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DERECHO PROCESAL CIVIL GENERAL

MÓDULO:

SUJETOS DEL PROCESO


LITISCONSORTES - OTRAS PARTES

DR. PEDRO PABLO CARDONA GALEANO


Sujetos Procesales; Litisconsortes y otras partes

CONCEPTO DE PARTE

Etimológicamente la palabra parte proviene del vocablo latino; pars, partís, que significa
porción indeterminada de un todo, mas en el derecho procesal la expresión parte es genérica
razón por la cual la doctrina se ha ocupado intensamente de procurar la determinación de la
posición que las partes han de tomar en el proceso. Por ello se dice que en los procesos de
tipo contencioso, se hace necesario, al menos, la presencia de dos personas en la relación
jurídico procesal posiciones antitéticas: demandante-demandado. El primero, sin duda, al
ejercitar el derecho público de acción, formula la demanda que da inicio a la actuación
procesal. Han adquirido así la calidad de partes iniciales en el proceso1.

TEORÍAS SOBRE EL CONCEPTO DE PARTE

El concepto de parte ha sido un tema bastante controvertido y polémico, razones por las
cuales han surgido varias tesis o teorías sin que haya sido posible una armonización sobre el
concepto. Procederemos a esbozarlas a continuación:

TEORÍA MATERIALISTA. Parte es igual a sujeto de relación jurídica material. Esta


teoría toma como concepto de parte un concepto sustancial en cuanto en el proceso los
sujetos piden la actuación de la autoridad judicial. Se quiere hacer coincidir el concepto de
parte con el concepto de sujeto de la relación jurídica, no se concibe la acción en forma
independiente de la relación jurídica sustancial. En otras palabras, como no puede haber
derecho sin acción ni acción sin derecho, únicamente serán partes los sujetos de la misma
relación.

Se critica esta teoría expresándose que no es apropiado el concepto por cuanto resultaría
inexplicable como puede eventualmente ser parte cuando después del desarrollo de la
actividad jurisdiccional se llega a la consecuencia de que los que han actuado como tales no
son sujetos de la relación jurídica material. Además tal identificación no puede ser posible
en cuanto es falsa la afirmación de que parte deriva de ser titular de la ley sustancial.

Así el tratadista Hugo Alsina (Enciclopedia Jurídica Omeba, tomo XXI, Pág. 514, editorial
Bibliográfica Argentina- Tratado de Derecho Procesal, Tomo I, Pág. 543), precisa: "Puede
faltar la relación jurídica sustancial invocada, como en el caso de que se declare la
inexistencia o nulidad de un contrato, no obstante lo cual, para obtener esa declaración, ha
sido necesario un proceso y, consiguientemente, una parte que afirme, frente a otra, que
niegue la existencia o validez de esa relación", (Enciclopedia Jurídica Omeba, tomo XXI, Pág.
514, Editorial Bibliográfica Argentina - Tratado de Derecho Procesal - Tomo I, Pág. 543).

Se encuentra en esta misma cuerda el maestro Ugo Rocco, al indicar que "resulta inadecuado
para explicar el concepto de parte, sobre todo porque si fuese verdad que el concepto de
parte en juicio tiene que coincidir con el concepto de sujeto de la relación jurídico

1
“Las partes son el sujeto activo y el sujeto pasivo de la demanda judicial” (Calamandrei), Piero, Instituciones de derecho procesal civil, t.
II, Buenos Aires, Ejea, 1962, p. 297). Morales Molina “Es parte el que demanda en propio nombre o en cuyo nombre se demanda la tutela
jurídica, es decir, quien ejerce la acción y aquel frente al cual se pide la intervención del Estado, vale decir, a quien se demanda” (Morales
Molina, Curso de Derecho Procesal Civil, Parte general, Bogotá, Editorial ABC, 1991, p. 221).

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sustancial, no se lograría comprender cómo puede haber eventualmente parte cuando,


después de desplegada la actividad jurisdiccional se llega a saber que alguien, por el
contrario, no es en modo alguno sujeto de la relación jurídico- sustancial, ya que no es titular
de un derecho que ha sido declarado inexistente". Por demás, en muchas ocasiones no se
accede a lo pretendido, por cuanto la relación no existía.

Tesis procesalistas. (La legitimación en la causa) Tesis de Rocco. Para este lo da el


concepto de titularidad activa y pasiva de una relación jurídica. Podrá revestir la calidad de
actor en el proceso el que afirma ser titular de una relación jurídica, y la de demandado aquél
contra el cual se afirma la titularidad. Dicha titularidad podrá existir o no efectivamente, pues
bastará que dicha titularidad sea afirmada.

Al respecto sustenta Rocco: “Parte es aquel que estando legitimado para accionar o contradecir, pide en nombre
propio la realización de una relación jurídica, de la cual se afirma titular o la de una relación jurídica de la cual se afi rma ser
titular otro sujeto que puede estar en juicio o no estar en juicio” 2.

Se puede afirmar que el origen de esta teoría se encuentra en la pretensión, derivada de la


acción; no bastando solo la afirmación de ser titular del derecho sino correr con la carga de
probar tal legitimación, en razón a que dentro del proceso y a través de la sentencia se
concederá la petición sólo a quien ostente el titulo de la relación jurídica sustancial.
Desconoce esta tesis, que es posible, que al finalizar el proceso pudo haber sido parte quien
no estaba legitimado para actuar en el juicio, obteniendo, providencia, obviamente,
desfavorables sus pretensiones.

Parte es el que pide en el proceso. Esta teoría se basa en un principio estrictamente


procesal, pues, para los seguidores de esta, es parte quien por el solo hecho de intervenir en
el proceso, adquiere tal calidad, sin ninguna otro tipo de consideración (titularidad). Dicho de
otra manera: es parte quien participa en el proceso bien como demandante o como
demandado, independiente de que sea o no titular en la relación sustancial.

La teoría procesalista permite que el concepto de parte pueda desligarse del concepto de
legitimación y de titularidad, ya que en el proceso pueden intervenir personas que si bien no
poseen la legitimación o la titularidad, pueden hacer parte de la relación procesal ya sea
como sujetos activos, pasivos o terceros. Se ataca en la teoría diciendo que puede asumir la
calidad de parte quien sin haber estado en el proceso y resulta afectado por la sentencia.

Así se expresa del maestro Chiovenda: “La determinación del concepto de parte no tiene sólo una
importancia teórica sino que es necesaria para la solución de importantes problemas prácticos; que una persona sea parte en
un pleito, o sea tercero, es importante, por ejemplo para la identificación de las acciones y también para declarar si está o no
sujeta a la cosa juzgada; si existe o no litispendencia".

Y expresa además “El concepto de parte derívase del concepto de proceso y de la relación procesal. Es parte el que
demanda en nombre propio (o en cuyo nombre es demandada) una actuación, y aquel frente al cual es demandada. La
idea de parte la da, por tanto, el mismo pleito; no es preciso buscarla fuera del pleito y en particular, de la relación
sustancial que es objeto de la contienda, puesto que, por un lado, puede haber sujetos de una relación jurídica litigiosa que
no estén en el pleito; por otro lado, se puede deducir en pleito una relación por una persona o frente a una persona que no

2
Rocco Ugo, Tratado de Derecho Procesal Civil, Parte General, T. II, De Palma, Buenos Aires, 1970, págs. 115

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es sujeto de aquella relación. También aquí se ve la autonomía de la acción y la independencia de la relación procesal
respecto de la relación sustancial.3

"Desde luego que para ser parte en derecho procesal no es necesario tener el derecho sustancial o derecho subjetivo
invocado, porque el establecimiento de éste en un caso concreto, por aplicación de una norma superior abstracta, es el
resultado final del proceso." Enciclopedia Jurídica Omeba, tomo XXI. Pág. 514. Editorial Bibliográfica Argentina Tratado de
Derecho Procesal-tomo 1 Pág. 515). El concepto de parte debe ser tomado, necesariamente, del campo restringido del
proceso: Es parte, quien demanda o también quien es demandado.

Uno de los que apoya y comparte esta tesis, es Jaime Guasp Delgado quien afirma "Parte es
quien pretende y frente a quien se pretende o más ampliamente, quien reclama y frente a
quien se reclama la satisfacción de una pretensión:

A. La pretensión de parte, la queja del particular, es la idea promotora o generadora del proceso, pero como esta
pretensión, para alcanzar dimensión social, ha de formularle frente a sujeto distinto del que la plantea, tiene que darse en
todo proceso un sujeto que pretenda y otro frente a, no contra quien, se pretende. El necesario enfrentamiento de estos
sujetos, lo revela la misma palabra que los designa, por la cual se considera a uno y a otro como elementos parciales,
partes, de un todo.

B. El concepto de parte es estrictamente procesal. La calidad de parte da la titularidad activa o pasiva de una pretensión.
Fuera del proceso podrá haber contraposiciones de sujetos, como las partes de un contrato, pero estas situaciones, no
guardan, o no tienen por qué guardar identidad con las partes procesales. Por ello, para el proceso, no hay partes materiales
y formales, sino sólo la condición de ser o no parte procesal". (Jaime Guasp Delgado, Derecho Procesal Civil, Cuarta Edición
1998, lomo 1, Editorial Civitas, pág. 69).

Para estas tesis, la calidad de parte se obtiene con el hecho de que una persona, natural o
jurídica, comparezca ante la autoridad judicial para reclamar un derecho (demandante) y
contra quien se reclama (demandado), sin que sea necesario efectivamente que quien lo
invoca sea realmente el titular al momento de accionar o una vez trabada la litis, pues como
lo sostiene Leo Rosemberg (Tratado de Derecho Procesal Civil. EJEA. Tomo I. Págs. 211,
Buenos Aires, 1995): Partes en el proceso civil son aquellas personas que solicitan y contra
las cuales se solicita, en hombre propio la tutela jurídica estatal, en particular la sentencia y la
ejecución forzada. Este concepto del derecho procesal alemán es independiente de la
estructura del derecho material y de la posición jurídica extraprocesa1 de los interesados.
Porque no se es parte en el proceso civil, como titular de la relación jurídica controvertida,
sino actor es quien a firma el derecho material; y demandado aquel contra quien se hace
valer”.

Lino Enrique Palacio (Derecho Procesal Civil. Tomo III. Ed. Abeledo Perrot, Buenos Aires
1.976, Pág. 7 y 8), concluye:
"La exacta enunciación del concepto de parte, reviste una señalada importancia práctica desde el punto de vista procesal, ya
que son numerosos los principios e instituciones que funcionan necesariamente en torno a la determinación de dicha calidad.

Lo anterior, sin duda alguna es la adhesión de Lino Enrique Palacio a la tesis pocesalista que
además de Leo Rosemberg, ha preconizado Giuseppe Chiovenda, la cual es la de mayor
acogida quien en su obra principios de derecho Procesal Civil, (T. II Madrid,- Instituto
Editorial Reus, Segunda Edición Pág. 5), expresa:

3
V. Giuseppe Chiovenda (Instituciones de Derecho Procesal Civil, Editorial Revista de Derecho privado, vol. 11,
pág. 284)
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“La determinación del concepto de parte no tiene solo una importancia teórica sino que es necesaria para la solución de
importantes problemas prácticos; que una persona sea parte en un pleito, o sea tercero, es importante, por ejemplo para la
identificación de las acciones y también para declarar si está o no sujeta a la cosa Juzgada; si existe o no litispendencia.

Finalmente, se observa ,de lo expuesto, lo complejo que resulta tratar de ubicar en el


estrecho campo de una definición del concepto de parte, si aspiramos a que ella sea
completa y es por eso que actualmente las legislaciones procesales modernas y entre ellas, la
nuestra se inclinan por no definir la parte, debido a que, aun en el campo de la teoría
eminentemente procesal resulta difícil una completa precisión del mismo, en cuanto el
empleo del concepto parte centro del estatuto procesal civil puede servir para cobijar tan
sólo a quienes se ubican como demandante y demandado o también hay casos en que se le
toma para significar cualquier sujeto de derecho que interviene dentro del proceso.

En opinión de dicho autor, parte "es toda persona (física o de existencia ideal) que reclama
en nombre propio, o en cuyo nombre se reclama la satisfacción de una pretensión, y aquélla
frente a la cual se reclama dicha satisfacción". Esta definición, con la cual coincide,
básicamente, la mayor parte de la doctrina actual, pone de manifiesto dos notas
fundamentales:

1a.) Constituye una noción circunscrita al área del proceso. Son partes, en efecto, quienes de
hecho intervienen o figuran en aquél como sujetos activos o pasivos de una determinada
pretensión, con prescindencia de que revistan o no el carácter de sujetos legitimados para
obrar o para contradecir en un concreto proceso. La ausencia de legitimación, en efecto,
puede determinar el rechazo de la pretensión por no concurrir, respecto de ésta, uno de los
requisitos que condiciona su admisibilidad; pero no afecta la calidad de parte de quien ha
deducido o frente a quien se ha deducido una pretensión.

2a.) Sólo es parte quien actúa en nombre propio, o en nombre de quien se actúa. Por
consiguiente, aquella calidad no puede atribuirse a quien, como el representante, interviene
en el proceso en nombre y en defensa de un interés ajeno.
El tratadista Hernán Fabio López Blanco, en su obra Procedimiento Civil, Tomo 1, Décima
Edición, Dupré Editores Ltda., 2009, pág. 296, expresa:

“Ciertamente, creo que la parte demandante y la parte demandada no sólo estará constituida por quienes así figuran en la
demanda sino que también deben tener tal calidad los que intervienen posteriormente a la notificación de la demanda en
calidad de litisconsortes, cualquiera que sea la índole del mismo, porque todas las formas de litisconsorcio convergen a
integrar una de las partes.

“En otros términos cuando luego de formulada la demanda se ordena la integración del litisconsorcio necesario, o interviene
un litisconsorte facultativo o un cuasi necesario y es admitido, los litisconsortes no son terceros, sino personas que viene a
ubicarse en una de las dos partes dentro del proceso, de ahí que corregí la tesis acerca de que todos los que ingresan luego
de presentada la demanda y surtida su notificación son terceros, porque excluí de esa noción a los litisconsortes que, así se
vinculen o intervengan posteriormente, son personas que ingresan en la posición de demandantes o de demandados.

“Todas las demás personas distintas de las mencionadas, que posteriormente ingresen al proceso, queden o no vinculados
por la sentencia, esos sí serán, y en tal aspecto nada cambia, terceros”.

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El mismo tratadista nos habla de terceros vinculados por la sentencia y terceros no


vinculados por la sentencia.

“Hablamos de terceros vinculados por la sentencia cuando ésta resuelve de manera directa sobre las pretensiones que estos
tengan o que se dirijan contra ellos, e impide adelantar nuevos proceso en su contra por la causa resuelta cuando ha habido
definición del derecho respectivo; en la intervención no vinculante la sentencia no tiene efectos respecto del tercero y
siempre queda la posibilidad de otro proceso en el cual ese tercero puede demandar o ser demandado, si llegare el caso,
dado que el fallo no le es aplicable pese a haber intervenido, pues no existió pronunciamiento de fondo respecto de la
relación jurídica existente con el tercero.

La intervención vinculante de terceros se presenta en los casos de denuncia del pleito (Art. 54), llamamiento en garantía
(art. 57), intervención excluyente (art. 53) y llamamiento al poseedor (art. 59), en tanto que la no vinculante se da en el
evento de la coadyuvancia y del llamamiento ex ofcio (…)” (López Blanco, Procedimiento Civil, T. I, Bogotá, Dupré Editores,
2009, pág. 330).

Siguiendo el anterior planteamiento, en el Código General del Proceso “es parte no solamente
quien tiene la calidad de demandante o demandado, sino también quien acude al proceso a
hacer valer una pretensión propia o a procurar la solución de una controversia jurídica que se
ha suscitado con una de las partes en razón de un vínculo de derecho sustancial debiendo el
juez en su sentencia pronunciarse y decidir tanto del asunto litigioso planteado entre
demandante y demandado como del propuesto por los demás intervinientes”. 4

El capítulo respectivo del Código General del Proceso habla de litisconsortes y otras partes,
para incluir al demandante y al demandado, pero también al interviniente excluyente (art.
63), al llamado en garantía (art. 64) y al verdadero poseedor o tenedor citado al proceso (art.
67).

Se consideran, en cambio terceros a aquellos cuyas relaciones sustanciales que los vinculan
con las partes no han de ser objeto de debate, de decisión en la sentencia, la cual -por
demás- no los afecta como lo son: el coadyuvante o interviniente simple (art. 71) y el llamado
de oficio (art. 72), o sea aquellos que como lo expresa el citado tratadista se trataba de los
terceros no vinculados por la sentencia.

LITISCONSORTES Y OTRAS PARTES. Teniendo en cuenta la teoría procesalistas, sobre el


concepto de parte, se presenta como escollo el precisar cuántas partes pueden coexistir dentro
de un proceso.

La teoría dualista, pregona que el máximo que pueden existir, son dos partes: demandante y
demandado. Sin embargo no faltan autorizados tratadistas que afirman la posibilidad de
existencia de más de dos partes, anotándose que quienes lo afirman, utilizan el concepto no
en la forma errada como se le emplea en ocasiones: confundiendo la presencia de varias
personas en la calidad de parte, o sea el litisconsorcio, con pluralidad de partes, sino
cuidándose de precisar que se trata de la existencia de más de dos partes, pero como
pasamos a verlo no es la existencia de pluralidad de partes, sino de personas .

4
V. Henry Sanabria Santos, Integración del contradictorio e intervención de otras partes y terceros en el proceso arbitral, pág. 237.

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Volviendo a la teoría procesalista, y de acuerdo a la concepción de Chiovenda 5, es parte el


que demanda en nombre propio o en cuyo nombre es demandada una acción de la ley, y
aquel frente al cual ésta, es demandada. El que pide la prestación de la actividad
jurisdiccional se denomina actor o demandante y aquel en relación con la cual se demanda se
denomina demandado, opositor o contradictor. Precisamente, siguiendo los anteriores
lineamientos apunta Uno Enrique Palacio, que parte "es toda persona (física o de existencia
ideal) que reclama en nombre propio, o en cuyo nombre se reclama la satisfacción de una
pretensión y aquella frente a la cual se reclama dicha satisfacción."
La regla general es que las partes sean dos: demandante y demandado. Al respecto la Corte,
ha expresado que en todo proceso civil intervienen dos partes, de manera que no es
concebible que una persona se demande así misma, ni aún en el caso de que en ambas
posiciones actúe como representante del actor y del demandado (GJ. t. LVII, Pág. 84), pues
contraría la técnica de los procesos civiles dé esta índole que se accionen a favor de la misma
persona natural o jurídica que se demanda, porque una misma individualidad no puede pedir
que se haga una declaración contra sí misma o que se la condene a determinada prestación o
al reconocimiento de un derecho incorporado en su patrimonio. (G.t. LVII, Pág. 8). Más,
dentro de la concepción tradicional de dualidad de posiciones resulta factible que éstas estén
formadas, a su vez, por una o más de una persona, caso este último que da lugar a lo que
por la doctrina se denomina pluralidad de partes o litis consorcio, o sea, la presencia en el
proceso de varias personas en calidad de demandantes o demandados. El litis consorcio,
como con claridad lo da a entender la propia palabra, supone la presencia de una pluralidad
de personas integrando una de las partes de la relación jurídica procesal, o ambas vista la
parte, claro está, en sentido material.
Es de anotar que la expresión litisconsorcio viene de los vocablos latinos litis que significa
pleito y consortium que significa participación, expresión gramatical que corresponde a
persona que litiga por la misma causa o intereses que otras, formando con ella una sola
parte.

La propia ley, distingue, nominándolos, tres clases de Iitis consorcio:

El facultativo (Art. 60 del C.G.P.), el necesario u obligatorio (Art. 61 ibídem) y el cuasi-


necesario.

El primero, también llamado voluntario, se presenta cuando la pluralidad de sujetos en tos


extremos de la relación depende de la exclusiva voluntad de las partes, bien porque varias
personas deciden demandar conjuntamente, ora porque bajo ese mismo criterio facultativo la
demanda se propone contra varios demandados. Cualquiera sea la situación de la pluralidad
de sujetos, el Iitis consorcio facultativo ofrece un típico caso de acumulación subjetiva de
pretensiones, cuya justificación se halla en la economía procesal. De ahí, entonces que el
artículo 50 del Código de Procedimiento Civil, consagre que los litisconsortes en sus
5
CHIOVENDA. Instituciones de Derecho Procesal Civil. Vol. II. Pág. 6 y SS. En: Revista de Derecho Privado. Madrid, l954.

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relaciones con la contraparte serán considerados como litigantes separados.


El segundo, es el litisconsorcio necesario u obligatorio conforme a las prescripciones del art.
61 del Código General del Proceso.

Litisconsorcio necesario e integración del contradictorio. Cuando el proceso verse sobre relaciones o actos jurídicos respecto
de los cuales, por su naturaleza o por disposición legal, haya de resolverse de manera uniforme y no sea posible decidir de
mérito sin la comparecencia de las personas que sean sujetos de tales relaciones o que intervinieron en todas; si no se
hiciere así, el juez, en el auto que admite la demanda, ordenará notificar y dar traslado de ésta a quienes falten para integrar
el contradictorio, en la forma y con el término de comparecencia dispuestos para el demandado.

En caso de no haberse ordenado el traslado al admitirse la demanda, el juez dispondrá la citación de las mencionadas
personas, de oficio o a petición de parte, mientras no se haya dictado sentencia de primera instancia, y concederá a los
citados el mismo término para que comparezcan. El proceso se suspenderá durante dicho término.

Si alguno de los convocados solicita pruebas en el escrito de intervención, el juez resolverá sobre ellas y si las decreta fi jará
audiencia para practicarlas.

Los recursos y en general las actuaciones de cada litisconsorte favorecerán a los demás. Sin embargo, los actos que
impliquen disposición del derecho en litigio sólo tendrán eficacia si emanan de todos.

Cuando alguno de los litisconsortes necesarios del demandante no figure en la demanda, podrá pedirse su vinculación
acompañando la prueba de dicho litisconsorcio.

El tercero es el litisconsorcio cuasi-necesario. Prescribe el art. 62 del C.G.P.: Podrán


intervenir en un proceso como litisconsortes de una parte y con las mismas facultades de
ésta, quienes sean titulares de una determinada relación sustancial a la cual se extiendan los
efectos jurídicos de la sentencia, y que por ello estaban legitimados para demandar o ser
demandados en el proceso.

Podrán solicitar pruebas si intervienen antes de ser decretadas las pedidas por las partes; si
concurren después, tomarán el proceso en el estado en que se encuentre en el momento de
su intervención.

Cuando la pluralidad de partes existe en la posición de demandantes, constituye un caso de


litis consorcio activo. Cuando la posición plural se da en la postura del demandado, nos
encontramos en el supuesto de litis consorcio pasivo. Por último, la pluralidad puede darse en
las dos posiciones, tanto de demandantes, como de demandados, constituyendo un litis
consorcio mixto6.

Formación de litis consorcio. La formación del litis consorcio puede ser inicial y posterior o
subsiguiente, o sucesivo.

El litis consorcio se forma inicialmente, desde la iniciación del litigio, la demanda se formula
por varios demandantes, contra un demandado, caso en el cual es activo; por un
demandante contra varios demandados, denominado pasivo; y mixto cuando hay pluralidad
en ambas partes, como antes se había expuesto.
6
Aragoneses. Tónica procesal, pág. 178 ss., H. Devis. Compendio de derecho procesal, edi. A, B, C, 1972. Pág.
268 ss. TR.I.H. Morales. Curso de derecho procesal civil. Parte Ggeneral, 6 ed., AB.C., 1972, pág. 215, ss. Palacio,
Lino Enrique, Derecho Procesal, Tomo III, Abeledo Perrot, Buenos Aires, 1976, pág. 7 y 8.
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Mas, el litis consorcio puede formarse durante el curso del proceso, caso en el cual se
denomina posterior, sobreviniente o subsiguiente, lo cual puede ocurrir:

a) Por la acumulación o reunión de varios procesos pendientes (Arts. 148 y ss. C.G.P.
de P.C.), con partes distintas, que tengan oportunidad de pretensiones con una de
las partes del otro de los procesos acumulados.

b) Por la sucesión procesal de varias personas a una parte. Si un demandante v. gr.


cede o enajena sus derechos a varias personas, resultaría como consecuencia,
pluralidad de actores (V. Art. 68 ss.).

c) En ocasiones, podrá formarse el litisconsorcio posterior, debido a la intervención de


otras partes en el proceso, como lo serian litisconsortes cuasi necesarios (Art. 62)),
a la intervención principal o ad excludendum (Art. 63), al llamamiento en garantía.
(V. .Art. 64).

Diversas clases de litisconsorcio. Ya se había expresado que la ley procesal Colombiana,


6 identifica tres tipos de litisconsorcio: el facultativo, llamado también voluntario o útil, en
el artículo 60 del Código General del Proceso y el necesario u obligatorio en el 61 ibídem,
ambos referidos a la integración plural de parte. El art. 62 regula un tipo de litisconsorcio
cuasi necesario, porque aún sin su presencia, la sentencia produce efectos jurídicos o lo
vincula en cuanto afecta la determinada relación que era titular, razón por la cual está
legitimado para demandar o ser demandado en el proceso.

I. El litisconsorcio facultativo, voluntario o útil, denominado en otras legislaciones


simple7, ocurre cuando la ley permite que la demanda se instaure o se formule por varios
demandantes o se dirija contra varios demandados, a elección de quien la promueva. Si el
demandante o demandantes prefieren iniciar procesos separados en que figure un sólo
demandante o un solo demandado, puede hacerlo perfectamente, pues este litis consorcio
obedece a un principio de economía procesal o de armonía. En él la conformación depende
de la voluntad, de su espontánea y libre facultad para hacerlo que puede ser ejercitada o no.
Cualquiera que sea la situación de la pluralidad de los sujetos, como ya se expuso, el litis
consorcio facultativo ofrece un típico caso de acumulación subjetiva de pretensiones, cuya
justificación se halla en la economía procesal.

Son ejemplos de litis consorcio facultativo, voluntario o útil, su consagración en el inciso 3°,
del artículo 88 del Código General del Proceso cuando prescribe que también podrán
acumularse en una demanda pretensiones de varios demandantes o contra varios
demandados, siempre que provengan de la misma causa, o versen sobre el mismo objeto, o
se hallen entre si en relación de dependencia o deban servirse de las mismas pruebas,
aunque sea diferente el interés de unos y otros. Vr. gr. cuando los copropietarios demandan
al actor de los daños a la cosa común para que los indemnice; cuando varios inquilinos
7
Aragoneses, Op. Cit. P. 78
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demandan al arrendador por haberles disminuido el goce de varios locales arrendados a


consecuencia de un mismo hecho; o cuando se demanda la responsabilidad civil derivada de
la colisión de automotores, pues es sabido que un mismo hecho puede generar diversas
formas de responsabilidad civil extra -contractual que comprometa a distintas personas, de
tal manera que la víctima este facultada para exigir Íntegramente la indemnización del daño
sufrido a una o varias ya que todos responden solidariamente, aunque sobre unas recaiga la
responsabilidad directa y sobre otras responsabilidad indirecta. En un accidente de tránsito, la
víctima del daño ocasionado está legitimada para reclamar la indemnización ora del dueño o
guardián jurídico del vehículo que lo produjo, como tal, ya del conductor del mismo, en su
propio nombre (V. Sent De 8 de Abril de 1.983 M P. Esguerra Samper) [V. Casación Civil 4 de
Julio de 1.977) o cuando se pide la indemnización de perjuicios por varios demandantes a la
persona que ha cometido un hecho culposo causante de determinado daño.

Igual ocurre cuando la pretensión se refiere a petición de herencia, en los eventos en que se
demanda al cónyuge sobreviviente y a los herederos del difunto, pues en este caso no existe
litisconsorcio necesario, sino facultativo y de allí que la sentencia puede ser condenatoria para
unos demandados y absolutoria para otros, en cuanto a los efectos patrimoniales previstos en
el artículo 10 de la Ley 75 de 1968 se refiere (V. Sentencia 14 de Marzo de 1979, Corte
Suprema de Justicia. M. P. Gómez Uribe). Igualmente, conforme a la tesis de la misma Corte,
la pretensión sobre nulidad de un testamento, y subsiguiente petición de herencia no implica
litisconsorcio necesario entre todos los herederos abintestato; cualquier heredero puede
demandar independiente para sí. (V. Sentencia de 11 de Octubre de 1.978).

Clases de litisconsorcio facultativo, voluntario o útil:

El artículo 88 del C.G.P. consagra como ya se dejó expuesto este tipo de formación inicial de
un litisconsorcio facultativo propio cuando las pretensiones de los demandantes o contra los
demandados son conexas entre sí por la causa o por el objeto, como de uno impropio cuando
no existiendo conexidad entre las pretensiones, hay afinidad entre ellas por depender unas
de otras o requerir las mismas pruebas para la demostración de los hechos en que se fundan.
También se admite tal acumulación de pretensiones en guarda de la economía procesal y de
la certeza y justicia de la decisión, cuando el interés jurídico de los varios demandantes o
demandados es idéntico (V. Sent. de 29 de Agosto de 1.980).

En este litisconsorcio facultativo, la intervención depende, como se ha observado, de la


exclusiva voluntad del demandante o del demandado. El fallo que se profiera en estos
eventos puede tener un resultado con respecto a uno de los litisconsorcios y otro,
perfectamente contrario, para otro u otros; también puede ser estimatorio para algunos o
inhibitorios para otros.

En cuanto a las facultades del litisconsorcio voluntario o útil, como no se trata de ayudar a
otra parte, sino de pedir la declaración de una pretensión propia, dicho litisconsorte tiene
todas las facultades de éste sin limitación alguna. Esta la razón para que los recursos, entre
ellos el de apelación sólo aproveche al litisconsorte voluntario recurrente lo cual es

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consecuencia obvia y natural que brota de considerar que todos ellos son autónomos y que
por lo mismo permanecen independientes unos de otros dentro de la relación procesal.
Lógicamente habrá de tenerse en cuenta que hay resoluciones que por su naturaleza
resuelven sobre cuestiones procesales que no pueden ser distintas para cada litisconsorte
como serán la existencia de causales de nulidad procesal, las cuales al ser reclamadas vienen
a producir un efecto general, a pesar de no haber sido impugnadas sino por uno solo de
dicho litisconsortes.

Por ello, el Código General del Proceso, en el artículo 60 prescribe que salvo disposición en
contrario, los litisconsortes facultativos serán considerados en sus relaciones con la
contraparte, como litigantes separados. Los actos de cada uno de ellos no redundarán en
provecho ni en perjuicio de los otros, sin que por ello se afecte la unidad de proceso. Así, la
confesión aunque no haya sido hecha por todos los que conforman, produce plenos efectos
contra el confesante. Respecto de los demás litisconsortes facultativos solamente tendrá el
valor de testimonio de tercero (V. Sentencia 02 de Febrero de 1.972. G. J. T. CLIII; Pág. 54).

También debe considerarse que "en nuestro sistema de derecho procesal ha imperado el
principio de que la apelación interpuesta por uno de los litisconsortes voluntarios, sólo puede
beneficiar a quien lo interpone y no a los que tácita o expresamente han consentido la
resolución impugnada, lo cual es la consecuencia obvia y natural que brota de considerar que
todos ellos son autónomos y que por lo mismo permanecen independientes, unos de otros
dentro de la relación procesal" (V. Sent. 16 de Agosto de 1.972, M.P. Humberto Murcia
Ballén. G. J. T. CXLII; Pág. 84 ss.).

II. Litisconsorcio necesario u obligatorio. El litisconsorcio es necesario, cuando la


pluralidad de sujetos que integran la respectiva parte es indispensable para que la actuación
procesal pueda con validez adelantarse y culminar con sentencia que dirima la cuestión
litigiosa de modo uniforme para todos.

Según Pallares; "Existe litisconsorte necesario cuando hay imposibilidad física de sentencia por separado, respecto de
varias personas con una relación jurídica en la que están interesadas todas ellas. En esta caso, la sentencia pronunciada
respecto de una sola persona, no tiene por si misma ningún valor ni puede resolver legalmente la litis. Según la expresión
clásica, es unitiliter data" (V. Sentencia 29 Noviembre de 1.964. G: J. T. LXXIX, Pág. 157).

Sobre el mismo punto Ugo Rocco dice que puede ocurrir "que la relación jurídica se presente con un
carácter tal de unidad, que no puede existir frente a uno de los distintos sujetos sin tener que existir necesariamente frente
a los otros, porque por su misma estructura se presenta como única e indivisible". En tal caso es evidente que no puede
pedirse una providencia jurisdiccional con respecto todos los sujetos de tal relación, puesto que la sentencia cuando haya
sido, emitida sólo teniendo en cuenta alguno de los sujetos, será como lo dijo Chiovenda unitiliter data".

“Con esta frase se requiere aludir al hecho de que la sentencia, si no ha sido emitida en relación con todos y con la presencia
de todos los sujetos de la relación jurídica sustancial, no tendrá ningún valor" (V. Tratado de Derecho Procesal Civil T. II
Parte general Pág. 120.).

Enseña la doctrina procesal que existen relaciones jurídicas sustanciales sobre las cuales no
es posible pronunciarse por partes, fraccionándolas o calificándolas solo respecto de algunos
de los sujetos, porque en forma indiscutible la decisión comprende sujetos jurídica procesal
11 Dr. Pedro Pablo Cardona
Galeano
Sujetos Procesales; Litisconsortes y otras partes

quede completa y sea posible decidir en la sentencia sobre el fondo de ella; si los sujetos son
mas de dos en sentido jurídico y no físico, se dará un caso de litisconsorcio necesario, como
lo establece el artículo 61 del Código General del Proceso.

Como atinadamente lo destaca la española M ARÍA ENCARNACIÓN DÁVILA MILLÁN, “el fundamento del
litisconsorcio necesario hay que buscarlo fuera del derecho procesal, en el derecho material, aunque tenga su tratamiento en
el primero. Tiene su causa en la naturaleza de la relación jurídico-sustantiva, la cual exige que sea declarada respecto a un
determinado número de personas, el derecho material que regula las concretas relaciones jurídicas unitarias e indivisibles".
Es decir, para saber si procede el litisconsorcio necesario es preciso atenerse no sólo a las normas procesales, donde
expresamente se le consagra, sino especialmente a las del derecho material, en las que concreta la relación jurídica que se
lleva a juicio y que imponen una decisión para todos los afectados por ella (Litisconsorcio necesario, Ed. Bosch, Pág. 230,
1.975, Barcelona, España).

Fuentes u origen del litisconsorcio necesario; El litisconsorcio necesario puede


originarse en la "disposición legal" (litisconsorcio procesalmente necesario) o imponerlo
directamente la "naturaleza" de las "relaciones o actos jurídicos", respecto de los cuales
"verse" el proceso (Artículo 61 ejusdem), presentándose este último caso Litisconsorcio
materialmente necesario, cuando la relación de derecho sustancial objeto de la pretensión
está conformada por el número plural de sujetos, activos o pasivos, "en forma tal que no es
susceptible de escindirse en tantas relaciones aisladas como sujetos pasivos individualmente
considerados existan, sino que se presenta como una, única e indivisible frente al conjunto
de tales sujetos" (G, J. T.XXXIV, Pág. 170), o como la propia Ley lo declara, "cuando la
cuestión haya de resolverse de manera uniforme para todos los litisconsortes...” (Artículos 51
y 83 del Código de procedimiento Civil).

Como bien dice la Corte, “La característica esencial del litisconsorcio necesario es el supuesto de que la sentencia
haya de ser única y de idéntico contenido para la pluralidad de partes en la relación jurídico-procesal por ser única la relación
material que en ella se controvierte; unicidad ésta que impide hacerle modificaciones que no puedan operar conjuntamente
frente a los varios sujetos” (V. Sent. Junio 14/71).

A partir de las ideas precedentes, unánimemente se ha predicado que "si a la formación de un acto
o contrato concurrieron con su voluntad dos o más sujetos de derecho, la modificación, disolución o, en fin, la alteración del
mismo, no podría decretarse en un proceso sin que todos ellos hubiesen tenido la posibilidad de ejercer el derecho de
contradicción. –(Sent 11 de Octubre de 1.988) Igualmente se afirma la obligatoriedad del litisconsorcio cuando se trata de
proferir sentencias constitutivas, caso en el que se requiere integrar el contradictorio con todas aquellas personas que están
ligadas a la relación, situación o derecho sustancial que la sentencia habrá de crear, modificar o extinguir. (Sent. 2 4 de
octubre de 2000, Exp. 5387)

A. Así, el litisconsorcio procesalmente necesario tiene su venero en disposición legal, en los


siguientes eventos:

A1. En los procesos de declaración judicial de pertenencia, pues la demanda a más de


comprender a todas las personas que se crean con derecho al bien objeto de usucapión,
deberá citarse o la demanda dirigirse contra todos los titulares de derechos en el respectivo
predio (V. Arts. 374 C.G.P. y Ley 1561 de 2012).

A2. En los eventos en que se pretenda imponer, extinguir o variar servidumbres, ya sea por
activa o por pasiva, debe demandarse a todos los titulares de derechos reales principales
sobre el predio dominante o sirviente (V. Art. 376 del C.G.P.).
12 Dr. Pedro Pablo Cardona
Galeano
Sujetos Procesales; Litisconsortes y otras partes

A3. Cuando se pretenda instaurar un proceso de expropiación, pues el Art. 399 del C.G.P.,
prescribe: “La demanda se dirigirá contra los titulares de derechos reales principales sobre los bienes y si estos se
encuentran en litigio, también contra todas las partes del respectivo proceso.

Igualmente, se dirigirá contra los tenedores cuyos contratos consten por escritura pública inscrita y contra los acreedores
hipotecarios y prendarios que aparezcan en el certificado de registro.

A4. En los procesos de deslinde y amojonamiento, la demanda debe dirigirse contra los
titulares de los derechos reales, o contra los respectivos comuneros. Debe comprender por
activa o por pasiva a todos los titulares de derechos reales en uno u otro predio (V. Art. 400
C.G.P.).

A5. En los procesos divisorios, la demanda deberá dirigirse contra todas las personas que
tengan la calidad de comuneros, y si el dominio de alguna o algunas de las cuotas se
encuentra desmembrado, habrá que demandar a quienes tengan derechos reales como el
usufructuario, etc. (V. Art. 466, inc. 2 C.G.P.)

A6. A la luz de los artículos 357 y 358 del C.G.P. al recurso extraordinario de revisión deben
llamarse todas las personas que fueron parte en el proceso en que se dictó la sentencia, so
pena de que como manda el inciso 3° de la última disposición en cita, la demanda sea
declarada inadmisible

B. El litisconsorcio, materialmente necesario tiene su origen en la naturaleza y


alcance personal de la relación sustancial sometida a controversia, entre otros, en los
siguientes eventos:

B1. Como lo tienen sentado a la doctrina y a la jurisprudencia, tratándose de pretensiones personales como las de nulidad,
simulación, resolución o rescisión de un acto o contrato, o mas claro cuando se demanda su validez, e invalidez es apenas
lógico que el libelo en la cual se deduzca una pretensión de esa clase debe dirigirse contra todas las personas que
intervinieron en su celebración CV. G. 3. T LXXVII, Pág. 794.

En conclusión, en los eventos en que se formula una pretensión impugnativa de un contrato


celebrado por una multiplicidad de personas, llámese nulidad, simulación, resolución,
terminación, rescisión, revocación o modificación caso en los que por tratarse de cuestiones
atinentes a la eficacia y desarrollo del contrato, es evidente que todas aquellas integran un
litisconsorcio necesario, pues la naturaleza de la relación debatida lo impone. Desde luego,
inadmisible resultaría pensar que dada la unicidad de esa relación, aniquilando el acuerdo de
voluntades frente a unos contratantes, subsistiera, sin embargo, respecto de otros. Si la
decisión no puede ser escindida, la ineficacia extendería sus efectos tanto a los presentes
como a los ausentes, hipótesis en la que el derecho de estos a ser oídos y vencidos en el
proceso, se vería menoscabado, cuando, la razón de ser de la integración del contradictorio
es resguardar el derecho de defensa de todos aquellos interesados a quienes se extendería la
autoridad de la cosa juzgada material.

Síguese, entonces, que cuando la cuestión litigiosa no reclama una decisión “uniforme para
quienes concurrieron a formar el contrato, el litisconsorcio no es necesario. De manera que
13 Dr. Pedro Pablo Cardona
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Sujetos Procesales; Litisconsortes y otras partes

en este orden de ideas resulta claro que no a toda pretensión que tenga venero en un
acuerdo de voluntades cabe extender el instituto comentado. Lo que se impone para
establecer su procedencia es la naturaleza y las consecuencias que se derivan de la decisión,
o como lo dijo la Corte en la última sentencia citada, en cada caso es necesario nacer un
cuidadoso examen de la demanda a fin de verificar exactamente, con vista en ella, cual es
la naturaleza y alcance personal de la relación sustancial sometida a controversia, para
deducir de allí si el litisconsorcio es o no necesario”.

Reiteremos que se impone directamente de la “naturaleza” de las “relaciones o actos


jurídicos” cuando la relación jurídico material a que se refiere el proceso, exige que los
litigantes estén unidos de tal manera que la sentencia los afecte a todos en la misma forma,
en razón de la indivisibilidad de la situación jurídica que impide juzgar por separado a cada
uno de los litigantes. Emana de una cuestión puramente sustantiva, ya que arranca de una
relación jurídica que no permite decisión para cada demandante o demandado, sino que
exige una determinación igual para todos los litigantes, lo cual hace que una forma procesal
se configure o deje de nacer por razón de la cuestión sustancial que se discute. También
podría decirse que existen ciertas pretensiones que por su conexión inescindible no pueden
ser resueltas sin la presencia de todos los titulares. Se trata también de pretensiones ligadas
por un vínculo de conexión, pero en los cuales este nexo es de tal naturaleza que no puede
ser disuelto en forma definitiva sin que a ello concurran los titulares de las mismas
pretensiones. En tales ocurrencias se constituye entre dichos interesados un litisconsorcio
necesario, así llamado por la necesidad ineludible de que intervengan en litis respectiva para
poderla decidir en el fondo mediante un solo pronunciamiento.

En estos casos de litisconsorcio no sólo operan los principios de armonía y economía


procésales sino también principalmente la imposibilidad jurídica de proferir, conforme a la
norma anteriormente transcrita, una decisión de fondo sin que haya constituido la relación
procesal entre los litisconsortes.

Se presenta ha dicho la Corte, cuando la relación de derecho sustancial objeto de la


pretensión está conformada por un número plural de sujetos activos o pasivos "en forma tal
que no es susceptible de escindirse en tantas relaciones aisladas como sujetos activos o
pasivos individualmente considerados existan, sino que se presenta como una, única e
indivisible frente al conjunto de tales sujetos (G. J. T. CXXXIV, Junio 1.979. Pág. 170) o como
la propia ley lo declara "Cuando la cuestión haya resolverse de manera uniforme para todos
los litisconsortes (C. de P. Art. 51). (V. Sent. 11 de Octubre de 1.988).

B2. Cuando un tercero pide la nulidad de un matrimonio, es necesario demandar a ambos contrayentes.

B3. Cuando se demanda la sucesión, es necesario incluir a todos los herederos, porque por pasiva, ellos representan el
respectivo patrimonio autónomo que lo constituye (V. Art. 87 C. G.P.).

Ha expresado La Corte que: “En armonía con lo anterior, si fallece una de las partes que intervino en el contrato,
para que el proceso en que se ventile una de las pretensiones antedichas pueda culminar con una decisión de fondo, será
indispensable que a él se vinculen a todos los asignatarios a título universal del causante muerto, o sea sus herederos. Cómo
éstos, en el caso de ser demandados son litisconsortes necesarios, la ausencia de uno de ellos hace imposible un

14 Dr. Pedro Pablo Cardona


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Sujetos Procesales; Litisconsortes y otras partes

pronunciamiento de fondo sobre el litigio en que se controvierta la convención celebrada en el causante. Igual cosa
sucedería en el evento en que no se demande el heredero cedente, así se haya vinculado al cesionario del derecho herencial,
pues por lo visto el cesionario no es el causahabiente a título universal del contratante fallecido y por lo tanto no lleva su
representación (Art. 61 C.G.P. y 1155 del C. C.) (V. Sent. Corte Suprema de Justicia. Sala de casación Civil, 29 de Septiembre
de 1.984 M. P. Montoya Gil (V. Sent. de 8 de Abril de l.976 M. P. Giraldo Z). Y más aún, cuando la resolución del contrato
lleve la extinción de un gravamen, hay que citar al acreedor hipotecario en su calidad de litisconsorte necesario, mas cuando
se expresó dicha condición, pues al prosperar la pretensión conlleva la declaración de extinción del gravamen (V. Sent. 21 de
Febrero de 1.984. M. P. Horacio Montoya Gil).

B4. Propietarios constituyen litisconsorcio necesario en obligaciones hipotecarias.


Los propietarios de un inmueble constituyen una relación procesal indisoluble en las
obligaciones hipotecarias, que no puede fraccionarse ni romperse. Así lo indicó la Sala Civil de
la Corte Suprema de Justicia, al resolver un incidente de desacato a un fallo de tutela que
cuestionaba el debido proceso en una acción ejecutiva.
En ese trámite, el Tribunal Superior de Bogotá concluyó que la obligación solo cesaba
respecto del propietario que presentó la excepción de prescripción. Por eso, frente al
propietario que no alegó la prescripción, continuó la acción hipotecaria, por el 50% de la
obligación inicial.

Para la corte, esa decisión desconoció la figura del litisconsorcio necesario, pues separó en
dos una obligación de ambos propietarios. A su juicio, el tribunal olvidó la calidad de parte
demandada en que actuaban los propietarios del inmueble y la solidaridad en la que se
desenvolvían.

La indivisibilidad y el carácter accesorio son características esenciales de la


hipoteca. Estas cualidades justifican que si una de las obligaciones de los propietarios
termina, la garantía también lo hace, porque la indivisibilidad establece que la parte y el todo
del bien se obligan a satisfacer la parte y el todo de la deuda. Además, la acción hipotecaria
se extingue, si termina la obligación de la que es accesoria.

Otra característica de la hipoteca es la persecución, que recae sobre los bienes afectados con
la medida. De esa cualidad también surge la vinculación indisoluble con los propietarios,
quienes actúan como parte:

"La persecución adelantada con respecto al inmueble (...) torna inevitable la vinculación de
aquellas personas que aparecen como titulares del derecho de dominio, sea que tal calidad
concurra o no con la de deudores", señaló la corte.

Esta relación entre los titulares del derecho de dominio conforma un litisconsorcio necesario
que no puede romperse o fragmentarse, pues el ejecutante reclama la totalidad de la
obligación, no una parte. Por ello, si uno de los obligados alegó la prescripción, esta los
favorecía a ambos, y terminaría tanto la obligación principal como la garantía accesoria. (CSJ,
S. Civil, Auto 11001020300020090141700, Sep. 14/09, M.P. Pedro Octavio Munar)

B5. En el proceso de entrega por el incidente al adquirente, la calidad de demandado radica de manera exclusiva en la
persona o personas en cuyo favor se transfiere o constituye el derecho real principal sobre el bien objeto de la tradición.

15 Dr. Pedro Pablo Cardona


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Sujetos Procesales; Litisconsortes y otras partes

En caso de que existan varias personas que intervengan en la operación, sea como tradentes o adquirentes del derecho real
principal, es indispensable que todas concurran al proceso como partes principales, por tratarse de un litisconsorcio
necesario. (Corte Suprema de justicia, sent. cas. civ. del 27 de noviembre de 1952, “G.J.”, t. LXXIII, pág. 729, 17 de julio de
1954, “G.J.”, t. LXXIII, pág. 729, 17 de julio de 1954, “G.J.”, t. LXXVIII, pág. 90).

Jaime Guasp al hablar de litisconsorcio necesario, expresa: “Aquí ya no se limita a autorizar


sino que exige, con exigencia que puede hacer valer el juez o la parte contraria, que las
partes actúen en la unión en que consiste el Litisconsorcio”. Existe el litisconsorcio
propiamente necesario cuando estamos en presencia de una carga de carácter material que
contempla, la situación jurídica “pre-procesal”, en virtud de la cual la pretensión no puede ser
válidamente propuesta sino por varios sujetos o frente a varios, o por varios y frente a varios
a la vez, por exigirlo así expresamente una norma legal, o bien en razón del principio general
de la indivisibilidad o inescindibilidad de la situación jurídica que no permite su tratamiento
por separado para los varios sujetos que en ella concurren”.8

En los casos de litisconsorcio necesario el fallo de fondo ha de ser uniforme respecto de


todas las personas que conforman la parte actora u opositora o contradictoria. Por esto la
cosa juzgada no podrá surtirse para unos y para otros no. La decisión tendrá que ser la
misma. Por ello se prescribe en el artículo 61, que los recursos que interpongan los unos
favorecen o perjudican a los demás, aclarándose sí que los actos dispositivos del derecho en
litigio sólo tendrán eficacia si emanan de todos. Así, la confesión que sea hecha por un
litisconsorcio necesario solamente tendrá valor de testimonio respecto al otro. (V. Art. 196 C
de P.C).9

Integración del contradictorio por existencia de litisconsorcio necesario.

El legislador siguiendo la moderna doctrina de los procesalistas y los ordenamientos rituales


más avanzados, al tiempo que de los poderes conferidos en el código para evitar nulidades y
sentencias inhibitorias, en otras disposiciones el estatuto ritual establece una serie de
medidas de saneamiento tendientes a que oportunamente se corrija la defectuosa
conformación del litisconsorcio necesario, y para evitar la sustanciación de un proceso inútil y
de por sí lesivo a la economía procesal.

En efecto:

a) La parte demandante debe procurar formular la demanda conjuntamente con todos los
demás litisconsortes necesarios por activa y dirigida contra todos los titulares de
determinada relación sustancial.
b) Si la parte demandante, al estructurar la demanda, comete el desacierto de no ser
formulada por todos los litisconsortes o no estar dirigida contra todos, le corresponde al
juez, en el auto que la admite, ordenar la “citación de quienes falten para integrar el
contradictorio (Art. 61 Inc. 2 del C.G.P.);
8
GUASP, Jaime. Derecho Procesal Civil. T. I. Pág. 217 SS. Instituto de Estudios Políticos. 3ed. Madrid, 1968.
9
DAVILA MILLAN, Ma. Encarnación. Litisconsorcio necesario", concepto y tratamiento procesal. Bos. Casa Editorial S.A. Barcelona, 1975. Pág.
22- 23.

16 Dr. Pedro Pablo Cardona


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Sujetos Procesales; Litisconsortes y otras partes

c) Si el demandante y el juez no percibieron el defecto, sin perjuicio de la posibilidad de


reclamar por la vía del recurso de reposición contra el auto que admitió la demanda, no
obstante faltar a algunos de los sujetos de la relación sustancial, el demandado puede,
con fundamento en tal hecho proponer la excepción previa falta de integración del
contradictorio (Art. 100, num. 9) De prosperar se dispondrá la citación de los
litisconsortes omitidos (ord. 2, inciso final, art. 101).
d) Aún después de notificado el demandado, si éste no propuso excepción previa la parte
demandante puede reformar la demanda integrando la parte dentro del término que
tiene para corregir el libelo, conforme a las previsiones del Art. 93.
e) Si pasan estas oportunidades y aun no se ha clausurado la primera instancia, se
mantiene la posibilidad de que el juez o las partes procuren subsanar el defecto.En caso
de no haberse ordenada el traslado al admitirse la demanda, el juez dispondrá la citación de las
mencionadas personas, de oficio o a petición de parte, mientras no se haya dictado sentencia de
primera instancia, y concederá a los citados el mismo término para que comparezcan. El proceso
se suspenderá durante dicho término.
Si alguno de los convocados solicita pruebas en el escrito de intervención, el juez
resolverá sobre ellas y si las decreta fijará audiencia para practicarlas.
f) Por último, puesto que nada lo impide y el interés de la ley es la formación de una
relación procesal válida y útil puede espontánea o voluntariamente el litisconsorte
necesario omitido presentarse al proceso y solicitar del juzgador su admisión; desde
luego, antes de que se haya proferido sentencia de primera instancia. Si para entonces
hubiere precluido la oportunidad probatoria, al igual que en la situación precedente, se
señala audiencia para practicarlos.

Como bien puede observarse, la legislación procedimental colombiana, siguiendo claros


principios y doctrinas, procura mediante las múltiples medidas indicadas, que el litigio no
resulte inútil o contentivo de decisiones inhibitorias, sino que le ponga fin con una resolución
de mérito. Por tal virtud uno de los postulados rectores del proceso exige y busca que la
relación sustancial se ultime con citación de todos los sujetos que participaron de dicha
relación sustancial. (V. Sentencia de Septiembre 9 de 1.982 M. P. Dr. Alberto Ospina Botero).

¿La omisión en la integración del contradictorio deberá generar sentencia inhibitoria o por el
contrario nulidad procesal?

Puede ocurrir que por inadvertencia del juez y de las partes se hubiese proferido sentencia de
primera instancia y que el tallador ad - quem se encuentra al momento de decidir ante unas
de éstas situaciones: falta algún contradictor necesario o porque quienes concurren no son
los sujetos a quienes correspondía formular o contradecir las pretensiones deducidas en la
demanda o porque la parte demandante o demandada o ambas deben estar formadas por
varias personas y en el proceso no están presentes todas ellas. Lógicamente ya no podrá
hacer uso de los poderes de saneamiento consagrados en el Art. 61 por cuanto aquellos se
agotan con la decisión de primera instancia; tampoco la sentencia al decir de la Corte, podrá
ser de fondo. Si llegara a dictarla sin la presencia de todos los sujetos de la relación jurídica
sustancial, cacería de efectividad porque no podría obligar a unos y a otros no.

17 Dr. Pedro Pablo Cardona


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Sujetos Procesales; Litisconsortes y otras partes

En tal evento, como lo sostuvo la jurisprudencia de la Corte (Cas. Jun. 30 de 1.970. G. J. T.


CXXXIV, 170; Enero 15 de 1.971, G. J. t. CXXXVIII, 28/29 Junio de 1.975. C. L. I. 172. Enero
9 de 1.982 29 de Septiembre de 1.980, entre otras), y también los tratadistas nacionales,
entre otros, Hernando Devis Echandía (Compendio de Derecho Procesal Civil Tomo I) y
Hernando Morales M (Curso de Derecho Procesal Civil), el fallo tendrá que ser inhibitorio,
solución considerada enteramente armónica con la técnica de la sentencia, como que en el
fondo lo que se presenta en un defecto en la estructuración misma de la demanda que dio
lugar al proceso, sin que por mandato legal sea posible ya su saneamiento.

Frente a la sentencia de 29 de Septiembre de 1.984 de la cual fue ponente el Dr. Horacio


Montoya Gil, se generó el salvamento de" voto del Magistrado Dr. Humberto Murcia Bailen
quien al analizar el Art. 83 del estatuto anterior ritual (hoy art. 61 del C.G.P.) concluye que
todo ello induce a pensar, seriamente, que el propósito del legislador ha sido el de evitar la
pérdida de la actividad procesal tanto del juez como de las partes e impedir el trámite de
procesos que conduzcan a su fin natural, que es la composición de los litigios de los
particulares. Y en pos de la meta apuntada le impone al juez la obligación de emplear todos
sus poderes para evitar el desperdicio de la actividad jurisdiccional.

“Me parece que una de tales eventualidades es la consagración de la causal novena de nulidad (Art. 140 C. P. c.), que se
estructura "cuando no se practica en legal forma la notificación o el emplazamiento de las demás personas que deban ser
citadas como parte, aunque sean indeterminadas, o de aquellas que hayan de suceder en el proceso a cualquiera de las
partes, cuando la ley así lo ordena, o no se cita en debida forma al ministerio público en los casos de ley".

"Afirmar que la referida causal de nulidad no se tipifica en los casos de la no citación de un l itisconsorte necesario es, a mi
juicio, restringir excesivamente los alcances de la primera parte del numeral 9 del artículo 140, antes citado, y distorsionar
su verdadera etiología. La tesis restringida conduce a negar la revisión al litisconsorte que por no haber sido citado se
encuentra frente a una sentencia de mérito relativamente al acto jurídico en éste sí es sujeto principal; y ello parece
sencillamente inadmisible por lo injurídico, pues es de conocer el efecto relativo de los fallos judiciales.

"Con la solución primera puede obtenerse un saneamiento de la irregularidad y por lo tanto todo el proceso se convalida; o
no se allana y entonces se decreta la nulidad del proceso, pero queda viva por lo menos la demanda, frente a la cual el
juez tiene que proceder a integrar el contradictorio: no se arrasa totalmente el principio de la economía procesal. Con la
inhibición declarada, nada, pero absolutamente nada se conserva, y si el demandante lo quiere tendrá que surtir
nuevamente y en todas sus etapas el proceso."

Acogiendo esta tesis la Corte Suprema de Justicia en sentencia de Octubre de 1.999,


Expediente 5224, con ponencia del Dr. Silvio Fernando Trejos Bueno, expresó:

“Resulta pertinente rectificar la doctrina de la Corte expuesta en otras ocasiones (Gacetas judiciales
CXXXIV, Pág. 170; CXXXVIII, Págs. 28 - 29; CLI, Pág. 172; No. 2415; entre otras), prohijada en este caso
por el tribunal, según el cual, cuando en el trámite de la segunda instancia se detecta la falta de
integración de un litisconsorte necesario, en cualquiera de los extremos de la relación jurídica procesal, el
fallo tendrá que ser inhibitorio".

"Ahora bien, la medida procesal que le corresponde adoptar al fallador de segunda instancia está dada por
la consagración de la causal 9 del artículo 140 del C. de P.C., la cual se produce, entre otros eventos,
cuando se deje de notificar o emplazar a una de las demás personas que deban ser citadas como parte,
situación que atañe con los litisconsortes necesarios, quienes deben ser citados al proceso justamente
para que se pueda resolver de mérito sobre la cuestión litigiosa; situación que se da tanto frente a
aquellos litisconsortes que mencionamos en la demanda y en el auto admisorio de la misma que no fueron
18 Dr. Pedro Pablo Cardona
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Sujetos Procesales; Litisconsortes y otras partes

notificados de éste; como frente a quienes deben ser citados, y no lo han sido, a pesar de que por la ley o
por la naturaleza del litigio deben demandar o ser demandados; todo en aplicación de lo dispuesto en el
artículo 83 del Código de Procedimiento Civil".

"Desde luego que, cuando así suceda, el decreto de la nulidad sólo comprenderá el trámite adelantado en
la segunda instancia y la sentencia apelada u objeto de consulta, puesto que abolida ésta se restituye la
posibilidad de disponer la citación oportuna de las personas que debieron formular la demanda o contra
quienes se debió dirigir ésta, para los fines que atañen con la defensa de sus intereses; se dan así unas
ventajas prácticas de valor apreciable, con relación al fallo inhibitorio, consistentes en que subsiste el
mismo proceso, se evita que se pierda tiempo y la actividad procesal producida hasta ese momento, se
mantienen los efectos consumados de las normas sobre interrupción de la caducidad, y prescripción; y por
sobre todo, se propende porque de todos modos se llegue al final de la composición del litigio”.

Las normas del Código General del Proceso. Armonizado lo anterior con el Código General del Proceso, resulta más
coherente la rectificación hecha por la Corte, pues en los artículos 61, 134 y 138 de la nueva obra, se advierte que desaparece la
frase prevista en el inciso tercero del actual artículo 142 que dice: "... salvo cuando exista litisconsorcio necesario". La norma que
la remplaza es el artículo 134 del nuevo ordenamiento procesal, que regula lo pertinente a la nulidad cuando existe litisconsorcio
necesario, en cuyo caso, de ser declarada, deberá integrarse e) contradictorio (notificándolo de manera correcta, y si ya había
sentencia, declarándola nula por ser imperiosa la adecuada vinculación del litisconsorte mal notificado).

La frase que consagra el actual artículo 142 en su inciso tercero y que se omite en el nuevo estatuto procesal es precisamente
la que provocó el criterio que anteriormente sostuvo la Corte, y que en decisión afortunada se ha rectificado.

Con la nueva normativa, debemos agregar que decretada la nulidad por indebida notificación al demandado, se produce el
efecto de notificación por conducta concluyen-te, que acertadamente reguló la Ley 794 del 2003. El nuevo estatuto, en otro
acierto, dispone en el artículo 301, que en tal eventualidad, la notificación se entiende surtida el día en que se solicitó la
nulidad, pero los términos del traslado corren desde la ejecutoria del auto que decretó la misma (recuérdese que en el CPC la
notificación por conducta concluyente se surte con la ejecutoria del auto que decretó la nulidad). Para verificar la interrupción
de los términos de prescripción, la fecha de notificación por conducta concluyente será el día que alegó la nulidad, y de acuerdo
con las directrices del artículo 94 de la Ley 1564 del 2012, concluir si haya lugar o no a prescripción.

En conclusión, es acertada la rectificación hecha por la alta corporación, pues restableciendo el derecho de defensa para el
litisconsorte mal emplazado, solo se beneficia de ¡a nulidad declarada la persona que, conformando el litisconsorcio, no tuvo
oportunidad de ejercer su derecho de contradicción por estar indebidamente notificado o emplazado, y solo para esta persona,
y no para los demás litisconsortes, deberá renovarse la actuación, pudiendo, si hay lugar a ello, alegar la prescripción, que de
ser reconocida en la sentencia, serán beneficiados todos los integrantes del litisconsorcio necesario, pues han de aplicarse los
efectos que señala el actual artículo 51 del CPC y que el Código General del Proceso reitera en el artículo 61.” (Véase Ámbito
Jurídico, Análisis jurisprudencial Nro. 28, 14 al 27 de enero de 2013, Reflexiones sobre la realidad procesal alegada por uno de
los litisconsortes necesarios, Jorge Forero Silva)

III. Litisconsorcio cuasinecesario: Al decir de Víctor Fairén Guillen, "entre las figuras del
litisconsorcio necesario y del voluntario se emplea otra, a veces un tanto oscura y
dependiente en puridad más de los tratamientos normativos que de la propia naturaleza de
las relaciones jurídicas materiales; es el litisconsorcio cuasinecesario , el cual tiene existencia
cuando varías personas se hallan ante un determinado evento jurídico, en situación de
igualdad de calidad, de tal modo que teniendo legitimación con referencia al asunto cada
una de ellas, sin embargo la resolución que los tribunales puedan adoptar les afectará a
todos, por ser única la relación que entre ellas existe y el evento, y modificado éste, se
modifica esta relación unitaria derivada de la citada identidad de calidad". (Víctor Fairén
Guillén. Estudios de Derecho Procesal. Madrid: Rev. de Derecho Privado. 1955. p. 143-144).

Para Lino Enrique Palacio (Derecho Procesal Civil. T. III. Sujetos del Proceso. Abeledo Perrot,
Buenos Aires, Pág. 217-218) como ejemplos corrientes de este tipo de litisconsorcio se
19 Dr. Pedro Pablo Cardona
Galeano
Sujetos Procesales; Litisconsortes y otras partes

encuentran: “La pretensión de nulidad de las deliberaciones adoptadas por la asamblea de


una sociedad anónima en oposición a las disposiciones de la ley o de los estatutos, la que
puede ser interpuesta por cualquier accionista de la sociedad (Art. 535, apartado primero del
C. de Co.) y es susceptible de determinar una decisión judicial que los afecte a todos. (V. Art.
191 C. de Co. y 421 C. de P.C.).

Puede considerarse que encuadra dentro del tipo de litisconsorcio examinando la pretensión
tendiente al cumplimiento de una obligación solidaria, aunque el caso revista la particularidad
de que si bien la cosa juzgada recaída en el juicio es invocable por los acreedores, es
inoponible a los codeudores que no fueron parte en el juicio. En cambio los codeudores
pueden invocar la cosa juzgada contra el coacreedor que rué parte en aquel (Art. 715 del C.
C. de acuerdo con la modificación introducida por la ley 18811).

En el Código General del Proceso en su artículo 62, se prescribe:

"Podrán intervenir en un proceso como litisconsorte de una parte y con las mismas facultades de ésta, los terceros que sean
titulares de una determinada relación sustancial a la cual se extiendan los efectos jurídicos de la sentencia, y que por dio
estaban legitimados para demandar o ser demandados en el proceso".

Antecedentes. En el art. 52, inciso 3 del C. de P.C. algunos doctrinantes quisieron hallar un
"tipo intermedio" de litisconsorcio, que se hace llamar "cuasi necesario". Concretamente, aquí
en Colombia, como ya se anotó, el Procesalista Jairo Parra Quijano, no sin antes calificar de
"Un poco forzado" y " del todo nítido", el concepto de litisconsorcio cuasinecesario, admite
su posibilidad legal en el citado texto, puesto que él no se refiere al necesario, pero
tampoco al voluntario, "por cuanto si el litisconsorte no interviene", (se trata del último), "los
efectos de la sentencia no lo afectan". La Corte Suprema de Justicia, por su parte, no se ha
ocupado in extenso de lo mencionado fenómeno procesal, pues sólo en sentencia de 22 de
Julio de 1998 se limitó a utilizar el término, cuando expuso: " Es entonces el litisconsorcio
necesario u obligatorio el que lugar a la integración del contradictorio en los términos del
artículo 83 del Código de procedimiento Civil. No ocurre lo mismo en el marco de la
intervención litisconsorcial prevista por el artículo 52 Inc. 3 ibídem, llamada litisconsorcio
cuasinecesario, por cuanto allí se regula una intervención voluntaria del tercero...”

Por encima de las dudas que suscita la nominación, lo cierto es que la ley procesal
colombiana, de manera expresa sólo identificaba dos tipos de litisconsorcios: El facultativo
en el artículo 50 del Código de Procedimiento Civil y el necesario en el 51, ambos referidos a
la integración plural de las partes. Empero, el artículo 52 inciso 3° ibídem, regulaba un tipo
de intervención de tercero que no se acomoda estrictamente al litisconsorcio necesario, pero
tampoco, porque aún sin su presencia la sentencia produce "efectos jurídicos" o lo vincula en
cuanto afecta la determinada relación sustancial de que era titular, razón por la que estaba
legitimado "para demandar o ser demandado en el proceso". En otras palabras, el citado
inciso consagra la llamada por el mismo artículo 52 "intervención" "litisconsorcial" que bien
pudieran señalarse como "cualificada" para diferenciarla en todo caso de la intervención
"simple" o "adhesiva" o por coadyuvancia. Esta intervención litisconsorcial, según lo indica el
mencionado texto, se presenta cuando el interviniente sostiene con una de las partes una

20 Dr. Pedro Pablo Cardona


Galeano
Sujetos Procesales; Litisconsortes y otras partes

determinada relación sustancial que habrá de ser afectada por la sentencia, en cuanto sobre
ella se irradian los efectos de cosa juzgada, radicando en esto el núcleo esencial del interés
del tercero, al cual la ley le da la mayor relevancia, al instituir al tercero que así interviene
como parte autónoma, otorgándole la condición de litisconsorte y reconociéndole todas las
garantías y facultades de parte.

De manera que con independencia de la nominación legal, lo claro es que el inciso 3° del
artículo 52 tipificaba un fenómeno procesal distinto a los dos clásicos litisconsorcios, cuya
configuración precisa de eventos legales de legitimación simultanea para varios sujetos, pero
sin que la propia ley, ni la naturaleza de la relación sustancial, establezca la necesidad de la
integración del contradictorio con todos ellos. De ahí que con acierto Fairén Guillen afirme
que esta clase de intervención, que él identifica como “litisconsorcio"' cuasinecesario",
dependa más-, de los tratamientos normativos que de la propia naturaleza de las relaciones
jurídicas materiales. La normatividad colombiana hace expresa referencia a éste tipo de
litisconsorcio en los Arts. 7 y parágrafo del Art. 17 de la Ley 820 de 2.003 y es norma actual
en el art. 62 del Código General del Proceso:

Litisconsortes cuasi-necesarios. Podrán intervenir en un proceso como litisconsortes de una parte y con las mismas
facultades de ésta, quienes sean titulares de una determinada relación sustancial a la cual se extiendan los efectos jurídicos
de la sentencia, y que por ello estaban legitimados para demandar o ser demandados en el proceso.

Podrán solicitar pruebas si intervienen antes de ser decretadas las pedidas por las partes; si concurren después, tomarán el
proceso en el estado en que se encuentre en el momento de su intervención.

A modo de resumen, así parezca reiterativo, pero para dejar claramente diferenciadas las
modalidades litisconsorciales examinadas, esto es, litisconsorcio facultativo C.G.P., Art. 60), el
Iitisconsorcio necesario (Art. 61 ibídem) y el cuasi necesario (art. 62 ibídem), pudiera
concluirse: en el Iitisconsorcio facultativo la unión de los litigantes nace de la libre y
espontánea voluntad de la parte demandante, que es la que decide por razones de economía
procesal, acumular las pretensiones de "varios demandantes o contra varios demandados",
según lo establece el artículo 82 del Código General del Proceso. Por manera que en el
litisconsorcio facultativo se presenta una pluralidad de pretensiones, cuya titularidad
autónomamente recae en cada uno de los litisconsortes, razón por la que la ley los considera
"litigantes separados". En el Iitisconsorcio necesario, en cambio, según se anotó, la unión de
los litigantes obedece a una imposición legal o resulta determinada por la naturaleza de la
relación o situación jurídica controvertida, siendo ellos, todos, titulares de la misma
pretensión, razón por la cual "no puede ser validamente propuesta sino por varios y frente a
varios a la vez" (Guasp), por cuando la decisión además de uniforme, lógicamente aparece
como inescindible. Por último, los litisconsorte cuasi-necesario al tenor del art. 62 del C.G.P.
surge de la voluntad o iniciativa de quien decide concurrir al proceso para hacerse
"litisconsorte de una parte", la parte demandante o la demanda "y con las mismas facultades
de ésta", para asociarse a la pretensión o a la oposición de la parte a la cual se vincula, pero
de manera autónoma, pues si concurrencia se justifica por ser titular "de una determinada
relación sustancial a la cual se extienden los efectos jurídicos de la sentencia, y que por ello
estaban legitimados para demandar o ser demandado en el proceso". O sea que se trata de
una relación sustancial que en el evento de generar un conflicto de intereses, puede ser
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Galeano
Sujetos Procesales; Litisconsortes y otras partes

definido en su mérito sin la presencia de todos los participes porque ni la ley, ni al naturaleza
de la relación impone el litisconsorcio necesario, es decir, no obstante que la sentencia lo liga
a los efectos de la cosa juzgada, la vinculación del tercero es espontánea o facultativa. Sería
a mas del caso de la solidaridad, el que surge del artículo 68 del C.G.P. que prescribe: El
adquirente a cualquier título de la cosa o del derecho litigioso podrá intervenir como
litisconsorte del anterior titular. También podrá sustituirlo en el proceso, siempre que la parte
contraria lo acepte expresamente.

La posibilidad de intervención de los denominados "litisconsortes cuasi necesarios" resulta


problemática en atención a los límites subjetivos de la cosa juzgada, porque los efectos de la
sentencia pueden extenderse a ellos así no hayan comparecido, dada la ficción que la norma
hace de que al participar algunos litisconsortes es como si lo hicieran todos los que
configuran determinada categoría. Por ellos en doctrina, como lo expresara Hernando Morales
Molina, se habla de sentencia con efectos de cosa juzgada "in eventum” con el fin de
garantizar la seguridad jurídica y evitar consecuentemente sentencias contradictorias. Al
respecto es conveniente tener en cuenta los textos que sobre efectos de la sentencia
contiene la Ley sobre acciones populares y acciones de grupo (V. Ley 472 de 1.998, Art. 35 y
66).

Requisitos para la intervención de los litisconsortes cuasi-necesarios

1. Sólo es procedente en los denominados procesos de conocimiento, o sea, en aquellos en


que el derecho va a ser declarado, en aquellos en los cuales el oficio judicial se va a
pronunciar sobre la existencia o inexistencia, sobre si realmente existe norma jurídica
que tutele el derecho invocado por la parte.

2. Debe formularse la intervención mediante una solicitud en la cual se contengan los


hechos y los fundamentos de derecho en que se apoya. Tal solicitud deberá ir
acompañada de las pruebas pertinentes.

3. Puede intervenir mientras no se haya dictado sentencia de única de primera o de


segunda instancia.

La intervención puede, pues, presentarse desde el momento de admisión de la demanda,


con anterioridad a la notificación al demandado. En este evento, se resolverá sobre ella
una vez surtida la comunicación al demandado. Si la intervención es con posterioridad a
la notificación del demandado y el juez estima procedente dicha intervención, la aceptará
de plano y considerará las peticiones que en el mismo escrito hubiere formulado el
interviniente.

4. El interviniente, toma el proceso en el estado en que se encuentra, en cuanto es (el


proceso) irreversible, de acuerdo con el artículo 70.
5. Que el interviniente tenga un interés inmediato, directo y vinculado al proceso: interés
jurídicamente tutelado, un interés jurídico en el mérito de la pretensión de la parte de la
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Sujetos Procesales; Litisconsortes y otras partes

cual va a ser litisconsorte en razón de lo que se va a hacer extensivo a él son los efectos
jurídicos del fallo.

Según La Corte, el interés jurídico tutelado existe en los siguientes casos:

a. Cuando los efectos de la cosa juzgada afectan al tercero favorable o desfavorablemente. Serán ejemplos la
intervención del legatario en la causa civil sobre nulidad del testamento iniciada por un heredero abintestato
contra los testamentarios.
b. Cuando la sentencia debe producir los efectos accesorios o reflejos previstos por la ley. Estos casos son: en los
procesos en que se ventila una acción popular, que produce efectos respecto de terceros, cualquiera de esos
puede intervenir. En los negocios del estado civil que producen erectos erga omnes sucede otro tanto. (V.
sentencia de 7 de Junio de 1952, G. J. T. LXXII, Pág. 378).
c. Ver arts. 7 y 17 Ley 820 de 2003.

6. Que el interviniente sea capaz y esté debidamente representado.

Efectos procesales de esta intervención cuasi - necesaria. El litisconsorte,


demostrando previamente su interés en el proceso, procura la declaración de una pretensión
propia; por ello tiene todas las facultades de parte, sin limitación de ninguna naturaleza.

El interviniente a quien la sentencia futura le perjudica o la aprovecha, es parte, pues, en el


proceso, puede interponer recursos, formular demanda de reconvención, goza de autonomía
en cuanto a capacidad o representación y debe sufrir las condenas en expensas, cosas y
perjuicios, en caso de ser desfavorable la sentencia.

Podrán solicitar pruebas si intervienen antes de ser decretadas las pedidas por las partes; si
concurren después, tomarán el proceso en el estado en que se encuentre en el momento de
su intervención.

En cuanto a la sentencia: Al igual que el litisconsorte necesario, la sentencia que ha de


proferirse obliga a esta parte interviniente y en consecuencia los efectos de la cosa juzgada le
son aplicables en todo sentido. Estriba lo anterior en que el litisconsorte queda involucrado
con la pretensión o la oposición realizada ad initio por las partes y también, desde el principio
pudo ser la parte demandante o la parte demandada. Advirtiéndose que aunque el
litisconsorcio cuasi necesario no participara en el proceso, la sentencia por igual iba a surtir
contra él los efectos de la cosa juzgada.

En cuanto a la ampliación del objeto del litigio: Trabada la litis contestado (demanda,
su respuesta y defensas), puede válidamente modificar o restringir con respecto a su propia
pretensión o interés el objeto del litigio, un consecuencia, es de recibo ampliar los hechos en
los cuales sé finca la pretensión primigenia, solicitar pruebas que tiendan a mejorar la
pretensión ya vertida en el proceso y a plasmar la suya propia, formular, si fuere el caso,
demanda de reconvención, etc.

En cuanto a la interposición de recursos: Como bien lo expresa el artículo 62 inciso 3ro


del Código Procesal Civil, el interviniente litisconsorcial, tiene la facultad de interponer
cualquiera de los recursos ordinarios y extraordinarios que el código procesal mencionado consagra y
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en forma autónoma e independiente a la de la parte principal, pues se repite, tiene las mismas
facultades de ésta y en consecuencia el formular recursos le es connatural.

Fin que se propone la ley admitir el litisconsorcio. Como se presenta cuando en un


mismo proceso se afirma la existencia de una relación jurídica sustancial elementos comunes
se admite por economía procesal, para evitar varios procesos, por conexidad instrumental o
de objeto o de causa, o de sujetos, por unidad de prueba y también para evitare fallos
contradictorios.

Cuándo termina el litisconsorcio.

a) El facultativo, puede terminar por transacción, desistimiento, o sentencia, es decir, al


terminar el proceso.
b) Igualmente termina en dicha forma el litisconsorcio cuasi-necesario y el necesario, con la
advertencia de que los actos de disposición del derecho en litigio transacción,
desistimiento deben provenir de todos los litisconsortes necesarios.

El litisconsorcio se escinde, es decir, termina para unos más continua respecto a los demás.

a. El facultativo, por transacción, por desistimiento, por allanamiento, a la demanda.


b. En el necesario, se hace indispensable que todos los actos de disposición provengan de
todos, razón por la cual no puede escindirse porque la solución debe ser uniforme frente
a todos.

El litisconsorcio necesario el cuasi-necesario y el facultativo no puede escindirse por


sentencia, por cuanto ella se refiere a la relación procesal que es única y el fallo abarca la
decisión total de la misma; en cambio, que sí puede escindirse en caso de que frente a unos
de los procesos acumulados se presente una prejudicialidad, evento en el cual se desacumula
a fin de que la parálisis no afecte a los demás.

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Sujetos Procesales; Litisconsortes y otras partes

OTRAS PARTES

Intervención ad excludendum (intervención principal excluyente) Antecedentes


históricos

En el derecho romano, el cerrado formalismo, intrínseco y extrínseco, que lo caracterizaba,


tornaba inconcebible la ingerencia de un tercero en el estadio cognoscitivo del proceso. No
obstante, de ser conocida la figura de la intervención en una serie numerosa de casos, como
ocurrió en el derecho Justiniano: La intervención del copropietario de la Iitis de uno de los
condominios tiene con terceros: La intervención del tutor en la litis instaurada por el liberto
que puede implicar una lesión de los derechos correspondientes al patrono, la figura de la
intervención ad excludendum no pudo ser apreciada en su entorno procesal. Ab origine, la
eventualidad de que un tercero – existiendo incoado un proceso pendiente entre las partes –
alegara un derecho incompatible con el ejercitado por el primus petitor, sólo era viable
mediante la forma de oposición a la ejecución.

Más tarde, en el derecho romano – canónico, la intervención principal fue recibida como un
elemento integrado, al título de derecho común (V. Fairén Guillén Víctor. Estudios de derecho
procesal. Ed. Revista de Derecho Privado, Madrid, Pág. 125). Posteriormente el derecho
medieval italiano elabora una síntesis de los conceptos romanos y germánicos del proceso en
lo concerniente a la participación en su ámbito.

Concepciones doctrinarias. Existen al respecto, claramente diferenciadas dos


concepciones doctrinarias elaboradas en torno de la intervención principal, mantenidas a
través de la historia.

a) La práctica germánica. Según Chiovenda, la intervención principal es de origen


germánico:

La intervención principal tuvo gran aplicación, le bastaba al tercero tener cualquier interés en
el proceso, pues “coadyuvan” al demandante tenía intereses diferentes o contrapuestos a los
del demandado; también podía “coadyuvar al demandado por tener intereses contrarios al
demandante. Posteriormente se llegó a pensar que podía tener intereses contrapuestos a
ambas partes y este criterio hizo que la doctrina italiana adoptará el punto de vista básico del
“universalismo” del proceso y admitió que el tercero podía alegar pretensión contra las dos
partes del proceso ya en curso, de tal modo que nacía un nuevo proceso con “tres” partes.

El juez podía ordenar su acumulación a fin de dictar sentencia única, que era el motivo
determinante de la intervención principal. En el siglo XIV, se creó la necesidad de resolver
ambos procesos reunidos, de tal manera que el proceso de intervención detenía el primitivo.

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El artículo 64 del respectivo código procesal alemán, es del siguiente tenor: “El que pretenda
tener derecho sobre la totalidad o parte de la cosa o derecho sobre el que se haya trabado
pleito entre otras personas, puede hasta el momento de la resolución del mismo, hacer valer
su derecho ante el tribunal en que haya pendido el negocio en primera instancia, por medio
de demanda dirigida a las dos partes contendientes”.

b) La práctica italiana o latina . Esta orientación cuya génesis se encuentra en las


antiguas tendencias germánicas, estima que la intervención principal implica una ampliación
del proceso originario al cual se suman, sucesivamente dos nuevos procesos, los tres unidos
bajo el mismo procedimiento, el principal y los dos que generó la pretensión del interviniente:
Uno, contra el actor; y, otro contra el demandado. La sentencia que se dicte será única pero
contendrá tres pronunciamientos.

El artículo 105 del Código de Procedimiento Civil de 1.940, cuya vigencia sólo obtuvo en el año
1.943, consagra que “… cualquiera podrá intervenir en un proceso entre otras personas para
hacer valer frente a todas o a alguna de las partes, un derecho relativo al objeto o dependiente
del título alegado, en el mismo proceso” (Allí es igualmente denominada: Agresiva, excluyente,
ad excludendum).

Piero Calamandrei50 explica así el artículo 105 del Código de Procedimiento Civil italiano: “La
característica fundamental de esta intervención ad excludendum, es que, con ella el interviniente no se limita a mediar en la
causa que versa entre las partes originarias sino que introduce en el proceso una nueva demanda, dirigida contra las dos
partes originarias y conexa, por identidad del petitum con la primera. El ejemplo clásico de esta intervención es el que se
verifica cuando en la causa que versa entre A y B y en la cual ambos afirman ser propietarios de una cosa interviene el
tercero C, afirmándose a su vez propietario de la misma cosa y haciendo de ese modo valer su derecho de propiedad que
por razones de incompatibilidad no puede corresponder sobre la misma cosa, más que a una sola persona (salvo el caso del
condominio), contra las dos partes originarias. De este modo, consiguiente a la intervención se produce en el proceso la
reunión (subsiguiente o sobrevenida) de tres causas: La originaria, en que A, reivindicante figura como actor frente a B,
demandado en reivindicación, la introducida mediante la intervención, con la cual C, a su vez, propone acción de
reivindicación contra el mismo demandado originario B; y la implícita en la intervención con que C pide el rechazo por
incompatibilidad de la demanda de reivindicación de A, proponiendo así una acción de declaración negativa de certeza contra
el actor originario A, que frente a C asume la posición de demandado. C, figura, por consiguiente como actor contra las dos
partes originarias A y B que en relación con él asumen ambas las figuras de demandados. Este es el ejemplo tradicional de la
intervención dirigida a excluir el derecho de los dos contrincantes originarios, ad-exciudendum iura que utrius competitoris;
el proceso tiene tres partes cada una de ellas en contradicción con cada una de las otras dos”.

Esta forma de intervención adquiere en el derecho italiano varias denominaciones, a saber:


interventio ad infragendum jura utriusque competitoris, ad impedendum o ad excludendum,
considerando preferible la mencionada en primer término, pues las otras dos se prestan a
equívocos.

50 Ibíd. Pág. 310.

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La anterior orientación es seguida en países latinoamericanos. Así el Art. 56 del Código de


Proceso Civil de Brasil, prescribe: “Quem pretender, no todo quen parte, a coisa que o direito
sobre que controvertem autor e reupodera até ser proferida a sentenca, ofrecer oposicao
contra ambos”.

Naturaleza Jurídica. La doctrina caracteriza esta forma de intervención como un supuesto


de acumulación subjetiva (rectius: objetivo - subjetiva) de pretensiones, sucesivas, por
inserción y voluntaria (González, Atilio Carlos. La pluralidad en el proceso civil y comercial.
Ed. Ástrea 1.984, Pág. 40) en tanto la pretensión del tercero es "incompatible, aunque
conexa, con la originaría.

Desde otro ángulo, la intervención del tercero ad excludemdum en la hipótesis o ejemplos


anotados, genera un litisconsorcio pasivo, o como lo expresa el mismo Fairén Guillén, como
un supuesto de “proceso con pluralidad de partes” y “pluralidad de pretensiones”.

Lino Enrique Palacio, aclara que este tipo de intervención constituye un supuesto de acumulación sucesiva por inserción de
pretensiones: El tercero formula una pretensión frente a las partes originarías, quienes vienen de tal manera a integrar un
litisconsorcio pasivo. Dicha pretensión debe ser incompatible con la pretensión originaria en lo que tañe al objeto, siendo
indiferente la falta de identidad entre la causa de ambas pretensiones. En este sentido, en doctrina, sería admisible la
intervención principal en el supuesto de que el primitivo actor hubiese demandado la restitución de la tenencia de la cosa
sobre la base de un contrato de arrendamiento y el tercero pretendiere lograr la posesión de esa misma cosa alegando un
derecho de propiedad. (La legislación procesal civil colombiana la prohíbe en la forma expuesta, en el Art. 424, parágrafo 6°
C. de P.C.) Por el contrario, la intervención sería inadmisible si, por ejemplo, en un proceso de reivindicación referente a un
inmueble, el tercero se presentará para reclamar el pago del daño causado por haberse derruido dicho inmueble, o si versara
la pretensión originaria sobre la propiedad de un inmueble, el interviniente invoca su condición de acreedor hipotecario, pues
el derecho real de hipoteca resulte incompatible y por lo tanto no excluye el derecho de propiedad alegado por el primitivo
actor” (V. Palacio Lino Enrique Pág. 233).

Indudablemente la naturaleza de la pretensión del interviniente principal, varia a su vez, de


acuerdo con el contenido de la reclamación efectuada en cada caso particular, pudiendo ser
declarativa, constitutiva o de condena frente a sus contendores, conjunta o indistintamente y
por supuesto la sentencia que en tal proceso se profiere debe contener al menos decisiones
respecto a las siguientes pretensiones:

1. La originaria o inicial entre actor y demandado;


2. La por inserción, entre interviniente y actor, y
3. La por inserción, entre interviniente y demandado (V. Juan Montero Aroca,
acumulación de procesos y proceso único pluralidad de partes. Rev. Argentina de
Derecho procesal. Ed. La ley 1.972, Nro. 3 Pág. 67)

Sus fundamentos y objetivos. A través de la intervención ad- excludemdum se procura no


sólo la economía procesal, sino lo que se busca o pretende es "obtener el dictado de una
sentencia unitaria, al decir del mismo Fairén Guillen.

La intervención principal denominada indistintivamente “agresiva” “excluyente ( ad-


excludendum), o “tercería excluyente” no prevista en el anterior Código de Procedimiento

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Sujetos Procesales; Litisconsortes y otras partes

Civil colombiano - (Ley 105 de 1931) - consiste en hacer valer frente a las dos partes
contendientes en el proceso un derecho propio del interventor e incompatible con la
pretensión deducida en el proceso (ad infringendum - ad excludendum iura utriusque
competitoris para excluir o para quebrar los derechos de los otros contendientes), así dicha
pretensión tenga conexidad con la que constituye el objeto del proceso.

Dicho de otra manera; es la ingerencia voluntaria de un “tercero” en un proceso pendiente,


constituido ab initio entre otros, que pretende, total o parcialmente la cosa o el derecho
invocados y se produce por causa de una demanda interpuesta por un tercero contra los dos
litigantes originarios. Surgen así las connotaciones distintivas de la pretensión del “tercero
excluyente”:

a) una nueva pretensión incompatible, total o parcialmente, con la de las partes originarias;
b) La conexidad: la pretensión deducida por el tercero debe guardar una íntima relación con
la articulada por las partes, sin resultar menester una identidad estricta entre ambas.

Hallamos tipificada esta modalidad de intervención cuando en un litigio entablado entre A y B,


en el cual se debate la propiedad de la cosa, C interviene pretendiendo ser el propietario de
la misma. La nueva pretensión, como es advertible en el ejemplo dado, proviene de un
“tercero” ajeno a las partes originarias; las cuales, por virtud del apersonamiento espontáneo
al proceso del interviniente, se convierten en sujetos pasivos de aquélla; o sea que, frente a
ese tercero, las partes originarias se encuentran en posición pasiva.

De ahí que con motivo de la "intervención principal surgen, junto a la de los litigantes
iniciales, dos nuevas relaciones: la del interviniente frente al demandante originario y la del
interviniente frente al demandado primigenio.

El artículo 63 del C.G.P. precisa que la intervención excluyente ( ad excludendum) puede


presentarse cuando se pretenda en todo o en parte el derecho controvertido. Respecto a la
primera parte valga el ejemplo de Calamandrei; en cuanto a lo segundo, puede ocurrir que
en el mismo proceso de reivindicación el interviniente excluyente pretenda que es el dueño
de la mitad o de una cuarta parte del bien que está reclamando el actor y que, por ende, éste
no tiene el derecho de dominio en su totalidad. No había, entonces, razón para que tales
situaciones no pudieran controvertirse y decidirse en un mismo proceso, mediante una misma
sentencia.

Otro ejemplo de intervención ad excludendum, puede presentarse en el siguiente evento:


Antes de la audiencia inicial de un proceso declarativo de petición de herencia, puede un
tercero ejercer contra los demandantes y demandados de aquel proceso, su propia y personal
acción de petición cuando con ella pretenda en todo o en parte el derecho hereditario
controvertido por aquellos (Art. 63 C.G.P.). Lo anterior, se daría cuando el padre legítimo del
causante ha ejercido una acción de petición de herencia contra un hermano del mismo
causante, quien aparenta ser heredero, para que le adjudique la herencia a aquel con exclusión
de éste y se ordene la restitución correspondiente. Pero si aparece un hijo adoptivo, del mismo

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Sujetos Procesales; Litisconsortes y otras partes

cujus que reclama la totalidad de la herencia dejada por éste y con exclusión tanto del
demandante (padre legítimo), como del demandado (hermano legítimo), puede ejercer dentro
del mismo proceso declarativo su acción de petición de herencia contra ambos, “para que en el
mismo proceso se le reconozca” (ibídem).

Presupuestos o condiciones indispensables para la procedencia de la intervención


ad excludendum

1. Debe ser el interviniente extraño al proceso; no puede, en consecuencia identificarse


como derecho habiente a título singular o a titulo universal de cualquiera de las partes 10
por cuanto si hubiese estado ya en litis, evidentemente, no podría tener cabida la
intervención principal.11 Es, por demás, parte principal, pues afirma ser titular total o
parcial de la cosa o del derecho controvertido, al pretender total o parcialmente la cosa o
el derecho que es objeto del proceso.
2. El proceso declarativo debe estar pendiente. Así se consagra en el artículo 63, cuando se
expresa que la intervención ad excludendum precluye con la audiencia inicial.
3. La intervención principal sólo es procedente en procesos declarativos o de conocimiento,
en los cuales se comprenden no sólo las acciones declarativas propiamente dichas que se
limitan a la declaración sobre la existencia o inexistencia de una determinada relación
jurídica sino las constitutivas que persiguen la obtención de la constitución, modificación
o inexistencia de una determinada relación jurídica y también las de condena que tienden
a que se imponga al demandado la realización de determinada prestación.
4. El juez debe ser competente por razón de la materia o la naturaleza del asunto para
conocer de la demanda principal y de la pretensión formulada por el interviniente a
infringendum.
5. Las pretensiones de la demanda principal y de la que se formula por el interviniente ad
excludendum deben sustanciarse bajo una misma cuerda por seguir el mismo proceso o
procedimiento. Es, por consiguiente, aplicable a la intervención ad infringendum, las
mismas reglas que rigen para la acumulación subjetiva de pretensiones, por razón de
conexión material. Es por ello que el inciso 2o. del artículo 63 preceptúa que la
intervención del tercero se tramitara conjuntamente con el proceso principal y con ella se
formara cuaderno separado.
6. El interviniente al formular su pretensión, debe presentar demanda con todos los
requisitos legales (Arts. 82 y 83), acompañada de los anexos requeridos por el Art. 84, y
según la clase de proceso que está en trámite. Dicha demanda, como consecuencia se
dirige contra ambas partes originarias del proceso: demandante y demandado. Por
consiguiente habrá que notificársela a cada uno de ellos, o a sus apoderados, como se
dispone en los Arts. 291 y 292 y de ella se dará traslado por el término señalado para la
demanda principal.
Frente al interviniente, los sujetos del proceso se encuentra en posición de demandados
y obran cada cual por cuenta propia, según lo que su particular interés requiera en cada
10
CHIOVENDA, José. Principios del derecho procesal civil. Tomo II. Madrid: Instituto Editorial Reus Centro de Enseñanza y Publicaciones, Pág.
704- 705.
11
Tratado de derecho procesal civil. Tomo II. Temis De Palma, Pág. 127

29 Dr. Pedro Pablo Cardona


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Sujetos Procesales; Litisconsortes y otras partes

caso concreto; pero, en cuanto son condiciones en la demanda del interviniente y en la


defensa contra él, se hallan entre sí en la condición de litisconsortes, aun cuando en
doctrina se discute si tal litisconsorcio es o no cuasi necesario.
Se ha dicho en doctrina, que el interviniente "no va a ser parte en el proceso principal,
sino que va a ser parte en un nuevo proceso, el que el plantea para deducir una nueva
pretensión, cabalmente, la que dirige contra demandante y demandados iniciales u
originarios, y en este nuevo proceso no podremos decir que es tercero sino propiamente
parte, en cuanto como ya se expreso formula demanda tanto frente al actor como frente
al reo.
7. Las pretensiones contenidas en la demanda del tercero deben ser incompatibles con las
de las partes principales en el proceso (demandante y demandado). A pesar de dicha
incompatibilidad, debe existir por lo menos un nexo jurídico frente a ambas partes
originarías - demandante y demandado- como lo expresa nuestro Código, en cuanto es
excluyente de las pretensiones del actor y del opositor en el proceso principal, aunque
ocurra que sólo una de las partes sea la persona responsable de la prestación materia de
la intervención del tercero.

Así se expresa Chiovenda12. “El interviniente principal pertenece pues, a la categoría de terceros que, quedando
fuera del pleito, no están obligados a reconocer la sentencia, porque esto les perjudicaría jurídicamente. La demanda del
tercero es dirigida, ordinariamente, contra el demandado, pero en cuanto es incompatible con la pretensión que ya el actor
hace valer contra el mismo demandado, se dirige también contra el actor, por excluir la pretensión de éste. Pero la
pretensión del tercero pueda también dirigirse directamente contra el actor principal, por ejemplo: En un juicio en que el
actor principal encontrándose en posesión de la cosa, pide la declaración negativa de la propiedad del demandado,
interviene el tercero que, afirmándose propietario de la cosa, pide su entrega al actor principal. La incompatibilidad de las
pretensiones puede ser más o menos grave, según se refiera sólo a la prestación pedida o a la relación jurídica misma,
deducida en el pleito por el actor y por el tercero. Estamos en el primer caso, cuando lo mismo el actor que el tercero piden
al demandado la misma prestación (por ejemplo, entrega de una cosa), pero en virtud de relaciones jurídicas diferentes
(propiedad, usufructo, etc.); aquí la incompatibilidad refiérase sólo a la prestación, la cual no puede hacerse a varios al
mismo tiempo, mientras que las relaciones jurídicas a base de las cuales se pide, puede coexistir. En cambio, tendremos el
segundo caso, cuando el actor y el tercero se creen titulares de la misma relación jurídica, cuando no pueden ser ambos
titulares del mismo y la identidad de la relación jurídica se determina según las reglas expuestas para la identificación de las
acciones”.

La incompatibilidad de pretensiones puede, pues, presentarse:

a) Respecto de la prestación pedida. A demanda a B para que entregue una cosa


invocando derecho de usufructo. C ejerce una pretensión sobre la misma cosa contra
demandante A y demandado B, invocando el título de señor y dueño.

b) Respecto a la relación jurídica deducida en el proceso:

1. En acción real: Cuando A demanda a B para la entrega de un inmueble a título de


señor y dueño y C inicia demanda contra A y B para la entrega del mismo bien,
alegando que es también propietario de la cosa.
2. En acción personal: A demanda a B para que se condene a este último al pago de
una suma de dinero que ha recibido en mutuo. C ejercita acción contra A y B, para
que previa la declaración de que A, celebró el contrato de préstamo, como su
12
Chiovenda, op. Cit. Pág. 705-706.
30 Dr. Pedro Pablo Cardona
Galeano
Sujetos Procesales; Litisconsortes y otras partes

mandatario, se reconozca en la sentencia que él tiene mejor derecho a la prestación


demandada, en virtud del mismo título jurídico, o sea, el contrato de mutuo invocado
por el demandante A13.

Demanda de intervención

1. Requisitos de forma. La demanda debe reunir los requisitos legales exigidos para toda
demanda y el Juez puede inadmitirla en todos los casos del artículo 96 del C.G.P., en el
evento que esto suceda y no' se subsanen en los defectos la rechazará sin que sea posible
llueva intervención, pues se atentaría contra la economía procesal el permitir varias
intervenciones de una misma persona, ya que al no subsanar los defectos causantes de la
inadmisibilidad revela una actitud que puede constituir o considerarse una dilación del
proceso.

Se puede rechazar la intervención cuando el asunto corresponde a otra jurisdicción, o por


competencia a otra especializada jurisdicción.

La caducidad de la acción no cabe, pues se produce para todo el proceso y no respecto de la


intervención.

En relación con la competencia, si el funcionario es competente para conocer de la


pretensión involucrada al proceso y como la intervención del tercero se debe referir a esta,
esa competencia debe ser la misma,

2. Requisitos de fondo

a. Que la pretensión sea incompatible con la parte originales; que estén en oposición no
sean distintos.
b. Que siga el mismo trámite la intervención debe tener establecido en la ley un trámite
igual al que se viene siguiendo. Mientras la ley no establezca la excepción la
intervención no es viable.
.
3. Admitida la demanda de Intervención las partes originales pueden ejercer su derecho de
contradicción como cualquier demandado (proponer excepciones, interponer recurso de
reposición, etc).

El interviniente por su parte, puede, llamar en garantía, es decir, ejercer los actos propios de
una parte en un proceso.

4. El interviniente toma el proceso en el estado en que se encuentra (V. art. 70 C.G.P.)

13
PARRA QUIJANO, Jairo. Estudios de Derecho Procesal. Tomo I. Apuntes para una teoría sobre terceros en el proceso civil. Ediciones
Librería del Profesional, Pág. 100.

31 Dr. Pedro Pablo Cardona


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Sujetos Procesales; Litisconsortes y otras partes

Resolución sobre la pretensión o pretensiones del interviniente, ad excludendum


(Art. 63, inciso 3). Como el interviniente pretende la exclusión del derecho de las partes
originarias, como propio del tercero, es entonces, por lo cual el funcionario del conocimiento
deberá, en primer lugar, en la sentencia pronunciarse en lo atinente con lo pretendido por
aquel, pues de estar acreditado no habrá lugar a más decisiones. Si, por el contrario, la
pretensión o pretensiones del interviniente son rechazadas, lógicamente deberá entrar a
resolver sobre la pretensión o pretensiones de la demanda inicial, es decir, del conflicto
planteado entre demandante y demandado, partes originarías, para resolver la litis con
respecto a ellos.

El Tribunal Superior del Distrito Judicial de Bogotá sin embargo, en un asunto determinado
sostuvo que no siempre debe resolverse primero la intervención ad excludendum en cuanto
podrían violarse derechos de orden sustancial y así precisó:

"La demanda con la cual se inauguró el presente proceso exige de la justicia se declare resuelto el contrato de comodato por
medio del cual el Distrito Especial de Bogotá cedió en beneficio del Fondo de Previsión de Empleados de la Superintendencia
Bancaria unos terrenos que el interviniente dice ocupar en la actualidad y ejercer sobre ellos una posesión superior a la
veinte años. Juzga la Sala que la pretensión principal que plantea el distrito Especial es de naturaleza person al y se
encamina al ejercicio de los derechos personales derivados del incumplimiento de un contrato, lo que en principios descarta
la intervención de terceros ajenos al contrato mismo.

“No obstante lo anterior el fundamento principal para que proceda el rechazo de la intervención principal (declaración de
pertenencia) intentada en este asunto reside en que de ser admitida permitiría la violación de preceptos que aunque
colocados en normas procesales tiene naturaleza substancial.

"Veamos cómo el artículo 53 del C. de P. C. dice que "En la sentencia de decida sobre la demanda principal se resolverá. En
primer término, sobre la pretensión del interviniente". En el caso particular que espera la decisión judicial, no podría
cumplirse tal preceptiva sin grave quebranto de los intereses de la entidad publica comprometida en el litigio en calidad de
demandante. Recordemos que la pretensión principal atañe la resolución de un contrato cuya calificación jurídica compete
hacer en el fallo de fondo pero que se enuncia respecto de uno de los bienes como comodato y del otro como cesión, con
posibilidades de reversión al Distrito Especial de Bogotá. Si por virtud del comodato o la cesión sujeta a condición resolutoria,
los bienes pueden regresar al patrimonio del Distrito Capital de Santafé de Bogotá, esta reversión tiene una trascendental
consecuencia que sería la de volver imprescriptibles tales bienes por aplicación del numeral 4 del artículo 407 del C. P. C.,
regla de orden substancial insertada en el Código de Procedimiento Civil.

“Si en el presente caso se admitiera la intervención ad excludendum, en cumplimiento del artículo 53 del C.P.C., 63 del
C.G.P., primero habría de resolverse la declaración de pertenencia perdida v de prosperar tai declaración de dominio se haría
imposible la aplicación del precepto substancial que reside en el Art. 407 y que hace imprescriptibles los bienes de las
entidades de derecho público. Por lo antes discernido deberá prosperar el curso de la acción de resolución pedida por el
demandante para en todo caso, determinar primero si el bien ha de retornar al patrimonio del Distrito Capital, con las
consecuencias obvias que ello apareja, en particular que el bien reingrese al patrimonio de una entidad cuyos bienes son
imprescriptibles".

32 Dr. Pedro Pablo Cardona


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Sujetos Procesales; Litisconsortes y otras partes

ACCIONES REVÉRSICAS

Perfiles históricos de la denuncia de pleito y del llamamiento en garantía. La


litisdenunciación aparece como el instituto procesal evolucionado de la litisdenuntiatio del
derecho romano, a través del derecho común, y contrapuesto a la llamada en garantía,
instituto basado en el antiguo derecho germánico y desarrollado por la praxis del derecho
franco. La llamada en garantía termina siendo sancionada por la legislación francesa del
ancien régimen, siendo acogida plenamente por el Code de Procédure Civile de 1.806, y
aceptada por la legislación procesal italiana.

La litisdenuntiatio del derecho romano (clásico) es un instrumento procesal para hacer eficaz
la responsabilidad del vendedor por la evictio, es decir, por la pérdida que el comprador
sufriera de la cosa por vía judicial, fundada tal pérdida en defectos jurídicos que dieran lugar
a una reivindicatio de un tercero o a la pérdida de la posesión por un derecho real limitado. El
mecanismo de la litisdenuntiatio consiste en una simple notificación de la existencia del
proceso que el comprador realiza a su autor (vendedor), con el fin de posibilitarle una
intervención adhesiva (voluntaria) e, incluso, una posible asunción del proceso como
procurador in rem suam. En ningún caso podía acumularse la eventual acción de regreso
(indemnidad) a la propia solicitud de evicción, presentándose la denuncia como un medio
para garantizar la acción de regreso, la cual se ejercitará posteriormente, en su caso, en un
segundo proceso ante el magistrado competente ordinariamente para conocer de dicha
acción.

Por otro lado, la llamada en garantía aparece como resultado de un proceso evolutivo, cuyo
origen remoto hay que buscarlo en el antiguo derecho germánico, concretamente en la figura
de la advocatio ad warantum, según la cual, el garante venía obligado a asumir la defensa del
bien transmitido y a sustituir en el proceso, en el que un tercero pretendiera para sí dicho
bien, al adquirente denunciante (varandium facere). Cuando el garante no lograra el éxito en
la defensa, venía obligado a indemnizar al adquirente de los daños sufridos por la pérdida de
la cosa. Por lo tanto, las características de la llamada en garantía residen principalmente en:
a) existencia de una obligación de defensa y sustitución del garantizado por parte del
garante, b) acumulación condicional de la eventual acción de indemnización del garantido
frente al garante en el mismo procedimiento en el que se conoce del derecho garantizado.

A través de la práctica del derecho franco y longobardo pasa la llamada en garantía al droit
coutumier francés, sustituyendo a la litisdenuntiatio. Así aparece en el procedimentalismo
judicial de las Cortes y Parlamentos franceses, derivando de la antigua práctica franca la
figura de la «conclusión de requeste formell», antecedente inmediato de la llamada en
garantía sancionada legislativamente por la Ordenaza de Luis XIV de 1667 —y antes incluso
por la Ordenaza de Francisco I de 1539—, precedente de la codificación napoleónica y de sus
derivaciones italianas ( Código de procedimiento para el Reino de las dos Sicilias — 1819—,
Código de procedimiento civil Parmense —1820—, y, principalmente, Código Sardo Piamontés
de 1854).
33 Dr. Pedro Pablo Cardona
Galeano
Sujetos Procesales; Litisconsortes y otras partes

En Italia, en efecto, termina por triunfar la llamada en garantía, al modo francés, sobre la
base del Código de Napoleón. En un principio, sin embargo, el derecho común italiano —
siglo XI— valoraba más los aspectos romanos de la litisdenuntiatio, siendo la práctica la que
poco a poco va inclinándose por las características de la llamada en garantía, tímidamente en
un principio —así, no se admitía la acumulación condicional de la acción de indemnidad en el
mismo proceso principal, aunque se permitía plantear dicha acción sucesivamente ante el
mismo juez que conoció de la acción de molestia. La sustitución total del modelo de la
litisdenuntiatio por el de la llamada en garantía comienza a consolidarse en los procesos de
los territorios napolitano y romano (por ejemplo en la Pragmática de Fernando I de Nápoles
de 1477) y, en mayor medida, en el Piamonte y Módena, siendo esto lógico por ser este área
septentrional más proclive a las influencias del derecho francés, y, en concreto, en la
Recopilación de leyes y constituciones publicada por Carlos Manuel IILen 1770 (Piamonte) y
en la Constitución de Franciso III de 1771 (Módena). Sobre el modelo de la codificación
napoleónica, pues, se produce la total aceptación de la llamada en garantía por el derecho
italiano, primero, en los Códigos de procedimiento para el Reino de las dos Sicilias, Parmense
y Sardo-Piamontés, y plenamente en el CPC de 1865, con lo que se relega la litisdenuntiatio
(y la nominatio auctoris al CC).

Alemania, e igualmente Austria, rechazan los antecedentes históricos propios a sus


respectivos países, acogiendo plenamente, por el contrario, tras la recepción del derecho
común, el modelo romano de la litisdenuntiatio y alejando de sus ordenanzas procesales del
siglo XIX todo vestigio —o casi todo vestigio— de las antiguas figuras conocidas por sus
respectivos derechos y derivadas de los precedentes históricos germánicos. Así, cuando en la
segunda mitad del siglo XIX se acomete la tarea codificadora del derecho procesal civil para
todo el Imperio, se rechaza en Alemania, y también en Austria, la figura de la llamada en
garantía —y, en general, de la adcitatio—, aduciéndose para ello, tanto motivos históricos
como técnico-jurídicos.

Pero, por lo que se refiere a las razones históricas, no es cierto que se pretenda huir de la
influencia francesa, tal y como llega a argumentarse en Alemania para fundamentar la
negativa a recibir en la ZPO de 1877 la figura de la llamada en garantía. En realidad, los
orígenes remotos de este instituto procesal se encuentran precisamente en el antiguo
derecho germánico y. en tiempos más cercanos, la llamada en garantía estaba presente, por
ejemplo, en la legislación prusiana (Ordenanza judicial general de 1793, SS 745 al 748) y en
las ordenanzas procesales de determinados estados alemanes del periodo preunitario, como
las de los territorios de Renania y Baviera.

I. Denuncia de pleito Litisdenunciation

Este es uno de los casos en que hay una acción revérsica hacia quien se denuncia el pleito
más ese llamado en garantía es formal, en cuanto al tercero está obligado a garantizar al
llamante en virtud de una transmisión onerosa de derechos efectuada con anterioridad, como
en los casos de “saneamiento por evicción”.

34 Dr. Pedro Pablo Cardona


Galeano
Sujetos Procesales; Litisconsortes y otras partes

Define el doctor Antonio J. Pardo 14, “la denuncia de pleito como la citación o llamamiento que
hace el demandante o el demandado en el pleito que se ha iniciado, en el cual se discute
dominio u otro derecho real sobre una cosa raíz o mueble, de aquella persona que conforme
al Código Civil (norma sustancial) tiene la obligación de responder al saneamiento por
evicción para que ésta última comparezca a defender a una u otra parte”. En el antiguo
código judicial se regulaba en los Arts. 235 a 239, y en ellos se indicaba la oportunidad para
la proposición, al igual que el trámite a seguirse y el tiempo de suspensión del proceso en
razón de la litisdenunciación. En el nuevo estatuto procesal se regula en los Arts. 54 a 56, en
forma similar a la legislación derogada, aunque en forma más técnica.

La denuncia de pleito es una modalidad de llamamiento en garantía . Una figura procesal


consagrada esencialmente para hacer efectiva la obligación de saneamiento por evicción, que
trata el artícelo 1893 del Código Civil. Teniendo su origen solamente en normas legales o
sustanciales, característica que es esencial de esta figura y que la diferencia de la del
llamamiento en garantía que está establecida para los demás casos que tengan como
objetivo que un tercero se haga parte en el proceso, con el fin de que responda en juicio por
los daños objeto del litigio.

No se hace obligatorio denunciar el pleito; pero si no se hace, el vendedor, si fuera evicta la


cosa, no sería obligado al saneamiento y el comprador seria quien correría con todos los
perjuicios que se deriven de la respectiva declaración.

Para estudiar la figura de la Denuncia del Pleito, se hace necesario iniciar por La Ley 57 de
abril de 15 de 1887; por medio de la cual se estableció el Código Civil más específicamente
el Libro IV, Titulo XXIII, Capítulo Vil De la obligación de saneamiento y primeramente del
saneamiento por evicción, de donde destacamos los siguientes artículos:

"ARTICULO 1893. OBLIGACIÓN DE SANEAMIENTO.- La obligación de saneamiento comprende dos objetos:


amparar al comprador en el dominio y posesión pacífica de la cosa vendida, y responder de los defectos ocultos de
ésta, llamados vicios redhibitorios".

"ARTICULO 1899. DENUNCIA DEL PLEITO POR EVICCIÓN.-El comprador a quien se demanda la cosa
vendida por causa anterior a la venta, deberá citar al vendedor para que comparezca a defenderla.

Esta citación se hará en el término señalado portas leyes de procedimiento.

Si el comprador omitiere citar/e, y fuere evicta la cosa, el vendedor no será obligado al saneamiento; y si el vendedor
citado no compareciere a defender la cosa vendida, será responsable de la evicción; a menos que el comprador haya
dejado de oponer alguna defensa o excepción suya, y por ello fuere evicta la cosa".

El Art. 54 del Código de Procedimiento Civil preceptuaba que quien de acuerdo con la ley
sustancial tenga derecho a denunciar el pleito que promueva o que se le promueva, deberá
ejercitarlo en la demanda o dentro del término para contestarla según fuere el caso.

Denuncia per saltum. El Art. 1897 del C.C., otorga la facultad al demandado o al
14
PARDO, Op. Cit. Pág. 318

35 Dr. Pedro Pablo Cardona


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Sujetos Procesales; Litisconsortes y otras partes

demandante, según el caso, de proceder persaltum, a denunciar el pleito al tercero de quien


su vendedor la hubiera adquirido para efectos del saneamiento que contra dicho tercero
competiría el vendedor, si éste hubiere permanecido en posesión de la cosa. Mas si se desea
vincular al vendedor del demandado a los efectos del proceso y exigirle personalmente el
saneamiento, debe precederse a denunciarte el pleito y dicho vendedor, verá, si a su vez, se
lo denuncia a su tradente o puede denunciársele a ambos a la vez.

Denuncias sucesivas. De conformidad a lo dispuesto por el artículo 54 del C. de P.C., el


denunciado en un pleito tiene a su vez la facultad de denunciarlo en la misma forma que el
denunciante. Con esto se significa que en un litigio puede existir pluralidad de denuncias
hechas en forma sucesiva. Así, pues, el demandante o demandado comprador, puede
denunciar el pleito a su inmediato vendedor y éste a su vez, a aquella persona de quien
adquirió la cosa y en esta misma forma podrá hacerse sucesivamente llegar al último
tradente, o simplemente hacerse una denuncia per saltum en la forma prevista por el artículo
1.897.

La Denuncia del pleito implica la proposición de una pretensión revérsica, o la


"proposición anticipada de la pretensión de regreso" (Parra Quijano), o el denominado
"derecho de regresión" o "de reversión", como lo ha indicado la Corte Suprema de
Justicia, que tiene como causa la relación sustancial que obliga al tercero frente al
denunciante en caso de prosperar la evicción, a sanear la misma en relación con la cosa
evicta. Lo anterior significa que la pretensión que contra el tercero se formula, es una
pretensión de condena eventual, es decir, que ella sólo se hace efectiva una vez haya
concurrido el vencimiento de la parte convocante y que con ocasión de esa situación se
condene en la sentencia al denunciado, a resarcir el perjuicio al denunciante.

Finalidad de la denuncia del pleito. La denuncia de pleito tiene por finalidad o por objeto
fijar las relaciones entre el denunciante y el denunciado nacidas de la obligación en que se
halla el vendedor de sanear lo vendido.

La denuncia del pleito, aun admitiéndola, no cambia ni modifica el ámbito objetivo de la


controversia, que sigue desarrollándose de acuerdo con las peticiones del libelo. Dentro de
estos alcances de la litis la denuncia apenas tiende a que se llame a quien debe responder de
la evicción en los expresamente previstos por el Código Civil; pero siendo de anotar que con
ese llamamiento no se hace forzoso para el denunciado comparecer al proceso, puesto que si
no comparece, dice el artículo 1899 de dicho Código "será responsable de la evicción". (V.
Art. 940 C. de Co.).

Si el denunciado comparece, se desarrolla la tesis de que en el proceso existen, al menos,


dos litigios, pues en virtud de la demanda inicial del proceso y de la denuncia de pleito,
vienen a quedar reunidos en un proceso único.

En este caso también debía suspenderse el proceso, por el término de 90 días, que se
cuentan desde la admisión de la denuncia.

36 Dr. Pedro Pablo Cardona


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Sujetos Procesales; Litisconsortes y otras partes

Efectos procesales de la intervención del denunciado, conforme a lo dispuesto en


el derogado Código de Procedimiento Civil

Si el denunciado comparece al proceso, será considerado como litisconsorte del denunciante


y tendrá las mismas facultades de éste. El denunciando podrá presentar en un sólo escrito
contestación a la demanda y a la denuncia, y en el mismo solicitar las pruebas que pretenda
hacer valer. En la sentencia se resolverá -cuando fuere pertinente- sobre la relación
sustancial que exista entre denunciante y denunciado y acerca de las indemnizaciones o
restituciones a cargo de éste.

Se derogó en estos términos el contenido del artículo 1901, el cual prescribía que si el
vendedor comparece se seguirá contra él sólo la demanda; pero el comprador podrá siempre
intervenir en el proceso para la conservación de sus derechos.

Se permitió también que en el mismo proceso se impongan las condenas contra el


denunciado, para que de una vez resulte efectiva la obligación de saneamiento, no siendo
necesario seguir un proceso posterior contra el denunciado, que estaba contemplado en los
artículos 1912 y 1913 del Código Civil.

Para el estudio de la figura de denuncia de pleito es necesario hacerlo de manera comparada


son la de llamamiento en garantía. En materia doctrinal, más específicamente Hernán Fabio
López Blanco, diferenciaba la figura de la denuncia del pleito y el llamamiento en garantía, de
la siguiente manera:

“(…) El artículo 54 no hace nada diverso de consagrar una forma específica de llamamiento en garantía (la denuncia del
pleito), de ahí que el art. 57 tipifique con acierto la figura con lineamientos tales que igualmente permitiría incluir dentro de
su desarrollo la denuncia del pleito, la cual, al tener norma expresa, queda excluida del alcance del art. 57, y hace que
quede la disposición como la tipificadora de cualquier hipótesis de llamamiento en garantía, diverso de la denuncia del
pleito"15

Por su parte el profesor Carlos Betancur Jaramillo, afirmaba que:

"(…) la denuncia del pleito en el derecho colombiano es equivalente al llamamiento en garantía; equivalencia que se pone
más de presente en el proceso contencioso administrativo, en el cual difícilmente podré darse el saneamiento por evicción,
fenómeno que tradicionalmente se ha manejado por la jurisprudencia de nuestra Corte Suprema a través de dicha denuncia,
por oposición al llamamiento que tiene que ver con una relación sustancial diferente vinculada a garantías personales y no
reales".

El procesalista Jairo Parra Quijano, en su obra “Los Terceros en el Proceso Civil”, manifestaba
que:

"Para que las figuras de la denuncia del pleito y llamamiento en garantía puedan estar ambas en un Código de
procedimiento Civil, se requiere que sean distintas; y en realidad no lo son; ya he dicho que la única diferencia en Europa
estriba en que se pueda o no ejercitar la acción reversita. En Colombia, en ambos casos se puede ejercitar la acción
reversita, de tal manera que el art, 57 del Código de procedimiento Civil, en mi concepto resulta innecesario y por lo mismo
sobra...eh Colombia se equivoco el concepto de le doctrina europea y por ella se restringió la utilización de la figura del a

15
Hernán Pablo, Procedimiento Civil, Parte General, Bogotá, Dupré Editores, pág. 343 - 344.

37 Dr. Pedro Pablo Cardona


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denuncia del pleito que hizo necesaria hablar del llamamiento en garantía, sin caer en la cuenta que el problema era
solamente de economía procesal y que habiéndose establecido en el art. 56 del Código de Procedimiento Civil la posibilidad
de ejercitar allí mismo la acción reversica y que el juez pudiera resolver sobre ella en el evento de ser evicta la cosa,
sobraba regular en otro artículo el llamamiento en garantía cuando esta es una especie de lo género procesal, conocida
como denuncia del pleito"

El llamamiento en garantía

Finalmente, el Código General del Proceso trajo consigo la desaparición de la denuncia del
pleito como una institución autónoma y la fusionó con el llamamiento en garantía,
estableciendo su proposición y trámite en los artículos 64, 65 y 66 El primero de estos
contempla que todo aquel que afirme tener derecho legal o contractual a exigir de otro la
indemnización del perjuicio que llegare a sufrir o el reembolso total o parcial del pago que
tuviere que hacer como consecuencia de la sentencia, o quien de acuerdo con la ley
sustancial tenga derecho al saneamiento por evicción, podrá pedir bien sea en la
demanda, o en el termino de contestación a la demanda, la citación de ese tercero,
debiendo contener la petición los mismos requisitos formales que una demanda
(artículo 82 C.G.P.).

Lo anterior significa que tanto el demandante, como el demandado pueden hacer uso de esta
figura. Asimismo establece la Ley 1564 de 2012 en su artículo 66 la posibilidad de que el
llamado en garantía pueda ser una de las partes o el representante de alguna de éstas, caso
en el cual no será necesario notificarle personalmente el auto que admite el llamamiento.

Como puede verse, al establecer la norma que podrá llamar en garantía "quien de acuerdo
con la ley sustancial tenga derecho al saneamiento por evicción”, se está ampliando el uso
de la figura del llamamiento a aquellos casos en que por vía doctrinal y jurisprudencial,
durante la vigencia primero de la Ley 105 de 1931 y posteriormente con el Código de
Procedimiento Civil, tenía cabida la figura de la denuncia de pleito.

Si bien la fusión del llamamiento en garantía y la denuncia de pleito en el nuevo estatuto


procesal civil, pudiera tenerse como una reforma significativa a estas intervenciones, tal
situación no es cierta, pues las características de una y otra figura en comparación con los
otrora artículo 54, 55, 56 y 57 del C. de P.C., son las mismas, pues aspectos como la
naturaleza, causa y forma de definirlas se mantienen, así entonces, el cambio sólo se limita a
aspectos exclusivamente de trámite y no de orden sustancial.

"En conclusión, el llamado en garantía es una parte en el proceso, y tendrá las mismas
facultades y derechos de los demás. En esa medida puede contestar la demanda y el
llamamiento, pedir pruebas, proponer incidentes de nulidad, presentar alegatos e
interponer recursos, entre otros. Como se observa las normas procesales garantizan el
ejercicio del derecho de defensa del llamado durante todo el proceso.

“El llamamiento en garantía se presenta cuando entre la parte y el tercero, existe una relación legal o contractual de garantía
que lo obliga a indemnizarle al citante el perjuicio que llegare a sufrir o el reembolso total o parcial del pago que tuviere que
hacer como resultado de la sentencia” que se dicte en el proceso que genere el llamamiento. El llamamiento en garantía es
de origen germánico. De allí pasó a Italia en donde el Art. 106 del estatuto ritual consagra la denominada intervención
38 Dr. Pedro Pablo Cardona
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instancia de parte, al prescribir; “cada una de las partes puede llamar al proceso a un tercero respecto del cual considere
común la causa por el cual pretende estar garantizada” (Véase Enrico Redenti, Tomo III Derecho Procesal Civil. E.J.E.A.
Buenos Aires, 1.957).

El llamamiento en garantía se produce, al decir de Guasp, “cuando la parte de un proceso hace intervenir
en el mismo a un tercero que debe proteger o garantizar al llamante, cubriendo los riesgos que se derivan del ataque de
otro sujeto distinto, lo cual debe hacer el tercero, bien por ser transmitiente: Llamado formal, o participante, llamado simple,
de los derechos discutidos”16. En uno y otro caso precisase que haya un riesgo en el llamante, que por la ley o por contrato
deba ser protegido o garantizado por el llamado.

La justificación procesal del llamamiento en garantía, previsto en el artículo 64 del Código


General del Proceso, no es otra que de la economía, pues lo que se procura es hacer valer en
un mismo proceso, las relaciones legales o contractuales que obligan al tercero a indemnizar,
sin perjuicio, claro está, de las garantías fundamentales del proceso, que en manera alguna
se ven conculcadas. Por tal razón, la Corte ha sostenido que “El texto mismo del precepto
transcrito indica que el llamamiento en garantía requiere como elemento esencial que por
razón de la ley o del contrato, el llamado deba correr con las contingencias de la sentencia,
como consecuencia de la cual el demandado se vea compelido a resarcir un perjuicio o a
efectuar un pago” (Sent. Mayo 11/76).

De ahí que con razón se califique como artificial e inoficiosa la distinción entre denuncia del
pleito y llamamiento en garantía, para consecuentemente abogarse por un tratamiento
común o único, como en otras legislaciones se consagra.

Ahora, sea que el llamamiento en garantía proponga una u otra parte, lo significativo es que
éste comporta el planteamiento de la llamada pretensión revérsica, o la proposición
anticipada de la pretensión de regreso (Parra Quijano), o el denominado “ derecho de
regresión o de reversión”, como lo ha indicado la Corte, que tiene como causa la relación
sustancial de garantía que obliga al tercero frente a la parte llamante, “ a indemnizarle el
perjuicio que llegare a sufrir, o el reembolso total o parcial del pago que tuviere que hacer
como resultado de la sentencia” (Art. 57). Es dicho de otra manera, una vinculación
provocada, pues la vinculación se debe a un sistema de obligación que da lugar entre los
obligados a pretensiones de regreso total o parcial, después de satisfacer al acreedor.

De modo que, de acuerdo con la concepción que sobre el llamamiento en garantía establece
el texto legal antes citado, la pretensión que contra el tercero se formula es una pretensión
de condena eventual (in eventum), es decir que ella sólo cobra vigencia de la sentencia, “s e
vea compelido a resarcir un perjuicio o a efectuar un pago”, como lo ha dicho la Corte.

De otro lado, como igualmente lo ha expresado la jurisprudencia, dado que eso es lo que
impera la lógica y la técnica de la sentencia, el reembolso o el pago se debe disponer por
parte del tercero (llamado), al llamante, denomínese demandante o demandado, que hubo de
resultar condenado, pero nunca per saltum a quien no fue el citante, porque se trata de
relaciones jurídicas perfectamente diferenciales: La del demandante con el demandado con el

16
GUASP, Jaime. Derecho Procesal Civil. Tomo I. Introducción y parte general. Instituto de Estudios Políticos. Madrid, 1972. Pág. 206.

39 Dr. Pedro Pablo Cardona


Galeano
Sujetos Procesales; Litisconsortes y otras partes

tercero. Necesitase, dice la Corte, “ que el llamante sea condenado como consecuencia de la
demanda que se dirigió contra él; y que el llamado esté obligado por ley a resarcirlo de este
mismo riesgo, o que, previamente haya contratado tal resarcimiento” (Sent. Sep. 28/77).
Desde luego que la técnica de la decisión no puede ser distinta, porque necesariamente el
llamamiento de garantía, que implica la proposición de una novedosa pretensión del llamante
frente al llamado, conduce a la aparición de un proceso acumulativo, justificado, como ya se
dijo, en la economía procesal, que es la que a la postre determina la anticipación de la pretensión de
regreso (Sentencia de casación, Octubre 24 de 2.000. Exp. 5387. M.P. Ramírez Gómez).

Como el vocablo así lo indica, para que se proceda el llamamiento en garantía requiérase que
la haya, es decir, que exista un afianzamiento que asegure y proteja al llamante contra algún
riesgo, según la definición que dé garantía de la real academia española. O, en otras
palabras, que el llamado en garantía por la ley o por contrato, está obligado a indemnizar al
llamante por la condena al pago de los perjuicios que llegare a sufrir o que esté obligado, en
la misma forma, al reembolso total o parcial del pago que tuviere que hacer como resultado
de la sentencia.

Como puede observarse, se trata propiamente de una garantía personal pues se trata de
responder por obligaciones de la misma naturaleza como la de indemnizar perjuicios o
restituir lo pagado. Por ello, como lo expresa el citado canon, puede originarse:

a) Directamente de la ley, como en el caso del patrón que responde de los daños
causados a terceros por su empleado o dependiente y queda con derecho a repetir contra
éste. (Art. 2352). La misma Corte (Sentencia de sep. 28 de 1977) expresa que ejemplos de
derechos legales son múltiples. Estos, entre otros: el deudor solidario que es demandado
para pagar el monto de un perjuicio (Arts. 1579 y 2344 C.C.); el codeudor solidario
demandado por obligación que no es posible cumplir por culpa de otro codeudor, (Art. 1583-3
ibídem).

b) Emana del contrato, en el caso del asegurador que es condenado a pagar al


asegurado, pero tiene acción de resarcimiento contra el tercero responsable; o también
cuando el fiador demandado tenga que pagar por el deudor, caso en el cual éste debe
reintegrar al primero; y también en los eventos de los codeudores solidarios para el reintegro
de la parte proporcional del codeudor no demandado.

Como el llamamiento en garantía sólo tiene cabida en los procesos de conocimiento, el


deudor solidario o de obligación indivisible que sea ejecutado no podrá pedir que se cite a sus
otros codeudores sino que tendrá que satisfacer completamente la deuda y luego sí ejercitar
la acción o acciones correspondientes17.

c) Mas al unificarla con la denuncia de pleito, el art. 64, inc. 1º, precisó que también podrá

17
PARRA QUIJANO. Jairo. La Ley. Publicación Nro. 25 de 1.977. Pág. 16A y ss "El llamamiento en
garantía".

40 Dr. Pedro Pablo Cardona


Galeano
Sujetos Procesales; Litisconsortes y otras partes

efectuarla quien de acuerdo con la ley sustancial tenga derecho al saneamiento por
evicción.

La denuncia de litigio (llamamiento en garantía) sólo cabe hacerla a la persona a la quien el


litigante ha adquirido, el derecho que se discute en la litis para obligarlo al saneamiento en
caso de evicción. En otros términos, sólo el causa habiente a título singular puede denunciar,
un pleito a su causante, considerada la relación jurídica de que trata.
Se puede decir que la palabra evicción significa que alguien es despojado de la posesión de
una cosa en virtud de sentencia judicial. Se podría precisar la definición legal de evicción: La
privación de todo o en parte de la cosa adquirida, donada, comprada, permutada que se
sufre como consecuencia de una sentencia judicial.

Así conforme a la ley sustancial, tiene cabida:

a) Primordialmente en el contrato de compraventa. Este, como bilateral que es, les impone
obligaciones recíprocas al comprador y al vendedor. Las del vendedor están señaladas en
el capítulo 9° del Título 23 del Libro dedicado a las obligaciones en general y a los
contratos en el Código Civil. Entre las del vendedor esta la del saneamiento por evicción
(Capítulo 7° ibídem): Obligación, que como lo dice el artículo 1.893 del Código Civil, tiene
un doble objeto: amparar al comprador en el dominio y la posesión pacífica de la cosa
vendida y el de responder de los efectos ocultos de éste. En orden, la primera finalidad,
quiere decir el legislador que el comprador goce del amparo no solamente en el extremo
de verse privado de la cosa comprada o de la parte de ella por sentencia judicial. La
posibilidad de que ello pueda ocurrir, le da derecho a pedir que se cite al proceso a su
vendedor para que comparezca a defender la cosa vendida (Arts. 1899 y 1900 del C.C.).
El ejercido de este derecho está reglamentado por el estatuto de procedimiento (V. Arts.
54 y siguientes del C. de P. C.) cumplido el deber de la denuncia el juez ha de darle curso.
Le basta para ello con la verificación del hecho como prueba sumaria, el juez le da ingreso
al denunciado para que poniéndose a derecho en la litis, pueda defender el derecho que
mediante la venta le transfirió el denunciante. Culmina así el periodo primero: Acudir al
proceso en defensa del comprador en calidad de litisconsorte del denunciante. El segundo
periodo se genera cuando se produce la evicción, en la cual mediante la sentencia se priva
al comprador en forma total o parcial de lo vendido y en la misma sentencia se le impone,
en concreto, al denunciado la obligación de indemnizar de los daños y perjuicios causados
por evicción, en la medida y términos que detalladamente establece la ley contra el
vendedor que no ha cumplido con su obligación de amparar eficazmente al comprador,
por causa anterior al contrato. La evicción, según el artículo 1894, que lo define
obligatoriamente, solo consumada genera legalmente la obligación indemnizatoria. (V.
Arts. 1899, 1890 C.C. 940 C. de Co.).

La evicción no es propia o exclusiva del contrato de compraventa, pues pueden


presentarse eventos distintos del contemplado en el Art. 1894, como lo son:

b) Lo dispuesto en el artículo 1899 y siguientes es aplicable al comprador que para poder


41 Dr. Pedro Pablo Cardona
Galeano
Sujetos Procesales; Litisconsortes y otras partes

excluir la cosa comprada de una ejecución, (o concurso de acreedores contra un tercero)


o para recobrar la posesión de la misma cosa, cuando la ha perdido sin su culpa, tiene
que presentarse como demandante en el proceso correspondiente (V. Art. 1.900 C. C.).

Es conveniente advertir que “la doctrina ha entendido hasta hoy la sentencia a que se
refiere el artículo 1894 del Código Civil es la proferida en juicio seguido por el tercero que
pretende un derecho real sobre la cosa contra el comprador, es cuando ejercita las
acciones de que tratan los artículos 955 y 957 ibídem. De lo supuestos del artículo 1.900
ibídem, no existente en el Código Chileno, como no registra el actual Código Judicial en
las ejecuciones o concurso de acreedores las tercerías que daban lugar a juicio ordinario,
la evicción se daña en el proceso reivindicatorio que siguiera el comprador privado de la
posesión sin su culpa, contra el nuevo poseedor” (V. C.S. de J. Cas. Civil, Sent. Abril
21/95).

c) Opera igualmente en la permutación o cambio (V. Art. 1958 del C.C.).

d) El partícipe que se ha molestado en la posesión del objeto que se le asignó en la partición


o que haya sufrido evicción de él, a los otros participantes, para que, concurran a hacer
cesar la molestia o le saneen la evicción (V. Art. 1.402).

Debemos anotar que los artículos 1402, 1403, 1409, y 1410 del Código Civil contemplan
acciones o molestias que pueden caer sobre un partícipe, a fin de advertir que ha de citar
a los demás partícipes para la defensa y denunciarles el pleito para la evicción posterior, a
la que no habrá lugar: a) cuando la ha renunciado; b) cuando la evicción o molestia
provienen de culpa suya; o, c) tienen causa posterior a la partición, pues es claro que el
grupo de los interesados ha de llevar sobre si mismo, en la proporción legal, las
contingencias y responsabilidades a que habría estado afectado su causante común si
viviese.

Los Arts. 1402, 1403, 1404 y 1410, contemplan la situqación del partícipe en la partición y
frente a los otros partícipes para efectos de la evicción. Según el Art. 1402, el partícipe
que sea molestado en la posesión del objeto que le ha sido asignado en la partición, o que
haya sufrido evicción, lo denunciará a los otros partícipes para que concurran a hacer
cesar la molestia; y tendrá derecho a que le saneen la evicción. Esta acción prescribe en
cuatro años contados desde el día de la evicción, de manera semejante a como ocurre
con la compraventa.

La evicción, como se ha expresado, se da cuando el partícipe ha sido privado de todo o


parte de la cosa que se le ha adjudicado por sentencia judicial. Este principio general
consagrado sobre la evicción para el caso de la sucesión por causa de muerte, tiene tres
excepciones establecidas por la misma ley:

i) Si la evicción de saneamiento procediere de causa sobreviniente a la partición;


ii) Si la acción de saneamiento se hubiere expresamente renunciado;
iii) Si el partícipe ha sufrido la molestia o la evicción por su culpa.
42 Dr. Pedro Pablo Cardona
Galeano
Sujetos Procesales; Litisconsortes y otras partes

En cuanto a las excepciones anteriormente en enunciadas, cabe expresar que parece


lógico que el grupo de los copartícipes debe llevar sobre sí y en la proporción legal las
contingencias y responsabilidades a que habría estado afecto su causante común si
viviese, pero no las de cada adjudicatario nacidas de obra suya o de su omisión o
sobrevinientes, pues la partición se retrotrae a la muerte del de cujus (V. Art. 1401 C.C.,
Sala de Negocios Generales, M.P. Hinostroza Daza).
Ahora bien, cuanto se haya pagado por causa del saneamiento, se divide entre los
partícipes a prorrata de sus cuotas; y la porción del insolvente gravará a todos a prorrata
de sus cuotas, incluso el que ha de ser indemnizado (C.C., Art. 1404).

e) El donatario de una donación, con causa generosa, al donante cuando este le donó la
cosa a sabiendas de que era ajena (1480 C.C.).

Requisitos del llamamiento. La demanda por medio de la cual se llame en garantía


deberá cumplir con los mismos requisitos exigidos en el artículo 82 y demás normas
aplicables. El convocado podrá a su vez llamar en garantía. (Art. 65)

Trámite. Si el juez halla procedente el llamamiento, ordenará notificar personalmente al


convocado y correrle traslado del escrito por el término de la demanda inicial. Si la
notificación no se logra dentro de los seis (6) meses siguientes, el llamamiento será ineficaz.
La misma regla se aplicará en el caso contemplado en el inciso segundo del artículo anterior.
(V. art. 66)

El llamado en garantía podrá contestar en un solo escrito la demanda y el llamamiento, y


solicitar las pruebas que pretenda hacer valer.

En la sentencia se resolverá, cuando fuere pertinente, sobre la relación sustancial aducida y


acerca de las indemnizaciones o restituciones a cargo del llamado en garantía.

Parágrafo. No será necesario notificar personalmente el auto que admite el llamamiento


cuando el llamado actúe en el proceso como parte o como representante de alguna de las
partes.

Conductas que puede adoptar el llamado en garantía

1. No comparecer al proceso. En este evento el juez, en caso de resultar condenado el


demandado, resolverá sobre la relación existente entre el demandado y el garante, es
decir, que la sentencia le afectará y la cosa juzgada surtirá efectos con relación al
garante.
2. Comparecer y adoptar una posición de simple negación, en igual forma la simple
citación lo colocará con la legitimación para intervenir y adoptar esa posición con mayor
razón que en el caso anterior, la sentencia lo afectará y la cosa juzgada surtirá sus
efectos con respecto al garante.
43 Dr. Pedro Pablo Cardona
Galeano
Sujetos Procesales; Litisconsortes y otras partes

3. Puede igualmente optar el garante por comparecer al proceso y:

a) En un sólo escrito dar contestación a la demanda y al llamamiento y en él solicitar


pruebas, pero como a la persona llamada en garantía se la cita “para que intervenga” en
el proceso o comparezca a éste (Arts. 66), y la demanda no está dirigida contra ella por
lo cual no se le da traslado, no tiene la carga de contestarla y el guardar silencio respecto
al llamamiento no constituye indicio en su contra.
b) En analogía con el demandado, podrá invocar las excepciones previas y de mérito que
tenga a su favor; pedir pruebas dentro del término que se le otorga para intervenir, pues
de lo contrario se le vulneraria su derecho de defensa; ya que, se repite en el proceso, se
ventilará y decidirá tanto la relación del demandante y demandado, como la que vincula
a este con el llamado en garantía. Podrá también intervenir en la práctica de las pruebas
solicitadas por los otros litigantes; proponer incidentes, alegar de conclusión; interponer
los recursos pertinentes contra las providencias que pueden causarle a algún agravio; y,
en fin, efectuar los actos procesales que estime convenientes para la defensa de sus
propios intereses (C.S. de la J. Sentencia Mayo 11/76).

Puede el llamado en garantía dentro del término para comparecer proponer la excepción
de prescripción que no propuso el demandante y si llega a prosperar seguramente el
garante no soportará la condena, es más, en caso de triunfar el demandado, el juez no
estudiará siquiera la relación existente entre demandado y garante.

c) Puede igualmente en general oponerse al llamado, y proponer, en otras palabras,


excepciones contra el demandado en relación con el llamamiento que se le ha hecho
tratando de que en caso de que el demandado sea condenado, el juez al estudiar las
relaciones existentes entre el demandado y garante absuelva a éste último, cosa que es
perfectamente posible. Si lo anteriormente propuesto no fuera cierto, dónde quedaría la
concepción de que el garante queda convertido en parte y se violaría el derecho de
defensa18.

La intervención del llamado en garantía, reviste una doble modalidad:

A. Tiene una intervención principal frente a la pretensión de reembolso que se le ha


planteado; tiene en ésta caso un interés propio y por tanto, podrá discutir la eficacia o
existencia de la relación sustancial que sustenta la pretensión que en su contra se ha
formulado; podrá pedir pruebas que estime pertinentes, y en fin, tendrá todas las facultades
de una parte principal respecto de dicha relación procesal.

B. Es litisconsorte de la parte que lo ha llamado al proceso. El juez emitirá un juicio de valor


sobre la existencia y eficacia de la relación de garantía, e impondrá la condena al que ha
concurrido al proceso, en su caso, solamente en la medida en que prosperen o no las
pretensiones principales. La pretensión de reembolso incoada frente al llamado tiene una
18
Ibid. Pág. 16A y ss.
44 Dr. Pedro Pablo Cardona
Galeano
Sujetos Procesales; Litisconsortes y otras partes

relación de dependencia respecto de las pretensiones principales de la demanda, y este


convocado tendrá por dicha rezón, interés en que triunfen los intereses de quien lo ha citado,
para de ese modo obtener su propia absolución.

C. Objetivamente aparece la acumulación de pretensiones. Respecto de las formuladas


frente al llamado en garantía, sólo eventualmente podrá entrar el juez a pronunciarse,
dependiendo del éxito o no de las pretensiones principales. Respecto de la relación material
existente con la parte que lo ha citado, la decisión del juez será siempre de naturaleza
declarativa y de condena, luego desde este punto de vista la denuncia del pleito y el
llamamiento en garantía solo tienen cabida en los procesos de conocimiento.

¿Entre el demandado y el garante, qué figura procesal existe?


Entre ellos se constituye un litisconsorcio que no tiene características nítidas que permitan
ubicarlo entre el necesario o el voluntario. Más bien se trata de un litisconsorcio recíproco
entre el demandado y el garante, pues existen intereses concurrentes: En el fondo si el
demandado está seguro de la garantía, tendrá cierto desgano en el triunfo del proceso pero
si no, como directamente soportará la condena adoptara una posición de cuidado en el
proceso que coincidirá la mayor parte de las veces con la actitud que adoptará el garante;
pero simultáneamente el garante tiene interés en desvirtuar la obligación que tiene de
soportar la regresión, y a su vez el demandado trata de demostrar que sí existe esa
obligación de regresión; así las cosas existe entre el demandado y el garante un litisconsorcio
reciproco. Existe comunidad de suertes con respecto al demandante, pero, entre ellos hay
pugnacidad latente durante el curso del proceso, y real si el demandado resulta condenado19.

Por ejemplo, el caso de quien llamó en garantía a, una aseguradora debido a que se le
demando exigiendo el pago de una indemnización por los daños que ocasionó al estrellar con
su vehículo una casa y contaba con su seguro de responsabilidad civil extracontractual. Si se
produce la condena del demando esto no significa que mecánicamente surja la
responsabilidad del llamado en garantía, pues bien puede acontecer que de acuerdo con las
condiciones del contrato de seguro no existe obligación de reembolsar la indemnización que
debe pagar el demandado.

Es más, en algunos casos la misma circunstancia que permite condenar al demandado sirve
para exonerar al llamado en garantía, como sucedería en el evento de que se demuestre que
el que ocasionó el accidente estaba embriagado, circunstancia que a la par que sirve para
considerar su culpa en el accidente, excluye la obligación de indemnizar, pues normalmente
las aseguradoras establecen la embriaguez como causa de exclusión del amparo.

Circunstancias como las acabadas de indicar podrían dar lugar a que se presentara la
demanda de coparte. Así, como lo expresa el tratadista Hernán Fabio López Blanco, El Código
Judicial de Panamá, inspirado en el Código del Estado de Puerto Rico, precisa; “Si hubiere
varios demandados y alguno de ellos deseare ejercer una pretensión en contra de otro o de
19
PARRA QUIJANO, Jaime. Revista Unilibre, 1968. Denuncia de pleito.

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Galeano
Sujetos Procesales; Litisconsortes y otras partes

otros de los demandado, que se origine en la misma relación jurídica o de los mismos hechos
que son objeto del proceso, el demandado reclamante podrá hacer valer”.

Y añade el mismo autor que se “busca que cuando existe litisconsorcio, que bien puede ser
facultativo, necesario o cuasinecesario, en la posición de demandado, es decir, un
litisconsorte pasivo, en cualquiera de estas modalidades, se permita a uno o varios de los
demandados formular una demanda en contra de otro u de otros de los que con él
comparten la calidad de demandados frente a las pretensiones del demandante, para que,
independientemente de lo que se resuelva acerca de esas pretensiones que el demandante
inicial tiene contra los demandados, el juez cuando a ello hubiere lugar, igualmente se
pronuncie de la demanda de uno de los demás contra otro de los demandados y originada en
la misma relación jurídica que se debate frente al inicial demandante, requisito éste último de
manifiesta importancia para efectos de evitar indebidas apelaciones dentro del debate (V.
Fabregas Jorge, Estudios procesales. Ed. Jurídica Panameña. Panamá. Pág. 451, al desarrollar
el concepto americano de “Cross-claim against coparte”.

Y ejemplariza el Dr. López Blanco, así: Se contrata la construcción de una obra, y como
contratistas, solidariamente, actúan Luis y Diego, pero realmente quien va a ejecutar la
misma y a percibir los beneficios es tan solo Luis. Existe incumplimiento de los contratistas y
se demanda a Luis y a Diego utilizando el contratante la facultad que le confiere el Art. 1571
del C.C. Se notifica la demanda a los demandados Luis y Diego quienes frente al demandante
formaron bloque común en orden a evitar que se declare el incumplimiento y se les condene
al pago de indemnizaciones por tal razón. No obstante, en uso de la facultad de demandar a
la coparte, podrá Diego formular su demanda en contra de Luis para que se declare que en la
hipótesis que se presente condena en contra de ellos, a su vez Luis está en la obligación de
reintegrarle cualquier suma de dinero que él llegare a pagar, dado lo dispuesto en el inciso
segundo del Art. 1579 del C.C., el que dice que cuando la obligación ha sido contraída
solidariamente si el negocio concernía tan solo a uno de los deudores solidarios serán estos
responsables entre si según las partes o cuotas que les correspondan en la deuda.

En todo evento de llamamiento en garantía, solo cuando existe una sentencia condenatoria
surge para el Juez la obligación de analizar y definir la relación entre llamante y llamado.

La Corte Suprema de Justicia en Sent. 5 de Sep/77 al respecto anoto: “A modo y semejanza


de la acumulación de pretensiones sucesivas, el llamamiento en garantía o mejor la
pretensión a él inherente, esta condicionada al resultado de la sentencia, pues cobra fuerza y
virtualidad solo cuando una de las partes, tenga derecho legal o contractual de exigir a un
tercero la indemnización del perjuicio que llegare a sufrir o el reembolso total o parcial del
pago que tuviere que hacer”.

Si tales indemnizaciones y reembolsos dependen ineludiblemente del resultado de la


sentencia, como reza el código, es evidente que si el fallo no contiene declaración o condena
en contra de quien efectúa el llamamiento no es necesario que exista pronunciamiento,
obviamente desestimatorio por sustracción de materia, en relación con el llamado a

46 Dr. Pedro Pablo Cardona


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Sujetos Procesales; Litisconsortes y otras partes

garantizar.

Principios que regulan el llamamiento en garantía. En Sentencia de Mayo 11 de 1.976,


que tiene plena operancia para la regulación consignada en el Código General del Proceso, la
Corte Suprema de Justicia, expresó20:

“El texto mismo del precepto transcrito indica que el llamamiento en garantía requiere como elemento
esencial que por razón de la ley o del contrato, el llamado deba correr con las contingencias de la sentencia,
como consecuencia de la cual el demandado se vea compelido a resarcir un perjuicio o a efectuar un pago.
Si como enseguida se expresa, ese tipo de intervención forzada de un tercero se equipara procesalmente a
la denuncia del pleito y le son aplicables las normas propias de éste.

“Con esta institución se rinde tributo al principio de la economía procesal, puesto que se evita la necesidad
de una nueva litis para ejercer el llamado “derecho de regresión” o “de reversión” entre quien sufrió la
condena y la persona legal o contractualmente obligada a correr con sus consecuencias patrimoniales”.

“El llamamiento en garantía, que al decir de Chiovenda 21 “es de origen germánico, aunque la moderna ley
germánica no lo conozca", guarda analogía con la denuncia de pleito y se inspira en el mismo principio
antes expuesto. En tal llamamiento, como lo expresa el autor citado, la relación procesal “sin perder su
unidad, adquiere un nuevo sujeto. El llamado es parte... y le atribuye todos los derechos de la parte... El
fin normal de la relación procesal con llamamiento en garantía es la decisión (subraya extra - texto) que
produce cosa juzgada respecto de las tres partes” (Op. Cit. Pág. 653 a 655).

Cuando se produce un llamamiento en garantía que, según Devis Echandía “en derecho moderno
constituye una misma institución procesal con la denuncia de pleito” 22, aquel está sujeto a los requisitos
de forma que para dicha denuncia estatuyen los artículos 55 y 56 del Código de Procedimiento Civil y cuyo
cumplimiento debe calificar el juez antes de ordenar la citación del garante. Esta última se cumple en la
misma forma establecida por la ley para la notificación al demandado del auto admisorio (V. Arts. 314,
315 y 320 C. de P.C.). De ese momento en adelante la persona llamada al proceso adquiere el carácter de
parte en él con todas las obligaciones, cargas y facultades procesales inherentes a esta calidad, según lo
dispone el tercer inciso del Art. 56 aplicable al llamamiento en garantía por disposición del artículo 57 in
fine.

“La oportunidad para proponer el llamamiento en garantía es el término que tiene el demandado para
contestar la demanda, pues si el artículo 57 ordena que aquel se sujetará a lo dispuesto en los dos
artículos anteriores”, que se refieren a la denuncia de pleito, deben serle aplicadas las normas de éste que
no obedezcan a su propia configuración sustancial siendo una de ellas la de que debe hacerse dentro de
dicho término”.

La persona llamada en garantía se le cita conforme a las previsiones legales (Arts. 314, 315 y 320 del C.
de P.C.) para que comparezca como litisconsorte de quien lo citó y si lo fue la parte demandada, integrara
con ella el polo pasivo. Por ello el legislador prevé que en un solo escrito podrá dar contestación no sólo a
la citación o convocatoria en garantía sino también dar respuesta a la demanda y ejercitan los otros
medios de defensa ya citados.

“Como lo afirma Hernando Morales, aserto que comparte la Sala, dada la naturaleza jurídica de la
institución que se comenta que según quedó dicho, es una intervención forzada, si el llamado no se
apersona en el proceso, “siempre se decidirá sobre la relación jurídica que lo vincula con la parte que lo

20
ESGUERRA SAMPER, José María. Ponencia. Jurisprudencia y Doctrina. Tomo V. No. 55, Julio de 1.976. Pág. 375-378.
21
CHIOVENDA. Principios de derecho procesal civil. Trad. española de la 3ed., italiana. Tomo II. Pág. 649.
22
ECHANDIÁ, Devis. Compendio de derecho procesal. Tomo I. 3ed., Bogotá, 1972. Pág. 302.
47 Dr. Pedro Pablo Cardona
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Sujetos Procesales; Litisconsortes y otras partes

cito v la sentencia lo perjudicará en su caso” 23.

En el fallo que ponga fin a la litis compete al juez resolver sobre dos relaciones sustanciales diferentes: la
vigente entre demandante y demandado y la que existía entre este último y el llamado en garantía.

Desde luego, el examen de la segunda, está suspensivamente condicionado o subordinado al éxito que
tengan las pretensiones del demandante, puesto que carecería de operancia si éstas no proceden
jurídicamente o resultan enervadas por una excepción de fondo. En cambio, si el juzgador considera que
las súplicas del demandante deben prosperar, por ser indudable la existencia del derecho subjetivo cuya
tutela ha impetrado deberá acometer el análisis de la relación sustancial que vincule al demandado con la
persona que éste llamó y pronunciarse sobre ella; y en consecuencia, está obligado el juzgador a analizar
también los medios de defensa propios que haya esgrimido el garante al proveer sobre ellos en la
sentencia. "Tal es el caso de un seguro por daños a terceros dentro del campo de la responsabilidad civil
extracontractual. El asegurador ha tomado a su cargo, total o parcialmente, pero en todo caso hasta
concurrencia de la cantidad estipulada en la póliza respectiva, la indemnización de los daños que el
asegurador pueda causar a otras personas y que esté o se vea obligado a resarcir. La obligación de
indemnizarlos sólo podrá ser deducida judicialmente si el damnificado demuestra plenamente los
elementos esenciales que configuran la responsabilidad por culpa aquilina del garantizado. Y esa es la
primera tarea del juez: Determinar si tales elementos están presentes y como es obvio, la legitimación en
causa por activa y por pasiva en cuanto a demandante y demandado se refiere. Si el resultado de ese
estudio fuere afirmativo, es decir, si llega a la conclusión de que debe condenarse al demandado a
indemnizar tales perjuicios que por culpa de éste sufrió el actor, entonces, y sólo entonces, podrá entrar a
considerar la relación material existente entre dicho demandado y la compañía aseguradora a la que éste
llamó en garantía”.

“Para esta segunda tarea del juez, cuando a ello haya lugar, vale decir la de estudiar la relación material
que existe entre el demandado y el llamado en garantía, en el ejemplo propuesto, será necesario que el
juez considere si en efecto se celebró el contrato de seguro entre aquellos; si estaba vigente cuando el
daño se produjo; y si el riesgo amparado por dicho contrato comprende en todo o en parte el perjuicio a
cuya reparación tiene derecho el demandante. En caso afirmativo, en desarrollo de la economía procesal y
para que se cumplan los fines de la institución legal que se comenta, en la misma sentencia deberá
condenar al garante a reembolsar al demandado lo que éste se vea obligado a pagar como consecuencia
de lo que ordena en la misma. Dicho garante, pues, tendrá que sufrir la condena de que se trata, por
razón de su presencia en el proceso ya que en la calidad de parte interviniente que en ésta tuvo, habrá
podido ejercer a plenitud su propio derecho de defensa”.

En resumen, el llamamiento en garantía, se sujeta a las siguientes reglas:

a. El término para hacerla será el del traslado de la demanda, con sujeción a los requisitos
que señale el artículo 65 del Código General del Proceso.
b. El juez, previa calificación de los requisitos indicados en la letra precedente, citará al
llamado en la forma en que ordena el artículo 66, quien a partir de ese momento
adquirirá el carácter de parte en la litis, con los derechos, cargas y obligaciones
procesales antes relacionadas.
c. El garante, dentro del término que señale el artículo 56 podrá en un solo escrito de
contestación a la demanda y al llamamiento proponer medios de defensa y pedir las
pruebas que pretenda hacer valer.
d. Una vez concluida la tramitación del proceso y aunque el garante no se haya apersonado
en él, el juez proferirá su decisión, estudiando en primer término la relación sustancial
23
MORALES, Hernando. Curso de derecho procesal civil. Parte general. 6ed., Bogotá, 1973

48 Dr. Pedro Pablo Cardona


Galeano
Sujetos Procesales; Litisconsortes y otras partes

existente entre demandante y demandado y si encuentra que las pretensiones de aquel


están llamadas a prosperar, procederá entonces a considerar las de éste con el garante y
se pronunciará expresamente sobre una y otra.
e. La sentencia podrá ser recurrida independientemente por cualquiera de las tres partes
mencionadas, o sea, que el llamado en garantía puede hacerlo en cuanto le asista un
interés propio, aunque el demandado guarde silencio o lo consienta...”.

La misma Corporación ha expresado:

“A modo y semejanza de la acumulación de pretensiones sucesivas, el llamamiento en garantía, o mejor la


pretensión a el inherente, está condicionada ‘al resultado de la sentencia’, pues cobra fuerza y virtualidad
sólo cuando una de las partes, ‘tenga derecho legal o contractual de exigir de un tercero la
indemnización del prejuicio que llegare a sufrir o el reembolso total o parcial del pago que tuviera que
hacer’”.

“Estas locuciones condicionales que se han subrayado, implican que sobre el llamamiento en garantía no
procede decisión autónoma e independiente, sino condicionada al resultado de un proceso que dé lugar a
fallo que en últimas decrete la indemnización de un perjuicio sufrido por quien efectúa el llamamiento, o
que a éste le quepa condena que implique un pago que le deba ser reembolsado total o parcialmente.

“Si tales indemnizaciones o reembolsos dependen ineludiblemente del "resultado de la sentencia", como
reza el Código, es evidente que si el fallo no contiene declaración o condena alguna en contra de quien
efectúa el llamamiento es innecesario que exista pronunciamiento, obviamente desestimatorio por
sustracción de materia, en relación con el llamado a garantizar”.

Las figuras denominadas denuncia del pleito y llamamiento en garantía no sin razón en el
derecho moderno se les considera como una misma institución procesal. Y como además la
sentencia que se profiera afecta al denunciado al citado, desde luego que en ella se decide
sobre la relación sustancial que lo vincula con la parte que lo llama ya sea que el citado
comparezca o no al proceso.
Otras conclusiones. En otras legislaciones se llega a conclusiones más amplias. Por ello, es
preciso diferenciar los tres tipos básicos de intervención coactiva, los que son susceptibles de
ser enmarcados bajo la designación genérica de "denuncia litis" o - litisdenunciatio -; que
se presenta cuando la parte que formula el llamamiento le asiste el derecho para repetir
contra el tercero, cuya intervención pide, para el evento salir condenado en el juicio y que en
derecho romano era un simple medio de notificación al tercero, sobre la pendencia de un
juicio contra el denunciante, para hacerte ver que deseaba intervenir. De este modo, el
garantizado conservaba intacto su derecho a la indemnización en caso de vencimiento. Era
pues, una simple denuncia y no verdadera acción, porque ésta quedaba reservada para
hacerla valer en proceso separado. Esos tres tipos básicos son: la llamada en garantía; la
laudatio o nominatio autoris y el litigio entre pretendientes; hipótesis estas dos últimas
propias del derecho alemán.

A términos de lo establecido por los artículos 64 y ss. del Código General del Proceso, con el
llamamiento en garantía, que en sentido amplio se presenta siempre que entre la persona
citada y la que hace citar exista una relación de garantía, o con la denuncia del pleito que a
esto también equivale, la relación procesal en trámite, recibe una nueva pretensión de parte
que junto con la deducida inicialmente, deben ser materia de resolución en la sentencia que
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Galeano
Sujetos Procesales; Litisconsortes y otras partes

lo ponga fin; es decir, que ésta por tanto hace transito a cosa juzgada tanto frente a la
relación material que vincula al demandante con su demandado, como frente a la que une al
citado con la parte que lo llama al proceso. Dice el artículo 66, en efecto, que en la sentencia
se resolverá, cuando fuere pertinente sobre la relación sustancial que existe entre el
convocante y el convocado.

Dado pues, su carácter de litisconsorte en el proceso, el llamado a él en garantía tiene


facultad para ejercer en la relación procesal todos los actos necesarios para el reconocimiento
de su derecho, inclusive el recurso de casación sin subordinación de ninguna especie al
denunciante a la persona que lo llama, a condición eso si que la sentencia le sea perjudicial.

Citación del poseedor nominado (Laudatio o nominatio auctoris) Generalidades

La nominatio o laudatio auctoris puede describirse como el instituto procesal en virtud


del cual, cuando un poseedor inmediato, o sea que posee la cosa o el bien en nombre ajeno,
es demandado por un tercero que pretende la restitución de la cosa, o el reconocimiento de
un derecho real sobre un bien mueble o inmueble, designa a la persona —poseedor mediato
— en cuyo nombre posee y lo llama al proceso con el fin de que comparezca y se defienda de
aquella pretensión, respecto de la cual es el verdadero legitimado pasivo.

b) La nominatio auctoris en el derecho romano. La nominatio auctoris es conocida ya


desde el derecho romano, que reconoce al poseedor alterius nomine demandado por una
actio in rem sobre un inmueble la facultad de referirse a aquel en cuyo nombre posee,
invitándolo a intervenir en el proceso para la defensa de la cosa reclamada por un tercero. Si
el llamado no comparece en el término fijado, o compareciendo niega la afirmación del
demandado, el demandante puede ser colocado en posesión de la cosa. También podía darse
el caso que, no compareciendo o negando el nominado la afirmación del demandado, éste se
opusiera a la acción del demandante, con lo cual se transformaba el proceso original en una
simple actividad sumaria.

c) En el derecho común la nominatio auctoris aparece influenciada en gran medida por


la práctica del derecho germánico, y en esencia:

a) Por la posible intervención del poseedor mediato nominado como parte principal, siendo
el demandado originario puesto fuera del proceso; y
b) Por la expansión-del mecanismo de la nominatio auctoris para todo tipo de acciones que
tuvieran por objeto la condena a entregar una cosa poseída en nombre ajeno, fuera un
bien inmueble o mueble.

El demandado tenía que designar al autor inmediatamente después de la interposición


de la demanda. El designado como poseedor mediato era citado entonces para la
sustitución del demandado originario, sin audiencia del demandante. Si el autor no
comparecía y asumía el proceso quedaba facultado el demandado para oponerse a la
demanda frente al demandante, pero si no deseaba ofrecer tal resistencia se dictaba

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Sujetos Procesales; Litisconsortes y otras partes

una sentencia estimatoria de la pretensión sin más trámites. Si el autor designado


comparecía y aceptaba la designación realizada por el poseedor inmediato demandado,
asumiendo el proceso, éste pasaba a desarrollarse entre el demandante y el autor,
siendo puesto fuera del proceso el poseedor mediato originalmente demandado.

d) En legislaciones foráneas se presenta cuando alguien que detenta una cosa como
Poseedor inmediato, es demandado por el que afirma ser dueño, ejercita una actio in
rem o rem scripta: el poseedor en nombre de otro, que es el poseedor inmediato. Lo
recomendable en estas situaciones es que el demandado ponga en conocimiento del
verdadero poseedor la perturbación que sufre en la posesión, para que éste lo defienda y se
defienda. Esta llamada se conoce también en la doctrina como “llamada del poseedor
inmediato" o designación del titular del derecho”.

Nuestro Código General del Proceso consagra esta institución en el artículo 67. Se presenta
en los eventos en que el demandante se equivoca respecto a la persona que debe citar como
demandada para la restitución de una cosa y dirige la demanda contra quien tiene en
apariencia la tenencia o la posesión del bien objeto de la pretensión, más en realidad sólo es
un simple tenedor que detenta o disfruta de la cosa o bien a nombre del verdadero poseedor
o del verdadero tenedor que es a quien ha debido llamarse como demandado, puesto que
también se presenta cuando se demanda a alguien como tenedor de la cosa, sin serlo. En
estos casos, el demandado por error deberá expresarlo así en la contestación de la demanda,
indicando el domicilio o residencia y la habitación u oficina del poseedor.

Armoniza el artículo 67 del Código General del Proceso con los artículos 952, 953 y siguientes
del Código Civil, en virtud de los cuales la acción de dominio debe dirigirse contra el actual
poseedor; el mero tenedor de la cosa que se reivindica es obligado a declarar el nombre y
residencia de la persona a cuyo nombre la tiene; y, si de mala re, se da por poseedor de la
cosa que se reivindica, sin serio, será condenado a la indemnización de todo perjuicio que de
ese engaño haya resultado al demandante.
“Demandado en esa calidad, el mero tenedor de la cosa debe declarar que no la tiene a su nombre y expresar el de
la persona a cuyo nombre la detenta y la residencia de ésta, puesto que el, precisamente por no ser poseedor, no es
legitimo contradictor en el proceso; y si oculta su situación y sigue el proceso con la aparente categoría de poseedor,
exponiendo con su conducta al demandante a que pierda el dominio por la prescripción que seguirá corriendo a favor
del verdadero poseedor, ejecuta un hecho ilícito que lo hace responsable de los perjuicios que de él resulte para el
actor.

Tal es la preceptiva contenida en los artículos 953 y 954 del Código Civil. De ella se infiere que no es que el legislador
haya excepcionado el principio considerando al tenedor como posible sujeto pasivo de la reivindicación, sino que,
precisamente, para determinar la persona del poseedor verdadero, le impone ciertas obligaciones según sea la
conducta que asuma en el proceso” (V. Corte Suprema de Justicia, Sala de Casación Civil. Sentencia de Octubre 4 de
1.971).

En virtud de la laudatio o nominatio auctoris, el juez ordenará citar el poseedor


designado. Efectuada tal citación, puede ocurrir una de estas circunstancias:
a. Que el citado comparezca y reconozca que es el poseedor. En tal caso se tendrá
como parte en el proceso en lugar del inicialmente demandado, quien quedará
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Sujetos Procesales; Litisconsortes y otras partes

fuera del proceso. En este evento el juez da traslado de la demanda al poseedor, por auto que
no requerirá notificación personal para que proceda a darte la contestación en la forma prevista
por los artículos.
b. Que el citado no comparezca.
c. Que el citado niegue su calidad de poseedor.

En estos dos últimos casos, el proceso continuará en el inicialmente demandado, más la


sentencia surtirá efectos respecto de éste y del poseedor por él designado.

Lo anteriormente expresado, se aplica -mutatis mutandis- a quien fuere demandado como


tenedor de una cosa, si la tenencia radica en otra persona. Para Ugo Rocco, el ejemplo típico
se da en materia de arrendamiento, como puede ocurrir en la legislación procesal colombiana
en el evento previsto en el art. 523 del Código de Comercio.

La norma que hemos estudiado tiene una finalidad plausible, pero en la práctica puede llegar
a ser inaplicable, cuando el demandado que no tenga el carácter de poseedor no puede ser
citado personalmente y el curador que se le nombre no esté al tanto de esta circunstancia
para poder hacer citar a quien realmente tiene legitimación pasiva en la causa.

La laudatio o nominatio auctoris, tiene aplicación en los procesos de conocimiento,


especialmente en los declarativos verbales sobre reivindicación y en los abreviados de
restitución de la tenencia.

De conformidad a lo transcrito anteriormente, la intervención por laudatio o nominatio


autoris, con la denominación actual de llamamiento del poseedor o tenedor, se caracteriza:
1. Es propia de los procesos declarativos o de conocimiento cuando a través de ellos se
pretende ejercitar la acción reivindicatoria o de dominio y el demandante en vez de
dirigiría como lo prescribe la norma sustancial contra el poseedor, la dirige contra un
mero tenedor, quien de conformidad a lo dispuesto por el Art. 953 del C.C. en armonía
con el Art. 67 es obligado a declarar el nombre y residencia de la persona a cuyo nombre
lo tiene, es decir, determinando con precisión quien verdaderamente tiene la calidad de
poseedor, domicilio, residencia, habitación u oficina; y también en la misma clase de
procesos cuando se pretende la restitución de un mueble o inmueble dado en tenencia y
se dirige la pretensión contra una persona en quien no radica dicha tenencia.
2. La figura de la laudatio o nominatio (llamamiento del poseedor o tenedor), sólo puede
hacerla el demandado en la contestación de la demanda. (V. Art. 67 del C.G.P.).
3. El juez, de primera instancia, en los casos en que en el expediente aparezca la prueba de
que el verdadero poseedor o tenedor es otra persona, puede disponer su citación.

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