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ADOLFO ALZATE GUARIN

LICENCIATURA EN FILOSOFÍA SECCIONAL ORIENTE

La justificación de la desigualdad entre los hombres en Nietzsche

Entre las obras de Nietzsche se pueden rastrear diferentes temas que la tradición consideró
más relevantes, tales como: el superhombre, el eterno retorno, el nihilismo, entre otros. Por
el contrario, uno de los temas pasados por alto o si se quiere, omitidos por sus
repercusiones con el nacional socialismo, convierte el tema de la desigualdad en uno de los
más polémicos y que causa mayor debate. De este modo, ¿Cómo se puede justificar la
desigualdad propuesta por Nietzsche?

1. La desigualdad en las obras de Nietzsche

Según Nietzsche no podemos pensarnos como igual a otro, la igualdad es entendida como
algo bueno y justo, pero la desigualdad se advierte como injusta, inequitativa e incluso
ilegal. Nietzsche logra identificar el germen de donde proviene la igualdad y las diferentes
estructuras ideológicas que han posibilitado a la igualdad una caracterización que para él es
errónea. La principal tradición que predicaba la idea de igualdad y la que Nietzsche se
encargará de atacar en repetidas ocasiones es la tradición judeo-cristiana, a la cual se
adscribieron algunos movimientos políticos como el socialismo, donde se rechazaba esa
idea de desigualdad y se promovía una igualdad para todos.

Puesto que la tradición judeocristiana es la que en mayor medida promulga la idea de la


igualdad entre los hombres, se puede identificar a esta como la raíz del problema, ya que en
sus postulados todos tenemos un origen común y venimos de un mismo ser creador
omnipotente, por ende como somos hijos de él, todos los seres humanos somos iguales.
Nietzsche piensa que todo esto es una artimaña de la religión y que han utilizado la idea de
igualdad apoyada en otros planteamientos como la misericordia o el perdón, de esta
manera, al apropiarnos de esta idea y concebirnos todos como iguales ante Dios, dimos
paso a un largo período histórico enmarcado en una idea que para Nietzsche es totalmente
insensata, inadmisible e irracional, la idea de la igualdad.

En su obra El Anticristo, Nietzsche problematiza y cree injusta la igualdad ante Dios ya que
gracias a esta idea cristiana, se han forjado diferentes movimientos sociales y políticos que
exigen la igualdad de derechos. Respecto a la igualdad de todos los hombres antes Dios
Nietzsche dice en el aforismo 62 de El Anticristo lo siguiente:

La “igualdad de las almas ante Dios”, esa patraña, este pretexto para las rancunes de
todos los hombres de mentalidad vil, este concepto-explosivo que por último se ha
traducido en revolución, idea moderna y principio de decadencia de todo el orden
social, es simplemente dinamita cristiana... ¡Beneficios “humanitarios” del
cristianismo!

Del mismo modo, en Así habló Zaratustra, en el apartado “Del hombre superior” Nietzsche
manifiesta su rechazo de la igualdad ante Dios así:

«Vosotros hombres superiores, así dice la plebe parpadeando no existen hombres


superiores, todos somos iguales, el hombre no es más que hombre, ¡ante Dios todos
somos iguales!»

¡Ante Dios! Mas ahora ese Dios ha muerto. Y ante la plebe nosotros no queremos
ser iguales. ¡Vosotros hombres superiores, marchaos del mercado! (p.219)

La postura de que todos somos iguales ante Dios, trajo consigo muchas repercusiones para
aquellos hombres superiores que tenían capacidades más excelsas que el resto, creando en
los hombres inferiores un sentimiento de igualdad frente a los superiores, hombres en
exceso viles, mediocres, incultos, tratando de equiparase con genios, que incluso en su
constitución física e intelectual eran inferiores a los hombres superiores. Lo anterior,
presupone una venganza o una sublevación por parte de los hombres inferiores que gracias
a la idea de igualdad implantada en los sistemas políticos, cobra fuerza y esto causa una
preocupación en Nietzsche. Esto se enuncia en la Genealogía de la Moral así:
…en esos lugares aparece, antes bien, la población prearia de Alemania. (Lo mismo
puede decirse de casi toda Europa: en lo esencial la raza sometida ha acabado por
predominar de nuevo allí mismo en el color de la piel, en lo corto del cráneo y tal
vez incluso en los instintos intelectuales y sociales: ¿quién nos garantiza que la
moderna democracia, el todavía más moderno anarquismo y, sobre todo, aquella
tendencia hacia la commune [comuna], hacia la forma más primitiva de sociedad,
tendencia hoy propia de todos los socialistas de Europa, no significan en lo esencial
un gigantesco contragolpe -y que la raza de los conquistadores y señores, la de los
arios, no está sucumbiendo incluso fisiológicamente?...) (p.42)

Nietzsche en la mayoría de sus obras expresa su contundente rechazo hacia la igualdad, esta
no debería hacer parte de nuestra cultura y nuestras creencias, además no es una obligación
que todos los seres humanos estemos en igualdad, Nietzsche En Así Habló Zaratustra se
encargará de decir que él no hace parte de esa doctrina y en ningún sentido defiende la
igualdad, “Con estos predicadores de la igualdad no quiero ser yo mezclado ni confundido.
Pues a mí la justicia me dice así: «los hombres no son iguales. ¡Y tampoco deben llegar a
serlo!” (p.60)

Más aún, se podría decir según Nietzsche que la igualdad no existe ni la deseamos, la
realidad nos muestra de forma más que evidente lo desiguales que somos, algo que es
indiscutible y que sólo algunas religiones e ideologías políticas se atreven a refutar. Incluso,
no tendríamos por qué llegar a ser iguales, no hay necesidad de ello, yendo mucho más
lejos se debería exterminar a los inferiores, algo que Nietzsche deja claro en el aforismo 2
de El Anticristo:”Los débiles y malogrados deben perecer; tal es el axioma capital de
nuestro amor al hombre. Y hasta se les debe ayudar a perecer. ¿Qué es más perjudicial que
cualquier vicio? La compasión activa con todos los débiles y malogrados; el cristianismo...”

Desde la idea de desigualdad humana en Nietzsche se puede desprender otra vertiente que
la justificará, a saber, que entre los seres humanos existe una jerarquía física e intelectual, la
cual hace evidente que no hay igualdad entre los hombres. Nietzsche no valida la presencia
de una ley o ser trascendente de la cuál descendamos, pero si afirma que existe una ley
propia de nosotros que organiza la realidad y nos configura como seres individuales
sometidos a un orden desigual, en este sentido la desigualdad es inherente a nuestra
constitución de humanos. En El Anticristo Nietzsche lo expondrá en el aforismo 57 de la
siguiente manera:

En todo esto, repito, no hay ni pizca de arbitrariedad ni de artificio; lo que difiere es


artificioso, supone una antinaturalidad. El régimen de castas, el orden jerárquico,
simplemente formula la ley suprema de la vida misma; la diferenciación de los
citados tres tipos es necesaria para el desenvolvimiento de la sociedad y el
desarrollo de tipos superiores y supremos; la desigualdad de derechos, por otra
parte, es la premisa de que haya derechos.

En otro orden de cosas, otro aspecto relevante de la filosofía nietzscheana donde podemos
encontrar algunos vestigios y justificaciones de la desigualdad es en “la voluntad de poder”,
una voluntad que nos permite dirigir nuestra vida hacia un querer tener más de lo que se
tiene actualmente, imponiendo nuestro poder y pasando por encima de cualquiera que se
oponga. Lo anterior, llevará hacia una superioridad que solo pocos hombres lograrán
alcanzar y por ende nos hará desiguales, resultado de un proceso casi natural que creará y
justificará la desigualdad en la humanidad. Respecto a la voluntad de poder en relación con
la desigualdad Pifarré argumentará que:

Haciendo una recapitulación sobre lo que hemos dicho sobre la cosmología de


Nietzsche, diríamos que concibe la vida como un conjunto de fuerzas que mediante
su constante acumulación se expandían en todos los ámbitos espaciales del existir,
configurándose de forma desigual la entidad de los seres particulares. Es así que la
vida como voluntad de poder tiene como instinto primordial el inexorable deseo de
su constante crecimiento como expresión de su “querer-ser-más” de forma continua,
o lo que es lo mismo, el de incrementar el poder de su voluntad como impulso
proyectivo hacia el devenir.(p.29)

2. Precursores del concepto de desigualdad en Nietzsche

El concepto de desigualdad ya estaba presente en la historia de la filosofía antes de la


aparición de Nietzsche, la desigualdad ha sido un punto clave en el funcionamiento de las
sociedades antiguas, sin la desigualdad no hubiese sido posible el avance y el esplendor de
algunas civilizaciones en las cuales la esclavitud y la aceptación de que habían hombres
superiores e inferiores era algo común, habitual y corriente en el pensamiento de la época.
La desigualdad podemos rastrearla desde los presocráticos hasta los modernos, como lo
indica Heráclito citado por Pifarré: “"El conflicto es el padre de todas las cosas, el rey de
todas las cosas. A unos ha hecho dioses y a otros hombres; a unos ha hecho esclavos y a
otros libres" (p.67). Esta máxima de Heráclito no pasa inadvertida ni es de menor valía ya
que para Nietzsche, Heráclito era el filósofo con el cual sentía que coincidían muchos de
sus pensamientos. Paralelamente, podemos identificar ciertos aspectos relacionados con la
desigualdad y la superioridad del más fuerte en la Republica de Platón, como lo expone
Pifarré:

En el libro de La República de Platón, aparece el sofista Trasímaco con su doctrina


del derecho de los más fuertes, en la que pienso que podemos hallar múltiples
afinidades con el pensador alemán. Pero Trasímaco, aunque acepta la desigualdad
humana, dirá que el derecho de los más fuertes -a la inversa de lo que sostendrá
Nietzsche- no surge por necesidad de la naturaleza, sino por construcción artificial,
mediante las "artimañas" que los más fuertes han ideado para someter a los más
débiles. (p.67)

Siguiendo con Platón, en algunos de sus diálogos podemos rastrear la desigualdad enfocada
en la superioridad de los hombres más fuertes y capacitados, relegando a aquellos más
débiles. En el Gorgias podemos encontrar una postura frente a la desigualdad muy similar a
la que Nietzsche manifiesta atacando a la tradición judeo-cristiana, ya que esta justifica a
los débiles y promueve una igualdad que no existe, esto se hará evidente con el personaje
Calicles. Platón en su diálogo citado por Pifarré dirá que: “…pues para Calicles, las leyes
han sido establecidas por los débiles para evitar ser aplastados por los más fuertes, por
aquellos que están capacitados para tener más… Creo que la justicia natural consiste en que
el mejor tenga autoridad sobre los hombres de menor capacidad y posea más que
ellos"(p.68)

En la filosofía moderna también encontraremos algunos postulados frente a la desigualdad


muy similares a los expuestos por Nietzsche en algunas de sus obras. Uno de ellos es
Hobbes, el cual aducía que el egoísmo era constitutivo de nuestro estado natural, en el cual
el más fuerte se apodera de las cosas del más débil, también su postulado de que estamos en
una “guerra de todos contra todos” y que “el hombre es un lobo para el hombre” presupone
que siempre habrán hombres superiores e inferiores y por ende habrá desigualdad. Todo
esto, sin dejar de lado que los desarrollos de estas formulaciones y otros postulados de
Hobbes discrepan mucho con el pensamiento de Nietzsche.

Ahora bien, otro de los filósofos anteriores a Nietzsche que abordó el tema de la desigualad
fue el francés Rousseau, es bien conocida la aversión de Nietzsche hacia el autor de la obra
sobre el origen de la desigualdad entre los hombres, dado que este defendía la igualdad de
derechos y argumentaba que todos los hombres son buenos e iguales por naturaleza, algo
totalmente contrario a la propuesta nietzscheana. Del mismo modo, otro de los argumentos
a los que Nietzsche se opuso respecto a la propuesta rousseauniana, fue aquel que inducia a
que la voluntad de la mayoría se impusiera, ya que esta voluntad es la de los mediocres. Lo
anterior, se ve reflejado explícitamente en El crepúsculo de los ídolos y en la Voluntad de
poder donde Nietzsche citado por Pifarré dirá que:

"Yo odio a Rousseau... odio la moralidad rousseauniana, las llamadas verdades de


la revolución que hoy todavía siguen causando efectos y persuadiendo a ponerse a
su lado a todo lo superficial y mediocre". En otros lugares lo califica de "plebeyo",
de miserable y resentido, que oscila entre la engreída vanidad y el mezquino
autodesprecio, impregnado de resentimiento contra los individuos superiores:
"Rousseau es un síntoma de autodesprecio y de la vanidad exagerada, signos ambos
de la falta de voluntad de poderío, moraliza y busca la causa de su miserable estado,
como resentido que es, en las clases dominantes". (p.72)

Asimismo, la influencia de autores que también escribieron sobre la desigualdad como


Maquiavelo y en especial la teoría de la evolución de Darwin, tuvieron gran impacto en el
pensamiento de Nietzsche y su concepción acerca de la desigualdad.

3. Nietzsche y su influencia en ideologías posteriores


Uno de los planteamientos más polémicos o si se quiere más inadecuados sobre Nietzsche,
es su vinculación con el pensamiento nacional socialista alemán, liderado por Adolf Hitler.
Para nadie es un secreto que la ideología nazi rebosa de argumentos que Nietzsche ya antes
había expuesto en sus obras, en especial el argumento que habla sobre la desigualdad y esa
exigencia de que racialmente, física e intelectualmente, hay hombres superiores. Es claro
que, hubo una radicalización de este postulado nietzscheano o quizás una mala lectura e
interpretación que sirvió de caldo de cultivo para la ideología nazi, pero lo que es relevante
aquí es que, es totalmente innegable la importancia del pensamiento de Nietzsche en las
ideologías del partido nacional socialista, partido que ayudó a la publicación de algunas de
las obras póstumas de Nietzsche que habían quedado a cargo de su hermana y partido
liderado por grandes lectores de Nietzsche, el cual tuvo una gran influencia en la Alemania
nazi. Tugendhat dirá respecto de la relación entre Nietzsche y Hitler lo siguiente:

No se sabe si Hitler leyó a Nietzsche, pero las posiciones antiigualitaristas de ambos


resultan ser lo suficientemente semejantes como para que valga preguntar cómo se
relacionan entre si conceptualmente. La primera impresión es:

1. Tanto Nietzsche como Hitler rechazan la idea de la igualdad, ambos lo hacen con
especial agudeza, y ambos consideran que dicha idea es no sólo incomprensible sino
francamente demencial. En el Zaratustra de Nietzsche, la doctrina sobre la igualdad
es puesta en boca de las tarántulas; para Hitler es una idea de los judíos.

2. Aquello en favor de lo cual se rechaza la igualdad no es un concepto diferente de


justicia (como por lo general se critica a la igualdad: es decir, no que la repartición
igualitaria sea la justa, sino más bien la que es proporcional según ciertos
parámetros como mayor merecimiento, mayor necesidad, etc.). En otras palabras,
ninguna concepción de justicia debe reemplazar a la igualdad, excepto el poder. El
término de Nietzsche es la "voluntad de poder", mientras que Hitler lo denomina
como una ley natural: "que el más fuerte tiene el derecho de imponer su voluntad".
Sólo el poder —entendido como coacción— es decisivo y justificado al mismo
tiempo. Así, la igualdad es rechazada en nombre del poder y esto se fundamenta, de
nuevo en forma semejante tanto en Nietzsche como en Hitler, en que se trata de un
hecho empírico, a saber, que todo actuar humano, lo mismo que toda vida en
general (o incluso todo ser natural), está determinado exclusivamente por la
voluntad de poder. Ello implica —esto también lo ven Nietzsche y Hitler en forma
análoga—, que aun aquel actuar que no se entiende a si mismo de esa manera —el
actuar moral igualitario— está en realidad determinado por motivos de poder, sólo
que de un modo retorcido. (p.257)

En Hitler podemos encontrar esa preocupación por la purificación de la raza que lo llevó a
cometer actos barbáricos, con el argumento de que la raza aria es superior a las demás y el
resto de razas por su condición de inferiores deben ser sometidas. En Nietzsche se puede
rastrear también su preocupación por la purificación de la raza, que tendrá como fin último
el engendramiento del superhombre. Nietzsche citado por Barbero escribirá en el aforismo
272 de Aurora que: “Las razas cruzadas producen siempre, al mismo tiempo que culturas
cruzadas, morales cruzadas: generalmente son peores, más crueles, más inquietas”. (p.83)

En suma, podemos encontrar muchos paralelos entre el pensamiento nietzscheano y nazi,


pero esto pasa más por una inadecuada utilización por parte de Hitler y un amaño de ciertos
postulados de Nietzsche a su favor, para de este modo justificar su antisemitismo y su
racismo. La desigualdad es un argumento transversal en el pensamiento de ambos, pero
llevado al extremo por parte del partido nacional socialista.

Bibliografía

Nietzsche, F. (2011). El Anticristo. Madrid: Alianza editorial.

Nietzsche, F. (2005). La genealogía de la moral. Un escrito polémico. Madrid: Alianza


editorial.

Nietzsche, F. (2003). Así Habló Zaratustra. Un libro para todos y para nadie. Madrid:
Alianza editorial.

Pifarré, L. (1991). La Desigualdad de la vida humana en Nietzsche. Barcelona: PPU


Editorial.

Tugendhat E. (2002). Problemas. Barcelona. Gedisa.


Barbero, J. M. P. (2010). Nietzsche y el Nacionalsocialismo: cosmovisión y propaganda.

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