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Retos de Bogotá en la construcción de la

política pública para las familias


OLGA ISAZA DE FRANCISCO
Subdirectora de Políticas Poblacionales
Departamento Administrativo de Bienestar Social

Inicio este artículo alrededor de dos ideas centrales: la primera es el reto de


darle identidad a la familia como un ente específico, que debe constituirse en sujeto
de las políticas públicas en tanto no podemos seguir confundiéndola con la suma
de sus miembros, ni tampoco como el ámbito en el que confluyen los diferentes
servicios sociales. La segunda hace referencia a las implicaciones que tienen
para nosotros los sectores sociales y el reto asumido por esta administración de
avanzar en la consolidación de un Estado Social de Derecho.
Respecto a la primera idea, es importante partir de que tanto la Constitución
Política colombiana como los tratados internacionales, en términos plurales, se
refieren a la familia como el núcleo fundamental de la sociedad, la célula social
en que se basa la articulación colectiva y la expresión primera y fundamental
de la naturaleza social de los hombres.
Cuando en el Departamento Administrativo de Bienestar Social empezamos
a hacer la reflexión sobre cómo construir la política para las familias en Bogo-
tá, nos dimos a la tarea de revisar la Constitución e identificar cuáles eran los
derechos que le asistían y que le estaban consagrados. Pues bien, obtuvimos un
listado tan grande como la Constitución, por ello fue necesario devolvernos y
pensar mucho más específicamente en ¿cómo le damos identidad a la familia
como ente autónomo y propio?
Realizando una nueva revisión en busca de los artículos que de manera ex-
plicita hicieran referencia a la familia como tal, encontramos los siguientes:
฀ El artículo 5° habla del derecho al amparo de la familia como institución básica
de la sociedad.
฀ El artículo 42 habla de varias cosas, entre ellas:
derecho a construir vínculos naturales o jurídicos;
฀ derecho a la protección integral;
฀ derecho al patrimonio inalienable e inembargable;
฀ derecho a la honra, la dignidad y la intimidad del núcleo familiar;
฀ derecho a la igualdad y al respeto de derechos y deberes de la pareja;
฀ derecho a ser protegido/a contra toda forma de violencia;
฀ derecho a decidir libre y responsablemente el número de hijos.
฀ El artículo 44 plantea que los niños y las niñas tienen derecho a pertenecer
a una familia y a no ser separados de ella.
฀ El artículo 49 habla del derecho a la atención en salud y al acceso a los servicios
de promoción, protección y recuperación de la salud.
฀ El artículo 51 establece el derecho a la vivienda digna.
฀ El artículo 52 define a la recreación, el deporte y el disfrute del tiempo li-
bre.
฀ El artículo 67 consagra el derecho a la educación.
฀ El artículo 69, habla del derecho a un ambiente sano.
฀ El artículo 78 se refiere a la regulación por parte del Estado del control y la
calidad de los bienes y servicios.
El análisis realizado en torno a este listado de derechos, nos permitió llegar a
tres conclusiones: en primera instancia, los derechos que asisten a cada una de
las personas no son los mismos que le asisten a la unidad familiar; también pode-
mos decir que la confluencia de los servicios del Estado, para los individuos que
conforman una familia, no significa que se esté atendiendo a los requerimientos
de una unidad básica y, por último, que existe en la familia una condición fun-
damental que no podemos desconocer y es la dimensión relacional.
Para el Estado ha significado un reto muy grande transitar de la sectorialidad
a lo poblacional. En ese tránsito hacia lo poblacional, pasar de lo individual a
lo colectivo significa un nuevo reto y es justamente en la familia, lugar de las
interacciones básicas entre los géneros y entre las generaciones, donde nuestra
mirada sobre esas relaciones de las personas, debe concentrar su atención.
En relación con la segunda idea que quisiera compartir con ustedes y que
corresponde a las implicaciones que tiene la consolidación de un Estado Social
de Derecho, debemos comenzar por reconocer que este tipo de Estado pone en
el centro a las personas, y destacar que esta administración con su programa
de gobierno, Bogotá Sin Indiferencia, un compromiso social contra la pobreza y la
exclusión, justamente resalta eso: en el centro estamos las personas. Esta nueva

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perspectiva plantea que esa unidad básica que es la familia, es autónoma, tiene
la posibilidad de construir un proyecto de vida y de realizarse y además tiene la
capacidad de incidir en el desarrollo propio y en el desarrollo más amplio de la
colectividad en la que está inscrita. Nos dice también que el derecho de ese ente
específico, no solamente necesita bienes, no se trata de que todas tengan una
vivienda adecuada o que el hábitat donde se encuentra esa familia responda a
sus requerimientos o que sus miembros tengan unos mayores ingresos, sino la
idea es que las personas y ese núcleo específico puedan manifestarse, puedan ser
y puedan ejercer esa autonomía.
Igualmente, nos plantea cuáles son las responsabilidades de esa unidad. La
responsabilidad no es solamente la de superar condiciones específicas o hacer
buen uso de los servicios que se le están ofreciendo desde las diferentes instan-
cias. La responsabilidad, y creo que ese es un cambio fundamental, es lograr
la convivencia más allá de la superación de las condiciones particulares, de la
vulnerabilidad de pobreza o de afectación que tenga una familia en determinado
momento. Se busca que esa familia logre efectivamente construir lazos de con-
vivencia, respetar y especificar normas para que esa construcción colectiva de
la sociedad sea posible.
El reto de la consolidación del Estado Social, no solamente se refiere al de-
recho de los sujetos, también habla de la función del Estado, y ahí entonces hay
una modificación muy importante: las políticas que diseña no pueden continuar
siendo unas políticas para atender solamente lo problemático, sino que tienen
que ser unas políticas que efectivamente propongan el desarrollo de las personas,
en este caso de las familias, lo cual nos coloca en un lugar diferente.
Las políticas sociales generalmente han estado ubicadas en el lugar de lo
paliativo, de la recuperación de los problemas. La propuesta es que nosotros
coloquemos las políticas sociales justamente en el principio, para que podamos
impulsar la realización de los proyectos colectivos de vida de las familias y, por
supuesto, eso conlleve a la garantía de los derechos de las personas.
Se trata entonces de que las políticas sean universales, para todos y todas,
no vamos a formular una política para las familias desplazadas por la violencia
y otra política diferente para las familias pobres y otra política para las familias
violentas etc., sino una política en la que se de cuenta de la diversidad de la
constitución de las familias, pero además de la diversidad de situaciones que son
modificables en tanto hoy podemos vivir esa situación; pero mañana podemos
tener que enfrentar otra.
Nuestro reto es transitar de la fragmentación de los programas y proyectos, a
una visión integral. A mí me gusta poner el ejemplo de la pretensión que tuvo en
su momento la Ley 100 de 1993, la cual quería vincular una persona del núcleo
familiar para que, a manera de dominó, las demás personas de ese núcleo quedaran

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realmente vinculadas al sistema. Si bien ese es un primer estadio, más allá de la
confluencia de los servicios, se trataría de que cuando un servicio llegue a una
familia, todos sus miembros se vean beneficiados. No obstante, nos parece que
ese estadio todavía es insuficiente.
Queremos diseñar nuevas intervenciones que sean creativas y que respon-
dan a esa unidad nueva que es la familia y que va mucho más allá de la suma de
sus miembros. Se trata también de superar la sectorialidad: no podemos seguir
llegando desde el sector público, sector privado y desde el sector comunitario,
cada cual por su lado, a las familias, como tampoco puede seguir el sector de la
salud, el de la educación y el de bienestar haciendo lo propio.
Tenemos que transitar hacia la lectura de las necesidades de ese núcleo y de
esa unidad, a través de la cual podremos darnos cuenta que seguramente muchas
condiciones que requerimos modificar no están asignadas a las responsabilidades
de ninguna de las instituciones. Solamente hasta ese momento debemos reorga-
nizar nuestra gestión para efectivamente atender de manera integral.
Otro concepto fundamental es que: no es a una familia, no es a un tipo de
familia que estamos abocados a entender; son múltiples tipos de familia y esa
multiplicidad de familias suceden y tiene vida en los diferentes escenarios coti-
dianos. En los territorios socialmente construidos la integralidad se hace posible,
en tanto se trata del reconocimiento de las diversidades, pero también de la
simultaneidad, de la comprensión y del diseño conjunto de las respuestas a los
intereses de las diferentes familias.
Quisiera ahora referirme al papel de la sociedad y de la familia misma dentro
de esa consolidación del Estado social. La responsabilidad de las familias no es
solamente dejar que el Estado haga, o dejar que otra instancia haga; su respon-
sabilidad es conocer los derechos e incorporarlos a su proyecto de vida. Todos
los presentes seguramente nacimos en unas condiciones de salud más o menos
adecuadas, por eso estamos todavía vivos, y podría afirmar que todos tenemos la
posibilidad de acceder a un servicio de salud, pero yo quisiera preguntar: ¿cuántos
de los presentes por ejemplo hacemos una revisión rigurosa de nuestro sistema
cardiorrespiratorio, o de nuestro sistema circulatorio o reproductor con alguna
consistencia en un año? Me atrevería a decir que no todas las manos se levantarán.
Eso quiere decir que el derecho a la salud que nosotros tenemos no forma parte
todavía de nuestro proyecto de vida, de nuestros intereses y prioridades, y que
si los derechos no los conocemos y los incorporamos, difícilmente la realización
de nuestro proyecto de vida va a ser efectiva.
Por supuesto es importante reconocer que antes de los intereses están la
oportunidades y detrás de las oportunidades, el desarrollo de unas dotaciones
iniciales en condiciones de equidad para todas las personas. La siguiente res-
ponsabilidad es transitar del concepto de la caridad, refiriéndome al papel de

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la sociedad y al papel de las familias, al de la solidaridad. No se trata de que yo,
desde un propósito de conmiseración ante otra familia que está en una situa-
ción determinada, salga en un sentido muy dadivoso a entregar parte de lo que
seguramente me sobra, de lo que no necesito. Explícitamente se trata aquí de
entender, y es el principio de la solidaridad, que las situaciones son modificables
y que la situación que enfrenta hoy cualquiera de los otros, la puede enfrentar
mañana cualquiera de nosotros y que solamente con la confluencia de todas las
personas, esas situaciones podrán modificarse en beneficio del proyecto de vida
individual y colectiva. Es ahí donde está la solidaridad que constituye una de las
funciones fundamentales de la sociedad y de las familias, en la consolidación del
Estado social de derechos.
¿Cuál es la otra responsabilidad de las familias y de la sociedad? La construcción
del afecto, uno desinstitucionalizado, y fundamentado en el deseo y en el recono-
cimiento, en la igualdad de derechos y la diversidad de identidades de todas las
personas y de los diferentes núcleos familiares a los que nos estamos refiriendo. Se
trata también de la construcción a partir de ese reconocimiento de las diferencias,
de la adecuada distribución de poderes y responsabilidades dentro de la unidad
familiar y que se hace extensivo a los demás círculos de la sociedad.
Si la familia, el Estado y los mismos sujetos, no nos comprometemos con
estas transiciones hacia la consolidación del Estado Social de Derecho, nosotros
pensamos que va a ser muy difícil, efectivamente, garantizar las dotaciones, las
oportunidades y las realizaciones personales para cada una de esas unidades
familiares.
Quisiera terminar socializando con ustedes una secuencia metodológica
que hemos propuesto, que quizás habla del interés que tenemos en realizar una
gestión pública realmente diferente, ésta tiene unos principios fundamentales
que les voy a compartir:

฀ ฀¿Estamos realmente fortaleciendo la familia en las acciones desarrolladas?


El fortalecimiento de las redes sociales y familiares en todas las acciones que
nosotros desarrollamos, lo propongo como una lista de chequeo para que ustedes
la realicen sistemáticamente en las acciones que desarrollen desde el sector que
representan. Así es importante verificar si estamos o no fortaleciendo las redes
sociales y si lo hacemos intencionalmente o esperamos que surja espontáneamen-
te, como la hierba. Si no lo estamos haciendo sistemática e intencionalmente,
es muy difícil de lograr y realmente creemos que la ausencia o precariedad de las
redes familiares y sociales está en la base de muchas de las dificultades y muchas
de las situaciones adversas que enfrentan hoy las familias.

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฀฀ ¿Estamos sistemáticamente convocando otros, trayendo a la mesa sectores
que no se han vinculado al desarrollo de las políticas sociales y que tendrían
todo que decir, o pretendemos seguir siendo quijotes, tratando de salvar el
mundo, solos?
Es necesario que reconozcamos que solos no podemos, y que no tenemos la
capacidad como Estado o como familia de avanzar en la garantía de los derechos.
Es fundamental que nosotros traigamos a la mesa otros sectores, justamente en
el escenario compartido que tenemos hoy.

฀฀ ¿Estamos ampliando y diversificando las oportunidades para las familias?,


¿nuestra preocupación está en cómo construir nuevas oportunidades para
esa unidad familiar?, ¿dónde acogemos a las personas de la familia?, ¿dónde
la potenciamos y cuáles son las condiciones iniciales que tienen para que
efectivamente nosotros podamos ofertar los servicios, de acuerdo con las
necesidades que cada una de esas familias tiene?

฀฀ ¿Estamos sistemáticamente modificando los imaginarios que existen en torno


a las familias?
Ya lo hemos dicho, la idea sobre si es “una familia” o son “muchas formas de
familia”, la idea de que la familia es una institución formal o que hay otras cosas
que subyacen esa institución, la idea de que las familias tienen una responsabilidad
similar a la del Estado o los individuos, versus la idea de que la familia tiene unas
responsabilidades específicas y en fin, cualquier otro imaginario o construcciones
culturales, sociales o colectivas que estén afectando lo que nosotros soñamos que
deberían tener las familias para realizar sus derechos.

฀฀ ¿Estamos promoviendo, en el sector público, privado y comunitario, una


forma de actuar diferente, mucho más integrada e integral, reconocedora de
las personas y reconocedora de las dinámicas territoriales de esas personas?

฀฀ ¿Estamos situando a las políticas sociales en el lugar que les corresponde


para la garantía de un Estado social, es decir, en el principio de la cadena? o
¿estamos invirtiendo la mayor parte de nuestro tiempo en acciones paliativas
y reparadoras de las dificultades y de las amenazas que tendrían los sujetos de
las familias?
Queremos invitar a que cada una las instancias responda estas preguntas, que
ya hemos empezado nosotros mismos a respondernos.
El siguiente reto, que constituye un debate fundamental, gira en torno a la
pregunta ¿estamos permitiendo que las familias, las diferentes formas de familia,

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participen en la elaboración de los programas, de las políticas, de los proyectos
sociales que les interesan? si es así: ¿cómo es esa participación?, ¿es una participa-
ción informada, es una participación para crear conciencia, es una participación
para la toma de decisiones?
También estamos empeñados en no conformarnos con entender los síntomas,
sino entender las causas de los síntomas. Si transitamos y damos ese paso adelante,
pensamos que podremos tener una incidencia mucho más estructural y mucho
más sostenible. Entonces una vez hayamos involucrado a los actores relevantes,
entendidos mucho más los fenómenos y los problemas de las familias, reconocido
las diversidades territoriales y tratado de hacer un análisis causal de los fenóme-
nos, será la ocasión para formular políticas y proyectos, que nos garanticen que
comenzamos a comprender, de qué hablamos.
Finalmente, creemos que lo que no se comunica no existe; es un reto para
nosotros lograr comunicar lo que la ciudad quiere para las familias bogotanas.
¿Cómo nos la soñamos?, ¿cuál es la expresión de la autonomía y de la identidad
de estas familias?

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