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]; compilado por
Mariano Ramirez ; fotografías de Learte Colectivo Cultural ; diseño de portada por Maximililano Neila;
prólogo de Bettina Martino; corrección de Noelia Bastías.- 1a ed.- Ediciones Gorjeos; Mendoza: 2020.
Autores:
Mariano Ramirez
Maximiliano Neila
Mabel Rodriguez
René Gatica
Ana Julia Llull
Luisina Barcenilla Simón
Claudio Castillo
Marcela Rosales
Gastón Peralta
Victoria Paganini
Héctor Omar Méndez
Vanina Regner
Rodrigo Lucero
Gianina Moyano
Gisel Lemos
Katia Tabarelli
Marcos Perez Linares
Prólogo
Dra. Bettina Martino
Diseño de Tapa
Maximiliano Neila
Corrección
Prof. Noelia Bastías
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No sabía que Learte se había transmutado. Cuando Mariano me pidió
prologar este libro, además de una enorme alegría por el convite, sentí que
era una gran oportunidad para hablar de una experiencia que admiraba -
aunque sin formar parte- y cuya forma de funcionar y actividad miré
siempre con interés y antojo.
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que creemos propiedad de sus gestores y que es tan “de todos” que
finalmente no es de nadie y por eso muere un poco cada día.
¿Por qué cito estas dos instantáneas? Porque es así como puedo resumir la
originalidad que yo avizoraba en Learte: el atravesamiento del espacio
público a partir una forma distinta de pensar y hacer cultura. Las creaciones
no eran individuales, los espacios eran los bares, la calle y los lugares de
intervención eran los de tránsito. En Learte no había stand, ni escenario, ni
marquesina. Ni dádiva de turno ni mercado ni merchandising. La cola del
banco, la plaza, los pasillos, el colectivo, la vereda, la escuela, la carpa y la
poesía siseando el espacio público. “Esto está mal”, diría el burócrata. No se
puede gestionar la cola del banco ni justificar los dineros públicos si las cosas
se hacen con una mantita en el suelo, no, no.
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expresaron en una entrevista-, pues entonces ellxs irían al encuentro de la
gente. De ahí ese gustito a juglaría, ese sabor a insolencia y desparpajo para
tomar lo público por asalto. Entre los juglares había ricos y pobres,
noctámbulos, vagabundos, cultos, desheredados y habitués de tabernas. El
juglar personifica, recita lo propio y lo ajeno, recorre, no se queda quiero y
-lo más importante- no es del gusto de cultos, clérigos y legisladores porque
se mueve en los territorios de lo popular. El juglar informa y entretiene,
tiene talento poético y un estilo coloquial, toma la calle y gana la atención
con su alegría y haciendo malabares con palabras.
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Frente a la difícil tarea de generar espacios de cultura en nuestra provincia,
es necesario celebrar que Learte haya existido y que la experiencia pueda
ser relatada con sus logros, virtudes y tropiezos, sin idealizaciones. En cada
texto hay un trabajador o una trabajadora del arte contando los pormenores
de un oficio y una forma de practicarlo que puede ser inspiración para
muchxs otrxs. En un contexto en el que domina la “cultura del elegido”,
Learte sostiene el trabajo colectivo como un ser-con-otros indivisible.
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Desde el momento en que se conformó ese agrupamiento de individuos,
luego convertido en grupo consolidado, y posteriormente devenido en
colectivo cultural, fui tomando notas de lo que hacíamos.
Con el tiempo, ese libro de actas fue pasando a otros integrantes del grupo,
quienes continuaron anotando lo que hacíamos; cada uno, con su propia
impronta.
Llevados unos años, algunos de los que integramos Learte nos dimos la
posibilidad de escribir más detalladamente un historial que nos sirvió para
presentar algunos proyectos, pero sobre todo, para sabernos hacedores de
tanta diversidad de producciones, metodologías e intervenciones culturales
-
en un territorio donde el arte y la cultura sólo sobreviven si están vinculadas
a las políticas de turno o a las exigencias del mercado.
En el libro encontrarán una primera parte con textos de ficción y otra con
textos más analíticos y descriptivos. Sin embargo, tanto ficción como
descripción y análisis van dando cuenta de distintos momentos de la
experiencia Learte.
1 Algunos integrantes dicen que fue más tiempo y otros aún abogan por su existencia.
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Entre los textos ficcionales, podrán leer nuevamente y de corrido la serie de
relatos que abrían cada capítulo del libro Siete Martes Siete, publicado en
el 2014. En esta ocasión he denominado Impostar a esa serie.
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Los agentes de seguridad del lugar comenzaron a sospechar sobre aquella
situación. Desde comienzos del verano, la continuidad del día, horario y
lugar dieron indicios acerca de lo que se pensaba. Para justificar un posible
allanamiento, el jefe de la seccional 15 ordenó a dos de sus hombres que
colocaran una cámara de seguridad en la esquina del Banco Nación
apuntando hacia el sur. La imagen ofrece un plano general largo de la vereda
este de la calle San Martín. Allí, se reúne habitualmente un grupo de
personas haciéndose pasar por artistas literarios que charlan en mesas de
café. La cámara, apostada desde el domingo por la noche, se conectó al
sistema Tetra de la provincia al mediodía del martes siguiente. El comisario
Estabriola se sienta frente a la pantalla para observar detenidamente los
movimientos de los supuestos escritores del lugar. Su dedo índice junto a su
pulgar acarician sus bigotes con la parsimonia característica de un
investigador avezado. Las agujas del reloj pulsera de Estabriola marcan las
ocho de la tarde. Y es, en ese mismísimo momento que llega el primer
integrante de la supuesta banda reconocido como Santiago Omar Alonso.
Las investigaciones previas lo identifican como un frustrado empresario de
la madera actualmente dedicado a la docencia. Casi al unísono llegan los
demás a la mesa y comienza la reunión. El comisario va tomando nota de
todo lo que le llama la atención. Puede leerse de su puño y letra las
siguientes apreciaciones:
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El sujeto Alonso no suelta nunca esos libritos que lleva y trae. Uno de los
sujetos trae una bolsa negra con un aparato de radio que entrega a otro
sujeto. Uno más llega y saca de su mochila un cuaderno, una caja con
lapiceras, anota y anota. Otro viene con una valija, se la señala a los demás,
y se va con ella. Luego, una de las mujeres le entrega una guitarra eléctrica
al sujeto de la valija. Otra de las sospechosas saca de un bolso ropajes que
ofrece al resto. Uno de los más jóvenes viene y va por la vereda hablando
por teléfono. Otro, entra y sale del bar como dando órdenes a los mozos. Dos
parejitas de jóvenes muy calladas solamente escuchan. Por último llega una
pareja mayor, sujeto masculino alto, sujeto femenino talla normal, cabello
corto, aparentemente mayor de 50.
Ante tales evidencias, hasta el narrador más distante se siente atraído por
esta historia. Es inevitable anticipar lo que el comisario está elucubrando
después de su avistaje. Pero por ahora no voy a decir más, sólo contaré lo
que ocurrió el día siguiente entre el comisario y sus dos colaboradores:
Sanchex y Lópex.
Fíjense bien esa forma de saludar que tiene Alonso, agarra la mano de los
demás con sus dos manos. Debe ser señal de pertenencia a una logia.
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Sánchex, averigüe lo que hay de saludos masónicos. Vea bien, Lópex, el autor
de los libros de Alonso, necesito saber qué hay sobre este Lorca, y su
vinculación con las mafias, y de paso comience a leer poesía que no le viene
mal. Miren lo que intercambian esos tipos, una radio y una guitarra, ahí
dentro deben llevar algo. Sánchex, llame inmediatamente a Zapata e
informe que se detenga a todos los que traen o llevan guitarras y aparatos
de radio. Lópex, qué piensa de esa ropa que vende la morocha. No piense
Lópex, actúe, pregunte al coreano de la tienda si no le falta algo. Ese del
teléfono me preocupa, parece que tuviera llamadas gratis con todos sus
contactos. Sánchex, hable con el Juez Ongarte, pídale que intervenga su
línea y se queda escuchando las conversaciones las veinticuatro horas. Y
Lópex, pídale al intendente Oveiro la clausura momentánea de ese bar. No,
mejor no, a ver si él también está involucrado en el caso. Ya sé Lópex, mejor
sígame al grandote ese que parece ser el jefe de la mafia local sospechoso
de tráfico de golosinas. Y a las parejitas por ahora las vamos a dejar de lado,
esos pibes deben ser aprendices nomás. Dígale a su mujer Sánchex, que se
le acerque al de la valija, aparentemente tiene una debilidad por las mujeres
y seguro le pasa data. Y usted Lópex, consígame ese cuadernito que ahí debe
haber información de mucha utilidad.
Los dos agentes salieron urgidos por conseguirle a su jefe todo lo pedido.
Sánchex y Lópex estaban convencidos de poder derribar a esta banda de
mafiosos. Lo que todavía no sabían bien, ni siquiera Estabriola lo tenía
presente, es a qué se dedicaban estos tipos, de qué vivían, cómo hacían para
estar sueltos todavía. Si yo como narrador pudiera intercambiar palabras
-
con mis personajes, tal vez podría ayudar a resolver este caso. Pero esa no
es mi tarea. A ellos les pagan para investigar y yo me dedico a escribir,
aunque no me paguen.
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La siesta me pegó tan fuerte que todavía tengo un ojo con pocas ganas de
abrirse para comenzar a escribir este relato. Entonces, me lavo la cara y le
pongo unas hojas de coca al mate para que me despeje. Así puedo recordar
mejor los hechos que ocurrieron con mis personajes.
Sánchex y Lópex, que son dos personas distintas no como Ortega y Gaset,
llegaron juntos a la oficina de la seccional 15 con sus informes preparados
para el exigente Comisario Estabriola.
Una de las parejas jóvenes fue identificada por un efectivo policial que
custodiaba el anfiteatro durante la Fiesta de la Tonada. Se trata de la chica
flaca alta que anda con el morocho de la moto. Se los vio junto al pelado del
cuaderno. El efectivo declaró haberlos visto en una actitud de violencia
declamativa hacia la fuerza policial. Ante un amedrentamiento de los
uniformados, huyeron despavoridos bajo la orden del pelado que bajó la
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guardia rápidamente. Aunque en otras oportunidades, a la flaca se la ha
visto agitando personas con un megáfono en la plaza departamental y en
actitud similar en el pueblo vecino seguida por una horda de estudiantes. No
es tan insignificante, ni siquiera parece tan aprendiz esa piba. Parece más
bien, una de las más peligrosas. Por eso Comisario, me tomé el atrevimiento
de investigarla más. Es que se la vincula con una secta maléfica que opera
en el interior de un partido político. Sin ir más lejos, hace pocos días envió su
afiliación al Partido Socialista para pasar desapercibida, aunque sus
acciones hablan de un complot interno en esa organización. Esta gente es
más pesada de lo que parece. Son peces gordos y van por porciones
importantes de poder.
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decisiones. Y ¿a quién le conviene que la gente deje de pensar? Exactamente
lo que están pensando. A los que buscan y tienen el poder.
Deje de tanta vuelta Lópex y vamos al grano. ¿Qué tiene que ver con esto el
grandote?
Claro jefe. Esta gente se mueve con aspectos simbólicos como las logias de
las que usted sospecha. Lo que a mí me parece es que si combinamos los
datos que traemos con Sánchex podemos inferir que el objetivo está en la
obtención del poder local. Lea la afiliación partidaria de la flaca y el agite
que genera en los espacios públicos, el emborrachamiento de la población,
y espere que le cuente algo más. Dije que también tenía algo sobre la señora
del grandote. La mujer casi no está en su casa. Y pasa mucho tiempo en una
escuela de la frontera argentino-chilena. A todas luces podríamos decir otra
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vez: tráfico. Pero escuchen esto. Hace unos años protagonizó la fundación
de un núcleo anti-oficial que pretendía derrocar a las autoridades culturales
del lugar. Y ¿qué es lo que hace esta mujer en la frontera? Nada más y nada
menos que negociar con los puesteros la crianza y faena de chivos para darle
de comer a los mismos que emborracha el marido. Redonda la ronda ¿no?
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No les quisiera contar la rabieta que me llevé durante toda la semana con
los tres personajes principales del relato. Todos quisieron sobornarme para
que les dé más protagonismo en esta entrega. Y como siempre hago lo
contrario de lo que me piden, apenas si voy a nombrar a alguno en una
escenita como para que diga hola. Y si a alguno de ellos le doy más
importancia, no va a ser para que quede bien parado, aclaro. Mejor,
vayamos a la cuestión que nos aboca sin más prólogos.
La tarde soleada del otoño lugareño brilla con ese característico ocre. En la
vereda, Magdalena barre las hojas mientras mueve la lengua con sus
vecinas. Tan entusiasmada está Magdalena que no percibe la llegada de su
marido hasta que escucha el estornudo característico de su alergia en esta
época del año. El sol baja y la pareja entra por la puerta del garaje hasta
sentarse cómodos en el living de la casa. La mujer mira sorprendida a su
marido, porque como agente de investigaciones de la comisaría 15, siempre
ha llegado directamente a bañarse y esta vez se sentó con postura de
ponerse a conversar.
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Mirá Madi, esta vez se trata de algo groso.
Estamos siguiendo a una banda de tipos que se las dan de escritores pero
sospechamos que están vinculados a una logia o secta religiosa o algo por
el estilo y que se están organizando para mandarse una macana como tomar
por asalto el poder político o robar un banco, no está clara todavía la causa,
pero queremos evitar que el mal irrumpa y para esto, tenemos que terminar
con ellos cueste lo que cueste.
Hay uno de los individuos que puede estar vinculado con el narcotráfico y
ese puede ser el origen del financiamiento de esta banda.
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Dejame hablar mujer, no sólo hay que seguirlo sino que tenés que acercarte
y entablar diálogo con él.
Esto es distinto Madi, esta vez tengo miedo, tratá de no engancharte del
todo.
Sí, claro, cada vez que has tenido que investigar a alguien has vuelto, pero
después de acostarte con los tipos varias veces.
Por más que barra la vereda junto a sus vecinas, Magdalena mantiene la
figura propia de los veinte años menos que le lleva a su marido. Después de
la charla que tuvieron en el living, la curvilínea mujer dibujó una sonrisa casi
imperceptible. Solamente un narrador hábil como yo podría darse cuenta
de esos detalles. Se encaminó hacia el baño y comenzó la tarea denominada
-
“preparativos para la operación acercamiento”, es decir, maquillaje,
peinado y perfume. Agarró una carpeta que su marido le dejó en la mesa
del comedor y salió dejando escuchar el taconeo de sus botas de carpincho.
Si damos vuelta a la cuadra está el Hotel San Luís y dicen que hay unos
espejos enormes.
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La noche se ha figurado de luna llena. Ladran los perros su tristeza. Y yo aquí,
compartiendo un café con el comisario Estabriola, sentado en un rincón de
la derruida oficina policial. Cómo me cuesta entender el horario de trabajo
de esta gente. Ya sé que a los escritores nos gusta ponernos a escribir
durante la noche, pero cuando sale el sol preferimos dormir por largo rato.
En cambio el comisario y su gente tienen esos turnos de cuarenta y ocho por
veinte cuatro que no puedo siquiera imaginarlo. En otros momentos de mi
vida he pasado cuarenta y ocho horas despierto, pero el cuerpo ahora no es
el mis mo y justo cuando me dispongo a contar las intrépidas aventuras de
mi juventud alguien golpea la puerta del despacho del comisario. El café me
tambalea en la mano y mis tobillos rezongan de frío.
-
¡Quiero al dueño de ese lugar sentado aquí antes que aparezca el sol,
espabílese que tiene trabajo, retírese que estoy ocupado!
Buenas noches señor, soy el comisario Estabriola y estoy seguro que usted
puede tener información útil para mi investigación ¿conoce usted a unos
sujetos que supuestamente son escritores y andan casi siempre juntos?
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Sé que usted también anda en esas cosas, pero tengo certezas de su limpieza
moral. Quisiera saber si sospecha algo de ellos tal vez mafia, logias, trifulcas
o algo por el estilo.
Si usted se refiere a unos que echan palabras hasta por los codos, pues sí
señor, los conozco, bebedores empedernidos de sueños, caminantes de
utopías, labradores de anhelos en noches de lunas azules, rufianes pensé al
conocerlos, trasnochados ebrios de metáforas, alucinados cantando al amor
mientras les tirita la sangre que cae en páginas blancas.
Así son, gente embustera. Vienen engañando a mucha gente desde hace
tiempo. Aún no podemos dar con ningún dato que nos permita detenerlos,
pero al menos usted nos ha dado una pista más, ha dicho que tienen un
muerto puesto.
Yo no dije eso.
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Dijo que habían derramado sangre, ¿eso no los hace autores materiales de
un homicidio?
Es un recurso alegórico, una forma de decir algo sin decirlo, pura poiesis.
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Cada vez que vuelvo del supermercado tengo la manía de cruzar la plaza
pisando dos baldosas hacia adelante y una hacia la izquierda. Cuando llego
al borde del camino los pasos se desplazan dos hacia adelante y uno hacia
la derecha. Y así todo el trayecto símil caballo de ajedrez. Los juegos de mesa
son mi debilidad, pero los de lógica me vuelan la cabeza. Aparentemente no
soy el único. Al comisario Estabriola se lo ve muy entretenido con más luz
que de costumbre en su habitual oficina tratando de resolver alguno de
estos juegos.
Si en la fila está el cinco al lado tiene que ir el dos pero el dos está en la
columna, entonces la alternativa es el cuatro. Sí, el cuatro no está en la
columna y aquí calza bien, entonces será en la fila siguiente.
¿Qué hace jefe? Con tanta tarea por hacer y usted jugando al sudoku.
Sánchex le trae novedades y yo vengo a acompañarlo nomás.
Sí comisario, pero antes me veo obligado a decirle que mis datos requieren
de usted una decisión inmediata.
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Los ayudantes se miran entre sí mostrando gestos de relajo. Si en esta
escena cambio el plano medio por un primerísimo primer plano podría
vislumbrar una sonrisa muy parecida a la de los enamorados cuando se
miran cómplices ante algo que para el resto de los mortales resulta
insignificante. Así y al unísono, Sánchex y Lópex le dan la noticia al
comisario.
Es tal la empatía entre los agentes que sus palabras se oyeron como una
suave melodía.
¿Recuerda al sujeto del bar? Sí, el dueño o medio jefe, ese que mandoneaba
a los meseros. Bueno, él es cómplice de la banda y se lo vio esta mañana en
Tunbarato reunido con funcionarios del municipio. Pero hay algo más. Si su
memoria lo acompaña tendrá presente a una de las mujeres de la banda, la
de la guitarra eléctrica y los tatuajes. Sí, no haga esas señas comisario, la
flaca, sí. Pues, al parecer hubo algún problema interno y se abrió o la rajaron.
No, por favor, no piense de esa manera, quiero decir que ya no está más con
los escritores. Por lo que cayó a la comisaría a hacer la denuncia de todo lo
que sabe y está dispuesta a colaborar con nosotros a cambio de libertad. La
flaca me dio el dato y pude seguir al del bar. Con mis binoculares alcancé a
leer en sus labios una frase reveladora: “estaremos todos aquí el viernes a
las veintidós treinta”.
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Buen trabajo Sánchex. Y usted Lópex hace varios días que no trae informes
y anda detrás de Sánchex como perrito faldero. Muévase por su cuenta o
pida traslado a motorizada, esos andan de dos en dos como a usted le gusta.
Hay un dato que es falso Sánchex. Mire esto, también es para usted Lópex.
La banda de escritores ya sabe que los perseguimos y en la madrugada
alguien dejó esta poesía debajo de la puerta. No es ningún jueguito de
lógica, es algo que escribió uno de ellos, pero con un mensaje cifrado.
Observen bien, primero una palabra, después siete, en la otra fila cinco, en
la siguiente una y en la última tres. Transformado a números sería 17513.
Leído a modo de fecha podríamos decir 17/5/13. No es este viernes Sánchex,
es el próximo.
Lea el poema estúpido y preste atención a lo que dice de atrás para adelante:
“Maldita carroña”, “gusano”, “agoniza”, “ungüento”. Hasta aquí habla de
nosotros y dice que nos quieren dejar pegados. Después dice “frío”, “barro”.
Seguramente será en la noche en algún lugar empantanado de donde no
podamos salir. Entiendan bien las palabras “gallo”, “desamparo” y “llanto”
claramente habla de la traición de la flaca y lo que le espera si la encuentran.
En conclusión, es una emboscada. Quieren sacarnos de encima.
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Lópex seguía pensativo hasta que repentinamente se dio cuenta de algo
sumamente importante.
El sujeto del bar dijo que se reunían este viernes y este viernes es 10/5/13. Si
lo pasamos a números sería 10513 que restados de la cifra anterior da siete.
¿Y?
¿Y?
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Esta mañana me levanté crispado con el arquitecto porque siempre los
arquitectos hacen lo que ellos quieren y no lo que uno les pide. Desde que
habito esta casa me vivo tropezando con todos los artefactos del baño. No
se puede caminar tranquilo por aquí y a mí me gusta deambular por el baño
mientras pienso mis relatos. Podría decir que es más grande la bóveda de
los Kirchner que el baño de mi casa.
Esta vez Lópex se adelanta con ímpetu, entra sin permiso a la oficina del
comisario revoleando unos papeles con datos relevantes y los arroja sobre
la mesa.
¿A ver si tiene algo para decir ahora jefe? Esta vez no se nos escapan. No
habrá zonda que los salve. Van a estar el martes catorce a las veinte horas
en la escuela Mármol.
¿Qué quiere que lo felicite? Ese es su trabajo Lópex, traer información que
sirva. Dígale a Sánchex que se comunique con infantería, caballería y
motorizada. Esta vez la emboscada la daremos nosotros.
-
Pero están en una escuela, puede ser peligroso para la gente de ese lugar.
Puede ser peligroso irrumpir cuando la banda esté en la escuela, pero más
peligroso aún puede resultar que estos sujetos utilicen a los estudiantes y
profesores para sus fines maléficos.
El martes 14 de mayo (por un día no fue martes 13) los supuestos escritores
ingresaron sus pasos a la escuela Mármol minutos antes de las veinte. Los
directivos anfitriones acompañan al grupo hasta el aula magna. Antes de la
charla que ofrecerán los poetas, unas copas de vino malbec cosecha tardía
propician las ganas de charlar. Un profesor de contabilidad se asoma y
percibe que ese no es su ámbito. La Directora los presenta uno por uno.
Aplausos. Aclamaciones. Ovación. Casi papeles picados. Todos se sientan en
ubicación típica de escuela. Uno de los escritores, el más melenudo,
propone hacer una mesa redonda “para que todos participen”. Tras la
ventana la noche de invierno se hace notar.
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B. Justo se plaga de uniformados de a pie. Un brillante Chevrolet blanco
avanza lentamente por Echeverría, conducido por un iniciado chofer, en el
asiento de acompañante la máxima autoridad de la Comisaría 15 y detrás,
los más audaces investigadores de la zona: Sánchex y Lópex.
-
han podido escapar por alguna puerta secreta conducidos seguramente por
Alonso.
¡Me cago en los arquitectos que hicieron el calabozo sólo para dos! ¿Nunca
se les ocurrió que iba a crecer el delito en este pueblo?
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“ Y acabó Dios en el séptimo día la obra que hizo,
El Comisario siempre tuvo claro por dónde debía buscar sin saber del todo
cuál era la actividad delictiva de la banda de apresados.
Como ustedes podrán darse cuenta, las decisiones que he tomado en esta
investigación han arrojado resultados excelentes. Y tengo que reconocer que
-
ustedes han aportado bastante para que así suceda. Sobre todo su esposa
Sánchex.
Sí Comisario, Madi me contó que pudo ver una buena cantidad de joyas
robadas en el estuche de la guitarra del ruludo. Las fotos que sacó cuando el
sospechoso sufría los efectos del somnífero son prueba contundente.
Además me aseguró con insistencia que apenas llegaron al hotel San Luís le
dio de beber el líquido del sueño.
Y usted sabe Jefe que me cuesta un poco, no soy de los más lúcidos.
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Fueron ellos los que se robaron la corona vendimial, eso han estado
planeando durante todo este tiempo.
No se olvide del dato que dieron las dos mujeres que detuvimos primero
Comisario.
Presos los ladrones de joyas culturales, los efectivos policiales están más
relajados. Pero seguramente no se han dado cuenta de lo más importante.
Los periódicos multiplican sus páginas hablando del caso. Los escritores de
verdad están generando el mito del robo de la corona. Las editoriales han
agotado las publicaciones alusivas. El relato policial se esparce por todos los
puntos cardinales. Y lo que se escribe en esos textos no siempre se asemeja
a la realidad. Más bien casi nunca. La labor de los uniformados no se destaca
en ningún párrafo impreso. El desempeño de los cleptómanos escritores
quedará en la memoria popular de toda la región.
Entonces Jefe, ahora que está el caso resuelto, ¿nos podemos tomar un
descansito?
¡Usted está loco Lópex! Si nos quedamos dormidos este país se viene abajo.
Tengo otro caso sobre la mesa, se trata de un museo de arte, alguien está
robando esculturas en ese lugar. Tenem seg invest pa et sin
-
cue fla CHRSCHRSCHRSCHRSCHRSCHRSCHRSCHRS
CHRSCHRSCHRSCHRSCHRSCHRSCHRSCHRSCHRSCHRSCHRSCHRSCHRSCHRSC
HRSCHRSCHRSCHRSCHRSCHRS.
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-
El techo de loza de la Comisaría 15 transpira por una grieta cercana al único
foco que alumbra la calva de Estabriola. En la Seccional, todos los efectivos
están al tanto del inexorable retiro del comisario. Sánchex y Lópex mueven
sus ojos como para disimular, pero los rumores indican que uno de ellos
posará su osamenta en el sillón más deseado de los agentes de seguridad
del Valle.
Sánchex acaricia la copia de carbónico que tiene entre sus manos. Lee
tartamudeando que en el hotel CastroMayo algún infiltrado dejó un
mensaje secreto de supuesto contenido peligroso para las autoridades
locales. La esquela fue escrita en el patio de salida formando las letras con
copas de vino y platitos de postre.
A los únicos que se les ocurriría dejar un mensaje con copas y platos es a esos
artistas mediocres, Sánchex.
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Me pregunto quién habrá pagado la fianza de estos delincuentes, Lópex.
Tienen que haber colaborado todos los integrantes de esa logia a la que
pertenecen, al final tenía razón Estabriola, por algo está en ese lugar.
-
Mientras los agentes Sánchex y Lópex investigan minuciosamente la escena
del delito, el Profesor Alonso y su banda se sientan alrededor de una mesa
con mantel blanco y florero tubular en el centro. El lugar parece en su
interior un restaurante de alta categoría social, sin embargo la apariencia
externa es la de un galpón en ruinas pronto a caerse. Repasan punto por
punto todos los pasos del plan para que nada quede librado a la casualidad.
Esta vez vamos a usar el objeto que más ambiciona. H.O.M., encargate de
falsificar un billete de cien pesos y en vez de la cara de Roca dibujá la de
Oveiro, el original se lo lleva Anajull para imprimir doscientas copias, y vos
Lancho vas a entrar en la mismísima oficina del intendente a dejar
impregnadas las paredes con el mensaje escrito en billetes, ya sabés cómo
hacer, en este sobre tenés las fotos en distintos ángulos, para no perderse
detalle.
Muy bien profesor, ¿cuál es el momento indicado para que Iris entre en
acción?
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Bien Lancho, el domingo de las elecciones van a estar todos en la unidad
básica esperando los resultados entre las 6 y las 8 de la tarde, es ahí cuando
la reina más querida por el intendente va a hacer lo suyo, ella acostumbra a
entrar y salir de la oficina a cualquier hora, nadie lo va a notar.
Ese es un tema que vamos a hablar en otro momento Anajull, qué pasa,
nunca les he fallado para que pongan en duda mi confianza.
-
La conmoción está instalada en el sector más pacato de la ciudad alrededor
del edificio municipal. En el interio,r Sánchex y Lópex sacan fotografías de la
oficina del intendente. En la pared se encuentra un mensaje lleno de signos,
demasiado complejo para los agentes. La escritura está hecha con billetes
de cien pesos que llevan la cara del intendente Oveiro en el centro. Mientras
Sánchex captura imágenes, Lópex escucha al portero que custodió las
instalaciones el domingo electoral.
Estaba todo tranquilo como un día feriado, no entró nadie desconocido por
la puerta, en la tarde pidió permiso para ingresar la reina de la vendimia que
también trabaja aquí, ella no pudo ser.
La vi un poco más gorda que de costumbre pero eso, supongo, no tiene nada
que ver.
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guardianes de la seguridad. Vuelven a la Seccional sin haber descubierto el
mensaje.
¡Inútiles! Un círculo, una flecha, un signo menos, una mano, un signo más y
un trofeo. Sexo menos caricias la suma del poder. Hablan de prostíbulos
bancados por peces gordos, ¡tan difícil es darse cuenta!
-
Sánchex estaba ahí, agazapado, como si ninguno de nosotros lo hubiera
visto. Lo dejamos pasar, desde el comienzo sabemos que está interesado en
lo que hacemos. De reojo vi el teleobjetivo que sacó con disimulo para
tomar algunas imágenes. Tiene que haber sacado una secuencia de fotos
porque noté que presionó el disparador durante más de dos segundos.
Terminó el café que había pedido, se acercó a la mesa donde leemos y tuvo
la osadía de hacernos comentarios elogiosos. Por supuesto que no hicimos
esfuerzo en creerle porque a los halagos solamente los aceptamos de
nuestras propias voces. Nos dijo que era bombero voluntario, que también
escribía, que le gustaba hacer fotografías, y que tal, en alguna otra ocasión
volvería. Nada más inverosímil. Y seguramente se fue a pasar sus reportes
al comisario Estabriola, el único a esta altura que confía en sus informes.
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Parece que funciona. Qué es lo que funciona. Cuándo parece y cuándo es.
Dónde atrapan las ideas y se instalan y se mueven y hacen torbellinos de
energía que llaman la atención de eventuales transeúntes.
Hemos escuchado decir al que nos ve que se percibe una energía especial
cuando estamos juntos leyendo y comentando nuestros textos. Esto puede
sonar supersticioso, más aún si lo vivimos desde adentro. No nos damos
cuenta, no lo percibimos, no levantamos la bandera de la energía grupal
como un mantra sagrado; simplemente disfrutamos de la experiencia
entregados al placer de la poesía, al placer de la charla vulgarsesuda de los
martes, al placer de la tensión argumentada, al placer que genera el mismo
placer de estar ahí adentro y no poder percibir esa energía que dicen ver los
otros, los que están afuera y les atrae lo que sucede.
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mismos y no puedo hablar sólo por mí en este alegato ni nunca más podré
hacerlo. Los otros me han inundado con sus letras revueltas y el mundo ha
cambiado de nombre.
-
Cómo no decirles todo lo que pienso. Cómo esconder en mis entrañas lo que
puede ser vivido. Para qué guardarlo y dejarlo que se pudra. Para qué
engordar con egoísmo de verbos. He decidido expresarlo todo y todos hacen
lo mismo con lo que escribo.
Lo que imaginan mis ojos, lo que suena con sus cuerdas, lo que las manos
revolean en un discurso-pasión, lo que huele a paisaje y a entrecasa, lo que
es breve, lo que vibra, lo que cura, lo que mata, lo que enciende el abrazo
apretado de sentidos, lo que dispara a mundos que jamás pudimos ver. Eso
señor Juez, tampoco lo oculto, porque soy agradecido con las voces que
embellecen tanta vida.
56
por un momento siguiera, hasta que ya más claros los vuelos se hacen más
propios y más seguros los pasos del que con lápiz nos cuenta.
-
¿Por qué hacemos lo que hacemos del modo en que lo hacemos? ¿En qué
momento el tiempo se ha partido para darnos paso a varios tiempos?
¿Cómo ha sido que el espacio nos ha unido siendo solos y tan unos? ¿Cómo
fue que llegamos a hacerlo de este modo?
Quiero decir que fuimos, poco a poco, armando nuestro andar. Buscamos
caminos parecidos y copiamos sus momentos. Es la manera, señor Juez, en
que pudimos decidir el andamiaje.
Otro tiempo para letras traídas desde las mismas entrañas. Prestamos la
escucha a las otras voces. Comentamos. Criticamos. Sugerimos. Agregamos.
Sonreímos. Disfrutamos. Disgustamos. Apelamos. Oponemos. Discutimos. Y
permanecemos atentos a lo que esas otras voces tienen para decir de
nuestras letras.
58
Y un último tiempo, señor Juez, no siempre ocurrido, para la copa del final.
Siempre una copa que pueda quebrar el raciocinio.
No siempre el mismo bar, pero siempre bar, siempre tiempo del hacer,
siempre tiempo del decir, con tiempos alternados del gozar. Aunque todo,
siempre aquí, es gozar.
-
¿Cuándo habré aprendido la palabra? ¿Cómo habrá sido la escritura de mi
nombre la vez primera? ¿Dónde habré inscripto mi primer grafiti? ¿En qué
rincón habré dejado el verso más antiguo?
Escribo desde que puedo tomar un lápiz entre mis dedos. Fue solitaria la
tarea hasta que pude juntar el mismo hacer de los demás. Y ya no escribo
señor Juez: escribimos.
Y así, señor Juez, cada martes, cada letra, cada voz que se camufla entre
tantas.
60
¿A quién le vendrá bien lo que traemos? ¿En dónde estarán aquellas que
buscamos? ¿Cuánto tiempo tardará en llegar la oreja ávida de historias? ¿Se
quedará cuando las escuche?
Todas estas preguntas, señor Juez, estas y las de antes, surgen permanentes
antes de presentar nuestros trabajos.
Cantamos para reír. Actuamos para llorar. Bailamos para exaltar. Pintamos
para abrazar. Fotografiamos para quedar. Y escribimos para andar.
-
62
-
Como compilador de estos textos, les propuse a quienes tuvieron algún paso
por Learte, que contaran su experiencia en clave de historicidad, desde sus
comienzos hasta su conclusión en el grupo.
Las preguntas que les propuse como iniciadoras del pensamiento acerca de
su experiencia fueron las siguientes:
64
Tengo que reconocer que hice trampa al momento de escribir las líneas de
este apartado: esperé a recibir lo que habían escrito los demás y luego me
predispuse a contar. Intentaré responder las preguntas anteriores desde lo
más profundo de mis sentimientos, tal como lo hice cuando participé de
Learte.
Podría decir que no ingresé al grupo, sino que fui parte de su configuración
inicial junto con el Marcos Perez, el Santiago Alonso y el Omar Méndez. Sería
algo así como entrar a una casa que no está hecha todavía y en el andar hay
que levantar las paredes. La satisfacción era múltiple, y las posibilidades
infinitas.
A esta altura de los hechos, creo que uno de los momentos más destacados
de esta hazaña learteana fue la publicación del libro Siete Martes Siete, y
-
todo el trabajo de producción previa. Recuerdo con mucho afecto esas
noches interminables, en las que leíamos (entre todos) cada poema o relato
del libro para escribir (entre todos) los comentarios que los personajes
Sánchex y Lópex harían de esos textos. Ese fue el momento más destacado
de escritura colectiva. Podíamos estar discutiendo dos o tres horas para
escribir una línea de esos comentarios. Eran discusiones acaloradas,
pasionales, viscerales, orgásmicas. El producto de ese trabajo quedó
reflejado en un libro que tuvo éxito en sus presentaciones, amplia difusión
en la prensa local y gratitud de sus lectores, que lo compraron hasta casi
agotar su edición en papel.
Después tocó poner puertas y ventanas, pintar las paredes, a veces, arreglar
el patio de atrás, el trabajo fino y detallado de la obra, todo con el mismo
entusiasmo con el que hicimos de cada una de las partes anteriores.
Sin embargo, una vez lista la casa para ser habitada, con todos los papeles
en regla, nos vimos desganados. Desde lo personal fui sintiendo cómo los
golpes de la salida de algunos de esos albañiles que contribuyeron en
levantar la casa de Learte me fueron afectando. En esos momentos entendí
que cada uno toma sus decisiones y elije sus propios caminos, pero a la vez
observé cómo las habitaciones se quedaban vacías poco a poco.
66
Intenté resistir junto a los que fuimos quedando, pero llegó un momento en
el que no vimos cómo poder sostenernos. Entonces, decidimos salirnos y
dejar esa obra ahí, como quedó, tal vez para mirarla desde afuera, para
admirar esos tiempos y para pensar que ese espacio puede ser habitado por
otros, alguna vez.
-
qué noche fría!
el frío es una esquirla.
la noche,
de por sí,
también.
y tus tres preguntas,
mariano?
y learte?
pongámosle que:
la noche
el frío
tus preguntas
68
learte,
son esquirlas;
entonces,
me pongo
a extirparlas
o a dejarlas clavadas,
da igual
porque lo que importa,
a mi me parece,
es que con la esquirla
sin la esquirla
se aprende a vivir.
y a escribir.
y cuando digo esquirla
no digo herida.
subrayá esto,
mariano:
cuando digo esquirla,
digo bomba que explota
que implota.
querés saber cómo llegué a learte?
por vos llegué a learte,
mariano.
me dijiste:
-
estamos armando una bomba,
venite la semana que viene,
el martes,
al carajillo.
y fui.
por curiosidad fui.
por encontrarme con la poesía
sin saber cómo hacerla.
porque no había parnaso
sin saber sabiendo,
por entonces,
qué es eso del parnaso.
fui
porque esa golosina de armar bandada.
fui,
y ahora,
já
já,
hacete cargo vos
de la bomba
de las esquirlas.
bueno,
fui
y estaban
70
vos
el omar
el santiago
el maxi contreras.
fíjate que antes dije
bandada
y no dije
grupocolectivoasociación.
sabés por qué?
porque en learte
encontré
y me encontraron
el ser pájaro.
esa esquirla no me la saco.
volviendo al armado de la bomba,
sabés qué me gustó?
que nos pusimos a armar la bomba
sin ningún tutorial
sin teorizar su armado.
vos sabés bien de mi fruición por la tertulia
y esta vez fue:
empecemos armando
y en el mientras tanto
fuimos tertuliando
-
y haciendo la teoría.
nada que ver con la facu,
viste?
de cierta facu.
fuimos acción.
fuimos esos poemas
bombas,
en las mesas de los bares
en las paradas de colectivos
en las paredes de los consultorios.
así fue.
así fuimos empezando.
sin saber sabiendo que…
72
la mabel
el rené
la negra
el nacho
la ana julia
la cintia
la cristina
la nina
la laura
la luisina
el claudio
el rodri
la vani
el zonda
la gise
el daniel
el gallo
el juan
la patricia
la vanesa
el colombia
el musulmán.
y qué bombazo
el siete martes siete!
-
esa antología
que no fue tal.
o sí,
pero también
transgénero
bandada
muchas capas de lectura.
y qué bombazo su presentación!
por los pasillos del le parc
en la sala del le parc
en los ensayos
con le gallé.
y qué bombazo fue viajar!
pueblo luna
pareditas
eugenio
vista flores
tupungato
maipú
godoy cruz
qué bombazo el colectivando!
qué bombazo el mapa
que trazaba el viaje learte!
qué bomba el omar luna!
74
su bar
su participación en el siete martes siete
su muerte.
el festival que le hicimos,
qué bomba!
qué bomba el juglar!
qué bomba que la poesía fue recital!
con el juglar,
me parece a mí,
fuimos parte de esa explosión implosión poética
que sucedió
y sucede
aquí
allá
y en todas partes.
esa esquirla no me la saco.
vos?
ustedes?
en fin,
qué bombazo escribir
leer
recitar
actuar
bailar
-
cantar
dibujar
diseñar
musicar
escenografiar
vestuarizar
enmascarar
sin saber cómo,
o más o menos ya
sabiendo algo…
la bomba explotó
implotó.
y ya no había una bomba,
había varias.
en cada una de nuestras manos
en cada uno de nuestros corazones
había una bomba.
learte nos enseñó a armar la bomba
y ahora sabemos armar bombas.
y eso no está mal.
y eso nos hizo esquirlas.
learte nos enseñó a armar la bomba.
y a bailar la bomba?
76
y eso nos hizo capitanxs.
y eso nos quitó gracia.
learte nos enseñó a armar la bomba.
y a bailar después que la bomba explota
implota?
y a mí no me dio más el cuerpo.
la gana.
la gracia.
cosas mías
cosas nuestras
cosas del país
mojaron la mecha.
pongámosle que learte es una esquirla
clavada.
la saco?
la dejo?
da igual,
porque lo que importa,
a mi me parece,
no sé a vos,
no sé a ustedes,
es que con la esquirla
sin la esquirla
se aprende a vivir.
-
y a escribir.
y a convivir,
mariano?
qué noche fría todavía,
mariano?
nos abriguemos
y pongámonos buenas noches.
que decir buenas noches,
de por sí,
es otra esquirla.
booommm!
78
Cuando el grupo se reunía en el café Código de Tunuyán y empezó a sumar
mujeres al colectivo, me acerqué a escuchar poesía. Disfrutaba de las
charlas y correcciones de los poemas que se llevaban para compartir en la
mesa. Me fui integrando de a poco con algunas poesías escritas
anteriormente y con la ayuda del grupo las fui mejorando.
Allí también encontré una colega que me acompañaba conjugando las dos
disciplinas: plástica y poesía (Nina). Desde entonces valoré el buen equipo
que formábamos para el trabajo del colectivo, lo que se vio reflejado al
diseñar el libro Siete Martes Siete. Con Laura Contreras, hacíamos trabajos
mientras se realizaban las lecturas y correcciones. Es decir, se improvisaban
ilustraciones para cada poesía presentada en la mesa, estas poesías de les
integrantes nos inspiraban.
Otra iniciativa muy activa fue la organización y realización del festival Omar
Luna. El Concurso de poesía y pintura fue una excelente propuesta para tal
fecha. En esta oportunidad fue multitudinaria la participación de los niños
en pintura, la participación de músicos e incluso muchos escritores de toda
Mendoza presentaron sus trabajos. También destaco las publicaciones en la
vía pública, en las redes como Facebook y las experiencias en el Le Parc o en
el Auditorio Municipal de Tunuyán, encuentros de escritores en Maipú, etc.
(Acciones por el día de la Poesía, por el día de la Memoria, ferias del libro,
presentaciones, etc.)
80
Otra de las acciones que pasaron desapercibidas fue la colocación de
carteles diseñados para el cuidado del medio ambiente en el Manzano y
otros lugares turísticos. Esta fue una acción que pusimos a consideración del
grupo pero no obtuvimos la reacción en conjunto. Fue una acción solitaria
en nombre de Learte. Si bien fue significativo para mí y René, no prendió en
el grupo.
También tuve unos proyectos individuales que dependían del consenso del
grupo pero no llegaron a concretarse por falta de acuerdo. Mi proyecto era
la edición de un libro para niños de 2 a 5 años. Era una historia contada por
medio de imágenes con un argumento sencillo. Es decir, se apoyaba en la
lectura breve de una poesía. Cada escena de la historia estaba retratada en
un cuadro. La presentación iba a ser una exposición pictórica de las pinturas
incluidas en el libro ilustrado. La edición iba a ser artesanal con material
reciclable. Si bien se hicieron algunas maquetas, con la colaboración de una
artista plástica – Vanesa Ríos, que trabajó en la encuadernación artesanal
de prueba- decidí postergarlo.
-
2
Rincón de anécdotas
Agrego una experiencia emotiva: Cuando Learte fue invitado a Pueblo Luna
(encuentro de escritores), compartimos mucha poesía con les escritores del
lugar, pero lo más sustancioso fue conocer la historia de esta zona. Las
2
Obra artística de Mabel Rodríguez para su libro de la colección de Learte (inédita).
82
personas del lugar recordaban que cuando el ferrocarril dejó de funcionar
se quedaron solo los mayores quienes nos contaron su historia, sus
vivencias personales, relataron el éxodo de los jóvenes hacia las ciudades ya
que es un pueblo detenido en el tiempo. Además fuimos al cementerio,
donde se encontraba la tumba de Bairoletto, famoso bandido rural.
-
Allá por la primera quincena de agosto de 2012, por la noche (después de
finalizar cada uno sus tareas habituales) fuimos convocados a una reunión
de amantes de las letras en el café que en ese entonces giraba con el
nombre de El Carajillo, sobre la avenida principal de Tunuyán. Dicha
convocatoria juntó, si mal no recuerdo, a una docena de escritores de la
zona, algunos, ya bien conocidos por quien esto escribe y otros, no tanto. A
medianoche y, tras la despedida, fui preguntándome, en función de otras
fallidas experiencias anteriores, cuánto duraría este nuevo intento de juntar
a los entonces desperdigados poetas de la región y ponerlos a trabajar tras
un objetivo movilizador y superador.
Pero al martes siguiente, volvimos a vernos y fuimos más. Y así, cada martes
por la noche, de acuerdo con lo establecido y junto a un vino, comenzó, para
todos los integrantes, a figurar en la agenda de lo impostergable.
84
“casi manifiesto”, me hizo caer en la cuenta de que esta movida iba en serio
y que apuntaba a ser mucho más que un pasatiempo de románticos
diletantes. Así las cosas, si bien los puntos de encuentro fueron cada tanto
cambiando, el día martes y el vino permanecieron inamovibles y la
asistencia del grupo original fue prácticamente perfecta.
-
Este nivel de exigencia dio su valioso fruto con la publicación de la antología
Siete martes siete, luego de arduos e interminables debates por conciliar
aportes y correcciones.
Si debo destacar una virtud que distinguió a Learte, durante todo el proceso
que compartí, me inclino por su generoso sentido de lo grupal, ese peculiar
anhelo por hacer primar lo colectivo sobre lo individual, sobre ese ego tan
propio de quienes ejercemos el oficio de escribir. Esta forma de trabajar, de
ningún modo debe verse como una pérdida de la individualidad. Por el
contrario, se trataba de potenciar las capacidades de cada integrante, para
que éste diera lo mejor de sí, en beneficio del Colectivo.
Otro acierto del Colectivo fue, sin dudas, la de mostrar siempre una faceta
de empatía, al sumarse, con su aporte artístico, a las luchas libradas por
sectores de la comunidad, como fueron la defensa de la 7722, la del
movimiento niunamenos, la de las defensa de la educación, etc.
-
lujoso escenario, con las mejores luces y un sonido impecable, para mostrar
lo “mejor” del Canto Nacional, los más marketineros, también los más
onerosos, en suma, la cultura del espectáculo, financiada por un estado, tan
famélico como los artistas del lugar, a los que, supuestamente, se debe
resaltar y apoyar. Y el público, convertido en un mero y lejano consumidor.
88
Recital de poesía y música con artistas invitados, a los cuales, fruto de lo
recaudado, porque se cobraba una módica entrada, se les pudo reconocer
económicamente su trabajo.
Quedaron, por supuesto, cosas en el Debe, pero, sólo voy a mencionar las
que más me contrariaron, y esto dicho con la sinceridad, el respeto y el
aprecio que siento hacia quienes compartieron estos apasionantes años, y
-
reconociendo que puedo equivocarme en el ejercicio de este primer intento
de autocrítica.
-
En mi caso particular, consideré entonces oportuno mi alejamiento, antes
que las heridas fueran más profundas y empañaran tanta hermosa tarea
realizada.
Fue así, que un día de octubre de 2018, decidí que mi aventura en Learte
había llegado a su fin.
Por todo ello, no tengo más que gratitud para todos los que integraron el
Colectivo. Rescato para el final dos versos de una de las poetas del Colectivo
que figuran en el libro Siete Martes Siete y que sirven para resumir, en mi
modesto entender, la experiencia Learte:
Concedo que puede leerse como un verso utópico más, pero refleja la
tremenda fe del Grupo en el poder sanador y transformador de la poesía,
ofrecida como un don, que tiene que llegar hasta el último rincón del
mundo.
92
A veces pienso que, así como el verde se instala de prepo y desbordante por
el verano valletano, también este verso que es casi un juramento, en alguna
estación del tiempo learteano se hizo realidad, cuando el Colectivo Cultural
Learte encarnó con prepotencia avasallante la Esperanza y los mejores
sueños de su comunidad.
-
Venía pispeando lo que hacían desde el feisbuk del Mariano, mi
amigo/compañero. Andábamos embarcados en varios proyectos juntos, y
quería que me invitara a ser parte de este, pero no. ¿Por qué quería? Creo
que creía en mi compañero/amigo. Creo que creía en la potencia de la
construcción colectiva. Creo que creía que la revolución venía por ahí: por
abajo, por la poesía, por el pueblo. Así fue que me acerqué al bar de turno
una noche de martes de verano. Mencionaron un manifiesto y me sentí un
poco intimidada: parece que venía “denserio” la cosa, y yo no era una
escritora. Después se me pasó y dos martes y varias cervezas después, me
animé a compartir en la mesa el primer poema. No tenía muchos, solo
94
algunas cosas sueltas y sin revisar en las últimas páginas de cuadernos
usados. Pronto, adquirí una libreta para escribir, y la urgencia de llevar un
poema nuevo cada martes. Eran mis tiempos de estudiante, de primeras
militancias, de la experiencia frustrada de vivir en la ciudad, de vuelta al
pago, de primeras decepciones amorosas, de paseos solitarios por el lago
en las siestas de domingo, de viajes a diario en colectivos apiñados
atravesando el valle para ir a estudiar. La poesía pasaba por ahí, por
aprender a mirar con asombro todo eso. Cuando era adolescente, me había
encontrado con Benedetti, con Alfonsina, con Neruda, con Cortázar pero
hasta ahí llegaban mis lecturas poéticas. Así que principalmente aprendí a
leer, a escuchar y a escribir poesía de la mano de mis compañerxs y sus
producciones, algunas de las cuales me enamoraron rotundamente. Mi
aporte al grupo, entonces, no era desde lo académico –como el de los
profes- ni desde la trayectoria –como el de los publicados. Más bien hice lo
único que me sale más o menos bien: empujar para que las cosas salgan,
organizar las ideas locas, discutir para que salieran, insistir tenazmente para
que las sostuviéramos. Los empujes se unían y fuimos una maquinita de
hacer cosas: el bio-gráficos, el horóspoco chino, las ferias del libro, los días
de la poesía, las carpas de la cultura, el colectivando historias…
La encrucijada
-
Ya no hacíamos rondas de poemas los martes en la mesa. De vez en cuando
unx compartía alguito de lo que estaba escribiendo. Yo lo hice pocas veces,
cada vez escribía menos y empujar me costaba más. Me estaba convirtiendo
en una adulta, y se me hacía difícil sostener las cuarenta horas semanales
de clases que trabajaba, mis otras militancias y learte. Cuando
planificábamos cosas y escribíamos poemas para la ocasión, me enganchaba
más, nos enganchábamos más. Funcionábamos “en función de”: la rebelión
de la memoria, los juglares…
96
a hacerlo. Pasó el verano, silencioso, y formalizamos asado de despedida.
Confieso que los martes, algunos martes, me siento extraña y los extraño,
es extraño construir sin mis compañerxs de tantos caminos. Pero como dice
el Raúl, son caminos que parten y que vuelven. Ahora he bajado un cambio
en el trabajo, estoy leyendo un montón de poesía, volví a escribir. No sé
porqué, quizás sea ingenuo, pero todavía creo que creo en ustedes y en la
construcción colectiva y en que un día nos encontraremos en otros
carnavales.
-
Cierro los ojos y las instantáneas del tiempo me retrotraen hacia mediados,
fines del año 2012, cuando el Santiago Alonso me invitó a participar de una
especie de “café literario” o “rondas de lectura” por ponerle una etiqueta a
este mundo tan consumista…emmm…recuerdo que esa célula de
integrantes se reunía en lo que era el café El Carajillo, recuerdo también,
que nunca fui por cierto resquemor al qué dirán de mis escritos.
Finalmente, en junio del año próximo, es decir, en el 2013 asistí por primera
vez a una reunión del ya consolidado grupo Learte.
Previo al viaje, hicimos uno de prueba para verificar paradas del micro y
lugares puntuales para cada intervención poética del grupo. Dicha
experiencia fue documentada en un film dirigido por Juan Landreau que
posteriormente fue subido a YouTube. El viaje lo hicimos con el Santiago, el
Maxi, el Cátulo (música del cortometraje), el René, la Laura, la Anita, el
Rodri, el Omar, la Nina, la China Marcelaria, el Mariano, la Katia y quien
modela estas cataratas visuales.
En lo personal puedo decir que fue un evento hermoso, que pudimos llevar
a cabo gracias al apoyo de la Biblioteca Popular Segundo Manuel Estevez y
al mismo entusiasmo del colectivo cultural.
-
Ya lo decía Marechal: “Lo esencial es romper el silencio, el agua de los
grandes mutismos”. Y Learte cumplió. Y vaya si cumplió. Fuimos y seremos
los invasores del tiempo, los hacedores de la palabra urgente.
100
Todos los pueblos interiores tienen sus obsesiones. Sus mitologías y no
tanto. Debe ser lo natural, mirar hacia los grandes centros de actividad
social y cultural, y contarse una historia de lo que allí sucede, en contraste
con lo que aquí parece que no. Voy a hacer un intento bastante desganado
de precisión, y diré que las obsesiones no son de los pueblos, en abstracto,
sino más bien de las personas que los habitan, y que impulsadas por esas
inexorables ganas de soltar los pies al camino, inventan todo tipo de
imaginaciones que justifiquen querer estar en otro lado. Es el mandato de
la búsqueda, la épica que narra nuestro devenir, a la bartola y queriendo
entender algo, por este mundo tan de tránsito y al parecer tan permanente.
Tunuyán no es una excepción a esto, aunque, como les sucede a todos los
pueblos, nos gusta sentirnos excepcionales, sobre todo en los infortunios.
Víctimas de un destino que sacó punta al gepeese para elegir este, y no otro
-
sitio cualquiera, y tramar las más desventajosas adversidades, para que aquí
sucedan, para pesar nuestro.
Eran cinco personas. Dos conocidas, dos referidas, y una que nunca había
visto y que pronto volvería a no ver nunca. Me senté, escuché. No recuerdo
si leí algo. Probablemente sí. Lo que pasó esa tarde en El Carajillo me hizo el
día. Como sucede en toda cita casual, volví a mi casa muy satisfecho, sin
3
En la comparativa de los textos que hacen a este cuerpo, podrá verse qué “tan” era ese
ramillete.
102
imaginar que me esperaría un matrimonio de ocho años y que al final, y en
buena hora, la planificación de un nuevo hijo no se pudo acabar de salvar.
4
Sobre algunas propuestas, ideas o decisiones, mi sentido común me indicaba que no podía
ser, que ¿en serio?, que la semana que viene se olvidan. Que es tan obvio que no. Pero sí, casi
siempre era sí. Learte me entrenó de esta manera en el sutil ejercicio de descabezar víboras
sin mediar especulaciones. Lo aplico y recomiendo.
-
los martes se desplegaba a sus anchas entre risas, humor, abrazos, vino, café
en mi caso, alguna empanada o minuta, y mucha, mucha pero mucha
práctica literaria. A decir verdad, era una celebración5. Pensar, reflexionar,
escribir, reescribir, presentar lo trabajado entre semana, cumplir la
consigna, o mejor, incumplirla para beneplácito de la tribuna. Corregir,
sugerir, polarizar. Y el momento mágico, cuando el lápiz del autor declina,
en honor a la sabiduría ajena y colectiva, su trazo. Cuando se tacha lo propio
y se pone en su lugar lo que sugiere… ¿quién lo sugiere? Ya no importa, ya
nos olvidamos. La mesa ha tocado, en una ceremonia maravillosa, lo escrito.
Este ritual es poderoso. Personalmente, es lo más cercano a la
transmutación mental que he experimentado. Es una alquimia donde el velo
del ego se descorre gentilmente, subyugado por la energía generadora,
poderosa y limpia, de la mirada compartida. La luz de otras mentes
tendiendo un filamento para atarse a la propia. Por primera vez, y para
siempre, parecía estar sucediendo. El milagro de vencer al destino comenzó
a ser realidad. Honestamente, y sin alegoría, descubrimos algo en verdad
novedoso, excepcional, y supimos que debíamos compartirlo.
5
Quien no tiene tendedero seguramente ventila los trapos puertas adentro. A otro lado a buscar
chisme. Demasiado con el tragi-cursi final del relato que, aclaro, en nada falta a la verdad.
104
teatral, lo musical, o lo artístico en general. El método de trabajo. Debe
entenderse que no sólo ha sido una construcción, sino también un hallazgo.
Y solo ha sido posible porque quienes estábamos allí éramos quienes
estábamos allí. No me permitiré jamás olvidar este axioma, tan
emparentado con el destino, que resultó acontecer que, por ser los que
somos y éramos, al final dejamos de ser.
-
Es cantado: volver al amor pasado nunca sale bien. Pero sepan entender,
vivo en un pueblo interior, con sus obsesiones, con su correntada cuesta
arriba del mundo que está muy allá. Donde pasa nada, donde todo lejos. Y
sin embargo, y para colmo, ahí brillando en un cajón del escritorio, aún nos
queda el ritual mágico. Los martes todavía pululan ociosos en el calendario.
Habíamos aprendido a enmascarar los adulterios. Queríamos la casa y los
perritos. Quedaron hijos pendientes. Y el elástico un poco nos ha quedado
anclado en El Indio. Y tira che. Quizá es aquello de que siempre volvemos al
primer amor, aunque nunca sea el mismo.
6
Voy a auto robarme esta frase para otro escrito. Por el bien de la humanidad, y este es mi mensaje final:
reciclemos.
106
Ingresé a Learte en febrero del 2013.
La primera reunión para mí fue en la que entonces se llamaba “La casa bar”.
Era una tarde calurosa, un martes a las 20,30hs.
Jamás antes había escrito nada. Participando con ellos, de a poco me dieron
ganas de escribir. Mi primer escrito había sido una carta a mi padre que
había fallecido hacía tiempo, y después comencé a incursionar en la poesía.
Nunca pensé entonces, que ya no dejaría de escribir lo que siento y pienso.
-
Recité mis poemas en la cola del banco, en la plaza, en un teatro y en un
colectivo.
Hubo altibajos, hubo roces, como es común en todo grupo, pero mucha más
fue la satisfacción. Encontré en Learte, grandes amigos, compañeros, una
nueva familia.
108
Ingresé al grupo en el año 2017, a través de una invitación de Ana Julia, de
la cual fuimos partícipes junto a mi compañera Gisel Lemos. El primer
encuentro (martes a la noche, como de costumbre para la troupe) se
presentó como una velada intensa y pude percibir el carácter del grupo y
sus componentes, por lo que me sentí un poco confundido y asombrado,
pero a la vez, atraído por la energética confrontación de posturas.
7
Artista visual, músico y escritor ocasional.
-
Una de mis primeras apariciones fue nada menos que en la “Feria del Libro
2017”, llevada a cabo en el Espacio cultural Julio Le Parc (en un conmovedor
homenaje a Rodolfo Walsh realizado por el grupo), lo cual me abrió los ojos
para aventurarme con lo que vendría luego.
El ciclo se extendió durante dos años seguidos, con dos etapas y temáticas
muy diferenciables entre sí, pero con un mismo objetivo: el de “maridar” la
música, el teatro y la poesía, y fue mi mejor recuerdo y mi mayor logro
(considero que para todes les integrantes fue igual de bueno) en el corto
periodo en el que fui parte de esta maravillosa experiencia. Además de las
geniales, enriquecedoras y divertidas vivencias que compartí conociendo a
la gente con la cual entablamos una amistad y una comunión muy especial,
dentro y fuera del proyecto.
El paso por Learte fue corto pero muy productivo y muy rico en nuevos
conocimientos (y experimentaciones), me deja una buena producción de
textos para editar en un futuro y las ganas de seguir escribiendo e indagando
en el fascinante mundo de las letras. Espero que esta experiencia genere
110
nuevos espacios y nuevas alternativas artísticas para enriquecer la actividad
cultural que no rodea y nos convoca.
La Negra Marce > Flor azabache, única en su especie, que crece y decrece
en inmensidad de clima hostil, perdura, persiste en la adversidad, danza
entre espinas … deslumbra y alumbra las nebulosas desiertas… de ciertos
intrincados laberintos del espíritu.
El Máxi > Pájaro cósmico que de tus alastintas revuelan insondables mundos
geométricos y abstractos con destiempo y métrica fragmentada… cuarzo
destellante de tu poesía múltiple, ecléctica… eónica.
-
establecido. Génesis de puños cerrados que gritan luchas, sublevaciones,
letras insurrectas… como fuego… como fuegas.
Pero aquí no se termina la historia, aún hay muchos caminos por recorrer,
muchas páginas que escribir, las células aún están vivas y dispuestas a seguir
este viaje…
112
Hablar de Learte es remontar mi memoria, y mi galería fotográfica, a fines
del año 2015. Año complejo. Yo venía de malos pasares citadinos y pasaba
a vivir nuevamente en el pueblo, bastante desanimada y frustrada con lo
vivenciado. Fue mi viejo el que me acercó el dato de cierta gente que se
juntaba a escribir en el Valle de Uco. Un día, nos invitaron a una ronda de
lecturas en la Casa del Maestro, de Tunuyán, y fuimos. Ese fue el primer
contacto que tuve, pude verlxs desde afuera, pero ese día había mucha
gente, que venía al encuentro organizado por Learte.
-
tanto el libro, que hablé con Mariano (Ramírez) y le dije que me había
emocionado la lectura.
Me topé con la preparación del evento Festival Omar Luna. Los días previos
al festival fueron afianzarse, ablandar el terreno, yo me remito a mi
situación personal, donde tenía que encontrar un rumbo (no quiero decir
un Norte); no fue complejo gracias a mis compañerxs de grupo. La repartija
de tareas me acobijaba en el cariño inmenso de Nina, Marcela y Ana Julia,
con quienes pintamos una bandera y compartimos infinitos mates y vinos,
entre otras cosas.
Llenamos una plaza de gente, que se vino a beber la poesía. Hubo comparsa,
pintura, concursos de varios tipos. Una vez más, hubo encuentro. Las fotos
de la mano de Rodri, que me pongo a mirar para hacer mayor semiosis y
recordar más a fondo, son testimonio de que el viaje era impactante para
todxs. Después la repartida popular de empanadas, Mabel y Marcela
entregándolas a la gente, yendo y viniendo, se multipicaba el alimento,
nunca terminaba, y es que no eran las empanadas, era el festival.
Esas son las mejores cosas que recuerdo de Learte, el constante afecto. La
poesía era la mesa repleta de afecto, las palabras el pan; y las diferencias,
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que sí estaban, el motor de incomodidad para seguir encontrándonos en lo
diverso. No sabía cuáles eran los mecanismos que se maquinaban en lo
colectivo, pero el día del festival, aprendí. La flexibilidad de ser parte, pero
elegir el descanso, de estar en unos momentos para ceder luego. Saber qué
hay que hacer y cuándo sin necesidad de una cúpula vertical que dirija.
Un día, René, que siempre nos ofrecía su casa como si fuera nuestra, nos
mostró un video de una canción de Tabaré Cardozo, que decía: “Alrededor
del fuego, la noche los fue a encontrar, queriendo cambiar el mundo que no
se puede cambiar […] Alrededor del fuego, una comunidad”. Eso éramos.
Una comunidad en fogón constante. Un abrigo. Yo sentía que sí, que el
mundo cambiaba a medida que los martes pasaban y nos juntábamos, en
realidad el que cambiaba era mi mundo.
-
usar el gerundio, porque ese no tiempo es siempre. Siempre sostienen, ¡no
sé cuántas redes se tejen!, pero sostienen un multiverso de poemas, que
son en sí fortaleza. Sembradorxs y regadorxs de cultura que me dejaron ser
con ellxs.
El Recital “Tres heridas” fue mi último paso por Learte, pero fueron horas
de lectura previa, de ensayos, de ver cómo intentaban mover un piano
gigante al patio, de las escenografías pensadas por Laura y Mabel. Los
silencios poéticos de Luisina, que de silenciosa, su poesía, no tiene nada.
Salió, con lluvia de diciembre, pero salió. Después de practicar mil veces La
sonrisa es una fruta de Maxi, tan enroscado que solo memoricé fragmentos
hasta hoy mezclados con Amor rima con flor. De ver al Nacho aparecer y
hacerse el pianista.
Ese mismo día, Marcos me ofrece hacerme cargo de El Cubil (diario digital y
cultural) y me prendo. Nos decimos felices vacaciones con Learte. Y yo ya
no vuelvo al reencuentro. Fugaz, pero con la necesidad de seguir buscando,
rumbeé hacia otros destinos.
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Entendí qué significaba formar parte de un colectivo y descubrí las
multifacetas de la poesía. Abracé las palabras, las palabras me abrazaron.
Junté piezas, cerré la mochila, y seguí caminando…
-
Learte es grupo y es idea.
Learte nos nace y nos encuentra, Learte nos ingresa, nos agrupa y nos
modela.
Learte diseña escenarios a nuestra medida, nos ubica en ellos, y luego deja
en nuestros disfraces los elementos de expresión necesarios para abordar
la magia.
118
depurando egos particulares y va trazando propósitos cooperativos y
trascendentes.
Es una fuerza que transmuta, una entidad que respira y cambia de identidad
y personajes.
Que muda ropajes usados con la misma celeridad que tiene el otoño para
desprenderse de sus hojas.
Todo eso lo pienso, porque a todo eso lo viví. Pero entonces el mundo era
otro, el paisaje no se aislaba para tomar distancia y contemplar la vida a
través de una pantalla.
-
Allí Learte diseñó el primer escenario, justo cuando las letras y los
personajes del imaginario literario comenzaban a desbordarse de mis
bolsillos, y la necesidad que tenían de reconocerse en otros ya era
apremiante. Tal vez ese fue un llamado, es como ese aullido silencioso que
tienen los protagonistas cuando abandonan el papel y comienzan a
deambular por las maromas del aire.
Entonces, ese martes de agosto, Learte nos convocó, nos ingresó, y nos
exhortó a diseñarle aristas y contraluces, a deambular sus pasillos
psicodélicos y extraviarnos en su ignoto horizonte de sucesos.
120
Un día me encontré con la Marce y el Omar, ellos me invitaron y un día fui.
También sobre la mesa los libros, la palabra que se hace poesía, la música,
los proyectos, las ganas y más ganas.
-
Debo decir que comparto momentos requetelindos con ellos, me encanta
verlos crear y lograr, que una noche sea mágica, y sentirme parte de ellos.
¡Para crear hace falta crecer y para crecer hace falta crear!
Arriba Learte.
122
Son casi las seis y apuro el paso. La verdad que da un poco de nervio el reloj.
Conozco solo a uno de los tantos. Quizás a dos o tres. Entro a lo que en ese
tiempo era Carajillo. Ahí está en la mesa el primer paisano. San Martín y 9
de julio.
Me siento y le digo que leí su libro. Hago una rebaja antes de explotar los
cambios.
Pasaron los años y cada vez más fascinado con la autogestión, aguante, y
con no chuparle las medias a nadie o el culo, aguante, y con sacarle la lengua
a los poetas. Y con hacer calladito la boca y gritando. Gritando las
barbaridades que dice la poesía. Porque cuando la poesía calla el mundo es
guía de otros ciegos. La mesa de los martes ahora es larga. Nos encontramos
en Arauco y estamos acomodando las tuercas para sacar un libro, una
antología poética que por primera vez no sea aburrida. No sabía que
Tunuyán tenía tantos bares. Tomamos más de lo que leemos. Charlamos
más de lo que tomamos, bueno, casi. Las noches de los martes son una
suerte de vacaciones en cuotas. Aprendí a leer y ya no me importa si escribo
mal o bien. Porque en realidad me interesa mucho empatizar con esto que
me ladra adentro y que muerde por salir. La fuerza de lo colectivo sigue
derribando fronteras. De fondo suena Chet Backer. La ronda de lectura está
por empezar. Hacemos silencio al unísono. El René enciende el primer verso
y afuera llueve o llovía. Adentro se advierten ciertos destellos. Yo me
pregunto, quién será el último en viciar este martes que ahora sí es martes.
124
Me pasé una cuadra, eso me sucede por pensar tanto. Hablo solo y cuento
con los dedos. Flashback. El Juan Landreu nos espera en la panchería para
filmar y seguir filmando el corto. Leemos en vivo frente a
desconocidos. Frente al asombro. La ropa se perfuma con lo frito que sale
de la cocina. Unas manos húmedas te dan el vuelto y te piden propina.
mate adentro/
-
cultura. Gordo de egos y de envidia. Salgo a respirar un poco de aire puro.
Corto por la plaza y silbo un tanguito. Todavía recuerdo el brillo en los ojos
de aquel poeta. Me acomodo el bulto. Y sigo.
126
Llegué a Learte en septiembre del 2013, por la invitación de una compañera
de la carrera de Artes Visuales. Ella me había comentado que era parte de
un grupo de escritores y artistas que se juntaba los martes por la noche en
la ciudad de Tunuyán. Acepté la invitación y me presenté una noche en el
local de Arauco.
La primera impresión fue un poco rara, había una mesa larga con personas
de diferentes edades debatiendo sobre una poesía que alguien acababa de
leer. Además de bastantes botellas de cerveza y vino. Para mi sorpresa, me
encontré un par de caras familiares, mi profesor de comunicación social de
la secundaria y un vistaflorino que conocía de vista.
Confieso que al principio me quedé por curiosidad, era la primera vez que
me topaba con un grupo tan particular. Comencé a participar de las
reuniones como oyente, dibujado mientras el resto compartía sus textos.
Con el tiempo fui involucrándome un poco más y animándome a llevar mis
escritos a la mesa de los martes.
-
Siete Martes Siete significó uno de los mayores retos del colectivo por dos
razones: por un lado, todo lo que implica la elaboración y publicación de un
libro; y por el otro, lo complicado que puede llegar a ser la producción
colectiva de una obra de características tan particulares.
Después del libro vino otro de los proyectos más ambiciosos de Learte:
Colectivando historias. La propuesta consistía en hacer una intervención en
un colectivo y, conjuntamente, la elaboración de un cortometraje. Si bien el
grupo ya había tenido experiencias en llevar la poesía a lugares como la cola
de un banco, bares o un consultorio médico; nos quedaba pendiente el
transporte público. Después de hacer algunos estudios de campo con los
recorridos, se escogió el servicio de Tunuyán a Pareditas. La idea era
caracterizarse y mezclarse con el resto de los pasajeros haciendo
intervenciones de poesía y música durante el recorrido. En esta ocasión
aparecieron algunos personajes curiosos como un vendedor ambulante de
128
poesía, algunos músicos, un turista gringo que iba grabando todo y un
abuelo con su nieta.
Una vez en Pareditas hicimos una parada técnica en el bar Km 3.175 del
escritor y profesor Omar Luna. Aprovechamos la oportunidad para tomar
algo y charlar sobre alguna futura presentación de Learte en el bar.
Lamentablemente, fue una idea que nunca pudimos concretar. En octubre
de ese año nos llegó la triste noticia de la muerte de Omar.
Dato de color: en el viaje nos cruzamos con un mochilero que nos acompañó
todo el recorrido y como necesitaba alojamiento, lo dejamos instalado en el
bar.
-
El 2015 arrancó igual de ajetreado que el año anterior. Desde el municipio
nos llegó la propuesta de organizar las actividades de la carpa de la cultura
en el Festival Nacional de la Tonada. Por lo general, la carpa de la cultura es
un espacio que estaba destinado a la exposición de fotografías de reinas
anteriores y algunas obras pictóricas. Como grupo nos propusimos darle
vida a ese espacio sumando propuestas culturales variadas y visibilizando
el trabajo de artistas locales.
Si bien fue una experiencia hermosa, porque logramos armar tres noches
colmadas de arte, no faltaron obstáculos y tragos amargos. La primera
dificultad era trabajar en conjunto con la gente de cultura de la
municipalidad y la persona que, hasta entonces, se había hecho cago de la
carpa y el centro de congreso y exposiciones. Las diferencias de opiniones y
la disputa por la organización trajo algunos problemas como que la carpa
fuera más pequeña de lo previsto (de hecho, era más grande la carpa que
estaba destinada al catering), obligándonos a reorganizar los espacios.
130
A la carpa de la cultura, le siguieron meses movidos entre la presentación
del libro y el cortometraje Colectivando historias en diferentes lugares, y
algunas charlas en escuelas de la zona; sumado a la propuesta de presentar
nuevamente Siete Martes Siete en la Feria del Libro.
Pero no todo era color de rosa. A pesar de que una de las premisas del grupo
era la participación colectiva, en algunas ocasiones, las discusiones se
reducían a una especie de “mesa chica”. Recuerdo que una vez, después de
varios martes de sentirnos un tanto ignoradas, con algunas compañeras
decidimos hacer una protesta poética a “calzón quitado”. Interrumpimos la
reunión tirando un par de bombachas sobre la mesa y comenzamos a leer
nuestros textos sin previo aviso. Aunque la intervención resultó esa noche,
no tuvo mayores repercusiones.
-
responsabilidad de la decoración del escenario. Sinceramente, llegué a
plantearme si valía la pena el esfuerzo.
132
Suena el teléfono en algún bolsillo de mi camperón negro. El llamado me
encuentra al salir del trabajo a la noche. Intento contestar mientras
sostengo con una mano el teclado, con la otra la mochila, un libro de
partituras, juegos, cartuchera, cartera, gorrito, bufanda. El celular
reproduce una voz aguda con glisandos y dice: ¿Sabés tocar en el piano el
tema Honrar la vida en Do Mayor o menor? Inmediatamente pensé ¡Qué
desafío más grande! ¡Un reto total! La llamada me dejó atónita y con mucha
curiosidad. Tomé el volante y raudamente aceleré por la ruta 88,
esquivando lechuzos, tomando curvas y contra curvas por aquel camino que
-
me llevaría a algo nuevo. Era una propuesta muy tentadora y la tenía que
compartir, así que no llegué sola al encuentro. Fui a buscar al Zonda que
llegó tranquilo, sin mover una hoja, muy sereno para julio. Llegamos justo
al postre: un contrapunto de discusiones e ideas que iban y venían en aquel
bar. En el rincón, casi como un ring, sentado en el banquillo más alto, un
colega pianista con el ceño, la frente y la nariz fruncido, debatiendo con
integrantes de una gran mesa con ojeras del color de las figuras húmedas
que ornamentaban la pared del bar. Sobre la mesa cuadernos, agendas,
hojas sueltas, palabras escritas, en el aire, en la mente, fuertes, graves,
agudas, suaves, temblorosas, con seguridad, de amor, nostalgias, pasado,
futuro, presente, soledades, humor, palabras. Por momentos debate,
discusiones, risas, reproches, creatividad, correcciones, hasta que llega mi
turno: “Bueno ¿Y qué vas a tocar?” No estoy segura si fue esa primera
reunión o la segunda a la que asistí, donde resonaba y resonaba
¡Cambalache, cambalache! ¿Y cuándo hay que tocar? ¡¿El viernes!? ¡¿Pero
hoy es martes?! Conocí la frenética esencia del grupo en pocas horas y me
subí al bondi. Era una sensación tan parecida a la que tenía cuando
estudiaba en Mendoza capital y llegaba a la terminal a tomarme el ECLA a
las 15 hs. en pleno calor de diciembre… no sabías que te podía suceder. Y
así me subí al viaje, en un grupo de escritores, sin serlo (estas líneas lo
revelan) pero expresando desde alguna que otra nota musical en tonalidad
Mayor, a veces menor. Corto fue el tramo, pero… ¡Que viaje!
134
Recuerdo un grito de Omar Méndez diciéndome que me quería en el
grupo...
Eso fue casi a fin de año, en el 2012, pero no ingresé hasta principios de
2013. Fue extraño llegar a una mesa donde apenas conocía a un par de
personas (una de ellas era un antiguo profesor) y decir “hola, vengo a
incorporarme”. Creo que tampoco lo hice así, pero sí fue interesante ser la
primera mujer que ahondaba aquel nuevo mundo de crítica literaria y
mucha escritura. Disfruté las reuniones, como el clásico de los martes,
donde me esforzaba en escribir y corregir mis textos hasta poder adquirir
un estilo puntual. Aprendí un poco de todos, técnicas, estructuras, formas
de expresión... Al ser un colectivo lleno de personas completamente
distintas entre sí, me fui llevando un poco de cada uno. Aprendí con el
-
ejemplo y valoré qué iba a incorporar y qué no. Y fui creciendo, también
sentí que mi escritura crecía y de a poco iba adaptándose a un formato. No
era igual que el resto, yo escribía prosa y casi todos lírica, pero aun así
comencé a ver rasgos en común y una homogeneidad muy interesante. Nos
convertimos en aquello que con mucho orgullo denominábamos “un
colectivo”, o una mesa redonda. Si bien fuimos descubriendo que este
concepto no podía mantenerse de forma pura, realmente todos teníamos
roles específicos, y cada uno destacaba en algo. Eso me resultaba fantástico,
todos éramos necesarios, todos éramos prescindibles, todos reemplazables
e irremplazables al mismo tiempo. Porque cada uno brindaba su impronta,
su estilo. Una misma obra representada por dos personas distintas la
transformaba en una completamente nueva.
-
durante años desde lejos, pero no encontraba forma de encajarlo de nuevo
a mi rutina.
138
La sedación del cuerpo se maximiza por la avalancha de imágenes que
obligan al individuo a pasar largas horas del día sentado. Al sentarnos
frente al mecanismo de reproducción técnica de imágenes, televisor,
ordenador, sedamos al cuerpo y domesticamos el pensamiento, el cual se
vuelve incapaz de descifrar el mundo y aún menos capaz de actuar para
transformarlo.
Pierre Menard se despidió de sus lectores hace como treinta y cinco años.
Sus notas, su biblioteca, sus análisis –que se quedaron en este mundo-, han
sido objeto de investigación de numerosos pensadores.
Su voz me parece una distancia. Como si un eco lejano se llevara los tonos
hasta una profundidad que le baja su volumen. Ya son tantos (y demasiados)
los recuerdos, –se han ido acumulando-, saturaron mi memoria.
140
Por boca de aquella muchachita oí por primera vez el nombre; Pierre
Menard.
El sujeto cartesiano, -que existe porque piensa-, era explicado por Menard
con una euforia, -ciertamente-, innecesaria.
-
Por el contrario, para Pierre Menard la creación de Dios y su teoría de ser
tres personas en una; y además, -alguien que durará para siempre, con su
barba y su cielo-; es un invento curioso de la imaginación del hombre.
Un Dios inmortal, que van inventando de a poco para que dure para
siempre, es un argumento contrario a la idea de hacer algo por última vez.
La experiencia de celebrar (lo que sea) cuándo ésta nos da su último adiós.
El ver a alguien despidiéndose. Estar en un lugar durante una pérdida. La
experiencia fugaz y breve es lo contrario de la inmortalidad.
Este fue el patrimonio que nos dejó Menard. Él nunca eligió una causa que
no fuera una causa perdida. Tal vez cuando se retiró; ya estaba muy
cansado.
Su grandeza se debió, (siempre lo creí así), a que aprendió a ser una esponja
que chupa las creaciones de los otros.
Los últimos años se consumió hasta volverse “un hombre gris, de rasgos
ambiguos”.
Las ruinas de la ciudad aún tienen mucho de él. Pierre Menard y los
laberintos de la ciudad (cuyas ruinas arrasan a muchos terremotos); es todo
lo que hay para contar.
142
Sin embargo, los signos de puntuación que tienen sus versos manuscritos;
(los puntos, las comas); siguen pareciéndonos eficaces porque suprimen la
realidad.
II
Cervantes, -según Pierre Menard-, como buen católico supo hacer ironías
difíciles de clasificar desde otra época. La heroica intriga de Don Quijote está
escrita por un hombre heroico, -que fue protagonista en la guerra de
Lepanto, contra los turcos-.
-
La mano izquierda se quedó en la batalla. Cervantes desde ese momento
fue manco. La escritura del Quijote tenía que ser, -según Menard-, muy
cuidadosa; porque la contra-reforma y la Santa Inquisición podían
ocasionarle problemas a Cervantes. Tal vez por ello, Don Quijote tiene una
cierta locura, -como la de un payaso-, pero un payaso que conocía a Erasmo,
aquel humanista que dirigía sus argumentos a los conversos, atrancados
entre el judaísmo, (cuyo abandono obligatorio los hacía ciudadanos de
segunda categoría), y el cristianismo (cuya adopción como fe también era
obligatoria)
Cien años después de 1492, Cervantes parece tener muy presente el daño
que le propinaron a moros y judíos; tal vez por ello la locura de Don Quijote
es más bien trágica.
Lo más alegre del libro es Sancho Panza. Pierre Menard le sacó la ficha al
asunto de purgar a Don Quijote de todas las interpretaciones románticas
que idealizaron a Cervantes.
El contenido del libro puede resumirse en una frase: descubrir que uno es
un héroe y no reprimirlo; de eso se trata el Quijote.
Una pequeña anécdota del libro sirve para ilustrar este argumento.
Pareciera ser, -dice Pierre Menard-, una crítica que hace Cervantes a los
gustos del público de esa época, (recordará el lector que Lope de Vega,
prolífico dramaturgo, ganó mucho dinero y fue como el contraste de
Cervantes, cuyo fracaso comercial fue estrepitoso durante toda su vida).
-
En la segunda parte, tenemos a Sancho en solitario durante diez días como
gobernador hasta que renuncia y vuelve con Don Quijote a las andanzas.
Probablemente –anota Menard en ese mismo cuaderno-, Cervantes está en
otro momento de su vida; sabe que su propia muerte se acerca y por ello
Don Quijote está afligido. Pero al final del juego, todos recordamos su
sabiduría.
Pierre Menard, sabe que para encontrar a alguien con quién jugar sólo tiene
que copiar algunos párrafos de Don Quijote. El juego pasa ahora por
cambiar el retablo de lugar y ubicarlo cuatro siglos después. Sólo así se
explica la anacrónica actitud de Menard.
III
Pierre Menard nos hizo notar que es Dios quién nos muestra el mundo, -no
un genio maligno-. Y ya sabemos, “lo divino es siempre verdadero”.
148
El mejor momento de mi vida ya pasó. Tal vez los años en que fui feliz estén
en mi pasado. Pero ahora, no quiero que vuelvan; no aguantaría otra vez
ese fuego entre mis días.
Tal vez le pasó como a Alonso Quijano. Antes de morir, tuvo que matar a su
Don Quijote. ¿¿Es tarde para comprender a Pierre Menard??; él también ya
casi ciego; tuvo que matar a Borges.
-
150
La organización institucional.
Las tareas eran escribir, compartir y corregir los textos, además de hacerlos
públicos a través de la conjunción con otras artes.
Los tiempos estaban dados por las reuniones semanales los días martes, casi
siempre a la misma hora y cada vez más tarde en el horario de su comienzo
y terminación.
Los espacios estaban dados por los bares de Tunuyán, generalmente en las
mesas ubicadas en las veredas. En algunas oportunidades las reuniones se
hacían en la plaza, pero siempre privilegiando los espacios públicos con
visibilidad.
152
Don Edipo Patrón: Así se denominó el libro de Santiago Omar Alonso, quien
nos invitó a algunos amigos y escritores de la zona a presentarlo de manera
teatralizada. Así, confluimos, e hicimos dos presentaciones. Esto generó
expectativas y ganas de volver con algo más. Sin embargo, lo realizado
quedó sólo como una experiencia
-
Por un lado, Omar Méndez y Santiago Alonso se juntaron a corregir algunos
textos y decidieron un próximo encuentro en un bar de Tunuyán para
intentar darle continuidad a esas prácticas de lectura de textos propios.
Por otro lado, el autor de estas líneas junto con Marcos Perez, nos habíamos
reunido en la oficina que Marcos tenía como delegado de la Universidad
Nacional de Cuyo en el Valle de Uco. Allí pensábamos algunas estrategias
para realizar acciones culturales en la región y decidimos juntarnos en una
próxima oportunidad en un bar de Tunuyán para darle continuidad a esas
ideas.
154
Tal como dice Ulloa (1967) “estos núcleos, surgidos en una comunidad y que
constituyen proyectos afines o semejantes, unen dichos proyectos en uno
común y tienden a mediatizar su integración, a través de la coexistencia
témporo-espacial y la aceptación de un régimen de normas que crea un
denominador, base de su institucionalización”
Las acciones
-
Maximiliano Neila denominado “Learte, alguna historia en presente
continuo”:
https://www.youtube.com/watch?time_continue=17&v=z1x3AxbaaGE&feature=e
mb_logo
156
Llevamos a cabo el espectáculo “Biográficos” con biografías no autorizadas
nuestras. Fue realizado en el bar La casa de autor, en la Biblioteca Popular
Vista Flores y en el bar del escritor Omar Luna.
-
Organizamos un encuentro literario en la Casa de la Cultura de Tunuyán y
allí estuvieron presentes los escritores alvearenses de Pueblo Luna, además
de escritores de Tunuyán, Tupungato, San Carlos, Junín y Rivadavia.
9
https://www.youtube.com/watch?v=b9QfLLmi5ZI&t=1154s
10
Los textos de la historia policial son los que conforman el capítulo 1 de este
libro.
158
Presentamos el libro en la Biblioteca Popular Segundo Manuel Esteves, en
el espacio cultural Julio Le Parc, en el IES 9-015 de La Consulta, en el IES 9-
010 de Eugenio Bustos y en la Biblioteca Popular Mirador de las estrellas de
Tupungato.
Filmación del videopoema “Candidata” interpretado por Ana Julia Llull con
texto de Mariano Ramirez.
-
Hicimos el recital poético-musical “Tres Heridas” que fue presentado en la
casa de Santiago Alonso.
Salimos a repartir volantes con poemas por las calles de Tunuyán para el
día de la poesía, durante algunos años.
160
Participamos de la Feria del libro que realizó la Municipalidad de Tunuyán
en la plaza departamental con el espectáculo “A la plaza con Mostaza”.
Fuimos parte de los festejos del día del Trabajador, invitados por la
biblioteca de Tupungato.
-
Autogestión de las acciones
162
El método learte
Todos los integrantes pueden leer sus textos. Todos los integrantes pueden
criticar los textos de los demás.
Si bien los núcleos pre institucionales junto con las producciones elaboradas
constituyen factores de integración en la organización, también pueden
convertirse en factores de dispersión.
Fernando Ulloa (1969) nos advierte que “los núcleos pre institucionales
unidos en un proyecto único, serán también, posteriormente, el origen de
la tendencia opuesta, o sea una tendencia a la dispersión. Darán origen al
surgimiento de corrientes especializadas que favorecen el crecimiento y la
complejidad de la organización y también ponen en peligro de destrucción
a la institución, al provocar rupturas cismáticas y otras amputaciones”.
164
la tendencia es hacia la integración, si esa alta eficacia no se corresponde
con una expansión de la organización, esta no encuentra una forma eficaz
de expresarse y se convierte así, en un “organismo denso con alto peso
específico” (Ulloa, 1969).
-
Seguramente otros factores también pueden haber producido el cisma en
la organización: mutación de los intereses de sus miembros, desgaste de las
acciones colectivas, metas muy altas como la publicación de una colección
de libros, que nunca llegó, entre otras.
Referencias bibliográficas
166
Introducción
La experiencia que expuse en esa clase tiene que ver con el desarrollo de
producciones artísticas por parte del Colectivo Cultural Learte al cual
pertenezco desde el momento de la fundación. Mi pertenencia a ese
colectivo de artistas del Valle de Uco me hace reconocer que mientras
vamos generando acciones culturales, también vamos aprendiendo
mutuamente de los saberes de los otros. Es decir que aprendemos de y con
la ayuda de los otros.
-
Por su parte, el texto elegido para trabajar en esta clase presenta los
conceptos de ajuste de la ayuda y Zonas de Desarrollo Próximo. Onrubia
señala que “La enseñanza debe entenderse, necesariamente, desde la
concepción constructivista en que nos movemos, como una ayuda al
proceso de aprendizaje” (Onrubia; en Coll y ot. 1999, p.5). Además, el autor
propone ocho procesos y criterios para generar esa ayuda y, por tanto,
Zonas de Desarrollo Próximo, consideradas por Vygotsky como esa
“distancia entre el nivel de resolución de una tarea que una persona puede
alcanzar actuando independientemente y el nivel que puede alcanzar con la
ayuda de un compañero más competente o experto en esa tarea” (Onrubia;
en Coll y ot. 1999, p.6). Esos procesos, junto a tres tipos de interacción entre
estudiantes que plantea el autor, contribuyen a comprender la experiencia
elegida para el desarrollo de la clase.
168
Onrubia ejemplificados con las instancias de producción del colectivo
cultural. Posteriormente se expone un relato de una experiencia particular
de producción de contenido por parte de Learte y se lo analiza desde los
conceptos y postulados del autor.
Para finalizar este texto, ensayo una conclusión con valoraciones de la clase
desarrollada y de pertinencia de la utilización de conceptos que han sido
concebidos para el trabajo en el aula, explicados desde una experiencia
formativa por fuera de las organizaciones educativas formales. Luego, en un
anexo presento las distintas placas que fueron mostradas a los compañeros
estudiantes del profesorado en el transcurso de la clase; así como también
un link donde se puede observar la experiencia particular narrada y
analizada.
Desarrollo
170
Este grupo de artistas tiene un procedimiento previamente establecido para
realizar sus acciones de escritura y de intervención. En primera instancia,
cada uno de los miembros de Learte escribe de manera individual y
semanalmente textos literarios, fundamentalmente poesía. Estos textos se
generan a partir de motivaciones personales, en algunas ocasiones, y de
tareas sugeridas por el grupo, en otras. Luego, los textos individuales son
compartidos en la mesa de los martes donde se reúne todo el colectivo a
escuchar y a corregir de manera grupal lo que cada uno lleva. Aquí se
produce la primera intervención mutua (el texto interviene en lo grupal y el
grupo interviene en el texto). A partir de ese momento, cada quien realiza
los cambios que considere necesarios a partir de las correcciones y
sugerencias que el grupo aporta, por lo tanto, de esa instancia surge un
nuevo texto de producción grupal. La próxima instancia es compartir esos
textos con otros grupos literarios o colectivos culturales para probarlos y
ponerlos a punto, ya que también se advierten momentos más fuertes o
débiles en el texto al momento de decirlos oralmente o de presentarlos por
escrito ante otros grupos. Por lo tanto de esta intervención, también surge
un nuevo texto puesto a punto en una instancia colectiva o de red de pares.
Y posteriormente, esos textos son organizados y presentados en vínculo
directo con las otras disciplinas artísticas que coexisten en el colectivo. Las
producciones e intervenciones que surgen en esta instancia son: obras de
teatro, libros, recitales de poesía, concursos, festivales, etc. Esta acción no
es la última del proceso de producción, ya que es una motivación para
-
comenzar el ciclo de producciones individuales, grupales, en red y una
nueva puesta a punto y presentación del trabajo colectivo.
Si bien estas prácticas llevadas a cabo por el Colectivo Cultural Learte tienen,
principalemente, un fin artístico y cultural, no deja de ser (incluso
considerada así por ellos mismos) una práctica educativa, un proceso de
aprendizaje construido colectivamente.
-
producciones finales de acuerdo a lo que vaya sucediendo en el camino,
siempre y cuando teniendo como referencia los marcos y objetivos
propuestos inicialmente.
174
El séptimo proceso es utilizar el lenguaje de la manera más clara posible,
tratando de evitar los malos entendidos (Onrubia; en Coll y ot. 1999, p.13).
Tanto en lo literario como en el diálogo entre los miembros del colectivo
está normado implícitamente una escritura que imite la coloquialidad, de
este modo, las producciones y la organización de las actividades tienden a
ser lo más claras posible. Sin embargo, como en todo proceso de
comunicación, esa claridad nunca es total ni absoluta.
Por otra parte, Onrubia propone que la ayuda también se genera entre los
mismos alumnos en la escuela, mediante la “interacción entre alumnos
como fuente de creación y avance de Zonas de Desarrollo Póximo”
(Onrubia; en Coll y ot. 1999, p.14)
-
El contraste entre puntos de vista moderadamente divergentes a propósito
de una tarea (Onrubia; en Coll y ot. 1999, p.14).
La explicitación del propio punto de vista (Onrubia; en Coll y ot. 1999, p.14).
Cada uno de los miembros del colectivo puede expresarse libremente y los
demás escuchan atentos. Incluso los miembros más nuevos o recién
llegados tienen la posibilidad de explicitar su punto de vista. En el colectivo
existen miembros con puntos de vista ideológicamente opuestos, sin
embargo todos pueden explicitarlo, ser respetados por ello y aprender de
otros modos de ver el mundo.
176
2.3- Una experiencia de Learte comentada con los postulados de Javier
Onrubia
Posteriormente, cada uno de los escritores tuvo una semana para escribir
los textos que formarían parte de la intervención. Digamos que tanto el viaje
diagnóstico y el siguiente relato oral de las experiencias funcionó en este
caso como motivador para comenzar el ciclo de producción que habíamos
mencionado al comienzo. Luego, esos textos fueron corregidos de manera
grupal, es decir que todos pudieron aportar sus sugerencias a los textos de
los demás, generándose así un ajuste de la ayuda de manera mutua. En esta
instancia, los miembros más competentes realizaban las sugerencias más
profundas, aunque también podían contribuir quienes recién comenzaban
a transitar la participación en el colectivo.
Ya con los textos reescritos por cada uno según las sugerencias recibidas en
la instancia anterior, todos los miembros se abocaron a diagramar el guion
de la intervención, es decir, a tomar las decisiones respecto del orden que
tendrían los textos en el recorrido y los momentos en que serían recitados.
Aquí se vuelve a introducir ajuste y modificación al plan general establecido
al comienzo, y sobre todo, después del viaje diagnóstico. Este ajuste
responde a la existencia de los textos que aún no estaban listos en aquel
momento. En esta actividad participaron todos los miembros realizando
aportes a la construcción del guion.
178
Con el guion en mano, durante las siguientes dos semanas se realizaron
ensayos de lo establecido previamente. De esta manera, se proveyó de
espacios y tiempos para que los miembros del colectivo pudieran apropiarse
de sus textos, pero también para que pudieran adquirir el conocimiento de
todo el procedimiento a realizar durante la intervención, sobre todo, para
el caso de que alguno de los miembros tuviera dificultad de realizar el
recorrido por algún motivo. Así, cada miembro podía controlar sus propios
procesos y también tener conocimiento del proceso integral de la
producción.
-
A la semana siguiente, los escritores se reunieron para comentar la
experiencia vivida por cada uno, y aprovechar el momento para que cada
uno diera una entrevista para el audiovisual comenzado durante el
recorrido. Esta actividad tuvo como principal función en cuanto a las zonas
de desarrollo próximo, la de establecer y afianzar el clima relacional,
afectivo y emocional del colectivo. La confianza mutua requiere de espacios
y momentos para compartir vivencias, escuchar y ser escuchados; y por
supuesto, como dice Onrubia, sin olvidar los contenidos. Además, esta
actividad funciona como recontextualizadora y reconceptualizadora de los
significados que surgieron de la producción individual y grupal, colocándose
en un mundo más amplio de producciones culturales, sociales y políticas.
180
la participación de todos, incluso de los que tienen conocimientos poco
adecuados para realizarlas.
Conclusión
-
De ese aprendizaje, es posible decir que si bien el Colectivo Cultural Learte
no es una escuela ni pretende serlo, genera en sus miembros niveles de
aprendizaje ascendentes en cada una de sus producciones y en sus distintas
instancias del ciclo de producción artística.
Referencia Bibliográfica
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-