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Introducción:

Hay un montón de cosas por las cuales oramos a Dios, pero uno de los puntos más importantes
siempre es “Señor… ¡cámbiame, por favor!”. No hay persona que se mire así mismo y no vea algo
que le gustaría cambiar de su carácter; de su forma de reaccionar, de interactuar con otros.
Queremos más paciencia, más amor y compasión, nos gustaría ser más buenos, etc.

Y yo n se ustedes, pero apostaría a que más de una vez te has frustrado porque parece que Dios
no te da más paciencia, o dominio propio, como no te ayuda a ser menos gritón, y hasta parece
que tu pésimo humor está cada vez más pésimo. ¿Qué está mal?

La misma Biblia declara en Gálatas 5.22-23 (NVI) “En cambio, el fruto del Espíritu es amor, alegría,
paz, paciencia, amabilidad, bondad, *fidelidad, humildad y dominio propio. No hay ley que
condene estas cosas.” Si aquí está en la Biblia, ¿Por qué Dios no me los da?

NO son un Regalo

Dios no nos da estas cosas simplemente porque no son un regalo, sino que estas cosas son el
fruto, o sea, el resultado del actuar del Espíritu de Dios en mí. Los regalos de Dios son la salvación,
o el perdón por ejemplo; pero las demás cosas hemos de luchar y esforzarnos por ellas.

La Biblia DICE: “Porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de
dominio propio.” (2 Timoteo 1.7, RVR60) ¿NO DEBERIA YA TENER TODO ESTO?

Lo que esto dice es que ahí están las herramientas y el potencial, ¡tenemos que explotarlo! Él ya
nos dio el bote, la caña de pescar, la carnada y sombrero, pero nosotros tenemos que ir al lago a
pescar.

Hace un mes me estaba quejando “señor por que tanta falta de dinero” a lo que el señor contesto
“¿acaso no oraste que querías más fe?”.

La vida del cristiano es un proceso de cambio hasta llegar más y más a la perfección: “Más la senda
de los justos es como la luz de la aurora, Que va en aumento hasta que el día es perfecto.”
(Proverbios 4.18, RVR60)

Dios quiere ayudarnos a lograr alcanzar todas estas cosas, él no va a lavarnos el cerebro y
milagrosamente poner una súper-paciencia de la noche a la mañana, simplemente porque así no
funciona la cosa.

Como se alcanzan estos frutos

1. AMOR: podemos amar solo cuando hemos sido amados. No nacemos con amor, sin con la
necesidad de él, por lo tanto se nos enseña amar. Por eso cuando recibimos el amor de Dios,
podemos amarnos y amar a otros. ¿Cómo pretendes amar más y más puramente sin conocer a
Dios? El es amor y el nos amo primero. El te da amor solo a través de una relación con él.

2. ALEGRIA: Es el sentimiento de gratitud y paz que se obtiene cuando parece que tienes
SUFICIENTE, estas SATISFECHO. Bien sabemos que lo material no da felicidad, y que lo único que te
satisface tu vida es Dios. Por lo tanto solo el vivir con y para Dios te dará una alegría duradera, y
esto requiere mucho esfuerzo.
3. PAZ: es esa calma, tranquilidad y sosiego producto de la seguridad. Tengo un problema pero
estoy seguro de tener la respuesta, tengo una deuda pero estoy seguro de tener el dinero, tengo
un examen difícil pero estoy seguro de poder pasarlo. La paz se busca y se obtiene. Tener recursos
es el producto de esfuerzo. Y no hay mayor paz que la seguridad de estar a cuentas con Dios, y
esto requiere una vida de rendición a Dios.

4. PACIENCIA: Esta es tremenda. La paciencia es simplemente el resultado de pasar cada prueba.

a. “Y no sólo esto, sino que también nos gloriamos en las tribulaciones, sabiendo que la tribulación
produce paciencia; y la paciencia, prueba; y la prueba, esperanza; y la esperanza no avergüenza;
porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos
fue dado.” (Romanos 5.3-5, RVR60)

b. Por eso mientras más viejo somos mas pacientes somos, porque mientras más sufrimos más
paciencia desarrollamos. No es gratis

5. AMABILIDAD Y BONDAD: Es mentira eso de que apenas te conviertes de repente eres una
persona buena. ¡no! Tenemos que disciplinarnos para ser generosos, dar gracias, ayudar a otros.
Nacemos totalmente consumidos por nosotros mismos, por eso romper con el egoísmo es difícil.

6. FE (fidelidad): La fe viene por el oír la Palabra de Dios (romanos 10:17). Cuando estamos en
pruebas y buscamos de Dios tu fe crece muchísimo. La fe ha de ser alimentada día a día o va a
perecer, porque es la fe lo que el Diablo más ataca hoy en día.

7. HUMILDAD: ser humilde no es ser un bobo, o un menso. No, sino que es saber quién soy y que
puedo hacer, y no creerme más ni menos que eso. Se requiere humildad para reconocer que
necesito a DIOS.

a. Muchos creen en Dios, pero como no piensan necesitarlo nunca se reconcilian.

b. La humildad debe matar al orgullo, pero el orgullo es poderoso en nosotros.

8. DOMINIO PROPIO: La única forma de vencer nuestros deseos y pasiones desordenadas, es a


través de Dios, sin él gana la carne. Un psicólogo puede ayudarte en tu mente, pero el verdadero
problema es que el espíritu está muerto, y eso solo Dios lo puede resucitar. No es un regalo, es la
LUCHA constante de cada día, no es una pastilla espiritual que te convierte en sansón y ya está. Es
una batalla constante de decidir agradar a Dios o a mí mismo.

EL obrar del Espíritu

Todas estas virtudes son difíciles de conseguir, toman toda la vida, pero no estamos solos,
TENEMOS AL ESPIRITU SANTO EN NOSOTROS que nos ayuda. A esta ayuda la Biblia la llama
“gracias de Dios”, es ese apoyo, y fuerzas que él nos da cuando parece que ya no podemos más, y
mientras más vivimos en el Espíritu más él puede producir estos frutos en nosotros.

Si piensas bien te vas a dar cuenta que sin la ayuda de Dios, alcanzar toda estas cosas es muy
difícil, pro que no están en el mundo, lo que esta es un amor distorsionado y falso, una alegría
materialista, un paz volátil, no hay fe, solo hay egocentrismo.
Dios nos ha dado a ti y a mi todo lo necesario para alcanzar estas cosas, todas las herramientas,
pero hemos de ponernos a trabajar si queremos ver el resultado en nosotros. Sigue orando por
estas cosas, pero ponle esfuerzo. Cuando tú te atreves a levantar siquiera un dedo entonces le das
el OK a Dios para que el levante todo tu brazo, él es la fuerza dentro de nosotros, pero tenemos
que darle lugar, estar conscientes de que él quiere hacerlo, pero nos toca a nosotros tomar la
iniciativa.

Fruto: De lo que se trata la vida cristiana

¿De qué trata la vida cristiana? Se trata de conocer a Dios y a Su hijo Jesucristo y dar fruto. En el
evangelio de Juan, Jesús dijo:

Juan 15:16

“No me elegisteis vosotros a mí, sino que yo os elegí a vosotros, y os he puesto para que vayáis y
llevéis fruto, y vuestro fruto permanezca; para que todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, él
os lo dé.”

También Pablo dijo en Romanos 7:4

“Así también vosotros, hermanos míos, habéis muerto a la ley mediante el cuerpo de Cristo, para
que seáis de otro, del que resucitó de los muertos, a fin de que llevemos fruto para Dios.”

En la parábola del sembrador Jesús habla de los cuatro diferentes tipos de personas que escuchan
la Palabra de Dios. El segundo y tercero eran aquellos que fueron infructuosos, mientras que en el
último, el loable, es el que “oye y entiende la Palabra, y da fruto; y produce a ciento, a sesenta y a
treinta por uno” (Mateo 13:23).

Por lo cual, lo que Dios planeó para los cristianos no era solamente creer y sin cambio alguno. El
ser solamente un tipo de árbol o dar el mismo tipo de fruto que daban antes. El hecho de que no
demos fruto le importa a Dios. Déjame repetir esto: Dios no tiene la intención de que solo vayas
por la vida. Dio te hizo una criatura única, te dio dones, sí, a ti, únicamente, y te comisionó para
que hicieras una cosa: para que fueras y llevaras fruto. Pronto veremos cómo se hace, pero ten en
mente que Dios ha dado dones a cada uno de sus hijos, desde el más joven hasta el más viejo, del
más podre al más rico, desde el analfabeta hasta el más educado, Él les ha dado dones únicos y
desea que llevemos mucho fruto. Veamos de nuevo lo que el Señor dijo en Juan 15:

Juan 15:8

“En esto es glorificado mi Padre, en que llevéis mucho fruto”

Juan 15:1-2

“Yo soy la vid verdadera, y mi Padre es el labrador... y todo aquel que lleva fruto, lo limpiará, para
que lleve más fruto.”

El Padre se regocija cuando sus hijos producen fruto. Observa que tiene cuidado especial al podar,
limpiar a todos aquellos que llevan fruto para que ¡lleven más! El Padre no quiere más ramas en la
vid... quiere ramas fructíferas, no, ramas ABUNDANTEMENTE fructíferas, ramas que den fruto a su
máximo potencial. Hoy, muchos cristianos se hacen a un lado esperando que alguien más “se
encargue del show” en lugar de ellos. Un “profesional”, porque ellos no son.... “profesionales”,
pero Pedro y los otros – la mayoría de ellos pescadores – del primer siglo no eran profesionales en
ese sentido. ¡No se graduaron de ningún seminario y ni siquiera lo necesitaban! ¡El único título que
tenían era el de pescadores! Hay algunos por ahí que aunque han creído, no se les ve que lleven
fruto en su vida. Una vida cristiana sin cambio, es una vida cristiana sin fruto, son una
contradicción de sí mismos. Y con esto no quiero decir que cristianos apasionados con celo de Dios
y su Palabra no cometen errores, ¡claro que sí!. Pero cristianos apasionados rechazan el llamado
masivo, que dice: “sigue la corriente... es suficiente con ir el domingo al templo, sentarse en la
banca, cantar y escuchar el sermón, luego regresar a casa y olvidarse de todo hasta el próximo
domingo”. Los cristianos apasionados no se arriesgan. No se conforman con menos. Buscan a Dios
y quieren crecer en Él, quieren acercase más y más a Él y a Su Hijo, quieren que Cristo se
manifieste en sus vidas tanto como sea posible. Los cristianos apasionados tienen, valga la
redundancia, pasión por el fruto y visión por Cristo, y la novedad es que Dios quiere que seas como
ellos, quiere que seas un CRISTIANO APASIONADO o por decirlo de otra forma un cristiano con
pasión por Dios. Un cristiano caliente, no uno tibio (Apocalipsis 3:15), que seas una rama fructífera
que florece y da fruto a su máxima potencia. De eso se trata la vida cristiana.

Fruto: ¿Qué es?

Para ponerlo fácil yo diría que fruto es una vida cambiada, centrada en Cristo, una vida a la que
hemos muerto a nosotros mismos para que Cristo viva a través de nosotros (Gálatas 2:19-20). Una
vida que busca complacer a Dios y no a uno mismo o a la gente; una vida cuyo tema central y
prioridad es Dios. Veamos lo que dice la Escritura:

Gálatas 5:22-25

“Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe mansedumbre,
templanza; contra tales cosas no hay ley. Pero los que son de Cristo han crucificado la carne con
sus pasiones y deseos. Si vivimos por el Espíritu, andemos también por el Espíritu.”

Lo que quiere decir con espíritu es el nuevo hombre, Cristo en nosotros. Vivir de acuerdo al nuevo
hombre produce el fruto mencionado en los versículos anteriores, el carácter del nuevo hombre es
el que Cristo tiene. Leamos Efesios 2:10:

“Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó
de antemano para que anduviésemos en ellas.”

Dios ya ha preparado de antemano las buenas obras en las cuales debemos andar. A cada uno de
nosotros nos ha dado dones únicos, como un árbol plantado y destinado a dar fruto. El objetivo de
esto es complacer al Padre y llevar fruto. Como 1 de Pedro 4:7:11 dice:

“Más el fin de todas las cosas se acerca; sed, pues, sobrios, y velad en oración. Y ante todo, tened
entre vosotros fervientemente amor; porque el amor cubrirá multitud de pecados. Hospedaos los
unos a los otros sin murmuraciones. Cada uno según el don que ha recibido, minístrelo a los otros,
como buenos administradores de la multiforme gracia de Dios. Si alguno habla, hable conforme a
las palabras de Dios; si alguno ministra, ministre conforme al poder que Dios da, para que en todo
sea Dios glorificado por Jesucristo, a quien pertenecen la gloria y el imperio por los siglos de los
siglos. Amén.”
Filipenses 1:9-11

“Y esto pido en oración, que vuestro amor abunde aun más y más en ciencia y en todo
conocimiento, para que aprobéis lo mejor, a fin de que seáis sinceros e irreprensibles para el día
de Cristo, llenos de frutos de justicia que son por medio de Jesucristo, para gloria y alabanza de
Dios.”

Los frutos de justicia “son por medio de Jesucristo” no por nuestras fuerzas. Además, su resultado
es la gloria y alabanza de Dios. Como Jesús explica en Juan 15, Él es la vid y nosotros los pámpanos:

Juan 15:4-5,8

“Permaneced en mí, y yo en vosotros. Como el pámpano no puede llevar fruto por sí mismo, si no
permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí. Yo soy la vid, vosotros los
pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto; porque separados de mí
nada podéis hacer. En esto es glorificado mi Padre, en que llevéis mucho fruto, y seáis así mis
discípulos.”

Producir fruto, presupone que somos permanentes en la Vid. Y nosotros no somos la Vid. ¡Es
Cristo! Nosotros somos los pámpanos, es imposible para un pámpano producir fruto si no
permanece en la Vid. Del mismo modo con nosotros, es nuestra unión con Cristo la que puede
hacernos, los pámpanos, producir fruto. En este caso, los pámpanos no son nada más que la forma
en que la Vid produce fruto. Ministrar y ejercer las buenas obras que Dios preparó para nosotros
presupone, por lo tanto, una relación apasionada con el Señor Jesucristo, a quien queremos
complacer. El enfoque no es precisamente en las obras mismas sino en Cristo, y a través de
nuestra unión con Él, como permanecemos en Él, “por medio de Jesucristo” como la epístola de
Filipenses dice, el fruto se hace evidente.

Avanzando un poco más en esto, Cristo habló de falsos profetas y dijo que los reconoceremos por
sus frutos.

Mateo 7:15-20

“Guardaos de los falsos profetas, que vienen a vosotros con vestidos de ovejas, pero por dentro
son lobos rapaces. Por sus frutos los conoceréis. ¿Acaso se recogen uvas de los espinos, o higos de
los abrojos? Así, todo buen árbol da buenos frutos, pero el árbol malo da frutos malos. No puede
el buen árbol dar malos frutos, ni el árbol malo dar frutos buenos. Todo árbol que no da buen
fruto, es cortado y echado en el fuego. Así que, por sus frutos los conoceréis.”

La Palabra habla sobre los falsos profetas (Mateo 7:5), falsos Cristos (Mateo 24:24), falsos
apóstoles (2 Corintios 11:13), falsos hermanos (Gálatas 2:4, 2 Corintios 11:20), falsos maestros (2
Pedro 2:1), obreros fraudulentos (2 Corintios 11:13). Hay algo para identificar a este tipo de
personas, me refiero al ¡fruto!, y el fruto bueno solo puede venir a través de “Jesucristo”.
Cualquier otro árbol, aunque pueda ser que hable de Dios, incluso de Cristo, puede producir fruto
falso.
De esta manera, mi querido hermano o hermana, me gustaría animarte a buscar a Dios con todo
tu corazón; a que apasionadamente busques crecer en tu relación con nuestro Dios vivo para
luego ocuparte en lo que sea que Él haya preparado para ti. El fruto del espíritu se llama asi
porque el árbol es el Espíritu Santo, la nueva criatura, Cristo en nosotros. Permanece en Cristo,
porque el que permanece en Cristo y Cristo en él solo puede producir una cosa: ¡mucho fruto!

Fruto: Podar

No sé mucho de jardinería, pero sé desde que estaba en la escuela que para que una planta pueda
producir fruto necesita ser podada de vez en cuando. Como quiera ésta no es una definición
completa. Buscando en internet encontré la siguiente definición en wikipedia:

“Podar es el proceso de recortar un árbol o arbusto. Hecho con cuidado y correctamente, la poda
puede incrementar el rendimiento del fruto; así, es una práctica agrícola común. En producción
forestal se emplea para obtener fustes más rectos y con menos ramificaciones, por tanto de mayor
calidad. En arbolado urbano su utilidad es, por un lado, prevenir el riesgo de caída de ramas, y por
otro controlar el tamaño de árboles cuya ubicación no permite su desarrollo completo.”

Toda planta necesita ser podada. Toda planta necesita del agricultor que la podará y dirigirá su
crecimiento a la forma deseada, el cual cuidará de su salud y removerá las partes dañadas y la
limpiará para que así produzca más fruto. Lo mismo es una verdad para nosotros como ramas de
la Vid que es el Señor Jesucristo. Nosotros también necesitamos ser podados y ¿qué crees?
¡Nosotros también tenemos un agricultor que se encarga de ello! De nuevo Juan 15 dice:

Juan 15:1-2

“Yo soy la vid verdadera, y mi Padre es el labrador. Todo pámpano que en mí no lleva fruto, lo
quitará; y todo aquel que lleva fruto, lo limpiará, para que lleve más fruto.”

El Padre es quien se encarga de podar. Recuerda que es necesario podar, ¡se tiene que hacer! ¡Sin
este importante proceso no podemos crecer! Y afortunadamente contamos con alguien que cuida
de ello: nuestro Padre. El vigila como buen y cuidadoso agricultor e interviene dirigiendo nuestro
crecimiento removiendo obstáculos y limpiándonos ¡para que podamos producir más fruto! ¿¡No
te parece maravilloso!? Producir fruto es el resultado de permanecer en Cristo; producir al
máximo es una tarea de la cual el Padre se encarga al podarnos. Es nuestro deber permanecer en
la Vid y es tarea del Padre encargarse de cualquier poda que sea necesaria para incrementar
nuestra productividad.

Creo que Hebreos 12:11 nos dice lo mismo pero con diferentes palabras, veámoslo a continuación:

Hebreos 12:11

“Es verdad que ninguna disciplina al presente parece ser causa de gozo, sino de tristeza; pero
después da fruto apacible de justicia a los que en ella han sido ejercitados.”

Aquí el autor habla sobre disciplina y como él dice, ninguna disciplina parece ser causa de gozo al
presente. Por el contrario, ¡es dolorosa! Me parece que lo mismo sucede al podar. Cuando el
agricultor poda pues tiene que cortar pedazos de la planta, tiene que remover partes enfermas o
dañadas, partes que le quitan vida y ni siquiera son útiles para ella. Podar significa que algo tiene
que ser cortado. Algo que era normal deja de serlo; el agricultor ha interferido y lo corta. La
disciplina es lo mismo, ¿o no? Nosotros disciplinamos a nuestros hijos y podamos nuestras plantas,
ambas cosas se hacen con el mismo objetivo: hacer que los hijos sean mejores, hacer que las
plantas sean más fructíferas. Y cuando Dios disciplina a sus hijos puede que en el momento sea
doloroso, pero para todos aquellos que aprenden la lección el resultado de este proceso lleva a
producir FRUTO, fruto apacible de justicia como dice en Hebreos. Después de todo, ésto es algo
que el Padre debe hacer, porque ésta es la tarea que todo Padre que ama a a sus hijo tiene que
llevar a cabo, y Él nos ama profundamente. Por lo cual, la lección es la siguiente.- así como las
plantas tienen a los agricultores para que las poden y así produzcan más fruto, del mismo modo,
nosotros tenemos a nuestro amado Padre Celestial quien se encarga de los asuntos de podar, para
que al permanecer en Cristo llevemos más fruto.

Fruto: Prioridades y vida infructuosa

Producir mucho fruto trae, como vimos, toda la gloria a Dios. Para lo cual necesitamos, como ya
hemos visto en las Escrituras, permanecer en la Vid, esto es, permanecer en el Señor Jesucristo. El
anhelar apasionadamente una relación más íntima con Él, así como satisfacerlo y complacerlo. Si
éste es el propósito, el esfuerzo de nuestra vida, entonces mucho más fruto saldrá de ello. Pero es
obvio que esto implica que Dios y su agenda tienen que tener prioridad número uno en nuestras
vidas, o por ponerlo de otra manera: si hay algo que pone en riesgo nuestra “producción de fruto”
sería el peligro de distraerse de la Vid (Cristo) a otras cosas. Como Jesús dijo en Mateo 6:24-34:

Mateo 6:24-34

“Ninguno puede servir a dos señores; porque o aborrecerá al uno y amará al otro, o estimará al
uno y menospreciará al otro. No podéis servir a Dios y a las riquezas. Por tanto os digo: No os
afanéis por vuestra vida, qué habéis de comer o qué habéis de beber; ni por vuestro cuerpo, qué
habéis de vestir. ¿No es la vida más que el alimento, y el cuerpo más que el vestido? Mirad las aves
del cielo, que no siembran, ni siegan, ni recogen en graneros; y vuestro Padre celestial las
alimenta. ¿No valéis vosotros mucho más que ellas? ¿Y quién de vosotros podrá, por mucho que
se afane, añadir a su estatura un codo? Y por el vestido, ¿por qué os afanáis? Considerad los lirios
del campo, cómo crecen: no trabajan ni hilan; pero os digo, que ni aun Salomón con toda su gloria
se vistió así como uno de ellos. Y si la hierba del campo que hoy es, y mañana se echa en el horno,
Dios la viste así, ¿no hará mucho más a vosotros, hombres de poca fe? No os afanéis, pues,
diciendo: ¿Qué comeremos, o qué beberemos, o qué vestiremos? Porque los gentiles buscan
todas estas cosas; pero vuestro Padre celestial sabe que tenéis necesidad de todas estas cosas.
Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas. Así
que, no os afanéis por el día de mañana, porque el día de mañana traerá su afán. Basta a cada día
su propio mal.”

Los gentiles, los incrédulos, son los que se preocupan por qué comer, beber o vestir; pero esto no
tiene porqué pasarnos a nosotros; para nosotros, lo primero, la prioridad número uno, lo que
debemos poner primero, es el reino de Dios y su justicia.

Hoy más que nunca, hay cientos de cosas que suplican nuestra atención y compiten por nuestro
tiempo, Ahora más que nunca se nos ofrecen cientos de opciones. No ha habido una era en la que
un individuo ha tenido tantas opciones. Al prender el televisor se puede escoger entre cientos de
canales o al ir a una tienda de videos las opciones a seleccionar también son muy vastas; se puede
pasar el tiempo navegando en internet escogiendo entre miles de páginas. No ha habido una era
donde un individuo haya tenido tantas opciones en tantas tentativas, las cuales podría fácilmente
seguir, pero tan bueno como esto sea todas estas tentativas luchan por nuestro tiempo; luchan
por un lugar en nuestra lista de prioridades, luchan por un lugar en nosotros. Me encanta ver
películas, pero cuando veo muchas, el tiempo se me va, y me arrepiento porque luego termino no
teniendo suficiente tiempo con Dios y sin tiempo suficiente para hacer las cosas que me ha
llamado a que realice. Me encanta navegar por internet de página en página viendo cosas que me
gustan, pero la cosa es que si le dedico a eso mucho tiempo luego mi tiempo con Dios acaba en
nada. Tengo que mantenerme a raya, porque mi esfuerzo, mi único esfuerzo real y valioso es
servir únicamente a Dios. Ahora, en esta era de múltiples opciones, más que nunca, tenemos que
tener muy presente nuestra prioridad número uno, el propósito de para qué estamos en esta vida.
Y esto no es nada más que producir mucho fruto para la gloria del Padre. No es otra cosa más que
conocer a Dios y tener comunión con la Vid, Cristo, y a través de Él producir fruto para la gloria del
Padre. Y éste objetivo no ha cambiado, es lo mismo ahora que hace 2000 años.

Quiero agregar algo más antes de concluir: Jesús dijo en la parábola del sembrador, sobre la
tercera categoría, que es la que escucha la Palabra de Dios:

Marcos 4:3-4, 7

“Oíd: He aquí, el sembrador salió a sembrar; y al sembrar… Otra parte cayó entre espinos; y los
espinos crecieron y la ahogaron, y no dio fruto.”

y la explicación: Marcos 4: 14, 18-19

“El sembrador es el que siembra la palabra…. Estos son los que fueron sembrados entre espinos:
los que oyen la palabra, pero los afanes de este siglo, y el engaño de las riquezas, y las codicias de
otras cosas, entran y ahogan la palabra, y se hace infructuosa.”

La Palabra fue sembrada pero se hizo estéril , infructuosa. ¿Por qué? Porque otras cosas entraron
y acabaron con ella. ¿Qué cosas? Los afanes, el engaño de las riquezas y lo que en general es
llamado como los deseos por otras cosas. Todo esto no es más que distracciones que roban el
fruto y en este caso lo roban completamente. Al final del día tenemos que decidir a quién vamos a
servir, qué queremos hacer con nuestras vidas. ¿Queremos pasarnos la vida en distracciones
infructuosas, en lo que el mundo “los gentiles”, buscan? O ¿queremos que nuestras vidas
produzcan fruto, mucho fruto para la gloria de Dios? ¿Qué escoges? Yo he escogido la segunda.
CONDICIONES PARA LLEVAR FRUTO

Juan 15:1-9

Introducción: De acuerdo a las Escrituras es un mandato que nosotros llevemos fruto. El buen
fruto es lo que distingue al cristiano como tal ya que el cristiano no se distingue por lo que piensa
ser, ni por lo que proclama ser, sino por lo que es. Si el mandato es llevar fruto, surge la pregunta:
¿Cuáles son las condiciones necesarias para llevar fruto? ¿Qué se necesita?

Hoy estaremos hablando de las condiciones para llevar fruto, porque en este año queremos ser
fructíferos para la obra del Señor.

I. Tener contacto con el agua

A. El salmo 1:3 dice: “Será como árbol plantado junto a corrientes de aguas, Que da su fruto en
su tiempo…”

Estando en Cristo y recibiendo del río que fluye, si vida prosperará y será guiado a la perfección.

B. Cristo dijo: “Si alguno tiene sed venga a mí y beba” Juan 7:37

II. Ser terreno preparado.

A. “Pero parte cayó en buena tierra, y dio fruto, cuál a ciento, cuál a sesenta, y cuál a treinta por
uno.” Mateo 13:8

a. Una semilla puede ser muy buena pero si el terreno no sirve se pierde.

b. El evangelio únicamente fructifica en aquellos corazones que son dóciles a la palabra.

B. “Más el que fue sembrado en buena tierra, éste es el que oye y entiende la palabra, y da fruto;
y produce a ciento, a sesenta, y a treinta por uno.” Mateo 13:23

a. La buena tierra significa aquí la disposición de oír y entender la Palabra de Dios.

b. Si una persona no tiene interés en entender y escuchar lo que Dios tiene que decirle, es
imposible que produzca buenos frutos.

III. Morir al Mundo.

A. La relación que existe entre morir para dar fruto la dijo Cristo con las palabras: “De cierto, de
cierto os digo, que si el grano de trigo no cae en la tierra y muere, queda solo; pero si muere, lleva
mucho fruto.” Juan 12:24

a. Cristo aquí habla de su muerte para traer una gran cosecha de almas, sin embargo ilustra la
verdad de que es necesario morir a fin de producir.

b. El cristiano para poder dar fruto tiene que morir al mundo.

B. Esta verdad se presenta en Romanos: “Así también vosotros, hermanos míos, habéis muerto a
la ley mediante el cuerpo de Cristo, para que seáis de otro, del que resucitó de los muertos, a fin
de que llevemos fruto para Dios.” Romanos 7:4
IV. Ser podado Constantemente.

A. “y todo aquel que lleva fruto, lo limpiará, para que lleve más fruto.” Jn. 15:2b.

a. El hecho de podar sugiere que cualquier rama que este fructificando y empieza a secarse tiene
que ser podada para seguir fructificando.

b. Si alguna rama se infecta con una plaga o si empieza a marchitarse requiere que se corte la
parte afectada.

2. “En cuanto a la pasada manera de vivir, despojaos del viejo hombre, que está viciado conforme
a los deseos engañosos,” Efesios 4:22

V. Permanecer en Cristo

A. “Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él, éste lleva mucho
fruto; porque separados de mí nada podéis hacer.” Juan 15:5

a. Es imposible que un cristiano que este separado de Cristo pueda dar buenos frutos.

b. El Señor lo dijo con las palabras: “…Porque separados de mi nada podéis hacer” Jn. 15:5

B. Los buenos frutos que el cristiano puede llevar después de todo son producidos por Cristo y
por el Espíritu Santo, no son frutos que el puede producir por si mismo.

a. “llenos de frutos de justicia que son por medio de Jesucristo, para gloria y alabanza de Dios.”
Filipenses 1:11

b. “Más el fruto del Espíritu…” Gálatas 5:22

1. Conclusión: La pregunta con la que empezamos este sermón fue ¿Cuáles son las condiciones
necesarias para llevar fruto? La respuesta es: 1. Tener contacto con el Agua, 2. Ser terreno
preparado o sea tener un corazón dócil; 3. Morir al mundo, esto es dejar de hacer lo malo; 4. Ser
podado constantemente, esto es irse desprendiendo de aquellas cosas que no son saludables en
nuestra vida espiritual; 5. Permanecer en Cristo, esto es dejar que la vida de Cristo haga de
nosotros una vida fructífera en El.

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