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UNA IGLESIA UNIDA

Hechos 1:12-26.

INTRODUCCIÓN: 
El carrusel es uno de los juegos mecánicos que a mí en lo particular durante
mi niñez siempre me fascinó mucho.  Siempre preferí subir a al carrusel
antes que a cualquier otro juego mecánico.  Es más, hasta el día de hoy el
carrusel no deja ser mi juego mecánico preferido, a pesar de que ahora
existen otros juegos mecánicos modernos sofisticados y que siempre son
verdaderamente atractivos, yo sigo amando y prefiriendo el carrusel.  Hasta
donde yo recuerdo, a mis hijos antes que prueben otros juegos, lo primero
que probaron fue el carrusel. 
Pero, una de sus características que nos ilustran es que el carrusel, aunque
está en constante movimiento, sus movimientos que son circulares, ya sea
a baja o alta velocidad, finalmente después de muchas vueltas, cuando se
detiene, el carrusel no avanzó a ninguna parte, sino que quedó en el mismo
lugar. 

   La iglesia local de nuestro Señor Jesucristo, no puede darse el lujo de ser


como el carrusel, de hacer tanto movimiento, y al terminar su movimiento
encontrarse estancado, detenido, o parado en el mismo lugar, sin haber
avanzado la obra de Dios.  La iglesia fue diseñada por Dios no para
estancarse sino para avanzar.  En Hechos se entiende que la iglesia ha de
tener esta característica de ser una iglesia que avanza la obra de Dios en
todos sus aspectos, porque Jesús les dijo a sus discípulos que ellos van a
ser sus testigos “en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo
último de la tierra” (Hechos 1:8b).
   Siguiendo este énfasis del avance necesario de la iglesia, en este
momento les voy a predicar lo siguiente: La iglesia de Jesucristo para
que no se queda estancada, sino que avance en todos los aspectos
la obra de Dios, le es necesario cumplir los factores que la llevarán a
su avance basado en nuestro texto bíblico de Hechos 1:12-26, ahora les
voy a compartir tres de esos factores necesarios de cumplir.

I.- Es una iglesia que obedece a Dios. (Lucas 23:49)


“He aquí, yo enviaré la promesa de mi Padre  sobre vosotros; pero quedaos
vosotros en la ciudad de Jerusalén, hasta que seáis investidos de poder
desde lo alto”  y cuando Jesús se fue al cielo, nos dice el mismo San Lucas
que:  (Hechos 1:12) “Entonces volvieron a Jerusalén desde el monte que
se llama del Olivar, el cual está cerca de Jerusalén, camino de un día de
reposo”.  Lo que se puede observar en esta narración histórica es que los
apóstoles hicieron justamente lo que Jesús les había indicado.  Eso se llama
obediencia. Y en la actualidad la iglesia contamos con muchas instrucciones
de Jesús que debemos obedecer con el fin de que su obra avance.
   Cuando Jesús recién había resucitado, ellos pasaron una breve etapa de
crisis, en el que aun sabiendo que Jesús había resucitado, pero al ver que
no se integraba con ellos, sino que cada 8 días se les aparecía
espontáneamente en el aposento donde se reunían y luego se iba de ellos,
comenzaron a tomar decisiones equivocadas.  Pedro, les dijo: “Voy a
pescar. Ellos le dijeron: Vamos nosotros también contigo” (Juan
21:3a).  Y eso hicieron en su confusión.  Pero, ahora que ya estaban
asimilando la transición del ministerio de Jesús al que ellos deberían estar
entregados, decidieron no irse a sus propios caminos, ciudades, hogares,
oficios, etc…, sino que, obedeciendo la instrucción dada por Jesús, todos se
fueron a Jerusalén a esperar ser investidos de poder por el Espíritu Santo
que les sería enviado para ser capacitados para su grandísima comisión.  Y
fue, por su obediencia que estando ellos en Jerusalén donde fueron
enviados, y estando juntos y en oración fue cuando el Espíritu Santo
prometido llegó sobre ellos para quedarse y seguirse manifestando sobre
incrédulos y sobre los creyentes.  Obedecer las instrucciones de Jesús
siempre fue, ha sido y será necesario.
   Amados hermanos, la iglesia que avanza es la iglesia que obedece, pues
si no obedece no recibe los excelentes y poderosos dones de Dios para
llevar a cabo su gran a veces difícil y a veces sencilla tarea de hablar el
evangelio de Jesucristo.  Es estrictamente necesario ser obediente a Jesús,
para ser una iglesia que no se quede estancada, sino que avance en su gran
labor de

II.- Es una iglesia que ora fervientemente (hechos 1:13-14)


   “Y entrados, subieron al aposento alto, donde moraban Pedro y Jacobo,
Juan, Andrés, Felipe, Tomás, Bartolomé, Mateo, Jacobo hijo de Alfeo, Simón
el Zelote y Judas hermano de Jacobo. Todos éstos perseveraban unánimes
en oración y ruego, con las mujeres, y con María la madre de Jesús, y con
sus hermanos”.  El motivo principal de su reunión fue para orar.  No sé nos
dice por qué motivos específicos oraban, pero debieron ser motivos
esenciales para encontrar dirección divina y soluciones para el momento.
    Muy pronto también, a menos de dos semanas de estar reuniéndose para
orar en una casa de Jerusalén, tuvieron que elegir al sucesor de Judas para
completar el número original de los apóstoles elegidos por Jesús.  San Lucas
nos narra que aquellos apóstoles y los primeros discípulos antes de elegir al
sucesor, hicieron oración a Dios diciéndole: (Hechos 1:24,25) “Tú, Señor,
que conoces los corazones de todos, muestra cuál de estos dos has
escogido, / para que tome la parte de este ministerio y apostolado, de que
cayó Judas por transgresión, para irse a su propio lugar”. No se atrevieron a
elegir sin hacer oración.  Cuando hubieron orado, Dios les guió a hacer la
elección apropiada que resultó para el avance de la obra, pues a la persona
que eligieron fue grandemente útil y comprometida con la obra de Dios.
   Un poco de tiempo después cuando nuevos discípulos se convertían por
miles a la fe en Jesucristo, comenzaron a ser perseguidos por creer en el
evangelio del reino de Dios que predicaban los apóstoles.  En esos tiempos
los apóstoles Pedro y Juan fueron los primeros en experimentar la
persecución, encarcelamiento, y amenazas.  En esas circunstancias, estos
primeros creyentes se vieron en la necesidad de practicar la oración, pues
en Hechos 4:24 se nos dice que ellos: “alzaron unánimes la voz a Dios”, no
para cantar sino para orar a Dios, y entre su oración dijeron: (Hechos
4:29-31) “Y ahora, Señor, mira sus amenazas, y concede a tus siervos que
con todo denuedo hablen tu palabra, / mientras extiendes tu mano para
que se hagan sanidades y señales y prodigios mediante el nombre de tu
santo Hijo Jesús. / Cuando hubieron orado, el lugar en que estaban
congregados tembló; y todos fueron llenos del Espíritu Santo, y hablaban
con denuedo la palabra de Dios”. 
La oración fue el medio para obtener el denuedo o valor para que, sin temor
alguno por las amenazas, siguieran hablando la palabra de Dios.  Fue así
como la primera iglesia creció de 12 a 120, de 120 a 500, de 500 a 3500,
de 3500 a 8500, y de esta cantidad a muchos miles más en otras ciudades
judías, israelitas y extranjeras.  Fue por la práctica de la oración y no por
otro medio que ellos pudieron avanzar la obra de Dios que en su momento
les correspondió a ellos.
   Amados hermanos, además de la obediencia a las instrucciones de Jesús,
la práctica de la oración por todo motivo, es otro de los factores que hacen
que la iglesia no se quede estancada, sino que avance.  Hermanos, no
menosprecien el valor, poder y efectividad de la oración.  Cuando seamos
convocados a reunirnos para orar, no pasemos por alto esas ocasiones. 
Hagamos todo lo posible por reunirnos a orar, pues la oración es el medio
que consigue de Dios las herramientas necesarias para que nuestro trabajo
en su obra no se quede sin fruto, sino que contribuya poderosa y

III.- Es una iglesia que predica sin cesar (Hechos 1:15-17)


   Mientras los apóstoles reunidos en Jerusalén con algunas mujeres
temerosas de Dios, y algunos fieles discípulos, esperaban la venida del
Espíritu Santo, nos narra San Lucas que cuando se dispusieron a elegir al
sucesor de Judas, además de haber orado, no hicieron su elección sin que
antes les fuese predicada la palabra de Dios.  San Lucas nos informa
que: “En aquellos días Pedro se levantó en medio de los hermanos (y los
reunidos eran como ciento veinte en número), y dijo: Varones hermanos,
era necesario que se cumpliese la Escritura en que el Espíritu Santo habló
antes por boca de David acerca de Judas, que fue guía de los que
prendieron a Jesús, / y era contado con nosotros, y tenía parte en este
ministerio”.  ¿Qué fue lo que hizo Pedro? Lo que Pedro hizo fue predicar la
palabra de Dios, pues cuando dijo: “era necesario que se cumpliese la
Escritura en el que el Espíritu Santo habló antes por boca de David
acerca de Judas, …”, no estaba dando una opinión o una propuesta
personal, sino que estaba utilizando la palabra de Dios escrita, para explicar
qué era lo que debería proceder en aquel momento.  Pedro estaba
predicando la palabra de Dios que era necesario se predicase en aquel
momento.
   Amados hermanos, para cada situación o experiencia de los primeros
creyentes, los sucesivos creyentes, y hasta para los creyentes del día de
hoy, siempre hay una palabra de Dios en las Escrituras que nos debe ser
predicada para orientarnos a tomar la mejor decisión al respecto.  La
primera predicación fue para exponer lo que la palabra de Dios dice con
respecto al traidor que entregó a Jesús.  Resulta que había algo escrito
desde hace más de 1000 años atrás que tenía aplicación e instrucción para
aquellos apóstoles y primeros discípulos reunidos.  Pedro, fue el predicador
de aquella primera decisión relevante que tenía que tomar.  Además de que
hubo oración de por medio, no hizo falta la predicación de la palabra de
Dios.

   Cuando el Espíritu Santo descendió sobre los primeros discípulos en


Jerusalén, nos narra San Lucas que la gente extranjera, decía: “les oímos
hablar en nuestras lenguas las maravillas de Dios”.  El Espíritu Santo
fue enviado para que aquellos primeros cristianos fuesen capaces
de “hablar… las maravillas de Dios”, y así lo hicieron. 
   Amados hermanos, además de la obediencia a las instrucciones de Jesús,
y además de la práctica de la oración, otro factor que impulsa el avance de
la obra de Dios es la predicación de la palabra, tanto en el interior de la
iglesia como fuera de la iglesia predicando el mensaje de salvación que
contiene el evangelio.

La predicación de la palabra de Dios, produce los resultados esperados por


Dios mismo.  Las Sagradas Escrituras hasta el día de hoy siempre tiene un
mensaje claro y especial para cada circunstancia de la vida tanto para no
creyentes como también para la vida personal de los creyentes, y para toda
la iglesia en general, por lo que para que la iglesia no se quede estancada,
sino que avance en la obra de Dios.

CONCLUSIÓN: 
Amados hermanos, cada uno de nosotros tenemos la responsabilidad de
que la iglesia de Cristo no se detenga, no podemos frenar el avance de la
obra de Dios que nos ha sido encomendada.  Para ello, estemos conscientes
por lo menos de estos tres factores que hoy les he predicado: 1) la
obediencia a las instrucciones de Jesús; 2) la práctica de la oración a Dios
por toda situación; y 3) la predicación de la palabra de Dios.

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