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EL MISTERIO DE LA AMISTAD DIVINA

(Teología de la gracia divina)


Desde ahora los llamo amigos (Jn 15, 15)

Meditemos acerca de uno de los temas que, a mi parecer, es clave para poder
vivir una espiritualidad según nos propone S. Juan Evangelista, "el amigo más
amado de Jesús". El tema es el de la amistad...

La reflexión tendrá dos partes:


La primera, tratará acerca de la amistad como virtud humana, amistad
natural (Philia-Amicitia-Eros).
La segunda, acerca de la amistad con Dios, amistad sobrenatural (Agape).
Nuestros maestros serán S. Juan Evangelista, Santo Tomás de Aquino y C.S.
Lewis. Reconocemos que a imagen "Del Maestro", los verdaderos maestros son los
que verdaderamente iluminan la inteligencia y encienden en el corazón el fuego de
su amor.

Ven Espíritu Santo creador,


ven a visitar el corazón,
y llena con tu gracia viva y eficaz,
nuestras almas, que tú creaste por amor.
2

PRIMERA PARTE
LA AMISTAD HUMANA1

La amistad 2 es una virtud 3 muy valorada desde la antigüedad, Platón,


Aristóteles y Cicerón -para nombrar unos pocos- dedicaron muchas páginas para
hablar de ella.
Cuando Santo Tomás de Aquino comenta la Ética a Nicómaco de Aristóteles,
dice: "La amistad es sumamente necesaria; tanto, que nadie bien dispuesto elegiría
vivir de tal manera que tuviera todos los bienes exteriores sin tener amigos"4.
Es el más feliz, el más humano de los amores, amar a alguien que nos ama,
es la coronación de la vida, es escuela de virtudes: los amigos se hacen mejores por
la convivencia virtuosa. Dice Aristóteles: "En la amistad de los buenos, la
convivencia engendra siempre perfección: los mismo amigos se hacen mutuamente
mejores al obrar juntos y amarse"5.
No se puede nacer sin el amor entre los esposos (Eros); ni sin el amor de
afecto, en cambio, podemos vivir y engendrar hijos sin el amor de amistad (Filia).
Los grupos masificados o los rebaños suelen desconfiar de un grupo de
amigos: los directores de escuela, los Jefes, los generales, están intranquilos al ver
que entre sus súbditos hay algunos que son amigos. La amistad no va con el
espíritu democrático.
Hay quienes viven la amistad con un "espíritu de conquista", pretenden
"conquistar" amigos. Ante la pregunta: ¿Ves lo mismo que yo? ¿La misma verdad?,
responden: "no veo nada, la verdad no me interesa; todo lo que quiero es amigos".
Aquellos que nada tienen para dar no tienen qué compartir. No hay nada
sobre qué fundamentar la amistad.
No es posible entre las almas mediocres. Porque la primera condición de la
amistad es el desinterés y el sacrificio.
¿Puede darse la amistad entre personas de distinto sexo?, esta es la pregunta
que se nos hace con frecuencia.

1 Las reflexiones de esta primera parte fundamentalmente fueron tomadas de C.S. Lewis, Los
Cuatro Amores, Rialp, Madrid, 3ed. 1994, pp. 69-102. Los párrafos en cursiva son textuales.
2 Proviene de la palabra latina amicitia. Y, amicitia deriva de amor, amoris, amor.
3 Sobre la amistad como virtud moral: Cf.: Fr. Marcos González, O.P, Cuadernos de Espiritualidad y

Teología N° 17, "Sobre la amistad". Sta. fe, 1997, p. 99.


4 In Ethicorum. L. VIII. Lec. 1. n. 1539.
5 Ética a Nicómaco, L IX, 14.
3

C.S. Lewis, responde: De la amistad que nació, nos puede llevar al


enamoramiento y del enamoramiento podemos ser conducidos a la amistad. La
cuestión es si hay o no un “deseo de compartir”.
Si entre los amantes sólo hay deseo de posesión, como quien guarda o cuida
un gran tesoro incomunicable, es imposible que pueda surgir de él una verdadera
amistad.
El amor entre los enamorados se da necesariamente entre los dos; sin
embargo, en la amistad, “dos amigos se sienten felices cuando se les une un tercero,
y tres cuando se les une un cuarto, siempre que el recién llegado esté cualificado
para ser un verdadero amigo, porque en este amor compartir no es quitar”.
Entre los enamorados se debe descubrir que el amado puede ser amigo
(compartido) profundamente de aquellos amigos que uno ya tenía desde antes.
Seríamos, así, todos viajeros de la misma ruta y meta.
La amistad es el mejor don que la vida natural puede ofrecer. “Pocos la
valoran, porque son pocos los que la experimentan”, dice Lewis.
La amistad se distingue del amor de enamorados. Aunque podemos sentir
este amor y amistad por la misma persona, sin embargo son claramente amores
distintos: "Normalmente los enamorados están frente a frente, absortos el uno en el
otro; los amigos van el uno al lado del otro, absortos en un interés común".
Los amantes nunca hablan de su amistad; sí, en cambio, de cuánto se aman.
La amistad no es inquisitiva. En el eros la relación es entre dos, distinto es el caso
de la amistad en la que puede ser de dos o más.
Afirma Lewis: "La amistad surge del mero compañerismo cuando dos o más de
los compañeros descubren que tienen en común la comprensión de la índole de
ciertas cosas, o algún interés, o simplemente una afición que los demás no
comparten y que hasta ese momento cada uno creía que era su propio, único tesoro (o
carga/'. De ahí que en este tipo de amor el ¿Me amas? significa: ¿Ves tú la misma
verdad que veo yo? O, por lo menos, ¿Te interesa? Es decir “la persona que está de
acuerdo con nosotros en que un determinado problema, casi ignorado por otros, es
de gran importancia, puede ser amigo nuestro; no es necesario que esté de acuerdo
con nosotros en la solución”.
4

La amistad tiene, además, gran valor dentro de una comunidad. La amistad


surge cuando los amigos se reconocen como mutuamente "amables". Lo que se
opone a la convivencia se opone a la amistad.

Toda religión civilizada se inició con un grupo de amigos. El ejemplo más


claro para nosotros es la primera comunidad de apóstoles, los discípulos y amigos
de Jesús. "Los pequeños círculos de amigos que dan la espalda al mundo son los
que lo transforman de veras".
La otra gran riqueza de la amistad es que no tiene ningún tipo de necesidad.
Un amigo podrá socorrernos, cuidar de nuestros hijos, de nuestra esposa. Pero esto
no hace a la esencia de la amistad: la cual está libre de toda necesidad.
La cuestión no está en decir "gracias", sino en escuchar "... de nada."
No es condición de la amistad el sexo, ni la religión, ni la raza, ni la lengua, ni
la profesión; aquí esta su grandeza. Sí, es necesaria, tal vez, para el caso de los
esposos, los creyentes, los socios, o los compañeros. En la amistad vale la persona
al desnudo. Por grande que sea la amistad cada miembro se siente humilde en ella.
Cada amigo aporta luces distintas, de modo que la realidad aparece cada vez más
plenamente entre quienes cultivan la amistad. En ella "cada uno es auténticamente
como es".
Nos dice Lewis: El amor de amistad, no nace del instinto, está libre de todo lo
que es deber, salvo aquel deber que el amor asume libremente, permanece casi
absolutamente libre de los celos y libre sin reservas de sentirse necesario, "es un
amor eminentemente espiritual".
También se da la amistad en el cielo, en la comunión de los Santos: "El cielo
es una ciudad y un cuerpo, porque los bienaventurados permanecen eternamente
distintos; y es una ciudad porque cada uno tiene que decir a los demás: renovadas y
siempre frescas noticias de mi Dios, noticias que cada uno encuentra en Aquel a
quien todos alaban como nuestro Dios".
La amistad es un medio que Dios utiliza para facilitarnos el camino hacia la
verdad, el bien, la belleza y la santidad.
Por medio de la amistad "Dios nos abre los ojos" para descubrir la belleza que
hay en los demás. Y, como toda belleza, de algún modo, proceden de la Belleza
Suma, también él "se nos revela a través de los amigos".
5

En la amistad, hay veces en que por prudencia se debe guardar una "sana
distancia:", sin que por ello se pierda la intimidad; es más, muchas veces la
aumenta: "Así dos amigos varones, aún en la convivencia repetida y cercana deben
guardar una cierta distancia. Por ejemplo, para calentarse con el fuego hace falta
una cierta distancia, de lo contrario el sujeto se quema; para gustar plenamente la
belleza de una obra de Velázquez hace falta una cierta distancia. Una cercanía
impropia podría hacer desvanecer una verdadera amistad"6.
Que sea espiritual no significa necesariamente que siempre sea buena. No
podemos pensar que por ser espiritual la amistad ha de ser siempre santa o
infalible en sí misma: "Existe el mal espíritu tanto como el espíritu bueno. Hay
ángeles malvados tanto como ángeles Santos".
Sabemos que los peores pecados del hombre son los espirituales.
Por experiencia, sabemos, también, que la amistad puede ser tanto una
escuela de virtud como una escuela de vicio: "La amistad es ambivalente: hace
mejores a los hombres buenos y peores a los malos", según el fin que persigan y los
intereses que les unan.
Enseña C.S. Lewis: incluso, "las mejores amistades encierran peligros".
En primer lugar, existe el peligro de que "la indiferencia o sordera parcia
lrespecto a la opinión exterior que se da en toda amistad, aunque necesaria y
justificada, puede conducir a una "sordera total, que es arrogante e inhumana". De
este modo se puede llegar a no entender, incluso a despreciar, otras razones que no
sean las del grupo. Así, el peligro de orgullo corporativo es inseparable del amor de
amistad.
Otro peligro es pretender la exclusividad: "La amistad es excluyente. Del
inocente y necesario acto de excluir, al espíritu de exclusividad hay un paso muy
fácil de dar y, desde ahí, al placer degradante de la exclusividad".
El mayor de los peligros: Por ser la amistad el más espiritual de los amores
está sujeto al mayor peligro, también espiritual: la soberbia. De ahí que la amistad
deba estar protegida por otra virtud, la humildad. La amistad, como los demás
amores naturales, aun siendo algo bueno en sí mismo, no se puede considerar un
bien absoluto.
Debemos tener conciencia de que por ser un amor natural no queda exento
de la herida del pecado. Aunque es hermoso y pleno, a su vez, es relativo y limitado.

6 Fr. Marcos González, O. P, Op. Cit., p. 98.


6

Es necesario apelar a una instancia superior, al auxilio divino que lo ordene, lo


cure, y lo sane.
7

SEGUNDA PARTE
EL MISTERIO DE LA AMISTAD DIVINA

San Juan evangelista, el discípulo amado, que contempló los más íntimos
secretos de Jesús, recostado sobre el corazón del Maestro 7 , experimentó
seguramente en su corazón aquello que luego enseñaría Sto. Tomás: "Es propio de
la amistad que el amigo revele sus secretos al amigo. Porque, como la amistad une
los afectos y de dos corazones hace como uno solo"8.
Tenemos aquí los signos de la amistad: la "adivinación " de los sentimientos
del amigo y la "revelación" de los secretos más íntimos.
Abrimos nuestros secretos al amigo sin profanarlos, porque no los
extraemos, sino que los prolongamos9.
Este discípulo es al que Jesús le reveló este misterio: "Que todos sean uno:
como tú, Padre, estás en mí y yo en ti, que también ellos sean uno en nosotros...Yo
les he dado la gloria que tú me diste, para que sean uno, como nosotros somos uno
-yo en ellos y tú en mí- para que sean perfectamente uno para que el mundo
conozca...que los amé cómo tú me amaste"10.
Dice S. Agustín: "En la amistad se ama al amigo como a uno mismo. Uno no
puede decir que es amigo de sí mismo. Este amor, el amor hacia sí mismo es algo
superior. Si la amistad es hacerse uno con el otro; entonces el amor a sí mismo
implica una unidad previa. Si no sabes amarte a ti mismo no sabrás amar a los
demás".
Enseña Sto. Tomás: "«El amor es un poder unitivo» escribe Dionisio, y cada
uno tiene en sí mismo una unidad superior a la unión. Y así como la unidad es
principio de la unión, el amor con el que uno se ama a sí mismo es forma y raíz de la
amistad, ya que con los demás tenemos amistad en cuanto nos comparamos con
ellos como con nosotros mismos" 11 . El mismo santo y Aristóteles dicen
constantemente: "El amigo es como otro yo". "El otro", pasa a ser como "yo mismo".

7 Jn 13, 23.
8 Santo Tomás de Aquino, Suma contra Gentiles, L IV, c. 21.
9 Fr. Marcos González, O. P, Op. Cit., p. 91.
10 Jn 17, 21-23.
11 Santo Tomás de Aquino, Suma de Teología (S. Th), II-II, q. 25, a. 4.
8

Lo que se opone a la amistad es el "yo egoísta" -el exterior, el sensitivo, el


hombre viejo-. Pero el "yo virtuoso" -el interior, el espiritual, el hombre nuevo- es
necesario para que la amistad se funda.
Dice S. Pablo "Ahora subsisten estas tres cosas: la fe, la esperanza y el amor;
pero la más excelente de todas es el amor"12.
El Amor es el bien más precioso que nos dona Dios.
S. Juan, nos dice: "Dios es Amor”13. En este amor se dona él a sí mismo, "con
lo mejor que tiene"14.
Amor es un nombre divino, porque el amor, como la voluntad, no sólo está en
Dios sin pasión y en acto puro, sino que Dios es el amor mismo, subsistente y
primero (In Dioni. de Div. Nom. 4, 11), que cuando ama algo distinto de sí mismo, no
se mueve por una bondad preexistente, sino que infunde y crea la bondad en los
seres como participación de su bondad infinita (S. Th., I, 20, 2).
Dios es la causa del verdadero amor.
Es importante tener presente que la iniciativa del amor es divina: "Este amor
no consiste en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó
primero"15.
Dios nos ama primero.
Su amor es creador: crea en nosotros una vida divina, y esta vida divina
consiste en amar a Dios. El amor con el que Dios nos ama es el que crea el mismo
amor con el que lo amamos nosotros16.
El gran maestro, Sto. Tomás, en el corazón de su Suma de Teología, trata a
cerca de este tema, el amor, y del modo particular de amar que es la amistad, que
según sus grandes conocedores es la piedra clave de su obra.
Tenemos aquí los puntos de nuestra reflexión:
1. - En la noche de su Pasión dice Jesús a sus discípulos: "En adelante, ya
no los llamaré siervos, porque el siervo no conoce lo que hace su señor. Desde ahora
los llamo amigos, porque les he dado a conocer todo lo que he oído de mi Padre"17.

12 1 Cor 13, 13.


13 1 Jn 4, 8.
14 1 Jn 4, 9.
15 1 Jn 4, 10.
16 Dice Lewis: "Como el niño que va donde su padre y le dice: «Papá, dame seis peniques para

comprarte un regalo de cumpleaños» Por supuesto, el padre lo hace y se siente complacido con el
regalo del niño." (C. S, Lewis, Mero cristianismo, ed. Andrés Bello, chile, 1994, p. 120).
17 Jn 15, 15.
9

2. - Santa Teresa de Jesús define la oración interior: "No es otra cosa


oración mental, a mi parecer, sino tratar de amistad, estando muchas veces tratando
a solas con quien sabemos que nos ama"18.
3. - Santo Tomás en su Suma trata esta cuestión:

¿El amor (la caridad) es amistad?19

Dice, C.S. Lewis: "No todo amor es amistad".


La verdadera amistad tiene notas características:
* La benevolencia, querer el bien del otro no el propio.
* La reciprocidad, amor mutuo, encuentro de dos benevolencias.
* La igualdad, la amistad supone que no haya dependencia, ni
subordinación, tampoco supone obligación. Libertad.
* La comunicación (comunión de bienes), que es el fundamento.

No todo amor tiene estas características, lo cual nos hace suponer que no
todo amor es amor de amistad.
La amistad presupone cierta igualdad, y no existe sin intercambio mutuo,
dice Aristóteles: "el amigo es amigo para el amigo" (amicus amico amicus).
Dice Sto. Tomás que tal benevolencia mutua se fundamenta en cierta
comunicación20.
Ahora, ¿puede existir entre Dios y el hombre la posibilidad de reciprocidad
-entre iguales- en el amor?
Sabemos que la relación que se establece entre Dios y nosotros, tanto
metafísica y teológicamente, es entre desiguales, entre lo Infinito a lo finito, de
Creador a criatura, no hay entonces proporción entre ambas partes.
¿Cómo puede haber amistad entre seres que son infinitamente diferentes?
Sólo por un don gratuito de Dios. Él solo puede elevar al hombre al plano de
su familiaridad. Él solo puede crear en el hombre el fundamento de tal intercambio.
Dios ha dado al hombre ese fundamento de la amistad divina. Le comunica
su propia vida, su bienaventuranza. Hace de él un hijo de Dios, introduciéndolo en
el misterio de su intimidad.

18 Catecismo (C.E.C) n° 2709.


19 S. Th, II-II, q. 23, a. 1.
20 Ibídem.
10

Dice Sto. Tomás de Aquino: "Como existe cierta comunicación, una comunión
del hombre con Dios, porque Dios nos comunica su bienaventuranza, puede
edificarse sobre esta comunión una amistad"21.
Hay, entonces, una verdadera comunicación de Dios con el hombre: una
verdadera participación de Su vida, en su bienaventuranza. Dios se dona, al
comunicarnos su Gracia, a sí mismo, de tal manera que sobre ese don es que puede
edificarse una verdadera amistad con él.
Sin esa comunión de vidas no hay amistad. Cuanto más íntima sea esa
comunión, más profunda será la amistad. "La semejanza es causa del amor y de la
amistad"22.
A esta gracia nos la dio desde la creación hasta la hora en que Jesús les dice
a sus discípulos: "Desde ahora los llamo amigos, porque les he dado a conocer todo
lo que he oído de mi Padre".
La amistad es hacer partícipes y comunicar lo que hay de más precioso en
nosotros.
Jesús ya no llama siervos a sus discípulos, "porque el siervo no conoce lo que
hace su señor”.
El nos llama amigos, porque nos confía lo más íntimo que tiene su corazón:
su amor al Padre en el Espíritu Santo23. Los discípulos llegan a ser sus amigos
porque participan de este misterio, no sólo con el simple conocer, sino con toda su
vida, con todo su corazón, con toda su alma.
Todo crecimiento en nuestra relación con Dios se fundamenta en esta
comunión de amor.
Pero, ¿en qué radica esa comunión de amor? ¿Cuál es esa participación en la
bienaventuranza propia de Dios que hace posible que tengamos amistad con Él?
ES LA GRACIA

Bellamente dice Sto. Tomás: "La gracia no es otra cosa que cierto comienzo
de la vida divina (inchoatio gloriae) en nosotros"24.

21 Ibíd.
22 Cf.: S. Th., I-II, q. 27 a. 3; Etic. L VIII, 4.
23 1 Jn 4, 13.
24 S. Th, II-II, q. 24, a. 3 ad 2.
11

Por la Gracia es que podemos estar desde ahora en comunión de vida con
Dios, una comunión que nos va llevando de felicidad en felicidad hasta la felicidad
plena.
S. Pablo no se cansa de "alabar la gloria"25 de la gracia. La Beata Sor Isabel de
la Trinidad, tenía esta frase de S. Pablo como todo un programa de vida, decía: "
Vivo en el cielo de la fe, en el centro de mi alma y procuro hacer la felicidad de mi
Maestro siendo ya en la tierra la «alabanza de Su Gloria»"26, "Laudem Gloriae, será
mi nombre en el cielo"27. El Apóstol no deja de hablar tampoco de "la riqueza que es
esa gracia derramada sobre él"28.
Dice el fr. P. Philipon, O.P: "Dios es glorificado en la medida en que la
«belleza» de sus perfecciones se refleja en las almas".
Los dominicos tenemos a Sto. Domingo como "Predicador de la gracia". San
Agustín es tenido como "Doctor de la gracia". Y, Sta. Teresita repetía: "Todo es
gracia".
Pero, ¿qué es la gracia? ¿Qué es esa comunicación de Dios mismo al hombre,
por lo cual podemos llegar a ser amigos de Dios?
Nos recuerda Sto. Tomás, con una cita de P. Lombardo: "El amor (la caridad)
es el Espíritu Santo mismo, que habita en el alma. Cuando amamos a Dios, entonces
el Espíritu Santo mueve El mismo e inmediatamente nuestro amor'29.
Si es así, ¿no iría en detrimento de nuestro amor a Dios? ¿No seríamos
reducidos a una mera pasividad, a una poca capacidad de nuestra parte para
amar? ¿Cómo habría verdadera amistad si no pudiéramos amar -nosotros mismos
y con libertad- a Dios? ¿Cómo nuestra voluntad, es capaz de realizar actos que
"alcancen y toquen" realmente a Dios?
Todos nuestros actos están sustentados y son posibles por facultades que
nos inclinan a ello. Para poder amar a Dios (así también para la fe y la esperanza)
necesitamos recibir un "don" y una capacitación que nos sea dada por el mismo
Dios, y que está más allá de nuestra capacidad natural y nos hace inclinados a
amar y nos impulsa a amar con prontitud y alegría.
La gracia nos convierte en amigos de Dios o al menos crea el fundamento
sobre el que se puede edificar una amistad con Él.

25 Ef 1, 6.
26 Carta de mayo 1906.
27 Verano de 1906.
28 Ef 1,7.
29 S. Th, II-II, q. 23, a. 2.
12

Dios nos hace partícipes de su beatitud, de su vida, y de esta manera


llegamos a ser realmente "sus iguales", podemos llegar a ser sus amigos.
La enseñanza que nos deja Sto. Tomás es la siguiente:
1. Toda virtud nos inclina, hace que nuestros actos sean hechos con gozo
y felicidad. Al amor le gusta amar, y nada le produce mayor gozo que hacerlo.
Ninguna actividad es más grande para el hombre que la de amar; nada es más
gozoso, nada satisface más que el amor de amistad con Dios.
2. El amor es la "forma de todas las virtudes", el amor es lo que da "la vida,
el alma y el corazón" a todas las virtudes. Está en sintonía con lo que nos dice S.
Pablo: Sin el amor, todas las virtudes, aun las virtudes heroicas, no son nada: "si no
tengo amor nada soy..."30.

El amor es el principio vital del alma, al modo como, el alma lo es del


cuerpo31. Por eso el amor debe ser el principio vital de nuestra comunión. El amor
debe ser su medida, con la cual se mida lo que hay en ella y en nosotros.
Dice S. Juan de la Cruz: "A la tarde de la vida te examinarán en el amor"32.
Que podamos decir como Sta. Teresita, que en medio de los sufrimientos y
las lágrimas decía: "No me arrepiento de haberme entregado al Amor1"33.
3. La amistad que Dios hace posible por la gracia, produce cierta
"connaturalidad"34 con Él, una especie de "afinidad", una intimidad, que actúa y
vive a impulsos de un "sentido de Dios". Es más, dice Sto. Tomás, esta
participación de la naturaleza divina es percibida no solamente por el conocimiento
especulativo, sino que es en cierta manera experimentada35. "Por el efecto de la
gracia el justo recibe el conocimiento experimental de la persona divina que le es
enviada"36.
Nos dice Jesús en el evangelio:

30 1 Cor 13, 1 ss.


31 S. Th, II-II, q. 23, a.2 ad 2.
32 C. E. C. n° 1022
33 30 de Septiembre de 1897.
34 "Tener juicio recto por cierta connaturalidad con las cosas divinas proviene de la sabiduría en

cuanto don del Espíritu Santo. Así, Dionisio, dice que «es perfecto en las cosas divinas no sólo
conociéndolas, sino también experimentándolas» (De div. nom. 9). Y esa compenetración o
connaturalidad con las cosas divinas viene de la caridad que nos une con Dios, como dice S. Pablo:
«Quien se une a Dios se hace un solo espíritu con El» (1 Cor 6, 7)". (S. Th,, II-II q. 45 a.2 c)
35 I Sent. d. 14, q. 2, a. 2, ad 3m; d. 15, q. 5, expos. 2 partis textus.
36 Ibídem, d. 16, q. 1, a. 2, sol.
13

Después de hablar así, Jesús levantó los ojos al cielo,


diciendo: «Padre, ha llegado la hora: glorifica a tu Hijo
para que el Hijo te glorifique a ti, ya que le diste
autoridad sobre todos los hombres, para que él diera
Vida eterna a todos los que tú les has dado.
Esta es la Vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios
verdadero, y a tu Enviado, Jesucristo.
Yo te he glorificado en la tierra, llevando a cabo la obra
que me encomendaste.
Ahora, Padre, glorifícame junto a ti, con la gloria que yo tenía
contigo antes que el mundo existiera. Manifesté tu Nombre a los
que separaste del mundo para confiármelos. Eran tuyos y me
los diste, y ellos fueron fieles a tu palabra.
Ahora saben que todo lo que me has dado viene de ti, porque les
comuniqué las palabras que tú me diste: ellos han reconocido
verdaderamente que yo salí de ti, y han creído que tú me
enviaste (Jn, 17, 1-8)37.

Este conocimiento, no se adquiere por el estudio, ni por la iluminación


pasajera de la inteligencia, sino por una cierta connaturalidad con las cosas de
Dios, por una experiencia interior, por un gusto experimental de Dios y de las
realidades espirituales. Por este don nos elevamos a la misma cima desde la cual
Dios contempla el universo y juzga todo, pensamos como Dios, sentimos como Él,
vemos todas las cosas con sus ojos38.
La amistad con Dios, cuanto más profunda es, tanto más segura nos hace
juzgar y actuar de acuerdo con "los ojos de Dios"; nos da esa infalible sensibilidad
para conocer la verdad, el bien y la belleza, que constituyen el "sentido sobrenatural
de la fe".
Sto. Tomás habla de este ¿conocimiento por connaturalidad?, que es el
que poseen "los pequeños" del Evangelio, por los cuales Jesús bendice al Padre39. El
mismo santo nos habla de un "instinto del Espíritu Santo"40, que de forma cierta
capta lo recto del misterio de la fe, esperanza y caridad.
Nuestra familiaridad con Dios nos hace adivinar y sentir lo que hay de más
oculto del misterio divino. Es una captación del misterio por la intuición del

37 El subrayado es nuestro.
38 Dice Sto. Tomás: "por la fe nos abrazamos a la Verdad Primera por lo que es en sí misma. Y de
esta manera, sostenidos por el conocimiento divino, vemos todo con los ojos de Dios" (In. Boet. De
Trinit. q. III, 1 ad 4).
39 Mt. 11, 25-27.
40 S. Th, I-II q. 68 a. 2 c.
14

amor. Nuestro corazón descubre allí más de lo que puede hacernos comprender la
fe, vivimos más cosas de las que percibimos.
Los amigos de Dios ven, entienden, sienten todo "con el corazón de
Dios"; y conocen todo "con los ojos del amigo".
Sólo el amor, en su esencia más íntima, puede unir dos seres hasta el
extremo de darles esta manera idéntica de ver las cosas, de mirarlo todo, de
gustarlo todo en una comunión total, de comprenderse sin necesidad de las
palabras.
Cuando el amor de Dios nos convierte en amigos suyos, nos convierte
además en amigos los unos de otros41.
El amor es el que nos convoca a vivir en comunidad la fe42. Este amor deberá
llegar hasta el extremo43.
Dijo Jesús: "No hay amor más grande que el de dar la vida por los amigos"44.
El cristiano unido a Dios por el amor de amistad (la gracia), lo encuentra a Él
en todas partes. Todo le habla de su amigo. Ve en todas las cosas su mano y su
presencia. Reconoce en ellas su bondad, adivina sus intenciones, sabe sus
costumbres y sus delicadezas, en una palabra, saborea los misterios que sin amor
jamás su espíritu habría podido alcanzar.
En nuestro tiempo este tema del verdadero amor y de la amistad cada vez
tiene menos simpatizantes. Hoy la amistad se ve minada por múltiples formas
extraviadas y falsas, por la superficialidad, el erotismo, la valoración equivocada
del sexo, etc.
Necesitamos recuperar la verdadera y vital dimensión de nuestra afectividad.
Dios transporta el corazón del hombre por encima de todo sentimiento humano
hasta el plano de la misma vida divina.
El tema de la amistad con Cristo es de una verdadera urgencia. La comunión
con Cristo, su amistad, no sólo reconcilia al hombre con Dios, le libra de los
pecados, sino que también puede sanar las heridas entre las personas.
Debemos intentar recuperar la hermosura y la fuerza sanadora de la amistad
cristiana.

41 Jn 15, 12
42 Jn 17, 21-23.
43 Jn 13, 1.
44 Jn 15, 13.
15

Para que el corazón se haga capaz de la amistad en Cristo, necesita


purificación. Tiene que madurar hasta convertirse en amor de benevolencia, debe
liberarse del amor interesado (de concupiscencia) y muchas veces egoísta, que
quiere poseer para sí a la otra persona, ser dueño de ella. ¿Cuántas veces
legitimamos nuestro afán de posesión en el nombre del amor?
No hay mayor forma de esclavitud que el amor posesivo, mientras que nada
nos hace más libres que la verdadera amistad45.
El modelo ejemplar es nuestra amistad con Cristo.
Un signo infalible de esta amistad con Cristo es la fecundidad46, la capacidad
para transmitir amistad, para ampliar más la red de amistades. Una pensadora
francesa habla de la Iglesia como de una enorme red con malla entrelazada por
numerosas amistades en Cristo.
Enseña fr. J. M. Garrigues, O.P: "Por medio del amor en el matrimonio y en la
amistad, nuestra vida cristiana, nuestras comunidades de Iglesia, siembran en el
mundo el gusto por la vida, el gusto por la esperanza de que nuestra vida no se
encamine hacia la destrucción sino hacia el esplendor final de las bodas celestiales".
La suprema perfección de la amistad se alcanza, entonces en la eternidad
-aunque la empecemos a vivir aquí en germen-, allí se logrará la máxima semejanza
y la más indestructible convivencia.
"Desde ahora los llamo amigos..." ¿cuál es el "ahora" de Jesús? Seguramente,
no desde que escuchamos "La Palabra" sólo con los oídos de la inteligencia, sino
desde que, al igual que María, la acogemos en nuestro corazón 47 . A partir de
entonces tendremos un "Amigo para siempre".

¡Alabado sea Jesucristo!

Fr. Horacio Augusto Ibáñez Hlawaczek, O.P


Mar del Plata, 21 de Junio de 2000

45 Gál 5, 13; Rm 8, 15.


46 Jn 15, 4. 16.
47 Lc 2, 19.

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