
mismo se llega a considerar como un interés, lo que implica que se conciba la
propia fuerza de trabajo como un capital que arroja dicho interés. Incluso se
llega a concebir la fuerza de trabajo como un capital futuro cuyo valor resulta
de la capitalización a la tasa de interés de los gastos que se realizan, individual o
socialmente, en su calificación o educación. Es de esta manera que se concibe,
en general, la fuerza de trabajo como capital humano.
En lo expuesto hasta aquí hemos visto que el concepto de capital-en-general
–cuya forma universal de existencia es la forma dineraria, su ley universal es la
auto-valorización del valor y sus formas funcionales de existencia son el capital
dinerario, el capital productivo y el capital mercantil– se pone concretamente
al desarrollarse y escindirse en una serie de formas o configuraciones parti-
culares como momentos de él –capital productivo, capital comercial y capital
que devenga interés, del cual surgen el capital accionario, el capital ficticio y el
capital bancario, que engloba a todos– para devenir una totalidad. Una vez que
se llega a este momento de la presentación, cada una de estas formas, por me-

cosa que un título de propiedad, pro rata, sobre el plusvalor que ha de realizar por intermedio
de ese capital” (K.III.7: 601).
22
En relación a los títulos públicos, Marx se refiere a los títulos que el gobierno emite bá-
sicamente para cubrir sus gastos corrientes, dinero que, en cuanto que no entra en el circuito
de valorización sino en el del gasto de ingreso, no es capital. Pero al propietario de estos títulos
le dan el derecho de participar en una parte de la ganancia global (del plusvalor) bajo la forma
de los impuestos que recaude el gobierno.

28
INTRODUCCIÓN Y RESUMEN DE LOS CAPÍTULOS

diación de la forma dineraria, puede comprobar su identidad consigo misma y


todas ellas pueden relacionarse entre sí como formas particulares de existencia
del capital. De esto se puede inferir que la singularidad del concepto de capital
se refiere al momento en que aquellos capitales particulares que se encarnan
en la figura singular de dinero que se valoriza a sí mismo, es decir, D-D’,23
funcionan como capital universal; situación que, al no presentar el proceso que
media ambos extremos, corresponde a la forma “no conceptual” del capital.24
Si bien es cierto que esta interpretación basada en la dialéctica sistemática y
retomando la estructura del silogismo hegeliano coloca al dinero como elemen-
to de expresión general a lo largo de todo el texto de El capital, esto es, en cada
uno de los diferentes momentos de abstracción propios de los tres tomos, está
todavía en una etapa de construcción, consideramos que constituye una línea
de investigación que apuesta por la evaluación crítica de los textos de Marx y,
además, abre un debate amplio y directo con otras posiciones teóricas muy en
especial en lo que corresponde a la distinción entre dinero y capital.
Los textos que forman este libro recogen, enfatizando diversos elementos,
parte de esta reconstrucción y de este debate. A continuación se describe el
argumento de cada uno de ellos.

23
La singularidad en el concepto de capital de Marx es un tema novedoso que requiere ser
desarrollado con mayor amplitud. R. Fineschi (2014) considera que el singular que funciona
como capital universal es el sistema bancario.
24
Al respecto, escribe Marx, tanto en El capital como en las Teorías sobre la plusvalía: “La
1
mera forma del capital –dinero que se desembolsa como suma A y que retorna como suma A+ x A ,
en un lapso determinado y sin otra mediación que ese lapso cronológico intermedio– es sólo
la forma no conceptual del movimiento real del capital” (K.III.7: 446).
“Bajo esta forma es, pues, como los economistas vulgares lo conciben también. En esta
forma se esfuma toda mediación y se redondea y culmina la forma fetichista del capital, como
la representación del capital-fetiche” (TsPV.III: 410).
“Y cuanto más superficialmente se apega a la superficie y la refleja en un determinado
orden, más se considera ‘conforme a la naturaleza’ y alejada de toda elucubración abstracta”
(TsPV.III: 430).

29
DINERO Y CAPITAL HACIA UNA RECONSTRUCIÓN DE LA TEORÍA...

Resumen de los capítulos


En su trabajo, titulado “Valor y dinero”, Christopher J. Arthur presenta la teo-
ría del dinero bajo la perspectiva de la forma-valor inspirado en el énfasis que
Marx pone en la importancia del valor como forma social. Cabe señalar que el
autor es crítico de Marx en muchos otros aspectos. El dinero, sostiene Arthur,
no “oculta” el contenido material “real” de las relaciones económicas sino que
éste es esencial en las relaciones de valor. Para Arthur, el valor es en primera
instancia definido como el “poder de intercambiabilidad” de las mercancías
que, como tal, es una forma pura de asociación desprovista de contenido. Esto
implica que, para él, el valor no es una cosa material y no está contenido en las
mercancías, así la forma-valor del dinero de las mercancías no puede ser deri-
vada con referencia a la conmensuración de los tiempos de trabajo objetivado
en ellas y, por lo tanto, no puede ser el resultado de una simple derivación de la
forma adecuada de aparición de sus valores. Si esto fuera así, el dinero sería un
simple numerario que mediría el valor presupuesto en ellas con lo que se intro-
duce una confusión de categorías entre la fuente y la medida del valor. Según
Arthur, el dinero, puesto como la forma de equivalente universal del valor, es,
por el contrario, lo que actualiza el valor, es decir, le da existencia social, y, al
proporcionarles a las mercancías una dimensión unitaria las pone como valores
“en sí mismas”: el dinero constituye, así, la dimensión de valor. Sólo después de
que las mercancías han sido conmensuradas por el dinero es que tiene algún sig-
nificado la teoría del valor basada en tiempos de trabajo abstracto, en donde la
forma-dinero de las mercancías, es decir, su precio, es la que determina su mag-
nitud de valor en términos de tiempo de trabajo abstracto socialmente necesario;
antes de esto sus magnitudes son ideales, es decir, tiempos de trabajo (abstracto)
socialmente imputados. El dinero no es por lo tanto una medida del valor sino
que hace al valor una entidad medible como es medible la forma de valor. Como
su perspectiva conduce necesariamente a una reconstrucción del concepto de
capital, al final introduce la competencia capitalista por medio de la cual son
determinados los precios de producción como las formas de valor finales de las
mercancías como capital, los cuales a su vez determinan sus magnitudes finales
de valor. Otro tema tratado por Arthur es la relación entre la mercancía-dinera-
ria oro y el papel moneda emitido por el Estado (como algo que no tiene valor

30
INTRODUCCIÓN Y RESUMEN DE LOS CAPÍTULOS

en sí mismo) y sostiene la idea de que el papel moneda no representa al “oro”


sino que lo sustituye.
En “Dinero mercancía, sus representantes y los presupuestos de su negación
dialéctica”, Roberto Escorcia continúa con la discusión sobre el dinero mer-
cancía poniendo énfasis en que éste constituye no una contingencia histórica
sino que tiene, en contra de lo que teorías marxistas y no marxistas sostienen,
una relevancia lógica primordial dentro del sistema teórico. A partir de una
lectura en términos lógicos de las funciones del dinero, critica dos perspectivas
teóricas contrapuestas: en primer lugar, a aquélla (especialmente identificada en
Keynes y en la corriente postkeynesiana) que considera que el dinero se origina
vía una autoridad (chartalismo) y que es posible tomar los símbolos dinerarios
y las relaciones de deuda como punto de partida de una teoría del dinero, por lo
que la forma mercantil de éste es meramente contingente y, por tanto, su impor-
tancia teórica es desdeñable. La crítica elemental a este tipo de teorías se ubica
en que de su omisión de la relación entre dinero y valor derivan que la estructura
de las relaciones de intercambio cuantitativas entre las mercancías no les sea
clara ni evidente, esto es, que de la estructura de precios resulta el fundamento
difuso y podría estar sujeta a la discrecionalidad estatal o de las empresas. Al
mismo tiempo, el autor señala que los símbolos dinerarios son punto de llegada
y no de partida, es decir, que el dinero de crédito al ser la forma más desarrollada
del dinero no puede ser tomado como el origen lógico de éste. En segundo lu-
gar, critica la posición teórica propia del marxismo convencional según la cual es
imposible la superación de la moneda mercancía. Esta perspectiva no compren-
de cómo el desdoblamiento de la forma de valor subraya la materialidad como
base lógica (no histórica) en la génesis del dinero pero, por otro lado, genera las
bases para la negación dialéctica de éste por otras formas no mercantiles. Frente
a esto, el autor ofrece una explicación de cómo la forma mercantil genera por su
mismo desenvolvimiento las condiciones para ser representada por otras formas
no mercantiles (símbolos). El fundamento para ello se encuentra en la propo-
sición de dos dualidades: real-ideal e inmediato-representado. La primera de
ellas refiere a la presencia o ausencia del dinero y se asocia con el tratamiento
de la “representación mental” (Vorstellung). La segunda, por su parte, implica
la presencia del dinero directamente (“en persona”) o en forma “simbólica”
donde el vínculo no es con la representación sino con el “representante” (Re-
präsentant). A partir de ambas dualidades se demuestra que la simbolización

31
DINERO Y CAPITAL HACIA UNA RECONSTRUCIÓN DE LA TEORÍA...

del dinero es un proceso cuyo origen está en la circulación misma del dinero
mercancía por lo que se trata de un resultado lógico y no de un supuesto de
origen. La convención establecida por el Estado, a su vez, se presenta como
parte del proceso de simbolización al cual da vigencia social general pero no
lo inicia. Finalmente, se expone la forma en que un símbolo dinerario puede
cumplir con la función de unidad de medida.
Por su parte, Roberto Fineschi ofrece, en “Relación entre forma de valor y
proceso de intercambio”, un estudio de la relación entre la forma de valor y la
forma de dinero en las diferentes etapas de elaboración de la teoría de Marx
–Manuscrito 1857-1858, la Contribución a la crítica de la economía política, la
primera edición alemana de El capital (1867), el Apéndice de 1867, el ma-
nuscrito Ergänzungen und Veränderungen zum ersten Band des Kapitals’ (Dezem-
ber 1871-Januar 1872) y la segunda edición alemana del tomo I de El capital
(1872)–, para después abordar la cuestión de la relación entre el capítulo I
sobre la mercancía, y el capítulo II sobre el proceso de intercambio. Fineschi se-
ñala cuatro elementos que se entrelazan en las diversas obras de Marx y deben
ser entendidos claramente: la deducción del equivalente general pensada y real
(efectiva), la deducción del equivalente general y de la relación entre forma de
valor y proceso de intercambio, la relación entre equivalente general y dinero
y la relación entre lo lógico y lo histórico. Con base en esta distinción, el autor
argumenta que en esencia Marx se da cuenta progresivamente de que en el
concepto de mercancía están implícitos los individuos que intercambian, por
lo que entre forma de valor y proceso de intercambio no puede haber un salto
cualitativo como había pensado originalmente. En otras palabras, se sostiene
que Marx llega a concluir que no es necesario un doble tratamiento, primero
de la forma de valor y después del proceso de intercambio. Básicamente, en-
tonces, de la conexión entre la forma de valor y el proceso de intercambio como
estructura unitaria se deduce el equivalente general. Habiendo llegado a este
punto, el autor muestra que dentro de las posibilidades de interpretación de
las versiones finales de la obra de Marx que nos ocupa (Apéndice del tomo
I de El capital 1867, Ergänzungen… y segunda edición de El capital 1872) se
encuentra aquélla según la cual equivalente general y dinero no son la misma
categoría. De ello deriva una dificultad teórica: si bien la estructura comple-
ja “mercancía” alcanza finalmente el equivalente general desde un punto de
vista lógico, no puede alcanzar el dinero; para ello es necesario además un

32
INTRODUCCIÓN Y RESUMEN DE LOS CAPÍTULOS

proceso histórico. Para obtener el dinero es necesario mostrar la naturaleza de


este proceso. En contra de la opinión de que Marx asume elementos extrafor-
males (“históricos”) para continuar con el desarrollo de su teoría, lo que sería
inconsistente con el método dialéctico, Fineschi propone interpretar al proce-
so histórico desde su naturaleza lógica según la cual son las determinaciones
formales de la ley de la mercancía las que, en la medida en que se instaura el
intercambio, tienden poco a poco a dar esta forma específica a las relaciones
sociales, así lo lógico-histórico debe entenderse en tanto indicaciones de cómo
estas categorías en su existencia histórica subsumen y transforman aquello que
es naturwünchsig (dado de manera natural).
En el capítulo “La determinación actual e histórica en la génesis del dinero:
Una aproximación metodológica a la controversia sobre el carácter mercantil
de la forma dineraria”, de Gastón Caligaris y Guido Starosta, se discute la
explicación de la naturaleza mercantil del dinero ofrecida por Marx desde un
punto de vista metodológico. En particular se examina la cuestión focalizán-
dose en el vínculo que tienen en la exposición dialéctica el desarrollo sistemá-
tico y el análisis histórico. Para ello se toma como punto de partida un debate
llevado a cabo durante la década pasada en la revista Economy and Society entre
Geoffrey Ingham y Costas Lapavitsas quienes postulan, respectivamente, la
naturaleza fiduciaria y mercantil del dinero (y, en consecuencia, fundan la gé-
nesis del dinero, respectivamente en la autoridad pública y en el intercambio).
Luego de revisitar brevemente los principales argumentos teóricos y empíricos
esgrimidos por los participantes en el debate, se concluye, en acuerdo con la
postura general de Lapavitsas, que, efectivamente, el dinero debe ser conside-
rado una mercancía y que su génesis se encuentra, tal como descubre Marx
en su crítica de la economía política, en el desarrollo de las contradicciones
inmanentes del proceso de cambio mercantil. Sin embargo, el examen crítico
de los argumentos presentados por Lapavitsas revela que su defensa de la pers-
pectiva marxiana deja una serie de flancos débiles que la hace descansar sobre
fundamentos endebles (lo cual perspicazmente deja al descubierto Ingham en
su intervención en el debate). En particular Lapavitsas falla en ofrecer una
explicación sólida de la naturaleza mercantil del dinero y de su génesis en tér-
minos dialéctico-sistemáticos, validando así la acusación de Ingham de que
dicha empresa intelectual es sencillamente imposible. Así, el mismo Lapavistas
se ve forzado a recurrir a una explicación de la génesis y naturaleza del dinero

33
DINERO Y CAPITAL HACIA UNA RECONSTRUCIÓN DE LA TEORÍA...

fundada en sus orígenes históricos y/o con base en “factores extra-económi-


cos”. Esto lo hace mediante una idiosincrática interpretación del desarrollo
formal del valor de cambio del apartado 3 del primer capítulo del tomo I de El
capital en términos de una secuencia lógico-histórica que, además, confunde el
nivel de abstracción de la génesis del dinero en dicho capítulo, esto es, como
determinación inmanente de la forma-mercancía, y aquél del desarrollo de esta
última como producto de la acción práctica de los poseedores de mercancías en
el proceso de cambio, tal como lo expone Marx en el capítulo II. Frente a estas
insuficiencias de la interpretación de Lapavitsas, se argumenta que la resolución
de estas antinomias requiere, en primer lugar, distinguir clara y precisamente
entre el problema de la explicación dialectico-sistemática y el problema de la ex-
plicación histórica de las “categorías económicas” en la crítica de la economía
política. En segundo lugar, de acuerdo con los recientes aportes al método de la
crítica de la economía política desde la llamada “New Dialectics”, se argumenta
que el fundamento último de la génesis del dinero en el intercambio debe pro-
veerse en términos sistemáticos. En este sentido, cualquiera haya sido el origen
histórico del dinero (el cual de todas maneras, se encuentra efectivamente en el
intercambio mercantil de acuerdo con la evidencia empírica disponible), lo que
está en juego son sus determinaciones como momento interno de la “totalidad
capitalista”, donde, tal como señalara Marx en un muy citado pasaje metodoló-
gico de los Grundrisse, la secuencia inmanente de las determinaciones formales
no necesariamente coincide con el orden histórico de las “categorías económicas”
(G.1: 28-29). Es ésta la cuestión fundamental que tanto Ingham como Lapa-
vitsas pasan por alto. Sin embargo, en el artículo también se argumenta que la
literatura reciente sobre la dialéctica sistemática falla al tratar de dar cuenta del
papel de la explicación histórica en la exposición marxiana. Es decir, no pro-
vee argumentos sólidos para comprender el sentido de otra conocida reflexión
metodológica de Marx en los Grundrisse según la cual “nuestro método pone
de manifiesto los puntos en los que tiene que introducirse el análisis histórico”
(G.1: 422). En contraste, se argumenta aquí que, efectivamente, la explicación
histórica tiene un rol en la exposición dialéctica en El capital y que, asimismo,
la explicación del origen del dinero en el proceso de cambio mercantil es preci-
samente uno de esos puntos en los que debe entrar en escena. Dicha perspec-
tiva alternativa se desarrolla mediante una reconstrucción metodológicamente
fundada de la explicación marxiana de la naturaleza mercantil del dinero en la
primera sección de El capital.

34
INTRODUCCIÓN Y RESUMEN DE LOS CAPÍTULOS

En el capítulo “Dinero y capital en general”, Mario L. Robles Báez tiene


como propósito un acercamiento al desenvolvimiento de las relaciones entre di-
nero y capital, particularmente las funciones que cumple el capital cuando se
encuentra en su forma de existencia dineraria, en cuatro de los momentos que
constituyen el concepto de capital en general en El capital de Marx. En el pri-
mer momento, que corresponde al contexto de la circulación mercantil simple,
M–D–M, en cuanto la apariencia inmediata de la circulación del capital, se
presenta, en primer lugar, la posición del dinero como la forma universal con-
creta de existencia social del valor de las mercancías y, por lo tanto, la condi-
ción sine qua non de su existencia social. Enseguida, se presentan las diferentes
funciones y formas del dinero, las cuales surgen de las relaciones de valor que
establecen las mercancías en su proceso de circulación y cuya importancia re-
side en que, cuando los valores de las mercancías, y más adelante, cuando el
valor es puesto como capital, toman la forma dineraria, sólo pueden cumplir
funciones de dinero y ninguna otra. Al final el autor señala que, en cuanto
que el dinero es la forma de existencia social del valor, éste, al autonomizarse y
desarrollarse como un fin en sí mismo, deviene la primera forma de manifesta-
ción del capital. En el segundo momento se presentan las determinaciones del
devenir lógico del capital en general en cuanto valor que se valoriza a sí mismo
a partir de la forma de circulación del dinero como capital, D–M–D’. Desde
la perspectiva fenoménica de este proceso, el valor de capital que se adelan-
ta originalmente en forma dineraria, D, deviene capital al presentarse al final
como valor valorizado en forma dineraria, D’. Pero, como el cambio del valor
del dinero que resulta de su circulación no puede surgir del dinero puesto que
éste por sí mismo no puede generar más dinero, se argumenta que este cambio
sólo puede surgir de la condición sine qua non de la producción del capital: la
explotación del trabajo vivo en cuanto la fuente del valor y del plusvalor. De
aquí resulta que el plusvalor se presenta como el fundamento de la transfor-
mación del valor en forma dineraria en capital y, por lo tanto, de la creación de
más dinero. Las diferentes funciones que el valor de capital cumple cuando se
encuentra en su estado dinerario son presentadas en el tercer momento –el cual
corresponde al proceso de la circulación del capital que Marx desarrolla en el
tomo II de El capital–. Siguiendo la idea de Marx de que cuando el valor de
capital reviste la forma de dinero éste sólo puede funcionar como dinero, cuyas
funciones se convierten en funciones del capital por el papel que cumplen en

35
DINERO Y CAPITAL HACIA UNA RECONSTRUCIÓN DE LA TEORÍA...

su movimiento de circulación, se exponen con detalle las diferentes funciones


dinerarias que el valor de capital cumple en las diferentes metamorfosis que
éste experimenta a lo largo del ciclo de capital-dinerario, D–M....P....M’–D’,
incluyendo las que conforman el proceso de circulación que une dos periodos
consecutivos de este ciclo bajo la reproducción simple. Cabe señalar que en el
cumplimiento de una misma relación el dinero puede funcionar como forma
dineraria de capital y, sea al mismo tiempo o separada en el tiempo, como di-
nero, cuando toma la forma dineraria de ingreso o de gasto de ingreso. Esto
permite distinguir el dinero como capital (o capital como dinero) del dinero
como dinero; una distinción que no se encuentra en ninguna de las otras
teorías económicas. Considerando que la presentación del capital en general
termina, en el tomo III de El capital, con la posición de los muchos capitales en
cuanto capitales industriales socialmente existentes por mediación de la com-
petencia, en el cuarto momento se argumenta que es por medio de esta posi-
ción que las formas dinerarias de los precios de producción de las mercancías
determinan, cualitativa y cuantitativamente, sus valores sociales definitivos y,
en consecuencia, que las cantidades de tiempo de trabajo objetivado que ellos
representan sean puestas como cantidades definitivas de tiempo de trabajo
abstracto socialmente medido.
El trabajo de Riccardo Bellofiore “Los aspectos monetarios del proceso ca-
pitalista en el sistema marxista: una investigación desde el punto de vista de la
teoría del circuito monetario” propone una reconstrucción de la teoría del valor
y del plusvalor basada en el trabajo abstracto como una teoría de la explotación
en Marx que denomina de teoría monetaria de la producción, en la cual el ciclo del
capital dinerario (expuesto por Marx en el tomo II de El capital) es releído, si-
guiendo la teoría del circuito monetario y la teoría monetaria heterodoxa contem-
poránea, como un circuito dinerario en el que, en su fase inicial, el dinero que se
adelanta como capital es creado ex nihilo por los bancos y sirve para financiar la
compra de fuerza de trabajo que consume en el proceso productivo y, en la fase
final, los trabajadores escogen libremente cómo dividir su ingreso monetario en-
tre consumo y ahorro. El circuito monetario se cierra o no dependiendo de si la
financiación inicial es completa o parcialmente recuperada por las firmas: en el
primer caso, ésta refluye en su totalidad a los bancos y de esta manera se destruye
el dinero originalmente creado; en el segundo caso, debido a que algunos flujos
del ahorro son retenidos como balances líquidos y, por lo tanto, como reservas

36
INTRODUCCIÓN Y RESUMEN DE LOS CAPÍTULOS

de valor, el balance neto se refleja en la deuda de las firmas aún no rembolsada


a los bancos. Con base en esto, el autor sostiene que la financiación a la produc-
ción tiene las siguientes implicaciones: a) que sólo en cuanto que la financiación
valida ex ante al trabajo vivo como trabajo abstracto latente la teoría del valor
trabajo de Marx como una teoría de la explotación puede ser re-establecida; b)
lo anterior implica necesariamente una teoría no-mercancía del dinero puesto
que el dinero es un símbolo institucional del trabajo abstracto; c) que, entendida
como el poder adquisitivo inicial, la financiación determina la estructura real
de la economía y la acumulación de capital, y d) que los préstamos originan los
depósitos y no a la inversa, elemento retomado de la perspectiva postkeynesiana
y que es crítico de otras teorías. En este contexto, Bellofiore argumenta que la
teoría de la competencia dinámica de Marx es incompleta si no se introduce el
papel de los bancos en la financiación de la innovación, elemento de inspiración
schumpeteriana. Finalmente, al examinar la presentación del capital bancario
y crediticio de Marx en el tomo III de El capital, Bellofiore sostiene que Marx
considera básicamente a los bancos como intermediarios financieros y que, aun-
que sigue prisionero de la primacía del dinero como mercancía, reconoce que el
papel de éste es fundamental durante las crisis monetarias.
En “Hacia una teoría marxista del dinero mundial”, Tony Smith critica me-
todológica y conceptualmente la propuesta postkeynesiana de Paul Davidson
según la cual, a partir de una nueva forma de dinero mundial –la unidad mo-
netaria internacional de compensación–, es posible alcanzar el pleno empleo a
nivel mundial, mejorar la distribución del ingreso, evitar los desequilibrios co-
merciales y financieros y, por tanto, estabilizar la estructura económica interna-
cional, así como de incentivar las capacidades productivas y reducir la carga de
interés de los países que se encuentren en una situación deficitaria en su cuenta
corriente y enfrenten elevadas obligaciones financieras. Smith argumenta que
la falla básica en el argumento de Davidson radica en que éste no entiende el
objetivo del sistema capitalista, es decir, la valorización del valor y la ganancia y,
por ello, piensa que este sistema debe ser diseñado para lograr la satisfacción de
los deseos y necesidades humanos. De ahí que postule teóricamente un dinero
mundial que no se corresponde con las relaciones sociales que definen al capi-
talismo, esto es, a que no atiende a las relaciones de valor, a la relación capital/
trabajo asalariado, a las relaciones inter-capitales, a las relaciones inter-estados
y a las relaciones que constituyen el mercado mundial. Por lo tanto, el dinero

37
DINERO Y CAPITAL HACIA UNA RECONSTRUCIÓN DE LA TEORÍA...

mundial que propone el autor postkeynesiano es, desde el punto de vista mar-
xista, una propuesta totalmente incoherente. La ausencia del concepto de capi-
tal en la estructura analítica de Davidson explica este hecho.Finalmente, como
contrapropuesta, Smith ofrece una revisión de las características del concepto
marxista de dinero mundial.
En el trabajo “Tipo de cambio y transferencia de valor: análisis a partir de la
apropiación de renta de la tierra petrolera en Venezuela” de Juan Kornblihtt, se
parte de analizar el tipo de cambio como la expresión de la capacidad de compra
de diferentes economías. En este sentido, se establece la existencia de una pari-
dad cambiaria expresada en diferentes monedas que corresponde a la capacidad
de los capitales de cada país de valorizarse, sobre la base de que el consumo
es expresión de dicha capacidad. La explicación de la paridad de compra en
función de la capacidad de valorizarse de cada capital permite analizar las eco-
nomías nacionales y su expresión monetaria no en función de supuestos teóricos
sino de su realidad concreta. La moneda puede expresar una capacidad de
compra por encima o por debajo de su paridad en función de la existencia de
ganancias extraordinarias provenientes de fuera del espacio nacional. Dicha
capacidad puede modificarse en términos de una sobre o una subvaluación
de la moneda, lo cual redunda en transferencias desde sectores que pierden
parte de sus ganancias extraordinarias en la mediación cambiaria y otros que
ganan con base en ella. El estudio concreto que se propone en este artículo
se basa en el análisis en función de la metodología llamada “paridad de poder
adquisitivo relativo” (metodología utilizada por Bernard Mommer y por Juan
Iñigo Carrera, entre otros) la evolución del tipo de cambio en Venezuela y su
tendencia a la sobrevaluación como mecanismo de transferencia de renta de la
tierra desde el terrateniente (en este caso el Estado) hacia el capital importador
y hacia el que fuga capital hacia el extranjero. En particular se analizan los últi-
mos años del chavismo durante los cuales este mecanismo y un tipo de cambio
paralelo fueron los principales mecanismos de apropiación de la renta petrolera
por el sector privado. Este análisis de la moneda nacional como expresión de la
capacidad de los capitales de valorizarse y como mecanismo de transferencia de
renta de la tierra –u otro tipo de ganancias extraordinarias– permitirá abordar
discusiones con autores marxistas –en particular los que siguen la tradición de
Anwar Shaikh– que parten del supuesto teórico de un ajuste del tipo de cambio
real a la productividad relativa (o los costos laborales unitarios) entre los capi-

38
INTRODUCCIÓN Y RESUMEN DE LOS CAPÍTULOS

tales rectores de los países sin tomar en cuenta la existencia de posibles fuentes
de ganancias extraordinarias que alteren dicha relación. En este sentido, se
remarca el abandono del análisis concreto de la valorización de los capitales
como lo que rige el desarrollo de la acumulación de capital a nivel nacional, y
por lo tanto de su moneda, por una mirada centrada en la productividad, como
si la producción fuese ordenada en función directa de los aportes de cada sector
al producto general, o en el supuesto de la igualación de la tasa de ganancia sin
analizar en términos específicos las economías nacionales bajo estudio.

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40
Valor y dinero

Christopher J. Arthur

La teoría de la forma-valor está inspirada en general en el énfasis de Marx sobre


la importancia del valor como una forma social y de su crítica a la economía polí-
tica clásica por descuidar este aspecto de ella. En estas notas intento desmostrar
que la aplicación de este enfoque de manera rigurosa y consistente conduce a
una reconstrucción del capital. Este capítulo no es, pues, concebido como exégesis.
Mi enfoque de la “forma-valor” del dinero sostiene que el dinero no “ocul-
ta” el contenido material “real” de las relaciones económicas sino que éste es
esencial para las relaciones de valor, no es meramente la forma en que una ma-
teria subyacente se expresa. Esta perspectiva contrasta con aquella según la cual
el dinero es importante solamente como un numerario. Argumento que sólo el
dinero hace actual al valor; después, investigo el concepto de “medida del valor”
porque a partir de esta función del dinero la mayoría de los teóricos marxistas
se inclina a argumentar que el dinero real debe ser una mercancía. Finalmente,
discuto brevemente la determinación de la magnitud del valor y del precio de
producción. En mi perspectiva, las categorías de “tiempo de trabajo socialmen-
te necesario”, “valor” y “precio” surgen de las interacciones sistemáticas de un
todo complejo en lugar de ser presupuestas a su desarrollo.

¿Qué es valor?
A primera vista el valor puede parecer ser definible como una relación, a saber,
aquélla en que una mercancía se intercambia por otras mercancías o por una
mercancía estándar selecta como el oro. Pero una teoría que concibe las relacio-

[41]
DINERO Y CAPITAL HACIA UNA RECONSTRUCIÓN DE LA TEORÍA...

nes de intercambio como algo intrínseco a las mercancías debe definir el valor
como el poder de retirar otras mercancías a cambio de una mercancía en virtud
de esta característica intrínseca. Desde el primer punto de vista, el valor de
cambio no es distinto del valor; pero desde el último punto de vista el valor que
las mercancías poseen es expresado en el valor de cambio, que sirve así como
su medida porque un poder sólo es conocido por sus efectos.
Nótese que mi definición del valor como un “poder de intercambiabilidad”
no hace referencia a lo que otorga a las mercancías ese poder ni a ninguna teo-
ría de la determinación de su magnitud. Es un movimiento común que al de-
sarrollarse las teorías se complemente la definición abstracta originaria con una
“definición real” incorporada en el marco teórico. Por ejemplo, la neumonía ya
no es definida por sus síntomas sino por la presencia de un cierto bacilo. Cuando
la muerte de los legionarios presentaron síntomas de neumonía y el bacilo no
se encontró en ellos, en lugar de decir que la teoría había sido refutada se dijo
que los pacientes no sufrieron de neumonía. Así, las conexiones teóricas esta-
blecidas entre valor y trabajo pueden cambiar nuestra definición por una en la
cual sólo las mercancías producidas califican.
Se puede objetar que la referencia al trabajo debe incluirse incluso al nivel
más abstracto de la determinación del concepto de valor porque toda la proble-
mática de la forma-valor surge de la división social del trabajo, con su conse-
cuente contradicción de un trabajo que tiene que ser al mismo tiempo privado
y social. La plausibilidad de este argumento se ve socavada por el carácter
abstracto peculiar de la forma-valor misma: en la medida en que se resuelve
la contradicción a través de un sistema de intercambio social que asocia los
productos de productores disociados dentro de una forma universal, a saber, el
valor, sobrepasa los parámetros del problema original. La forma mercancía es tan
vacía de algún contenido dado que no sólo permite considerar como tales los di-
versos bienes producidos por las empresas privadas, sino toda clase de materiales
heterogéneos (por ejemplo, las obras de arte). El nivel más abstracto de análisis
del concepto de valor es, por lo tanto, aquel en el que éste se considera como una
forma pura de asociación desprovista de contenido. De aquí se desprende que
debe ser posible una derivación de la forma-valor del dinero sin la referencia
simultánea a la conmensuración de los trabajos. La dialéctica de la forma-valor
debe tener prioridad expositiva en la medida en que tiene una cierta autonomía
con respecto a la mediación de los trabajos disociados.

42
VALOR Y DINERO

Sin embargo, el requisito de concreción conduce a la identificación teóri-


camente argumentada de los productos del trabajo como el único contenido
adecuado a la autodeterminación de la forma. En lo concerniente a los casos
excluidos, tales mercancías tienen la forma de valor pero están vacías del con-
tenido adecuado. Ellas tienen forma de mercancía pero sus valores de cambio
no son determinados como expresiones de un contenido de valor basado en la
producción capitalista.

La actualidad del valor


El dinero es necesario para que el valor esté objetivamente presente en las re-
laciones de intercambio porque la actualidad del valor no puede establecerse a
través de la reducción analítica de los extremos de una simple relación de inter-
cambio de valor como tal. Tal movimiento logra, a lo mucho, una hipótesis no
comprobada: que la forma mercancía no puede estar vacía de un contenido de-
terminado. Además, la reducción analítica se basa en un contrasentido, a saber,
que un sistema de intercambio sin dinero admite relaciones de equivalencias
reflexivas, simétricas y transitivas. Pero en dicha red la transitividad fracasaría
empíricamente a veces sí, a veces no, y numerosas oportunidades inherentes
para el arbitraje estarían siempre teóricamente presentes. Estas consideracio-
nes me llevan a destacar la importancia de la derivación de Marx del dinero
en la sección de las formas de valor1 (capítulo I, libro I de El capital). Si se dice
que, puesto que el valor está aquí presupuesto, la única cosa en cuestión es ge-
nerar su forma adecuada de aparición en el dinero, entonces respondo que “la
esencia tiene que aparecer” (Hegel, 1968: 421); si no lo hace, entonces el valor
carece de actualidad. El dinero puesto como la forma de equivalente universal
del valor es en sí mismo directamente esencial para la actualidad del valor e
indirectamente para la posición del trabajo como abstracto.
Un tema recurrente a lo largo de la discusión de Marx sobre el dinero es
la oposición del dinero con las mercancías. Incluso en la forma simple del valor,
el “germen del dinero”, la mercancía en la forma de equivalente sólo está pre-

1
Para una reconstrucción de esta derivación, véase Arthur (2004).

43
DINERO Y CAPITAL HACIA UNA RECONSTRUCIÓN DE LA TEORÍA...

sente como el material en el que el valor de la primera mercancía está dado. El


oro no tiene precio; éste existe en virtud de la función formal que se le da al oro
como equivalente universal. Además, en El capital Marx llega a una conclusión
sorprendente si tenemos en cuenta que plantea como su punto de partida el escla-
recimiento de las condiciones bajo las cuales el valor es intrínseco a las mercancías.
Después de mostrar la necesidad del dinero, afirma que sin él las mercancías se
presentan entre sí simplemente como valores de uso (K.I.1: 80-81, 105), y conclu-
ye que cuando el oro “[f]unciona como dinero” se “lo fija como figura única del valor
o única existencia adecuada del valor de cambio, frente a todas las demás mercancías
en cuanto simples valores de uso” (K.I.1: 158; nótese que “figura [form] de valor”
no es aquí Wertform sino Wertgestallt, refiriéndose a la forma [shape] en que se pre-
senta). El dinero es “la existencia autónoma [Dasein] del valor de cambio, como
mercancía absoluta [universal]” (K.I.1: 168).
En la primera edición del tomo I de El capital, Marx hace una analogía muy
esclarecedora para hacer transparente lo extraño de esta relación: “Es como si
además y aparte de los leones, tigres, liebres y de todos los restantes animales
[…], existiera también el animal, la encarnación individual de todo el reino
animal” (K.I.3: 998). Este ejemplo es una reminiscencia de un punto señalado
por Hegel:
El animal como tal no puede mostrarse; solamente un animal definitivo puede mos-
trarse alguna vez. El animal no existe; por el contrario, esta expresión se refiere a
la naturaleza universal de los animales individuales y cada animal existente es algo
que es mucho más concretamente determinado, algo particularizado (Hegel, 1991
[1817]: 56).
La peculiaridad del dinero (mercancía) es que puede “mostrarse” como “la
mercancía universal”. El aspecto universal que une a las mercancías se presu-
pone que es el valor, y en el dinero este universal es puesto como “una cosa”
aparte de ellas.
Aunque las mercancías y el dinero caen en “una antítesis externa en la que
aquélla representa su antítesis inmanente de valor de uso y valor” (K.I.1: 128),
estos elementos no pueden realmente existir como tales, sino sólo en una rela-
ción de polaridad recíproca. Las mercancías son puestas como portadoras de
valor en la medida en que su realización en precios dinerarios refleja esta di-
mensión sobre ellas; por el contrario, el valor no puede existir autónomamente

44
VALOR Y DINERO

como dinero porque el dinero solamente prueba la realización de su poder


adquisitivo en valores de uso.
Si se asume que las mercancías como tales son valores, el dinero suministra
su medida común y la medida más adecuada es un numerario, una mercancía
tal como el oro, que los representa; pero una representación escrita del valor tam-
bién puede servir. Sin embargo, no tiene sentido presuponer que la mercancía
como tal tiene valor. El valor tiene una realidad puramente social, y surge de
las relaciones mercantiles. Por lo que el aspecto universal de las mercancías sólo
se logra en la medida que ellas lo ponen a través de sus relaciones comunes con
un equivalente general, a saber, el dinero. Esta forma de dinero no representa
el “valor” presupuesto de las mercancías; por el contrario, lo presenta a ellas
como su momento universal. El dinero no es una re-presentación de algo dado
en las mercancías, sino la única manera de hacer presente al valor (i.e., el ser ahí
[Dasein] en concreto, en lugar de una abstracción irreal); el dinero es la actua-
lidad del valor. Una vez que el valor es así presentado explícitamente “para sí”
(en lugar de una mera inmanencia) en el dinero, pone a las mercancías como
valores “en sí mismas”.
Aunque el oro parece ser una mercancía representativa, deviene tal a través
de su determinación de forma antitética respecto de las mercancías, es excluida
de ellas con el fin de presentar en forma (shape) objetiva lo que ellas deben ex-
cluir de sí mismas, a saber, el supuesto contenido de valor que no pueden sacar
a la luz en su propia “sustancia” (“stuff”), sino solamente en el material que se
encuentra frente a ellas, el dinero. El dinero debe existir aparte de las mercan-
cías con el fin de presentar una dimensión unitaria de valor para ellas. Una
analogía sería que el rey tiene los poderes exclusivos por sí mismo de tal manera
que tiene en su persona la soberanía nacional no sólo contra otros reinos sino
contra la anarquía de sus súbditos nativos, en el supuesto de que ellos no se
pueden auto-determinar. Él les presenta su unidad como otro aparte de ellos; de
ahí que él no sea simplemente su representante sino su gobernante, aun cuan-
do no es rey por naturaleza, sino sólo porque ellos se ponen a sí mismos como
súbditos. De la misma manera, el dinero es soberano aun si originalmente es
una simple mercancía. Es mucho más que una representación de la unidad de las
mercancías así como un rey es más que la representación del país para el cual
una figura puramente simbólica tal como “Britania” bastaría; debe actuar como
rey con el fin de garantizar la unidad nacional.

45
DINERO Y CAPITAL HACIA UNA RECONSTRUCIÓN DE LA TEORÍA...

El dinero “pone la presuposición” de que las mercancías cuentan como va-


lores. Sí el papel moneda emitido por el Estado es socialmente aceptado, esta
posición del valor se logra por algo que no tiene valor en sí mismo y cuyo único
valor de uso es precisamente actuar como existencia independiente del valor.
Sí este dinero tiene el poder de compra socialmente atribuido a él su soporte
material tiene pocas consecuencias.
En la circulación el papel inconvertible no “representa” (“stand for”) al oro,
lo “sustituye” (“stand in for”).2 ¿Cuál es la diferencia entre estas expresiones? El
nombre en la marquesina “representa” (“stand for”) al actor, pero el suplente
“sustituye” (“stand in for”) al actor. Asumen las mismas funciones reales, no sim-
bólicas (incluso si carecen de la cáscara glamorosa de la “calidad de estrella”).
El suplente es adecuado para el propósito de presentar el papel, no como una
representación más o menos inadecuada de la “estrella”, tal como un recorte de
cartón. Es un error, entonces, pensar que el papel inconvertible es una repre-
sentación del “dinero real”, que es, por lo tanto, necesariamente un sustituto
inadecuado de la cosa real. Éste es de hecho dinero en la medida que presenta
adecuadamente el valor para sí; esto lo hace no por ser un valor representativo
de las mercancías, o por ser una representación del valor, sino por ejercer el papel de
la presencia del valor. “Sustituye” (“stands in for”) al oro funcionalmente en lugar
de ser una representación del oro reemplazándolo (“standing for it”).

La medida del valor


Mientras que Marx permite que el Estado puede reemplazar al oro por papel
en su función como moneda, insiste que la mercancía dinero no puede ser rem-
plazada en su función de medida del valor aunque puede funcionar como tal
“idealmente”, es decir en su ausencia (K.I.1: 156-157, nota 84; 158).
Enfoco esta cuestión en dos etapas: el primer nivel es el naturalismo; el
segundo la diferencia que plantea la teoría de la forma-valor.

Esta distinción entre “representar” (“stand for”) y “sustituir” (“stand in for”) me fue
2

indicada por Joan Safran.

46
VALOR Y DINERO

En cuanto al naturalismo, en la física se distinguen tres tipos de medidas.


La primera es la medida comparativa inmediata. Los ejemplos incluyen una
barra de equilibrio (beam balance) y una regla. Aquí la medida comparte la mis-
ma dimensión inherente con las medidas de peso y extensión. Podemos hacer
comparaciones (más grande, más pequeño, igual) y podemos fijar un gramo
estándar y un metro para servir de numerario. De aquí que la medida inme-
diata es posible porque ambas cosas (la medida y lo medido) son de la misma
dimensión y esta propiedad es algo que ellos “tienen” antes [prior] de la con-
mensuración y permite medirse por medio de la comparación inmediata.
En segundo lugar, tenemos una medida indirecta. Los ejemplos incluyen a
una balanza elástica (spring balance) y un termómetro de mercurio. Aquí la me-
dida es de extensión (la elasticidad extendida, la columna de mercurio amplia-
da), lo que es ajeno a lo que es medido, a saber, una fuerza y la vibración de las
moléculas. Tenemos una teoría de la determinación que nos permite traducir
hacia atrás. Estos casos difieren en que el termómetro es una medida indirecta
externa de calor y lo mensurable “real” es casi inobservable. La balanza elástica
(spring balance) es más directa; equiparamos diferentes tipos de fuerza (y pode-
mos establecer el peso directamente como en el caso anterior).
En tercer lugar, algunas dimensiones son de “fondo” (“rock bottom”) (por
ejemplo, la extensión y la masa), pero otras son complejas (por ejemplo, el
trabajo). El trabajo es una función de la fuerza en movimiento a través de la
distancia en un tiempo, y si podemos medir esas tres dimensiones podemos
calcular la magnitud de las unidades de trabajo.
Supongamos que podemos aplicar todo esto al valor definido como el po-
der de intercambio que poseen las mercancías. Hay una medida inmediata del
valor en el dinero mercancía. Esto es distinto de los determinantes del valor,
pero si tenemos una teoría que determina la magnitud inmanente del valor por
aquélla del tiempo de trabajo el valor puede ser medido por cálculo. Bajo tal
perspectiva naturalista, se puede decir que el tiempo de trabajo es una medida
inmanente indirecta del valor y que el dinero es una medida externa indirecta
del trabajo.
Permítasenos ahora retornar al impacto de la teoría de la forma de valor so-
bre el esquema anterior. La linealidad implícita en este esquema debe ser rem-
plazada por un concepto de los intercambios de medida y de lo mensurable.

47
DINERO Y CAPITAL HACIA UNA RECONSTRUCIÓN DE LA TEORÍA...

El dinero no simplemente suministra un estándar de comparación para las


mercancías ya insertadas en la dimensión del valor; el dinero constituye la di-
mensión de valor. A primera vista, uno puede pensar que es el campo del inter-
cambio lo que constituye la dimensión del valor, igual que un campo gravita-
cional lleva a las masas a una dimensión de peso. La mercancía no tiene valor
aisladamente sino que cuando actúa en el mercado adquiere esta propiedad (el
poder de sacar otras mercancías del intercambio) en proporción a su tiempo de
trabajo socialmente necesario, y esto se expresa en sus relaciones con otras mer-
cancías de acuerdo estrictamente con la lógica de la equivalencia. El problema
con esto no es simplemente la falta de un numerario, que sería necesario en la
práctica del arbitraje. El problema es ontológico pues los intercambios discre-
tos sólo establecen un laberinto incoherente de espacios moleculares de valor
que no tienen ninguna relación necesaria entre sí. Habría una mezcla caótica
de “valores” de cambio transitorios pero no un espacio homogéneo de valor
que las integre en un universo común. (En la innovación de la perspectiva pic-
tórica, el punto de origen no está en la pintura sino que tiene que ser postulado
para hacer que la imagen represente coherentemente la “profundidad”. De la
misma manera el dinero hace coherente la dimensión del valor). En términos
kantianos, el dinero logra la unidad sintética de los diversos valores al situar a
las mercancías en una relación común desde un solo punto de vista sobre ellas
que todavía no está entre ellas. La forma monetaria es la condición de posibili-
dad de una esfera unitaria de las relaciones de valor. Como un punto de vista
sobre las mercancías, el dinero mercancía debe ser excluido de esta esfera y no
tener ningún precio. Si esto es así, entonces en principio un dinero no-mercan-
cía podría lograr este acto de síntesis trascendentalmente necesario.
En un paradigma naturalista, la medida es una intervención en dimen-
siones y relaciones de determinación ya constituidas, sea a través de una
comparación inmanente o de una indirecta. Pero en el caso de una sustancia
puramente social, el valor, es la práctica social de conmensuración en el in-
tercambio lo que pone lo que está presupuesto en tal medida: una dimensión
homogénea de valor. El dinero sirve al mismo tiempo como la encarnación de
lo medible (el valor) y el estándar de la medida (un dólar). El dinero no es,
por lo tanto, una medida del valor sino que hace al valor una entidad medible
como es medible la forma de valor. No es que las mercancías mismas tengan
una dimensión de valor común que posteriormente les da una métrica por el

48
VALOR Y DINERO

dinero. Nuestra práctica de fijación de los precios de las mercancías crea esta
dimensión de valor idealmente.
Es sólo a través de la mediación del dinero que pueden ser aseguradas tales
otras dimensiones sociales de las mercancías como representantes del trabajo
abstracto socialmente necesario.
Hemos visto que la medida indirecta es posible si hay una relación entre lo
que queremos medir y alguna otra entidad medible; desde el momento en que
la práctica social actúa de tal manera que hace del papel moneda una función
determinante del valor, tal medida es adecuada a los valores relativos de las mer-
cancías tal como una balanza (spring balance) mide pesos aun cuando los resortes
(springs) no sean pesados.3 Si estamos buscando algo que mida el valor definido
como un poder de intercambio, entonces algo que es sólo eso, es decir que tiene
intercambiabilidad inmediata, es una forma de medida perfecta, y si el dinero
legal (fiat) tiene tal aceptación social, es una medida adecuada sin importar el
hecho de que no tenga trabajo incorporado. Desde el momento en que tal dinero
valida a las mercancías y por lo tanto al trabajo, ¿qué otra medida se requiere?
Sin embargo, ¿el valor del dinero mismo no requiere de una medida? En esto
la visión de Marx es defectuosa. Él dice: “[...] la expresión relativa desplegada
del valor, o la serie infinita de expresiones relativas del valor, se torna en la forma
específicamente relativa de valor de la mercancía dineraria… Léanse al revés las
cotizaciones de una lista de precios y se encontrará la magnitud del valor del
dinero representada en todas las mercancías” (K.I.1: 116).
Pero esto pasa por alto dos circunstancias interesantes. Primera: el propósi-
to puntual de la forma de valor es permitir a una mercancía expresar su valor en
otra porque no puede expresar su valor en su propio cuerpo natural. Sin embar-
go, el dinero realmente encarna valor en sí mismo porque fija una peculiaridad
de la forma de equivalente, a saber, que su valor de uso cuenta como valor. No
tiene necesidad entonces de medir su valor en alguna otra mercancía. Como la
encarnación de valor, lo que el dinero expresa en su relación con otras mercan-

3
Si surge la incertidumbre sobre la relación del dinero con los determinantes de valor
habrá perturbaciones monetarias (por ejemplo, aquellos que resultan de las importaciones
desde el Nuevo Mundo) o de plano el colapso de la moneda (por ejemplo, la hiperinflación
del papel moneda).

49
DINERO Y CAPITAL HACIA UNA RECONSTRUCIÓN DE LA TEORÍA...

cías es su encarnación de poder de compra. En efecto, Marx regresa el dinero al


escueto estatus de mercancía oro, con lo que éste pierde la forma peculiar que
tiene como dinero.
Segunda: la forma relativa desplegada del valor no es en ningún caso una
expresión adecuada de valor, precisamente porque no tiene unidad. Cada equi-
valente particular es inconmensurable con los otros. Ellos pueden ser unifica-
dos por la fuerza sólo mediante la asignación de un peso arbitrario a cada uno
en la construcción de un índice. Si seleccionan tales pesos sobre la base de una
canasta de consumo “normal”, se demuestra con toda claridad que la conside-
ración del valor de uso tiene hegemonía. Ésta es una forma de trueque, no una
forma adecuada del valor.

La fuente del valor


Hasta ahora, en la discusión de la definición y la medida del valor no he encon-
trado necesario recurrir a una teoría de la fuente y la magnitud del valor. Ahora
me enfoco a estos temas. Aquí asumo la teoría de la determinación del valor
por el trabajo de Marx. Pero si el trabajo es la fuente del valor lo que determina
su magnitud no es en sí mismo valor. Una vez que la teoría ha concretado el
concepto de “valor” lo suficiente como para reconocer su origen como uno de
los momentos del valor mismo, entonces el valor se convierte en un concepto
triple: la fuente del valor es el trabajo, pero el valor debe expresarse a sí mismo
en el valor de cambio. El valor, no el trabajo, es lo que subyace al valor de
cambio, pero el trabajo es la fuente del valor y determina su magnitud medida
en dinero.
Es común afirmar que la medida inmediata del valor es el tiempo de trabajo.
Por ejemplo, Ricardo confunde la búsqueda de la fuente del valor con la búsque-
da de una medida del valor; de ahí que transfiera ilegítimamente la medida de la
fuente a la del resultado. Sin embargo, si el valor debía ser medido en tiempo de
trabajo, entonces la tesis sustantiva (o la propuesta teórica central) de que la mag-
nitud del valor es determinada por el tiempo socialmente necesario se reduce a
una tautología sin fundamento: el tiempo de trabajo es determinado por el tiem-
po de trabajo. Por lo tanto, no carece de importancia que una vez que Marx
desarrolla la forma precio invariablemente los valores se dan en cantidades de

50
VALOR Y DINERO

dinero y nunca en tiempos de trabajo. Así a lo largo de los tres volúmenes de El


capital el valor está dado en términos de libras esterlinas, chelines o peniques.4
La afirmación más interesante que se considera aquí es que el valor y el tra-
bajo están ligados inseparablemente en el centro de la teoría de Marx a través
una “definición real”: la “sustancia” del valor es trabajo objetivado tal como el
agua consiste en moléculas de H2O. Pero aunque esto se aceptara, la distinción
dimensional es todavía esencial: el trabajo es una actividad que toma tiempo
y el valor es un poder de intercambio medido en dinero. Esto se sostiene por
la analogía que acaba de ser mencionada. El agua aparece como un fluido ho-
mogéneo, continuo, divisible y apropiadamente medido por su volumen (por
ejemplo, litros). Como H2O, el agua es un agregado discontinuo de moléculas
discretas medidas por su número. Dada la misma temperatura y presión, dos
muestras de agua que tienen el mismo volumen estarán “hechas por” el mis-
mo número de moléculas. Pero el volumen y el número permanecen medidas
completamente diferentes. Podríamos –artificialmente– hablar de un litro de
H2O. Podríamos igualmente hablar artificialmente de la riqueza de un dólar
de trabajo objetivado. Pero la medida inmediata del trabajo es tiempo y la del
valor es el dinero.
Un lugar donde Marx funde la determinación de la magnitud del valor con
la de darle una medida es cuando habla de una “medida interna” denominada
en tiempo de trabajo, contrastándola con la medida “externa” en dinero (K.I.1:
115). Sin embargo, estrictamente hablando, esto no hace ningún sentido por-
que los valores son siempre determinados por la relación de tiempos de trabajo
entre sí, de tal manera que, por ejemplo, seis horas no es ninguna clase de
medida del valor a menos que se correlacionen con otros tiempos de trabajo,
sea con aquéllos en la misma rama o con aquéllos en otras ramas. Hablando de
medida inmanente, aquí –en lugar de determinación inmanente– Marx intro-
duce una confusión de categorías entre la fuente y la medida del valor.

4
Esto ha sido frecuentemente señalado por Fred Moseley quien también llama la
atención sobre la relevancia de este punto en la contextualización del procedimiento de la
transformación.

51
DINERO Y CAPITAL HACIA UNA RECONSTRUCIÓN DE LA TEORÍA...

La magnitud el valor
Antes de discutir la determinación de la magnitud del valor bajo la perspec-
tiva teórica de la forma-valor, debemos despejar del camino una concepción
de determinación frecuente basada en la noción de “producción” con todas
las metáforas físicas asociadas a ella. Se dice que tal como el trabajo concreto
produce valores de uso, de la misma manera el trabajo abstracto produce valor.
Creo que esta manera de pensar es totalmente inútil. El valor no es una cosa
material, por lo que no puede producírselo de forma ordinaria. La mercancía
es producida por el trabajo; entonces, cuando se lo valida a través de la venta
como un soporte de valor, el trabajo social objetivado en ella cuenta como abs-
tracto. Pero no hay dos trabajos diferentes y dos productos distintos; hay un
trabajo y un producto pero, sobre este hecho material, un hecho ideal es puesto
por el dinero, a saber, que el producto es socialmente conocido como valor y su
fuente conocida como trabajo abstracto.
¿Qué hay de la afirmación de Marx de que “un bien […] sólo tiene valor
porque en él está objetivado […] trabajo abstractamente humano” (K.I.1: 47).
Aquí tenemos en juego formas socialmente constituidas, de modo tal que el
trabajo se pone como abstracto por la práctica del intercambio, e igualmente la
mercancía se pone como valor. El trabajo, considerado en este contexto como
una actividad abstracta, pone su “objetividad” en el valor. Pero la objetividad
del valor no es una cosa material sino que es el reconocimiento social del resul-
tado del trabajo en cuanto resultado, no en cuanto artículo útil. Como tal, éste
es inmediatamente una objetividad espectral, una gota congelada del trabajo
humano indiferenciado consustancial con el producto en cuanto valor de uso.
Pero la objetividad de las mercancías como valores aparece en forma fenomé-
nica cuando, como dinero, aparece como cosa.
¿En qué momento esta determinación del trabajo abstracto surge primera-
mente? Existe cierta confusión sobre esto porque Marx trata imprudentemente
los determinantes del valor en el contexto de las formas de la circulación simple;
él debería haber pospuesto la cuestión hasta el momento en que la producción
se situara en la contexto de la relación del capital. Tal como se encuentra, la
exposición de Marx da origen a la visión errónea de que la forma de valor y las
categorías asociadas a ella tales como el trabajo abstracto resultan de la abstrac-
ción llevada a cabo sólo a través del intercambio, como si la producción fuera

52
VALOR Y DINERO

un proceso material puramente asocial. Una vez que la producción se entien-


de como la producción capitalista, tal dicotomía de producción e intercambio
puede verse como inadecuada. La producción capitalista es en sí misma for-
madora de valor. Los medios de producción ya tienen una forma de valor (el
así llamado “capital constante”); el trabajo aparece como trabajo asalariado esto
es, trabajo alienado sistemáticamente del producto inmediato tal que asegura
la valorización del capital. Desde este punto de vista, el capital trata a todos
los trabajos como trabajos igualmente disponibles para ser explotados. Así, el
trabajo es ya considerado como abstracto en la producción y no sólo cuando
está cosificado en la mercancía.
La cuestión que finalmente debe ser considerada es la del determinante
de la magnitud del valor medida en dinero. Si es cierto que en la raíz de las
magnitudes del valor subyace algo dado a la forma de valor antes de su ser
formado como valor, es decir los gastos reales de trabajos (concretos), es igual-
mente cierto que estos tiempos son completamente transformados y traducidos
en magnitudes ideales de tiempos de trabajo (abstracto) socialmente imputados
como resultado de la determinación de forma de la producción material por la
competencia capitalista.
Permítasenos enumerar algunas de las razones de que el tiempo de trabajo
no aparezca en forma lineal en el valor del producto: la empresa puede tener
un número anormal de trabajadores “perezosos” (mejor, recalcitrantes) cuyos
trabajos deben ser descontados, de tal manera que N horas de trabajos reales
cuentan lo mismo que N-X horas de trabajo socialmente necesario. Por otro
lado, la empresa puede estar utilizando técnicas atrasadas, de manera que in-
cluso los trabajadores mejor dispuestos producen menos artículos que la mis-
ma mano de obra podría producir en una fábrica estándar, por lo que, una vez
más, estos trabajos reales tienen que ser descontados. Un cambio brusco de
los métodos de producción puede reducir el tiempo necesario para reproducir
tales mercancías por debajo de las de los stocks todavía existentes, así que és-
tas se desvalorizan y el efecto es igual a la del caso anterior. Por lo tanto, una
secuencia causal lineal no aplica en el caso individual, pero tampoco aplica
cuando se asume que el valor está determinado por el tiempo de trabajo so-
cialmente necesario. Este tiempo no tiene sentido hasta que se pone en relación
con aquellos establecidos en la producción de otros tipos de mercancías. El peso
de un producto no depende de los pesos cambiantes de los demás, pero su

53
DINERO Y CAPITAL HACIA UNA RECONSTRUCIÓN DE LA TEORÍA...

valor está relacionado con las condiciones de producción de otros productos.


Es cierto que los tiempos reales de trabajo son un contexto determinado para
la formación del tiempo de trabajo socialmente necesario, y que éste, a su vez,
es un contexto determinado para la determinación de las magnitudes de los
valores, pero la forma de valor es tal que lo que cuenta socialmente resulta de la
“causalidad sistemática”; los valores de las mercancías se co-determinan, no se
producen uno por uno. (Si se acepta que el trabajo es la única fuente del valor,
aquella de la cual el capital crea valor, se sigue que los fenómenos puramente
de mercado introducen una distinción entre precio y valor, o, dado que el valor
siempre se expresa como un precio, entre un precio que refleja una forma esen-
cial de valor y los precios que están sujetos a contingencias que surgen fuera de
la forma de producción capitalista misma.)
Para mi enfoque de la forma-valor, la magnitud de valor es determinante
sólo en la medida en que la forma de la competencia capitalista misma reco-
noce al trabajo como contando abstractamente y como medido por el tiempo.
La determinación de la magnitud del valor por el tiempo de trabajo se obtiene
únicamente bajo la condición de que el tiempo de trabajo sólo cuenta en la
medida en que se determina sistemáticamente como necesario. Más aun, sólo
la competencia capitalista hace del “tiempo de trabajo socialmente necesario”
una realidad. Existe un universo de diferencia entre el campesino que dice que
“el tiempo no cuesta nada” y el adagio capitalista de que “el tiempo es dinero”.
Es importante distinguir la cuestión cualitativa de la constitución del tra-
bajo como trabajo abstracto de la cuestión cuantitativa de la determinación del
tiempo de trabajo socialmente necesario. La primera tiene ciertas precondicio-
nes (principalmente la flexibilidad del trabajo), es una forma puramente social,
el resultado de la inscripción del producto en la forma-valor y la actualidad del
valor en el dinero. Por su parte, la última, mientras que en sí misma presupone
la realidad del trabajo abstracto se deriva fundamentalmente de las condiciones
materiales y por lo tanto este trabajo puede ser puesto como el determinante de
la magnitud del valor resultante.
El valor no es “producido” materialmente, por tanto, la producción de una
mercancía no es equivalente a la producción de su valor. Esto permite al va-
lor ser redeterminado cuando se re-presente en cada nivel de concreción de su
expresión. Esto aplica a la determinación de los precios de producción. Si el
valor no es finalmente formado socialmente salvo en las condiciones plenas de la

54
VALOR Y DINERO

producción capitalista, la diferencia entre el tomo I y el tomo III de El capital no


puede ser aquella que hay entre la producción y la distribución del valor. Cuan-
do nos fijamos en la producción capitalista encontramos que hay la adición de
un nuevo trabajo que se supone da lugar a un nuevo valor, pero también hay
la así denominada “transferencia” de valor del capital constante a la mercancía
final a través de su consumo productivo. Los trabajadores hacen las dos cosas
al mismo tiempo puesto que su trabajo no es una pura actividad sino trabajo
sobre materiales con instrumentos de producción, ambos siendo consumidos.
La productividad del trabajo incluye su poder de transferir capital constante al
producto final, de tal manera que se renueva en lugar de perderse durante su
consumo.
Sugiero que lo que cuenta como socialmente necesario no es simplemente
aquel tiempo de reproducción que es normal dentro de una rama, sino aquel
tiempo relativo al poder productivo de los trabajadores en diferentes ramas. La
producción puede ser organizada dentro de una rama de la producción de ma-
nera eficiente; sin embargo, en un aspecto difiere entre ramas, a saber, en la
masa de capital constante puesta en movimiento por cada unidad de trabajo.
Por lo tanto algunos trabajos pueden contar como múltiplos de otros trabajos
en proporción a su efectividad en resucitar el capital constante.5 Aquellas ramas
que son más intensivas en trabajo han “desperdiciado” trabajo, por así decirlo,
tanto como en aquellas firmas menos eficientes dentro de una rama ya que ellas
utilizan efectivamente el capital social menos productivamente que otras. Esto
es indicativo de la formación de los precios de producción, co-determinada por
la tasa general de ganancia. Así, al igual que la competencia dentro de la rama
conduce a un tiempo de trabajo que se recalcula de acuerdo con el tiempo de
trabajo socialmente necesario dentro de la rama, la competencia entre las ramas
conduce al tiempo de trabajo socialmente necesario que se recalcula según la
composición orgánica promedio de la industria en su conjunto. (Incluso se
podría hablar de una capacidad socialmente necesaria de consumir el capital.)

5
Marx habla del trabajo calificado dentro de una rama de la producción como un múlti-
plo del trabajo simple. Estoy de acuerdo, pero agrego que el trabajo de una cierta calificación
que opera en una rama intensiva de capital “cuenta” como unidades múltiples de un trabajo
similar que opera en otras ramas.

55
DINERO Y CAPITAL HACIA UNA RECONSTRUCIÓN DE LA TEORÍA...

Algunas horas de trabajo “producen” más o menos valor (aquí, aquél que co-
rresponde a los precios de producción) que otros.
Las paradojas del tiempo en la teoría de la relatividad proporcionan una
analogía útil. Los procesos tienen una dimensión de tiempo homogéneo sólo
relativa a un marco inercial de referencia. Si una nave espacial sale de la Tierra
a una velocidad alta el tiempo para hervir un huevo en la nave espacial tomará
los tres o cuatro minutos usuales cocinarlo; pero para un observador situado
en la Tierra tomará más tiempo. Por analogía, el tiempo de producción no es
absoluto; siempre se mide en el contexto de un marco de referencia común.
La comparación de diferentes marcos de referencia en el contexto de compo-
siciones orgánicas diferentes significa que el tiempo de trabajo en industrias
intensivas de capital es “más acelerado” en relación al promedio y cuenta por
más, mientras que el tiempo de trabajo en industrias intensivas en trabajo cuen-
ta por menos porque las horas pasan más “despacio”. (Enfatizo que estos pesos
relativos son determinaciones sociales; los trabajadores involucrados experimentan
que sus trabajos tienen la misma intensidad porque su marco de referencia es la
fábrica.) En cuanto que el valor es plenamente determinado sólo cuando el movi-
miento del capital mismo ha incluido todos sus momentos necesarios, el precio de
producción es la forma final del valor al nivel de la concreción de la competencia
entre los capitales reales.
Esta visión del precio de producción tiene dos corolarios:
Primero, no es necesario que la medida se conserve cuando se concreta la
forma de valor. Incluso en la física hay una falta de conservación de la magnitud
cuando se comparan diferentes formas. H2O es agua y hielo, pero cuando la mis-
ma muestra pasa del estado líquido al hielo no conserva su volumen; su magni-
tud es mayor en la segunda forma que en la primera. La conservación ontológi-
ca de su “ser” no requiere la conservación de la medida de la magnitud porque
ésta cambia con la metamorfosis. En nuestro caso, lo que se conserva es la masa
de productos y su distribución entre las clases. Pero medidas diferentes de estos
productos son posibles, de hecho necesarias. Los precios simples basados en los
determinantes del valor del tomo I de El capital surgen de la constitución ori-
ginal de la relación de capital como lucha en torno a la extracción del plusvalor.
Los precios de producción son apropiados a un nivel más concreto de la com-
petencia intercapitalista en el que ellos determinan la asignación del producto
excedente social. Así como el mismo material tiene dos medidas en el ejemplo

56
VALOR Y DINERO

agua/hielo, el mismo valor es apropiadamente reconocido de forma diferente ya


que lleva la impronta de relaciones sociales diferentes y ambos son necesarios para
la explicación completa. Es el mismo plusvalor medido según los precios sim-
ples que se divide entre los diferentes capitales como “hermanos hostiles”, pero
que al tomar en cuenta sus composiciones diferentes (lo que es irrelevante en el
contexto de la relación de clase) vuelven a medir el excedente (como si a falta de
vasos pudiéramos dividir el agua sólo si primero la congelamos).
En segundo lugar, si el valor no es materialmente “producido” sino una for-
ma socialmente reconocida de lo que es producido (mercancías), entonces no
puede ser distribuido vía el mecanismo de la forma-valor misma. Debe evitarse
la idea contraria a la intuición de una sustancia que se transfiere después de que
se produce en un sitio diferente. (¡El dinero se distribuye a los terratenientes y
financieros, pero no vemos un capitalista pagar parte de sus ganancias a otro; ésta
es una transferencia muy “hipotética”!). La formación de una tasa uniforme de
ganancia no es una forma de distribución del valor, es una forma de redeterminar
el valor cuando el nivel del capital en general es subsumido en la competencia.

Conclusiones
En lugar de comprender los así llamados “valores trabajo” como ontológica-
mente anteriores a los precios dinerarios, la posición adoptada aquí es que el
orden y la regularidad en la interrelación de las unidades de producción capi-
talista es posible sólo porque hay una forma de valor, el dinero, como condición
previa para ello. Sólo una vez que se obtiene esta forma de conmensurar los
productos tiene algún significado la suposición de una ley del valor basada en
el tiempo de trabajo y que aparece como precio. La forma-dineraria estructura
tales determinaciones como tiempo de trabajo socialmente necesario decidien-
do hasta qué grado los tiempos de trabajos reales son socialmente validados o
reemplazados por montos de trabajos socialmente imputados. Una vez que se
entiende que el valor se mide necesariamente en dinero, entonces los “precios
de producción” pueden ser interpretados como medidas de valor más “acaba-
das” que los precios directos, aunque de esta manera la tesis de que la fuente del
valor es el trabajo llega a ser oscurecida por la negativa del capital a tratar a
todos los trabajos como iguales cuando recalibra los tiempos de trabajo.

57
DINERO Y CAPITAL HACIA UNA RECONSTRUCIÓN DE LA TEORÍA...

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59
Dinero mercancía, sus representantes
y los presupuestos de su negación dialéctica

Roberto Escorcia

La relevancia del dinero mercancía y de los meros signos dinerarios en el sis-


tema capitalista es analizada en este texto bajo la premisa básica de que existe
entre ambos tipos de dinero una relación lógica indisoluble. Consecuentemen-
te, una circulación mercantil capitalista basada en signos de valor sólo puede
conceptualizarse, en términos metodológicos, como un momento posterior al
desarrollo de una circulación basada en el dinero mercancía. Proponemos, en-
tonces, una crítica a teorías que postulan un marco analítico que tiene en las
relaciones crediticias su punto de partida y desdeñan la relevancia teórica de
la forma mercantil del dinero. Nuestra lectura de tales teorías es que en ellas
las funciones del dinero son introducidas artificialmente. En respuesta a ello,
planteamos el estudio de las funciones desde la dualidad ideal-real y la duali-
dad inmediato-representado.

Perspectivas sobre las funciones del dinero: aportes e insuficiencias


El estudio relativo a la materialidad que el dinero adquiere en los metales pre-
ciosos (particularmente el oro) se ha planteado en parte de la literatura econó-
mica (nos referimos aquí, por un lado, a aquélla que tiene su origen en Keynes
y, por otro, a una de filiación marxista) desde una óptica histórica-empírica
a partir de la cual se intenta establecer una posición teórica. La idea central
se sintetiza en postular la irrelevancia del dinero mercancía mediante indica-
ciones históricas según las cuales el uso del oro (o cualquier otra mercancía)
como referente de la estructura monetaria ha sido contingente y secundario.

[61]
DINERO Y CAPITAL HACIA UNA RECONSTRUCIÓN DE LA TEORÍA...

Ello tanto en las sociedades precapitalistas (Keynes, [1930] 1971: 10 y ss.)


como en los diferentes periodos de la sociedad capitalista, incluido aquél en
que escribió Marx,1 y de modo plenamente evidente tras la eliminación del
patrón oro en 1971.
Iniciemos con la teoría chartalista del dinero que sigue Keynes. Desde esta
perspectiva, el origen del dinero2 y el establecimiento de una estructura mo-
netaria están anclados en una autoridad central que determina una unidad de
cuenta –entendida como una descripción o título– a través de la cual se expresan
los precios y las deudas. En estricta relación con la unidad de cuenta, la autori-
dad determina qué instrumento ha de encargarse de descargar (discharged) tales
precios y deudas, es decir, hacerlos presentes en las transacciones y relaciones
económicas:
Tal vez podamos dilucidar la distinción entre dinero y el dinero de cuenta diciendo
que el dinero de cuenta es la descripción o título y el dinero es la cosa que responde
a la descripción. Ahora bien, si la misma cosa siempre respondiera a la misma
descripción, la distinción no tendría ningún interés práctico. Pero si la cosa puede
cambiar, mientras que la descripción continúa siendo la misma, entonces la distin-
ción puede ser altamente significativa. La diferencia es como la que hay entre el
rey de Inglaterra (sea quien sea) y el Rey George. Un contrato a pagar dentro de
diez años un peso de oro igual al peso del rey de Inglaterra no es lo mismo que un
contrato para pagar un peso de oro igual al peso de la persona que es ahora el Rey
George. Corresponde al Estado declarar, cuando llegue el momento, quién es el
rey de Inglaterra (Keynes, 1971[1930]: 3-4).

1
Caffentzis (2014: 397) señala: “El oro ‘como la moneda mercancía’ fue en 1867 no sólo
marginal en lo que Marx denominó ‘dinero mundial’, sino su uso en forma de monedas fue
también marginal en las transacciones monetarias ‘domésticas’ entre capitalistas y entre traba-
jadores y capitalistas”.
2
Hecho que, según Keynes, será imposible determinar pues está perdido en las “brumas
del tiempo”: “El dinero, como algunos otros elementos esenciales de la civilización, es una
institución mucho más antigua de lo que nos enseñaron a creer hace unos pocos años. Sus orí-
genes se pierden en las tinieblas [mists] cuando el hielo se derretía, y bien pueden remontarse
a los intervalos paradisíacos en la historia humana de los periodos interglaciares, cuando el
clima era muy agradable y la mente libre era fértil de nuevas ideas –en las islas de las Hespé-
rides o la Atlántida o algún Edén de Asia Central–” (Keynes, [1930] 1971: 10-11).

62
DINERO MERCANCÍA, SUS REPRESENTANTES Y LOS PRESUPUESTOS...

El instrumento o cosa que responda a la descripción establecida por la uni-


dad de cuenta puede ser de diferentes tipos: dinero mercancía, dinero fiducia-
rio o dinero administrado (managed) (Keynes, 1971[1930]: 6-7), cualquiera de
los cuales, al igual que sucede con el rey, debe ser declarado por la autoridad.
El dinero es una creación del Estado como autoridad. Así, en tanto que este
tipo de instrumentos tiene la validez estatal, pueden ser usados para la realiza-
ción de transacciones con independencia de su valor intrínseco y de su valor
de cambio.
El tema del dinero ha de resolverse históricamente en una dimensión triple.
En primer lugar, la historia de la deuda según los orígenes de ésta y su natura-
leza y la manera en que se establece un sistema que le dé sustento, esto es, un
sistema legal que va, dentro de la historia de la sociedad humana, de los clanes
y tribus a los gobiernos estatales modernos. En paralelo, la segunda dimensión
refiere a la historia de la unidad de cuenta, sus orígenes, sus tipos y su evolu-
ción. Finalmente, en una historia de los instrumentos de deuda monetarios y
no monetarios es posible enlistar la presencia de granos, conchas, monedas,
asientos en libros, etcétera. Claramente cabe aquí el hecho de que cuando los
títulos de deuda privados, expresados en la unidad de cuenta, son utilizados
como sustitutos del dinero en la realización de transacciones, es decir cuando
éstos pasan de una mano a otra en las diversas transacciones, estamos frente al
dinero bancario (Keynes, 1971[1930]: 4).
Esta explicación se basa en dos ideas principales: primero, que los registros
de contratos de pagos diferidos, esto es, la relación crédito-deuda y la obligato-
riedad impuesta por el Estado, son la base del dinero, y, segundo, que la forma
mercantil no es la expresión más importante del dinero, de hecho ésta puede ser
sustituida por otro tipo de instrumentos.3

3
Los clásicos y los neoclásicos, aunque enfocados exclusivamente en la función de medio
de intercambio, también han considerado la sustitución del dinero mercancía por símbolos.
Ricardo, por su parte, señala: “Una moneda se halla en su estado más perfecto cuando consis-
te enteramente de papel moneda, siempre que éste tenga igual valor que el oro al que declara
representar. El uso del papel en vez del oro sustituye el medio más costoso por el más barato,
y permite al país, sin daño para nadie, cambiar todo el oro que antes usaba para este propósito,
por materias primas, utensilios y alimentos, con los cuales se aumentan a la vez su riqueza y
sus placeres” (Ricardo, 1987[1817]: 269). Con un argumento similar, Hicks (1967: 158-

63
DINERO Y CAPITAL HACIA UNA RECONSTRUCIÓN DE LA TEORÍA...

Esta interpretación histórica es suficiente para establecer que la acuñación


de la moneda no es el elemento determinante para la teoría del dinero.4 La
distinción entre dinero y moneda y sus respectivas historias implican necesaria-
mente la posibilidad de que a lo largo de la historia las relaciones económicas
tengan lugar con independencia de la presencia de un dinero mercancía –así
como el hecho de que las deudas se salden sin el uso de la moneda–. Subyace
en ello la consideración del dinero como un símbolo de deuda,5 cuya materia-
lidad es secundaria y en estricto sentido irrelevante. Este punto es claramente
expuesto por autores postkeynesianos quienes, al llevar al extremo la conside-
ración de Keynes en su Treatise on Money de que la mercantil no es la expresión
más importante del dinero, sostienen que los periodos en los que el sistema
monetario se ha basado en el patrón oro constituyen una “aberración” en la
historia del dinero:
Los instrumentos monetarios emitidos por la autoridad (ya sea que tomen la forma
de monedas de oro, papel verde o entradas en las hojas de balance) son deseados
porque la autoridad emisora los aceptará en pago […] y porque los receptores ne-
cesitan hacer esos pagos. Si la población no necesita realizar pagos a la autoridad,
o si la autoridad rechaza aceptar los instrumentos que ha emitido, entonces el valor de
tales instrumentos monetarios caerá hacia su valor como mercancías. En el caso
de las entradas en las hojas de balance o notas de papel, éste es aproximadamente

159) indica: “La moneda metálica es una forma costosa de realizar una función simple; ¿por
qué desperdiciar recursos en la extracción de oro cuando piezas de papel (o meras entradas
en libros) que pueden ser proveídas y transportadas a una fracción del costo pueden hacerlo
también? Es por eso que el sistema de crédito crece; éste proporciona un medio de intercam-
bio a un costo mucho menor”.
4
“El comienzo del dinero se asocia a menudo por los historiadores con la primera acuña-
ción [...]. Pero yo no creo que el acto de acuñación efectúe un cambio tan significativo como
se le atribuye comúnmente. Fue, tal vez, el primer paso hacia el dinero representativo, o en
todo caso un paso que hizo más fáciles las transiciones posteriores al dinero representativo y al
dinero fiduciario. Pero es probable que la transición fundamental, a saber, la transición char-
talista o el dinero del Estado, siempre la precedió” (Keynes, [1930] 1971: 10).
5
Tymoigne y Wray (2006: 8) aclaran este punto para las monedas: “¿Qué son entonces
las monedas, cuáles son sus orígenes, y por qué son aceptadas? Las monedas parecen tener su
origen como ‘fichas de pago’ […], como nada más que la evidencia de la deuda”.

64
DINERO MERCANCÍA, SUS REPRESENTANTES Y LOS PRESUPUESTOS...

cero; en el caso de las monedas de oro, su valor no puede caer muy por debajo del
valor del lingote. Por esta razón, el patrón oro puede haber sido deseable en una
época de monarcas que gestionaban mal el sistema monetario –a pesar de que el
patrón oro representa algo así como una aberración con respecto a la historia del
dinero (Tymoigne y Wray, 2006: 11).
Nos interesa subrayar que desde esta perspectiva histórica el dinero como
símbolo debe ser el punto de partida del análisis económico, entendiéndose por
ello que la relación crédito-deuda es la determinante tanto para el estudio del
dinero como para el de la actividad económica en una dimensión mayor. El
sistema monetario indican Tymoigne y Wray (2006: 11-12):
no inicia con algunas mercancías utilizadas como medio de intercambio, evolu-
cionando progresivamente hacia los metales preciosos, monedas, dinero de papel
y finalmente créditos registrados en libros y computadoras. El crédito aparece
primero y las monedas, rezagadas en la lista de instrumentos monetarios, nunca
son activos puros sino son siempre instrumentos de deuda […] que han sido
estampados sobre metal.
En resumen, la premisa elemental es que el dinero en general se hace de-
rivar del crédito, y que éste, en tanto promotor de la actividad económica,6 en
términos históricos no se circunscribe a la cantidad existente de una mercancía
como el oro; sino que, en realidad, la cantidad de medios de pago existente
depende del sistema bancario y, en correspondencia, del dinero bancario.
Diversos cuestionamientos se plantean ante estos argumentos: ¿es suficiente
la consideración histórica para refutar la importancia del dinero-mercancía? En
otras palabras, ¿el hecho de que en diversos periodos la estructura monetaria no
guarde relación con el dinero-mercancía es suficiente para desechar toda teoría
que lo refiera, incluyendo la de Marx? ¿Partir, en lugar del dinero mercancía,

6
Respecto a la importancia del crédito para el análisis de todo el sistema, Lavoie (1984:
773) afirma que: “el dinero debe se introducido como parte del proceso de producción. Tal
proceso es inherentemente dinámico en cuanto los empresarios en cada periodo deben produ-
cir un nuevo flujo de mercancías. Aquellos que organizan la producción requieren acceso a re-
cursos existentes, principalmente trabajo humano. Este acceso es proveído mediante el dinero
crédito. Cualquier flujo de producción requiere un flujo de nuevo crédito o la renovación de
flujos pasados de crédito. El sistema bancario crea el crédito necesario”.

65
DINERO Y CAPITAL HACIA UNA RECONSTRUCIÓN DE LA TEORÍA...

del crédito, en su expresión de dinero bancario, permite dar una explicación en


términos lógicos de las relaciones que subyacen al sistema económico capitalis-
ta? ¿Cómo debe entenderse el papel que juegan los representantes del dinero?
La respuesta a estas cuestiones implica diferentes niveles de análisis. El que
consideramos determinante se basa en el hecho de que la construcción de una
teoría que explique el funcionamiento del sistema capitalista requiere obligato-
riamente colocar cada categoría según la lógica misma de este sistema, por lo
que no es posible derivar conclusiones partiendo de expresiones propias de otro
tipo de sistema económico social a pesar de que puedan existir coincidencias
en las formas en las que se presentan ciertas categorías. El dinero, la deuda,
etcétera, no son expresiones homogéneas a lo largo del tiempo; por el contrario,
éstas tienen adjetivos históricos específicos, esto es, dinero capitalista, deuda
capitalista, etcétera. Ello impone la obligación, para la teoría, de explicar cómo
cada categoría se determina y se desarrolla en cada periodo histórico.
Keynes, distinguiendo entre una economía cooperativa y una economía em-
presarial (entrepeneur economy) según el rol del dinero, parece darse cuenta de
ello cuando sostiene que “ésta [la firma] no tiene ningún objetivo en el mundo,
excepto el de terminar con más dinero que con el que empezó. Esta es la carac-
terística esencial de la economía empresarial” (Keynes, en Dillard, 1984: 424).
En la misma lógica, Tymoigne y Wray (2006: 4) manifiestan que “la existencia
y uso de dinero no implica que una economía es una economía monetaria, la
cual es una economía en la que la acumulación de dinero es la fuerza impulsora
de las decisiones económicas”.7 En ambos casos la variación de la magnitud
de dinero se postula como el elemento determinante para la definición y la
identificación de la sociedad económica contemporánea. La limitante se ubica
en presentar como sinónimos una economía monetaria y una economía capita-
lista por la relevancia –supuestamente idéntica– que ambas conceden al dinero
equiparando así al capital, en tanto categoría de la realidad y en tanto concepto,
con el dinero (Germer, 1996). Olvidan estos autores que la economía capitalis-

Para estos autores “el peligro del etnocentrismo está siempre presente cuando se estudian
7

sociedades que son totalmente distintas a las actuales sociedades modernas” (Tymoigne y
Wray, 2006: 4). Conviene señalar que tal diferencia ha de resolverse en la autoridad que esta-
blece el dinero y el dinero de cuenta. En las antiguas sociedades esta autoridad apareció en los
clanes, tribus o reyes, mientras que en la actualidad toma forma en el Estado.

66
DINERO MERCANCÍA, SUS REPRESENTANTES Y LOS PRESUPUESTOS...

ta es una economía productora no de simples mercancías sino de valor que se


valoriza a sí mismo, esto es, de capital.
Si bien no trataremos en este texto el pasaje del dinero al capital ni, por
tanto, las diferencias entre ambas categorías, basta con señalar que la variación
cuantitativa referida no encuentra explicación en la dinámica del dinero sino en
la del capital monetario, el cual consiste en la expresión en dinero de un valor
que, tras un movimiento continuamente repetido, se valoriza a sí mismo, y que
para cumplir con este cometido modifica cualitativamente todas las categorías,
incluido el dinero. Éste no es la característica decisiva del sistema capitalista
sino la forma de existencia del valor y, posteriormente, en términos lógicos,
del capital; en consecuencia, la explicación de las diversas etapas de desen-
volvimiento del valor como sujeto del sistema económico, es decir, el valor en
cuanto capital, constituye, a nuestro juicio, el objetivo del análisis económico.8
Habremos de concentrarnos, en consecuencia, exclusivamente en los momen-
tos lógicos del dinero capitalista y en las funciones de éste.
El punto nodal de la cuestión que nos ocupa se encuentra en la relación
entre dinero y valor. De lo cual deriva que a) la omisión del valor como cate-
goría provoca que la estructura de relaciones de intercambio cuantitativas entre
mercancías no sea clara ni evidente;9 en otras palabras, la estructura de precios

8
En términos históricos la existencia del dinero como capital corresponde a un periodo
específico aunque haya indicios de algunas categorías como el dinero y la mercancía en etapas
previas: “Desde luego que Steuart sabía muy bien que también en épocas preburguesas el
producto adquiere la forma de la mercancía, y que ésta adquiere la forma del dinero, pero
demuestra detalladamente que la mercancía, en cuanto forma básica elemental de la riqueza,
y la enajenación, en cuanto la forma predominantemente de la apropiación, sólo pertenecen
al periodo burgués de la producción, es decir que el carácter creador de valor de cambio es
específicamente burgués” (CCEP: 43-44).
9
En la literatura existe controversia respecto a la importancia que da Keynes al valor. En
la Teoría General se considera al trabajo como unidad de medida: “Por eso simpatizo con la
doctrina preclásica de que todo es producido por el trabajo, ayudado por lo que acostumbraba
llamarse arte y ahora se llama técnica, por los recursos naturales libres o que cuestan una
renta, según su escasez o abundancia, y por los resultados del trabajo pasado, incorporado en
los bienes, que también tiene un precio de acuerdo con su escasez o con su abundancia. Es
preferible considerar al trabajo […] como el único factor de la producción que opera dentro
de un determinado ambiente de técnica, recursos naturales, equipo de producción y demanda

67
DINERO Y CAPITAL HACIA UNA RECONSTRUCIÓN DE LA TEORÍA...

resulta un fenómeno cuyo fundamento es difuso y que podría estar sujeto a la


discrecionalidad estatal o de las empresas.10 b) La determinación de una uni-
dad de cuenta debe resultar de la relación entre valores de cambio y no puede
simplemente postularse.11 c) El establecimiento convencional, vía el Estado, de
la unidad de cuenta y del patrón de precios es posterior al que se obtiene por el
desenvolvimiento del valor; en otras palabras, el Estado no elimina la necesidad
del valor, su participación corresponde a un momento lógico posterior. d) El
dinero es la forma de existencia del valor y no el mero símbolo de la deuda. e)
Habrá de demostrarse que tal símbolo (o representante) es un punto de llegada
y no de partida; asimismo, que el dinero de crédito es la forma más desarrollada
del dinero, por lo que no constituye el origen lógico de éste. Estos cuatro puntos
implican que la forma mercantil del dinero tiene una relevancia lógica que se
explica por la necesidad de darle existencia al valor. Queda, sin embargo, como

efectiva. Esto explica, en parte, por qué hemos podido tomar la unidad de trabajo como la
única unidad física que necesitamos en nuestro sistema económico, aparte de las de dinero
y de tiempo” (Keynes [1936] 2000: 190-191). Resaltan aquí la referencia a la escasez y la
representación del trabajo como factor de producción y como unidad física.
La anterior cita de Keynes ha sido leída desde dos ópticas. Por un lado, como el elemento
que hace compatibles la teoría del valor de Keynes con la de Marx; así, por ejemplo, se lee en
Dillard (1984: 429) que “la teoría del valor trabajo es otra doctrina compartida por Marx y
Keynes”. Por otro lado, la misma cita lleva a Germer (1996: 57) a concluir que “Keynes adop-
ta explícitamente, como teoría del valor, la teoría subjetiva neoclásica de los precios basada en
la escasez de los bienes y en la utilidad marginal”.
10
La teoría de los precios en Keynes y los postkeynesianos tiene su sustento principal en
el mark-up, principio a partir del cual las empresas líderes determinan el precio de sus mer-
cancías según los costos, esperando que, tras cubrirlos, sea posible obtener una ganancia: “La
unidad de costos, o bien […] la unidad de salarios, puede considerarse así como el patrón
esencial de valor; y el nivel de precios, dado el estado de la técnica y el equipo, dependerá en
parte de la unidad de costos y en parte de la escala de producción […]” (Keynes, [1936]
2000: 268). Para un estudio crítico de este tema, véase Downward (2000).
11
En Keynes la unidad de cuenta es simplemente postulada. Un elemento central del
Treatise on Money se resume en subrayar al dinero de cuenta como el concepto inicial y de-
terminante para el resto de las funciones. El capítulo 17 de la Teoría General atiende también
el dinero haciendo abstracción de su origen y enfatizando específicamente sus propiedades.

68
DINERO MERCANCÍA, SUS REPRESENTANTES Y LOS PRESUPUESTOS...

elemento por explicar cómo es que formas que carecen de valor pueden cumplir
el rol de dinero.
De manera sintética, nuestra opinión respecto a esta primera perspectiva en
torno al dinero es que las referencias históricas desembocan en una teoría en
la que las funciones del dinero son introducidas artificialmente, esto es, en una
teoría con determinaciones sin posición.12
Existen, además de la interpretación que se inspira en Keynes que hemos
referido, otras dos visiones de filiación marxista que consideramos relevantes.13
La primera de ellas, aunque incluye la categoría valor en su marco analítico,
comparte con el chartalismo la no necesidad del dinero mercancía y agrega, en
otro terreno teórico, que Marx no tiene ni necesita una forma material especí-
fica para sustentar su teoría del dinero14 y que es posible derivar el dinero con

12
En Robles y Escorcia (2014: 165) se explica lo que se entiende por posición: “Lo que es
‘puesto’” es hecho explícito, reconocido como real o como existente, que llega a tener una exis-
tencia socialmente determinada; en otras palabras, lo puesto es algo que ha sido socialmente
fundado. Así, “poner” se refiere a la afirmación de ese algo. En cuanto este algo mismo tiene
determinaciones (propiedades, cualidades, etcétera) inmediatas presupuestas o implícitas por
adelantado (in advance) –sus presuposiciones–, su posición debe significar a su vez la posición
de sus determinaciones. Es decir, las presuposiciones son en efecto puestas por el resultado
aunque ellas sean puestas por adelantado. A lo largo del texto la idea de posición pone énfasis
en el fundamento social (lo socialmente determinado) como principio objetivo que determina
si algo existe o no. Para que el capital sea puesto, éste debe producir como resultado propio
aquello (una cualidad específica) que inicialmente le era presupuesto (asumido, le era otor-
gado de antemano, por adelantado): valorizarse a sí mismo. En el momento de la posición, el
capital afirma la existencia de sí mismo, hace explícito aquello que era implícito en él.”
13
Existe un tercer enfoque según el cual la teoría monetaria de Marx, al basarse en una mer-
cancía, no agrega nada considerable a la teoría monetaria ricardiana. En este sentido Schumpe-
ter señala “el desempeño distintivamente débil de Marx en el campo del dinero, en el cual él no
tuvo éxito en superar el estándar de Ricardo [...]. Su teoría del valor es la ricardiana” (Schum-
peter, 1997: 27). Carlo Benetti comparte esta interpretación al señalar que en lo que se refiere a
la teoría de la moneda “Marx no logra liberarse del enfoque ricardiano” (Benetti, 1990: 148)..
14
“El dinero no es una mercancía, porque no puede ser producida, qua [en su carácter
de] equivalente general universal, por la integración de más trabajo en un proceso de trabajo
capitalista, y por esto no tiene valor” (Williams, 1992: 440).

69
DINERO Y CAPITAL HACIA UNA RECONSTRUCIÓN DE LA TEORÍA...

fundamento en el sistema bancario sin referencia a la moneda mercancía.15 En


este caso el dinero mercancía es completamente contingente (Williams, 1992
y 2000), aceptable como una necesidad histórica, mas no como una necesidad
lógica dentro de la teoría.
La segunda perspectiva marxista insiste por el contrario, en la necesidad
permanente de una moneda mercancía entendida ésta como la forma más aca-
bada y última del dinero16 y como el elemento crucial para la compatibilidad
de la teoría monetaria de Marx con la teoría del valor trabajo (Germer, 1997 y
2005); como consecuencia de ello, se coloca en un plano secundario y transito-
rio a las teorías nominalistas, crediticias y/o simbólicas del dinero.17
Se tienen así dos perspectivas marxistas que se van a los extremos, la primera
desestima por completo la importancia lógica del dinero mercancía, mientras
que la segunda, por el contrario, plantea la forma mercantil del dinero como
imprescindible. En nuestra opinión, ambas posiciones son parciales e insu-
ficientes. De hecho, son metodológicamente incorrectas por no atender ade-
cuadamente a la relación entre el dinero mercancía y sus representantes. Para
superar estas insuficiencias resulta necesario presentar el desdoblamiento del

15
Esta idea es claramente expuesta por Reuten (1998: 121): “el dinero, el dinero crédito
y un sistema de crédito completamente desarrollado pueden ser conceptualizados a nivel de la
teoría abstracta, sin recurrir al dinero mercancía”.
16
“Marx mantiene su concepción del dinero como una mercancía –y del oro como su
forma evolutiva final– a lo largo de su trabajo entero, incluso después del análisis del complejo
sistema de crédito del capitalismo, en la Parte V [(sección quinta)], tomo III de El capital. No
hay indicación alguna de que él pudiera haber considerado las formas del dinero de crédito
–notas bancarias y depósitos– como formas más desarrolladas del dinero mismo” (Germer,
2005: 23).
17
Nelson (2005: 66-67) ejemplifica esta postura: “Marx desarrolló una inusual teoría
mercancía del dinero, ‘una teoría del dinero mercancía’. Esta teoría incorporó ciertos aspectos
de las teorías crediticias del dinero en la función secundaria del dinero como medio de cir-
culación, donde las prácticas funciones del dinero de crédito también se localizan […]. Sin
embargo, él insistió en que la función primaria del dinero como medida del valor demanda
una moneda mercancía, típicamente el oro […]. Al mismo tiempo, consideraba su teoría de la
moneda mercancía como crucial para la credibilidad de su teoría del valor trabajo”, y agrega:
“El valor del dinero no era ni imaginario ni simbólico excepto en la medida en que todas las
mercancías fueran símbolos”.

70
DINERO MERCANCÍA, SUS REPRESENTANTES Y LOS PRESUPUESTOS...

dinero a partir del cual se subraya a la forma material como base lógica (no
histórica) en la génesis, y por tanto indispensable teóricamente, pero que es
negada dialécticamente –es decir superada pero no suprimida– por las otras
formas de dinero. El estudio de las funciones sociales del dinero es determi-
nante para este objeto.
El objetivo de las siguientes secciones consiste en explicar, a partir de los
distintos trabajos de Marx, a) cómo la forma mercantil, si bien es un elemen-
to indispensable en la teoría del dinero capitalista y en la teoría del valor de
Marx, genera por su mismo desenvolvimiento las condiciones suficientes para
ser representada por otras formas. Esto implica que no se considera el dinero
mercancía como la forma más acabada y desarrollada; b) que la existencia de
formas no mercantiles implica el estudio de dos dualidades que no son equi-
valentes: la dualidad real-ideal y la dualidad inmediato-representado (Fausto,
1997). La primera de ellas refiere a la presencia o ausencia del dinero y se
asocia con el tratamiento de la representación mental (Vorstellung); la segunda,
por su parte, implica la presencia del dinero directamente (“en persona”) o en
forma “simbólica”; aquí el vínculo no es con la representación sino con el re-
presentante (Repräsentant). Esta distinción permite evitar la confusión en que
autores marxistas y no marxistas incurren al interpretar lo que Marx quiere
decir con “ideal” cuando estudia la función del dinero como unidad de medida,
y también identificar el lugar e importancia de las formas dinerarias no mer-
cantiles y demostrar que su existencia tiene una explicación lógica, por lo cual
no es “gratuito” el paso hacia la superación de la materialidad del dinero. Asi-
mismo, intento mostrar c) que la participación del Estado no consiste en una
posición de la unidad de medida sino en una re-posición de una posición anterior a
su intervención;18 en otras palabras, la convención que impone el Estado es una
exteriorización del instrumento de medición que el valor se da inicialmente en
el dinero (mercancía). Finalmente, argumento d) que las funciones del dinero
tienen un ordenamiento lógico, y no histórico,19 dentro del cual la relación deu-

18
Véase nota 12.
19
Esto difiere de lo que autores como Matthews (1996: 62) expresan: “El orden en el
que las funciones [del dinero] son introducidas –deliberado y, Marx da a entender, irrever-
sible– es entendido algunas veces en términos deductivos, pero éste no es esencial ni, yo he

71
DINERO Y CAPITAL HACIA UNA RECONSTRUCIÓN DE LA TEORÍA...

dor-acreedor, o sea la función de medio de pago, es posterior a la de medida de


valor, la de medio de circulación y la de reserva de valor.
Tratándose de una cuestión metodológica, es necesaria una importante ob-
servación. Nuestro análisis del dinero corresponde al momento lógico (o nivel
de abstracción) previo al tratamiento del capital. Esto es relevante debido a que
a este nivel, el de la dialéctica de la forma de valor, la materialidad del dinero es
siempre enfatizada por Marx tanto en sus obras publicadas como en sus ma-
nuscritos. En este contexto, nuestro objetivo consiste en señalar que a este nivel
es ya posible identificar las determinaciones o presupuestos para que el dinero no
mercancía constituya, en términos teóricos, la base de la estructura monetaria
capitalista, aunque –y éste es el punto relevante– su posición plena corresponda
a un nivel más concreto de la presentación, aquél que corresponde al momento
del capital como sujeto.20 Este momento implica, entre otras cosas, la existencia
de formas particulares del capital (capital productivo, capital comercial y capi-
tal que devenga interés) además de un desarrollo amplio del sistema de crédito
y de los mercados de dinero y de capital. Sólo a este nivel la presencia material
del dinero se precisa en cierta medida y nuevos instrumentos financieros sur-
gen al lado del dinero mercancía y lo marginan, instrumentos que pertenecen
a los mercados de capitales.
Habiendo señalado lo anterior en nuestra posición, diferimos de autores
marxistas que niegan la importancia lógica del dinero mercancía y consideran
que las formas crediticias son independientes en estricto sentido de éste. Con-
sideramos que ellos caen en una confusión en la que, o bien el crédito, en tanto
categoría, está dado y desvinculado de la forma de valor que aparece en la pri-
mera sección del tomo I de El capital, o bien creen que la forma de valor puede
ser modificada para desprenderse de la materialidad del dinero. La primera
versión de esta confusión corresponde más a una perspectiva empirista que a
una teórica, y que pierde las conexiones internas de necesidad entre las catego-
rías.21 Comparten esta característica las visiones asociadas a Keynes en las que

concluido, apropiado: la secuencia es más sensata como una construcción histórica que como
una teórica”.
20
Esta importante cuestión ha sido señalada por Roberto Fineschi.
21
“A pesar de su arrogancia doctrinaria en las definiciones, el señor Macleod desconoce
a tal punto las condiciones económicas más elementales que hace derivar al dinero en general

72
DINERO MERCANCÍA, SUS REPRESENTANTES Y LOS PRESUPUESTOS...

el crédito es una “categoría dato”.22 Al mismo tiempo, estamos en desacuerdo


con la interpretación que establece la imposibilidad lógica de negar al dinero
mercancía.
A continuación nos dedicamos a dar una explicación del surgimiento de los
signos dinerarios y a identificar los presupuestos de la negación dialéctica del
dinero mercancía.

Medida de valor, patrón de precios y dualidad real-ideal


En el desarrollo de la forma de valor, Marx arriba a un momento lógico en el
que la evaluación de las mercancías se realiza mediante la mercancía oro, que
toma el papel de equivalente general. Mediante el oro, en cuanto material, la
esencia, es decir el valor, aparece, adquiere existencia, volviéndose así apariencia
real. Todas y cada una de las mercancías pueden medirse en la misma mercan-
cía específica, la cual es la medida colectiva del valor; en otras palabras, el dine-
ro pone al valor como cualidad universal que refleja en términos cuantitativos
la cualidad-valor no puesta de cada mercancía. Debido a que el valor de por sí
no existe fenoménicamente, y por el hecho de que el trabajo gastado privada-
mente no es de manera directa socialmente necesario, la medida inmanente del
valor, el tiempo de trabajo, no puede ser utilizada para llevar a cabo la medi-
ción del valor. Este acto requiere determinar cuánto del trabajo privado es en

de su forma más desarrollada, la de medio de pago. Entre otras cosas, dice que, puesto que
las gentes no siempre requieren simultáneamente la prestación de sus servicios recíprocos,
ni tampoco por la misma extensión de valor, ‘restaría cierta diferencia o importe del servicio,
pagadero del primero al segundo: la deuda’. El poseedor de esta deuda necesita los servicios
de otro, quien no precisa directamente los del segundo, y éste “traslada al tercero la deuda que
el primero tiene para con él. De este modo, el certificado de deuda pasa de mano en mano: es
un medio de circulación […]. Si alguien recibe una obligación de deuda expresada en dinero
metálico, podrá disponer no sólo de los servicios de su deudor primigenio sino también de los
de toda la comunidad que trabaja” (CCEP: 133, nota al pie 104).
22
Germer (1996: 56) indica que “basta con mencionar que Keynes, en el capítulo [...17 de
la Teoría general], aborda el dinero en el capitalismo desarrollado haciendo abstracción de su
génesis y concentrándose en la definición de la tasa de interés y sus implicaciones”.

73
DINERO Y CAPITAL HACIA UNA RECONSTRUCIÓN DE LA TEORÍA...

realidad socialmente necesario, lo que sólo es posible considerando la relación


de la mercancía con el dinero.23 Se plantea consecuentemente al dinero como
la medida social externa del valor (exteriorización de la medida inmanente), a
partir de la cual éste, no sólo puede medirse, sino se vuelve medible.
La cristalización del tiempo de trabajo requiere la mercancía dinero; esto
es, la derivación lógica del dinero, su génesis, implica, en cuanto que en ella se
subraya la relación entre sustancia y forma de valor, que éste sea una mercancía
(Robles, 2005, y Fineschi, 2001, cap. 2), lo que implica una magnitud de tra-
bajo y una magnitud de valor asociada a ésta. La principal implicación de esto
consiste en que es imposible el pasaje inmediato del tiempo de trabajo a formas
de representación tales como el dinero de papel o entradas en libros de conta-
bilidad. Tal pasaje está mediado por la cristalización del tiempo de trabajo en la
mercancía dinero.24
Una vez puesto el dinero, la expresión del valor de las mercancías en la mer-
cancía dineraria (oro) constituye la forma precio de las primeras, y a partir de ella
las mercancías se enfrentan como existencias dobles, real según valores de uso e
ideal en cuanto valores de cambio. El enfrentamiento de las mercancías no refiere,
a este nivel, un proceso de circulación propiamente dicho o puesto plenamente; se
trata en realidad de un proceso teórico de circulación en el que las mercancías en
cuanto valores de uso se procuran la forma en la cual aparecen recíproca e idealmen-
te como valores de cambio. En tal proceso, el oro adquiere, bajo la forma precio,
un carácter ideal y consecuentemente las cantidades de dinero funcionan como
nombres de cantidades de tiempo de trabajo:
Su determinación de precio es su transformación sólo ideal [ideelle Verwandlung]25
en el equivalente general, una equiparación con el oro que aún queda por reali-
zar. Pero puesto que en sus precios las mercancías sólo se hallan transformadas

23
Considérese la crítica de Marx a Proudhon en la Miseria de la Filosofía.
24
El oro es materialización pues “presenta el tiempo de trabajo contenido en el oro como
el tiempo de trabajo general” (CCEP: 50).
25
La inserción entre corchetes de las palabras en alemán en las citas se realiza cotejando el
texto en español con su versión en idioma original. En lo que respecta a la Contribución hace-
mos uso de Zur Kritik der politischen Ökonomie, en Werke, vol. 13, Berlín, Dietz, 1961; para el
tomo I de El capital: Das Kapital, vol. I, en Werke, vol. 23, Berlín, Dietz, 1972.

74
DINERO MERCANCÍA, SUS REPRESENTANTES Y LOS PRESUPUESTOS...

idealmente en oro, o en oro solamente imaginario, al no hallarse aún realmente


separada su existencia dineraria de su existencia real, el oro sólo está transformado
ya en dinero ideal, sólo es ya la medida de los valores, y determinadas cantidades
de dinero sólo funcionan ya, de hecho, como nombres que designan determinadas
cantidades de tiempo de trabajo (CCEP:53).
Toda mercancía puede, a través de su precio, ser idealmente transformada en
dinero, esto es, en dinero como medida ideal o representada (vorgestellte). Así, todo
aquello que pueda ingresar al espacio del intercambio es convertido en dinero
por el pensamiento, proceso en el cual “la mercancía es puesta idealmente como
dinero” (G.1: 124), y en esta transformación la cantidad de dinero real (físico)
existente es completamente irrelevante pues no se requiere una sola pieza de éste
para realizarla.26 Por tanto, “para este fin el dinero es necesario solamente como
categoría, como relación pensada” (G.1: 125).
¿Se sigue de esto último la no necesidad del dinero mercancía y, en con-
secuencia, según que las trasformaciones ideales pueden a su vez ser trans-
formadas en registros o anotaciones, su sustitución inmediata por relaciones
crediticias o de deuda? Consideramos que una respuesta afirmativa implicaría
un equívoco metodológico. Marx guarda en estos pasajes una relación estrecha
con el principio hegeliano de representación (Vorstellung) a partir del cual, enten-
dido éste como estado intermedio entre intuición y pensamiento conceptual,
y considerando sus fases de recolección, imaginación y memoria, se distingue
una cosa de su existencia, y al hacerlo, la cosa pertenece al pensamiento, por lo
que, como tal, no tiene que existir físicamente al mismo tiempo.27 El nombre
de la cosa, mediante la representación, la hace posible, se puede referir a ella sin
necesidad de su presencia, es un referir puro:
El nombre es la cosa, como ella existe, y tiene vigor en el dominio de la represen-
tación; […] la memoria reproductiva tiene y reconoce en el nombre la cosa, y con

26
“Para esta transformación se requiere el material del oro, pero sólo en forma imaginaria”
(CCEP: 59).
27
“Si se distingue la cosa de su existencia, entonces ella es lo posible, la cosa de la repre-
sentación, o la cosa del pensamiento, que, como tal, no tiene que existir al mismo tiempo. La
determinación de la posibilidad y de la oposición de la cosa frente a su existencia, se presenta,
empero, con posterioridad” (Hegel, 2013: 605-606).

75
DINERO Y CAPITAL HACIA UNA RECONSTRUCIÓN DE LA TEORÍA...

la cosa el nombre, sin intuición e imagen […]. Para el nombre león, nosotros no
tenemos necesidad ni de la intuición de un animal, ni tampoco de la imagen, sino
que el nombre, en cuanto nosotros lo entendemos, es la representación simple y sin
imagen. Nosotros pensamos en el nombre (Hegel, 1971, §462: 310).
Este referir puro ocurre en la forma precio. El nombre del dinero es sufi-
ciente para representar la forma precio de cada mercancía y, por tanto, se hace
innecesaria su presencia real. Se trata de un representar como “pensar”, y así,
“[como] la expresión de los valores mercantiles en oro es ideal, el oro que
se emplea en esta operación es también puramente figurado [vorgestelltes] o
ideal [ideelles]” (K.1.1: 117).28 Dos cuestiones lógicas emanan de este punto.
Primero, la representación no es un proceso de simbolización –esto es, de deter-
minación de un símbolo del dinero como el papel dinero–, sino de expresión
reflexiva del valor en el dinero ideal. Significa ello que en este momento lógico
no se tienen sustitutos o representantes del dinero mercancía; éste sigue siendo
el elemento de expresión del valor pero ahora de manera ideal, o sea, a través
de su nombre. Si bien la función de medida de valor requiere dinero figurado,
el establecimiento de los precios necesita al dinero material debido a que para
expresar el valor de una mercancía el dinero debe ser valor y mercancía (nega-
da), debe contener una cantidad de trabajo humano. “El valor –indica Marx–,
es decir, la cantidad de trabajo humano que contiene, por ejemplo, una tonelada
de hierro, se expresa en una cantidad figurada [vorgestellten] de la mercancía
dineraria que contiene la misma cantidad de trabajo” (K.1.1: 117). Se tiene,
entonces, que la presencia del dinero es en esta función sólo representada, y, sin
embargo, el objeto representado no puede ser un símbolo carente de valor. Por otro
lado, en la expresión ideal de los valores en oro que es propia del pensamiento y,
por tanto, no constituye un movimiento real, una interacción real o efectiva entre
las mercancías, se trata de simple posibilidad.29

28
Continúa Marx: “Todo guardián de mercancías sabe que cuando confiere a éstas la for-
ma del precio, o forma áurea figurada, está lejos de haberlas bañado en oro, y que para tasar
en oro millones de valores mercantiles no necesita una sola pizca de ese metal. En su función
de medida de valor, por consiguiente, el dinero sirve como dinero puramente figurado [vor-
gestelltes] o ideal [ideelles]” (K.1.1: 117).
29
“El primer proceso de la circulación es, por así decirlo, un proceso teórico [theoretischer]
y preparatorio para la verdadera circulación” (CCEP: 49).

76
DINERO MERCANCÍA, SUS REPRESENTANTES Y LOS PRESUPUESTOS...

De ambas cuestiones lógicas se concluye que la superación de la materiali-


dad del dinero no puede plantearse a partir de la dualidad real-ideal, sino sólo
al tomar en cuenta la relación de ésta con la dualidad inmediato-representado.
Esta segunda dualidad se identifica primeramente en la función patrón de
precios del dinero. Según ésta, como consecuencia de la forma precio, las di-
versas mercancías pueden expresar su valor en cantidades de oro ideal, es decir,
en magnitudes de igual cualidad: magnitudes de oro. La necesidad de que
estas magnitudes puedan compararse y medirse entre sí genera, en términos
técnicos, según Marx, que una cantidad fija de oro (un peso metálico fijo)
funcione como unidad de medida y su división en partes alícuotas (1 libra troy
= 12 onzas troy) da como resultado el patrón de precios. Un patrón que es
“puramente convencional” (K.1.1: 122) y que al requerir vigencia general “a la
postre se lo regula por la vía legal” (K.1.1: 122). La plena posición del patrón
de precios es realizada por el Estado, por lo que es posible pasar de un análisis
centrado exclusivamente en las características de las mercancías (su naturale-
za en la producción capitalista) a uno que da cabida a las convenciones. Un
cambio de nomenclatura acompaña este pasaje; los precios se expresan ahora
en denominaciones de cuenta legalmente establecidas, y como expresiones reciben
un simple nombre, diferente de su expresión original.30 Esos nombres son ex-
teriores a la relación de valor: “[e]l nombre de una cosa es por entero exterior
a la naturaleza de la misma. Nada sé de una persona de la que sé que se llama
Jacobus. De igual suerte, en las denominaciones dinerarias libra, tálero, franco,
ducado, etcétera, se desvanece toda huella de la relación de valor” (K.1.1: 123).
Identificamos hasta aquí una doble reflexión exterior: en la primera, que co-
rresponde a la función medida de valor, el trabajo humano se refleja en el oro
adquiriendo la forma precio; en la segunda, propia del patrón de precios, los
precios se exteriorizan en denominaciones de cuenta establecidas convencio-

30
“En vez de decir, por consiguiente, que un quarter de trigo equivale a una onza de oro,
en Inglaterra se dirá que es igual a 3 libras esterlinas, 17 chelines y 10 ½ peniques. Unas a
otras, las mercancías se dicen así lo que valen en sus nombres dinerarios, y el dinero sirve
como dinero de cuenta toda vez que corresponde fijar una cosa como valor, y por tanto fijarla
bajo una forma dineraria” (K.1.1: 123).

77
DINERO Y CAPITAL HACIA UNA RECONSTRUCIÓN DE LA TEORÍA...

nalmente. De ambas resulta que el patrón de precios es la exteriorización de la


medida.31
Nótese que en tal exteriorización las denominaciones de cuenta son coloca-
das con posterioridad a la consideración del movimiento del valor que culmina
en la unidad de medida, lo que es contrario a lo planteado por autores como
Keynes y sus seguidores. La transformación de la medida de los valores en
patrón de precios no es aprehendida por ellos; en realidad confunden ambos
conceptos como resultado de no distinguir entre valor y precio, pues perte-
necen a las escuelas que proponen iniciar inmediatamente con una unidad de
cuenta establecida convencionalmente sin referencia a elemento alguno a partir
del cual se establezca la proporcionalidad de intercambio entre las mercancías.
Este proceder fue propio de autores del siglo XVIII y criticado directamente por
Marx:
El dinero de cuenta –dice [Sir James Steuart]– no es otra cosa que un patrón ar-
bitrario de medida de partes iguales, inventado para medir el valor relativo de las
cosas susceptibles de ser vendidas. El dinero de cuenta es totalmente diferente del
dinero monetario (money coin), que es precio, y podría existir aunque no existiera

31
Esta idea puede leerse también en Ruy Fausto (1997: 97-98) para quien “que el patrón
de precios introduzca un registro convencional significa, en términos de la lógica hegeliana de
la medida, que la medida se hace aquí medida externa”. Agrega que el aspecto convencional
implica un cambio de lenguaje: “[u]n lenguaje exteriorizado o alienado recubre el lenguaje
natural. La lengua ‘natural’ (esto es, social-natural) es recubierta por una lengua artificial
(esto es, convencional […]” (Fausto, 1997: 99).
El autor refiere un pasaje de la Ciencia de la lógica, que reproducimos aquí para señalar la
similitud del patrón de precios con la exteriorización de la medida hegeliana: “Una medida
como unidad de medición en el sentido habitual es un cuanto que se toma al arbitrio como
unidad determinada en sí frente a un mundo exterior. Una tal unidad puede sin duda ser tam-
bién de hecho una unidad determinada en sí, como el pie y otras medidas primordiales seme-
jantes; pero en tanto se la emplea como unidad de medición también para otras cosas es para
éstas una medida sólo exterior, no su medida originaria. Así pueden el diámetro terrestre o la
longitud del péndulo tomarse por sí como cuantos específicos. Pero es arbitrario [determinar]
qué parte del diámetro terrestre o de la longitud del péndulo, y bajo cuál grado de latitud,
se quiera tomar para emplearla como unidad de medición. […]. [U]na unidad de medida
absoluta tiene sólo el interés y el significado de algo común, y lo que es tal es un universal no
en sí, sino por convención” (Hegel, 2013: 420-421).

78
DINERO MERCANCÍA, SUS REPRESENTANTES Y LOS PRESUPUESTOS...

en el mundo sustancia alguna que constituyese un equivalente proporcional para


todas las mercancías. El dinero de cuenta presta al valor de los objetos el mismo
servicio que los grados, minutos, segundos, etcétera, prestan a los ángulos o a los
patrones de medida de los mapas geográficos, etcétera. En todos estos inventos
se supone siempre la misma denominación como unidad. Así como la utilidad
de toda esta clase de dispositivos se limita simplemente a indicar las proporciones,
lo mismo sucede con la unidad dineraria. Por ello, la misma no puede tener una
proporción invariablemente determinada, es decir que no puede estar fijada a al-
guna cantidad determinada de oro, plata o alguna otra mercancía […]. El dinero
es sólo un patrón de medida puramente ideal de fracciones iguales. Cuando se me
pregunta cuál sería la unidad de medida del valor de una fracción, respondo me-
diante otra pregunta: ¿cuál es la magnitud normal de un grado, de un minuto, o de
un segundo? No poseen ninguna, pero en cuanto se ha determinado una fracción,
y de acuerdo a la naturaleza de un patrón de medida, debe seguirle proporcional-
mente todo el resto.
A lo que Marx responde:
Steuart se atiene sencillamente a las manifestaciones del dinero en la circulación
como patrón de medida de los precios y como dinero de cuenta. Si diversas mer-
cancías se hallan anotadas en la lista de precios respectivamente a 15, 20 y 36 che-
lines, de hecho, y para la comparación de sus magnitudes de valor, no me interesa
el contenido en plata ni el nombre del chelín. En ese caso, las relaciones numéricas
15, 20, 36 lo dicen todo, y el número 1 se ha convertido en la única unidad de
medida. En general, sólo la proporción numérica abstracta es la expresión pura-
mente abstracta de la proporción. Por ello, para ser consecuente, Steuart tendría
que dejar de lado no sólo el oro y la plata, sino también sus nombres de pila legales.
Puesto que no comprende la transformación de la medida de los valores en patrón
de medida de los precios, es natural que crea que la cantidad determinada de oro
que sirve como unidad de medida estaría referida, en cuanto medida, no a otras
cantidades de oro, sino a los valores en cuanto tales. Dado que las mercancías, en
virtud de la transformación de sus valores de cambio en precios, se manifiestan
como magnitudes homólogas, niega la cualidad de la medida que las torna ho-
mólogas, y dado que en esta comparación de diferentes entidades de oro se fija
convencionalmente la magnitud de la cantidad de oro que sirve como unidad de
medida, niega que haya que fijarla del todo (CCEP: 66-67).

79
DINERO Y CAPITAL HACIA UNA RECONSTRUCIÓN DE LA TEORÍA...

Se concluye de ello que, por un lado, el patrón de precios y las denomina-


ciones de cuenta deben guardar una relación lógica con el valor y la medida de
ésta y, por otro, que, asociado a la exteriorización mencionada, habiéndose co-
locado tal patrón, es la cantidad y peso y no el valor del metal lo que resulta re-
levante, esto por el hecho de que el peso del oro no se modifica como resultado
de una variación de su valor y, por tanto, tampoco varía la proporción recíproca
entre distintas cantidades de oro.32 Puesto en otros términos, el valor de uso de
la mercancía dinero es lo relevante en la función patrón de precios. Este hecho
nos aproxima en términos lógicos a la posibilidad de la negación del oro como
dinero, pues en cuanto la medida se fija de manera puramente convencional y
es el valor de uso lo que lleva a cabo la función, el oro podría ser sustituido. No
obstante en este momento lógico no se ha hecho la posición de la sustitución.
El establecimiento del patrón de precios establece una nomenclatura, un nuevo
nombre para el dinero; la referencia a la materialidad es menor y, de hecho, a
pesar de su carácter convencional, en sí mismo el patrón no exige la acuñación
de la moneda. Para la determinación de ésta, por tanto, deben analizarse otras
funciones del dinero, en particular la de ser medio de circulación. Tras ello
resultará relevante subrayar las modificaciones en las categorías y en las fun-
ciones que resultan de la simbolización.

Medio de circulación y dualidad inmediato-representado


(simbolización)
La función que ahora nos ocupa hace efectiva (real) la forma de valor pues
mientras que en el momento lógico anterior las mercancías adquirían, bajo
la forma precio, la posibilidad de ser enajenadas en un sentido ideal (o de re-

“Resulta claro, por de pronto, que un cambio en el valor del oro en modo alguno afecta
32

su función en cuanto patrón de precios. Por más que varíe el valor del oro, cantidades diversas
del metal se mantienen siempre en la misma relación recíproca de valor. Aunque el valor del
oro bajara en un mil por ciento, 12 onzas de oro valdrían, como siempre, 12 veces más que una
onza de esa sustancia, y en los precios lo único que interesa es la proporción recíproca entre
distintas cantidades de oro” (K.I.1: 120).

80
DINERO MERCANCÍA, SUS REPRESENTANTES Y LOS PRESUPUESTOS...

presentación, entendida como Vorstellung) por dinero, ahora éstas se enfrentan


en un proceso de alienación efectiva, es decir, de intercambio. Mercancías y
dinero adquieren, pasando de mano en mano, un movimiento real, es decir,
una circulación efectiva. Aquí la antítesis mercancía-dinero corresponde a la
forma concreta de la antítesis forma relativa-forma equivalente que, a su vez,
expresa la oposición valor de uso-valor de cambio. Se trata, una vez más, de
una exteriorización, ahora de la antítesis inmanente entre valor de uso y valor a
una entre mercancía y dinero. En esta nueva oposición la mercancía en cuanto
valor de uso, y por tanto en cuanto forma real existente, se contrapone al dinero
como valor de cambio, mismo que, según lo expuesto anteriormente, asume
una forma ideal. Ahora bien, no se trata sólo de un cambio de los elementos
de la oposición sino de una inversión de los mismos: la forma ideal se vuelve
real y la forma real se torna ideal. Esto es un resultado de la circulación de las
mercancías:
La mercancía es realmente valor de uso; su carácter de ser valor se pone de ma-
nifiesto sólo de manera ideal en el precio, que la refiere al término opuesto, al oro,
como a su figura real de valor (reelle Wertgestalt). El material áureo, a la inversa, sólo
cuenta como concreción material del valor (Wertmateriatur), como dinero. De ahí que
realmente (reell) sea valor de cambio. Su valor de uso se pone de manifiesto única-
mente de manera ideal (ideell) en la serie de las expresiones relativas de valor, en la
cual se refiere a las mercancías que se le contraponen como al ámbito de sus figuras
de uso reales. Estas formas antitéticas de las mercancías son las formas efectivas en que
se mueve el proceso de su intercambio (K.I.1: 128).
Lo anterior puede resumirse como la posición del dinero en su forma real
material, entendido esto como el pasaje de su carácter abstracto a su forma
existencial. El movimiento del valor de las mercancías, entonces, se presenta
de manera sensible y, así, el valor se hace autónomo (de las mercancías) bajo la
forma concreta de las piezas dinerarias.33

33
“[…] puesto que todas las mercancías son sólo oro imaginario, el dinero es la única
mercancía real. En contraposición a las mercancías, que sólo representan la existencia inde-
pendiente del valor de cambio, del trabajo social general, de la riqueza abstracta, el oro es la
existencia material de la riqueza abstracta […]. Pero el dinero satisface cualquier necesidad, en
tanto resulta directamente convertible en el objeto de cualquier necesidad. Su propio valor de

81
DINERO Y CAPITAL HACIA UNA RECONSTRUCIÓN DE LA TEORÍA...

Por otra parte, junto a esta existencia efectiva (real) del dinero, el elemento
convencional también se presenta en un objeto real: la moneda. La convención
aquí no reduce su rol al establecimiento de nombres para el dinero, sino a darle
a éste figura propia bajo el dinero acuñado por el Estado. A partir de esto, son
las monedas (en cuanto nombres monetarios de los nombres de peso) las que
están inscritas en el proceso de circulación efectiva y, al estarlo, son afectadas
por éste. Este punto se sintetiza en que en un principio, al que denominamos
de presencia inmediata del dinero, la moneda acuñada –como pieza áurea– guar-
da una relación con el peso del oro, pero su misma circulación implica un des-
gaste físico que hace que tal relación se diluya y, así, el nombre monetario no se
corresponde más con el cuanto de peso al que debería corresponder.
La disociación, en consecuencia, entre el contenido nominal del dinero y
su contenido real (cantidad de oro) sucede de manera progresiva y, así, el oro
como medio de circulación diverge del oro como patrón de precios, por lo que
“cesa de ser el equivalente verdadero de las mercancías cuyos precios realiza”
(K.I.1: 153).34 Éste no es un resultado ajeno al proceso circulatorio sino que le
es natural según existe una “tendencia espontánea (naturwüchsige) del proceso
circulatorio a convertir el ser áureo (Goldsein) de la moneda en apariencia áurea
(Goldschein), o a la moneda en un símbolo (Symbol) de su contenido metálico
oficial” (K.I.1: 153).
El propio curso del dinero convierte a toda moneda en signo de su sustan-
cia. Función y sustancia se contraponen permanentemente y como resultado

uso está realizado en la infinita serie de los valores de uso que constituyen su equivalente. En
su carácter metálico puro contiene, oculta, toda la riqueza material desplegada en el mundo
de las mercancías […]. Por ello, el oro es el representante material de la riqueza material. Es el
“précis de toutes les choses” [compendio de todas las cosas], el compendio de la riqueza social.
Al mismo tiempo, y por su forma, es la encarnación directa del trabajo general, mientras que
por su contenido es la encarnación suprema de todos los trabajos reales. Es la riqueza general
en cuanto individuo […]. En su condición de dinero se le restituye su esplendor dorado. Se
convierte de esclavo en señor. De mero amanuense se transforma en dios de las mercancías”
(CCEP: 113-114).
34
“Sucede que en su curso de desgastan las monedas de oro, unas más, otras menos. El
título del oro y la sustancia del mismo, el contenido nominal y el real, inician su proceso de
disociación” (K.I.1: 153).

82
DINERO MERCANCÍA, SUS REPRESENTANTES Y LOS PRESUPUESTOS...

de ello “el cuerpo de la moneda sólo es ya una sombra (Schatten)” (CCEP:


97), sombra con la que, sin embargo, se puede seguir llevando a cabo las tran-
sacciones, es decir, la función continua realizándose por monedas que son oro
aparente (Schein-Gold). Existe ahora una representación que no es propia del
pensamiento o ideal (es decir, del Vorstellung), sino de la existencia material,
esto es, se refiere a la derivación lógica de representantes materiales del dinero
(Repräsentant). A diferencia de lo que ocurre con la medida del valor, la fun-
ción medio de circulación requiere que la presencia del dinero sea efectiva y no
sólo ideal aun si tal presencia es cubierta por un representante o símbolo. La
materialidad de éste varía según la continuidad del proceso circulatorio y del
proceso de simbolización que lo acompaña, pasando de una existencia metálica
a una de papel:35
[…] la moneda de oro sólo engendró sus reemplazantes (Stellvertreter),36 primera-
mente metálicos y luego de papel, porque a pesar de su merma en metal prosiguió
funcionando como moneda. No dejaba de circular porque se desgastara, sino que
se desgastó al nivel de símbolo porque seguía circulando. Sólo en la medida en
que el propio dinero de oro se convierte, dentro del proceso, en mero signo de su
propio valor, pueden sustituirlo meros signos de valor (CCEP: 102).
Así, la presencia inmediata del dinero se torna presencia representada. La
materialidad del dinero es, por tanto, indiferente y se presenta escindida com-
pletamente del valor.37 Éste es un resultado del desarrollo de la dualidad inme-

35
Marx indica la necesidad de que el oro tenga una simbolización en otro material (ya sea
metal o papel) y no en el suyo mismo: “[…] y así el propio proceso de la circulación convierte
a toda moneda, en mayor o menor medida, en mero signo o símbolo de su sustancia. Pero
ningún objeto puede ser su propio símbolo. Las uvas pintadas no son el símbolo de uvas ver-
daderas, sino uvas aparentes […]. Entonces, puesto que el oro se convierte en símbolo de sí
mismo, pero no puede servir como símbolo de sí mismo, adquiere una existencia simbólica,
de plata o cobre, separada de su existencia de oro, en aquellos sectores de la circulación en los
cuales se desgasta con mayor celeridad” (CCEP: 99).
36
Stellvertreter también puede ser traducido como “sustituto” o “suplente”.
37
Como las monedas de plata y cobre también sufren desgaste, el proceso de representa-
ción continúa hasta llegar a objetos plenamente carentes de valor: “De ese modo se manifiesta
–cosa ínsita en la naturaleza de la cuestión– que son símbolos de la moneda de oro no porque
sean símbolos confeccionados con plata o cobre, y no porque tengan un valor, sino porque no

83
DINERO Y CAPITAL HACIA UNA RECONSTRUCIÓN DE LA TEORÍA...

diato-representado y no un supuesto de partida. El sustento de tal resultado


se encuentra en que para el dinero como medio de circulación “su existencia
funcional (funktionelles Dasein), por así decirlo, absorbe su existencia material”
(K.I.1: 157).
Dos características de este proceso de simbolización, consideramos, deben
ser subrayadas. Primera: tal proceso es objetivo, es decir, tiene su origen en el
proceso de circulación y no es propiciado por la intervención estatal. Segunda: si
bien los representantes realizan una función del oro como dinero mercancía, sus
leyes de determinación y de movimiento son enteramente diferentes. Respecto
a la primera, debe señalarse que la participación estatal, aunque no da origen a
la simbolización, les da, mediante el curso forzoso, reconocimiento y vigencia
socialmente objetivos a los símbolos.
En particular el papel moneda, un símbolo claramente asociado al Estado,
constituye un modo de existencia puramente funcional del dinero, o, por decirlo de
otro modo, es la “encarnación de una función del dinero” (Fausto, 1997: 114)
desligada de su sustancia metálica, por lo que todo depende de una proporción
numérica convencional. Entonces, si el dinero tiene poder de compra social, su
material es poco importante y de esta manera el papel moneda, o cualquier otro
tipo de dinero no mercancía, hace presente de manera efectiva la relación social
capitalista que se manifiesta en la circulación.
En cuanto a la segunda característica del proceso de simbolización, se tiene
que el dinero no mercancía, en cuanto signo de valor, invierte todas las leyes
de la circulación de la mercancía dineraria pues el valor de estos signos no de-
pende de su propia materia sino que queda determinado exclusivamente por su
cantidad y su circulación:

tienen ninguno” (CCEP: 101-102). “Por consiguiente, en la práctica su función monetaria


[de las tarjas de plata o cobre] se vuelve enteramente independiente de su peso, esto es, de
todo valor. La existencia monetaria del oro se escinde totalmente de su sustancia de valor.
Objetos que, en términos relativos, carecen de valor, billetes de banco, quedan pues en condiciones
de funcionar sustituyendo al oro, en calidad de moneda. En las tarjas dinerarias metálicas el
carácter puramente simbólico se halla aún, en cierta medida, encubierto. En el papel moneda
hace su aparición sin tapujos” (K.I.1: 154-155).

84
DINERO MERCANCÍA, SUS REPRESENTANTES Y LOS PRESUPUESTOS...

En la circulación de los signos de valor todas las leyes de la circulación real del
dinero aparecen invertidas y puestas cabeza abajo. Mientras que el oro circula
porque tiene valor, el papel tiene valor porque circula. Mientras que, con un valor
de cambio determinado de las mercancías, la cantidad del oro circulante depende
de su propio valor, el valor del papel depende de su cantidad circulante. Mientras
que la cantidad del oro circulante aumenta o disminuye con el aumento o dismi-
nución de los precios de las mercancías, éstos parecen aumentar o disminuir con
el cambio de la cantidad del papel circulante […]. Mientras que la moneda de
oro evidentemente sólo representa el valor de las mercancías, en la medida en que
éste se halla evaluado en oro o representado como precio en oro, el signo de valor
parece representar directamente el valor de las mercancías. Por ello se compren-
de por qué observadores que han estudiado unilateralmente los fenómenos de la
circulación del dinero contemplando la circulación del papel moneda con curso
obligatorio, han debido confundir todas las leyes inmanentes de la circulación del
dinero. En efecto, estas leyes no sólo aparecen invertidas en la circulación de los
signos de valor sino que aparecen extinguidas en ella, ya que el papel moneda, si
ha sido emitido en cantidad apropiada, lleva a cabo movimientos que no le son
peculiares como signos de valor, mientras que su movimiento peculiar, en lugar de
provenir directamente de la metamorfosis de las mercancías, surge de la violación
de su correcta proporción con respecto al oro (CCEP: 110-111).
Esta violación referida por Marx pone de manifiesto la separación entre la
cantidad de papel moneda y la cantidad de oro; al no depender de la metamor-
fosis de las mercancías, el papel moneda se vuelve autónomo del valor del oro
y se genera la posibilidad de la inconvertibilidad con el oro. Dos cosas deben
señalarse sobre esta inconvertibilidad: en primer lugar, no es un error o mal
funcionamiento o falla en el sistema sino que se identifica como consecuencia
de la circulación propia de las mercancías; en segundo lugar, el valor de los sig-
nos dinerarios, que depende de su circulación, se vuelve nulo ante un cambio
en la convención estatal que elimine su reconocimiento social.38

38
Marx cita a Aristóteles al respecto: “Aristóteles dice que el dinero, en cuanto mero me-
dio de circulación, parece tener una existencia meramente convencional o legal […], y como,
en efecto, sólo adquiere su valor de uso como moneda de su propia función, y no de un valor
de uso, le es inherente. ‘El dinero parece ser nulo, y sólo tiene valor en absoluto por ley, pero es

85
DINERO Y CAPITAL HACIA UNA RECONSTRUCIÓN DE LA TEORÍA...

De lo anterior se concluye que la circulación de las mercancías tiene dos nive-


les de presentación, uno que corresponde a la presencia inmediata del dinero en
forma oro, y otro que, por el contrario, refiere a la presencia simbólica del dinero.
La última –misma que, como hemos visto anteriormente, resulta privilegiada por
autores asociados al pensamiento de Keynes– no puede plantearse sin la existen-
cia previa de la primera debido a que la simbolización es un proceso que deriva
del dinero mercancía y no un supuesto de inicio. La consideración y distinción de
estos tipos de circulación y su relación lógica son elementos que las teorías con-
vencionales difícilmente plantean al momento de construir sus marcos analíticos.
La circulación de las mercancías adquiere, como se muestra enseguida, ade-
más de estos dos niveles, otra determinación formal bajo la función del dinero
como medio de pago.

La simbolización y la función medio de pago


El elemento tiempo se vuelve determinante en esta función en tanto que existe
una separación cronológica entre la “venta de la mercancía y la realización
de su precio” (K.I.1: 164); se constituye así un sistema de intercambios en
donde se compra antes de pagar y en el cual, a partir de la representación de un
dinero futuro, el vendedor deviene acreedor y el comprador, deudor. Bajo este
esquema de crédito comercial, el precio se fija contractualmente y se establecen
obligaciones para los compradores de pagar una suma de dinero en un plazo
estipulado y, como contraparte, el derecho a recibirla del vendedor mediante
un título jurídico que lo habilita para ello. Todo título es una promesa de pago
que permite a la mercancía circular sin la presencia del dinero; en realidad
“aquí el dinero funciona como medio de compra, a pesar de que sólo proyecta
la sombra (Schatten) de su futura existencia (künftigen Daseins)” (CCEP: 131).
En este esquema ocurre un cambio en el proceso de simbolización: mientras

nulo por naturaleza, de modo que, puesto fuera circulación, no posee valor alguno y es inútil para
cualquier necesidad’” (CCEP: 106, nota a pie 81) (cursivas del original).
El reconocimiento social le da una existencia funcional al papel moneda, si ésta se suprime,
entonces los billetes “se transforman en indignos colgajos de papel” (CCEP: 108).

86
DINERO MERCANCÍA, SUS REPRESENTANTES Y LOS PRESUPUESTOS...

que antes el medio de circulación, bajo su forma de signo o símbolo del dinero,
necesitaba estar presente en la circulación, ahora éste se idealiza en la figura de
un contrato y, por tanto, su existencia material no es requerida para el estableci-
miento de los intercambios. En pocas palabras: bajo la forma de medio de pago el
dinero es medio de circulación que no circula. Aparece en la circulación únicamente
cuando ocurre el vencimiento del contrato pero en ese momento no se presenta
“como medio de circulación o como medio de compra. Funcionaba como tal
antes de existir, y se hace presente después de haber cesado de funcionar como
tal” (CCEP: 130).
Alrededor de los contratos se desarrolla un sistema que confronta y, según sea
posible, cancela, los créditos existentes unos con otros, de tal suerte que una frac-
ción de las transacciones se lleva a cabo con una mínima participación del dinero
que “funciona sólo idealmente como dinero de cuenta o medida de los valores” (K.I.1:
168); en todo caso, su presencia real depende del saldo final en los créditos, es
decir, de aquellos que no han sido compensados. De esta manera, la cantidad de
dinero está sujeta, además de a la suma de los precios mercantiles y a la velocidad
del dinero, a la suma de los pagos vencidos y de los pagos que se compensan entre
sí. Es claro que mientras mayor sea la compensación de los créditos menor será la
cantidad de dinero real necesaria y, por tanto, existente.
La presencia de certificados de deuda modifica las leyes de la circulación
en diversos sentidos. Primero, ya no son aquéllas del oro o de representantes
de éste, sino que ahora, en un cierto periodo circula una masa de mercancías
que no coincide con la masa de dinero en curso –un elemento plenamente an-
ticuantitativo. La separación cronológica entre la venta de las mercancías y la
realización de sus precios implica también que el dinero que se encuentra cir-
culando en un cierto periodo no corresponde a las mercancías intercambiadas
en este momento sino a mercancías sustraídas de la circulación con anteriori-
dad. La adquisición de nuevas deudas coexiste con el vencimiento de aquéllas
adquiridas en el pasado, lo que hace que se constituya un sistema de pagos en
el que se combinan precios pasados –pactados con anterioridad en una serie
de contratos o derechos de propiedad– y precios presentes. En cada punto del
tiempo coincide en el vencimiento obligaciones que fueron pactadas en fechas
anteriores que difieren una de otra (hace 1 día, 1 mes, 3 meses, etcétera) y justo
por esta coincidencia se las engloba en una suma monetaria que corresponde
a dicho momento. Por supuesto, el mismo fenómeno se presenta en la contra-

87
DINERO Y CAPITAL HACIA UNA RECONSTRUCIÓN DE LA TEORÍA...

parte, es decir, en cada momento se celebran contratos, según la serie de ventas


llevadas a cabo, con vencimientos futuros diversos. La consecuencia directa
es doble: por un lado, la cantidad de dinero en cualquier día determinado no
responde a la cantidad de intercambios o ventas llevadas a cabo en ese mismo
día sino a una serie de contratos establecidos anteriormente, y, por otro, “las
deudas contraídas cada día y las que vencen ese mismo día constituyen magni-
tudes totalmente inconmensurables” (K.I.1: 170).
La circulación de las mercancías tiene como contraparte inmediata la cir-
culación de los certificados de deudas que, en términos prácticos, significa la
transferencia a otros de los créditos convenidos. El dinero ya no media el pro-
ceso, deja de ser medio de circulación39 de existencia evanescente para con-
vertirse en fin último de la venta. El vendedor convierte la mercancía en dinero
para satisfacer con éste una necesidad; su producto no es para él un valor de
uso sino hasta que lo haya enajenado en dinero; mientras tanto, el comprador
endeudado convierte su mercancía en dinero no ya en calidad de instrumento
de compra sino en su calidad de instrumento de pago; en otras palabras, para
poder pagar a su acreedor. El dinero se presenta como “la encarnación indivi-
dual del trabajo social, como la existencia autónoma del valor de cambio, como
mercancía absoluta” (K.I.1: 168), es decir, como la mercancía general de todos
los contratos. Se vuelve entonces necesario en términos sociales finalizar con la
metamorfosis de la mercancía en dinero no como punto intermedio sino como
resultado final.
Este cambio formal del dinero deriva del proceso doble de simbolización
que hemos descrito: el primero nos permite, partiendo del oro, explicar los
signos monetarios; el segundo, pasar de éstos al establecimiento de contratos o
relaciones de deuda como elementos que estructuran la circulación.
Para finalizar esta sección, consideramos pertinente subrayar que la estruc-
tura de intercambio basada en el crédito comercial no es aún la estructura
propia del crédito bancario; éste sólo puede ser desarrollado una vez que las

39
“En la función en la que ahora consideramos al dinero, [éste]circula o entra en la cir-
culación, pero sin servir de instrumento de circulación. Como medio de circulación, el dinero
era siempre instrumento de compra; ahora obra como no-medio de compra” (CCEP: 182).

88
DINERO MERCANCÍA, SUS REPRESENTANTES Y LOS PRESUPUESTOS...

diferentes formas del capital se autonomizan; en particular, cuando la forma


dineraria se presente como una mercancía sui géneris, .
Sin embargo, en términos teóricos, el crédito comercial configura la base o
el antecedente lógico del sistema bancario a partir de al menos dos caracterís-
ticas analíticas determinantes: primero, el flujo de crédito no está asociado con
un stock de dinero mercancía dado; segundo, los certificados de deuda que
derivan de la circulación simple son “contratos privados legalmente obliga-
torios entre los poseedores de mercancías” (CCEP: 129) que no requieren la
garantía y el curso forzoso del Estado, lo que es un rasgo esencial de los títulos
y contratos bancarios.
Habiendo explorado la dualidad real-ideal y la dualidad inmediato-repre-
sentado y alcanzado el resultado de la simbolización mediante contratos y sig-
nos de valor que invierten las leyes de la circulación, nos resta señalar la manera
en que el estudio de las dos últimas funciones (medio de circulación y medio
de pago) nos permite regresar a la función del dinero como unidad de medida,
esto es, regresar al punto de partida con la finalidad de plantear la relación
entre la medida de valor y los símbolos de valor.40

La medida de valor tras la simbolización


Se ha visto que en su función de patrón de precios y de medio de circulación el
dinero mercancía puede sustituirse por símbolos del mismo; no obstante, existe
un debate sobre si esta sustitución también es posible en su función de medida
de valor, es decir, en cuanto encarnación de trabajo social que dimensiona a las
mercancías en cuanto valores. Germer (1997), por su parte, considera que la
función de medida de valor es específica del dinero mercancía. El autor se
pregunta: “¿Es posible, sobre la base de la teoría del valor trabajo, para algo
que no es una mercancía, tal como el papel moneda, llevar a cabo la función

40
Esto es posible por el hecho de que, si bien la función de unidad de medida antecede
lógicamente a las otras funciones, el ordenamiento lógico no es deductivo sino dialéctico. En
consecuencia, intentamos argumentar que la primera función adquiere un nuevo significado
tras el desarrollo de las funciones posteriores.

89
DINERO Y CAPITAL HACIA UNA RECONSTRUCIÓN DE LA TEORÍA...

de equivalente de valor?” (Germer, 2005: 33). Su respuesta es negativa dado


que, para él, es necesario que las mercancías se intercambien o validen (ten-
gan una referencia común) a partir de algo que represente una cantidad de
trabajo social, por lo que si el papel dinero no tiene valor propio no podría ser,
bajo circunstancia alguna, la medida del valor. La consistencia con la teoría del
valor-trabajo requiere, en esta postura, al dinero mercancía, en tanto representa
una cantidad definida de trabajo social y, en consecuencia, permite hacer la
comparación y el intercambio entre cosas cualitativamente idénticas.41 La idea
se resume en que el instrumento de medición y aquello que va a medirse deben
tener algo en común, trabajo. En este punto, Germer (2005: 24) plantea la
existencia de una “analogía entre la medida del valor de las mercancías y la del
peso de los cuerpos”; de acuerdo con esta última, para que dos cuerpos puedan
compararse deben tener la propiedad física de la pesantez. ¿Es válida esta ana-
logía y es determinante para no poder superar la forma mercantil del dinero?
Basta con recordar que la medida de valor nos remite a la posición del di-
nero, es decir, el dinero hace posible que el valor sea medible, lo presenta como
medible, y es así, la exteriorización del valor, que antes del dinero se encuentra
pre-conmensurado. Hemos señalado anteriormente que una mercancía no tiene
valor por sí misma sino que este valor se pone socialmente a través del inter-
cambio, y también que el valor no tiene existencia sin el dinero; de ello deriva
que el valor tenga una existencia y una dimensión sociales y no físicas. En este con-
texto, la analogía con otro tipo de medidas no se sostiene por una razón evi-
dente: cuando medimos el peso de un objeto con cualquier artefacto diseñado
al efecto, digamos una balanza, el peso del objeto existe con independencia de
la balanza. Con el valor pasa algo totalmente distinto, su existencia depende de la
presencia del dinero.42 El dinero no es un instrumento de medición común,
no es un simple estándar de comparación, sino, a la vez, es el encargado de

Para Germer (2005: 34), “el requerimiento de que el intercambio debe ser basado en la
41

igualdad de los tiempos de trabajo social […] es teóricamente consistente. […]. Con el fin
de que los intercambios se basen en la igualdad de tiempos de trabajo social, ellos deben ser
mediados por una mercancía que funciona como equivalente universal de valor”.
42
Para una discusión sobre medidas físicas y sociales, véase G. Reuten (2005) y C. Arthur
(2005).

90
DINERO MERCANCÍA, SUS REPRESENTANTES Y LOS PRESUPUESTOS...

definir el espacio del valor y de darle coherencia (Arthur, 2005),43 es una me-
dida social. Esto apunta a que el propio desarrollo lógico de la forma de valor
requiere que todas las mercancías expresen su valor y midan en una mercancía
excluida que no es cualitativamente igual a las demás, que, por tanto, carece de
precio –o en todo caso que su precio no tendría relación alguna con el trabajo
objetivado en la moneda mercancía, sino con la inversa de la lista de precios de
todas las mercancías existentes– y se presenta como una mercancía cuyo valor
es inexpresable. Bajo esta circunstancia, una forma de dinero no mercantil puede
cumplir con la definición del espacio del valor. De tal manera, si el papel mone-
da en cuanto signo de valor es socialmente aceptado, entonces éste puede llevar
a cabo la posición del valor, es decir, puede explicitar su existencia social deter-
minada y, al hacerlo, seguir funcionando como medida de valor. Esto muestra
la posible negación dialéctica del dinero mercancía.
Esta negación no es aprehendida por Germer ni por el marxismo tradicio-
nal al declarar que
la opinión de que el dinero, el equivalente general del valor, en la teoría de Marx,
puede también ser algo que no sea una mercancía, o que, después de haber inicia-
do como una mercancía, puede evolucionar en formas no-mercancía, choca con
la ausencia completa de cualquier cosa que pudiera indicar tal posición dentro del
trabajo de Marx (Germer, 2005: 32).
En contra de esta opinión, el método dialéctico de Marx lleva implícita la
posibilidad de superar la forma mercantil del dinero, de negar al oro como di-
nero entendiéndose que esta negación lo preserva como fundamento. En una
visión marxista tradicional, tampoco es concebible la contradicción según la
cual el dinero es y no es una mercancía: entra al intercambio como si fuera una

43
A diferencia de Arthur, consideramos que la forma de dinero no puede ser derivada
sin tener al valor y al trabajo abstracto como presupuestos. Esta aclaración es importante en
cuanto Arthur (1993: 69) argumenta: “difiero aquí de Marx en que me niego a considerar
necesario incorporar al trabajo antes de la conceptualización del capital como una determina-
ción de forma”. Por su parte, Marx sostiene que “el valor de la mercancía como fundamento
conserva importancia, porque el dinero sólo puede desarrollarse conceptualmente a partir de
este fundamento, y porque el precio, con arreglo a su concepto general, sólo es, en primera
instancia, el valor en forma dineraria” (K.III.6: 244).

91
DINERO Y CAPITAL HACIA UNA RECONSTRUCIÓN DE LA TEORÍA...

mercancía aunque no sea producido como tal. Esta contradicción cualitativa


permite relacionar mercancías con dinero no mercancía.

Comentarios finales
Con lo expuesto anteriormente hemos intentado ofrecer un estudio del dinero
que no se sustenta en determinaciones sin posición, esto es, que no se basa en
la introducción artificial de funciones del dinero. La explicación de los signos
monetarios entendidos como negación del dinero mercancía ha ocupado buena
parte de nuestra reflexión.
Como punto último consideramos importante subrayar la implicación de
la negación dialéctica del dinero mercancía, misma que, como señalamos an-
teriormente, sólo será plenamente puesta con el desarrollo pleno de las formas
particulares del capital, lo que supera los alcances de este texto. Con base en lo
estudiado podemos, no obstante, plantear la existencia de una circulación de
mercancías basada en signos de valor y/o en certificados de deuda (contratos).
Tales certificados permiten, al favorecer la integración entre compradores y
vendedores mediante la interconexión que se genera con las relaciones de cré-
dito, eliminar la barrera monetaria –es decir, el límite impuesto por la cantidad
de dinero en circulación– y expandir el intercambio mercantil; pero, a su vez,
esa misma integración hace que cualquier dificultad para cubrir el pago de los
contratos se expanda en el sistema y la generalización de incapacidad de pago
desata la necesidad social de dinero contante y sonante y la pérdida de valor de
los signos de valor y los certificados de deuda. Situación esta última que cons-
tituye una crisis dineraria.44 Así, la idea de negarlo dialécticamente no implica
suprimir el dinero mercancía. El dinero ideal supera otras formas del mismo,
pero la crisis implica la necesidad de volver al fundamento inicial; en ella los
títulos de deuda pierden su valor y, en consecuencia, todos los participantes

“Esta transmutación repentina del sistema crediticio en sistema dinerario añade el terror
44

teórico al pánico práctico, y los agentes de la circulación se aterran ante el misterio insondable
de sus propias relaciones” (K.I.1: 169, nota al pie).

92
DINERO MERCANCÍA, SUS REPRESENTANTES Y LOS PRESUPUESTOS...

buscan hacerse de dinero.45 De aquí que no consideramos el dinero mercancía


sólo como un elemento histórico transitorio y desdeñable sino,46 por el contra-
rio, como el fundamento de las otras formas de dinero.

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45
“Al suscitarse perturbaciones más generales de ese mecanismo, procedan de donde pro-
cedan, el dinero pasa, de manera súbita y no mediada, de la figura puramente ideal del dinero
de cuenta a la del dinero contante y sonante. Las mercancías profanas ya no pueden sustituir-
lo. El valor de uso de la mercancía pierde su valor y su valor se desvanece ante su propia forma
de valor. Hacía apenas un instante que el burgués, ebrio de prosperidad, había proclamado
con sabihonda jactancia que el dinero era una ilusión huera. Sólo la mercancía es dinero. ¡Sólo
el dinero es mercancía!, es el clamor que ahora resuena en el mercado mundial. Como el cier-
vo brama por agua clara, el alma del burgués brama por dinero, la única riqueza. En la crisis,
la antítesis entre la mercancía y su figura de valor, o sea el dinero, se exacerba convirtiéndose
en contradicción absoluta” (K.I.1: 168-169).
46
Diferimos por tanto de la línea de autores como E. Hein (2004: 8) para quienes “el
oro como dinero-mercancía es, por lo tanto, históricamente contingente pero no teóricamente
necesario”.

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95
Relación entre forma de valor y proceso de intercambio

Roberto Fineschi

En este texto se pretende precisar la relación entre forma de valor y forma de


dinero en las diferentes etapas de elaboración de la teoría de Marx para des-
pués mostrar cómo se aborda la cuestión de la relación entre el capítulo sobre la
mercancía y el capítulo sobre el proceso de intercambio. Esto tiene consecuen-
cias importantes sobre la relación entre lo lógico y lo histórico. El punto nodal
está en la relación entre equivalente general y dinero.
Sobre este tema se ha desarrollado un interesante debate, mismo que está
estrechamente vinculado con el problema del método de Marx y la interpreta-
ción engelsiana del mismo.

El dinero en el manuscrito 1857-1858


Tanto en los Grundrisse o Elementos fundamentales de la crítica de la economía po-
lítica como en la Contribución a la crítica de la economía política, Marx no utiliza
todavía la categoría forma de valor ni separa en dos capítulos el análisis de las
mercancías y el del proceso de intercambio.
En los planes que Marx elaboró de los Elementos en preparación de la re-
dacción de la Contribución, refiere las páginas 13 y 14 del cuaderno I como el
lugar en el que expone el pasaje del valor al dinero (véase MEGA2 II/2: 3).1 Ahí

1
El autor utiliza la ediciones italianas de las obras de Marx y Engels y además consulta
la edición crítica de la segunda Marx-Engels Gesamtausgabe (MEGA),2 de la cual se indica res-

[97]
DINERO Y CAPITAL HACIA UNA RECONSTRUCIÓN DE LA TEORÍA...

se encuentra el primer esbozo del desdoblamiento de la mercancía en mercan-


cía y dinero (véase también el Referat […]).2
En los Elementos, puesto que todavía no hay una exposición separada de
forma de valor y proceso de intercambio, los dos niveles del tratamiento son la
comparación pensada y la efectiva o real (effettuale). En este contexto Marx pre-
sentó por primera vez las bases de la forma de valor como exposición pensada:
el producto es intercambiado como mercancía, pero la mercancía existe como
valor sólo en la medida en que es equiparada. La relación entre dos mercancías
es posible sólo si se refieren a un denominador común, o sea, al valor: cada
mercancía es igual a un tercer elemento que es diferente de ella. Marx señaló
inmediatamente después: “Este tercer elemento diferente a ambas, expresando
una relación, existe ante todo en la mente, en la representación, ya que en gene-
ral, si deseo establecer una relación, no puedo más que distinguirla en el pensa-
miento de los sujetos de la relación misma” (Marx 1968: 79, tomado de MEGA 2
II/1.1, pp. 77 ss; en español, G.1: 68]).
Luego siguen las primeras formulaciones esbozadas del trabajo abstracto
y del trabajo concreto, pero se regresa después al punto fundamental para la
cuestión tratada:
Para los fines de la pura y simple comparación –evaluación– de los productos, para
fines de la determinación ideal de su valor, es suficiente efectuar esta transforma-
ción lógica (una transformación en la cual el producto existe simplemente como

pectivamente sección, volumen y tomo. Por ejemplo, MEGA II/3.1 significa: segunda sección,
tercer volumen, primer tomo. En la bibliografía se encuentra la referencia completa de esta
edición crítica. Teniendo esto en cuenta, en este capítulo se traducen directamente del italiano
las citas que hace el autor respetando el número de página de los textos en italiano. Cuando
en la versión original del texto se ofrece una traducción alternativa propuesta por Roberto
Fineschi se indica con la siguiente expresión: trad. RF
Las versiones ya existentes en español son empleadas con la finalidad únicamente de com-
paración. En estos casos se indica, junto a las referencias de las obras en italiano, las que
corresponden a las traducciones al español publicadas por Siglo XXI de El capital, Elementos
fundamentales (Grundrisse) y Contribución a la crítica de la economía política. [Nota del traductor].
2
En el manuscrito de Marx los resúmenes que se presentan al comienzo de los parágrafos
en las ediciones tradicionales de los Grundrisse no están verdaderamente allí sino que se en-
cuentran en un manuscrito separado bajo el título “Referat zu meinen eignen Heften”.

98
RELACIÓN ENTRE FORMA DE VALOR Y PROCESO...

expresión de relaciones de producción cuantitativas). Cuando se trata de comparar


mercancías entre ellas esta abstracción es suficiente. En el intercambio real por el
contrario, la abstracción debe ser de nuevo objetivada, simbolizada, realizada me-
diante un signo (Marx, 1968: 79, MEGA 2 II/1.1: 78; en español, G.1: 68).
Esta necesidad deriva de dos aspectos principales: a) que en el intercambio
real las cualidades naturales contradicen la cualidad del valor de cambio y b)
que en el intercambio real (efectivo) se tiene intercambio entre dos mercancías
determinadas y entonces intercambio particular que contradice la naturaleza
universal de la relación. Si mentalmente la equiparación se realiza de un solo
golpe, realmente ésta tiene la necesidad de realizarse con una mercancía que
en el intercambio particular realice al mismo tiempo la universalidad de la re-
lación. Esta mercancía debe ser el representante de la objetivación del tiempo
de trabajo como tal, dinero.
Por el hecho de que el producto deviene mercancía y la mercancía valor de cambio
el primero termina adquiriendo en el pensamiento una doble existencia. De esta
duplicación resulta (y debe resultar) que las mercancías en el intercambio real se
presentan en una doble forma: por un lado, como producto natural; por el otro,
como valor de cambio. Es decir, su valor de cambio adquiere una existencia mate-
rial separada de ella (Marx, 1968: 79, tomado de MEGA 2 II/1.1: 79; en español,
G.1: 70).
Como tal es dinero. Poco antes Marx había puesto la identidad del dinero
y el equivalente general:
El valor de cambio de la mercancía, como existencia particular al lado de la mer-
cancía misma, es dinero; la forma en la cual todas las mercancías se igualan, se
comparan y se miden; la forma en la cual todas las mercancías se resuelven, el
elemento que se resuelve en todas las mercancías; el equivalente general (Marx,
1968: 77, tomado de MEGA 2 II/1.1: 77; en español, G.1: 67).
En Elementos fundamentales de la crítica de la economía política Marx llega a
los siguientes resultados: a) identidad del equivalente general y el dinero; b) el
desdoblamiento de mercancía y dinero es resultado del proceso de intercam-
bio; c) mientras la identidad es sólo pensada, pura comparación ideal, entonces
el desdoblamiento en mercancía y dinero no es necesario.

99
DINERO Y CAPITAL HACIA UNA RECONSTRUCIÓN DE LA TEORÍA...

La exposición en la Contribución a la crítica de la economía política


En la Contribución a la crítica de la economía política Marx parece permanecer
fiel a este planteamiento. Todavía no se distingue entre el tratamiento de la
mercancía y el tratamiento del proceso de intercambio, y la forma de valor aún
no aparece como tal; los dos niveles son siempre el pensado y el efectivo (real).
Aquí se prescinde de la imprecisión terminológica y de la insuficiencia de la
exposición de las múltiples categorías que sólo en El capital tendrán una for-
mulación adecuada.
Marx desarrolla un esbozo ulterior de la forma de valor (véase MEGA 2 II/2:
117 y ss.), aunque todavía no se encuentra bien definida. Determina lo que en El
capital serán la forma simple y la forma desplegada. La mercancía que mide su
propio valor lo hace en la serie infinita de las otras mercancías; del mismo modo,
todas las otras mercancías miden su valor en el valor de uso de esa mercancía. Su-
cede así que la mercancía singular se encuentra tanto en esta función de medida
general como en tanto una mercancía cualquiera en la serie infinita de las otras:
Pero midiendo una mercancía dada su valor de cambio en los valores de uso de
todas las otras mercancías, los valores de cambio de todas las otras mercancías,
viceversa, se miden en el valor de uso de esa mercancía dada que se mide en ellos.
[…] Sin embargo, como valor de cambio cada mercancía es tanto la mercancía
excluida, que sirve como medida común de los valores de cambio de todas las otras
mercancías, así como, por otra parte, es simplemente una de las numerosas mer-
cancías en cuyo ámbito total cualquier otra mercancía expresa de modo inmediato
su propio valor de cambio (Marx, 1974: 21 y ss., MEGA 2 II/2: 118, en español,
CCEP: 22-23).
No se puede entonces establecer un equivalente general en la relación pensada.
Con esto puesto, Marx pasa al análisis del proceso de intercambio como
relación efectiva (real) de mercancías. En el análisis de la mercancía había pro-
cedido considerando separadamente primero el lado “valor de uso”, después el
lado “valor”; en el análisis global se trata en cambio, de la relación real de una
mercancía con otra, del proceso de intercambio.3 A través de esta relación efectiva

Véase Contribución a la crítica (Marx, 1974: 23) (también: MEGA 2 II/2: 120; en español,
3

CCEP: 25): “Hasta ahora la mercancía ha sido considerada desde un doble punto de vista,

100
RELACIÓN ENTRE FORMA DE VALOR Y PROCESO...

en la cual los poseedores de las mercancías son los portadores de la relación eco-
nómica, se repite la dinámica anteriormente descrita por la comparación ideal;
ahora, sin embargo, la forma desarrollada puede efectivamente invertirse. La
exposición fue teórica mientras la mercancía era simplemente pensada como
objetivación de tiempo de trabajo; ahora, en su lugar, es real (efectiva) gracias
al efecto de la acción social de las mercancías. El equivalente general, de simple
abstracción, se convierte en resultado social:
Esta exposición era teórica mientras la mercancía era solamente pensada como una
cantidad determinada de tiempo de trabajo general objetivado. La existencia de
una mercancía particular como equivalente general pasa de mera abstracción a
resultado social del proceso de intercambio mismo, mediante la simple inversión de
la serie de ecuaciones anteriormente señalada (Marx, 1974: 28, MEGA 2 II/2: 124
y ss.; en español, CCEP: 30).
Como tal, es equivalente general: “El lienzo se convierte en este caso en
equivalente general en virtud de la acción desde todos lados (azione onnilaterale)
ejercida sobre él por todas las otras mercancías” (Marx, 1974: 28, MEGA 2 II/2:
124; en español, CCEP: 30).
En su determinación de equivalente general esta mercancía es dinero: “La
mercancía particular que en tal modo representa la existencia adecuada del
valor de cambio de todas las mercancías, es decir el valor de cambio de las
mercancías en tal mercancía particular, excluida, es dinero” (Marx, 1974: 30,
MEGA 2 II/2: 127 y ss.; en español, CCEP: 32-33).
Parece repetirse aquí la dinámica expuesta en los Elementos: se tiene el de-
sarrollo de la forma de valor como dimensión teórica de la relación de las mer-
cancías y el intercambio como su relación real (efectiva). La dimensión teórica
está, sin embargo, más desarrollada respecto a los Elementos en cuanto se llega
a poner la forma desplegada y su potencial inversión. Por otra parte, sólo el
proceso de intercambio llega a poner al equivalente general porque la acción

como valor de uso y como valor de cambio, en ambos casos de manera unilateral. Pero la mer-
cancía como tal es inmediatamente unidad de valor de uso y valor de cambio; al mismo tiempo
es mercancía solamente en relación a las otras mercancías. La relación recíproca efectiva (real)
de las mercancías es su proceso de intercambio”.

101
DINERO Y CAPITAL HACIA UNA RECONSTRUCIÓN DE LA TEORÍA...

social de las mercancías lo obtiene como resultado y ese resultado es el dinero.


Equivalente general y dinero son aquí idénticos.
Hasta la Contribución a la crítica de la economía política Marx cree que a)
equivalente general y dinero son la misma cosa; b) el equivalente general puede
ser alcanzado sólo gracias al proceso de intercambio, la acción social de las
mercancías la una sobre la otra; c) la deducción pensada no puede arribar al
equivalente general, exactamente como en los Elementos.

El capital

Primer capítulo de la primera edición alemana (1867)


Marx expone aquí por primera vez en dos capítulos diferentes la mercancía y el
proceso de intercambio, insertando por primera vez la categoría “forma de va-
lor”. Persiste no obstante ambigüedad terminológica entre valor y valor de cambio,
la que será resuelta sólo en la segunda edición alemana.
Marx desarrolla aquello que estaba implícito en la Contribución a la economía
política, esto es, la inversión de la forma II en la forma III (el equivalente general) en
el interior de la forma de valor, es decir, a partir del puro concepto de mercancía.
También muestra cómo lo que era la relación puramente pensada pone exte-
riormente la oposición interna del valor de uso y el valor. Marx reforzará la nece-
sidad de dilucidar la conexión lógica de la forma de valor con el concepto de va-
lor, primero, en el apéndice y, después, en Ergänzungen… de la segunda edición
alemana del tomo I de El capital.4 De cualquier manera, ya desde aquí es puesto el

La primera edición alemana del primer tomo de El capital apareció en 1867. Su estructu-
4

ra era bastante diferente a la que se puede encontrar en las ediciones sucesivas. En particular
el primer capítulo no estaba dividido en parágrafos y no se podían leer las ecuaciones de la
forma de valor de la versión “clásica”. Esta versión clásica es la segunda (1872). Para llevar
a cabo estas modificaciones y también otras para la edición francesa, Marx escribió un ma-
nuscrito que apareció por primera vez en la Marx-Engels-Gesamtausgabe, la nueva edición
histórico-crítica de las obras de Marx y Engels (segunda sección, volumen 6) con el título de
“Ergänzungen und Veränderungen zum ersten Band des Kapitals” (Dezember 1871-Januar 1872)
(“adiciones y cambios en el primer volumen de El capital”). Este manuscrito de trabajo es

102
RELACIÓN ENTRE FORMA DE VALOR Y PROCESO...

carácter social de la mercancía: por una parte, se identifican las determinaciones


fundamentales del equivalente general como mercancía excluida, es decir, ser una
y la misma para todas (véase MEGA 2 II/5: 366); por otra parte, se muestra cómo
ello es una determinación social, cómo esta relación es de por sí social:
Como valores las mercancías son expresiones de la misma unidad: el trabajo huma-
no abstracto. En la forma del valor de cambio se manifiestan la una y la otra como
valores. Al mismo tiempo, se relacionan con el trabajo humano abstracto como su
sustancia social común. Su relación consiste exclusivamente en ello, que se evalúan
recíprocamente como expresiones únicamente cuantitativamente diferentes, pero
cualitativamente iguales, y por tanto recíprocamente sustituibles e intercambia-
bles, de esta su sustancia común […] Forma social de la mercancía y forma de valor
o forma de la intercambiabilidad son entonces la misma cosa (Marx, 1991: 34 y ss.,
MEGA 2 II/5: 38; en español, K.I.1: 999].

Con El capital de 1867 Marx coloca conceptualmente por primera vez que
el equivalente general es deducible del concepto de valor, a diferencia de lo que
había sostenido previamente en los Elementos y en la Contribución..., y que esta
deducción es un resultado social.
Sucesivamente, sin embargo, se desdice, al menos en parte, de este resul-
tado insertando una ambigüedad. El equivalente general, como es expuesto
aquí, tiene de hecho los defectos que lo colocan de nuevo en continuidad con la
Contribución a la crítica de la economía política:
No obstante, en el punto en que nos encontramos, el equivalente general no está
todavía para nada osificado. De hecho, ¿cómo fue transformado el lienzo en el
equivalente general? A través del hecho de que éste expresa su valor, en primer
lugar, en una única mercancía (forma I), después, relativamente, en todas las otras
mercancías siguiendo la secuencia (forma II), y así, reflexivamente, todas las otras
mercancías representan en él su valor (forma III). La forma relativa simple del va-
lor fue el germen del cual se ha desarrollado la forma de equivalente general del

muy interesante porque permite seguir y reconstruir la génesis de la versión final. Sobre la
MEGA y su novedades véase: R. Fineschi (2013), “Karl Marx después de la edición histó-
rico-crítica (MEGA 2): un nuevo objeto de investigación”, en Dialéctica, Nueva Época, año
37, núm. 45, enero-junio/julio-diciembre, 2013: 109-134 y “El segundo libro de ‘El capital’
después de la MEGA 2”, en Laberinto, núm. 39, 2013: 79-92.

103
DINERO Y CAPITAL HACIA UNA RECONSTRUCIÓN DE LA TEORÍA...

lienzo. Dentro de este desarrollo éste cambia su rol: inicia expresando su magnitud
de valor en otra mercancía y termina sirviendo como materia para la expresión del
valor de todas las otras mercancías. Lo que vale para el lienzo es válido para cada
mercancía. En su forma desplegada de valor (forma II), que consiste únicamente
de sus múltiples, simples, expresiones de valor, el lienzo no figura todavía como
equivalente general. Aquí más bien cualquier otro cuerpo de mercancía constituye
su equivalente, es por eso inmediatamente intercambiable con él y entonces puede
cambiar de lugar con él (Marx, 1991: 42 y ss.; MEGA 2 II/5: 42 y ss.; en español,
K.1.3: 1004-1005).
Esto conduce a la forma IV, la nueva inversión del equivalente general que
es una serie infinita de formas relativas desarrolladas (nota bene: la forma de
dinero del apéndice y después de El capital de 1872). De esto Marx, casi del
mismo modo que en la Contribución, concluye lo siguiente:
Pero cada uno de estos equivalentes refleja, vestido, café, té, etcétera, como equi-
valente general, entonces la expresión del valor en vestido, café, té, etcétera, como
forma relativa general del valor de todas las otras mercancías. La forma general
de equivalente corresponde sólo a una mercancía a diferencia de todas las otras
mercancías. Pero si cada mercancía contrapone a todas las demás su propia forma
natural como forma de equivalente general, cada mercancía excluye a todas las
otras de la forma de equivalente general y con ello todo termina con la exclusión
de la representación socialmente válida de sus magnitudes de valor (Marx, 1991:
42 y ss., MEGA 2 II/5: y 42 ss.; en español, K.1.3: 1005-1006).
Todo ello significaría que, conceptualmente, no sería posible establecer la forma
de valor ni cuál mercancía desempeña la función social de equivalente general, sino
el equivalente general mismo, como en la Contribución (donde, recuérdese, equiva-
lente general y dinero coinciden). Por una parte se pone el equivalente general y
después se le niega nuevamente. Se verá a continuación, sin embargo, cómo esta
negación es insostenible y cómo el mismo Marx, en el fondo, se da cuenta de ello.
Las determinaciones esenciales de la mercancía que desempeña la función
de equivalente general son dos: a) ser única y b) ser la misma para todas.5 Ex-
presado formalmente:

Véase, primero, MEGA 2 II/5: 36 y ss.; después específicamente en el apéndice: 643, y


5

luego conservada en las sucesivas versiones.

104
RELACIÓN ENTRE FORMA DE VALOR Y PROCESO...

A2x1 = A1y

A3x2 = A1y

A4x3 = A1y

Anxn=A1y
donde x1 … xn indican todas las mercancías en la función relativa de valor
y y la mercancía en la forma de equivalente general –con la condición de que
desde el punto de vista del valor de uso x1 ≠ y, x2 ≠ y … xn ≠ y – , y A1… An
indican las cantidades–.
El cuerpo de la mercancía que esté bajo y y x1 … xn no es aquí ni determinado
ni determinante. Abstractamente, está expresada la posibilidad de mundos infi-
nitos porque es posible sustituir la incógnita con todas las mercancías particula-
res existentes; este esquema permanece todavía como modelo general de todas estas
determinaciones posibles, las comprende todas y es válido para todas. En esencia
esto significa que el concepto de equivalente general prevé que sea excluida una
y la misma mercancía para todas, no una para cada una. Por este motivo la forma
IV de El capital de 1867 es conceptualmente insostenible como determinación del
equivalente general: la elección de un mundo excluye automáticamente todos los
otros y para cualquier mundo que se elija serán válidas siempre las mismas leyes.
En consideración de este esquema está lo que el mismo Marx dice inme-
diatamente después:
Pero el análisis de la mercancía ha proporcionado esta forma en cuanto forma de
la mercancía en general, lo cual, por tanto, corresponde también a cada mercancía,
pero antitéticamente, de modo que si la mercancía A se encuentra en una deter-
minación de forma; las mercancías B, C, etcétera, asumen respecto a ella la otra
determinación (Marx, 1991: 44, MEGA 2 II/5: 43; en español, K.1.3: 1006).
Puede sostenerse que el mundo de las mercancías, desde el lado de la determinación
de la forma, es uno solo y entonces el equivalente general es puesto. Una mercancía no
puede encontrarse en este mundo al mismo tiempo en ambas determinaciones
–como se sostenía todavía en la Contribución a la crítica de la economía política. Si
esto es así entonces también desaparece el fundamento lógico de la forma IV del

105
DINERO Y CAPITAL HACIA UNA RECONSTRUCIÓN DE LA TEORÍA...

primer capítulo de 1867. En todos los mundos particulares los poseedores de las
mercancías serán ejecutores de las mismas leyes, ellos no son más que personifi-
caciones de sus mercancías. La determinación de la única y la misma para todas
no puede ser entonces de pertinencia exclusiva del intercambio porque el inter-
cambio puede ocurrir conceptualmente sólo en el interior de un mundo donde
la única y la misma para todas es ya determinación de forma puesta; en el proceso de
intercambio esto es, si acaso, efectivo (real), pero no como su peculiaridad exclusiva
(también tendrá que ser aclarado el significado de esta efectividad).
En la Contribución teníamos en cambio sólo esto: la forma de valor no llegó
al equivalente general y la única y la misma para todas sólo fue puesta en el
proceso de intercambio. En El capital de 1867 (capítulo I) está la solución, pero
es ambigua y permite esta doble lectura.

Apéndice de 1867, Ergänzungen… y la segunda edición


alemana de El capital (1872)
En cuanto concierne a la deducción del equivalente general, en el apéndice se
supera la ambigüedad latente en el primer capítulo; se precisa, en efecto: “La
forma general de equivalente es una forma del valor en general. Puede correspon-
der a cada mercancía, pero siempre en la exclusión de cada otra mercancía”
(Marx, 1991: 96; MEGA 2 II/5: 646; en español, K.1.3: 1039].
Esto significa que el equivalente general es puesto, pero que esto es una
incógnita, es decir, que cualquier mercancía puede ocupar esta función; no se
dice más que el equivalente general no existe de hecho. La deducción de la
forma de valor es por tanto reforzada.
El capital de 1872 precisa y profundiza el contenido del apéndice de El ca-
pital de 1867. El manuscrito Ergänzungen… señala ulteriormente este resultado
–véanse sobre todo las dos digresiones (MEGA 2 II/6: 25 y ss.). La segunda edi-
ción alemana pone de modo definitivo que la referencia recíproca de las mercan-
cías, la forma de valor, es desde el principio social porque ya la sustancia del valor es
social en tanto objetivación del trabajo abstractamente humano: lo que es concebible
sólo como relación del mundo de las mercancías. El mundo de las mercancías es
la reificación del mundo de los que intercambian que se relacionan entre sí como
cosas, las mercancías son “cosas sociales”. Por tanto no tiene sentido conceptual

106
RELACIÓN ENTRE FORMA DE VALOR Y PROCESO...

primero la exposición de las cosas y después la de las personas, precisamente


esto sería propio de los fetichistas.6 Marx aclara el significado de la forma de
valor como manifestación social del mundo de las mercancías que para conver-
tirse en social no tiene necesidad de que se agregue posteriormente el proceso
de intercambio. Por consiguiente, el equivalente general como resultado de la
acción social de las mercancías puede ser resultado ya de la forma de valor.7
Si finalmente Marx ha arribado a sustentar que forma de valor y proceso
de intercambio son dos lados de la misma deducción del equivalente general,
surge, sin embargo, una nueva complicación: ahora equivalente general y dinero
no son más la misma cosa. Esto estaba implícito en el primer capítulo de El capital
de 1867 y viene formulado expresamente a partir del apéndice, donde la forma
IV es ahora la forma de dinero.
El pasaje de la forma del equivalente general a la forma de dinero es decla-
rado no esencial; hay algo más que consiste en sustituir con el oro la incógnita
“equivalente general”; ésta es una herencia “histórica” realizada gracias a la
costumbre social, y se agrega también:
Tan pronto como [el oro] ha conquistado el monopolio de esta posición en la ex-
presión del valor del mundo de las mercancías, deviene mercancía-dinero; y sólo desde
el momento en el cual ya devino mercancía-dinero, la forma IV se distingue de la
forma III, esto es, la forma general de valor es transformada en la forma de dinero
(Marx, 1991: 99; MEGA 2 II/5: 648; en español, K.1.3: 1041).
Esta determinación histórica es, sin embargo, lógicamente determinante
para el desarrollo de la forma de dinero. Marx repite varias veces que el vín-
culo conceptual es la forma III, pero la forma IV, en cuanto forma de dinero,

6
Como se ha visto esto estaba ya, en el fondo, claro en El capital de 1867, capítulo I. Allí el
límite era la inserción de la primitiva forma IV que anulaba la deducción del equivalente general.
7
Estas conclusiones son alcanzadas en las contribuciones más significativas de la
Marx-Engels-Forschung alemana a las cuales se hace referencia. Véase sobre todo Hecker,
1978b; Jungnickel, 1988, 1989a, y Lietz, 1987, 2000. En esta última contribución Lietz
sobreestima, en mi opinión, la ruptura que se daría con la segunda edición alemana, dejando
en segundo plano que ya anteriormente Marx había desarrollado la “socialidad” de la mer-
cancía. Lo que faltaba era una concepción orgánica de la relación entre mercancía y proceso
de intercambio.

107
DINERO Y CAPITAL HACIA UNA RECONSTRUCIÓN DE LA TEORÍA...

es la que estará en vigor en el ulterior desarrollo de la teoría y su deducción


parecería no poder prescindir de un hecho empírico no deducido lógicamente.
La nueva complicación consiste por tanto en el carácter “histórico” de este
pasaje. Si finalmente la forma de valor llega a poner el equivalente general,
ahora el equivalente general no puede ser más dinero; la forma de dinero no
puede ser deducida inmediatamente de la forma de valor.
A la luz de esto se identifica el nuevo carácter incompleto de la forma de
valor a partir del apéndice de 1867, no se sostiene más que ésta no puede lle-
gar al equivalente general, como se hizo todavía en parte en el capítulo I de El
capital de 1867; su carácter de incompleto ahora consiste en no poder fijar cuál
mercancía particular cubre el rol de equivalente general, ni que una mercancía
particular tenga esta función. El plano lógico es definitivamente diferente con
respecto a la Contribución a la crítica de la economía política. La solución del “cuál”
no puede ser inmediatamente lógica. Esto viene definido “históricamente”, pero
las razones históricas que han colocado precisamente al oro en la función de
equivalente general no son abordadas en la forma de dinero. Parecería entonces
ser un simple hecho de por sí externo a la teoría.
La profundización de este aspecto hace necesario colocar también en el aná-
lisis el capítulo sobre el proceso de intercambio.
Haciendo una comparación con la Contribución... son de notar tres elemen-
tos: a) el equivalente general es deducido de ambos modelos –forma de valor y
proceso de intercambio– como producto social en niveles lógicos diferentes pero
relacionados; b) se alude a una dinámica histórica en la fijación del dinero, lo
que en la Contribución... se consideraba sólo después; c) en la Contribución... dine-
ro y equivalente general coincidían porque, como se ha visto, éstos eran caracte-
rizados por las mismas determinaciones de forma. Ahora éstos no coinciden más.

El proceso de intercambio en El capital de 1867


y en El capital de 1872

Consideraciones generales
Recuérdese primero el rol del proceso de intercambio en los Elementos... y en
la Contribución...: allí éste era el único lugar donde ocurría la acción social recí-

108
RELACIÓN ENTRE FORMA DE VALOR Y PROCESO...

proca de las mercancías. No se refería ni a un nivel empírico ni a una dimen-


sión histórica; el objeto de la exposición era la relación real, por tanto social,
de los poseedores de las mercancías en su dinámica lógica. Tal acción excluía
una mercancía que como tal era equivalente general = dinero. No se prestaba
atención a la materialidad de la mercancía para la determinación del dinero.
Este esquema, desde nuestro punto de vista, se ha mostrado inexacto, por-
que se ha visto que de por sí la sustancia de valor/magnitud de valor/forma de
valor es un nexo social que ya en sí incluye la relación social de las mercancías
y por tanto de los poseedores de las mercancías. Entonces el intercambio no añade
la relación social porque ésta conceptualmente está ya dentro del modelo.8
Para lo que aquí nos interesa, la versión del proceso de intercambio que se
encuentra en El capital de 1872 es, con pocas excepciones, idéntica a la de 1867.
La inserción de un “proceso histórico” en el desenvolvimiento lógico no es,
sin embargo, una novedad de El capital: en los Elementos... ya se había aludido;
éste fue colocado inmediatamente después de la deducción del dinero (en los
Elementos... = equivalente general) a través del proceso de intercambio (véase
MEGA 2 II/1.1: 79 y ss.); esto permanece en la Contribución..., siempre en el
mismo contexto de exposición (MEGA 2 II/2: 128 y ss.), ahí el dinero estaba ya
puesto; este contexto parece ser el del capítulo II de El capital. Se trata entonces
de comprender el significado conceptual de este pasaje.

Proceso de intercambio y determinación del dinero


La contradicción en que incurren los poseedores de mercancías consiste en el
hecho de que cada uno se contrapone a los otros considerando su propia mer-
cancía como equivalente general, por lo que no existe de hecho el equivalente
general; entonces, nuestros héroes actúan antes de pensar:
En su perplejidad nuestros poseedores de mercancías piensan como Fausto. En
el principio era la acción. De ahí que hayan actuado antes de haber pensado. Las
leyes de la naturaleza de las mercancías han actuado ya en el instinto natural de
los poseedores de mercancías. Éstos pueden referir sus mercancías la una con la

8
En realidad Marx ya era consciente de esto a partir de los Elementos..., lo que le faltaba
era el desarrollo orgánico de la relación entre forma de valor y proceso de intercambio.

109
DINERO Y CAPITAL HACIA UNA RECONSTRUCIÓN DE LA TEORÍA...

otra en cuanto valores, y por tanto en cuanto mercancías, solamente refiriéndolas


por oposición, objetivamente, a cualquier otra mercancía que actúe como equivalente
general. Éste es el resultado del análisis de la mercancía. Pero solamente la acción
social puede hacer de una mercancía determinada el equivalente general. Por tan-
to, la acción social de todas las mercancías excluye una mercancía determinada en
la cual las otras representan universalmente sus valores. Así, la forma natural de
esta mercancía se convierte en forma de equivalente socialmente válida. Mediante
el proceso social, el ser equivalente general se convierte función social específica de la
mercancía excluida. De este modo ésta deviene dinero (Marx, 1964: 119; MEGA 2
II/5: 53, tomado de MEGA 2 II/6: 115; en español, K.I.1: 105-106).

Este pasaje es idéntico en la primera y en la segunda ediciones de El capital a


pesar de que en el ínterin la forma de valor fue modificada; esto adquiere signifi-
cados diferentes dependiendo de la versión de la forma de valor a la que se haga
referencia y a la relación que se establezca entre equivalente general y dinero.

1. Si se parte del presupuesto de que equivalente general y dinero coinciden,


tenemos a su vez dos posibilidades.
a) El pasaje puede ser leído coherentemente con el primer capítulo de 1867
(la forma de valor no arriba al equivalente general); el equivalente general sería
puesto por el intercambio gracias a la acción social de las mercancías. El “resul-
tado del análisis de la mercancía” al cual se hace referencia en este pasaje sería
entonces la nueva inversión de la forma III en la forma IV del primer capítulo de
1867 (esa no es la forma de dinero, sino la infinita serie de la forma II). Quien
lee la primera edición alemana de El capital encuentra la deducción del dinero
sólo en el proceso de intercambio y el análisis de la forma de valor que al final no
alcanza al equivalente general; del mismo modo no parece que se distinga entre
equivalente general y dinero –exactamente como en la Contribución...
b) El equivalente general es resultado de la acción social de las mercancías
desde la forma de valor (apéndice de 1867). Si la forma de valor deduce el
equivalente general, no habría ninguna distinción, ningún elemento adicional
de la deducción del dinero se presenta en el proceso de intercambio sino que
ésta se analiza cambiando la lente hacia los poseedores de las mercancías, lo
que, sin embargo, ya estaba conceptualmente implícito en la forma de valor.
Pero no sería verdad que aquí se deduce el equivalente general y allá no; es
decir, en realidad en ambos análisis se deduce el equivalente general.

110
RELACIÓN ENTRE FORMA DE VALOR Y PROCESO...

Estas dos posibilidades, textualmente plausibles, son desarrolladas, a mi pa-


recer, por la inconsistencia de la argumentación. En el primer caso (a) Marx no
considera que el equivalente general está ya deducido en la forma de valor como
resultado de la acción social de las mercancías y que, por tanto, el proceso de
intercambio es sólo la realización de las leyes de las mercancías, de lo que, por
el contrario, parece dar cuenta la segunda posibilidad (b), donde, sin embargo,
el desdoblamiento de la contradicción inmanente en mercancía y dinero sería
idéntico al desdoblamiento de la mercancía en mercancía y equivalente general,
esto es, en el proceso de intercambio el dinero sería definido del mismo modo
que el equivalente general, con lo que se pierde la distinción introducida en el
apéndice.

2. Hacia la segunda lectura, además de estas inconsistencias, señalamos


otros elementos que Marx agrega ya en la primera edición alemana de 1867:
“En la misma medida en que se completa la transformación de los productos del
trabajo en mercancías, se completa la transformación de la mercancía en dinero” (El
capital de 1867, MEGA 2 II/5: 54; en español, K.I.1: 106).
Y luego sigue el excurso histórico; al final del capítulo se afirma que sólo
cuando la forma natural de una mercancía se ha cristalizado socialmente en la
función de equivalente general ella es dinero: “Esto se completa en el momento
en el que la forma de equivalente general es cristalizada con la forma natural
de una mercancía particular o en forma de dinero” (El capital de 1867, MEGA
2 II/5: 54; en español, K.I.1: 113).
Esto ya se ha anticipado en el “excurso histórico” en el que se establecía la
necesidad de la fijación social de la mercancía “oro” como equivalente general
para la determinación de la categoría dinero. Veremos cómo estas referencias
“históricas” permiten una segunda lectura.
A partir del apéndice de El capital de 1867 –pero también en el excursus– el
concepto de dinero se caracteriza de la siguiente manera: dinero es el equiva-
lente general que tiene una materialidad conforme con su concepto; las determi-
naciones de la mercancía que desempeña esta función son a) ser una, b) ser
para todas la misma, c) tener una materialidad conforme al concepto de equivalente
general. Respecto al equivalente general, se agrega el tercer elemento.

111
DINERO Y CAPITAL HACIA UNA RECONSTRUCIÓN DE LA TEORÍA...

Lo lógico y lo histórico en el proceso de intercambio


Intento demostrar que también la determinación del tercer elemento es lógica
(en dos momentos) –por tanto, es lógica la deducción del dinero en general.
Esto porque la “elección” de la determinación natural de la mercancía es en sí
misma determinación de la forma del mundo de las mercancías:
Ahora bien, la congruencia de sus cualidades con la función del dinero muestra
que “aunque el oro y la plata no son naturalmente dinero, el dinero es natural-
mente oro y plata”. Hasta ahora no conocíamos más que una función del dinero,
la de servir como forma fenoménica del valor de las mercancías, esto es, como el
material en el cual se expresa socialmente la magnitud de valor de las mercancías.
Forma fenoménica adecuada del valor [cursivas de RF], o materialización del traba-
jo humano abstracto y por tanto igual, puede serlo sólo una materia, de la cual todos
sus ejemplares posean la misma cualidad uniforme [cursivas de RF]. Por otra parte,
porque la diferencia de la magnitud de valor es puramente cuantitativa, la mercan-
cía-dinero debe ser susceptible de diferencias meramente cuantitativas, es decir,
debe ser divisible a voluntad y ser reintegrable reuniendo las partes. Y el oro y la
plata poseen por naturaleza esta propiedad (Marx, 1964: 122, MEGA 2 II/6: 118,
pero ya también en MEGA 2 II/5: 56; en español, K.I.1: 109).
Este concepto estaba ya expuesto en los Elementos...:
El sujeto en el cual este símbolo viene expresado no es un sujeto indiferente, ya
que las propiedades para ser el representante están contenidas en las condiciones
–determinaciones conceptuales, relaciones determinadas– del objeto por represen-
tar. La cuestión de los metales preciosos en cuanto sujetos de la relación del dinero
y sus encarnaciones no está fuera en absoluto […] del ámbito de la economía
política (Marx, 1968: 120; MEGA 2 II/1.1: 104; en español, G.1: 102).
Veamos ahora los dos momentos de la deducción del dinero: por una parte,
la funcionalidad del equivalente general indica como tal las características ge-
nerales que debe tener el cuerpo de la mercancía que desempeña esta función,
pero no exactamente una mercancía; por otra, debemos establecer en qué consiste
la deducción “histórica”.
Volvamos al pasaje en cuestión (MEGA 2 II/5: 53). El problema es qué debe
entenderse por carácter “determinado” de la mercancía excluida. Se puede pro-
ceder como en el primer caso (1), o bien entender por “determinado” el cuerpo

112
RELACIÓN ENTRE FORMA DE VALOR Y PROCESO...

de la mercancía, la especificidad natural de la mercancía que desempeña esta


función. La determinación de la forma de equivalente general plantea la nece-
sidad de un determinado cuerpo de mercancía, éste debe cumplir con ciertas
funciones. Las diversas funciones que la mercancía que funge como equivalen-
te general debe desempeñar indican las características generales que ésta debe
tener, es decir, qué tipo de mercancías particulares deben desempeñar el papel
de equivalente general. Los metales preciosos ofrecen el cuerpo natural más
adecuado para ello. La referencia a la materialidad está basada en la funcionali-
dad del equivalente general; con base en ello se puede identificar las cualidades
que restringen el campo de las posibles mercancías. Ello ciertamente no indica
como tal al propio oro, pero el oro tiene por naturaleza propiedades que se
prestan a esta función.
La lectura del dinero como equivalente general + la materialidad adecuada
permite darle un sentido lógico al excursus histórico (véase, MEGA 2 II/5: 55 y
MEGA 2 II/6: 117, idéntico en las dos versiones) así como a la “consolidación
histórica” de la forma IV, la forma de dinero.
No se debe entender que la inclusión de un material empíricamente tomado
o históricamente heredado como el oro se convierte en determinación de forma,
sino más bien que las determinaciones de forma de la forma de valor permiten
pensar el devenir histórico tendencial de una mercancía particular en dinero.
Las determinaciones de forma dirigen así el devenir general del intercambio de
las mercancías –debe ser claro que no se está hablando de ningún hecho histórico
particular sino de la pura dinámica– en la dirección de un equivalente general
que tenga un contenido adecuado a la determinación de forma. Se trata aquí de
la subsunción que parte de la forma de algo que está dado naturalmente llevada
después a la forma adecuada. La determinación histórica de la materialidad del
equivalente general es pues en sí misma una determinación de forma que es el segun-
do momento de la deducción del dinero.9

9
Ya en los Elementos... (Marx, 1968: 81 y ss.) (MEGA 2 II/1.1: 79-80; en españo, G.1:
70): “El material en el cual viene expresado este símbolo no es de hecho indiferente, por muy
diverso que se presente históricamente. La evolución de la sociedad elabora, junto al símbolo,
también el material que más le corresponde, del cual después busca de nuevo librarse; un
símbolo si no es arbitrario, requiere ciertas condiciones del material en el que se expresa”.

113
DINERO Y CAPITAL HACIA UNA RECONSTRUCIÓN DE LA TEORÍA...

Expuesto de modo analítico, esto está claro si se considera el desarrollo de


la forma de valor hasta la fórmula del equivalente general expresada con las
incógnitas: ésta se puede concretizar en una serie infinita de mundos posibles,
por tanto es casual que desde el inicio, inmediatamente, tenga una forma natural
conforme a la funcionalidad del equivalente general; así está precisamente en su
concepto el desarrollar lo que estaba dado subsumido hasta una forma adecua-
da. Este desarrollo, ocurrido en el tiempo, tiene entonces una dimensión históri-
ca que sólo adquiere vigencia como dinero en el momento en que la adecuación
es puesta. Esta dimensión histórica sin embargo, así concebida, es en sí misma
una determinación de forma necesaria, porque forma natural adecuada y forma de
equivalente no coinciden inmediatamente; su lógica interna, no obstante, deter-
mina la modalidad de la adecuación.
Se puede argumentar que Marx probablemente no ha reformulado en for-
ma adecuada el capítulo sobre el proceso de intercambio en relación al desarro-
llo de la forma de valor. Así, parecen posibles diversas lecturas de la relación
entre estos dos momentos. A la luz de lo que se ha dicho, la lectura del pasaje
MEGA2 II/5: 53 parece padecer en la formulación la herencia de las concepcio-
nes precedentes superadas por la última elaboración de la forma de valor.

Lógica 1 y Lógica 2
A la luz de lo que se ha dicho hasta aquí podemos identificar diversos niveles
de abstracción:
Lógica 1. Deducción lógica de la forma de valor, que coincide con la cons-
trucción y el desenvolvimiento de las condiciones lógicas del proceso de in-
tercambio. Los poseedores de las mercancías son personificaciones de estas
condiciones y, por tanto, no añaden la socialidad. En el análisis puro de la mer-
cancía es indiferente en qué valor de uso ésta manifiesta su magnitud de valor,
pero de cualquier manera está implícito que ésta debe satisfacer las necesidades
de otra y que, por tanto, esta otra no es indiferente al valor de uso de que se
trata. Por ello, forma de valor y proceso de intercambio representan dos niveles
lógicos distinguibles, no diferentes de la exposición conceptual de la misma
categoría: la mercancía. Con el perfeccionamiento de la forma de valor parece
incluso convertirse en superfluo, a nivel lógico, un capítulo específico sobre

114
RELACIÓN ENTRE FORMA DE VALOR Y PROCESO...

el proceso de intercambio; basta, en efecto, considerar a las mercancías como


reificación de los hombres. El mismo Marx parece proceder así al incorporar
el apartado sobre el fetichismo de la mercancía inmediatamente después de la
forma de valor.
Lógica 2. Marx parece avalar la necesidad de una dinámica temporal extra-
formal para la posición del dinero. Se ha visto que en realidad son las deter-
minaciones formales de la ley de la mercancía las que, en la medida en que se
instaura el intercambio, tienden poco a poco a dar esta forma específica a las
relaciones sociales. Se tiene aquí un ejemplo que puede ser comparado con la
subsunción formal y real del trabajo bajo el capital: si el pasaje de la cooperación
simple a la mecanización expone la modalidad de la adecuación del contenido
a la forma específica (en este caso el proceso de trabajo), el pasaje al dinero se-
ñala la adecuación del valor de uso accidentalmente subsumido hasta la forma
adecuada. Lo lógico-histórico debe, por tanto, entenderse como indicaciones
de cómo estas categorías en su existencia histórica subsumen y transforman
aquello que es naturwünchsig (naturalmente dado).10 Ésta es, para Marx, una
exigencia teórica de la cual se debe dar razón, porque el modo de producción
capitalista no es eterno sino que surge en la historia de la reproducción humana.
Mostrar entonces la modalidad de la adecuación a las nuevas leyes de lo que se
presenta como naturwüchsig es un problema teórico y no historiográfico. La his-
toriografía de esta reconstrucción puede efectivamente aportar principios meto-
dológicos para innumerables investigaciones y es lo que hace en ciertos casos el
mismo Marx en el capítulo en cuestión; se debe, no obstante, estar atentos a no
confundir los dos niveles, el riesgo es el de caer en el peor historicismo.
Si es lícito el paralelismo con la subsunción formal y real del trabajo bajo el
capital, se debe, no obstante, prestar atención a la diferencia: en lo que respecta
al trabajo, en efecto, tenemos que ver con la forma que éste asume una vez que es
subsumido bajo una forma específica, o sea con un modo de producción verda-
dero y preciso. Se ve, por el contrario, que la circulación simple no es un modo
de producción, sino la dimensión fenoménica del modo de producción capitalista;
ella, de por sí, no tiene autonomía. Por lo cual si ha habido producción de mer-

10
El adjetivo naturwüchsig puede interpretarse como “natural y espontáneo” y, siguiendo el
verbo waschen, puede vincularse con la idea de crecimiento (nota del traductor).

115
DINERO Y CAPITAL HACIA UNA RECONSTRUCIÓN DE LA TEORÍA...

cancías en otras formaciones económico-sociales, las modalidades en las cuales


ésta era realizada y desarrollada hasta convertirse en presupuesto de la forma ca-
pitalista pueden ser adecuadamente reconstruidas sólo elaborando el modelo de
tales formaciones. Éste es el motivo por el que Marx esboza sólo una rápida línea
evolutiva de esta dinámica (a diferencia de lo que hace para la subsunción del
trabajo); si la producción de mercancías es momento marginal de otras formas de
la producción, su desarrollo y su difusión con base en las leyes de la circulación
simple pueden ser efectivamente reconstruidas sólo como subarticulación de ella.
Se dijo que la lógica 2 no implica el historicismo. La delicada relación entre
estos dos niveles de análisis ha hecho que se hable de la progresiva “histori-
zación” del método de Marx que habría “reducido” la exposición dialéctica.
Paulatinamente nos acercamos a la versión impresa de El capital transformán-
dola en un reflejo del proceso histórico de la formación de la circulación de
mercancías.11 El proceso de intercambio sería el ejemplo evidente en el cual
se demostraría que Marx asume elementos extraformales (“históricos”) para

Este fue el motivo de críticas radicales a Engels, quien en la revisión de la Contribución...


11

había sostenido que el método dialéctico no habría sido más que el reflejo del proceso empírico
de la formación de los fenómenos [véase MEGA 2 II/2: 252 y ss.]. También la interpretación de
la llamada “producción mercantil simple” como fase histórica precedente al “capitalismo”, a
la cual sería dedicada precisamente la primera parte de El capital, ha sido seriamente cuestio-
nada. Tal interpretación conduce, además de a una lectura historicista, también a considerar
la mercancía del capítulo I como una categoría que no pertenece al modo de producción
capitalista. La noción de mercancía como célula económica evidentemente rechaza esta inter-
pretación, misma que, sin embargo, ha tenido un peso fundamental también en la cuestión
de la transformación. De hecho, esto se presta a una lectura a la Smith: una fase precapitalista en
la cual aplica la ley del valor y después el capitalismo donde, en su lugar, están los precios de
producción; esta interpretación fue posteriormente promovida por el mismo Engels. Véase la
carta de Engels a Marx del 16/6/1867 en MEW 31: 303. La interpretación engelsiana influen-
ció también toda la sucesiva recepción de la obra de Marx en la tradición marxista, siendo
sustancialmente aceptada por Kautsky y presente en la misma edición realizada por Engels
de la obra marxista. La reacción contra la interpretación engelsiana se inició junto con la re-
valoración de la lógica-dialéctica del capital. Que en lugar de la producción mercantil simple
Marx había elaborado una teoría de la “circulación simple” fue demostrado en diversos estu-
dios, entre ellos los de Reichelt (1971), Backhaus (1975, 1978), Heinrich (1991) y Hecker
(1997) que también se los puede consultar para una reconstrucción de la problemática. En

116
RELACIÓN ENTRE FORMA DE VALOR Y PROCESO...

continuar con el desarrollo de la teoría. Se ha hablado de “reducción de la


dialéctica”.12 Los autores mencionados anteriormente –Hecker, Jungnickel,
Lietz– han sostenido, por el contrario, un reforzamiento de la dialéctica con El
capital de 1872 sin profundizar en la relación entre equivalente general, dinero
y proceso de intercambio. La solución que aquí se propone es compatible con
una consolidación de la dialéctica planteando una noción diferente de lo “his-
tórico”; con ello debe entenderse la temporalidad interna de la generalización
lógica del mundo de las mercancías.13 “Histórico” deviene, así, una noción
“lógica”. Por lo tanto, se ha llamado “lógica 2” a lo que en este debate a menudo
se ha denominado “histórico” o “lógico-histórico”.

Resumen
La exposición ha resultado particularmente compleja porque se entrelazan
en el mismo contexto diversos argumentos que Marx no logra distinguir
orgánicamente:
a) deducción del equivalente general pensada y real (efectiva);
b) deducción del equivalente general y relación entre forma de valor y pro-
ceso de intercambio;
c) relación entre equivalente general y dinero;
d) relación entre lo lógico y lo histórico.
Quizá una tabla puede sintetizar eficazmente los resultados obtenidos (véa-
se Tabla 1):

italiano, véase Luporini (1996, 1972) y Cazzaniga (1981). La posición engelsiana también es
criticada por Robles Báez (1999).
12
Véase Göhler (1980), Backhaus (1978), Reichelt (1971), W. Schwarz (1987a y 1987b),
también Luporini (1972) acepta en el fondo esta posición. Entre ellos existen obviamente di-
ferencias que aquí no es posible analizar. Es más refinada la posición de Gajano quien propone
el modelo lógico de la circulación simple como punto de partida para el análisis de la forma
de generalización del intercambio de mercancías; la noción de “histórico” aquí no se debe
confundir con la posición de Engels; véase Gajano (1980).
13
Para esta noción de “temporalidad”, véase Mazzone (1987a).

117
TABLA 1

La deducción pensada, a nivel lógico,


no pone el equivalente general que
coincide con el dinero. La deducción
Elementos... y Contribución...
real, el proceso de intercambio, a ni-
vel lógico, pone el equivalente general
que coincide con el dinero.14
El desarrollo de la forma de valor,
que sustituye la deducción pensada a
Capítulo I de El capital 1867
nivel lógico, no pone el equivalente
general que no coincide con el dinero
El desarrollo de la forma de valor
Apéndice de El capital 1867, Ergänzun- pone el equivalente general que no
gen… y El capital 1872 coincide con el dinero; para obtener
esto es necesario un proceso histórico.
Hay dos posibles interpretaciones:
1.a.) el proceso de intercambio,
que sustituye la deducción real, pone
a nivel lógico el equivalente general
que coincide con el dinero. 1.b.) el
proceso de intercambio pone a nivel
Capítulo sobre el proceso de intercambio histórico el equivalente general que
de El capital (tomo I, cap. II) coincide con el dinero;
2.) el proceso de intercambio pone
a nivel lógico el equivalente general
que no coincide con el dinero; esto úl-
timo se obtiene gracias a un proceso
histórico que, sin embargo, debe ser
entendido en su naturaleza lógica.

Junto a este desarrollo lógico está la referencia al desarrollo histórico del intercambio de
14

mercancías y entonces a la cristalización de una mercancía en función de equivalente general.

118
RELACIÓN ENTRE FORMA DE VALOR Y PROCESO...

A la luz de este desarrollo general se puede concluir que tanto la prime-


ra como la segunda pregunta son de naturaleza lógica y que, en la versión
definitiva, ambas permiten la deducción del equivalente general. En esencia
Marx se da cuenta progresivamente de que en el concepto de mercancía están
implícitos los que intercambian, por lo que entre forma de valor y proceso de
intercambio no puede haber un salto cualitativo como había pensado original-
mente; se trata de las dos caras de la misma moneda. De la conexión forma de
valor/proceso de intercambio como estructura unitaria se deduce, entonces, el
equivalente general.
Así, Marx llega a sostener que de hecho no es necesario el doble tratamiento
(primero forma de valor y después proceso de intercambio). Surge sin embargo
otra cuestión. Primero efectivamente equivalente general y dinero coincidían,
después ya no. Así que si la estructura compleja “mercancía” alcanza finalmente
el equivalente general desde un punto de vista lógico, no alcanza el dinero, para
lo cual es necesario además un proceso histórico. Para obtener el dinero es en-
tonces necesario mostrar la naturaleza de este proceso que aquí hemos tratado
de interpretar de forma lógica.
El problema original de la deducción separada del equivalente general (en-
tonces igual al dinero) una vez en la forma de valor, otra en el proceso de inter-
cambio, se sustituye con el problema de la distinción entre equivalente general y
dinero y el de la necesidad del proceso histórico para obtener el segundo.

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119
DINERO Y CAPITAL HACIA UNA RECONSTRUCIÓN DE LA TEORÍA...

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120
RELACIÓN ENTRE FORMA DE VALOR Y PROCESO...

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121
Determinación actual e historia en la génesis del dinero
Una aproximación metodológica a la controversia
sobre el carácter mercantil de la forma dineraria

Gastón Caligaris y Guido Starosta

Introducción
En este capítulo se discute la explicación de la naturaleza del dinero ofrecida
por Marx desde un punto de vista metodológico. En particular, se examina la
cuestión enfocando el vínculo entre el desarrollo sistemático y el análisis histórico
en la exposición dialéctica. Para ello, se toma como punto de partida un ex-
tenso e interesante debate sobre la conceptualización del dinero llevado a cabo
durante la década pasada en la revista Economy and Society entre autores prove-
nientes de distintas disciplinas y enfoques (Fine y Lapavitsas, 2000; Zelizer,
2000; Ingham, 2001, 2006; Dodd, 2005; Lapavitsas, 2005). Entre las diver-
sas controversias suscitadas en este debate, nos interesa detenernos aquí en la
que enfrentó a Costas Lapavitsas y Geoffrey Ingham respecto de la naturaleza
esencial del dinero. Estos autores confrontaron, respectivamente, la perspectiva
según la cual el dinero es esencialmente una mercancía y aquella según la cual es
esencialmente un crédito, en el primer caso fundando la existencia del dinero en el
intercambio mercantil y en el segundo caso en la autoridad monetaria. Por supues-
to, la contraposición entre estas dos perspectivas diametralmente opuestas sobre
la naturaleza del dinero tiene una larga tradición en el pensamiento económico.
En efecto, tal como lo plantea Schumpeter de manera elocuente, se puede sostener
que, en última instancia, toda teoría del dinero que merezca tal nombre puede re-
ducirse a alguna de estas dos perspectivas (Schumpeter, citado en Ellis, 1934: 3).1

1
Véase Friedenthal (2012: 8-18) para una concisa pero rigurosa reseña de las diferentes
variantes de una y otra perspectivas en la literatura económica, incluyendo los aportes recien-

[123]
DINERO Y CAPITAL HACIA UNA RECONSTRUCIÓN DE LA TEORÍA...

Lo interesante de la controversia entre Lapavitsas e Ingham no radica sim-


plemente en el hecho de que, al haber tenido lugar en los últimos años, incor-
pore los aportes y argumentos más recientes y novedosos a favor y en contra de
sendas concepciones sobre el dinero. Asimismo, este debate encierra la riqueza
de poner directamente en cuestión la explicación original de Marx. Más im-
portante aún, es que estos autores buscaron justificar sus abordajes vinculando
argumentos analíticos e históricos, lo cual acabó por darle a la discusión una
fuerte impronta metodológica. Específicamente, y tal como lo expresa el propio
Ingham en referencia a la “encarnación” anterior de este debate en el llamado
Methodenstreit ocurrido en la Alemania de fin de siglo XIX y comienzos del XX,
esta controversia encierra en el fondo “una disputa sobre los orígenes ‘lógicos’
e ‘históricos’ del dinero” (Ingham, 2001: 306). Es este último punto en espe-
cial el que le da una relevancia particular a este debate para los propósitos del
presente capítulo.
A fin de estructurar nuestro propio argumento, el capítulo está organizado
de la siguiente forma. Luego de revisitar brevemente los principales argumen-
tos teóricos y empíricos esgrimidos por los participantes en el debate, se conclu-
ye, en resumidas cuentas y en acuerdo con la postura general de Lapavitsas, que
efectivamente el dinero debe ser considerado una mercancía y que su génesis
se encuentra, tal como descubre Marx en su crítica de la economía política,
en el desarrollo de las contradicciones inmanentes del proceso de intercambio
mercantil. Sin embargo, el examen crítico de los argumentos presentados por
Lapavitsas revela que su defensa de la perspectiva marxiana deja una serie de
flancos débiles y que tiene fundamentos endebles. De manera crucial, en esta
crítica se rastrea el origen de dichas debilidades argumentativas en el método
lógico-histórico implícitamente adoptado por Lapavitsas en su interpretación de
la perspectiva marxiana.
Frente a estas insuficiencias, se sugiere que su resolución requiere ante
todo distinguir clara y precisamente entre la explicación sistemática y el análisis
histórico de las “categorías económicas” en la crítica de la economía política.
Asimismo, en acuerdo con los aportes recientes en referencia al método de la

tes al respecto dentro del marxismo (donde también han aparecido tanto defensores como
detractores de la explicación marxiana de la naturaleza mercantil del dinero).

124
DETERMINACIÓN ACTUAL E HISTORIA EN LA GÉNESIS...

crítica de la economía política realizados por la llamada “New Dialectics”,2 se


argumenta que el fundamento último de la génesis del dinero en el intercambio
debe proveerse fundamentalmente en términos sistemáticos. Sin embargo, tam-
bién se muestra que esta literatura reciente falla en dar cuenta del papel que en
la propia exposición marxiana tiene la explicación histórica. Es decir, no provee
argumentos sólidos para comprender el sentido de aquella conocida reflexión
metodológica de Marx en los Grundrisse según la cual “nuestro método pone
de manifiesto los puntos en los que tiene que introducirse el análisis históri-
co” (G.1: 422). En contraste, se postula aquí que, efectivamente, la explica-
ción histórica tiene un rol que jugar en la exposición dialéctica en El capital
y que, asimismo, la explicación del origen del dinero en el proceso de cambio
mercantil es precisamente uno de esos puntos que debe ésta entrar en escena.
Dicha perspectiva alternativa se desarrolla mediante una reconstrucción meto-
dológicamente fundada de la explicación marxiana del dinero presentada en la
primera sección del tomo I de El capital.

El debate entre Lapavitsas e Ingham respecto


a la naturaleza del dinero
El artículo que origina la controversia entre estos dos autores es ya bastante
expresivo de la impronta metodológica que terminó adquiriendo el debate. Así,
Lapavitsas (en coautoría con Fine) comienza su argumentación sosteniendo
que una teoría general del dinero se tiene que fundamentar en “la derivación
lógica de su origen” histórico. Más específicamente, tiene que “demostrar lógi-
camente cómo y por qué la cambiabilidad deviene monopolizada”, en el curso
del desarrollo del proceso de intercambio, “por la mercancía dineraria” (Fine
y Lapavitsas, 2000: 365). De acuerdo con Fine y Lapavitsas, esta fundamen-
tación puede encontrarse en el desarrollo de la forma del valor realizado por
Marx en el acápite 3 del primer capítulo del tomo I de El capital. Sin embargo,

2
En particular por Smith (1990), Arthur (1996; 1997), Robles Báez (1999) y Reuten
(2000). Para una descripción sucinta de esta corriente dentro de la teoría marxista, véase
Kincaid (2009).

125
DINERO Y CAPITAL HACIA UNA RECONSTRUCIÓN DE LA TEORÍA...

en la medida en que se trata precisamente del desarrollo de la génesis histórica


del dinero y no simplemente de su realidad en la sociedad capitalista, estos
autores consideran que el referido desarrollo de Marx debe ser reinterpretado
haciendo abstracción de la sustancia del valor (Fine y Lapavitsas, 2000: 367).
De este modo, se propone una explicación del origen del dinero en la que,
comenzando por el intercambio simple de productos, la necesidad de que se
exprese plenamente el valor de una mercancía conduce a una expresión expan-
dida en múltiples mercancías y, desde allí, a una expresión general en tanto y
en cuanto una mercancía va siendo elegida sistemáticamente por el resto como
expresión de valor, esto es, para oficiar como equivalente general o dinero (Fine
y Lapavitsas, 2000: 366). En suma, y éste es el punto que va a constituir el cen-
tro de las críticas a esta posición, en esencia el dinero es una mercancía que el
propio proceso de intercambio mercantil separa para funcionar como expresión
general del valor o equivalente general del conjunto de las mercancías.
La crítica inicial de Ingham contrapone una concepción completamente
opuesta de la naturaleza y la génesis histórica del dinero. Según este autor, el
dinero ni es esencialmente una mercancía ni emerge del proceso de intercam-
bio. Su naturaleza, en cambio, está dada por constituir una pura “promesa de
pago”, “un mero símbolo que exige bienes” (Ingham, 2001: 306); esto es, el di-
nero es ante todo esencialmente un crédito. Su función principal, y la que expli-
ca su génesis histórica, no hay que buscarla por tanto en su condición de medio
de circulación sino en la de “medio de contabilidad del valor”, donde el dinero
funciona exclusivamente como “dinero de cuenta” establecido de manera direc-
ta y convencionalmente por la autoridad pública (Ingham, 2001: 307). Conce-
bido de este modo, es decir, como el producto inmediato de relaciones sociales
directas entre los individuos, el dinero resulta, en consecuencia, “lógicamente
anterior e históricamente previo” no ya a su respaldo en metales preciosos sino
al intercambio mercantil mismo, esto es, “previo al mercado” (Ingham, 2001:
309). Para sostener que el dinero es “lógicamente” anterior al intercambio,
Ingham argumenta que la posición contraria, esgrimida principalmente por
la economía neoclásica, es sencillamente insostenible porque pretende fundar
un fenómeno puramente social sobre bases puramente individuales. El ver-
dadero problema para este tipo de explicación, dice Ingham, “no es tanto si
es o no es ventajoso usar dinero, sino más bien el hecho de que los agentes no
pueden usar dinero a menos que otros lo usen”, o bien, “para decir lo sociológica-

126
DETERMINACIÓN ACTUAL E HISTORIA EN LA GÉNESIS...

mente obvio: la ventaja del uso del dinero presupone instituciones monetarias”
(Ingham, 2001: 308). Por su parte, para sostener que el dinero es asimismo
“históricamente” anterior al intercambio, Ingham remite a algunos estudios
puntuales que encuentran que el dinero funcionó en contextos no mercantiles
como un puro “dinero de cuenta”. Entre ellos, destaca el estudio de Grierson
(1978) según el cual en ciertas tribus germánicas se estableció la institución
del wergeld consistente en un sistema de pagos en compensación por injurias
y daños cuyos montos eran fijados en una misma denominación monetaria en
asambleas públicas, pero cuyo pago era efectuado en mercancías diversas; esto
es, una institución donde el dinero funcionaba como “dinero de cuenta” sin
llegar a funcionar como “medio de circulación” (Ingham, 2001: 310-311). Así,
según argumenta Grierson, “las condiciones bajo las cuales estas leyes fueron
reunidas parecería satisfacer mejor los prerrequisitos para el establecimiento
de un sistema monetario que el mecanismo de mercado” (Grierson, citado por
Ingham 2001: 311).
Sobre esta base, Ingham critica a Fine y Lapavitsas por ofrecer una expli-
cación que no se diferencia en lo esencial de la esgrimida por la economía neo-
clásica, esto es, una explicación lógica e históricamente espuria donde el dinero
“emerge espontáneamente de las relaciones anárquicas entre las mercancías
en el proceso de intercambio” (Ingham, 2001: 315-316). Más todavía, según
Ingham, la explicación específica que presentan estos autores no sólo comporta
todos los problemas propios de la concepción clásica y marxista tradicional,
sino que incluso cae por debajo de ésta ya que al abstraer el trabajo como
sustancia común del valor, Fine y Lapavitsas acaban por presentar “una for-
mulación esencialmente hegeliana de los orígenes del dinero” (Ingham, 2001:
315). El corolario de esta forma de concebir el dinero, sostiene Ingham, es que
no pueden reconocer al “dinero crediticio” como un “elemento constitutivo del
capitalismo” (Ingham, 2001: 314) y, a la postre, no pueden reconocer que el
fundamento del capitalismo es la “lucha”, no entre el capital y el trabajo, sino
entre los poseedores de dinero y de mercancías y el Estado por el significado y
el valor del dinero (Ingham, 2001: 318).
En respuesta a estas críticas, Lapavitsas insiste en que la explicación de la
naturaleza del dinero hay que buscarla en el desarrollo de la forma del valor
presentado Marx, y en que hay que hacerlo abstrayendo el trabajo como sus-
tancia común del valor. De acuerdo con Lapavitsas, esta explicación es “al mis-

127
DINERO Y CAPITAL HACIA UNA RECONSTRUCIÓN DE LA TEORÍA...

mo tiempo materialista y marxista porque muestra al dinero como el resultado


de las relaciones sociales entre los productores mercantiles”, a los que ahora
precisa como “individuos ‘extranjeros’”, denotando con ello “la ausencia de
lazos preexistentes de parentesco, jerarquía, tradición y moralidad” entre ellos
(Lapavitsas, 2005: 392). Sin embargo, en la repetición de su argumentación
Lapavitsas reconoce que la explicación de la naturaleza del dinero no puede
descansar en el desarrollo puramente lógico de la forma del valor. Ocurre que,
según este autor, la transición de la “forma expandida” a la “forma general”
de expresión el valor, esto es, la génesis misma del dinero, comporta una con-
tradicción insalvable desde el punto de vista del intercambio mercantil puro
entre “individuos ‘extranjeros’”: el “dinero”, dice Lapavitsas, “representa una
asimetría extrema entre las mercancías […] pero las mercancías son intrínse-
camente simétricas en tanto objetos de intercambio” (Lapavitsas, 2005: 393).
La explicación de dicha transición, por tanto, tiene que basarse, según su punto
de vista, en la introducción de “fuerzas extraeconómicas, incluyéndose la cos-
tumbre social” (Lapavitsas, 2005: 393); en suma, el origen del dinero tiene
que explicarse “en parte por procesos económicos y en parte por relaciones no
económicas” (Lapavitsas, 2005: 394).
A continuación, Lapavitsas centra su crítica a Ingham en tres puntos bá-
sicos. En primer lugar, critica a este autor por presentar un vínculo “extre-
madamente débil”, “arbitrario” y “confuso” entre la función del dinero como
unidad de cuenta y la pretendida condición esencial del dinero como crédito
(Lapavitsas, 2005: 396). En segundo lugar, sostiene que la evidencia histórica
presentada por Ingham no carece de ambigüedades y que limitarse a “mostrar
que la unidad de cuenta aparece siendo denominada de manera diferente de los
medios de cambio” está lejos de constituir una evidencia probatoria de su tesis;
en todo caso, sostiene Lapavitsas, lo que debería demostrarse es “la existencia
de dinero de cuenta que originalmente no haya funcionado como medio de
cambio, esto es, dinero de cuenta con unidades puramente ideales, productos
de la sola conciencia humana” (Lapavitsas, 2005: 396). Finalmente, este autor
critica a Ingham por confundir, o mejor dicho por fundir, las funciones de
“medida de valor” con la de “patrón de precios”. El dinero, dice Lapavitsas,
“actúa inicialmente como medida ideal del valor, pero si el cambio ha de tener
contenido económico, el dinero debe también actuar como ‘patrón de precios’
en la práctica y, por tanto, traducir precios reales” (Lapavitsas, 2005: 397). Y

128
DETERMINACIÓN ACTUAL E HISTORIA EN LA GÉNESIS...

en este sentido no es casual que, cuando se lo mira históricamente, continúa


este autor, “el aspecto convencional del patrón de precios está asociado con
el aspecto físico del dinero material” (Lapavitsas, 2005: 398). Por estos de-
fectos fundamentales, concluye Lapavitsas, “el enfoque preferido por Ingham
enfrenta dificultades insuperables para desarrollar una explicación lógica de
cómo tal unidad ideal habría sido concebida en la práctica” (Lapavitsas, 2005:
399).
En el artículo que cierra formalmente el debate, Ingham vuelve a insistir
en que el intercambio mercantil simple no puede engendrar una mercancía
como dinero y que la posición de Lapavitsas en este punto “es indistinguible,
en su estructura analítica, del mito de la creación de los orígenes de dinero en
el intercambio mediante el trueque postulado por la economía neoclásica orto-
doxa” (Ingham, 2006: 262). Sin embargo, ahora reconoce los límites de una
argumentación centrada en la evidencia histórica pues, dadas las limitaciones
inherentes a este tipo de evidencia, “el origen histórico preciso del dinero nun-
ca podrá saberse”. Aun así, sostiene, “cualquier construcción analítica de las
condiciones lógicas de existencia del dinero debe ser consistente con el cono-
cimiento histórico –por más inadecuado que éste pueda ser–” (Ingham, 2006:
262). En este sentido, Ingham critica a Lapavitsas porque, pese a reconocer
finalmente la necesidad de “recurrir a la historia” para poder construir una
“teoría general del dinero”, no ofrece más evidencia histórica que una abstracta
“referencia a la costumbre social” y la “reiteración del lugar común de afirmar
que el intercambio mercantil surge allí donde las comunidades entran en con-
tacto” (Ingham, 2006: 265).

Los límites metodológicos de las explicaciones en debate


Llegado a este punto, el debate parece topar con un callejón sin salida. Es que,
en definitiva, ambos autores parecen reconocer mutuamente que no se sostie-
ne por sí misma la base de la argumentación de sus respectivas concepciones
sobre la naturaleza del dinero. En efecto, Lapavitsas ha acabado admitiendo
que su explicación del dinero no puede ser, como lo reclamaba inicialmente, de
carácter puramente “lógico”. Y, por su parte, Ingham ha concluido que la suya

129
DINERO Y CAPITAL HACIA UNA RECONSTRUCIÓN DE LA TEORÍA...

no puede fundamentarse sólidamente en la evidencia “histórica” disponible, tal


como lo pretendía en su primera intervención.
En el caso de Lapavitsas, esta inviabilidad de su proyecto inicial se manifiesta
crudamente en el reconocimiento de que para explicar el origen del dinero hay
que recurrir forzosamente a relaciones directas de dependencia personal que,
como tales, se contraponen de manera esencial a las relaciones puramente mer-
cantiles, que son las únicas implicadas en la “derivación lógica” de la forma de
expresión el valor. Es decir, su proyecto inicial de derivar lógicamente el dinero
del intercambio mercantil no es viable precisamente porque hay que introducir
elementos completamente ajenos a dicha fundamentación lógica. Se podría decir
que Lapavitsas enfrenta una disyuntiva insuperable en su respuesta a las críticas
de Ingham: si se afirma en la posición de que el dinero brota de las relaciones
entre simples productores mercantiles recae en la naturalización de la relación
mercantil y, por tanto, le da la razón a Ingham cuando éste le critica que su
posición no difiere en lo esencial de la esgrimida por la economía neoclásica; si,
en cambio, y como en definitiva termina haciendo, reconoce que para explicar el
dinero hay que recurrir a relaciones extraeconómicas entonces también le da la
razón a Ingham, esta vez en su crítica de que no es posible derivar lógicamente
el dinero del intercambio mercantil y en que las relaciones indirectas a través del
cambio de mercancías se fundan en última instancia en relaciones directas.
La posición de Ingham, sin embargo, no corre mejor suerte. Inicialmente,
su argumento se basaba en que algunas experiencias sociales históricas no vin-
culadas al intercambio mercantil parecían satisfacer mejor los requisitos para la
aparición del dinero que las postuladas por la posiciones de la economía neo-
clásica y de Lapavitsas. Sin embargo, cuando se las miraba críticamente, estas
experiencias no resultaban tan concluyentes como inicialmente se pretendía.
Ante todo, el virtual dinero de cuenta utilizado en este tipo de sociedades no
necesariamente deviene un dinero que funcione como pura promesa de pago, o
bien ese mismo pasaje es el que en definitiva hay que explicar. Más importan-
te aún, en todos los ejemplos históricos presentados, es que dicho dinero de
cuenta remite siempre a un producto del trabajo, y no casualmente a aquellos
productos que las explicaciones como la de Lapavitsas señalan como los que
emergen naturalmente como dinero del proceso de intercambio, por ejemplo
la plata (por sus características físicas) o el trigo (por su condición de mercan-
cía más recurrentemente intercambiada). Finalmente, tampoco es claro que

130
DETERMINACIÓN ACTUAL E HISTORIA EN LA GÉNESIS...

en las sociedades referidas no haya existido intercambio mercantil. En este


punto es llamativo que Ingham no mencione la existencia de lo que el propio
Grierson llama “dinero sustituto”, esto es, mercancías que sustituyen en la
circulación al dinero de cuenta (Grierson, 1978: 10), hecho que por sí mismo
muestra el grado de avance del intercambio mercantil allí donde se habría
generado un puro dinero de cuenta y que a su vez pone en cuestión la preten-
dida imposibilidad de que el dinero surja del proceso de intercambio. En este
sentido, pareciera que según Ingham sólo se puede hablar de dinero cuando
hay un patrón legal de precios, lo cual conduce a la tautología de sostener que
el dinero nace como dinero de cuenta legal porque el dinero es, por definición,
dinero de cuenta legal. Con todo, si, como efectivamente acaba reconociendo
Ingham, el origen histórico del dinero “nunca podrá saberse”, su argumento
evidentemente pierde toda sustancia.
En suma, si consideramos las conclusiones del debate, sea que nos detenga-
mos en la posición de Lapavitsas o en la de Ingham, pareciera que no es posible
alcanzar una explicación consistente de la naturaleza del dinero. Más precisa-
mente, pareciera que no se puede alcanzar ni una explicación lógica ni una ex-
plicación histórica del fenómeno. No obstante, como procuraremos demostrar
en lo que sigue, este resultado del debate no surge ni de incapacidad de los
autores para estructurar una explicación lógica ni de la imposibilidad de encon-
trar evidencia histórica contundente de cualquiera de sus tesis sino más bien
de la forma en que ambos autores pretenden conocer la realidad del dinero. En
efecto, por muy disímiles que sean sus puntos de vista y las conclusiones a las
que llegan, ambos autores comparten una misma concepción respecto de cuál
debe ser el tipo de explicación que dé cuenta de la realidad del dinero: se trata
de una explicación que debe combinar linealmente el desarrollo lógico con el
histórico o, mejor dicho, una donde la sucesión de los momentos sistemáticos
que constituyen al fenómeno en su realidad actual coincida con la sucesión de
las fases históricas de su desarrollo. Este vínculo, sin embargo, es erróneo ante
todo desde el punto de vista del método de la crítica de la economía política.
En las últimas décadas, esta última cuestión ha sido discutida, dentro de
la teoría marxista, especialmente por la corriente llamada “New Dialectics”.3

3
Véase referencias más arriba, en la “Introducción”.

131
DINERO Y CAPITAL HACIA UNA RECONSTRUCIÓN DE LA TEORÍA...

Este grupo de autores puso en el centro de sus críticas precisamente la con-


cepción metodológica que está implícita en los argumentos de Lapavitsas e
Ingham. Según ellos, esta concepción forma parte del sentido común marxista
que imperó en las discusiones sobre el método dialéctico durante prácticamen-
te todo el siglo XX. Su autor original, tal como lo han señalado varios de estos
críticos, no es otro que Engels. En efecto, en una de sus célebres “reseñas” de
la Contribución a la crítica de la economía política, quien acabara siendo el albacea
literario de Marx, sostenía que
[D]espués de descubierto el método, y de acuerdo con él, la crítica de la econo-
mía política podía acometerse de dos modos: el histórico o el lógico. Como en
la historia, al igual que en su reflejo literario, las cosas se desarrollan también, a
grandes rasgos, desde lo más simple hasta lo más complejo, […] pues, en térmi-
nos generales, las categorías económicas aparecerían aquí por el mismo orden que
en su desarrollo lógico. […] éste [el método lógico] no es, en realidad, más que
el método histórico, despojado únicamente de su forma histórica y de las contin-
gencias perturbadoras. Allí donde comienza esta historia debe comenzar también
el proceso discursivo, y el desarrollo ulterior de éste no será más que la imagen
refleja, en forma abstracta y teóricamente consecuente, de la trayectoria histórica
[…]. Con este método, partimos siempre de la relación primera y más simple que
existe históricamente, de hecho; por tanto, aquí, de la primera relación económica
con que nos encontramos (Engels en CCEP: 340-341).
Ante todo, los referidos críticos sostuvieron que esta concepción del método
dialéctico conducía a una interpretación fuertemente inconsistente de la crítica
marxiana de la economía política. En particular se hizo hincapié en que esta
concepción metodológica condujo a entender la sección primera del tomo I
de El capital –tal como de hecho lo sugería el mismo Engels en otros escritos
(K.III.6: 16-17; K.III.8: 1137)– como el desarrollo analítico de una sociedad
precapitalista históricamente existente de productores mercantiles. Con ello,
no sólo se falseaba la prehistoria real del capitalismo sino que se obtenía una
interpretación extremadamente pobre de la teoría del valor en la sociedad ca-
pitalista, tal como fue el caso de autores tan influyentes como Luxemburgo,
Sweezy, Meek y Mandel, entre otros. Así, por ejemplo, Arthur sostiene que
“no tiene sentido hablar del valor y del intercambio gobernado por la ley del
valor trabajo en un sociedad precapitalista […] porque en tal sociedad ima-
ginaria no hay mecanismo que pueda hacer cumplir dicha ley” (Arthur, 1996:

132
DETERMINACIÓN ACTUAL E HISTORIA EN LA GÉNESIS...

191). Y argumentando en el mismo sentido, Smith acaba concluyendo, por su


parte, que “[l]a forma mercantil simple no modela el desarrollo de algún esta-
dio precapitalista de producción mercantil simple” (Smith, 1990: 94).
Pero además, y fundamentalmente, estos autores criticaron esta posición
por contradecir de plano, como dice Robles Báez, “uno de los principales pre-
ceptos metodológicos de Marx”, esto es, “que la secuencia de las categorías
económicas se determina por su conexión interna en la sociedad capitalista y no
por cualquier secuencia del desarrollo histórico” (Robles Báez, 1999: 101). Y
es que, ciertamente, precisamente en uno de sus “textos metodológicos” más
relevantes y conocidos, Marx sostiene, en marcada oposición a la concepción
engelsiana, que
[…] sería impracticable y erróneo alinear las categorías económicas en el orden
en que fueron históricamente determinantes. Su orden de sucesión está, en cam-
bio, determinado por las relaciones que existen entre ellas en la moderna sociedad
burguesa, y que es exactamente el inverso del que parece ser su orden natural o
del que correspondería a su orden de sucesión en el curso del desarrollo histórico.
No se trata de la posición que las relaciones económicas asumen históricamente en
la sucesión de las distintas formas de sociedades. Mucho menos de su orden de
sucesión “en la idea” (Proudhon) (una representación nebulosa del movimiento
histórico). Se trata de su articulación en el interior de la moderna sociedad bur-
guesa (G.1: 28-29).
Sobre la base de esta crítica, los citados autores de la “New Dialectics”
buscaron salirse de la referida interpretación canónica del método dialéctico
diferenciando entre una “dialéctica sistemática” y una “dialéctica histórica”
(Arthur, 1996; 1997; Robles Báez, 1999) o “materialismo dialéctico” (Reuten,
2000); en otros términos, propusieron desdoblar el “método lógico-histórico”
engelsiano en dos métodos de conocimiento contrapuestos. Así, por un lado, se
concibió la “dialéctica sistemática” como “un método de exhibir la articulación
interna de un todo dado”, mientras que, por otro, se concibió la “dialéctica
histórica” como “un método de exhibir la conexión interna entre estadios de
desarrollo de un proceso temporal” (Arthur, 1996: 182-183). Según esta pers-
pectiva, Marx utilizó en El capital exclusivamente el método de la “dialéctica
sistemática”, mientras que el método de la “dialéctica histórica” habría sido
utilizado presumiblemente en otros escritos y de manera parcial. Por su parte,
en la medida en que se considera que todas las “consideraciones históricas” que

133
DINERO Y CAPITAL HACIA UNA RECONSTRUCIÓN DE LA TEORÍA...

se encuentran en el desarrollo de una explicación de tipo “sistemática” tienen


“únicamente una función ilustrativa” (Smith, 1990: 134), se considera que “el
material histórico” presente en El capital cumple sólo el papel de “indicar cómo
ciertas tendencias inherentes al concepto fueron representadas en la realidad”
(Arthur, 2002: 76).
Dejando a un lado el sesgo idealista que le imprime al método dialéctico
continuar considerándolo como uno de tipo “lógico”,4 el principal problema
que tiene esta interpretación es que convierte el “método dialéctico” en dos
métodos contrapuestos y, fundamentalmente, inconexos. Esto es, en vez de
mostrar cuál es la verdadera unidad existente entre la investigación de las de-
terminaciones actuales y el análisis histórico se limita sencillamente a extirpar
al último de la primera. De este modo, el análisis histórico pierde todo papel en
el conocimiento de la realidad actual del objeto que se somete a investigación
o, en el mejor de los casos, no tiene más papel que el de “ilustrar” lo que ya se
ha descubierto y demostrado “sistemáticamente”. Desde el punto de vista de
la lectura del legado de Marx esta interpretación tiene dos debilidades fun-
damentales. En primer lugar, no existe evidencia textual alguna de que Marx
considerase que existen dos métodos de investigación, sea de la naturaleza que
sean. En cambio, lo que sí puede leerse expresamente es que hay un “único mé-
todo materialista, y por consiguiente científico” (K.I.2: 453 n.; énfasis agrega-
do). En segundo lugar, quedan sin explicación desarrollos de la historia previa
al capitalismo incorporados en la exposición “sistemática” de El capital que por
definición no pueden constituir meras “ilustraciones” de las determinaciones
del sistema capitalista.
En este sentido, Reuten parece advertir, aunque de manera marginal y sin
desarrollarlo, que el análisis histórico presente en El capital tiene más para
ofrecer que “ilustraciones” del desarrollo “sistemático”. El “materialismo his-

Como hemos procurado argumentar en otro lugar, es precisamente el fundamento “lógi-


4

co” que se le da al conocimiento de lo real lo que constituye la “envoltura mística” de la dia-


léctica hegeliana que Marx abandona en su propio desarrollo del método dialéctico (Caligaris
y Starosta, 2014). Sobre este punto véase especialmente Iñigo Carera (2013a, capítulo 7). Por
ello, de aquí en más, y en lo que hace a nuestro propio abordaje, dejaremos de referirnos a la
oposición entre determinación “lógica” e “histórica” y en cambio nos referiremos a la distin-
ción entre el momento “sistemático” y el momento “histórico” de la determinación.

134
DETERMINACIÓN ACTUAL E HISTORIA EN LA GÉNESIS...

tórico”, dice este autor, se distingue de “la dialéctica sistemática en cuanto […]
puede presentar […] las transiciones de un sistema a otro” (Reuten, 2000:
151). Así, la llamada “acumulación originaria” puede ser leída como una expli-
cación bajo el método de la “dialéctica histórica” de la transición de un modo
de producción precapitalista al capitalismo y, con ello, como una explicación
que completa a la explicación puramente “sistemática”, aunque Reuten consi-
dera el caso más bien como una deficiencia del método dialéctico sistemático.5
En efecto, y tal como lo reconoce este autor, esta lectura es consistente con la
siguiente reflexión de Marx respecto del método dialéctico:
Por otra parte, y esto es mucho más importante para nosotros, nuestro método pone
de manifiesto los puntos en los que tiene que introducirse el análisis histórico, o en los cua-
les la economía burguesa como mera forma histórica del proceso de producción
apunta más allá de sí misma a los precedentes modos de producción históricos.
Para analizar las leyes de la economía burguesa no es necesario, pues, escribir la
historia real de las relaciones de producción. Pero la correcta concepción y de-
ducción de las mismas, en cuanto relaciones originadas históricamente, conduce
siempre a primeras ecuaciones –como los números empíricos por ejemplo en las
ciencias naturales– que apuntan a un pasado que yace por detrás de este sistema
(G.1: 422; énfasis agregado).
Sin embargo, además de que manifiestamente Marx no distingue aquí en-
tre dos métodos diferentes sino entre lo que podríamos denominar “momen-
tos” dentro de un mismo método, la llamada “acumulación originaria” no es
el único momento de El capital en donde se necesita introducir un “análisis
histórico”. Por consiguiente, tampoco es correcto afirmar que este tipo de aná-
lisis sirve exclusivamente para explicar “las transiciones de un sistema a otro”.
Como veremos, el otro momento donde el “método” pone de manifiesto el
punto en que debe introducirse el “análisis histórico” es precisamente en la

5
En su respuesta a las polémicas planteadas en el citado artículo, Patrick Murray –otro
de los autores de la “New Dialectics”– manifiesta su total acuerdo con Reuten en este punto
(Murray, 2002: 161). Por lo demás, nótese que desde esta perspectiva la dialéctica sistemática
nada tiene para decir respecto de la necesidad de la acción política superadora del modo de
producción capitalista, quedando explícitamente limitada a la comprensión de la reproducción
del sistema. Para una crítica de este aspecto de la “New Dialectics”, véase Starosta (2015).

135
DINERO Y CAPITAL HACIA UNA RECONSTRUCIÓN DE LA TEORÍA...

explicación de la realidad actual del dinero. Por consiguiente, la reinterpreta-


ción del vínculo entre el despliegue sistemático y el histórico que proponen los
autores de la “New Dialectics” no sólo se muestra débil en relación a la lectura
del legado de Marx sino que sobre todo resulta inconducente para aprehender
la realidad del dinero.

La realidad actual del dinero


El dinero es la forma común del valor de las mercancías. Lapavitsas y Fine, por
tanto, tienen razón cuando sostienen que la explicación del dinero que presenta
Marx hay que buscarla en su examen de la “forma de valor o el valor de cam-
bio” de la mercancía. En efecto, Marx es explícito en cuanto a que es a través
de este examen que “el enigma del dinero se desvanece” y, además, en que se
trata de un aporte original suyo en la medida en que es “una tarea que la eco-
nomía burguesa ni siquiera intentó” (K.I.1: 59). Sin embargo, la lectura que
ofrecen Fine y Lapavitsas de estas páginas de la crítica de la economía política
presenta serias limitaciones.
Ante todo, cuando estos autores sostienen que lo que allí se intenta es “de-
mostrar lógicamente cómo y por qué la cambiabilidad deviene monopoliza-
da por la mercancía dineraria” (Fine y Lapavitsas, 2000: 365) recaen en una
lectura que, como la engelsiana, confunde el desarrollo de las determinación
actuales del dinero con su desarrollo histórico. Esto es, por mucho que estos
autores convengan en que no es correcto considerar la primera sección del
tomo I de El capital como la modelización de un abstracto modo de producción
pre-capitalista, al considerar el despliegue de las formas del valor expuesto por
Marx como un desarrollo que sigue el curso histórico de la génesis del dinero,
caen en el mismo error metodológico. Esta lectura histórico-lógica del desplie-
gue de las formas del valor ha sido criticada insistentemente por varios autores,
en especial por los nucleados en la corriente de la “New Dialectics” (véase
especialmente Smith (1990: 94) y Robles Báez (2005: 177)). Recientemente
Heinrich ha resaltado el punto mediante un exhaustivo análisis exegético del
texto de Marx. En primer lugar, dice este autor, cuando Marx sostiene, al
inicio de este apartado, que va a presentar la “génesis del dinero” no dice “en
ningún lugar que quiera describir algún tipo de formación histórica”; en segun-

136
DETERMINACIÓN ACTUAL E HISTORIA EN LA GÉNESIS...

do lugar, “la historia del dinero comienza en épocas precapitalitas, pero Marx
ha subrayado reiteradamente que su objeto es la mercancía en el capitalismo”;
en tercer lugar, si se tratase de “una historia resumida del dinero, entonces esta
afirmación” de que se trata de “una tarea que la economía burguesa ni siquiera
intentó” “sería sencillamente falsa”, ya que había varias historias del dinero
“desde hacía mucho tiempo, y Marx conocía muy bien esta literatura” (Hein-
rich, 2011: 111-112).6
Si se considera que el despliegue de la necesidad de la forma dineraria del
valor realizado por Marx ni corre paralelo al desarrollo histórico del dinero
ni se fundamenta en el mismo, entonces la propuesta de Fine y Lapavitsas
de reinterpretar la exposición de Marx haciendo abstracción del trabajo como
sustancia del valor también carece de sentido. En términos generales, y esto
es aplicable asimismo a otros autores que, desde otra perspectiva, también su-
gieren hacer abstracción del trabajo en esta instancia del desarrollo sistemático
(Arthur, 2004; Reichelt, 2007; Campbell, 2013), este procedimiento torna el
examen de la forma de valor en una pura formalidad que oscurece el argumento
central de Marx en este apartado. Lo cual, dicho sea de paso, es correctamente
captado por Ingham, si bien con base en una lectura tradicional o “ricardiana”
de El capital. Pero además, como veremos a continuación, la consideración del
trabajo como sustancia del valor no sólo es crucial para comprender la forma
de valor sino que es específicamente relevante para reconocer la naturaleza
mercantil del dinero. Pasemos directamente a este punto.

6
Desde el punto de vista de la evidencia textual, es cierto que en el apartado de la “forma
del valor” Marx señala que la primera y la segunda formas del valor “se da[n]” u “ocurre[n]
de manera efectiva” “en la práctica” (K.I.1: 80-81). Sin embargo, esta especie de paralelismo
entre el desarrollo actual de la determinación y el curso histórico, en primer lugar, dado su
carácter marginal, como señala Iñigo Carrera, no puede ser sino “una observación introduci-
da de manera exterior al propio curso del conocimiento dialéctico que se viene desplegando”
(Iñigo Carrera, 2007: 252). Pero además, como señala oportunamente Heinrich, hay que
notar que “Marx hace esta observación sólo después de haber analizado las formas”, de modo
que “el análisis de la forma del valor no se fundamenta aquí con un desarrollo histórico”
(Heinrich, 2011: 150).

137
DINERO Y CAPITAL HACIA UNA RECONSTRUCIÓN DE LA TEORÍA...

Marx comienza su exposición en El capital con la mercancía “tal como se


presenta” para, mediante su análisis dialéctico,7 descubrir que detrás de la mani-
festación inmediata de su atributo social como valor de cambio (o proporción
cuantitativa en que se cambia universalmente un valor de uso por cualquier
otro valor de uso distinto), se encuentra su carácter históricamente específico
de poseer valor, esto es, de ser portadora de la propiedad de la cambiabilidad
general. Acto seguido, Marx procede entonces al examen específico del valor
con una profundización analítica del contenido o sustancia del valor. Breve-
mente, se puede decir que este análisis pasa por el descubrimiento del trabajo
abstracto socialmente necesario realizado de manera privada e independiente
como la sustancia del valor, esto es, como el contenido que, una vez materiali-
zado u objetivado, se representa como el valor de la mercancía. Sin embargo,
como señala Iñigo Carrera (Iñigo Carrera, 2007: 239-241), si bien este análisis
permite echar luz sobre el contenido oculto de trabajo social detrás del valor,
es impotente para dar cuenta de aquella pregunta que surge a continuación y
que la economía política “nunca llegó siquiera a plantear”, a saber, “por qué
ese contenido adopta dicha forma; […] por qué, pues, el trabajo se representa
en el valor” (K.I.1: 98). Llegado a ese punto, el curso de la exposición abando-
na la forma analítica consistente en descubrir y separar el contenido inmanente
en la forma para pasar a desarrollar sintéticamente el contenido en sus formas
concretas de realizarse. Más específicamente, este momento sintético o de repro-
ducción propiamente dicha de la exposición consiste, pues, en seguir idealmente
la realización de la potencialidad inmanente en la mercancía descubierta por el
análisis, esto es, el valor. De ahí en más, la mercancía deja de ser aprehendida en
su exterioridad como objeto externo “inerte” para pasar a ser reconocida como
el sujeto de su propio movimiento. De manera crucial para nuestro argumento,
dicha reproducción de la auto-posición del valor como valor de cambio tiene
lugar en unidad indisoluble con el contenido de su determinación.

Para una discusión más extensa de la forma específica del análisis dialéctico que lo dis-
7

tingue del análisis científico convencional, así como su “unidad y diferencia” respecto del
curso sintético de la investigación, véase Starosta (2008), Iñigo Carrera (2013b) y Caligaris
y Starosta (2014).

138
DETERMINACIÓN ACTUAL E HISTORIA EN LA GÉNESIS...

Así, es sólo desde el punto de vista del contenido cualitativo de la determi-


nación que esta reproducción puede responder la pregunta que el momento
analítico era impotente para responder. Esto es, es la expresión del valor la
que permite la explicación de por qué la objetivación del carácter abstracto
del trabajo realizado de manera privada toma la forma social de valor o, más
sencillamente, por qué el trabajo privado es productor de valor. Por ello, la
misma pregunta también se puede plantear por la negativa, como también lo
hace Marx en otras ocasiones (CCEP: 54; K.I.1: 115 n.), esto es, por qué
el valor tiene que adoptar una forma distinta de su propio contenido o, más
sencillamente, por qué nos encontramos con que “20 varas de lienzo” valen
“2 libras esterlinas” y no “20 horas de trabajo”. Miradas más detenidamente,
tanto la pregunta por las razones de la representación “puramente social” de
la materialidad del trabajo abstracto objetivado en la mercancía en la forma
de la “objetividad de valor” como aquella por la forma concreta en que se
pone de manifiesto dicho atributo de la cambiabilidad general se sintetizan
en la cuestión de la necesidad social de la existencia del dinero como forma
común de valor de las mercancías.
La reproducción ideal de la forma del valor o valor de cambio consiste, de
este modo, en el despliegue del contenido descubierto pero ahora expuesto en
“el lenguaje de las mercancías” (K.I.1: 64). Sin embargo, el punto de partida
de Marx no es directamente la forma dineraria en que la universalidad de las
mercancías expresan efectiva y realmente su valor, sino la abstracción formal de
“la más simple relación de valor […] que existe entre una mercancía y otra
mercancía determinada de especie diferente, sea cual fuere” (K.I.1: 59), esto es, la
forma simple del valor. En este sentido, por mucho que pueda encontrarse una
expresión concreta suya en el “intercambio directo de productos”, esta forma
más simple de expresarse el valor, al menos tal como Marx la considera en este
punto, es completamente ajena a cualquier realidad histórica pre-capitalista.
Es, sencillamente, lo que está encerrado en la expresión “20 varas de lienzo
= 2 libras esterlinas”. Asimismo, precisamente por encerrar el contenido más
simple de la expresión del valor de la mercancía, veremos que en esta for-
ma está contenida la determinación cualitativa esencial de lo que es el dinero.
Como dice Marx parafraseando a Hegel, “dicha forma” no es otra cosa que “el
en sí del dinero” (K.I.3: 986 n.).

139
DINERO Y CAPITAL HACIA UNA RECONSTRUCIÓN DE LA TEORÍA...

En el examen de esta forma Marx señala ante todo, primero, que el valor
“adquiere una expresión autónoma” respecto de la mercancía que busca expre-
sar su propio valor (“la mercancía relativa”) al ponerse de manifiesto o reflejar-
se en el cuerpo material o valor de uso de la otra mercancía (“la mercancía equi-
valente”), y, segundo, que entre las mercancías vinculadas hay una “sustancia
común” en cuanto una se pone en una “relación de igualdad” con la otra. Al ya
haber descubierto en el análisis precedente a este apartado el contenido del va-
lor, dicha “sustancia común” se reconoce inmediatamente como el trabajo abs-
tracto, socialmente necesario, realizado de manera privada (K.I.1: 61-64). Por
lo tanto, el contenido de esta “forma simple” del valor ya deja en evidencia que
lo que está en juego en la expresión del valor es la organización de los trabajos
privados que constituyen el trabajo social global. Marx remarca el punto en su
consideración de las “peculiaridades” que adopta la forma de equivalente en esta
forma simple. Estas peculiaridades expresan cómo las “antítesis internas” de la
mercancía que el análisis precedente ya había descubierto se expresan ahora, en
la relación de cambio, como “antítesis externas”, en particular que la mercancía
que hace de equivalente expresa, bajo su propio contrario, el trabajo abstracto
socialmente necesario realizado privadamente como la sustancia del valor.
Más específicamente, en tanto el trabajo concreto que produce el equiva-
lente deviene el modo de existencia del trabajo abstracto, y por ende asume la
forma de la igualdad con todo otro trabajo humano, la expresión del valor reve-
la que cada trabajo concreto no es más que una especificación cualitativa de la
fuerza humana de trabajo en general. Por lo tanto, queda en evidencia que lo que
está en juego es la regulación de la diferenciación del gasto productivo de cuerpo
humano y que, además, es la mercancía misma la que se afirma como el mediador
cosificado que establece la relación entre los distintos trabajos concretos en tanto
especificaciones orgánicas del trabajo humano, y de este modo le da unidad a la
división del trabajo. Por su parte, el hecho de que el trabajo privado que produce
el equivalente devenga el modo de existencia del trabajo directamente social revela
que la necesidad de esta forma reificada de mediación de la división del trabajo
se desprende de la forma indirecta en que se pone de manifiesto el carácter social
inmanente de los trabajos privados. Dicho en otros términos, el contenido de la
forma simple del valor ya pone de manifiesto que lo que está en juego mediante
la producción de valor es el establecimiento de la unidad del trabajo social. En
suma, la forma simple del valor ya muestra la esencia de lo que la “objetividad

140
DETERMINACIÓN ACTUAL E HISTORIA EN LA GÉNESIS...

de valor” adoptada por el producto del trabajo viene a resolver: la organización


del trabajo social global cuando éste se ha realizado en unidades privadas, au-
tónomas y recíprocamente independientes.
Ahora bien, precisamente por ser ésta la razón de ser de la “forma de valor”
de la mercancía, esta “forma simple del valor” es “defectuosa” para mostrar de
modo adecuado la necesidad de la mercancía de afirmar al trabajo privado que
la produjo como parte del trabajo social global. En efecto, en tanto el análisis
de la “dualidad del trabajo representado en las mercancías”, en el apartado 2,
ya dejó en evidencia que la mercancía cuyas determinaciones sigue la exposi-
ción dialéctica sólo existe en el marco de una sociedad en la que impera una
“división social del trabajo” compuesta por un “conjunto de trabajos útiles
disímiles” (K.I.1: 52), es claro que la relación de cambio en cuestión no es más
que un elemento singular de una totalidad social articulada de manera general
por intercambios mercantiles. En este sentido, para poder organizar el trabajo
social global mediante el intercambio, los trabajos privados que lo componen
tienen que estar vinculados todos entre sí y no solamente dos trabajos privados,
que es lo único que hace explícito en su inmediatez la forma simple del valor.
Por consiguiente, para expresar su valor como lo que éste verdaderamente es,
o sea, como manifestación del trabajo abstracto socialmente necesario realizado
de manera privada en tanto relación social general, una mercancía tiene que
vincularse con el cúmulo de mercancías que componen la riqueza social. Por eso
Marx avanza a continuación hacia la “forma desplegada”, la “forma general”
y la “forma dinero” del valor como formas en las que el valor encuentra una
forma de expresión más acorde a su determinación esencial.
Sin embargo, si se considera con atención este despliegue de las “formas
del valor” puede verse que no hay un avance cualitativo en la argumentación.
Más bien dicho despliegue se limita a hacer visible de manera explícita lo que
ya estaba puesto de manera plena en la forma simple. Dicho de manera polémica,
la secuencia de las formas de valor más desarrolladas no está estructurada si-
guiendo el auto-movimiento inmanente a cada una de dichas formas, tal como
lo presentan algunos autores (Arthur, 2004; Robles Baez, 2005), sino única-
mente la necesidad ya presente en la forma simple. Como lo señala Iñigo Ca-
rrera, “este despliegue” de las formas del valor “no implica que una forma más
simple engendra una más concreta, sino que el despliegue de la necesidad de
aquélla nos pone frente a la evidencia de la existencia necesaria de ésta” (Iñigo

141
DINERO Y CAPITAL HACIA UNA RECONSTRUCIÓN DE LA TEORÍA...

Carrera, 2013b: 58-59). En otras palabras, la realización de la determinación


cualitativa en juego se agota en la forma simple y lo que sigue constituye una
expansión cuantitativa de dicha determinación, es decir, su generalización. Tal
es, a nuestro entender, el verdadero significado de la observación con la que
Marx antecede su examen de las formas del valor: “El secreto de toda forma de
valor yace oculto necesariamente bajo esta forma simple del valor” (K.I.1: 59).
En este sentido, la secuencia de formas “defectuosas” del valor sólo adquiere
significado en tanto sucesión de abstracciones puramente formales de un pro-
ceso social donde el dinero ya existe en su plenitud como forma autónoma del
valor del mundo de las mercancías.
En este punto es interesante notar que el desarrollo de la “forma de valor”
que presenta Marx, en cualquiera de sus versiones, no sólo no sigue un “orden
histórico” sino que tampoco sigue un “orden lógico” en el sentido en que Fine
y Lapavitsas lo presentan. A nuestro entender, el argumento de Marx pasa por
otro lado. El punto crucial es que la expresión del valor revela progresivamente
el problema que la forma de mercancía adoptada por el producto del trabajo
viene a resolver: la organización de la unidad del trabajo social cuando éste es
realizado de manera privada e independiente. Y en tanto la forma de realizarse
esa mediación social, la mercancía que cumple el papel de equivalente general,
monopoliza la forma de la cambiabilidad directa, el dinero queda determinado
esencialmente como la forma objetivada del trabajo directamente social en una
sociedad basada en la producción privada e independiente. Ahora bien, tal
como plantea Marx, dicha expresión del valor está contenida en la relación de
valor entre las mercancías (K.I.2: 56). Puesto en otros términos, la asunción de
la forma de equivalente general por cierto valor de uso sólo puede tener lugar
porque este último puede entrar en dicha relación de intercambio en primera
instancia. Lo cual sólo puede hacerlo en cuanto producto del trabajo privado,
vale decir, en tanto portador de valor. Es ésta la razón por la cual el dinero sólo
puede actuar como tal en el intercambio sobre la base de ser él mismo una
mercancía.
En síntesis, tal es la determinación actual del dinero como forma común
de valor de las mercancías. Este descubrimiento surge de tomar en la mano la
mercancía capitalista, analizarla, revelar su contenido y desplegar la necesidad
inmanente a la misma que dicho contenido determina. En consecuencia, ante
todo, no se trata de un procedimiento que necesite de un análisis histórico,

142
DETERMINACIÓN ACTUAL E HISTORIA EN LA GÉNESIS...

como reclama Ingham, ni para fundamentarse ni para probarse. Por otra parte,
por tratarse de la realidad actual de la mercancía y del dinero, no es posible ha-
cer abstracción del trabajo, pero no porque se necesite del trabajo para resolver
un abstracto problema técnico de unidad de medida, como cree ingenuamente
Ingham en su lectura “ricardiana” de Marx (Ingham, 2006: 268), sino preci-
samente porque en esta sociedad, a través de la adopción de la “forma de valor”,
y en consecuencia de la “forma de dinero”, se está resolviendo la organización
general de los trabajos privados que componen el trabajo social global. Por lo
tanto, finalmente, lo que esta reconstrucción del argumento de Marx muestra
es que el intercambio de mercancías es la “relación social general” en la socie-
dad burguesa, esto es, la relación social más simple, y por tanto fundamental,
en que en esta sociedad los individuos organizan, de manera indirecta, su pro-
pio proceso de vida social. De modo que toda relación social no mercantil,
como por ejemplo la relación social directa que constituye el Estado, sólo puede
surgir como una relación derivada de la anterior. En este sentido, la explicación
de Marx también corta de tajo la pretensión de Ingham de fundar al dinero
capitalista, y a través suyo el intercambio mercantil correspondiente, en relacio-
nes directas de poder y dominación.
Lapavitsas falla en su respuesta a Ingham porque, asumiendo una concep-
ción lógica-histórica de la génesis del dinero, no sólo se propone en última ins-
tancia fundamentar históricamente lo que constituye la realidad actual del dine-
ro sino que, precisamente por querer encontrar una expresión histórica concreta
de cada momento sistemático presentado por Marx, acaba por pretender expli-
car el dinero a través de la acción de los individuos que intercambian mercancías
interpretando, por ejemplo, la forma simple del valor como un análisis “lógico”
del trueque. En contraposición, el desarrollo de Marx de la forma del valor no
sólo prescinde enteramente de la historia sino también de la acción de los cam-
biantes. Como veremos en seguida, la consideración de esta última llega, en la
exposición marxiana, recién en el capítulo II que, como su título lo indica, trata
del “proceso de intercambio”. Esta tajante distinción realizada por Marx entre
el examen de la “mercancía” y el examen del “intercambio” no es casual, surge
precisamente de haber descubierto la mercancía y sus determinaciones objeti-
vas como el contenido mismo de la acción de los individuos, siendo éstos sólo
“personificaciones” de las potencias sociales enajenadas en el producto de su
trabajo (Starosta, 2015). Si en cambio se presentan a un mismo nivel el desa-

143
DINERO Y CAPITAL HACIA UNA RECONSTRUCIÓN DE LA TEORÍA...

rrollo de la necesidad inmanente de la mercancía y la acción de los cambiantes,


lo que se pierde de vista es precisamente el curso mismo de la determinación
entre sendos momentos del movimiento de la relación social general actual en
su unidad. Este colapso de distintos niveles de abstracción en que cae la lec-
tura de Lapavitsas –por cierto, muy recurrente en la literatura especializada–
ha sido recientemente criticado de manera muy precisa por algunos autores
(Campbell, 1997: 99; 2004: 67-68; Arthur, 2004: 37-38; Heinrich, 2008: 86
y ss; 2011: 153 y 235). Así, por ejemplo, Arthur sostiene:
Marx pospone muy conscientemente [la discusión de las motivaciones de los cam-
biantes] hasta que ya haya analizado la naturaleza de lo que ellos cambian. Un
punto muy importante acerca de la naturaleza del dinero está también aquí invo-
lucrado. Para ponerlo por la negativa: no hay rastro alguno de cualquier discusión
sobre el trueque en el capítulo I del tomo I de El capital (Arthur, 2004: 37).
La distinción precisa entre estos distintos niveles de abstracción que compo-
nen la exposición marxiana sobre la mercancía y el dinero no sólo es clave para
poder dar una explicación consistente de la naturaleza mercantil de este último
sino que, como veremos, también lo es para comprender el papel específico que
juega el “análisis histórico” en el argumento de Marx. Por consiguiente, nos
detendremos ahora brevemente en la consideración de la estructura argumen-
tal de la exposición marxiana que sigue al análisis de la “forma del valor”, en
particular de la parte dedicada al examen del proceso de intercambio.

La génesis histórica del dinero


Descubierta la mercancía como la relación social general en el examen de la
“forma del valor” y los productores de las mismas como sus personificaciones
en el “fetichismo de la mercancía”, la exposición marxiana fluye entonces pa-
sando necesariamente a la consideración de la puesta en movimiento de dicha
relación social general. El capítulo II abre así con la observación de que las
“mercancías no pueden ir por sí solas al mercado”. Ahora, los productores
de mercancías tienen que personificar las relaciones de valor en el proceso de
cambio, esto es, tienen que actuar como poseedores de mercancías (K.I.1: 103).
Sin embargo, cuando se mira el desarrollo de la relación social justamente des-

144
DETERMINACIÓN ACTUAL E HISTORIA EN LA GÉNESIS...

de el punto de vista de su mediación a través de la acción de los poseedores de


mercancías, se abre una contradicción insalvable: como personificaciones de
sus respectivas mercancías, los cambiantes no pueden equiparar sus productos
como valores porque de su propia acción no puede emerger un equivalente
general (K.I.1: 105). Marx resuelve este aparente problema remitiendo a la
observación inmediata de la acción efectiva de los poseedores de mercancías.
“En su perplejidad”, figura Marx, “nuestros poseedores de mercancías pien-
san como Fausto. En el principio era la acción. De ahí que hayan actuado
antes de haber pensado. Las leyes de la naturaleza inherente a las mercancías
se confirman en el instinto natural de sus poseedores” (K.I.1: 105). Y es que
justamente en la personificación de su propia relación social enajenada los po-
seedores “pueden relacionar entre sí sus mercancías en cuanto valores” porque
existe efectivamente un “equivalente general” (K.I.1: 106).
Como lo ha notado correctamente Heinrich, este breve desarrollo con el
que Marx abre el capítulo II polemiza implícitamente ante todo con las expli-
caciones “contractualistas” que fundan el dinero en “la comprensión común
de los individuos que intercambian” (Heinrich, 2011: 229). En contraposi-
ción, precisamente lo que muestra Marx aquí es que el dinero no puede surgir
de la acción voluntaria de los cambiantes. Así, en estos pasajes Marx no está
“postulando al dinero como una resolución para los problemas del intercam-
bio directo” como sostienen explícitamente Fine y Lapavitsas (2000: 380 n.)
e implícitamente Ingham en su identificación del argumento de Marx con el
neoclásico. Es estrictamente a la inversa: ¡en estas páginas lo que se presenta es
la imposibilidad de tal explicación!
Con todo, el argumento de que el dinero no puede surgir de una convención
sino de “leyes de la naturaleza inherente a las mercancías” no puede agotarse,
como cree Heinrich, en el hecho de que “el dinero es […] el resultado de un
proceso social presente, que se realiza de nuevo una y otra vez (en el que parti-
cipamos todos con nuestras compras y ventas)” (Heinrich, 2011: 231). Cierta-
mente, la acción práctica de los poseedores de mercancías reproduce “instinti-
va” y permanentemente la existencia del dinero. Sin embargo, esta reproducción
sólo puede llevarse a cabo porque el dinero ya ha sido producido. De otro modo
se recaería precisamente en la referida contradicción a la que conduce el análisis
de la acción de los poseedores de mercancías: la misma no puede engendrar un
equivalente general. El verdadero corolario de este desarrollo de Marx es por

145
DINERO Y CAPITAL HACIA UNA RECONSTRUCIÓN DE LA TEORÍA...

consiguiente que lo que ahora necesita explicación es el “acto social” originario


que convierte a “una mercancía determinada” en dinero. En otras palabras, a
esta altura del desarrollo sistemático de la relación social general ya se sabe que
las mercancías sólo pueden intercambiarse al relacionarse “antitéticamente con
otra mercancía cualquiera que haga las veces de equivalente general” y que, en su
“acción”, los poseedores de mercancías sólo pueden “confirmar” “las leyes de
la naturaleza inherente a las mercancías” (K.I.1: 105-106). En consecuencia,
lo que queda pendiente de resolución es cómo “una mercancía determinada” se
ha convertido en la mercancía en la cual “todas […] representan sus valores”,
en concreto, cómo se ha producido originalmente el dinero (K.I.1: 106). Pero
esto no puede ser explicado por medio de la acción actual de los poseedores de
mercancías. En efecto, dicho proceso choca con la forma general misma que
tiene la conciencia de estos sujetos: en tanto se trata de individuos libres e igua-
les, ninguno va a ceder a otro (ni puede arrogarse por sí mismo) la potestad de
monopolizar el valor de uso que encarna la forma de la cambiabilidad directa
(es decir, la posibilidad de afirmarse de manera inmediata como órgano del
trabajo social).8
Por este motivo, la exposición de Marx continúa con el examen de la “ex-
pansión y profundización históricas del intercambio” que explican “la trasfor-
mación de la mercancía en dinero” (K.I.1: 106, énfasis agregado). Esto es, en la
exposición sistemática de la relación social general Marx abandona el examen
del movimiento presente en que dicha relación se desenvuelve para pasar a
examinar las determinaciones que la misma encierra dentro de sí en tanto re-
sultado del devenir histórico. En suma, se llega al momento en que, para de-

En contraposición a Heinrich, Campbell (2004: 67-77) nota perspicazmente la imposi-


8

bilidad de explicar la “cristalización originaria” del dinero con base en la acción actual de los
poseedores de mercancías. Asimismo, justifica la necesidad de introducir el desarrollo histó-
rico de la génesis del dinero precisamente por dicha impotencia del movimiento de la relación
social actual para separar a una mercancía determinada como dinero. Sin embargo, no plantea
las implicancias metodológicas generales que tiene dicha instancia puntual de la exposición mar-
xiana para la problematización del vínculo entre desarrollo sistemático y análisis histórico en el
método dialéctico. Por otra parte, tampoco nota la relevancia de dicha introducción del curso
histórico de la exposición para mostrar la inversión del orden de determinación que implica
respecto de su secuencia “sistemática”.

146
DETERMINACIÓN ACTUAL E HISTORIA EN LA GÉNESIS...

cirlo en palabras de Marx, “nuestro método pone de manifiesto los puntos en


los que tiene que introducirse el análisis histórico” (G.1: 422). Notablemente,
este cambio de frente que adopta la exposición sistemática apenas comenzado
el capítulo II ha sido escasa, si no es que nulamente, discutido en la literatura
especializada en los aspectos metodológicos de la exposición marxiana. Como
vimos, estos autores suelen reducir toda alusión a procesos históricos en el
texto de El capital a una mera “ilustración” del desarrollo puramente sistemá-
tico de las relaciones sociales capitalistas o, en el mejor de los casos, dejan al
análisis histórico únicamente el lugar de explicar la “acumulación originaria”
que permitiría dar cuenta la “transición de un sistema a otro”. En este sentido,
el citado trabajo de Heinrich se destaca por reconocer que en el capítulo II
Marx realiza un análisis de “la formación histórica del dinero en condiciones
precapitalistas” (Heinrich, 2011: 233) y, particularmente, por discutir la in-
troducción de este análisis desde un punto de vista metodológico. Sin embar-
go, al considerar que basta con el reconocimiento de la reproducción del dinero
mediante la acción práctica de los poseedores de mercancías para explicar ple-
namente la existencia del intercambio mercantil y por tanto del dinero mismo,
la razón metodológica de introducir en esta instancia del desarrollo un análisis
histórico se reduce en Heinrich al hecho de que “la clave de la comprensión
del surgimiento histórico” del dinero sólo puede ser “suministrada” por el
desarrollo exhaustivo de las determinaciones sistemáticas de la mercancía y
el dinero realizadas con anterioridad (Heinrich, 2011: 233). En consecuen-
cia, la introducción de un análisis histórico en este momento de la exposición
marxiana se le aparece como un agregado completamente exterior al desarrollo
sistemático. En contraposición, tal como lo hemos mostrado en nuestra sucinta
presentación de la estructura argumental de este capítulo, el examen del desa-
rrollo histórico del dinero juega un papel tan central en la explicación marxiana
de la realidad actual del dinero como el despliegue de la “forma de valor”. Di-
cho de manera polémica, así como Marx no hace un desarrollo sistemático de
las determinaciones abstractas del dinero que replica el desarrollo histórico del
mismo, tal como sostienen Engels y sus herederos, tampoco hace “dialéctica
sistemática” por una parte y “dialéctica histórica” por otra, como sostienen los
autores de la “New Dialectics”. Lo que hace es desarrollar sistemáticamente
la necesidad inmanente de la forma concreta actual que examina hasta que ese

147
DINERO Y CAPITAL HACIA UNA RECONSTRUCIÓN DE LA TEORÍA...

mismo desarrollo lo pone enfrente de la necesidad de dar cuenta de la realidad


histórica que dicha forma concreta tiene condensada.
Siendo así, veamos entonces brevemente cuál es, según Marx, el curso
general adoptado por dicha génesis histórica. Dado que el desarrollo de las
determinaciones del capital aún no ha mostrado cuál es el papel histórico del
capitalismo en el desarrollo de las fuerzas productivas del trabajo social y, en
consecuencia, aún no se ha siquiera presentado la necesidad de explicar el cur-
so histórico adoptado por dichas fuerzas productivas, el análisis de la génesis
histórica del dinero se expone en este capítulo haciendo abstracción de las me-
diaciones concretas a través de las cuales esta génesis se lleva a cabo. Aun así,
este análisis alcanza para mostrar que el dinero surge efectivamente como el
producto de un “acto social” históricamente anterior a la acción de los posee-
dores de mercancías capitalistas. Como tal, este acto social que produce origi-
nalmente al dinero tiene que seguir un curso enteramente inverso al que sigue
aquel que reproduce el dinero en el capitalismo. En efecto, si el dinero no puede
surgir originalmente de la acción de individuos libres cuyo único vínculo social
indirecto es la mercancía, tiene que hacerlo de la acción de individuos sujetos
a relaciones de dependencia personal. Aquí se aplica directamente aquello de
que “el orden de sucesión” de las determinaciones actuales “es exactamente el
inverso” del que corresponde “a su orden de sucesión en el curso del desarrollo
histórico” (G.1: 28-29). Pero no es éste el único caso. Al ser el dinero la forma
del valor de la mercancía, Marx rastrea su génesis hasta las primeras formas
de expresarse el valor de las mercancías en el “intercambio directo de produc-
tos”. Allí la mercancía es el producto directo del intercambio en vez de ser
éste el producto directo de aquélla. Al mismo tiempo, un objeto se convierte
en intercambiable por el puro “acto de voluntad” de su poseedor en vez de
ser este acto la personificación de la mercancía en cuanto objeto intercam-
biable. Finalmente, estos poseedores de mercancía sólo resultan producto-
res independientes en cuanto se enfrentan “implícitamente como propietarios
privados” en vez de serl por la forma de mercancía que tienen sus productos
(K.I.1: 107). Por su parte, las primeras formas dinerarias que surgen al con-
vertirse el intercambio en “un proceso social regular” y, en consecuencia, de la
necesidad de que la mercancía adopte una “forma de valor independiente de
su propio valor de uso”, también se presentan bajo una determinación que es
“exactamente la inversa” a la que presenta el dinero en el intercambio mercantil

148
DETERMINACIÓN ACTUAL E HISTORIA EN LA GÉNESIS...

capitalista. Allí, el dinero aparece efectivamente como una forma de resolver


las limitaciones que le impone el trueque a la expansión del proceso de in-
tercambio en vez de como forma necesaria de expresión del trabajo abstracto
objetivado en las mercancías; esto es, se presenta ante todo en su función de
“medio de circulación” en vez de hacerlo como “medida de valores” (K.I.1:
108). En suma, en el análisis histórico que presenta Marx, la esencia de las
transformaciones históricas que convierten al dinero en el equivalente general
de las mercancías pasa por la inversión de las determinaciones que lo constitu-
yen en la actualidad.
A la luz de esta historia del origen del dinero salta inmediatamente a la vista
el error que constituye pretender equiparar el orden de los hechos históricos
con el orden de las determinaciones abstractas de un objeto concreto actual.
Considerar al desarrollo de la “forma de valor” realizado por Marx como un
desarrollo histórico, tal como lo hace Lapavitsas, carece de sentido ante todo
porque la mercancía que surge en el intercambio directo de productos entre las
comunidades no se constituye “con anterioridad al intercambio” y, en conse-
cuencia, carece de una “objetividad puramente social” que necesite expresarse
bajo la forma de un equivalente general. Por su parte, los cambiantes de estas
mercancías no son individuos libres cuyo único vínculo social es el producto
de su propio trabajo privado. Por tanto, el problema formal que presenta la
personificación de las relaciones de valor en el proceso de intercambio cuando
la mercancía se ha constituido como relación social general no sólo no corres-
ponde al nivel del examen de la forma del valor, sino que no se presenta en
absoluto cuando se analiza el origen histórico del dinero. Del mismo modo,
carece de sentido pretender explicar la realidad actual del dinero por lo que
fue su génesis histórica, como lo procura hacer Ingham. Como acabamos de
ver, históricamente las determinaciones actuales del dinero aparecen completa-
mente invertidas. Y esto no sólo vale para el vínculo de determinación entre las
relaciones directas y las indirectas y para el orden de aparición de las distintas
funciones del dinero sino, como lo ha hecho notar Arthur, vale incluso para la
forma misma en que las funciones del dinero se realizan. “De hecho, como el
propio Marx sabía”, dice este autor, “históricamente las funciones del dinero
fueron frecuentemente representadas por diferentes objetos, habiendo sido ins-
titucionalizadas de manera separada”. Y, a la inversa, en el capitalismo la reali-

149
DINERO Y CAPITAL HACIA UNA RECONSTRUCIÓN DE LA TEORÍA...

zación del valor “impone como un requerimiento que esas funciones separadas
sean integradas […] en una sola mercancía dineraria” (Arthur, 1996: 196).

Conclusiones
En este artículo hemos investigado la naturaleza esencial del dinero y sus de-
terminaciones más generales o simples en clave metodológica. Para ello, en
primera instancia, hemos abordado la cuestión mediante el examen crítico del
debate reciente entre Ingham y Lapavitsas. El primero intenta proveer funda-
mentos “sociológicos” generales a la teoría (post-keynesiana) del dinero como
esencialmente una unidad de cuenta convencional establecida por la autoridad
pública en la cual se miden las obligaciones crediticias contraídas que consti-
tuyen, según este autor, toda operación mediada por el dinero. Por su parte,
la intervención del segundo apunta a defender la perspectiva marxiana que
postula el carácter mercantil del dinero y, en consecuencia, a su origen en el
proceso de cambio.
Más allá de cualquier otra consideración sustantiva respecto de cada una de
estas posiciones sobre la naturaleza y génesis del dinero, la primera conclusión
emergente de nuestra lectura crítica de la controversia es de un cariz primor-
dialmente metodológico. A nuestro juicio, la disputa entre estos autores, y en
particular el intento fallido de defensa de la perspectiva marxiana llevado a
cabo por Lapavitsas, deja al desnudo de forma muy patente las limitaciones del
llamado método “lógico-histórico” como forma de desarrollo de la crítica de la
economía política. Tal como hemos demostrado en este capítulo, la fundamen-
tación del carácter y origen mercantil del dinero actual y sus determinaciones
debe proveerse primordialmente en términos dialéctico-sistemáticos.
Sin embargo, hemos mostrado también que ese modo de investigación se
torna insuficiente para desplegar las determinaciones más generales del dinero
en su plenitud y unidad. Es en este punto donde, más allá de otras similitudes
y acuerdos en un sentido más amplio, nuestro enfoque metodológico tomó dis-
tancia de muchos de los aportes más recientes al método de la crítica economía
política asociados a la llamada “New Dialectics”. En efecto, hemos visto que
es precisamente en el despliegue de las determinaciones generales del dinero
desde la perspectiva del proceso de cambio (tal como lo expone Marx en el

150
DETERMINACIÓN ACTUAL E HISTORIA EN LA GÉNESIS...

capítulo II del tomo I de El capital), donde emerge una primera instancia (de
las pocas que se encuentran en dicha obra) en la que el método dialéctico nos
pone delante de la necesidad de dejar momentáneamente de lado el curso pura-
mente sistemático de la exposición para pasar al desarrollo de un curso histórico.
Asimismo, hemos notado también cómo esos pasajes encierran la riqueza de
exhibir de manera particularmente expresiva aquel otro aspecto del método
dialéctico enfatizado por el propio Marx en sus ocasionales, pero ampliamen-
te citadas, reflexiones metodológicas dispersas en sus escritos, a saber: que la
secuencia sistemática de las “categorías económicas” y sus determinaciones in-
vierte el orden en el que se fueron desarrollando en el curso histórico. Huelga
decir que esto no involucra un interés meramente exegético sino que, tal como
se desprende de nuestra discusión, resulta crucial para la comprensión de esta
forma social.
Estos aspectos metodológicos de la exposición marxiana de las determina-
ciones más generales del dinero han sido usualmente pasados por alto por los
autores de la “New Dialectics”. Como es evidente, esto no se deriva simple-
mente de un descuido por parte de estos comentaristas, sino que, tal como se
ha señalado más arriba, refleja una debilidad intrínseca de su concepción del
vínculo entre el despliegue sistemático y el análisis histórico. Concretamente,
este último es considerado como meramente ilustración de las determinaciones
generales descubiertas sistemáticamente o, en el mejor de los casos, como per-
tinente para la explicación de la transición entre modos de producción, pero en
cualquier caso irrelevante para la comprensión de las determinaciones actuales
de las formas sociales capitalistas. Sea como fuere, en ambos casos el vínculo
existente entre ambos “momentos” de la investigación dialéctica resulta com-
pletamente exterior. En contraste, nuestro abordaje ha mostrado que la redi-
rección momentánea al desarrollo histórico de la exposición es una necesidad
inmanente del despliegue sistemático mismo. En efecto, en el caso analizado es
la imposibilidad de que el propio movimiento actual de la acción social de los
poseedores de mercancías determine a una mercancía en particular como dine-
ro lo que genera la necesidad de la introducción del análisis histórico. Ocurre
que la existencia del dinero debe estar presupuesta en la práctica. Y esto, a su vez,
sólo puede haber sido puesto por el curso de la evolución histórica de la mer-
cancía y el dinero con anterioridad a la emergencia del modo de producción
capitalista. La exposición dialéctica debe necesariamente poner al descubierto

151
DINERO Y CAPITAL HACIA UNA RECONSTRUCIÓN DE LA TEORÍA...

las determinaciones inmanentes del dinero como producto histórico porque de


otro modo no está completo el descubrimiento de sus determinaciones como
producto del movimiento de la relación social actual. En suma, el despliegue
sistemático y el análisis histórico no pueden identificarse de manera inmediata,
como en la lectura ortodoxa derivada de Engels, pero tampoco deben con-
traponerse de manera abstracta y exterior como si se tratase de dos métodos
distintos, tal como aparece en el caso de la “New Dialectics”. Más bien son dos
momentos internos cuya unidad constituye el método dialéctico.
La segunda conclusión que emerge de nuestra discusión es de carácter sus-
tantivo, si bien también veremos que encierra una arista metodológica. Con-
cretamente, hemos visto que, en primer lugar, el dinero debe ser necesariamente
una mercancía y que, en segundo lugar, se engendra en la relación de cambio
entre las mercancías que media la expresión del valor como valor de cambio (y
que, en esta forma reificada, media el establecimiento indirecto de la unidad
del trabajo social organizado de manera privada). En rigor, ambos puntos es-
tán intrínsecamente relacionados en tanto es justamente por ser una mercancía
(esto es, por poseer el atributo de la cambiabilidad como representación “pura-
mente social” de la materialización del trabajo abstracto socialmente necesario
ejecutado de manera privada) que el dinero puede entrar en dicha relación en
una primera instancia y, en consecuencia, actuar como forma general del valor de
las demás. De ahí también que la determinación esencial más simple y general
del dinero actual no puede reducirse a ser una unidad de cuenta del “valor abs-
tracto”, tal como plantea Ingham, ni tampoco a un simple y formal monopolio
del poder de compra carente de contenido, tal como postula Lapavitsas. En
contraste, hemos argumentado que la función esencial del dinero capitalista
consiste en ser la encarnación material u objetivada del carácter social del tra-
bajo privado, determinación que, como recién señalamos, sólo puede desarro-
llar por ser él mismo un producto del trabajo privado.
En este sentido, y tal como señala convincentemente Germer (1997: 53),
el corolario de esto es que la proposición marxiana de que el dinero es una
mercancía no está fundada en la observación inmediata de un hecho empírico
tal como la prevalencia del llamado “patrón oro” en su época. De este modo,
el reemplazo fáctico de la mercancía dineraria en las funciones de medio de
circulación y medio de pago por diversas formas de dinero-crédito, así como
la existencia de patrones de precios que desde 1971 han dejado de expresar de

152
DETERMINACIÓN ACTUAL E HISTORIA EN LA GÉNESIS...

manera legal-institucional su vínculo con cantidades de la mercancía dineraria


(Germer, 1997: 50-52),9 no constituyen pruebas suficientes para rechazar el
carácter mercantil del dinero. Y esto no sólo en tanto, como admiten quienes
proponen una teoría marxista del dinero como puro dinero-crediticio (Foley,
2005: 47), la “evidencia empírica” dista de ser conclusiva al respecto. La cues-
tión fundamental es, nuevamente, metodológica. Más concretamente, de nuestra
discusión se desprende que el fundamento del carácter mercantil del dinero no
es histórico sino sistemático y, por ello mismo, dicha determinación debe estar
portada de modo inmanente por el dinero actual cualesquiera sean sus formas
más concretas de existencia. Es decir, esta determinación esencial más sim-
ple del dinero sigue constituyendo su contenido general por más que en sus
formas concretas de realizarse pueda aparecer como negado (Escorcia Romo,
2013). Por ello, tanto la “crítica” como la “defensa” de la posición marxiana
respecto de la naturaleza mercantil del dinero sólo puede abordarse de manera
coherente mediante la reconsideración de las determinaciones más abstractas y
generales del dinero actual presentadas por Marx en los primeros capítulos de
El capital, que es justamente lo que intentamos hacer en este artículo a través
de la lectura crítica de la controversia entre Lapavitsas e Ingham, cuya riqueza
radica en buena medida precisamente en reconducir la cuestión a los funda-
mentos más generales del dinero.10

9
Véase De Brunhoff (2005) sobre la emergencia de un “patrón dólar” con la caída del
sistema de Bretton Woods.
10
Esta consecuencia metodológica de considerar a la cuestión de la naturaleza mercantil
del dinero exclusivamente en términos dialéctico-sistemáticos es llamativamente pasada por alto
en varias contribuciones marxistas justamente preocupadas por el fundamento metodológico
de la crítica marxiana. El caso de Campbell (1997) es quizás de los más ilustrativos en este
sentido. Esta autora está de acuerdo con la explicación ofrecida por Marx en el capítulo
primero de El capital respecto a la necesidad de que el dinero sea una mercancía, e incluso la
defiende agudamente frente a sus críticos (Campbell, 1997: 103 y ss.). Sin embargo, conside-
ra esta necesidad como “un supuesto” o “expediente temporario” en el desarrollo sistemático
(Campbell, 1997: 91 y 114) que, como tal, debe ser completamente dejado de lado una vez
que se consideran las formas concretas del dinero, tal como su “actual disociación respecto del
oro” (Campbell, 1997: 89). De allí que Campbell termine concluyendo que el dinero propia-
mente capitalista es esencialmente dinero-crédito. Desde nuestro punto de vista, esta perspectiva
no logra captar al menos dos características fundamentales del método dialéctico: en primer

153
DINERO Y CAPITAL HACIA UNA RECONSTRUCIÓN DE LA TEORÍA...

Por supuesto, esto deja abierta la cuestión de la conexión interna entre dicha
determinación inmanente del dinero y las formas concretas contemporáneas
del “sistema monetario”. Huelga decir que este tema excede el marco del pre-
sente capítulo. Sin embargo, un par de consideraciones finales se pueden su-
gerir al respecto. En primer lugar, dicha unidad entre el contenido general del
dinero y sus formas concretas sólo puede ser puesta al descubierto mediante el
despliegue sistemático de toda la secuencia de mediaciones a través de las cuales
se realiza el movimiento del dinero hasta dar cuenta de sus figuras contempo-
ráneas; en segundo lugar, la aparente “autonomización absoluta” de las diversas
funciones del dinero respecto de la mercancía dineraria tiene sus bases en la
crisis de sobreproducción en la que está sumergida la economía mundial des-
de la década de 1970 y cuya resolución plena se viene posponiendo mediante
sucesivas olas de expansión del crédito (Iñigo Carrera, 2013a: 208 y ss.). De
ahí también los límites de tal apariencia de abolición del carácter mercantil del
dinero los cuales, tal como señalaba Marx en el tomo III de El capital (K.III.7:
781-782), es de esperar que emerjan con la erupción manifiesta de la crisis, que
es justamente el momento en el cual se restablece de manera violenta la unidad
del proceso de reproducción organizado de manera privada e independiente.

lugar, el hecho de que las determinaciones más simples de un objeto son tan materialmente
constitutivas del mismo como sus determinaciones más concretas, y, en segundo lugar, que
el desarrollo desde las determinaciones más simples a las más complejas se desenvuelve por
medio de negaciones que, entendidas precisamente en su naturaleza dialéctica, no suprimen
las determinaciones más simples sino que las conservan. Al ignorar dichas dimensiones del
despliegue sistemático-dialéctico, se termina otorgándole a la determinación inicial del dinero el
status altamente problemático de “supuesto” arbitrario. Si bien la perspectiva de Campbell tie-
ne la virtud de rechazar el método histórico-lógico, su idiosincrática interpretación del status
del dinero-mercancía en la exposición marxiana la lleva a acercarse peligrosamente al proceder
del método tradicional de las “aproximaciones sucesivas”. En efecto, mientras que el primero
tiene al menos la ventaja de reconocer la objetividad o realidad de las determinaciones más
simples, en la lectura de Campbell las mismas terminan quedando degradadas a ser meros
productos de la reflexión subjetiva.

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DETERMINACIÓN ACTUAL E HISTORIA EN LA GÉNESIS...

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157
Dinero y capital en general

Mario Luciano Robles Báez

En El capital, Marx sitúa su teoría del dinero en el contexto de la presentación


de su concepto de capital como una totalidad donde el dinero es puesto como
la forma general de existencia del valor en cuanto capital.1 Esto significa que, para
Marx, si bien dinero y capital están estrechamente relacionados entre sí, no son
lo mismo. En efecto, el capital es, en cuanto valor que se valoriza a sí mismo,
una substancia esencialmente abstracta con movimiento propio que como tal
requiere de una forma fenoménica, concreta y homogénea de existencia social
por medio de la cual no sólo pueda medirse a sí mismo sino además relacionar-
se consigo mismo en todas y cada una de sus formas particulares de existencia
que crea en su devenir como una totalidad. Esa forma de existencia del capital
es el dinero.
Permítasenos referirnos a dos pasajes en los que Marx señala algunas de
las relaciones fundamentales entre dinero y capital: en Teorías sobre la plusva-
lía dice: “el desarrollo del capital presupone ya el pleno desarrollo del valor de
cambio de la mercancía y, por tanto, su sustantivación en dinero”. Pero, como
el capital “[no] es solamente la representación sustantiva del valor como en el
dinero, sino valor que se procesa, […] en el capital la sustantivación del valor
se manifiesta en una potencia mucho más elevada que en el dinero” (TsPV.III:
116); y en el tomo II de El capital señala: “el valor de capital, en estado dinera-
rio, sólo puede cumplir funciones de dinero, y ninguna otra. Lo que convierte

1
“[En] la circulación D-M-D funcionan ambos, la mercancía y el dinero, sólo como diferen-
tes modos de existencia de valor mismo: el dinero como su modo general de existencia, y la mer-
cancía como su modo de existencia particular o, por así decirlo, sólo disfrazado” (K.I.1: 188).

[159]
DINERO Y CAPITAL HACIA UNA RECONSTRUCIÓN DE LA TEORÍA...

estas funciones de dinero en funciones de capital es su papel determinado en


el movimiento de capital” (K.II.4: 33-34). En estos pasajes, Marx señala que,
en cuanto presupuesto (histórico y lógico) del capital, el dinero deviene del
pleno desarrollo de las formas del valor que surgen como su forma autónoma
de existencia de las relaciones que las mercancías entablan entre sí; que, una
vez que éste ha sido puesto como tal, en él mismo, en cuanto valor presupuesto
dado, ya está puesto el que pueda, por mediación del proceso de circulación,
transformarse en capital, y que una vez que el capital ha sido puesto como valor
que se valoriza a sí mismo, éste, cuando adopta la forma de dinero, sólo puede
funcionar como dinero cuyas funciones se convierten sin embargo en funcio-
nes del capital por el papel que cumplen a lo largo de su propio movimiento.
El objetivo de este trabajo es presentar un acercamiento a las relaciones fun-
cionales que se establecen entre el dinero y el capital en cuatro de los momentos
(lógicos) o niveles de abstracción que constituyen el concepto de capital en
general en El capital. Los tres primeros momentos son señalados por Marx en
el siguiente pasaje de los Grundrisse:
El primer momento surgió del valor, tal como salía de la circulación y presuponía a
ésta. Era el concepto simple de capital; el dinero tal y como era determinado direc-
tamente en su evolución hacia el capital; el segundo momento partía del capital como
supuesto de la producción y resultado de la misma; el tercer momento pone al capital
como unidad determinada de la circulación y producción (Marx, G.1: 260).
El cuarto momento corresponde a la posición del capital en general por
mediación de la competencia entre capitales productivos sectoriales.

Mercancía y dinero: formas inmediatas de existencia del valor en cuanto


ser del capital. Las funciones del dinero como dinero
La primera sección del tomo I de El capital tiene como objeto la circulación
mercantil simple, M–D–M, que, en cuanto corresponde a lo inmediatamente
existente en la superficie de la circulación capitalista, representa la aparien-
cia inmediata o fenoménica de la circulación del capital donde son puestas
las determinaciones y relaciones que corresponden a las formas inmediatas de

160
DINERO Y CAPITAL EN GENERAL

existencia mercantil del valor en cuanto ser del capital, es decir, la mercancía,
el dinero y su circulación.2
Como tal, esta forma de circulación presupone lógicamente una división
social del trabajo que corresponde a una forma de producción social disociada
en la que sus productos son el resultado de los trabajos propios de producto-
res privados y autónomos llevados a cabo independientemente unos de otros.
Como esta división social del trabajo disociado presupone además la disocia-
ción entre la producción y el consumo, la relación social de los productores y
de sus trabajos sólo puede ser establecida indirectamente por la mediación del
proceso de intercambio entre sus productos en el mercado. Esto implica que los
productores mismos no tienen ex ante la seguridad de que sus productos juga-
rán un rol en la reproducción social, y que sus productos y los trabajos propios
objetivados en ellos sólo pueden ser validados socialmente ex post por medio del
intercambio. Como productos de trabajo destinados a ser intercambiados en el
mercado, éstos adquieren la forma de mercancías cuyas determinaciones son
ser valores de uso en cuanto la propiedad particular concreta, cualitativamente
heterogénea que les permite ser útiles para otros, y ser valores en cuanto la pro-
piedad esencialmente común, cualitativamente homogénea, que les permite su
intercambiabilidad en determinadas proporciones cuantitativas.
Como en este contexto los valores de las mercancías y el carácter del trabajo
cuya objetivación les da origen no son inmediatamente puestos en una forma
socialmente objetiva en la producción, sino que, en cuanto representan la ob-
jetivación del tiempo de trabajo en sentido fisiológico abstracto de sus produc-
tores individuales, éstos sólo pueden constituir los “valores presupuestos” (o
“valores individuales”) de sus valores sociales. Para que éstos devengan valores
sociales que representen la objetivación de tiempo de trabajo social abstracto
y, por lo tanto, la producción mercantil social disociada sea factible como una
forma de producción social asociada, se requiere de un medio generalizado de
validación social, una cosa particular por medio de la cual el valor aparezca y se
ponga de una forma socialmente objetiva y de esta manera las mercancías he-

2
Al respecto véase Robles (2011, cap. 1), Robles (2014), y Escorcia y Robles (2014). La
primera sección corresponde a los que Marx denomina capítulos introductorios (vorchapters)
al libro sobre El capital: I, II y III. Véase la carta de Marx a Lassalle del 22 de febrero de 1858.

161
DINERO Y CAPITAL HACIA UNA RECONSTRUCIÓN DE LA TEORÍA...

terogéneas puedan homogeneizarse e intercambiarse entre sí en determinadas


proporciones cuantitativas. Esa cosa es el dinero.
En el tercer apartado del primer capítulo, Marx presenta el desenvolvimien-
to dialéctico de las formas del valor (de cambio) o la génesis lógica del dinero3
por medio de un movimiento de expresiones objetivas del valor que, contenidas
en la relación de polaridad entre el valor (en cuanto la forma relativa del valor)
y el valor de uso (en cuanto forma equivalente del valor) de las mercancías, se
mueve de la forma más simple entre dos mercancías (es decir, la forma simple
o singular de valor), derivando luego de ésta aquellas que son progresivamente
más complejas (es decir, la forma total o desplegada y después la forma general
de valor), y terminando con la forma de dinero que, en cuanto la forma de equi-
valente general del valor de todas las demás mercancías, toma el valor de uso (o
la materialidad) de una mercancía específica que, como tal, ha sido excluida del
resto del mundo de las mercancías, y que Marx considera es la mercancía-oro.
Una vez que la forma de dinero ha sido puesta, la forma de valor de cualquier
mercancía toma la forma precio, el cual es, a este nivel de abstracción, la forma
precio más simple y general del valor social de toda mercancía. Cabe señalar
que, en cuanto este movimiento responde a la unidad dialéctica de contenido
esencial y forma de aparecer en la cual la forma es considerada no sólo como
siendo fundamentada por el contenido, sino también como parte de la determi-
nación del contenido, la forma dinero deviene el “ser ahí” [Dasein]4 del valor de

3
En Robles (2005: 177) afirmo que “el contexto de la presentación de Marx es el origen
lógico o la prehistoria lógica del dinero, es decir, el proceso que abarca todas las formas de expre-
sión del valor que preceden a la constitución lógica del dinero” como dinero.
4
En filosofía, la palabra alemana Dasein ha tenido diferentes significados relacionados
con existencia, realidad y ser determinado. En su diccionario de Hegel, Inwood señala: “Sein
[“ser”] y el adverbio da (“ahí”, “aquí”, etcétera) dan dasein (“ser ahí, estar presente, existir”)
y, en el siglo diecisiete, el sustantivo verbal (das) Dasein (“estar ahí, presencia, existencia (es-
pecialmente en espacio y tiempo)”). Dasein fue usado por Leibniz y Wolf como existentia del
latín, la existencia de una cosa en contraste con su carácter. […] Dasein, dice Hegel, es ser
(Sein) con una DETERMINACIÓN (Bestimmtheit), una determinación inmediata (en contraste
con una ESENCIA subyacente), es decir, una CUALIDAD. (De aquí que Dasein, en este contexto,
es traducida usualmente como “ser determinado”).” (Inwood, 1993: 94-95). Aquí hemos usa-
do Dasein para significar que el valor (ser) sólo tiene existencia social cuando adquiere la forma
de dinero, su determinación social inmediata.

162
DINERO Y CAPITAL EN GENERAL

las mercancías, es decir, la forma universal de existencia social de los valores


de las mercancías; forma por medio de la cual los “valores presupuestos” de
las mercancías son puestos cualitativamente y medidos cuantitativamente como
valores sociales,5 y, por lo tanto, la forma que permite a las mercancías establecer
su conmensurabilidad en cuanto objetivaciones de tiempo de trabajo social abs-
tracto. Esto implica que sin adoptar la forma de dinero el valor no puede tener
una existencia social, o, dicho de otra manera, el dinero es la condición sine qua
non de la existencia social del valor de las mercancías.
En el capítulo III, Marx desarrolla las diferentes funciones del dinero, cuya
importancia reside en que, cuando el valor, y más adelante el valor de capital,
tome la forma dineraria sólo puede cumplir funciones de dinero y ninguna otra.
La primera función es la de medida del valor en la que, como tal, “el dinero
sirve para transformar en precios […], los valores de las variadísimas mercan-
cías” (K.I.1: 119-120). Esta proposición complementa el sentido antes descrito
de que, como medida del valor, el dinero deviene el “ser ahí” del valor de las
mercancías. Pero como en esta “función de medida del valor […] el dinero
sirve como dinero puramente figurado o ideal” (K.I.1: 117) y, por lo tanto, no
se requiere de su presencia en persona como dinero real, la forma precio de los
valores de las mercancías es igualmente una forma ideal o figurada que hace
que sus poseedores les tengan que poner una etiqueta o prestarles su lengua
para comunicar sus valores. Pero además la fijación de los precios de todas las
mercancías requiere necesariamente de un patrón de medida o de precios que per-
mita compararlos entre sí y que tenga vigencia social general. Si bien el patrón
de medida requiere de la fijación de un determinado peso en oro como unidad
de medida,6 éste fue posteriormente sustituido por denominaciones dinerarias
cuya vigencia de curso legal sólo pudo ser establecida convencionalmente por
el Estado (o la autoridad social). De aquí que la fijación del dinero como pa-
trón de medida siempre haya sido un hecho “puramente convencional” (K.I.1:
122). Esto permite que la forma del valor no sólo se pueda expresar nominal-

5
Esto significa que el dinero no puede ser considerado un simple numerario en cuanto que
no mide valores sociales dados que subyacen en las mercancías antes de su intercambio.
6
Desde luego que en la prehistoria del dinero las unidades de medida de los equivalentes
singulares o particulares estaban relacionadas con las propias medidas de peso de las mercan-
cías que los representaban.

163
DINERO Y CAPITAL HACIA UNA RECONSTRUCIÓN DE LA TEORÍA...

mente en dinero de cuenta, en el que se desvanece toda relación de valor,7 sino


además la posibilidad de que el dinero pueda dejar de ser la mercancía-oro.8
La segunda función del dinero que Marx analiza es la de medio de circula-
ción, es decir, el dinero que en cuanto la forma del valor de las mercancías que
se ha vuelto autónomo sirve de mediador del proceso de intercambio mercantil.
Proceso que es simbolizado por Marx mediante la fórmula M–D–M la cual
representa un conocimiento compuesto de las dos metamorfosis de las mercan-
cías que como valores de uso se contraponen al dinero como valor de cambio:
M–D, o venta, y D–M, o compra, en las que el poseedor de la mercancía se
convierte en vendedor y el poseedor del dinero en comprador. Pero como toda
venta es a la vez una compra y viceversa, cada una de estas dos metamorfosis
implica su metamorfosis inversa, de modo que ambas constituyen las meta-
morfosis final e inicial de otras dos mercancías, respectivamente. Como medio
de circulación de este proceso, el dinero deja de ser puramente figurado y se pre-
senta en su carácter de dinero real por medio del cual las mercancías efectivamente
se intercambian entre sí de acuerdo con sus precios ideales, pre-conmensurados
con antecedencia. Si bien en este proceso el dinero funciona como medida de valor
y patrón de medida en la fijación de los precios de las diversas mercancías, como
medio de circulación éste debe cumplir además la función de medio de compra.
Este proceso en su conjunto es lo que Marx denomina circulación mercantil
simple, cuya finalidad no es la valorización de valor sino el valor de uso de las
mercancías, y donde la circulación de las mercancías se presenta como si fuera
un mero resultado de la circulación del dinero.
Es precisamente a partir de la autonomización del valor en el dinero como
medio de circulación que surge la moneda, es decir, el dinero acuñado por el

“El nombre de una cosa es por entero exterior a la naturaleza de la misma. Nada sé de
7

una persona de la que sé que se llama Jacob. De igual suerte, en las denominaciones dinerarias
libra, tálero, franco, ducado, etcétera se desvanece toda huella de la relación de valor” (K.I.1
123).
8
Cabe señalar que esta forma de fijación del precio de las mercancías puede además im-
plicar, por un lado, “la posibilidad de una incongruencia cuantitativa”, es decir, que el precio
de la mercancía diverja de su valor; precio que, sin embargo, no deja de ser la expresión de su
valor, y, por otro lado, “una contradicción cualitativa”, es decir, que “el precio deje de ser en
general la expresión del valor” (K.I.1: 125), como, por ejemplo, el precio de la tierra.

164
DINERO Y CAPITAL EN GENERAL

Estado. Al fijarse en la moneda, la abstracción valor alcanza así ser puesta en


una cosa, que si bien como tal, es socialmente aceptada, en ella, como dice
Marx, “se desvanece toda huella de relación de valor”, y puede ser sustituida
por un signo de valor. En efecto, dado que el dinero en su función de medio
de circulación no tiene más que una aparición fugitiva que puede cumplir con
su existencia meramente simbólica, el propio curso del dinero en la circulación
mercantil desenvuelve un proceso objetivo de simbolización por medio del cual su
contenido nominal y su existencia funcional se disocian progresivamente de
su contenido y de la existencia real de dinero-oro: primero se sustituye “por
tarjas de otro material, o símbolos” (K.I.1: 153) y luego estos mismos símbolos
son sustituidos por otros símbolos de sí mismos, por “[o]bjetos que, en térmi-
nos relativos, carecen de valor”, es decir, por “billetes de papel, [que] quedan
[…] en condiciones de funcionar sustituyendo al oro, en calidad de moneda”
(K.I.1: 154-155), cuya vigencia social se la da el curso forzoso estatal. Así, la
función de medio de circulación deja de ser cumplida por el dinero mercancía
y lo sustituye el papel moneda. Cabe señalar que el hecho de que Marx utilice
en muchos pasajes el verbo sustituir o reemplazar y no necesariamente el de
representar para designar esta transformación9 apunta a que, para él, el papel
moneda en cuanto signo de valor puede volverse autónomo y dejar de tener re-
lación inmediata con el oro, es decir que el dinero-mercancía oro sea negado,10 lo

9
Marx utiliza el verbo representar para designar que tanto la mercancía-dineraria oro
como cualquier signo de valor que lo sustituya funcionan como medios de circulación. Esto
es así aunque, como en el caso de su sustitución por papel moneda, se inviertan las leyes de
la circulación del dinero: “Mientras que el oro circula porque tiene valor el papel tiene valor
porque circula. Mientras que, con un valor de cambio determinado de las mercancías, la can-
tidad de oro circulante depende de su propio valor, el valor del papel depende de su cantidad
circulante. Mientras que la cantidad del oro circulante aumenta o disminuye con el aumento
o la disminución de los precios de las mercancías, éstos parecen aumentar o disminuir con el
cambio en la cantidad de papel circulante […]. Mientras que la moneda de oro evidentemen-
te sólo representa el valor de las mercancías, en la medida en que éste se halla evaluado en oro
o representado como precio en oro, el signo de valor parece representar directamente el valor
de la mercancía” (CCEP: 110-11).
10
Como toda negación dialéctica, esta negación implica no la supresión del dinero-mer-
cancía oro sino su preservación como fundamento de los signos particulares que lo sustituyen
en su propio curso. En cuanto fundamento, éste está en sus sustitutos, aunque esté negado.

165
DINERO Y CAPITAL HACIA UNA RECONSTRUCIÓN DE LA TEORÍA...

cual genera la posibilidad de la inconvertibilidad del papel moneda con el oro


y, consecuentemente, que el valor que representa el papel moneda deje de tener
relación con el valor del oro. En este momento se desvanecería completamente
toda relación de valor.
En el apartado titulado “El dinero”, Marx trata tres funciones adicionales
del dinero: medio de atesoramiento, medio de pago y dinero mundial, en las
que, en cuanto existencia material de la riqueza social, el dinero, en su carácter
de mercancía-dineraria oro, debe estar presente para cumplir estas funciones.
Lo que no invalida la posibilidad de que éste pueda ser sustituido en estas
funciones por un signo de valor. Estas funciones del dinero son fundamentales
para la transformación del dinero en capital.
La cuarta es la función del dinero como medio de atesoramiento. Entre las
razones que Marx menciona por las que se conserva la mercancía-dineraria
oro como tesoro se encuentran: a) el hecho de que la serie de metamorfosis que
componen la circulación mercantil se vea interrumpida debido a que la venta,
M–D, no se complemente con la compra subsecuente, D–M; b) la necesidad de
hacer frente a las oscilaciones de la circulación mercantil que surgen, entre otras
causas, de las variaciones tanto de las ventas de las mercancías y de las de sus
precios como de las del valor, de la masa y de la velocidad del dinero circulante,
y c) por el hecho de que, en cuanto forma de existencia autónoma de la riqueza
abstracta, el dinero se transforme de medio en fin en sí mismo, lo que conlleva
que sus poseedores reemprendan el camino de su acumulación una y otra vez.
En todos estos casos el dinero como medio de circulación se inmoviliza, pasa de
flujo, es decir de moneda, de forma dineraria meramente evanescente de la mer-
cancía, a stock, es decir a dinero, adquiriendo así la forma de tesoro que, como
tal, funciona en general de reserva de valor. El poseedor del dinero adquiere así
el carácter de atesorador. De aquí que el poder social que representa el dinero
pueda devenir en poder privado que pertenece a un particular.
En quinto lugar, tenemos la función del dinero como medio de pago. El de-
sarrollo de la circulación mercantil trae aparejadas, dice Marx, “circunstancias

Además, como señala en Teorías sobre la Plusvalia, “esta moneda, por ejemplo, no es más que
un trozo de metal. Lo que hace de él dinero es solamente la función [que cumple] en el pro-
ceso de circulación” (TsPV.III: 421-422).

166
DINERO Y CAPITAL EN GENERAL

que determinan una separación cronológica entre la venta de la mercancía y la


realización de su precio”, es decir que el vendedor de la mercancías la entregue
antes de que su comprador la pague.11 Con esto, “[el] vendedor deviene acree-
dor y el comprador, deudor” (K.I.1: 164-165), y la relación entre ambos reviste
la forma de una relación dineraria donde el dinero ya no funciona como medio
de circulación sino que asume la función de medio de pago.
En cuanto que el dinero como medio de pago sólo entra al final de esta re-
lación, permítasenos señalar las funciones del dinero previas que la componen:
en primer lugar, el dinero funciona como medida del valor que, como dinero
puramente figurado, determina el precio de las mercancías, el cual queda fijado
contractualmente en términos ideales de dinero de cuenta como la suma de di-
nero que el deudor debe pagar en el plazo estipulado en el título o certificado
de deuda respectivo. En segundo lugar, el dinero funciona de medio ideal de
compra en el sentido de que, “[a]unque sólo existe en la promesa dineraria del
comprador, hace que la mercancía cambie de manos” (K.I.1: 166). Sólo al final
del plazo estipulado el dinero entra a la circulación como medio de pago, es decir
como el dinero real por medio del cual se salda el certificado de deuda y así le
pone punto final de manera autónoma a la relación, con lo que pasa súbitamen-
te de su forma ideal de dinero de cuenta a la de dinero real. Es, como medio de
pago, dice Marx, que el dinero en cuanto la forma del valor de las mercancías
deviene “fin último de la venta” (K.I.1:166).
El hecho de que las sumas de dinero estipuladas en los títulos de deuda se
transforman en tesoro y de que éstos pueden circular, transfiriendo a otros los
créditos que representan permite el surgimiento del dinero crediticio; ésta es la
razón por la que Marx afirma que éste “surge directamente de la función del
dinero como medio de pago” (K.I.1: 170). A su vez, la necesidad de la acumula-
ción de dinero para saldar los títulos de deuda en los plazos convenidos hace que
con el desarrollo del capitalismo el atesoramiento vaya desapareciendo como for-
ma autónoma de enriquecimiento y, por el contrario, ésta vaya creciendo “bajo la
forma de fondo de reserva constituido por medios de pago” (K.I.1: 173).

11
Cabe señalar que si bien esta relación está contenida en la primera metamorfosis de la
mercancía y en su inversa, la primera metamorfosis se realiza después de su inversa.

167
DINERO Y CAPITAL HACIA UNA RECONSTRUCIÓN DE LA TEORÍA...

Finalmente está el dinero como dinero mundial. Cuando el dinero rompe las
barreras de la circulación interna e ingresa al ámbito internacional se despoja
de su ropaje nacional –como patrón de precios, moneda y signo de valor– y
vuelve a revestir su forma originaria de lingotes de oro o de plata que se pre-
sentan como tales como dinero mundial. Bajo estas formas, el dinero funciona
en general como medio de pago principalmente en la compensación de los
balances internacionales; como medio de compra en el intercambio mercantil
entre los diversos países del mundo; como concreción material absolutamente
social de la riqueza, sirve para llevar a cabo las transferencias de riqueza entre
un país y otro, y como medio de atesoramiento que sirve de fondo de reservas
nacionales para la circulación en el mercado mundial.

El devenir lógico del dinero en capital en general


Si bien el dinero en cuanto dinero es el producto último del proceso de la
circulación mercantil,12 al autonomizarse y devenir un fin en sí mismo en este
mismo proceso se niega y se supera a sí mismo como dinero y se presenta como
la primera forma de manifestación del capital, que Marx denomina de “concepto
simple de capital”.13 De aquí que la presentación del devenir lógico del capital
en general, es decir, el concepto de capital tal como es esencialmente determi-
nado, tiene como punto de partida la forma-dinero del valor de las mercancías

“Si se considera la forma misma de la circulación, lo que en ella deviene, surge, se produce, es el
12

dinero mismo, y nada más. Las mercancías se intercambian en la circulación, pero no es en ella
donde nacen” (CCEP: 255). “Es éste [el dinero,] un producto de la circulación que contra
lo convenido, por así decirlo, ha surgido y salido de ella. El dinero no es una forma simple-
mente mediadora del intercambio de mercancías. Es una forma de valor de cambio nacida del
proceso de circulación; un producto social que, a través de las relaciones entabladas por los
individuos en la circulación, se genera a sí mismo” (CCEP: 257).
13
“Ese producto último [–el dinero–] de la circulación de mercancías es la primera forma
de manifestación del capital” (K.I.1: 179). “El dinero como capital es una determinación del di-
nero que va más allá de su determinación simple como dinero. Puede considerársele como una
realización superior, del mismo modo que puede decirse que el desarrollo del mono es el hom-
bre […]. Sea como fuere, el dinero como capital se diferencia del dinero como dinero” (G.1: 189).

168
DINERO Y CAPITAL EN GENERAL

y su circulación y, por lo tanto, su devenir tiene necesariamente que ser presen-


tado, por así decirlo, desde la circulación.
En la segunda sección de tomo I de El capital, Marx presenta el devenir
lógico del capital en general como una unidad de cuatro determinaciones que
surgen del proceso de la circulación: a) la determinación cualitativa de su deve-
nir: D–M–D, b) la determinación cuantitativa de su devenir: D–M–D’, c) la
medida en cuanto unidad de sus determinaciones cualitativas y cuantitativa y d)
la introducción, vía la circulación, de la condición sine qua non de la producción
del capital: el trabajo vivo como la fuente del valor y del plusvalor.14
a) La determinación cualitativa de su devenir: D–M–D. En primer lugar,
Marx representa la circulación del dinero como capital por el ciclo D–M–D
para expresar que el dinero se convierte en un fin en sí mismo y que, como tal,
el valor de capital que representa deviene un proceso o movimiento en sí mis-
mo. Proceso mediante el cual el valor, que se adelanta originalmente en forma
dineraria, se presenta como una substancia abstracta con movimiento propio
que se relaciona consigo mismo siguiendo la secuencia de las metamorfosis
D–M y M–D en las que se pone a sí mismo en las formas de dinero D y de
mercancía M, formas que asume y toma en turno sin que se pierda dentro y a
través de su propio movimiento cuyo resultado es el reflujo a su forma de valor
dineraria original. Como el principio y el final de este proceso es dinero, lo
que le permite su autorrenovación, este movimiento del valor se presenta en la
forma de un proceso circular e infinito. De esta manera, el valor, que en la cir-
culación simple se reveló como un predicado del dinero y de la mercancía y, por
tanto, en cierta medida como una sustancia inerte, a través de este movimiento
se pone como el sujeto esencial de la circulación de capital, es decir, el ser esencial
del capital como una sustancia con movimiento propio15 donde el dinero y las

14
A este respecto, véase Robles 2011: capítulo 1, sección 1.2.
15
“Desde luego que la circulación mercantil simple implica una autonomización del valor
bajo la forma dinero y que éste último esté en movimiento. Sin embargo, el valor en la forma
de dinero se presenta aquí como un mediador evanescente que, al momento de realizarse, al
mismo tiempo se extingue y queda excluido del proceso. Incluso, al final del proceso el dinero,
en cuanto medio de circulación, permanece como un simple residuo. Por esto, aunque haya
movimiento del dinero, éste no es valor-en-proceso, ni él mismo es movimiento. El movi-
miento es aquí un atributo, no un sujeto. El dinero es así concebido como una cosa palpable

169
DINERO Y CAPITAL HACIA UNA RECONSTRUCIÓN DE LA TEORÍA...

mercancías se convierten en las formas de existencia del valor como capital: “el
dinero como su modo general de existencia, la mercancía como su modo par-
ticular de existencia o, por así decirlo, sólo disfrazado” (K.I.1: 188). El dinero
como dinero es así negado y superado como una simple cosa material tangible
convirtiéndose en un proceso por sí mismo. Sin embargo, esta determinación
es insuficiente para explicar completamente el devenir del valor en capital debi-
do al hecho de que el resultado “en el que se consuma todo ese proceso es el
intercambio de dinero por dinero, D–D”, es decir, “lo mismo por lo mismo”, lo
que “parece ser una operación tan carente de objetivos como absurda” (K.I.1:
180 y 183).
b) La determinación cuantitativa de su devenir: D–M–D’. Debido a que la
finalidad del proceso por medio de cual el valor deviene en capital no puede
ser la misma magnitud de valor que se adelantó originariamente en forma de
dinero esta finalidad sólo puede consistir en la diferencia cuantitativa con res-
pecto a esta magnitud. De aquí que la finalidad de este proceso sólo pueda ser
el cambio de esta magnitud originaria y, por lo tanto, la superación de su límite.
Para Marx, el valor que no sólo se mantiene y perpetúa a sí mismo a través
de la circulación (su determinación cualitativa), sino que además aumenta su
propia magnitud agregando a sí mismo un plusvalor, se convierte en capital
como valor que se valoriza a sí mismo, que se automultiplica. Es por esto que “la
forma plena de este proceso es”, dice Marx, “D–M–D’, donde D’ = D +
∆D, esto es igual a la suma de dinero adelantada más un incremento” (K.I.1:
184), proceso que toma ahora la forma de un creciente movimiento de valor no
sólo infinito sino al modo de una línea en espiral.
c) La medida en cuanto unidad de sus determinaciones cualitativa y cuan-
titativa. En cuanto que el devenir del valor en la cualidad de capital se debe al
incremento cuantitativo de valor que se crea a través de su propio proceso de
circulación, este devenir se expresa por la relación recíproca de los cuantos re-
lacionados de valor que componen, y están objetivados en, su propio resultado,

y rígida. Dado que la circulación mercantil simple, M–D–M, “no lleva […] en sí misma el
principio de la autorrenovación”, ésta no es sólo “negada desde el punto de vista del valor de
cambio” (CCEP: 261), sino que es un proceso cuyo destino es su fin. Esta cualidad es así su
límite” (Robles, 2011: 70).

170
DINERO Y CAPITAL EN GENERAL

D’ = D +∆D, es decir, el devenir de ambos, el quantum de valor originalmente


adelantado en forma dineraria, D, y el quantum de plus-valor que se relaciona
con él como su propio incremento, ∆D, en capital. Esta posición cualitativa de
los cuantos relacionados de valor, es decir de las partes constitutivas del valor
que se ha valorizado a sí mismo, se refiere a la propia medida de realización del
valor como capital,16 la cual se manifiesta por la relación cuantitativa ∆D/D.
Como es evidente, la medida de realización del capital no es más que su propia
tasa de valorización.
Sin embargo, las determinaciones del devenir del capital anteriores son,
aunque necesarias, insuficientes para fundamentar completamente el devenir
del valor que originalmente se adelanta en forma de dinero en capital puesto
que por sí mismas no pueden explicar el origen de la valorización, es decir la
creación del plusvalor. De aquí la necesidad de la cuarta determinación.
d) La introducción, vía la circulación, de la condición sine qua non de la pro-
ducción del capital: el trabajo vivo como la fuente del valor y del plusvalor. La
dificultad que se le presenta a Marx para superar estas insuficiencias consiste
en que “el capital […] no puede surgir de la circulación” puesto que en ella
está supuesto que las mercancías y el dinero se cambian como equivalentes,
pero que “es igualmente imposible que no surja de la circulación” (K.I.1: 202).
Como en el proceso de circulación D–M–D’ el cambio en el valor del dinero
no puede surgir del dinero puesto que éste por sí mismo no puede generar más
dinero, este cambio sólo puede surgir de la mercancía, pero no de cualquier
mercancía sino de una mercancía sui géneris cuyo valor de uso sea su capaci-
dad de producir valor y que, como tal, no puede poseer por sí misma ningún
valor que se exprese en su precio (K.II.4: 35). Esta mercancía es la fuerza o
capacidad de trabajo (FT), cuyo valor de uso representa la existencia del trabajo
vivo como potencia y cuyo consumo es, por lo tanto, el trabajo vivo mismo
como actividad productiva que se objetiva en la producción de mercancías en
sus dos determinaciones, como valores de uso y valores, y cuyo valor de cambio

16
“Conforme a la naturaleza de éste, primeramente en el capital –al haberse transformado
en dinero– sólo se presenta medido el nuevo valor creado por el capital; es decir, se reproduce la
primera determinación el dinero como la medida general de las mercancías; ahora como medida
de la plusvalía, de la valorización del capital. Bajo la forma de dinero, este valorizarse se presenta
como medido en sí mismo, como teniendo en sí mismo su medida” (G.I: 408; énfasis agregado).

171
DINERO Y CAPITAL HACIA UNA RECONSTRUCIÓN DE LA TEORÍA...

o precio, si bien representa el valor de los medios de subsistencia que permiten


a su poseedor reproducirse, es inferior al valor nuevo que el trabajo vivo crea
en la producción. Esta diferencia entre el valor nuevo creado por ella y el valor
que representa su precio es el plusvalor, es decir, el tiempo de trabajo no pagado
a su poseedor, el cual se manifiesta en el cambio en el valor del dinero original-
mente adelantado: ∆D. De esta manera esta dificultad es resuelta por la intro-
ducción del trabajo vivo vía la compra de la fuerza de trabajo en la circulación
y, por medio de su consumo producen “la oculta sede de la producción” junto con
los medios de producción (MP), el secreto de la producción del plusvalor sale
a la luz, y esto permite a su vez llegar al corazón de la cuestión relativa a “no
sólo cómo el capital produce, sino también cómo se produce el capital” (K.I.1: 214).
Este resultado pone así no sólo a la producción mercantil como producción
de mercancías como capital, en cuya relación de capital –es decir, la relación entre
el valor de capital originalmente adelantado en forma de dinero y el plusvalor
objetivado en ellas–, está presupuesta la medida de realización del valor de capi-
tal adelantado como valor valorizado en forma dineraria: ∆D/D, sino además
el plus-valor en cuanto fundamento de la creación de más dinero, el cual está presu-
puesto en la noción de adelanto original en forma dineraria.
Al introducir la esfera de la producción de mercancías, en la que tiene lugar
el proceso de valorización, al proceso de circulación: D–M–D’, éste se pue-
de representar por el ciclo del capital dinerario: D–M....P....M’–D’. Para la
presentación de las funciones del dinero que adopta el valor de capital en este
proceso, consideramos conveniente hacerla en el momento en que el capital en
general es puesto como una unidad de producción y circulación.

El capital en general como una unidad de producción y circulación


En el tomo II de El capital Marx presenta la circulación del capital en general
como un proceso o movimiento en el que todo valor de capital se pone y niega
en cada una de las formas que alternativamente reviste a lo largo de las diferen-
tes fases que componen su proceso de reproducción en cuanto unidad fluida
de sus procesos de producción y circulación. En cuanto que toma la forma de
circuito, este proceso puede además diferenciarse por las formas funcionales parti-
culares que, correspondientes a sus propias determinaciones, el capital adopta y

172
DINERO Y CAPITAL EN GENERAL

abandona cíclicamente en su movimiento: el ciclo de capital-dinerario: Di –Mi


....Pi ....Mi’ –Di’ (o Di –Di’), el ciclo del capital-productivo: Pi ....Mi’ –Di’. Di+1–
Mi+1 .... Pi+1 (o Pi–Pi+1), y el ciclo del capital-mercantil: Mi’–Di’. Di+1–Mi+1 ....
Pi+1 .... Mi+1’ (o Mi’ – Mi+1’), donde D–M y M’–D’ representan las fases que
pertenecen al proceso de circulación, y M ....P ....M’ es la fase que representa
el proceso directo de la producción. El punto entre D’ . D indica la terminación
de un periodo determinado y el comienzo del periodo siguiente. Como unidad
de los procesos de producción y circulación y de los tres ciclos, este proceso
constituye la circulación del capital en general como una totalidad que, en cuan-
to abarca todo ramo de la producción explotado en forma capitalista, Marx
denominó capital industrial.
La Figura 1 muestra el proceso cíclico del capital industrial en dos periodos
consecutivos de reproducción simple, donde Cc representa el proceso de circu-
lación por medio del cual se relacionan y unifican los dos periodos: M1’–D1’.
D2*–M2*.
Por cuestión de espacio, en este trabajo sólo presentamos algunas de las
funciones del dinero en cuanto funciones del capital contenidas en el ciclo de
capital-dinerario del primer periodo: D1–M1....P1....M1’–Di’, y en el proceso
de circulación Cc, que relaciona la fase final de este ciclo con las metamorfosis
contenidas en la primera fase del segundo periodo, esto es, Cc: M1’–D1’.D2*–
M2* (donde D2*–M2* = D2–M2 + ∆D2– ∆M2), más Dv1–M2 (es decir, la
metamorfosis que corresponde al gasto en salario de las fuerzas de trabajo con-
tratadas en el primer periodo, la cual no aparece en la figura anterior). Para esta
presentación partimos de los siguientes supuestos: a) el proceso corresponde
a la reproducción simple, b) el periodo de rotación del capital es uniforme y
anual, c) no hay capital fijo, d) se considera que las funciones de medida de
valor y patrón de medida del dinero ya se realizaron con antecedencia.
Antes de empezar, permítasenos señalar tres de los principios que rigen las
relaciones entre las funciones del dinero (y de la mercancía) con las funciones
del capital:
a) [E]l valor de capital en estado dinerario sólo puede cumplir funciones de di-
nero, y ninguna otra. Lo que convierte estas funciones de dinero en funciones de
capital es su papel determinado en el movimiento del capital, y de ahí también la
conexión entre la fase en que ellas aparecen y las otras fases del ciclo del capital
(K.II.4: 33-34).

173
FIGURA 1
Representación gráfica de los tres ciclos del capital bajo reproducción simple
Proceso de circulación: Cc
Proceso de producción Proceso de producción
Dc MP M D . D2 — M2.......P2.......M2’ —D 2’
D 1 —M 1 ........P .......M ’
1 1 + —D’ +
1
Dv FT ¨M ¨D . ¨D2 — ¨M2
Ciclo D1—D1’ Ciclo D2—D2’
Ciclo P1—P2
Ciclo M1’—M2’

174
DINERO Y CAPITAL EN GENERAL

b) Al analizar el capital dinerario […] se producen por lo común dos errores que
corren paralelos o se entremezclan. En primer lugar: las funciones que el valor de
capital cumple como capital dinerario, y que precisamente puede cumplir porque
se encuentra bajo la forma dineraria, se deducen erróneamente de su carácter de
capital, mientras que en realidad sólo se deben al estado de dinero en que se en-
cuentra el valor del capital, a esta forma de manifestación suya en cuanto dinero. Y
en segundo lugar, a la inversa: el contenido específico de la función dineraria, que
la convierte al propio tiempo en una función de capital, se deduce de la naturaleza
del dinero (confundiendo de esta suerte, dinero con capital), mientras que en
realidad ella presupone condiciones sociales –como aquí, en el cumplimiento de
D-FT– que no están dadas de ningún modo en la mera circulación de mercancías
y en la correspondiente circulación de dinero (K.II.4: 38).

c) “En su forma mercantil el capital tiene que cumplir función de mercancía”


(K.II.4: 45).
Las funciones del dinero en las fases del ciclo del capital dinerario: D1–
M1....P1....M1’–Di’:
Primera fase:
D1–M1. En esta fase D1 funciona como dinero pero que, en cuanto ésta es la
primera fase del valor de capital que se adelanta para su transformación en capi-
tal, éste “es al mismo tiempo función del capital dinerario en virtud de la forma de
uso específica de las mercancías FT y MP que se compran” (Marx, 1976a: 55).
Esta fase está compuesta de las dos metamorfosis por las que el valor de capital
que se adelanta en forma de dinero se intercambia por los factores subjetivos (FT)
y objetivos (MP) de la producción mercantil capitalista: Dv–FT y Dc–MP.
Factores que, no siendo por naturaleza capital, adquieren bajo esta forma de la
producción social las formas de existencia del valor de capital adelantado que,
como tales, se diferencian como capital variable (V) y capital constante (C) por los
diferentes papeles que desempeñan durante el proceso de producción en la crea-
ción del valor y por lo tanto también en la de plusvalor.
Metamorfosis Dv–FT. En cuanto que esta fase representa una relación di-
neraria ésta es una función del capital dinerario puesto que presupone la exis-
tencia de la relación de clase fundamental del modo de producción capitalista
la cual, como dice Marx, “no está dada con la naturaleza del dinero; antes bien
es la existencia de esta relación la que puede transformar una función de dinero

175
DINERO Y CAPITAL HACIA UNA RECONSTRUCIÓN DE LA TEORÍA...

en una función de capital” (K.II.4: 38). En esta metamorfosis, Dv representa


el valor del capital variable (V) que se adelanta en forma dineraria en la compra
de las mercancías fuerzas de trabajo (FT) el cual equivale a la suma de dinero
que corresponde a los precios de las mismas o a la masa salarial por el que se
contrata su compra. Como las fuerzas de trabajo sólo se pagan después de que
han funcionado durante el plazo convenido en el contrato de compra, esta suma
de dinero como capital asume la función de medio de pago. Como todo medio de
pago, esta suma queda establecida primero en términos ideales de dinero de cuenta
en el contrato respectivo; funciona además como medio ideal de compra puesto
que, aunque sólo existe en la promesa de pago por parte de los capitalistas, hace
que las fuerzas de trabajo pasen a sus manos para ser consumidas en la produc-
ción. Sólo al final del plazo establecido esta suma de dinero funciona como
medio de pago que, como dinero real, asume la forma de pago a, o ingreso salarial
de, los obreros en cuanto propietarios de las fuerzas de trabajo, el cual poste-
riormente es gastado por ellos como medio de compra en la compra de los medios
de consumo (MC) requeridos para su reproducción. Esto último muestra que
en las dos metamorfosis que componen la circulación de las mercancías FT,
FT–D.D–MC, D funciona como dinero, como ingreso salarial en la primera, y
como gasto de ingreso en la segunda. Cabe recordar que la forma salario encierra
una ilusión puesto que el salario aparece como el pago de todo el trabajo que
realizan las fuerzas de trabajo en la producción.
Metamorfosis Dc–MP. Dc equivale al valor del capital constante (C) que
se adelanta en forma dineraria en la compra de medios de producción (MP) a
sus productores capitalistas. En esta relación, Dc asume la función de medio de
intercambio, lo que implica que, para el comprador capitalista, funcione como
medio de compra y, simultáneamente, para el vendedor capitalista de los MP,
represente la realización de una parte de su valor de capital valorizado.
Con el resultado de la primera fase el valor de capital adelantado se despoja
de su forma dineraria y adopta las formas de FT y MP en cuanto factores del
proceso capitalista de producción que, como tales, conforman las partes cons-
titutivas del capital productivo.
Segunda Fase: M1....P1....M1’.
Esta fase representa el proceso de producción capitalista de mercancías,
el cual está constituido por la unidad de los procesos de trabajo y de valori-
zación. Los puntos suspensivos en M1....P1....M1’ indican que el proceso de

176
DINERO Y CAPITAL EN GENERAL

circulación se interrumpe pero el proceso cíclico continúa en el proceso de


producción. El resultado de este proceso es una masa de mercancías valoriza-
das (M1’) compuesta por un producto mercantil (M), cuyo valor equivale a la
suma de valor de FT y MP, mismos que, en cuanto formas de existencia del
valor de capital productivo, se consumieron en su producción (V + C), más un
producto mercantil excedente o plusproducto (∆M) cuyo valor corresponde
al plusvalor (PV) generado en este proceso, el cual representa el producto de
valor del trabajo no pagado a los propietarios de las fuerzas de trabajo. Este
resultado no sólo constituye la transformación del valor de capital de su forma
de capital productivo a su forma de capital mercantil (M1’ = M + ∆M) cuya
forma de valor equivale a D1’ = D + ∆D, sino que, en la medida en que re-
presenta el valor de capital valorizado, M1’ expresa “el resultado de la función
del capital productivo, de la única función en la que el valor de capital incuba
valor” (K.II.4: 56).
Tercera fase: M1’–D1’.
En esta fase, M1’ es una masa de mercancías que funciona como capital mercantil
por ser portadora de valor valorizado, el cual se expresa por la composición in-
terna del valor objetivado en ella, es decir, el valor de capital que se adelantó en
forma dineraria para producir dichas mercancias en las que se ha incorporado
un monto equivalente de su valor de capital más el plusvalor. Como ni la venta
de las mercancías ni el dinero por sí mismos crean plusvalor (el incremento
dinerario), esta fase no sólo representa la transformación del valor de capital
valorizado de su forma mercantil a su forma dineraria sino además la realización
del valor de capital adelantado originalmente en dinero D en capital dinerario D’,
es decir, en un nuevo capital bajo su forma de existencia dineraria,17 que, como
resultado del ciclo del capital-dinerario, “expresa de la manera más contundente
el motivo impulsor de la producción capitalista, el hacer dinero” (K.II.4: 64).
Cabe señalar que, al presentarse como forma de existencia autónoma de
valor en la que se ha borrado toda huella de su proceso de producción, D” se

17
“El hecho de que D” exprese este resultado en forma dineraria, como capital dinerario
realizado, no surge de que sea forma dineraria del capital, de que sea capital dinerario, sino a
la inversa de que es capital dinerario, capital bajo forma dineraria, de que el capital inauguró el
proceso bajo esta forma, de que lo adelantó bajo la forma de dinero” (K.II.4: 56).

177
DINERO Y CAPITAL HACIA UNA RECONSTRUCIÓN DE LA TEORÍA...

presenta como una “expresión no-conceptual de la relación de capital” (K.II.4:


54), expresión que corresponde a lo que en la sección anterior denominamos
de medida de realización del capital, es decir, ∆D/D.18 Sin embargo, por la misma
razón, D’ parece, por el contrario, surgir de la venta de M por encima de su va-
lor en la circulación, donde ∆D aparece como un sobreprecio o mark-up. Aún
más, dado que tanto M–D–M como ∆M–∆D–∆M tienen la forma general
de la circulación mercantil, suele ocurrir que se considere equivocadamente
el “proceso de producción capitalista como mera producción de mercancías,
valores de uso destinados a algún tipo de consumo y producidos por el capita-
lista sólo para sustituirlos por mercancías que tienen otro valor de uso o para
permutarlos por ellas” (K.II.4: 79).
Por el hecho de que, por un lado, la fase final del ciclo del capital-dinerario
del primer periodo es a la vez la primera fase (o venta) del proceso de circula-
ción Cc, cuya fase inversa (o compra) contiene todas las fases o metamorfosis
que se realizan al principio del segundo periodo, las cuales pueden pertenecer
a circulaciones mercantiles distintas, esto es, M1’–D1’. D2*–M2*, donde D2*–
M2* = D2–M2 + ∆D2–∆M2, más la metamorfosis Dv1–M2, y, por otro lado,
las mercancías siempre se compran por sus valores de uso específicos, consi-
deramos conveniente, para presentar las funciones de dinero que surgen en el
proceso de circulación del valor de capital, dividir el sistema económico en dos
ramos o sectores productivos: el sector I, que produce MP, y el sector II, que
produce MC (medios de consumo).
La Figura 2 muestra en forma matricial de doble entrada el proceso de
circulación Cc del sistema, donde la primera fase de este proceso, es decir, las
ventas de las mercancías que componen el capital mercantil producido por los
dos sectores en el primer periodo y de las FT se presentan horizontalmente (fi-

“Pero D” como D + ∆ D, es decir, £ 500 como £ 422 de capital adelantado más un in-
18

cremento del mismo de £ 78, representa al mismo tiempo una relación cualitativa, aunque esta
misma relación cualitativa sólo existe como relación entre las partes de una suma homogénea,
es decir, como relación cuantitativa […] D” existe ahora como relación de capital; D no apare-
ce ya como mero dinero, sino que está puesto expresamente como capital dinerario, expresado
como valor que se ha valorizado, es decir, que también tiene la propiedad de valorizarse, de
incubar más valor del que él mismo posee” (K.II.4: 53, donde hemos sustituido d por ∆ D).

178
DINERO Y CAPITAL EN GENERAL

las), y su segunda fase, es decir, sus compras respectivas en el segundo periodo


se presentan verticalmente (columnas).
En el recuadro encerrado con línea gruesa se presentan los intercambios, es
decir, las ventas/compras, de las mercancías que componen los capitales mer-
cantiles en forma de MP y de MC; en la fila debajo de este recuadro se pre-
senta el intercambio o la venta/compra de las mercancías FT, y en el recuadro
encerrado con doble línea se presentan las primeras fases de los ciclos del ca-
pital dinerario de los dos sectores en segundo periodo, donde el dinero que se
adelanta en la compra de las FT se ha encerrado entre corchetes para indicar
que funciona como medio de pago. Como se supone que el sistema se reproduce
en la misma escala de manera equilibrada, la ecuación que representa su condi-
ción de equilibrio es: Dc2II–MPII = Dv1I–MC2I + ∆DI–∆MC2I.
En primer lugar presentamos las relaciones de intercambio de los productos
sectoriales, es decir, las diferentes metamorfosis (o ventas) que componen la tercera
fase de los capitales mercantiles sectoriales y sus inversas respectivas (o compras):
Sector I: la tercera fase, MP’ –DMP’, de este sector está compuesta por dos
metamorfosis: MPI–DMPI y MPII–DMPII, donde MPi corresponde a los MP
que se destinan a la producción del sector i en el segundo periodo, cuyas me-
tamorfosis inversas corresponden respectivamente a las que se presentan en
las columnas I y II de la figura anterior. La unidad de estas metamorfosis (o
ventas) y sus inversas respectivas (o compras) se presentan como
MPI–DMPI/Dc2I–MPI y MPII–DMPII/Dc2II–MPII.
Sector II: La tercera fase, MC’–DMC’, de este sector está compuesta por cua-
tro metamorfosis:
MCI–DMCI, ∆MCI–∆DMCI, MCII–DMCII y ∆MCII–∆DMCII,
donde MCi representa los MC que son destinados a ser comprados por los
obreros contratados en el sector i al principio del primer periodo, y ∆MCi repre-
senta los MC que son destinados a ser comprados por los capitalistas respecti-
vos en el segundo periodo, cuyas metamorfosis inversas respectivas se presentan
en las columnas denominadas “capitalistas” y “obreros” en la figura anterior. La
unidad de estas metamorfosis (o ventas) y sus inversas respectivas (o compras)
se presentan como:
MCI–DMCI/Dv1I–MC2I, ∆MCI–∆DMCI/∆DI–∆MC2I, MCII–DMCII/Dv1II–
MC2II y ∆MCII–∆DMCII/∆DII–∆MC2II.

179
FIGURA 2
Representación matricial del proceso de circulación Cc.
D2*–M2* +
D2–M2 ∆D2–∆M2 Dv1–M2
Sector Tercera fase I II Capitalistas Obreros
I MP’–DMP’ Dc2I–MPI Dc2II–MPII
M1’–D1’
∆DI–∆MC2I Dv1I–MC2I
II MC’–DMC’
∆DII–∆MC2II Dv1II–MC2II
T FT–(DFT) (Dv2I)–FTI (Dv2II)–FTII

180
DINERO Y CAPITAL EN GENERAL

En segundo lugar presentamos, con base en lo anterior, las diferentes fun-


ciones del dinero que surgen en las diferentes relaciones de intercambio secto-
riales que conforman el proceso de circulación en su conjunto:
Las funciones del dinero en las relaciones de intercambio de los MP del
sector I:
En MPI–DMPI/Dc2I–MPI, DMPI no sólo expresa la realización de la parte
del capital mercantil en forma dineraria correspondiente a MPI, sino además
la reposición del valor del capital constante que se adelantó en forma dineraria
(Dc1I) en la primera fase del ciclo del capital-dinerario del sector I en el primer
periodo. Y, simultáneamente, Dc2I representa el valor del capital constante que
se adelanta en forma dineraria en la compra de los MPI requeridos por el mismo
sector I para la producción en el segundo periodo, donde éste funciona como
medio de compra. Éste es un intercambio intrasectorial en el que el dinero en su
función de medio de circulación (o medio de compra), expresa realización de
capital y, simultáneamente, adelanto de capital.
En MPII–DMPII/Dc2II–MPII, DMPII representa, en cuanto la realización de
la parte del capital mercantil en forma dineraria correspondiente a MPII, la rea-
lización de la forma dineraria del valor agregado generado en la producción por el
sector I en el primer periodo, compuesto por el valor del capital variable que se
adelantó en la forma de medio de pago (Dv1I) en la primera fase del ciclo del capi-
tal-dinerario de este sector, más el plusvalor (∆DI). Y, simultáneamente, Dc2II
representa el valor del capital constante que se adelanta en forma dineraria en la
compra de los MPII requeridos por el sector II para la producción en el segundo
periodo, donde este dinero funciona de medio de compra. Éste es un intercam-
bio intersectorial en el que el dinero funciona de medio de circulación (o medio de
compra) en la realización de capital y, simultáneamente, como adelanto de capital.
Las funciones del dinero en las relaciones de intercambio de los MC del
sector II:
En MCI–DMCI/Dv1I–MC2I, DMCI representa no sólo la realización de la
parte del capital mercantil en forma dineraria correspondiente a MCI, sino ade-
más la reposición de una parte del valor del capital constante que se adelantó en for-
ma dineraria (DcII) en la primera fase del ciclo del capital-dinerario del sector
II en el primer periodo. Y, simultáneamente, Dv1I representa el valor del capital
variable que se adelantó en la forma de medio de pago en la compra de las FT en
la primera fase del ciclo del capital-dinerario del sector I en el primer periodo

181
DINERO Y CAPITAL HACIA UNA RECONSTRUCIÓN DE LA TEORÍA...

y que, al realizarse al final de este periodo, se presenta como dinero en la forma


de rédito o ingreso salarial de los obreros de este sector, el cual es gastado como
medio de compra en la compra, al sector II, de los MC2I necesarios para su repro-
ducción en el segundo periodo. Éste es un intercambio intersectorial en el que el
dinero en su función de medio de circulación (o medio de compra) representa
la realización de capital y, simultáneamente, el gasto dinerario de rédito o ingreso.
En ∆MCI–∆DMCI/∆DI–∆MC2I, ∆DMCI representa, además de la realización
de la parte del capital mercantil en forma dineraria correspondiente a ∆MCI,
la parte que completa la reposición del valor del capital constante que se adelantó en
forma dineraria (Dc1II) en la primera fase del ciclo del capital-dinerario del sec-
tor II en el primer periodo. Y, simultáneamente, ∆DI expresa la forma dineraria
del plusvalor que se extrajo a los obreros del sector I en el primer periodo, el cual
se presenta como dinero bajo la forma de rédito o ingreso de los capitalistas de este
mismo sector, el cual es gastado como medio de compra en la compra, al sector II,
de los ∆MC2I necesarios para su reproducción en el segundo periodo. Éste es
un intercambio intersectorial en el que el dinero funciona como medio de cir-
culación (o medio de compra) en la realización de capital y, simultáneamente,
como gasto dinerario de rédito o ingreso.
En MCII–DMCII/Dv1II–MC2II, DMCII expresa la realización de la parte del
capital mercantil en forma dineraria correspondiente a MCII, el cual, como par-
te de la forma dineraria del valor agregado generado por el sector II, equivale la
realización del valor del capital variable que se adelantó en la forma de medio de
pago (Dv1II) en la compra de las FT requeridas por este sector en su primera
fase del ciclo del capital-dinerario del primer periodo. Como, por supuesto,
sólo al final del primer periodo se paga a las FT, Dv1II se presenta, al principio
del segundo periodo, como dinero bajo la forma de rédito o ingreso salarial de
los obreros de este mismo sector, el cual se gasta como medio de compra en la
compra, al mismo sector, de los MC2I necesarios para su reproducción en el
segundo periodo. Éste es un intercambio intrasectorial en el que el dinero fun-
ciona de medio de circulación (o medio de compra) en la realización de capital
y, simultáneamente, como gasto dinerario de rédito o ingreso.
En ∆MCII–∆DMCII/∆DII–∆MC2II, ∆DMCII representa la realización de la
parte del capital mercantil en forma dineraria correspondiente a ∆MCII, que,
como tal, expresa además la realización en forma dineraria del plusvalor que se
extrajo a los obreros del sector II en el primer periodo. Y, simultáneamente,

182
DINERO Y CAPITAL EN GENERAL

∆DII representa el dinero que bajo la forma de rédito o ingreso obtienen los ca-
pitalistas del sector II, el cual es gastado como medio de compra en la compra, al
mismo sector, de los ∆MCII necesarios para su reproducción en el segundo
periodo. Éste es un intercambio intrasectorial en el que el dinero en su función
de medio de circulación (o medio de compra) es la expresión de realización de
capital y, simultáneamente, de gasto dinerario de rédito o ingreso.
Por último, presentamos las relaciones de intercambio que corresponden a
las ventas/compras de las FT requeridas sectorialmente para la producción en
el segundo periodo. La relación que corresponde al sector I es: FTI–(DFTI)/
(Dv2I)–FTI, y la que corresponde al sector II: FTII–(DFTII)/(Dv2II)–FTII.
En las relaciones anteriores (DFTI) y (DFTII) son la expresión de los precios
o salarios de las FT que, en términos ideales de dinero de cuenta, quedarán fija-
dos en el contrato de compra respectivo en cada sector para el segundo perio-
do. A su vez (Dv2I) y (Dv2II) representan, respectivamente, el valor del capital
variable que se adelanta en forma dineraria en la compra de las FT en cada sector
(FTI) y (FTII), para el segundo periodo, el cual equivale a la masa salarial esta-
blecida en los contratos de compra respectivos. Por el hecho de que las fuerzas
de trabajo sólo se pagan después de que han funcionado, estas sumas de dinero
que representan los salarios respectivos no sólo asumen la función de medio de
pago, sino además como medios ideales de compra al permitir que las fuerzas de
trabajo pasen a manos de los capitalistas de cada sector para ser consumidas
en la producción. La realización de estos medios de pago como dinero que
asume la forma de rédito o ingreso salarial de los obreros sólo ocurrirá al final del
segundo periodo.
Para terminar, permítasenos sintetizar algunas de las relaciones anteriores y
explicitar algunas relaciones implícitas en ellas:
a) En una misma relación de intercambio, una misma suma de dinero que
funciona como medio de circulación (o medio de compra) o como medio de
pago puede ser, por un lado, la expresión de dos formas dinerarias de capital, por
ejemplo, en la realización de capital y, simultáneamente, como adelanto de capital,
para un mismo sector o para diferentes sectores, o como dos formas dinerarias
de ingreso/gasto, por ejemplo, como forma dineraria del ingreso de los obreros y,
simultáneamente, como gasto de rédito de los mismos, y, por otro lado, como dos
diferentes expresiones, de forma dineraria de capital y, simultáneamente, como forma

183
DINERO Y CAPITAL HACIA UNA RECONSTRUCIÓN DE LA TEORÍA...

dineraria de rédito, por ejemplo, en la realización de capital y, simultáneamente,


como gasto de rédito de los obreros o de los capitalistas.
b) Si se considera que una parte del capital mercantil M’ en forma de MP
puede reingresar inmediatamente al mismo proceso de producción que los pro-
duce, la forma dineraria del valor de esta parte de M’ no se convierte en dinero
o en signo dinerario, sino que sólo recibe expresión autónoma como dinero de
cuenta que como tal no entra al proceso de circulación.
c) Bajo la reproducción simple, en la circulación de la forma dineraria del
plusvalor ∆M1–∆D1/∆D2–∆M2, ∆D1 sólo entra en la circulación del capital
mientras ∆M1 es parte de M1’, es decir del capital en su forma funcional de
capital mercantil, pero tan pronto se vuelve expresión autónoma como rédito de
los capitalistas, ∆D2, éste no ingresa en el movimiento del capital adelantado
del periodo siguiente aunque surja del mismo, sino que se gasta.
d) Si se considera la velocidad del dinero circulante en el movimiento global
de reproducción del capital, una misma pieza dineraria (sea como dinero o signo
dinerario) puede funcionar como forma dineraria de capital y, alternativamente,
como dinero en cuanto forma dineraria de ingreso o de rédito.
e) Debido a diferentes causas, sean por ejemplo, porque las compras o pagos
de las mercancías son dispersos, que tienen lugar en fechas diferentes, o la eje-
cución de M–D y D–M no coinciden en el tiempo o debido a perturbaciones
u obstáculos que surgen del movimiento cíclico del capital, etcétera, determi-
nadas sumas de dinero se sustraen temporalmente de la circulación y asumen la
forma tesáurica. En algunos casos, estas sumas existen bajo la forma de acopios
en dinero para ser gastados posteriormente en el consumo individual, pero en
otros se presentan bajo la forma de capital dinerario de reserva que, como tales,
constituyen fondos de compra o de pago que ingresarán posteriormente al ciclo
de capital, e incluso, si se considera la acumulación de capital, como capital
dinerario en barbecho, latente.
A partir de lo anterior podemos llegar a la conclusión de que, en el proceso
de circulación y reproducción del capital se entremezclan dos circuitos: el cir-
cuito del capital, donde el dinero funciona como capital, y el circuito de ingreso,
donde el dinero funciona como dinero.

184
DINERO Y CAPITAL EN GENERAL

La posición del capital en general por mediación de la competencia19


La presentación del capital en general termina en las tres primeras secciones
del tomo III de El capital. Después de presentar, en la primera sección, el mo-
mento en que el capital en general se refleja a sí mismo en la apariencia, es
decir, en la superficie de los fenómenos, donde su medida esencial de realiza-
ción, es decir, su tasa de valorización (tal como fue expuesta en los momentos
precedentes), se actualiza en la tasa general de ganancia del capital y por ende el
plusvalor como “specie capitalis” deviene ganancia (o beneficio),20 en la segunda
sección, Marx se enfoca en el momento en que el capital en cuanto muchos
capitales productivos sectoriales (o industriales) se ponen como capitales so-
cialmente existentes por mediación de la acción recíproca de los mismos entre
sí, es decir, de la competencia.21

19
Para un tratamiento más completo de este momento, véase Robles (2011).
20
“El capital, partiendo de sí mismo como del sujeto activo, del sujeto del proceso […],
se comporta consigo mismo como valor que se aumenta a sí mismo, esto es, se comporta con la
plusvalía como puesta y fundada por él; se vincula como fuente de producción consigo mismo
en cuanto producto; como valor productivo, consigo mismo en cuanto valor producido. Por
ello el valor recién producido ya no lo mide por su medida real, la proporción entre el plus-
trabajo y el trabajo necesario, sino que lo mide por sí mismo, por el capital, como supuesto de
ese valor. Un capital de un valor determinado produce en un lapso determinado una plusvalía
determinada. La plusvalía medida así por el valor del capital presupuesto –y puesto así el
capital como valor que se valoriza a sí mismo– es el beneficio; bajo este specie –no aeterni sino ca-
pitalis– la plusvalía es beneficio, y el capital en sí mismo como capital, como valor que produce
y reproduce, se diferencia de sí mismo como beneficio, valor recién producido. El producto
del capital es el beneficio. Por consiguiente la magnitud de la plusvalía es medida por la magnitud
de valor del capital, y la tasa del beneficio está por lo tanto determinada por la proporción entre
su valor y el valor del capital” (G.2: 278).
21
“Por definición la competencia no es otra cosa que la naturaleza interna del capital, su de-
terminación esencial, que se presenta y realiza como acción recíproca de los diversos capitales
entre sí; la tendencia interna como necesidad exterior. (El capital existe y sólo puede existir como
muchos capitales; por consiguiente su autodeterminación se presenta como acción recíproca de
los mismos entre sí)” (G.1: 366, énfasis agregado).

185
DINERO Y CAPITAL HACIA UNA RECONSTRUCIÓN DE LA TEORÍA...

La competencia entre los capitales productivos sectoriales opera a dos ni-


veles simultáneos de abstracción: al nivel de la realidad esencial y al nivel de la
realidad aparencial o concreta de los fenómenos del capital.
A nivel de la realidad esencial, la competencia opera como un movimiento
de los diversos capitales productivos sectoriales por medio del cual se ponen y
se determinan recíprocamente como capitales esencialmente idénticos entre sí, es
decir, como valores socialmente existentes que se valorizan a sí mismos. Esta posi-
ción cualitativa se manifiesta por una misma relación cuantitativa: la tasa uniforme
de ganancia, que no es otra cosa que la actualización de la medida de realización
de los mismos.22 Con base en esta medida, las formas dinerarias de las mercan-
cías que, como formas de existencia del capital, producen los diferentes capi-
tales productivos se actualizan adquiriendo la forma de precios de producción.23
Esta actualización que resulta de la competencia a nivel esencial implica, así,
que sean las formas dinerarias de los precios de producción de las mercancía las que
ponen y determinan, cualitativa y cuantitativamente, sus valores sociales definitivos
y, en consecuencia, que las cantidades de tiempo de trabajo objetivado que ellos
representan sean puestas como cantidades definitivas de tiempo de trabajo abstracto
socialmente medido.24
A nivel de la realidad aparencial, la competencia opera como un movimiento
de los capitales productivos sectoriales en que, con base en sus diferencias con-
cretas en términos de sus condiciones de producción y circulación, se oponen y
rivalizan entre sí a fin de obtener su mayor valorización. Éste es, así, un proceso
por el cual permanentemente la oferta y la demanda hacen oscilar los precios de
mercado de las mercancías y las tasas de ganancia de mercado sectoriales alrededor,
respectivamente, de los precios de producción y de la tasa uniforme de ganancia.

La relación cuantitativa que manifiesta la posición cualitativa del capital productivo como
22

un todo se refiere a su medida específica de realización: la tasa general de ganancia del capital
productivo como un todo.
23
La formación de tasa uniforme de ganancia ni la formación de los precios de producción
son resultado de la distribución del plusvalor en el largo plazo.
24
Esta inversión en las determinaciones que resulta de la competencia es señalada por
Marx en el siguiente pasaje de los Grundrisse: “En suma, aquí [, en la competencia], todas las
determinaciones se presentan a la inversa de lo que ocurría con el capital en general. Allí, el pre-
cio determinado por el trabajo; aquí, el trabajo determinado por el precio, etcétera.” (G.2: 175).

186
DINERO Y CAPITAL EN GENERAL

Como desviaciones de sus precios de producción, los precios de mercado de las


mercancías representan determinadas cantidades de valor social, es decir, deter-
minadas cantidades de tiempo de trabajo socialmente necesario, que pueden ser
mayores, menores o iguales que aquellas que expresan sus precios de producción.
Después de la presentación del capital en general, Marx expone, en el resto
del tomo III de El capital, el desenvolvimiento de las formas funcionales par-
ticulares contenidas en el proceso de circulación del capital en general en las
diferentes formas o configuraciones particulares de existencia del capital que se
vuelven autónomas y se desarrollan unilateralmente en su proceso de circula-
ción, a saber, las formas de capital comercial (que incluye los capitales dedicados
al tráfico de mercancías y al trafico de dinero) y de capital que devenga interés
(que comprende las formas de capital bancario, de capital accionario y de capital
ficticio que surgen de éste) en los cuales las funciones y formas que cumplen
en su existencia dineraria van adquiriendo progresivamente un mayor nivel de
concretización y mistificación, al grado en que, como dice Marx, con “el capital
que devenga interés, la relación de capital alcanza su forma más enajenada y
fetichista” al manifestarse “como relación de una cosa, del dinero consigo mis-
mo” (K.III.7: 499-500), es decir, como si el dinero por sí mismo generará más
dinero, como un valor que se valoriza a sí mismo independiente del proceso que
realmente lo crea. El análisis del contenido específico de las funciones dinera-
rias que las convierte en funciones de estas formas autonomizadas de capital
tendrá que ser objeto de otro trabajo.

Bibliografía
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valor y precio en la conceptualización del capital de Marx: Una recons-
trucción”, en Economía: teoría y práctica, núm. 41, México, Universidad
Autónoma Metropolitana (UAM).
Fausto, R. (1997), Dialética marxista, dialética hegeliana: A produção capitalista
como circulação simples, San Paulo, Paz e Terre.
Inwood, M. (1993), A Hegel Dictionary, Oxford, Blackwell.
Robles Baez, M. L. (1999), “La influencia del método ‘lógico-histórico’ de
Engels en las interpretaciones sobre el objeto de la sección primera del tomo

187
DINERO Y CAPITAL HACIA UNA RECONSTRUCIÓN DE LA TEORÍA...

I de El capital de Marx: crítica y propuesta”, en Economía: teoría y práctica,


núm. 11, pp. 99-123.
(2005), “La dialéctica de la forma del valor o la Génesis lógica del
dinero”, en M. L. Robles Báez (ed.), Dialéctica y capital. Elementos para una
reconstrucción de la crítica de la economía política, UAM-Xochimilco, México.
(2011), Marx: lógica y capital. La dialéctica de la tasa de ganancia y la
forma-precio, UAM-Xochimilco, México.
(2014), “Dialectics of Labour and Value-Form in Marx’s Capital: A
reconstruction”, en F. Moseley y T. Smith (eds.), Marx’s Capital and Hegl’s
Logic. A Reexamination, Leiden / Boston, Brill.

188
Los aspectos monetarios del proceso capitalista en el sistema marxista
Una investigación desde el punto de vista de la teoría
del circuito monetario

Riccardo Bellofiore

Introducción
La crítica de la economía política de Karl Marx es un caso único en la historia
del pensamiento económico. Pero hablar de los “aspectos” monetarios del sis-
tema marxista no es ni siquiera suficiente, porque lo que él ofrece es una pers-
pectiva de la economía capitalista como un todo donde la producción, la circulación
y la distribución son afectados profundamente por el dinero y lo financiero, de
tal manera que cualquier dicotomía entre lo “real” y lo “monetario” es fútil. De
hecho, si hay un autor para quien es apropiada la etiqueta de teoría monetaria de
la producción, éste es Marx.
Sin embargo, las peculiaridades de Karl Marx no provienen sólo de su
análisis del proceso capitalista como una secuencia monetaria de fases sucesivas
y entrelazadas. El mismo punto estuvo en el corazón de Interest and Prices de
Wicksell (1898), de la Teoría del desarrollo económico de Schumpeter (1911),
y del Tratado de la moneda de Keynes (1930). Estos autores (véase Bellofiore
1992, 2004b) enfatizan cómo la financiación bancaria a la producción hizo de la
instabilidad dinámica o estructural la norma permitiendo el comportamiento in-
novador y la competencia intra-capitalista y que la clase capitalista determine la
distribución real del ingreso y de los recursos productivos independientemente
de la aparente soberanía del consumidor. La originalidad de Marx dentro de esta
corriente heterodoxa de la teoría macromonetaria descansa en el hecho de que
su enfoque estaba incorporado en su teoría del valor y plusvalor basada en el trabajo
abstracto como una teoría de la explotación.

[189]
DINERO Y CAPITAL HACIA UNA RECONSTRUCIÓN DE LA TEORÍA...

Con pocas excepciones, el interés en el tratamiento del ciclo del capital dine-
rario en Marx es un fenómeno relativamente reciente. Uno de los primeros de
estos intentos, que se remonta a finales de la década de los setenta y principios
de los ochenta puede ser la relectura de Marx de la teoría del circuito monetario
(TCM. Un estudio detallado se puede encontrar en Graziani, 2003). En este
capítulo se presenta una breve revisión de la teoría del valor trabajo monetario
y se intenta demostrar que la TCM ayuda a proponer una reformulación que
supera algunos de los rasgos problemáticos de Marx.

El ciclo del capital dinero y la teoría del circuito monetario


En la TCM el proceso capitalista es representado como una secuencia “macro” y
“monetaria” de fases sucesivas concatenadas establecidas en un intervalo de tiempo
discreto en lugar de intercambios simultáneos atemporales. Se asume una es-
tructura triangular de agentes: el sistema bancario, el sector de las firmas como
un todo, y la totalidad de los asalariados. El proceso capitalista se inicia con los
adelantos que hacen los bancos a las firmas. Éstas pueden usar entonces este
poder de compra para hacer pagos monetarios por insumos que serán usados
en el proceso de producción con vistas a vender los productos en el mercado
de mercancías. Desde la perspectiva macroeconómica, todas las firmas, tomadas
en conjunto, necesitan dinero únicamente para comprar la fuerza de trabajo de
los trabajadores, lo que les da derecho a poner en práctica sus decisiones de
producción.
El modelo más simple del circuito supone una economía cerrada sin un sector
gubernamental; el banco central es parte del sistema bancario. Hay tres fases del
circuito monetario: en la fase inicial el dinero es creado y entra en la economía
cuando el sistema bancario suministra al sector de las firmas la financiación
inicial requerida para comenzar la producción. Las firmas en su conjunto nece-
sitan el dinero para comprar fuerza de trabajo si deben poner en marcha el pro-
ceso productivo. El comando sobre el flujo del dinero crediticio proporciona a
los empresarios (junto con los bancos) el poder de controlar el proceso de asig-
nación de los recursos productivos, la producción inmediata y la distribución
del ingreso y la tasa de acumulación. La negociación en el mercado de trabajo
establece el nivel de la nómina salarial dineraria y del empleo, y es influenciada

190
LOS ASPECTOS MONETARIOS DEL PROCESO CAPITALSTA...

a su vez por las negociaciones entre los bancos y las firmas en el mercado dine-
rario sobre el monto y el “precio” de financiación.
En la fase intermedia, las firmas pueden usar este poder de comando sobre
los recursos productivos conferido por su dinero para actualizar sus planes de
producción. El nivel o la estructura del empleo y el tamaño y la composición del pro-
ducto son afectados por las decisiones de los empresarios. Estas opciones son
conducidas por previsiones sobre la demanda efectiva y pueden ceder el paso
a una situación de desempleo involuntario. Si no se considera la posibilidad de
la lucha de los trabajadores dentro del proceso de trabajo, estas expectativas
son realizadas completamente. Sólo dos tipos de mercancías son producidas
–bienes de consumo y bienes de inversión– de acuerdo a cómo es asignada la
mano de obra.
Después de la producción, en la fase final, los trabajadores deciden libre-
mente cómo dividir su ingreso monetario entre consumo y ahorro. La clase de
los trabajadores sólo puede comprar las mercancías disponibles para ellos pro-
ducidas por las firmas a través de sus elecciones separadas e independientes.
Si la propensión a consumir de los trabajadores es igual a la unidad las firmas
recuperan toda la nómina salarial monetaria sólo del mercado de mercancías y
pagan sus deudas a los bancos. Si la propensión a consumir de los trabajadores
es menor que la unidad las firmas pueden recuperar la liquidez no gastada en
bienes de consumo con la venta de nuevos títulos en el mercado financiero.
Así, las firmas obtienen la financiación final de ambos mercados, del mercado
de bienes de consumo y del mercado bursátil. El circuito monetario se cierra
entonces con el reflujo de la financiación inicial a los bancos y, de este modo,
con la destrucción del dinero originalmente creado. Pero si alguno de los flujos
del ahorro monetario es retenido como balances líquidos –esto es, si hay “pér-
didas” del circuito y los balances líquidos son retenidos como reserva de valor–
las firmas no recuperarán todo el dinero que ellas adelantaron a los trabajadores
y el circuito no se cerrará. El agregado neto del dinero en existencia (stock)
simplemente refleja la deuda de las empresas aún no reembolsada a los bancos.
Debido a esto, en el siguiente periodo los bancos pueden negarse a satisfacer la
demanda de financiación de las firmas, lo que conduce a una crisis.
La TCM se construye alrededor de la idea de que las firmas tienen un acceso
privilegiado al crédito bancario; esto es, las firmas son capaces de obtener el po-
der de compra de los bancos sin verse limitadas por el nivel previo del ingreso

191
DINERO Y CAPITAL HACIA UNA RECONSTRUCIÓN DE LA TEORÍA...

real o por la propiedad previa de la riqueza real.1 Lo que importa es la cualidad


del proyecto y/o la innovación para la que se solicita el crédito bancario. Los
bancos evalúan los planes individuales de producción y suministran el crédito
cuando el reembolso y la obtención de intereses parecen seguros. En esta pers-
pectiva, la financiación, como el poder adquisitivo inicial, es lo que determina la
estructura real de la economía y la acumulación de capital. Aquellos que tienen un
“comando” privilegiado sobre el dinero demandan recursos reales, mientras
que quienes poseen sólo la fuerza de trabajo tienen derecho únicamente a un
ingreso monetario. El ahorro, siendo la parte del ingreso que emerge después
de la producción financiado por los bancos, no puede ser una precondición de
la acumulación de capital. Es por esto que las firmas en su conjunto fijan la par-
ticipación del producto real que los trabajadores adquieren en el “mercado de
bienes” por medio del gasto de su salario monetario (un punto que fue explíci-
tamente retomado posteriormente por Keynes en su Tratado de la moneda y por
Joan Robinson en su Acumulación de capital). La soberanía de los productores, en
lugar de las preferencias inter-temporales individuales de los hogares, dominan
el proceso capitalista. El dinero es estrictamente endógeno y nunca neutral.

La creación y circulación del dinero: una perspectiva wickseliana


En oposición a la visión de Menger, que remonta el origen del dinero a una
mercancía, la TCM afirma que el dinero es un signo sin ningún valor intrínseco.
En un modelo de crédito puro como el descrito por Wicksell en Interest and
Prices, el dinero consiste en depósitos bancarios a las firmas cuando los bancos
les otorgan préstamos. Se trata de un instrumento de crédito en una transacción
triangular en la que los pagos entre el pagador y el beneficiario se establecen
mediante promesas de pago de un tercer agente, hoy en día el banco.
Las decisiones acerca de los préstamos son el punto de partida lógico de los
depósitos. La actividad bancaria no se piensa como una mera intermediación

El crédito bancario al consumo es reconocido por la TCM como un hecho empírico pero
1

es interpretado como un camino indirecto para la financiación a las firmas. Véase Graziani
(2003: 21)

192
LOS ASPECTOS MONETARIOS DEL PROCESO CAPITALSTA...

entre ahorradores e inversores sino como creación de dinero ex novo sin la previa
recolección de depósitos. Consecuentemente, la TCM rechaza la interpretación
dominante de la oferta monetaria como un múltiplo de la base monetaria, como
también de la tesis de una precedencia lógica de los depósitos sobre los présta-
mos. Incluso fuera de una “economía de crédito puro”, el dinero sigue siendo
nada más que una deuda regulada por los bancos en un sistema de contabilidad
social en el que las demandas de los recursos reales se distribuyen diferencial-
mente. En un sistema monetario mixto, los depósitos bancarios y las obligaciones
del banco central (reservas y pagarés pendientes) son consecuencia de los prés-
tamos privados de los bancos y/o los adelantos del banco central a los bancos
comerciales o a los gobiernos.2 Los préstamos originan los depósitos y el siste-
ma bancario no enfrenta ninguna restricción en la creación monetaria aparte de los
límites establecidos de forma endógena por las interacciones reales de los agentes en
el sistema económico o las intervenciones institucionales en el sistema monetario.
La creación de dinero en una verdadera economía monetaria, sin un Estado
“activo” que persigue un déficit o un superávit, puede ser descrito con más
detalle con la ayuda del marco wickselliano. En el caso más simple de un banco
único en una comunidad aislada, se supone que los pagos se hacen sólo a través
de transferencias contables o por medio de la emisión de pagarés en una eco-
nomía de crédito puro. Sin fugas en la circulación, el banco único nunca puede
encontrarse en problemas. No necesita mantener reservas. Lo mismo ocurre
si múltiples bancos comerciales se expanden en forma concertada, porque ningún
banco individual tiene que enfrentarse a un balance negativo en la cámara de
compensación bancaria. Las cosas cambian si consideramos bancos múltiples
que no expanden los préstamos en sincronía; el banco que se expande más rá-
pido que los demás experimenta salidas más altas que las entradas y tiene que
encontrar la manera de hacer frente a sus deudas. En este caso, o hay algún
banco de bancos que emite un medio de intercambio final universalmente acepta-
do, u otra vez se tiene que enfrentar el problema en un sistema descentralizado
de cómo se cancelan los pagos finalmente. La liquidación final podría lograrse
a través de pagos directos de los dos contratantes (two party) en mercancías,

2
La única excepción es el pago hecho por el Estado a través de dinero de curso legal emi-
tido por la Tesorería, lo que para la TCM es un signo de su privilegio de monedaje.

193
DINERO Y CAPITAL HACIA UNA RECONSTRUCIÓN DE LA TEORÍA...

incluido el “dinero como una mercancía” (por ejemplo, el oro), pero podría
también lograrse a través de créditos recíprocos entre bancos. En un acuerdo
internacional no regulado tenemos zonas monetarias nacionales junto con un
sistema mundial de trueque o de mero crédito (bilateral).
Consideramos el caso de una economía abierta con una estructura piramidal
de signos monetarios “mixtos”. En el ápice, hay un banco monopolista emisor
de billetes que normalmente tiene al Estado detrás de sus privilegios y cuyos
clientes son principalmente nacionales. En la base hay bancos comerciales com-
pitiendo cuyos pasivos circulan entre una clientela que cubre sólo una parte del
mercado de depósitos. Aquí tenemos una relación jerárquica entre dos tipos
de dinero. Los bancos comerciales se ven obligados a realizar pagos a través
del dinero proporcionado solamente por el banco central y que se supone es de
curso legal. Ellos sostendrán los activos del banco central para estar preparados
para amortizar sus pasivos; por lo tanto, mantendrán una reserva para obtener
refinanciación si es necesario. El banco central, a su vez, pueden ser requerido
a liquidar las compras extranjeras no compensadas que lo inducirán a mante-
ner una reserva de alguna mercancía como último recurso para cancelar sus
deudas (a menos que los bancos centrales estén dispuestos a concederse crédito
ilimitado entre sí). En esta situación, las conclusiones alcanzadas por el banco
único y por los bancos que se expanden al mismo ritmo en una economía cerra-
da ya no aplican. Tanto los bancos comerciales como los bancos centrales están
obligados a mantener reservas en moneda de curso legal y en “dinero como
mercancía” respectivamente.
Diferentes conclusiones se desprenden en el caso de una economía cerrada
con múltiples monedas, lo que equivale a la ficción de la economía global con
un “banco de bancos centrales” mundial. La cantidad total de créditos con-
cedidos por los bancos comerciales todavía depende de la cantidad de dinero
de alto poder elegido por el banco central, pero en este caso no hay ninguna
necesidad de que el banco central aparte reservas en “dinero como mercancía”.
Suponiendo que los bancos comerciales no actúan en forma concertada, ellos
necesitan mantener reservas, pero en una economía cerrada el banco central
no lo necesita y puede expandir sus pasivos a voluntad. De hecho estamos de
regreso al caso de un “solo” y “único” banco.
Este cuadro puede ser fácilmente adaptado al caso de la economía global
con una estructura de tres niveles bancarios. Permitiendo la convertibilidad de

194
LOS ASPECTOS MONETARIOS DEL PROCESO CAPITALSTA...

los pasivos de los bancos comerciales en alguna moneda metálica dentro de


las fronteras nacionales, o por un drenaje externo de “dinero como mercancía”,
la proporción de reservas de los bancos comerciales o de los bancos centra-
les nacionales en una economía abierta tenderá a subir. Esto no amenaza la
independencia lógica del sistema bancario del “dinero como mercancía”. No
hay ninguna necesidad interna de la convertibilidad de la moneda de curso legal
en una economía cerrada o en la economía global con un (verdadero) banco
mundial. Es una restricción institucional. Debe recordarse también que incluso
en un sistema mundial no regulado la conversión de los pasivos de los bancos
en mercancías es sólo uno de los medios por el cual puede superarse una com-
pensación imperfecta de las relaciones deuda-crédito en la cámara de compen-
saciones ya que los bancos comerciales o centrales pueden darse mutuamente
suficiente crédito para resolver la dificultad.

Marx: dinero y producción


La TCM considera a Marx como uno de sus precursores debido a la forma en
que representa el proceso capitalista condensado en su “ciclo de capital-dinera-
rio” al principio del tomo II de El capital. La idea del proceso de valorización
como “dinero engendrando dinero” es crucial desde el tomo I donde se intro-
duce la “fórmula general del capital” . Esta fórmula se desarrolla en el tomo
III, con la investigación del capital que devenga interés, el crédito y el capital
ficticio. Sin embargo, en el tomo I no se explican en detalle los aspectos mo-
netarios y financieros del proceso, con una clara separación entre firmas y bancos.
El enfoque del circuito monetario considera esta separación como un rasgo
definitorio de las relaciones sociales capitalistas que no puede abstraerse por cuanto
que es evidente que en el intercambio capitalista generalizado al principio de
El capital los productores de mercancías no tienen nada que ver con una “so-
ciedad mercantil simple”, y no son más que empresas capitalistas. Su producción
necesita un financiamiento a priori. Las firmas producen mercancías pero no
producen dinero. Los bancos crean el dinero pero no producen mercancías;
de aquí que los capitalistas “productivos” tengan que recurrir a los capitalistas
“dinerarios”. Este punto está oscurecido –o, si se quiere, está implícito en– la
exposición de Marx.

195
DINERO Y CAPITAL HACIA UNA RECONSTRUCIÓN DE LA TEORÍA...

En el tomo I, el capitalismo como intercambio mercantil generalizado se pre-


senta como una economía esencialmente monetaria por lo que es imposible tener
cualquier dicotomía entre el análisis del valor y la teoría del dinero. El valor
encuentra su forma necesaria de manifestación en el dinero como equivalente uni-
versal el cual está ligado primeramente al dinero como una mercancía. Tenemos
entonces que investigar por qué el “dinero como una mercancía” parece ser nece-
sario en la teoría monetaria del valor de Marx.3 En el intercambio mercantil ge-
neralizado, los productores individuales están disociados y compitiendo entre sí. El
trabajo de estos individuos no sociales es inmediatamente privado y puede devenir
social sólo en el mercado. Esto sucede indirectamente: cada mercancía se muestra
igual a las otras mercancías en cierta proporción cuantitativa, para tener un “va-
lor de cambio”, en la medida en que el “valor” de la mercancía se exprese a través de
dinero como el equivalente universal. El dinero es una mercancía especial con poder
de compra general como resultado de un proceso de selección y exclusión que
es sancionado por el Estado. La igualación de los productos que tiene lugar en
el mercado es al mismo tiempo una igualación de los trabajos que los producen.
Así, el trabajo no es social por adelantado sino sólo en cuanto que su verdadero
producto final es dinero (es decir, la riqueza “genérica” o “abstracta”). Aunque
es sólo a través del dinero que el trabajo privado se convierte en trabajo social,
no es el dinero lo que hace conmensurable a las mercancías: al contrario, las
mercancías tienen valor de cambio porque, incluso antes de su intercambio final
en el mercado de mercancías, ya han adquirido la propiedad ideal de ser uni-
versalmente intercambiables, de tal manera que tienen la “forma de valor”. Esta
propiedad, por decirlo así, “crece” de las mercancías como trabajo “abstracto”
objetivado (es decir, de la sustancia del valor).
Los valores de las mercancías se muestran necesariamente como precios
dinerarios dentro del intercambio. La cantidad de dinero que se obtiene por una
hora de trabajo en un determinado país y en un determinado periodo puede
ser definida como la “expresión monetaria del tiempo de trabajo”; el tiempo de
trabajo socialmente necesario requerido por la producción de una mercancía multipli-
cado por la expresión monetaria del tiempo de trabajo da lo que ha sido llamado su

Las cuestiones planteadas en esta sección y la siguiente se desarrollan mucho más en


3

Bellofiore (2004a).

196
LOS ASPECTOS MONETARIOS DEL PROCESO CAPITALSTA...

precio “simple” o “directo”. Inicialmente, Marx parte del supuesto de que el


valor de cambio relativo entre dos mercancías es la relación de sus precios sim-
ples. En esta perspectiva, siempre es posible ver, a través de la medida externa
y monetaria de la magnitud del valor de cada mercancía, que esta magnitud es
anticipada idealmente por los productores antes del intercambio, que detrás de
éste el valor alcanza así la “medida” inmanente en unidades de tiempo de traba-
jo. Por otro lado, para ser efectivo en la regulación de los precios de mercado,
el valor implica una coincidencia entre la oferta y la demanda individuales. En
ese caso la asignación espontánea de los trabajos privados de los productores
independientes y autónomos se afirma a posteriori en el mercado como una
“división social del trabajo”.
Aquí tenemos dos motivos para una perspectiva anti-ricardiana. Contra Ri-
cardo, para quien el dinero es una mercancía porque es similar a todas las de-
más mercancías, para Marx es una mercancía en cuanto es excluida a y opuesta a
todo el mundo de las mercancías. También lejos de Ricardo es la idea que valor
y precio no pueden ser completamente pensados a partir de un esquema donde se
dan los métodos de producción y el salario real, y donde el dinero está ausente.
Esto no obstante, y dado el nivel de la “demanda ordinaria” (una noción que es
introducida por Marx en el tomo III, Cap. X), el valor que “deviene” en la cir-
culación corresponde exactamente al valor que se coagula como trabajo objetivado
extraído del trabajo vivo en la producción.
A partir de la segunda sección del tomo I el proceso de valorización del
capital se representa como un proceso de dinero engendrando dinero, o como una
secuencia monetaria de fases sucesivas. El valor y el dinero no ponen de mani-
fiesto otra cosa sino trabajo objetivado en el mercado de mercancías. La única
fuente del valor nuevo producido en el periodo es el trabajo vivo de los traba-
jadores asalariados que se extrae en la producción. Ese trabajo en movimiento
es el valor de uso de la fuerza de trabajo comprada por el capital (dinerario)
variable en el mercado de trabajo. Aunque la sociabilidad indirecta del trabajo
que produce mercancías capitalistas es eventualmente sancionado sólo en el
mercado de mercancías “final”, la postura de Marx –como Rubin lo da a en-
tender en los años veintes del siglo pasado– rastrea el origen del valor (nuevo)
en el trabajo (vivo), refiriéndose al “intercambio” no como una fase separada
contrapuesta a la fase de la producción, sino como una forma del mismo proceso
de producción como un todo. La determinación del valor sale de la unidad de con-

197
DINERO Y CAPITAL HACIA UNA RECONSTRUCIÓN DE LA TEORÍA...

tenido y forma. Más precisamente, la forma surge del contenido –a saber, el


trabajo– que ha tomado forma a través de la organización social y la asociación
capitalistas. Por consiguiente, el trabajo vivo como actividad ya está sometido a
un proceso de abstracción dentro del proceso de trabajo capitalista. Junto con
la consideración del dinero como una mercancía, esto permite a Marx definir
la explotación en la producción antes del intercambio final (es decir, después de
que se ha efectuado la compra de la fuerza de trabajo en el mercado de trabajo
y su uso en el proceso laboral). En el tomo I la investigación todavía se centra
en la relación de clase capital-trabajo sin dar plena cuenta de la circulación
mercantil entre capitales que es pospuesta hasta el tomo III.
Sin embargo, si la esencia del dinero no es ser una mercancía,4 puede parecer
que nos hemos quedado con elementos inconexos: un capital dinerario sin nin-
guna referencia a la sustancia del valor en la apertura del ciclo, trabajos concretos
heterogéneos en la producción y recibos dinerarios en el cierre del circuito. No es
claro entonces por qué el dinero como la medida externa del valor necesita estar
ligado al trabajo como “sustancia” y “contenido”. Creo que la TCM ofrece un ca-
mino para salir de estas dificultades exactamente porque aquí el énfasis se hace
más en la naturaleza monetaria de la producción que en la realización monetaria
del producto mercantil. La financiación a la producción ante-valida el gasto del
trabajo vivo en lugar de darle sólo una representación dineraria al trabajo objeti-
vado. El trabajo “que deviene” en el proceso de trabajo puede posteriormente ser
pre-conmensurado dentro de la producción a través de un proceso organizativo
y tecnológico de homogeneización capitalista y finalmente validado en el intercambio
final a través de su metamorfosis en dinero como equivalente general. Esto im-
pone sobre el trabajo las propiedades cuantitativas y cualitativas de ser trabajo
abstracto gastado en la medida socialmente necesaria en la relación dual que
acontece en la interacción entre el mercado de trabajo y la producción directa. Si se
confirman las expectativas a corto plazo de las empresas respecto a sus salidas,
este valor ideal o latente entra en la circulación de mercancías sin cambio en su
magnitud. Pero esto debe ser leído no como la igualdad de la demanda y la ofer-

Esto no significa negar las fases históricas en que el dinero era en un principio una mer-
4

cancía; más bien significa que la esencia de un fenómeno social no se revela por su primera
aparición histórica sino sólo cuando está completamente desarrollado.

198
LOS ASPECTOS MONETARIOS DEL PROCESO CAPITALSTA...

ta, como en la ley de Say, sino como la demanda que impulsa a la oferta, como el
principio de la demanda efectiva.
Desde este punto de vista, el vínculo necesario entre el valor (nuevo) y el
(ingreso) dinero, que ha sido subrayada por la mayoría de las nuevas interpre-
taciones contemporáneas de Marx, tiene que basarse en la necesidad del capital
de extraer trabajo vivo de su “otro interno”, una clase trabajadora potencialmente
resistente, para valorizarse a sí mismo. Ésta es la razón última de por qué la to-
talidad del trabajo directo gastado en el periodo es la fuente exclusiva de nuevo
valor monetario, el argumento original al principio de El capital de rastrear el
origen del valor en el trabajo es más bien inconcluso, o en el mejor de los casos,
una mera presuposición que debe ser demostrada.

Marx: la distribución clasista y el valor del dinero


Una visión definitiva de la distribución del ingreso surge de esta perspectiva
teórica. Hay suficiente evidencia textual de que Marx tomó el nivel de sub-
sistencia del salario como el dato conocido en el tomo I al postular al capital
variable como adelantado en dinero. Allí definió el “trabajo necesario” como el
trabajo requerido para producir los medios de subsistencia. En varios lugares, la
distribución “macro” del ingreso entre el capital y el trabajo es vista como re-
sultado de la lucha de clases que determina tanto la magnitud del trabajo vivo
extraído de todos los trabajadores como la del trabajo necesario solidificado en
los bienes salario que se destinan a la clase trabajadora. Con las decisiones de
las empresas sobre el nivel y la asignación del empleo que son confirmadas por
el mercado, estas dos magnitudes permanecen sin cambio a lo largo de casi to-
dos los tres tomos. Sin embargo, con la transformación de los “precios simples”
a los “precios de producción”, el “trabajo pagado” representado en los precios de
los bienes salarios generalmente diverge del “trabajo necesario” incorporado en
esos bienes salario.
Nótese que el supuesto de que el salario real esté fijado al nivel de subsisten-
cia no es requerido en ninguna forma por la TCM; por el contrario. Dado que
la nómina salarial es anticipada en dinero, el salario real puede no corresponder
al nivel de subsistencia. Para la TCM, el valor del dinero es primero que nada
el poder de compra del dinero y debe ser analizado en términos de lo que el di-

199
DINERO Y CAPITAL HACIA UNA RECONSTRUCIÓN DE LA TEORÍA...

nero puede “comandar”. En la apertura de circuito “macro” sabemos que esto


sólo puede ser válido para la fuerza de trabajo: a saber, los trabajadores como
portadores de la capacidad de trabajar y por lo tanto de trabajo vivo potencial.
El “valor” del dinero como financiamiento “inicial” es, así, determinado por
el número de trabajadores comprados por la nómina salarial. Los trabajadores
tienen que esperar hasta que los productos se pongan en oferta para conocer
los precios de los bienes de consumo y por lo tanto su salario real. Esto último
puede ser conocido al principio del periodo sólo si los bienes salario son consi-
derados como el resultado de un proceso de producción previo y vendidos a los
trabajadores antes de que la producción comience de nuevo (como en Wicksell
o en Schumpeter), o puede ser conocido después de que el trabajo se ha gasta-
do (como en Marx o en Keynes).
Cualquiera que sea el camino que tomen, todos estos autores consideran
que la cantidad de bienes de consumo disponible para la clase trabajadora de-
pende de la soberanía de los productores; esto es, el salario real de todos los traba-
jadores es de hecho, aunque sin un plan, determinado por el comportamiento
colectivo (“inconsciente”) de todas las firmas juntas dentro de los límites esta-
blecidos por la lucha de clases. La elección de Marx fue asumir un salario de
subsistencia como un dato conocido como un límite obligatorio de este poder de
la clase capitalista. La justificación que él dio es que quería dar una visión de la
economía capitalista en su forma “pura” e “ideal” (y por supuesto de esta ma-
nera dejó fuera cualquier posible crítica moral del capitalismo como injusto).
El hecho de que Marx asumiera el salario real como un dato conocido al nivel
de subsistencia a pesar de que el capital es adelantado como una magnitud
dineraria, de manera que la nómina salarial monetaria deba ser tal que permita
a los trabajadores comprar la canasta de subsistencia a los precios corrientes,
es completamente congruente con su propia versión de la secuencia monetaria.
Gracias a la elección teórica de Marx acerca del salario, el poder de compra
de la financiación inicial se traduce en un determinado monto de tiempo de
trabajo aun cuando el dinero no es una mercancía; es el tiempo de trabajo materia-
lizado en los medios de subsistencia necesarios para el número de trabajadores
comprados al salario diario promedio. Esto puede ser transformado en la ex-
tracción de trabajo vivo de acuerdo a la tasa de explotación esperada. De esta
manera tenemos el “trabajo necesario” y el “trabajo excedente”. Esto reproduce
realmente el enfoque de Marx sobre la explotación en la producción capitalista.

200
LOS ASPECTOS MONETARIOS DEL PROCESO CAPITALSTA...

Una vez que se ha fijado el consumo real de la clase trabajadora, una vez
que las técnicas son dadas y una vez que se ha terminado la lucha sobre la
duración y la intensidad de la jornada laboral diaria, hemos determinado el
trabajo vivo total gastado y el trabajo necesario total que entra en las mercancías
puestas a disposición de los trabajadores; por consiguiente el trabajo excedente
total. Estas cantidades de trabajo son independientes con respecto a la regla del
precio porque en tanto que la explotación y la canasta de consumo están dadas,
ellas no cambian. La única cosa que ocurre con un cambio de los precios es
una redistribución entre los capitales individuales del trabajo directo total que
manifiesta el ingreso monetario, algo que no afecta directamente la relación de
clase fundamental.
En mi reconstrucción del argumento de Marx, influenciada por la TCM, la
“expresión monetaria del tiempo de trabajo”, y por tanto su inversa, el “valor
del dinero”, son sólo determinados en la metamorfosis de las mercancías con
el equivalente general en el mercado de mercancías. Pero se ha agregado que
la producción capitalista necesita una ante-validación monetaria. Hay, por lo
tanto, un “valor del dinero” como capital, en relación con la financiación inicial,
que es distinto y preliminar en relación con el “valor del dinero” en cuanto el
inverso de la expresión monetaria del tiempo de trabajo. Como se mostró ante-
riormente, el poder de compra del capital variable como dinero adelantado en
el mercado de trabajo “se traduce” en determinado tiempo de trabajo reque-
rido para producir el salario de subsistencia de la clase trabajadora, y también
–asumiendo el cumplimiento de las expectativas acerca de la explotación del
trabajo vivo y acerca de la ventas futuras en el mercado de mercancías– en
determinado tiempo de trabajo socialmente necesario que es extraído por el
capital total a la clase trabajadora.

Competencia intra-sectorial y financiamiento:


Marx después de Schumpeter
Una teoría del dinero no-mercancía como financiación es crucial en relación
con otra característica antiricardiana importante implícita en la teoría marxis-
ta. La noción de competencia de Marx tiene dos lados. La noción ricardiana

201
DINERO Y CAPITAL HACIA UNA RECONSTRUCIÓN DE LA TEORÍA...

de la competencia, que está también en Marx, es la competencia intersectorial


(o “estática”). Ésta expresa la tendencia a la igualación de la tasa de ganancia
entre industrias, que es el centro del análisis en el tomo III, sección segunda.
Sin embargo, previamente –en el tomo I (sección cuarta, capítulo X)– Marx
incluyó la competencia intrasectorial o dinámica. Este segundo lado de la he-
rencia de Marx fue una poderosa fuente de inspiración para Schumpeter.5 La
lucha por garantizar, aunque sólo temporalmente, el plusvalor extraordinario
expresa una tendencia a diversificar la tasa de ganancia dentro de una industria
determinada.
Para Marx, dentro de un sector dado hay una estratificación de condiciones
de producción: las firmas pueden ser clasificadas según su productividad alta,
media o baja. El valor social de una unidad de producto tiende hacia el valor
individual de aquellas firmas que producen la masa dominante de las mercancías
vendidas (esto, por supuesto, implica que un cambio en la demanda lo suficien-
temente fuerte puede afectar indirectamente el valor social). Aquellas firmas
cuyo valor individual es más bajo (más alto) que el valor social obtienen un
plusvalor que es más alto (más bajo) que el normal. Hay, por lo tanto, un in-
centivo permanente de los capitales individuales a innovar en busca de plusvalor
extraordinario cualquiera que sea la industria involucrada. A partir de una deter-
minada estructura de la producción dentro de los sectores de la producción, el
capitalista industrial que introduce innovaciones en técnicas o en organización
del trabajo está obligando a los otros capitalistas a seguir su camino; así la
competencia intrasectorial da paso a una caída del valor social y de este modo a
una extracción de plusvalor relativo. La extracción de plusvalor relativo depende
tanto de la necesidad de controlar la extracción del trabajo dentro del proceso
de trabajo capitalista como de la lucha de cada capital individual contra los
otros dentro de la misma esfera de la producción.
Es aquí que la consideración de la financiación bancaria a las empresas
capitalistas en cuanto ante-validación del trabajo vivo enfatizado por la teoría
del circuito monetario ofrece nuevas perspectivas en relación con las interpre-
taciones pasadas y contemporáneas. El dinero de crédito recientemente crea-
do por los bancos tiene que ser introducido al esquema teórico no sólo como

5
El tema de esta sección se desarrolla con más detalle en Bellofiore (1985).

202
LOS ASPECTOS MONETARIOS DEL PROCESO CAPITALSTA...

financiación a la producción sino también como financiación a la innovación; a


saber, como el complemento monetario inevitable de la primera. El dinero es un
símbolo institucional del trabajo abstracto que permite a las actividades privadas
formar una coherencia social en una lógica sincrónica, un punto que fue subra-
yado anteriormente en este capítulo. Pero es también y sobre todo un respaldo
privado de ese comportamiento innovador de los bancos individuales dentro del
sistema bancario, un punto clave para la lógica diacrónica y decisiva para dar
forma a las trayectorias tecnológicas y los métodos de producción y luego la de-
terminación misma de los “precios simples” y los “precios de producción”. De
hecho, esta doble perspectiva sobre la financiación es la otra cara de la moneda
de la perspectiva dual sobre el trabajo abstracto interpretado como el trabajo
social tentativamente explotado por los distintos capitales y opuestos uno al otro
en el mercado. La financiación es, por lo tanto, a la vez y al mismo tiempo, la
ante-validación de la sociabilidad de la planificación capitalista en el proceso
capitalista por el sistema bancario así como las “apuestas monetarias” de los
bancos individuales sobre el eventual éxito de los empresarios dentro de la lucha
entre las empresas en competencia.
Una confrontación de Marx con Schumpeter es útil en este tema. La teoría
de Marx es, como lo es la de Schumpeter, construida fuera del paradigma de
equilibrio donde los precios naturales se afirman a sí mismos como puntos de
reposo de la actividad económica en torno a los cuales los precios de mercado
oscilan y las perturbaciones del equilibrio se producen externamente. La acu-
mulación de Marx, como la de Schumpeter, no es reproducción equilibrada
“rota” ocasionalmente por crisis, sino desarrollo desequilibrado donde el cambio
técnico es endógeno, la tendencia es impulsada por el ciclo y el cambio estruc-
tural es la norma. Las diferencias entre los dos autores son las siguientes: a)
sobre las razones de la endogeneidad de las innovaciones, Schumpeter guarda
silencio sobre la lucha de clases en la producción como un factor determinante;
b) sobre el papel de la financiación bancaria en cuanto el complemento mone-
tario esencial a la innovación, Marx es impreciso sobre su papel en la acumula-
ción. Como es fácil comprobar, este papel del dinero es muy subdesarrollado en
El capital. Los bancos y el dinero bancario son introducidos sólo en el tomo III
mientras que la competencia intrasectorial ha sido ya considerada en el tomo
I. Una razón es la ambigüedad de la teoría bancaria y crediticia en el tomo III,
a la cual retornaré en la siguiente sección. Otra es la teoría del “dinero como

203
DINERO Y CAPITAL HACIA UNA RECONSTRUCIÓN DE LA TEORÍA...

mercancía” de Marx y su énfasis abrumador sobre el equivalente general a


expensas del papel crucial de la financiación.
Para Schumpeter, el cambio tecnológico en el proceso capitalista es incesan-
te pero discontinuo no sólo dentro de cada industria, sino también en la econo-
mía como un todo. En el “flujo circular” del cual cada prosperidad tiene que
comenzar, los agentes siguen el comportamiento rutinario. No hay recursos no
utilizados, ni beneficios e interés, ni ahorros. Los procesos económicos simple-
mente se reproducen a la misma escala, y la perspectiva no sería alterada inclu-
so si sustituimos con una trayectoria de crecimiento en equilibrio al equilibrio
estacionario. Aunque la producción toma tiempo y necesita ser financiada, la
producción es sincronizada y cada oferta encuentra su propia demanda a los
precios esperados que sólo cubren sus costos monetarios. El crédito bancario
hace circular la misma cantidad de dinero y puede ser abstraído. El dinero es
simplemente un recibo de pago (receipt voucher) de la producción anterior; por
lo tanto, el poder de compra para comandar los recursos productivos requeri-
dos para implementar nuevas combinaciones no está disponible para los em-
presarios potenciales. En el desarrollo, la acción emprendedora necesita estar
respaldada por la creación del crédito bancario. El dinero como un billete de
reclamo (claim ticket) sobre los recursos excede ahora mayormente a lo que ya ha
sido producido y cuya justificación proviene de la mayor cantidad y calidad de
la producción futura permitida por el comportamiento innovador. Los bancos,
dice Schumpeter (1970), son los contadores sociales del sistema capitalista.
Puesto que las innovaciones están financiadas por una nueva afluencia de
dinero, la demanda de trabajo y de otros recursos productivos se incrementa, y
así lo hacen los precios. La inflación no es sólo un incremento del nivel general
de precios, es esencialmente un cambio de la estructura relativa de los precios.
Gracias a esta revolución inicialmente limitada pero más tarde generalizada
de los precios, los empresarios podrán realizar las “nuevas combinaciones”.
El resultado del financiamiento bancario es, así, que los “nuevos” empresarios
obtienen acceso a los recursos mientras que los “antiguos” directores de las em-
presas tradicionales sufren una reducción en su poder adquisitivo. Cuando este
desequilibrio parcial se convierte en general la actividad innovadora se detiene
debido al alto nivel de incertidumbre sobre las futuras ventas y precios y el cál-
culo de los costos y los recibos de las innovaciones es imposible. La prosperi-
dad se convierte en recesión, la financiación bancaria se derrumba, la deflación

204
LOS ASPECTOS MONETARIOS DEL PROCESO CAPITALSTA...

sobreviene. El sistema económico se acerca a un flujo circular diferente donde


ganancias e intereses tienden a desaparecer. Esta nueva configuración de insu-
mos y productos se determina por la trayectoria del desequilibrio previo dominado
por la competencia dinámica. Aunque algunos elementos de este cuadro tienen
claramente que ser modificados (entre ellos el supuesto explícito de pleno em-
pleo y el funcionamiento implícito de la ley de Say), la visión de la financiación
bancaria como el complemento monetario de la acción empresarial encaja muy
bien en la visión marxista de la competencia como “lucha” entre capitales con
énfasis en la soberanía de los productores en lugar de la de los consumidores y
la no neutralidad del dinero.
La extensión de la relectura circuitista de Marx basada en la financiación
a la producción, que incluye el énfasis schumpeteriano en la financiación a la
innovaciones, abre nuevas perspectivas también sobre el controvertido tema
de la transformación de los valores –es decir, los precios “simples”– en pre-
cios de producción. En la dinámica evolutiva de Schumpeter hay estabilidad
temporal de los métodos de producción cuando el sistema se aproxima al flujo
circular. En esta situación los “centros de gravitación” son los precios iguales
a los “precios simples”. En prosperidad tenemos los precios de mercado su-
periores a los precios simples con ganancias desiguales. La depresión conduce
el sistema a la definición de un nuevo sistema de precios simples. La primera
alternativa es volver a formular este movimiento ondulatorio para toda la eco-
nomía en términos marxistas a partir de la “reproducción simple” (a precios de
producción) como una fase actual en la dinámica capitalista comparable al flujo
circular de Schumpeter. Los precios de producción son, entonces, los centros
de gravitación reales. La segunda alternativa permite que las innovaciones sean
continuas en toda la economía, aunque discontinuas dentro de las industrias. La
tendencia a una tasa uniforme de ganancia nunca se realiza porque es constan-
temente anulada por una competencia dinámica. Los precios de producción
son sólo los centro de gravitación ideales.

Marx: dinero y banca


Las secciones anteriores han mostrado cómo una integración del dinero en
cuanto financiación a la producción y en cuanto financiación a la innovación

205
DINERO Y CAPITAL HACIA UNA RECONSTRUCIÓN DE LA TEORÍA...

es crucial para el restablecimiento de la teoría del valor de Marx tanto como


una teoría de la explotación (basada en el antagonismo de clases en el mo-
mento de la producción) como del cambio tecnológico endógeno (incluyendo
la consideración de la competencia dinámica intracapitalista). En esta sección
considero la teoría del dinero de Marx revisando algunas características de su
teoría bancaria y el papel que el “dinero como mercancía” juega en el tomo III
de El capital.6
En la circulación mercantil al principio de El capital, el dinero funcionó
como medio de intercambio y el dinero simbólico podría reemplazar al dinero
mercancía. Aun cuando esta circulación es capitalista, no puede ser teorizada
como tal porque la noción de capital no ha sido introducida todavía. Cuando
se analiza solamente con respecto a la circulación, como medio de circulación, el
dinero es gastado por su poseedor en la compra de mercancías que ya han sido
producidas. Su valor se determina de la misma manera que el de las otras mer-
cancías que se intercambian en el mercado como la inversa del nivel de precios.
Una persona que entra en posesión de él adquiere un título permanente de él.
Sin embargo, en el tomo III de El capital, cuando el dinero es analizado como
financiación adelantada por los capitalistas dinerarios (bancos) a los capitalistas
industriales (firmas) para comprar fuerza de trabajo, éste es prestado y pedido
en préstamo. Su precio es ahora la tasa de interés. Una persona que entra en
posesión de él adquiere sólo un título temporal del mismo. Con la tasa de inte-
rés, emerge un nuevo principio de valoración del capital dinero, diferente del
basado estrictamente en la teoría del valor trabajo: la capitalización de cualquier
suma de dinero. Esto da origen al capital ficticio.
Aunque Marx era adepto del dinero como mercancía, a lo largo de todas
sus obras encontramos importantes señalamientos que conducen hacia la idea
opuesta del dinero como esencialmente dinero-signo. En algunos artículos es-
critos para The New York Daily Tribune y en algunas secciones de los Grundrisse
Marx parece comprender muy bien la naturaleza crediticia del dinero y el pro-
ceso por el cual los bancos crean dinero ex novo. Esto también puede ser visto
en el tomo III, partes IV y V de El capital. El capital que devenga interés es definido

Sobre esto, una consideración más detallada puede encontrarse en Realfonzo y Bellofiore
6

(2003).

206
LOS ASPECTOS MONETARIOS DEL PROCESO CAPITALSTA...

como un monto dado de dinero que se presta a las firmas para funcionar como
capital dinerario para la compra de fuerza de trabajo. Este dinero, después del
préstamo a favor del capitalista productivo, retorna primero a los capitalistas
en funciones y después al prestamista inicial. Bajo las condiciones promedio,
el dinero pedido prestado por las firmas y empleado por ellas como capital
dinerario (es decir, una suma de valor) tiene la capacidad de producir la ga-
nancia media como su valor de uso. Una parte del plusvalor se debe, por lo tanto,
entregar como interés. La tasa de interés es un gravamen sobre el plusvalor. No
tiene ningún otro origen que la explotación de la fuerza de trabajo. El nivel de
la tasa de interés es empírico y convencional ya que depende del nivel relativo
de la oferta y la demanda, de las garantías del prestatario y de la duración del
préstamo.
En el capital que devenga interés la relación del capital alcanza su forma
más “superficial” y fetichizada. Una suma de dinero dada parece producir auto-
máticamente un monto mayor de dinero como valor que se autovaloriza, como el
producto de una mera cosa, no de una relación social. La idea surge de manera
espontánea de que la ganancia bruta consiste en dos partes heterogéneas con
diversas fuentes: el interés, del capital de préstamo; la ganancia empresarial,
del trabajo de supervisión y gerencial. La realidad es puesta al revés. El plusva-
lor extorsionado a los trabajadores por los capitalistas en funciones desaparece
de la vista, el interés aparece como el fruto específico del capital y la ganancia
empresarial es vista como un mero accesorio en la reproducción. En esta si-
tuación invertida el dinero pierde su carácter de símbolo institucional de una
relación social y se convierte en una simple cosa.
¿Cómo y quién suministra el capital dinerario a las firmas? ¿Cuál es la natu-
raleza de este capital dinerario? Marx inicialmente propone una visión de los
bancos como meros intermediarios financieros. Ellos recogen el dinero de los suje-
tos que desean prestar para pasarlo a las firmas que deseen pedir prestado; de los
depósitos se hacen los préstamos a través de un multiplicador dinerario flexible.
La condición lógica de los bancos que prestan es aquí la existencia previa del
ahorro dinerario. Habiendo definido la actividad bancaria como intermedia-
ción pura, es consecuente que Marx considere a los depósitos como los fondos
prestables a disposición de los bancos. Pero en una visión alternativa que Marx
ofrece en otras páginas el crédito bancario es adelantado sin ninguna restricción
que provenga de ahorro previo, ya sea real o monetario. Es, por decirlo así, una

207
DINERO Y CAPITAL HACIA UNA RECONSTRUCIÓN DE LA TEORÍA...

perspectiva con visión de futuro donde lo importante es la capacidad esperada de


los empresarios de explotar el trabajo y obtener ganancias realmente.
Siguiendo las pistas que conducen a una visión del dinero como símbolo
social y de los bancos como creadores de dinero, Marx parece darse cuenta de
que la actividad bancaria no puede definirse en términos de pura intermedia-
ción. Los bancos transforman los activos no monetarios en demandas monetarias.
Por supuesto, si hay restricciones de reserva legalmente prescritas el banco
emisor no tiene la capacidad de poner una cantidad ilimitada de billetes banca-
rios en circulación. Sin embargo, Marx conoce bien que en un nivel puramente
teórico la emisión de billetes por el sistema bancario en su conjunto no tiene
límites excepto por la demanda. Una vez más contra Ricardo, para Marx la
circulación de billetes es independiente tanto de la voluntad del banco central
como del nivel de las reservas de oro en su caja fuerte que aseguren la conver-
tibilidad de los billetes. Dada la posibilidad de que el sistema puede funcionar
correctamente incluso sin ningún tipo de reserva base de dinero “duro”, Marx
considera absurdos los impedimentos a la emisión de billetes impuestos por el
Acta Bancaria de 1844.
Marx se aferra constantemente a un marco menos general. El arreglo institucio-
nal que asume es la conformación concreta del sistema monetario de su época. Se
refiere a los bancos centrales compitiendo y no al sistema bancario en su conjunto, sea
a nivel internacional (un banco mundial único o bancos centrales sincronizados)
o en el marco de una economía cerrada. El dinero oro como dinero mundial y las
regulaciones legales estacionarias para mantener las reservas se supone que serán efi-
caces. Es por esto por lo que retiene la noción de que el “dinero como mercancía”
sea la base de la pirámide del crédito. En un sistema de este tipo, los bancos indi-
viduales –sean comerciales o centrales– deben en primer lugar recolectar (collect),
respectivamente, dinero de curso legal o dinero oro para hacer préstamos. Las
reservas permanecen como el fundamento necesario para construir el sistema
de crédito, y la recolección de los depósitos se mantiene firme como condición
preliminar para que los bancos hagan préstamos aunque el multiplicador de los
depósitos sea reconocido como flexible.
Si nuestro análisis terminara aquí se perderían de vista las reflexiones más
interesantes y originales sobre el crédito diseminadas en el tomo III. La in-
sistencia de Marx en el papel fundamental de la mercancía dineraria está es-
trechamente relacionada con el fenómeno de la crisis. En el funcionamiento

208
LOS ASPECTOS MONETARIOS DEL PROCESO CAPITALSTA...

normal de una economía monetaria libre de una legislación basada en teorías


erróneas del dinero que imponen restricciones artificiales sobre las reservas
Marx reconoce plenamente la independencia del dinero capitalista respecto del
metal. El papel insustituible del dinero como mercancía se da durante la crisis
monetaria, donde el sistema de crédito muestra que no se emancipa de la base
mercantil del sistema monetario. Marx vio esta “reversión” del sistema de cré-
dito en el sistema monetario como una reivindicación de su teoría del “dinero
como mercancía” tal como fue presentado en el primer capítulo del tomo I de
El capital. El dinero en forma de mercancía es el fundamento del cual el siste-
ma de crédito nunca puede escindirse (una perspectiva que, con algunas mo-
dificaciones, parece muy apropiada cuando se derrumba el régimen capitalista
hegemónico, como lo hace periódicamente).

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DINERO Y CAPITAL HACIA UNA RECONSTRUCIÓN DE LA TEORÍA...

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210
Hacia una teoría marxista del dinero mundial

Tony Smith

En Financial Markets, Money and the Real World, Paul Davidson, un líder eco-
nomista postkeynesiano, se suma al llamado para reformar la “arquitectura fi-
nanciera internacional”. A diferencia de otros reformistas, sus propuestas se
centran en una nueva forma de dinero mundial. En este capítulo presentaré
una evaluación crítica de su posición desde un punto de vista marxista.
En la actualidad el dólar, el euro y el yen son las principales formas de di-
nero que sirven como unidad de cuenta, medio de circulación, medio de pago
y fondo de reserva en el mercado mundial, con el dólar aún siendo dominante.
Las relaciones entre estas monedas y entre éstas y otras monedas son una di-
mensión crucial del orden mundial contemporáneo.
Los teóricos neoliberales sostienen que los mercados financieros son racional-
mente eficientes. A pesar de que los negociantes individuales pueden errar, con
el tiempo la sabiduría colectiva del mercado procesa la información relevante
con mucha mayor precisión y velocidad que los funcionarios del gobierno. La
mayoría de los países (o unidades monetarias) deben, por tanto, dejar la de-
terminación del valor relativo de sus monedas al mercado (Friedman, 1953).
Cuanto más tiempo el gobierno mantenga un tipo de cambio inapropiado más
nítida y más perjudicial será la eventual revaluación, tal como demostró la crisis
del Este Asiático de 1997 (De Rosa, 2001).
Los postkeynesianos rechazan la hipótesis de la eficiencia racional (David-
son, 2002, capítulo 3). El futuro es radicalmente incierto; es imposible calcular
incluso la probabilidad de que una trayectoria particular de desarrollo se man-
tenga en los mercados de títulos de capital. Dada esta incertidumbre, el éxito
de la inversión es una cuestión de anticipar los cambios en las expectativas

[211]
DINERO Y CAPITAL HACIA UNA RECONSTRUCIÓN DE LA TEORÍA...

[sentiments] “bajistas” y “alcistas” de los otros negociantes. Además, el objetivo


de invertir en activos financieros generalmente no es mantener los activos fijos
que éstos representan en el largo plazo sino beneficiarse a través de la venta
de los primeros en el corto y mediano plazos. Los mercados financieros no
regulados son por tanto propensos a la inestabilidad. En la medida en que la
intención [sentiment] de inversión cambia en una dirección “alcista”, los inver-
sionistas que anticiparon este cambio obtienen altos beneficios atrayendo a más
inversionistas “alcistas”. Un boom autorreforzante puede entonces tener lugar.
Incluso aquellos que comprenden que el boom no puede sostenerse indefinida-
mente se “suben al tren” con la esperanza de encontrar un “tonto más gran-
de” (bigger fool) a quien podrán venderle. Cuando la intención [sentiment] del
inversionista se modifica en sentido contrario en algún momento contingente
debido a alguna razón contingente comienza una estampida de activos.
La libre flotación o los tipos de cambio laxamente vinculados implican una
amenaza de mayor volatilidad en los mercados de divisas. Los potenciales in-
versionistas extranjeros en proyectos de largo plazo ahora se enfrentan a ma-
yores riesgos cambiarios con respecto a los beneficios (medidos en su moneda
local) que ellos pueden apropiarse a partir de la inversión extranjera directa
(IED), mientras que los potenciales inversionistas nacionales enfrentan mayores
riesgos cambiarios respecto a los beneficios (medidos en su moneda local) que
ellos pueden apropiarse a través de las exportaciones. En respuesta la tasa de
inversión de largo plazo tiende a decrecer.
Menores tasas de inversiones productivas de largo plazo conducen a tasas
más bajas de crecimiento, mayor desempleo y un nivel más alto de deseos y ne-
cesidades insatisfechos. Los funcionarios gubernamentales, al darse cuenta del
daño que un ataque especulativo sobre su moneda puede ocasionar, intentan
reducir la volatilidad del tipo de cambio adoptando la actitud de mercado de
que los déficit públicos y los altos salarios desencadenan la inflación.
Las políticas diseñadas para restringir el gasto del gobierno y mantener un
nivel de salario bajo refuerzan la tendencia recesiva en la operación del dinero
mundial.
La institucionalización de las políticas neoliberales en décadas recientes está
asociada de hecho con menores tasas de crecimiento, salarios más bajos y ma-
yor desempleo en comparación con la “época de oro” del cuarto de siglo poste-

212
HACIA UNA TEORÍA MARXISTA DEL DINERO MUNDIAL

rior a la segunda guerra mundial.1 Los teóricos postkeynesianos creen que esto
puede ser explicado principalmente por las tendencias recesivas introducidas al
mercado mundial por el actual sistema de dinero mundial. Los flujos financie-
ros que deberían fomentar el desarrollo industrial ahora lo obstaculizan a costa
de un sufrimiento innecesario.
Las ocho propuestas para la reforma de la arquitectura financiera interna-
cional formuladas por Davidson están destinadas a revertir este estado perver-
so de las cosas. Las primeras cuatro pueden ser tomadas en conjunto:
Primero, la unidad de cuenta y último activo de reserva para la liquidez interna-
cional es la unidad monetaria internacional de compensación (IMCU, por sus siglas
en inglés). Toda IMCU sólo puede ser mantenida por los bancos centrales de las
naciones que se rijan por las reglas del sistema de compensación […]. Segundo,
cada banco central nacional o, en el caso de una unidad monetaria (por ejemplo,
el euro), el banco central de una unión monetaria, está comprometido a garanti-
zar la convertibilidad de única dirección [one-way convertibility] de los depósitos
de IMCU en la cámara de compensación en dinero local […]. Tercero […], los
contratos que deban ser liquidados en términos de moneda extranjera requerirán
algún compromiso anunciado públicamente por el banco central (a través del sec-
tor bancario privado) sobre la disponibilidad de fondos extranjeros para cumplir
con tales obligaciones contractuales privadas. Cuarto, el tipo de cambio entre la
moneda local y la IMCU lo establece inicialmente el banco central de cada nación o
unión monetaria (Davidson, 2002: 232-233).
Únicamente con una forma de dinero mundial, la IMCU, serían eliminados,
los horribles trastornos económicos y sociales originados por reevaluaciones
abruptas y masivas (Brenner, 2002 y 2009). Con la convertibilidad unidirec-
cional, cada nación puede controlar los flujos de salida de fondos de capital.

1
En Europa occidental, por ejemplo, el crecimiento del PIB per cápita declinó de una tasa
de crecimiento compuesta promedio de 4.08 anual en 1950-1973 a 1.76 en el periodo 1973-
1998. Este índice del crecimiento disminuyó en la mayoría de las regiones: de 2.44 a 1.94 en
Estados Unidos, Australia y otros “vástagos occidentales” [“Western Offshoots”]; de 8.05 a
2.34 en Japón; de 2.52 a 0.99 en América Latina, y de 2.07 a 0.01 en África. En la economía
mundial en su conjunto se produjo un descenso de 2.93 a 1.33, y Asia (excluyendo Japón) fue
la única región donde las tasas de crecimiento se incrementaron (Maddison, 2001).

213
DINERO Y CAPITAL HACIA UNA RECONSTRUCIÓN DE LA TEORÍA...

Una de las causas de la crisis del Este asiático fue que el endeudamiento de
los bancos locales (denominado en dólares) proveniente de los mercados de
capitales globales fue utilizado posteriormente para inversiones especulativas
en títulos de capital tales como bienes raíces. El colapso de la resultante bur-
buja especulativa desató una estampida de salida de flujos. La moneda local
fue entonces fuertemente devaluada exacerbando la dificultad de pagar a los
acreedores extranjeros en dólares. Los postkeynesianos insisten en que los go-
biernos deben contar con las herramientas para evitar que surja esta situación.
Las grandes historias de éxito de desarrollo económico en la historia del
capitalismo se han basado en un modelo de “desarrollo de Estado” en el cual
las agencias estatales de planificación y los bancos asignan créditos a las em-
presas industriales locales. En contraste, en las regiones del Sur donde se han
producido amplios préstamos provenientes de los mercados de capitales globa-
les, los flujos de dinero generalmente no han generado superávits comerciales
suficientes para cubrir tanto el pago del principal como el de los intereses de los
préstamos externos. Los países endeudados a menudo han requerido présta-
mos adicionales para cubrir los pagos de intereses imponiendo cargas adiciona-
les de servicio de deuda más allá de lo que ellos podrían permitirse. En cuanto
los países deficitarios intentan reducir sus desequilibrios de pago mediante la
disminución de las importaciones otra considerable fuerza contractiva se añade
a la economía global. La arquitectura financiera internacional neoliberal de li-
bre flujo de capital dinerario desmantela de este modo el único medio eficaz de
desarrollo industrial descubierto en la historia del capitalismo remplazándolo
por una “trampa de deuda”. Las cuatro primeras propuestas de Davidson es-
tán encaminadas a crear una forma de dinero mundial que genere espacio para
políticas estatales de desarrollo. El ahorro interno y el dinero de crédito creado
endógenamente pueden ser ahora movilizados para el desarrollo interno.2 Las
siguientes propuestas de Davidson promueven esta agenda:

Si bien la pertinencia de la teoría del dinero endógeno podría darse en general, los pro-
2

blemas surgen cuando ésta es aplicada a los llamados “países menos desarrollados” (LDC, por
sus siglas en inglés), donde los propietarios de la riqueza a menudo prefieren mantener las
deudas de los países desarrollados: “[I]ncluso a altas tasas de interés, los agentes en los LDC
no serán capaces de emitir deuda para financiar el gasto porque son preferibles las obligacio-
nes con los países desarrollados (DC, por sus siglas en inglés). En este caso, la oferta monetaria

214
HACIA UNA TEORÍA MARXISTA DEL DINERO MUNDIAL

Quinto, se debe construir un sistema de sobregiros [overdraft] dentro de las reglas


de la cámara de compensación. Los sobregiros deben hacer disponibles los saldos
de los acreedores no utilizados a corto plazo en la cámara de compensación para
financiar las transacciones internacionales productivas de aquellos que necesitan
crédito de corto plazo (Davidson, 2002: 233-234).
No se pueden llevar a cabo políticas de pleno empleo en la economía global
si algunas naciones continuamente retienen una porción de sus ingresos por
exportaciones al extranjero y transferencias unilaterales netas. Tal comporta-
miento lógicamente implica que otras naciones deben permanecer en déficit.
En la actual arquitectura financiera internacional el peso de este desequilibrio
recae casi por completo en los deudores, quienes deben desviar más y más re-
cursos a los acreedores extranjeros. Desde un punto de vista postkeynesiano,
esta situación es intolerable:
Sexto, un mecanismo detonante (es requerido) para animar a cualquier nación
acreedora a gastar aquello que es estimado (por adelantado [in advance]) por la
comunidad internacional como “excesivos” saldos de crédito acumulados median-
te superávits en cuenta corriente. Estos créditos excesivos pueden ser gastados en
tres formas: (a) en productos de cualquier otro miembro de la cámara de compen-
sación; (b) en nuevos proyectos de inversión extranjera directa, y/o (c) para proveer
transferencias unilaterales (ayuda externa) a los miembros deficitarios (Davidson,
2002: 234).
Sin exceso de sobreahorro en las naciones superavitarias, las naciones que
sufren déficits de pago tienen mayores oportunidades de revertir estos déficit
mediante ventas al extranjero.
La séptima recomendación de Davidson consiste en que los tipos de cambio
entre las monedas locales y la IMCU deben ser fijos modificándose únicamente
cuando ocurra un cambio en los salarios de eficiencia [efficiency wages]. Esto
garantiza que las empresas no sufrirán desventaja competitiva debido a cam-
bios nominales de los tipos de cambio aparte de los cambios en los costos de
producción reales. Esto remueve la tentación para una nación de buscar el

de los LDC no puede ser endógenamente incrementada debido a que la alta “preferencia por
liquidez” (es decir, la preferencia por las deudas de los DC) impide la creación de dinero en los
LDC” (Wray, 1990: 63).

215
DINERO Y CAPITAL HACIA UNA RECONSTRUCIÓN DE LA TEORÍA...

crecimiento mediante una devaluación del tipo de cambio real que no refleja
su relativa eficiencia. La regla también asegura a cada banco central que per-
manece estable el poder de compra de largo plazo de las IMCU en términos de
bienes producidos en el extranjero. Si la inflación aparece en una economía en
particular debe ser devaluado el tipo de cambio entre su moneda y la IMCU. Si
los avances en productividad conducen a la disminución de los costos de pro-
ducción en moneda local, entonces el país podría escoger revaluar el tipo de
cambio, por lo que la IMCU compraría menos unidades de moneda nacional sin
ninguna pérdida de poder adquisitivo. En este caso la economía nacional capta
todos los beneficios derivados de la mejora en la productividad. Otra opción po-
dría ser mantener constante el tipo de cambio nominal disminuyendo los precios
de exportación del país y así expandir sus mercados de exportación. Entonces
los beneficios del progreso en productividad podrían ser compartidos con los
países importadores de sus productos a precios más bajos.
Los déficit internacionales de pagos pueden persistir incluso si ninguna na-
ción puede acumular superávits excesivos indefinidamente. La propuesta final
de Davidson aborda este problema. Si un país pobre cae en déficit los países
ricos deben transferir a éste parte de su saldo excedente de crédito, lo que le
permite desarrollar su capacidad productiva e incrementar sus exportaciones
hasta el punto en el cual puede mantener su nivel de vida. Si la nación deficita-
ria es relativamente rica, debe devaluar su tasa de cambio gradualmente hasta
que los precios de exportación más bajos y los precios de importación más altos
eliminen el desequilibrio exportación-importación. Si estas medidas logran un
balance positivo en el comercio de bienes y servicios sin erradicar el déficit de
pagos, entonces el peso del servicio de la deuda internacional es demasiado
alto. Las negociaciones deben por tanto comenzar buscando alargar el periodo
de pago, reducir la carga de intereses o perdonar las deudas (Davidson, 2002:
236-237).
Las posibilidades de que sean adoptadas estas propuestas son aproximada-
mente comparables a la probabilidad de que yo me convierta en el papa. Pero
los postkeynesianos se basan en una evaluación precisa de las debilidades de la
teoría neoliberal y expresan poderosamente una utopía profunda en la que ima-
ginan una forma de capitalismo capaz de cumplir sus promesas incumplidas.
Los límites de estos imaginarios deben ser cuidadosamente especificados dado
que estos límites son los límites del capital (Smith, 2003).

216
HACIA UNA TEORÍA MARXISTA DEL DINERO MUNDIAL

Tal vez la limitante más básica tiene que ver con la estructura metodoló-
gica de Davidson. Él comienza con la premisa de que el mercado capitalista
mundial debe ser diseñado para permitir la mayor satisfacción posible de de-
seos y necesidades humanos. Entonces intenta deducir qué forma debe tomar
el dinero mundial con el objetivo de alcanzar esa meta. Desde un punto de
vista marxista, si el objetivo es comprender un conjunto dado de formas so-
ciales no debemos asumir que estas formas están subordinadas a un principio
normativo. El principio en cuestión puede llegar a ser bastante extrínseco a
ellas. Una estructura metodológica materialista empezaría, en su lugar, con un
examen de las relaciones sociales básicas que definen el capitalismo trazando
sus implicaciones hasta el amargo final. La pregunta adecuada no es “¿cómo
debería ser el dinero mundial si los deseos y necesidades humanos tuviesen
que ser satisfechos en la mayor medida posible?”. La pregunta es en cambio
“¿cómo debería ser el dinero mundial, dadas las relaciones sociales que definen
al capitalismo?”.
Desde un punto de vista marxista, las relaciones sociales que definen al
capitalismo son las relaciones de valor, las relaciones capital/trabajo asalariado,
las relaciones entre los capitales, las relaciones entre los estados y las relaciones
que constituyen el mercado mundial. Cada una es relevante para nuestro en-
tendimiento del dinero mundial.

Relaciones de valor
El capitalismo es un sistema generalizado de producción de mercancías en el
cual el trabajo llevado a cabo de manera privada puede o no probar ser social-
mente necesario. Dentro de este sistema, cualesquiera dos mercancías intercam-
biadas exitosamente comparten una “tercera cosa” conceptualmente distinta de
sus tasas de cambio relativo y sus particulares valores de uso: ambas fueron
producidas mediante trabajo que ha probado ser socialmente necesario. Pode-
mos denominar al trabajo que cumple con esta descripción “trabajo abstracto”
dado que produce una dimensión abstracta de las mercancías, la dimensión de
valor, compartida por todas las mercancías que contribuyen a la reproducción
material del sistema capitalista. La dimensión de valor es una dimensión social

217
DINERO Y CAPITAL HACIA UNA RECONSTRUCIÓN DE LA TEORÍA...

que surge de la forma histórica específica en la que el trabajo se organiza en el


capitalismo.3
El intercambio generalizado de mercancías requiere una medida objetiva
social del valor de las mercancías. En cuanto que el valor es abstracto y ho-
mogéneo, cualquier sistema de medición debe emplear unidades homogéneas
y abstractas. La medición en términos de unidades de tiempo tiene esta ca-
racterística, y hay un sentido en el cual el tiempo es efectivamente la medida
inmanente del trabajo abstracto. Sin embargo, la única forma de trabajo que
puede ser medida directamente con un cronómetro es el trabajo concreto y
heterogéneo que produce valores de uso concretos y heterogéneos y que puede
o no haber sido gastado en términos socialmente necesarios. El trabajo abs-
tracto que es la fuente del valor no se puede medir directamente. Éste debe ser
representado en una forma externa, la forma de dinero. Entidades físicas de
un tipo especial –conchas, metales preciosos, hojas de papel, bits electrónicos–
deben ser organizados en relaciones numéricas representando relaciones de
valor.4 Estas entidades sólo pueden hacer esto en la medida en que tienen una
propiedad social distinta de cualquier cualidad concreta que poseen en cuanto
entidades físicas: la cualidad abstracta y homogénea de la intercambiabilidad
universal.
Desde el punto de vista neoliberal no hay un propósito global en la vida
social. Los individuos buscan cumplir sus propios objetivos, ya sea solos o en
grupos, con el dinero funcionando únicamente como un medio generalizado
para la persecución de sus fines particulares (Hayek, 2006). Para los postkey-
nesianos, en contraste, la incertidumbre respecto al futuro y la inadecuada re-
gulación de las actividades financieras pueden provocar que la acumulación
de dinero se convierta en un fin en sí misma, lo que trae consigo perversas
consecuencias sociales. En su visión, este resultado únicamente se puede evitar
si tienen lugar regulaciones gubernamentales apropiadas.

La noción de trabajo abstracto definida aquí no es reducible al rasgo fisiológico común


3

a las diversas formas concretas de trabajo. Esta última noción es transhistórica, aplicable a
cualquier y a todas las sociedades (Murray, 2005).
4
Para un argumento de que el dinero no-mercancía puede llevar a cabo la mayoría de las
funciones del dinero en el marco de Marx, véase Campbell (2002).

218
HACIA UNA TEORÍA MARXISTA DEL DINERO MUNDIAL

Desde una perspectiva marxista, ninguna posición comprende adecuada-


mente la inversión ontológica introducida por la forma dineraria. Reconocer
que el dinero es la única medida social objetiva del valor es reconocer que en
el capitalismo hay un objetivo global de la vida social que es conceptual y on-
tológicamente distinto –inseparable– de las intenciones de los agentes sociales
particulares y de grupos. El modo de producción capitalista se dirige hacia la
acumulación de una suma de dinero que al final de un periodo dado exceda la
suma inicialmente invertida (D-M-D’). La “autovalorización del valor” es el
fin inmanente de la sociedad capitalista (K.I.1: 188-189). La satisfacción de los
deseos y necesidades humanos ocurre sólo en la medida en que es compatible
con el imperativo de la valorización, ¡el dinero debe engendrar dinero!
Valor, trabajo abstracto y dinero son todos determinados en última instancia
al nivel del mercado mundial:
La riqueza abstracta, valor, dinero, hence el trabajo abstracto se desarrolla en la
medida en que el trabajo concreto se desarrolla para convertirse en una totalidad
de diferentes tipos de trabajo que abarca el mercado mundial. La producción ca-
pitalista se basa en el valor o en el desarrollo del trabajo contenido en el producto
como [trabajo] social. Pero esto sólo [es posible] a base del foreing trade y del
mercado mundial. Esto es, por consiguiente, tanto premisa como resultado de la
producción capitalista (TsPV.III: 226).
La inseguridad generalizada resultante del peligro de que el trabajo con-
creto pueda ser gastado socialmente ocurre al nivel del mercado mundial; así
también la necesidad de una validación socialmente objetiva del trabajo llevado
a cabo de forma privada. La acumulación de dinero mundial, la única medida
social objetiva del trabajo abstracto a nivel del mercado mundial, es, así, el fin
inmanente de mercado mundial capitalista.
Las IMCU son unidades de cuenta, activos de reserva y medios de pago en las
transacciones internacionales, pero no son un fin en sí mismas. Se supone que
deben circular de manera suave y equilibrada en toda la economía mundial en lu-
gar de ser objetos de un enloquecimiento (mad drive) por acumular en una guerra
competitiva de todos contra todos. Así, los postkeynesianos buscan una forma de
dinero mundial que esté en oposición fundamental con la más básica determi-
nación del dinero mundial en el orden capitalista global, con su perverso estatus
ontológico como fin en sí mismo sobre y contra los fines humanos.

219
DINERO Y CAPITAL HACIA UNA RECONSTRUCIÓN DE LA TEORÍA...

Relaciones capital-trabajo asalariado


Las unidades de producción en las que el trabajo es gastado privadamente son
unidades de capital dentro de las que la fuerza de trabajo se contrata por un
salario. La acumulación de capital dinerario no es únicamente la validación
social del trabajo gastado de manera privada; ésta es simultáneamente la re-
producción de la relación capital-trabajo asalariado. En la medida en que la
acumulación ocurre en última instancia a nivel del mercado mundial, no se
puede comprender adecuadamente el dinero mundial si se hace abstracción de
esta dinámica de clase.
Los postkeynesianos quieren una forma de dinero mundial que permita
a los Estados aplicar políticas de pleno empleo en sus economías nacionales
sin que sean castigados por los mercados financieros. Ellos temen, sin embar-
go, que el pleno empleo pueda desatar una espiral inflacionaria salario-precio.
Así, abogan por una política de ingresos asumiendo que los representantes del
capital y el trabajo asalariado deben ser capaces de acordar una distribución
equitativa del ingreso con la guía útil del Estado (Davidson, 2002: 254).
Este análisis falla en reconocer las tendencias inflacionarias inherentes a los
regímenes monetarios basados en dinero de crédito (De Brunhoff, 1978: 128,
capítulo 2). El otorgamiento de crédito al sector industrial se puede ver como
una “prevalidación privada” del trabajo gastado en ese sector. En términos
marxistas, los préstamos a las empresas industriales se hacen bajo el supuesto
de que el plusvalor será eventualmente producido y realizado en el mercado
permitiendo a esas empresas pagar los préstamos a partir de las ganancias.
Si esto no ocurre a una escala suficientemente amplia, sin embargo, el banco
central puede intervenir proveyendo liquidez a los bancos y a otras institucio-
nes financieras. Si estas últimas usan tal liquidez para hacer más préstamos
a empresas industriales éstas pueden refinanciar las deudas previas mediante
más deudas. Las crisis se pueden desplazar de esta manera, al menos en cier-
tas regiones y en ciertos periodos. Entonces se evitan las fuertes y abruptas
desaceleraciones que ocurrían cuando el dinero de crédito estuvo subordinado
al dinero mercancía. Esta “pseudovalidación social” del trabajo privado, sin
embargo, se logra a costa de tendencias inflacionarias que poco tienen que ver
con demandas salariales “excesivas”.

220
HACIA UNA TEORÍA MARXISTA DEL DINERO MUNDIAL

También es necesario poner en duda el supuesto de que existe una distribu-


ción “equitativa” del ingreso entre capital y trabajo que espera a ser descubier-
ta. Desde el punto de vista de la teoría de la explotación de Marx, esta afirma-
ción es un sinsentido. El capital no es nada más que un producto del trabajo
social colectivo que ha tomado una forma externa (alien form) sobre y contra
los hombres y mujeres trabajadores (K.I.3: 751-752). Ninguna cantidad que
se apropia podría ser “justa” ni siquiera en principio.
Hablar de justicia es dudoso en este contexto incluso tomando distancia
frente a la teoría de la explotación. Los inversionistas y altos directivos hacen
las “contribuciones” y enfrentan los “riesgos” a los que la ideología capitalista,
la ley y la práctica proclaman meritorios de la mayor recompensa. Además, la
inseguridad generalizada del capitalismo significa que ningún nivel de acumu-
lación de capital es siempre suficiente; más es siempre mejor. Lo que es “justo”
desde el punto de vista del capital tenderá a ser bastante diferente de lo que
es “justo” desde el punto de vista de trabajadores asalariados, y esto no es más
que un espacio de conflicto irresoluble. Las cuestiones relativas a la duración
e intensidad de la jornada laboral, el nivel apropiado de habilidad y trabajo
creativo de cada puesto de trabajo, etcétera, también tienden necesariamente a
generar antagonismos sistemáticos.
El pleno empleo tiende a cambiar el equilibrio del poder a favor del trabajo
amenazando profundamente a la autovalorización del valor. Aquellos que con-
trolan el capital dinerario intentarán revertir este estado de las cosas a través
de inversiones en tecnologías ahorradoras y descalificadoras de trabajo, movi-
mientos de capital hacia regiones donde la fuerza de trabajo es relativamente
dócil o intimidada y huelgas de capital (incluyendo cambios de la inversión de
la producción a la especulación financiera). Mantener el pleno empleo bajo
estas circunstancias exige mucho más que una política de ingresos, exige la ex-
propiación de los que poseen el dinero capital (De Brunhoff, 1978, capítulo 1).
El dinero mundial capitalista refleja inevitablemente los antagonismos so-
ciales de la relación capital-trabajo asalariado. Es incoherente por parte de los
postkeynesianos aceptar las relaciones sociales que definen al capitalismo mien-
tras simultáneamente abogan por una nueva forma de dinero mundial diseñada
para permitir el pleno empleo en el mercado capitalista mundial; las primeras
descartan esta última.

221
DINERO Y CAPITAL HACIA UNA RECONSTRUCIÓN DE LA TEORÍA...

Relaciones entre capitales


Las relaciones sociales capitalistas incluyen diversas relaciones inter-capitales.
Para nuestros fines basta con notar la distinción entre capital financiero y ca-
pital industrial. No hace falta decir que las propuestas postkeynesianas para
someter los flujos transfronterizos del capital dinerario a una regulación social
efectiva serían ferozmente resistidas por el capital financiero. Las cosas son
más complicadas en relación al capital industrial.
Es posible afirmar que hubo un “momento keynesiano” después de la se-
gunda guerra mundial cuando los intereses del capital industrial pudieron ser
favorecidos a través de la “represión financiera”. En este periodo la concentración
y centralización del capital industrial había alcanzado el punto en el que la pro-
ducción se organizó principalmente a nivel de la economía nacional; sin embargo,
la considerable importación de materias primas y la exportación de productos ter-
minados, y el ciclo sistemático de acumulación estuvieron en su primera fase de la
expansión material (Arrighi, 1999). Este momento ya ha pasado; la concentración
y centralización del capital industrial ha ocurrido rápidamente y la expansión ma-
terial ha dado paso a una persistente crisis global de sobreacumulación.
Al nivel actual de concentración y centralización, las empresas industriales
líderes están interesadas en tener acceso fácil al dinero mundial para financiar
cadenas de producción transfronterizas, empresas conjuntas ( joint ventures), fu-
siones y adquisiciones (Moody, 1997). Ellas también necesitan acceso al dinero
mundial para responder a las dificultades de sobrecapacidad en sus mercados
locales a través de la invasión de mercados donde tienen ventaja competitiva.
Por último, pero no menos importante, está en sus intereses tener fácil acceso al
dinero mundial para responder a las dificultades de sobrecapacidad desplazan-
do más del plusvalor que han acumulado (y más del dinero de crédito que han
obtenido vía préstamos) hacia el más lucrativo sector financiero.
Para que un conjunto de reformas no revolucionarias pero aun así serias sea
viable en un orden capitalista se debe formar un bloque gobernante en el que
facciones del capital y de las clases no capitalistas se unan en la búsqueda de
esta agenda bajo el liderazgo de una facción dominante del capital. Para que la
forma de dinero mundial postkeynesiana sea remotamente posible tendría que
formar una coalición entre el capital industrial y las clases no capitalistas para de-
safiar al grupo dirigido por el capital financiero. En la actual coyuntura histórica

222
HACIA UNA TEORÍA MARXISTA DEL DINERO MUNDIAL

no emergerá dicho bloque. El bloque que se ha formado, y que seguramente se


mantendrá en el futuro inmediato, es una coalición entre los capitales financiero,
comercial e industrial dedicada a mantener y extender una forma de dinero mun-
dial que permita que ocurran con mínima obstrucción el flujo transfronterizo de
mercancías, la inversión extranjera directa, las inversiones de cartera, etcétera.

Relaciones entre Estados


La creciente importancia de las empresas conjuntas (joint ventures) transnacio-
nales, las fusiones y adquisiciones, los flujos de portafolio, etcétera complican
inmensamente la relación capital-Estado. En el momento actual nuevas iden-
tidades transnacionales de clase capitalista se están forjando indudablemente
(Robinson y Harris, 2000). Sin embargo, persiste el hecho de que los intereses
de las secciones dominantes del Estado hegemónico y los intereses de las fac-
ciones dominantes del capital en el sistema mundial permanecen entrelazados
(Wood, 2004). En la medida en que se está en contra de los intereses de las fac-
ciones dominantes del capital introduciendo una forma de dinero mundial que
restringe los flujos transfronterizos de dinero, también se desafía directamente
a los intereses del Estado dominante.
Aunado a ello, la moneda del Estado hegemónico tiende necesariamente
a desempeñar un rol privilegiado en el mercado mundial como la principal
forma de dinero mundial (Gowan, 2000). Como resultado directo, el Estado
hegemónico no enfrenta las limitantes de la capacidad de crear dinero de cré-
dito y de obtener préstamos del mercado capitalista global impuestas a otras
naciones. Durante periodos de tiempo prolongados al menos, este Estado pue-
de financiar déficits comerciales masivos sin pérdidas significativas del valor de
su moneda. Siempre y cuando los flujos de crédito hacia el Estado hegemónico
continúen (es decir, siempre y cuando los préstamos sean refinanciados por
nuevos préstamos), los déficits comerciales pueden inflarse y las profundas re-
cesiones se pueden evitar debido a que más y más del producto mundial es con-
sumido en los mercados internos del Estado hegemónico. Los únicos costos de
mantener esta situación son los cargos involucrados en los nuevos préstamos
(Guttmann, 1994: 114-115). Cuando finalmente los niveles de deuda con in-
versionistas extranjeros se consideran excesivos, una devaluación de la moneda

223
DINERO Y CAPITAL HACIA UNA RECONSTRUCIÓN DE LA TEORÍA...

puede erosionar el valor de las exigencias de los extranjeros. Estos privilegios


del “señoreaje” (en el sentido más amplio del término) descansan parcialmente
en la necesidad de los agentes económicos foráneos de obtener dinero mundial
para llevar a cabo los pagos e inversiones internacionales. Los bancos centra-
les extranjeros también necesitan mantener fondos de reserva de la moneda
hegemónica con el fin de reasegurar los mercados globales de capital, y los
bancos centrales a menudo deben vender sus monedas locales y comprar mo-
neda hegemónica para prevenir que las exportaciones sean perjudicadas por
apreciaciones monetarias.
Si las IMCU se convirtieran en la única forma de dinero mundial no habría
espacio alguno para que la moneda del Estado hegemónico tuviera un papel
especial en el mercado mundial. No existen buenas razones para pensar que
los Estados hegemónicos estén a punto de desaparecer; ellos han jugado un rol
central en el desarrollo capitalista desde sus orígenes proporcionando los bienes
públicos indispensables requeridos por una región para servir como centro glo-
bal de acumulación para un ciclo sistemático de acumulación entero (Arrighi,
1999). Salir de las relaciones capitalistas de producción es salir de este sistema
jerárquico interestados. ¿Es realmente plausible que un Estado capitalista he-
gemónico (o cualquier Estado imaginable que desempeñe este rol en el futuro)
renuncie voluntariamente a los inmensos beneficios del señoreaje? La pregunta
se responde por sí misma.

El mercado mundial y el desarrollo desigual


Los postkeynesianos comparten con los marxistas la indignación respecto a la
indiferencia y ofuscación con la que la economía mainstream responde a las des-
igualdades globales. ¿Cuál es la causa fundamental del desarrollo desigual en el
mercado mundial? La falla de los países superavitarios para aceptar cualquier
responsabilidad en los desequilibrios monetarios en la economía global y su
capacidad para trasladar las mayores cargas de ajuste a los débiles países defi-
citarios son absolutamente cruciales en el esquema de Davidson. Pero en su vi-
sión los desequilibrios monetarios son síntoma de un problema más profundo
que él formula en términos de una ecuación que indica que el crecimiento de la

224
HACIA UNA TEORÍA MARXISTA DEL DINERO MUNDIAL

demanda de importaciones de un país es exactamente igual al crecimiento de la


demanda de sus exportaciones (“Ley de Thirlwall”):
(Ya/Yrw) = (Erw/Ea)
En sus palabras:
[S]i la posición internacional de pagos de la nación A no está deteriorándose, en-
tonces la razón entre el crecimiento del ingreso en la nación A y la tasa de creci-
miento del ingreso en el resto del mundo debe ser igual a la razón entre la elas-
ticidad ingreso de la demanda del resto del mundo por exportaciones de A y la
elasticidad ingreso de la demanda de A por importaciones (Davidson, 2002: 160;
véase Thirlwall, 1979).
La tendencia sistemática hacia el desarrollo desigual puede ser explicada en
términos de esta ecuación:
Si los países menos desarrollados (LDCs) tienen una ventaja comparativa en las
exportaciones de materias primas y otros productos básicos que típicamente tienen
baja elasticidad de demanda, mientras que los LDCs tienen una alta elasticidad-in-
greso de la demanda (Eldc) por productos manufacturados del mundo desarrolla-
do, entonces, para estos LDCs:
(Erw/Eldc) < 1
Consecuentemente, si los LDCs siguen la recomendación convencional de los eco-
nomistas clásicos y continúan desarrollando únicamente sus industrias con venta-
jas comparativas y al mismo tiempo intentan mantener una posición en la que el
valor de mercado de las exportaciones sea igual al valor de mercado de las impor-
taciones, entonces los LDCs están condenados a la pobreza relativa y la desigualdad
global del ingreso se hará más grande con el tiempo (Davidson, 2002: 160).
Davidson aboga por un mercado mundial capitalista en el que los flujos de
IMCU permitan a los Estados aplicar vigorosas políticas de desarrollo industrial
sin que sean sancionados por los mercados de capitales globales. El desarro-
llo industrial exitoso presumiblemente modifica la combinación de productos
en las regiones pobres erradicando de este modo la tendencia al desarrollo
desigual.
En este contexto la séptima propuesta de Davidson merece mayor atención.
Ésta establece que la tasa de cambio entre la IMCU y la moneda local sea fija,

225
DINERO Y CAPITAL HACIA UNA RECONSTRUCIÓN DE LA TEORÍA...

cambiando únicamente cuando una innovación de producto o proceso exitosa


mejora la productividad. El país en el que ocurre la mejora puede entonces
elegir revaluar su moneda local así que la IMCU compra menos unidades de
ésta sin pérdida alguna de poder adquisitivo; o bien la tasa de cambio nominal
puede permanecer constante con el avance en la productividad reduciendo los
precios unitarios de las exportaciones del país. Cualquiera de estas opciones genera
su propia tendencia sistemática a un desarrollo desigual en el mercado mundial.
Supongamos que se toma la primera opción y la IMCU compra menos uni-
dades de la moneda de la nación tecnológicamente adelantada. El crecimiento
de la productividad permite una tasa de crecimiento económico más acelerada
y un mayor nivel de producto. Un círculo virtuoso puede por tanto establecerse
en esta región; altos niveles de crecimiento y de producto pueden financiar un
mayor nivel futuro de fondos para I&D promoviendo importantes precondi-
ciones para futuros progresos de la productividad. En contraste, bajos niveles
de crecimiento y producto en otras regiones limitan su capacidad para involu-
crarse en gastos en I&D restringiendo las oportunidades de desarrollo de la
productividad en periodos sucesivos.
Si la segunda opción es elegida, y la tasa de cambio se mantiene constante
en la región que disfruta de la ganancia en productividad, precisamente los
mismos círculos virtuoso y vicioso tienden necesariamente a emerger. La na-
ción que se beneficia del avance puede disminuir los precios unitarios de sus
exportaciones ganando participación en el mercado de exportaciones mientras
se incrementan las ganancias. Esas ganancias pueden entonces financiar los
altos niveles de I&D que son las precondiciones para futuros aumentos de
productividad y altos niveles de crecimiento. Las otras regiones, incapaces de
alcanzar ese nivel de financiamiento de I&D, confrontan significativamente
menores oportunidades futuras. La desigualdad global tiende a incrementarse.
El impulso a apropiarse de ganancias excedentes a través de la innovación
tecnológica es un rasgo inherente de la competencia entre los capitales (Man-
del, 1979, capítulo 3; Smith, 2002). Este impulso genera una tendencia sis-
temática hacia el desarrollo desigual en el mercado mundial. Davidson busca
una arquitectura financiera internacional que mantiene la competencia entre
los capitales mientras inhibe la tendencia hacia el desarrollo desigual. Pero esto
es incoherente, la primera excluye a la última.

226
HACIA UNA TEORÍA MARXISTA DEL DINERO MUNDIAL

Conclusiones
Cualquier explicación adecuada del dinero mundial debe estar sustentada en las
determinaciones esenciales del mercado mundial capitalista. Los teóricos pos-
tkeynesianos, tal como Davidson, abogan por una forma de dinero mundial que
no es en sí mismo objeto de acumulación, que permita el pleno empleo y el desa-
rrollo industrial y que fomente el balance geopolítico entre los Estados y el equi-
librio económico entre las economías. Pero el sistema de propiedad y relaciones
de producción capitalistas requiere sistemáticamente una forma de dinero mun-
dial cuya acumulación es fin en sí mismo, y mientras estas relaciones persistan
los flujos de dinero mundial deben reproducir la coerción estructural que yace
en el corazón de la relación capital-trabajo asalariado. En el estado presente de
concentración y centralización, el capital industrial requiere una forma de di-
nero mundial que permita a gran escala las empresas conjuntas, las fusiones y
adquisiciones, cadenas de producción, flujos de cartera, préstamos, etcétera. Las
dificultades de sobreacumulación en curso en el mercado mundial también re-
quieren una forma de dinero mundial que fluye fácilmente en los circuitos trans-
fronterizos de capital financiero. La tendencia de los intereses del capital en las
regiones hegemónicas que se entrelazan con los intereses del Estado hegemónico
en el sistema interestados y los atractivos beneficios del señoreaje asociados a este
poder hegemónico, implican que el dinero mundial capitalista funciona como
arma geopolítica, no como instrumento neutral de comercio. Es más, la tenden-
cia al desarrollo desigual que surge principalmente (¡casi exclusivamente!) de la
capacidad de los principales capitales de apropiarse las ganancias excedentes a
través de innovaciones implica que el dinero mundial capitalista necesariamente
tienda a fluir de tal manera que permita que las ganancias excedentes sean apro-
piadas en pocas regiones relativamente privilegiadas del mercado mundial sin
importar cuál sea el costo para los individuos y comunidades en otras regiones.
Las teorías y las políticas neoliberales ignoran todos y cada uno de estos
rasgos estructurales del mercado mundial. Cuando todo está dicho y hecho,
las más radicales propuestas de los postkeynesianos también dejan en su lugar
estas tendencias. Los ideales que subyacen en la propuesta postkeynesiana de
un nuevo dinero mundial son recomendables pero ninguna forma de dinero
mundial puede cumplir con las tareas que le asigna Davidson mientras las re-
laciones sociales del capitalismo continúen sin cambio.

227
DINERO Y CAPITAL HACIA UNA RECONSTRUCIÓN DE LA TEORÍA...

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229
Tipo de cambio y transferencia de valor
Análisis a partir de la apropiación de renta
de la tierra petrolera en Venezuela

Juan Kornblihtt

El tipo de cambio es la forma concreta que toma el dinero mundial a nivel na-
cional. Frente a la inestabilidad monetaria que se produjo por el fin del patrón
oro y en forma recurrente por las crisis, aparece el interés de diferentes pers-
pectivas teóricas por los determinantes de los movimientos cambiarios. Con la
esperanza de encontrar alguna receta de política económica que resuelva pro-
blemas de fondo a partir de esas variables, la economía mainstream establece sus
fundamentals sobre la base de la búsqueda de un tipo de cambio de equilibrio
que permita armonizar sus modelos económicos y establecer una directiva de
política económica. La hipótesis que guía su estudio es que el manejo del tipo
de cambio es uno de los principales causantes de las inestabilidades, y que de
dejarlo librado a las fuerzas de mercado tendería a ajustarse en función del cri-
terio de la ley del único precio a nivel mundial. La falta de evidencia empírica
de este ajuste automático llevó a los economistas a buscar otros determinantes
vinculados a modelos de equilibrio en la balanza de pagos o las heterogeneida-
des de productividad entre sectores. Estas explicaciones giran en falso a partir
de no tener un clara definición del valor de la moneda (o peor aún, negarla)
y habilitan la búsqueda de solucionar problemas del mercado mediante la in-
tervención política como si ésta fuese autónoma. El marxismo, a partir de su
mayor solidez en las discusiones en torno al valor y el dinero, parece ofrecer
mejores herramientas para afrontar dicha discusión. Sin embargo, como vere-
mos, en esta corriente no siempre se encaró el problema de la forma adecuada.
Luego de repasar diferentes explicaciones, propondremos una alternativa y ve-
remos cómo ésta permite un análisis concreto a partir del caso de la disputa por
la apropiación de la renta petrolera en la Venezuela de los últimos años.

[231]
DINERO Y CAPITAL HACIA UNA RECONSTRUCIÓN DE LA TEORÍA...

La falsa identidad nacional entre tiempo de trabajo y dinero


En general, las discusiones en el marxismo se centraron en el carácter del di-
nero en el conjunto del modo de producción capitalista en torno a los deter-
minantes generales que Marx trabajó en el tomo I de El capital. Al pasar al
estudio empírico, se produce un salto entre el desarrollo de las determinaciones
generales de la moneda y la forma concreta que adopta. Este problema colocó
fuera del centro de análisis de la mayor parte de los marxistas la cuestión de
los determinantes concretos del tipo de cambio en cada país. Al pasar a dicho
análisis no sólo entra en juego cómo se concibe el dinero en términos de valor
sino cómo se estudia el vínculo entre la economía nacional y la mundial, lo cual
complejiza la discusión.
Una resolución adoptada que simplifica el problema es el supuesto de una
identidad inmediata entre el signo de valor y el valor del dinero a nivel nacio-
nal. Al hacerlo, no se toma en cuenta que los precios no expresan en forma
directa el valor sino que responden a la valorización de capital individual me-
diados por la competencia en la búsqueda de alcanzar la tasa media de ganan-
cia. La totalidad del ámbito nacional no es equivalente a la totalidad del modo
de producción capitalista.1 Los análisis no pueden derivarse del tomo I de El
capital sino que deben partir del análisis de lo nacional como expresión de un
capital social particular y no total. La moneda y las políticas estatales responden
a la reproducción de un conjunto de capitales (por eso llamado “capital social”)
pero que en términos mundiales se comportan como un conjunto de capitales
individuales.
El punto de partida problemático de esta perspectiva se da en el mismo
Marx en El capital. Al no haber desarrollado por completo su obra, que in-
cluía en su plan de trabajo un análisis del comercio exterior, no abundan las
referencias a la moneda nacional ni a las diferencias entre países. Donde más se

Una forma de justificar el tomar un espacio nacional como expresión de la totalidad sería
1

que en el mismo estén presentes todas las ramas de la producción alcanzando la composición
orgánica media de capital y que además tenga un balance comercial neutro para que de esa
forma no exista o se compensen las transferencias de valor. Pero lejos está de existir tal país o
siquiera los estudios de justificar su decisión por esta razón.

232
TIPO DE CAMBIO Y TRANSFERENCIA DE VALOR...

explaya es cuando analiza las diferencias nacionales de salario (capítulo XX del


tomo I). Aunque el objetivo no es analizar el tipo de cambio, allí aparece una re-
ferencia a la existencia de valores nacionales y de monedas fuertes o débiles en
función de la productividad relativa. Este planteo es tomado por muchos para
analizar el desarrollo mundial como una sumatoria de “espacios nacionales de
valor” contrapuestos de forma externa unos a otros. Esta explicación es la que
sostiene gran parte de la teoría de la dependencia en sus diferentes variantes,
con el supuesto aval de Marx.
El problema es que las citas que se toman parten de un análisis centrado en
la producción general de valor como una unidad. Marx en el tomo I aún no
desarrolló la existencia de múltiples capitales. Cuando se refiere al intercambio
de mercancías lo hace por igual en términos de valor y de precios sin mencionar
los precios de producción. Esto es resultado de un proceso analítico donde se
parte del análisis de las condiciones específicas generales del capitalismo para
luego avanzar en sus formas concretas dando cuenta de su contenido a partir
del análisis general (Rosdolsky, 2004). Pero este método no está exento de di-
ficultades porque el propio desarrollo de las determinaciones generales lleva a
enfrentarse a problemas concretos; en particular a que el capital, aunque existe
como una unidad, se desarrolla no sólo bajo la forma de múltiples capitales sino
de capitales que se articulan en forma nacional con Estados y políticas. Cuando
en sus explicaciones generales éstos aparecen, Marx remite a ellos como si lo
que se enfrentase no fuesen dos partes del mismo organismo sino dos organis-
mos separados que tienen las mismas determinaciones.
Al comparar países, aparece la idea de que se enfrentan dos espacios en los
que las leyes que se viene analizando se desarrollan con mayor o menor pleni-
tud. Cuando Marx se refiere a la moneda, esa misma apariencia lleva a pensar
el problema a nivel nacional como expresión directa de las determinaciones
generales de la moneda en el capitalismo.
Lo que en la obra de Marx es un momento en su desarrollo analítico que
recién se completará en el tomo III de El capital, para algunos se transforma en
realidad inmediata. Consideran que la moneda en tanto equivalente general del
valor se expresa en forma directa a nivel nacional. Es decir, es una expresión
directa del tiempo de trabajo necesario de un país. Bastaría calcular a nivel
nacional el total de horas trabajadas ponderadas por su grado de calificación
para calcular el equivalente monetario del valor. Dado que el valor se expresaría

233
DINERO Y CAPITAL HACIA UNA RECONSTRUCIÓN DE LA TEORÍA...

a nivel nacional, cuando estos autores avanzan hacia la comparación interna-


cional de la moneda en términos internacionales (el tipo de cambio) ésta se
presenta como una comparación directa entre tiempos de trabajo. Por eso luego
se abandonan los precios y se pasa directo a la comparación de productividades
físicas. Para esta postura, en el mercado mundial (si no hay distorsiones) la
articulación entre los productores privados e independientes se da en forma
directa por las horas trabajadas en cada país. Este planteo transforma lo que en
Marx es un análisis para el conjunto del modo de producción capitalista en un
análisis a nivel nacional. Como decíamos, se representa la economía mundial
como sumatoria de países y no como totalidad.
Este planteo precede el análisis de las formas concretas de la competencia
que Marx lleva a cabo en el tomo III, donde muestra que los capitales indi-
viduales no están vinculados en forma externa sino que son partes alícuotas
de una totalidad. Es decir, que el valor ordena el vínculo entre productores
privados e independientes que reciben su porción del plusvalor total en pro-
porción al capital adelantado y no al valor individual producido. Los precios
de producción (y los de mercado que oscilan en torno a ellos) y la ganancia son
la forma concreta que asumen el valor y la plusvalía.
En forma análoga, en ese proceso de articulación general a través de la
competencia cada país no se enfrenta a los otros como algo diferente sino como
parte de lo mismo. Si consideramos que los espacios nacionales condensan ca-
pitales particulares, su carácter de totalidad no es absoluta sino como parte del
capital mundial. Al igual que ocurre con los capitales individuales, el ingreso
no es el valor generado sino el proporcional al capital adelantado. La capacidad
de la moneda nacional de representar valor no es en función del valor local
producido sino de la apropiación de ganancia.
La perspectiva de analizar espacios de valor conectados en forma externa se
enfrentó al problema de que en el proceso histórico los países tienen desarrollos
diferenciales. Desde esta perspectiva, en cada espacio nacional debería estable-
cerse un proceso de acumulación que tienda hacia la misma magnitud y escala.
En caso de no darse, esto sería resultado de alguna distorsión externa a las
leyes generales descritas por Marx. Sobre la base de que el desarrollo histórico
muestra que esto no ocurre, el resultado es que se habla de países más o menos
desarrollados. La causa de esta diferenciación puede ser alguna traba externa
al cumplimiento de la ley del valor como, por ejemplo, los monopolios o el

234
TIPO DE CAMBIO Y TRANSFERENCIA DE VALOR...

imperialismo.2 En el tomo I de El capital el problema aparece planteado como


países con mayor o menor desarrollo capitalista, lo cual se expresa en mayor o
menor productividad, a lo cual corresponde un diferente “valor del dinero”.
La condición de esta diferenciación no es menor: que no se produzca a través
de la competencia una reducción de precios.3 Se está ante una vinculación de
esferas nacionales externas y no como parte de una misma relación.
Una de estas explicaciones de mayor difusión y que tiene implicancia di-
recta en el problema monetario es la supuesta existencia de un intercambio
desigual. Por el mismo se produciría una transferencia de valor desde los paí-
ses dependientes hacia los imperialistas que explicaría el desarrollo desigual.
Existen diferentes variantes de dichas transferencias, pero en general se las
considera como transferencias en términos de valor y no de ganancia bajo el
supuesto de que cada espacio nacional debería recibir el valor que produce y no
en proporción al capital que adelanta. En general, esta posición se fundamenta
en que los países periféricos exportan mercancías con bajos salarios e importan
mercancías producidas con salarios normales o altos (Emmanuel, 1972) en
combinación con el intercambio de mercancías agrarias (con poco valor) por
mercancías industriales (supuestamente con mayor valor) (Marini, 1973).
Llevado al terreno del tipo de cambio, Köhler (1998) plantea que la mone-
da debería expresar valores nacionales pero que la existencia del intercambio
desigual genera una salida de valor desde la periferia al centro que provoca
monedas subvaluadas en los países dependientes. El tipo de cambio actúa, se-
gún sostiene, como mecanismo de transferencia de plusvalía proveniente de los
bajos salarios al centro.
Para calcular la riqueza perdida vía tipo de cambio subvaluado, Köhler esta-
blece un correlato entre la paridad de poder adquisitivo y los tipos de cambio y
muestra que mientras que en la naciones centrales el tipo de cambio se ajusta a
la paridad de poder adquisitivo (PPP) en la periferia está por debajo del mismo

2
Para una crítica a la teoría del capital monopolista como negación del valor y como base
para la explicación del desarrollo desigual entre países, véase Kornblihtt (2008).
3
“Pero la ley del valor, en su aplicación internacional, se ve más modificada aún por el
hecho de que en el mercado mundial el trabajo nacional más productivo cuenta asimismo como
trabajo más intenso siempre y cuando la nación más productiva no se vea forzada por la com-
petencia a reducir a su valor el precio de venta de su mercancía” (K.I.2: 684, nota al pie a).

235
DINERO Y CAPITAL HACIA UNA RECONSTRUCIÓN DE LA TEORÍA...

debido a la menor capacidad de compra. Más allá de las críticas que se pueden
hacer a dicha metodología empleada para calcular la paridad,4 el planteo se
ubica en el nivel de las transferencias de valor y no en el terreno de la ganancia.
La existencia de exportaciones basadas en bajos salarios redunda en la posibili-
dad de apropiarse ganancias extraordinarias a costa de los países dependientes.
Con el tipo de cambio subvaluado se expanden los ingresos de dichos capitales
porque por cada divisa obtienen más poder de compra local. La fuente de su
riqueza es que en contraparte quienes consumen bienes importados o compran
divisas las pagan más caras. Una fuente para pagar esas divisas más caras pue-
de ser una tasa de explotación mayor por el pago de la fuerza de trabajo por
debajo de su valor. Pero no cambia el hecho de que los bajos salarios no van
hacia el centro sino que quedan en el país que los tiene. La moneda subvaluada
actúa como un mecanismo de transferencia interna pero ni genera la riqueza
que transfiere ni puede servir de vehículo hacia el exterior. Más aún, si la di-
visa local está subvaluada frente a la extranjera, es más caro comprar y se traba
la fuga de riqueza del país. Köhler, al colocar el intercambio desigual como
axioma, no explica en términos empíricos cómo una moneda subvaluada actúa
como vehículo de transferencias hacia fuera del país. Al no ver cómo opera la
subvaluación en términos concretos y asumir que ella misma es de por sí la vía
de sangría del valor desde la economía dependiente hacia el centro concluye
que una forma de evitar el intercambio desigual consiste en revaluar las mone-
das locales. Otorga así a la moneda un poder autónomo.
El planteo dependentista invierte la situación y coloca lo que es un ingreso
extraordinario para los capitales que acumulan en determinado espacio nacio-
nal, resultado de una mayor tasa de explotación, como una sangría a favor de

La PPP absoluta establece relaciones entre las capacidades de compra dentro del país de
4

cada moneda. Pero dicha capacidad está afectada ya por la propia sobre o subvaluación de la
moneda, lo cual repercute en una mayor o menor capacidad de compra interna que afecta a los
propios índices de precios construidos. Pero además, al establecer comparaciones de las va-
riaciones del índice de precios de consumo (IPC) año a año, provoca que si el nivel general de
la moneda está sobrevaluado pero se produce en un año particular una menor inflación en ese
país, aparecerá que la moneda está subvaluada cuando sólo bajó el nivel de la sobrevaluación.
Véase Iñigo Carrera (2007b: 31-35) para una crítica al uso de la PPP absoluta para calcular la
sobre o subvaluación de la moneda.

236
TIPO DE CAMBIO Y TRANSFERENCIA DE VALOR...

los capitales imperialistas. La subvaluación de la moneda, en caso de existir,


actúa como una mayor competitividad en el mercado mundial a costa de dichos
salarios que se paguen por debajo del valor de la fuerza de trabajo. Al asumir
la moneda en términos de valor y no como expresión de la capacidad de apro-
piar valor, Kölher asume que una moneda subvaluada es prueba suficiente de
la pérdida de valor; luego calcula cuán subvaluada está la moneda y estima las
pérdidas provocadas por el “intercambio desigual”.
Otra perspectiva de la existencia de “espacios nacionales de valor” comparte
la idea del valor como una realidad nacional pero sostiene que no se producen
transferencias de valor entre capitales (y países) más o menos productivos, es
decir, se opone al “intercambio desigual” (Astarita, 2010). Astarita coincide
con la teoría de la dependencia en que el valor tiene un carácter nacional, pero
a diferencia de la teoría del intercambio desigual sostiene que no existen trans-
ferencias entre dichos espacios. Para Astarita, las diferencias de la evolución
entre los países surgen directo de las diferencias de productividad de cada
país. El más productivo no se apropia más valor sino que produciría más valor
que los menos productivos. Las ganancias extraordinarias surgirían de una
mayor productividad que redundaría en un valor mayor generado a nivel local
debido a lo que llama “trabajo potenciado”. Es decir que menos tiempo de
trabajo implicaría más valor, contradicción que Astarita intenta superar con el
argumento del carácter social del trabajo.5 En este sentido, el tipo de cambio
no estaría determinado en términos internacionales sino como un mecanismo
que expande o no la tasa de explotación, y por lo tanto en el valor producido
en términos locales que redunda en aumentos o disminuciones de la tasa de
ganancia. En contraposición a Köhler, para Astarita el tipo de cambio no es
un mecanismo de transferencia sino de capacidad local de generación o no
de plusvalor. Astarita concluye que no existe tendencia definida a la sobre o
subvaluación de la moneda. Desde una perspectiva enfrentada a la teoría del
intercambio desigual, Astarita, sin embargo, analiza el problema del dinero y
del tipo de cambio como expresión del valor nacional que se relaciona en forma
externa con el resto del mundo como dos realidades separadas. Como señala-

5
Para una crítica a la noción de Astarita de trabajo potenciado, véase Iñigo Carrera (2011).

237
DINERO Y CAPITAL HACIA UNA RECONSTRUCIÓN DE LA TEORÍA...

mos, pierde de vista la unidad mundial como expresión orgánica del valor al
encerrarse en una mirada centrada en lo nacional.
En síntesis, pese a sus diferencias, las perspectivas analizadas parten de
una mirada nacional del valor supuestamente avaladas por citas del tomo I de
El capital, en el que se hace abstracción del momento correspondiente a este
nivel en el proceso de desarrollo de la explicación. Dentro de esta perspectiva
general encontramos dos líneas: para quienes las leyes del capital se comportan
con plenitud a nivel mundial, el tipo de cambio expresaría en forma directa la
capacidad de generar valor de cada economía, mientras que los otros parten
del mismo principio pero suponen que la distorsión de esas leyes por el inter-
cambio desigual provoca que el tipo de cambio actúe como medio de cesión del
valor entre países. Por el contrario, si tomamos al capital como mundial en su
esencia y nacional en su forma, debemos adoptar otro punto de partida donde
la expresión monetaria nacional dé cuenta del carácter parcial de la economía
nacional. Como señalamos, eso nos remite al problema de cómo el capital in-
dividual se apropia de plusvalor en función de su capital adelantado y no de su
propia capacidad de generar valor.

La forma nacional del dinero mundial


Uno de los autores que se centró en una perspectiva en torno a la tasa de ga-
nancia y no en forma directa al valor fue Anwar Shaikh, cuya explicación del
tipo de cambio se volvió la referencia sobre el tema al elaborar un modelo que
fue aplicado en diferentes países.6
Al buscar las determinaciones del tipo de cambio en la tasa de ganancia de
los capitales que rigen la economía nacional, Shaikh parece ir en este sentido.
En el fondo, busca la determinación de la moneda en la capacidad de valori-
zarse en proporción al capital adelantado y no de los valores directos. Sin em-
bargo, parte de supuestos que afectan sus propios objetivos y lo acercan a las

El estudio original de Shaikh sobre Japón y los Estados Unidos (Shaikh & Antono-
6

poulos, 1998) fue replicado para Grecia (Antonopoulos, 1999), Argentina (Féliz, 2007) y
México (Martínez-Hernández, 2010; Ruiz-Nápoles, 2010).

238
TIPO DE CAMBIO Y TRANSFERENCIA DE VALOR...

posiciones de quienes ven la articulación del mercado mundial como espacios


de valor independientes.
En sintonía con sus estudios sobre la determinación de los precios por los
tiempos de trabajo, establece un vínculo entre los tipos de cambio y los costos
laborales unitarios reales. Esta perspectiva que surge de integrar los deter-
minantes de las rentabilidades de la tasa de ganancia sectoriales a partir de la
matriz insumo-producto, lo lleva a concluir que existe una correlación directa
entre tiempos de trabajo y precios. En relación al cálculo de los determinan-
tes, Shaikh parte de las mismas variables de análisis con las cuales realiza sus
ejercicios de cointegración econométrica entre “valores” y “precios”. Esta po-
sición fue criticada como “fisicalista” por parte de Andrew Kliman, quien cri-
tica el vínculo directo entre precios y proporciones físicas entre las mercancías
que surgen de los análisis basados en matrices de insumo-producto (Kliman,
2002).7 El carácter de la productividad como determinante inmediato del pre-
cio se presenta como problema para un análisis que intenta dar cuenta de las
determinaciones del tipo de cambio.
Para el caso del tipo de cambio, Shaikh toma las matrices insumo-producto
aunque a partir de derivaciones matemáticas integra los vectores de dichas ma-
trices y llega a la conclusión de que el tipo de cambio real se correlaciona con
los costos laborales unitarios reales (CLUR) en tanto expresión de la capacidad
de valorizarse de los capitales rectores de la economía. El primer problema que
aparece en este ejercicio es que, al basarse en matrices insumo-producto, los
coeficientes que construye son relaciones físicas entre las mercancías. Por esa
razón, el precio aparece determinado por una medida de productividad (CLUR)
aunque para Shaikh es una medida de valor. Los ricardianos que no conside-
ran los precios de producción como expresión concreta de los valores, sino que
la articulación social se da en forma directa a través de los tiempos de trabajo
relativos, adhieren a la teoría de Shaikh sobre el tipo de cambio (Ruiz-Nápoles,
2004). Sin embargo, aunque Shaikh intenta avanzar en un análisis en términos
de la capacidad de apropiarse valor por parte de los capitales rectores de una
economía nacional, no deja atrás los problemas analizados por los otros auto-

7
En este artículo Kliman sostiene que la correlación entre “valores” que surgen de la ma-
triz insumo-producto y precios es una correlación espuria.

239
DINERO Y CAPITAL HACIA UNA RECONSTRUCIÓN DE LA TEORÍA...

res. Por su ejercicio de correlación directa entre productividades relativas entre


países y tipo de cambio real, coincide con quienes no parten de la ganancia sino
del valor a nivel nacional.
A la vez, su modelo establece una relación externa entre un tipo de cambio
real que se calcula como tcr = e*(ipca/ipcb)8 determinado por la evolución de
los costos laborales unitarios reales que están determinados por ese mismo tipo
de cambio. Por un lado, el hecho de que sean “reales” implica que dichos costos
están deflactados por el mismo ipc que está dentro de la ecuación del tcr. Pero,
además, la masa salarial está influida por la evolución del índice de precios en
relación al salario nominal (el salario real), que está compuesto de mercancías
importadas –y por lo tanto determinado por el tipo de cambio–. No resulta raro
entonces que todos los ejercicios econométricos entre el TCR y los CLUR relativos
entre dos países den correlaciones positivas, por lo que así se reproducen proble-
mas similares a los que Kliman mencionaba cuando criticaba los otros ejercicios
econométricos realizados por Shaikh en relación a los valores y precios.
El problema de Shaikh no se agota en su planteo empírico y en sus correla-
ciones que corren el riesgo de ser espurias. Uno de sus supuestos es la existencia
de un tipo de cambio que se ajusta siempre a la tasa de ganancia de los capitales
rectores de la economía (en realidad a sus CLUR en tanto expresión de su com-
petitividad). Este supuesto lo lleva a perder de vista la posibilidad de situacio-
nes generadas por ingresos extraordinarios que impliquen una capacidad de
compra mayor, es decir una capacidad de representar valor expandida a la que
corresponde la valorización normal de los capitales rectores de una economía
nacional. O situaciones inversas, donde el tipo de cambio aparezca con una
capacidad de representar valor menor a la correspondiente y de esa manera
estén depreciados en términos internacionales los precios internos. En síntesis,
en su búsqueda de criticar la idea de que el tipo de cambio es una variable in-
dependiente de política económica, Shaikh excluye la posibilidad de la sobre y
la subvaluación de la moneda o la considera un fenómeno aleatorio que tiende
a ajustarse en forma automática a los CLUR. Esto ocurre porque no parte de
analizar la moneda como expresión concreta de la capacidad de representar
valor que asume en un determinado país y presupone que se ajusta siempre a

8
Donde e es el tipo de cambio nominal e ipc son los índices de precios de cada país (a y b).

240
TIPO DE CAMBIO Y TRANSFERENCIA DE VALOR...

un valor predeterminado. Es decir, no parte del análisis concreto y reconoce las


determinaciones reales, sino que construye un modelo típico ideal que ajusta a
la realidad.
Las fuentes de dichas transferencias extraordinarias que Shaikh no ve pue-
den ser varias. La venta de la fuerza de trabajo por debajo de su valor implica
en particular un problema para el modelo elaborado por Shaikh. Como señalan
Bonofiglio y Kennedy (2013), el modelo de Shaikh, al contener la determina-
ción basada en los costos laborales, no considera la posibilidad de que exista
una subvaluación de la moneda por los bajos costos laborales. Por el contra-
rio, asume los salarios siempre como “normales”. Otras variantes que también
quedan fuera del modelo de Shaikh son las provocadas por ingresos extraor-
dinarios provenientes de fuera del país como las exportaciones de mercancías
portadoras de renta de la tierra o por el endeudamiento. Dicho proceso, que
lleva a una expansión de la capacidad de compra por encima de la que corres-
ponde a la capacidad normal de valorizarse de los capitales que componen un
determinado país, ha sido muy estudiado incluso por la bibliografía mainstream
en lo que se ha llamado la “enfermedad holandesa”.9 Incluso la economía es-
tándar, pese a sus limitaciones, se enfrenta a la necesidad de explicar el hecho
de que existe un proceso de sobrevaluación de la moneda por la entrada de
ingresos extraordinarios del exterior. Al partir de un modelo que presupone las
igualaciones de tasa de ganancia como realidad inmediata, Shaikh pierde de
vista este proceso.
El planteo de Shaikh parecía acercarnos a un análisis del tipo de cambio
que surgiría del capital mundial como totalidad. Sin embargo, tanto por los
problemas de sus presupuestos en torno a la relación entre valor y precios como
por su planteo de la existencia de una igualación de la tasa de ganancia general,
el resultado es que sus análisis oscilan entre “espacios nacionales de valor” y
capitales nacionales sin ninguna particularidad.10 Como señalamos, el punto
de partida de un análisis que dé cuenta del tipo de cambio en tanto expresión

9
La tendencia a la sobrevaluación de la moneda por ingresos extraordinarios desde el
exterior aparece en autores como Auty (2001).
10
Esta última crítica, que compartimos, fue desarrollada por Astarita (2010: 155), aun-
que, como también ya señalamos, la solución propuesta para superar dicho problema no nos
satisface.

241
DINERO Y CAPITAL HACIA UNA RECONSTRUCIÓN DE LA TEORÍA...

de la capacidad del capital total de un país de apropiarse valor en función de


la capacidad concreta de acumulación que tenga el capital nacional en estudio
se muestra limitado. Se debe superar tanto la apariencia de espacios nacionales
autónomos que se relacionan externamente (y donde unos pueden bloquear a
los otros) como la idea de espacios que reproducen la totalidad en forma indi-
ferenciada. Para hacerlo, debemos estudiar la búsqueda de valorización de los
capitales individuales que acumulan en un país en función de las leyes gene-
rales de la acumulación de capital. Es decir, partir de su necesidad de alcanzar
la tasa media de ganancia, y en esa búsqueda observar el rol que desempeña
la moneda nacional. En este sentido, retomaremos el planteo de Iñigo Carrera
en relación a la forma nacional del capital mundial y en particular cómo se
expresa en la moneda (Iñigo Carrera, 2007: 31-35). Iñigo Carrera parte de
que la moneda expresa el valor de las mercancías pero que ésta se puede en-
contrar por encima o por debajo de la paridad. La paridad está dada cuando la
moneda vigente refleja en el interior del espacio nacional la misma capacidad
de compra que en el mercado mundial. Como señalamos, partimos de que la
capacidad de compra que se expresa en la moneda corresponde a la capacidad
de los capitales de valorizarse en términos de su apropiación de ganancia. Para
tener una capacidad de compra expandida en el exterior (moneda sobrevaluada
en relación a la paridad) o para sostener una moneda subvaluada debe existir
alguna fuente de riqueza que no provenga en forma directa de su propia capa-
cidad de apropiarse riqueza. El tipo de cambio, cuando no está en su paridad,
aparece como un mecanismo de transferencia o de apropiación de ganancia de
un sector a otro dentro de la economía o de una riqueza proveniente de fuera
de la misma.
Para establecer el nivel de paridad y la sobrevaluación o subvaluación en re-
lación a la misma, se toma la llamada paridad de poder adquisitivo relativa. Este
método consiste en establecer un año base con el cual comparar luego la evolu-
ción relativa de la capacidad de las monedas para representar valor. La moneda
pierde dicha capacidad por una mayor emisión de signos de valor en relación al
país al cual se le compara o si existe un aumento de la cantidad de productos en
circulación menor que en el otro país, lo cual implica una menor capacidad de la
moneda de expresar valor. La fórmula es la siguiente (véase Cuadro 1):

242
CUADRO 1

 
  
   .
 
  

Donde TCP = tipo de cambio de paridad; TCC = tipo de cambio comercial; IPTA =
índice de productividad del trabajo del país a analizar; IPTUSA = índice de productividad
del trabajo de Estados Unidos; IPCA = índice de precios al consumidor del país a analizar;
IPCUSA = índice de precios al consumidor de Estados Unidos. El subíndice b remite al año
base elegido mientras que el subíndice i al año corriente en estudio.

Para establecer el año base se define la no existencia de fuentes de sobre o


subvaluación de la moneda. Como señalamos, la mayor o menor capacidad
de compra no puede surgir en abstracto de la valorización de los capitales en
el mercado mundial. Si la moneda está sobrevaluada, existe una transferencia
desde un sector que genera ingresos desde el exterior que pierde parte de su
riqueza a la hora de realizar compras en el interior del país. En general, dicha
riqueza proviene de exportaciones, deuda externa o remesas de emigrantes, por
ejemplo. A la inversa, cuando la moneda está subvaluada, el sector que exporta
(o el dinero que viene de afuera por otra vía) tiene una capacidad de compra en
el interior por encima de la que le corresponde en el mercado mundial. Dicha
riqueza no puede surgir del aire ni se evapora. En el primer caso (sobrevalua-
ción), el que se la apropia es aquel que se beneficia de acceder a un poder de
compra en el extranjero mayor al que le corresponde por la moneda nacional.
Por ejemplo, los importadores, los que fugan capital o quienes compran divisas
para consumir en el extranjero.
En el caso inverso, cuando la moneda está subvaluada, estos sectores pier-
den y los que ganan son los sectores exportadores. La transferencia proviene
en este caso de los sectores importadores y de quienes compran la divisa por
encima de su paridad. Para hacerlo y poder reproducirse deben obtener algu-
na fuente extraordinaria. La más común es la que proviene de la baja salarial.
Esto lleva a autores como Köhler a vincular la subvaluación con transferencias
del tipo del intercambio desigual. Sin embargo, como vemos, la subvaluación

243
DINERO Y CAPITAL HACIA UNA RECONSTRUCIÓN DE LA TEORÍA...

permite movilizar ganancias de un sector a otro dentro de una economía pero


no hay forma de que lo haga hacia fuera.
Con este método de cálculo se puede mostrar el tipo de cambio como la
expresión monetaria de la acumulación a nivel mundial. Para avanzar en una
mejor explicitación de dichas características donde las posibilidades dejen de
ser abstractas, analizaremos cómo se comporta el tipo de cambio en un país
concreto. El caso venezolano, al contar con un sector exportador casi monopo-
lizado por el petróleo, permite analizar el tipo de cambio como mecanismo de
transferencia de valor tanto hacia dentro como hacia fuera del espacio nacional
en forma mucho más desarrollada. Otros países tienen un sector externo más
heterogéneo, por lo que no es tan fácil dilucidar las fuentes de la sobre o subva-
luación como en Venezuela.11 El estudio propuesto ilustrará en forma más clara
nuestros señalamientos sobre el tipo de cambio.

El tipo de cambio como mecanismo de apropiación


de renta de la tierra en Venezuela

El caso venezolano sirve como un buen exponente para analizar en forma con-
creta qué expresa el tipo de cambio en relación a las discusiones previas. Como
explicamos en Kornblihtt (2015), la acumulación de capital en Venezuela tiene
como base la renta de la tierra petrolera. El capital en su conjunto se reproduce
sobre la base de esta fuente de riqueza que en su mayor parte proviene de plus-
valía extraída en el extranjero como producto de la exportación del petróleo.
En los últimos años, la renta alcanzó los niveles más altos de la historia con el
pico de los precios del petróleo, lo cual dio lugar a un proceso de expansión del
capital tanto privado como estatal con una fuerte mejora de las condiciones de
vida de la clase obrera sobre la base del aumento del gasto social. El Estado,
al ser el terrateniente y mediar en forma directa en la apropiación de la renta,
aparece expandido en sus funciones, lo que llevó a algunos autores a pensar en

Existen otros autores que realizaron estudios similares, para Argentina (Iñigo Carrera,
11

2007), para Brasil y para Corea del Sur (Grinberg, 2011), mientras que Mommer hace un
cálculo similar para Venezuela aunque sin tomar en cuenta la productividad (Mommer, 1990).

244
TIPO DE CAMBIO Y TRANSFERENCIA DE VALOR...

que era vector de un cambio inmediato del modo de producción por el cual el
Estado ya no expresaba los intereses del capital en su conjunto sino de la pobla-
ción en camino hacia una nueva forma de socialismo. Esta apariencia se abstrae
del curso concreto que tomó la renta petrolera como fuente de valorización de
los capitales nacionales y extranjeros radicados en dicho país. Las perspectivas
reseñadas sobre el tipo de cambio, al partir de la mirada nacional, se abstraen de
la capacidad del mismo para actuar como mecanismo de apropiación de la renta
de la tierra por parte del capital individual y por lo tanto llevan a subestimar el
lugar del mismo durante los últimos años y sobreestimar el rol “autónomo” del
Estado. Como veremos, la perspectiva defendida en el acápite previo permite
dar cuenta con mayor precisión de la particularidad de la acumulación de capital
en Venezuela durante las últimas décadas más allá de las formas ideológicas que
adopta.
El tipo de cambio aparece, según hemos desarrollado, como la expresión
monetaria de la capacidad de apropiarse plusvalor en el mercado mundial de
los capitales que componen una economía nacional. En el caso venezolano, la
baja productividad del trabajo explotado por los capitales tanto nacionales como
extranjeros y sus costos laborales no tan bajos como los de los capitales que
dominan el mercado mundial con base en exportaciones industriales de baja
tecnología, los lleva a ser capitales poco competitivos en la disputa por la apro-
piación de plusvalía a nivel mundial. Sin embargo, la exportaciones petroleras
portadoras de renta de la tierra implican un ingreso extraordinario. La tasa
de ganancia del sector supera con creces a la del resto de la economía nacional
así como a la media de la economía mundial, en particular de los sectores a los
cuales les importa Venezuela. Esto es resultado de condiciones no reproducibles
por el trabajo humano por las cuales en la extracción del petróleo venezolano la
productividad del trabajo es mucho mayor que en otros países.
Esta renta diferencial, a la cual en ciertos contextos se suma una renta simple
de monopolio, surge porque el precio del petróleo no sólo incluye la ganancia
normal del capital industrial puesto en producción para explorar, extraer, refi-
nar y transportarlo, sino una ganancia extra con la que el terrateniente puede
quedarse porque el precio es fijado por la peor tierra puesta en producción.
Esto es diferente a lo que ocurre con las mercancías producidas en condiciones
reproducibles por el trabajo humano, donde el más productivo fija en forma
tendencial el precio y por lo tanto la tasa de ganancia media rige el precio de

245
DINERO Y CAPITAL HACIA UNA RECONSTRUCIÓN DE LA TEORÍA...

producción y a su vez el precio de mercado. La diferencia entre la rentabilidad


del sector petrolero y el sector no petrolero venezolano y el capital industrial de
Estados Unidos (Kornblihtt, 2015) muestra la existencia de la renta diferencial.
La renta de la tierra portada en el petróleo es pagada por los capitales que
compran dicha mercancía a un precio mayor que si se rigiese, como el resto de
las mercancías, por una tasa de ganancia normal. El resultado es un ingreso a la
economía venezolana de una masa de riqueza que supera a la que le corresponde-
ría en proporción al capital que adelantan los capitales que la componen. El ori-
gen de esta masa de ganancia extraordinaria, además de no ser proporcional al
capital, no proviene de plusvalía del propio sector sino que es riqueza que pagan
los capitales que consumen dicho petróleo.12 En el caso venezolano, el principal
destino de su petróleo es Estados Unidos. Es decir, que se trata de ganancias
que ceden los capitales estadounidenses a los capitales radicados en Venezuela.
Esta masa de riqueza extra permite al capital en Venezuela tener una capa-
cidad de compra mayor a que si sólo tuviese ingresos como los capitales indus-
triales normales. Es más, dada su baja competitividad, sin dichos ingresos el
capital radicado en Venezuela no tendría cómo reproducirse. Esta vinculación
entre acumulación de capital y renta de la tierra que en otros países exporta-
dores de materias primas aparece más mediada, en el caso venezolano se evi-
dencia con toda crudeza.13 La suba del petróleo entre los años sesenta y setenta
del siglo XX, llevó a un boom de inversión que colocó a Venezuela entre los
países con una proporción de stock de capital por habitante más alta del mundo.
Mientras que la caída de precios a partir de los ochenta, implicó un colapso
que llevó a Venezuela a ser de los pocos países donde se destruye capital fijo sin
mediar una guerra o una catástrofe natural como un terremoto y a ser uno de

Algunos autores como Astarita (2010) sostienen que toda la renta de la tierra es pro-
12

ducto del valor producido por los obreros del mismo sector (un trabajo potenciado) y que no
proviene de transferencias de otro sector. Acordamos que eso es cierto para la renta absoluta
pero no así para la renta diferencial o la renta simple de monopolio. Para un análisis del debate
sobre el origen de la renta, véase Caligaris (2014).
13
El análisis del efecto de la renta en la acumulación de capital en Venezuela ha generado
una extensa producción y debate. Para un análisis del mismo con varios puntos de contacto
con nuestro planteo, véase Mommer (1990) y Baptista (2005). Hemos analizado en profun-
didad lo que aquí sintetizamos en Kornblihtt (2015).

246
TIPO DE CAMBIO Y TRANSFERENCIA DE VALOR...

los pocos países con una caída absoluta de la productividad del trabajo. Con
el rebote del petróleo en la primera década del siglo XXI la expansión no pudo
expresarse en un aumento de la inversión pero sí del consumo motorizado a
través de planes sociales y transferencias directas al capital y satisfecho en su
mayor parte con importaciones. Boom que, otra vez, empieza a mostrar sus lí-
mites con la caída del precio del petróleo como consecuencia de la agudización
de la crisis mundial.
Estos vaivenes atados a los ingresos provenientes de la renta petrolera tie-
nen expresión directa en el tipo de cambio. La capacidad de representar valor
de la moneda en el mercado interno y en el externo está atravesada por estos
ingresos. Para establecer la magnitud de dicha influencia, tomamos los cálculos
del tipo de cambio de paridad relativa. Dicha metodología es utilizada en Ve-
nezuela por Mommer (1990) con quien coincidimos en tomar como año base
1967 cuando el precio del barril es bajo y hay poco endeudamiento externo.
Esto permite establecer el supuesto de que durante esos años no hay fuentes
de riqueza que permitan a la moneda venezolana tener una capacidad de re-
presentar valor por encima de la correspondiente a la proporcional al capital
radicado en el país. Luego, aplicando la fórmula detallada supra, observamos
una tendencia a la sobrevaluación de la moneda en los dos momentos de boom
petrolero (véase Gráfico 1).
Centrados en particular en los últimos años, podemos analizar cómo el tipo
de cambio actúa como mecanismo de apropiación de renta de la tierra. En
los años noventa del siglo pasado, la sobrevaluación se sostuvo gracias a los
ingresos por deuda externa. A partir de mediados de la siguiente década, la
sobrevaluación comienza a expandirse de la mano de la suba de los precios
del petróleo. Se combina el mantener un tipo de cambio oficial estable con
un crecimiento de la inflación y un aumento de la productividad venezolana
por debajo de la de Estados Unidos. Se genera un abaratamiento del dólar en
relación al aumento del poder adquisitivo local provocado por los ingresos pe-
troleros. Cuando el Estado vende sus dólares obtenidos por las exportaciones
petroleras o la deuda externa en el mercado interno, los vende más baratos que
si estuviesen en paridad. Quienes compran estos dólares para importar mer-
cancías o para remitir ganancias al extranjero obtienen beneficios a costa del
Estado, que vendió barato.

247
GRÁFICO 1
Valuación del bolívar en relación a la paridad, 1967-2011 (1967=100)

Fuente: elaboración propia con base en datos del Banco Central de Venezuela, para un
detalle véase Kornblihtt (2015).

¿De dónde sale la capacidad del Estado de vender los dólares más bara-
tos?: del hecho de que tiene ganancias extraordinarias por ser el terrateniente.
En ese sentido el tipo de cambio actúa como un mecanismo de transferencia
de renta de la tierra, en este caso desde el terrateniente estatal hacia el capital
privado que importa y hacia los capitales que remiten ganancias al extranje-
ro. Aparece también otro mecanismo, la existencia de un mercado paralelo de
acceso de divisas ante la presencia de un control cambiario, y luego se suma
también un desdoblamiento del tipo de cambio por el cual se vende a diferentes
precios según el destino.
El mercado negro se encuentra más cerca de la paridad e incluso por mo-
mentos se encuentra subvaluado. Quienes no pueden acceder al dólar oficial
compran por encima del precio, lo cual implica una transferencia hacia quien
obtuvo dólares a precio oficial sobrevaluado. El origen de dicha riqueza es más
difícil de establecer. Si se obtiene a costa de la reproducción de la clase obrera o
de los capitales, puede ser parte del salario o de la ganancia normal, respectiva-

248
TIPO DE CAMBIO Y TRANSFERENCIA DE VALOR...

mente. Otra opción es que la compra de esos dólares más caros en el mercado
negro sea posible por la existencia de alguna transferencia de renta petrolera
por otra vía (subsidios, combustible barato en el mercado interno, etcétera).
El tipo de cambio aparece entonces como uno de los principales mecanismos
de apropiación de la renta petrolera en Venezuela. En particular por parte del
sector privado que logra acceder a dólares baratos (gracias a la sobrevaluación
del bolívar). Esto se sostenía en los altos precios del petróleo. Cuando éstos caye-
ron, para sostener las transferencias al capital privado a través del tipo de cambio
con la caída del precio del petróleo, aparece una nueva fuente de riqueza: el
endeudamiento externo (en particular en manos de China). Con todo, en los últi-
mos años se sucedieron devaluaciones y un aumento de la restricción de la venta
en dólares, lo cual hizo que se disparara el valor del dólar en el mercado negro.
La devaluación, a su vez, puede implicar el hecho de estar frente a una
contracción de la riqueza disponible, como ocurre con el colapso en los
ochenta del siglo pasado, cuando el desplome del precio del petróleo y hasta
la vuelta del endeudamiento en los noventa el tipo de cambio se acerca a su
paridad. La devaluación no es acompañada con un proceso inflacionario que
lleva a una vuelta a la sobrevaluación porque no hay fuentes materiales para
sostenerla. La contracción aparece como resultado de la política cambiaria
cuando ésta en realidad expresa la falta de riqueza disponible para transferir
a través del tipo de cambio.
El tipo de cambio es por lo tanto, en el caso venezolano, uno de los prin-
cipales mecanismos de apropiación de la renta petrolera por parte del sector
privado. Si se abstrae de este mecanismo al tratarse de un terrateniente estatal,
pareciera que la renta fluye siempre primero a manos del Estado, que luego
la distribuye. Sin embargo, el hecho de tomar en cuenta el carácter del tipo
de cambio con base en sus determinaciones específicas como espacio nacional
dentro de una economía mundial permite dar cuenta del curso de una masa de
riqueza que no aparece en la contabilidad nacional.

Conclusiones
El estudio del tipo de cambio pone en evidencia una serie de problemas me-
todológicos en relación a las relaciones generales y las formas concretas. En

249
DINERO Y CAPITAL HACIA UNA RECONSTRUCIÓN DE LA TEORÍA...

general, los estudios sobre el dinero se centran en los debates fundamentales


sobre el carácter general del mismo. Pero una vez establecidas dichas rela-
ciones y al enfrentarse al problema nacional, las conclusiones alcanzadas se
trasladan en forma automática como si cada espacio nacional fuese en forma
directa expresión de la totalidad analizada. Luego, cuando esa totalidad no
expresa lo que los autores reseñados suponen debería expresar, éstos apelan
como explicación a las políticas económicas o suponen que éstas no tienen nin-
guna importancia debido a supuestos ajustes automáticos. El partir desde otra
perspectiva, la de analizar los espacios nacionales como parte alícuota de una
totalidad, nos permitió, junto a los autores citados, avanzar en las mediaciones
entre esas determinaciones generales y las formas concretas de su expresión.
De esa forma pudimos dar cuenta de la sustancia de las transferencias que se
producen a partir del tipo de cambio y poner en evidencia, en el caso venezola-
no, una magnitud de riqueza en disputa que no aparece en forma directa en la
contabilidad nacional. Incluso pudimos mostrar que no hay un crecimiento del
peso directo del Estado en el control de la renta de la petrolera durante el cha-
vismo. Con base en este planteo, no se niega el carácter de la política cambiaria
sino que se expresa como la forma en que opera la apropiación de riqueza para
la reproducción del capital en condiciones históricas específicas. Dicho estu-
dio habilita para identificar una masa de valor en disputa para la clase obrera
que de otra manera estaba invisibilizada, y establece además canales para esta
disputa que no se centran en la forma nacional que adopta el dinero como va-
riable autónoma sino en tanto expresión de las leyes del capital mundial en un
determinado país.

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Dinero y capital. Hacia una reconstrucción de la teoría de Marx
sobre el dinero, de Roberto Escorcia Romo y Mario L. Robles
Báez (compiladores), número 68 de la Colección Teoría y Aná-
lisis de la DCSH de la UAM-Xochimilco, se terminó de imprimir
en los talleres de Impresiones y Acabados Finos Amatl, S.A.
de C.V., en noviembre de 2016. Se tiraron 1 000 ejemplares. La
edición estuvo al cuidado de David Moreno Soto. Formación
de originales Nancy Blancas.

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