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El verbo es lo primero que debemos buscar en una oración. ¿Por qué? Nos
dirá cuál es el sujeto, porque al cambiar de persona y número uno de los dos, el
otro también cambia.
Esta regla, llamada de la concordancia, también sirve cuando el sujeto está
omitido o elíptico:
(Yo) He realizado el trabajo con mucho cuidado.
(Tú) Has realizado el trabajo con mucho cuidado.
(Él/Ella/Usted) Ha realizado el trabajo con mucho cuidado.
(Nosotros/Nosotras) Hemos realizado el trabajo con mucho cuidado.
(Vosotros/Vosotras) Habéis realizado el trabajo con mucho cuidado.
(Ellos/Ellas/Ustedes) Han realizado el trabajo con mucho cuidado.
(Como podéis observar, con “usted, ustedes” las formas verbales son de
tercera persona, aunque nos estemos refiriendo a una segunda persona).
3. El sujeto no tiene por qué ser una persona, ni siquiera un ser animado.
Esto, que es lo más frecuente, ocurre con la mayoría de verbos, los de acción
(cantar, saltar, caminar, comer, escribir…).
En cambio, existen otros verbos, los que indican un proceso físico y natural,
que no necesariamente piden un sujeto animado:
a) El agua hierve a una alta temperatura.
b) La lluvia caía con suavidad sobre el campo.
c) Los días amanecían espléndidos.
En otras ocasiones, el sujeto sí es humano, animal o vegetal, pero el proceso
que les afecta, como cualquier proceso natural, no lo pueden realizar
voluntariamente:
a) El niño crece muy rápido.
b) Mi compañera se ha puesto enferma.
c) El perro dormía en el porche.
CD CI